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MARCELO GARABEDIAN

Según el autor los Estados europeos comienzan en el siglo XV a constituirse en unidades que
buscaban expandirse territorialmente.

Si bien a partir del siglo XV y XVI hablamos de la existencia de reinos los monarcas mantenían
una relación indirecta con la población. Había una serie de intermediarios ( Duques,
archiduques, señores militares, etc). Los monarcas obtenían tributos y hombres para sus
empresas militares a través de los intermediarios.

Aspectos como la educación, salud, y bienestar social y demás funciones no figuraban entre
los objetivos de estos Estados.

¿Qué hace diferente al Estado moderno de los Estados anteriores?

● Progresiva centralización del poder: El Estado adquiere bajo su orbita la totalidad de


las relaciones sociales, económicas y políticas, no aceptando dentro de su territorio
ningún otro poder equivalente que pueda disputarle esta primacía.
● Creciente concentración de funciones en manos de una burocracia profesional.
● Creciente proceso de secularización.

Según el autor entre los siglos XVI y XVIII existió un tipo de Estado Absolutista. Se trata de
un régimen político sometido a limitaciones y normas preestablecidas, no es arbitrario ( el
monarca no tiene un poder ilimitado) y es sobre todo de tipo secular.

Según el autor podría afirmarse que con los estados absolutistas a partir del siglo XVI
comienzan a delinear los contornos del Estado moderno.
JEAN-FRÉDÉRIC SCHAUB

Rápidamente el autor advierte que a los historiadores de la política y las instituciones les cuesta
mucho trabajo evitar trasladar el carácter redondo del concepto de Estado cuando investigan
formas políticas pretéritas, es decir antes del advenimiento conjunto e inter-relacionado de la
Nación política, de la soberanía, del individualismo jurídico, del renacimiento de la fractura
entre ius publicum y ius privatum, y del Estado.

Las principales rasgos del Estado son : abstracción, continuidad y voluntad.

En el sistema monárquico del Antiguo Régimen la sede de la voluntad suprema no puede ser
otra que la persona del rey de turno. Lo cual no deja de ser un gran problema para poder encajar
voluntad con abstracción y continuidad. En la época moderna el rey es la encarnacion,
personificación de la autoridad de las autoridades. Los territorios cuyos reyes o príncipes
estaban radicados fuera de los límites han expresado sendas quejas sobre esa ausencia física
del rey. Esto refleja que no había tal abstracción Estatal en aquella época.

En cuanto la cuestión de la continuidad el rey debía escenificar de forma simbólica toda una
red contractual que mantenía en pie al régimen. Lo que sí goza de una continuidad es el
ordenamiento jurídico o sistema de derecho, el problema es que dicho sistema no está dictado
por el Rey. Por lo tanto, la decisión suprema - en la persona del Rey- y la garantía de
continuidad jurídica del orden sociopolítico establecido pueden estar vinculados pero no son
una misma cosa.

El autor entiende que a partir de las experiencias de las monarquías de europa occidental, el
concepto de Estado no es operativo para pensar el sistema de autoridades porque no se dieron
las condiciones empíricas y teóricas para que los tres rasgos - voluntad, abstracción,
continuidad- coincidan institucionalmente.
FRANCESCO BENIGNO

Estudiar el Antiguo Régimen, y el Estado del Antiguo Régimen, por sí mismo y no en cuanto
a contenedor de anticipaciones, raíces y presupuestos de lo que vendrá. Hay que
comprender el orden político del Antiguo Régimen según sus propios principios y no según los
nuestros.

Se han subrayado más bien las continuidades entre la Edad Media tardía y la primera Edad
Moderna, y esto ha producido una especie de relativización de la modernidad. Un papel
importante lo han tenido los historiadores del derecho, por ejemplo: Bartolomé Clavero. En
Tantas personas como estados Clavero muestra cómo el derecho común no contempla la idea
de sujeto indivisible y monopolista de los derechos que caracteriza el orden estatal moderno,
sino que está poblado por un conjunto complejo de personas imaginarias, personae fictae, que
son los verdaderos sujetos de ese sistema. Un sistema de privilegios sin sujetos individuales

Pasqueale Villari:

“La sociedad cambia de siglo en siglo y a medida que nos presenta otra de sus mil caras,
debemos rehacer la historia bajo un nuevo aspecto.”

Esto fue enunciado por Villari en el III Congreso Internacional de Ciencias Históricas (Roma,
1903).
Eleonora Dell`Èlicine, Hector Francisco, Paola Miceli y Alejandro Morin

Estas jornadas proponen examinar y debatir la aplicabilidad del concepto de Estado a


sociedades precapitalistas. Es necesario pensar la especificidad de la configuración política
en aquellas sociedades, en donde ni la religión, ni la política, ni la economía constituían ámbitos
discernibles.

Este debate presenta un amplio arco de posiciones cuyos extremos son claramente
contrapuestos. Por un lado, un paradigma evolucionista de raigambre decimonónica, piensa la
idea de Estado ligada a la sociedad civilizada. El Estado aparece así como un elemento
civilizatorio fundamental. Según ese esquema las sociedades sin Estado suponen una etapa
“precivilizatoria”. Este pensamiento, que privilegia las “maduraciones” de las sociedades,
propone, por ejemplo, para occidente, una lectura genética del Estado moderno que considera
a los núcleos político-territoriales bajomedievales como germen de los Estados europeos de
nuestros días.

La perspectiva opuesta, llamados antiestatalistas proponen en su mayoría que el Estado nace


como resultado de la gran ruptura que implicó el surgimiento de la sociedad capitalista. Las
revoluciones burguesas del siglo XVIII presentan un quiebre entre el mundo de individuos con
Estado en el marco del mercado capitalista por un lado… y las sociedades estamentales y
corporativistas pre revolucionarias por el otro.

Quienes avalan la inexistencia del Estado antes del siglo XVIII proponen desembarazarse de
esa matriz estatalista, rescatar la diferencia y la ruptura y desarrollar una continua
vigilancia del vocabulario empleado. La necesidad de vigilancia del vocabulario implica
revisar no solo el concepto Estado sino también el calificativo “sociedades precapitalistas” ya
que este último es un concepto unificador: reúne bajo una rúbrica única experiencias sociales
muy diferentes

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