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La Gestión Directiva como Gobierno: análisis y reflexión

Carlos Fernández

Liceo Remedios Escalada de San Martín

cfcarlosfernandez39@gmail.com

La Gestión Directiva: Modelos de gestión

Resumen
La gestión como gobierno, es la respuesta para la Escuela Secundaria interpelada
por la Posmodernidad. Profesionalización, mirada sistémica y ejercicio político
democrático confluirán necesariamente en la conformación de Comunidad de
Aprendizaje.

Introducción

La gestión directiva y las transformaciones de la educación secundaria, se


entienden en una necesaria contextualización socio-histórica-cultural que en su
devenir reclama del Estado y de los actores sociales respuestas que siempre serán
políticas; esto es así, porque paideai y politeia se implican mutuamente, la educación y
la política son como dos caras de una misma moneda.

Intentaré analizar y reflexionar sobre la Gestión Escolar, en tanto gobierno, o


sea, ejercicio de poder dentro de las instituciones. Esta posibilidad se da gracias a los
intersticios que deja el sistema con márgenes de libertad y autonomía para los actores
institucionales que pugnan por hacer un espacio para lo instituyente o lo instituído.

El Mercado y la Publicidad sumergen a la población en una nueva lógica, cual


es la del cliente, la del potencial consumidor, al que se alaga permanentemente,
instalando la idea de que cada deseo equivale a un derecho, que la hipersubjetividad
es el estado normal y hasta el capricho constituyen parte de “su originalidad”, cuando
en realidad son permanentemente inducidos en sus gustos y deseos. En este y otros
sentidos, el Mercado (con el compre ya, no piense, sienta, ud es importante, alentando
el narcisismo) se contrapone a la tarea de educar de la Escuela que invita a pensar,
reflexionar, estudiar un objeto (ciencia)a comprometerme con el mundo que nos rodea,
etc.
El rol del Director de las escuelas secundarias en los actuales contextos
requiere, cada vez más, de una mayor perspectiva política en la administración y
gestión de las instituciones. Puesto que vivimos en este nivel educativo ,de un modo
particular, una etapa inaugural y que requiere responsabilidad ético-política capaz de
cumplir con el ideal transformador y liberador.

Este trabajo pretende en su análisis y reflexión, hacer una apuesta por la


libertad, la confianza en la fuerza y creatividad del soberano (el pueblo) cuando se
crean las condiciones para “praxis, reflexión y acción…”

Historizando un poco

Cuando hablamos del gobierno de una Escuela Secundaria y aunque parezca


una perogrullada, habrá que referirse al nivel medio, “medio” indefinido desde sus
orígenes ya que, en la historia de los sistemas educativos, significó un lugar de paso,
originariamente destinado a aquellos jóvenes que seguirían estudios superiores, una
instancia que se agotaba meramente en lo propedéutico.

De la selectividad a la masividad, del elitismo a la obligatoriedad, este nivel


medio no tuvo la importancia que si la tuvieron la primaria en la constitución del Estado
Nación o los estudios superiores en la formación de las clases dirigentes.

El histórico y progresivo aumento de la matrícula de las Escuelas Secundarias


no alteró la matriz fundacional, típica de las instituciones de la modernidad que
expresaban valores universales de sujetos modernos y para sujetos modernos. A fines
del Siglo XX se inicia un proceso general que Dubet denomina el declive de la
institución.

La Globalización, la Posmodernidad o Modernidad Líquida, la Era posindustrial


inician una serie de transformaciones económicas, políticas, sociales y culturales sin
precedentes, la más importante entiendo es la Antropológica, con la constitución de
nuevas subjetividades.

Nos referiremos sucintamente a la historia del Nivel Secundario en la


Argentina, a fin de poder comparar y mirar en perspectiva los cambios producidos.
Cabe mencionar simplemente que el nivel medio nace en el sistema educativo
argentino como parte de la constitución del Estado Nación, con las presidencias
liberales (Mitre, Sarmiento y Avellaneda) con la creación de los Colegios Nacionales y
de las Escuelas Normales el porcentaje de alumnos que asistían representaban
inicialmente el 1,5 % del total de la franja etaria correspondiente. Nace entonces
como una demanda para la conformación de la clase dirigente y la constitución del
nuevo Estado laico. Con el tiempo quedaron delineadas las características generales
de lo que después constituirían las modalidades tradicionales de la escuela secundaria
argentina: bachillerato, comercial y técnico-agropecuaria.

A lo largo del siglo XX la tenencia del título secundario dio además sustento a
fenómenos de movilidad social ascendente de amplios grupos poblacionales. Así, la
expansión de la matrícula secundaria fue constante hasta mediados de la década del
‘70. Fue creciendo al ritmo del crecimiento y desarrollo del país, de la industrialización,
del Estado Benefactor y hasta del pleno empleo, aunque nunca llegó a superar mucho
más del 50% en sus mejores épocas. Esto fue así con sus variantes locales,
regionales e incluso mundiales. No obstante la Secundaria no era un nivel obligatorio,
en ningún lado. El marco normativo así lo reflejaba, en nuestro caso, la Ley 1420, y
luego la Ley Federal de Educación N°24195 del año 1993 que solamente incluyó dos
años de la llamada EGB III (lo que hoy sería 2do y 3er año).

El proceso de una mayor inclusión de adolescentes y jóvenes en el nivel, da


inicio en forma significativa, con la ley de educación nacional 26206, del año 2006, que
establece la Obligatoriedad del Nivel. La obligación social y legal de enviar a los
jóvenes de 12 a 18 años a la escuela, se asume ahora como un derecho y una
obligación del estado de garantizarlo.

Pero ¿que ocurrió en el contexto general socio-económico-cultural en el que se


instala la necesidad de la obligatoriedad de la secundaria? Huelga decir que no es
una exclusividad de Argentina la obligatoriedad de la secundaria.

Así como los sistemas educativos en Europa y EEUU surgen al compás de la


Revolución Industrial (Siglo XVIII y Siglo XIX), las Nuevas Ideas y el Estado Burgués,
en esos sistemas educativos se contemplaba la necesidad de formar ciudadanos,
trabajadores y contener en las Escuelas primarias a los hijos de los obreros en un
marco disciplinador y alfabetizador. Y la secundaria? Y la atención a los adolescentes
y jóvenes? No llegaba hasta allí el programa de gobierno de estos Estados.
Normalmente, terminada la primaria se incorporaban al mundo del trabajo en el
campo, la industria, las artesanías como aprendices, etc. Salvo la minoría que estaba
destinada como clase dirigente política, empresarial, científica. El nivel medio no era
relevante, demográficamente no era significativo en el marco de los sistemas
educativos.

A fines del Siglo XX, con la Caída del Muro de Berlín (“el fin de la historia”) el
triunfo del liberalismo (neoliberalismo), la Globalización, la Revolución Tecnológica, la
Desindustrialización, la Posmodernidad o Modernidad Líquida, en fin, el cambio de
época que modifica la Economía, la Sociedad y la Cultura, se produce un desempleo
estructural general, bien encausado en el primer mundo hacia el sector de terciario de
la economía(los servicios), en los países periféricos como el nuestro estos cambios
económicos aún siguen sin resolverse.

En ese contexto, surge la Obligatoriedad del Nivel Medio, los adolescentes y


jóvenes quienes por mandato, deben estar todos en la escuela. En esta descripción,
habría que agregar “el fin de la institución” como fenómeno social y cultural, al decir
de Dubet que plantea una realidad social de escasa contención, anomia social y
omnipresencia de los medios de comunicación creando la necesidad de consumir para
“ser” y la satisfacción inmediata de todos los deseos. El Mercado, sustituyendo a la
familia y a la escuela en su rol educador.

Hasta aquí llegamos en esta breve descripción historizada.

Los Desafíos…

En el Sistema, la Secundaria fue el nivel de menor importancia macro social.


Hoy, la importancia del nivel se revierte, no solo por la ley de educación 26206 y la
Obligatoriedad de la Secundaria, sino principalmente, porque esta responde a unas
condiciones sociohistóricas conocidas como posmodernidad, era posindustrial y
Globalización, con impactos en la cultura sin precedentes y aún no del todo
predecibles.

Estos impactos se reflejan en signos o síntomas vinculados directamente en


las nuevas subjetividades que entre otras, pueblan las aulas de la Secundaria:
hiperindividualismo, subjetivismo extremo y personalidad labil. “La vida posmoderna de
los individuos sumergidos en publicidad las 24 horas del día desde que nacen, estas
nuevas subjetividades desprecian la objetividad, hay una sobrevaloración de todo lo
que sea subjetivo, sentimental y a la par una exigencia que no se pueda cuestionar,
poner en duda, disentir a cerca de nada lo que una persona diga o haga si está
expresando su subjetividad, el resultado de una vida bajo una cultura publicitaria que
está permanentemente intentando vender algo, en particular a los individuos jóvenes,
y cuya estrategia publicitaria es estar siempre y en todo momento alabando al
consumidor, convenciéndolo de su carácter único, especial, diferente, original, de que
todos sus deseos son en verdad derechos , de que él se autodetermina, y
convenciéndolo de que todo nace de él. Cuando en verdad el individuo repite lo que
ha visto en su entorno”. ¿Se aplica aquí la idea roussoniana? “hay que dejar a los
niños que hagan lo que quieran, que ya nos ocuparemos nosotros que quieran hacer
lo que nos interesa”.

Los consumidores (adultos y jóvenes) convencidos que todo brota de ellos, que
nadie les ha inducido sus deseos …¿hacen lo que ellos quieren?, ¿o se aplica acá que
ya se ocupará el mercado de hacer que quieran lo que a ellos les interesa?.

Una generación narcisita autoreferencial, políticamente desmotivada, por


desvinculada de la realidad que la trasciende. Hedonista a la cual hay que enseñarle
en la escuela la resiliencia, saber esperar, que algunos procesos son a mediano y
largo plazo, aunque pareciera que algunos adultos han renunciado a enseñar a los
niños y adolescentes a esperar para obtener gratificaciones, superando la cultura de
“lo quiero y lo quiero ya”. Saber esperar es algo que hay que enseñar, frente a la
tendencia a solucionar en forma inmediata tecnológicamente todo, o con la
pastilla(tendencia a patologizar en general, también a las infancias y adolescencias).

Si todo acto educativo es un acto político, si gobernar es educar y educar al


soberano, si la condición de ser miembro de la polis es ser educado ciudadano,
¿Cuánto más en la sociedad del conocimiento?, y si la educación pasa por la toma de
la palabra que nos libera y por ende, nos hace auténticos ciudadanos. Se desprende
de lo antes señalado que, la tarea educativa pasa hoy por enseñar a pensar
superando el discurso hegemónico del mercado.

Política educativa, educar para la política, en esto se nos va un posible


proyecto colectivo de nación. ¿Conque márgenes? Que posibilidad existe hoy de
construir un proyecto de nación, cuando todo parece indicar que la Globalización
terminará diluyendo las fronteras nacionales geográficas y culturales, como
claramente lo expresan, Noam Chomsky en “el Estado Fallido” y Eric Hobsbawm
“Guerra y paz en el siglo XXI”. Es necesario pensar la macropolítica, como también la
micropolítica, de lo general a lo particular y de lo particular a lo general. Es necesario
contemplar el escenario más global de la geopolítica internacional, de la política
nacional, de la política educativa nacional y de los diferentes niveles de concreción,
hasta llegar a la Escuela como unidad básica de gobierno.

Creer en la Democracia en definitiva, sería creer que los actores que actúan en
los escenarios más pequeños tienen posibilidad de incidir sobre la realidad, se trata en
definitiva siguiendo a Paulo Freire “educación versus masificación”, o más cercana aún
a nosotros, Graciela Frigerio “resituar lo específico de la escuela, valorar su carácter
político como copartícipe de la producción de lo público…recordar el margen de poder
y libertad que ofrece el concepto de actor, destacar la importancia del uso de los
intersticios…”

Concretizando…

Después de haber descripto la circunstancias culturales por las que atraviesa el


mundo, coincidiremos que muchos son los desafíos que enfrentan los Directores y los
Equipos Directivos en general, más aún los del nivel medio. Un nivel que surgió con
una no muy clara definición, para una población que atraviesa una edad de
indefinición, de incertidumbres en una cultura que preconiza el fin de las certezas. Una
franja etaria necesitada de modelos identificatorios y que se encuentra con adultos-
adolescetes. Una historia del sistema educativo argentino que cambia de políticas
educativas cada cambio de gobierno, una nación que nunca terminó de
independizarse plenamente y que a la dominación española le sucedieron la británica
y la norteamericana, que le falta la tercera dimensión (la profundidad de su ser) al
decir de Alberto Rougés. Con falencias en la formación profesional docente bien
expresada por Perez Gomez, cuando se refiere a la cultura del docente.

Ningún buen proyecto que quiera transformar la realidad podrá prescindir de un


buen diagnóstico.

Aún nos falta señalar algunas otras contradicciones a las que están expuestos
los destinatarios de la educación secundaria que sería largo seguir enumerando.

Hecha esta aclaración, enmarcada en el contexto, resta ahora plantear el


sentido profundo de una gestión que debe justificar su rol con viso inaugural.

Históricamente la gestión directiva marcada por una fuerte centralización


incidió naturalmente en su carácter burocrático, se pensaba que un buen docente
concluía su carrera como Directivo sin tener una clara definición del rol, era una
cuestión de papeles. No fue, sino recientemente con los cambios de fines del Siglo XX
en los que se alienta la autonomía institucional y por ende, el rol del Directivo
comienza a tener mayor relevancia. Bien es sabido, que la Administración Escolar con
su especificidad pedagógica organizativa, fue influenciada por la Administración como
ciencia empresarial. Asi como se estudió la organización y administración empresarial,
del fordismo al toyotismo, también la Organización Escolar fue materia de estudio y
reflexión por parte de pedagogos, sociólogos, filósofos, historiadores de la educación,
etc.
Gestionar una institución educativa se transformó en un estudio científico
necesario para los Directivos.

Desde la ley 1420, pasando por la Ley Federal de Educación y la actual Ley de
Educación Nacional las normativas se fueron sucediendo más recientemente desde el
Consejo Federal de Educación, a las normativas provinciales en un complejo
legislativo superpuesto en algunos casos contradictorios. No obstante, los márgenes
de autonomía en las Escuelas fue creciendo, conforme también crece la formación y la
capacitación específica de los Directivos.

Así autores que alientan a posicionarse en los actuales contextos, como Silvina
Gvirtz pasar del círculo de la imposibilidad al círculo de la influencia, o Claudia Romero
cuando demuestra en su trabajo de investigación la importancia de la “presencia” del
Director formado y que influye en la mejora de los resultados de la calidad educativa.
O cuando Tenti Fanfani afirma que las escuelas pueden pero no pueden solas,
relacionando el trabajo Directivo con la necesaria colaboración de la comunidad y la
familia, en definitiva lo que están afirmando es el carácter político necesario del
Director, la Gestión como gobierno, la actuación del Directivo que gestiona y hace la
diferencia.

Gobierno institucional en el que conviven actores con intereses contradictorios,


supuestos e ideologías diversas. De allí que gobernar las instituciones en la actualidad
sea tarea compleja para profesionales democráticos con conocimientos teóricos para
un pensamiento complejo y multidisciplinar, y que entiendan esto incluso como un
compromiso ético-político.

Un posible modelo de Gestión…

Si el diagnóstico es necesario para cualquier intervención, también lo es para


intervenir en la micropolítica institucional, en la Escuela.

Las reflexiones pedagógicas son tan antiguas como la filosofía y tal vez más, el
hecho es que las distintas corrientes o escuelas pedagógicas incidieron en los
sistemas educativos, aunque la autonomía en la gestión de los establecimientos
educativos es cosa más reciente, al menos su instalación masiva, esto es en las
últimas décadas del Siglo XX.

Comenzamos con lo primero o lo más instituido, el (PEI) Proyecto Educativo


Institucional, la Planeación educativa institucional, claro que su formulación y el diseño
data de la década de 1980 en Francia, en el que se comienza a pensar y planear la
educación con ciertos márgenes de libertad y autonomía, reconocidas por el sistema.
Con el análisis de sus distintos componentes como el contexto, lo pedagógico, lo
administrativo, la comunidad. La explicitación de la misión, visión, los valores, las
propuestas pedagógicas con su (PCI) Proyecto Curricular Institucional, etc. Son tareas
que cualquier directivo deberá trabajar y estudiar.

Mas allá de lo enunciado o explicitado que pueda estar el PEI, existe siempre
de un modo implícito, y bueno es volver a reflexionar sobre el mismo con cierta
periodicidad. El PEI parte de un contrato fundacional o un mito fundacional, que se
renueva o puede refundarse también.

Es necesario en ese sentido que toda Gestión que quiera intervenir


científicamente necesita de Diagnóstico, con distintos instrumentos es necesario
recabar datos estadísticos que se transformen en información, información que se
transforme en el insumo necesario para la toma de decisiones.

FODA, Fortaleza, Oportunidades, Debilidades y Amenazas, este instrumento


proveniente del ámbito empresarial puede ser un buen recurso para el análisis.
También, el método o instrumento IACE, Instrumento de Autoevaluación de la Calidad
Educativa nos ofrece su aplicación una oportunidad de trabajar desde la participación
y el compromiso.

La Gestión como Gobierno, no invalida, sino por el contrario se enriquece de


los anteriores modelos de gestión centrados por ejemplo en la administración (cuestión
de papeles), en el apego a las normas (burocrático), en la búsqueda de la eficacia y
eficiencia (calidad total) o la que acentúa la dimensión comunicacional. Lo cierto es
que la Gestión como Gobierno es esencialmente democrática (sin que por ello se
disuelva la responsabilidad de conducir, guiar, dirigir). La apuesta a la participación y
al compromiso, trabajando sobre el clima y la cultura institucional, implica también, no
solo capacidad de delegar, sino más aún, de liderazgo distribuido, condición necesaria
para la constitución de Equipos de Trabajos, que en la práctica se traduce
implícitamente en el empoderamiento de órganos de gobierno colegiados.

La gestión como gobierno (y gobierno democrático) implica la disposición a


ceder espacios de poder y a estar dispuestos a sacrificarlos en pos de un proyecto
colectivo.

Así determinadas líneas de acción para fortalecer el Consejo Consultivo, el


Centro de Estudiantes, la Cooperadora o la Comisión Escolar de Convivencia debe ser
entendidas en el sentido antes mencionado, construir un nosotros, un proyecto
educativo institucional colectivo, donde todos intervengan desde los roles que les
compete en los (PMI) Planes de Mejora Institucionales, como en la construcción de los
(AEC) Acuerdos Escolares de Convivencia. En definitiva sea la Escuela un espacio
público en el que se recupere la especificidad de la Escuela, enseñar y aprender no en
el sentido tradicional compartimentado, sino en el más actual de Comunidad de
Aprendizaje, donde circule el deseo de enseñar y aprender tanto entre jóvenes y
adultos.

A modo de conclusión

Una educación para ser digna de tal nombre, debe ser educación política; debe
ser liberadora de la palabra enunciada con sentido, pensada, nacida del ejercicio de la
praxis desarrollada en el mismo seno de la Escuela. La Escuela Secundaria producirá
los cambios que necesita, solo si vive una cultura profundamente democrática: “lo que
a todos afecta, por todos debe ser tratado”, ejercicio de la paideia y politeia que asigne
o reasigne a la Escuela Secundaria su lugar, en la formación profesional de los
Directivos con conocimientos básicos en las necesarias disciplinas que les permitan
una mirada sistémica y un pensamiento crítico, en tiempos de crisis como los
actuales, que las amenazas no nos impidan ver las oportunidades.

Referencias Bibliográficas

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