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UNIDAD III. ALBACEAS Y LA HERENCIA.INTRODUCCIÓN .

El derecho sucesorio, encuentra su justificación, en la perpetuidad del derecho de


propiedad del patrimonio de una persona al momento de su muerte, es decir, el
conjunto de todos sus bienes, derechos y obligaciones, que no se extinguen por
su muerte, los cuales tienen la posibilidad de ser transmitidos a las personas que
por ley tienen este derecho o que por su voluntad expresa del titular, son
designados para realizar esta sustitución.
Existen dos tipos de sucesión; la sucesión testamentaria y la sucesión intestada; la
primera surge por la existencia de un testamento; la segunda se da por falta de
testamento, cuando el testamento es declarado nulo, cuando el testamento es
caduco, cuando el testador no dispone de la totalidad de sus bienes o cuando el
heredero no cumple con la condición impuesta por el testador, y en estos casos, la
ley es la que dispone la forma de liquidar el patrimonio del difunto.
Lo que da origen a la sucesión testamentaria es el testamento, el cual es un acto
jurídico unilateral, personalísimo, formal, libre y revocable, por el cual una persona
dispone de todos o parte de sus bienes y derechos que no terminan con su muerte
y cumple deberes para cuando fallezca.
El testamento como expresión de nuestra última voluntad, debe cumplir con todas
las formalidades y solemnidades, para que esa voluntad no se afecte.
El heredero está considerado como un elemento de gran importancia dentro de la
teoría testamentaria, ya que es el sustituto del de cujus en la titularidad del
patrimonio y su nombramiento debe hacerse mediante testamento o por
disposición expresa de la ley y cuando la sucesión es a título particular, el sucesor
se llamará legatario.
El hombre siempre busca trascender ya sea a través de sus descendientes, de
sus ideas o de su patrimonio, como un acto consustancial a él. En este trabajo se
pretende analizar el testamento como una norma, negocio, ato, e instrumentos
jurídicos, en si como una institución sólida que da certidumbre al autor del mismo,
de que su voluntad será respetada al momento de su muerte, por lo que se le
observa desde dos puntos de vista: Los elementos que la han fortalecido y los
cuales consideramos lo han debilitado
El testamento como figura jurídica es una institución que se ha consolidado a lo
largo de la historia, como podremos ver en el primer capítulo de este trabajo, sus
antecedentes los podemos encontrar desde el derecho romano y su
desenvolvimiento se ha venido dando a través de distintas épocas y legislaciones,
hasta llegar al contexto en que vivimos.
Dentro de las fortalezas observamos elementos como lo son las figuras afines que
se han creado con un espíritu semejante al del testamento, como pueden ser: la
donatio mortis causae en el derecho romano, la estipulación a favor de tercero, el
contrato de seguro de vida a favor de tercero beneficiario, el beneficiario
designado en los contratos instrumentados por el Infonavit, el llamado testamento
agrario, la renta vitalicia, y el beneficiario de las cuentas bancarias y bursátiles. La
fortaleza que crea la seguridad jurídica y credibilidad que da el testamento, dentro
de una crisis de credibilidad por la que pasa y gran número de instituciones en
nuestro país.
La gran fortaleza que representa para el testamento la creación del Registro
Testamentario Nacional que da mucha más certeza en el sentido de que la
voluntad del testador es la última que dictó en vida.

DE LOS ALBACEAS
DEFINICIÓN. Persona designada por el testador para velar por la correcta
ejecución del testamento. Pueden ser nombrados 1 o más albaceas,
mancomunados o solidarios. Entre sus funciones ordinarias se encuentran las
siguientes: sufragar los gastos del funeral, satisfacer legados, velar por los bienes
de la herencia y ejecutar la misma.
El Albacea es una persona generalmente de confianza designada (de forma
particular o de forma genérica) en un testamento, y será la encargada de hacer
cumplir la última voluntad del fallecido. En defecto de esta figura, serán los
herederos los encargados de velar por el cumplimiento de las últimas voluntades
del causante
Este cargo está regulado en el Código Civil, y el único requisito que establece la
ley, en cuanto a la capacidad y legitimación del Albacea, es que tenga capacidad
para poder obligarse. Dicho de otro modo, no pueden ser Albacea los menores de
edad o personas con falta de capacidad.
El albacea es la persona nombrada por el autor de la herencia con objeto o fin de
ejecutar y hacer cumplir su voluntad en los términos de su testamento. Será el
encargado de custodiar los bienes del haber hereditario y hacer la distribución de
los mismos entre los herederos y/o legatarios, conforme a la voluntad del testador.
El albacea tendrá que aceptar su cargo en la sucesión, por lo que podemos
afirmar que se trata de un cargo voluntario, y habiéndolo aceptado se constituye
en la obligación de desempeñarlo. Está obligado a dar cuenta de su encargo a los
herederos, por lo que hace al cumplimiento de las obligaciones encomendadas por
el testador.
Clasificación.
1. Por la naturaleza de su nombramiento:
a. Albacea testamentario: el que designó el de cujus en el
testamento.
b. Albacea legítimo: es el que a falta de nombramiento por el
testador o porque el nombrado no acepta el cargo, es
nombrado por los herederos.
c. Albacea dativo: cuando el albacea es nombrado por el juez,
cuando no haya acuerdo entre los herederos respecto al
nombramiento del mismo, cuando no haya herederos a la
sucesión.
2. Por su duración en el encargo:
a. Albacea temporal: es el albacea nombrado por el juez,
cuando no haya heredero o legatario, o cuando el que exista
no acepte la herencia, durará en su encargo mientras que
declarados los herederos legítimos, éstos hacen la elección
del albacea.
b. Albacea definitivo: es el albacea nombrado en el testamento,
por los herederos o por el juez y que acepta el encargo y que
por lo tanto tiene obligación de ejercerlo y concluirlo dentro del
siguiente año, en los términos de ley.
3. Por su actividad en el desempeño del cargo:
a. Albacea universal o general; es el único, nombrado como
albacea para ejecutar la voluntad del testador o realizar las
gestiones relativas a la administración, división y repartición
de los bienes de la sucesión legitima
b. Albacea especial: es el nombrado para garantizar la
realización de un acto o diligencia particular dentro de la
ejecución del testamento, y puede ejercer su cargo
conjuntamente con el albacea universal.
4. Por su número:
a. Albacea único: hay sólo una persona nombrada para el cargo
de albacea en la sucesión a la que se le llama. El heredero
que fuere único será albacea, si no se hubiere nombrado otro
en el testamento. Si es incapaz, su tutor ejercerá el encargo
de albacea.
b. Albaceas mancomunados: cuando son varios los albaceas
nombrados y el testado hubiese establecido expresamente
que el cargo se ejerza de común acuerdo por todos ellos. Solo
valdrá, en cuanto a sus funciones y decisiones, lo que hagan
de común acuerdo, lo que haga uno de ellos con la
autorización de los otros, o lo que en caso de no ponerse de
acuerdo, decida la mayoría de ellos. Si no hay mayoría,
decidirá el juez.Si se trata de un caso de extrema urgencia,
uno de los albaceas mancomunados podrá practicar, bajo su
responsabilidad, los actos que considere necesarios, pero
deberá dar aviso y cuenta de ello inmediatamente a los otros
albaceas.
c. Albaceas sucesivos: cuando fueren varios los albaceas
nombrados, el encargo será ejercido por cada uno de ellos, en
lo individual y sucesivamente, en el orden en que hubieren
sido designados por el testador, en los casos en que no
acepten el encargo o cuando se encuentre ausente o faltare
alguno de ellos.

Naturaleza jurídica.
Sobre la naturaleza jurídica del albacea se han elaborado diversas teorías, desde
considerarlo un mandatario (Beseler), o un tutor (Winscheid), un árbitro (Leyser),
un representante (Rojina Villegas y Gutiérrez y González), un administrador de un
patrimonio en liquidación (Asprón Pelayo) y se le han asignado muchas otras
categorías más.
Durante los siglos XVI y XVII, se había considerado al albacea como un tutor. No
puede ser tal la naturaleza de la figura empezando porque el de cujus no es un
incapaz, y por otro lado, porque no tienen, ni el de cujus, ni la sucesión,
personalidad jurídica y por eso, no pueden tener un tutor.
Se ha pensado también en el albacea como un árbitro, pero tampoco es viable
esta postura, pues el albacea no concluye su labor con un laudo, como lo hacen
los árbitros, y por otro lado el árbitro no tiene facultades de administración como
las tiene el albacea.
Ha sido y sigue siendo constante la comparación del albaceazgo con la figura del
mandato, incluso juristas actuales de primer nivel así lo han sostenido o al menos
sugerido. Los maestros Diez-Picazo y Gullón señalan a este respecto:
La naturaleza jurídica del albaceazgo es muy discutida, pues es un cargo cuya
efectividad, previa aceptación del designado, se produce al morir el testador que lo
nombra. La jurisprudencia, explícita o implícitamente, se ha inclinado por la
calificación de mandatario, que estrictamente no es correcta, en tanto la
designación del albacea es producto de un acto jurídico unilateral post-mortem, no
de un mandato propiamente dicho, ya que no estamos en presencia de un
contrato (como lo es el mandato).
No obstante, aunque la analogía no pase propiamente por ahí, el recurso al
mandato permite aplicar la normativa jurídica de esta institución para suplir las
lagunas que presenta la regulación del albaceazgo en el Código Civil.
Por supuesto, tampoco es un mandatario de los herederos; no lo han nombrado y
tienen que aceptar la decisión del testador. Tal decisión es operante incluso no
aceptando aquellos o antes de su aceptación, pues el albacea para ejercer su
cargo no tiene ninguna limitación legal en ese sentido.
A nuestro juicio, no cabe duda de que el albacea es, en un sentido muy amplio,
gestor de intereses ajenos y por eso es acertada en líneas generales la posición
de aproximarlo al mandatario.
Condiciones.
1. No pueden aceptar el cargo de albaceas:
a. Aquellos que no tengan la libre disposición de sus bienes
b. Tratándose de menores de edad o incapaces, no podrán hacerlo por
sí mismos, pero sí por intervención de su tutor o legitimo
representante, con arreglo a la ley.
2. Tampoco pueden ser albaceas, excepto en el caso de ser herederos
únicos:
a. Los magistrados y jueces que ejerzan jurisdicción en el lugar donde
se abre la sucesión.
b. Los que por sentencia hayan sido removidos, en ocasión anterior, del
cargo de albacea.
c. Los que hayan sido condenados por delitos contra la propiedad.d.
Los que no tengan un modo honesto de vivir.
3. Del mismo modo, pueden excusarse de ejercer el cargo de albaceas:
a. Los empleados y servidores públicos.
b. Los militares en servicio activo.
c. Los pobres que no pueden ejercer el cargo sin menoscabo de su
subsistencia.
d. Los que por enfermedad grave y/o habitual no pueden atender
debidamente el cargo.
e. Los que no saben leer ni escribir y por ello no pueden ejercer
debidamente el cargo de albacea.
f. Los que tengan sesenta años cumplidos.
g. Los que tengan el cargo de albacea en otra sucesión.

Aceptación.
El albacea no está obligado a aceptar el cargo; se trata de un cargo voluntario, y
habiéndolo aceptado se constituye en la obligación de desempeñarlo, tiene
derecho a elegir entre lo que le deja el testador por el desempeño de su cargo y lo
que la ley le concede por el mismo motivo.

Renuncia y excusas.
Es importante tener en cuenta que la figura del albacea es un cargo de aceptación
voluntaria, si bien su aceptación implica la obligación de desempeñarlo.
El cargo de albacea es voluntario; pero el que lo acepte, se constituye en la
obligación de desempeñarlo.
Artículo 1695 del Código Civil Federal.
En determinados supuestos, la renuncia al cargo de albacea puede suponer la
pérdida de los bienes que fuera a recibir como heredero cuando:
No exista causa justa para la renuncia. Los únicos bienes a recibir en la herencia
fueran en concepto de remuneración como albacea.
El albacea que renuncie sin justa causa, perderá lo que hubiere dejado el testador.
Lo mismo sucederá cuando la renuncia sea por justa causa, si lo que se deja al
albacea es con el exclusivo objeto de remunerarlo por el desempeño del cargo.
Artículo 1696 del Código Civil Federal.
El plazo para renunciar al albaceazgo es de seis días desde el conocimiento de su
nombramiento, o bien seis días desde que conociera el fallecimiento del testador
si ya supiera que era albacea designado.
El albacea que presente excusas, deberá hacerlo dentro de los seis días
siguientes a aquel en que tuvo noticia de su nombramiento; o si éste le era ya
conocido, dentro de los seis días siguientes a aquel en que tuvo noticia de la
muerte del testador. Si presenta sus excusas fuera del término señalado,
responderá de los daños y perjuicios que ocasione.
Artículo 1697 del Código Civil Federal. Pueden excusarse legalmente de ser
albaceas quienes cumplan alguna de las siguientes condiciones:
1. Ser empleado o funcionario público.
2. Ser militar en servicio activo.
3. No disponer de recursos económicos suficiente para atender las
obligaciones sin perjudicar su subsistencia
4. Contar un mal estado de salud que impida el desempeño del cargo.
5. No saber leer o escribir.
6. Haber cumplido sesenta años.
7. Ser al mismo tiempo albacea en otra herencia.

Derechos y obligaciones.
1. Derechos. Disponer y abonar en pago los sufragios y gastos del funeral del
testador. Abonar en metálico los legados, con acuerdo de los herederos.
Vigilar la ejecución de aquello ordenado en el testamento y sostener, siendo
justo, su validez en juicio y fuera de él. Conservar y custodiar los bienes del
caudal hereditario. En cuanto a los tipos de albaceazgo, nos encontramos
con dos clases. La primera, según el llamamiento, pudiendo ser
simultáneos (solidario o mancomunado) o sucesivos en el cargo (un
albacea ejecuta el testamento en sustitución del otro). Y la segunda,
universales o particulares, debiendo ejecutar globalmente el testamento o
de forma específica debidamente indicado por el testador en el testamento.
2. Obligaciones del Albacea. Cuando ha sucedido el periodo de vigencia del
cargo del Albacea, éste tiene que reunir cuentas con los herederos: es
decir, explicarle cómo ha gestionado y llevado a cabo sus tareas como
Albacea. Hay una disposición particular que se regula en el art. 907 del
Código Civil y que establece que, en caso de que la tarea del Albacea sea
la de da a los bienes de una herencia una inversión o distribución que el
testador hubiere dispuesto, las cuentas las deberá rendir el Albacea frente
al Juez.
3. Plazo. El albacea, si el testador no ha fijado plazo, debe cumplir su encargo
en el plazo de un año desde su aceptación, o desde que terminen los
litigios que se promovieren sobre la validez o nulidad del testamento o de
alguna de sus disposiciones.
El testador podrá ampliar el plazo legal de forma expresa si no hubiese satisfecho
las labores de su cargo. Si no lo hubiese señalado, se entenderá prorrogado el
plazo por un año.
Si, transcurrida esta prórroga, no se hubiese cumplido la voluntad del testador, el
Juez, Notario o Letrado de la Administración de Justicia podrá conceder otra
prórroga por el tiempo que fuere necesario, atendidas las circunstancias del caso.
Los herederos y legatarios podrán, de común acuerdo, prorrogar el plazo del
albaceazgo por el tiempo que crean necesario; pero, si el acuerdo fuese sólo por
mayoría, la prórroga no podrá exceder de un año.

Duración.
El plazo de duración del cargo de albacea viene determinado, en primer término,
por la voluntad del testador, en caso de haberlo establecido y si el testador no ha
fijado plazo, la duración del cargo es de un año, gozando por tanto de una amplia
autonomía para fijar el plazo en el que, como máximo, debe cumplir el albacea su
cometido. La Ley no obliga a que el plazo se determine de modo expreso, por lo
que puede deducirse de las disposiciones testamentarias.
El cómputo del plazo comienza desde su aceptación, o desde que terminen los
litigios que se hayan promovido sobre la validez o nulidad del testamento o de
alguna de sus disposiciones. Una vez iniciada la ejecución de la sucesión por
parte del albacea, la interposición de cualesquiera litigios interrumpe el plazo de
ejercicio del cargo, que no vuelve a activarse hasta la total finalización de los
mencionados litigios.
Por razones de complejidad de la herencia el plazo inicialmente dado podría no
ser suficiente. En este caso puede iniciarse una prórroga, que tendrá la duración
que hubiera determinado el testador, caso de haberlo previsto. Si no fuera así, el
plazo inicial se entenderá prorrogado por el periodo de un año.
Transcurrida esta prórroga sin que se hubiera cumplido la ejecución de la sucesión
del causante, puede el juez conceder otra prórroga, por el tiempo que fuera
necesario para la finalización de la ejecución del testamento. En este supuesto de
prórroga judicial, el albacea debe solicitarla antes de que expire el plazo y es el día
de la petición de prórroga mediante el correspondiente acto de jurisdicción
voluntaria el que determina el primer día del plazo de la referida prórroga.
Los herederos y legatarios pueden, de común acuerdo, prorrogar el plazo del
albaceazgo por el tiempo que crean necesario. Si el acuerdo es sólo por mayoría,
la prórroga no puede exceder de un año.
La interposición de un procedimiento judicial solamente podrá interrumpir el plazo
de extinción del cargo de contador-partidor hasta su resolución en los supuestos
en los que se refiera a la validez del testamento o de alguna de sus disposiciones,
únicas hipótesis previstas en nuestro derecho positivo.

LOS INTERVENTORES DE LA HERENCIA.


Los interventores realizan funciones de control con relación a las funciones del
albacea, además el interventor de la herencia actúa en beneficio de los intereses
de los herederos, legatarios o acreedores de la herencia.
El interventor es la persona del supervisor, que autoriza y fiscaliza ciertas
actividades u operaciones para que sean realizadas conforme a la ley.
El interventor podrá ser nombrado cuando los herederos no hayan estado de
acuerdo, por mayoría de votos, con la designación del albacea, para que vigile el
desempeño y manejo del albacea. Si son varios los herederos inconformes, el
nombramiento de interventor se hará por mayoría de votos de los mismos, y si no
hay mayoría, la elección del interventor la hará el juez, considerando a los
propuestos por la minoría.
Casos para los que debe nombrarse un interventor:
1. Siempre que el heredero esté ausente o no sea conocido
2. Cuando la cuantía de los legados iguale o exceda a la porción del heredero
albacea.
3. Cuando se hagan legados para objetos o establecimientos de la
beneficencia pública.
Características del cargo de interventor:
1. Las funciones del interventor se limitarán a vigilar el exacto cumplimiento
del encargo de albacea.
2. El interventor debe ser mayor de edad y capaz de obligarse.
3. Durará en su encargo mientras no se revoque su nombramiento. La
revocación debe hacerse por los herederos en cualquier tiempo, pero en el
mismo acto debe nombrarse al que lo sustituya.
4. Serán retribuidos de conformidad a lo que acuerden los herederos que lo
nombran; si el que lo nombra es el juez, cobrará por sus servicios conforme
a arancel asimilados a apoderados.
5. El interventor no puede tener la posesión, ni interina, de los bienes de la
sucesión.

Funciones.
Vigilar el exacto cumplimiento del cargo de albacea, por lo que no podrá tener la
posesión de los bienes hereditarios ni aun en forma provisional o interina. (Art.
1729 C.C.D.F.). El interventor no puede tener la posesión ni aun interina de los
bienes (Art. 1730 C.C.D.F.).
Recordemos que el llamado interventor por el Código de Procedimientos Civiles
para el caso de las herencias vacantes, es un solo caso de albacea judicial y,
como tal, provisional. Los interventores nunca son nombrados por el testador. Se
puede designar al interventor en los siguientes casos:
1. Cuando el heredero está ausente o es desconocido.
2. Cuando la porción de los legados iguala o exceda a la porción del heredero
albacea.
3. Cuando existan legados para objetos o instituciones de Beneficencia
Pública (Art. 1731 C.C.D.F.). Cuando pasaron diez días de la muerte del
autor de la herencia, no se presenta el testamento, si en él no está
nombrado el albacea o si no se denuncia el intestado (Art. 771 C.P.C.D.F.).
Los herederos que no hubieren estado conformes con la designación del albacea
hecho por la mayoría (Art. 1728 C.C.D.F.), pueden nombrar al interventor, solo
tendrá facultades para vigilar el exacto cumplimiento del cargo de albacea (Art.
1929 C.C.D.F.), sin gozar de la posesión de los bienes.

Personalidad.
1. Personalidad de los Interventores provisionales: Cuentan con
capacidad legal para ejercer el cargo de interventores provisionales,
aquellas personas que además de ser nombradas por un Juez, cubran los
requisitos de mayoría de edad, notoria buena conducta, contar con
domicilio en el lugar del juicio sucesorio y otorgar fianza judicial con el fin de
que caucione su desempeño, dicha fianza la deberá de otorgar en el plazo
de diez días contados a partir de la aceptación del cargo bajo pena de
remoción.
2. Personalidad de los Interventores definitivos: Los Interventores no
cuentan con capacidad para tener la posesión de los bienes hereditarios, ni
siquiera de manera interina. Podrán ejercer el cargo de interventores
definitivos aquellas personas que sean mayores de edad y que cuenten con
capacidad general para obligarse. Durarán en su función todo el tiempo que
dure el albaceazgo entre tanto no se le revoque su nombramiento.

Los acreedores y los deudores de la herencia sus derechos y


obligaciones.
Sus derechos y obligaciones: Los acreedores de la herencia como sujetos
activos tienen el derecho de exigir el pago de las deudas hereditarias, mientras
que los deudores como sujetos pasivos tienen la obligación de liquidar las deudas
hereditarias. En caso de que no hubiera acuerdo entre todos los herederos, el
albacea puede llevar a cabo la venta siempre y cuando cuente con autorización
judicial. En tal sentido, si los acreedores están identificados en el testamento, son
reconocidos por los coherederos, o tienen en su poder un título ejecutivo (letra de
cambio, cheque, pagaré o una sentencia judicial firme... etc.) pueden ejercer su
derecho a oponerse a la partición de la herencia hasta que se les pague o se les
asegure el pago de sus créditos, pero no pueden solicitar que se practique la
división judicial de los bienes que componen la herencia. Una vez realizada la
partición, los acreedores pueden exigir el pago de las deudas, hasta el límite del
importe de los bienes atribuidos a cada heredero si la herencia se aceptó a
beneficio de inventario, o hasta el límite del total de la deuda, si no se hizo de esta
forma. Así, para que el heredero no tenga que responder con sus bienes de las
deudas del fallecido, la ley establece la posibilidad de aceptar la herencia “a
beneficio de inventario”, en cuyo caso el heredero sólo responderá de las deudas
del fallecido hasta donde cubran los bienes de la herencia y sólo adquirirá los
bienes que queden en la herencia una vez que se hayan pagado todas las
deudas. La petición del beneficio de inventario debe reunir determinadas
formalidades y también puede perderse. Por su parte, el coheredero que hubiese
pagado más importe de deuda de lo que corresponda a su cuota de participación
en la herencia, puede reclamar a los demás este exceso. Si uno de los
coherederos es también acreedor del difunto, puede reclamar a los demás que se
le abone el crédito pendiente de pago a su favor, reduciendo también de su parte,
la cuota que le corresponda de la deuda. Si los acreedores lo son de uno o más de
los coherederos pueden intervenir en la adjudicación de los bienes para evitar que
se haga en fraude de sus intereses. Los deudores de la herencia quedan
obligados al pago de sus obligaciones al albacea, pero sin perjudicar a los
acreedores hereditarios haciendo un pago a los acreedores personales de dichos
herederos, lo deudores de la herencia son responsables de los valores que están
destinados, como partes del activo hereditario, el pago del pasivo sucesorio para
satisfacer preferentemente a los acreedores de la herencia.

SUPUESTOS COMUNES A LAS TESTAMENTARIAS E


INTESTADOS.
Son incapaces de adquirir por testamento o por intestado, a causa de falta de
personalidad, los que no estén concebidos al tiempo de la muerte del autor de la
herencia, o los concebidos cuando no sean viables, conforme a lo dispuesto en el
artículo
Atendiendo al concepto de supuestos jurídicos, los supuestos del derecho
hereditario son todas aquellas hipótesis normativas de cuya realización dependerá
que se produzcan las consecuencias de derecho que regula la ley, las cuales
consisten en la creación, transmisión, modificación o extinción de derechos,
obligaciones, sanciones o situaciones jurídicas concretas, en otras palabras los
supuestos comunes a las testamentarias e intestados tienen como finalidad
determinar las consecuencias tanto en la sucesión legítima como en la
testamentaria. De acuerdo a su importancia, los supuestos del derecho hereditario
son los siguientes:
1. La muerte del autor de la herencia es fundamental dentro del derecho
hereditario, ya que constituye el supuesto jurídico condicionante en los
efectos y consecuencias que se puedan producir.
2. El testamento es un acto jurídico personalísimo, revocable y libre, por
medio del cual una persona capaz dispone de sus bienes, derechos y
obligaciones, siendo éste a título universal o particular, en el cual se
nombran herederos o legatarios, o declara y cumple deberes para después
de su muerte. La función del testamento como supuesto jurídico del
derecho hereditario es de gran importancia en la sucesión, siendo ésta la
voluntad del de cujus (testador), quedando así su papel limitado a sucesión
testamentaria la cual debe combinarse con la muerte del testador.
3. El parentesco, el matrimonio y el concubinato son supuestos especiales de
la sucesión legítima que, al combinarse con la muerte del autor de la
herencia, da paso a la transmisión a título universal en favor de determinar
parientes consanguíneos, cónyuge supérstite y concubina, en ciertos casos.
Se requiere una condición negativa, siendo esta que a la muerte del autor
de la herencia no haya dejado testamento.
4. La capacidad de goce de los herederos y legatarios es esencial para que
puedan adquirir por herencia o legado. La ley considera como principio que
toda persona tiene capacidad de goce para heredar.
5. La aceptación de herederos y legatarios es un supuesto jurídico tanto en la
sucesión legítima para los primeros, cuando en la testamentaria para
ambos que solo tiene como consecuencia hacer irrevocable y definitiva la
calidad de unos y otros, así como evitar la prescripción de diez años por no
reclamar la herencia.
6. La no-repudiación de la herencia o del legado es un supuesto jurídico
negativo esencial para que se puedan producir las consecuencias del
derecho hereditario.
7. La toma de posesión de los bienes objeto de la herencia o del legado no
produce ninguna consecuencia dentro del derecho hereditario para adquirir
el dominio o la posesión originaria pues estos efectos se producen desde el
día y hora de la muerte del cujus, por lo que el heredero o legatario aun no
teniendo materialmente la posesión de los bienes, se les considera como
poseedores en derecho.

De la muerte del autor de la herencia.


La muerte del autor de la herencia (de cujus) es el supuesto básico del derecho
hereditario, es decir, que es el supuesto principal y básico del derecho hereditario
y a él se refieren múltiples consecuencias que además se retrotraen a la citada
fecha, aun cuando se realicen con posterioridad. Por esto la citada muerte
determina la apertura de la herencia y opera la transmisión de la propiedad y
posesión de los bienes a los herederos y legatarios.

La muerte del de cujus.


Con relación a la sucesión del cónyuge, el Código Civil para el Distrito Federal
señala las reglas siguientes:
A. El cónyuge que sobrevive, concurriendo con descendientes, tendrá
el derecho de un hijo, si carece de bienes o los que tiene al morir el
autor de la sucesión, no igualan a la porción que a cada hijo debe
corresponder”. En el caso de que el cónyuge supérstite carezca de
bienes, tendrá derecho a recibir de manera íntegra una porción
equivalente a la de los hijos, si por el contrario, los bienes con que
cuenta el cónyuge superviviente al morir el autor de la sucesión, no
igualan a la porción de cada hijo, éste sólo tendrá derecho de recibir
lo que baste para igualar sus bienes con la porción de sus
descendientes.
B. Si el cónyuge que sobrevive concurre con ascendientes, la herencia
se dividirá en dos partes iguales, de las cuales una se aplicará al
cónyuge y la otra a los ascendientes.
C. Concurriendo el cónyuge con uno o más hermanos del autor de la
sucesión, tendrá dos tercios de la herencia y el tercio restante se
aplicará al hermano o se dividirá por partes iguales entre los
hermanos.
D. A falta de descendientes, ascendientes y hermanos, el cónyuge
sucederá en todos los bienes.
Respecto de los apartados B y C, se hace hincapié en que el cónyuge recibirá las
porciones que le correspondan, aunque tenga bienes propios. Por último, cabe
mencionar que de la concubina y el concubinario tienen derecho a heredarse
recíprocamente, aplicándose las disposiciones relativas a la sucesión del cónyuge,
siempre que reúnan los requisitos a que se refiere el Capítulo del Concubinato del
Código Civil para el Distrito Federal.

Presunción de la muerte del ausente.


El Código Civil para el Distrito Federal señala en su artículo 1649 que “La sucesión
se abre en el momento en que muere el autor de la herencia y cuando se declara
la presunción de muerte de un ausente”.
A través de la declaración de ausencia, la persona desaparecida, cuya existencia
es dudosa, queda en una situación jurídica que autoriza la apertura de su
testamento y la entrada de los herederos en la posesión provisional de los bienes
hereditarios, quedando éstos, a falta de herederos, en la del representante que se
hubiese nombrado al dictarse las medidas provisionales legalmente establecidas
para los casos de ausencia o el que se designe por falta de éste.
Con relación al párrafo que antecede, Rojina Villegas menciona que tanto en la
herencia legítima como en la testamentaria, se aplica el principio de que los
herederos adquieren derecho a la Ausente. Aquella persona cuyo paradero es
desconocido y cuya existencia es dudosa propiedad y posesión de los bienes de la
herencia, desde la muerte del autor de la sucesión considerándose dentro de este
punto la presunción de muerte del ausente. Por lo que resulta que, los herederos
son propietarios y poseedores en la parte alícuota correspondiente, antes de la
aceptación de la herencia. Ahora bien, Rojina Villegas comenta que el momento
de la muerte es denominado técnicamente “apertura de la herencia”, sin importar
que de manera formal se haya iniciado ante algún juzgado el juicio sucesorio, ya
que jurídicamente la herencia se ha abierto en el instante mismo de la muerte o al
declararse por sentencia la presunción de muerte del ausente.

Presunción de la muerte del ausente.


La presunción de muerte, se conceptualiza como aquella situación que permite al
juzgador deducir que a partir de la declaración de ausencia y en virtud del
cumplimiento del término establecido por la Ley, se puede considerar que al sujeto
le ha sobrevenido la muerte, y tiene como efectos, entre otros, el cumplimiento de
obligaciones, la disolución de la sociedad conyugal, así́ como la adjudicación los
bienes del sujeto que se presume fallecido.
Considerando de igual manera excesivos los tiempos que se manejan, tener que
esperarse 6 años para que se pueda determinar el estado jurídico de una persona
desaparecida para que sus familiares puedan entonces adjudicarse lo que les
corresponde, puede causarles daños económicos irreparables.
En la sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública, efectuada el 31 de
octubre de 2011, se llegó a un acuerdo sobre la necesidad de elaborar iniciativas
de reformas, tanto a las leyes federal como a las estatales con la finalidad de
reducir y homologar los plazos para simplificar los procedimientos de declaración
de ausencia y de presunción de muerte, lo anterior en beneficio de los familiares
de personas no localizadas o presuntamente muertas.
El 9 de abril de 2002, el Senado de la República ratificó la Convención
Interamericana sobre la Desaparición Forzada de Personas, en la cual se pacta
que los Estados Parte deberán tomar las medidas de carácter legislativo,
administrativo, judicial o de cualquier otra índole necesaria para cumplir con los
compromisos asumidos en la Convención.
Esto es, no sólo es suficiente enfocarnos en reformar la sanción penal que se
pueda imponer por la comisión delos delitos de secuestro, sino que el sistema
jurídico mexicano debe atender y velar por la seguridad jurídica de los terceros
que se ven afectados en sus derechos por la ausencia o presunción de muerte de
los sujetos con los que se encuentran jurídicamente vinculados.
Por lo que es importante garantizar que independientemente de la política criminal
con la que la Nación está confrontando a estos delincuentes, es oportuno evitar la
revictimización de los terceros relacionados con aquellas personas que han sufrido
actos delincuenciales y de las cuales se desconoce su paradero.
Al día de hoy, los estados de Baja California, Coahuila, Chiapas, Chihuahua,
Jalisco, Estado de México, Michoacán, Nuevo León, Puebla, Quintana Roo,
Tabasco; Tamaulipas, Tlaxcala y Zacatecas que ya han reformado o presentado
iniciativas para disminuir los términos de declaración de ausencia y presunción de
muerte, hay otros que se encuentran ya con incitativas pero que todavía están
pendientes de ser aprobadas, esto únicamente comprueba el interés que tienen
los legisladores de diferentes entidades federativas para facilitar y modernizar los
procedimientos legales a las necesidades de sus habitantes. Por lo que es
importante unirnos como federación a la misma causa y reformar las leyes
federales en el mismo sentido.
Para los diputados del Partido Acción Nacional, es de vital importancia unirnos a la
causa y analizar e implantar las medidas necesarias para la protección de los
derechos de terceros cuando se encuentran ante una declaración de ausencia o
una presunción de muerte.Por lo expuesto, sometemos a consideración de esta
honorable Cámara de Diputados la siguiente iniciativa con proyecto de Decreto

ETAPAS DE LA TRANSMISIÓN DEL CAUDAL


HEREDITARIO
El caudal hereditario es el patrimonio neto que deja una persona tras haber
fallecido, es decir, es la resta entre los bienes (activo) y deudas (pasivo) que
componen el testamento. El caudal hereditario no es el conjunto de bienes y
derechos, sino que es el patrimonio
La sucesión hereditaria se realiza a través de una serie de fases.
Durante las mismas, los intervinientes tendrán una serie de derecho y obligaciones
diferentes. A modo esquemático, el procedimiento de sucesión hereditaria
funciona del siguiente modo:
1. Fallece el causante.
2. Este evento determina la apertura del proceso.
3. Se llama a heredar a las personas con derechos sucesorios.
4. Estas aceptan o repudian la herencia.
5. Quien haya aceptado se convertirá en heredero.
6. Designados los herederos, se procede a la adjudicación y, en su caso,
partición.

El proceso de sucesión hereditaria debe recorrerse íntegramente.


Esto significa que, desde el momento del fallecimiento hasta el de aceptación, el
patrimonio del causante se convierte en una herencia yacente, con un régimen
jurídico y patrimonial particular. El fallecimiento de un familiar, por un lado implica
necesariamente unas obligaciones legales de carácter económico, patrimonial y
personal; y por otro puede acarrear problemas familiares o disputas con respecto
al caudal hereditario del causante. En ambos casos, estas cuestiones deben ser
resueltas con el asesoramiento de un abogado especializado en la materia.

Apertura de la sucesión hereditaria.


El punto de partida de la sucesión hereditaria es el propio fallecimiento del
causante. El artículo 32 del Código Civil determina que en este momento se
extingue su personalidad jurídica, lo que supone que su patrimonio carece de
titular.
Por supuesto, los efectos de una declaración de fallecimiento son equivalentes a
los de la verdadera muerte en cuanto a los efectos sucesorios.

Vocación.
La vocación hace referencia a la “llamada”. Decimos que son llamados a suceder
aquellos individuos que tienen derecho sucesorio y pueden adquirir mortis causa.
Como ya explicamos en nuestro artículo anterior, puede que la vocación tenga su
origen en:
Una designación testamentaria. Es el caso de los herederos y legatarios instituidos
como tales por el causante en su testamento.
El llamamiento legal. En este caso puede pasar:
1. Que los llamados a heredar sean herederos forzosos, con derecho a la
legítima.
2. O bien que no haya testamento o este sea nulo, con lo que se aplicarán las
normas de la sucesión intestada.
3. En definitiva, la vocación no será más que el llamamiento de estas
personas con derechos sucesorios, para que puedan aceptar o repudiar la
herencia.
Existen tres tipos de testamentos comunes en los que se pueden determinar los
derechos sucesorios:
1. Testamento abierto.
2. Testamento cerrado.
3. Testamento ológrafo.
Si quieres saber más acerca de sus ventajas e inconvenientes, te recomendamos
consultar nuestros artículos sobre la materia.

Delación.
El derecho a prestar tal aceptación o repudio se conoce como ius delationis. Ya
hablamos sobre este concepto al analizar el artículo 1006 Código Civil.
Básicamente, el ius delationis es el derecho que tienen los llamados a heredar de
aceptar o no la herencia que les pueda corresponder.
Así, la fase de delación permite diferenciar a quiénes de los llamados a heredar
podrán ser herederos y quiénes no.
Los llamados a heredar que repudien la herencia quedarán excluidos del proceso
sucesorio.

Declaración de herederos.
La declaración de herederos es el proceso que se realiza para determinar quiénes
son los llamados a heredar los bienes, derechos y obligaciones de un difunto. Es
un procedimiento diferente al del reparto de bienes.
Mediante el procedimiento de la declaración de herederos se determina quiénes
son los llamados a heredar.
Es un procedimiento legal que sirve para señalar las personas que van a adquirir
la cualidad de heredero de un determinado causante. Este trámite no regula el
reparto de los bienes, solo la designación de los llamados a heredar.
Este proceso puede realizarse según la manifestación de la voluntad del fallecido
o siguiendo lo establecido en la legislación. Se aplicará la normativa legal cuando
el causante ha muerto sin testamento o cuando, habiéndolo dejado, es nulo o
inválido, abriéndose la declaración de herederos abintestato.
La sucesión legítima tiene lugar:
I. Cuando uno muere sin testamento, o con testamento nulo, o que haya
perdido después su validez.
II. Cuando el testamento no contiene institución de heredero en todo o en
parte de los bienes, o no dispone de todos los que corresponden al
testador. En este caso, la sucesión legítima tendrá lugar solamente
respecto de los bienes de que no hubiese dispuesto.
III. Cuando falta la condición puesta a la institución de heredero, o éste muere
antes que el testador, o repudia la herencia sin tener sustituto y sin que
haya lugar al derecho de acrecer.
IV. Cuando el heredero instituido es incapaz de suceder.
Artículo 912 del Código Civil
La entrada en vigor de la Ley 15/2015, de 2 de julio, de la Jurisdicción Voluntaria
ha simplificado el proceso, ya que se puede realizar por la vía notarial, sin
necesidad de acudir al juzgado. Esta materia ha quedado regulada en los artículos
55 y 56 de la Ley de 28 de mayo 1862, Orgánica del Notariado.
No obstante, la competencia de los notarios para conocer del proceso de
declaración de herederos abintestato no es plena, ya que solo se aplicará cuando
el difunto haya fallecido dejando herederos forzosos. Para el resto de casos será
necesario acudir a los tribunales.

Aceptación y repudiación de la herencia.


Características de la aceptación o el repudio de la herencia.
La aceptación puede ser de dos clases: expresa o tácita:
1. Expresa: cuando el heredero la acepta con palabras terminantes, e
indubitables.
2. Tácita: en el caso de que se ejecuten algunos hechos o actos de los que se
infiera necesariamente la intención del heredero de aceptar o repudiar, o de
los que se deduzca que no podría realizar sin su calidad de heredero.
Por cuanto al repudio, siempre deber ser:
I. Expreso y debe hacerse por escrito ante el juez, o a través de instrumento
público otorgado ante notario, cuando el heredero esté ausente del lugar en
que se efectúa el juicio sucesorio.
II. El repudio de la herencia no afecta o priva al que lo hace de su derecho a
acceder a los legados que se le hubieren dejado en la herencia.
La herencia debe aceptarse o repudiarse en todo o en nada, pero no puede
hacerse en parte, con plazo o condicionalmente por parte o a voluntad del
heredero. En el caso de varios herederos, no existe la obligación de que todos
unánimemente o conjuntamente tengan que aceptar o repudiar la herencia; si no
se pusieran de acuerdo, cada uno podrá decidir libremente sobre la aceptarla o
repudiarla se transmite a sus descendientes.
Una persona nombrada heredero en una misma sucesión que en una parte es
testamentaria y en la otra es legítima, repudiando la primera repudiará la segunda.
Nadie puede aceptar o renunciar a una herencia sino hasta que se tenga noticia
y/o se declare la muerte del autor de la herencia. En el caso de la herencia sujeta
a condición, ésta se puede renunciar aun cuando no se haya cumplido con la
condición impuesta por el testador, ya que la condición es para recibirla.
Las personas morales que tienen capacidad para adquirir pueden aceptar o
repudiar, a través de sus representantes, herencias. Cuando se trata de
corporaciones oficiales o instituciones de asistencia privada, éstas no pueden
repudiar las herencias, tratándose de las primeras, sin la autorización de la
autoridad judicial y con vista al Ministerio Público, y de las segundas, sin las
autorizaciones y procedimientos establecidos en la Ley de Instituciones de
Asistencia Privada.
Si alguno de los herederos no se manifestarse respecto a su aceptación o repudio
de la herencia dentro de los nueve días siguientes a la apertura de la herencia, el
que esté interesado en este hecho podrá solicitar al juez que le fije un plazo no
mayor a un mes para que éste responda lo que corresponda, bajo el
apercibimiento que de no hacerlo se tendrá la herencia por aceptada.

Capacidad e incapacidad para heredar.


ARTÍCULO 1313. Capacidad para heredar y causas por las que ésta se puede
perder. Todos los habitantes del Distrito Federal de cualquier edad que sean,
tienen capacidad para heredar, y no pueden ser privados de ella de un modo
absoluto; pero con relación a ciertas personas y a determinados bienes, pueden
perderla por alguna de las causas siguientes:
I. Falta de personalidad;
II. Delito;
III. Presunción de influencia contraria a la libertad del testador, o a la verdad o
integridad del testamento;
IV. Falta de reciprocidad internacional;
V. Utilidad pública;
VI. Renuncia o remoción de algún cargo conferido en el testamento.
ARTÍCULO 1314. Incapaces para heredar por falta de personalidad.
Son incapaces de adquirir por testamento o por intestado, a causa de falta de
personalidad, los que no estén concebidos al tiempo de la muerte del autor de la
herencia, o los concebidos cuando no sean viables, conforme a lo dispuesto en el
artículo 337.

Disposiciones válidas para hijos del testador.


ARTÍCULO 1315. Será, no obstante, válida la disposición hecha en favor de los
hijos que nacieren de ciertas y determinadas personas durante la vida del
testador.
ARTÍCULO 1316.Incapaces para heredar por testamento o intestado.Son
incapaces de heredar por testamento o por intestado:
I. El que haya sido condenado por haber dado, mandado o
intentado dar muerte a la persona de cuya sucesión se trate, o a
los padres, hijos, cónyuge o hermanos de ella;
II. II. El que haya hecho contra el autor de la sucesión, sus
ascendientes, descendientes, hermanos o cónyuge, acusación de
delito que merezca pena capital o de prisión, aun cuando aquélla
sea fundada, si fuere su descendiente, su ascendiente, su
cónyuge o su hermano, a no ser que ese acto haya sido preciso
para que el acusador salvara su vida, su honra, o la de sus
descendientes, ascendientes, hermanos o cónyuge;
III. El cónyuge que mediante juicio ha sido declarado adúltero, si se
trata de suceder al cónyuge inocente;
IV. El coautor del cónyuge adúltero, ya sea que se trate de la
sucesión de éste o de la del cónyuge inocente;
V. El que haya sido condenado por un delito que merezca pena de
prisión, cometido contra el autor de la herencia, de sus hijos, de
su cónyuge, de sus ascendientes o de sus hermanos;
VI. El padre y la madre respecto del hijo expuesto por ellos;
VII. Los ascendientes que abandonaren, prostituyeren o corrompieren
a sus descendientes, respecto de los ofendidos;
VIII. Los demás parientes del autor de la herencia que, teniendo
obligación de darle alimentos, no la hubieren cumplido;
IX. Los parientes del autor de la herencia que, hallándose éste
imposibilitado para trabajar y sin recursos, no se cuidaren de
recogerlo, o de hacerlo recoger en establecimientos de
beneficencia;
X. El que usare de violencia, dolo o fraude con una persona para
que haga, deje de hacer o revoque su testamento;
XI. El que conforme al Código Penal, fuere culpable de supresión,
substitución o suposición de infante, siempre que se trate de la
herencia que debió de corresponder a éste o a las personas a
quienes se haya perjudicado.

Inventario.
La aceptación de la herencia produce la confusión de los patrimonios del heredero
y de su causante, de modo que aquél responde con su patrimonio y con el caudal
relicto no solo de sus propias deudas sino también de las del finado, y en este
sentido el artículo 1003 Código Civil establece que “por la aceptación pura y
simple, o sin beneficio de inventario, quedará el heredero responsable de todas las
cargas de la herencia, no sólo con los bienes de ésta, sino también con los suyos
propios”.
Sin embargo, la aceptación puede ser pura y simple o a beneficio de inventario
(artículo 998 Código Civil), y en virtud de esta última, se faculta al heredero que
recele de la suficiencia de los bienes hereditarios frente a las cargas y deudas de
la herencia, para que pueda aceptar la misma condicionadamente manteniendo su
patrimonio separado e incólume en tanto se conoce cuáles son los bienes y
deudas que lo integran y se liquida la misma, o bien para deliberar sobre la
conveniencia o no de su aceptación.
El artículo 1010 Código Civil establece que “todo heredero puede aceptar la
herencia a beneficio de inventario, aunque el testador se lo haya prohibido”, y
añade que “también podrá pedir la formación de inventario antes de aceptar o
repudiar la herencia, para deliberar sobre este punto”. La diferencia entre una y
otra institución radica esencialmente en que la aceptación a beneficio de inventario
es simultánea o posterior a la aceptación (artículo 1015 Código Civil) mientras que
el derecho de deliberar precede a la misma
El Código Civil dedica al beneficio de inventario y al derecho de deliberar la
sección V (artículos 1010 a 1034) del capítulo V (“Disposiciones comunes a las
herencias por testamento o sin él”) del Título III (“De las sucesiones: Disposiciones
generales”) del Libro III (“De los diferentes modos de adquirir la propiedad”).
El beneficio de inventario produce en favor del heredero los efectos siguientes:
1. El heredero no queda obligado a pagar las deudas y demás cargas de la
herencia sino hasta donde alcancen los bienes de la misma.
2. Conserva contra el caudal hereditario todos los derechos y acciones que
tuviera contra el difunto.
3. No se confunden para ningún efecto, en daño del heredero, sus bienes
particulares con los que pertenezcan a la herencia.

Administración y liquidación de la herencia.


Es el registro documentado de los bienes y todas las cosas que pertenecen a una
persona, en este caso el de cujus, o a la masa hereditaria, hecho con orden y
precisión.
Aprobados el inventario y la cuenta de administración, el albacea debe hacer la
partición de la herencia.
Respecto al orden en que se dispondrá de los bienes objeto del inventario:
1. Primero deberán pagarse las deudas relativas a la atención y asistencia del
testador.
2. Después se pagarán los gastos relativos a la conservación y administración
de la herencia
3. En tercer lugar, se procederá al pago de las deudas contraídas por el
testador.
4. Liquidadas las deudas anteriores o garantizadas el pago, se podrá proceder
a cubrir el correspondiente a los legados.
Fases del inventario:
La partición fija la porción o cuota de bienes hereditarios que corresponde a cada
uno de los herederos.
1. Inicial: Se realiza al abrirse la sucesión y nombrarse al albacea y se hace
sobre los bienes o cosas señaladas en el testamento.
2. Física: Es el inventario con el que se identifica y ubica real y físicamente los
bienes, derechos y obligaciones que integran el haber hereditario.
3. Observación: Consiste en comprobar contra una última lista, la existencia,
ubicación y condición de los bienes que integran la masa hereditaria.
Tienen derecho a pedir la partición:
1. Los acreedores hereditarios legalmente acreditados, mientras no se pague
su crédito si ya estuviere vencido, y si no lo estuviera, mientras no se
garantice.
2. Los legatarios de cantidad, de alimentos, de educación y de pensiones,
mientras no se les pague o se garantice legalmente su derecho.
Tienen derecho a oponerse a la partición:
1. El heredero.
2. El cesionario y acreedor de un heredero.
3. Los coherederos del heredero condicional.
4. Los herederos del heredero que muere antes de la partición.
La formación del inventario
1. Debe ser realizado por el albacea, a falta de éste podrá hacerse por un
heredero.
2. Sólo puede incluir bienes que pertenezcan al patrimonio del de cujus.
3. Identificar los bienes ajenos que se encuentren en el poder del de cujus
Tipos de partición hereditaria:
1. Voluntaria.
2. Judicial.
3. Realizadas por contador
El albacea definitivo deberá promover la elaboración del inventario dentro de los
diez días siguientes a la aceptación del cargo.
Requisitos para la formación del inventario.
Hecho y concluido el inventario, deberá ser aprobado, por los interesados.
Avalúo de la herencia.
Constituye una base legalmente válida para realizar, en este caso, la valorización
y repartición justa y equitativa de los bienes entre los herederos y legatarios
bienes incluidos en el inventario

¿Cómo repartir una herencia?


Si hay testamento: todos los herederos y legatarios, así como los que tienen
derecho a legítima, se les adjudique algo o no en el testamento.
Si no hay testamento: todos los que sean herederos, según la declaración de
herederos. Cuando se plantea como repartir una herencia no actúa el sistema de
mayorías, sino el de unanimidad. Si uno de los interesados no está de acuerdo y
no quiere firmar la escritura, no es posible formalizar una partición que podría
llamarse <<por mayoría de votos>>, sino que hay que acudir al juez

Participación de la herencia.
Fija la porción o cuota de bienes hereditarios que corresponden a cada uno de los
herederos:
1. Concepto: La partición es el medio por el cual se da término a la comunidad
de herederos mediante la división y repartición de las cuotas que
corresponden a cada uno respecto del dinero, bienes y derechos que
forman la masa hereditaria.
2. Condiciones para realizar la partición:
a. Ninguno de los coherederos debe permanecer sin que su cuota
específica de la herencia sea determinada, aun cuando el testador lo
hubiere estipulado en el testamento.
b. Cuando el testador disponga la entrega de bienes determinados a un
heredero o legatario, el albacea, aprobado el inventario, les
entregarían los bienes siempre que garanticen, en la proporción que
les corresponde, por los gastos y las cargas generales de la
herencia.
c. Cuando el testador haga la partición de los bienes en el testamento a
lo dispuesto se deberá estar, salvo por los derechos de tercero
d. Cuando el testador disponga el legado de una pensión alimenticia,
pensión o renta vitalicia, en el proyecto de partición se expresará la
parte del capital o fondo afecto a la pensión.
e. Cuando el testador no disponga la partición, el albacea deberá
elaborar un proyecto de partición que deberá ser aprobado por los
herederos.
La partición de la herencia.
En caso de que el testador establezca la partición en el testamento, se estará a lo
dispuesto. Cuando no sea así, dentro del término de diez días a partir de que se
haya aprobado el inventario, el albacea deberá presentar un proyecto de división y
distribución provisional de la masa hereditaria entre los beneficiarios, señalando la
parte que corresponderá entregar a cada uno de los herederos y legatarios, la que
se hará en efectivo o en especie. Aprobado, el albacea realizará el proyecto de
partición, que por disposición del juez, será puesto a la vista de los herederos y
legatarios por cinco días, en los que podrán aceptar el proyecto o manifestar lo
que a su derecho convenga. En caso de aceptarse el proyecto, el juez lo aprobará
y ordenará se abone la porción hereditaria correspondiente a cada uno de ellos.
Sin embargo, en caso de que haya objeciones al proyecto de partición, éstas se
resolverán incidentalmente.

SUPUESTOS ESPECIALES DE LAS TESTAMENTARIAS,


DEL TESTAMENTO: DEFINICIÓN.

El testamento es un acto por medio del cual una persona manifiesta libremente su
voluntad para disponer de sus bienes, derechos y obligaciones, y designarlos a
una o varias personas para después de su muerte.
El testamento es un acto jurídico unilateral, personalísimo, revocable y libre, por el
cual una persona capaz transmite sus bienes, derechos y obligaciones que no se
extinguen por la muerte a sus herederos o legatarios, o declara y cumple deberes
para después de la misma.

Análisis.
Con relación a este primer elemento, el Código fija reglas para definir la
interpretación y el alcance que debe darse a la manifestación expresa de la
voluntad del testador. A pesar de que se exige que en todo testamento se
manifieste en una forma clara y expresa la voluntad del testador, pueden
presentarse problemas de interpretación que la ley resuelve fijando normas

Generales.
Cuando del texto claro del testamento se desprenda en una forma también
manifiesta la intención del testador, no existe problema de interpretación, es decir;
coinciden la letra con la intención en la manifestación de la voluntad.
El problema se presenta cuando el texto resulta distinto o contrario a la voluntad
del testador que se desprende del contenido total del mismo testamento, es decir,
cuando se emplean palabras que inducen a error o a duda y que aparecen
contrarias con lo que el testador ha querido significar, según se infiere de todo el
texto del mismo documento. En este caso se cita como regla de interpretación la
misma que se admite para los contratos en el Código vigente: debe prevalecer la
intención sobre el texto del documento.
Nuestra legislación ha elegido entre la interpretación objetiva y la subjetiva; es
decir, entre la voluntad declarada y la interna, y acepta a esta última; prefiere
interpretar un contrato o un testamento según la intención que se revela o se
manifieste a través de todo el acto y no llevar a cabo una interpretación
simplemente objetiva, sujetándose a los términos literales de un testamento o
contrato.

Elementos esenciales.
Los elementos de esta definición son:
1. El testamento es un acto jurídico unilateral.
2. Es personalísimo, revocable y libre.
En esta última parte se prevé su doble objeto; generalmente se piensa que por el
testamento se transmiten únicamente bienes, derechos y obligaciones; pero
también puede tener por objeto la declaración y cumplimiento de deberes, como
reconocer a un hijo, nombrar un tutor, aunque nada se disponga respecto de los
bienes o a pesar de que el testador no tenga bienes de ninguna clase.
EI Código Civil define al testamento en los términos indicados, aunque no dice que
sea un acto jurídico unilateral; sino simplemente que es un acto, Naturalmente que
se caracteriza como acto jurídico porque es una manifestación de voluntad que se
hace con la intención de producir consecuencias de derecho; y es unilateral
porque sólo interviene una manifestación de voluntad. Elementos si se reconocen
en la definición del Art. 1295.

Interpretación.
De partida, la interpretación de un orden jurídico puede asumir una de estas dos
modalidades: puede ser auténtica o no auténtica.
La interpretación es una actividad que tiene lugar cuando el lenguaje en que se
expresa el derecho (Constitución, ley, etc.) es interpretado por los órganos
encargados de su creación a fin de crear los materiales jurídicos que los
completen. Esto es lo que se conoce como interpretación auténtica. En otras
palabras, en esta clase de interpretación el mismo órgano que se encarga de crear
la norma jurídica va a determinar su alcance o sentido. La interpretación auténtica
se realiza sobre una “norma genérica”. En el caso de aplicación del Derecho, el
órgano que aplica la norma al caso concreto también realiza una interpretación,
caso de una decisión administrativa tratándose de una autoridad o una sentencia
en el caso de un tribunal.
En contraste, la interpretación no auténtica es aquella realizada por personas u
órganos que no tienen la posibilidad de aplicar el Derecho que interpreta. Aquí,
nuevamente es posible hacer una distinción entre la interpretación que llevan a
cabo los juristas, a quienes corresponde solamente identificar y describir el
Derecho con fines de conocimiento o difusión (doctrina); y la que realizan los
propios sujetos normativos, que pueden establecer el significado de las normas
jurídicas que regulan su comportamiento.

Objeto.
El segundo elemento esencial en el acto jurídico consiste en el objeto. Para el
testamento hemos dicho que el objeto puede consistir en la institución de
herederos y legatarios o en la declaración y cumplimiento de ciertos deberes o
ejecución de determinados actos jurídicos.
Por consiguiente, el testamento tiene un objeto variado, diverso; no es menester
que se reúnan estos distintos aspectos del objeto en el testamento, basta que
exista alguno de ellos para que haya testamento, es decir, el testamento existe por
la simple institución de herederos legatarios o bien puede faltar ésta, si el testador
ejecuta otros actos jurídicos, como reconocimiento de hijos, designación de tutor
O, finalmente, puede existir el testamento para el reconocimiento de ciertos
deberes a efecto de que se ejecuten después de su muerte.
A pesar de esta naturaleza compleja en el objeto del testamento, la ley regula el
objeto principal, o sea la institución de herederos o legatarios.
Normalmente se supone que todo testamento tiene disposición de bienes y por
consiguiente, institución de herederos o legatarios: tomando en cuenta que ésa es
la situación de un testamento regular, el legislador reglamenta este elemento a
través de su manifestación principal, pero admite la posibilidad de que el objeto en
herederos o legatarios.
El Art. 1376 dice: “El testamento otorgado legalmente será válido, aunque no
contenga institución de heredero y aunque el nombrado no acepte la herencia o
sea incapaz de heredar”
El objeto de la interpretación del Derecho, como se dijo anteriormente, es el
mismo Derecho, o, si se prefiere, las normas jurídicas y otros estándares como los
principios generales del Derecho. Como, a su vez, las normas jurídicas reconocen
múltiples fuentes, la interpretación del Derecho reconoce múltiples especies:
1. Interpretación de la ley
2. Interpretación de contratos
3. Interpretación del tratado internacional
4. Interpretación de la sentencia
5. Interpretación auténtica.
La interpretación de la ley es la operación que consiste en establecer algún
sentido de las normas jurídicas que forman el derecho legislado. Se trata de un
tipo de interpretación jurídica.

Causa en el testamento.
Se resuelve el problema como lo hace la doctrina llamada causalista, resultará que
además de los elementos reconocidos como indiscutibles del acto jurídico, tanto
de existencia como de validez, hace falta este nuevo elemento llamado “causa”,
porque si falta, el acto jurídico sería inexistente.
Si la causa es ilícita o falsa, el acto jurídico existirá, pero estará afectado de
nulidad, por la ilicitud o falsedad de la causa. En contra de esta tesis llamada
causalista se ha desarrollado una contraria, denominada anticausalista, que
sostiene que la causa no es un nuevo elemento del acto jurídico; que éste existe
cuando hay manifestación de voluntad y objeto; que, además, es válido cuando se
ejecuta por persona capaz, observando las formalidades legales y sin que haya
vicios de la voluntad; es decir, que para nada tiene que intervenir este elemento
llamado causa, ni en la existencia ni en la validez del acto jurídico; que lo que ha
hecho la doctrina causalista es tomar desde un punto de vista especial la voluntad
o el objeto, para llamarle causa, y que por esto considera que es un elemento
esencial del acto jurídico; que con esto ha hecho una duplicación absolutamente
inútil y, además, falsa, pues en ocasiones confunde la causa con la manifestación
de voluntad, y en otras con el objeto (esto ocurre en los contratos).
La causa en los testamentos, según nuestro derecho positivo. Indicábamos que
gracias a la evolución sufrida en la jurisprudencia francesa a partir del año 1832,
se consideró como causa, la impulsiva o determinante de la voluntad. Este
concepto se desarrolló en la doctrina gracias a Duguit, a Bonnecase y a
Josserand. A Duguit se debe el término de fin o motivo determinante de la
voluntad como elemento del acto jurídico. Este autor hace un estudio del mismo y
encuentra, además de la voluntad y del objeto, el fin determinante de ésta. Duguit
precisa que además de la voluntad y del objeto, del motivo o fin determinante,
existen móviles.
Los móviles, que son causas impulsivas, secundarias, no constituyen elementos
para juzgar desde el punto de vista jurídico la validez del acto; pero el motivo
determinante de la voluntad sí es un elemento que tiene consecuencias respecto
de la validez del mismo. Cuando el fin o motivo determinante es ilícito, o falso,
origina la nulidad del acto jurídico.
También se acepta que el motivo determinante de la voluntad constituye un
elemento del acto jurídico. Se había hablado simplemente del objeto lícito, y
Bonnecase trata del objeto, motivo o fin determinante y de la condición. Todos
estos elementos deben ser lícitos, es decir, no deben ser contrarios a la ley, pues
en ese caso originarían la nulidad del acto.

VALIDEZ Y NULIDAD EN EL TESTAMENTO.

El buen éxito de la acción de nulidad traerá consigo la proclamación, con la


firmeza de la cosa juzgada, de una realidad jurídica ya existente, sin cambiarle ni
añadirle nada; pero la supresión de la apariencia de validez anterior conlleva la
natural supresión de las consecuencias que implicaban lo declarado nulo, estos
son los verdaderos efectos de la declaración de nulidad derivada del éxito del
planteamiento de la acción de nulidad. El más visible de estos efectos es la
reacción en cadena que se produce al extenderse la condición de nulo a todos los
derechos y títulos basados en el negocio que se declaró nulo, que se detiene
únicamente frente a los terceros adquirentes de buena fe que legitimamente hayan
podido confiar en la validez del negocio; junto a éste, está el llamado efecto de
«repristinación» de la situación jurídica, es decir, el de la eficacia retroactiva de la
declaración, restablecedora de la legalidad.
La nulidad se produce cuando la ley declara la ineficacia de un testamento por
falta de las solemnidades y requisitos necesarios para su validez.

Nulidad absoluta del testamento.


Se dará en los casos en que hay que considerar el testamento inexistente por falta
de alguno de sus requisitos esenciales.
Son causas de nulidad total:
Falta de capacidad para testar. Son nulos los testamentos otorgados por
personas incapaces para testar:
1. Los menores de catorce años de uno y otro sexo.
2. El que habitual o accidentalmente no se hallare en su cabal juicio.
Testamento otorgado con infracción de prohibiciones legales:
1. Testamento mancomunado: No podrán testar dos o más personas
mancomunadamente, o en un mismo instrumento, ya lo hagan en provecho
recíproco, ya en beneficio de un tercero.
2. Testamento por comisario: El testamento es un acto personalísimo: no
podrá dejarse su formación, en todo ni en parte, al arbitrio de un tercero, ni
hacerse por medio de comisario o mandatario. Tampoco podrá dejarse al
arbitrio de un tercero la subsistencia del nombramiento de herederos o
legatarios, ni la designación da las porciones en que hayan de suceder
cuando sean instituidos nominalmente.
Falta de solemnidades establecidas por la ley.
Anulabilidad o Nulidad relativa del testamento.
En este caso, y aun cuando le falten requisitos, el testamento sigue siendo válido,
mientras no se declare su nulidad.
En este caso nos encontraremos si el testamento se otorgó con violencia, dolo o
fraude.
La acción de nulidad de un testamento y efectos.
Se trata de una acción que se ejercita (demanda que se interpone) por un
abogado ante los Tribunales a instancias de cualquier perjudicado por un
testamento en el que concurran las causas de nulidad o anulabilidad
anteriormente citadas.
La acción (demanda) puede dirigirse contra otros herederos o legatarios (depende
de los casos).
Si la nulidad llega a declararse, sus efectos serán:
1. La cesación de efectos del testamento, o de las cláusulas del mismo objeto
de anulación. Esto implicará, o bien la validez del testamento anterior
válido, o la apertura de la sucesión intestada.
2. La declaración de nulidad surtirá efectos incluso contra terceros, aunque
éstos no hubieren litigado.
3. El causante de la amenaza, dolo o fraude incurre en indignidad para
suceder y el Notario que lo otorgó será responsable de los daños y
perjuicios que sobrevenga, si obró con malicia, ignorancia o negligencia
inexcusables.
4. El testamento cerrado nulo por falta de formalidades establecidas en su
otorgamiento, será sin embargo válido como testamento ológrafo, si todo él
estuviere escrito y firmado por el testador y tuviere las demás condiciones
propias de éste testamento.

La forma en los testamentos.


En cuanto a la forma del testamento, nuestro ordenamiento jurídico dispone que el
mismo puede ser:
1. Común. En cuyo caso podrán ser a su vez:
a. Ológrafo
b. Abierto
c. Cerrado
2. Especial. Se consideran testamentos especiales:
a. El militar.
b. El Marítimo.
c. El realizado en país extranjero.
En el presente artículo nos centraremos en las formas que puede adoptar el
testamento común, detallándose a continuación las características de cada uno de
ellos.

El testamento ológrafo.
Este tipo de testamento se caracteriza por estar escrito de puño y letra por el
testador.
El testamento ológrafo sólo podrá otorgarse por personas mayores de edad y para
su validez deberá estar firmado por el testador, con expresión de la fecha en la
que se otorgue.
Para su protocolización, deberá presentarse el testamento ante el Juez de primera
instancia del último domicilio del testador, o el del lugar en que éste hubiese
fallecido, dentro de cinco años contados desde el día del fallecimiento ya que de
no hacerlo el mismo resultará inválido.
La persona que conserve el testamento deberá presentarlo al Juzgado en el
momento en que tenga conocimiento de la muerte del testador, habida cuenta que
de no hacerlo dentro de los diez días siguientes, será responsable de los daños y
perjuicios que se causen.
Una vez presentado, el juez citará a tres testigos que conozcan la letra y firma del
testador para comprobar su identidad. Tales testigos serán:
1. El cónyuge sobreviviente, si lo hubiere,
2. Los descendientes y los ascendientes del testador,
3. En defecto de éstos, los hermanos.
En caso en que el Juez considere probada la identidad del testamento, acordará,
sin mayor dilación, que el mismo sea protocolizado para proceder a la apertura a
la sucesión.

El testamento abierto.
Seguramente, este es el tipo de testamento que la mayoría de nosotros tenemos
en mente y es que es el que se otorga, la mayoría de los casos, ante Notario.
Para ello, el testador expresará de forma oral o escrita su última voluntad al
Notario, redactando éste el testamento con arreglo a la misma, expresando la
fecha de su otorgamiento y manteniéndolo en su poder hasta que fallezca el
testador.
En el acto de otorgamiento se requerirá, además de su realización ante Notario, la
presencia de dos testigos, cuando concurran las siguientes circunstancias:
1. Cuando el testador declare que no sabe o no puede firmar el testamento.
2. Cuando el testador sea ciego o declare que no sabe o no puede leer por sí
el testamento.
3. Cuando así lo solicite el Notario
De forma excepcional, se podrá otorgar testamento abierto sin hacerlo ante
Notario cuando:
1. El testador se hallare en peligro inminente de muerte, en cuyo caso podrá
otorgarse el testamento ante cinco testigos
2. En caso de epidemia, pudiéndose otorgar ante tres testigos mayores de
dieciséis años.
En tales situaciones el testamento resultará ineficaz si pasaren dos meses desde
que el testador haya salido del peligro de muerte, o cesado la epidemia.
De igual modo el testamento será ineficaz si dentro de los tres meses siguientes al
fallecimiento del testador, no se acude al Tribunal competente para que se eleve a
escritura pública.
Debe tenerse en cuenta que en aquellos casos en que la ley exige la presencia de
testigos para el otorgamiento de testamento, no podrán serlo:
1. Los menores de edad
2. Las personas ciegas y las totalmente sordas o mudas.
3. Los que no entiendan el idioma del testador.
4. Los que no estén en su sano juicio.
5. El cónyuge o los parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad o
segundo de afinidad del Notario autorizante y quienes tengan con éste
relación de trabajo.
6. Los herederos y legatarios en él instituidos, sus cónyuges, ni los parientes
de aquéllos.

El testamento cerrado.
El testamento cerrado es aquel en el que el testador, sin revelar su última
voluntad, se limita a declarar que ésta se encuentra detallada por escrito, dejando
la misma en disposición de las personas que han de autorizar el acto.
El testamento cerrado siempre deberá ser escrito e ir firmado por el testador:
1. De su puño y letra poniendo al final su firma.
2. Por cualquier medio mecánico o por otra persona a ruego del testador,
debiendo firmar en todas las hojas
Debe tenerse en cuenta que no podrán hacer testamento cerrado las personas
ciegas y las que no sepan o no puedan leer.
El testamento deberá introducirse en un sobre cerrado y sellado de forma que no
pueda extraerse el mismo sin romper el sobre, debiendo depositarlo ante Notario y
manifestando el testador que el sobre que se presenta contiene el testamento,
especificando si el mismo lo ha escrito y firmado personalmente, por cualquier
medio mecánico o por una tercera persona.
El testador podrá conservar en su poder el testamento cerrado, entregárselo a una
persona de su confianza, o depositarlo en el Notario que lo haya autorizado para
que lo guarde en su archivo.
El Notario o la persona que tenga en su poder un testamento cerrado, deberá
presentarlo al Juez competente cuando tenga conocimiento del fallecimiento del
testador.
En caso de no hacerlo dentro de los diez días siguientes, será responsable de los
daños y perjuicios que ocasione su negligencia, así como perderá todo derecho
que tuviera en relación a la herencia del testador cuando la falta de presentación
sea dolosa.
Como vemos, no existe una única forma de otorgar testamento, por lo que, en
aras a dejarlo todo bien atado, deberemos reflexionar sobre cuál es la forma que
más se adapta a nuestra manera de proceder y dar cumplimiento a los requisitos
legales exigidos para la validez del mismo.

Clasificación de los testamentos y los elementos de cada uno de


ellos.
Tipos de Testamento. Los testamentos en materia civil se clasifican en dos
grupos: ordinario y especial. Dentro del ordinario se encuentran:
1. Testamento Público Abierto. Es el que se otorga ante notario público, de
conformidad con las disposiciones de las leyes de la materia.
2. Testamento Público Cerrado. Puede ser escrito por el testador o por otra
persona a su petición. El papel en que esté escrito el testamento o el sobre
que lo contenga, deberá estar cerrado y sellado, o solicitará que sea
cerrado y sellado en su presencia, y lo exhibirá al Notario ante testigos.
3. Público Simplificado (puede denominarse de diferente manera). Es
aquél en el cual en la misma escritura de adquisición de un inmueble
destinado o que vaya a destinarse para vivienda, se establece a los
herederos. Esta disposición se realiza ante Notario Público.
4. Ológrafo. Es aquel escrito de puño y letra del testador. Los testamentos
ológrafos no producirán efecto si no están depositados ante la autoridad
competente que disponga la legislación de la materia.
El especial puede ser:
1. Privado. Es aquel que se realiza por las siguientes causas:
a. Cuando el testador es atacado de una enfermedad tan violenta y
grave que no le permita acudir ante el Notario Público a hacer el
testamento;
b. Cuando no haya Notario Público en la población, o juez que actúe
por receptoría;
c. Cuando, aunque haya Notario Público o juez en la población, sea
imposible, o por lo menos muy difícil, que concurran al otorgamiento
del testamento; y.
d. Cuando los militares o asimilados del ejército entren en campaña o
se prisioneros de guerra.
2. Militar. Se realiza cuando el militar o el asimilado del Ejército hace su
disposición en el momento de entrar en acción de guerra, o estando herido
sobre el campo de batalla. Bastará con que declare su voluntad ante dos
testigos, o que entregue a los mismos el pliego cerrado que contenga su
última disposición, firmada de su puño y letra.
3. Marítimo. Se realiza por las personas que se encuentren en alta mar, a
bordo de navíos de la Marina Nacional, sea de guerra o mercantes,
sujetándose a las prescripciones contenidas en las legislaciones
competentes.
4. Espacial. Se realiza por las personas que se encuentren a bordo de
aeronaves o naves espaciales, sujetándose a las prescripciones contenidas
en las legislaciones competentes.
5. Hecho en País Extranjero. Los testamentos hechos en país extranjero,
producirán efecto en el Distrito Federal cuando hayan sido formulados de
acuerdo con las leyes del país en que se otorgaron.

CADUCIDAD HEREDITARIA Y DE LA SUSTITUCIÓN DE


LOS HEREDEROS.

Desde la etimología de la palabra sustitución (sub e instituto) se puede inferir que


la sustitución alude a una institución que está debajo o subordinada a otra y que
por ello puede definirse como la disposición testamentaria en virtud de la cual un
tercero es llamado a la titularidad de la herencia en defecto de una primera
persona o después de ella.
El testador puede haber dispuesto de parte de su fortuna de forma gratuita a favor
de sus futuros herederos o de alguno en particular haciéndole donaciones
Figura creada desde el Derecho Romano.
Sustitución fideicomisaria. El autor de la herencia instituía heredero de su
heredero, menor de edad o mayor incapacitado, si morían sin haber hecho
testamento.
Aquella en la que el Testador imponía al heredero la obligación de conservar los
bienes para trasmitirlos a otra persona (prohibida en la mayor parte de la
legislación actual).
Caducidad: La Caducidad se puede entender, por el simple transcurso del tiempo
o por la inobservancia de formalidades:
1. Sustitución Vulgar o Común: Es la más usual, se da cuando el testador
designa un segundo heredero por si el primero falta, no quiere o no puede
aceptar la herencia
2. Sustitución recíproca: *aceptada en la legislación
Causas de caducidad:
1. Cuando el heredero o legatario mueren antes que el testador
2. Cuando el heredero o legatario mueren después del testador, pero antes de
que se cumpla alguna condición.
3. Cuando el heredero es incapaz de heredar.
4. Cuando renuncia el heredero o legatario.
5. El incumplimiento de una condición.
Reglas:
El testador nombra dos sucesores cualesquiera de ellos puede heredar si uno
muere, renuncia o es incapaz, de no ser así ambos heredan.
1. El testador puede nombrar a una o más personas de forma sucesiva como
sustitutas.
2. El testador puede nombrar un heredero instituido y un sustituto (o varios).
3. Los herederos sustitutos deben recibir la herencia en las mismas
condiciones que la pudiera recibir el instituido, salvo que exista disposición
en contrario.

Derecho de acrecer.
De la sustitución: Facultad de los herederos o legatarios de aprovechar la parte
de la herencia de su coheredero o colegatario en caso de que este no quiera o no
pueda recibirla, incrementando sus porciones
Figura creada por el Derecho Romano, para instituir una segunda línea de
herederos en caso de que la primera línea no pueda o no quiera aceptar la
herencia o legado.
Solo existe cuando el testador así lo establece en su testamento

SUPUESTOS DE LA SUCESIÓN LEGÍTIMA.

La sucesión de los descendientes.


Supuestos en los que los descendientes pueden acceder a la herencia:
1. Sólo hijos.
2. Los hijos con cónyuge o concubina sobreviviente.
3. Los hijos con descendientes de ulterior grado.
4. Los descendientes de ulterior grado.
5. Los hijos con ascendientes.
6. Sólo el adoptado en forma plena y simple.
7. Los descendientes, los padres y los adoptantes del adoptado en forma
simple.
Si a la muerte de los padres quedarán sólo hijos, la herencia se divide entre todos
por partes iguales.
Cuando concurran éstos con el cónyuge, este último heredará como hijo y en la
porción del mismo. Con hijos y descendientes de ulterior grado, los primeros
heredan por cabeza y los otros por estirpe.
Lo mismo sucede en el caso de descendientes de hijos premuertos, incapaces de
heredar o que hubieren renunciado a la herencia.
Los herederos por cabeza son cada uno de los sucesores que hereda por su
propio derecho y no por el de representación.
Los herederos por estirpe son los sucesores que heredan, no por su propio
derecho, sino por la representación de un ascendiente, es decir, heredan sólo
sobre la parte que le correspondía a su ascendiente.
En el caso de que sólo existan descendientes de ulterior grado, la sucesión se
dividirá por estirpes y si en algunas de ellas hubiera varios herederos, la porción
de la masa hereditaria que a ella corresponde, es decir, a la estirpe, se repartirá
por partes iguales entre sus integrantes.
Concurriendo hijos con ascendientes, los ascendientes sólo tendrán derecho a
alimentos, que se limitarán al valor de una porción correspondiente a un hijo.
En el caso de los adoptados, éstos heredan como hijos, sin embargo en el caso de
la adopción simple, el derecho a heredar se limita al adoptante y no existe el
derecho respecto de los parientes del último.
En la adopción simple, cuando concurran los padres de la familia originaria, los
adoptantes y los descendientes del adoptado, los primeros sólo tienen derecho a
alimentos

La sucesión de los ascendientes.


Supuestos en los que los ascendientes pueden acceder a la herencia:
1. El padre y la madre.
2. Sólo el padre o sólo la madre.
3. Sólo ascendientes de ulterior grado por una línea.
4. Ascendientes por ambas líneas.
5. Adoptantes con ascendientes del adoptado en forma simple.
6. El cónyuge del adoptado con los adoptantes.

Los ascendientes con descendientes reconocidos.


Cuando no haya descendientes o cónyuge, accederán en primer término a la
herencia el padre y la madre por partes iguales. En caso de que le sobrevivieran
sólo el padre o sólo la madre, éste heredará toda la herencia. Si sólo existieren
ascendientes de ulterior grado por una línea se dividirá la herencia en partes
iguales, Si los hubiere en ambas líneas, se dividirá la herencia en dos partes
iguales, una para los ascendientes de la línea paterna y otra para los de la línea
materna; éstos, a su vez, dividirán en dos partes iguales su porción de la herencia.
Cuando accedan a la herencia adoptantes con ascendientes del adoptado, por
adopción simple, la herencia se dividirá en partes iguales entre los adoptantes y
los ascendientes, Cuando se trate del cónyuge del adoptado con los adoptantes,
las dos terceras partes de la herencia corresponden al cónyuge y la otra tercera
parte a los adoptantes.
Los ascendientes tienen derecho a heredar a los descendientes reconocidos, La
excepción se da si el reconocimiento se hace después de que el descendiente
haya adquirido bienes, cuya cuantía, teniendo en cuenta las circunstancias
personales del que reconoce, haga suponer fundadamente, lo que motivo el
reconocimiento, caso en el que ni el que reconoce ni sus descendientes tienen
derecho a la herencia del reconocido.

Apertura de la herencia legítima.


La sucesión legitima se abre cuando no hay testamento o el que se otorgó es
inválido o nulo o perdió su validez; cuando el testador no dispuso de todos sus
bienes; cuando no se cumpla la condición impuesta al heredero, y cuando el
heredero muera antes que el testador, no acepta la institución de heredero o
cuando es incapaz para heredar si no se ha nombrado sustituto.
Este tipo de sucesión es una sucesión que se tramita por disposición de la ley y es
supletoria de la testamentaria. Se presenta cuando el de cujus no ha otorgado
testamento, cuando existe inobservancia de las formalidades de ley o tratándose
de herederos que no pueden acceder al haber hereditario del de cujus.

Clasificación de los casos de apertura.


Apertura de la sucesión legitima. La sucesión legítima se abre siempre que se
encuentre en alguno de los supuestos establecidos por la ley para ello.
La sucesión se abre en los siguientes casos:
1. Cuando no hay testamento o el que se otorgo es inválido o nulo o perdió su
validez.
2. Cuando el testador no dispuso de todos sus bienes.
3. Cuando no se cumpla la condición impuesta al heredero.
4. Cuando el heredero muera antes que el testador, no acepta la institución de
heredero o cuando es incapaz para heredar si no se ha nombrado sustituto.
Cuando sea válido el testamento, pero no así el nombramiento de heredero,
quedarán vigentes y válidas las disposiciones que se establecieron en el mismo, y
la sucesión legítima sólo comprenderá los bienes que debían corresponder al
heredero que queda sin derecho a la sucesión.
Cuando el testador sólo transmita parte de sus bienes a los herederos, la parte de
la que no dispuso constituirá el haber de la sucesión legítima.
Los que tienen derecho a heredar. Tienen derecho a heredar en orden de
prelación o preferencia:
1. Los descendientes, cónyuges o concubinos.
2. A falta de descendientes, los ascendientes, cónyuges o concubinos.
3. A falta de los anteriores, los parientes colaterales hasta el cuarto grado, con
preferencia de los hermanos, y, a falta de éstos, los parientes
sucesivamente por grados.
4. A falta de éstos, la beneficencia pública.
La regla general es que los parientes más próximos excluyen a los más lejanos en
el derecho a acceder a la sucesión. Los parientes del mismo grado heredan por
partes iguales.
El parentesco por afinidad no da derecho a heredar por este medio.

La sucesión de los descendientes.


Supuestos en los que los descendientes pueden acceder a la herencia:
1. Sólo hijos.
2. Los hijos con cónyuge o concubina sobreviviente
3. Los hijos con descendientes de ulterior grado
4. Los descendientes de ulterior grado.
5. Los hijos con ascendientes.
6. Sólo el adoptado en forma plena y simple.
7. Los descendientes los padres y los adoptantes del adoptado en forma
simple.
Si a la muerte de los padres quedarán sólo hijos, la herencia se divide entre todos
por partes iguales.
Cuando concurran éstos con el cónyuge, este último heredará como hijo y en la
porción del mismo. Con hijos y descendientes de ulterior grado, los primeros
heredan por cabeza y los otros por estirpe.
Lo mismo sucede en el caso de descendientes de hijos premuertos, incapaces de
heredar o que hubieren renunciado a la herencia.
Los herederos por cabeza son cada uno de los sucesores que hereda por su
propio derecho y no por el de representación.
Los herederos por estirpe son los sucesores que heredan, no por su propio
derecho, sino por la representación de un ascendiente, es decir, heredan sólo
sobre la parte que le correspondía a su ascendiente.
En el caso de que sólo existan descendientes de ulterior grado, la sucesión se
dividirá por estirpes y si en algunas de ellas hubiera varios herederos.
La porción de la masa hereditaria que a ella corresponde, es decir, a la estirpe, se
repartir por partes iguales entre sus integrantes.
Concurriendo hijos con ascendientes, los ascendientes sólo tendrán derecho a
alimentos, que se limitarán al valor de una porción correspondiente a un hijo.
En el caso de los adoptados, éstos heredan como hijos, sin embargo, en el caso
de la adopción simple, el derecho a heredar se limita al adoptante y no existe el
derecho respecto de los parientes del último.
En la adopción simple, cuando concurran los padres de la familia originaria, los
adoptantes y los descendientes del adoptado, los primeros sólo tienen derecho a
alimentos.

Clasificación legal.
La legítima, en derecho de sucesiones, es un concepto jurídico que hay que tener
muy en cuenta a la hora de realizar un testamento o de recibir una herencia.
Se trata de una parte de los bienes de una herencia que se encuentra reservada
para unos herederos en concreto, denominados herederos forzosos o legitimarios.
Legítima es la porción de bienes de que el testador no puede disponer por haberla
reservado la ley a determinados herederos, llamados por esto herederos forzosos.
Artículo 806 del Código CivilAsimismo, la RAE define la legítima como la “porción
de la herencia de que el testador no puede disponer libremente, por asignarla la
ley a determinados herederos”.

Caducidad del legado y de la herencia derecho de acrecer.


Cuando varias personas son llamadas a una herencia, la cuota de cada uno se fija
en atención al número de los que acepten tal llamamiento.
El derecho de acrecer es el efecto que se produce cuando alguno de los llamados
a la herencia no puede o no quiere aceptar, y en tal caso la cuota de los demás
que aceptan la herencia resulta incrementada.
El derecho de acrecer es el derecho que tiene el heredero que llega a serlo de
incrementar su porción hereditaria a causa de que otro heredero no llega a serlo.
El artículo 922 del Código civil dispone:
“Si hubiere varios parientes de un mismo grado, y alguno o algunos no quisieren o
no pudieren suceder, su parte acrecerá a los otros del mismo grado, salvo el
derecho de representación cuando deba tener lugar.”
El derecho de acrecer viene regulado en los artículos 981 a 987 del Código Civil
Por ejemplo, lo vemos en los testamentos cuando se utiliza la cláusula:
“Segunda. - Instituye herederos por partes iguales a sus tres hijos mencionados.
“Si uno de estos herederos no llega a serlo, y ahora después veremos por qué, los
otros dos herederos tendrán derecho de acrecer su porción de herencia.

Acrecimiento de la herencia.
El acrecimiento de la herencia se produce cuando uno de los llamados a la
herencia no puede o no quiere aceptar la herencia, bien sea porque muera antes
que el testador, renuncie a la herencia o sea incapaz de suceder.
El fundamento del derecho de acrecer se encuentra en la voluntad presunta del
testador que llama solidariamente a varios a la totalidad o a una parte determinada
de la herencia, por lo que se entiende que si hubiera sabido que alguno no llegaría
a heredar habría hecho la atribución a los restantes.
De ahí que la presunción acerca de la voluntad del testador quedará destruida si él
mismo dispone cuándo y cómo ha de tener lugar o no producirse el derecho de
acrecer.
El derecho de acrecer en la sucesión testamentaria, es decir, cuando sí hay
testamento.
Si hay testamento, para que concurra el derecho de acrecer tiene que darse:
1. Que haya varios llamados a la herencia.
Según el art 982 del Código Civil, la hay cuando: “Se llama a dos o más
personas a la herencia”. Por ejemplo: “instituyo herederos a mis tres hijos
por partes iguales “También habrá derecho de acrecer si se usa la
expresión “por terceras partes iguales, por mitades, etc.”
2. Que quede ineficaz uno de los llamamientos hereditarios.
Ello puede darse por varios motivos: Porque uno de los llamados a la
herencia muera antes que el testador:
a. Porque renuncie a la herencia.
b. Porque sea incapaz de recibirla.
3. Que no haya un sustituto de la persona llamada la herencia y cuyo
llamamiento quede ineficaz.
En caso de que sí lo haya tiene preferencia la sustitución hereditaria al derecho de
acrecer.
La sustitución se puede identificar en el testamento ya que se recoge bajo
expresiones tales como:
“Quinta. - Sustituye vulgarmente a sus hijos, por sus respectivos descendientes y
en su defecto se producirá el acrecimiento.”
En caso de sustitución hereditaria: en este caso si falta ese hijo su parte no acrece
a los demás herederos, sino que los hijos del heredero fallecido pasan a ocupar la
misma posición que aquel tendría si viviera y hubiera podido heredar. En definitiva,
el derecho de acrecer es un incremento proporcional de la cuota de los otros
herederos.
Además, los herederos a quienes acrezca la herencia tendrán las mismas cargas
y condiciones que el heredero de quien la reciben.
Art 984: “Los herederos a quienes acrezca la herencia sucederán en todos los
derechos y obligaciones que tendría el que no quiso o no pudo recibirla”.
Si no procede el derecho de acrecer dispone el art 986 “En la sucesión
testamentaria, cuando no tenga lugar el derecho de acrecer, la porción vacante del
instituido, a quien no se hubiese designado sustituto, pasará a los herederos
legítimos del testador, los cuales la recibirán con las mismas cargas y
obligaciones”.
El derecho de acrecer cuando no hay testamento o sucesión intestada
1. Si se renuncia a la herencia, siempre tiene lugar el derecho de acrecer
entre los demás herederos llamados a la herencia, art 928.
2. Si se premuere, es decir si el heredero muere antes que el testador, tiene
lugar el derecho de representación si hay descendientes, art 924 y 925 CC,
es decir los bienes van a parar a los descendientes del heredero fallecido
antes que incrementar la cuota de los demás herederos llamados.
3. En caso de incapacidad del heredero llamado, tiene preferencia frente al
derecho de acrecer del resto de los herederos la aplicación del derecho de
representación, art 922 del Código Civil.
El derecho de acrecer la herencia, se trata de un incremento que recibe el
heredero, testamentario o abintestato, cuando no llega a adquirir la herencia el
coheredero, colegatario o cousufructuario que ha sido llamado conjuntamente con
él.
Se produce por tanto en la sucesión testada como en la intestada.
Es una institución subsidiaria, no se aplica si entra en juego una sustitución, el
derecho de transmisión o el de representación. En el caso de la sucesión testada,
es lo último que se aplica antes de tener que abrir la sucesión abintestato (arts.
922 y 986)
Es aplicable a los herederos, y también a los legatarios y los usufructuarios (art.
987).
La causa de no heredar es la premoriencia, la repudiación, o la incapacidad para
suceder.
En todo caso se requiere que el que tenga derecho a acrecer haya sido nombrado
conjuntamente con el que no hereda, no que sean llamados por títulos o
cantidades diferentes. Hay acrecimiento por ejemplo en el caso de dos herederos
nombrados por iguales partes, o incluso si a uno se le dejan dos tercios y a otro
uno, si por ello no se les hace dueños de un cuerpo de bienes separado (art. 983).
Se presume la voluntad favorable del testador a la existencia del derecho.
No hay acrecimiento entre un llamado a la herencia y un legatario, cuando se
designa herederos en cosas determinadas, ni cuando se nombra por ejemplo a
dos herederos, correspondiendo a cada uno de ellos “de forma exclusiva” la mitad
de la herencia.
El acrecimiento significa simplemente que la parte final del adquirente es mayor,
pero no es un nuevo llamamiento sucesorio; el heredero no puede aceptar la
porción que le corresponde por derecho propio, y repudiar la correspondiente al
derecho de acrecer.

PARENTESCO PATRIMONIO Y CONCUBINO.


En el derecho hereditario, se estudia el efecto principal del testamento, digamos,
su efecto normal, consiste en operar una transmisión a título universal o particular,
según se instituyan herederos o legatarios.
El testamento puede producir las cuatro grandes consecuencias que generan los
actos jurídicos: crear, transmitir, modificar o extinguir derechos y obligaciones. El
derecho hereditario debe hacer el análisis completo de esas cuatro grandes
consecuencias, dedicando especial atención en la transmisión.
En materia de obligaciones, debe enfocarse la cuestión sólo desde el punto de
vista del efecto constitutivo del testamento. Enfocándonos exclusivamente a
determinar cuáles son los derechos de carácter personal que puedan crearse por
dicho acto. En cuanto a los efectos de modificación y extinción de las facultades y
deberes, interesa a la teoría de las obligaciones, pues el testamento puede
modificar o extinguir derechos reales o personales.

Tres sistemas de heredar.


Rojina Villegas refiere que en México la sucesión legítima se abre respecto de seis
órdenes fundamentales de herederos, los cuales son:
1. Descendiente.
2. Cónyuge supérstite.
3. Ascendientes.
4. Colaterales.
5. Concubina y concubinario.
6. Asistencia Pública.
Existen tres sistemas para heredar:
a. Por cabezas.
b. Por líneas.
c. Por estirpes
Se rigen por los siguientes principios:
1. Primero: Los parientes más próximos excluyen a los más lejanos, sólo hay
herencia legítima por consanguinidad y por adopción, no existe herencia
legítima por afinidad.
2. Segundo: El parentesco por consanguinidad da derecho a heredar sin
limitación de grado en línea recta y en la colateral hasta el cuarto grado.
3. Tercero: El parentesco por adopción da derecho a heredar entre adoptante
y adoptado.
Explicación de los sistemas. Heredar:
 Herencia por cabezas. Rojina Villegas explica que el sistema denominado
por cabezas se va a dar, cuando una persona no es llamada a la herencia
en representación de otro, en otras palabras, el heredero recibe la herencia
en nombre propio. El sistema de herencia por cabezas sólo opera en los
hijos, los padres y los colaterales.
 Herencia por líneas. Respecto del sistema de herencia por líneas, Rojina
Villegas dice, que este sistema procede respecto de los abuelos,
bisabuelos, etcétera (ascendientes de segundo o de ulterior grado). La
característica principal del sistema por líneas, es que la herencia se divide
en dos partes: una paterna y una materna, con independencia de que en
una línea haya diferente número de ascendientes que en la otra, en este
sentido, la herencia se dividirá en dos partes y después cada mitad se
divide en el número de ascendientes de cada línea. Por ejemplo, si en la
línea paterna sólo hay un abuelo y en la materna existen los dos abuelos, el
abuelo paterno recibirá la mitad de la herencia, mientras que los abuelos
maternos sólo recibirán la cuarta parte.
 Herencia por estirpes. Rojina Villegas menciona, que la herencia por
estirpes es la que presenta mayores dificultades en su régimen, dando
derecho a la herencia por representación. Se da el sistema de estirpes
cuando un descendiente entra a heredar en lugar de un ascendiente, en
otras palabras, el hijo puede entrar a heredar en representación de su
padre, cuando éste ha muerto antes que el de cujus o el nieto representa a
su abuelo, si a su vez murieron su padre y su abuelo o el bisnieto puede
heredar por estirpe, si a su vez murieron su padre, su abuelo y su
bisabuelo. Se hace hincapié, en que la herencia por estirpe en la línea recta
descendente tenga lugar, es indispensable respetar la proximidad del
grado, los nietos heredan sólo a falta de los hijos, a su vez los bisnietos
sólo heredan a falta de hijos y nietos. También opera la herencia por estirpe
en línea colateral, solamente que esta se encuentra limitada a favor de los
sobrinos del de cujus, es decir, cuando mueren los hermanos del autor de
la herencia, sus hijos, como sobrinos del de cujus pueden representarlos.

Configuraciones para la representación.


Se llama derecho de representación el que corresponde a los parientes de una
persona, para sucederle en todos los derechos que tendría si viviera o hubiera
podido heredar. Para Rojina Villegas resulta imposible explicar la herencia por
estirpes a través del derecho de representación, porque por lógica sólo debería
aplicarse a los casos en que el descendiente ocupara el lugar del ascendiente, si
éste le transmitiera su derecho, pero no puede decirse que haya representación
cuando el ascendiente ha repudiado la herencia o es incapaz de heredar, porque
en esos casos el representado no puede tener derechos. Consecuentemente,
Rojina Villegas asegura, que el sistema de herencia por estirpes tiene su
explicación jurídica en la institución reconocida para la sucesión testamentaria
denominada “substitución”.
Por “premuerto” debemos entender muerto antes que el autor de la sucesión. La
substitución permite al testador prever los casos de muerte de un heredero antes
que él, así como los casos de incapacidad del mismo o el repudio de la herencia,
nombrando el testador un substituto para las tres hipótesis antes mencionadas. Lo
anterior en virtud del principio de la autonomía de la voluntad, ya que este principio
le permite al testador disponer de sus bienes nombrando herederos, además de
designar substitutos, aun en los casos en que los herederos primeramente
designados resulten incapaces de heredar, repudien la herencia o mueran antes
que el testador.
En el caso de la sucesión legítima, las consecuencias de la substitución dependen
exclusivamente de la voluntad del testador, porque puede nombrar o no
substitutos y si no los nombra, entonces se habré la sucesión legítima. Por otra
parte, si considerando que la herencia intestada parte del supuesto de que no hay
manifestación de la voluntad del de cujus, lógicamente el legislador lo substituye y
decreta una substitución legal, lo que no implica que sea un derecho de
representación.
No procede la representación en los siguientes supuestos:
1. Hijos Naturales. El derecho de representación en el sistema tradicional no
se aplica a los descendientes naturales, por considerarse que la estirpe
legítima es la que tiene el derecho de representar al ascendiente
premuerto.
2. Parentesco por adopción. Tampoco es aplicable en el parentesco por
adopción el derecho de representación, en virtud de que la institución de la
adopción sólo otorga el derecho de heredar entre el adoptante y el
adoptado, no pudiendo heredar los parientes del adoptante, ni los del
adoptado.
Rojina Villegas, refiere que, para que la representación se pueda dar, es necesario
que el representante cubra las condiciones siguientes:
1. Capacidad para heredar.
2. Personalidad jurídica.
3. No ser indigno por algún delito cometido contra el autor de la herencia, sus
parientes o cónyuge.
4. No estar excluido por falta de reciprocidad internacional o por motivos de
utilidad pública como sucede para las iglesias, los ministros de los cultos o
por alguna otra causa que lo haga inhábil.
Además de lo anterior, es importante recalcar, que el representante debe estar
concebido en el momento de la muerte del autor de la sucesión, pero no necesita
que lo esté en el momento en que muere el representado.

La herencia en el caso de la adopción.


A diferencia del parentesco por afinidad que no da derecho a heredar, el
parentesco por adopción si otorga este derecho, sólo que, de manera limitada, en
virtud de que como ya lo habíamos mencionado, sólo existe derecho de heredar
entre el adoptante y el adoptado. Únicamente el padre o la madre adoptivos tienen
derecho a heredar, no generando derecho a la herencia del adoptado, los
descendientes, ascendientes o los colaterales de los adoptantes.
En consecuencia, el adoptado tiene derecho a heredar sólo a sus padres
adoptivos y sus descendientes, ascendientes o colaterales no tienen derecho a
heredar a aquellos. Rojina Villegas (2004, p. 434) señala que los anteriores
supuestos son consecuencia de que la adopción crea un parentesco directo y
exclusivo entre adoptante y adoptado y por tanto, no otorga derechos ni
obligaciones en relación con los parientes de uno u otro. El Código Civil para el
Distrito Federal, incluye al hijo adoptivo en el artículo 1612 que reglamenta la
herencia de los descendientes al mencionar que, “El adoptado hereda como
hijo…”. En el mismo sentido, el citado código al reglamentar la herencia de los
ascendientes menciona a los padres adoptivos.
Otra de las reglas que se sigue en la herencia en el caso de adopción, es la de
equiparar a los padres adoptantes con los consanguíneos, lo anterior lo
observamos en el artículo 1620 el cual señala que: “concurriendo los adoptantes
con ascendientes del adoptado en forma simple, la herencia de éste se dividirá por
partes iguales entre los adoptantes y los ascendientes”. Por otra parte, así como
los padres no tienen derecho a heredar cuando existan hijos del autor de la
herencia, los adoptantes tampoco pueden heredar al adoptado, cuando éste tenga
hijos, generando sólo el derecho de recibir alimentos. Artículo 1613. “Concurriendo
padres adoptantes y descendientes del adoptado en forma simple los primeros
sólo tendrán derecho a alimentos”. Por su parte el artículo 1621 del Código Civil
para el Distrito Federal regula los casos en que concurra el cónyuge del adoptado
y los adoptantes, al señalar que: “Si concurre el cónyuge del adoptado con los
adoptantes, las dos terceras partes de la herencia corresponden al cónyuge y la
otra tercera parte a los que hicieron la adopción”.
Este es el único caso en que se rompe la regla de igualdad, porque en los demás
casos al considerar a los adoptantes como padres, se les había venido otorgando
iguales derechos, al grado de que se divide la herencia por mitad, pero los
adoptantes frente al cónyuge sólo tienen derecho a una tercera parte y éste a las
otras dos. En cambio, sí concurre el cónyuge con los padres del autor de la
herencia, tiene derecho a la mitad, y a los padres corresponde la otra mitad
(Rojina Villegas. 2004. p. 435.)

Personas que tienen derecho a la herencia.


El artículo 1602 del Código Civil para el Distrito Federal señala que, tienen
derecho a heredar por sucesión legítima:
a. Los descendientes.
b. Los cónyuges.
c. Los ascendientes.
d. Los parientes colaterales dentro del cuarto grado.
e. La concubina o el concubinario en ciertos casos.
f. La beneficencia pública, a falta de los anteriores.
Respecto de las personas que tienen derecho a la herencia, operan los siguientes
principios:
A. Los parientes más próximos excluyen a los más remotos, salvo los casos
siguientes:
1. Si quedaren hijos y descendientes de grado posterior, los primeros
heredarán por cabeza y los segundos por estirpes. Lo mismo se
observará tratándose de descendientes de hijos premuertos,
incapaces de heredar o que hubieren renunciado la herencia.
2. Si concurren hermanos con sobrinos, hijos de hermanos o de medios
hermanos premuertos, que sean incapaces de heredar o que hayan
renunciado la herencia, los primeros heredarán por cabeza y los
segundos por estirpes.
B. Los parientes que se hallaren en el mismo grado, heredarán por partes
iguales.
1. Sucesión de los descendientes. La ley de la materia señala que si
a la muerte de los padres quedaren sólo hijos, la herencia se dividirá
entre todos por partes iguales. En el caso de que concurran
descendientes con el cónyuge que sobreviva, a éste le
corresponderá la porción de un hijo. Si sólo quedaren descendientes
de ulterior grado, la herencia se dividirá por estirpes, y si en algunas
de éstas hubiere varios herederos, la porción que a ella corresponda
se dividirá por partes iguales. Concurriendo hijos con ascendientes,
éstos sólo tendrán derecho a alimentos, que en ningún caso pueden
exceder de la porción de uno de los hijos. El adoptado hereda como
un hijo, pero en la adopción simple no hay derecho de sucesión entre
el adoptado y los parientes del adoptante. Concurriendo padres
adoptantes y descendientes del adoptado en forma simple, los
primeros sólo tendrán derecho a alimentos. Si el intestado no fuere
absoluto, se deducirá del total de la herencia la parte de que
legalmente haya dispuesto el testador y el resto se dividirá de la
manera que disponen los artículos que preceden.
2. Sucesión de los ascendientes. A falta de descendientes y de
cónyuge, sucederán el padre y la madre por partes iguales. En caso
de que sólo hubiere padre o madre, el que viva sucederá al hijo en
toda la herencia. Si sólo hubiere ascendientes de ulterior grado por
una línea, estos se dividirán la herencia por partes iguales. Por otra
parte, si hubiere ascendientes por ambas líneas, se dividirá la
herencia en dos partes iguales y se aplicará una a los ascendientes
de la línea paterna y otra a la de la materna. Procediendo los
miembros de cada línea a dividir entre sí por partes iguales la
porción que les corresponda. Es de destacar que los ascendientes,
aun cuando sean ilegítimos, tienen derecho de heredar a sus
descendientes reconocidos.
3. Sucesión del cónyuge. Como ya habíamos mencionado en
apartados anteriores de esta unidad, la ley establece que el cónyuge
que sobrevive, concurriendo con descendientes, general el derecho
de un hijo, siempre y cuando carezca de bienes o bien si los que
tiene al momento de morir el autor de la sucesión, no igualan a la
porción que a cada hijo debe corresponder. Si el cónyuge que
sobrevive concurre con ascendientes, la herencia se dividirá en dos
partes iguales, de las cuales una se aplicará al cónyuge y la otra a
los ascendientes. Concurriendo el cónyuge con uno o más hermanos
del autor de la sucesión, tendrá dos tercios de la herencia y el tercio
restante se aplicará al hermano o se dividirá por partes iguales entre
los hermanos. Es importante hacer notar que el Código Civil para el
Distrito Federal señala en su artículo 1629 que: “A falta de
descendientes, ascendientes y hermanos, el cónyuge sucederá en
todos los bienes”.
4. Sucesión de los colaterales. Cuando sólo haya hermanos por
ambas líneas, sucederán por partes iguales. En el caso de que
concurran hermanos con medios hermanos, los primeros heredarán
doble porción que los últimos. Por otra parte, de llegar a concurrir
hermanos con sobrinos, hijos de hermanos o de medios hermanos
premuertos, que sean incapaces de heredar o que hayan renunciado
la herencia, los primeros heredarán por cabeza y los segundos por
estirpes, operando en este caso el criterio expresado en el párrafo
anterior. En el supuesto de que no existieran hermanos, sucederán
sus hijos, dividiéndose la herencia por estirpe y la porción de cada
estirpe por cabezas. En caso de que no hubiera hermanos, medios
hermanos o sobrinos, tendrán derecho a suceder los parientes más
próximos dentro del cuarto grado, sin distinción de línea, ni
consideración al doble vínculo, procediendo a heredar por partes
iguales.
5. Sucesión de los concubinos. Respecto de la concubina y el
concubinario, la ley de la materia señala que estos tienen derecho a
heredarse recíprocamente, aplicándose las disposiciones relativas a
la sucesión del cónyuge.
6. Sucesión de la beneficencia pública . La beneficencia pública sólo
concurre cuando faltan los descendientes, ascendientes, cónyuge y
colaterales hasta el cuarto grado.
La ley de la materia señala que cuando la beneficencia pública sea heredera y
entre lo que le corresponde existen bienes raíces que no puede adquirir por contar
con la imitación contenida en el artículo 27 de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, estos deberán de ser vendidos a través de subasta
pública, antes de hacerse la adjudicación, aplicándose a la beneficencia pública el
precio que se obtuviere.

Tres sistemas de heredar.


La sucesión legitima en México se abre respecto de seis órdenes fundamentales
de herederos, o sea, seis grupos o series. · Descendientes; · Cónyuge supérstite; ·
Ascendientes; · Colaterales; · Concubina, y · Asistencia Pública; pero
normalmente sólo tenemos los cuatro primeros. A su vez, tenemos tres formas de
heredar: por cabezas, por líneas y por estirpes. En estas tres formas rigen,
generalmente, con algunas excepciones que después veremos, los siguientes
principios: Los parientes más próximos excluyen a los más lejanos; sólo hay
herencia legítima por consanguinidad y por adopción, no existe herencia legítima
por afinidad. El parentesco por consanguinidad da derecho a heredar sin limitación
de grado en la línea recta y en la colateral hasta el cuarto grado. El Código
anterior permitía hasta el octavo. El parentesco por adopción da derecho a
heredar entre adoptante y adoptado.

Explicación de estas configuraciones para la representación.


Herencia por cabezas La herencia puede ser por cabezas o por derecho propio;
por líneas y por estirpes o derecho de representación. Se dice que hay herencia
por cabezas, cuando el heredero
recibe en nombre propio; es decir, no es llamado a la herencia en representación
de otro. La herencia por cabezas la tenemos en todos los hijos, en los padres y en
los colaterales. Pero en los descendientes de segundo o ulterior grado y en los
sobrinos la herencia es por estirpes. Herencia por líneas La herencia por líneas se
presenta en los ascendientes de segundo o de ulterior grado; es decir, procede
respecto de los abuelos, bisabuelos, etc.
Los padres o ascendientes de primer grado no heredan por líneas, sino por
cabezas. La herencia por línea se caracteriza en que se divide en dos partes:
herencia paterna y materna; independientemente de que en una línea haya
diferente número de ascendientes que en la otra. No importa que en la línea
paterna sólo haya un abuelo y en la materna los dos abuelos. La herencia se
divide en dos partes, y después cada mitad se subdivide en el número de
ascendientes de cada línea. En el ejemplo propuesto, para la línea paterna recibirá
el abuelo la mitad de la herencia, y en la línea materna cada abuelo recibirá la
cuarta parte. Herencia por estirpes La herencia por estirpes es la que presenta
mayores dificultades en su régimen, dando derecho a la herencia por
representación.
Podemos definirla de la siguiente manera: hay herencia por estirpes cuando un
descendiente entra a heredar en lugar de un ascendiente. Este sería el concepto
más general. El hijo puede entrar a heredar en representación de su padre,
cuando éste ha muerto antes que el de cujus. Se presenta la herencia por estirpes
en la línea recta descendente, sin limitación de grado; en la línea recta ascendente
nunca puede ocurrir; es decir, el bisabuelo no representa al abuelo, cuando éste
murió antes que el autor de la sucesión, sino que heredará por líneas, cuando no
exista el abuelo, y a su vez no haya padres, ni descendientes. En cambio, en la
línea recta descendente sí hay derecho de representación, sin limitación de grado.
Quiere esto decir que el hijo representa a su padre, si éste muere antes que el de
cujus; o el nieto representa a su abuelo, si a su vez murieron su padre y su abuelo;
o el bisnieto puede heredar por estirpes, si a su vez murieron su padre, su abuelo
y su bisabuelo. La herencia por estirpes puede existir también en la línea colateral,
pero limitada sólo en favor de los sobrinos del de cujus; es decir, cuando mueren
los hermanos del autor de la herencia, sus hijos, como sobrinos del de cujus,
pueden representarlos.
De lo expuesto resulta que la herencia por estirpes tiene lugar cuando un
descendiente ocupa el lugar del ascendiente premuerto (por esta palabra
debemos entender muerto antes que el autor de la sucesión, que haya repudiado
la herencia, o se haya vuelto incapaz de heredar. En estos casos, sus
descendientes tienen en la línea recta el derecho de substituirlo, y en la’ colateral
sólo existe en favor de los sobrinos, es decir, Hijos de hermanos del autor de la
sucesión. Se ha dicho que la herencia por estirpes entraña en realidad un derecho
de representación, en virtud de que el descendiente representa al ascendiente
premuerto, al que ha renunciado la herencia, o se ha vuelto incapaz de heredar. El
término derecho de representación que se usa para la herencia por estirpes, en
realidad no es correcto, porque sólo debería aplicarse lógicamente a los casos en
que el descendiente ocupara el lugar del ascendiente, si éste le transmitiera su
derecho; pero no puede decirse que haya representación cuando el ascendiente
ha repudiado la herencia o es incapaz de heredar, porque en esos casos el
representado no puede tener derechos.
En el caso de que el ascendiente muera antes que el autor de la herencia, por una
ficción se dice que el descendiente lo representa; la representación supone la
existencia del representante y del representado, y sólo por una ficción se puede
decir que el descendiente representa al ascendiente premuerto. La herencia por
estirpes tiene lugar en la línea recta descendente sin limitación de grado. Para que
la herencia por estirpes en la línea recta descendente tenga lugar, es necesario
respetar la proximidad del grado; los nietos heredan sólo a falta de los hijos; a su
vez, los bisnietos sólo heredan a falta de hijos y de nietos. Régimen legal de la
herencia por estirpes En los artículos 1609, 1610 y 1611 de nuestro Código Civil
vigente se reglamenta la herencia por estirpes, tratándose de los descendientes.
El Art. 1609 provoca, por su defectuosa redacción, un problema muy serio, dice
así: “Si quedaren hijos y descendientes de ulterior grado, los primeros heredarán
por cabeza y los segundos por estirpes. Lo mismo se observará tratándose de
descendientes de hijos premuertos, incapaces de heredar o que hubieren
renunciado la herencia”.
La primera parte de este artículo parece admitir que, si todos los hijos del autor
viven, y además tienen hijos y descendientes de ulterior grado, los hijos heredarán
por cabezas y los descendientes de segundo o ulterior grado heredarán por
estirpes. Ahora bien, según explicaremos, esto es falso. Cuando todos los hijos del
autor viven, la herencia sólo es por cabezas, porque los nietos o bisnietos no
tienen por qué heredar, ya que los hijos excluyen a todos los demás
descendientes. Así se confirma el principio general expuesto en el Art. 1604: “Los
parientes más próximos excluyen a los más remotos, salvo lo dispuesto en los
artículos 1609 y 1632”. Y el 1607: “Si a la muerte de los padres quedaren sólo
hijos, la herencia se dividirá entre todos por partes iguales”. Sin embargo, el error
del Art. 1609 podría provocar una confusión.
Conforme a dicho precepto, si hubiera hijos y nietos, éstos tendrían derecho a
heredar, a pesar de que todos los hijos del autor vivieran. Y la segunda parte
vuelve a confirmar el error porque dice: “Lo mismo se observará tratándose de
descendientes de hijos premuertos, incapaces de heredar o que hubieren
renunciado la herencia”. Parece que hay dos hipótesis: cuando todos los hijos
viven, y cuando uno de los hijos ha muerto antes que el autor, es incapaz o ha
renunciado la herencia. La defectuosa redacción del Art. 1609 debe seguir en este
caso las reglas generales de la interpretación de la ley, en el sentido de que
cuando hay dos textos aparentemente contradictorios, debe prevalecer el texto
que esté de acuerdo con el sistema general consagrado en la ley.
Y ese sistema general, tanto en la ley como en la doctrina, en la jurisprudencia y
en los distintos derechos, dice que los parientes más próximos excluyen a los más
lejanos, y que, si sólo existen hijos, la herencia se habrá de dividir en partes
iguales. Por esto debemos interpretar al Art. 1609 en el sentido de que la herencia
por estirpes, sólo tiene lugar para que el descendiente represente al ascendiente
premuerto, incapaz de heredar o que ha repudiado la herencia. El Art. 1610 se
refiere al caso en que los hijos del autor hubiesen muerto y quedaren sólo
descendientes de ulterior grado: “Si sólo quedaren descendientes de ulterior
grado, la herencia se dividirá por estirpes, y si en algunas de éstas hubiere varios
herederos, la porción que a ella corresponda se dividirá por partes iguales”. La
herencia por estirpes tiene también lugar en la línea colateral, pero limitada sólo al
derecho que tienen los sobrinos que representan a un hermano del autor de la
herencia, muerto antes que éste, incapaz de heredar o que ha repudiado.
Es decir, en la línea colateral el derecho de representación no se extiende a
ulteriores grados; sólo se reconoce en beneficio de los sobrinos del autor de la
herencia. Art. 1632: “Si concurren hermanos con sobrinos, hijos de hermanos o de
medio hermanos premuertos, que sean incapaces de heredar o que hayan
renunciado a la herencia, los primeros heredarán por cabeza y los segundos por
estirpes, teniendo en cuenta lo dispuesto en el artículo anterior”. De esta suerte, si
suponemos que el autor de la herencia no dejó descendientes, ascendientes o
cónyuge, sus hermanos tienen derecho a heredar; si todos los hermanos viven, los
sobrinos naturalmente no tendrán el derecho de representación; pero si uno de los
hermanos ha muerto, su estirpe tiene el derecho de representarlo; y a su vez, la
parte que se asigne a esa estirpe, se dividirá entre el número de sobrinos.
Definiciones del derecho de representación Valverde, comenzando algunas
definiciones propuestas para el derecho de representación, nos da una que,
aunque es antigua, precisa las características de este derecho: “Dado el concepto
que el Código tiene del derecho de representación, que es igual al de las leyes de
Toro, podemos definirle como el famoso comentarista Llamas y Molina, diciendo
que es un derecho en virtud del cual los hijos ocupan el lugar de los padres,
perpetuamente en la línea recta, y hasta el segundo grado en la colateral, para
dividir la herencia del ascendiente común, con los parientes de grado más
próximo, igual o remoto en la línea recta, y con los de grado más próximo
únicamente en la colateral”. También conviene mencionar la definición
que dio nuestro Código de 1884, porque en el vigente no se define el derecho de
representación, sino que se reglamenta cada caso. Decía el mencionado Código:
“Se llama derecho de representación el que corresponde a los parientes de una
persona, para sucederle en todos los derechos que tendría si viviera o hubiera
podido heredar”.

Teoría de la substitución
En nuestro concepto la herencia por estirpes no puede explicarse por el derecho
de representación. En verdad, tiene su explicación jurídica en una institución
reconocida para la sucesión testamentaria que se denomina substitución. Por
virtud de ésta, el testador puede prever los casos de muerte de un heredero antes
que él incapacidad del mismo o repudiación de la herencia, nombrando, un
substituto para esas tres hipótesis. Dentro del principio de la autonomía de la
voluntad, el testador está facultado no sólo para disponer de sus bienes
instituyendo herederos, sino para designar substitutos, aun en los casos en que
los herederos primeramente designados resulten incapaces de heredar, repudien
la herencia o mueran antes que el testador.
El régimen de la libre testamentificación llevado a sus últimas consecuencias, le
da plena soberanía al testador para disponer de sus bienes y para poder prever
las consecuencias en el caso de incapacidad, repudiación o premoriencia del
heredero. Si aplicamos la institución a la sucesión legitima, encontraremos que el
problema que el legislador se ha planteado y resuelto, es el mismo, y ante las
mismas causas se ha dado igual solución. Ante los mismos hechos condicionantes
se han establecido iguales consecuencias jurídicas.
En un caso las consecuencias jurídicas dependen exclusivamente de la voluntad
del testador, porque puede nombrar o no substitutos, y si no los nombra, entonces
se abre la sucesión legítima. En el segundo caso, o sea en la herencia intestada,
como se parte de la hipótesis de que no hay manifestación de voluntad del de
cujus, lógicamente el legislador lo substituye (como lo hace en todos los casos de
la herencia legítima, y decreta una substitución legal que no es un derecho de
representación; no se trata de una simple cuestión de nombres, porque si
invocamos la representación encontraremos situaciones contradictorias y
llegaremos al absurdo de que el representante actúa contra la voluntad del
representado; pero si aplicamos la substitución legal encontraremos el mismo
proceso normativo que en la voluntaria. Ante determinadas condiciones jurídicas
se producen siempre determinadas consecuencias. En el caso de la substitución
voluntaria tenemos · Un hecho condicionante, repudiación de la herencia, muerte
del heredero antes que el autor o incapacidad del mismo.
La manifestación de voluntad del testador como otro hecho condicionante,
designando para esos casos un substituto. · Finalmente, la consecuencia jurídica:
la norma permite que haya un heredero substituto y que no se abra la herencia
legitima. El mismo problema se le presenta al legislador en la sucesión intestada, y
la manifestación de la voluntad del testador se substituye por la autonomía
legislativa.
Es decir, ante los hechos condicionantes mencionados el legislador impone una
substitución legal; y las razones que haya tenido al decretarla ya no son un
problema estrictamente jurídico. Normativamente está explicado por qué puede la
estirpe tener el derecho del heredero, no sólo en los casos en que muera antes
que el autor, si no en los casos de repudiación o de incapacidad. El derecho de
representación y los hijos naturales El derecho de representación en el sistema
tradicional no se aplica a los descendientes naturales; la mayor parte de los
tratadistas están de acuerdo en que la estirpe legítima es la que tiene tal derecho.
Para nuestra legislación debernos relacionar este problema con la herencia de los
hijos naturales reconocidos y reconocidos.
Por consiguiente, aplazamos la solución del caso para cuando hayamos
determinado los derechos de los hijos naturales, tanto cuando son reconocidos,
como cuando falta el reconocimiento. En el derecho español que sirve de
antecedente al nuestro, los autores están de acuerdo en que sólo la estirpe
legítima puede representar al ascendiente premuerto.

El derecho de representación y el parentesco por adopción


En el parentesco por adopción no existe tampoco el derecho de representación, y
es que la adopción solo da derecho a heredar entre el adoptante y el adoptado. Ni
los parientes del adoptante, ni los del adoptado pueden heredar; por consiguiente,
no puede haber representación en este caso.
Condiciones requeridas parco la representación Las condiciones requeridas para
que la representación pueda tener lugar, son en términos generales las necesarias
para heredar; es decir, el representante debe ser persona capaz para heredar;
debe tener personalidad jurídica, no ser indigno por algún delito cometido contra el
autor de la herencia, sus parientes o cónyuge; no estar excluido por falta de
reciprocidad internacional o por motivos de utilidad pública como sucede para las
iglesias, los ministros de los cultos o por alguna otra causa que lo haga inhábil.
También el representante debe estar concebido en el momento de la muerte del
autor de la sucesión; pero no se necesita que lo esté en el momento en que muere
el representado.
Todo esto ha hecho pensar, sobre todo a los autores italianos y españoles, que la
herencia llamada por representación es en realidad por derecho propio, que debe
seguir las mismas reglas de la herencia por cabezas, con la particularidad de que
se deroga el principio de que los parientes más próximos excluyen a los más
lejanos.
Admitiendo esta derogación, la estirpe hereda por derecho propio: las causas de
indignidad, de incapacidad, de renuncia del supuesto representado no afectan a la
estirpe, y por esto los miembros de ella, como unidad deben estar capacitados
para recibir la herencia no del representado, sino de aquella sucesión en la que
éste de existir, no haber repudiado o no ser incapaz, hubiese sido llamado a
heredar. Herencia por líneas Ya hemos dicho que el derecho de representación
tiene lugar en favor de la estirpe, tanto en la línea recta descendente hasta lo
infinito o en la línea colateral, limitando este derecho sólo a los sobrinos del autor
de la herencia.
La representación no tiene lugar en la línea ascendente, por tanto, si faltan los
padres, los abuelos no pueden representar a éstos, ni tampoco ascendientes de
ulterior grado pueden representar al ascendiente más próximo. En la línea
ascendente tiene lugar la herencia por líneas, siempre y cuando se trate de
ascendientes de segundo o ulterior grado.
Los ascendientes de primer grado heredan por derecho propio, es decir, por
cabezas; de tal suerte que si sólo existe el padre o la madre a ellos corresponderá
la herencia, en el supuesto de que no existan descendientes ni cónyuge. Los
ascendientes de segando o ulterior grado heredan por líneas, de tal manera que
en la herencia por líneas vuelve a aplicarse el principio de que los parientes más
próximos excluyen a los más lejanos; principio que queda derogado para la
herencia por estirpes.
En la herencia por líneas, si sólo quedan ascendientes de una línea paterna o
materna (y en el caso de que esos ascendientes tengan derecho a heredar por
falta de descendientes, de cónyuge y de padres), toda la herencia se aplicará a los
ascendientes de la línea paterna o materna; pero surge el problema de saber si los
parientes más próximos excluyen a los más lejanos, de tal manera que no puedan
los bisabuelos en la línea paterna compartir la herencia con los abuelos, sino que
exclusivamente a éstos se aplicará la herencia en el supuesto de que sean los
representantes de la línea paterna y que no haya ascendientes en la línea
materna. Si concurren ascendientes de ambas líneas, la herencia se divide en dos
partes, y después cada mitad se subdivide entre los miembros de cada línea,
discutiéndose nuevamente si los parientes más próximos excluyen a los más
lejanos. Supongamos que, a falta de descendientes, cónyuge y padres, existen los
ascendientes por ambas líneas de segundo y tercer grados: abuelos y bisabuelos.
La herencia se divide en dos partes, y después cada mitad se subdivide entre los
miembros de cada línea, conforme al Art. 1619. En el Art. 1604 se dice: “Los
parientes más próximos excluyen a los más remotos, salvo lo dispuesto en los
Arts. 1609 y 1632”. Sólo hay dos excepciones que se refieren al derecho de
representación en la herencia por estirpes. Como en la herencia de los
ascendientes de segundo o de ulterior grado no encontramos esa excepción
expresa, cabría interpretar los Arts. 1617 y 1618 que resultan confusos en su
redacción, aplicando ese principio general. Dice el Art. 1617: “Si sólo hubiere
ascendientes de ulterior grado por una línea, se dividirá la herencia por partes
iguales”.
Este artículo aislado y sin conocer el principio general, nos facultaría a interpretar
que la herencia debería dividirse por partes iguales entre abuelos, bisabuelos y
demás ascendientes de una línea. Literalmente el precepto dice: “Si sólo hubiere
ascendientes de ulterior grado por una línea. . .” Como los ascendientes podrían
ser abuelos y bisabuelos paternos o maternos, este artículo facultaría a repartir la
herencia entre todos esos ascendientes, violando el precepto general de que los
abuelos deben excluir a los bisabuelos. En el Art. 1615 se dispone: SI hubiere
ascendientes por ambas líneas, se dividirá la herencia en dos partes iguales y se
aplicará una a los ascendientes de la línea paterna y otra a los de la materna”.
“Los miembros de cada línea dividirán entre sí por partes iguales la porción que
les corresponda”. Tal parece entonces que en el caso de, ascendientes por ambas
líneas nuevamente la mitad que corresponda a cada línea, sería subdividida entre
todos los ascendientes por partes iguales, siendo así que el Art. 1604 no nos
permite hacer esta excepción a la regla general. La herencia en el caso de
adopción Habíamos dicho que el parentesco por adopción sí da derecho a
heredar, en tanto que el de afinidad no otorga ese derecho; es decir, el parentesco
establecido por virtud del matrimonio entre la mujer y los parientes de su esposo, o
entre el esposo y los parientes de su mujer.
El parentesco por adopción origina un derecho limitado para heredar por una
relación directa entre el adoptante y el adoptado. Es decir, no da lugar a heredar
por adopción entre el adoptado y los parientes del adoptante o viceversa; sólo el
padre o la madre adoptivos tienen derecho a heredar, pero los descendientes de
éstos, los ascendientes o los colaterales de los adoptantes, no tienen derecho a la
herencia del adoptado. A su vez el adoptado tiene derecho a heredar sólo a sus
padres adoptivos y sus descendientes, ascendientes o colaterales, no tienen
derecho a heredar a aquellos. Todo esto es una consecuencia de que la adopción
crea un parentesco directo y exclusivo entre adoptante y adoptado y, por tanto, no
otorga derechos ni obligaciones en relación con los parientes de uno u otro.
El Código Civil vigente, al tratar de la herencia de los descendientes incluye al hijo
adoptivo, y al reglamentar la herencia de los ascendientes menciona a los padres
adoptivos. Dice el Art. 1612: “El adoptado hereda como un hijo, pero no hay
derecho de sucesión entre el adoptado y los parientes del adoptante”. Se sigue
también la regla de equiparar a los padres adoptantes con los consanguíneos; y
así como los padres no tienen derecho a heredar cuando existan hijos del autor de
la herencia, por la misma razón los adoptantes no pueden heredar al adoptado,
cuando éste tenga hijos, teniendo sólo derecho a recibir alimentos.
En el Art. 1620 se estatuye en las siguientes donde señala lo “Concurriendo los
adoptantes con ascendientes del adoptado, la herencia de éste se dividirá por
partes iguales entre los adoptantes y los ascendientes”. Art. 1613.-Concurriendo
padres adoptantes y descendientes del adoptado, los primeros sólo tendrán
derecho a alimentos. Supone el precepto que pueden concurrir los padres y los
adoptantes o éstos con ascendientes de ulterior grado. En este caso la herencia
se divide en dos mitades, una para los adoptantes y otra para los ascendientes. Si
los ascendientes son los padres, a su vez esa mitad se divide en dos partes, o se
aplica íntegra al ascendiente que sobreviva.
Pero si los ascendientes son de segundo o ulterior grado, supongamos abuelos o
bisabuelos, entonces la mitad que se reserva a éstos se dividirá por líneas,
quedando una cuarta parte de la herencia para la línea paterna y otra para la
materna. También en el Art. 1621 se regula el caso de que concurra el cónyuge
del adoptado y los adoptantes: “Si concurre el cónyuge del adoptado con los
adoptantes, las dos terceras partes de la herencia corresponden al cónyuge y la
otra tercera parte a los que hicieron la adopción”. Aquí se rompe la regla de
igualdad, porque en los demás casos se ha considerado a los adoptantes como
padres, se les otorgan iguales derechos, al grado de que se divide la herencia por
mitad; pero los adoptantes frente al cónyuge sólo tienen derecho a una tercera
parte y éste a las otras dos. En cambio, si concurre el cónyuge con los padres del
autor de la herencia, tiene derecho a la mitad, y a los padres corresponde la otra
mitad.

La herencia en el caso de adopción


Derecho a herencia de los hijos adoptados. La primera cuestión a plantear en
la herencia de los hijos adoptados es si tienen los mismos derechos a la herencia
que los hijos biológicos respecto a sus padres adoptivos.
Otra cuestión es si los hijos adoptados continúan teniendo derecho a la herencia
de su familia biológica
Hasta hace poco existían dos regímenes distintos para hijos adoptados antes de
1987 y los adoptados con posterioridad a esa fecha. Actualmente, estas
diferencias han sido eliminadas por los tribunales en base al principio de no
discriminación.
Diferencias entre el derecho a herencia de los hijos biológicos y adoptados.
Atendiendo al contenido de los artículos 14 y 33 de la Constitución Española, el
Código Civil en su artículo 108 reconoce los mismos efectos a la filiación biológica
y a la adoptiva.
Por lo tanto, si en una familia conviven hijos biológicos e hijos adoptados, todos
tendrán los mismos derechos a la herencia de sus padres biológicos o adoptantes.
En caso de que falleciera un hijo adoptivo y este no tuviera descendientes,
también sus padres adoptantes tendrían derecho a la herencia, en base a lo que
establezca la legítima.
Los derechos y contenido de la legítima varían según la Comunidad Autónoma
donde residía el fallecido. En nuestra página La Legitima encontrará los derechos
a la legítima en cada Comunidad Autónoma para que puedas consultar la tuya.
Derecho a herencia de los padres biológicos de un hijo adoptado. La segunda
cuestión que planteábamos al inicio es si un hijo que ha sido adoptado continúa
teniendo derecha a la herencia de sus padres biológicos.
El artículo 178 del Código Civil establece que se extingue el vínculo entre el
adoptado y su familia biológica.
Esta extinción de vínculo, tiene dos excepciones: que el adoptado sea hijo
biológico del cónyuge o pareja del adoptante, o cuando únicamente esté
determinada biológicamente la filiación de uno de los progenitores, y tanto el cómo
el adoptante y el adoptado consientan que se mantenga el vínculo.
Si no es aplicable ninguna de las dos excepciones, los hijos adoptados no tienen
ningún derecho a la herencia de sus padres biológicos.
Desheredar a un hijo adoptado. Ya hemos comentados que los hijos biológicos y
adoptados tienen los mismos derechos. En este sentido se aplicarán a los hijos
adoptados los mismos requisitos y condiciones para desheredarlos que se aplican
a los biológicos.
PERSONAS QUE TIENEN DERECHO A LA HERENCIA LEGÍTIMA.
La legítima de una herencia, como se explica en el Código Civil, es la porción de
bienes de la que el testador no puede disponer por haberla reservado la ley a
determinados herederos, llamados por esto herederos forzosos.
La legítima de una herencia es intocable, quiere esto decir que el testador no
podrá imponer sobre la legítima, gravamen, ni condición ni sustitución de ninguna
especie.
La única manera de privar al heredero forzoso de su legítima es desheredándolo si
se diera alguna de las causas recogidas en el Código Civil.
El Código Civil, en su artículo 806 define la legítima de una herencia de la
siguiente manera: “Legítima es la porción de bienes de que el testador no puede
disponer por haberla reservado la ley a determinados herederos, llamados por
esto herederos forzosos”.
Se trata, por tanto, de una porción de los bienes que se podría considerar como
intocable, puesto que, la única manera de evitar que un heredero forzoso reciba su
parte legítima es desheredando a dicha persona y siempre que concurran los
requisitos que establece la ley para que esa desheredación sea válida.
De la definición del Código Civil puede surgir la duda sobre la porción a la que se
refiere. ¿Cuál es esa porción o parte de la que el testador no puede disponer? Las
herencias (con algunas variaciones en diferentes comunidades autónomas), se
dividen en tres tercios, siendo uno de ellos la legítima, que se reparte entre los
herederos forzosos por partes iguales. Un ejemplo de esto último: En una herencia
con dos herederos forzosos, el tercio de la legítima deberá, a su vez, dividirse en
dos partes, o lo que es lo mismo, la mitad del tercio de la herencia y no, como
alguna vez podemos escuchar, la mitad de la herencia completa para cada
heredero forzoso.

Herederos legitimarios.
Llegados a este punto, es posible que te preguntes ¿y a quién se considera
heredero forzoso o legítimo?
Si el artículo 806 del Código Civil definía qué es la legítima de una herencia, el
siguiente, es decir el artículo 807 define quién o quiénes son los herederos
forzosos.
El texto dice lo siguiente: “Son herederos forzosos:
1. Los hijos y descendientes respecto de sus padres y ascendientes.
2. A falta de los anteriores, los padres y ascendientes respecto de sus hijos y
descendientes.
3. El viudo o viuda en la forma y medida que establece este Código.” Es decir,
el usufructo del tercio de mejora

CONSECUENCIAS DEL DERECHO HEREDITARIO.


Son las diferentes situaciones jurídicas que se constituyen con motivo de la
creación, transmisión, modificación o extinción de derechos, obligaciones o
sanciones en materia hereditaria.
Se distinguen dos consecuencias:
1. Consecuencias primarias. Comprenden la creación, transmisión, modificación
o extinción de derechos y obligaciones relacionados con la sucesión legítima o
testamentaria
2. Consecuencias secundarias. Se presentan en los casos de inexistencia,
nulidad, caducidad de los testamentos o del derecho del heredero o del legatario
en su caso.
También se distingue las consecuencias propias de las testamentarias y a los
intestados, las testamentarias son más complejas ocurren en la sucesión legítima,
pueden comprender la transmisión a título universal en la institución de herederos,
la transmisión a título particular en la institución de legatarios y la creación,
modificación y extinción de derechos reales o personales a través del legado.
La sucesión legítima sólo existe la transmisión a título universal. En ella no puede
haber legatarios, las consecuencias inherentes a las testamentarias son más
complejas que las que ocurren en la sucesión legítima, pues pueden comprender
la transmisión a título universal en la institución de herederos, la transmisión a
título particular en la institución de legatarios y la creación, modificación y extinción
de derechos reales o personales a través del legado, en cambio, en la sucesión
legítima sólo existe la transmisión a título universal, porque exclusivamente
comprende la institución de herederos, en ella no puede haber legatarios.

Consecuencias de transmisión.
El derecho de transmisión, es el derecho que tienen los herederos del heredero
que fallece en el intervalo de tiempo comprendido entre la delación hereditaria a
su favor y la aceptación de la herencia futura a hacer suyo el derecho de aceptar o
repudiar la herencia atribuida a este.
El derecho de transmisión es también llamado ius transmisionis, el ejemplo más
claro es el del padre que fallece y antes de haber aceptado su herencia su hijo,
éste muere también. En este caso pasa a los herederos de ese hijo el derecho de
aceptar o repudiar la herencia del abuelo
Se regula en el art 1006, del Código Civil donde dice:
“Por muerte del heredero sin aceptar ni repudiar la herencia, pasará a los suyos el
mismo derecho que él tenía”

Requisitos del derecho de transmisión.


Los requisitos de este derecho son los que a continuación exponemos:
1. Que haya una herencia, da igual que sea con testamento o sin él, que no
haya sido aceptada ni repudiada por el heredero, ni éste sea incapaz para
sucederla.
a. Si la ha aceptado no cabe ya derecho de
representación, porque esos bienes ya han
pasado a integrar su patrimonio.
b. Si renunció a la herencia o es incapaz de
heredar, la delación queda inoperante y no tiene
lugar el derecho de transmisión.
c. Si ha muerto antes que el causante, la herencia
ya no está deferida a su favor y entre en juego el
derecho de representación.
2. Que el heredero fallezca durante la situación de la herencia deferida y
siendo capaz de heredar.
Puesto que sus aspectos básicos ya han sido tratados, centramos esta entrada en
sus especialidades.
Reglas se deben de seguir para su aplicación
1. El heredero favorecido por el derecho de transmisión no puede optar por
aceptar la herencia del primer causante y repudiar la herencia del
transmitente, puesto que el derecho de transmisión es un valor patrimonial
integrante del patrimonio del transmitente.
2. Inversamente el heredero favorecido por el derecho de transmisión que
acepta la herencia de su transmitente, puede repudiar la herencia del
primer causante, porque lo que adquiere es el derecho de transmisión, es
decir la facultad de aceptar o repudiar
3. Con independencia de que el heredero acepte o repudie la herencia del
primer causante, el valor del derecho de transmisión se tiene en cuenta
para determinar la legítima de los legitimarios de su transmitente
4. El heredero favorecido por el derecho de transmisión no debe colacionar la
donación recibida del primer causante
5. Si se acepta la herencia del primer causante, se entienden adquirida con
efecto retroactivo dese el momento de su muerte
6. Si son varios los herederos pueden unos aceptar la herencia del primer
causante y otros no.
7. La capacidad para suceder se tiene en cuenta solo con respeto al
transmitente no con respecto al primer causante.
Transmisión testamentaria y legítima.
Desde tiempo inmemorial se conocen dos clases de sucesiones: legítima y
testamentaria. La primera es aquella que la ley defiere a los parientes más
próximos, de acuerdo con un orden que ella misma establece; la segunda se basa
en la voluntad del difunto expresada en el testamento.
La ley indica en la primera en forma taxativa a los herederos legítimos,
determinado la porción de cada uno y prohibiendo, generalmente, su exclusión por
testamento cuando se trata de parientes en línea recta; de ahí la denominación
impropia de herederos forzosos.

Transmisión de la posesión.
El derecho de posesión suele ser confundido con el derecho de propiedad, no son
lo mismo. El derecho de propiedad es el derecho que tiene una persona de gozar
y disponer de sus bienes. La posesión es el poder de hecho que una persona
tiene sobre un bien o sobre un derecho y realiza actos materiales que manifiestan
las facultades que ese bien o derecho confieren.
La confusión entre propiedad y posesión se da en virtud de que ambos derechos
presentan ciertas similitudes, como que el derecho de posesión puede tenerse
sobre bienes que son susceptibles de apropiación, es decir sobre todos aquellos
bienes que no se encuentren excluidos del comercio, siendo estos bienes
muebles, como automóviles, joyas, obras de arte, o bienes inmuebles como
terrenos, casas, o derechos reales. Además, la propiedad puede adquirirse
mediante la posesión por el transcurso del tiempo y con las condiciones
establecidas en la ley.
En realidad, propiedad y posesión son distintos, pero están estrechamente
relacionadas. Ambas se encuentran reguladas por el Código Civil Federal y
Códigos Civiles de las entidades federativas, y las acciones relativas a las mismas
se encuentran reguladas por el Código Federal de Procedimientos Civiles o
Códigos Procesales de las entidades federativas que resulten aplicables según
sea el caso.
La posesión puede ser originaria o derivada. En el caso de que una persona
adquiera la posesión de una cosa en virtud de un contrato de compraventa, por
ejemplo, se dice que es poseedor originario y podrá gozar, disfrutar y disponer de
la cosa pudiendo incluso enajenarla o gravarla.
Cuando una persona adquiere la posesión de una cosa en virtud de un contrato de
arrendamiento, por ejemplo, se dice que es un poseedor derivado y podrá gozar y
disfrutar de la cosa, pero no podrá enajenarla o gravarla.
Una persona puede ser poseedor mediante un título esto es, mediante un acto
jurídico que le de origen y puede hacerlo de buena o mala fe. Por ejemplo, una
persona puede poseer un terreno en virtud de un contrato de arrendamiento, en
este caso es un poseedor de buena fe, sin embargo, si el contrato de
arrendamiento se encuentra viciado y el arrendatario lo sabía y no dijo nada,
entonces será poseedor de mala fe.
La posesión también puede adquirirse como consecuencia de un hecho o acto
violento, de un delito, como por ejemplo a través del delito de robo de un bien
mueble o del despojo de un bien inmueble.
El derecho de posesión es un derecho real. Además, la posesión entra bajo
protección constitucional y civil. El poseedor tiene la facultad de conservar el bien
hasta en tanto otro demuestre ante órganos jurisdiccionales que tiene mejor
derecho para poseer.
En México el derecho de posesión es elevado a la categoría de garantía
constitucional de tal forma que los particulares no podrán ser privados de este
derecho de forma arbitraria.
Un poseedor puede ser privado de la posesión en virtud de la comisión de delitos
como el robo, el despojo, entre otros.

Petición de la herencia.
La petición de herencia es una acción por la cual el heredero reclama la entrega
de los bienes que componen el acervo sucesorio de quien los detenta invocando
también derechos sucesorios.
Es necesario, por consiguiente:
1. Que los bienes del sucesorio se encuentren en poder de un tercero
2. Que el reclamante invoque, para fundar la acción, su título de heredero
3. Que el detentador de los bienes también lo invoque; si por ejemplo, adujera
un derecho de propiedad no derivado de la sucesión del difunto, no es
procedente la acción de petición de herencia, sino la de reivindicación.
Estas dos acciones tienen un objetivo común: en ambas el actor pretende que se
le reconozca el derecho de propiedad sobre determinados bienes.
Pero en la petición de herencia, el demandante no está obligado a probar el
dominio del causante sobre la cosa; se limita a demostrar su título hereditario.
Basta con eso, pues el derecho que el detentador de las cosas pretende tener
sobre ellas se funda también en su carácter de heredero. En otras palabras,
mientras en la acción reivindicatoria la prueba del dominio es esencial, en la de
petición de herencia lo único que debe probarse es el título de heredero.

BENEFICIO DE INVENTARIO Y SEPARACIÓN DE PATRIMONIO.


Beneficio que permite a los acreedores de la sucesión, en caso de aceptación
pura y simple de ella, hacerse pagar, con preferencia a los acreedores personales
del heredero, con los bienes de la sucesión.

Beneficio de inventario.
La separación de patrimonios es una institución tendiente a defender a los
acreedores hereditarios contra la insolvencia del heredero. Tuvo su origen en el
derecho Romano. Los acreedores del heredero insolvente tenían derecho a pedir
la bonorum venditio o sea la venta de los bienes del deudor. Se reconoció
entonces a los acreedores del difunto la bonorum separatio, que era un incidente
de aquel proceso y permitía separar todos los bienes hereditarios de los restantes
del patrimonio del heredero.
Se llevará a cabo una liquidación colectiva de estos bienes, y si, pagados todos
los acreedores y legatarios, quedaba algún saldo, podían cobrarse de en los
acreedores personales personal es del heredero.
Al pasar al derecho francés, esta institución tan simple y práctica sufrió una
profunda transformación. No hay liquidación colectiva de los bienes, ni
intervención judicial, ni siquiera separación de patrimonios: todo el sistema del
código Napoleón se reduce a crear un privilegio, en virtud del cual los acreedores
del difunto tienen derecho a ser pagados con preferencia a los personales del
heredero, respecto de los bienes hereditarios.
En el derecho moderno se tiende a volver a una auténtica separación de bienes,
con efectos similares al beneficio de inventario.

APLICACIÓN DE SANCIONES.
El vocablo sanción, etimológicamente, implica pena o castigo que la ley establece
para el que la infringe.
La sanción es la consecuencia determinada en la norma para el caso de
incumplimiento de la misma.
El primer efecto que sigue, desde el punto de vista normativo luego del acto ilícito
es en general el restablecimiento de la situación conforme a derecho.
La clasificación de las sanciones en derecho civil, puede realizarse atendiendo a
diversos caracteres en:
1. Resarcitorias: Tienden a restablecer una situación jurídica idéntica o
análoga a la que debió existir si no se hubiese producido la conducta
antijurídica.
2. Represivas o punitivas: Imponen un castigo o pena al infractor de la norma
con propósito de defensa o seguridad social.
3. Cancelatorias: Consisten en la privación de los derechos subjetivos o
potestades.
Las sanciones civiles de mayor aplicación son:
I. La ejecución forzada o compulsión: el efecto principal de las
obligaciones para el acreedor es el derecho de exigir al deudor su
cumplimiento.
b) Cumplimiento o ejecución por un tercero.
c) La indemnización o resarcimiento, esta es la sanción resarcitoria
propiamente dicha. Consiste en la reposición de las cosas a su
estado anterior, si ello fuera imposible la indemnización se fijará en
dinero.
d) Las sanciones represivas o punitorias: si el interés público se ve
menoscabado la ley impone penas a los infractores para disuadirlos
de su conducta.
Tiene poca cabida en materia civil las sanciones represivas, no así en derecho
penal que encuentran mayor adecuación.
Con respecto a las declaraciones de invalidez, como sanción resarcitoria, existen
diferentes causas que pueden privar el acto jurídico de sus efectos propios y
hacerlo ineficaz. Es conveniente distinguir entre actos inválidos; en los cuales la
privación de efectos se produce como sanción prevista por la ley para el caso de
quebrantamiento del orden jurídico; y actos inútiles en los mismos la falta de
efectos resulta de la voluntad de las partes o de la naturaleza de las cosas.
En el Código Civil las declaraciones de invalidez previstas son la nulidad y la
imposibilidad.
Hay institutos que no son sanciones porque no son consecuencia del
incumplimiento del deber jurídico u obligaciones como por ejemplo la prescripción,
la caducidad y la expropiación por el Estado de bienes de particulares por causa
de utilidad pública.

Inexistencia nulidad y caducidad de las disposiciones


testamentarias o del derecho de heredar.
Se consideró como posibles ineficacias del acto jurídico a las nulidades en que
podía incurrir y distinguiendo la nulidad absoluta y la relativa, sin hacer mención a
la inexistencia.
Caducidad de disposiciones Testamentarias.
Son varios los supuestos de caducidad de estas disposiciones, si bien algunas de
ellas referidas a los legados.
Así, las disposiciones testamentarias y los legados caducan por la premoriencia
del beneficiario, y si se tratase de una persona jurídica, cuando fuera disuelta o
perdiera su personería antes de morir el causante. También caducan cuando
benefician a una persona por nacer, si no naciera con vida; y otro tanto ocurre
cuando se declara la muerte presunta del beneficiario, pues el día presuntivo del
fallecimiento se toma en cuenta para determinar si la disposición testamentaria ha
caducado.
Igual situación se plantea cuando el beneficiario muere con anterioridad al
cumplimiento de una condición suspensiva o de un término incierto, o cuando un
legado estuviese ligado a una condición suspensiva y esta faltare.
La pérdida de la cosa, si ésta fuera cierta y determinada provoca también la
caducidad del legado; y, finalmente, la renuncia del beneficiario determina la
caducidad de las disposiciones testamentarias establecidas a su favor.
Es nula la institución de heredero o legatario hecha en memorias o comunicados
secretos. Es nulo el testamento que haga el testador bajo la influencia de
amenazas contra su persona o sus bienes, o contra la persona o bienes de su
cónyuge o de sus parientes. El testador que se encuentre en el caso del párrafo
que precede, podrá, luego que cese la violencia o disfrute de la libertad completa,
revalidar su testamento con las mismas solemnidades que si lo otorgara de nuevo.
De lo contrario será nula la revalidación. Es nulo el testamento captado por dolo o
fraude. El juez que tuviere noticia de que alguno impide a otro testar, se
presentará sin demora en la casa del segundo para asegurar el ejercicio de su
derecho, y levantará acta en que haga constar el hecho que ha motivado su
presencia, la persona o personas que causen la violencia y los medios que al
efecto hayan empleado o intentado emplear, y si la persona cuya libertad ampara
hace uso de su derecho. Es nulo el testamento en que el testador no exprese
cumplida y claramente su voluntad, sino sólo por señales o monosílabos en
respuesta a las preguntas que se le hacen.
El testador no puede prohibir que se impugne el testamento en los casos en que
éste deba ser nulo conforme a la ley. El testamento es nulo cuando se otorga en
contravención a las formas prescritas por la ley. Son nulas la renuncia del derecho
de testar y la cláusula en que alguno se obligue a no usar de ese derecho, sino
bajo ciertas condiciones, sean éstas de la clase que fueren. La renuncia de la
facultad de revocar el testamento es nula.
El testamento anterior queda revocado de pleno derecho por el posterior perfecto,
si el testador no expresa en éste su voluntad de que aquél subsista en todo o en
parte. La revocación producirá su efecto, aunque el segundo testamento caduque
por la incapacidad o renuncia del heredero o de los legatarios nuevamente
nombrados. El testamento anterior recobrará, no obstante, su fuerza, si el
testador, revocando el posterior, declara ser su voluntad que el primero subsista.
Las disposiciones testamentarias caducan y quedan sin efecto, en lo relativo a los
herederos y legatarios:
I. Si el heredero o legatario muere antes que el testador o
antes de que se cumpla la condición de que dependa la
herencia o el legado.
II. Si el heredero o legatario se hace incapaz de recibir la
herencia o legado.
III. Si renuncia a su derecho. La disposición testamentaria
que contenga condición de suceso pasado o presente
desconocidos, no caduca, aunque la noticia del hecho se
adquiera después de la muerte del heredero o legatario,
cuyos derechos se transmiten a sus respectivos
herederos.

OBJETOS DEL DERECHO HEREDITARIO.


Comprenderá las distintas relaciones jurídicas que pueden presentarse entre la
diversidad de interesados en la herencia, tales como los herederos, los legatarios,
los albaceas e interventores, los acreedores y deudores hereditarios, y
excepcionalmente los acreedores y deudores personales de los herederos y
legatarios.
Se pueden combinar las diversas posibilidades de intervención de los diferentes
sujetos del derecho hereditario para poder determinar relaciones jurídicas’ de
todos ellos entre sí.
Tomando como base tres de dichos sujetos o sean, los herederos, los legatarios y
los albaceas, pueden formarse las siguientes relaciones.
El estudio de los objetos del derecho hereditario comprende dos grandes partes:
los objetos directos y los objetos indirectos de esa rama del derecho civil.
Los objetos directos del derecho en general, comprenden tanto los derechos
subjetivos como los deberes jurídicos y las sanciones, es decir, tienen que ser
necesariamente formas de conducta humana en su interferencia inter-subjetiva
que se manifiestan en facultades, deberes y sanciones, se referirán a los
derechos, obligaciones y sanciones relacionados con la herencia.
El estudio de los objetos del derecho hereditario comprende asimismo los objetos
indirectos sobre los cuales recae o se relaciona la conducta humana en su
interferencia inter-subjetiva que se manifiesta en facultades, deberes y sanciones.

Del derecho a la herencia.


La herencia, como señala el Código Civil Federal en su artículo 1281, “es la
sucesión en todos los bienes del difunto y en todos sus derechos y obligaciones
que no se extinguen por la muerte”. Esto significa que al morir una persona, otras
personas (físicas o morales) pueden recibir todo su patrimonio, incluyendo por
supuesto sus deudas.
A la persona que fallece y hereda su patrimonio, se le conoce dentro del
procedimiento respectivo como autor de la herencia o “de cujus”. Una vez que esto
ocurre, el patrimonio del “de cujus” se conoce como acervo hereditario. Este se
determina mediante un inventario que deberá presentarse dentro del juicio en que
se demande la herencia. Una herencia es un acto jurídico que consiste en la
transmisión de los bienes, deberes y derechos de una persona fallecida a otra.

Obligaciones que se originan por virtud de la herencia patrimonio


hereditario y copropiedad hereditaria.
El contenido de la herencia es esencialmente el patrimonio del causante, como
universalidad, formada por el conjunto de relaciones jurídicas activas y pasivas de
las que era titular, siempre que no se extingan por su muerte. Dispone en este
sentido el artículo 659 que “La herencia comprende todos los bienes, derechos y
obligaciones de una persona, que no se extingan por su muerte”.
Podemos distinguir distintos elementos en el contenido de la herencia:
 Derechos patrimoniales. En los derechos patrimoniales la regla general es
la transmisibilidad y, por tanto, la posibilidad de que formen parte de la
herencia. No son transmisibles los que sean personalísimos y los que se
extingan por la muerte de su titular. Tampoco son transmisibles aquellos
derechos de crédito contraídos intuitu personae.
 Obligaciones patrimoniales. El heredero subentra en el patrimonio del
causante no sólo en su parte activa, sino también en la pasiva. Es decir, las
obligaciones también integran el contenido de la herencia, salvo las que se
extingan con la muerte del deudor. Aun integrando el contenido de la
herencia, el causante no puede disponer de sus deudas, sino sólo de sus
derechos, pues las deudas recaen por imperio de la ley sobre el heredero,
respondiendo todos los bienes de la herencia y aun los del propio heredero,
a no ser que haya aceptado a beneficio de inventario.
 Derechos extrapatrimoniales. Forman también parte del contenido de la
herencia algunos derechos no patrimoniales. Así, el derecho moral de
autor, la acción de calumnia e injuria y las acciones de filiación, en todos
cuyos casos la ley los atribuye al heredero en caso de muerte del titular.
Por el contrario, no forman parte del contenido de la herencia los siguientes
derechos:
1. Son inherentes a la persona, y por tanto, no transmisibles los derechos de
la personalidad (honor, libertad, integridad física), aunque pueda sucederse
en las acciones de reparación por daños causados a los mismos.
2. Los derechos políticos no pueden transmitirse por herencia, a diferencia de
lo que ocurría en la Edad Media y parte de la Edad Moderna, cuando
ciertos cargos, y en particular los municipales, pasaban a los descendientes
o incluso podían legarse. Sí son heredables ciertos derechos
administrativos patrimoniales (concesiones).
3. Los derechos de familia no se incluyen en el contenido de la herencia.
Señala O’Callaghan que incluso los que parecen transmisibles no lo son en
realidad, sino que son atribuidos directamente ope legis a una persona por
la muerte de otra, pero sin formar parte de la herencia de ésta. Así, la patria
potestad conjunta deviene única en cabeza del cónyuge supérstite, pero no
por haber recibido por herencia su parte del cónyuge premuerto, sino por
disposición legal. De igual forma, el derecho de alimentos se atribuye por la
ley al alimentista en atención a sus condiciones personales, sin que lo
adquiera por herencia.
Por otra parte, existen derechos que son atribuidos por la ley a determinadas
personas, a la muerte de su titular, pero sin formar parte del contenido de la
herencia. Así ocurre en los títulos nobiliarios y en los derechos arrendaticios
rústicos y urbanos en que leyes especiales regulan su atribución a ciertas
personas unidas con ciertos vínculos con el titular que fallece. En estos casos se
emplea la expresión sucesión extraordinaria o excepcional o irregular, si bien no
es propiamente una sucesión mortis causa.
Finalmente, hay derechos que se constituyen por razón de la muerte de una
persona, siendo su titular originario el heredero. Así, por ejemplo, el derecho a
percibir indemnización por la muerte de una persona o el derecho a percibir
pensiones de viudedad u orfandad.

RELACIONES JURÍDICAS DEL DERECHO HEREDITARIO.


La exigencia sentida en toda Sociedad jurídicamente ordenada de que las
relaciones jurídicas de una persona no se extingan en su muerte, sino que se
transmitan a otros que subentran así en el lugar del difunto, halla cumplida
satisfacción en la institución de la herencia.
El derecho hereditario, o sea el conjunto de normas que regulan la transmisión de
bienes del difunto a la persona que le sucede, halla su fundamento racional en la
necesidad de que la muerte no rompa las relaciones de quien cesa de existir, ya
que la interrupción de tales relaciones repercutiría perjudicialmente en la
economía general.
Las distintas relaciones que pueden presentarse entre la diversidad de interesados
en la herencia tales como los herederos, los legatarios, los albaceas e
interventores, los acreedores y deudores hereditarios, y excepcionalmente los
acreedores y deudores personales de los herederos y legatarios.
Implica la articulación de todos los elementos simples que intervienen como
conceptos jurídicos fundamentales en todas las disciplinas del derecho.

Relación de los herederos.


Sabemos que el principio fundamental del derecho hereditario es la muerte, ya
que a través de esta surge el derecho sucesorio mediante el cual se da la
transmisión de los derechos u obligaciones del cujus. Mediante la realización del
testamento el testador elige a quienes desea heredarle sus bienes, así como que
este acto jurídico debe de ser personalísimo.
Por lo que el testador debe de encontrarse en pleno juicio de su capacidad, para
poder realizarlo, este a su vez, puede poner en su testamento condiciones a sus
herederos que deben de cumplir para poder recibir la herencia, junto con ello se
encuentra la institución de herederos, la cual se refiere que aquellas personas que
el testador señale como herederos de forma clara y precisa.
Así mismo se encuentran los legados siento estos un derecho real sobre un bien
determinado, en el cual no se heredan obligaciones ni cargas, las substituciones
se realizan con la finalidad de nombrar a una o varias personas como herederos.
Según hemos dicho, las normas generales que regulan la copropiedad. Es así
como el Código Civil contiene sobre esta materia los siguientes principios:
1. A la muerte del autor de la sucesión, los herederos adquieren derecho a la
masa hereditaria corno a un patrimonio común, mientras que no se hace la
división. (Art. 1288). Este precepto consagra claramente la copropiedad
hereditaria.
2. Cada heredero puede disponer del derecho que tiene en la masa
hereditaria, pero no puede disponer de las cosas que forman la sucesión.
(Art. 1289). Lo que equivale a decir que los herederos, como los
copropietarios, no pueden ejecutar actos de dominio sobre la universalidad
o cosa objeto de indivisión, sin el consentimiento de todos los copartícipes;
pero sí. pueden disponer sobre sus respectivas partes alícuotas,
respetando el derecho del tanto de los demás interesados.
3. Para la venta de los derechos que tenga cada heredero, es decir, de su
parte alícuota, se respetará el derecho del tanto que también se reconoce
en la copropiedad ordinaria. (Arts. 973 y 1292). A este efecto son aplicables
los artículos 1292 a 1294.
4. La partición de la copropiedad hereditaria se rige por reglas propias,
tomando en cuenta que existe la necesidad de liquidar la herencia y, por lo
tanto, la aplicación del activo para cubrir el pasivo, a efecto de definir si hay
un haber o déficit hereditario. En el primer caso, se procederá a la división
del haber líquido entre los herederos. (Arts. 1767 a 1787).
5. La partición hereditaria no puede hacerse sino hasta que queden
aprobados el inventario-avalúo y la cuenta de administración del albacea.
(Art. 17.67)
6. Ningún heredero puede estar obligado a permanecer en la indivisión, así.
como ningún copropietario puede quedar obligado en esos términos. (Arts.
939 y 1768).
7. La partición hereditaria se rige en principio por las disposiciones del
testador. (Art. 1771).
8. Entre los herederos existe la obligación de abonarse recíprocamente las
rentas y frutos que cada uno hubiere recibido de los bienes hereditarios, así
como pagarse los gastos útiles y necesarios que hubieren hecho. También
existe la obligación de indemnizarse entre sí por los daños causados a los
bienes de la herencia, en los casos de malicia o negligencia. (Art. 1773).
9. La partición hereditaria es un acto jurídico formal que constará en escritura
pública, siempre que en la herencia haya bienes cuya enajenación deba
hacerse con esa formalidad. Los gastos de la partición, se rebajarán del
fondo común; los que se hagan por interés particular de alguno de los
herederos o legatarios, se imputarán a su haber. (Arts. 1777 y 1778).
10. En cuanto a los efectos de la partición hereditaria nos remitimos al estudio
que hemos hecho sobre el particular. La partición legalmente hecha, fija la
porción de bienes hereditarios que corresponde a cada uno de los
herederos. (Art. 1779).
11. Entre los coherederos existe la obligación de saneamiento para el caso de
evicción, o sea, si uno de ellos fuere privado posteriormente a la partición
de la parte que se le aplicó, o de algunos bienes, los demás responderán
en proporción a sus cuotas y tendrán la obligación de constituir hipoteca
necesaria en los términos del artículo 2935- fracción I.
Lo anterior, no es más que un resumen general de los que trata la materia del
derecho sucesorio, dentro del testamento se encuentran dos formas, ordinarios y
especiales en los primero se encuentran el testamento público abierto, testamento
público cerrado, testamento público simplificado y testamento ológrafo, y en el
segundo el testamento privado, testamento militar, testamento marítimo y el
testamento otorgado en país extranjero.
Dentro de la sucesión legítima se encuentra en primer orden a heredar los
descendientes, y cónyuge, concubina o concubino, siguiendo de estos los
descendientes, de no existir estos siguen los colaterales, y a falta de todos los
anteriores, hereda la beneficencia pública.
Toda vez que se sabe quiénes son los candidatos a heredar, resulta la figura del
albacea que como sabemos es el ejecutor testamentario, es decir, la persona
designada para que después de la muerte del autor de la sucesión, efectúe la
administración y liquidación de su patrimonio, él tiene la obligación de llevar a
cabo el inventario y avalúo de los bienes que conforman la masa hereditaria, para
llevar a cabo la partición, es decir, llevar a cabo la división y distribución de los
bienes hereditarios indivisos entre todos los herederos llamados a la sucesión del
de cujus.

Relación de los legatarios.


Si no hay acreedores oponentes, el heredero debe pagar a los acreedores y
legatarios a medida que se presenten. Los acreedores que se presenten cuando
ya no hay bienes de la sucesión, sólo tienen recurso durante tres años contra los
legatarios por lo que éstos hubiesen recibido. El heredero puede pagarse a sí
mismo. (Art. 3398 Cód. Civ.). El legatario queda obligado así, con los bienes que
recibe durante al plazo que establece la norma.
I.2. La regulación en el Código Civil y Comercial.
a. Herederos. La regulación de la situación del heredero en
relación a los acreedores del causante es más gravosa en el
CCCN que en el Cód. Civ.En efecto, el CCCN no regula el
beneficio de inventario ni la aceptación pura y simple, sino que
establece tres criterios de responsabilidad del heredero que
acepta la herencia frente a los acreedores del causante, que
podríamos sistematizar en un principio con dos excepciones.
I.3. En principio no responde con su patrimonio por las deudas del
causante. Como primera excepción responde con su patrimonio
hasta el valor de los bienes recibidos del causante si los hubiera
enajenado. Y como segunda excepción, más gravosa aún,
responde con todo su patrimonio si realiza ciertos actos
prohibidos. Analizaremos cada supuesto:
1. Principio: no responde con su patrimonio por las deudas del causante.
Al regular la “responsabilidad del heredero”, el CCCN dispone que “el heredero
queda obligado por las deudas y legados de la sucesión sólo hasta la concurrencia
del valor de los bienes hereditarios recibidos. En caso de pluralidad de herederos,
éstos responden con la masa hereditaria indivisa. (Art. 2317)
Concordantemente, se establece que los herederos “En principio, responden por
las deudas del causante con los bienes que reciben...” (Art. 2280)
Armonizando dichas normas, se puede afirmar que el principio aplicable es el de
separación de patrimonios o responsabilidad intra vires hereditatis: se responde
sólo con los bienes que se reciben o hasta la concurrencia de dicho valor. La
cuestión del valor de los bienes se relaciona con la primera excepción que
pasamos a mencionar.
2. Primera excepción: responde con su patrimonio hasta el valor de los bienes
recibidos del causante si los hubiera enajenado.
El mismo Artículo 2280 antes citado enuncia el principio rector en materia de
responsabilidad, pero agrega “En principio, responden por las deudas del
causante con los bienes que reciben, o con su valor en caso de haber sido
enajenados.”.
Es decir que de haberse enajenado bienes el heredero responde con su
patrimonio, pero éste sólo se verá afectado como máximo hasta el equivalente al
valor de los bienes heredados. La norma tal como está redactada, al no
discriminar si el acto de enajenación fue hecho con o sin consentimiento por parte
de los demás coherederos o con o sin autorización judicial para hacerlo, puede dar
lugar a discrepancias en cuanto a su interpretación y alcance dado que a su vez el
Art. 2321, hace responsable “con sus propios bienes” al heredero que “enajena
bienes de la sucesión, excepto que el acto sea conveniente y el precio obtenido
ingrese a la masa.” Como se aprecia, ante un mismo acto de enajenación, dos
normas establecen distinto alcance de responsabilidad, aunque entendemos que
el sentido que debe darse al acto de enajenación regulado en el Art. 2321 es el de
un acto de enajenación sin consentimiento de los demás coherederos ni
autorización judicial.
3. Segunda excepción: responde con todo su patrimonio si realiza actos
prohibidos.
El heredero responderá “con sus propios bienes por el pago de las deudas del
causante y cargas de la herencia” (Conf. Art. 2321 CCCN) en los siguientes casos:
a) Si no hace el inventario en el plazo de tres meses desde que los
acreedores o legatarios lo intiman judicialmente a su realización.
b) Si oculta fraudulentamente los bienes de la sucesión omitiendo su inclusión
en el inventario.
c) Si exagera dolosamente el pasivo sucesorio.
d) Si enajena bienes de la sucesión, excepto que el acto sea conveniente y el
precio obtenido ingrese a la masa.
Entendemos que la referencia a bienes “propios” es en relación a los de su
patrimonio por contraposición a los bienes “de la herencia” y no se refiere al
carácter de propios o gananciales en el supuesto que el heredero fuera persona
casada bajo el régimen de comunidad.
En el mismo sentido el Art. 2295 CCCN, al regular la aceptación forzada de la
herencia, establece que “el heredero que oculta o sustrae bienes de la herencia es
considerado aceptante con responsabilidad ilimitada, pierde el derecho de
renunciar, y no tiene parte alguna en aquello que ha sido objeto de su
ocultamiento o sustracción. En el supuesto de que no pueda restituir la cosa, debe
restituir su valor, estimado al momento de la restitución.”
Como puede apreciarse, los supuestos anteriores que extienden la
responsabilidad del heredero son sanciones ante actos que perjudican
patrimonialmente tanto a coherederos como acreedores del causante o del propio
heredero.
Existe así un único modo de aceptación, limitando tanto el derecho de los
acreedores del causante como la responsabilidad del heredero a los bienes de la
herencia. Pero también sanciona al heredero por realizar ciertos actos prohibidos
que motivan que responda con sus propios bienes por el pago de las deudas del
causante y cargas de la herencia.
Las normas analizadas deben relacionarse con el Art. 2358 referido al
procedimiento de pago de las deudas y los legados que mencionamos más
adelante. Relaciones de lo heredados entre sí.
a. Los herederos adquieren derecho a la masa hereditaria como a un
patrimonio común, mientras no se hace la división.3. Relaciones de los
herederos con los acreedores de la herencia.
b. Cada heredero puede disponer del derecho que tiene de la masa
hereditaria, pero no de las cosas que forman la sucesión.
c. Para la venta de los derechos que tenga cada heredero, se respetará el
derecho del tanto. Siendo los herederos causahabientes a título universal
del patrimonio sucesorio, a beneficio de inventario, se convierten en
deudores de los acreedores del difunto, pero hasta el límite que lo permita
el activo de la herencia.
d. Entre los herederos existe la obligación de abonarse recíprocamente las
rentas y frutos que cada uno hubiere recibido de los bienes hereditarios, así
como pagarse los gastos útiles y necesarios que hubieren hecho.

Relación de los albaceas.


El albacea ha de ser nombrado por el testador. Se trata de un cargo voluntario, por
lo que es requisito que el nombrado albacea acepte el cargo. Se entiende que el
albacea acepta el cargo, si no manifiesta una excusa para el desempeño de su
función en los seis días siguientes al conocimiento de la muerte del testador, o al
conocimiento de su nombramiento si éste fuera posterior. El albacea no puede
renunciar sin justa causa, ya que podría llevar aparejada la pérdida de lo que le
hubiera dejado el testador, a excepción de lo que le correspondiera por su
legítima.
Es un cargo personalísimo, ya que no podrá delegarse el nombramiento sin
autorización del testador; además es gratuito, aunque es posible establecer en el
testamento su remuneración.
El cargo de albacea es temporal, cuyo plazo de ejercicio será fijado también por el
testador. En caso de no mencionarse plazo en el testamento, la ley establece un
plazo de un año, que podrá ser prorrogado, tanto por el propio testador como por
los herederos y el Juez (art. 904 Código Civil). El albacea tendrá las funciones que
le haya asignado el testador en el testamento. Lo que haya dispuesto al respecto
el fallecido será la regla principal por la que deberá regirse su actuación. Párale
supuesto de que no haya dicho nada, el albacea estará encargado de:
1. Disponer y pagar los sufragios y el funeral del testador.
2. Pagar los legados en metálico, con el conocimiento y el acuerdo de los
herederos.
3. Vigilar la ejecución del resto de lo ordenado en el testamento.
4. Conservar y custodiar los bienes.
Se le reconoce, además, la posibilidad de enajenar bienes muebles o inmuebles,
aun cuando no haya sido autorizado para ello por el testador, si no hubiera en la
herencia metálica suficiente para pagar los funerales y legados y los herederos no
lo aportaran de lo suyo.

UNIDAD III. ALBACEAS Y LA HERENCIA.CONCLUSIÓN.


En el albaceazgo, la ejecución del testamento es encargada a aquella persona lo
suficientemente hábil, preparada y de confianza para poder dar cumplimiento a la
voluntad del testador en aquellos casos complejos generados por desacuerdos o
conflictos entre los mismos herederos o incluso en aquellos casos en los que
existan testamentos que sin embargo no contengan la institución de herederos
sino solo la de los legatarios.
Los albaceas, llamados ejecutores testamentarios, son aquellas personas de
confianza a quienes el testador confiere el encargo personal de cumplir lo
dispuesto en el testamento a cambio de una retribución por sus servicios.
Teniendo el albacea la obligación de rendimiento de cuentas a los sucesores del
testador entre varias otras y en cuanto no sea contrario a la ley, al orden público y
a las buenas costumbres. Asimismo, el cese del cargo del albacea ocurre en seis
supuestos establecidos legalmente
El testamento como acto jurídico, tiene que ser otorgado con todos los elementos
de forma y solemnidad prescritas por la ley, para que no pueda verse afectado de
algún tipo de nulidad, considerando que el testamento por su característica mortis
causa no puede ser convalidado por su autor, se vería afectado de una nulidad
absoluta o de inexistencia dicho acto, el cual no tendría efecto legal alguno, siendo
necesario en tal caso remitirse a la sucesión legitima.
La herencia comprende todos los derechos y obligaciones del causante que no se
hubieren extinguido por su fallecimiento. Lo que se hereda es una universalidad
jurídica que configura una comunidad hereditaria. Se adquiere de pleno derecho
desde la muerte del causante y puede ser objeto de negociaciones jurídicas. Uno
de los negocios jurídicos familiares más frecuentes es el contrato de cesión de
herencia que se caracteriza por ser bilateral, formal, y por sobre todas las cosas,
aleatorio. Su objeto es la universalidad o parte alícuota de la herencia, y no así un
bien determinado. Es posible en este contrato, garantizar la existencia de un bien
determinado sin desnaturalizar el tipo contractual. Es posible utilizar la herencia
como garantía.
En cuanto a la forma debida para instrumentar dicho negocio, coincidimos que es
viable hacerlo por un fideicomiso de garantía. Se admite la eficacia de las
enajenaciones realizadas por un heredero aparente considerando como
condiciones para su validez la exigencia de que se haya dictado la Declaratoria de
herederos o aprobación de testamento, el acto sea oneroso y el adquirente de
buena fe.

CONCLUSIÓN GENERAL.
El texto referente abarca principalmente sobre el testamento que deja el de cujus y
el testamento legítimo que es el que se tramita por disposición de la ley. Existen
importantes problemas que se tienen en nuestro país con los testamentos por
distintas y variadas causas. Indudablemente, el testamento es de gran importancia
de alcances jurídicos, pero que, la gente no le toma tal importancia debido a la
falta de cultura acerca de este tema.
Se piensa y cree que es de mala suerte, que se acerca la muerte o el final de la
vida cuando no es así, vivimos en un país de creencias muy religiosas y de
supersticiones, que aunado a la falta de recursos económicos o no querer realizar
gastos por no creerlos necesarios, hace más difícil dejar los asuntos del autor de
la sucesión en orden. Es de observarse que el testamento tiene raíces históricas,
dado que nuestro sistema jurídico es de herencia romano- canónica, como lo fue
en Roma, siendo que se regían de estrictas reglas, seguidas por cómo se
estructuraba la sociedad y como fue evolucionando esta, así como todas las
sociedades y en especial la sociedad mexicana, adicionando las evoluciones que
trae la tecnología, el internet y la cultura.
Tenemos también, que, siendo el testamento de orden civil, la regulación depende
de cada Estado y por tanto de sus códigos. Aun así, los Notarios observando que
existen diversos problemas es que fue creado el Registro Nacional de Avisos de
Testamento. Esto para poder ver si efectivamente el testamento del juicio que se
tramitaba era el último en haber sido otorgado y que no hubiera otro testamento
hecho en otro Estado de la República mexicana.
Es de notarse que para poder otorgar un estamento se requiere tener capacidad
para poder realizarlo, cumplir con la edad mínima requerida en el código de dicho
estado, que la persona que lo realice lo haga por su voluntad y que esta voluntad
sea unilateral porque es su deseo determinarla en la forma que quisiere. Que, en
muchos casos, en la realidad, muchas veces no se lleva a cabo la voluntad del de
cujus. El testador también puede poner las condiciones que desee para que los
herederos puedan suceder, existe protección para que el testador que sufre de un
estado de interdicción nuda realizarlo cuando tenga un intervalo de lucidez.
La sucesión es una de las manifestaciones del Derecho en la vida diaria con más
y mayor alcance que otras creaciones jurídicas, la sucesión protege los bienes
patrimoniales de las personas aun después de muertas, ese es su objetivo
principal, la ingeniería jurídica que crea el ordenamiento civil prevé más de una
forma en la que una persona puede transmitir todos y cada uno de los bienes que
durante vida haya adquirido y que a su muerte tengan la necesidad de contar con
uno o varios propietarios de reciente adición. La sucesión es pues un arma de
protección a la vida misma de las personas en su etapa póstuma y, si bien, la
voluntad del “de cujus” es fundamental en este acto tan importante, debemos
recalcar que no siempre aparece o no aparece más bien en todos los casos con el
mismo nivel.
El Derecho es pues no solo un conjunto de normas que regulan la conducta del
hombre en sociedad, sino que también es un conjunto de oportunidades y base
sólida para la búsqueda de la justicia donde las sucesiones juegan su rol más
importante. Imagínense a un padre cuya vida ha pasado en el trabajo y el
esfuerzo, para conseguir lo poco o mucho que en sus días luminosos pudo
obtener pero que por las leyes que no son de los hombres sino de la naturaleza,
encuentra su muerte de manera repentina, por causa de una enfermedad
inesperada, ¿Quién tendrá el Derecho de reclamar los bienes y derechos de ese
señor? Lo justo es pues, que sean los hijos y su esposa, los que por tradición y
costumbre, por amor y por sangre, tengan el goce sobre esos bienes, de ahí el
Derecho sustituyendo la voluntad de la persona, pero presumiendo tenerla por
lógica, protege los bienes y los lleva a quienes el derecho crea tenerlos, esa es un
claro ejemplo de la importancia y alcance de la sucesiones.

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