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Dedico este libro a mis hijos, Juan Felipe Correa y José

Ricardo Correa; a mis nueras, Mercedes Gutiérrez —la


Mechu— y Catalina Sánchez —Katica—; ellos y ellas han
sido un apoyo permanente para seguir realizando mis
sueños. Con profunda felicidad, lo dedico a mi primer
nieto, Augusto Correa Gutiérrez, quien acaba de llegar a
la familia, en la ciudad de Buenos Aires.

A las nuevas generaciones de mi familia, como señal de


admiración y agradecimiento, por haber propuesto nuevas
formas de relación entre los miembros de la familia: a mis
sobrinos Luis Javier y Alejandra, a Catalina y Gilberto, a
Ana María, a Daniel Santiago y Samuel; a mis caballeros
de la noche: Mateo, Sebastián y Thomas. A los hijos de
mis sobrinos, que comenzarán la séptima generación ya
libres de repeticiones: Rebeca, Joaquina y Verónica.
Agradecimientos y reconocimientos

Después de escribir mi primer libro acerca de la exitosa terapia de las


constelaciones familiares, decidí seguir buscando explicaciones para ayudar a
nuevas personas a comprender lo que sucede durante aquellas; profundicé
acerca de los aportes de las neurociencias y acerca de los últimos aportes del
método, llamado por Hellinger “los movimientos del espiritu”, trabajo de es
más espiritual que psicológico.
Es así como se realizó un Congreso de Neurociencias en la Universidad del
Rosario, en donde conocimos al doctor Leonardo Palacios, Decano de
Medicina de la Universidad y hermano de la abogada Carmen Palacios, quien
nos permitió escuchar la ponencia de la doctora Silvia López Guzmán, gracias a
la cual comprendimos a fondo el funcionamiento de las neuronas-espejo. A los
dos nuestro agradecimiento por la gentil invitación que le hicieron al Grupo
Hellinger Colombia.
A cada una de las personas que han realizado su constelación con los grupos
de estudio y a los que me han enviado sus comentarios e impresiones, quiero
decirles gracias por la confianza que depositaron en mí; sus vivencias fueron la
inspiración para la estructuración de este libro de casos.
Un agradecimiento especial por la paciencia de las doctoras Marcela
Deckers Pinzón, Liliana Angarita Nieto, Juliana Riaño y Ligia Olaya Rincón,
en el acopio y consignación de los eventos ocurridos durante las constelaciones.
A Luz Dary Vélez, quien me ayudó especialmente en la primera parte de
este libro, para que quedara al alcance de cualquier lector, profesional o no. A
Liliana Gómez Mejía, por los ratos que dedicó a leer y releer los casos, con el
fin de hacerles los cambios necesarios para proteger la intimidad de los
constelados.
A los amigos que generosamente ayudaron como representantes en las
constelaciones, como Nelson Polo, Omar sandoval, Elisa Horta, José Víctor
Carvajales, Pía de Carvajales, Gloria López, Beatriz Monsalve, Ana Tulia
Montañez, Luz Marina Osorio, Clara Inés Contreras, Luz Marina Vanegas y
Carolina Yanguma. Al equipo de profesionales que, asistiendo a los grupos de
estudio y supervisando su propio trabajo, aportaron sus apreciaciones y análisis
de las soluciones que hoy compartimos con todos nuestros lectores.
A mi amiga, María Cristina Garcés, quien dedicó parte de sus vacaciones a
oír los casos, y que como docente participó en la selección de los mismos para
que fueran didácticos y aportaran luces a las familias que los leyeran en busca
de comprensiones y soluciones a sus sufrimientos.
A la doctora María del Pilar Montejo, por dedicarle tiempo a leer este libro,
desde el lugar de un lector neófito, y aportarnos sugerencias para que los casos
quedaran lo mejor relatados posible.
A mi ahijada, María Fernanda Paredes, por su gran generosidad al ofrecerse
para compartir su experiencia de vida con su hijo mayor, quien vino a este
mundo a enseñarnos a ser personas pacientes e imaginativas, pero sobre todo a
abandonar la idea de perfección.
A Teresa Milagros González, quien con la generosidad que la caracteriza me
ofreció ayuda en la revisión final. Tere: millones de gracias por re-aparecer en
el momento en que necesitaba la influencia de tus dones para este libro.
Prefacio

Cuando le comenté a la editora que este libro se basaba en comentarios


acerca de casos y terapias realizadas, el nombre Constelaciones familiares exitosas
resonó en mi alma. Creo que una constelación llega a ser exitosa si se concibe
como un movimiento energético psíquico y como parte de un proceso que
requiere tiempo y trabajo personal para superar los desórdenes y
estancamientos encontrados. Las constelaciones exitosas evidencian la necesidad
de desarrollar ayudas que van más allá de lo filosófico, físico y espiritual; son
las que nos enfrentan a un conflicto y nos facilitan dejar de ser fieles o leales a
un mandato insano de nuestra familia de origen. Se da el éxito en la
constelación cuando soltamos el rencor, la vergüenza, la culpa o el miedo;
cuando superamos el bloqueo, el odio o la superioridad; cuando seguimos
caminando en vez de permanecer detenidos. Las constelaciones exitosas son las
que nos dan más fuerza interna; no las que nos la quitan. Sobre esto último
quiero aclarar que constelar muchas cosas seguidas y preguntar con insistencia a
través de las constelaciones, nos hace perder fuerza, pues no dejamos que el alma
se acomode; mover demasiado la energía puede agotarnos; eso lo comparo con
un terremoto o un movimiento telúrico permanente.
He querido escribir este libro pensando en la gente común; quiero que sea
fácil de entender, que esté al alcance de cualquier persona, y que resulte
práctico para la vida de quien lo lea.
Conozco el método de las constelaciones hace diecisiete años, y es mi interés
que a través del relato de casos de constelaciones exitosas pueda darle al lector
respuestas para algunas de sus preguntas más frecuentes. Espero que los casos
escogidos, por ser comunes, ubiquen a muchas personas interesadas en estos
temas, de manera que las familias puedan anticipar lo que lograrían conseguir
si llegaran a comprender sus situaciones desde los órdenes del amor.
Las constelaciones no resuelven las dificultades que una persona tiene para
dejar el pasado, pero sí muestran los estancamientos debidos a situaciones
específicas y ayuda a hacer cierres. Las constelaciones no cambian el rencor que
una persona siente hacia sus padres, abuelos o antepasados, pero propone una
alternativa para que “suelte” y tome a sus ancestros con lo bueno y lo menos
bueno que tengan. Evidencia lo insano de la relación de pareja, no salva
relaciones ni decide separaciones, pero le muestra a la pareja lo que cada uno
de sus miembros necesita solucionar y sugiere el trabajo personal para liberarse
del enojo por la frustración de no haber sido amado como se deseaba.
Evidencia, en fin, muchos asuntos; ayuda a que nos liberemos desde el amor
del influjo doloroso de los problemas de nuestros antepasados, y ayuda a hacer
conciencia de lo amoroso que es con nosotros y con las generaciones futuras
ser desleal a los mandatos insanos.
Por estas razones habrá en el libro una explicación acerca de qué son y
cómo se realizan las constelaciones familiares, para qué sirven, qué facilita y qué
dificulta la realización del método, los últimos avances, los mecanismos de
lealtad inconsciente, e insistiré nuevamente —como lo hice en mi libro anterior
— en la responsabilidad que recae sobre quien realiza este método.
Las constelaciones son un trabajo transgeneracional: la psicogenealogía —
psicología de las generaciones— comprende numerosas teorías, prácticas y
escuelas de pensamiento, y se ha convertido con el tiempo en un término
popular, casi en un nombre común.
Sin duda alguna le debemos a la profesora Anne Ancelin Schützenberger el
impulso de este enfoque, particularmente en Francia durante los años ochenta.
Ella trabajó durante muchos años con enfermos de cáncer con la ayuda de la
versión clínica del método Simonton. Método que se apoya en la medicina
clásica y en un seguimiento psicoterapéutico, que permite, por medio de
visualizaciones positivas, reforzar las ganas de vivir (líbido vital) y el sistema
inmunológico. La profesora Schützenberger comenzó por descubrir en las
biografías de sus pacientes sorprendentes fenómenos de repetición e
identificación con personas amadas ya desaparecidas. Ese fue el camino que la
llevó a crear el método del genosociograma, una especie de árbol genealógico
muy particular, que resalta hechos relevantes para bien o para mal en la
historia de una familia: enfermedades, nacimientos, accidentes, muertes
precoces o injustas, matrimonios, partidas, etc., poniendo en evidencia, a
través de una representación gráfica, el conjunto de toda la familia, en el
sentido amplio del término, tomando en cuenta media docena de
generaciones, destacando en estas generaciones los vínculos afectivos mayores,
positivos o negativos u olvidados y negados hasta el punto de convertirse en
“impensables genealógicos”{1}. “Somos menos libres de lo que creemos”, dice
Anne Ancelin Schützenberger; pero tenemos la posibilidad de conquistar
nuestra libertad y de salir del destino familiar repetitivo de nuestra historia,
comprendiendo los vínculos complejos que se han tejido en nuestra familia e
iluminando los dramas secretos, los no dichos y los duelos inconclusos.
El método de las constelaciones familiares fue creado hace veinte años por
Bert Hellinger, a partir de los aportes de diferentes terapeutas de la década de
los ochenta y los noventa; entre ellos, Virginia Satir, quien trabajaba con la
familia simulada; Wilhen Reich y Alexander Lowen, creadores de la
bioenergética; Gregory Bateson y Fritz Perls, creador de la Gestalt; Milton
Ericsson y los terapeutas transgeneracionales: Anne Schützenberger, Robert
Gessain, Françoise Dolto y Jaques Lacan. Estos terapeutas analizaron las
relaciones entre los miembros de la familia.
El aporte importante de Hellinger estuvo en abordar a la familia
consultante valiéndose de representantes que no conocieran el sistema familiar; y
por medio de estas personas ajenas al consultante fue comprendiendo
diferentes problemas de las relaciones de los grupos familiares.
Antes de comenzar a relatar los casos escogidos, explicaré, desde la mirada
de las neurociencias, por qué una experiencia durante la constelación facilita un
nuevo aprendizaje y por qué, al ver una imagen vivida, conectada con una
emoción y un sentimiento tal como fueron sentidos, inicia o cierra un proceso
de cambio. Se ha comprobado clínicamente que cuando se logra esta conexión
se puede cambiar la interpretación de los hechos y crear nuevos sentimientos
de empatia que facilitan el perdón.
Actualmente el desarrollo de las neurociencias nos explica la razón por la
cual, mediante un representante, se puede evidenciar lo que le sucede a quien
consulta y a los miembros pertenecientes al sistema durante el desarrollo de
una constelación familiar. Los circuitos neuronales tienen la cualidad de alterarse
según la experiencia, y estos circuitos nuevos alterados se expresan en nuevos
comportamientos; la neurociencia llama a esta cualidad “neuroplasticidad
cerebral”.
La existencia de las neuronas espejo —neuronas que tienen la capacidad de
detectar la intención del otro— nos facilita el entendimiento de la intervención
durante la constelación. Durante la experiencia de la constelación, cuando se
realiza y/o cuando se ve realizar una acción, es decir, cuando hay una imagen
de si mismo o de otro afuera de mi y se reconoce la acción, ya sea a través de la
visión o el sonido, se dispara un nuevo circuito neuronal que conecta otra
emoción y permite que se expresen nuevos comportamientos.
Por otra parte, la física cuántica se ha ocupado en demostrar que la medida
más pequeña no es el átomo —compuesto por neutrones y electrones— sino el
quantum que, por lo tanto, no existe un cuerpo físico sólido; que somos un
holograma, pues el cuerpo está compuesto de ondas electromagnéticas
resonantes; y que somos un espacio vacio que contiene campos diminutos de
ondas vibratorias, los quantum, compuestos de positrones (fases positivas) y
electrones (fases negativas).
Rupert Sheldrake, estudioso de los campos morfogenéticos, explica cómo
durante una constelación quien representa a un miembro de un sistema puede
percibir con su cuerpo los movimientos vibratorios, ya sean positivos o
negativos, que corresponden a sentimientos o a emociones de la persona que
está representando.
Introducción

Como lo relaté en mi primer libro, en el aniversario de matrimonio número


50 de mis padres hicimos una oración para leerla durante la misa y, al dar
gracias a nuestros ancestros, descubrimos que la bisabuela había amado a un
hombre antes de casarse, Luis Felipe Ramírez, padre biológico de mi abuelo
Bernardo. La época no perdonaba un embarazo fuera del matrimonio y los
hijos que así nacían eran considerados poco valiosos. Esta razón llevó a que se
creara un secreto: el apellido Otero era considerado como motivo de orgullo y
el apellido Ramírez se ocultaba como vergonzante. A mi bisabuelo se le negó su
lugar en la vida de mi bisabuela, y no se mencionaba como padre biológico de
mi abuelo; más aún, lo persiguieron para matarlo y tuvo que huir a Venezuela
para salvar su vida.
Cuando usted hace conciencia y trabaja sobre un asunto que ha
permanecido oculto en su familia, las consecuencias no se hacen esperar. En
mi caso, una parte de la familia asistió a constelar, y gracias a mis tías, las
hermanas de mi padre, se ha unido la familia para repetir la frase que reconoce
a Luis Felipe Ramírez como padre biológico de mi abuelo Bernardo, y para
aceptar la realidad de lo que ha salido a la luz en mi familia paterna durante las
constelaciones.
Sobre las doscientas páginas que escribí en mi primer libro, el único
comentario que recibí de un tío, hermano de mi padre, fue el siguiente: Olga
Susana Ramírez Agudelo Otero Lafaurie:
Queridísima sobrina: Quiero hacerle un pequeño comentario a lo que
escribiste en tu interesantísimo libro Viaje a lo profundo del alma. Primero que
todo debemos remontarnos a las costumbres que regían 120 años atrás cuando
nació mi padre y que aún perduraban muchas hace 65 años cuando yo era un
adolescente. Primero que todo sobre la “virginidad”. La mujer que se supiera
que la había perdido estaba condenada a ser repudiada como futura “esposa”
de los hombres solteros de la época y con mucha mayor razón si llegaba a ser
embarazada. Esa era una deshonra que el padre y los hermanos se encargaban
de cobrar con la muerte del culpable. Por esa razón Luis Felipe Ramírez tuvo
que desaparecerse, dicen que para Venezuela.
Como te noto nostálgica por no llevar el apellido Ramírez, quiero que
tengas en cuenta que si el noviazgo de Luis Felipe Ramírez y Juana Otero
hubiera sido como dictaban las costumbres de esa época ellos se hubieran
casado por la Iglesia católica, ya que no existía el matrimonio civil, mi papá
hubiera nacido en ese hogar y tendría vida normal con los otros hermanos que
llegaran. Por consiguiente, mi padre no se hubiera sentido rechazado y no
hubiera tomado la decisión que tomó de salir de Málaga a recorrer el país
amparado solo como músico con su flauta y no hubiera llegado a Honda, en
donde conoció a mi mamá, se enamoró y se casó, y ninguno de los otero
Lafaurie y demás descendientes existiríamos; o sea que no solo no llevarías el
apellido Ramírez sino que no existirías.
Por esa razón yo sí me siento feliz y orgulloso de llevar el apellido otero.
Leyendo con detenimiento estos párrafos, y en especial la última frase,
podemos comprender que es molesto para él que yo no siga el mandato de la
familia de no recordar el apellido Ramírez, que tiene, por su historia, una carga
de tristeza y vergüenza. Para seguir el mandato del tatarabuelo, que obliga a
excluir al bisabuelo biológico, se mantienen alianzas con otro apellido; es por
eso que el tío me dice que tengo nostalgia de no ser Ramírez y luego explica
que, de serlo, mi padre no hubiese existido. El reclamo implica una amenaza
secreta a la pertenencia, pues para pertenecer a cualquier familia debemos seguir
sus mandatos, y no hacerlo nos arriesga a ser excluidos.
El ritual de reparación que propongo a la familia dice: “Tatarabuelo
Benigno, perdona si no sigo tu mandato e incluyo en la familia al bisabuelo
Luis Felipe; te honro y te respeto, y sé que donde hoy estés me bendices por
respetar el lugar que le correspondió a mi bisabuelo, tú eres mi tatarabuelo y él
es mi bisabuelo”.
Repetir la historia es doloroso; no me alcanzan los dedos de una mano para
contar el número de hombres descendientes de mi abuelo paterno que siguen
repitiendo la historia de defenderse para sobrevivir, sin tener la habilidad
musical del abuelo Bernardo, o sin siquiera una flauta. Elegir el apellido del
abuelo materno y el de la madre, excluyendo el del padre, no les permite a las
generaciones siguientes “tomar al padre”. Tomando al padre, podemos
enfrentar la vida afuera en el mundo, ocupar un lugar como seres productivos
y tener éxito y abundancia. Tomar al padre es darle gracias por la vida que nos
dio; respetar su lugar y, aún más, no establecer alianzas entre las líneas
familiares. Reconocer en cada una de nuestras familias su realidad, con amor y
compasión: esto podría servir para liberar a los descendientes de repetir la
historia de sus antepasados.
Ser desleal a un mandato familiar insano, y reconocer la existencia de todos
y cada uno de los miembros que pertenecen a la familia, porque de ellos vino
la vida que nos dieron, tiene un precio; muchas veces trae consigo la agresión
de algunos a quienes les parece triste y vergonzoso ser descendientes de quienes
verdaderamente lo son. No olvidemos que debemos asumir la vida tal y como
nos fue dada, rescatando lo bueno y aceptando lo menos bueno de nuestros
padres y antepasados, sin juzgar, sin interpretar, sin tomar partido por alguna
rama; si lo logramos, conseguiremos un cambio en las generaciones venideras.
Todos podemos hacerlo; cada quien es un ser adulto responsable de su vida.
Durante los últimos veinte años mi meta ha sido enseñar este método
especialmente a psicoterapeutas. Creo firmemente que para ser constelador es
importante saber anatomía, fisiología, neuroanatomía, neuropsicología,
psicología dinámica, terapia sistémica, bioenergética, PNL, hipnosis clínica y
psicopatología humana. Pero, además, la comprensión de las constelaciones va
de la mano con un proceso de ampliación de la conciencia personal y de
crecimiento interior; esto implica la asistencia a un trabajo terapéutico
personal, que creo es condición ética y respetuosa para quien trabaje con el
mundo emocional de los demás.
A partir de mi experiencia como Psicóloga Terapeuta especialista en
Psicología Clínica, manejando diferentes sistemas terapéuticos y actualizada en
los métodos de avanzada, y a partir de lo experimentado en mis quince años de
práctica como consteladora, comentaré situaciones comunes en las familias que
son de difícil manejo, con el fin de aportar comprensiones y alternativas de
solución, tanto para el lector interesado en la salud mental como para quienes
no saben que la ayuda terapéutica puede facilitar la solución de situaciones
familiares problemáticas que les permita tener una más saludable forma de vida
ahora y a las generaciones venideras.
Es por eso que la segunda parte de este libro está estructurada a partir del
relato de casos que muestran el análisis de algunas situaciones comunes que
producen sufrimiento en la vida cotidiana de los seres humanos. Cada caso
está acompañado de los pasos esenciales que se llevan a cabo durante la
constelación y de una reflexión que acostumbro aportar al cierre de la misma.
Los casos seleccionados fueron agrupados por temáticas y recopilados en los
últimos quince años de trabajo; a partir de ellos encontrarán respuestas acerca
de cómo actúa la lealtad hacia los abuelos desde el fondo del alma; cómo, por
amor, los hijos ofrecen su salud o dinero o buen vivir, si creen que eso significa
ser leal a los padres. Asimismo, describo varios casos que muestran las
relaciones entre padres, hijos y hermanos, en las que las envidias, rivalidades y
odios entre ellos, así como los sentimientos de culpa, pueden llevarlos a no
prosperar en la vida. Los sufrimientos de madres y padres, bien sea por tener
hijos con enfermedades o discapacidades, o bien sea por darse cuenta de que
no los pueden amar, o porque no los pueden soltar, aparecerán en el análisis
con posibles soluciones que, desde el lugar de los padres, puede ayudarles a
comprender las situaciones de sus hijos.
Se verán casos que evidencian que la falta de amor existe en la realidad, no
solo en la imaginación de los niños; y que esa falta de amor trae un efecto
común: la falta de autoestima y de confianza en sí mismo. Un adulto al que
observamos débil y necesitado de apoyo es aquel que cuando niño no fue
aceptado por sus padres como un ser íntegro; no ser aceptado por los padres es
vivido como “desamor” por parte de ellos.
Los casos que he agrupado bajo el tema titulado dificultades para ver la
realidad nos muestran la necesidad que tiene el ser humano de ser consciente
de lo que siente y congruente con ello. si se niega lo que siente, el cuerpo se
encarga de mostrarlo.
Los casos de los temas aborto e hijos adultizados pueden servir como una
forma de ayudar a solucionar situaciones de la vida cotidiana de las parejas y
familias. Las relaciones entre los padres siempre afectan de alguna manera la
vida de los hijos, independientemente de la edad que estos tengan,
especialmente cuando los padres tienen diferencias irreconciliables que pueden
llevar hasta el secuestro de los hijos para agredir al cónyuge.
Situaciones graves como secuestros, asesinatos de un familiar, violaciones,
abusos de los abuelos a nietas o hijas, dejan huellas muy dolorosas, que
requieren procesos terapéuticos profundos. Cuando en la familia hay carencias
afectivas profundas o abandono de los padres, puede aparecer en los hij@s una
forma de expresar afecto, como caricias e incluso búsqueda sexual entre
hermanos, así como el abuso de primos adolescentes a sus primas menores.
Otra área del ser humano que construye el sentido de la vida es el dinero,
necesario para la subsistencia y para apoyar otras realizaciones humanas.
Dentro del tema titulado Éxito y fracaso, el dinero, el poder, el éxito y la
prosperidad son preguntas constantes en las sesiones terapéuticas que manejo.
Los conflictos de dinero y de poder hacen que el sistema familiar tenga que
mirar esta realidad de conflicto para revisar algún asunto pendiente en la
familia. Detrás de cada caso relacionado con la prosperidad y el éxito está
presente la lealtad a determinadas enseñanzas familiares o sufrimientos
familiares, que no le permiten a la persona su normal desarrollo y felicidad en
la vida.
El último tema trabajado hace referencia a la necesidad de tener un padre,
aunque sea un padre que haya fallecido, para el sano paso de la adolescencia de
un hij@.
En la parte final aparecen algunas evaluaciones hechas inmediatamente
después del día de trabajo, y comentarios de asistentes, así como logros
alcanzados por las personas que han asistido. Finalizamos con algunas
conclusiones acerca de las preguntas generales con las que se acerca un
consultante a constelar, los movimientos necesarios para alcanzar una solución,
lo que sienten los representantes y lo que se necesita para ser un buen
constelador, además de unas reflexiones generales acerca de otros usos
terapéuticos del método de las constelaciones y la familia como generadora de
procesos de paz.

Aprender constelando

Por último, quiero agregar que también comparto mi experiencia en el


trabajo con grupos de estudio llamados Aprender constelando, y cubro tres
niveles.
El nivel básico está dirigido a personas de diferentes profesiones y áreas de
trabajo que desean ampliar la comprensión del ser humano y de los sistemas
familiares. Creo que este conocimiento es necesario para enriquecer su labor
como trabajadores en el área de las ciencias humanas y de la salud, la
educación, las leyes y la espiritualidad, ya sea que trabajen con grupos sociales,
familias o parejas.
El nivel intermedio está dirigido a personas con conocimientos de los
órdenes del amor, deseosos de profundizar en el tema de la reorganización de
sistemas humanos.
El nivel avanzado es un nivel donde la aplicación del método se afina para
poder realizar Constelaciones en sesiones individuales o grupales, con fines
diagnósticos o terapéuticos, y tiene por objetivo comprender y reorganizar un
sistema humano, ya sea en grupos o en espacios individuales.
Cada ciclo se realiza durante 120 horas teórico-prácticas y 80 horas de
asistencia a Talleres de Constelaciones, en las que los participantes son elegidos
para ser representantes.
No estoy de acuerdo con las formaciones relámpago, en las que una persona
se certifica para realizar Constelaciones. Confío en los saltos cuánticos, siempre y
cuando se den dentro de un proceso. Durante la realización de los diferentes
niveles de aprendizaje los asistentes deben consultar libros especializados, lo
cual considero necesario para profundizar en el método.
Existen grupos de Aprender constelando en diferentes ciudades del país, que
se realizan durante 12 o 24 meses consecutivos, según los horarios coordinados
por el grupo que esté comprometido en prepararse.
PRIMERA PARTE
Las constelaciones familiares
CAPÍTULO I

La huella de los sucesos vividos

Los seres humanos vivimos experiencias particulares y tenemos emociones


básicas alrededor de esas experiencias. Cuando somos niños, las experiencias
dejan huellas muy profundas, especialmente las negativas, que producen
miedo, culpa o vergüenza. La mente, entonces, separa la experiencia, y guarda
en otro sitio —el inconsciente— la emoción desconectada del hecho vivido. Este
es un mecanismo de defensa que la mente usa para conservar un mínimo de
equilibrio. Cuando en una constelación reconstruimos una experiencia en la
representación, aparecen los sentimientos predominantes, la emoción
conectada a esa experiencia.
La palabra ego se ha confundido con el yo, que es la parte central del
aparato psíquico, y tiene funciones adaptativas, defensivas, de aprendizaje, de
discriminación de la realidad y motoras.
Para nuestra comprensión de las terapias transgeneracionales, y en especial
de las constelaciones familiares, recordemos que las llamadas implicaciones
sistémicas son realmente “complicidades inconscientes”; esto es, mecanismos
de defensa psicológicos, usados por la mente para evitar la desintegración del
yo, cuando se vive una experiencia que resulta muy dolorosa. El yo del niño es
inacabado y está en proceso de desarrollo; por eso, cuando el niño vive algo,
esta experiencia puede ser digerida o sobrepasarlo. Una experiencia que lo
sobrepasa inunda el yo del niño; entonces, el mecanismo defensivo que actúa
es la represión, es decir, el olvido de la situación. La mente defiende el yo del
niño y facilita que se separen el relato y el sentimiento concomitante; este
sentimiento queda en la memoria celular, queda grabado en el cuerpo y puede
expresarse, después de muchos años, con una enfermedad. Muchas de las
situaciones que nuestros padres relatan sobre nosotros son recordadas como
traumáticas porque al ser vividas estaban teñidas de las emociones de los
adultos que estaban alrededor del hecho, y ellos no pudieron manejarlas.
Un paciente es ascendido a gerente de la empresa en donde trabaja, y
desarrolla un dolor abdominal muy profundo; médicamente nada lo explica; el
trabajo con hipnosis clínica mostró que a los cinco años él se encontraba en el
corredor de la casa donde vivían y alguien entró de afán a contar que su padre
acababa de morir en un accidente; la madre lloraba y decía: “Ahora quién va a
producir para que yo pueda sacar a mis hijos adelante”. Él sintió ese dolor
abdominal y estaba aterrado de miedo en ese momento, y pensaba que tendría
que hacerse cargo de la familia por ser el hijo mayor, como realmente lo hizo.
Hoy, al obtener el ascenso en la empresa, recuerda esta sobrecarga de miedo a
través del dolor físico en el abdomen.
En el álbum familiar de mis padres había una fotografía de mí, cuando
tenía alrededor de siete años; estaba recién bañada, muy peinada, parada
debajo de un árbol para que mi padre tomara una foto; mi cara era de molestia
y estaba rascándome el pie con la pierna levantada, porque me había parado a
la salida de un hormiguero. Mi madre relataba jocosamente este hecho como
“el colmo de los colmos”; así expresaba que a mi padre, estrenando cámara
fotográfica y engomado con su juguete, le había parecido espectacular la
fotografía y no había corrido a sacarme del hormiguero. Sabía que había
sucedido este hecho por la fotografía y por el relato de mis padres; nunca
recordé este hecho con molestia o rabia dentro de mi proceso analítico. Pero
he escuchado relatos de eventos tan humanos como este, que son motivo de
trauma para las personas que los relatan. Cada hermano, además, relata a unos
padres diferentes, con actitudes quizás raras para los demás, porque cada hijo
construye la imagen de padre y madre según su necesidad y frustraciones, pero
especialmente desde el lugar y funciones que en su familia ha tenido o que sus
padres le han dado.
La vida nos llega a través de padre y madre; todo nos es regalado a través de
la toma de ellos. Al tomar a la madre, y recibirla tal cual es, nos vinculamos
con todo nuestro pasado, con el origen de la vida, con la abundancia de la
naturaleza, que se traduce en salud dinero y amor. De ella recibimos el
mandato de ser trasmisores de los valores pasados. Al tomar
incondicionalmente a la madre, abrazamos la salud.
Al amar y tomar al padre “tal cual es”, nos abrimos al futuro, al mundo, a la
realización profesional. De él recibimos la fuerza de superación para luchar por
la supervivencia y la entrega a un proyecto. Del padre nos viene la fuerza de la
adaptación a la realidad, la fuerza para el compromiso y la responsabilidad.
Puesto que los padres nacieron de un hombre y una mujer —nuestros
abuelos—, son portadores de energía, tanto masculina como femenina. La
supervivencia y realización de un ser humano se hace a través de la aceptación
de la simbiosis madre-hijo y la búsqueda de apoyo fuera de esta fusión; debe
existir por ello una ruptura con el elemento materno, que es fusión,
dependencia, pasado y placer, para que, al aparecer el otro, que es el padre o
quien desempeñe las funciones paternas, el ser humano aprenda a salir de la
zona de comodidad a enfrentar el mundo.
Las constelaciones muestran que la salud física viene a través de la madre; y la
mental a través del padre. Las enfermedades de salud física graves se presentan
en personas cuyas familias han tenido carencia o ausencia o exclusión de la
madre durante tres generaciones. Las enfermedades mentales graves, en
cambio, se presentan en personas que no han tenido acceso al padre en tres
generaciones.
CAPÍTULO 2

El método terapéutico de las


constelaciones familiares

Las constelaciones familiares son un método terapéutico que sirve para


comprender el inconsciente familiar o, como lo llama Bert Hellinger, el “alma
familiar”. Todas las familias han vivido situaciones vergonzosas, traumáticas,
impactantes, que por dolorosas tienden a no ser recordadas y son grabadas en
el inconsciente familiar. Para aplicar el método de las constelaciones familiares,
se realiza una reunión en la que los asistentes representan a las diferentes
personas de un grupo familiar; no es necesario que estén presentes las personas
reales de la familia.
Las constelaciones ayudan a que se recuerde una experiencia junto con los
sentimientos vividos cuando esta sucedió. El recuerdo siempre es doloroso; por
esa razón, el yo se defiende olvidándolo, reprimiéndolo, es decir, haciendo de
cuenta que no existe. Durante la constelación, la organización que hace el
constelado cuando ubica a los representantes en el espacio físico muestra en
una escena dicha experiencia dolorosa que ha estado reprimida. Durante la
constelación el terapeuta evidencia dicha situación y produce cambios,
utilizando frases, movimientos y rituales que les pide repetir a los
representantes. La constelación termina cuando se llega a una imagen solución,
que es una imagen que permite la reparación de los vínculos afectivos, la
integración de la experiencia con los sentimientos y la reconstrucción de los
órdenes del amor.
Los órdenes del amor son leyes que deben cumplirse para que las relaciones
sean sanas entre las personas de un grupo:

1. La primera ley es la vinculación o pertenencia, que exige un lugar para


cada miembro del sistema. Todos tenemos derecho a ser
reconocidos, aceptados y a tener un lugar de valoración en un grupo
humano. ser excluido de un grupo, ser un innombrable por ser un
hijo natural, un enfermo físico o mental, por racismo, trato injusto,
abuso o maltrato, trae consecuencias para todo el grupo. Los niños
que son leales y amorosos a toda la familia se identifican con los
excluidos y tratan de recordarlos de cualquier manera, incluso
repitiendo sus destinos. Esto es una implicación sistémica.
2. La segunda ley de los órdenes del amor es la jerarquía. Esta ley exige
respetar el lugar en que cada persona llegó a la realidad de la familia
y comportarse como la persona que le corresponde —papá, tío,
hermano—; la usurpación de un lugar o apropiarse de derechos que
no nos corresponden trae cargas y también mucha soledad.
3. La tercera ley habla del equilibrio entre lo que se da y lo que se
recibe; situación que permite que la relación entre dos personas se
mantenga. Cuando una persona da menos en la relación se siente
en deuda y se distancia. Buscar un justo equilibrio es lo que facilita
el acercamiento; en caso de no poder dar proporcionalmente lo que
el otro da, la única alternativa para lograr el equilibrio es dar las
gracias y recibirlo como un regalo.

Es común que tengamos dificultades para recibir; se recibe si


reconocemos que estamos carentes de algo: tiempo, dinero, afecto,
claridad, conocimiento; si yo pido, la otra persona sabe qué es lo que
necesito y puedo mantener un equilibrio. Reconocer una carencia hace
que aceptemos tener limitaciones propias y facilita el abandono del
narcicismo o la idea de perfección con que hemos sido educados.
En las relaciones interpersonales se ha observado que entre iguales
puede existir un desequilibrio entre el dar y el recibir, así:

Una persona da más de lo que la otra puede devolverle: en ese caso quien
recibe se siente en saldo rojo permanente y puede avergonzarse y
distanciarse por esta razón. Una amiga gana el doble de dinero con
su profesión que la otra; acostumbran a gastar los fines de semana
en cine, teatro, restaurantes, ropa, accesorios para ellas y su casa.
Llega un momento en que quien no puede sostener estos gastos se
distancia, por lo tanto las dos amigas pierden la posibilidad de
mantener una muy buena amistad.
Una persona no quiere recibir nada de la otra y rechaza todo lo que esta le
ofrece: Son personas que han perdido toda esperanza de recibir a los
progenitores como son y no reciben nada de ellos; por lo
consiguiente, no quieren a nadie y, así, nadie los quiere. Cuando
una persona no sabe recibir y se coloca por encima del “vulgar
dinero”, por ejemplo, nos preguntamos, ¿a qué progenitor no
quieres tomar? ¿A qué progenitor no quieres deberle nada porque te
sientes por encima de él? Recuerdo el caso de un señor de unos 45
años, quien tenía un sembrado de hermosos cartuchos amarillos; los
llevaba a la ciudad más cercana de su finca, se los pagaban muy
bien, pero el dinero lo guardaba en cualquier bolsillo arrugado y
muchas veces lo confundía con facturas, recibos y tiquetes de
compra; luego se confirmó que sentía mucho rencor hacia sus
progenitores y no quería tomar nada de ellos, pues no le habían
dado realmente lo que necesitaba: amor.
Una persona pide más de lo que la otra puede dar y no valora lo que le es
dado: es como un adolescente ante su progenitor —padre o madre—,
a quien no le quiere dar las gracias por la vida que le fue dada,
como tampoco agradece a la persona que le da. En las familias esto
es común cuando alguna persona siente que su supervivencia es
obligación de otros.
Alguno no quiere dar nada; solo recibir: esta situación plantea una
dependencia, como la del niño con la madre, que recibe todo a
cambio de nada. Cuando no hay posibilidad de devolver, podemos
“dar las gracias”. El agradecimiento equilibra las relaciones en las
que por un tiempo alguien no puede devolver en la misma
proporción en la que otros le dan.

En las familias reales hay varias alteraciones y desórdenes; por lo


consiguiente, resolverlos a través de la búsqueda de compensación es una
solución. Reconocer lo que sucede hace posible una compensación. Para poder
compensar hay que reparar el sistema, reordenándolo; así se logra incluir a los
excluidos, despedir a los muertos, darle un buen lugar a cada miembro de la
familia, permitir que los hijos entreguen las cargas emocionales a sus padres,
evidenciar secretos, y hacer un cierre, conectando los eventos, las emociones y
sentimientos a las experiencias. La mejor forma de compensación es la que deja
en paz el alma de cada uno de los miembros de la familia.

La conciencia vigila y guía

Existe una conciencia familiar que vigila el equilibrio de cada familia, y es


transmitida de generación en generación. Las cualidades y los conflictos no
resueltos generados en el seno de la familia pueden afectar la vida,
manifestándose de formas diversas: enfermedades, problemas de pareja,
laborales, sociales, económicos, depresiones. Explicaré, entonces, las tres clases
de conciencia que Hellinger distingue{2}:

1. En el área del yo, la conciencia personal o del primer plano, que es la


parte del sujeto infantil que ama con intención, es decir, que busca
pertenecer al grupo o familia. Esta conciencia nos permite sentir lo
que llamamos culpa o inocencia. Culpa, si hemos transgredido las
reglas internas del grupo; e inocencia, si en aras de pertenecer al
grupo hacemos lo que allí está bien. Por ejemplo, en una familia de
atracadores la conciencia familiar indica que lo adecuado es
engañar al transeúnte; si lo hacemos, obramos con inocencia para
nuestra familia, obramos según sus reglas; seríamos culpables si
juzgáramos como deshonesto o ilegal este acto. Como vemos, este
sentido de conciencia nos lo dicta el grupo del cual hacemos parte;
así, tenemos una conciencia en el lugar de trabajo, otra con
nuestros amigos, otra para la pareja, otra para el grupo religioso,
otra para nuestros padres.
2. En el alma infantil obra la conciencia sistémica u oculta, la conciencia
del alma familiar, la cual no tolera a los excluidos u olvidados; así,
algún nieto representará a un abuelo olvidado o abandonado.
3. El alma tiene dimensiones distintas; también incluimos la instancia
del alma de un pueblo o un país{3}. Así, muchas veces, las conciencias
se encuentran en contradicción unas con otras, como dijo Hellinger
en uno de sus videos: “uno no puede fiarse de la conciencia”
(Movement of the Soul, 2001), ya que ella busca el bien del grupo,
no mira al individuo en particular.

Los sentimientos de los representantes guían al constelador para saber cuál es


la ley que se está incumpliendo. La conciencia muestra a través de sentimientos
lo que debe corregirse. si se están cumpliendo los órdenes del amor, nos
sentimos livianos, en paz y en equilibrio. si tenemos una sensación de malestar,
tenemos una culpa sentida como deuda. si la alteración de la familia está en la
vinculación o pertenencia, por ejemplo, los sentimientos que rondan la dinámica
familiar son de miedo a sufrir una pérdida o expulsión. Si sentimos cobijo o
cercanía, la ley se está cumpliendo.

LA CONCIENCIA Y LA LEY DE PERTENENCIA

La pertenencia es la ley primera, y la conciencia se inclina siempre por


hacerla cumplir. Para la conciencia, la vinculación al grupo de origen tiene
prioridad ante cualquier otra razón o moral; por lo tanto, no nos podemos fiar
de la conciencia, si se trata de discernir entre el bien y el mal. Debido a que
esta es la que asegura la pertenencia al sistema familiar, tiene la tarea de
defender la vinculación sin importar lo que haya que hacer.
Para la conciencia lo que cuenta es que la acción sea la esperada por el
sistema familiar de origen. Aquí comenzamos a comprender cómo se trasmiten
los prejuicios, así como todo el sistema de creencias familiar. Por eso, actos que
se pueden ver como malvados, muchas veces son realizados con plena
conciencia, en la medida en que son admitidos dentro del grupo familiar. Lo
que para un sistema puede ser válido, para otro puede no serlo; cada grupo
familiar tiene su propia conciencia. Por ejemplo, si para pertenecer a una
familia debo alterar el estado de cuentas reales de la empresa familiar, o
cometer un homicidio, lo hago sin cuestionarme, pues ese es un valor en mi
familia, aun cuando sea inaceptable moralmente para la sociedad.
La conciencia nos sensibiliza hacia nuestro propio sistema familiar y nos
hace ciegos para el de otros grupos. Las reglas de juego son distintas para cada
familia y todo miembro las conoce y se atiene a ellas. La conciencia familiar
muchas veces puede oponerse a la social, y ahí es donde surgen los problemas,
pues la conciencia familiar no puede estar por encima de la social; es decir, no
puede primar sobre lo que reconcilia a la sociedad. sin embargo, es corriente
que la conciencia familiar se imponga. Una familia de pescadores piensa que
por encima de la conservación de las especies, para el bien ecológico y social,
está la necesidad de su familia de pescar, así sea con dinamita; esos son sus
valores y sobre estos no tiene reservas. Es así como la conciencia familiar se
enfrenta continua e ineludiblemente a la conciencia social. No tiene en cuenta
que lo que reconcilia y establece la paz es que la conciencia social esté por
encima de la familiar.

LA LEY DEL ORDEN Y EL RESPETO DE LAS JERARQUÍAS Y LA CONCIENCIA

En cuanto al orden, teniendo en cuenta que la conciencia está al servicio de


las disposiciones sociales que nos rigen para mantener condiciones
predeterminadas en el sistema de creencias (normas, ritos, convicciones,
tabúes), sentimos la culpa como infracción y miedo al castigo, y la inocencia
como lealtad a la conciencia y cumplimiento.
La culpa nos indica hasta qué punto podemos ir para seguir manteniendo
nuestra vinculación al grupo familiar, nos pone límites. No obstante, podemos
movernos dentro de un margen de libertad sin sentir culpa ni ver amenazada
nuestra pertenencia. Esos márgenes varían con cada relación, y así como a
veces se vuelven estrechos, otras veces se hacen muy amplios; pero lo cierto es
que si traspasamos los límites hacia cualquiera de los extremos, el precio que
pagamos es la culpa, con las respectivas consecuencias para nuestra felicidad y
la de otros.

LA CONCIENCIA Y EL EQUILIBRIO ENTRE EL DAR Y EL RECIBIR

La conciencia familiar no solo facilita que estemos vinculados al grupo, sino


que sirve para satisfacer la necesidad de equilibrio dentro de este. Muchas
veces, dar más en el grupo familiar nos permite liberarnos de la culpa. Es el
caso de aquellos que tienen el sentimiento de haber sido tratados con ventaja,
por tener mejor suerte o ser los preferidos, y que buscan la compensación a su
sentimiento dando mucho.
Lo primero que hay que señalar es que no se puede tomar (recibir) sin que
se dé algo a cambio, se pague un precio por ello (estar en deuda). Viene, así, la
obligación como culpa. Ahora bien, si tomamos la inocencia que da libertad a
la obligación, nos encontramos con que esta desvincula, corta la relación. si no
doy ni recibo nada, no hay interacción. Luego, para que se conserve una
relación tenemos que estar en permanente dar y tomar. Si decido que recibo y
devuelvo tanto como recibí, también quedo libre de obligación. De ese modo
detengo la fuerza que tiene el proceso de dar y tomar. Me siento ligero de
obligación, pero ya no conservo ninguna vinculación. Y si decido dar mucho
más de aquello a lo que estoy obligado, ¿qué pasa? La libertad de obligación
aumenta y experimento la inocencia acrecentada. Un sentimiento que me da
derecho a la compensación, algo así como: “me merezco más”. De ese modo
también nos desviamos de las condiciones que mantienen el equilibrio.
De manera que, para que se mantenga una relación tenemos que recibir y
después dar lo que nos dieron, y un poco más. Enseguida, el que recibe
devuelve lo que recibió, y un poco más. Este dar en mayor proporción permite
que las relaciones continúen, pues siempre habrá alguno en deuda, obligado a
devolver. Es decir, se establece un intercambio sano, que ayuda, que hace
crecer el vínculo. Hay un dar y un tomar permanente.
La conciencia puede guiarnos hacia un sentimiento de deuda con el grupo
por tener un destino menos difícil que el que experimenta el núcleo familiar.
Filomena es la cuarta hija de un grupo de seis hermanos; tres de sus hermanos
han muerto en accidentes de tránsito; en la constelación ella pregunta por qué se
siente tan deprimida; al constelar la familia completa, quien la representa
comienza por mirar a sus hermanos muertos y dice: “ahora me toca a mí; sigo
en la fila”. Filomena se siente en deuda con sus hermanos por vivir mientras
ellos mueren; el terapeuta la anima a reconocer a cada uno de sus muertos, a
honrarlos y respetarles sus destinos; la solución es pasar más allá, es decir,
superar la muerte y seguir viviendo; seguir adelante buscando su destino en la
vida.
Para mantener satisfecha la necesidad de vinculación o pertenencia al
sistema familiar, necesitamos encontrar un equilibrio entre el dar y el tomar.
La conciencia regula estas instancias y sostiene un tire y afloje. Proceso que no
solo nos permite sentirnos vinculados sino que contribuye a impulsar la
relación. A manera de necesidad de compensación, esta dinámica tan difícil de
intuir, regula el intercambio en el grupo familiar.

RECONOCER LA CULPA

La conciencia, al servir a las tres necesidades básicas: vinculación, equilibrio


y orden, lo hace de diferentes maneras. Así, lo que nos exige al servicio del
vínculo, nos lo prohíbe cuando sirve al equilibrio entre el dar y el tomar. Y lo
que nos permite por el bien del orden, quizás nos lo impida al considerar el
vínculo o pertenencia. Si se impone una de las tres necesidades, las otras
quedan insatisfechas. Por eso, cuando la conciencia nos declara culpables por
una parte, por otra nos absuelve. De manera que nunca podemos tener la
conciencia del todo tranquila. Y, si hay injusticias ocultas, la conciencia las
repara a través de mecanismos especiales.
La culpa que existe no la advertimos porque los sentimientos de
culpabilidad se dan ahí, justo en lo que rehusamos reconocer. Aceptar la culpa
es una forma de reparar desequilibrios. Cuando esta es reconocida y asumida,
deja de sentirse. Se transforma en una fuerza interior que actúa para el bien
propio. En la medida en que reconozcamos nuestra culpa, interrumpimos la
energía negativa que proviene de ella. Nos llenamos de fuerzas que nos alivian
y nos permiten realizar acciones que antes no podíamos efectuar. Se trata de
una reparación interior. Ese reconocimiento es la fuente que reconcilia a las
víctimas con los victimarios y les permite lograr que del sacrificio al que fueron
sometidos surja algo que ayude y beneficie a la persona y a la relación.
En resumen, sentimos culpa o inocencia de maneras diferentes,
dependiendo de la meta y la necesidad a la que sirven. Al servicio del vínculo,
sentimos culpa como exclusión y lejanía, y la inocencia es sentida como cobijo
y cercanía. Al servicio de la compensación o el equilibrio, sentimos la culpa
como obligación y la inocencia como libertad o derecho. Sirviendo al orden,
sentimos la culpa como infracción y como temor al castigo y la inocencia como
cumplimiento concienzudo y como lealtad{4}.
Siempre que un miembro de la familia o de la red familiar es excluido,
apartado u olvidado, la familia o la red familiar reacciona como si se tratara de
una injusticia grave que reclama la expiación. El alma no tolera que nadie sea
tratado como mejor o peor, ni sea considerado más grande o más pequeño. La
injusticia de la exclusión se expía en la familia nuclear, llevando a otro
miembro del sistema, muchas veces sin darse cuenta, a que represente a la
persona excluida u olvidada, reactivando sus sentimientos y su suerte.
CAPÍTULO 3

Procedimiento para
la realización de una constelación

Antes de realizar la constelación propiamente dicha, hay pasos previos que


son preparatorios, como la presentación, el análisis de las expectativas, temores
y ansiedades de los participantes. Aquí se da la presentación del trabajo donde
debemos incluir el encuadre dentro del cual trabajaremos. Acuerdos de
normas, horarios, descansos, turnos y momento para constelar; es importante
dejar claro que la decisión queda en manos del terapeuta, según este perciba
que está conectado a nivel emocional.

Conversación preliminar

Una constelación empieza con una corta entrevista. En ella se le expone al


terapeuta el tema que preocupa. En esa conversación el constelado define
claramente lo que va a constelar. Se construye una pregunta en conjunto con el
constelado, a partir de la demanda o la necesidad que este exprese.
Quizás el dolor esté alrededor de la familia de origen, la familia o relación
actual, la relación con un hermano, con un tío, una preocupación por un hijo,
la relación de pareja, o el caso de una enfermedad, un síntoma, o una
experiencia de muerte. La posibilidad es infinita, siempre y cuando las
preguntas a constelar no estén respondidas desde la razón del consultante.
Alguien quiere saber por qué tiene tanta rabia en la vida, y cuenta que cree que
se debe a que su madre también tenía mucha rabia; esta explicación limita la
posibilidad de aceptación ante lo que aparezca en la constelación.
Cuando alguna persona que asiste a constelar tiene montada una
explicación racional, generalmente presiona al terapeuta de diferentes maneras
y le impide ayudarlo. Una forma práctica para centrar al consultante es pedirle
que construya una imagen de la situación dolorosa que está queriendo
resolver; es como pedirle que tome una fotografía; esta es la imagen que en
seguida va a constelar.

Elección de los representantes

El consultante escoge una persona para que represente a cada integrante de


su familia y una para que lo represente a sí mismo dentro del grupo de
participantes. Para elegir a una persona representante es necesario mirarla a los
ojos y hacerle el pedido, pues esta persona puede aceptar participar o no. El
representante no tiene ninguna información sobre la personalidad o los
detalles del miembro de la familia que va a representar. El terapeuta evita que
se transmita tal información, ya que esto puede influir en el trabajo de los
representantes. Las personas elegidas para representar a los miembros de la
familia se identifican, diciendo: “Yo represento al hermano número 3”; “soy el
padre”; y así sucesivamente.
A continuación, el consultante, situado detrás de ellos, pone sus manos en
los hombros de cada persona elegida como representante y piensa en esa
persona de la familia que ha pedido que represente. El terapeuta les pide a los
representantes que cierren los ojos un momento, se concentren y sientan su
cuerpo atentamente.

Ubicación de los representantes

El consultante, ubicado detrás de ellos y con sus manos en los hombros,


coloca a los representantes de acuerdo con la imagen que ha venido a su mente
durante la conversación que acaba de sostener con el terapeuta.
Ubica a las personas de acuerdo con la cercanía o distancia afectiva que
sienta hacia ellos.
No se les da ninguna instrucción y se les da un tiempo a los representantes
para que se conecten con sensaciones corporales, sentimientos, necesidad de
realizar algún movimiento etc.
Una constelación trabaja más profundamente cuando se lleva a cabo sin
palabras y concentrando toda nuestra atención en ella. Una constelación es una
imagen interna, fuera del tiempo, donde se evidencia el momento presente.
El constelante toma asiento, de tal manera que pueda observar todo desde
afuera.

El proceso de observar y mirar

El terapeuta debe estar atento a observar las expresiones corporales de cada


uno de los representantes y guiarse para sus intervenciones.
Al constelado, permanecer sentado en una silla y ver desde afuera la
representación de sus relaciones, los vínculos establecidos con cada una de las
personas afectivamente importantes, le ayuda a ver su mundo interior y le
permite entender qué está pasando en sus relaciones familiares y con sus
antepasados. Además aparecen las implicaciones sistémicas o complicidades
inconscientes existentes, y puede evidenciar si se cumplen en su familia los
órdenes del amor.
La intervención
MOVIMIENTOS Y PALABRAS

El terapeuta puede animar al representante a seguir un movimiento; en


algunos representantes se comienza a dar un movimiento de avance, retroceso,
desequilibrios o pérdidas de fuerza, que el terapeuta debe verbalizar y permitir,
porque, alentándolos, se puede evidenciar el sentimiento subyacente que
inestabiliza. Estos movimientos son facilitadores porque ayudan a darnos
cuenta que hay personas excluidas en el sistema familiar, aclaran que debe
representarse a alguien más. También vemos movimientos antagónicos y
evidenciadores de la realidad, así como ambivalencias, actos de amor, odio,
acercamiento y rechazo, protección y abandono.
Se usan las palabras para evidenciar las miradas, posiciones, rechazos,
tensiones, alianzas, que permiten sacar a la luz la dinámica familiar. Por
ejemplo: “esta familia parece mirar hacia el futuro”, “este hijo mira solo al
padre”, “en esta familia esta persona no está siendo mirada”, “la mirada de la
madre se dirige hacia tal hijo”.
Existen otras palabras o frases reparadoras, que sirven para dar
reconocimiento, honra, aceptar lo bueno y menos bueno de los padres, o
compensar un desequilibrio encontrado en el sistema familiar. Una frase
reparadora puede ser “te honro y te respeto como mi madre, tú eres la grande y
yo la pequeña”

Acciones para proponer soluciones

Son movimientos de solución o de finalización, como despedirse y retirar al


representante del constelado y colocarse en su lugar dentro del sistema; por
ejemplo, si el constelado es el padre, este retirará a quien lo representó y se
colocará en su lugar. Es de gran ayuda pedirle al constelado que una vez esté
ocupando su propio lugar dentro de la constelación, repita los pasos necesarios
para acomodarse y tomar la solución que se ofrece.

Finalización

La constelación finaliza cuando se ha iniciado o desarrollado una alternativa


de solución; el constelado puede aceptarla o resistirse a tomarla. En ocasiones
no hay nada que podamos hacer; sucede a veces que el consultante se resiste a
ver la realidad o a tomar la solución que aparece. Hay que respetar su decisión.
No se debe terminar una constelación porque el terapeuta se asuste o no
entienda lo que pasa. Es más honesto y sano confesar que no se comprende el
asunto. El terapeuta que ante la incomprensión de las dinámicas familiares
lanza una hipótesis, como por ejemplo, “en la generación de tus abuelos hubo
un asesinato”, puede crear una gran confusión. si el terapeuta se atreve a
afirmar algo de ese tamaño debe ser capaz de demostrarse a partir de los
sentimientos de los representantes y debe ser trabajado y cerrado, pues es un
asunto inconcluso.

Devolver a los representantes a su lugar

Una vez finaliza la constelación, es importante retirar de su papel a cada uno


de los representantes y darles las gracias por haber aceptado ayudar en la
realización de la constelación; para esto el constelado se acerca a cada uno de los
representantes y tomándolo de las manos le dice: “Gracias por haber
representado a mi mamá (por ejemplo); tú eres... (y pronuncia el nombre del
representante), tú eres un compañero de grupo en este taller”. Esto permite
facilitar que los representantes se vuelvan a centrar en sí mismos.
¿Qué facilita realizar una constelación?

La persona puede constelar mas fácilmente si ha tenido la oportunidad de


establecer un vínculo con el terapeuta; un buen terapeuta debe saber manejar
la transferencia; no actúa la transferencia, la maneja, la comprende, eso debe
hacer un terapeuta; por eso pienso que el constelador debe tener alguna
formación psicoterapéutica. se facilita constelar si:

1. El consultante está conectado con sus emociones y habla desde su


corazón cuando se expresa.
2. El consultante tiene una actitud abierta y dispuesta a permitir que
el terapeuta se acerque a su mundo afectivo.
3. En el trabajo grupal el consultante está sintonizado con los
procesos que se están llevando a cabo con otras personas.
4. Que el consultante esté centrado, enfocado en una vivencia
específica.
5. Cuando el consultante ha podido colocarse en el lugar de otros y,
preferiblemente, ha sido elegido para representar.
6. Cuando el consultante está en el taller por decisión propia y con
deseo de hacer algún cambio para superar una situación personal.

Y por último, pero no menos importante, es la actitud amorosa del


terapeuta... ¿Han oído decir que los niños saben quién los quiere de verdad?
Bien, así seamos adultos, nuestro niño interior sabe también quién nos desea
ayudar con genuino interés. La constelación debe ofrecer un clima emocional de
seguridad; el lenguaje corporal usado por el terapeuta es leído por el
constelante. Las palabras: “Por amor tú quieres...”, “tanto amas a tu hijo que.”,
tranquilizan y facilitan que las personas abran sus corazones.

Situaciones que no permiten realizar una constelación


Existen varias situaciones en las que no es posible realizar la constelación;
quisiera comentar algunas de ellas:

1. El participante expresa que asiste por presión, generalmente de un


familiar, lo hace por dar gusto a otros, hermanos, padres o pareja.
No tiene conciencia de para qué le pidieron venir.
2. El asistente solo cree en terapias racionales y desde la conciencia
racional. No permite ser elegido para representar.
3. El asistente insiste en contar muchos datos de la historia y distraer
la atención del tema que produce sufrimiento; el terapeuta, aunque
insiste, no logra centrarlo. No hay una pregunta constelable.
4. El asistente oculta información importante para la comprensión
del caso, por ejemplo, muertes tempranas, abortos, etc.
5. El constelado no se centra y está juzgando lo que dicen los
representantes, impidiendo así que haya fluidez y movimiento en el
desarrollo de la constelación.
6. El asistente se opone a la autoridad y no cumple las normas; habla
con un compañero, se para o come durante la constelación.
7. El asistente llega con una pregunta preconcebida de una
constelación anterior o conversación con alguien y se le vuelve
imposible conectarse con los sentimientos reales.
8. El participante abandona el deseo de conocer, desde el punto de
vista teórico, las constelaciones.
CAPÍTULO 4

Mecanismos de
lealtad familia

Cuando se habla de implicaciones sistémicas se habla de actos de


complicidad inconsciente, actos automáticos, de un descendiente hacia un
antecesor. Estas complicidades se dan por amor, muchas veces para mantenerlo
presente, concluir asuntos, o realizar un cierre que esa persona no pudo hacer.
Todas las implicaciones sistémicas son formas de ser leales a la familia.
Por amor, los descendientes —hijos, nietos— pueden atribuirse papeles que
no les corresponden: un hijo se apropia de derechos o deberes que no le
pertenecen, se siente con el derecho o con la responsabilidad de otra persona.
Se toman como propios los sentimientos, los lugares, acciones o funciones de
otro miembro de la familia; a esto le llamamos ATRIBUCIÓN:

1. Una de las atribuciones es hacer propios los sentimientos de otra


persona del sistema familiar. se puede tratar de “una identificación,
como en el caso de una hija que se enfada con su padre debido a
que su madre le transmite el enojo que ella siente hacia su esposo.
Cuando los más jóvenes toman el lugar de los ancestros, máximo
dos generaciones atrás, a esa identificación se le llama parentificación.
Por ejemplo, el hijo mayor toma el lugar del padre y se hace cargo
de sus hermanos”{5}.
2. Cuando se dirigen emociones y sentimientos de un antepasado
desde el interior de un descendiente hacia otra persona ajena a la
familia estamos hablando de doble transferencia. Por ejemplo, una
nieta se enoja con su esposo al transferir el enojo de su abuela hacia
su abuelo; ese sentimiento se transfiere porque esa nieta está
cargada con el sentimiento de enojo que ha percibido en la relación
de los abuelos.
3. Ante un sufrimiento familiar, un hijo, nieto o descendiente puede
permanecer en la búsqueda desesperada de culpables. se pretende
hacer justicia cuando los antepasados han vivido un trato injusto,
como haber sido despojados, vulnerados, abusados o maltratados. se
vive entonces una fantasía de reivindicación. Por ejemplo, un hijo
quiere vengar el asesinato de su padre matando a alguien del
sistema del asesino; o una hija cuyo padre muere muy joven, a causa
de un infarto, lo siente como una injusticia, y posteriormente,
cuando alguien muere, dice: “si se murió mi papá, cualquiera se
puede morir”, y confiesa que siente un alivio cuando los demás
también mueren.
4. La exclusión se da cuando un descendiente se apropia del lugar que
le corresponde a un miembro de la familia que por alguna razón no
fue reconocido en el sistema familiar. Este asume comportamientos
del excluido con el fin de atraer miradas de valoración que no tuvo
el miembro excluído. Por ejemplo, un nieto toma el lugar de un
abuelo excluido por su padre, asumiendo comportamientos de su
abuelo.

A continuación describiré las complicidades inconscientes por


COMPENSACIÓN NEGATIVA. Estas consisten en que un individuo pone
su destino en el de algún antepasado para sentir que va de acuerdo con el
sistema. La acción se antepondrá al sufrimiento y a la inconformidad{6}:

1. La expiación es una complicidad inconsciente en la que un miembro


de la familia se adjudica los problemas de otros y paga por ellos; un
ejemplo claro de esto es el hijo que por tener el mismo nombre de
su bisabuelo —un militar de una guerra— siente que debe expiar las
culpas de su bisabuelo, por sus deudas de vida pendientes. El
respeto a la vida es un principio; si se va en contra de los principios
se acaba con la paz del alma. Muchas veces las enfermedades son
expresión de esta complicidad inconsciente.
2. La retribución es otra complicidad, que consiste en que un miembro
de la familia se libra de una responsabilidad a cambio de algún
beneficio que otorga y que le permitirá crecer y/o independizarse.
Un ejemplo de esto es una madre que entrega a su hij a a sus padres
para comunicarles que ya no es una niña sino una adulta. Las niñas
no tienen hijos; las adultas sí, son madres. Utiliza el embarazo y al
bebé en un canje: quiere decirles a sus padres: “Les dejo a la bebé en
mi lugar; ella es ahora la bebé; yo soy la mujer”. La intención
inconsciente es obtener su libertad para crecer.
CAPÍTULO 5

La terapia de las constelaciones


dentro del proceso de crecimiento

Desde hace un año acostumbro a realizar una entrevista personal antes de


recibir a una persona para constelar, siempre y cuando sea posible; o, en su
defecto, iniciar el vínculo terapéutico con los posibles asistentes por e-mail. De
ese modo las ansiedades iniciales acerca de la terapia son diluidas y nos
enfrentaremos después a expectativas más reales acerca de lo que vivirán
dentro de las sesiones siguientes o en el día del taller.
A menudo los consultantes tienen muchas preguntas y quieren resolver
todos sus sufrimientos en una sola constelación. Lamento tener que decirlo,
pero esto es producto de la idea mágica con la que se ha vendido este método
que, aunque se trata de una terapia profunda y breve, necesita que el alma esté
dispuesta a trabajar un solo tema en cada ocasión. La expectativa más
problemática es creer que al realizar una sola constelación la vida nos cambiará
por completo; lo que en verdad sucede es que las personas llegan decididas a
ver la verdad, y cada representación es una escena pensada, vivida o temida por
ellos o ellas; por esta razón deciden hacer un cambio.
Les comentaré el caso de una mujer que a los 16 años vivió la experiencia
de la muerte súbita de su madre. Llegó a la consulta porque deseaba revisar la
escogencia que hace de sus parejas. Hay un común denominador en los
hombres que ha elegido como parejas: el desamparo afectivo y económico en
que se encuentran después de convertirse en su pareja. Revisamos toda clase de
circunstancias en sus relaciones afectivas y ella se centraba en las limitaciones
humanas de su padre; sin embargo, sus quejas hacia sus parejas están
acompañadas de frases como: “Me engañó, me prometió algo y no cumplió; ya
no puedo más”; o “Yo creía que ya tenía armada una familia; no me separo
porque no puedo exponer a mi hijo mayor (hijo del primer matrimonio) a
tener otra pérdida; así me muera; eso lo devastaría. No quiero ver esa opción”.
Se encuentra exhausta y deprimida. Mantiene económicamente a la familia; su
marido no logra concluir ningún negocio desde que se casan, y viven al otro
extremo de donde ella trabaja. Los costos de vivienda y escolaridad de sus hij
os superan el 80% de sus ganancias.
Cuando le pregunto: ¿Aguantarás hasta que te mueras de un infarto como
murió tu mama?, estas palabras le cortan el llanto y súbitamente dice: “Estoy
repitiendo la historia de mi mamá: aguantando por no hacer sufrir a mi hijo.
¡Y me puedo morir de verdad!”. Le contesto: “Eres leal a tu mamá, eres muy
buena hija, pero serás pésima mamá si te mueres por no reconocer que ya no
lograste que tu matrimonio funcione y que repetiste la historia de tu primer
matrimonio”.
En ese momento se pudo constelar la realidad de su alma, que no era la
rabia que sentía hacia su marido por no ser el hombre productivo que conoció
como novio, sino hacia su mamá, por aguantar hasta morir en vez de ponerle
límites a su padre.
CAPÍTULO 6

Últimos avances:
La Hellinger Sciencia

Cuando conocí en el año 1996 las Constelaciones Familiares como método


terapéutico, se trabajaba evidenciando los sistemas familiares completos y
revisando los órdenes del amor, es decir, las leyes que rigen los sistemas
familiares. En los primeros entrenamientos que tuve con Hellinger, hacia
1999, en Venezuela, identificábamos si había una alteración de pertenencia y
buscábamos dónde estaba “el excluido” para traerlo a través de un
representante; también evaluábamos si el sistema respetaba el orden y las
jerarquías buscando equilibrar las relaciones representadas que no mantenían
un intercambio entre lo que se daba y se recibía. Durante la realización de una
constelación, Hellinger aplicaba diferentes herramientas: PNL; anclajes, tal como
los enseñó Milton Erickson; abrazos sostenidos, creados por Jirina Prekov;
renacimientos.
Con el tiempo Hellinger manifestó que hay movimientos del alma, y que estos
son limitados. Con frecuencia son los movimientos que se ven en el interior de
la familia. Tienen que ver con los sentimientos de tristeza, rabia, miedo, culpa,
bloqueo, vergüenza, juicio, crítica, envidia, rivalidad, celos, con todos sus
matices. Al continuar su trabajo, habló de los movimientos del espíritu. Las
constelaciones, entonces, se hicieron más silenciosas y menos extensas. Apareció
lo que él llama “trabajar desde el espíritu”; las soluciones desde el espíritu son
amorosas, resignadas, llenas de aceptación y compasión por el otro.
Cuando se casó con la psicóloga y consteladora Marie Sophie Hellinger,
directora del Centro Bert Hellinger Holanda, hacia el año 2002, tuvo un
nuevo impulso para seguir en su trabajo, y ambos crearon la Hellinger Sciencia
o Ciencia de las relaciones. Encontraron aliados que le dieron sustento
económico al programa y organizaron un sistema de formacion en campos de
verano, que en alianza con el Centro Universitario Doctor Emilio Cárdenas
[cudec] de México y el instituto Hellinger en Argentina, desarrollaron una
formación acreditada, con el apoyo de un equipo de formadores
internacionales para abarcar la formación de todos los países en los que existe.
Quienes estábamos trabajando desde antes, es decir desde los inicios de los
órdenes del amor, nos acostumbramos a trabajar con más libertad, e
integramos nuestra experiencia al método de las Constelaciones. Nos
actualizamos en forma permanente con Hellinger, viajando una vez al año a
diferentes países. A partir de estas nuevas pautas, se exige a quienes van
llegando que para pertenecer a la Hellinger Sciencia realicen tres
entrenamientos para ser reconocidos como consteladores; dichos entrenamientos
duran una semana en Argentina o en México, o en los países en donde ellos
coordinan, como Ecuador, Brasil y próximamente en Venezuela; y así se puede
ostentar el titulo de Hellinger Sciencia; pero si se desea aparecer en la web de la
Hellinger Sciencia se debe pagar una suma aproximada de mil dólares (ver
página web www.hellinger.com).
La fantasía de algunas personas que quieren realizar constelaciones sin hacer
un proceso terapéutico personal previo, o por motivaciones diferentes a las
éticas, como “ocuparme en algo una vez me jubile” o “realizar constelaciones
para crecer”, no la pongo en duda; pero no deben hacerlo sin tener un asesor o
coterapeuta, que les ayude a tener la contención y el manejo necesarios
durante ese tiempo para no arriesgarse a una sobrecarga emocional que pueda
enfermarlos o correr el riesgo de lastimar a la gente que confía en ellos.
Durante la realización de las constelaciones los presentes proyectan sus
necesidades y frustraciones respecto a sus padres sobre la figura del constelador;
y en la medida que avanza el trabajo, también proyectan inconscientemente sus
primeras rivalidades con sus hermanos u otros iguales hacia los compañeros de
grupo. Para ese manejo se necesita tener experiencia terapéutica, reflejar,
funcionar como espejo de cada asistente; esa es la única alternativa y eso debe
aprenderse.
Para el año 2011 hubo una gran sorpresa; y se le llamó Constelaciones del
espíritu; allí se trabaja desde lo espiritual. Lo espiritual no es lo religioso, lo
espiritual es una manera filosófica de vivir en respeto con las leyes naturales del
universo familiar, laboral y social. Los movimientos del espíritu superan los
deseos de guerra y nos llevan a la paz y a la reconciliación.

La Hellinger Sciencia

Bert Hellinger explicitó la noción de Hellinger Sciencia, la ciencia de


nuestras relaciones. Su ortografía [del latín Sciencia] se usa para evitar la
confusión con la ciencia de tipo científico académico. La Hellinger Sciencia es
una “Sciencia universalis”, incorporando el conocimiento de las nociones
fundamentales con respecto a las relaciones entre los seres humanos. Ella
describe las leyes, los órdenes que rigen los lazos entre las personas y también
los desórdenes que ponen en peligro y estropean estas mismas relaciones.
Evidentemente, se trata aquí de órdenes pertenecientes al ámbito del
espíritu y, en consecuencia, las constelaciones que siguen estos órdenes tienen
que llevar el nombre de Constelación del espíritu. A esto se añade una noción
que también pertenece a la Hellinger Sciencia: la noción de que los
movimientos del espíritu que nos guían en una constelación están entregados a
todos sin discriminación, superando la diferencia entre el bien y el mal, tal
como nuestra conciencia la concibe.

Órdenes del amor en los movimientos del espíritu

Lo primero que aparece como nuevo en las Constelaciones del espíritu es la


forma como se inicia la constelación: solo se coloca una persona, sea el cliente o
su enfermedad, por ejemplo; y todo lo demás se da a través de los movimientos
que en estas personas se manifiestan.
Estos movimientos se viven como originados por otra fuerza, una fuerza del
espíritu. Llevan al amor siempre, generalmente a un amor del espíritu volcado
hacia todos sin discriminación, reconciliado y unido con lo que anteriormente
le estaba confrontado.

Funcionar desde el espíritu

El espíritu se rinde al conflicto y no sufre, no se resiente, suelta el problema,


no lo alimenta. El espíritu acepta las realidades inmutables, no es orgulloso; el
espíritu está seguro de que la vida equilibra todos los desequilibrios y corrige
todas las injusticias.
Somos parte de ese espíritu familiar, somos parte del espíritu de nuestros
antepasados; es por eso que nuestra alma queda en paz cuando estamos
actuando desde el espíritu. Nuestra alma y nuestro espíritu familiar son el
resultado, a través del tiempo, de las sucesivas historias de amor y desamor,
fortuna e infortunio, conciencia e inconsciencia de los diferentes miembros y
generaciones de nuestro árbol genealógico; es por eso que el alma familiar es
atemporal y no olvida; además, siempre recuerda a quienes han sido excluidos
u olvidados por los miembros de la familia; a estas personas excluidas se le
puede rastrear por los síntomas expuestos por las generaciones posteriores.
El hijo se une a la familia y a los padres con un amor ciego. Se ama a la
familia y se aprende que el amor es lo que hacen los padres con uno; por
ejemplo, un niño puede ser maltratado y aun así guardar lealtad hacia su padre
o madre, no contarlo y permitirles cualquier acto inhumano. Un hijo incluso
puede ofrecer su vida si cree que a cambio de ello sus padres estarán mejor.

Los relatos familiares

En el momento en que los profesionales de ayuda nos acercamos a una


situación conflictiva entre miembros de una familia, tenemos acceso a una
multiplicidad de relatos construidos desde el lugar de cada uno de los
miembros de la familia. El experto sabe que cada uno tiene su verdad y
realidad, explicando estas de una manera cohesiva y lógica; en la medida que la
cuenta y la repite se hace más difícil la emergencia de otros relatos diferentes
de los que ya circulan, es decir, de los relatos alternativos. Aquí queda
declarada la guerra de los relatos.
Entre los diferentes relatos queda registrado lo que se dice, lo que no se dice
o se insinúa, y lo que no se dice más. De esta manera, algunos relatos quedan,
mientras que otros se desdibujan cada vez más, hasta que llegan a desaparecer
los intercambios verbales. Desde el modelo psicoanalítico esto es lo sabido no
pensado.
Los adultos son los responsables de crear estas historias; y es así como los
niños en las generaciones siguientes captan el sentimiento subyacente a la
historia, sea este de vergüenza, orgullo, de alegría o tristeza.
Las historias de las familias se construyen a lo largo de las generaciones, y
son el resultado de una creación colectiva; es por eso que al acercarnos en el
despliegue de una constelación familiar, aparecen los sentimientos que han
producido un sufrimiento y salen a la luz las verdaderas historias.
Una constelación origina una nueva presentación de la historia, hace un
nuevo relato de la perturbación en las relaciones que se representan dentro o
fuera de la familia. Este nuevo relato, que tiene en cuenta el lugar de cada uno
de los miembros del sistema, permite ver los diferentes relatos desde el
sentimiento de cada uno; por ello se llega a una compasión que va más allá de
la comprensión racional; esta integración bajo la mirada de algunos hechos
lleva incluso a la desaparición de los síntomas.

Necesidad de compensación

Dentro de la conciencia hay un movimiento de compensación, una


necesidad de subsanar; y precisamente la necesidad de compensación se da en
el marco del alma familiar, que se podría llamar el alma grande. Por eso,
muchas veces le toca a alguien compensar, alguien que es totalmente inocente.
No necesariamente el culpable es el que compensa; no necesita hacerlo, porque
un niño, un hijo, por ejemplo, a menudo lo hace por él. Dentro del alma hay
una continuación interminable de intentos de compensación sin ningún éxito,
puesto que el alma familiar es un campo morfogénico. Como bien lo expresa
Ruppert Sheldrake, quien lo ha entendido a nivel de la biología con mucha
claridad, dentro de un campo mórfico no hay nada nuevo, solo interminables
repeticiones. Por eso, dentro de una familia, a través de las generaciones, se
repiten los mismos acontecimientos, las mismas intrincaciones. Hay un primer
nivel de conciencia de estos hechos que se repiten y a nivel del alma se siguen
repitiendo; esta repetición cesa cuando hay un movimiento que abarca aún
más, que va más allá del bien y del mal, y es el movimiento desde el espíritu.
Desde la comprensión que dan los campos mórficos, vemos que los
individuos quedan capturados precisamente por el campo que distingue entre
el bien y el mal, el campo de la necesidad de compensación. Rupert Sheldrake
vio que un campo así puede cambiar por una influencia externa, a saber, una
influencia espiritual; este efecto de cambio sería entonces una comprensión
proveniente del espíritu. Una vez que la comprensión se introduce en el campo
algo se modifica, en una dirección más allá del bien y del mal, en una dirección
en la que hay que reconocer de repente que los movimientos del espíritu nos
toman a todos, y que cada uno está en orden, tal como es. Entonces, los
movimientos del espíritu que hemos observado aquí nos pueden elevar a otro
nivel, de alguna manera, en donde la influencia de la conciencia se detiene, en
donde la necesidad de la reparación y de la expiación termina. Es así como una
enfermedad, sentida dentro de este movimiento, se transforma en un
movimiento del espíritu que nos une a aquel que ha sido excluido. Y este gran
movimiento nos lleva a la salud, a una salud espiritual, sanando desde allí
nuestro espíritu. Cuando queremos ayudar a alguien solemos hacerlo dentro
del campo mórfico del alma, para que todo deje de repetirse. El proceso
interno llevado a cabo es que aquel que ha sido separado vuelve a unirse. Los
movimientos del espíritu siempre unen lo que antes estaba separado, y esto
ocurre porque estos movimientos miran con buenos ojos a todos por igual; por
lo tanto, la única forma de sintonizarnos con este movimiento es mirar a todos
por igual.

El Gran Alma

Existen fuerzas profundas que nos permiten saber o sentir qué pasó sin
haber oído las historias de nuestros antepasados. Estas fuerzas son las del
espíritu; Hellinger las llama “el Gran Alma”. El Gran Alma es una comunión
de pertenencia que nos abarca y a la que tenemos derecho todos; que no
discrimina a nadie ni por color, ni por dinero, ni por poder.
En su libro Jamás moriremos, Deepak Chopra{7} nos dice cómo se revela el
alma:
Te sientes centrado
Tu mente es clara
Tienes la sensación de que el tiempo se ha detenido
Te sientes repentinamente liberado de los límites
Sientes que te has fusionado con otra persona, ya sea por amor o
en comunión silenciosa.
Te sientes inmune al envejecimiento y al cambio.
Te sientes dichoso o en éxtasis
Tienes una intuición instantánea que resulta ser cierta
De alguna manera sabes lo que va a ocurrir
Sientes la verdad
Te sientes muy amado o completamente seguro.

El Gran Alma o alma familiar une lo que antes estaba separado y equilibra
lo inestable, para que así todos estemos al mismo nivel.
CAPÍTULO 7

Funcionamiento del cerebro:


Las Neurociencias

La comunicación o comprensión de los gestos del otro se da por


la reciprocidad de la propia intención a los gestos
del otro. [Merleau-Ponty]

¿Por qué las constelaciones pueden cambiar el significado de una experiencia


e incluso cambiar un sentimiento?
En una investigación que iniciaron en las décadas de 1980 y 1990, Giacomo
Rizzolatti, Leonardo Fogassi y Vittorio Gallese, en la universidad de Parma, en
Italia, se descubrió que tenemos neuronas espejo, y que estas neuronas se
encuentran en el área 44 del cerebro y en otras áreas como la neocorteza
cerebral, la corteza frontal, el prefrontal y el cíngulo. Las neuronas espejo son
células que reflejan las sensaciones de los demás y hacen que nosotros
podamos experimentar esas sensaciones en nuestra propia piel.
Son llamadas también “neuronas de la empatía”, ya que el sistema de espejo
permite hacer propias las acciones, sensaciones y emociones de los demás. Por
lo tanto, a estas neuronas les debemos el hecho de que seamos seres sociales. El
ser humano está concebido para estar en contacto, para reaccionar ante los
otros. Por estas neuronas todos los seres humanos estamos “conectados”. Ya
que si tú estás de mal genio, triste, frustrado o tienes cualquier emoción a flor
de piel, yo puedo experimentar lo que estás sintiendo, pues mis neuronas se
activan y empiezo a vivir la misma experiencia; así surge en nosotros la
posibilidad de apoyar a otros.
Estas neuronas son responsables de nuestra comprensión durante la
ejecución y observación de las acciones de los demás. Las neuronas espejo
identifican los movimientos y las intenciones que hay detrás de esos
movimientos, e integran la intencionalidad de las acciones de otros.
En las constelaciones familiares, cuando el consultante ve las diferentes
imágenes y los pasos en los que poco a poco se dan movimientos realizados en
forma de rituales para obtener la imagen solución, las neuronas espejo se
activan dando comprensión a los movimientos y a la situación que se observa
en la representación de la familia; esto a su vez hace que nuevos caminos
neuronales se puedan conformar si se actúa y se siente distinto frente a una
situación que puede estar congelada o se ha venido afrontando de una misma
manera.
Nosotros pasamos el día intentando entender el mundo, percibiendo las
emociones de los demás y simulándolas en nuestro interior. Logramos
reconocer la injusticia, ver la expresión facial y percibir la emoción del otro, sin
necesidad de la palabra; por ello podemos entendernos. Durante el desarrollo
del ser humano se puede observar su capacidad adaptativa, que no es más que
la neuroplasticidad cerebral; esta adaptación es un proceso en esencia
sináptico, sin embargo, además de la información, es necesario también
producir una emoción que movilice los sistemas motivacionales.
La organización de los circuitos neuronales del cerebro está cambiando en
forma constante y es proporcional a las experiencias vividas; esto es lo que se
llama neuroplasticidad cerebral. La experiencia aumenta el número de sinapsis
y pueden conectarse neuronas aisladas. Podríamos decir que nuestro cerebro es
un radar andante especializado en detectar todo lo que nos rodea. Le importa
más lo que ocurre a tu alrededor que saber quién protagoniza cada acción.
Tenemos 100.000 millones de neuronas y trillones de conexiones sinápticas.
La mayoría de las funciones del cerebro se realizan a través de transmisiones
entre neuronas. La organización en redes neuronales delinea la conducta
individual.
Las neuronas espejo identifican, además de los movimientos, las
intenciones que hay detrás de esos movimientos. Al principio se evidencia una
situación en la que aparece el sentimiento subyacente. Durante la constelación,
el constelado está observando desde afuera lo que sucede en su representación.
Los movimientos, sentimientos, emociones, deseos que van apareciendo son
usados por el terapeuta para evidenciar la dinámica familiar. Luego, mediante
las palabras reparadoras, el terapeuta recalca la motivación de las personas
implicadas o representadas en el sistema. Al comprender esa motivación, se
amplía en el constelado la comprensión de la situación. Esa nueva
comprensión es la que permite nuevos comportamientos y, por lo tanto, lleva a
movimientos que estimulan sus neuronas espejo, se crean nuevos circuitos
neuronales que inducen a una original acción; es así como aparecen nuevos
comportamientos.

Somos un holograma

La idea del cuerpo físico es una ilusión de los sentidos. El impulso nervioso
—ondas electromagnéticas— producido por un estímulo, es conducido al
cerebro por el sistema nervioso parasimpático, que es el encargado de
establecer la relación del individuo con el mundo y es elaborado en los centros
nerviosos del cerebro y transformado en sensación táctil —térmica o dolorosa—,
gustativa, olfativa, visual y auditiva. Los estímulos necesitan una determinada
intensidad para ser captados por los receptores; esta intensidad mínima se
llama “umbral de excitación”. Además, para que actúen con eficacia, deben ser
específicos; por ejemplo, el ojo estimulado por la luz y el oído por el sonido. El
sistema nervioso es el encargado de coordinar las funciones generales del
cuerpo y de dar respuesta a los estímulos captados por los órganos de los
sentidos:

Se entiende por sentidos las funciones mediante las cuales el hombre recibe las
impresiones de los objetos exteriores por intermedio de los órganos de relación. Para
recibir estímulos externos, el sistema nervioso cuenta con receptores sensoriales. se
entiende por sensación, la imagen o representación consciente del estímulo. Los
receptores están localizados en los órganos de los sentidos: en la piel para la sensibilidad
táctil y termo algesia (temperatura y dolor), en la boca para el gusto, en las fosas nasales
para el olfato; en los ojos para la visión y en los oídos para la audición{8}.

RECEPTORES CUTÁNEOS UBICADOS EN LA PIEL:

“son los receptores para el tacto, la presión, el frío y el calor, incluyendo


entre ellos los receptores para el dolor. Mediante el sentido del tacto
conocemos la textura de los objetos, su dureza, temperatura y forma”{9}. La
información útil para el cuidado de la piel es transmitida al cerebro por
receptores especializados para el frío, el calor y la presión.

RECEPTORES PARA SUSTANCIAS QUÍMICAS:

están básicamente relacionados con los sentidos del olfato y del gusto. Los
receptores olfativos se ubican en la parte superior o techo de las fosas nasales; y los del
gusto, que se denominan papilas gustativas, son células especializadas situadas
principalmente en la lengua, desde donde parten los nervios sensoriales que conducen
las sensaciones gustativas al cerebro. Las papilas gustativas permiten al ser humano
percibir normalmente cuatro sabores: dulce, salado, ácido y amargo{10}.

RECEPTORES VISUALES Y AUDITIVOS:

Son el ojo y el oído; determinan los sentidos de la visión y la audición,


respectivamente.

Los ojos son los órganos receptores de la visión, se asemejan a una máquina
fotográfica. Aunque el ojo es denominado a menudo el órgano de la visión, el verdadero
órgano de la visión, en realidad, es el cerebro; la función del ojo es traducir las
vibraciones electromagnéticas de la luz en un determinado tipo de impulsos nerviosos
que se transmiten al cerebro.

La sede del gusto se encuentra en la lengua, órgano propio de la boca, por donde
necesariamente pasan los alimentos antes de su masticación y deglución. La lengua está
formada por diferentes músculos que le permiten moverse en todas direcciones. Su
superficie está recubierta por una mucosa que contiene prominencias llamadas papilas
gustativas, de color blanquecino, y que dan un aspecto aterciopelado a la lengua. En
estas papilas se encuentran los nervios gustativos.

La nariz es el órgano receptor del olfato. En ella se encuentra una membrana


llamada pituitaria amarilla, en la cual se ubican los receptores de los olores. Al respirar,
las sustancias olorosas penetran hacia el interior de la nariz tomando contacto con los
receptores de la pituitaria amarilla y enviando la información por las fibras nerviosas del
nervio hacia el cerebro.

La piel es sensible a muchas situaciones diferentes: el calor, el frío, el dolor, el tacto


y la presión generan estímulos, que son captados por receptores especializados,
encargados de transmitir al cerebro información útil acerca del entorno. La mayoría de
estos mensajes evitan que dañes o lastimes tu cuerpo.

El oído es el órgano responsable no solo de la audición sino también del

equilibrio. Se divide en tres zonas: externa, media e interna. El oído externo es la parte
del aparato auditivo que se encuentra en posición lateral al tímpano o membrana
timpánica; comprende la oreja o pabellón auricular o auditivo y el conducto auditivo
externo, que mide tres centímetros de longitud. El oído medio se encuentra situado en
la cavidad timpánica, llamada caja del tímpano; incluye el mecanismo responsable de la
conducción de las ondas sonoras hacia el oído interno.
El oído medio está en comunicación directa con la nariz y la garganta, a través de la
trompa de Eustaquio, que permite la entrada y la salida de aire del oído medio para
equilibrar las diferencias de presión entre este y el exterior. Hay una cadena formada por
tres huesos pequeños y móviles (huesecillos) que atraviesa el oído medio. Estos tres
huesos reciben los nombres de martillo, yunque y estribo. Los tres conectan
acústicamente el tímpano con el oído interno, que contiene un líquido denominado
endolinfa.

Entonces, el cuerpo está compuesto de ondas electromagnéticas resonantes.


La mayor parte de nuestro cuerpo es un espacio vacío que contiene campos
diminutos de ondas vibratorias. El cuerpo es un sistema vibratorio y las ondas
son percibidas por los receptores sensoriales de cada uno de los sentidos.
Estamos hechos de ondas liberadoras de luz, que los físicos cuánticos
llaman cuantos o quantums. Pensemos en un holograma: el cuerpo es una
imagen en tres dimensiones de uno mismo, que puede ser proyectada aun
después de morir; es decir, que puede crearse una imagen que engañe a los
sentidos, pues estos captan señales electromagnéticas:

Una onda cuántica de luz se compone de subidas y bajadas, de fases positivas y


negativas. De forma similar, nos componemos de ondas de subidas y bajadas, o de
emociones negativas y positivas. Las fases de subidas y bajadas corresponden a las
subidas y bajadas de conciencia; las mismas leyes gobiernan ambas cosas: las fases
positivas se llaman positrones; las negativas, electrones. Ninguna de esas fases por sí
misma es luz; se trata de partículas cargadas y materializadas en el espacio y el tiempo.
Cada una de ellas participa de lo que se denomina densidad. El cuerpo es denso y
materializado en el espacio y el tiempo, porque se integran los positrones y los electrones
y producen ondas quánticas que son percibidas por los sentidos{11}.

Si una onda de luz representara la verdad, las fases positivas y negativas


representarían verdades a medias. Cuando las fases positiva y negativa se
juntan en perfecto equilibrio dan lugar a la luz. La luz no se mueve a través del
espacio como un rastro continuo, sino que va y viene dentro y fuera de la
existencia, conforme salta de una onda perfecta, o quantum, a la siguiente.
Entre los puntos de luz (fotones) se encuentran las partículas medio
cuánticas (positrones y electrones), eso es un quantum: un salto desde un
estadio radiante de iluminación al siguiente.
La naturaleza física de nuestro ser es una vibración, existen leyes que
gobiernan esas vibraciones. Cuando usted aplica tales leyes puede comprender
lo que sucede en la vida y esta comprensión es fundamental para su
experiencia iluminadora. Algunos físicos han dicho que la materia de la que
está hecha el cuerpo físico consiste en luz congelada, condensada y enfriada.
Todo es luz, todo es vibración, todo es espíritu.
La conciencia funciona de la misma manera que la luz. En el momento en
que usted vive más aspectos positivos que negativos, atrae una situación donde
ve más negativos que positivos para regresar al equilibrio. Existe una ley de
simetría en la física cuántica, que excluye cualquier estado aislado de
semicuánticos (positrones). Parece ser que en el universo existe un estado
semicuánticos (electrones) para equilibrarlo. Eso quiere decir que no puede
haber alegría sin tristeza o tristeza sin felicidad:

Cada vez que usted percibe un positivo sin negativo, pasa a una emoción positiva;
cada vez que percibe un negativo sin positivo, pasa a una emoción negativa; y ambos son
estados de baja frecuencia (energía cinética) que desperdician su potencial y dirigen su
vida. En medio de las experiencias positivas y negativas, entre lo que le gusta y no le
gusta, se encuentra el núcleo de la experiencia humana, que no es otra cosa sino el
amor. El verdadero amor es una síntesis o mezcla perfecta de dos percepciones dualistas,
la suma de todas las polaridades. Cuando la tristeza y la felicidad se juntan, forman el
amor. Lo que le gusta y no le gusta, lo positivo y lo negativo, dolor y placer, positrón y
electrón, todos ellos son dualidades, y cuando se unen por completo son amor [...] Para
crear la luz necesaria, la unión perfecta de las partículas negativas y positivas, usted
necesita de ambos lados de cada acontecimiento para alcanzar la verdadera naturaleza,
que también es luz. La luz es el centro del amor incondicional; las ondas o partículas
emocionales son amor incondicional; atraen a su lado opuesto, que usted necesita para

logar el centro, pero todo es amor.{12}.


SEGUNDA PARTE
Casos
Sobre la escogencia
de los casos

En este capítulo se exponen algunos casos abordados con el método de las


constelaciones familiares, que incluyen algunas de las temáticas más comunes por
las cuales constelamos.
Son casos, por ejemplo, acerca de las consecuencias que trae en los hij os el
mal manejo de la separación de las parejas; veremos que es importante tomar al
padre, reconocerlo como es, con lo bueno y lo menos bueno que tiene, es decir,
como humano, pues no es necesario que nos guste, sino aceptar que es el
padre que nos tocó; lo ideal es tomar al padre con el apoyo de la madre, esa es
la salvación del adolescente; de lo contrario, el hijo se encontrará en deslealtad
con alguno de sus padres, y los sentimientos de culpa podrían llevarlo al
sufrimiento y a la infelicidad.
También veremos que la incapacidad de soltar a los hijos puede atentar
contra el futuro de ellos; y la forma como el trato desigual de los padres hacia
sus hijos trae peleas y odios entre los hermanos, que causan rompimientos en
sus relaciones.
Algunos casos relatan situaciones que se presentan frecuentemente, tales
como: aborto, muerte accidental, enfermedad, adultización de los hijos, crisis
de adolescencia (situación común en la consulta por ser la rebeldía o las
vivencias de riesgo y caos las defensas más comunes usadas por el adolescente
para sentirse un ser diferente y construir identidad), maltrato y abuso (debido a
que en la consulta de pareja se evidencian graves consecuencias cuando
ocurren estas vivencias en la infancia).
Cada mes realizo un taller de constelaciones familiares en Bogotá y viajo
bimensualmente a otras ciudades del país a un día terapéutico, al cual asisten
personas para ser consteladas o tener la experiencia de ser representantes. En
este espacio participan personas que por iniciativa propia quieren realizar una
constelación, o pacientes que por sugerencia de su psicoterapeuta —con el fin
de aportar elementos nuevos al proceso— deciden explorar y profundizar en un
aspecto relevante. Las constelaciones familiares abren nuevos caminos y
comprensiones que enriquecen el proceso terapéutico. A continuación,
entonces, relataré algunas experiencias.
TEMA 1

Lealtad a los abuelos


y bisabuelos

Siempre me ha llamado la atención la escogencia que los padres hacen del


nombre para los hijos; eso fue lo primero que revisé en mi propio caso, y
encontré que al significado del nombre dentro de la familia se suma la
expresión de las lealtades de los padres hacia sus propios padres. Es por eso
que la conexión de los abuelos con sus nietos es más profunda e inconsciente
de lo que imaginamos y se evidencia con facilidad durante la realización de las
constelaciones. Muchos de los nietos vienen a ocupar el lugar de los hijos no
nacidos, o que murieron cuando estaban muy pequeños; otros son para los
abuelos la evidencia del comportamiento desleal de sus hijos en la época en
que decidieron separarse de sus padres para crecer. Los hijos obedecen al
adulto más fuerte pero se alían con el débil, el excluido o el sufriente; por esta
razón es importante no cargarlos con nuestros problemas no resueltos.

Caso 1: Es un principio respetar la vida

“Abuelo: yo me castigo y llevo la culpa que tienes por las vidas que
no reconociste que se perdieron bajo tu mando”.
Julio César asiste al taller de vínculos terapéuticos, y de forma espontánea,
después del medio día, se sienta al lado de la terapeuta. Dice que quiere
constelar, que desea ver cómo están los vínculos en su familia. No ha
terminado su frase cuando irrumpe a llorar. Le pregunto qué imagen vino a su
mente en ese momento y contesta que ha guardado una culpa muy grande
porque su bisabuelo hizo algo muy malo. Debido a que está conectado con la
emoción y tiene una imagen vívida, decido que escoja dentro de los asistentes a
quienes quiere que representen a su padre, a su madre, a su abuelo, a su
bisabuelo materno y a él. Ubica a su madre y a su padre enfrente de quien lo
representa a él y a su abuelo y bisabuelo los pone en fila detrás de su madre;
luego se sienta a observar lo que sucede durante la constelación.
La imagen muestra que si Julio César deseara caminar hacia adelante,
avanzar y crecer en la vida, no puede. Aquí hago mi primera intervención; les
pido a los representantes del padre y la madre que se coloquen detrás de él,
dándole apoyo, para que quien representa a Julio César pueda avanzar. El
abuelo y el bisabuelo materno son ubicados detrás de la madre, en el lugar de
los antepasados.
Pido a la representante de la madre que gire hacia su padre, el abuelo del
consultante, y en ese momento quien representa a Julio César se mueve
angustiado en medio del abuelo y la madre. Pregunto qué le hizo moverse y
dice que fue un impulso por miedo y deseo de proteger a la madre. Con este
movimiento se observa que Julio César ha cargado con el miedo y necesidad de
proteger a su madre de algún peligro. El abuelo materno está sorprendido,
angustiado. Mientras esto sucede, el bisabuelo mira por encima del hombro, en
una posición arrogante. Pregunto el nombre del bisabuelo y es el mismo del
consultante. se evidencia la identificación de Julio César con su bisabuelo por
llevar el mismo nombre, y el intento de proteger al abuelo materno y a la
madre de algo impensable.
Julio César llora y mira desde la silla, a distancia, la escena. Yo realizo paso
por paso algunos rituales y movimientos que permiten al representante de Julio
César devolver esa carga —lo malo que el bisabuelo hizo según palabras de Julio
César. El trabajo central en esta constelación es ayudar al consultante a ser
desleal al mandato familiar insano de reparar o expiar las culpas del bisabuelo.
Así, poco a poco, puede ubicarse al lado de su padre y no seguir atrapado en la
línea materna, sintiendo que debe cuidar la vida de la madre. Una vez
despejado el camino, puede seguir avanzando con su vida.
Días después, Julio César me escribe un correo en el que cuenta que su
bisabuelo fue general de la República durante la Guerra de Los Mil Días, uno
de sus hijos —un hermano del abuelo— fue asesinado, al igual que él, por sus
enemigos.
Las constelaciones han demostrado que conservar y respetar la vida es un
principio básico de supervivencia de la especie; y en el inconsciente siempre
quedará el sentimiento de culpa por atentar contra la vida. Si alguno de
nuestros antepasados debe una vida, el inconsciente familiar lo sabe, lo
percibe, los niños que vienen generaciones después sienten que deben esa vida
y creen que ofrendar la propia salvará de las culpas a sus padres, abuelos o
bisabuelos. Este hijo siente que su madre está en peligro y la cuida
ofreciéndose a morir simbólicamente: estancándose.
Es como una predicción de la repetición. Como si la mente del niño Julio
César dijera: si murió el tío de mi madre, quizás mi madre también pueda
morir. Así que el hijo hace algo para que no muera, la cuida y se ofrece a
quedarse a su lado aunque esto signifique que él no avance. La energía
psíquica de Julio César se consume por ocupar la función de proteger a la
madre y de esta forma se estanca económica y profesionalmente, sin saberlo.
Por otro lado, tiene el nombre del bisabuelo, y el bisabuelo muere sin expiar
las culpas ni reparar las muertes que causó. Julio César se siente tan cargado
con esta culpa que no se atreve a crecer en la vida e incluir en ella el goce y el
éxito en su vida profesional.
Caso 2: Cuando la lealtad es una trampa

“Abuela, no crezco ni construyo una vida para serte leal”.

Ser desleal a conciencia es más sano que seguir siendo leal y estancarse. La
deslealtad en ocasiones es sinónimo de liberación propia y de la familia. El
caso descrito a continuación será relatado por la persona que representó a la
consultante: Tania. Esta persona pertenece al Grupo Hellinger Colombia, y
quiso compartir su experiencia en este caso:

Tania, quien estuvo acompañada por su terapeuta, pasa a sentarse al lado de la dra.
Olga Susana. Me llama la atención que lo primero en lo que la doctora hizo énfasis fue
en el cuerpo de ella. Afirma que es como el cuerpo de una niña de 14 años en una
mujer adulta. Tania pregunta: ¿Por qué no puedo progresar y hacer mis cosas?
La terapeuta le pide elegir a una representante para ella, el mundo (simboliza al
padre) y la vida (simboliza a la madre). Tania me elije como su representante; una vez
ella me ubica en la constelación, yo me siento dando vueltas, girando en un círculo sin
fin. Voy perdiendo la fuerza hasta que me caigo al piso. Luego aparecen los ancestros,
una abuela, y yo siento que mi madre desaparece, es débil, no está allí. Desde el piso me
quedo viendo a esa abuela, la madre de mi padre. Esa mirada es atrapante, me obliga a
quedarme en el piso, no puedo dejar de verla, es difícil levantarme. Solo veo la mirada
de la abuela. La terapeuta le pregunta a la abuela qué está sintiendo y ella le dice que
tiene un sentimiento de rechazo hacia Tania.

Las siguientes intervenciones muestran que la abuela no deseaba que Tania


naciera; rechazaba a su propio hijo por haber dejado embarazada a su pareja.
De alguna manera, Tania nace en contra del mandato de la abuela; no
obstante, la nieta actúa el mandato de la abuela: no vivir; esa lealtad puede ser
lo que la tiene sin fuerzas para progresar y alcanzar sus logros en la vida.
Las escenas siguientes muestran —con la consultante ocupando su lugar en
la constelación— la evolución del proceso de pareja de los padres de Tania.
Esto permite que Tania realice un trabajo de renacimiento y un proceso de
crecimiento, utilizando algunos “anclajes” —término utilizado por Milton
Erickson— hasta llegar a su edad actual.

Tania está allí, en la mitad de sus padres; la terapeuta habla de recrear el útero
materno y los va llevando descriptivamente por todo el proceso de gestación; luego se
recrea el nacimiento de Tania, el gateo, la caminada como bebé, su crecimiento a través
de los años hasta llegar a su edad actual. La imagen de cierre de la constelación se da
cuando se le pide a Tania que mire al horizonte y camine despacio.

Después de finalizar el taller, la representante de Tania comenta:

En esta ocasión no logré entregar el papel en su totalidad; fue una constelación


larga. En la noche no lograba conciliar el sueño, así que a las tres de la mañana sentí la
necesidad de escribir y salió esta poesía; una vez la escribí se la envié a la dra. Olga
Susana y pude dormir.

Tania
El amor te llama
El amor te aclama
El amor te mima
El amor te llama

Tania es vida
Tania es alma
Tania es todo
Tania es nada

Tania contenida
Tania amada
Tania arrullada
Tania anidada

Tania eres
Tania fuiste
Tania serás
Tania perdurarás

Tania ayer
Tania hoy
Tania mañana
Tania solo Tania

Tania la niña
Tania la madre
Tania la vieja
Tania la sabia

Sé Tania
Sé amor
Sé vida
Sé canción

Hoy, Tania, te escuchan


Hoy, Tania, te ven
Hoy, Tania, te sienten
Hoy, Tania, te aman

Solo sé Tania
Nada más
Solo ser
Para siempre estar

Con Amor para ti, Tania.

[Tu representante en la constelación de hoy]

Este poema se lo entregué a Tania en la sesión siguiente. Un año después Tania escribe:

La constelación va de la mano con mi proceso de análisis, en el sentido que en algún


momento de la terapia nos pareció pertinente buscar e indagar con este método. Para mí
fue maravilloso que mi psicóloga estuviese presente hace un año durante mi
constelación. Me queda muy difícil describir lo que ocurrió durante la constelación; solo
puedo afirmar que después de esta volví a nacer, y empecé a sentir que este mundo es
para mí, que lo puedo conquistar; más que en palabras, esa sensación se convirtió en
una certeza; me siento plena y caminando más firme; antes flotaba y ahora solo puedo
decir que tenía una energía oscura en mí; es increíble cómo los muertos de alguna
manera vivían conmigo, me dejaron su energía, y secretos que no me pertenecían. La
constelación me liberó de una atadura y de una desazón indescriptible; ver a la persona
que hizo de Tania era verme a mí misma, caminando en un laberinto sin salida; el
nacimiento que ocurrió en la constelación me liberó de ese laberinto. Eternamente
agradecida.
TEMA 2

Lealtad a los padres

La lealtad a los mandatos de los padres por la escogencia de la pareja puede


llevar al fracaso de un matrimonio.

Caso 3: Fracaso de una pareja

“Cuando te miro no te encuentro. Por favor, ¡mírame!”

Después de realizar un ejercicio que permitió centrar a los participantes en


su pregunta a través de una imagen, la consultante expresó que su imagen era
la de su esposo y la emoción que la acompañaba era la rabia; inmediatamente
la terapeuta le pidió que escogiera a un representante para su esposo y a otro
que la representara a ella. La consultante ubicó al representante de su esposo,
enfrente de ella, a cierta distancia de la representante de ella. El esposo no
hacía contacto visual con la esposa, empezó a sentirse inestable y dio unos
pasos para atrás. La representante de la consultante buscaba que su esposo
hiciera contacto visual con ella, sin acercarse; él mantenía sus manos en los
bolsillos del pantalón.
La terapeuta percibió la necesidad de pedir que ingresara a la constelación
una representante para la madre del esposo, que se ubicara detrás de él; el
representante del esposo dijo que le daba algo más de equilibrio, mientras
cambiaba de posición dando unos pasos al lado izquierdo, de modo que se
quitó de enfrente de la esposa, aún sin hacer contacto visual con ella. Él
miraba constantemente al frente, a lo lejos. La madre del esposo sentía que su
hijo debía caminar hacia adelante; esto lo indicó su representante con la
expresión: “vaya mijito”; en ese momento la terapeuta pidió que entrara a la
constelación un representante para el padre del esposo, quien se ubicó al lado
de su hij o. Al ingresar este último, la representante de la consultante expresó
que también quería que ingresaran sus padres a la constelación, quienes se
ubicaron detrás de ella; ella afirmó que se sentía mejor. En ese instante ingresó
la representante de la hija, quien fue ubicada por la constelante o consultante,
en la mitad, entre el padre y la madre; la abuela materna reaccionó con mucha
angustia; dijo que sentía mucho calor, que no sabía qué hacer y que se quería
ir; por su parte, la hija se sintió anclada en el lugar en el que estaba; dijo que le
dolía el brazo izquierdo —del lado donde se encontraba el padre— y que no
podía mirar al lado derecho, donde estaba su mamá. La terapeuta le dijo a la
hija que repitiera las siguientes palabras: “Mamá, he cargado tu rabia hacia mi
papá y tu deseo de salir corriendo. Papá, he cargado con tu imposibilidad de
mirar a mi mamá; por favor, yo soy la hija, ustedes son los padres”. La hija le
entregó a su madre de manera simbólica (a través de un cojín) la rabia que no
le pertenecía y en ese momento la terapeuta le pidió a la hija que diera unos
pasos atrás, se volteara y se retirara. La abuela materna impulsivamente se fue
con la nieta, evidenciando un vínculo muy cercano con ella.
Una vez se retiró la hija, quedaron la representante de la consultante con su
padre y el esposo con sus padres detrás. La representante de la consultante
miró a su padre y dijo que se sentía juzgada y criticada por él, que esto le
generaba rabia y no le gustaba; el padre de ella dijo que no quería que estuviera
con ese hombre como esposo, que no estuvo de acuerdo en que se casara con
él.
Por su parte, el padre del esposo seguía al lado de él, ocupando un lugar de
par, como si fuera un hermano. La terapeuta les pidió a los representantes del
esposo y de la esposa que se dijeran:

Yo soy yo, tú eres tú, lo que tuvimos fue hermoso, para la prueba está nuestra hija.
Yo no estoy en este mundo para cumplir tus expectativas. Tú no estás en este mundo
para cumplir las mías. Tú eres Tú. Yo soy Yo. Si en algún momento o en algún punto
nos encontramos será maravilloso. Si no, no puede remediarse. Falto de amor a mí
mismo cuando en el intento de complacerte me traiciono. Falto de amor a ti cuando
intento que seas como yo quiero, en vez de aceptarte como realmente eres.

La constelación en este caso terminó evidenciando que las dificultades de


pareja estaban ligadas a asuntos no resueltos con los respectivos papás; por un
lado, la representante de la consultante guardaba intensos sentimientos de
rabia y se sentía culpable por no haber seguido el mandato del padre de no
casarse con el esposo; situación que había afectado su relación de pareja. Por
otro lado, el esposo tenía dificultades para asumir su rol masculino, ir al
mundo, confrontar las diferencias con la esposa; su defensa era desconectarse y
centrarse en sus asuntos únicamente. No sabía cómo ser diferente, pues su
padre no ocupó su lugar de padre con él. Finalmente se trabajó la resolución
de los vínculos de cada parte de la pareja con sus padres.

Caso 4: Tomar a los padres permite no repetir historias

“Tengo miedo de que mi hijo sea como su padre”

Este es el caso de unos padres que tienen miedo de que su hij o Mario
Enrique, de veinticinco años, esté repitiendo la problemática de depresión de
la familia paterna; además observan en él un bloqueo en lo laboral y en lo
económico.
Los padres eligen representantes para ellos y para su hijo; a este último lo
ubican lejos de la familia, pero mirándolos. Sin embargo, el representante de
Mario Enrique se da la vuelta para no verlos, manifiesta tener frío, se siente
triste, vacío, busca apoyo en su padre, pero no encuentra conexión. La madre
siente rabia al ver la debilidad de su hijo y le pide ser más grande, fuerte e
independiente.
La terapeuta, teniendo en cuenta el sentimiento de Mario Enrique, ubica a
los abuelos paternos. El abuelo siente que no tiene un lugar y no es valorado, y
la abuela paterna cubre a su hij o, Mario —padre de Mario Enrique—, y no le
permite que vea ni tenga relación con su nieto. La madre de Mario Enrique
protege también a su hijo, impidiéndole el vínculo con el padre, y manifiesta
protegerlo de la enfermedad de la familia paterna.
Una de las hipótesis que se puede inferir es que en esta familia las mujeres
direccionan las relaciones, y se observa que no sueltan a los hijos, los
sobreprotegen y no los dejan vincular con sus papás.
La terapeuta trabaja el vínculo del padre de Mario con su madre, del que lo
libera, permitiéndole que haga su vida independiente. Momentos después,
Mario papá trata de acercarse a su hijo, pero este está refugiado en la mamá,
como si estuviera en el útero: “Como si no hubiera nacido”; decide entonces
realizar un renacimiento. El padre se ubica al lado de la madre para apoyar el
renacimiento de su hijo.
La terapeuta se da cuenta de que el primer nombre, Mario, es el mismo del
padre, y el segundo nombre, Enrique, es el de dos tíos maternos que murieron:
el primero murió cuando era un bebé y le heredaron el nombre al tío segundo,
que murió por enfermedad cuando tenía catorce años.
Cuando se hace evidente la historia del nombre de Mario Enrique el padre
se sorprende, pues sale a la luz la carga energética que está manejando su hij o
Mario Enrique: la depresión de la familia paterna, por un lado; y el no dejarlo
crecer y ser independiente, sobreprotegiéndolo, evidencia que su esposa teme
perder a su hijo porque no ha terminado de elaborar los duelos de sus
hermanos muertos.
La terapeuta hace que la madre se despida de esos tíos que han muerto, que
los reconozca pero a la vez los diferencie de su hij o. También hace que Mario
Enrique pase por el valle de los muertos, para que vea que inconscientemente,
por lealtad a su madre, se encuentra identificado con la muerte, pues esas
pérdidas son de suma importancia afectiva para la madre. Sin embargo, para
Mario Enrique no es fácil dar el paso para salir adelante y pasar a los muertos;
aunque sus padres tratan de ayudarlo y cambiarlo de lugar, él no reacciona.
Se libera a Mario Enrique de las cargas que lleva y se le da la opción de que
tome su vida. Después de la constelación los padres reportan una mejoría
significativa, pues manifiestan que después de probar varios medicamentos
antidepresivos, que según ellos no le generaban ningún efecto, el último
medicamento que le formularon comenzó a tener efectos positivos. Lleva más
de un año en psicoterapia, permanece muy estable, consiguió un contrato
grande que le significó trabajo con mucha responsabilidad y organización. El
manejo que le ha dado ha sido eficiente y además le significó buenos recursos
económicos; va a iniciar una maestría.
Para concluir, se entiende cómo el miedo de la madre no permitió el
acercamiento entre el padre y el hijo; y al no tomar el hijo al padre, el primero
quedó con un vacío profundo que lo condujo a continuar la historia de
depresión.

Caso 5: Padres adolescentes eternos


con anuencia de las parejas

“Yo soy la niña que está creciendo, la adolescente, y tú eres el grande,


papá”

Cuando los padres no han terminado su adolescencia, ellos pueden pelear a


la par con los hijos, envidiarles la adolescencia. Por ejemplo, la madre que se
opera para tener la misma talla de la hija y se relaciona incluso con los amigos
de la edad de la hija, o el padre que se relaciona con una joven que podría ser
su hija. Estos manejos llevan a que los hijos se sientan más grandes que sus
padres y muchas veces se comporten como mayores que ellos. Crecen sin
respeto hacia sus padres, pues ellos les han abortado su adolescencia. Son
padres adolescentes eternos. El comportamiento de papá y mamá como adultos
es definitivo para el crecimiento de los hijos e hijas.
Unos padres, a quienes llamaremos Caridad y Tulio, preguntan por el
manejo de su hija adolescente de dieciocho años.
Esta hija es la segunda, y ante la inquietud de ellos expreso mi extrañeza
ante el hecho de que les sea inusual el aislamiento, el desorden de horarios y
los dramas por los que pasa una adolescente en proceso de crecimiento. La
constelación muestra que ella es la única de sus hijas que ha hecho
adolescencia, pues la hermana mayor pasó de la infancia a la edad adulta,
abortando su adolescencia. Los padres tuvieron una separación de cinco años
que abortó la adolescencia de su hija mayor, pues, cuando tenía trece años
saltó de ser niña a ser un adulto en pequeño que está pensando en buscar
universidad para irse de la casa. Los hijos sienten que cargan a los padres de
sufrimiento y no se permiten vivir la etapa de rebeldía por cuidar a los padres.
Durante la crisis y posterior separación, la hija mayor fue cambiada de rol:
de hija pasó a ser la confidente y amiga de la madre, hecho que le “prohíbe” a
la edad de la adolescencia entrar en rebeldía, pues la culpa que siente no le
permite darle otra contrariedad a la madre.
Silvina, en cambio, con dieciocho años, insiste en ser adolescente; no solo
es rebelde sino que pelea en forma constante con su hermana mayor, a quien
llamaremos Juliana. Juliana, después de llegar del exterior, donde estudió una
carrera universitaria, vuelve a casa para ayudar a la madre en la realización del
sueño de vivir en las afueras de la ciudad capital con toda la familia.
Los padres, con el fin de evitar más conflictos, ceden a las exigencias de
Silvina; la madre la lleva todos los fines de semana a la capital para que pueda
estar con sus amigas; le pide a la hermana mayor que no la contraríe, y esta
hermana ni siquiera tiene un espacio privado, pues todos los espacios son
ocupados por la adolescente. El incidente por el cual llegan a consultar es
porque el padre y la hija se pelean, y en un acto impulsivo se golpean. Al
parecer la impulsividad y la violencia fueron la causa de la separación de cinco
años de los padres. Aquí muestro que el adolescente eterno es el padre, quien
amparado por la madre no ocupa su lugar de adulto. Tomar al padre,
respetarlo, integrarlo dentro del alma, es una forma de aceptar la ley y la
autoridad; para lograrlo, es necesario que el padre no sea un adolescente y que
la madre no sabotee este proceso. Si no podemos vivir la adolescencia, no
podemos tomar a un padre adulto; por consiguiente, no se puede ser grande y
crecer. Nos quedamos en una adolescencia eterna y nuestros hijos no sentirán
que se les permite ser adolescentes sin temor a convertirse en una carga
adicional para los padres.
TEMA 3

Dificultades para ver la realidad

Caso 6: Por dura que sea la realidad, es mejor verla

“No puedo ver mi realidad interior”

A Humberto se le ha desprendido la retina y no hay razón médica que lo


explique; él sabe que la causa es algo que no puede ver en su interior y decidió
constelar. Físicamente es un hombre menudo, muy blanco, con ojos color
avellana, bastante inexpresivos. Vino a Bogotá para asistir a una clínica de
especialistas en enfermedades oculares. Tuvo desprendimiento de retina hace
un año, después de haber vuelto a Colombia a visitar a su familia. Cuando yo
le pregunto qué pasó hace un año, el representante evade la respuesta y dice
sentirse muy culpable, dice haber cometido un error cuando vino a visitar a su
familia; al mes siguiente se deprendió su retina.
La constelación muestra, a través de las reacciones corporales de los
representantes de él, de su padre y de su abuelo, que es posible un acto
repetitivo de abuso hacia los menores en la familia. Cuando reconoce que es
posible que él haya sido una víctima y que era muy niño, incapaz de
defenderse, se tranquiliza.
Realizamos rituales en los que el representante de Humberto expresa un
gran dolor que tiene en su corazón hacia su padre y le dice: “No fue justo, yo
tan solo era un niño”. Al decirlo, el padre llora y dice: “A mí me pasó lo
mismo, hijo; lo siento”. En este momento trabajo con el padre y el abuelo;
tanto el padre como el abuelo piden perdón y lloran amargamente,
arrodillados en el piso, sin fuerza para mantenerse de pie. Desde ese lugar y
disminuidos no pueden avanzar, así que les pido que se pongan de pie, se
levanten para que asuman las consecuencias del dolor que causaron a los hijos,
y respondan desde su parte adulta.
Unos meses después recibo un correo de Humberto en donde me cuenta
que el error que él mismo había cometido era contra un menor de su familia.
Cuenta que él no recordaba los abusos de su padre y que se lo preguntó a su
papá y él le contó que su abuelo le hacía lo mismo. Decidió entrar a un trabajo
terapéutico en el país en donde está. Tres generaciones continuas de abusos
sexuales de padres a hijos era la realidad que Humberto no podía ver. La
violación de menores en la familia era un secreto, pero los ojos son un sentido
en donde tiene lugar el contacto, y cuando algo como esto sucede es muy difícil
ocultar nuestra realidad interior. La capacidad que tengamos para aceptar o no
aquello que vemos se refleja en la salud de nuestros ojos.

Caso 7: La mentira

“Miento porque aceptar que no sé cuidar de mí mismo es una verdad


devastadora”

Se miente para cambiar la realidad y describirla “como si” fuese de otra


manera. Cuando la realidad es vivida como una amenaza, la mentira expresa el
temor sobre las experiencias que se viven y el desamparo que siente la persona
ante esas experiencias. Al ser tan amenazante una realidad, la persona tiende a
evitar que salga a la luz; las mentiras innecesarias logran que se sienta confianza
y un sentimiento de triunfo.
Constela Ismael, de sesenta años, y su pregunta hace referencia al hábito
que tiene de decir las cosas como le parece que son mejores, y no como son en
realidad. Ismael es el menor de siete hermanos, cuatro hombres y tres mujeres.
Fue el menor y el más consentido, según cuentan quienes lo vieron crecer.
Desde niño tomaba el dinero de la registradora del negocio familiar y no tenía
límites, sus comportamientos eran ignorados por la persona que lo
administraba.
Los hermanos mayores tienen éxito; las hermanas están casadas, tienen un
hogar e hijos, como se esperaba en la familia. Ismael, el menor, a pesar de
haber tenido la oportunidad de estudiar, habiéndose graduado, no pudo
prosperar porque su debilidad por la política fue más fuerte que la pasión por
su profesión. Las historias cuentan que el papá de Ismael era exigente, y para
evitar que castigara a Ismael le ocultaban las “necedades” del niño.
La realidad no era aceptable para él, y siempre tuvo la ilusión de lograr un
cargo maravilloso, un empleo de alto rango que le ofrecieran sus amigos
políticos, un negocio millonario y fantástico que a la postre nunca llegaba, y el
dinero escaseó toda la vida. sus relaciones fueron vividas en la “apariencia”,
nada real ni verificable. Hoy, en sus últimos años, aún espera que lo sigan
abasteciendo la familia (los hijos o hermanos), los paisanos o sus amigos
políticos.
La dificultad para ver la realidad lo conduce a decir frecuentes mentiras que
traspasan los límites de la normalidad. Este caso da muchas luces acerca de este
mal tan frecuente, que lleva a rompimientos familiares profundos.
Revisando la historia de los antepasados de Ismael, encontramos que su
abuelo paterno fue capitán de buque, conocido por ser “un gran tomador,
jugador y mujeriego”, que gastó todo el dinero que ganó y el que le proveía su
familia, en el juego. Para ser un buen jugador se debe “cañar”, engañar,
aparentar, así los demás jugadores son confundidos y se pueden ganar las
partidas.
La adicción es uno de los actos repetitivos en esta historia familiar. sabemos
que las características adictivas, además de ser comunes, son desintegradoras de
las familias porque el adicto niega la realidad, y si alguien se la evidencia, lo
desmiente creando confusión y caos en los entornos en los que se mueve.
TEMA 4

Sufrimientos de madres y padres

Bajo el título sufrimientos de madres y padres se relatan dos casos que


muestran manejos diferentes que hacen las madres ante el sufrimiento de sus
hij os cuando se sienten impotentes para ayudarlos.

Caso 8: El dolor y la rabia contenida


producen problemas articulares

La rabia contenida le produjo artrosis

La señora Victoria grita: “Me lo mataron, ya sé cómo me lo mataron...


¡Asesinos!”. Con las manos empuñadas hace el ademán de pegarle a alguien.
La desgarradora escena muestra que el hijo de Victoria, representado por
alguien del grupo, se sentía ahogado y decía: “Me ahogo, me están echando
tierra y estoy vivo”. Victoria es traída en silla de ruedas porque la artrosis le
impide caminar; es la primera consultante a la que se constela en las horas de
la tarde. No responde a los tratamientos que el médico está realizando desde
hace un año. Después de un ritual donde expresa la rabia y el odio que ha
sentido hacia los secuestradores de su hijo, y una vez se despide de su hijo
muerto en cautiverio, logra soltarlo para que descanse en paz. Victoria sale del
salón caminando.

La ira
La ira es un sentimiento provocado por una emoción
diferente: el miedo, la ansiedad, el resentimiento o la sensación
de ser abandonado. Cuando tenemos esos sentimientos y los
reconocemos se nos abre la puerta de acceso a la ira, que nos
prepara para huir o atacar. La ira es un momento de locura
temporal, se habla de “salirse de casillas”, “estar fuera de sí” o
“enojarse”{13}. Se cree que se debe expresar cuando se quiera y
como sea, y eso es falso, tenemos que trabajar por tener
contención propia o autocontrol. Tampoco es cierto que la ira se
pueda reprimir para no tener que experimentarla nunca. Se
reprime, pero después de un tiempo aparece en forma de crisis,
de ansiedad o pánico, o en depresiones críticas.
La ira, como todas las emociones, se expresa en el cuerpo; se
manifiesta con síntomas físicos como taquicardia, dificultad para
respirar, indigestión, ahogo en el pecho, hambre, dolor en el
pecho, diarrea, hormigueo en la nuca o en la parte posterior del
cráneo, dolor de cabeza y agotamiento físico. Estos síntomas
desaparecen cuando se reconoce el sentimiento que nos causa la
ira.
La ira suele empezar por una emoción diferente; esta puede
ser ansiedad, aburrimiento, cansancio, miedo o inquietud. Estas
sensaciones nos vuelven vulnerables y en diversos
acontecimientos del día pueden aumentar hasta que se estalla en
ataques de ira incontrolables. La experiencia terapéutica muestra
que los ataques de ira están siempre relacionados con el vínculo
materno; algo en la relación con la madre molestó y no se
expresó.
Aprender a experimentar la ira y a enfocarla adecuadamente es
la salida; hay que reconocer las molestias y encontrar una forma
de expresarlas. Identificar cuáles son los sentimientos para
poderlos tratar con mayor cuidado y cariño en los momentos de
rabia, pues cuando se los reconoce podemos controlar la forma
de expresarlos.

¿CÓMO EXPRESAR LA IRA SIN LASTIMAR A LOS DEMÁS?

Habla sólo a partir de tu experiencia, es decir, sólo debes


utilizar expresiones como: creo, siento, estoy molesto, estoy
enojado. Expresa tu ira lo más rápido que puedas, pero espera el
momento oportuno. Pide siempre con claridad lo que deseas:
“Me siento enojado o me da rabia cuando tú haces tal cosa; por
eso te pido el favor de que no lo hagas”.
Trata de estar siempre dispuesto a negociar; los demás
también tienen necesidades y obligaciones. No culpes ni agredas;
no digas: “Hiciste”, “No hiciste”, “Dijiste”... Ese es el inicio de
una discusión en la que la ira puede convertirse en el tema
central y no la ofensa o el maltrato que sufriste. Si te guardas la
ira, te saldrá indirectamente. Siempre que alguno siente ira y la
expresa impulsivamente siente culpa. La ira es una de las mejores
maestras con que contamos en la búsqueda de la inteligencia
emocional. Expresada con prudencia, se aprende lo que se desea,
abriéndonos el camino hacia la libertad.

Caso 9: Dionisio. Niño con Enfermedad de Duchenne


“No puedo hacer nada por mi nieto y eso me mantiene deprimida”

Consulta una abuela materna por su nieto y desea encontrar un consuelo


para su dolor. Su nieto de cinco años ha sido diagnosticado con distrofia
muscular de Duchenne. Esta es causada por un gen defectuoso para la
distrofina (una proteína de los músculos). Sin embargo, generalmente se
presenta en personas con familias sin antecedentes conocidos de esta afección.
Constelo a la abuela materna, la hija, el padre y el hijo de cinco años. El
niño es un niño feliz, acepta su condición y ama a su abuela, la abraza y ella no
puede contener el llanto. Le pido a la abuela que le diga al nieto: “Eres el
perfecto nieto para mí; te acepto como mi niño perfecto”. La madre se
tranquiliza; ella confiesa que teme por la salud de la abuela, si el niño se agrava
o muere.
Los casos de discapacidades o enfermedades hereditarias nos confrontan
con la imperfección y las limitaciones; cada ser con una discapacidad es un
maestro que viene a vivir unos años en este mundo, y nos enseña con su
ejemplo algo que debemos tomar como un regalo de amor. Tomarlo como el
perfecto hijo, sobrino, nieto, hermano, es la aceptación incondicional que
puede liberarnos del dolor.
TEMA 5

Sufrimientos de los hermanos


y hermanas

Caso 10: Secretos

Un secreto es un acto que desmiente una realidad. Ante los ojos de una
niña, el destino desafortunado de su hermano se convierte en una culpa
profunda por seguir viva.

Asiste a constelar la tía, que además es la madrina de una adolescente; lo


hace por su sobrina, que hoy tiene trece años, y cuenta que está muy
preocupada porque la niña, desde hace un año, practica —a escondidas de sus
padres— deportes de alto riesgo; en especial parapente. Dice que a la madre de
la niña, su hermana, no le parece tan riesgoso lo que hace y no se da cuenta
que su hija arriesga la vida.
No acostumbro a recibir a nadie que no pertenezca al sistema directamente,
pero esa vez me movió el riesgo de la vida de la preadolescente.
Constelamos a los tres hijos de esa familia, a los padres y a la tía. El
representante del hijo mayor está desconectado; la segunda es la niña —la de
trece años—, que se acuesta al lado del hermano menor; en ese momento la tía
dice: “Él está muerto; murió en un accidente cuando tenía un año; fue un
accidente; el conductor dio reversa y no lo vio”.
Todos los hijos en la familia están mirando a la madre, están pendientes de
los padres como esperando señales. En este momento elijo entre los asistentes
a dos representantes más dentro del sistema en el lugar que les corresponde a
los abuelos maternos, detrás de la madre, para que la apoyen; acto seguido el
representante del abuelo coloca su mano en la espalda de la hija; la madre de
esta familia entra en crisis. El abuelo le dice: “Yo lo maté y nunca asumí que yo
era el responsable”. Este abuelo tiene noventa y ocho años y a pesar de que está
en estado de gravedad no ha podido morir.
Trabajamos con la situación traumática vivida entre padre e hija. La
representante de la madre de la niña de trece años permite que el abuelo
asuma la responsabilidad; así liberamos a la niña de repetir el hecho de ofrecer
su vida a cambio de guardar un secreto familiar y se puede liberar al abuelo
para que pueda morir en paz.
Pedro es el abuelo; estando embriagado, hace años, retrocedió el auto
matando a su nieto menor, de un año y medio. Ante el shock, su hija —madre
de la niña de trece años— se ofreció a decir que ella iba al volante antes de que
la policía llegara; el abuelo, conmocionado, no habla, y aquí se inicia el secreto.
La hermana menor del niño —una niña de unos tres años— ve el accidente y
días después le dice a su madre que ella quiere irse para el cielo con el
hermano.
Para poder morir en paz cuando nos corresponda, es necesario prepararnos
espiritualmente. Ser espiritual no es ser creyente ni religioso. Es ser
inmensamente humano y reconocer nuestra compasión, amor y cuidado por
los demás. Ser congruente con nuestras decisiones y creencias. Todos hemos
reñido con alguien y hemos sido ofendidos, pero también hemos sido
perdonados y en muchos casos nos hemos reconciliado. Allí esta la esencia de
lo espiritual.
TEMA 6

La falta de amor de padres y madres

En este tema agrupo los casos que evidencian los sufrimientos que trae para
un ser humano el no tener madre y/o padre; son realmente casos de personas
no amadas.

Caso 11: Crisis de pánico

Ser padres no nos hace padres si no tenemos padres internos; eso debemos
aprenderlo.

Federico llora profundamente y expresa que no resiste la angustia que siente


en la madrugada; tiene miedo a morir y es un miedo que lo ha llevado a
urgencias varias veces. El psiquiatra le ha recetado ansiolíticos, pero él se resiste
a tomarlos y dice que está muy joven para no poder manejar el estrés.
Decide consultar para hacer un proceso terapéutico y la terapeuta le sugiere
que realice una constelación. Su pregunta para constelar hace referencia a
problemas serios con su pareja. Le pido que escoja a un representante para él y
otro para su pareja. Al ubicarlos, ella se siente asustada y atacada por él; su
cuerpo se tensiona y manifiesta que se siente a la defensiva. El representante de
él le dice: “Ya no soporto que trabajes tanto, nunca estás en casa, si te necesito
no apareces, y a mí cada vez me toca hacer más y más”.
Mientras Federico habla, su mirada se dirige hacia un espacio más lejano
detrás de su esposa; por ello coloco en la constelación a otra persona, detrás de
la esposa, y no digo quién es. En la medida en que Federico se expresa, la
terapeuta quita a la esposa y deja que las frases y la mirada de Federico le
lleguen a la representante que coloco detrás de ella. Federico repite varias veces
sus quejas y de repente dice: “¿Mamá, por qué te fuiste? No te encontraba en
casa”; esta frase lo calma, permite que salga el dolor de Federico. Federico
desde su silla dice que su mamá se fue de la casa y los dejó; él solo tenía cuatro
años.
El amor de los padres no puede forzarse. Con frecuencia, si ha faltado este
amor, la hija o el hijo se esfuerzan durante toda la vida por ganárselo, así como
el amor de todas las personas cercanas a ellos. Siguen siendo niños
dependientes de los demás, y así obstaculizan su evolución. La herida en el
alma de los niños no amados no puede sanar, a menos que exista la renuncia al
amor de los padres, que se busca tardíamente en otros. Esa renuncia surge si se
puede comprender la limitación emocional de los padres para amar.

Caso 12: Llenarse de enfermedad para estar lleno de mamá

“Si estoy enfermo te tengo cerca, mamá”

Una médico oncólogo me envía un paciente que está en tratamiento hace


algún tiempo y con quien ha trabajado por superar una secuencia de
enfermedades graves.
Pedro es un señor de unos setenta años, que padece de cáncer y quiere
saber qué pasa con la enfermedad en su familia. Antes de iniciar la constelación,
en nuestra conversación para definir la pregunta que hará, comenta que unos
días atrás encontró una carta escrita por su padre, en donde hablaba de “los
males de su madre”. Comenta que ella era muy estricta con ellos y que cuando
él se enfermaba ella se acercaba más a él.
Al inicio, en vez de llamarlo Pedro lo llamo Guillermo, y al preguntarle si
hay alguien con ese nombre en la familia contesta que es el nombre del
hermano. Le pido que escoja inicialmente a dos representantes: uno para la
enfermedad y otro para que lo represente a él. Pedro los constela ubicándolos
uno frente al otro.
Yo pregunto a la representante de la enfermedad cómo se siente y la
enfermedad contesta que se siente fuerte, como si lo quisiera “tomar”; el
representante de Pedro dice que se siente débil. Luego incluyo en la escena a la
representante de la madre y la ubico detrás de la enfermedad. Una vez entra la
madre, ella siente miedo hacia la enfermedad. Pido a la enfermedad que gire
para quedar frente a frente con la madre; esto genera en la madre una
respuesta agresiva tratando de forzar a la enfermedad para que se gire
nuevamente y no la mire a ella.
La enfermedad cambia de lugar y quedan la madre y Pedro frente a frente.
La madre, con la misma agresividad trata de volver a acercar a Pedro hacia la
enfermedad, obligándolos y forzándolos; tanto Pedro como la enfermedad
luchan para que la madre no los “maltrate”. Así lo expresan los representantes.
Decido escoger a alguien como representante del padre. Este ingresa y lo
que se evidencia es que no interviene para contener a la madre. Ingresa
también el representante del hermano. La madre sigue intentando evitar
quedar frente a frente de sus hijos y busca que sea la enfermedad quien esté
cerca de ellos. Aquí el consultante expresa que su hermano Guillermo también
tiene cáncer, desde hace cinco años.
En seguida ubico nuevamente a la madre frente a Pedro; la enfermedad es
colocada detrás de Pedro, algo alejada, con la intención de mostrar que ésta
puede ir quedando en el pasado inmediato. Al lado de Pedro coloco a la
madre, al padre y al hermano, viendo la escena más retirados. En ese momento
y cuando la madre está más calmada, le pido a ella que repita: “Hijo, lo siento,
no supe cómo dar amor, esta soy yo, no supe cómo hacerlo mejor”. La madre
empieza a llorar. El hijo, Pedro, hace una reverencia y espontáneamente dice
algunas palabras de acercamiento. Luego va a la enfermedad y le dice que la
toma y la acepta y se abrazan. Una vez hecho esto, pido a Pedro que le quite el
papel a su representante y que tome su lugar repitiendo los movimientos
anteriores con la madre y con la enfermedad. Le indico que las abrace a ambas
al mismo tiempo.
Las enfermedades de la madre: los “males de la madre” eran su única forma
de comunicar el afecto que no podía expresar a sus hij os. Para Pedro, tener
una enfermedad es estar con la madre, es recibir de la madre, es como si la
enfermedad remplazara a la madre. Pedro no puede tomar la vida de la madre,
y toma la enfermedad en vez de la madre. Si durante la constelación se toma a
la madre directamente, la percepción puede cambiar y llenarse de mamá y no
de enfermedad.
Durante la constelación el terapeuta evidencia la realidad de las relaciones;
por una parte evidencia los desórdenes del amor, y por la otra elabora una
nueva historia a través de la inclusión de los diferentes miembros de la familia
y de las escenas que va construyendo con ellos. Aquí se trataba de construir
una historia menos negativa que permitiera cambiar el destino vivido hasta el
momento como inexorable. Una historia que permitiera la diferenciación de
Pedro y su madre enferma y agresiva, con el fin de que Pedro observara que no
necesariamente debe pasarle lo mismo que a su madre, que no debe estar
“lleno de males”, como su padre decía de su madre en la carta que encontró.
La herida de los seres que no son amados no es un asunto privado de
aquellos a los que les ha faltado amor y ahora no son capaces de amarse ni
amar a otros. Se trata de un fenómeno de desamor que viene desde los padres
y quizás de los abuelos hasta varias generaciones atrás. Este es también un
fenómeno social: los padres que no pueden amar a sus hij os, aceptando que
son seres diferentes, se encuentran cegados para captar las necesidades de los
hijos, se sienten obligados a cuidarlos y tienen miedo de sufrir en el futuro por
sus hijos.
TEMA 7

La sobreprotección de padres y madres

La sobreprotección no es una muestra de amor; cuidar en exceso e inutilizar


a un hijo o hija es, más bien, una falta de amor; es decirle al hijo: yo soy útil, yo
puedo, tú no puedes. Ese comportamiento de madres o padres lleva un
mandato implícito para el hijo de que no se atreva a crecer, es decir, a buscar la
satisfacción de sus necesidades fuera del ámbito familiar.

Caso 13: En busca del amor ideal [Obesidad]

“Siempre he sido una mujer arriesgada pero ahora siento que perdí la
fuerza para salir adelante”.
Yolanda es una mujer de treinta años con 20 kilos de sobrepeso y una cara
hermosa. Al preguntarle desde cuándo perdió “la fuerza para seguir adelante”,
comenta que ha tenido dos uniones de pareja y tiene dos hijos de cada unión;
cuenta que un día dejó al primer marido y a sus dos hijos porque se enamoró
de otra persona, con la que tuvo sus otros dos hijos y de quien quedó viuda.
Expresa que hoy todo la agobia.
Es evidente en su relato que Yolanda actuaba impulsivamente porque no
podía conectarse con sus sentimientos, y ahora que mira hacia atrás, ve que se
ha equivocado y que no tiene posibilidad de reparar. Ya los bebés que dejó son
niños y le reclaman su abandono.
En la primera parte de la constelación pido que represente su primer
vínculo de pareja y trabajo para que reconozca y agradezca al padre de sus dos
hijos mayores, para que esto le facilite a Yolanda hacer un cierre de la relación
vivida con él.
Al representar el segundo vínculo vemos que aún está en duelo; sin
embargo, la tristeza no es proporcional a las separaciones que ha relatado, sino
muestra de un vacío más profundo en su alma. Entonces pido que
representemos a la madre y al padre. Aquí aparece el vacío afectivo y la
necesidad de Yolanda de ser llenada de afecto. Su madre la sobreprotegía y ella
se sintió incapaz de soportar ninguna frustración; siempre ha huido de las
realidades que le implican luchar y combatir; trabajo aquí en el acunamiento y
el abrazo es eterno como su vacío. Doce meses después, cuando nos volvemos a
encontrar, Yolanda ha perdido 10 kilos y está con los hijos del primer
matrimonio, con quienes se ha dedicado a reparar su vínculo como madre.
Cuando un ser humano es incapaz de renunciar al amor de los padres esto
puede conducir a una búsqueda afanosa del amor ideal; y al no encontrarlo la
persona cae en depresión.
TEMA 8

Lealtad a la madre

Caso 14: ¿Ser mi madre o ser yo?

“Tengo que tomar la decisión de ir a Rusia o no”

Para comenzar la constelación comienzo pidiendo a la consultante que


escoja un representante para Rusia, otro para Colombia y otro para ella,
Eugenia. se evidencia que el bisabuelo, de origen ruso, murió sin regresar a su
país, y le pidió a su hija, la abuela materna de Eugenia, que dejara sus cenizas
en Rusia. La abuela de Eugenia no lo hizo y la madre de Eugenia se sentía con
la obligación de hacer lo que su madre no hizo: regresar al país de origen de su
abuelo. Estando casada, la madre de Eugenia no viaja porque su marido —el
padre de Eugenia— no quiso ir, y ahora que él ha muerto la madre de Eugenia
se siente obligada a viajar pero no desea hacerlo.
Así aparece el dilema de Eugenia, que se siente obligada a viajar pero
también desea apoyar el deseo del padre, quedándose, como su padre lo hizo,
en Colombia. Aún después de muerto el padre, que Eugenia viaje a Rusia y
vaya a conocer a la familia de su bisabuelo es vivido por ella como una
deslealtad hacia su padre. Esa es la consecuencia de asumir los problemas de
pareja de los padres. Aumenta su ambivalencia la rabia que siente porque la
madre le pide que vaya en su lugar.
La primera escena que aparece en la constelación es una escena
inconsciente, congelada desde que Eugenia era una niña. La representante de
Eugenia expresa la rabia y la depresión que siente.
En ese momento le pido a Eugenia que entre a la constelación y ocupe su
lugar. Eugenia llora y el representante del bisabuelo le dice que ese era el deseo
de él y que ella no está obligada a regresar a la familia rusa, si no lo desea. La
libera de la solicitud y Eugenia puede volver a mirar a su madre y con respeto
decirle que lo siente, que no irá a Rusia en su lugar, y que además le entrega la
responsabilidad por su matrimonio con su padre: “Yo soy tu hija, la grande
eres tú, la nieta eres tú; si ocupo tu lugar de pareja de mi padre asumo que
debo solucionar algo que no me corresponde, como regresar a Rusia para
complacer a mi bisabuelo. Espero me bendigas y respetes mi decisión”.
El vínculo en donde comienza el estancamiento de Eugenia es con su
madre, ya que su inconsciente le indica que haga por su madre lo que ella no
pudo hacer. En ocasiones los asistentes llegan como Eugenia llegó y durante el
día pueden identificar qué pregunta les ayudará a ver su punto ciego.
TEMA 9

Aborto

Caso 15: Aceptar que se le negó la vida a un hijo

“Yo haré que nuestra familia te recuerde”

La psicóloga que atiende a un niño de tres años, a quien llamaremos


Gerardo, les comenta a los padres que podrían realizar una constelación con el
fin de ayudarle a su hij o a resolver las pesadillas que se repiten mientras el
niño duerme. Los padres deciden constelar esta situación, siguiendo la
recomendación de la terapeuta del niño.
La constelación comienza con la pregunta: ¿Qué podemos hacer para ayudar
a nuestro hijo de tres años? La madre llora, está deprimida, cuenta que hace
unos meses su padre —abuelo del niño— murió de cáncer, y que dos años antes
su hermano mayor —el tío materno del niño—, que se llamaba como su padre,
también había muerto de cáncer.
En ese momento le pido al padre que coloquemos representantes para la
familia completa, un representante para la madre, otro para él y otros tres para
cada uno de sus tres hijos.
Hasta este momento es evidente para mí que el niño está viviendo el duelo
de las pérdidas del abuelo y el tío; sin embargo, mi experiencia como terapeuta
de niños me lleva a pensar que cuando los padres están viviendo un duelo los
niños los acompañan, pero no cargan estos sentimientos tan profundos, y el
hecho de que aparezcan pesadillas me indica que hay un dolor reprimido que
no es del niño solamente, por ser demasiado intenso.
Al comenzar la constelación, el representante del niño que tiene pesadillas
se mueve hacia el lugar del primer hermano, colocándose antes que él como si
fuese el mayor, y luego va de nuevo hacia su lugar. Al preguntarle al
representante por qué se mueve, explica que su cuerpo se sintió atraído por ese
movimiento.
Les digo a los padres: “Su hijito está tratando de que recuerden a alguien
que en su casa no se menciona; por eso se mueve hacia el lugar de un hermano
mayor”. Y les pregunto: ¿Ustedes perdieron a su primer hijo? Los padres,
profundamente conmovidos, cuentan que interrumpieron su primer embarazo
cuando eran novios, y que el nombre que le pusieron a su tercer hijo —el que
tiene las pesadillas— era el que querían ponerle a su primer hijo. En ese
momento decido realizar algunos rituales para:

1. permitirles a los padres reconocer que tomaron todo para ellos y que al bebé no le dieron

nada al no darle la vida; este reconocimiento les permite superar el dolor que llevan en el

alma;

2. tomar al hijo no nacido en su corazón y que lo reconozcan como el hijo mayor que no

nació;

3. imaginar al hijo no nacido como un ángel, y que lo entreguen a algunos de los

antepasados que ya murieron, imaginándose que lo cuidan mientras ellos llegan al lugar en

que esperamos encontrarnos después de la muerte.

Enseguida me ocupo del niño de tres años a través de su representante y les


pido a los padres que le digan: “Gracias por recordar a tu hermano mayor que
no está con nosotros; tú eres nuestro cuarto hijo y él era el mayor; ya no tienes
que recordarlo porque tu hermano ya está con nosotros”. Cada paso va
mejorando el clima emocional de la familia.
Este caso muestra que los padres no habían elaborado el dolor y la pena que
sintieron por su hijo que no nació; que esa era una experiencia congelada, sin
cierre. Las palabras del ritual les permitieron reconocer al hij o, tomarlo y darle
un lugar dentro de la familia; de ese modo fue incluido y reconocida su
existencia ante el alma familiar; a los demás hijos esto los tranquiliza, trae paz a
su alma.
Pensar e imaginar físicamente cómo hubiese sido su hijo es la forma en que
las madres intentan recrear el hijo abortado; esto les permite darle un lugar y
poder elaborar el duelo. Después de esta experiencia en la constelación, los
padres les cuentan a sus tres hijos que existió otro hermano que no nació, y
que él es el hermano mayor y está en el cielo. La terapeuta que los remitió me
habla para contarme que los juegos del niño durante las sesiones han
cambiado, y que juega con el hermano imaginario, que es mayor, durante las
sesiones con muñecos. En esa llamada le cuento lo sucedido durante la sesión
de constelación.

La muerte de un recién nacido o de un bebé gestante

Cuando ocurre la muerte de un recién nacido o de un bebé


que muere durante la gestación o durante el parto, existen una
serie de eventos y variables que pueden agravar, entorpecer o
bloquear el proceso de duelo. La mayoría de los padres se ven
abocados a contener y reprimir su dolor, ya que la situación
muchas veces es tratada con indiferencia. La tendencia es a
minimizar el impacto de la pérdida, pues se considera que no
hubo vínculo al no haber conocido los padres al hijo y no haber
compartido con él; se supone, por ello, que no hay lugar para
realizar un duelo. La pareja y demás familiares se sienten
desautorizados para hablar de su pérdida porque no ha habido
nacimiento, bautizo ni, en ocasiones, entierro; el bebé no tiene
nombre, no quedan fotos ni recuerdos, nada que pudiera avalar
su existencia. Sin embargo, desde la concepción, en la
imaginación, en las expectativas y esperanzas, los padres generan
un vínculo que amorosamente se construye desde el momento en
que se confirma el embarazo.
Los padres invierten una parte física de ellos mismos para
lograr el milagro del nacimiento, y luego invierten parte de su ser
emocional, psicológico y espiritual en el presente y en el futuro
del bebé. Aun antes de que un niño nazca, los padres tienen
sueños y esperanzas acerca de cómo será su vida con su hijo.
Anticipan el gozo y la emoción de la primera palabra del niño,
sus primeros pasos, sus futuros logros y desempeños, hasta la
llegada de sus futuros nietos.
Con la muerte de un bebé, sea que haya nacido o no, no solo
se evidencia la pérdida de una vida, sino además la pérdida de
una parte de ellos mismos. La muerte de un hijo, aunque no haya
nacido, cambia muchas cosas en los padres, quienes necesitarán
tiempo y mucha paciencia para conocer a las nuevas personas en
las que se han convertido.
TEMA 10

Hijos adultizados

La adultización en los hijos es una defensa de la mente de los hijos contra la


ausencia de algunas funciones adultas de los padres.
Todos nacimos como seres dependientes, con necesidades y deseos de ser
llenados con amor. Cuando nacemos se genera una interacción especial con la
madre, que debe desembocar en un vínculo simbiótico con ella; lo cual nos
asegura la primera etapa de estructuración de la mente. De la calidad de ese
vínculo, y de la posibilidad de diferenciarnos poco a poco de ella, es decir, de
apegarnos y desapegarnos, depende la posibilidad de reconocer a los otros
como diferentes. Esta es la segunda gran experiencia que permite la
estructuración de la relación humana. Si esto se da y la madre suelta al hijo y el
padre está allí como apoyo, ayudando con su palabra a que el hijo deje a la
madre y crezca, el hijo tendrá mejores posibilidades para formar pareja de
manera fluida y natural. Todas las experiencias que se nos presenten durante la
infancia influirán en las facilidades o dificultades que tengamos para
relacionarnos con los demás el resto de la vida.
Si un hijo siente que los padres no pueden dar y tienen limitaciones, puede
optar por comportarse como si no los necesitara y autoabastecerse; eso es
adultizarse. En los casos en los que la madre padece alguna enfermedad, un
hijo puede asumirse más grande que la madre para sostenerla, pues, por amor
a la madre los hijos hacen todo lo que ellas les piden o todo lo que la realidad
presiona para que hagan.

Caso 16: Niña adulta desde los siete años

“Mami, yo te sostengo”

Constela una mujer profesional llamada Flor, de treinta y siete años,


exitosa, casada; pregunta por qué se siente tan cansada y deprimida.
Comenzamos eligiendo dentro de los asistentes a una persona que
representa la depresión y esta persona se siente como una madre enferma; su
cuerpo se espasma y comenta que se siente como si hubiese tenido una
parálisis cerebral. Quien representa a la hija se remonta a sus siete años de
edad, momento en el cual la madre sufre un accidente cerebro vascular; la niña
siente que en vista de la realidad ella debe autoabastecerse; esta niña de tan
solo siete años se adultiza para apoyar a la madre. El acto reparador que se da
espontáneamente durante la constelación es que la representante de la madre
acuna a la representante de la hija mientras suena una canción de cuna. A la
madre su parálisis cerebral no le permite cuidarse a sí misma desde que tenía
treinta años; su hija lo hace por ella.

Caso 17: Insomnio de un hijo de dieciocho años

“Mamá, no puedo reemplazar a mi padre; yo soy solo tu hijo”


En un congreso de psicoterapia en el año 2000 en la cuidad de Lima realicé
un taller precongreso para personas invitadas; entre ellas estaba Graciela, quien
consultó por su hij o de dieciocho años. Dice que le ha buscado ayuda con
diferentes profesionales pero que él sigue igual: tiene dificultad para conciliar
el sueño; yo supongo que le tiene miedo a la oscuridad. Me gustaría saber qué
lo enferma para poder ayudarlo.
Al comenzar la constelación el hijo es ubicado en la mitad de los padres, no
soporta la debilidad y cae al suelo; la madre se enreda y cae encima del hijo. El
representante del hijo siente las manos calientes y la madre está embelesada
mirándolo. Yo percibo que la escena podría ser perfectamente una escena
entre amantes. Reconstruyo a continuación el diálogo que tuve con la madre
después de la escena:
Terapeuta: ¿En qué consiste la enfermedad de tu hijo?
Graciela: No puede dormir en las noches.
Terapeuta: ¿Cómo sabes que él no duerme en las noches?
Graciela: Es que yo lo acompaño, y cuando el padre viaja él duerme
conmigo.
Terapeuta: ¿Y cuando duerme contigo sí duerme?
Graciela: No, no puede. Los médicos me dicen que es una enfermedad
llamada “Transtorno del sueño”.
Me dirijo al representante del padre, a quien llamaremos Víctor, para saber
cómo se siente ante esta situación. Manifiesta tener mucha rabia y habla con
dureza; juzga a la madre; él cree que ella es culpable de lo que le pasa al hijo.
En la escena de la constelación le indico al padre que rescate al hijo de
debajo de la madre y lo ayude a incorporarse, que lo retire de la madre y le
diga: “Ya eres un hombre y no un niño; debes buscar una mujer diferente de
tu madre y fuera de la familia”.
La madre se siente sola, triste y celosa al ver que su hijo se entiende con el
padre; sin embargo, la terapeuta le solicita a esta madre que por favor los mire.
A la madre le cuesta poder diferenciar al padre y al hijo, como también le
cuesta soltar al hijo. El terapeuta propone que el padre le diga a la madre: “Por
favor, no trates a nuestro hijo como si fuera un niño de cinco años porque le
haces daño; déjalo crecer y que viva lo que tiene que vivir”. La madre llora pero
no acepta; dice que es “lo único que tiene”. La terapeuta advierte que si no
suelta al hijo puede generar situaciones de violencia en él ante el miedo de un
incesto real o imaginario.
Esta es una pareja con un hijo a quien los padres no le reconocen su
desarrollo psicológico ni físico, y lo tratan como a un niño de cinco años.
Desde el punto de vista del desarrollo psicológico, este hijo se encuentra aún
en una relación simbiótica con la madre, no ha logrado llegar a la etapa de
diferenciación. Él, a la edad que tiene, puede decirle a la madre que se siente
incómodo al dormir con ella, pero no lo hace. Se le dificulta lograr su
identidad separado de la madre y responde como un niño obediente que es
tratado como si fuese una parte del mundo interno de la madre y ella no lo
reconoce como un ser diferente.
El desarrollo fisiológico de un hombre de dieciocho años muestra que a esa
edad tiene un nivel hormonal suficiente como para que en la cercanía con una
mujer aparezca el deseo sexual. Si la mujer que tiene cerca es la madre puede
temer que los deseos sexuales se manifiesten hacia ella y por eso permanece en
estado de alerta. Eso lo puede llevar a sufrir un transtorno del sueño, pues
dormir significa abandonar el control consciente. Claramente, hay una
alteración del orden en la estructura familiar cuando se coloca al hijo en el
lugar de la pareja e inconscientemente se le solicita que ocupe este lugar con
peticiones, fantasías o necesidades del adulto.

Caso 18: Hijas adultizadas generación tras generación

“Yo reemplazo a mamá para que tú, hermana, tengas una madre”

Esperanza es una mujer adulta, joven, que pregunta por que será que su
hermana permanece enferma y qué puede hacer para ayudarla. Esta pregunta
evidencia que Esperanza no tiene el lugar de hija en su estructura familiar sino
el de alguien mayor; además, consulta como una grande por su hermana, quien
es par e igual que ella.
En la constelación inicial se representan a la madre, el padre, la hermana y a
ella misma. La madre está frente a las dos hijas y el padre colocado en diagonal,
distante de la escena. La representante de la madre pierde estabilidad y se
mueve lo más lejos posible de las hijas; no puede recibir a la hija; esta situación
debilita a la hermana menor y la lleva a apoyarse en Esperanza.
Traigo representantes para la abuela materna y la bisabuela materna con el
fin de mirar qué posibilidades hay de que algún adulto de la familia apoye a la
madre debido a que se encuentra muy débil y no desempeña la función
materna de recibir a estas hijas. Se encuentra que no hay adultos para apoyar a
estas hijas por lo que Esperanza asume a la hermana menor.
El movimiento que se inicia aquí es asombroso. La constelación revela que
son cuatro las generaciones de madres a las que se les ha dificultado recibir a
sus hijas.
Aquí yo realizo rituales en lo que cada hija de cada generación se coloca del
tamaño de unos cinco años, arrodillada y apoyada en los talones en frente de
su respectiva madre, a la cual le pide ser reconocida como su pequeña hija, y la
honra dándole gracias por la vida que le dio.
Este problema transgeneracional muestra la incapacidad de darse como
madres, lo que lleva a que las hijas a su vez no puedan tomar a las madres.
También se muestra la ausencia de los padres, quienes por no tener lugar en el
sistema familiar no cubren el vacío afectivo que deja la madre.
En muchas familias, cuando la madre no puede cubrir las funciones de
acunar, recibir, contener e interpretar los sentimientos de los hijos, el padre
puede llenar el vacío afectivo, supliendo estas funciones.
Las enfermedades de la hermana de Esperanza son expresiones del vacío
afectivo que tiene. Es común que alguno de los hermanos se comporte como
madre o padre ante la ausencia de las funciones maternas y/o paternas. Ese
herman@ queda vacío y generalmente sufre una depresión; el hij@ que ha
recibido las funciones maternales de sus herman@s puede estar más lleno.
Los herman@s son iguales y todos necesitan recibir de sus padres. El mayor
da al segundo y este al tercero, y así sucesivamente. El mayor recibe más de sus
padres y da más, el menor recibe más de sus padres y hermanos y es el
responsable de coordinar a los hermanos para cuidar a los padres en la vejez.
TEMA 11

Separación de los padres


y peleas por los hijos

Caso 19: Ponerle límites a la abuela

“Abuela, yo amo a mi mamá y ella no es mala, ella me quiere”

Cándido y Rosaura son una pareja que quedó embarazada a los tres meses
de conocerse, cuando ambos eran jóvenes de dieciocho años. Se casaron a
escondidas porque se amaban; un sacerdote aceptó casarlos en una ciudad
pequeña de su departamento. Viajaron a la capital para estudiar. Se
convirtieron en profesionales, estudiando de noche y trabajando de día.
Tienen actualmente tres hijos; pero la relación de pareja ha venido
deteriorándose, pues Rosaura dice que él permite que su suegra le hable mal a
sus hijos; se deteriora tanto que se separan. Lorena, la hija mayor, de seis años,
lleva tres meses masturbándose con mucha frecuencia; en especial en la casa de
su padre. Vienen a constelar los padres por recomendación de la terapeuta de
la niña.
Comienzo la constelación representando a Cándido, a Rosaura, y a sus tres
hijos. En la constelación Lorena mira a hurtadillas a la madre y expresa que no
puede mirarla porque se siente con temor. Coloco a la suegra y la niña queda
paralizada de miedo.
El padre y la madre están mirando a los otros dos hijos, cuando Lorena
expresa el terror que siente al aparecer la abuela paterna. Lorena dice: “Yo amo
a mi mamá y ella es buena; mi mamá me quiere”; llora amargamente.
Cuando pregunto a los padres qué pasa con la abuela, comentan que ella ha
permanecido muy brava desde que se casaron, y les dice a sus amigas que
Rosaura es una prostituta que atrapó a su hijo. Esto llegó a oídos de Rosaura,
quien, cuando se separa de Cándido, evita que él lleve a los hijos a la casa de su
suegra. Cándido ama a sus hijos pero no ha podido ponerle límites a su madre
y ahora que están separados le dice a Rosaura que ella es la responsable de que
la madre de él no la quiera. La ley le permite a Cándido sacar a los hijos
algunos fines de semana.
Los niños descubren el placer de su cuerpo y juegan con sus genitales
espontáneamente. Gracias a la guía cuidadosa del adulto, el niño aprende a
manejar estas situaciones. Las preguntas amorosas como: “¿Qué te pasa hijo;
deseas ir al baño?”; “¿Te molesta algo hij@?”, “¿Te pica?”... o “¿Quieres que te
revise en el baño?” hacen que el niño comprenda que no es normal este
comportamiento en público, y se exploran en el baño, generalmente cuando se
duchan.
En este caso, Lorena, a través de la masturbación, busca sentir placer en un
espacio físico y psicológico que siente como hostil. También para la niña,
tocarse y producirse placer es una forma de sentir cerca el amor de su madre,
amor que siente atacado con los comentarios de la abuela.
Cito a la abuela, a quien llamaré Rita, un mes después, y me confiesa que
“Lorena es igualita físicamente a su madre y va a ser igual de prostituta que
ella, pues desde ya se le ven las intenciones”. Le cuento acerca de la
constelación y acepta lo que ella le dice a la niña y logro que entre a un trabajo
personal para que entienda por qué siente tanta rabia hacia su nuera. Las
sesiones siguientes muestran que en la adolescencia Rita tenía un novio y no
tuvo sexualidad con él para que él la valorara y se casara con ella, a pesar de
desearlo. Pero su hermana, Amelia, en cambio, salió con él y quedó
embarazada. Se casaron y ella no se lo perdona. Rita comprende que está
proyectando en su nuera el problema que tuvo con su hermana.
Este caso tuvo que ser trabajado directamente con la abuela Rita, para que
ella solucionara su asunto pendiente con su hermana cuando era joven y
reconociera que Rosaura, su nuera, no era como su hermana. Cándido dejo de
ser tan cándido y entendió que su esposa tenía razón en molestarse; asistió a
terapia personal y maduró hasta que soltó a la madre y pudo hacer pareja con
Rosaura. El síntoma de masturbación de Lorena, por otra parte, pudo ser
entendido en el contexto familiar; los adultos somos responsables de disminuir
o exacerbar un comportamiento en los niños.

Caso 20: Problemas alimenticios

En ocasiones los hijos no se atreven a expresar su malestar y rechazo ante


lo que consideran insano en la relación entre sus padres

Fabiola es una joven de quince años que vive con su padre desde los siete
años, momento en que su madre, por una crisis emocional, es hospitalizada en
la ciudad donde reside. Crea una relación muy fuerte con su padre, que en la
adolescencia toma visos de ser una relación de permisividad mutua. La
empleada de la casa desempeña funciones maternas, y el control total lo ejerce
el padre a través del manejo económico. Fabiola aprende que su padre da todo
lo que ella pide económicamente, y a cambio ella no le pregunta cuando no
aparece durante 3 o 4 días. Llega un momento en la adolescencia en que
Fabiola desea tener más cerca a su madre y pide que vaya a vivir en la casa con
ella. Cuando llega se evidencia que la relación de los padres no tiene ninguna
claridad; la madre llega a convivir con el padre, como si no hubiera pasado el
tiempo, y el padre huye constantemente y se pierde por días, por lo que la
madre de Fabiola le reclama, como si tuvieran una relación de pareja normal.
Antonio, el padre, se comporta como si no se hubiera separado en ningún
momento de ella, y dando disculpas y mensajes confusos se escapa como un
adolescente. Ante esta situación, Fabiola queda atrapada entre la lealtad hacia
su padre o hacia su madre. Pierde totalmente el control de sí misma y
comienza a presentar los primeros síntomas de anorexia. Tres meses después
debe ser hospitalizada por una descompensación metabólica. Allí los padres se
enteran de que toma laxantes hace un año, desde que su mamá llegó a convivir
con ellos.
Fabiola está comenzando a desarrollar una anorexia. Desea constelar la
relación con sus padres. Representa a su padre, Antonio, y su madre,
Clementina. Ubica al padre frente a la madre y a ella entre los dos, a cierta
distancia, mirando lo que pasa entre ellos. Se escenifica la dinámica de la
relación entre los padres, un juego que podríamos denominar: “a que te cojo
ratón; a que no gato ladrón”. Se cruzan miradas, risas, gestos chistosos, malas
caras, mensajes muy confusos para la hija, que se va desesperando; son como
dos niños que no sobrepasan los 5 años y se encuentran en un divertido juego.
Fabiola desde la silla llora, y en su rostro hay una expresión de sorpresa y
confusión.
La representante de Fabiola les pregunta a sus padres qué pasa, con una
expresión de angustia, desespero y extrañeza. A Fabiola la desborda esta
situación, no logra intervenir, ni producir ningún cambio en este juego, a pesar
de lo que haga o diga.
La representante de la madre insiste en que se acerque y se apoye en ella, y
el representante del padre la mira sin tener en cuenta lo que ella pregunta ni lo
que está sintiendo. Se observa que los padres no pueden reconocer que ella es
una persona diferente, con una identidad propia; queda claro que no puede
haber un vínculo entre Fabiola y sus padres. Para vincularse se necesita que
haya un yo y un otro. Lo que sucede en la relación de sus padres la desborda
psicológicamente y no puede tener ningún tipo de control; la única forma que
tiene Fabiola para recuperar el control es privarse de la comida. Al hacerlo los
padres se unen y se ocupan en un solo tema, porque es una situación tan grave
que los lleva a conectarse con ella. Su anorexia es una forma de buscar control
de forma insana. En ese momento queda en evidencia el atrapamiento que
siente Fabiola en una situación en la que desea ser leal, tanto al padre como a
la madre. Al ver que los padres no asumen una actitud distinta, de adultos, se
le pide a la representante de Fabiola que se retire de la situación y dirija su
mirada al futuro.
La anorexia de Fabiola se manifiesta en el momento en que la madre vuelve
a vivir en casa y comienza la rutina normal de la convivencia, situación que le
permite ver lo que no le agrada de la madre, y que la relación entre sus padres
está totalmente acabada. Lo que realmente quiere Fabiola en el fondo de su
alma es no necesitar el afecto de la madre, pues al necesitarlo y desear convivir
con ella aparece una realidad que no desea ver.
La anorexia le facilita a Fabiola demostrar su propia independencia e
individualidad, así tenga que pagar el precio de ser criticada y molestada.
Ante la sensación de estar desbordada por la situación de su familia, la
única forma de tener algún control es no necesitar la comida, una solución
insana para recuperarlo. En esta constelación el logro más importante fue ver
cómo nació la anorexia de fabiola. Ella la aceptó y comprendió su enfermedad
y comenzó a ver y a trabajar con una psiquiatra a tiempo para combatirla.
TEMA 12

Soltar a los hijos

Un principio básico de la jerarquía en la relación de padres e hijos es que


los padres nacieron primero y los hijos después. Los hijos le deben la vida a los
padres y la única forma de equilibrar sería devolviéndoles la vida, pero como
esto es imposible, se debe, por respeto a la ley natural, dar gracias a nuestros
padres por darnos la vida, y en prueba de agradecimiento hacer algo útil con
ella. Los padres pueden dejar ir a los hijos si tienen la certeza de que estos se
ocuparán de ellos cuando los necesiten y de manera correspondiente. Los hijos
y los padres son una comunidad, con destino común; los hijos tienen la
obligación moral de dar a los padres y dar en la familia, según las necesidades
que se presenten. Esto les permite estar conectados con la fuerza vital.

Caso 21: Infertilidad psicógena

Un hijo que ocupa el lugar psicológico del padre aunque la madre, viuda,
está casada por segunda vez

Leonardo es un adulto de cuarenta años, que se casa tardíamente; su esposa


se queja continuamente porque la familia de él es muy “apegada”. Desean
tener familia, se aman, y actualmente tienen buena comunicación.
Leonardo se desespera si no pueden asistir a las reuniones familiares que,
según Viviana, su esposa, ocurren tres veces por semana: cumpleaños,
aniversarios de tíos, sobrinos, primos, y demás familiares políticos. Cuando él
constela, va sin la esposa, e inmediatamente comienza la constelación, en la
primera imagen, se observa cómo los miembros de su familia, en círculo
cerrado, se miran y no dejan lugar para una pareja; solo hay lugar para más
hijos o parejas que se asuman como hijos de la familia.
Él puede darse cuenta que no es una invención la queja de su pareja; el día
de una inseminación, pues no han podido quedar embarazados y llevan dos
años de casados, él no se queda en la clínica con ella, pues tiene que asistir a
un festejo de aniversario de uno de los tíos paternos, en un pueblo cercano a la
ciudad en donde viven.
La representante de la madre en la constelación dice que ella es la primera y
que este hijo es el representante de su padre y su apoyo; que la nuera así lo
conoció. Trabajo para mostrar posibilidades de cambio de lugar, y aparece que
el padre se suicidó cuando este hijo tenía cuatro años y este hijo es el consuelo
de la madre.
Los hijos que ocupan el lugar de los padres, suplantan o desempeñan la
función de sus padres o madres, son hijos que empeñan la vida y se sienten
con muchos sentimientos de culpa si se cambian de lugar y se comportan como
hijos. Se colocan como adultos y no como hijos, y terminan protegiendo a sus
padres; es común que paguen el precio con la infertilidad. si una persona
desempeña el papel de padre o madre y tiene hij@s en sus hermanos, quizás
sientan que es muy pesado ser padre o madre de una nueva familia.

Caso 22: El padre da a los hijos la libertad de ser

“Padre, permite que me aleje de ti”


Cristian asiste a la constelación, pues se siente irrespetado constantemente
por su padre, y descalificado por elegir una esposa que no es de su agrado. En
su familia hay tres hijos: él es el hijo mayor y luego hay dos mujeres.
Se constela al padre, la madre y al hijo mayor y aparece un “asunto” que
une a los padres —una vivencia común—; el padre imperiosamente insiste en
que el hijo sea como él, en que piense y actúe como él, bajo la promesa de que
dirigirá su empresa cuando él falte. Cristian se ha mantenido por muchos años
siendo diferente del padre; sin embargo, en la época en que comienza la
consulta, el hijo cada vez se parece más al padre, reacciona con su mismo
carácter impositivo y va perdiendo su identidad cada vez más.
En la segunda constelación que realizo aparece un hermano del padre,
quien tenía su mismo nombre; la madre también tiene una hermana muerta
por problemas de salud en la más tierna infancia: ese es “el asunto que une a
los padres”.
El hijo mayor es una extensión de su padre y este padre desea que sea tan
parecido a él como si fuese una parte de él y no un hijo diferente.
Inconscientemente desea que remplace a su hermano muerto cuando él no
había nacido; los abuelos le ponen a este padre el mismo nombre de su
hermano muerto. Antes de que el padre naciera ese era su hermano mayor.
Los hermanos son lo que más puede conmovernos después de los padres; lo
que a ellos les sucede pudo habernos pasado si hubiésemos nacido en el lugar
de ellos y no en el lugar en que nacimos.
Realizo un ritual donde el hijo mayor le dice al padre: “Soy fulano de tal,
pero no soy tu hermano ni copia tuya, ni una parte de ti mismo. soy diferente.
Yo soy tu hijo, tu único hijo varón, no tu hermano. Tú eres mi padre, el
grande, no mi hermano; por favor, no compitas conmigo. Permite que elija
una mujer diferente a la que tú elegirías y respeta mi decisión”. El padre le
dice: “Permito que te alejes con amor”.
La madre, clave de la construcción de identidad

Para ser hombres y mujeres adultos necesitamos hacer un


recorrido, seguir unos pasos que nos permiten crear un vínculo
con los padres. Primero tenemos un vínculo con la madre, en el
que aprendemos a ser queridos incondicionalmente por lo que
somos, y construimos la base de la autoestima. La madre es como
un motor que regula la autoestima y hace que la aumentemos
cuando las vicisitudes de la vida nos la disminuyen. Si tenemos
una madre suficientemente buena, ella nos permite apegarnos y
luego separarnos de ella, para ir al padre.

El padre instaura la ley y la autoridad

El niño establece una relación con el padre, y esa relación


condiciona la actitud que desarrolla hacia la madre. Cuando el
hijo va al padre, aprende que existe un orden en las cosas, que no
somos siempre los primeros, que hay leyes qué obedecer y normas
para seguir por las cuales nos debemos regir, pues las acciones
tienen consecuencias. El hijo aprende que hay pluralidad, y para
lograr esto debe superar la parcialidad, es decir, debe mirar la
totalidad, para así integrar la mirada del mundo desde diferentes
ángulos. Si somos mujeres, aprendemos del mundo masculino
con el padre, elegimos dejar el hombre que hay en él, que
pertenece a la madre, para buscar el nuestro. Si somos hombres
nos identificaremos con nuestra parte masculina predominante e
integramos la parte femenina de nuestra madre.
De este recorrido depende la forma como nos relacionemos
con el otro. Según la forma como nos relacionemos sabremos
dónde estará nuestro “movimiento interrumpido”, es decir, en
qué paso del proceso de aprendizaje estamos o nos quedamos
estancados.
Cuando el hijo tiene un vínculo con la madre pero no puede
ir al padre, ya sea porque este ha muerto, está ausente, o porque
su presencia es superficial, sin vínculo profundo, por abandono,
o incluso por prohibición de la madre, queda, en su alma, un
vacío. Es común que este vacío se llene con adicciones: trago,
droga, juegos, cigarrillo, objetos, joyas, carros.
TEMA 13

Relaciones entre hermanos

Caso 23: Hermano con Síndrome de Down

“Tomamos nuestra vida como nos fue dada; si más adelante nos necesitas,
estaremos para ti”

William es un joven que asiste a terapia con una colega; llega a constelar
para profundizar en un punto de estancamiento que aparece en su área
profesional; ella lo acompaña durante su día de trabajo. La pregunta de
William es: ¿Por qué no puedo seguir adelante? Soy profesional, tengo un trabajo, y no
me atrevo a buscar otro que me permita desarrollarme y tener más éxito.
En algunas constelaciones parto de la representación del sistema familiar
completo; en especial cuando se trata de adultos jóvenes, para asegurarme si
salieron ya de su familia de origen. Al comenzar la constelación, William está
saliendo del círculo familiar, pero el representante siente que algo lo frena. En
medio de sus padres está uno de sus hermanos. Sabiendo que, a menos que se
trate de un bebé, un hijo no debe estar colocado en la mitad de los padres,
reviso hacia dónde se dirige la mirada de William, y veo que está centrada en
ese hermano.
Le pido que se acerque y le diga algo. El representante no logra hablar, llora
con actitud de impotencia y con mucho dolor. Cuando le pregunto a William
qué le pasa a ese hermano, él contesta y dice: es mi hermanito menor y tiene
Síndrome de Down. Realizo el proceso de aceptación familiar desde la imagen.
Es natural y humano que ante el nacimiento de un hijo discapacitado los
padres se culpen —que busquen en la historia de las familias de cada uno o en
su historia personal explicaciones para esta realidad—; la culpa interfiere en el
amor hacia el hijo. Les pido a los representantes de los padres que se miren
mutuamente y le digan al hijo con Síndrome de Down: “Nosotros somos tus
padres. Juntos nos ocupamos de ti, hijo”. Así los padres crecen a través de este
hijo.
Luego los demás hijos le dicen a este mismo hermano: “Tomamos nuestra
vida como nos fue dada; si más adelante nos necesitas, estaremos para ti”. Con
esta actitud, la familia crece sintiéndose merecedores de amor y de éxito. Si se
sienten mal, le va mal al hijo discapacitado, ya que siente culpa de que sus
padres y sus hermanos no estén bien. William no puede seguir adelante debido
a que no ha podido salir de su familia de origen, pues siente que no se puede ir
y recibir más regalos de la vida, como el éxito y la prosperidad.

Caso 24: Preferencias de los padres con respecto a los hijos

“Lo siento, no fui justo; lamento haberlos puesto a pelear entre ustedes;
los bendigo desde donde estoy”

Las preferencias de los padres con respecto a los hijos crean brechas
insalvables entre ellos. Las diferencias entre los hijos las imponen los padres;
eso es un error. Esos conflictos entre los hermanos pueden permanecer aun
después de fallecidos los padres, e incluso llevar al rompimiento de las
relaciones entre ellos.
Durante el congreso de psicoterapia en la ciudad de Lima en el año 2000
constelo a Constantino, un joven quiteño de unos veinticinco años, quien vive
con su esposa y sus dos hijas gemelas. Para comenzar el trabajo le pido que
piense en el tema que desea constelar y que me describa la primera imagen que
cruza por su mente. La imagen de Constantino es un hermano y la emoción
que viene asociada a esta imagen es la de un gran vacío; las lágrimas escurren
por su rostro.
Yo pregunto cuántos hermanos tiene y él dice que con él son doce; de estos
doce, diez están vivos; el consultante es muy cercano a un hermano, el que vio
en la imagen; con los demás hermanos su relación es distante y conflictiva.
Pido a Constantino que elija a una persona que lo represente a él, un
representante para su hermano Joaquín; y otro para que represente a sus ocho
hermanos restantes; sin embargo, al consultante no le queda clara la
instrucción y en un principio quiere excluir a uno de sus nueve hermanos por
no tener buenas relaciones con él; yo insisto en evidenciar la confusión y repito
la instrucción para que no cuente historias acerca de su relación con ninguno
de ellos. Finalmente, él elije a los tres representantes indicados.
El consultante ubica al representante de los ocho hermanos mayores de
espaldas a él y a su hermano. En esta primera imagen se observa la división que
hay entre hermanos y que se han organizado en “bandos”. El representante de
los hermanos mayores se voltea porque tiene necesidad de mirar, y dice que
debe “controlar a los hermanos menores”; el representante de Constantino
siente rabia.
A continuación le pido a Constantino que escoja a una persona para que
represente al padre; él lo ubica justo en el medio de los hermanos mayores y los
hermanos menores; el consultante comenta que él ya está muerto. El
representante se pone en el suelo e inmediatamente los representantes de los
hermanos mayores le cogen una mano; el representante del consultante y su
hermano Joaquín, quien tiene el mismo nombre del padre y se ríe, cogen una
de las piernas del padre. Yo evidencio que es una escena en la que parece que
estuvieran desmembrando al padre; esta separación de los hermanos en dos
bandos tiene que ver con el querer quedarse solos con el padre o ganarse las
miradas y el afecto del padre para ellos solos.
La expresión del rostro de los hijos confirma dichos bandos. Entonces le
pido al padre que se ponga de pie y diga a los hijos: “Lo siento, no supe hacerlo
mejor”; el representante de los hermanos mayores afirma que siente como si
tuviera una coraza en el corazón, y aunque el padre hable no se contacta con
ningún sentimiento; tampoco hace que se quiera acercar a los hermanos
menores.
El padre vuelve a acostarse y se les pide a los hijos que se acerquen a
observar al padre muerto; el hermano menor, que tiene su mismo nombre,
acerca al representante del consultante y le dice que reconozca que el padre ha
muerto. En ese momento pido que entren a la constelación siete
representantes más y que tomen el papel de los hermanos mayores; así, cada
hermano está representado en forma individual; los ubico cerca del padre y
arrodillados todos alrededor de él, siendo esta una primera imagen solución. El
primer momento en que todos los hermanos están “a un mismo nivel”.
Pido al padre que se levante y reconozca a cada uno de los hijos diciendo su
nombre, y añadiendo: “Lo siento; me equivoque; los puse a pelearse entre
ustedes”; luego de hacer esto, Joaquín, el hermano menor, cae al piso como si
quisiera seguir al padre y morirse; en ese momento, uno de los hermanos
mayores llora con desesperación ante la escena, se acerca a donde se
encuentran los hermanos menores, específicamente a Joaquín que está en el
piso, rogando y presionando para que los otros hermanos mayores se acerquen
también para unirse y superar esa separación; poco a poco se acercan tres de los
hermanos, pero uno de ellos se queda atrás. En ese momento se le pide al
padre nuevamente que se dirija a cada uno de los hijos y se refiera a cada uno
por su nombre: “Lo siento; no fui justo contigo; lamento haberlos puesto a
pelear entre ustedes; te bendigo”; este ritual se realiza dos veces, pues al
representante del padre le cuesta trabajo conectarse con cada uno. Aquí el
padre por primera vez se comporta de la misma manera con todos, es igual con
todos.
Al finalizar la constelación se evidencia que puede ocurrir la muerte de
alguno de los hermanos; cualquiera de los hijos puede morir o enloquecer,
pues ha sido la muerte lo único que ha llevado a que de alguna manera puedan
reclamar las injusticias que sienten que el padre cometió con ellos.
Se observa que la rivalidad, la competencia y la rabia entre los hermanos fue
generada por las preferencias afectivas del padre, quien les heredó
inequitativamente su dinero, aunque haya sido con amor y con deseo de
protegerlos. El reconocimiento de cada uno de los hijos se vuelve fundamental
en esta constelación para que los hermanos se vean desde otro lugar,
impidiendo que sea la muerte y las tragedias lo único que los pueda llevar a
dejar de pelear por continuar teniendo el poder del padre que ya murió.
La idea del heredero, o de heredar, crea una ilusión de continuidad del
muerto, y en el alma se vive como una forma de mantenerlo vivo. El heredero
es el continuador de la persona fallecida; por eso se le llama sucesión a la
repartición de los bienes; es la sustitución de un sujeto por otro en la
titularidad de los objetos.
Ante las diferencias y desigualdades que propició este padre, todos los
hermanos quieren ser los continuadores del padre e imponerse ante los otros
hermanos, en este caso los ocho mayores ante los dos menores, quizás como
una forma de rescatar la jerarquía entre ellos, jerarquía que fue tan irrespetada
por este padre al tener preferencias. Para lograr hacer duelo y aceptar que el
padre murió y es irremplazable, deben abandonar los reclamos. Si aceptan que
no pueden cobrarse entre hermanos las deudas afectivas que el padre tenía con
ellos, se pueden repartir justamente su herencia.
Dos semanas después de la constelación se supo que la hermana, Sara,
quien no quería ver lo que sucedía en su familia, sufre desprendimiento de su
retina. Unos meses después, el hermano Joaquín muere de un infarto.

La envidia y los celos

Envidiar es desear lo que el otro tiene. Si la enfocamos de


modo adecuado, la envidia es una emoción que puede estimular
el desarrollo personal; envidiamos lo que podríamos conseguir o
crear, aunque por algún motivo aún no lo hayamos hecho. La
envidia es una emoción horrible si la negamos, pero si la
reconocemos y trabajamos con ella podemos permitirnos alcanzar
lo que de veras deseamos. La envidia no es racional y es capaz de
destruir una relación: es una emoción destructiva, que corroe no
solo a la persona que la experimenta, sino también, a veces, a la
que es objeto de esta envidia.
La envidia es una fuerza arquetípica (modelo inconsciente)
que puede influir en nuestro desarrollo. Es una emoción
sumamente dolorosa y suele estar acompañada de depresión y
vergüenza. Contiene otros elementos, como ira, resentimiento y
soledad. También se relaciona con los celos. Los celos tienen que
ver con tres personas: la persona celosa que teme que otra
persona le quite a la persona que ama. Otro matiz de los celos se
da cuando un tercero tiene celos de una pareja y quiere llevarse a
uno de sus miembros.

¿DE DÓNDE NACE LA ENVIDIA?

Sean cuales sean las raíces de la envidia en nuestra propia vida,


siempre va acompañada de la sensación de que carecemos de
algo. Es probable que lo que provoca la envidia ni siquiera sea de
gran importancia. La envidia contiene un componente heredado
y otro ambiental, y puede ser el resultado de nuestras necesidades
insatisfechas cuando éramos bebés. También puede nacer de la
insatisfacción por la situación social de nuestros padres o como
resultado del nacimiento de un hermano.

FINGIMOS QUE LA ENVIDIA NO EXISTE

Puesto que la envidia es una sensación muy incómoda, existen


numerosas formas de negarla; lo que se envidia no sirve. La
envidia puede estar en aquel que menosprecia, en el que denigra
de sí mismo, en el que utiliza la autocrítica como arma defensiva.
Existe también en el provocador de la envidia, que busca que
otros la sientan; pero estas personas pagan con la pérdida de sus
buenas relaciones con los otros.

LA TRANSFORMACIÓN DE LA ENVIDIA

La envidia puede impulsarnos a alcanzar una mayor madurez


personal al comprender la realidad; cuando se rompe la atadura
de la envidia se puede avanzar nuevamente. Entre los hermanos
siempre habrá envidias, y estas tienen relación con el lugar que
ocupamos en la familia; este lugar determina sentimientos y
emociones en los miembros; así que invito al lector a que
miremos con detenimiento esos lugares.

EL LUGAR LO DAN LOS PADRES Y EL HIJO OBEDECE

El hijo mayor, el que llega primero en la familia, tiene


prioridad respecto al que viene después; esto no quiere decir que
tenga preferencia; significa que es el primero que recibe la mirada
de los padres y luego los demás en su respectivo orden. Del
mismo modo, los hermanos mayores ejercen los deberes antes
que los demás. El mayor recibe todo de sus padres, mientras que
el menor recibe de sus padres y de sus hermanos mayores.
Cuando un hermano menor, en vez de tomar de su hermano
antecesor y honrarlo, pretende darle, como si fuera superior o
incluso igual a él, el orden en el dar y recibir está invertido. Esto
trae consecuencias; a veces, por ejemplo, el hijo menor puede
creer que tiene una obligación hacia todos los que le dieron. Se
siente en deuda por lo que recibió de sus padres y de sus
hermanos, y en algunos casos llega a actuar en contra de lo que su
corazón quiere, cuando lo que le corresponde es ofrecer lo mejor
que tiene como una forma de honrar a los padres que le dieron la
vida.
En otros casos sucede que el primogénito no toma de sus
padres, y esto crea un vacío en su alma. También puede suceder
que un hermano no tome de su hermano anterior; esta situación
crea desequilibrio en la relación entre hermanos. Al no recibir
del hermano inmediatamente anterior, se crea en el vínculo de
ellos un vacío. Lo mismo ocurre con el hijo mayor cuando recibe
del hermano menor: el mayor se siente incómodo tomando lo
que el menor le da: “Lo que los hermanos dan debe agradecerse y
colocar el amor por encima de lo que se pueda devolver”.
Es común que los hermanos que reciben se sientan en deuda
por recibir, en especial si ellos no se han podido autoabastecer.
Pueden guardar sentimientos de culpa y envidiar al hermano que
les dio (en especial si el que da no es un mayor sino un menor),
pues ese hermano actuó como padre o madre. Si el hermano que
recibió no supera la envidia que sintió hacia su hermano, porque
al darle se colocó como padre y no como hermano, esa envidia
puede expresarse con agresiones y en vez de agradecimiento habrá
un “exceso de sensibilidad” hacia el hermano que dio. Poco a
poco las agresiones, rabias, quejas y reclamos que se generan
pueden llevar a romper la relación entre los hermanos. Lo que
debemos entender es que los reclamos entre hermanos no se
dirigen del hermano que recibe hacia el hermano que da, sino
que van hacia los padres, que no pudieron ser ilimitados; el
hermano que envidia no pudo aceptar a los padres imperfectos,
que se debilitaron, y ese es un asunto que el hijo no solucionó
directamente con ellos y lo está proyectando al hermano que al
dar se pone en el lugar del padre o madre. Al hermano que
recibió de otro hermano le irá mejor si logra llegar a ese
reconocimiento, así no lo exprese verbalmente; en su interior
debe decirle a ese hermano: “Sé lo que me diste; lo valoro y me
acompaña siempre”.

Caso 25: Caricias entre hermanos

Las caricias entre los hermanos suplen las que no les dan los padres. Es
una expresión secreta del afecto entre hermanos.
Asiste a mi consulta un joven de treinta años que ha perdido a su hermana
de venticuatro años, quien residía en otro país; ella muere en un terremoto;
inexplicablemente, el duelo no ha podido ser elaborado aun después de haber
transcurrido diez años del suceso. Constelamos en sesión individual y aparecen
profundos sentimientos de culpa por haber dormido abrazado con su hermana
durante muchas noches; en la madrugada se iban cada uno a su cama. Él tenía
diez años, ella cuatro; él se asustaba en las noches con los ruidos de un árbol
cercano a la ventana de su cuarto; la hermana se trasladaba a su cama y él la
arrunchaba.
Cuando se es niño puede confundirse con facilidad este acercamiento
afectivo con fantasías incestuosas. Ese fue un tema del que nunca se habló
después entre los hermanos, y al morirse la hermana quedó en el alma del
hermano un secreto entre los dos que evitaba que la hermana lo dejara ir, que
se despidiera de él. Aquí trabajé para que se reconociera el amor que motivaba
este cariño que los dos hijos no recibieron de la madre, y cerrando el duelo
este hermano pudo dejar de llorar a su hermana.
TEMA 14

Éxito y fracaso

Las imágenes internalizadas desde niños con respecto al goce y el placer


influyen como un aprendizaje básico para el logro del éxito y la prosperidad.
En el sistema de creencias podemos revisar qué significa éxito y fracaso para
cada uno de nosotros; podemos comenzar por revisar los dichos o proverbios
repetidos en casa, y la continuidad o discontinuidad de la línea materna y
paterna, pues ello es definitivo para lograr la prosperidad en nuestra vida.
El éxito se expresa en tres áreas diferentes: en la económica, en el prestigio y
en el reconocimiento que nos hacen los demás. Sin embargo, la objetividad en
la valoración propia es lo más definitivo en el logro de nuestras metas; por ello
lo que aprendimos o escuchamos en los relatos de las historias familiares
influye más de lo que creemos en nuestros significados y manejos del dinero y
de la valoración.
A la capacidad de valorarnos y de regular esta valoración es a lo que
llamamos autoestima. Ella incluye la certeza de ser capaces de enfrentar la vida
y la seguridad de que somos merecedores de afecto, tal y cual somos, sin
necesidad de tener que hacer algo especial. El exceso de autoestima, así como
el defecto o carencia de ella, observados en algunas personas, son extremos que
muestran lesiones profundas de seguridad. Ambos son irreales. La autoestima
se regula desde el fondo del alma y no es estática; el motor que la impulsa es
interno y se armó desde niños mientras crecíamos; por eso depende de cómo
fuimos tratados.

Caso 26: Fracaso en los proyectos

La discontinuidad como expresión de la falta de reconocimiento o la


exclusión de dos hombres en la familia

“Siento que en mi vida no hay continuidad; he tenido problemas en mis


trabajos. No trabajo hace tres años y en los anteriores trabajos he tenido que
defenderme para que no me quiten mi lugar y no enloden mi nombre”, eso
dice Flavio en la conversación previa a la terapia; su pregunta concreta es
acerca de sus jefes, quienes, según él, lo persiguen; esto lo ha llevado a tener
que defenderse incluso con abogados para no perder su prestigio profesional.
Se representa al constelado y a dos personas que lo persiguen.
Los movimientos que empiezan son de una persecución violenta hacia el
representante de Flavio; con la fuerza de dos personas en una. La terapeuta le
pregunta a Flavio si eso tiene sentido para él; dice que sí. Entonces decide
incluir representantes para algunos miembros de su familia: el padre del
constelado, el abuelo, el bisabuelo y el tatarabuelo.
El hijo siempre está tras el padre, observando y con miedo. Un perseguidor
permanece en actitud agresiva y desafiante. Al representar a los hombres de la
familia en varias generaciones se ve que hay un espacio entre el abuelo y el
bisabuelo y entre el bisabuelo y el tatarabuelo, que la terapeuta evidencia. El
primer representante del perseguidor siente la necesidad de estar allí e invita al
otro perseguidor, quien se había alejado de la escena cuando llegaron los
ancestros; los dos se ubican en ese espacio. El segundo agresor hace de
bisabuelo y el primer agresor de tatarabuelo. Cuando la terapeuta restablece la
continuidad cesa la agresión.
La terapeuta dice que los perseguidores representan dos exclusiones en el
sistema familiar; y su agresión es querer ser reconocidos dentro de la familia;
pareciera qe se tratara de un padre biológico y uno adoptivo, y que hubiera
existido una ruptura en la línea de la descendencia.
Se empieza el movimiento de honra del hijo hacia el padre, y así hacia atrás;
los excluidos dicen: “pertenecemos a esta familia y pedimos ser reconocidos”.
Empieza la honra en línea ascendente y en el sitio de la ruptura es más fuerte;
se reconocen, se les da lugar. La terapeuta pregunta si todo eso tiene sentido
para el constelado y este asiente. La imagen final es la del restablecimiento de
la continuidad de la línea paterna en el sistema familiar, la fila continua de
antecesores del constelado, quienes le dan la fuerza para seguir adelante.

Caso 27: La prosperidad y la lealtad al padre

“Comprendo que te canses, papá; yo también me cansaré y no seré más


grande que tú”

Cuando Gerardo pasa a constelar no puede elaborar su pregunta ante las


diferentes palabras que cruzan por su mente. Finalmente dice: “Yo quiero
constelar qué pasa con mi prosperidad”. Yo le pregunto: ¿A qué llamas
prosperidad? Se silencia unos instantes. Le digo que prosperidad es bienestar,
holgura, dicha y paz. Él replica: “Yo quiero conseguir eso pero me pasa algo
con el trabajo”. Le digo: “Trabajo es encargo compromiso, tarea, faena y
responsabilidad”. Abre los ojos y me dice: “Yo me canso, no tengo disciplina y
tenacidad como los demás”.
Aquí me parece que las palabras “me canso” tienen más fuerza en la frase y
le pregunto quién más en su vida ha conocido que se canse de trabajar y
Gerardo dice: “Mi padre decía que se cansaba y yo sentía mucho miedo; si él
no trabajaba nos moriríamos de hambre; me sentía culpable y deseoso de
crecer para ayudarle; yo era muy pequeño y la familia era grande; él era el
mayordomo de una finca”.
Le pido que represente al padre, a la prosperidad, a él mismo, y así
comenzamos a constelar. La prosperidad se distancia de él y él se une a su
padre; el padre está cansado, le duelen las manos y las piernas. Comento en
este momento que ser leal al padre es sentirse cansado para alcanzar la
prosperidad y que él no tiene que permanecer al lado del padre; puede
abrazarlo y decirle que será desleal al mandato de no prosperar. La prosperidad
se interesa al oírlo hablar y lo mira a los ojos. Gerardo se le acerca y caminan
juntos.
La lealtad que guardamos hacia algunos miembros de la familia, y en
especial hacia los padres, puede afectar el logro de nuestras propias metas; si
sentimos que el éxito es un regalo y un motivo de orgullo para nuestros padres
o antepasados lo alcanzaremos, pero si lo vivimos como una deslealtad hacia
ellos podemos sentirnos culpables, podemos sentir que triunfando los
traicionamos.
TEMA 15

Tomar a los muertos


en nuestra familia

Las Constelaciones Familiares muestran que los duelos no elaborados nos


quitan la fuerza vital; es como si la energía se fuera con el muerto; la psicología
dinámica lo demuestra. La mente tiene una energía psíquica que le permite
realizar sus procesos mentales y nace de la energía física. La energía psíquica se
conecta con la representación mental de los objetos (cualquier persona, animal
o cosa cargado con afectos) y existe en la mente gracias a esa carga energética.
Se redistribuye en forma permanente entre los objetos del yo. Una vez que
vendemos el carro, por ejemplo, ya soltamos el cariño que sentíamos por él y se
lo depositamos al siguiente carro. En el mundo interior tenemos una
representación o registro cargado de energía de todas las personas, animales o
cosas que son de nuestro interés o de nuestros afectos. El muerto es invisible
pero no ausente, decía San Agustín, y se refería a su presencia en el alma, en el
inconsciente.
En las constelaciones es posible comprender qué relación tenemos con los
vivos y los muertos de nuestra familia. Cuando aparece un miembro del
sistema con un duelo sin elaborar, significa que ese muerto no se ha podido ir
en paz. En ocasiones expresan estar desconectados del sistema familiar o
sentirse oprimidos o muy pesados. Si los demás miembros de la familia los
miran con respeto, esas sensaciones se mitigan. Al honrarlos, experimentamos
que ese muerto se dirige a nosotros con amor y que recibimos de él una
bendición que nos mantiene con vida y nos enriquece. La intención de los
muertos no es intervenir ni agobiar a los vivos; ellos desean apoyar y alentar a
sus familiares.

Caso 28: Adolescente en rebeldía

“Lo siento, hijo, lo que hice no fue justo contigo ni con tu madre, pero
siempre estaré con ustedes; no me di cuenta de los riesgos que tomaba, pero
te quiero, hijo”.

Consulta una madre, a quien llamaremos Mariela, por su hijo adolescente;


le preocupa su rebeldía, pues su relación con él se hace cada vez más difícil.
Empieza hablando espontáneamente: “Mi hijo tiene dieciséis años. Al padre de
mi hijo lo mataron... Cuando yo tenía dieciséis años perdí a mi padre... No sé
si el recuerdo de mi padre afecta la relación que tengo con mi hijo... Quiero
mejorar la relación que tengo con mi hijo”.
Es evidente, por la construcción de su narración, que ella asocia sus
dieciséis años a los dieciséis años de su hijo, y que el duelo ocupa su alma. Al
parecer la muerte de su esposo reactiva el dolor de verse retratada en su hijo de
dieciséis años, quien, como ella, tiene que vivir sin su padre. Estos duelos no
han podido ser elaborados.
Con esta idea comienzo la constelación, y le pido que ubique a su padre, a
su esposo, a su hijo, y que ubique a una representante para ella. Coloca al
padre a su derecha y al esposo a su izquierda. El esposo se desvanece y no
soporta estar de pie; se acuesta en el piso. Mariela coloca a su hijo de dieciséis
años frente a ella. Evidencio que es curioso que ella se haya colocado entre dos
personas muertas, y le pregunto: ¿Lograste despedirte de tu padre? Contesta:
“No”. ¿Lograste despedirte de tu esposo? Me da la misma respuesta: “No”.
Trabajamos en un ritual para que se despida de su padre y del esposo; a
ambos les dice lo mucho que los extraña y lo difícil que es estar sola, sin ellos.
A su esposo le expresa su rabia por haberlos dejado solos: “Tu hijo te necesita;
nosotros te necesitamos”, le dice.
Observo, por la expresión de su cuerpo, que la rabia es intensa, y que la
muerte del esposo fue sorpresiva. Le pregunto a Mariela si al esposo lo mataron
de forma violenta y ella manifiesta que sí: “En una pelea”.
El representante del hijo, a quien llamaremos Luis, dice no tener claras las
cosas; no entiende qué es lo que pasa con su madre; está molesto con ella y
siente mucha rabia; la expresa siendo rebelde con ella. Dice: “Estoy
confundido; no entiendo por qué mi mamá permanece tan molesta y tan
triste”.
Traemos a la constelación a un representante de los victimarios, quien
queda paralizado mirando al muerto. A la representante de Mariela empiezan a
temblarle las piernas; dice que no puede mirar a los victimarios y sigue
manifestando mucha rabia hacia el esposo: “Tú no te cuidaste; nosotros no
fuimos importantes para ti; desde que estamos juntos, siempre corriste riesgos
y nunca me escuchaste. Me duele que mi hijo tenga que crecer sin un padre”. Y
llora.
El mal comportamiento del hijo, ahora que tiene dieciséis años, es una
repetición de la rabia y el malestar que vivió al año y medio. Estos eran los
únicos sentimientos que podía tener un niño de esa edad al sentir que la
madre retiraba la energía de él. Cuando tenemos un duelo centramos la
energía psíquica en nosotros como medio de defensa; eso hizo Mariela. Su hijo
de año y medio lo sintió confusamente, como una frustración extrema, y su
sensación de abandono fue muy fuerte. A esa edad, si se tiene un buen vínculo
con la madre, no se siente si el padre se ausenta.
Le solicito al representante del esposo, quien está tendido en el piso, que
por favor se levante y se despida de su hijo. Sugiero decir: “Lo siento, lo que
hice no fue justo contigo ni con tu madre, pero siempre estaré con ustedes; no
me di cuenta de los riesgos que tomaba, pero te quiero, hijo”. Lo abraza y esto
toma un poco de tiempo. Me dirijo a Luis y el hijo manifiesta que ahora puede
entender qué fue lo que pasó. El representante del hijo mira a la madre y le
dice: “Ahora lo entiendo; voy a tratar de corregir mi comportamiento; yo no
sabía de la intensidad de tu dolor; ahora lo veo y lo comprendo”.
Para finalizar, le pido al padre que camine al lado de su hijo y que le
permita ver hacia el futuro. Luego el esposo se devuelve, deja al hijo, y habla
con la madre, manifestándole: “Lo siento; no debí ser tan imprudente; no me
imaginé el dolor tan grande que podía causar mi imprudencia. Solo quiero que
sepas que los amo y que donde esté los estaré cuidando”.
Aquí termino la constelación. Solo en la medida en que reconozcamos que
la muerte hace parte de nuestra existencia, podremos elaborar con tranquilidad
la muerte de nuestros seres queridos. Lo que interesa es que los sobrevivientes
los mantengan en un lugar en su corazón, que honren su memoria,
reconociéndoles el lugar que les corresponde en el núcleo familiar.
TEMA 16

Abuso sexual en la familia

Es una vivencia muy angustiante y desintegradora para un menor que un


adulto abuse de él, en especial cuando se trata de un padre o un abuelo.
Siempre nos preguntamos qué pasa con las madres que parecen no ver estas
realidades.

Caso 29: Abuso de un padre a una hija

“Mamá, lo hice por ti, lo permití por ti; creí que era amor de papá”.

Esperanza tiene veinticinco años y está casada. No tiene hijos todavía, y su


pregunta es ¿cómo ser una buena madre? Dice que quiere tener hij os. La
pregunta tiene una carga de ansiedad, que me permite darme cuenta de que
hay posibilidades de que padezca una infertilidad psicóge- na. Le pregunto si ya
ha estado tratando de embarazarse y dice que aún no y que tiene que sanarse
primero antes de tener hijos. Comienzo con las relaciones primarias y le pido
que represente a su padre y a su madre y que escoja una representante para
ella.
La representante de la madre está desconectada y no mira lo que está
sucediendo dentro de su familia; su mirada está perdida, se dirige hacia el
vacío. El padre manifiesta que se siente culpable y avergonzado; su
representante expresa sentir desasosiego. La representante de la hija llora con
mucho dolor y Esperanza desde su silla también llora de forma inconsolable.
El abuso es evidente, y la hija se desintegra en llanto; no sirven las disculpas
que comienza a verbalizar el representante del padre, pero poco a poco se va
calmando al poder preguntarle a la madre: “¿En dónde estabas mamá? Lo hice
por ti, lo permití por ti; creí que era normal que eso sucediera entre papá e
hija”.
Para ser una madre debemos poder tomar a nuestra madre tal y como ha
sido. La madre de Esperanza es una madre disociada, son dos madres en una,
que no están conectadas entre ellas. Por esta razón, pasados unos instantes,
coloco a la hija delante de la madre, a quien represento con dos mujeres
colocadas de espaldas que giran desde un mismo centro. Le pido a Esperanza
que poco a poco las contacte con la mirada. Unos instantes después logro que
Esperanza abrace a las mamás; la buena que la estructuró y la menos buena, es
decir, la desconectada, que no se daba cuenta o negaba la realidad de la
relación que se daba entre el padre y la hija. Cuando Esperanza termina de
tomar a la madre real, que son ambas madres pero disociadas, se siente más
fuerte. Ese es el primer movimiento hacia la recuperación de su fuerza. Allí
termino esta constelación.

Caso 30: Abuso de un primo a una prima adolescente

“A los siete años se me presentó una situación que fue difícil y me


comprometió el habla; cuando tengo miedo o me expongo en público, como
ahora, no me sale la voz. Quiero saber qué puedo hacer para sacarla”

Una asistente a constelar, a quien llamaremos Inés, me dice la frase que


leemos arriba. Se ubican en la representación a Inés, al responsable de la
situación vivida (sin decir quién es), al padre y a la madre. Comenzando el
desarrollo de la constelación Inés cae al suelo, está muy débil y asustada; sin
embargo, no hay rechazo ante la situación vivida, siente cariño hacia ella; acá
comprendo que la persona con quien se relaciona el suceso es una persona que
pertenece a su mundo afectivo y que le tiene cariño. Deduzco que fue un acto
abusivo de alguien a quien ella amaba, posiblemente un hermano o un primo
mayor. El padre y la madre no logran conectarse con la situación; es como si
no se hubiesen enterado, como si para ellos no hubiese sucedido nada; no
entienden las necesidades de la niña y no aparecen.
En vista de esta falta de adultos y de lo desconectado de los padres, escojo a
un representante de un terapeuta que la ayuda a fortalecer y coloco un límite
figurado (una bufanda) en el piso; espero un tiempo para que Inés desde su
parte más adulta pueda traspasar la situación y dejarla atrás.
Lo que esta niña vivió no pudo ser comunicado, la dejó sin palabras; la
afonía que sufre muestra el grito estancado, la llamada de ayuda que no
expresó en el momento en que vivió lo que ella llama su “situación”.

Afonía

En el área de la garganta y el cuello esta el chacra número 5, es


decir, el punto energético número 5, relacionado con la
expresión e interpretación de los sentimientos. Cuando el centro
de la garganta está abierto, surge la capacidad de expresar la
verdad de todos nuestros sentimientos. La zona de la garganta es
un puente entre dos direcciones; la afonía puede representar un
conf licto para expresar una realidad inaceptable, tal como ira o
dolor. Si creemos que expresar estas emociones es perjudicial, o
que, por alguna razón, no está bien que lo hagamos, o tememos a
las consecuencias que esa expresión pueda desencadenar,
bloqueamos el paso y provocamos que esa energía se acumule en
la garganta y la cierre.
TERCERA PARTE
Cierre
CAPÍTULO 8

Evaluaciones

Es la mente la que crea el mundo que nos rodea, y aun cuando


nos encontramos juntos, parados en la misma pradera, mis ojos nunca
verán lo que los tuyos contemplan y mi corazón nunca se agitará con
las emociones que conmueven al tuyo.
[George Gissing]

La aceptación de nosotros mismos y tomar las situaciones tal como son son
procesos difíciles en la vida; surgen resistencias, emociones de rabia, angustia,
dolor y rechazo; sin embargo, cuando nos abrimos a aceptar y abrazar aquello
que nos sucede, esto nos hace libres, incluyentes, y desarrolla en nosotros una
capacidad de amar mucho más amplia, que abarca incluso la enfermedad, la
muerte, aspectos de nosotros o de otros que no nos gustan, aquello que en
nuestra vida puede ser una dura realidad. Cuando están presentes el amor y la
gratitud y abrimos nuestros ojos para reconocer la realidad, es posible hacer
algo con ella; ese reconocimiento nos da fuerza y decisión, se convierte en una
oportunidad de aprendizaje, crecimiento y responsabilidad, en la manera como
asumimos la vida.
Aquí quiero exponer la síntesis de algunos comentarios de las personas que
han vivido la experiencia de constelarse; en primer lugar, las expectativas y
emociones con las que llegan a participar de este proceso y, en segundo lugar,
las emociones y el significado que dicha experiencia adquiere para ellas.

Abrazo la enfermedad

Soy mamá de un niño de 9 años que tiene una enfermedad


muscular. Desde que me di cuenta de su enfermedad, cuando él
tenía dos años, he vivido un proceso difícil de aceptación. Ha sido
una experiencia de crecimiento en la que he comprendido que la
enfermedad es una oportunidad que tenemos los seres humanos
para aprender en el aspecto emocional, físico, mental y espiritual.
He aprendido que los niños que vienen al mundo con
necesidades especiales son seres que se ofrecen a encarnar en
cuerpos enfermos para ayudar a sus familias y a su entorno en
general a comprender situaciones o patrones de conducta. Los
niños enfermos requieren que el adulto que está con ellos
desarrolle fuerza, claridad, paciencia, creatividad, flexibilidad,
entrega. Se necesita comprender que la vida es el instante que se
vive, no el futuro o el pasado donde nuestra mente está
acostumbrada a estar. Un instante plenamente vivido como se
presente nos da la sensación de bienestar, a pesar de lo que
consideramos adversidad. El niño no se puede asumir como si
fuera una carga, se debe tratar y debe sentir que la ayuda que se le
ofrece nace del amor y del respeto por él. Muchas son las
preguntas que surgen cada día; entre ellas, ¿cuál es la perfección?,
¿qué es “lo normal”? Realmente lo perfecto y/o normal es lo mío;
mi realidad es lo que es mi verdad, lo que es perfecto. No la
realidad de otros, es la mía; es la vida que tengo, que elegí tener, y
a la que doy continuidad y ofrezco a mi familia pensando en que
ellos serán quienes den continuidad a este propósito, haciéndose
preguntas que les permitan construir familias conscientes de su
responsabilidad. Yo soy responsable de despertar cada día más mi
conciencia y de este modo ayudar a mis hijos a que lo hagan. Mi
hijo es un niño tratado con consideración pero exigido como
cualquier niño de su edad. Busco cuidar mucho su energía a través
de la alimentación, las imágenes que se le presentan, los juguetes
con los que juega, las personas con las que se relaciona y los
lugares que frecuenta. Considero que buscando ofrecerle a Daniel
una mejor calidad de vida y oportunidades para despertar su
conciencia he encontrado elementos importantes para reeducarme
y así poder ofrecerles a mi familia y alumnos una relación de una
calidad diferente.

¿Cómo llega la gente que asiste a constelar?

Las personas llegan con una carga de sufrimiento y dolor; ansiosas,


confundidas y temerosas. La incertidumbre, la expectativa y el miedo juegan un
papel importante para desarrollar la constelación; vienen con curiosidad por
saber cómo pueden ser ayudadas para superar temores y conflictos internos en
sus relaciones con padres, hermanos, parejas, jefes y empleados, y con la
intención de dejar el pasado atrás y dirigir su mirada hacia el aquí y el ahora,
hacia el futuro.
Adicional a esto se enfrentan a un grupo de personas que no conocen, y el
sentirse expuestas se suma al estado emocional de ese momento. Todos estos
elementos son fundamentales y tenidos en cuenta por el terapeuta desde el
momento en que la persona llega.
¿Qué cambios se pueden lograr?

Como ya lo hemos visto a lo largo del libro, cada caso es único y lo que
sucede en una constelación no es igual a lo que ocurre en otra; no obstante,
hay trece movimientos que considero fundamentales, y por ello se deben tener
presentes para avanzar hacia la solución de una situación. A continuación los
describo brevemente:

1. Honrando a mis ancestros honro mi presente:

Una reverencia es apropiada frente a nuestros padres y ancestros. Es


apropiada también frente al misterio de la vida. Así, podemos abrir de par en
par nuestro corazón para acoger lo que se nos ofrece.

2. Honrar a mis padres:

Reconocer que los padres nos dieron la vida y gracias a ello existimos puede
ayudarnos a aceptarlos tal y como son, entender la lealtad que existe hacia
ellos, el respeto al hombre y la mujer, y darnos permiso de que no nos guste lo
insano que ellos tenían o tienen como seres humanos.

3. Recuperar el orden:

El amor tiene una medida. No solo los padres pierden a veces la medida del
amor. Los niños, sobre todo, la pierden. No la conocen. Entonces se hacen
cargo de algo en lugar de sus padres, porque piensan de esta manera salvar a
sus padres. Como los padres nacieron primero y son los adultos, se deben
restablecer el orden y las jerarquías para poder vivir sanamente.

4. Bendición de los padres:


Que los padres bendigan el camino que los hijos elijen es muy importante
para que avancen en la vida y hagan de ella lo mejor, sin sentimientos de culpa,
traición o deslealtad, pues a veces avanzar en la vida implica hacer algo
diferente o “mejor” de lo que los padres nos han enseñado.

5. Redefinir las relaciones:

El primer orden del amor, el derecho a pertenecer, es aplicable a todas las


relaciones. Entre padres e hijos es importante, pues cada hijo debe ser
reconocido; entre hermanos porque todos son iguales; y en una pareja porque
aunque el hombre y la mujer sean distintos, se consideran iguales. Cuando se
reconoce el derecho a pertenecer, el amor tiene más probabilidades de ser
logrado.

6. Vivir es mi responsabilidad:

Vivir significa estar en relaciones duraderas. Nacemos de una relación de


amor, la de nuestros padres. Este amor está al principio de nuestra vida. Luego
crecemos y nos desarrollamos en relaciones, todas relaciones de amor.

7. Revisión de los mandatos a partir del sistema de creencias:

Existen mandatos que se repiten en las familias de generación en


generación, a pesar de ser insanos; la razón por la que esto sucede es porque al
ser leal a ellos no se corre el riesgo de ser excluido. Cuando en una
constelación estos mandatos son evidenciados, es posible ser desleal a ellos y
permitir que la generación presente y las futuras vivan de manera distinta y
más sana.

8. Conciencia de los sentimientos que expresa el cuerpo:


Lo que mi cuerpo dice es lo que mi alma siente a pesar de que lo niegue o
lo explique de manera diferente. Las emociones que experimentamos pueden
ser expresadas en el cuerpo; si afino mi identificación de las reacciones
corporales puedo salir de la confusión de sentimientos en que me encuentre.

9. Aceptar a la familia tal como es:

No se pueden cambiar las personas ni los hechos pasados; hay que


aceptarlos como son. No puedes esperar que la gente sea como tú quieras;
todos somos diferentes. Hay que poder soltarse de la familia de origen para que
ellos hagan de su vida lo que quieran y yo pueda hacer la mía.

10. Aceptar ser adoptado:

Los padres biológicos y los adoptivos pueden tener lugar en nuestro


corazón. Unos son nuestros padres biológicos. Otros nos fueron dados como
segundos padres. Los recibimos, los tomamos como un regalo de la vida, al
precio que les cuesta y que nos cuesta; aceptamos nuestro destino y el destino
de aquellos a quienes se ha señalado como nuestros padres.

11. Me reconozco y valoro como soy:

Soy uno solo y los demás me ven como uno solo, aun teniendo lo
masculino y lo femenino dentro de mí. Mirarse a sí mismo permite aceptar y
comprender el impacto de las vivencias de otros en mi propio ser; y al hacerlo
consciente, puedo tomar las riendas de mi vida de nuevo.

12. Tomar decisiones:

Las decisiones que se toman a tiempo evidencian las realidades; si no se


toman, tarde o temprano hay que tomarlas, o nos enfermamos. Es necesario
aprender a no callar, a decir las cosas a tiempo, y a pagar el precio por no vivir
en la apariencia y en la mentira.

13. Reconocer la muerte como un estadio posterior a la vida:

Aceptar nuestra muerte no es rendirse, pensando en que somos víctimas


desamparadas de nuestras circunstancias. En realidad, morir es la última
escena de la vida, una oportunidad de crecimiento. Como Longaker afirma, en
la vida o antes de morir tenemos la oportunidad de aprender cuatro cosas:

Comprender y transformar el sufrimiento.


Conectar y sanar las relaciones, dejar ir.
Prepararse espiritualmente para la muerte.
Encontrar el sentido de la vida.{14}.

Qué cambios se experimentan después de una constelación?

A partir de la observación del terapeuta y la verbalización que hacen los


participantes que constelan después de finalizada la experiencia, se identifican
cambios inmediatos y otros que se dan de manera paulatina en el tiempo, al ser
este un trabajo que logra impactar al constelado de manera profunda.

A NIVEL FÍSICO:

La persona manifiesta sentir tranquilidad, además de mucha energía y


vitalidad para seguir adelante. Muchos manifiestan que se sienten muy
livianos, como si dejaran una carga atrás. También se observa claramente que
cuando las personas llegan con bloqueos físicos, por ejemplo, afonías, dolores
de espalda o musculares, logran desbloquearlos.
CAMBIOS MENTALES:

La persona logra hacer un cambio cognitivo, ya que puede mirar la esencia


de la dificultad o problema que está atravesando y darle un nuevo significado.
Primero, porque la representación ofrece una puesta en escena en la que
podemos traer al presente un momento especial; y segundo, porque ver la
dinámica nos permite entender los sentires de los implicados, sin juzgarlos, y
reconocer que nuestra responsabilidad es ubicarnos en la posición del otro
para comprenderlo y poder darle un nuevo sentido a la situación.

CAMBIOS COMPORTAMENTALES:

Con los movimientos realizados en la constelación, en donde se dan los


pasos que llevan a una solución, y la manera como cada persona implicada
actúa, siente y se relaciona, con el tiempo, poco a poco, desde el alma, la
persona puede fluir de manera distinta en su vida y hacia los que le rodean, lo
que permite que se generen cambios en las relaciones y la dificultad pueda ser
superada. La fuerza de la unión, el poder del alma y la tenacidad de la
sensibilización producen el contexto necesario para el cambio.

¿Cómo se sienten las personas después de constelar?

Las personas que asisten a una constelación se van serenas, tranquilas,


relajadas, seguras, positivas, sabiendo qué deben hacer para restablecer la
pertenencia de los miembros de su familia, y cómo restablecer el orden familiar
respetando las jerarquías y el equilibrio en sus relaciones interpersonales.
Sienten que se han liberado de cargas emocionales que no los dejaban ver su
situación desde otros puntos de vista, y se encuentran sorprendidas al darse
cuenta de muchos de sus comportamientos. Logran ampliar sus niveles de
conciencia en sus roles como padres, esposos y hermanos. Aceptan su
cincuenta por ciento de responsabilidad en todas las situaciones que han
vivido, y encaran la vida con alegría y paz.

Preguntas más frecuentes

Además de las preguntas que aparecen en cada uno de los 30 casos de este
libro, las siguientes preguntas pueden servirle de guía para elaborar las propias
cuando decida constelar:

¿Por qué estoy tan bloqueada sentimental y laboralmente? ¿Quiero


saber por qué siento esa responsabilidad con mi familia y ese miedo a
dejarlos solos tras la muerte de mi madre?
¿Por qué busco un papá en mis relaciones sentimentales?
¿Por qué siento temor o miedo de responder ante una injusticia o un
abuso de confianza por parte de los demás; por qué esa falta de respeto
hacia mí?
¿Por qué me siento responsable por la salud de mi hermana y de mi
papá y siento que me manipulan para que yo los cuide y ellos me dejan
toda la responsabilidad económica y de su cuidado?
¿Qué debo hacer para que mi matrimonio vuelva a ser como fue hace
diecisiete años, con mucho amor?
¿Por qué no he superado la muerte de mi hermano?
Quiero preguntar por mi identidad sexual
¿Cómo se siente mi hijo adoptivo con respecto a su familia de origen?

Sensaciones experimentadas por quienes son representantes

Ninguno de los elegidos para representar en las constelaciones conoce ni el


motivo, ni al consultante que va a constelar, y eso permite que aparezcan los
movimientos o sentimientos genuinos, sin que las interpretaciones, el
conocimiento de la historia, juicios o raciocinios influyan en la constelación. Por
otra parte, para los que experimentan ser representantes con un rol específico
—madre, padre, hijo, abuelo, abuela, entre otros— se convierte en una
oportunidad de ponerse en el lugar de otro y/o también de conectarse con
alguna problemática personal, encontrando algunas similitudes y conexiones
con su historia, que cuando es vivida a través de una situación ajena, sin
esperarlo, le puede ayudar frente a una situación propia. De esta manera, los
beneficios son tanto para el constelado, como para aquellos elegidos como
representantes y para los asistentes.
Es común para todos que conozcamos a alguien con quien sentimos una
fuerte cercanía y sin proponérnoslo terminemos siendo confidentes. Esas
personas tienen características similares a las personas con quienes hemos
crecido en nuestro entorno familiar. Esto mismo pasa en las constelaciones,
cuando vemos trabajar un caso; algo de ese caso se conecta con cada uno, por
ser una experiencia propia, así no sea la misma; por lo tanto, los asistentes
sienten conexión con la emoción que la situación despierta.

Requisitos para ser un constelador

Para que un constelador pueda brindar ayuda a través de las constelaciones


familiares es importante, en primer lugar, que tenga una actitud y disposición
de apertura, sin prejuicios frente a las problemáticas, participantes o
situaciones que puedan surgir, pues esta actitud incluyente permite reconocer y
dar lugar a la inclusión de miembros de la familia excluidos y de ese modo
poder seguir los pasos que sean necesarios en ese momento para abrir caminos
de solución. Debe ser alguien capaz de darle un lugar en el corazón a todos los
involucrados en cada problemática.
En segundo lugar, se debe tomar el tiempo para reconocer y comprender a
cada uno de los participantes, y brindar un espacio de confiabilidad,
tranquilidad, respeto y hasta cierto punto “anonimato” a la situación problema
que trae el consultante.
En tercer lugar es importante que las personas que van a realizar el taller de
constelaciones entiendan que todo lo que pasa, desde el momento que inicia el
taller, es terapéutico, que no todo el mundo está preparado para realizar una
constelación, pues, como lo expliqué en el libro Viaje a lo profundo del alma, no
todos estamos en capacidad de ver y reconocer lo que en determinado
momento nos pasa. Para comprender, no todos caminamos al mismo tiempo;
algunos nos tomamos mas tiempo; también es diferente el proceso de cada uno
para asimilar y entender el problema.

Por último, el constelador debe tener presente que las constelaciones siempre
deben estar dirigidas a hacer movimientos que den fuerza al constelado y lleven
a los pasos necesarios para encontrar la solución, y no a “destapar” situaciones
que a la larga le quiten fuerza y puedan dejar aspectos inconclusos que no
respondan a la necesidad del consultante y que podrían incluso serle
perjudiciales.
CAPÍTULO 9

Conclusiones

Trabajar en el tema de las relaciones familiares y aplicar métodos


terapéuticos de avanzada implica romper paradigmas, romper modelos
enseñados para ver la realidad y simplemente ver desde otros ángulos las cosas
que suceden en las familias y en las relaciones humanas en general. Una
realidad es diferente según el ángulo desde donde la vemos, y todas las miradas
son verdaderas, son partes de la misma realidad o situación.
Las constelaciones como experiencia vivencial se desarrollan dentro del
campo energético —campo mórfico— en el que se mueve la energía de un
sistema humano. La energía es un conjunto de ondas vibratorias que están en
el espacio físico; son percibidas a través de los sentidos y por ello vemos la
materia. Sin embargo, podemos percibir esas energías en movimiento a través
del cuerpo, y adentrarnos en el campo de conocimiento de ese sistema
representado o constelado gracias a las neuronas-espejo que tenemos en varias
zonas del cerebro. Aquellas son llamadas también “neuronas de la empatía”, ya
que el sistema de espejo permite hacer propias las acciones, sensaciones y
emociones de los demás. Por lo tanto, a estas neuronas les debemos el hecho
de que seamos seres sociales. El ser humano está concebido para estar en
contacto, para reaccionar ante los otros.
Gracias a estas neuronas todos los seres humanos estamos “conectados”: si
tú estás de mal genio, triste, frustrado o con cualquier emoción a flor de piel,
yo puedo experimentar lo que estás sintiendo, pues mis neuronas se activan y
empiezo a vivir la misma experiencia tuya; surge así en nosotros la posibilidad
de apoyar a otros.
Estas neuronas son responsables de la comprensión durante la ejecución y
observación de las acciones de los demás. Las neuronas-espejo identifican los
movimientos y las intenciones que hay detrás de esos movimientos, e integran
la intencionalidad de las acciones de otros.
En las constelaciones familiares, cuando el consultante ve las diferentes
imágenes y sigue los pasos en los que poco a poco surgen movimientos
realizados en forma de rituales para obtener la imagen solución, las neuronas-
espejo se activan dando comprensión a los movimientos y a la situación que se
observa en la representación. Esto, a su vez, hace que nuevos caminos
neuronales se puedan conformar si se actúa y se siente distinto frente a una
situación que puede estar congelada o se ha venido afrontando de una misma
manera.
Las constelaciones, como una nueva forma de comprensión, pueden ser
aplicables a la pedagogía escolar. Llamamos Pedagogía Sistémica a la
comprensión de quienes legislan y de los abogados de familia, a la
comprensión de las enfermedades; por ello ha sido maravilloso que se
interesen otros profesionales de la salud. Pueden ser vivenciadas para crecer y
mejorar las relaciones familiares, pero lo más importante, para diferenciar que
el destino familiar está presente y que más allá de nuestras heridas hay otras
personas lastimadas —nuestros padres o abuelos— que solo dieron lo que
podían dar, a partir de las experiencias que ellas mismas tuvieron en la
infancia.
Si fuimos hij@s mal-tratad@s, incomprendid@s o abusad@s, mas allá de
haber sido víctimas de la maldad hubo falta de cordura y madurez o, como
decimos los clásicos, falta de salud mental. Aún no hay suficiente conciencia
acerca de qué es tener o perder la salud mental. Vemos suicidios en niños y
adolescentes por matoneo y soledad, madres embarazadas desde los 13 años, e
hijos botados en las calles o basureros; todo eso ocurre por falta de salud
mental.
Se cree que la salud mental se tiene de por vida y resulta que es más
susceptible de perderse que la física en la edad infantil y juvenil: depende de lo
que demos las madres y los padres, depende de que podamos conservar las
familias, los hogares, las parejas. Es necesario que seamos conscientes y
trabajemos por nosotros para dar más salud mental a nuestros hijos, nietos,
sobrinos y familiares en general. Solo cuando se encara plenamente la verdad,
existe la posibilidad de que algo cambie.

¿Para qué son las familias?

Las familias sirven para contener el sufrimiento de sus miembros, para


generar amor, para dar esperanza de que hay otras maneras de vivir en la vida,
para ayudar a que no inunde la angustia, el miedo y la desesperanza a sus
miembros, para ayudar a pensar. Cuando una familia no tolera el sufrimiento
tiende a expulsar lo que le causa angustia; es por eso que se crea la exclusión: lo
que no se puede pensar es negado y evitado. El entorno familiar debe lograr,
con los recursos emocionales que tenga, contener las ansiedades y resolver las
controversias entre sus miembros. Cuando no se logra, alejarse es una forma
de aliviar tensiones.

Reflexiones finales

¿QUÉ PASA CON LOS EXCLUIDOS EN LAS FAMILIAS?


Ante todo, se crean confusiones en las líneas generacionales y en los lugares
y roles; un ejemplo claro aparece en el mensaje que reproduzco en la
introducción de este libro, en donde mi tío me llama Olga Susana Ramírez
Agudelo Otero Lafaurie, colocándome como su hermana y hermana de mi
padre, por el orden que les da a los apellidos, ya que el orden correcto sería:
Otero Guerra Lafaurie.
Ante la adversidad, hace la diferencia contar con un grupo familiar solidario
con todos. La exclusión y el olvido familiar lleva a carencias muy profundas a
un núcleo familiar, y después de un tiempo puede llevarlos a perder la fuerza
para ayudarse a sí mismos, perdiendo la posibilidad de un plan o propósito de
vida.
Por eso la más grande expresión de amor es no abandonar a los
descendientes, aunque sean hijos de excluidos, pues ellos pueden recuperar su
propia pertenencia y no padecer este abandono.
La carencia de ser y pertenecer es peor que la carencia de tener. Las
carencias espirituales son la mayor pobreza del ser humano.

¿PARA QUÉ SIRVEN PAPÁ, MAMÁ y EL ENTORNO FAMILIAR?

Físicamente, para proveer cuidados, afecto y protección para sobrevivir.


Psicológicamente, para crear autoestima, es decir, para darle al niño la
certeza de que se puede enfrentar el mundo y la seguridad de que se es digno
de ser amado por lo que es, sin necesidad de hacer nada especial. También
para facilitar que el niño asimile en su corazón las normas, respete la autoridad
y cumpla la ley, así como para crear ideales en el niño; todo esto significa darle
salud mental.
Es vital para el desarrollo de un ser integrado y cohesionado que la madre, o
su sustituto significativo, satisfaga las necesidades vitales, y que permita en el
niño cierto grado de frustración. Poner límites a través del “no” facilita
controlar las respuestas impulsivas y primitivas de cada uno y aceptarse con
aspectos buenos y menos buenos. La privación materna produce daños
profundos en la mente del niño, así como la indulgencia excesiva con las
necesidades del niño lo incapacita para soportar limitaciones y frustraciones, y
para regular sus exigencias primitivas, su impulsividad.
Es importante que el niño admire e idealice al padre, para que así pueda
encontrar la fuente de fortaleza —el padre— y desarrolle valores e ideales
propios. Por último, es necesario que el niño desarrolle habilidades y destrezas
sociales, del padre, al vivir con él en un acompañamiento silencioso, durante la
labores cotidianas o actividades deportivas y sociales; estas experiencias
construyen las bases de la personalidad adulta, que se caracterizan por el
compañerismo, la alianza, el compromiso y la solidaridad con los demás.

PRINCIPIOS DE PAZ

Reconocer aquello que antes yo rechazaba, sin pretender cambiarlo y


afirmando que tiene el mismo derecho que yo, es un buen principio para
aportar paz en la familia; eso se logra con decisión personal, superando el
individualismo, y con un compromiso por la educación y la salud de los hijos.
Es necesario superar el individualismo, pues este conlleva a olvidarnos de que
en la relación con los demás y en dar a otros está lo más importante como
sentido de vida. Para lograrlo hay que crecer, esto significa, darle lugar a algo
nuevo, algo que antes rechazábamos como propio o del grupo. No podemos
seguir siendo niños inocentes. Los inocentes se quedan lamentándose y viendo
el mal en los demás; no crecen; siguen siendo niños.
BIBLIOGRAFÍA Y ANEXOS
Libros sobre constelaciones familiares

Libros de Bert Hellinger [en orden cronológico]

Visualizaciones, Instituto de Constelaciones Familiares, 2006.

Siguiendo las huellas. La sanación. Un manifiesto para la salud y la vida en


el siglo XXI. Sanar y mantenerse sano, Grupo CUDEC, México, 2011.

Plenitud. La mirada del Nahual, Grupo CUDEC, México, 2010.

Constelaciones familiares del espíritu, Alma Lepik, 2010.

La práctica del asesoramiento empresarial [2009], Rigden Institut Gestalt,


2010.

Pensamientos de realización, Rigden Institut Gestalt, 2009.

El amor del espíritu [2008], Rigden Institut Gestalt, 2009.

Cuentos de vida, Alma Lepik, 2008.

La felicidad que permanece, Rigden Institut Gestalt, 2007.


Viajes interiores, Rigden Institut Gestalt, 2007.

La verdad en movimiento [2005], Alma Lepik, 2008.

Pensamientos divinos: sus raíces y sus efectos [2005], Rigden Institut


Gestalt, 2007.

Bert Hellinger y Gabriele T. Hövel, Un largo camino [2005], Alma


Lepik, 2006.

Después del conflicto, la paz [2005], Alma Lepik, 2006.

Los órdenes de la ayuda [2003], Alma Lepik, 2006.

Raquel solloza por sus hijos [2003], Herder, 2006.

La paz inicia en el alma [2003], Herder, 2006.

Imágenes que solucionan: Taller de Constelaciones Familiares, Alma Lepik,


2003.

El intercambio. Didáctica de constelaciones familiares [2003], Rigden


Institut Gestalt, 2006.

Bert Hellinger y Gabriele T. Hövel, Reconocer lo que es: conversaciones


sobre implicaciones y desenlaces logrados, Herder, 2000 [4a reimpresión
2004].

El manantial no tiene que preguntar por el camino [2001], Alma Lepik,


2007.

Religión, psicoterapia, cura de almas [2000], Herder, 2001.

Órdenes del amor. Cursos seleccionados de Bert Hellinger [2000], Herder,


2001.

Pensamientos en el camino [1999], Rigden Institut Gestalt, 2006.

Lograr el amor en la pareja [1999], Herder, 2001.

La punta del ovillo: Terapias breves [1999], Alma Lepik, 2005.

El centro se distingue por su levedad: conferencias e historias


terapéuticas

[1996], Herder, 2002.

Otros autores

Brigitte Champetier de Ribes, Constelar la enfermedad, Gaia Ediciones,


Colección Kaleidoscopio, 2011.

Brigitte Champetier de Ribes, Empezar a constelar. Apoyando los


primeros pasos del constelador, en sintonía con el movimiento del espíritu, Gaia
Ediciones, Colección Kaleidoscopio, 2010.

Olga Susana Otero, Viaje a lo profundo del alma. La exitosa terapia de las
constelaciones familiares, Intermedio Editores, 2010.

Lynne McTaggart, El vínculo. La conexión existente entre nosotros,


Editorial Sirio, 2011.

Frank Kinslow, El secreto de la vida cuántica, Editorial Sirio, 2011.

Bruce Lipton, La biología de la transformación. Cómo apoyar la evolución


espontanea de nuestra especie, La Esfera de los Libros, 2010.
Assensi Teixidor, Las Ocho Leyes Biológicas. Libro de redención, s. e.,
2011.

Ian Stewart y Vann Joines, AT hoy. Una nueva introducción al Análisis


Transaccional, Editorial CCS, 2007.

Jean Seraphin y Giorgio Mambretti, La medicina patas arriba. ¿Y si


Hamer tuviera razón?, Ediciones Obelisco, 2002.

Guillermo Echegaray, Para comprender las constelaciones organizacionales,


Ed. Verbo Divino, 2010.

Mercè Traveset Vilaginés, La pedagogía sistémica. Fundamentos y


práctica, Ed. Grao, 2007.

Joan Garriga, Vivir en el alma, Rigden Institut Gestalt, 2011.

Connirae y Tamara Andreas, La transformación esencial. Un


revolucionario proceso para alcanzar nuestra identidad esencial, Ed. Gaia,
Colección Guía práctica de Autodescubrimiento con Programación
Neuro-Lingüística, 1995.

John F. Demartini, La experiencia descubrimiento. Un nuevo y


revolucionario método para la transformación personal, Ed. Urano, 2003.

Kishori Aird, El ADN y la elección cuántica. Libro 2. Guía práctica de


reprogramación de las trece hélices al punto cero, Vesica Piscis Ediciones,
2008.

Anngwyn St. Just, Equilibrio relativo en un mundo inestable. Una


investigación sobre Educación de Traumas y Recuperación, Ed. Alma Lepik,
2008.
Christian Fleche, El cuerpo como herramienta de curación. El origen
emocional de las enfermedades, guía práctica para identificar la causa
psicológica de los trastornos de la salud, Rba Libros, Ars Medica, 2008.

Ingrid Dykstra, Niños que heredan el destino familiar. Cómo resolver


conflictos familiares y ayudar a los niños a recuperar su equilibrio emocional
mediante la terapia familiar sistémica, Rba Libros, 2007.

Ursula Franke, Cuando cierro los ojos te puede ver. Constelaciones


Familiares en la consulta individual: un manual para la práctica, Ed. Alma
Lepik, 2005.

Marianne Franke-Grische, Eres uno de los nuestros: miradas y soluciones


sistémicas para docentes, alumnos y padres, Ed. Alma Lepik, 2004.

Daan van Kampenhout, La sanación viene desde afuera. Chamanismo y


Constelaciones Familiares, Ed. Alma Lepik, 2004.
Bibliografía sobre psicoterapia

Mauricio Andolfi e I. Zwerling, Dimensiones de la terapia familiar, Pai-


dós, 1993.

Isidoro Berenstein y Janine Puget, Lo vincular, Paidós, 1997.

Isidoro Berenstein, Familia e inconsciente, Paidós, 1996.

_____ , Psicoanálisis de la estructura familiar, Paidós, 1996.

John Bowlby, El vínculo afectivo, Paidós, 1993.

_____, La separación afectiva, Paidós, 1993.

Carola Castillo, Ecos del pasado. Trabajo terapéutico sistémico en


constelaciones familiares, Editorial Carola Castillo CC, 2007.

Jorge Iván Carvajal, Por los senderos del alma, Editorial Viavida, 2003.

Luis Chiozza, Por qué nos enfermamos, Libros del Zorzal, 2008.

Deeprak Chopra, Jamás moriremos. Talleres Gráficos Nomos, 2007.


Clara Coria, El dinero y la pareja, Editorial Paidós, 1991.

Daniel Dancourt, Luces y sombras del árbol genealógico, Ediciones


Librería Argentina, 2005.

Guillermo Echegaray, Para comprender las Constelaciones


Organizacionales, Editorial Verbo Divino, 2008.

Mony Elka'im, La terapia familiar en transformación, The Lionheart


Foundation, 1997.

Isa Fonnegra de Jaramillo, De cara a la muerte, Intermedio Editores,


1999.

Carol Grever, ¡Mi esposo es gay!, Editorial Océano, México, 2008. John
Grinberg, El método psicoanalítico: condiciones del analista, Paidós, 1989.

León Grinberg, Migración y exilio, Biblioteca Nueva, 1999.

Luis Kanciper, La confrontación generacional, Editorial Paidós, 1997.

Daan Kanphenhout, Las lágrimas de los ancestros, la memoria de víctimas


y perpetradores en el alma tribal, Ed. Alma Lepik, 2005.

Johannes Kaup, “Entrevista de Johannes Kaup con Bert Hellinger


para el ORF en Viena: Constelaciones familiares y órdenes del amor”, 1999.
Disponible en www.centrohellingerargentina.com

Ilse-Schaffler Kutschera, Enfermedad que sana, Ed. Alma Lepik, 2006.

Jean Laplanche y Jean-Bertrand Pontalis, Diccionario de Psicoanálisis,


Editorial Labor S.A., 1983.

Graciela Lauro, La reconciliación con el origen y el destino, Ed. Alma


Lepik, 2006.

Reinhard Lier, Armonía del alma, Grupo Hellinger Colombia, 2003.

Christine Longaker, Para morir en paz, Rigden Institut Gestalt, 2007.

Alexander Lowen, La entrega del cuerpo a los sentimientos: el gozo,


Editorial Era Naciente, 1994.

_____, Ejercicios de Bioenergética, Editorial Sirio S.A., 1998.

Eva Madelung y Bárbara Innecken, Nuestras imágenes internas, Rigden


Institute Gestalt, 2007.

Humberto Maturana, Emociones y lenguaje en educación y política,


Ediciones Pedagógicas Chilenas, 1990.

_____, El sentido de lo humano, Dolmen Ediciones, 1991.

_____, Desde la Biología a la Psicología, Editorial Síntesis, 1993.

_____, La realidad ¿objetiva o construida?, Editorial Anthopos, 1996.

_____, Biología del Emocionar y Alba Emoting, Dolmen Ediciones,


1996.

_____, Transformación en la Convivencia, Dolmen Ediciones, 1999.

M. McGoldrick y R. Gerson, Genogramas en la evaluación familiar,


Hachette, Comunicaciones Gedisa, 1999.

A. Moreau, Ejercicios y técnicas creativas de Gestalterapia, Editorial Sirio

S.A., 1999.
Juan David Nasio, Los gritos del cuerpo, Paidós, 1997.

Johnes Neuhauser, Lograr el amor en la pareja, Herder, 1999.

Osho, El equilibrio entre la mente y el cuerpo, Norma, 2003.

Olga Susana Otero A., Cómo vivir feliz en soledad, Practilibros,


Editorial A1A, 2003.

Olga Susana Otero A y Gloria Luz Cano. Encuentro con el amor


familiar. Practilibros. Editorial A1A. 2004.

Olga Susana Otero A. y Gloria Luz Cano, Relaciones de pareja


perdurables, Practilibros, Editorial A1A, 2005.

Jhon Payne, Constelaciones familiares para personas, familias y naciones,


Ediciones Obelisco, 2007.

Fritz Perls, El Enfoque Gestáltico: testimonios de terapia, Cuatro Vientos


Editorial, 1989.

Ángel Pérez, Entender los caminos de la enfermedad, Ed. Neoperson,


2008.

Vencen Olivé Pibernat, Gestalt y Programación Neurolingüística, 2002.


Disponible en www.gestalt.com

Janine Puget, Psicoanálisis de la pareja, Paidós, 1999.

Ingala Robl, Constelaciones familiares para el éxito y la prosperidad, Gri-


jalbo, 2010.

Oscar Santini, Análisis vincular de la pareja conyugal, Editorial Cuatro


Vientos, 2006.
Anne Anacelin Schützenberger, ¡Ay mis Ancestros!, Omeba Editores,
2006.

G. E. Schwartz, “Testing the biopsychosocial model: The ultimate


challenge facing behavioral medicine?”, Journal of Consulting and Clinical
Psychology, 50, 1040-1053, 1984.

Rupert Sheldrake, Seven Experiments that Could Change the World,


1995. Disponible en
http://www.transaction.net/science/seven/home/html

John O. Stevens, El darse cuenta, Editorial Cuatro Vientos, 2007.

B Ulsamer, “¿Nos enferma la familia?”. Disponible en http://www.


ulsamer.com/terapia_sistemica.html

Marianella Vallejo, Constelaciones Familiares, Editorial Aguilar, 2008.

Catherine Maillard y Patrice van Eersel, Mis antepasados me duelen.


Psicogenealogía y Constelaciones Familiares, Ediciones Obelisco, 2005.

Gunthard Weber, La felicidad dual. Bert Hellinger y su psicoterapia sisté-


mica, Herder, 1999.

Pierre Weil, Los límites del ser humano. Estados modificados de conciencia,
Ed. Los libros de la liebre de marzo, 2002.

Frances Wilks, La emoción inteligente. Cómo tener éxito mediante el


dominio y la transformación de los sentimientos, Editorial Planeta, 1999.

Donald W. Winnicott, El hogar: nuestro punto de partida, Paidós, 1994.


Sitios web recomendados

http:/www.hellingercolombia.com/articulos/

http:/www.poieticas.8m.com/

http:/www.family_constellations.org/family_question.htm,/the_
knowing_field.htm, /reconciliation.htm

http:/www.primal.es/terapia/fases, /preguntas, /textos Janov

http:/www.systemicfamilysolutions.com/

http:/www.ulsamer.com/pages/spanisch.html

http:/ www.gestalt.com

http://www.mercurialis.com/ciencia/sheldrake/introduccion.html
Anexos

Grupo Hellinger Colombia

www.grupohellingercolombia.com
olgasusanaotero@hellingercolombia.com
marceladeckers@hellingercolombia.com
gloriaperini@hellingercolombia.com
julianariano@hellingercolombia.com
lilianaangarita@hellingercolombia.com

VÍNCULOS TERAPÉUTICOS COLOMBIA


www.vinculosterapeuticoscolombia.com
Os.otero@vinculosterapeuticoscolombia.com
OLGA SUSANA OTERO A.

Psicoterapeuta
Cel: 3153462198

Psicóloga clínica. Universidad Javeriana. Experta en terapia de pareja y


familia. Ha sido docente académica en las universidades Javeriana, Andes,
Santo Tomas, Rosario, Manuela Beltrán, Fundación de Psicoanálisis y
Psicoterapias y Universidad de Manizales. Se ha desempeñado como asesora
terapéutica de: Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Clínica Risaralda
de Pereira, Gimnasio Vermont, Hacienda Los Alcaparros, Colegio Clermont.
Ha escrito y asesorado programas para medios de comunicación como Caracol,
City tv, El Tiempo, El Espectador y Vanguardia Liberal. Asesora del Ministerio de
Educación Nacional a través de la página: Colombia Aprende.
Autora del libro Viaje a lo profundo del alma, Intermedio Editores, 2010.
Escribió para la editorial A1A los siguientes libros: Encuentro con el amor
familiar; Cómo vivir feliz en soledad; y Nuevos acuerdos de pareja perdurables.
Coautora de los libros de Psicología: Los nuevos avances de la Psicoterapia [2006]
y Nuevas formas de hacer psicoterapia [2009].
Experta en terapias gestálticas neuro-imaginativas, hipnosis clínica; practica
técnicas en terapias de avanzada, basadas en el cuerpo energético;
Entrenamiento en AONC: Auto-Observación Neutral Consciente;
Desensibilización y reprocesamiento por el movimiento ocular en Buenos
Aires; E.M.D.R; realiza Constelaciones Familiares desde 1996. Ha asistido a
entrenamientos internacionales en Constelaciones Familiares con Bert Hellinger.
Pertenece a la Hellinger Science.
Realiza consulta particular individual y grupal y realiza entrenamiento en
psicoterapias a profesionales en el campo terapéutico. Directora del GHC
Grupo Hellinger Colombia: grupo de estudio, formación y difusión de esta
técnica terapéutica desde el año 2000, reconocida por la I. A. G.

GLORIA GIZELLA PERINI RODRÍGUEZ

Terapeuta
Consultorio: Cra 7a B Bis N. 126-50, Bogotá, tel: 5209484
- 2140972, cel: 3157837097; gisellaperini@gmail.com

Psicóloga clínica y de la salud, Universidad Javeriana, 1977. Laurea en


Psicología, Universidad de Padua, Italia, 1981-1987. Formación en Hipnosis
Clínica, Psicología Transpersonal, Bioenergética, Instituto Guatemalteco de
Psicología e Hipnosis Clínica 1998-1999-2006. Medicina Sintergética [Dr.
Jorge Carvajal 2006-2009-], Reconstrucción de Vida, Fundación de
Investigación y Estudios Avanzados en Medicina Holística, Bogotá, 2006.
Experta en Terapia Regresiva Reconstructiva de la Asociación Española
Terapias Regresivas AETRA, 2007-2009; Constelaciones Familiares Bert
Hellinger, Olga Susana Otero, Miguel Schiavo, Ingala M. Robl Greis, 2006-
2012. Miembro Grupo Hellinger Colombia y Grupo Vínculos Terapéuticos
Colombia; terapeuta en descodificación biológica de las enfermedades de la
École de Biodécodage de Francia, Christian Flèche, 2011-2012. Atiende
consulta privada. Consultora en desarrollo humano y organizacional, manejo
de grupos, facilitadora de talleres vivenciales de crecimiento y transformación
personal en varias organizaciones y entidades de tipo público y privado, así
como en programas de promoción y prevención de la salud física y psicológica.

MARCELA DECKERS PINZÓN

Psicóloga
Tel: 2362962 - 2184421, cel: 3133028696;
marceladeckers@hotmail.com

Psicóloga de la Universidad Javeriana con experiencia en intervenciones


grupales e individuales en las áreas educativa, social, clínica y participación en
proyectos de investigación. Actualmente con consulta privada dirigida a
adultos, adolescentes, y asesoría a padres de familia. Estudios en psicología
energética (EFT), como herramienta útil para el manejo del estrés, ansiedad,
fobias y traumas. Miembro del Grupo Hellinger Colombia, vinculada al grupo
de estudio nivel avanzado Aprender Constelando y Miembro fundador de
EFTColombia.

YAZMÍN LILIANA ANGARITA NIETO

Psicóloga
Cel: 3123862384; psiclined@hotmail.com

Psicóloga de la Universidad Santo Tomás, clínica y educativa, con catorce


años de experiencia en niños y adolescentes. Posee gran experiencia en el
manejo clínico en dificultades del comportamiento, emocionales y de
aprendizaje, aplicación de pruebas, valoraciones, manejo de hábitos, realización
de campañas en prevención de drogadicción, trastornos alimenticios,
depresión y duelo. Miembro del grupo de estudio en Constelaciones Familiares
del Grupo Hellinger Colombia.

JULIANA RIANO Ruíz

Psicóloga
Cel: 3103616495; juliana1215@hotmail.com

Psicóloga, orientadora y docente bilingüe con formación en terapia de


familia y dirección de instituciones educativas, con excelentes habilidades
comunicativas, manejo de las diferencias multiculturales y capacidad de
liderazgo estratégico para la planeación y el direccionamiento de nuevos
proyectos empresariales. Con experiencia en Colombia y Estados Unidos.
Miembro fundador del grupo Hellinger Colombia y asesora de Colombia
Aprende. Orienta a individuos, familia y organizaciones educativas para la
solución de conflictos superando dificultades relacionadas con las etapas del
ciclo vital. Presta asesoría y apoyo a padres y estudiantes para el manejo de
problemas académicos y dificultades escolares. Asesora y trabaja con maestros
para la planeación y desarrollo de nuevas estrategias académicas que
contribuyan al desarrollo de los estudiantes.

ELISA HORTA CARDOSO

Psicóloga
Tel: 6106934; elisahorta@yahoo.com.mx
Psicóloga egresada de la Universidad Santo Tomas de Aquino, 1990;
Profundización en el área clínica con enfoque psicodinámico, 1991. Veintiún
años de experiencia en trabajo con familia, consulta individual, grupal, con
niñ@s, jóvenes y adultos, con énfasis en adopción.
Con formación en Terapia Regresiva Reconstructiva con la AETRA
Española; Constelaciones Familiares, con la Dra. Olga Susana Otero, directora
del Grupo Hellinger Colombia; Medicina Manual Etérica-MA- NOS, con el
Dr. Jorge Iván Carvajal Posada; Terapias alternativas.

MARGARITA HOYOS

Psicóloga
Tel: 7511644, cel: 3114432135

Psicóloga egresada de la Universidad de la Sabana. Especializada en


procesos de pérdida, muerte y duelo; especialista en manejo familiar de
paciente terminal. Asesora de las Fundaciones Lazos, DMD Derecho a Morir
Dignamente. Experiencia de 16 años en trabajo con familia, consulta
individual, grupal con niñ@s, jóvenes y adultos en momentos de pérdidas.
{1}
Ver entrevista a Anne Ancelin Schützenberger, en la página de la Asociación para el Desarrollo de la
Psicología Analítica en Colombia, Adepac. Disponible en http:// www.adepac.org/P06-159.htm

{2}
Reinhard Lier, Armonía del alma, Grupo Hellinger Colombia, Bogotá, 2003. Traducción de María
Cecilia García Camacho.

{3}
Ibíd.

{4}
Bert Hellinger, El centro se distingue por su levedad, Barcelona, Herder, 2003.

{5}
Ver wikipedia.org/wiki/Constelaciones_familiares

{6}
Ibíd.

{7}
Deepak Chopra, Jamás moriremos, Madrid, Punto de Lectura, 2009

{8}
Todo este apartado sobre los sentidos ha sido tomado de Ministerio de Educación. Subsecretaría de
Educación. Coordinación de desarrollo y evaluación curricular. Cinco sentidos del hombre. Disponible
en www.profesorenlinea.cl/ Ciencias/SentidosCinco.htm

{9}
Ibíd.

{10}
Ibíd.

{11}
Jhon F. Demartini, La experiencia descubrimiento. Un nuevo y revolucionario enfoque para la
transformación personal, Urano, 2003, pp. 48-52.

{12}
Ibíd..

{13}
Alexander y Leslie Lowen, Ejercicios de bioenergética, México, Sirio, 2005.

{14}
Christine Longaker, Para morir en paz, Rigden Institut Gestalt, 2007.
Constelaciones familiares exitosas

© 2012, OLGA SUSANA OTERO A.


© 2012, INTERMEDIO EDITORES LTDA

Edición
Jineth Ardila Ariza

Diagramación
Rafael Rueda Ávila

Diseño de carátula
Felipe Jáuregui

INTERMEDIO EDITORES LTDA


Av. Jiménez N° 6A-29
www.circulodelectores.com.co
Bogotá, Colombia
Segunda edición, noviembre de 2012

ISBN: 978-958-757-XXX-X
Impresión y encuadernación
ePub por Hipertexto / www.hipertexto.com.co
OLGA SUSANA OTERO A.

Psicóloga clínica. Universidad Javeriana. Experta en terapia de pareja y


familia. Ha sido docente académica en las universidades Javeriana, Andes,
Santo Tomas, Rosario, Manuela Beltrán, Fundación de Psicoanálisis y
Psicoterapias y Universidad de Manizales. Se ha desempeñado como asesora
terapéutica de: Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Clínica Risaralda
de Pereira, Gimnasio Vermont, Hacienda Los Alcaparros, Colegio Clermont.
Ha escrito y asesorado programas para medios de comunicación como Caracol,
City tv, El Tiempo, El Espectador y Vanguardia Liberal. Asesora del Ministerio de
Educación Nacional a través de la página: Colombia Aprende.
Autora del libro Viaje a lo profundo del alma, Intermedio Editores, 2010.
Escribió para la editorial A1A los siguientes libros: Encuentro con el amor
familiar; Cómo vivir feliz en soledad; y Nuevos acuerdos de pareja perdurables.
Coautora de los libros de Psicología: Los nuevos avances de la Psicoterapia [2006]
y Nuevas formas de hacer psicoterapia [2009].
Experta en terapias gestálticas neuro-imaginativas, hipnosis clínica; practica
técnicas en terapias de avanzada, basadas en el cuerpo energético;
Entrenamiento en AONC: Auto-Observación Neutral Consciente;
Desensibilización y reprocesamiento por el movimiento ocular en Buenos
Aires; E.M.D.R; realiza Constelaciones Familiares desde 1996. Ha asistido a
entrenamientos internacionales en Constelaciones Familiares con Bert Hellinger.
Pertenece a la Hellinger Science.
Realiza consulta particular individual y grupal y realiza entrenamiento en
psicoterapias a profesionales en el campo terapéutico. Directora del GHC
Grupo Hellinger Colombia: grupo de estudio, formación y difusión de esta
técnica terapéutica desde el año 2000, reconocida por la I. A. G.

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