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"La dinámica de los procesos de marginalización" (De la

vulnerabilidad a la exclusión). Por Robert Castel

-No cabe duda que las “grandes” políticas de lucha contra la marginalidad deberían
ser aquellas que se centraran en el empleo, la vivienda, la situació n de deprivació n
cultural de las mayorías desfavorecidas, es decir, en las causas de la miseria y la
desgracia.-
 
1. Pobreza, deficiencia y dinámica de la marginalización. 

La aproximación en términos de pobreza.

Es indiscutible que la indigencia econó mica está en la base de la mayoría. Sin


embargo, conocemos las dificultades para definir los umbrales de pobreza que
puedan servir como criterios para decidir cuá les son los individuos que necesitan
ser socorridos. "Contar a los pobres" es una operació n indispensable, pero la
heterogeneidad de las evaluaciones demuestra que la dimensió n econó mica pura
jamá s da la informació n suficiente como para decidir quién es "pobre".

Hay una pobreza que está integrada, y hay una indigencia integrada que no es
marginalidad. 
El nivel de recursos econó micos, cualquiera sea el grado o umbral se establezca, no
es má s que un elemento para caracterizar las situaciones marginales.

La aproximación clasificatoria de las categorías de dependientes.

La ló gica de los servicios sociales procede generalmente a partir del recorte de


poblaciones-blanco, haciendo un esfuerzo para afectarlas de medios específicos
que permitan hacerse cargo de ellas, es decir que se movilizan para ellas recursos y
especialistas, y se definen instituciones especiales a partir de constatar que cada
una plantea un problema específico. 
También se han distinguido a los indigentes, los invá lidos, los niñ os abandonados,
las viudas o los ancianos necesitados; los enfermos mentales, los delincuentes, los
toxicó manos, etc. El modelo presente es la relació n de servicio: Poner en
correspondencia a esos blancos poblacionales con competencias profesionales e
instituciones específicas.

Ese abordaje tiene sus méritos, permitió el desarrollo de servicios sociales, lo cual
sin duda es mejor que el abandono puro y simple de las poblaciones carenciadas.
Pero presenta por lo menos dos inconvenientes que hacen dudar de que ésta sea la
mejor vía para hacerse cargo de la marginalidad. Primero implica a menudo un
cará cter estigmatizante, como lo demuestra el caso-límite de la psiquiatría clá sica
que constituye el ejemplo tipo de un hacerse cargo especializado con instituciones
y profesionales especializados y una legislació n especial. Sin embargo, este
despliegue ha llevado, en el hospital psiquiá trico clá sico, a formas sutiles y
científicamente legitimadas de exclusió n. 

Pero ademá s del riesgo de cristalizar la categoría de asistidos en una especie de


destino social e institucional definitivo, se observan cada vez má s formas nuevas
de marginalidad, que se ajustan a esos sistemas de categorizació n. 
Frente a esta inestabilidad las culturas institucionales y profesionales se
encuentran sin recursos, entonces, ¿có mo hacerse cargo de ellos?

Sin pretender proponer una alternativa global y opuesta en relació n a esas dos
gestiones, economista y técnico-clínica, quisiera defender una aproximació n
transversal a esas poblaciones; preguntá ndome qué tienen en comú n, que no es
solamente un nivel de ingresos muy bajo, ni tal o cuá l deficiencia personal
específica. Creo que este desplazamiento puede acarrear un beneficio prá ctico, de
hacerse cargo de esas poblaciones marginalizadas.

2.  Las cuatro zonas

 La zona de integració n (trabajo estable y fuerte inscripció n relacional, que a


menudo van juntos).
 La zona de vulnerabilidad (trabajo precario y fragilidad de los soportes
relacionales).
 La zona marginalidad o zona de desafiliació n (ausencia de trabajo y
aislamiento relacionar). 

Ejemplo de esto es tomar las sociedades europeas anteriores a la revolució n


industrial, cuyas estructuras quizá son o nos parecen má s simples que las nuestras
y en donde se localizan fá cilmente: 

 Una zona integrada representada por ejemplo por el artesano o incluso la


mayoría de las empleadas domésticas. Son pobres pero no plantean un
problema, a menos que se deslicen hacia la zona de vulnerabilidad.
 La zona de vulnerabilidad, que comprende a los pequeñ os trabajadores
independientes sin reservas econó micas, por ejemplo vendedores de
diarios, vendedores ambulantes, etc.; y a asalariados precarios no incluidos
en el sistema corporativo o sin garantías. Su inestabilidad es cró nica y
corren riesgos frecuentes de caer en la tercera zona. 
 La zona de marginalidad profunda o de desafiliació n, es aquel que está
desvinculado de todo soporte relacional; por ejemplo el vagabundo, que no
trabaja aunque podría hacerlo. Es rechazado y reprimido.

 La zona marginalidad, en donde el individuo no puede trabajar (ya sea por


razones físicas, edad o situació n familiar crítica). Se relaciona no só lo al
trabajo, sino también a la inserció n relacional. 

Se pueden extraer dos las principales que pueden ayudar a aclarar el problema de
la marginalidad en nuestros días:

 El factor pobreza, que sin negar su importancia decisiva, no es


exclusivamente determinante.
 El esquema anterior no debe leerse de manera está tica sino diná mica; las
zonas mencionadas no está n dadas de una vez y para siempre, sino que sus
fronteras son cambiantes, operan pasajes incesantes.
Es la vulnerabilidad la que alimenta la marginalidad profunda, ocupa una posició n
estratégica y es un espacio de inestabilidad. 

3. Asistencia generalizada y marginalidad residual.

Hasta una fecha reciente la situació n de los países europeos parecía marcada por la
estabilizació n de la zona de vulnerabilidad. La marginalidad representaba un
factor residual en una formació n social globalmente integrada. 

En efecto, por un lado una proporció n importante de los indigentes eran asistidos a
través de técnicas de protecció n pró ximas a la asistencia tradicional. Luego, los
servicios sociales modernos continú an desplegando estrategias de ayuda, cuyo
ideal consiste en establecer una relació n personalizada entre la instancia
dispensadora y el beneficiario. Cuando a finales del siglo XIX los principales
estados europeos imponen el derecho a la ayuda, la asistencia hace un progreso
considerable garantizando prestaciones uniformes y legalmente exigibles. Pero las
categorías de beneficiarios son muy restringidas y recortan ajustadamente las
antiguas clasificaciones de la indigencia asistida tiempo atrá s, sobre la base de su
incapacidad para trabajar: ancianos, discapacitados, enfermos incurables, niñ os
abandonados, etc. El derecho a la ayuda tiene, por lo tanto, un contenido muy
restrictivo en cuanto a las poblaciones a las que se refiere. 

Se funda así la concepció n de marginalidad, calificada como residual; con garantías


de má xima cobertura contra la pobreza y con derecho a la ayuda y asistencia social
para las principales categorías dependientes. 

En ese contexto pueden distinguirse dos formas principales de marginalidad:

 Una marginalidad "libre", caracterizada por su distancia en relació n al


trabajo regular, pero también en relació n a las formas organizadas de la
protecció n pró xima representada por la asistencia.
 El segundo grupo de marginales es sustraído de la vida social ordinaria y se
encuentra institucionalizado en espacios separados. La propensió n de los
servicios médicos y sociales es la de caracterizar a esas poblaciones a partir
de una deficiencia específica. 

4.  La reactivació n de la vulnerabilidad

La situació n, tal como ha sido esquematizada, es sin duda dominante en la


actualidad. Paradó jicamente marginales son tanto los que má s escapan a la
institucionalizació n y todavía se entregan, a formas de nomadismo incierta y
peligrosa.

Esos fenó menos de exclusió n representaban al mismo tiempo excepciones y


arcaísmos en relació n a los progresos de la modernidad. Ese desarrollo de zona
inestable, entre integració n y exclusió n, renueva, al menos parcialmente, la
problemá tica de la marginalidad.

En relació n al trabajo, la vulnerabilidad parecía estabilizada por la generalizació n


de una situació n salarial só lida. No se trataba solamente del aumento de la
desocupació n sino también de la precarizació n del trabajo.

Esta transformació n del mercado de trabajo en el sentido de su precarizació n, se


acompañ a de un deterioro de los soportes sociales relacionales, que aseguran una
"protecció n pró xima"

Lo que importa aquí es que esta tendencia está particularmente acentuada en las
categorías má s desfavorecidas.

Se percibe así que la precariedad del trabajo o la desocupació n y la debilidad de las


redes relacionadas está n a menudo asociadas y aumentan los riesgos de tamiento
de la vulnerabilidad en la denominada desafiliació n. 

5. Marginalidad y prá cticas de inserció n.


En principio, el mapa de repartició n de subsidios coincide ajustadamente con el de
desocupació n, hay una relació n significativa entre esas situaciones de privació n y
la reestructuració n del aparato productivo. En segunda instancia má s de la mitad
de los beneficiarios eran desconocidos para los servicios sociales tradicionales.

Por lo tanto, el problema es difícil; sin pretender aportar una solució n que quisiera
defender los méritos de una asistencia global de esas poblaciones, desde una
perspectiva de inserció n que no pase necesariamente por su recorte en categorías
específicas.

Ese es el espíritu de la ley francesa sobre RMI con respecto a las formas clá sicas de
lucha contra la pobreza y la marginalidad, sean estas de inspiració n econó mica y
clínica. 

Ese dispositivo innova en dos puntos: 


 Primero toma en cuenta la transversalidad de la desafiliació n,
independientemente de las causas que la han producido; es decir que
rompe con la ló gica tradicional de la intervenció n social o médico social que
se esfuerza en definir una deficiencia específica para hacerle corresponder
un servicio o prestació n. 
 Segundo, a ese derecho a la ayuda le corresponde un imperativo de
inserció n. Por lo menos de acuerdo al espíritu de los promotores del RMI, el
subsidio no debería quitá rseles a  aquellos que no cumplieran con su
contrato de inserció n.

Es responsabilidad de la comunidad, en particular de los agentes de los servicios


sociales, encontrar tareas aunque sean modestas, que puedan ser realizadas por
los beneficiarios.

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“Marginalidad y Pobreza”. Por  Loic Walquant

Procesos de Marginalidad: 

 Ascenso por producció n  estandarizada.


 Consumo masivo.
 Contrato social (en manos del Estado), que origina marginalidad urbana.
 La llegada a los sectores má s avanzados de la economía, que ocasiona 
marginalidad avanzada.
 Generando nueva pobreza en la sociedad.

La modernizació n provocada por la economía avanzada, la reestructuració n del


capitalismo, la nueva divisió n internacional del trabajo y el desarrollo de nuevas
industrias producen el ascenso de la desigualdad y marginalidad urbana.

La marginalidad puede caracterizarse en cuatro sectores:

1. Diná mica macrosocial - resurgimiento de la desigualdad social: cuando


avanza la economía capitalista remodeladora, má s amplio es el alcance de la
marginalidad.
2. Diná mica econó mica - la mutació n del trabajo asalariado: la automatizació n,
la competencia laboral extranjera y la degradació n de las condiciones de
empleo son causas de la nueva marginalidad.
3. Diná mica política - la reconstrucció n de los Estados de Bienestar: los
Estados de Bienestar son productores y modeladores de desigualdad y
marginalidad urbana.
4. Diná mica espacial - concentració n y estigmatizació n: el surgimiento, la
consolidació n y la dispersió n de los barrios de relegació n son una cuestió n
política.
Los regímenes de marginalidad urbana está n compuestos por conjuntos de
mecanismos vinculantes de la economía,  el estado, el lugar y la sociedad y difieren
de país en país.

Los Estados - Naciones  enfrentan tres alternativas: 

 La primera opció n, consiste en emparchar los programas existentes del


Estado de Bienestar.
 La segunda solució n es criminalizar la pobreza a través de la contenció n
punitiva de los pobres. Por un lado, barrios cada vez má s aislados y
estigmatizados; y por el otro, cá rceles y prisiones.
 La tercera respuesta apunta a la reconstrucció n fundamental del Estado de
Bienestar, que adapta su estructura y sus políticas a las condiciones
econó micas y sociales emergentes. Esta tercera alternativa es la ú nica viable
al desafío que la marginalidad avanzada plantea las sociedades
democrá ticas cuando estas se prestan a cruzar el umbral del nuevo milenio.

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La pobreza en áfrica
La pobreza en Á frica es una de las principales causas por las que miles de personas
deciden desplazarse de sus lugares de origen. Los conflictos armados en el
continente también son una causa fundamental para entender los desplazamientos
de personas y la existencia de refugiados, no solo porque se trata de gente que
debe huir porque teme por su vida sino también porque las guerras constantes
inciden en la perpetuació n de la pobreza en Á frica.

La progresiva desertificació n de muchas zonas que eran productivas, sobre todo en


los países pró ximos al lago Chad, es otra de las causas de la pobreza en Á frica. El
cambio climá tico y el calentamiento global del planeta ha ido generando aumentos
en las sequías, dejando inutilizables miles de hectá reas de tierra cultivable y
perpetuando la desnutrició n y el hambre. Muchas familias se encuentran ante la
situació n extrema de no poder cultivar nada y no les queda má s remedio que
desplazarse para no morir de hambre.

Pese a la cantidad de recursos naturales, Á frica es el continente con mayor índice


de pobreza de todo el mundo. Y con mayor cantidad de conflictos armados, ademá s
de una falta de acceso al agua potable que cada vez aumenta en mayor cantidad de
territorio. Habitantes de países como Somalia, Uganda o Chad está n en riesgo
permanente de contagiarse de có lera por beber agua contaminada de pozos o de
charcos.

“Refugiados africanos comparten agua. La población infantil en riesgo por la


pobreza en África”

Los niñ os y las niñ as siempre suelen ser el sector de la població n má s afectado
cuando hablamos de la pobreza en Á frica, donde los índices de desnutrició n
infantil son alarmantes. El inconveniente principal es que un niñ o o una niñ a en
situació n de pobreza se exponen a un severo retraso madurativo por causa de la
desnutrició n y la mala alimentació n. Y esto puede significar, en casos extremos,
morir de hambre.
La continua escasez de lluvias, con su consecuente sequía, y los conflictos que
asolan a estos países han dejado a má s 1.4 millones de niñ os al borde de la
hambruna en Somalia, Yemen, Nigeria y Sudá n del Sur.

Aunque las causas de esta crisis alimentaria son muy variadas, las consecuencias
siguen siendo las mismas: los niños y sus familias intentan sobrevivir mientras
siguen en riesgo de sufrir desnutrición. 
Otro de los problemas de la pobreza en Á frica relacionado con la població n infantil
es que se potencia el estado de desprotecció n de la misma, dejando a muchos niñ os
y niñ as en situació n de vulnerabilidad y sean má s propensos a unirse a bandas
armadas o a convertirse en esclavos sexuales.

El riesgo de contraer malaria es otro de los severos problemas que acarrea la


situació n de pobreza y que ubica a la franja infantil como el sector má s
desprotegido en este sentido.

“Datos y estadísticas sobre la pobreza en Á frica. La pobreza, en su forma má s


extrema e indigencia.”

Es tratar de sobrevivir sin lo esencial para la vida, como alimentos, agua o refugio.
Para la regió n subsahariana del Á frica esta es una realidad para casi la mitad de la
població n. Sin las necesidades má s bá sicas a su disposició n, los niñ os en el
continente africano no pueden imaginarse una vida sin pobreza.
De los 10 países con mayor desigualdad en el mundo hoy, siete de ellos está n en
Á frica.
Uno de los principales problemas en Á frica es el hambre. Ademá s de que 598
millones de africanos subsaharianos viven sin electricidad y usan lo que sea como
combustible para cocinar.
El 40 % de las personas a nivel mundial sin acceso a agua potable viven en Á frica.
Los problemas de agua y saneamiento en estos países cuestan má s de lo que
reciben en asistencia econó mica.
El 41% de la població n vive con menos de $1.90.Tiene el índice má s alto de niñ os
que viven en la pobreza extrema, un 75% segú n el Banco Mundial y UNICEF.
Un total de 32.1 millones de niñ os en el continente africano son huérfanos.
La malaria mata a 3.000 niñ os africanos cada día, el equivalente de uno cada 30
segundos.
Un creciente nú mero de niñ os está sufriendo retrasos de crecimiento como
consecuencia de la desnutrició n.

“Los países más afectados”

Sudán del Sur

Las Naciones Unidas han declarado la hambruna en ciertas regiones de Sudá n del
Sur. Una situació n que se ha visto desencadenada por la sangrienta guerra civil que
ha sufrido el país que ha dejado como resultado un desplazamiento masivo de
personas que huían de la violencia. La hambruna amenaza a Sudá n del Sur desde
hace meses y ahora se ha convertido en una realidad devastadora en algunas
partes del país. La hambruna podría extenderse a otras zonas en los pró ximos
meses donde millones de niñ os y familias vulnerables corren el riesgo de morir de
hambre.

 Somalia

El pasado mes de enero se declaró en Somalia una alerta temprana de pre-


hambruna. Entre 2011 y 2012, cerca de 260.000 personas murieron en Somalia
cuando se declaró la hambruna. La falta de alimentos y agua han provocado que
muera el ganado, su principal medio de vida, y ha hecho que muchas familias
hayan tenido que huir de sus hogares. La situació n en Somalia se ha agravado en
las ú ltimas semanas. 363.000 niñ os sufren desnutrició n severa, 71.000 son casos
de desnutrició n aguda grave y 50.000 son casos muy graves de niñ os al borde de la
muerte. 

 Nigeria
El violento conflicto que se lleva viviendo desde hace ocho añ os en Nigeria, se ha
intensificado en los ú ltimos cuatro y se ha extendido a través de las fronteras de
Níger, Chad y Camerú n dando lugar a una de las crisis humanitarias y de
protecció n má s importantes en Á frica. El hambre y la malnutrició n está n en niveles
críticos, con 7,1 millones de personas en situació n de alerta por posible hambruna,
de las cuales 5,1 millones está n só lo en Nigeria.

Yemen

Esta crisis ha llevado al país a una situació n totalmente catastró fica: puertos y
aeropuertos en ruinas, hospitales bombardeados y centros sanitarios colapsados,
falta de alimentos, medicinas y artículos de primera necesidad. Má s de 21,2
millones de personas, casi el 50% son niñ os, necesitan ayuda humanitaria. 7,7
millones de niñ os se enfrentan a una situació n de inseguridad alimentaria, y 1,3
millones de niñ os sufren desnutrició n severa y miles han muerto a causa de
enfermedades que se pueden evitar.

Con una población que se ha pronosticado doblará en tamaño para el año 2.050,
habrá aún menos recursos para todos si no hay un cambio.

“Causas de la pobreza en África”


África, el continente con más conflictos activos
Actualmente, Á frica es el escenario de 25 guerras y conflictos activos de los que
apenas escuchamos hablar. El dañ o causado por la violencia se suma a un
problema añ adido: la larga duració n de estos conflictos que nunca terminan o
resurgen tras un breve periodo de calma. Entre los países má s castigados, Sudá n
del Sur, el má s joven del mundo, lleva inmerso en guerras y conflictos con cortos
periodos de paz, desde su independencia de la colonia britá nica, antes de su
independencia en Sudá n.

Ante esta situació n, los recursos en el país se agotan, millones de personas tienen
que huir a otros países y los precios de los bienes, tan escasos, se multiplican y se
alejan de las posibilidades adquisitivas de una població n que lo ha perdido todo.

Los conflictos armados son una causa muy importante para comprender los
movimientos de població n y la existencia de refugiados, no solo porque se trata de
personas que tienen que escapar porque teme por su vida sino también porque las
guerras constantes hacen que la pobreza en África se perpetúe. Es el caldo de
cultivo perfecto para la pobreza y el hambre en Á frica.

Desiertos y temperaturas extremas en África


La climatología del continente es otra de las razones de la extrema pobreza en
Á frica. Este continente posee nueve desiertos, entre ellos algunos de los má s
grandes del mundo: el Sá hara y el desierto del Kalahari.

La desertificació n de zonas pró ximas como el Lago Chad, que se ha reducido


drá sticamente a lo largo de los añ os y fuertes sequías contrapuestas a lluvias
torrenciales, contribuyen a mermar los recursos del continente.

Somalia es el caso má s evidente. En 2017, atravesó la peor sequía de los ú ltimos 60


añ os que arrasó cultivos y pastos, provocando a su vez la muerte del ganado. El
hambre y la desnutrició n son las peores consecuencias de la orografía y el clima
africano, que empeora a raíz del cambio climá tico.
La progresiva desertificació n de zonas que eran productivas y buenas para el
cultivo, sobre todo en los países pró ximos al lago Chad, es otra de las causas de la
pobreza en Á frica. El cambio climá tico y el calentamiento global del planeta está
provocando sequías, dejando inutilizables miles de hectáreas de tierra
cultivable. Como consecuencia, el hambre y la desnutrició n se perpetú an. Ante la
imposibilidad de poder cultivar, miles de familias se ven obligadas a desplazarse
para no morir de hambre.

Historia de África: un territorio colonizado


A lo largo de la historia, Á frica ha sido un territorio colonizado por distintos
pueblos de otros lugares del planeta.

En el siglo VII, al norte de Á frica llegaron pueblos á rabes y permanecieron en los


países de la costa mediterrá nea.

Má s adelante, las principales potencias europeas se repartieron casi todos los


países del continente en el siglo XVII. Algo sintomá tico a día de hoy es el hecho de
que en todos los países de Á frica se hablan lenguas no autó ctonas, como el inglés,
el francés, el españ ol, el portugués o el holandés en Sudá frica.

Ademá s, el mapa de Á frica resulta especialmente llamativo por las divisiones


rectilíneas de muchas de sus fronteras que fueron trazadas geométricamente por
los colonizadores para facilitar su divisió n sin tener en cuenta las distintas culturas
y etnias que conviven en el continente.
Pobreza en África, ¿un círculo vicioso?
Suele decirse que la pobreza genera pobreza y que la escasez de recursos puede
convertirse en un círculo vicioso. Pero lejos de tratarse de un problema sin
solució n, los trabajadores humanitarios tienen claro que es necesario invertir en
mejorar su situació n para el mañ ana.

La solució n pasa por la educación y por seguir extendiendo ejemplos como el de


Uganda, un modelo de solidaridad y acogida a refugiados, facilitandoles tierras y
opciones de negocio a refugiados para que se conviertan en parte del tejido
productivo y puedan ser autosuficientes.

Á frica cuenta con muchos recursos naturales. A pesar de eso, es el continente con
mayor índice de pobreza de todo el mundo. Los conflictos armados y la falta de
acceso a agua potable hace que miles de personas en países como Somalia, Uganda
o Chad estén en peligro permanente de contagio de có lera por beber agua
contaminada de pozos o de charcos.

Aumenta la pobreza en Á frica 


Segú n el modelo internacional filtros una plataforma de la Universidad de Denver
el 60% de la població n mundial que vive bajo la línea de pobreza se encuentra en
Á frica subsahariana en 2020 los países má s afectados por la pobreza en el
continente está Somalia Repú blica Centroafricana y la Repú blica Democrá tica del
Congo. El ministro sudafricano de salud Zweli Mkhiz dice que por primera vez en
décadas está aumentando el porcentaje de pobreza extrema en el continente y eso
podría ascender hasta en un 9% adicional dice que en los ú ltimos 6 meses entre 26
y 39 millones de personas han pasado a vivir en la pobreza extrema y es el
continente que agravan este flagelo por ejemplo la presencia de conflictos armados
la xenofobia países como Sudá frica y la restricció n en espacio Cívico que está n
poniendo algunos gobiernos que está frente al trabajo que hacen algunas
organizaciones humanitarias tanto locales como extranjeras que trabajan para
mitigar el impacto social que tiene la pandemia que las poblaciones que má s lo
necesitan.

Video: “Á frica: pobreza y hambruna”: https://youtu.be/mLU7_65dZ8M

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