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DE LOS ALBACEAS
DEFINICIÓN. Persona designada por el testador para velar por la correcta
ejecución del testamento. Pueden ser nombrados 1 o más albaceas,
mancomunados o solidarios. Entre sus funciones ordinarias se encuentran las
siguientes: sufragar los gastos del funeral, satisfacer legados, velar por los bienes
de la herencia y ejecutar la misma.
El Albacea es una persona generalmente de confianza designada (de forma
particular o de forma genérica) en un testamento, y será la encargada de hacer
cumplir la última voluntad del fallecido. En defecto de esta figura, serán los
herederos los encargados de velar por el cumplimiento de las últimas voluntades
del causante
Este cargo está regulado en el Código Civil, y el único requisito que establece la
ley, en cuanto a la capacidad y legitimación del Albacea, es que tenga capacidad
para poder obligarse. Dicho de otro modo, no pueden ser Albacea los menores de
edad o personas con falta de capacidad.
El albacea es la persona nombrada por el autor de la herencia con objeto o fin de
ejecutar y hacer cumplir su voluntad en los términos de su testamento. Será el
encargado de custodiar los bienes del haber hereditario y hacer la distribución de
los mismos entre los herederos y/o legatarios, conforme a la voluntad del testador.
El albacea tendrá que aceptar su cargo en la sucesión, por lo que podemos
afirmar que se trata de un cargo voluntario, y habiéndolo aceptado se constituye
en la obligación de desempeñarlo. Está obligado a dar cuenta de su encargo a los
herederos, por lo que hace al cumplimiento de las obligaciones encomendadas por
el testador.
Clasificación.
1. Por la naturaleza de su nombramiento:
a. Albacea testamentario: el que designó el de cujus en el
testamento.
b. Albacea legítimo: es el que a falta de nombramiento por el
testador o porque el nombrado no acepta el cargo, es
nombrado por los herederos.
c. Albacea dativo: cuando el albacea es nombrado por el juez,
cuando no haya acuerdo entre los herederos respecto al
nombramiento del mismo, cuando no haya herederos a la
sucesión.
2. Por su duración en el encargo:
a. Albacea temporal: es el albacea nombrado por el juez,
cuando no haya heredero o legatario, o cuando el que exista
no acepte la herencia, durará en su encargo mientras que
declarados los herederos legítimos, éstos hacen la elección
del albacea.
b. Albacea definitivo: es el albacea nombrado en el testamento,
por los herederos o por el juez y que acepta el encargo y que
por lo tanto tiene obligación de ejercerlo y concluirlo dentro del
siguiente año, en los términos de ley.
3. Por su actividad en el desempeño del cargo:
a. Albacea universal o general; es el único, nombrado como
albacea para ejecutar la voluntad del testador o realizar las
gestiones relativas a la administración, división y repartición
de los bienes de la sucesión legitima
b. Albacea especial: es el nombrado para garantizar la
realización de un acto o diligencia particular dentro de la
ejecución del testamento, y puede ejercer su cargo
conjuntamente con el albacea universal.
4. Por su número:
a. Albacea único: hay sólo una persona nombrada para el cargo
de albacea en la sucesión a la que se le llama. El heredero
que fuere único será albacea, si no se hubiere nombrado otro
en el testamento. Si es incapaz, su tutor ejercerá el encargo
de albacea.
b. Albaceas mancomunados: cuando son varios los albaceas
nombrados y el testado hubiese establecido expresamente
que el cargo se ejerza de común acuerdo por todos ellos. Solo
valdrá, en cuanto a sus funciones y decisiones, lo que hagan
de común acuerdo, lo que haga uno de ellos con la
autorización de los otros, o lo que en caso de no ponerse de
acuerdo, decida la mayoría de ellos. Si no hay mayoría,
decidirá el juez.Si se trata de un caso de extrema urgencia,
uno de los albaceas mancomunados podrá practicar, bajo su
responsabilidad, los actos que considere necesarios, pero
deberá dar aviso y cuenta de ello inmediatamente a los otros
albaceas.
c. Albaceas sucesivos: cuando fueren varios los albaceas
nombrados, el encargo será ejercido por cada uno de ellos, en
lo individual y sucesivamente, en el orden en que hubieren
sido designados por el testador, en los casos en que no
acepten el encargo o cuando se encuentre ausente o faltare
alguno de ellos.
Naturaleza jurídica.
Sobre la naturaleza jurídica del albacea se han elaborado diversas teorías, desde
considerarlo un mandatario (Beseler), o un tutor (Winscheid), un árbitro (Leyser),
un representante (Rojina Villegas y Gutiérrez y González), un administrador de un
patrimonio en liquidación (Asprón Pelayo) y se le han asignado muchas otras
categorías más.
Durante los siglos XVI y XVII, se había considerado al albacea como un tutor. No
puede ser tal la naturaleza de la figura empezando porque el de cujus no es un
incapaz, y por otro lado, porque no tienen, ni el de cujus, ni la sucesión,
personalidad jurídica y por eso, no pueden tener un tutor.
Se ha pensado también en el albacea como un árbitro, pero tampoco es viable
esta postura, pues el albacea no concluye su labor con un laudo, como lo hacen
los árbitros, y por otro lado el árbitro no tiene facultades de administración como
las tiene el albacea.
Ha sido y sigue siendo constante la comparación del albaceazgo con la figura del
mandato, incluso juristas actuales de primer nivel así lo han sostenido o al menos
sugerido. Los maestros Diez-Picazo y Gullón señalan a este respecto:
La naturaleza jurídica del albaceazgo es muy discutida, pues es un cargo cuya
efectividad, previa aceptación del designado, se produce al morir el testador que lo
nombra. La jurisprudencia, explícita o implícitamente, se ha inclinado por la
calificación de mandatario, que estrictamente no es correcta, en tanto la
designación del albacea es producto de un acto jurídico unilateral post-mortem, no
de un mandato propiamente dicho, ya que no estamos en presencia de un
contrato (como lo es el mandato).
No obstante, aunque la analogía no pase propiamente por ahí, el recurso al
mandato permite aplicar la normativa jurídica de esta institución para suplir las
lagunas que presenta la regulación del albaceazgo en el Código Civil.
Por supuesto, tampoco es un mandatario de los herederos; no lo han nombrado y
tienen que aceptar la decisión del testador. Tal decisión es operante incluso no
aceptando aquellos o antes de su aceptación, pues el albacea para ejercer su
cargo no tiene ninguna limitación legal en ese sentido.
A nuestro juicio, no cabe duda de que el albacea es, en un sentido muy amplio,
gestor de intereses ajenos y por eso es acertada en líneas generales la posición
de aproximarlo al mandatario.
Condiciones.
1. No pueden aceptar el cargo de albaceas:
a. Aquellos que no tengan la libre disposición de sus bienes
b. Tratándose de menores de edad o incapaces, no podrán hacerlo por
sí mismos, pero sí por intervención de su tutor o legitimo
representante, con arreglo a la ley.
2. Tampoco pueden ser albaceas, excepto en el caso de ser herederos
únicos:
a. Los magistrados y jueces que ejerzan jurisdicción en el lugar donde
se abre la sucesión.
b. Los que por sentencia hayan sido removidos, en ocasión anterior, del
cargo de albacea.
c. Los que hayan sido condenados por delitos contra la propiedad.d.
Los que no tengan un modo honesto de vivir.
3. Del mismo modo, pueden excusarse de ejercer el cargo de albaceas:
a. Los empleados y servidores públicos.
b. Los militares en servicio activo.
c. Los pobres que no pueden ejercer el cargo sin menoscabo de su
subsistencia.
d. Los que por enfermedad grave y/o habitual no pueden atender
debidamente el cargo.
e. Los que no saben leer ni escribir y por ello no pueden ejercer
debidamente el cargo de albacea.
f. Los que tengan sesenta años cumplidos.
g. Los que tengan el cargo de albacea en otra sucesión.
Aceptación.
El albacea no está obligado a aceptar el cargo; se trata de un cargo voluntario, y
habiéndolo aceptado se constituye en la obligación de desempeñarlo, tiene
derecho a elegir entre lo que le deja el testador por el desempeño de su cargo y lo
que la ley le concede por el mismo motivo.
Renuncia y excusas.
Es importante tener en cuenta que la figura del albacea es un cargo de aceptación
voluntaria, si bien su aceptación implica la obligación de desempeñarlo.
El cargo de albacea es voluntario; pero el que lo acepte, se constituye en la
obligación de desempeñarlo.
Artículo 1695 del Código Civil Federal.
En determinados supuestos, la renuncia al cargo de albacea puede suponer la
pérdida de los bienes que fuera a recibir como heredero cuando:
No exista causa justa para la renuncia. Los únicos bienes a recibir en la herencia
fueran en concepto de remuneración como albacea.
El albacea que renuncie sin justa causa, perderá lo que hubiere dejado el testador.
Lo mismo sucederá cuando la renuncia sea por justa causa, si lo que se deja al
albacea es con el exclusivo objeto de remunerarlo por el desempeño del cargo.
Artículo 1696 del Código Civil Federal.
El plazo para renunciar al albaceazgo es de seis días desde el conocimiento de su
nombramiento, o bien seis días desde que conociera el fallecimiento del testador
si ya supiera que era albacea designado.
El albacea que presente excusas, deberá hacerlo dentro de los seis días
siguientes a aquel en que tuvo noticia de su nombramiento; o si éste le era ya
conocido, dentro de los seis días siguientes a aquel en que tuvo noticia de la
muerte del testador. Si presenta sus excusas fuera del término señalado,
responderá de los daños y perjuicios que ocasione.
Artículo 1697 del Código Civil Federal. Pueden excusarse legalmente de ser
albaceas quienes cumplan alguna de las siguientes condiciones:
1. Ser empleado o funcionario público.
2. Ser militar en servicio activo.
3. No disponer de recursos económicos suficiente para atender las
obligaciones sin perjudicar su subsistencia
4. Contar un mal estado de salud que impida el desempeño del cargo.
5. No saber leer o escribir.
6. Haber cumplido sesenta años.
7. Ser al mismo tiempo albacea en otra herencia.
Derechos y obligaciones.
1. Derechos. Disponer y abonar en pago los sufragios y gastos del funeral del
testador. Abonar en metálico los legados, con acuerdo de los herederos.
Vigilar la ejecución de aquello ordenado en el testamento y sostener, siendo
justo, su validez en juicio y fuera de él. Conservar y custodiar los bienes del
caudal hereditario. En cuanto a los tipos de albaceazgo, nos encontramos
con dos clases. La primera, según el llamamiento, pudiendo ser
simultáneos (solidario o mancomunado) o sucesivos en el cargo (un
albacea ejecuta el testamento en sustitución del otro). Y la segunda,
universales o particulares, debiendo ejecutar globalmente el testamento o
de forma específica debidamente indicado por el testador en el testamento.
2. Obligaciones del Albacea. Cuando ha sucedido el periodo de vigencia del
cargo del Albacea, éste tiene que reunir cuentas con los herederos: es
decir, explicarle cómo ha gestionado y llevado a cabo sus tareas como
Albacea. Hay una disposición particular que se regula en el art. 907 del
Código Civil y que establece que, en caso de que la tarea del Albacea sea
la de da a los bienes de una herencia una inversión o distribución que el
testador hubiere dispuesto, las cuentas las deberá rendir el Albacea frente
al Juez.
3. Plazo. El albacea, si el testador no ha fijado plazo, debe cumplir su encargo
en el plazo de un año desde su aceptación, o desde que terminen los
litigios que se promovieren sobre la validez o nulidad del testamento o de
alguna de sus disposiciones.
El testador podrá ampliar el plazo legal de forma expresa si no hubiese satisfecho
las labores de su cargo. Si no lo hubiese señalado, se entenderá prorrogado el
plazo por un año.
Si, transcurrida esta prórroga, no se hubiese cumplido la voluntad del testador, el
Juez, Notario o Letrado de la Administración de Justicia podrá conceder otra
prórroga por el tiempo que fuere necesario, atendidas las circunstancias del caso.
Los herederos y legatarios podrán, de común acuerdo, prorrogar el plazo del
albaceazgo por el tiempo que crean necesario; pero, si el acuerdo fuese sólo por
mayoría, la prórroga no podrá exceder de un año.
Duración.
El plazo de duración del cargo de albacea viene determinado, en primer término,
por la voluntad del testador, en caso de haberlo establecido y si el testador no ha
fijado plazo, la duración del cargo es de un año, gozando por tanto de una amplia
autonomía para fijar el plazo en el que, como máximo, debe cumplir el albacea su
cometido. La Ley no obliga a que el plazo se determine de modo expreso, por lo
que puede deducirse de las disposiciones testamentarias.
El cómputo del plazo comienza desde su aceptación, o desde que terminen los
litigios que se hayan promovido sobre la validez o nulidad del testamento o de
alguna de sus disposiciones. Una vez iniciada la ejecución de la sucesión por
parte del albacea, la interposición de cualesquiera litigios interrumpe el plazo de
ejercicio del cargo, que no vuelve a activarse hasta la total finalización de los
mencionados litigios.
Por razones de complejidad de la herencia el plazo inicialmente dado podría no
ser suficiente. En este caso puede iniciarse una prórroga, que tendrá la duración
que hubiera determinado el testador, caso de haberlo previsto. Si no fuera así, el
plazo inicial se entenderá prorrogado por el periodo de un año.
Transcurrida esta prórroga sin que se hubiera cumplido la ejecución de la sucesión
del causante, puede el juez conceder otra prórroga, por el tiempo que fuera
necesario para la finalización de la ejecución del testamento. En este supuesto de
prórroga judicial, el albacea debe solicitarla antes de que expire el plazo y es el día
de la petición de prórroga mediante el correspondiente acto de jurisdicción
voluntaria el que determina el primer día del plazo de la referida prórroga.
Los herederos y legatarios pueden, de común acuerdo, prorrogar el plazo del
albaceazgo por el tiempo que crean necesario. Si el acuerdo es sólo por mayoría,
la prórroga no puede exceder de un año.
La interposición de un procedimiento judicial solamente podrá interrumpir el plazo
de extinción del cargo de contador-partidor hasta su resolución en los supuestos
en los que se refiera a la validez del testamento o de alguna de sus disposiciones,
únicas hipótesis previstas en nuestro derecho positivo.
Funciones.
Vigilar el exacto cumplimiento del cargo de albacea, por lo que no podrá tener la
posesión de los bienes hereditarios ni aun en forma provisional o interina. (Art.
1729 C.C.D.F.). El interventor no puede tener la posesión ni aun interina de los
bienes (Art. 1730 C.C.D.F.).
Recordemos que el llamado interventor por el Código de Procedimientos Civiles
para el caso de las herencias vacantes, es un solo caso de albacea judicial y,
como tal, provisional. Los interventores nunca son nombrados por el testador. Se
puede designar al interventor en los siguientes casos:
1. Cuando el heredero está ausente o es desconocido.
2. Cuando la porción de los legados iguala o exceda a la porción del heredero
albacea.
3. Cuando existan legados para objetos o instituciones de Beneficencia
Pública (Art. 1731 C.C.D.F.). Cuando pasaron diez días de la muerte del
autor de la herencia, no se presenta el testamento, si en él no está
nombrado el albacea o si no se denuncia el intestado (Art. 771 C.P.C.D.F.).
Los herederos que no hubieren estado conformes con la designación del albacea
hecho por la mayoría (Art. 1728 C.C.D.F.), pueden nombrar al interventor, solo
tendrá facultades para vigilar el exacto cumplimiento del cargo de albacea (Art.
1929 C.C.D.F.), sin gozar de la posesión de los bienes.
Personalidad.
1. Personalidad de los Interventores provisionales: Cuentan con
capacidad legal para ejercer el cargo de interventores provisionales,
aquellas personas que además de ser nombradas por un Juez, cubran los
requisitos de mayoría de edad, notoria buena conducta, contar con
domicilio en el lugar del juicio sucesorio y otorgar fianza judicial con el fin de
que caucione su desempeño, dicha fianza la deberá de otorgar en el plazo
de diez días contados a partir de la aceptación del cargo bajo pena de
remoción.
2. Personalidad de los Interventores definitivos: Los Interventores no
cuentan con capacidad para tener la posesión de los bienes hereditarios, ni
siquiera de manera interina. Podrán ejercer el cargo de interventores
definitivos aquellas personas que sean mayores de edad y que cuenten con
capacidad general para obligarse. Durarán en su función todo el tiempo que
dure el albaceazgo entre tanto no se le revoque su nombramiento.
Vocación.
La vocación hace referencia a la “llamada”. Decimos que son llamados a suceder
aquellos individuos que tienen derecho sucesorio y pueden adquirir mortis causa.
Como ya explicamos en nuestro artículo anterior, puede que la vocación tenga su
origen en:
Una designación testamentaria. Es el caso de los herederos y legatarios instituidos
como tales por el causante en su testamento.
El llamamiento legal. En este caso puede pasar:
1. Que los llamados a heredar sean herederos forzosos, con derecho a la
legítima.
2. O bien que no haya testamento o este sea nulo, con lo que se aplicarán las
normas de la sucesión intestada.
3. En definitiva, la vocación no será más que el llamamiento de estas
personas con derechos sucesorios, para que puedan aceptar o repudiar la
herencia.
Existen tres tipos de testamentos comunes en los que se pueden determinar los
derechos sucesorios:
1. Testamento abierto.
2. Testamento cerrado.
3. Testamento ológrafo.
Si quieres saber más acerca de sus ventajas e inconvenientes, te recomendamos
consultar nuestros artículos sobre la materia.
Delación.
El derecho a prestar tal aceptación o repudio se conoce como ius delationis. Ya
hablamos sobre este concepto al analizar el artículo 1006 Código Civil.
Básicamente, el ius delationis es el derecho que tienen los llamados a heredar de
aceptar o no la herencia que les pueda corresponder.
Así, la fase de delación permite diferenciar a quiénes de los llamados a heredar
podrán ser herederos y quiénes no.
Los llamados a heredar que repudien la herencia quedarán excluidos del proceso
sucesorio.
Declaración de herederos.
La declaración de herederos es el proceso que se realiza para determinar quiénes
son los llamados a heredar los bienes, derechos y obligaciones de un difunto. Es
un procedimiento diferente al del reparto de bienes.
Mediante el procedimiento de la declaración de herederos se determina quiénes
son los llamados a heredar.
Es un procedimiento legal que sirve para señalar las personas que van a adquirir
la cualidad de heredero de un determinado causante. Este trámite no regula el
reparto de los bienes, solo la designación de los llamados a heredar.
Este proceso puede realizarse según la manifestación de la voluntad del fallecido
o siguiendo lo establecido en la legislación. Se aplicará la normativa legal cuando
el causante ha muerto sin testamento o cuando, habiéndolo dejado, es nulo o
inválido, abriéndose la declaración de herederos abintestato.
La sucesión legítima tiene lugar:
I. Cuando uno muere sin testamento, o con testamento nulo, o que haya
perdido después su validez.
II. Cuando el testamento no contiene institución de heredero en todo o en
parte de los bienes, o no dispone de todos los que corresponden al
testador. En este caso, la sucesión legítima tendrá lugar solamente
respecto de los bienes de que no hubiese dispuesto.
III. Cuando falta la condición puesta a la institución de heredero, o éste muere
antes que el testador, o repudia la herencia sin tener sustituto y sin que
haya lugar al derecho de acrecer.
IV. Cuando el heredero instituido es incapaz de suceder.
Artículo 912 del Código Civil
La entrada en vigor de la Ley 15/2015, de 2 de julio, de la Jurisdicción Voluntaria
ha simplificado el proceso, ya que se puede realizar por la vía notarial, sin
necesidad de acudir al juzgado. Esta materia ha quedado regulada en los artículos
55 y 56 de la Ley de 28 de mayo 1862, Orgánica del Notariado.
No obstante, la competencia de los notarios para conocer del proceso de
declaración de herederos abintestato no es plena, ya que solo se aplicará cuando
el difunto haya fallecido dejando herederos forzosos. Para el resto de casos será
necesario acudir a los tribunales.
Inventario.
La aceptación de la herencia produce la confusión de los patrimonios del heredero
y de su causante, de modo que aquél responde con su patrimonio y con el caudal
relicto no solo de sus propias deudas sino también de las del finado, y en este
sentido el artículo 1003 Código Civil establece que “por la aceptación pura y
simple, o sin beneficio de inventario, quedará el heredero responsable de todas las
cargas de la herencia, no sólo con los bienes de ésta, sino también con los suyos
propios”.
Sin embargo, la aceptación puede ser pura y simple o a beneficio de inventario
(artículo 998 Código Civil), y en virtud de esta última, se faculta al heredero que
recele de la suficiencia de los bienes hereditarios frente a las cargas y deudas de
la herencia, para que pueda aceptar la misma condicionadamente manteniendo su
patrimonio separado e incólume en tanto se conoce cuáles son los bienes y
deudas que lo integran y se liquida la misma, o bien para deliberar sobre la
conveniencia o no de su aceptación.
El artículo 1010 Código Civil establece que “todo heredero puede aceptar la
herencia a beneficio de inventario, aunque el testador se lo haya prohibido”, y
añade que “también podrá pedir la formación de inventario antes de aceptar o
repudiar la herencia, para deliberar sobre este punto”. La diferencia entre una y
otra institución radica esencialmente en que la aceptación a beneficio de inventario
es simultánea o posterior a la aceptación (artículo 1015 Código Civil) mientras que
el derecho de deliberar precede a la misma
El Código Civil dedica al beneficio de inventario y al derecho de deliberar la
sección V (artículos 1010 a 1034) del capítulo V (“Disposiciones comunes a las
herencias por testamento o sin él”) del Título III (“De las sucesiones: Disposiciones
generales”) del Libro III (“De los diferentes modos de adquirir la propiedad”).
El beneficio de inventario produce en favor del heredero los efectos siguientes:
1. El heredero no queda obligado a pagar las deudas y demás cargas de la
herencia sino hasta donde alcancen los bienes de la misma.
2. Conserva contra el caudal hereditario todos los derechos y acciones que
tuviera contra el difunto.
3. No se confunden para ningún efecto, en daño del heredero, sus bienes
particulares con los que pertenezcan a la herencia.
Participación de la herencia.
Fija la porción o cuota de bienes hereditarios que corresponden a cada uno de los
herederos:
1. Concepto: La partición es el medio por el cual se da término a la comunidad
de herederos mediante la división y repartición de las cuotas que
corresponden a cada uno respecto del dinero, bienes y derechos que
forman la masa hereditaria.
2. Condiciones para realizar la partición:
a. Ninguno de los coherederos debe permanecer sin que su cuota
específica de la herencia sea determinada, aun cuando el testador lo
hubiere estipulado en el testamento.
b. Cuando el testador disponga la entrega de bienes determinados a un
heredero o legatario, el albacea, aprobado el inventario, les
entregarían los bienes siempre que garanticen, en la proporción que
les corresponde, por los gastos y las cargas generales de la
herencia.
c. Cuando el testador haga la partición de los bienes en el testamento a
lo dispuesto se deberá estar, salvo por los derechos de tercero
d. Cuando el testador disponga el legado de una pensión alimenticia,
pensión o renta vitalicia, en el proyecto de partición se expresará la
parte del capital o fondo afecto a la pensión.
e. Cuando el testador no disponga la partición, el albacea deberá
elaborar un proyecto de partición que deberá ser aprobado por los
herederos.
La partición de la herencia.
En caso de que el testador establezca la partición en el testamento, se estará a lo
dispuesto. Cuando no sea así, dentro del término de diez días a partir de que se
haya aprobado el inventario, el albacea deberá presentar un proyecto de división y
distribución provisional de la masa hereditaria entre los beneficiarios, señalando la
parte que corresponderá entregar a cada uno de los herederos y legatarios, la que
se hará en efectivo o en especie. Aprobado, el albacea realizará el proyecto de
partición, que por disposición del juez, será puesto a la vista de los herederos y
legatarios por cinco días, en los que podrán aceptar el proyecto o manifestar lo
que a su derecho convenga. En caso de aceptarse el proyecto, el juez lo aprobará
y ordenará se abone la porción hereditaria correspondiente a cada uno de ellos.
Sin embargo, en caso de que haya objeciones al proyecto de partición, éstas se
resolverán incidentalmente.
El testamento es un acto por medio del cual una persona manifiesta libremente su
voluntad para disponer de sus bienes, derechos y obligaciones, y designarlos a
una o varias personas para después de su muerte.
El testamento es un acto jurídico unilateral, personalísimo, revocable y libre, por el
cual una persona capaz transmite sus bienes, derechos y obligaciones que no se
extinguen por la muerte a sus herederos o legatarios, o declara y cumple deberes
para después de la misma.
Análisis.
Con relación a este primer elemento, el Código fija reglas para definir la
interpretación y el alcance que debe darse a la manifestación expresa de la
voluntad del testador. A pesar de que se exige que en todo testamento se
manifieste en una forma clara y expresa la voluntad del testador, pueden
presentarse problemas de interpretación que la ley resuelve fijando normas
Generales.
Cuando del texto claro del testamento se desprenda en una forma también
manifiesta la intención del testador, no existe problema de interpretación, es decir;
coinciden la letra con la intención en la manifestación de la voluntad.
El problema se presenta cuando el texto resulta distinto o contrario a la voluntad
del testador que se desprende del contenido total del mismo testamento, es decir,
cuando se emplean palabras que inducen a error o a duda y que aparecen
contrarias con lo que el testador ha querido significar, según se infiere de todo el
texto del mismo documento. En este caso se cita como regla de interpretación la
misma que se admite para los contratos en el Código vigente: debe prevalecer la
intención sobre el texto del documento.
Nuestra legislación ha elegido entre la interpretación objetiva y la subjetiva; es
decir, entre la voluntad declarada y la interna, y acepta a esta última; prefiere
interpretar un contrato o un testamento según la intención que se revela o se
manifieste a través de todo el acto y no llevar a cabo una interpretación
simplemente objetiva, sujetándose a los términos literales de un testamento o
contrato.
Elementos esenciales.
Los elementos de esta definición son:
1. El testamento es un acto jurídico unilateral.
2. Es personalísimo, revocable y libre.
En esta última parte se prevé su doble objeto; generalmente se piensa que por el
testamento se transmiten únicamente bienes, derechos y obligaciones; pero
también puede tener por objeto la declaración y cumplimiento de deberes, como
reconocer a un hijo, nombrar un tutor, aunque nada se disponga respecto de los
bienes o a pesar de que el testador no tenga bienes de ninguna clase.
EI Código Civil define al testamento en los términos indicados, aunque no dice que
sea un acto jurídico unilateral; sino simplemente que es un acto, Naturalmente que
se caracteriza como acto jurídico porque es una manifestación de voluntad que se
hace con la intención de producir consecuencias de derecho; y es unilateral
porque sólo interviene una manifestación de voluntad. Elementos si se reconocen
en la definición del Art. 1295.
Interpretación.
De partida, la interpretación de un orden jurídico puede asumir una de estas dos
modalidades: puede ser auténtica o no auténtica.
La interpretación es una actividad que tiene lugar cuando el lenguaje en que se
expresa el derecho (Constitución, ley, etc.) es interpretado por los órganos
encargados de su creación a fin de crear los materiales jurídicos que los
completen. Esto es lo que se conoce como interpretación auténtica. En otras
palabras, en esta clase de interpretación el mismo órgano que se encarga de crear
la norma jurídica va a determinar su alcance o sentido. La interpretación auténtica
se realiza sobre una “norma genérica”. En el caso de aplicación del Derecho, el
órgano que aplica la norma al caso concreto también realiza una interpretación,
caso de una decisión administrativa tratándose de una autoridad o una sentencia
en el caso de un tribunal.
En contraste, la interpretación no auténtica es aquella realizada por personas u
órganos que no tienen la posibilidad de aplicar el Derecho que interpreta. Aquí,
nuevamente es posible hacer una distinción entre la interpretación que llevan a
cabo los juristas, a quienes corresponde solamente identificar y describir el
Derecho con fines de conocimiento o difusión (doctrina); y la que realizan los
propios sujetos normativos, que pueden establecer el significado de las normas
jurídicas que regulan su comportamiento.
Objeto.
El segundo elemento esencial en el acto jurídico consiste en el objeto. Para el
testamento hemos dicho que el objeto puede consistir en la institución de
herederos y legatarios o en la declaración y cumplimiento de ciertos deberes o
ejecución de determinados actos jurídicos.
Por consiguiente, el testamento tiene un objeto variado, diverso; no es menester
que se reúnan estos distintos aspectos del objeto en el testamento, basta que
exista alguno de ellos para que haya testamento, es decir, el testamento existe por
la simple institución de herederos legatarios o bien puede faltar ésta, si el testador
ejecuta otros actos jurídicos, como reconocimiento de hijos, designación de tutor
O, finalmente, puede existir el testamento para el reconocimiento de ciertos
deberes a efecto de que se ejecuten después de su muerte.
A pesar de esta naturaleza compleja en el objeto del testamento, la ley regula el
objeto principal, o sea la institución de herederos o legatarios.
Normalmente se supone que todo testamento tiene disposición de bienes y por
consiguiente, institución de herederos o legatarios: tomando en cuenta que ésa es
la situación de un testamento regular, el legislador reglamenta este elemento a
través de su manifestación principal, pero admite la posibilidad de que el objeto en
herederos o legatarios.
El Art. 1376 dice: “El testamento otorgado legalmente será válido, aunque no
contenga institución de heredero y aunque el nombrado no acepte la herencia o
sea incapaz de heredar”
El objeto de la interpretación del Derecho, como se dijo anteriormente, es el
mismo Derecho, o, si se prefiere, las normas jurídicas y otros estándares como los
principios generales del Derecho. Como, a su vez, las normas jurídicas reconocen
múltiples fuentes, la interpretación del Derecho reconoce múltiples especies:
1. Interpretación de la ley
2. Interpretación de contratos
3. Interpretación del tratado internacional
4. Interpretación de la sentencia
5. Interpretación auténtica.
La interpretación de la ley es la operación que consiste en establecer algún
sentido de las normas jurídicas que forman el derecho legislado. Se trata de un
tipo de interpretación jurídica.
Causa en el testamento.
Se resuelve el problema como lo hace la doctrina llamada causalista, resultará que
además de los elementos reconocidos como indiscutibles del acto jurídico, tanto
de existencia como de validez, hace falta este nuevo elemento llamado “causa”,
porque si falta, el acto jurídico sería inexistente.
Si la causa es ilícita o falsa, el acto jurídico existirá, pero estará afectado de
nulidad, por la ilicitud o falsedad de la causa. En contra de esta tesis llamada
causalista se ha desarrollado una contraria, denominada anticausalista, que
sostiene que la causa no es un nuevo elemento del acto jurídico; que éste existe
cuando hay manifestación de voluntad y objeto; que, además, es válido cuando se
ejecuta por persona capaz, observando las formalidades legales y sin que haya
vicios de la voluntad; es decir, que para nada tiene que intervenir este elemento
llamado causa, ni en la existencia ni en la validez del acto jurídico; que lo que ha
hecho la doctrina causalista es tomar desde un punto de vista especial la voluntad
o el objeto, para llamarle causa, y que por esto considera que es un elemento
esencial del acto jurídico; que con esto ha hecho una duplicación absolutamente
inútil y, además, falsa, pues en ocasiones confunde la causa con la manifestación
de voluntad, y en otras con el objeto (esto ocurre en los contratos).
La causa en los testamentos, según nuestro derecho positivo. Indicábamos que
gracias a la evolución sufrida en la jurisprudencia francesa a partir del año 1832,
se consideró como causa, la impulsiva o determinante de la voluntad. Este
concepto se desarrolló en la doctrina gracias a Duguit, a Bonnecase y a
Josserand. A Duguit se debe el término de fin o motivo determinante de la
voluntad como elemento del acto jurídico. Este autor hace un estudio del mismo y
encuentra, además de la voluntad y del objeto, el fin determinante de ésta. Duguit
precisa que además de la voluntad y del objeto, del motivo o fin determinante,
existen móviles.
Los móviles, que son causas impulsivas, secundarias, no constituyen elementos
para juzgar desde el punto de vista jurídico la validez del acto; pero el motivo
determinante de la voluntad sí es un elemento que tiene consecuencias respecto
de la validez del mismo. Cuando el fin o motivo determinante es ilícito, o falso,
origina la nulidad del acto jurídico.
También se acepta que el motivo determinante de la voluntad constituye un
elemento del acto jurídico. Se había hablado simplemente del objeto lícito, y
Bonnecase trata del objeto, motivo o fin determinante y de la condición. Todos
estos elementos deben ser lícitos, es decir, no deben ser contrarios a la ley, pues
en ese caso originarían la nulidad del acto.
El testamento ológrafo.
Este tipo de testamento se caracteriza por estar escrito de puño y letra por el
testador.
El testamento ológrafo sólo podrá otorgarse por personas mayores de edad y para
su validez deberá estar firmado por el testador, con expresión de la fecha en la
que se otorgue.
Para su protocolización, deberá presentarse el testamento ante el Juez de primera
instancia del último domicilio del testador, o el del lugar en que éste hubiese
fallecido, dentro de cinco años contados desde el día del fallecimiento ya que de
no hacerlo el mismo resultará inválido.
La persona que conserve el testamento deberá presentarlo al Juzgado en el
momento en que tenga conocimiento de la muerte del testador, habida cuenta que
de no hacerlo dentro de los diez días siguientes, será responsable de los daños y
perjuicios que se causen.
Una vez presentado, el juez citará a tres testigos que conozcan la letra y firma del
testador para comprobar su identidad. Tales testigos serán:
1. El cónyuge sobreviviente, si lo hubiere,
2. Los descendientes y los ascendientes del testador,
3. En defecto de éstos, los hermanos.
En caso en que el Juez considere probada la identidad del testamento, acordará,
sin mayor dilación, que el mismo sea protocolizado para proceder a la apertura a
la sucesión.
El testamento abierto.
Seguramente, este es el tipo de testamento que la mayoría de nosotros tenemos
en mente y es que es el que se otorga, la mayoría de los casos, ante Notario.
Para ello, el testador expresará de forma oral o escrita su última voluntad al
Notario, redactando éste el testamento con arreglo a la misma, expresando la
fecha de su otorgamiento y manteniéndolo en su poder hasta que fallezca el
testador.
En el acto de otorgamiento se requerirá, además de su realización ante Notario, la
presencia de dos testigos, cuando concurran las siguientes circunstancias:
1. Cuando el testador declare que no sabe o no puede firmar el testamento.
2. Cuando el testador sea ciego o declare que no sabe o no puede leer por sí
el testamento.
3. Cuando así lo solicite el Notario
De forma excepcional, se podrá otorgar testamento abierto sin hacerlo ante
Notario cuando:
1. El testador se hallare en peligro inminente de muerte, en cuyo caso podrá
otorgarse el testamento ante cinco testigos
2. En caso de epidemia, pudiéndose otorgar ante tres testigos mayores de
dieciséis años.
En tales situaciones el testamento resultará ineficaz si pasaren dos meses desde
que el testador haya salido del peligro de muerte, o cesado la epidemia.
De igual modo el testamento será ineficaz si dentro de los tres meses siguientes al
fallecimiento del testador, no se acude al Tribunal competente para que se eleve a
escritura pública.
Debe tenerse en cuenta que en aquellos casos en que la ley exige la presencia de
testigos para el otorgamiento de testamento, no podrán serlo:
1. Los menores de edad
2. Las personas ciegas y las totalmente sordas o mudas.
3. Los que no entiendan el idioma del testador.
4. Los que no estén en su sano juicio.
5. El cónyuge o los parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad o
segundo de afinidad del Notario autorizante y quienes tengan con éste
relación de trabajo.
6. Los herederos y legatarios en él instituidos, sus cónyuges, ni los parientes
de aquéllos.
El testamento cerrado.
El testamento cerrado es aquel en el que el testador, sin revelar su última
voluntad, se limita a declarar que ésta se encuentra detallada por escrito, dejando
la misma en disposición de las personas que han de autorizar el acto.
El testamento cerrado siempre deberá ser escrito e ir firmado por el testador:
1. De su puño y letra poniendo al final su firma.
2. Por cualquier medio mecánico o por otra persona a ruego del testador,
debiendo firmar en todas las hojas
Debe tenerse en cuenta que no podrán hacer testamento cerrado las personas
ciegas y las que no sepan o no puedan leer.
El testamento deberá introducirse en un sobre cerrado y sellado de forma que no
pueda extraerse el mismo sin romper el sobre, debiendo depositarlo ante Notario y
manifestando el testador que el sobre que se presenta contiene el testamento,
especificando si el mismo lo ha escrito y firmado personalmente, por cualquier
medio mecánico o por una tercera persona.
El testador podrá conservar en su poder el testamento cerrado, entregárselo a una
persona de su confianza, o depositarlo en el Notario que lo haya autorizado para
que lo guarde en su archivo.
El Notario o la persona que tenga en su poder un testamento cerrado, deberá
presentarlo al Juez competente cuando tenga conocimiento del fallecimiento del
testador.
En caso de no hacerlo dentro de los diez días siguientes, será responsable de los
daños y perjuicios que ocasione su negligencia, así como perderá todo derecho
que tuviera en relación a la herencia del testador cuando la falta de presentación
sea dolosa.
Como vemos, no existe una única forma de otorgar testamento, por lo que, en
aras a dejarlo todo bien atado, deberemos reflexionar sobre cuál es la forma que
más se adapta a nuestra manera de proceder y dar cumplimiento a los requisitos
legales exigidos para la validez del mismo.
Derecho de acrecer.
De la sustitución: Facultad de los herederos o legatarios de aprovechar la parte
de la herencia de su coheredero o colegatario en caso de que este no quiera o no
pueda recibirla, incrementando sus porciones
Figura creada por el Derecho Romano, para instituir una segunda línea de
herederos en caso de que la primera línea no pueda o no quiera aceptar la
herencia o legado.
Solo existe cuando el testador así lo establece en su testamento
Clasificación legal.
La legítima, en derecho de sucesiones, es un concepto jurídico que hay que tener
muy en cuenta a la hora de realizar un testamento o de recibir una herencia.
Se trata de una parte de los bienes de una herencia que se encuentra reservada
para unos herederos en concreto, denominados herederos forzosos o legitimarios.
Legítima es la porción de bienes de que el testador no puede disponer por haberla
reservado la ley a determinados herederos, llamados por esto herederos forzosos.
Artículo 806 del Código CivilAsimismo, la RAE define la legítima como la “porción
de la herencia de que el testador no puede disponer libremente, por asignarla la
ley a determinados herederos”.
Acrecimiento de la herencia.
El acrecimiento de la herencia se produce cuando uno de los llamados a la
herencia no puede o no quiere aceptar la herencia, bien sea porque muera antes
que el testador, renuncie a la herencia o sea incapaz de suceder.
El fundamento del derecho de acrecer se encuentra en la voluntad presunta del
testador que llama solidariamente a varios a la totalidad o a una parte determinada
de la herencia, por lo que se entiende que si hubiera sabido que alguno no llegaría
a heredar habría hecho la atribución a los restantes.
De ahí que la presunción acerca de la voluntad del testador quedará destruida si él
mismo dispone cuándo y cómo ha de tener lugar o no producirse el derecho de
acrecer.
El derecho de acrecer en la sucesión testamentaria, es decir, cuando sí hay
testamento.
Si hay testamento, para que concurra el derecho de acrecer tiene que darse:
1. Que haya varios llamados a la herencia.
Según el art 982 del Código Civil, la hay cuando: “Se llama a dos o más
personas a la herencia”. Por ejemplo: “instituyo herederos a mis tres hijos
por partes iguales “También habrá derecho de acrecer si se usa la
expresión “por terceras partes iguales, por mitades, etc.”
2. Que quede ineficaz uno de los llamamientos hereditarios.
Ello puede darse por varios motivos: Porque uno de los llamados a la
herencia muera antes que el testador:
a. Porque renuncie a la herencia.
b. Porque sea incapaz de recibirla.
3. Que no haya un sustituto de la persona llamada la herencia y cuyo
llamamiento quede ineficaz.
En caso de que sí lo haya tiene preferencia la sustitución hereditaria al derecho de
acrecer.
La sustitución se puede identificar en el testamento ya que se recoge bajo
expresiones tales como:
“Quinta. - Sustituye vulgarmente a sus hijos, por sus respectivos descendientes y
en su defecto se producirá el acrecimiento.”
En caso de sustitución hereditaria: en este caso si falta ese hijo su parte no acrece
a los demás herederos, sino que los hijos del heredero fallecido pasan a ocupar la
misma posición que aquel tendría si viviera y hubiera podido heredar. En definitiva,
el derecho de acrecer es un incremento proporcional de la cuota de los otros
herederos.
Además, los herederos a quienes acrezca la herencia tendrán las mismas cargas
y condiciones que el heredero de quien la reciben.
Art 984: “Los herederos a quienes acrezca la herencia sucederán en todos los
derechos y obligaciones que tendría el que no quiso o no pudo recibirla”.
Si no procede el derecho de acrecer dispone el art 986 “En la sucesión
testamentaria, cuando no tenga lugar el derecho de acrecer, la porción vacante del
instituido, a quien no se hubiese designado sustituto, pasará a los herederos
legítimos del testador, los cuales la recibirán con las mismas cargas y
obligaciones”.
El derecho de acrecer cuando no hay testamento o sucesión intestada
1. Si se renuncia a la herencia, siempre tiene lugar el derecho de acrecer
entre los demás herederos llamados a la herencia, art 928.
2. Si se premuere, es decir si el heredero muere antes que el testador, tiene
lugar el derecho de representación si hay descendientes, art 924 y 925 CC,
es decir los bienes van a parar a los descendientes del heredero fallecido
antes que incrementar la cuota de los demás herederos llamados.
3. En caso de incapacidad del heredero llamado, tiene preferencia frente al
derecho de acrecer del resto de los herederos la aplicación del derecho de
representación, art 922 del Código Civil.
El derecho de acrecer la herencia, se trata de un incremento que recibe el
heredero, testamentario o abintestato, cuando no llega a adquirir la herencia el
coheredero, colegatario o cousufructuario que ha sido llamado conjuntamente con
él.
Se produce por tanto en la sucesión testada como en la intestada.
Es una institución subsidiaria, no se aplica si entra en juego una sustitución, el
derecho de transmisión o el de representación. En el caso de la sucesión testada,
es lo último que se aplica antes de tener que abrir la sucesión abintestato (arts.
922 y 986)
Es aplicable a los herederos, y también a los legatarios y los usufructuarios (art.
987).
La causa de no heredar es la premoriencia, la repudiación, o la incapacidad para
suceder.
En todo caso se requiere que el que tenga derecho a acrecer haya sido nombrado
conjuntamente con el que no hereda, no que sean llamados por títulos o
cantidades diferentes. Hay acrecimiento por ejemplo en el caso de dos herederos
nombrados por iguales partes, o incluso si a uno se le dejan dos tercios y a otro
uno, si por ello no se les hace dueños de un cuerpo de bienes separado (art. 983).
Se presume la voluntad favorable del testador a la existencia del derecho.
No hay acrecimiento entre un llamado a la herencia y un legatario, cuando se
designa herederos en cosas determinadas, ni cuando se nombra por ejemplo a
dos herederos, correspondiendo a cada uno de ellos “de forma exclusiva” la mitad
de la herencia.
El acrecimiento significa simplemente que la parte final del adquirente es mayor,
pero no es un nuevo llamamiento sucesorio; el heredero no puede aceptar la
porción que le corresponde por derecho propio, y repudiar la correspondiente al
derecho de acrecer.
Teoría de la substitución
En nuestro concepto la herencia por estirpes no puede explicarse por el derecho
de representación. En verdad, tiene su explicación jurídica en una institución
reconocida para la sucesión testamentaria que se denomina substitución. Por
virtud de ésta, el testador puede prever los casos de muerte de un heredero antes
que él incapacidad del mismo o repudiación de la herencia, nombrando, un
substituto para esas tres hipótesis. Dentro del principio de la autonomía de la
voluntad, el testador está facultado no sólo para disponer de sus bienes
instituyendo herederos, sino para designar substitutos, aun en los casos en que
los herederos primeramente designados resulten incapaces de heredar, repudien
la herencia o mueran antes que el testador.
El régimen de la libre testamentificación llevado a sus últimas consecuencias, le
da plena soberanía al testador para disponer de sus bienes y para poder prever
las consecuencias en el caso de incapacidad, repudiación o premoriencia del
heredero. Si aplicamos la institución a la sucesión legitima, encontraremos que el
problema que el legislador se ha planteado y resuelto, es el mismo, y ante las
mismas causas se ha dado igual solución. Ante los mismos hechos condicionantes
se han establecido iguales consecuencias jurídicas.
En un caso las consecuencias jurídicas dependen exclusivamente de la voluntad
del testador, porque puede nombrar o no substitutos, y si no los nombra, entonces
se abre la sucesión legítima. En el segundo caso, o sea en la herencia intestada,
como se parte de la hipótesis de que no hay manifestación de voluntad del de
cujus, lógicamente el legislador lo substituye (como lo hace en todos los casos de
la herencia legítima, y decreta una substitución legal que no es un derecho de
representación; no se trata de una simple cuestión de nombres, porque si
invocamos la representación encontraremos situaciones contradictorias y
llegaremos al absurdo de que el representante actúa contra la voluntad del
representado; pero si aplicamos la substitución legal encontraremos el mismo
proceso normativo que en la voluntaria. Ante determinadas condiciones jurídicas
se producen siempre determinadas consecuencias. En el caso de la substitución
voluntaria tenemos · Un hecho condicionante, repudiación de la herencia, muerte
del heredero antes que el autor o incapacidad del mismo.
La manifestación de voluntad del testador como otro hecho condicionante,
designando para esos casos un substituto. · Finalmente, la consecuencia jurídica:
la norma permite que haya un heredero substituto y que no se abra la herencia
legitima. El mismo problema se le presenta al legislador en la sucesión intestada, y
la manifestación de la voluntad del testador se substituye por la autonomía
legislativa.
Es decir, ante los hechos condicionantes mencionados el legislador impone una
substitución legal; y las razones que haya tenido al decretarla ya no son un
problema estrictamente jurídico. Normativamente está explicado por qué puede la
estirpe tener el derecho del heredero, no sólo en los casos en que muera antes
que el autor, si no en los casos de repudiación o de incapacidad. El derecho de
representación y los hijos naturales El derecho de representación en el sistema
tradicional no se aplica a los descendientes naturales; la mayor parte de los
tratadistas están de acuerdo en que la estirpe legítima es la que tiene tal derecho.
Para nuestra legislación debernos relacionar este problema con la herencia de los
hijos naturales reconocidos y reconocidos.
Por consiguiente, aplazamos la solución del caso para cuando hayamos
determinado los derechos de los hijos naturales, tanto cuando son reconocidos,
como cuando falta el reconocimiento. En el derecho español que sirve de
antecedente al nuestro, los autores están de acuerdo en que sólo la estirpe
legítima puede representar al ascendiente premuerto.
Herederos legitimarios.
Llegados a este punto, es posible que te preguntes ¿y a quién se considera
heredero forzoso o legítimo?
Si el artículo 806 del Código Civil definía qué es la legítima de una herencia, el
siguiente, es decir el artículo 807 define quién o quiénes son los herederos
forzosos.
El texto dice lo siguiente: “Son herederos forzosos:
1. Los hijos y descendientes respecto de sus padres y ascendientes.
2. A falta de los anteriores, los padres y ascendientes respecto de sus hijos y
descendientes.
3. El viudo o viuda en la forma y medida que establece este Código.” Es decir,
el usufructo del tercio de mejora
Consecuencias de transmisión.
El derecho de transmisión, es el derecho que tienen los herederos del heredero
que fallece en el intervalo de tiempo comprendido entre la delación hereditaria a
su favor y la aceptación de la herencia futura a hacer suyo el derecho de aceptar o
repudiar la herencia atribuida a este.
El derecho de transmisión es también llamado ius transmisionis, el ejemplo más
claro es el del padre que fallece y antes de haber aceptado su herencia su hijo,
éste muere también. En este caso pasa a los herederos de ese hijo el derecho de
aceptar o repudiar la herencia del abuelo
Se regula en el art 1006, del Código Civil donde dice:
“Por muerte del heredero sin aceptar ni repudiar la herencia, pasará a los suyos el
mismo derecho que él tenía”
Transmisión de la posesión.
El derecho de posesión suele ser confundido con el derecho de propiedad, no son
lo mismo. El derecho de propiedad es el derecho que tiene una persona de gozar
y disponer de sus bienes. La posesión es el poder de hecho que una persona
tiene sobre un bien o sobre un derecho y realiza actos materiales que manifiestan
las facultades que ese bien o derecho confieren.
La confusión entre propiedad y posesión se da en virtud de que ambos derechos
presentan ciertas similitudes, como que el derecho de posesión puede tenerse
sobre bienes que son susceptibles de apropiación, es decir sobre todos aquellos
bienes que no se encuentren excluidos del comercio, siendo estos bienes
muebles, como automóviles, joyas, obras de arte, o bienes inmuebles como
terrenos, casas, o derechos reales. Además, la propiedad puede adquirirse
mediante la posesión por el transcurso del tiempo y con las condiciones
establecidas en la ley.
En realidad, propiedad y posesión son distintos, pero están estrechamente
relacionadas. Ambas se encuentran reguladas por el Código Civil Federal y
Códigos Civiles de las entidades federativas, y las acciones relativas a las mismas
se encuentran reguladas por el Código Federal de Procedimientos Civiles o
Códigos Procesales de las entidades federativas que resulten aplicables según
sea el caso.
La posesión puede ser originaria o derivada. En el caso de que una persona
adquiera la posesión de una cosa en virtud de un contrato de compraventa, por
ejemplo, se dice que es poseedor originario y podrá gozar, disfrutar y disponer de
la cosa pudiendo incluso enajenarla o gravarla.
Cuando una persona adquiere la posesión de una cosa en virtud de un contrato de
arrendamiento, por ejemplo, se dice que es un poseedor derivado y podrá gozar y
disfrutar de la cosa, pero no podrá enajenarla o gravarla.
Una persona puede ser poseedor mediante un título esto es, mediante un acto
jurídico que le de origen y puede hacerlo de buena o mala fe. Por ejemplo, una
persona puede poseer un terreno en virtud de un contrato de arrendamiento, en
este caso es un poseedor de buena fe, sin embargo, si el contrato de
arrendamiento se encuentra viciado y el arrendatario lo sabía y no dijo nada,
entonces será poseedor de mala fe.
La posesión también puede adquirirse como consecuencia de un hecho o acto
violento, de un delito, como por ejemplo a través del delito de robo de un bien
mueble o del despojo de un bien inmueble.
El derecho de posesión es un derecho real. Además, la posesión entra bajo
protección constitucional y civil. El poseedor tiene la facultad de conservar el bien
hasta en tanto otro demuestre ante órganos jurisdiccionales que tiene mejor
derecho para poseer.
En México el derecho de posesión es elevado a la categoría de garantía
constitucional de tal forma que los particulares no podrán ser privados de este
derecho de forma arbitraria.
Un poseedor puede ser privado de la posesión en virtud de la comisión de delitos
como el robo, el despojo, entre otros.
Petición de la herencia.
La petición de herencia es una acción por la cual el heredero reclama la entrega
de los bienes que componen el acervo sucesorio de quien los detenta invocando
también derechos sucesorios.
Es necesario, por consiguiente:
1. Que los bienes del sucesorio se encuentren en poder de un tercero
2. Que el reclamante invoque, para fundar la acción, su título de heredero
3. Que el detentador de los bienes también lo invoque; si por ejemplo, adujera
un derecho de propiedad no derivado de la sucesión del difunto, no es
procedente la acción de petición de herencia, sino la de reivindicación.
Estas dos acciones tienen un objetivo común: en ambas el actor pretende que se
le reconozca el derecho de propiedad sobre determinados bienes.
Pero en la petición de herencia, el demandante no está obligado a probar el
dominio del causante sobre la cosa; se limita a demostrar su título hereditario.
Basta con eso, pues el derecho que el detentador de las cosas pretende tener
sobre ellas se funda también en su carácter de heredero. En otras palabras,
mientras en la acción reivindicatoria la prueba del dominio es esencial, en la de
petición de herencia lo único que debe probarse es el título de heredero.
Beneficio de inventario.
La separación de patrimonios es una institución tendiente a defender a los
acreedores hereditarios contra la insolvencia del heredero. Tuvo su origen en el
derecho Romano. Los acreedores del heredero insolvente tenían derecho a pedir
la bonorum venditio o sea la venta de los bienes del deudor. Se reconoció
entonces a los acreedores del difunto la bonorum separatio, que era un incidente
de aquel proceso y permitía separar todos los bienes hereditarios de los restantes
del patrimonio del heredero.
Se llevará a cabo una liquidación colectiva de estos bienes, y si, pagados todos
los acreedores y legatarios, quedaba algún saldo, podían cobrarse de en los
acreedores personales personal es del heredero.
Al pasar al derecho francés, esta institución tan simple y práctica sufrió una
profunda transformación. No hay liquidación colectiva de los bienes, ni
intervención judicial, ni siquiera separación de patrimonios: todo el sistema del
código Napoleón se reduce a crear un privilegio, en virtud del cual los acreedores
del difunto tienen derecho a ser pagados con preferencia a los personales del
heredero, respecto de los bienes hereditarios.
En el derecho moderno se tiende a volver a una auténtica separación de bienes,
con efectos similares al beneficio de inventario.
APLICACIÓN DE SANCIONES.
El vocablo sanción, etimológicamente, implica pena o castigo que la ley establece
para el que la infringe.
La sanción es la consecuencia determinada en la norma para el caso de
incumplimiento de la misma.
El primer efecto que sigue, desde el punto de vista normativo luego del acto ilícito
es en general el restablecimiento de la situación conforme a derecho.
La clasificación de las sanciones en derecho civil, puede realizarse atendiendo a
diversos caracteres en:
1. Resarcitorias: Tienden a restablecer una situación jurídica idéntica o
análoga a la que debió existir si no se hubiese producido la conducta
antijurídica.
2. Represivas o punitivas: Imponen un castigo o pena al infractor de la norma
con propósito de defensa o seguridad social.
3. Cancelatorias: Consisten en la privación de los derechos subjetivos o
potestades.
Las sanciones civiles de mayor aplicación son:
I. La ejecución forzada o compulsión: el efecto principal de las
obligaciones para el acreedor es el derecho de exigir al deudor su
cumplimiento.
b) Cumplimiento o ejecución por un tercero.
c) La indemnización o resarcimiento, esta es la sanción resarcitoria
propiamente dicha. Consiste en la reposición de las cosas a su
estado anterior, si ello fuera imposible la indemnización se fijará en
dinero.
d) Las sanciones represivas o punitorias: si el interés público se ve
menoscabado la ley impone penas a los infractores para disuadirlos
de su conducta.
Tiene poca cabida en materia civil las sanciones represivas, no así en derecho
penal que encuentran mayor adecuación.
Con respecto a las declaraciones de invalidez, como sanción resarcitoria, existen
diferentes causas que pueden privar el acto jurídico de sus efectos propios y
hacerlo ineficaz. Es conveniente distinguir entre actos inválidos; en los cuales la
privación de efectos se produce como sanción prevista por la ley para el caso de
quebrantamiento del orden jurídico; y actos inútiles en los mismos la falta de
efectos resulta de la voluntad de las partes o de la naturaleza de las cosas.
En el Código Civil las declaraciones de invalidez previstas son la nulidad y la
imposibilidad.
Hay institutos que no son sanciones porque no son consecuencia del
incumplimiento del deber jurídico u obligaciones como por ejemplo la prescripción,
la caducidad y la expropiación por el Estado de bienes de particulares por causa
de utilidad pública.
CONCLUSIÓN GENERAL.
El texto referente abarca principalmente sobre el testamento que deja el de cujus y
el testamento legítimo que es el que se tramita por disposición de la ley. Existen
importantes problemas que se tienen en nuestro país con los testamentos por
distintas y variadas causas. Indudablemente, el testamento es de gran importancia
de alcances jurídicos, pero que, la gente no le toma tal importancia debido a la
falta de cultura acerca de este tema.
Se piensa y cree que es de mala suerte, que se acerca la muerte o el final de la
vida cuando no es así, vivimos en un país de creencias muy religiosas y de
supersticiones, que aunado a la falta de recursos económicos o no querer realizar
gastos por no creerlos necesarios, hace más difícil dejar los asuntos del autor de
la sucesión en orden. Es de observarse que el testamento tiene raíces históricas,
dado que nuestro sistema jurídico es de herencia romano- canónica, como lo fue
en Roma, siendo que se regían de estrictas reglas, seguidas por cómo se
estructuraba la sociedad y como fue evolucionando esta, así como todas las
sociedades y en especial la sociedad mexicana, adicionando las evoluciones que
trae la tecnología, el internet y la cultura.
Tenemos también, que, siendo el testamento de orden civil, la regulación depende
de cada Estado y por tanto de sus códigos. Aun así, los Notarios observando que
existen diversos problemas es que fue creado el Registro Nacional de Avisos de
Testamento. Esto para poder ver si efectivamente el testamento del juicio que se
tramitaba era el último en haber sido otorgado y que no hubiera otro testamento
hecho en otro Estado de la República mexicana.
Es de notarse que para poder otorgar un estamento se requiere tener capacidad
para poder realizarlo, cumplir con la edad mínima requerida en el código de dicho
estado, que la persona que lo realice lo haga por su voluntad y que esta voluntad
sea unilateral porque es su deseo determinarla en la forma que quisiere. Que, en
muchos casos, en la realidad, muchas veces no se lleva a cabo la voluntad del de
cujus. El testador también puede poner las condiciones que desee para que los
herederos puedan suceder, existe protección para que el testador que sufre de un
estado de interdicción nuda realizarlo cuando tenga un intervalo de lucidez.
La sucesión es una de las manifestaciones del Derecho en la vida diaria con más
y mayor alcance que otras creaciones jurídicas, la sucesión protege los bienes
patrimoniales de las personas aun después de muertas, ese es su objetivo
principal, la ingeniería jurídica que crea el ordenamiento civil prevé más de una
forma en la que una persona puede transmitir todos y cada uno de los bienes que
durante vida haya adquirido y que a su muerte tengan la necesidad de contar con
uno o varios propietarios de reciente adición. La sucesión es pues un arma de
protección a la vida misma de las personas en su etapa póstuma y, si bien, la
voluntad del “de cujus” es fundamental en este acto tan importante, debemos
recalcar que no siempre aparece o no aparece más bien en todos los casos con el
mismo nivel.
El Derecho es pues no solo un conjunto de normas que regulan la conducta del
hombre en sociedad, sino que también es un conjunto de oportunidades y base
sólida para la búsqueda de la justicia donde las sucesiones juegan su rol más
importante. Imagínense a un padre cuya vida ha pasado en el trabajo y el
esfuerzo, para conseguir lo poco o mucho que en sus días luminosos pudo
obtener pero que por las leyes que no son de los hombres sino de la naturaleza,
encuentra su muerte de manera repentina, por causa de una enfermedad
inesperada, ¿Quién tendrá el Derecho de reclamar los bienes y derechos de ese
señor? Lo justo es pues, que sean los hijos y su esposa, los que por tradición y
costumbre, por amor y por sangre, tengan el goce sobre esos bienes, de ahí el
Derecho sustituyendo la voluntad de la persona, pero presumiendo tenerla por
lógica, protege los bienes y los lleva a quienes el derecho crea tenerlos, esa es un
claro ejemplo de la importancia y alcance de la sucesiones.