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[1] En algunas dinastías hay sucesos que se repiten con cierta periodicidad.
[2] Código biológico es la traducción de alguna emoción no expresada en el
organismo.
[3] Es un modelo conductual con una serie de habilidades y técnicas explícitas
creado por John Grinder y Richard Bandler en 1975.
[4] Es una línea imaginaria que puede ir desde la concepción hasta el futuro del
paciente para buscar en ella los sucesos traumáticos vividos por el consultante.
[5] Son palabras en relación a los 5 sentidos. El paciente, colocado en el suceso
difícil, elige por ejemplo un color, un olor o un sabor y después buscamos si esa
misma ancla de referencia aparece también mucho antes en su vida.
[6] Se refiere a la mas reciente situación en que se presentó el dolor o síntoma.
[7] Es un evento que generalmente ocurrió en la primera infancia y no se parece
al disparador, pero fue vivido como un bioshock.
[8] En el relato hacemos que el paciente vaya de la primera a la segunda o
tercera persona. Conseguimos que se vea a sí mismo en otra época como si
fuera otro.
[9] Solemos pedir al consultante que califique su dolor o molestia para poder
apreciar cuando disminuye o aumenta.
[10] La volví a poner en su primera línea del tiempo.
[11] Alcohólicos Anónimos.
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BIBLIOGRAFÍA
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CAPÍTULO VII
Notas sobre Constelaciones Familiares
La realidad no es el escenario exterior,
sino la vida interna que la anima,
la realidad es las cosas tal como son.
Wallace Stevens
Sin lugar a dudas las siguientes páginas serán de especial importancia para
las personas interesadas en conocer las Constelaciones Familiares y sobre todo
para quienes las estudian o practican. Aquí resumo lo que yo aprendí, vivencié y
trabajé desde el año 2001 hasta 2013.
Agradezco las enseñanzas de mis maestros: Ingala Robl, Lorenz Wiest, Bert
Hellinger, Catalina Reyes, Carmen Madero, Ma. Luisa Heres, Leticia Soto, Joan
Garriga, Gunthard Weber, Stephan Hausner, Patricia Filio y Lili Nissan.
Usaré indistintamente —y como equivalentes— los términos constelador,
terapeuta y facilitador, para designar a la persona que dirige el trabajo en
Constelaciones Familiares. Para referirme al que solicita constelar usaré: cliente,
paciente, constelante y solicitante. La palabra paciente viene de patiens, el que
sufre o soporta; la palabra cliente se refiere a quien contrata servicios de las
profesiones liberales, atención médica o algo en oficinas de gobierno. Yo, como
consteladora, no supongo una postura terapéutica autoritaria, sino una relación
basada en un compromiso con el solicitante y con apertura a lo que surgirá en el
trabajo mismo.
Del artículo “La Lisboa que nunca conocí” de Rosa Montero destaco estas
líneas que parecieran haber sido escritas para los consteladores:
“Los humanos construimos nuestro conocimiento de la
vida de la propia experiencia, pero también de la
experiencia de los otros. De los libros, de las películas,
de los cuentos que nos han contado para dormir
cuando éramos pequeños. De los relatos de nuestros
amigos y, sobre todo, del mensaje de nuestros
mayores. Todos recibimos, en nuestra niñez, el regalo
(o la carga) de la visión del mundo que poseen los
adultos que nos rodean; todos somos depositarios de
su pequeño bagaje. Nuestro imaginario se construye
sobre sus leyendas personales. Nadie empieza su vida
desde cero: nuestra memoria es una continuación de la
memoria de nuestros abuelos y nuestros padres. Y con
esto no quiero decir que conozcamos la biografía de
nuestros familiares, que sepamos más o menos cómo
han sido sus vidas, si no que parte de los sentimientos
que ellos sintieron los hemos asumido como propios.
Como si pudiéramos rememorarlos personalmente.”
Objetivos de las Constelaciones
1. Incluir a los excluidos[*]
No debe haber exclusiones, porque cuando en una familia se margina a
alguien, otro miembro del sistema, de una generación posterior, puede
representar a la persona que ha sido excluida. Excluir es no considerar,
consciente o inconscientemente, la existencia de ese pariente, no hablar de él ni
mostrar sus fotografías, por ejemplo. Los marginados suelen ser abortos, medios
hermanos, adictos, cónyuges anteriores, muertes tempranas o desheredados. Se
puede traer a la familia a una persona que ha sido excluida por padecer una
enfermedad o precisamente repitiendo el aspecto por el cual se la excluyó. Por
ejemplo, se margina en la memoria a una abuela lesbiana y en otra generación es
traída al sistema por otra mujer lesbiana.
Ejemplo: Consulta un hombre que dice que no florece en lo que emprende.
Es el cuarto en una familia de ocho hijos. En el montaje de su familia, el hombre
que lo representa se siente triste y se tranquiliza cuando coloco a otro hombre
tendido en el suelo (muerto). El cliente agrega que tuvo un primer hermano que
se llamó igual que él, pero a los dos años se ahogó en un pozo. En su familia no
se habla del accidente trágico ni de la existencia de ese primer hijo.
Definitivamente, el cliente no siente derecho a estar en la vida y al estar medio
en vida trae al recuerdo al niño que murió prematuramente.
2. Reestablecer el movimiento interrumpido[*] hacia los padres
Se refiere a situaciones en las que un hijo o hija, por alguna razón, fue
separado muy temprano de su madre o padre y a través de la Constelación
Familiar se reconecta y puede tomar lo que le faltó de afecto, seguridad,
vinculación y aceptación de papá o de mamá. Al paciente se le pide que se
arrodille (para representar algún momento de la infancia en el cual ocurrió el
suceso por el cual se dio la separación entre el hijo y su padre o madre) y que
mire directamente a la persona que le hizo falta. Generalmente ambos terminan
abrazados y llorando. Si el movimiento interrumpido fue a la edad anterior a dos
años, podemos sustituir la Constelación Familiar por un abrazo amoroso.
Ejemplo: Incluyo un ejemplo de movimiento interrumpido porque
tiene un final peculiar e inesperado. Trabajé en Guadalajara un taller de
Constelaciones y el primer voluntario que propuso su tema me dijo: “Quiero ver
a mi papá.” Le pregunté si había muerto y me dijo que lo habían asesinado de
unos 100 balazos hacía 30 años. Yo supuse que hubo cuatro o cinco
perpetradores y él me lo confirmó, así que directamente colocamos al padre
tendido boca arriba y a los criminales de pie observando. El cliente se acurrucó
junto a su papá, amorosamente le tomaba las manos, la cara y acariciaba su pelo.
Hubo un diálogo sentido, profundo, honesto, en el que el joven explicaba: “Sabía
que yo era tu consentido, pero cuando había balazos en la casa y mamá ponía la
música muy fuerte y prendía todas las luces, tenía miedo de que te equivocaras y
me lastimaras a mí.”
El participante estaba preocupado y quería comunicar a su papá,
especialmente, que él tomó otro camino, había ido a la universidad y hoy era
profesionista; se atrevió a ser diferente. El representante del papá asintió
viéndolo a los ojos y le confirmó que aún con tantas diferencias el seguía siendo
su padre y lo acompañaba desde donde estaba. El cliente le sonrió y cerró los
ojos.
Cuando se hubo despedido amorosamente del representante de su papá,
le pedí que mirara a los asesinos y él empezó a carcajearse como avergonzado,
mirando a todos. Extremadamente contento, ante la sorpresa de los que lo
veíamos, el paciente nos explicó: “Si estos hombres no hubieran matado a mi
padre, hubieran sido otros, o yo hubiera tenido que seguir en la mafia del
narcotráfico. No hubiera conocido a mi esposa ni tendría a mis hijos que me
hacen tan feliz.”
3. Poner orden en el amor [*]
Se trata de convertir el amor ciego* en amor maduro*. El cliente, desde
niño o niña, pudo haber tenido un desorden y sentirse como si él o ella fuera
responsable de cuidar a su padre o a su madre, llevándolo a conducirse como si
pensara: “Doy la vida por ti, papá o mamá.” Esta es una manera inconsciente de
actuar, y a veces se utiliza como tratando de cambiar o compensar algo ocurrido
mucho tiempo antes. El precio puede ser tener mala salud o no prosperar afectiva
o económicamente en su vida adulta. Un hijo parentalizado[*] a veces se
muestra fracasando, tratando de expiar la culpa de un pariente anterior y el final
de su Constelación puede llevar implícita esta frase: “Tú, papá o mamá das. Yo
recibo, soy el pequeño.” Se busca que los padres retomen su lugar de cuidadores
del hijo y éste el de ser cuidado por ellos.
Ejemplo: Me consultó una pareja de profesionistas que se llevaban bien y se
querían. Tenían una hija de seis años. Al cumplir 39 años él presentó,
paulatinamente, disfunción eréctil sin causa biológica alguna. Ya no tenían vida
sexual. Trabajé más de tres meses con las técnicas de terapia sexual aconsejadas
por Hellen Kaplan, sin éxito. Después, asistieron a un Taller de Constelaciones y
vimos que el padre del paciente, portugués, había sido tesorero de un partido
político muy importante en su país cuando tenía 39 años y fue engañado por un
amigo, quien le pidió una gran suma de dinero diciendo que lo devolvería en tres
días.
Pasado el plazo convenido, el padre del cliente descubrió que su deudor ya
no vivía en Portugal y él, lleno de vergüenza, temiendo la cárcel, huyó a
refugiarse en México. Varios años después, cuando reunió el dinero suficiente
hizo venir a su esposa e hijos, lo encontraron muy cambiado: estaba muy
angustiado, se enojaba y deprimía frecuentemente y apenas salía de la casa,
mientras que en Europa fue deportista, platicador y amante de la naturaleza.
Quedó claro que el cliente, al cumplir los 39 años, inconscientemente
decidió ayudar a su padre a cargar con la vergüenza y la impotencia que le
produjo el desfalco que hizo a la organización en la que militaba. En la
Constelación entendió la inutilidad de sus esfuerzos, pues su padre había muerto
12 años antes.
Varios meses después me encontré a la pareja en la fila de un cine. Si bien
no me dijeron nada, por su expresión corporal, los gestos que hicieron y la risa
de ambos, entendí que su vida sexual se había regularizado.
4. Reconocer lo que es
Se trata de que el cliente pueda aceptar destinos difíciles. El terapeuta no
justifica hechos ocurridos pero ve también el lado del victimario. Por ejemplo, al
violador hay que darle la asunción y la responsabilidad del hecho. Es importante
mostrar que entre parientes, en el fondo, siempre existe el anhelo de
reconciliación. En Constelaciones Familiares es muy importante que una
segunda esposa reconozca a la anterior como la primera.
Ejemplo: Recuerdo el caso de una paciente con artritis reumatoide, misma
enfermedad que padecen su hermana, su madre y su abuela materna, quienes
hacen vida casi normal. Pero la clienta se ha alejado de ellas y siente grandes
dificultades para adaptarse a su nueva situación. Con su trabajo en la
Constelación vio a la artritis como una parte inherente e ineludible de su familia,
entre las mujeres y aceptó que así es. El precio por pertenecer a esa familia es
tener esa enfermedad.
5. Resolución de lealtades invisibles
En una Constelación Familiar podemos descubrir que un cliente tiene una
emoción prestada[*] que no le corresponde, y le mostramos que ésta le pertenece
originalmente a alguno de sus ancestros. Llevamos al paciente, a que se dé
cuenta de que es diferente de su pariente a quien enseguida le regresa la carga
ajena*.
Ejemplo: Una joven, cuya bisabuela fue madre soltera, su abuela divorciada
y su madre viuda, tiene gran dificultad para mantener una pareja por lealtad a sus
antepasadas, quienes, en el final de su Constelación le dijeron: “Veremos con
buenos ojos si tú conservas a un hombre que te quiera y que tú quieras. Seguirás
siendo una de nosotras aunque seas diferente.”
6. Honrar a los muertos
A menudo no es necesario incluir a los representantes de personas muertas,
pero a veces sí lo es. Por ejemplo, si uno de los representantes mira hacia el piso
y a veces hacia el cielo, significa que el trabajo debe hacerse con algún pariente
difunto. En este caso, una vez que los representantes de los muertos y de los
vivos se miran, el constelador puede sugerir que se digan uno al otro: “Te llevo
en el corazón” y el vivo le pide al muerto: “Mira con buenos ojos si aún me
quedo en la vida.”
Ejemplo: Vino a consultarme un hombre que había sido alcohólico activo
por muchos años. Curiosamente, su situación económica había sido estable y
tenía esposa y varios hijos. Dos años antes él había dejado de beber, pero ella
salía con amigas y bebía algunas veces. Un año antes de la consulta, al regresar a
su casa, ella se estrelló con un poste y murió instantáneamente.
Desde entonces él cuida a sus hijos lo mejor que puede; sin embargo, su
situación laboral empeora aunque está bien preparado y no ha tomado alcohol.
En su Constelación descubrimos que, inconscientemente, piensa que él debió
haberse matado también y no ella solamente. Al final de su trabajo él se sintió
liberado, desculpabilizado y con derecho a permanecer en la vida. Por supuesto,
le recomendé una psicoterapia que le ayudará a llevar mejor su situación.
7. Mostrar a las personas su derecho a sobrevivir
El hecho de sobrevivir cuando se produce alguna catástrofe en la que otros
miembros de la familia perecieron o resultaron desafortunados no es fácil de
manejar. Por lo general, para el que se salvó resulta difícil tener éxito en el
trabajo y en la vida afectiva. Es necesario respaldar al sobreviviente y autorizarlo
a estar bien, ayudándolo a liberarse de sus sentimientos de culpa que tanto le
estorban. El caso más claro que vemos con frecuencia es cuando la madre murió
al dar a luz al hijo.
Ejemplo: Recuerdo a una pareja que llegó con su hija de 19 años, quien
llevaba varios meses con una severa anorexia que la tenía en 37 kilos, y que ya
había sido hospitalizada en seis ocasiones. Apenas coloqué a su representante,
me di cuenta de que se trataba de un duelo no resuelto.
Me dijeron que seguramente estaba equivocada, pues el único muerto que
hubo en la familia fue el abuelo materno, que la paciente identificada adoraba y
para protegerla no la habían llevado al velorio ni al entierro. En cuanto la joven
vio a su abuelo representado en el piso, pudo mirarlo, acercarse, tocarlo, besarlo
y abrazarlo. Pasó un buen rato llorando con él. Agregaron que había sido
envenado con cianuro (por su joven esposa, quien se lo suministró de poco en
poco).
El representante del abuelo dijo a su nieta: “Nada que tú hagas hoy puede
cambiar lo que ocurrió... Tu destino es diferente al mío. Yo veré con buenos ojos
si tú permaneces en la vida. No te necesito donde estoy.” En el siguiente mes la
joven subió cuatro kilos y seguía en psicoterapia.
8. Equilibrio entre dar y recibir
Es necesario procurar que en un sistema familiar haya reciprocidad y
equidad en todos los vínculos. El amor y el cuidado se transmiten, en cascada, de
los padres a los hijos. El que da exageradamente es un vampiro disfrazado y a
veces utiliza el dar, no por generosidad, sino por otras razones. Algunos dan para
evitar recibir porque si recibieran se sentirían vulnerables. El dar puede ser una
manera de buscar control, especialmente si la otra persona no puede
corresponder. El que sólo recibe y no da, va perdiendo su dignidad y al final se
enojará y tal vez se irá, pues su deuda es difícil de saldar.
Ejemplo: El clásico ejemplo de esto lo vemos en alguna pareja en la cual
ella trabaja y mantiene la casa para que él termine su tesis y se pueda graduar. Al
final de dos o tres años, resulta que él se gradúa y se siente tan endeudado por lo
mucho que recibió, que le resulta más fácil pedir el divorcio e iniciar otra
relación, pues lo que obtuvo le parece ahora una gran deuda y es más cómodo
irse que saldarla.
9. Encontrar dónde quedó el amor
Hay una conciencia colectiva inconsciente en cada familia y un gran anhelo
de pertenecer al grupo familiar. En la Constelación trataremos de encontrar el
amor que hay atrás de ciertos actos, a veces incomprensibles. Por ejemplo,
cuando un padre deja de vivir con un hijo para preservarlo en la vida o por
alguna otra razón que se descubre en la Constelación Familiar. Tal vez, antes de
comprender lo que orilló al padre a esa conducta, el hijo-cliente viva la decisión
de su padre como un abandono imperdonable.
Ejemplo: Recuerdo a una familia que se presentó porque la hija de 15 años
recientemente se había ligado amorosamente a un hombre de 40, vecino de ellos
y drogadicto. Los padres estaban muy preocupados. En la Constelación
descubrimos que hacía ocho meses que la madre había enterrado a su querido
padre y tuvo deseos de seguirlo. La conducta de la hija no era sino un acto
amoroso por medio del cual había conseguido que su madre encontrara un nuevo
sentido a estar en la vida: salvar a su hija adolescente.
10. Amor ciego o movimiento interrumpido
Se refiere a la necesidad imperiosa de un niño de ser visto, reconocido
y aceptado por su padre o su madre.
Ejemplo: Hace tiempo, cuando yo estaba dando un taller de
Constelaciones Familiares para demostrar la técnica, se me acercó un hombre
angustiado y me dijo: “Yo quiero constelar mi indecisión.” Le pedí que precisara
un poco más y agregó: “Tengo 29 años y hace dos salí del clero y no sé si
regresar o no. Estuve 12 años.” Calculé que había entrado a los 15 años, en la
edad en más debió necesitar a su padre. “Comencemos. Escoge a un
representante para ti y otro para tu papá”, le dije.
El los colocó y el representante del padre miraba a todos lados menos a
la cara del hijo quien lo buscaba constantemente. Expliqué que pondría de
rodillas al representante del cliente, para ver qué surgía. Le pregunté al cliente
cuál sería la edad del niño y me dijo: “Quince años.” Era la edad a la que se
había ido al seminario y le aclaré que no podía ser tan bajito a los 15 años. Dijo
entonces: “Tal vez cinco o seis.” El desencuentro entre su padre y él se agigantó
y le pedí al representante del niño que dijera: “Papá, por favor…” Después de
varias veces, al niño le rodaban lágrimas y el padre seguía mirando hacia
muchos lados, hasta que por fin se dirigió al hijo diciéndole: “No sé qué me estás
pidiendo… Yo fui educado así, con distancia, y creo que así tiene que ser.” El
representante del cliente niño se abrazó fuertemente al padre y lloró, mientras el
padre salía poco a poco de la incomodidad creada por la cercanía de su hijo.
Cuando el papá le tendió los brazos para ayudarlo a crecer, le dije al
consultante: “Ocupa ahora tu lugar y dime qué fue lo importante que ocurrió
entre ustedes cuando tuviste 15 años.” Se miraron a los ojos y, muy emocionado
el consultante, le dijo al representante de su padre: “No sabía cómo hacer para
que tú me vieras, te acercaras, me tocaras o me gritaras. Recuerdo cuánto te
enojaste y te dolió que yo me fuera. Por tres años no me hablaste y supe que
estabas deshecho.” Le pedí que agregara: “Lo siento, ya pagué un precio muy
alto.”
El representante del padre y el paciente se abrazaron fuertemente,
como adultos y le pregunté: “¿Entendiste?” Y él asintió: “Ya entendí todo lo que
pasó. Muchas gracias.”
11 El constelante debe estar en sintonía con su destino y responsabilidad.
El paciente tiene que verse dentro de su contexto familiar que abarca varias
generaciones (tal vez atravesó situaciones complejas) y necesita aceptar que
nada que él haga hoy puede cambiar lo acontecido. Su dignidad depende de que
asuma su destino tal como es. Por ejemplo, si un ser muy querido se suicidó, el
cliente o su representante debe acercarse al representante del suicida, mirarlo y
decirle: “Honro tu vida, así como tu muerte.” Recuerdo la frase de Braque en
Pensamientos sobre el arte: “La verdad existe, sólo se inventa la mentira.”
Ejemplo: Vi a una señora que vino a constelar con Stephan Haussner y
contó que tenía tres hijas con enfermedades muy serias, que no tenían
antecedentes en ningún familiar anterior. Stephan preguntó por las actividades de
los abuelos, y cuando ella declaró que habían sido muy ricos gracias a fincas
cafetaleras, pidió a varios hombres llegar como representantes de empleados de
aquella época. Los representantes de los cafetaleros no podían ni hablar,
simplemente se aventaban lastimosamente al suelo, llorando y quejándose todo
el tiempo.
Quedó claro que las tres nietas del rico hacendado estaban identificadas con
los trabajadores que, seguramente, recibieron trato de esclavos en aquella época.
Estas son las llamadas lealtades invisibles, que emergen durante la configuración
de la Constelación Familiar, en la que tratamos de incluir a las personas
marginadas, a las difamadas, a las personas que fueron tratadas injustamente y a
las que no fueron honradas en el sistema.
Estos son fenómenos que corresponden a lo que el psicoanálisis llama
“identificaciones proyectivas”.
Consideraciones generales
Al iniciar cualquier taller de Constelaciones Familiares pedimos a los
participantes:
Apagar el celular.
Evitar cruzar el espacio de trabajo.
Guardar silencio durante las Constelaciones.
Mantener absoluta discreción y confidencialidad después del taller.
Para comenzar, el interesado en constelar se acerca voluntariamente al
facilitador y a través de una mínima entrevista hacen un contrato, atendiendo a la
solicitud del cliente. El constelador le pregunta: “¿Cuál es el tema que quieres
trabajar?” Si la respuesta a esta pregunta no es satisfactoria, preguntamos: “¿Qué
te causa conflicto?” Si con esta respuesta el constelador todavía no tiene
suficiente claridad, puede cuestionar: “¿Qué te gustaría que cambie después de
tu Constelación?” Con una de estas tres respuestas el constelador puede
formularse una hipótesis inicial de trabajo y corregirla si hace falta. El facilitador
también puede pedir al paciente que le hable de los eventos trágicos que hubo en
sus familias paterna y materna.
No hay que explorar mucho, sino tomar en cuenta los eventos trágicos
fundamentales de la familia en varias generaciones: abortos, enfermedades
graves, muertes tempranas, asesinatos, injusticias, migraciones, miembros
excluidos, hijos adoptivos, divorcios, alcoholismo, accidentes repetidos,
adicciones, despojo de herencias, etc. Ningún detalle nos es relevante, sólo nos
interesan los hechos, más el qué que el cómo. Hacer muchas preguntas
disminuye la energía del alma del cliente. El alma trabaja más y mejor en
silencio. Buscando muchas explicaciones, se intensifica el problema. Se deben
evitar las intelectualizaciones y las interpretaciones que se presentan
defensivamente para no ver ni sentir.
El constelador no debe focalizar el problema sino la solución; clavarse en el
problema impide su resolución. El final de la Constelación Familiar debe
proyectarse hacia la vida, el futuro, los vivos y el amor. Tal vez se trabaje más
allá del contrato inicial, pero se trata de apegarse a él. Se necesita que el cliente,
el que solicita la Constelación, se acerque a este trabajo desde el corazón, no
desde lo intelectual. Los juicios oscurecen el estado natural de nuestro corazón
que es luz, sabiduría y felicidad. Desde ahí actúan los participantes en los
talleres de Constelaciones.
El constelador busca mostrar la connotación positiva del síntoma para
cambiar el estado mental del constelante con respecto a su situación, por más
difícil que ésta sea. El terapeuta debe contener, dejar fluir, tener visión
panorámica y, a veces, enfocar. Es esencial no perder de vista quién es el
consultante para quien se hace el trabajo, pues en algunas ocasiones aparecen
abruptamente personas o eventos que pudieran desviar el sentido del contrato.
Para hacer Constelaciones el terapeuta debe cubrir los siguientes requisitos:
Primero, estar convencido de la eficacia de esta técnica. Segundo, tener
estudios especializados en terapia sistémica y en Constelaciones Familiares y
haber sido supervisado numerosas horas. Tercero, estar abierto a escuchar
cualquier cosa sin juzgar la información recibida, es decir, trabajar sin prejuicios.
Un requisito para el solicitante es tener claridad sobre lo que desea resolver
con la Constelación Familiar. No se puede hacer una Constelación para
responder a la curiosidad de alguien: debe haber un deseo preciso al pedirla. Si
no hay fuerza o energía en la demanda del cliente, no se puede trabajar.
Para entender a lo que nos estamos refiriendo es necesario explicar que un
sistema familiar comprende a una persona, a sus padres y a los hermanos de
éstos, a su cónyuge, a todos sus hijos vivos, a sus abuelos, pero no a los
hermanos de éstos (a veces hay excepciones) y también incluye cualquier aborto
e hijos muertos. No pertenecen al mismo sistema los esposos e hijos de los tíos.
En la Constelación Familiar coexisten personas que ya murieron, otras que viven
y tal vez alguna que todavía no nace, todas del mismo sistema familiar. La
familia actual, esposos e hijos, debiera tener prioridad sobre el sistema biológico
o familia de origen.
La Constelación saca a la luz la dinámica oculta de una familia. En las
Constelaciones, la tarea del constelador es quitar los obstáculos y que cada uno
dé sus pasos para llegar a las soluciones. El constelador decide con cuántos
representantes del sistema familiar empieza a trabajar. Después, el paciente elige
entre los asistentes quiénes van a representar a estas personas. El constelador
pide al solicitante que ubique a los representantes en el espacio central
considerando la lejanía o cercanía entre ellos y la dirección del cuerpo de cada
uno.
El tema de la configuración inicial se explica mas adelante cuando se
describen diferentes tipos de montajes*. La configuración inicial que el cliente
realiza, con los miembros del sistema familiar que el constelador haya sugerido,
muestra cómo son las relaciones según el cliente, es decir, lo que es conciente.
Se recomienda que el constelador esté con el centro vacío[*], abierto a lo
que venga. Como ejemplo, recuerdo una ocasión en que llegó Felipe Sánchez,
colega invitado por mí, y fue elegido para representar al padre del constelante.
Felipe insistió: “Para estar aquí de pie necesito pararme sobre tres cojines.” Yo
dudaba, extrañada, y el cliente se me acercó al oído para decirme: “Mi papá fue
Secretario durante tres sexenios.”
Una vez que el cliente ha colocado físicamente lo que corresponde a su
imagen interna, el constelador pregunta a los representantes del sistema familiar
(siguiendo el orden de aparición en la vida: primero a los viejos, de la pareja
primero al hombre, de los hermanos al primogénito y luego al segundo, etc.) si
tienen alguna sensación o emoción. A veces sólo indicamos a estas personas:
“Sigan sus movimientos.” y observamos lo que ocurre para poder continuar el
trabajo y avanzar hacia la solución que vendrá poco a poco, desde lo
inconsciente del sistema. Es preciso que observemos el lenguaje corporal —del
que hablaremos un poco más adelante— aunque éste contradiga al discurso; el
cuerpo no miente.
Por ejemplo, cuando un representante se mece puede indicar la duda
entre estar en la vida o ir a la muerte, quedarse en el sistema o salir de él. Si la
dirección de los pies es hacia fuera (del sistema) también nos indica algo.
Es mejor empezar el trabajo de la Constelación con un número mínimo
de representantes e ir agregando los necesarios posteriormente. Los parentescos
se consideran en relación al cliente. Cuando el cliente coloca a dos
representantes a mucha distancia entre sí, significa que el evento a develar tuvo
lugar varias generaciones antes. Cada extensión de brazos equivale más o menos
a una generación; así podemos calcular cuándo tuvo lugar lo acontecido.
Si el planteamiento para hacer una Constelación Familiar es confuso,
pedimos al cliente que escoja a una persona que represente a su estado actual y a
otra que represente al estado anhelado y poco a poco averiguamos qué necesita
el cliente para llegar a éste.
El lugar situacional* es aquél que cada uno ocupa en la serie de hermanos o
en el trabajo de Constelaciones Familiares y determina los sentimientos. Las
frases sanadoras se formulan casi siempre en presente. Trabajamos con una
imagen atemporal, sin presente ni pasado. El consultante tiene que mirar hacia
alguna dirección o evento y el terapeuta lo acompaña, no se deja impresionar por
nada. Trabaja sin miedo ni expectativas previas. Hay que ver lo que ocurre en la
configuración del sistema familiar. El constelador debe confiar en los recursos y
las posibilidades de autosanación de cada persona. No juzgar ni poner adjetivos
a las situaciones de los clientes. Buscar algo que sea amoroso y fortalezca al
cliente. No evocar energías ni palabras que el paciente no haya dicho.
Con cada pregunta, el terapeuta va orientando al paciente hacia la solución.
A veces puede encontrarla sin enfocarse necesariamente en la naturaleza del
problema enunciado por él, a eso se le llama Constelación encubierta[*] . No se
trata de hacer las Constelaciones mecánicamente, sino en resonancia con la
persona y su sistema, guiándonos por nuestra percepción, interpretación e
intuición en relación con lo que vemos ahí mismo en la Constelación Familiar.
Los facilitadores mantienen una buena distancia con el cliente, son honestos
y rehúsan ayudar a quien no se puede. Si alguien en la Constelación Familiar se
muestra debilitado, le ponen a su linaje masculino o femenino detrás y le piden
al cliente que primero los mire detenidamente y después les diga: “En mí ustedes
siguen vivos.” Si el representante no siente a sus ancestros consigo es bueno que
éstos le toquen la espalda, o colocarlos a los lados del cliente para que pueda
verlos. Si el sistema total o el linaje masculino o femenino presenta gran
dificultad para que fluya el amor en varias generaciones, se puede colocar al
representante de un ser superior, a la imagen de luz o de la vida para que el
cliente se nutra con ello. Si alguien representa a Dios, el consultante lo mira y en
voz baja le hace una pregunta, cuya respuesta se busca en los ojos del
representante de Dios, que no habla. Después el cliente se inclina ante él, sin
palabras, honrándolo.
Si el destino del constelante fue muy trágico, puede decir a sus padres: “Por
todo lo que viví, hoy tengo la fuerza que tengo, estoy donde estoy, soy lo que
soy. De ustedes me llegó la vida y les agradezco.”
Cuando el cliente hable de un viaje que resultó fatal, se recomienda
preguntar el motivo del mismo; pudiera haber un indicio a seguir durante la
Constelación Familiar para resolver el problema de los que sobrevivieron. Si el
representante de un concepto, por ejemplo, el miedo, o el éxito, reporta
emociones, el constelador lo hace girar para darle un nuevo significado
diciéndole que ahora representa a una persona del sistema familiar, por ejemplo,
a la madre, y revisa si el paciente y el representante están de acuerdo con el
cambio.
Durante una Constelación, si el terapeuta siente confusión debe respirar
profundo, alejarse de la configuración y volver a mirar. Alejándose del sistema
tendrá una visión amplia para después focalizar lo que está ocurriendo. El
terapeuta debe tener e irradiar una actitud de seguridad, decirse a sí mismo:
“Esto es lo que hay que hacer, a veces tocar o acercarme.” El constelador debe
guardar una distancia óptima y ser neutral para poder contener, dejar fluir, tener
visión panorámica y saber cuándo y qué focalizar.
Si el facilitador habla despacio, el grupo tiene una vibración ligera y está
calmado. Debe estar sensible y abierto para no identificarse con los problemas
de los demás. Si el cliente está demasiado conmovido puede convenir dejarlo
observar, fuera de la configuración y que su representante lo sustituya todo el
tiempo, aunque generalmente conviene incluir al cliente en la última imagen.
Durante un taller de Constelaciones Familiares debemos cuidar que un
participante no sea elegido solamente para representaciones relacionadas con
destinos difíciles, haciendo representaciones de muerto, abortado, asesinado, u
otras. El constelador tratará de colocarlo también en alguna imagen final o de
solución.
Cuando el cliente dé los datos, el terapeuta no debe hacer juicios y, en
cambio, deberá buscar lo opuesto de lo expresado por el cliente para equilibrarlo.
El consultante debe integrar internamente dos aspectos opuestos; es importante
procurar que sienta el uno y el otro, casi simultáneamente. Por ejemplo: vida y
muerte, éxito y fracaso, ausencia y presencia de algo.
El facilitador lleva al cliente a mirar pues así pierde el miedo. Con los ojos
abiertos se ve la realidad. Cuando se le pida a algún participante repetir un ritual,
o decir una frase sanadora, se revisará su tono de voz, para ver si el que habla
siente realmente lo que dice. Si queda alguna duda se agrega: “Si no lo sientes,
no lo digas.” Cuando una madre viva chantajea, se le puede decir: “Querida
mamá, sabemos que fuiste una gran madre. Cuando mueras, te haremos un gran
entierro y te vamos a extrañar.”
Si el solicitante dice: “No tengo espacio” o “No sé cuál es mi lugar”, hay
que revisar la pertenencia, el orden o la injusticia cometida en su sistema. Es
importante considerar que no todo se va a solucionar del modo que el
consultante quisiera. Tal vez él no desea el cambio y no da el paso aunque el
constelador le muestre el camino. Aun así se debe confrontar al cliente con su
realidad, aunque sea dolorosa, ya que reforzar sus ilusiones no le ayuda. Al
finalizar una Constelación, a veces se le pide al cliente que escriba una carta para
deshacer algún compromiso injusto contraído con alguna persona muerta. A
veces se le recomienda ir a la tumba, regresarle las promesas (explicitas o
implícitas) y enterrarlas escritas en una hoja de papel para quedar liberado de un
pedido que no está dispuesto a cumplir.
Se sugiere a las personas que después de haber constelado no hablen sobre
el trabajo realizado durante varios días. Se explica que, en las Constelaciones, el
trabajo del alma o proceso de sanación se da en silencio y lentamente, en
relación con la imagen final o de sanación. Aconsejamos a los asistentes al taller
darse un regaderazo antes de dormir, para que descansen mejor.
Supuestos teóricos que fundamentan las Constelaciones Familiares
Tipos de montajes
La manera como el cliente ubica a los representantes que el constelador ha
pedido, se llama montaje y, de inicio, nos da una pista o hipótesis de trabajo
sobre el problema o lo que habremos de descubrir. De cualquier manera, lo más
importante es lo que los representantes van reportando respecto de sus
sensaciones corporales. También es crucial leer el lenguaje corporal de todos los
representantes, pues casi siempre reaccionan de modo inconsciente.
Hay distintos tipos de montajes:
El tipo isla, donde se ven grupúsculos, muestra la dificultad en las
relaciones de dicha familia, a veces habla de movimiento interrumpido.
El montaje muégano, donde todos se presentan apeñuscados y nos
indica la dificultad para individuarse en esa familia.
El anfiteatro, que tiene la forma de un semicírculo y aparece cuando
hubo algún miembro de la familia que fue excluido o injustamente
tratado y es como si lo buscaran. A veces se refiere a duelos no resueltos
o a un país del que procede alguien de una generación anterior.
El hijo entre los padres habla del desorden en la familia, pues el hijo
toma un lugar que no le corresponde.
El montaje de centinela es cuando aparecen una o dos personas como
“atajando” a alguien (suele ser madre o padre) que parece querer salir
del sistema o incluso de la vida.
El montaje con uno o más miembros mirando hacia abajo suele
aludir a uno o varios eventos trágicos en la familia, a veces puede ser
una situación muy vergonzosa ocurrida en generaciones previas.
Si en el montaje aparecen varios representantes mirando hacia arriba
o afuera, a menudo se trata de una familia que en otra generación tuvo
migración, o bien alguien que se quiere ir del sistema o de la vida.
Lenguaje corporal
El terapeuta debe estar atento, pues el cuerpo siempre dice la verdad desde
lo inconsciente y no puede manipularse; es más confiable que las palabras. La
percepción del representante facilita tener sensaciones y afectos ajenos porque él
está conectado con el alma del representado. Se observan, por ejemplo, las
mandíbulas que se aprietan para contener un impulso agresivo o los puños
cerrados cuando alguien desea golpear y expresar el enojo, que tal vez ni
siquiera es conciente para esa persona pero el cuerpo lo muestra claramente. Los
hombros levantados son un signo de algún miedo antiguo o permanente, por
golpes que se reciben hoy o en el pasado. Cuando un representante nos
manifiesta sensación de mucho calor, especialmente en los brazos, se trata del
afecto bloqueado que no pudo expresar la persona representada. Si da un buen
abrazo en la Constelación, desaparece el calor.
La sensación de frío en alguna parte del cuerpo generalmente está
relacionada con muerte. Mirar hacia arriba indica que alguien ya no está
interesado en lo de la tierra y quiere irse. “Del cielo que enferma y de la tierra
que sana.” B. Hellinger menciona este tema en Los órdenes de la ayuda
(Editorial Alma Lepik, 2006). Precisamente la incomodidad y el dolor de los
representantes son necesarios para que el constelador sepa hacia dónde ir. Al
final deben haber desaparecido todas las sensaciones extrañas y de malestar en
los representantes y en el cliente.
El hecho de que se vea una reacción corporal significa que el conflicto es
muy profundo: lo psicológico está pasando parte de su energía al soma.
En un taller de Constelaciones Familiares una prima mía planteo un
problema y tuvieron que incluir a un representante de su hermano a quien le
habían amputado una pierna años atrás. Lo representó un niño de 10 años que se
movía constantemente como si estuviera adolorido. Al terminar el trabajo me
acerqué curiosa a preguntarle por qué se había movido tanto. Se levantó el
pantalón y me dijo: “Cuando estuve de pie, me dolía muchísimo esta pierna que
me raspé hace varios días.” Y para sorpresa de todos, la antigua y superficial
herida sangró varias gotas.
Cuando hay una catarsis, pedimos al paciente que, aunque llore mucho,
mantenga los ojos abiertos y que respire por la boca, con lo que toma la fuerza y
regresa a ver aquí y ahora, y no se queda fijado allá y entonces. Respirando por
la boca y con mucho contacto físico se intensifican las emociones. Cuando el
cliente cierra los ojos, el constelador no puede seguirlo porque el paciente se
involucra con imágenes internas y pierde el contacto con el presente. Abriendo
los ojos el consultante regresa a la Constelación, deja la imagen interna y ve la
realidad actual.
Principios para orientar el trabajo del constelador
Se trabaja con la situación en la que hay más energía, sea la familia
biológica o la actual y sólo con uno de los diversos temas planteados por el
cliente, buscando el amor en los actos que aparezcan en una Constelación
Familiar, sean los que fueren.
Todos somos igualmente víctimas y victimarios, sucesivamente, según
las circunstancias. Al final, en la muerte, nos unimos en un mismo
destino.
La rigidez y el castigo no deben ser mayores que el vínculo y el amor.
La reconciliación entre miembros de generaciones pasadas tiene
efectos en el presente y en el futuro.
Quien mira hacia lo temido deja de temerle.
Una mamá que no fue mirada por su propia madre difícilmente ve a su
hija. Una Constelación Familiar con esta problemática nos llevaría a
trabajar con una o dos generaciones previas a la del cliente. Sólo hay que
ver lo que es.
Primero se toma a los padres y luego se los honra. Eventualmente se
puede dejar lo que ya se tomó.
Querer a una persona significa respetar todo su pasado y su familia.
En cuanto a los secretos, cuando lo oculto sale a la luz (sea lo que
fuere) los miembros del sistema se tranquilizan. Los secretos son como
cargas, nos vuelven vulnerables, pues tememos que se descubran. En
Constelaciones, algunos secretos se abren y otros no. Esta decisión se
toma pensando siempre en relación al consultante, preguntándose:
“¿Develar el secreto lo debilita o lo fortalece?”
Cuando el representante del paciente tiene un sentimiento muy fuerte o
violento, a menudo significa que es ajeno al cliente, es adoptado, y que para
sentirse mejor debe regresarlo más atrás, a otra generación, a quien perteneció
originalmente. Si el cliente no quiere regresar la carga[*] le sugerimos que diga:
“Me doy cuenta de que me quedo con esto que no es mío, aunque te robe tu
dignidad (dirigiéndose a la persona a la que eso pertenece originalmente) y yo no
pueda florecer[*]. En Constelaciones, el enojo, el desafío o la rabia,
pueden suavizarse con una frase bien elegida o una posición corporal adecuada.
Antes de abrir un ciclo nuevo, se debe cerrar el anterior, por ejemplo, para
vender una casa, dejar a la pareja, cambiar de trabajo, de país, despedirse de un
síntoma o una enfermedad.
Con respecto a cada una de estas situaciones, que serán representadas según
la solicitud del cliente, han de seguirse estos cinco pasos:
1. Mirar
2. Reconocer
3. Agradecer
4. Honrar
5. Dar la espalda (a manera de despedida)
Necesitamos humildad[*] para respetar la fuerza que organiza al sistema en
el que cada miembro tiene el mismo peso. El terapeuta debe empatizar con todo
el sistema y, muy especialmente, con algún excluido o tratado de manera injusta.
Lo que se pretende olvidar es lo primero que se recuerda. No conviene
luchar contra el destino, se necesita aceptarlo, sólo hay conflicto cuando hay
oposición. Lo que no se toma se reprime y persiste por mucho tiempo. Después
de un evento agresivo es normal que alguien sienta rabia y, si no la puede
expresar, a menudo muestra tristeza o ansiedad. Detrás de la rabia
frecuentemente hay tristeza, soledad, vergüenza o dolor. En el fondo siempre se
desea la reconciliación y la paz con los miembros de la familia, aunque muchas
veces se demuestre lo contrario.
Si notamos que aún no es tiempo, pedimos al cliente que diga: “Quisiera
acercarme, pero necesito más tiempo...” Se le responde: “Toma tu tiempo. Aquí
estaré.” El enojo sirve para mantenernos en la vida, ocultar la tristeza o evitar el
dolor. Las lágrimas pueden ser para resolver y soltar el dolor o para acompañar
al odio o al coraje. En un abrazo que se dificulta puede haber una tercera persona
puenteando (tocando a ambos) para que se dé una unión sanadora; por ejemplo,
una madre autorizando que el hijo se acerque al padre.
Si una persona ha fungido como pareja de su padre, como mamá de sus
hermanos o como adulto antes de tiempo, al tener sus propios hijos a menudo
carecerá de energía afectiva para responderles. Cuando en una familia hubo
migraciones se ven lealtades hacia el país que se dejó, que pueden repercutir
sobre varias generaciones posteriores a la del emigrante, es decir, influir de
modo incomprensible en algunos miembros de la familia. Esta situación puede
aclararse en una Constelación Familiar.
Si el paciente está bloqueado durante su Constelación Familiar, la sanación
puede llegar a través del cuerpo si el cliente hace tierra[*] (golpean do el piso
con los pies) y a veces siendo tocado por el facilitador en la espalda
enérgicamente. Los eventos dolorosos bien integrados pueden fortalecernos
como ocurre cuando un adicto se recupera. A menudo la imagen de solución
incluye a la familia actual y aspectos como el futuro, la salud, los proyectos, la
oportunidad, y la vida, que cuando están representados suelen decir: “Estoy
disponible para quien se me acerque.” Conviene confiar en que el Universo nos
envía dificultades que podemos resolver. El que tiene un problema, también
tiene una solución. El facilitador señala la dirección y el paciente decide si
camina o no en esa dirección. No sólo es importante la Constelación Familiar,
sino también el trabajo interno posterior que haga el constelante atendiendo a los
movimientos que se generaron a partir de la imagen de solución. Si las personas
se abren, empieza el movimiento del alma; con valor y paciencia ocurrirán las
cosas como se muestra en la imagen de solución.
Sistematización temática
1. Excluidos
Si alguno de los hijos tiene cualidades diferentes y especiales, tal vez esté
representando a alguna persona que enfermó, murió o fue excluida del sistema.
El miembro excluido siempre es reivindicado por el sistema, aunque sea en una
generación posterior. Siempre tratemos de encontrar algo afectuoso atrás de
situaciones incomprensibles o extrañas.
Recuerdo el caso de una consultante obesa que se preguntaba por qué no
tenía pareja. En su Constelación, muy pronto apareció la importancia del
suicidio de su padre y ella me dijo que toda la familia lo había castigado porque
él se había matado 25 años antes, y no le habían puesto una lápida ni su nombre
donde lo sepultaron. Le recomendé que hablara con sus hermanos y su mamá de
la importancia de aceptar la decisión de su padre. Al cabo de dos años lo habían
visitado en el panteón. Ella había bajado 30 kilos y se había casado.
2. Víctimas
La culpa por la fechoría que alguien hizo no se puede evadir, pues el alma
del victimario perdería dignidad y fuerza. Todos somos culpables de una u otra
manera siempre que vivimos, lastimamos a otros, aunque muchas veces, esto sea
sin proponérnoslo. El cliente debe encarar las circunstancias tal como son; cada
uno tiene su destino. Una ofensa puede ser grave o no tanto, pero la problemática
es mucho mayor si recordamos constantemente el hecho ocurrido. Lo que
aconteció en el pasado sólo está en nuestra mente, y cuando hablamos de ello lo
energizamos. Cuando una mujer se relaciona con hombres que la maltratan y
rechazan y se aburre con otros que la quieren bien, generalmente es por una
doble identificación que tiene, por ejemplo, con su padre golpeador y su madre
sometida.
Del pasado podemos tomar fuerza y recursos si vemos hacia la dirección
correcta. A menudo, en Constelaciones Familiares encontramos que los sanos se
sienten responsables de los enfermos, los vivos culpables por los muertos, los
inocentes purgando a los culpables y los contentos, tristes por los infelices. Los
terapeutas consideramos de modo especial a los injustamente tratados, los
excluidos, los exiliados, los encarcelados o a las personas con destinos difíciles,
como por ejemplo aquellos que han vivido la orfandad temprana, que han
atravesado situaciones de guerra.
Los nietos o bisnietos tienen que expiar a los abuelos o bisabuelos en
opulencia. Los descendientes de ricos pierden la fortuna por el sentimiento de
culpabilidad aunque este no sea consciente. La riqueza se mantiene si se utiliza
para un bien mayor, como para crear fuentes de trabajo, por ejemplo. En cambio,
si la riqueza costó vidas humanas, algunos descendientes serán jalados por las
víctimas para dilapidar la fortuna heredada. Los héroes y las heroínas son hijos
de papá o de mamá, ya que por amor llevan a cuestas el destino ajeno; es una
razón para no florecer ni tener una familia propia.
En Constelaciones Familiares se dice que el criminal o culpable tiene su
dignidad, la cual es correspondiente al peso de lo que hizo. La dignidad es igual
a su fechoría y la culpa que va cargando, al aceptarla, tiene un efecto positivo
sobre su crecimiento; si no la asume, la conducta puede repetirse. Asumiendo la
culpa se puede sublimar y prevenir la repetición del acto. El alma del asesino
tiene que encontrarse con la del muerto para que ambos descansen. Esa imagen
ayuda a los vivos. El victimario dice: “Desde que te maté estoy medio muerto,
aunque esté vivo.” La víctima y el perpetrador encuentran la paz cuando están
unidos después de haberse visto. La conciliación viene después.
Los que cometieron algún acto condenable y lo niegan se vuelven muy
duros y un hijo o nieto suyo puede volverse loco, como el perpetrador lo haría si
se diera cuenta de lo que hizo y de sus consecuencias generales.
3. Parejas
El vínculo de la pareja es más importante que el de un padre y su hijo. Un
miembro de la pareja podría decirle al otro: “Te tomo con la fuerza que te guía a
ti y a mí. Te tomo con lo bueno y lo no tan bueno, con tu destino y el mío.” No
deberíamos gastar energía en desear cómo debería ser el otro, demos la
bienvenida a lo que es, como es. Querer a un hombre significa también respetar
todo su pasado, no hay que competir con lo previo, ni conocerlo al detalle para
honrarlo.
Para mantener una pareja hay que honrar el sistema propio y el de su pareja,
alejarse de la familia de origen y crear su propio sistema. El precio de este
alejamiento es que, a veces, los miembros de la pareja se sienten culpables o
traicioneros respecto a la familia biológica. Es muy importante que los miembros
de la pareja puedan compartir las desgracias de ambos y la tristeza de un aborto,
por ejemplo.
Algunos tienen la ilusión de que la pareja les dará lo que no recibieron de
sus padres y a la vez, paradójicamente, van a impedir que su pareja resulte mejor
que sus padres. En la pareja se dan vínculos condicionados, se trata de un
intercambio. La persona se enamora porque quiere ayudar al otro e
implícitamente tiene la intención de cuidar al niño abandonado que es su pareja.
Esto puede ser un pacto recíproco, no explícito.
En una pareja el hombre es el importante, le da dirección al sistema. La
mujer es la central, es el eje para que funcione internamente el sistema. La
energía fluye de lo masculino a lo femenino. El hombre tiene la energía
manifiesta y la mujer la más sutil, excepto si ella tuvo un destino difícil. Se
honra el destino más pesado. Se refiere a las adversidades enfrentadas como, por
ejemplo, nacer entre dos niños que no se lograron, haber sido huérfano
temprano, etc. El hombre influye en cuanto al país de residencia y la religión de
la familia. La mujer procura la cohesión, la nutrición y las relaciones de la
pareja. Cuando el hombre sigue a la mujer, por ejemplo, para ir a vivir a otro
país, en el aspecto religioso o en cuestiones de trabajo, él no puede florecer ni
desarrollarse y generalmente la pareja se desintegra.
El acto amoroso formaliza la situación de pareja: tiene que ver con el
corazón y la genitalidad ejercida. La pareja actual debe honrar a la anterior. “Tú
me puedes tomar como tu mujer y yo soy tu hombre” y viceversa. La mejor
pareja está formada por la hija que pudo tomar a su madre[*] y un hijo que tomó
a su padre, éste, mirando a su pareja dice: “Tengo padre y ahora te puedo tener
como una mujer” y viceversa. No se puede tomar verdaderamente una pareja si
no hemos aceptado profundamente a papá y a mamá. En general, ningún vínculo
posterior se logra, si no se ha resuelto el anterior.
Una intervención terapéutica y provocativa es: “Tu relación no tiene
oportunidad, disfrútala mientras dure”, a modo de prevenir el desenlace. Se dice
generalmente cuando algún soltero mantiene una relación con una persona
casada. El permanecer mucho tiempo en unión libre puede ser una forma de
continuar la fantasía de ser adolescentes, o de esperar por si aparece alguien
mejor; de cualquier manera implica una falta de compromiso.
Los hijos compartidos crean un nuevo vínculo, más allá del amor o del
desamor. A veces hay que fortalecer a los hombres para que realmente puedan
tomar el rol de padres. Si no sienten a sus ancestros a sus espaldas no pueden
tolerar el amor ni a la mujer junto a él. Si el hombre o la mujer están debilitados,
veamos en su linaje masculino o femenino, varias generaciones anteriores, para
que en el taller tomen la fuerza y energía que les falte. Los miembros pueden ser
alineados atrás de él o colocarlos en forma de caracol rodeándolo. Lo mismo
ocurre con la mujer: si no siente a las madres previas de su linaje, no puede
hacer pareja, pelearse ni reconciliarse en un nivel físico y emocional profundo.
4. Infidelidad
La infidelidad sirve a menudo para:
Mantener a la pareja ocupada en la vida, con celos y enojo para que no
vaya a la muerte.
Como búsqueda del padre o la madre.
Para mantener el equilibrio entre dar y recibir.
Una persona no debería comunicar la infidelidad su pareja. Es un asunto
privado, a menos que haya un acuerdo previo entre los miembros de la pareja.
Algunas personas hablan de esto para aligerar su sentimiento de culpa pero
debería evitarse. Este sería uno de los pocos secretos que deben ser guardados. A
menudo las parejas hablan para quejarse, exigir, pedir y culpar, con lo que
pierden fuerza. El alma trabaja más en silencio; a veces una mirada puede llevar
a una revinculación. En una pareja, uno de ellos podría decir: “He cometido una
injusticia contigo. Asumo las consecuencias. Siento el dolor que con ello te
causé. Ahora nos perdonamos mutuamente, nos reconciliamos, comenzamos de
nuevo.” Eso implica que el motivo de la gran discusión no se toca más. Es parte
del pasado.
Si una mujer cometió una infidelidad de la que nació una hija puede decirle
a su hija: “Fui culpable pero las consecuencias son buenas. Asumo mi
responsabilidad y quizás tenga que separarme de mi esposo. Tu eres una
consecuencia preciosa del pecado.”
5. Divorcio
Causas del divorcio
Las causas del divorcio son diversas; a continuación enumeraremos algunas
de ellas. A veces, en una pareja se da una crisis para que uno de los miembros se
desarrolle y deje de ser ayudado. El divorcio puede ser un camino de
crecimiento. La dignidad de un ser humano no permite permanecer con alguien
que se quiere ir. El final de la pareja se da cuando una o las dos personas ya no
pueden crecer juntas. Si un miembro de la pareja quiere terminar la relación, ésta
ya se acabó. Si una relación es destructiva, es mejor terminarla para proteger el
modelo de pareja frente a los hijos. Un tema importante en la pareja es el manejo
de la distancia y cercanía; si no lo saben tal vez pelean para separarse sin culpa.
Un aborto o la enfermedad grave de un hijo pone a prueba a la pareja, que a
veces no puede vivir el duelo y se separa como una expiación por lo ocurrido.
Una razón para el divorcio puede ser que uno de los dos decida no tener
hijos porque así también cancela la paternidad de su pareja. En el caso en que
ésta acepte esa situación de no tener hijos podría decir a su pareja: “Es un regalo
especial que te quedes conmigo aunque yo no quiera engendrar un hijo. Lo
reconozco profundamente. Podrás contar conmigo de manera muy especial.” En
una pareja, cuando uno de ellos recibe demasiado se crea una situación difícil,
pues en vez de que aparezca la gratitud se produce el enojo en relación a lo que
se ha recibido.
Terminación de la pareja
Al concluir este tipo de relación es importante que los hijos sepan que los
problemas entre sus padres no son su responsabilidad y que pueden mantener
vínculos amorosos con ambos padres. Algunas frases sanadoras contribuyen a
que los hijos se sientan en paz, a pesar del divorcio. Para finalizar una pareja es
importante que sus miembros logren despedirse, una forma es diciendo, uno por
uno: “Agradezco lo bueno que tuvimos, especialmente los hijos. Tomo la mitad
de responsabilidad de lo que no funcionó entre nosotros. Te entrego los sueños
que ya no vamos a compartir y, por mí, tú ya eres libre.” Cuando la pareja se
separa, ambos pueden decir: “Siempre te veré en los ojos de nuestros hijos.” La
mujer le dice a su ex marido: “Estaba enojada porque heriste mi orgullo, pero
también me diste oportunidad de mirarme.”
Para cualquier hijo es sanador ver en la Constelación a los padres
cercanos entre sí, no importa si ya están muertos, distanciados o divorciados, y
que ellos le digan: “Cuando te procreamos estuvimos muy juntos y nos
queríamos.” Los padres próximos al divorcio hablan con su hija o hijo:
“Seguimos siendo tus padres. Estoy a tu lado como tu madre o como tu padre.”
Una mujer puede decirle a su hijo: “Aunque esté separada de tu padre, lo
reconozco como tu papá y como mi primer compañero.”
Una madre diría a su hija: “Quise mucho a tu padre y en ti lo sigo
queriendo. Yo soy la grande y tú la pequeña.” Si se pregunta a los niños con
quién quieren vivir, en caso del divorcio, generalmente contestan que con el
padre más débil o con el que ha sido injustamente tratado. La lealtad de un hijo
puede ir hacia el padre al que ve con menor frecuencia. Lo mejor para los hijos
es que permanezcan con el padre que puede respetar más al otro y, de
preferencia, mantenerse todos los hermanos juntos en una misma casa. Al tomar
una decisión sobre con quien va a vivir, el hijo deberá hablar con sus papás
explicándoles: “Me quedo con mamá, mi lugar es aquí. Me quedo con ella,
aunque tú te vayas. Papá, mírame con buenos ojos.” El papá autoriza diciéndole:
“Tu lugar es al lado de mamá.” Impedir que un hijo vea al otro progenitor es un
crimen moral y a veces legal. Las herencias económicas pertenecen a quien las
recibe. En cuanto a los bienes adquiridos mientras fueron pareja, sería justo que
se quedara cada uno con 50%.
Familias reconstituidas
Ningún vínculo posterior se logra si no se ha resuelto y reconocido el
anterior. Resolver se refiere a reconocer lo que fue, agradecer lo positivo que
hubo, asumir la responsabilidad compartida de lo que no se pudo lograr y
despedirse sin rencores. Se puede edificar una nueva relación, pero no sobre las
cenizas de la anterior, sino sobre lo que uno ha creado previamente. En este
sentido se dicen frases sanadoras que ayudan a reconocer lo que es.
El marido puede decir: “Ella es mi segunda esposa y les pido que por favor
la traten bien.” o “Mira, ésta es mi nueva mujer. Con ella tengo estos hijos. Por
favor míranos con buenos ojos.” Permanecer en el enojo con alguien es una
forma de atadura. Sólo el amor concede la libertad. Cuando una segunda
cónyuge ataca a la primera, está empujando al marido hacia el primer vínculo.
La segunda pareja debería pensar o decir en la Constelación Familiar a la
primera una o varias de las siguientes frases. “Te doy las gracias por haberme
hecho espacio. Tú fuiste su esposa antes que yo. Te honro como su primera
esposa. Yo apoyo a mi marido para que él pueda criar a tu hija. Tú lo perdiste, yo
lo gané. Lo tendré por un tiempo y tarde o temprano lo perderé también.”
Una mujer diría a su ex pareja: “Reconozco tu grandeza. Te respeto en
nuestro hijo. Éste es mi nuevo compañero ahora y esta es nuestra hija pequeña.
Mírala con buenos ojos y a nosotros también.”
En una pareja de segundo matrimonio, la hija de esta segunda unión diría a
su padre: “Mírame como tu hija, yo te tomo como mi padre. Esta es mi madre,
yo soy su hija. Con tu primera mujer no tengo nada que ver. Yo me atengo a
ustedes dos.”
La hija le dice a la madre: “Tú eres la única verdadera para mí. Con la
primera mujer de papá no tengo nada que ver. Por favor mírame como tu hija y
yo te tomo como mi madre. Tú eres la grande y yo la pequeña.” La paternidad no
tiene que ver con lo moral, sino con dar la vida. El divorcio es una oportunidad
para que cada uno sepa quién es y cómo es sin el otro; puede ser un camino de
crecimiento. Un segundo esposo se dirige al primero: “Tú eres el primero. Yo, el
segundo. Por favor sé afable.”
6. Padres e hijos
Según las Constelaciones Familiares hay que honrar a nuestros padres, lo
que es fundamental para florecer en la vida. Los hijos por amor actúan
inconscientemente lo que los padres necesitan o niegan. Si los padres sienten un
gran dolor, sus hijos no pueden crecer fácilmente, pues se sienten culpables. Es
tan importante pertenecer al sistema familiar, que muchos hijos declinan florecer
para no superar a sus padres, hermanos o primos y evitando ser diferentes.
Si alguien se considera mal nacido, por ejemplo, cuando fue del sexo
indeseado por los padres, puede ser acunado por varias personas que le dan la
bienvenida al mundo. Los hijos regresan como carga un aspecto o sentimiento a
los padres o a los abuelos y pueden añadir: “Necesito mis manos libres para mi
vida y mis proyectos.” Los hijos parentalizados no pueden ser tolerantes con sus
propios hijos. Ponemos a la representante de su madre atrás de él y así
impedimos que el hijo se ocupe de la madre. Qué podemos entregar a nuestros
padres, ¿qué nos estorba y nos impide hacer pareja? ¡Entreguemos la carga
ajena!
Si el hijo toma los méritos de los padres se producen consecuencias
negativas al tomar el derecho sin pagar el precio, por ejemplo, en el caso de
herencias. Cuando los hijos, por amor, toman el sufrimiento del padre, le restan a
él fuerza y dignidad sin beneficio para ninguno. El hijo va perdiendo su propio
destino. Cuando el hijo abraza en Constelaciones Familiares a su padre que fue
asesino, el hijo ya no tiene que convertirse también en asesino; le deja la
fechoría al perpetrador. Una mamá que no fue mirada no puede ver a su hijo. Le
pondremos atrás primero a una mamá que la mire a ella, y posteriormente podrá
ver a su hijo.
El derecho y la justicia se trabajan en las Constelaciones Familiares para
que haya equilibrio. Un pleito constante con el padre es igual a una conexión
muy fuerte y a veces se refiere a una lealtad invisible[*] hacia algún miembro de
generaciones anteriores, que por alguna razón está excluido del sistema; por
ejemplo, cuando un hijo está identificado con una pareja anterior del padre o de
la madre.
Si la hija pone distancia, por miedo, entre ella y papá, esa es la distancia que
habrá entre ella como mujer y los hombres de su vida. Si no arregla la relación
con su papá, más tarde le será difícil conservar a una pareja. Lo que rechazamos
con más vehemencia, sobre todo si proviene de nuestros padres, es justamente lo
que vamos a tener en abundancia, pues cuando lo rechazamos ya se trata de una
proyección. En la Constelación Familiar si la fijación afectiva es muy grande
con la madre, se diluye trayendo a una abuela y bisabuela, para que se sienta el
linaje femenino. Si una mujer no pudo tomar a su madre, le conviene ser rodeada
por otras mujeres o apoyarse en ellas; quienes representan a sus antepasadas le
darán energía y seguridad. Lo mismo para los hombres con otros hombres.
A menudo los hijos únicos reciben miradas en exceso y eso les dificulta
florecer. Cuando una madre (o padre) ve exageradamente a un hijo, realmente
está mirando en él a algún hermano(a) o a alguno de sus padres. Cuando un
padre, en la Constelación Familiar no puede acercarse o ver a un hijo, no
significa falta de amor, se trata de un enredo sistémico[*]. Su energía está
comprometida más atrás. Para favorecer el acercamiento entre padre e hijo se
necesita develar la dinámica oculta, como cuando este hijo se identifica con
alguien que fue ignorado, no fue reconocido, a quien no se le ha agradecido por
lo que hizo o que fue ignorado precisamente por lo que hizo (a veces es por algo
que se consideró vergonzoso en aquella época).
Todas las madres tienen una parte de buen corazón y quieren ver a sus hijos
felices, aunque tal vez desde la apariencia puedan desear algo diferente. Según
las situaciones, se adecuan las frases sanadoras. A continuación se enumeran
varias para que el lector comprenda cómo ayudan al solicitante a resolver su
situación, según sea lo que éste requiera poner en orden.
Frases que los padres dirigen a los hijos
“Yo soy el grande, tú la chica.” “Los grandes bendicen a los pequeños, los
hijos honran a los padres.” “Hubiera querido hacerlo mejor, hice lo que pude.
Tuve que irme.”
Un padre a un hijo nunca le pide perdón, pues el hijo no tiene derecho de
absolverlo. El padre puede decir: “Lo siento mucho, no me di cuenta cuánto te
lastimé, no había podido verte.”
Si no llegan a la reconciliación total uno de ellos dice: “Quisiera acercarme
pero necesito más tiempo.” Un hijo podría decir: “La violencia la dejo contigo.
De ti tomo la vida y te la agradezco.”
Si hay una gran dificultad en el vínculo de madre e hijo, se puede pedir a la
representante de la madre que diga: “Te llevé en el vientre por nueve meses...”
Las mujeres somos responsables de qué transmitimos de la imagen del
padre y de cómo lo hacemos, independientemente de que esté presente, ausente o
muerto. Una madre le dice a su hijo: “Yo te enseñé a querer a tu padre, que te dio
la vida. Sin él, no estarías aquí.”
Frases que los hijos dice a los padres
Si el cliente insiste en perdonar a mamá o papá, sugerimos que diga: “Te
perdono, papá, de corazón. Me pongo por encima de ti.” También podemos
colocarlo en postura islámica, acostado boca abajo con los brazos extendidos y
palmas hacia arriba. Esta postura ayuda a disminuir la arrogancia.
Los hijos que han golpeado a su progenitor no florecen en la vida. Se les
puede pedir que digan: “Antes de ir hacia ti, mamá o papá, me quedo sola,
aunque me vaya mal.”
Si el padre es viejo, el hijo puede decirle: “Te cuidaré de la manera más
conveniente, como yo pueda y como yo quiera.”
El hijo dirá a sus padres: “Tomo la vida de ustedes, tal como la recibí, con
sus limitaciones.” “Te tomo tal como eres, papá y te dejo tus fechorías.” “Para
mí eres el único verdadero y el correcto.” “Tomo lo que de mis padres recibí.
Los honro y procuraré que de mí pase a otros.”
Una hija que haya sido la predilecta de papá, a veces, ya adulta no puede ser
pareja de otro hombre y le dice al padre: “Disfruté siendo tu consentida y pagué
un precio por ello: perder a mamá y a mis hermanos.” En la Constelación tiene
que honrar profundamente a la madre.
Una hija a su madre le podría decir: “Mi amor por papá fue tan grande que a
ti te perdí en el camino.” La hija con un padre violento o distanciado puede
decirle: “Tomo lo bueno que me llegó de ti y lo que no me sirve, te lo dejo.” “Tú
eres el grande, yo soy la pequeña.” “Dame tu bendición para vivir una vida
plena.” “Por favor, bendíceme.”
Un hijo le dice a su madre: “Tomo todo lo bueno y lo no tan bueno, al
precio que te costó y que me cuesta a mí. Voy a hacer algo bueno de mi vida para
honrar a ti y a papá.”
El hijo se dirige a sus padres, hablándole primero a su padre y después a los
dos al mismo tiempo: “Gracias porque a través del amor a mi mamá me diste la
vida. Haré algo bueno para honrarlos. Por favor mira con ojos amorosos si me va
bien y triunfo.”
“Tomo la vida al precio que me cuesta y al precio que les costó, aunque es
muy alto. La tomo tal y como me viene dada. Soy su hijo, el adecuado para
ustedes”. Esto se dice cuando alguien padece alguna enfermedad familiar y con
esto la acepta.
El hijo también puede decir: “Si ustedes son mis padres y soy como ustedes,
todo lo que estaba en ustedes también está en mí. Estoy de acuerdo en que sean
mis padres, con todas las consecuencias que esto tenga para mí (enfermedades,
maltratos, desamor). Tomo lo bueno que me dieron, la vida, que es lo más
importante, el mejor regalo que recibí y me basta. El resto lo hago yo y ahora los
dejo en paz y confío en que ustedes llevarán nuestra suerte de la mejor manera.”
Frases que el constelador les pide a los hijos que digan en relación a sus
padres.
Los padres obtienen su grandeza a través del reconocimiento de los hijos y
viceversa. Tomar a los padres en Constelaciones es igual a tomar la vida, con lo
positivo. Por las cosas negativas ya hemos pagado el precio, que es el
sufrimiento. El no tomar a uno de los padres lleva a la depresión. Lo importante
es que nos dieron la vida.
Si el hijo está muy reticente a tomar a su padre, podemos decirle: “Éste es el
único padre para ti: ¿lo tomas o lo dejas?” A veces conviene que el constelador
guíe al cliente a subrayar lo obvio: “Tengo la mitad de mamá, la otra de papá.”
Frases intercambiadas entre padres e hijos
Un padre golpeador podría decir: “En mi linaje aprendimos la violencia, así
somos, no nos ha traído cosas buenas, hubiera querido ser diferente.” Y el hijo
contestaría: “Estoy resentido por tu violencia, y te agradezco que me hayas dado
la vida.”
La madre a un hijo o hija: “Si tú quieres ser como tu padre, estoy de
acuerdo. Todo lo que tienes de él, lo amo en ti.” En cada una de las células
traemos la energía que fue grabada de nuestros ancestros. El hijo habla con sus
papás: “Mamá o papá, tómame como tu hijo. Tú eres la mamá, yo soy el hijo. Tú
eres la grande, yo el pequeño. Tú das, yo recibo.” Este hijo puede agregar: “Tú
eres el adecuado para mí y puedes tomarme como tu hijo. Yo soy tu hijo, por
favor, mírame como tal. Desde ahora te llevo como mi papá, al que honro.” El
padre o la madre le responden: “Te tomo como mi hija y te llevo en mi corazón,
como tu padre o madre.”
Si hay una carga se le dice al cliente: “Devuélvela adonde pertenece.” Si el
cliente no puede, a manera de desafío terapéutico, se le pide que se dirija a la
persona que es el dueño original de la carga y le diga: “Lo cargo con gusto por
ti.” Cargar algo ajeno hace al que lleva la carga sentirse especial. Se le pide que
agregue: “Aunque arruine mi propia vida, lo sigo cargando, aunque no florezca.”
Si el cliente se decide al cambio, dirá: “Necesito las manos libres para mi
vida, mi trabajo, mis hijos, etc. No tengo el derecho de cargar tu destino, sólo el
mío. Por favor toma lo que te pertenece. Lo cargué por amor y lo devuelvo igual
con amor.” El padre puede responder “Con ello recupero mi dignidad.”
7. Hijos adoptivos
Los padres adoptivos son los representantes de los biológicos. Si quieren
adoptar un hijo, deberían ponerse en el lugar del niño y preguntarse qué es lo
mejor para él. Para B. Hellinger, el niño huérfano temprano, debe ser criado de
preferencia por alguien de su familia, como sus tíos o abuelos, y si esto no es
posible, a veces se sugiere que permanezca en una institución. Las adopciones
inadecuadas, las que se llevan a cabo más por satisfacer el narcisismo de los
padres adoptadores que por responder genuinamente a las necesidades del niño,
no honran la fuente de vida, rompen el orden en el amor y pierden de vista al
adoptado. No debe adoptarse a un niño de otra etnia porque es estrafalario y
omnipotente. El hijo adoptivo pierde su linaje real, aunque tiene energía de los
padres adoptivos. En las Constelaciones Familiares, los padres adoptivos deben
agradecer a los biológicos y viceversa. Cuando sólo un miembro de la pareja
desea la adopción, puede ser un riesgo para la relación de pareja. Tal vez la
mujer se siente incompleta sin hijo y cuando por fin lo recibe, a menudo el bebé
y la madre quedan demasiado cercanos y el esposo desplazado.
Al final de una Constelación, el hijo adoptivo dice: “Tengo cuatro padres.
Tomo la energía de todos ellos y la de mis múltiples ancestros. A quien sea le
puedo decir que soy adoptado.” Los hijos adoptivos pertenecen a dos sistemas
familiares y después de una Constelación Familiar donde se ha puesto orden,
pueden entrar y salir de ambos. Si la adopción es realmente desde el amor,
incluye la posibilidad de que si aparecen los padres biológicos, durante los
primeros años, los padres de crianza devuelvan al hijo adoptado. Los padres
adoptivos podrían finalizar un trabajo de Constelación diciendo: “No eres hijo
mío, nunca lo fuiste. Te deseo lo mejor de todo corazón y te dejo con tu madre o
con tu padre.” El hijo diría: “Lo siento, ahora me voy con mi madre biológica.”
Los padres biológicos le dirían al hijo ya adoptado por otra pareja: “Te he
perdido y lo asumo.” El hijo diría: “Recibo la vida de ustedes. Pero ahora voy
con mis padres adoptivos que me mantendrán en la vida.” La madre adoptiva le
dice a la biológica: “Lamento mucho lo que habrás sufrido. Nos contaron cosas
de ti, pero la verdad sólo tú la sabes. Para mí siempre fuiste su madre y estuviste
presente.”
8. Abortos
Hacerse cargo de la responsabilidad es igual a asumir la culpa.
Recomendamos vivir el dolor para poder repararlo sanamente. El aborto se
resuelve en el dolor, no negándolo. En el corazón de los padres el abortado tiene
un lugar, el que le habría correspondido en la serie de hijos. Si hay mucha carga
emocional, se puede recomendar a los padres pasear (metafóricamente) al niño
no nacido durante un año, pensándolo en todas sus posibilidades. También se
puede recomendar un ritual en el que la pareja escribe una carta al bebé no
nacido y después la coloca cerca de una planta. La madre o el padre le dicen al
niño no nacido por aborto provocado: “Tuve la fuerza para concebirte pero no
para conservarte. Tú lo diste todo. Yo lo tomé todo. Lo siento.” Los padres
dicen: “Lo hicimos juntos, lo llevamos juntos. Así lo decidimos y asumimos las
consecuencias.”
En el aborto provocado la decisión final la tiene la mujer. Esa decisión, o
responsabilidad, no se divide. Cada uno de los padres toma el 100% (aunque
esto sume 200). Una de las frases que se pueden decir es: “No te quiero, eres una
carga para mí, mi vida es más importante que la tuya, no me siento preparada.”
El bebé acepta su destino. Si en la Constelación está representada la pareja, sus
miembros se miran entre sí y después se despiden del no nacido diciéndole:
“Tienes un lugar en nuestro corazón. Te tomamos como nuestro hijo. Siempre
serás nuestro hijo.” “Ahora somos tus padres. Te tomamos como hijo y
reconocemos que hayas hecho sitio para que a nosotros nos vaya mejor.” Si la
madre ve al hijo abortado, asume su responsabilidad, lo toca y lo llora, la culpa
disminuye. Un cónyuge a otro: “Los dos lo llevamos juntos. En ese momento
consideramos que era lo mejor que podíamos hacer.” Con las manos de ambos
padres en la cabeza del niño no nacido le dicen: “Te damos la bendición. Eres
parte de la familia. Tienes un lugar en nuestro corazón.”
Si después de un aborto provocado hubo otro hijo, la madre dice al
abortado: “Después de ti, pude dar vida. Éste es tu hermano, el segundo.” El
hermano segundo dice: “Tú eres mi hermano y te fuiste, yo me quedé. Mírame
con ojos amorosos si a mí me va bien en la vida. Me inclino con respeto ante tu
destino y seguirás siendo mi hermano.” Los hermanos del niño no nacido a veces
también están involucrados porque, después de un aborto, es difícil para esos
padres ver y recibir al siguiente hijo vivo.
Por ejemplo, cuando alguna persona nace después de que sus padres
perdieron a un hijo que no nació, a menudo se nota que lleva parte de la tristeza
que tuvieron los padres por haber perdido al hijo anterior. Para liberar una carga
hay que aceptar la responsabilidad de lo que uno hizo. La mujer en el aborto
pierde algo de su alma y su cuerpo. El alma intenta recuperar lo que perdió, pues
aunque sean pocos meses el vínculo con el hijo ya existía. Los abortos
espontáneos tienen menos importancia que los anteriores, pero en
Constelaciones Familiares también son considerados.
9. Salud y enfermedad
Muchas enfermedades son un proceso psicosomático y es importante prestar
atención a la parte de nuestro cuerpo que representa metafóricamente una parte
de nuestra vida, algo que no hemos podido expresar suficientemente. Por
ejemplo, la esofagitis es como algo que quema y a menudo se trata de algún
secreto familiar. La enfermedad siempre es algo simbólico. El reflujo significa:
no me lo trago, no es mío. Cuando un conflicto es muy profundo se tienen
reacciones corporales, como comezones, alergias o dermatitis. A veces, el
síntoma puede resultar de una lealtad invisible y haber ayudado al paciente a
crecer y a encontrar su esencia. Al final la Gran Alma decide si se puede quitar o
no y también influye si el paciente está listo o no para dejarlo.
Cuando la Constelación sea en relación a un síntoma o a una enfermedad
debemos preguntar: “¿Desde cuándo apareció? ¿Qué pasaba en tu vida poco
antes? ¿Quién más lo tuvo en tu familia? ¿Qué quieres lograr hoy? ¿Qué sería
diferente?” La Constelación Familiar puede ser útil a un enfermo para encontrar
el sentido de su enfermedad, mejorar su calidad de vida, perder el miedo a la
muerte, reconocer lo que es, honrar su destino o ver a otros miembros de su
familia con los mismos síntomas. En estos casos, el paciente puede decir: “Si
éste es el precio por pertenecer, lo acepto.” La enfermedad terminal se relaciona
con una parte excluida o alienada en nosotros, sigue al alma.
Las dinámicas ocultas que aparecen en Constelaciones Familiares, cuando
trabajamos síntomas o enfermedades son:
Movimiento interrumpido con alguno de los padres.
La enfermedad es una manera de expresar el profundo dolor por la
separación sufrida en los primeros años de vida. En algunas teorías, el
movimiento interrumpido se presenta cuando la mamá, por cualquier razón,
tarda más de dos días en conocer y tocar a su hijo recién nacido. El niño
manifiesta una dificultad para mantenerse saludable y feliz en la vida.
Yo te sigo a la enfermedad o a la muerte.
A menudo vemos que en una familia, poco tiempo después de que muere
una persona, otra le sigue a la muerte y a veces con la misma enfermedad, como
si le hubiera copiado a la primera.
Yo lo cargo por ti.
Esto ocurre cuando un hijo cree poder salvar a su progenitor o progenitora
enfermándose él mismo.
Yo, antes que tú.
Si un ser querido está enfermo, otro puede actuar como si dijera: “En vista
de que tú, hermano o padre, lo padeces, yo me adelanto (con la misma dolencia)
y me hago cargo para salvarte a ti.”
Yo, como tú.
“Ya que tú, querido pariente (se dice el hecho), yo también.” Si hay un
enfermo en la familia otra persona puede acompañar solidarizándose inútilmente
como si con esto dijera: “Aquí pertenezco. Quiero formar parte de ustedes y
cualquiera que sea el destino de esta familia, lo comparto.”
Vino a constelar un hombre de 31 años que caminaba con dificultad y se
apoyaba en un bastón, arrastrando una pierna. Me dijo que cuatro años atrás
empezó a perder fuerza en los músculos de la pierna izquierda y que no tiene una
explicación médica. En esa época, su mamá (ya divorciada) encontró pareja y él,
sin proponérselo, tuvo una hija con una mujer con quien no continuó la relación.
Le pedí que se colocara directamente frente a dos representantes de sus
padres. La representante de la madre casi no podía sostenerse y se doblaba del
dolor en la cadera, la rodilla y el pie izquierdo. El cliente le dijo enseguida:
“Mamá, yo te voy a ayudar con tu dolor.” Se corrigió y dijo: “Me da mucha pena
tu dolor.” Tuve que poner a otra representante de la madre pues la primera
elegida ya no podía estar de pie y estaba a punto de desmayarse. El cliente contó
que su madre, cuando ya no vivía con su papá, tuvo una fractura en el pie
izquierdo y después otras complicaciones en la cadera y la rodilla, del mismo
lado del que ahora él estaba afectado. Le pedí a la representante de la mamá que
le dijera: “Querido hijo, nada que tú hagas hoy puede cambiar lo que ya
aconteció. Tú no puedes tomar mi dolor. El tuyo acrecienta mis preocupaciones.”
Ahí terminamos y el cliente se fue sonriendo a su lugar.
Expiación por una culpa personal.
Cuando alguien no liquidó una deuda, alguna persona que pertenece al
mismo sistema donde se cometió alguna injusticia, varias generaciones más
tarde puede, con su salud, pagar la fechoría cometida por otro anteriormente. Por
ejemplo, el dueño de una mina en la que hubo varios muertos, años después,
puede tener hijos o nietos que inexplicablemente padezcan serias enfermedades,
como expiando las culpas para con aquellas familias de mineros que con su vida
dieron riquezas al abuelo dueño de la mina.
Prefiero enfermarme antes que tomarte mamá o papá.
A veces, la terca obstinación de algún hijo soberbio que prefiere tachar,
juzgar y reprobar a su padre o madre le cuesta a él alguna enfermedad, como
vemos a menudo en la artritis.
Empezar una enfermedad, para tener un sentido en la vida.
Curarse antes que morirse. A veces, un síntoma protege al cliente de ir a la
muerte. Ocurre esta situación cuando subyacen situaciones depresivas previas.
Para representar a alguna persona excluida.
Y así reintegrarla al sistema, como mecanismo compensatorio. Muchas
enfermedades representan a alguien que fue excluido del sistema. Trayendo a la
persona excluida en las Constelaciones Familiares, la enfermedad ya no tiene
propósito.
Me enfermo, padres, para que ustedes se unan.
En casi todos los casos de anorexia vemos muy claramente que una hija se
deja llevar por el deseo de reunir a sus padres, aunque el precio sea sacrificar su
salud y arriesgar su vida. A menudo vemos que si el padre estaba a punto de
dejar a la familia, su hija se enferma como diciendo: “Antes de que te vayas tú,
me voy yo.” Durante las hospitalizaciones, los padres, al visitarla juntos, se
acercan entre sí y a ella. La paciente, con su sacrificio, cree mantener la unión de
la familia.
Si la enfermedad es grave, crónica y degenerativa, muy posiblemente se
relaciona con un asunto ocurrido en una tercera o cuarta generación, hacia atrás.
Si se trata de una enfermedad relacionada con varias generaciones anteriores, el
consultante puede decir al finalizar la Constelación. “Los honro y les dejo este
destino en sus manos, para que lo mantengan en el pasado y que ya no afecte al
presente ni a generaciones futuras.”
Si el cliente llega para decirle adiós a un familiar que padece una
enfermedad degenerativa, tiene que despedirse del estado saludable que tuvo
antes su pariente y puede decirle: “Cuando te veo ahora, también te veo como
eras antes.” El consultante, además, necesita prepararse para el duelo de la
muerte que se aproxima. Es importante que se aluda también a lo que se ha
recibido de esa persona.
Si un hijo nace discapacitado, los padres se preguntan: “¿Qué hice mal, yo o
mi pareja?” Este hijo suele separarlos por la fantasía de que pudieron haber
hecho algo equivocado. En una Constelación sobre este tema, al final uno de los
padres le dice al otro: “Es nuestro hijo. Lo tenemos y lo cuidaremos juntos, de la
mejor manera.”
Señalo nuevamente que ante un síntoma o enfermedad es necesario:
1. Verla
2. Reconocerla
3. Agradecerla
4. Honrarla
5. Integrarla y dejarla
En relación con los puntos uno y dos, no se puede soltar lo que no se ha
tomado. En Constelaciones Familiares, la diabetes tiene que ser mi diabetes.
Aunque generalmente las personas enfermas se enojan, ignoran, niegan, se
entristecen o manifiestan temor frente a su enfermedad, es fundamental que
logren hacer lo indicado en los puntos tercero y cuarto. Somos responsables de
nuestros síntomas y los podemos curar. Al principio los síntomas son
funcionales, pero luego estorban, como la tristeza. A veces es mejor quedarse
con el síntoma y no cambiarlo porque sería peor. No es bueno luchar contra el
síntoma, porque éste fortalece al que lo padece. Sería mejor que fuera visto
como un amigo, pues lo acompañó y ayudó a encontrar la esencia y a crecer. Al
final la Gran Alma decide si se puede quitar o no el síntoma y también influye en
esto que el paciente esté realmente listo para liberarse de él.
Da culpa florecer cuando hay un minusválido cercano en la familia, y a
través del trabajo de Constelaciones los clientes aprenden que el dolor
compartido se multiplica. Se convierte en el doble, no la mitad; mostramos la
inutilidad de llevar consigo el dolor ajeno. Por ejemplo, en el caso de una madre
paralítica a ella en nada le ayuda que uno de sus hijos sufra un accidente y se
fracture algún hueso, que tenga artritis o esclerosis lateral amiotrófica. Hay que
honrar el destino del otro, quien al final nos bendice para que nos vaya mejor.
Desde el amor, cada uno quiere que florezca el prójimo. El miedo es más
contagioso que la esperanza. Otras personas confirman nuestros temores. El
miedo a enfermar puede llevar a la enfermedad.
Enfermedades que se relacionan con dificultades con la madre
En los talleres de Constelaciones Familiares, cuando alguien plantea una
enfermedad, notamos que la persona más frecuentemente excluida en el sistema
de los pacientes que padecen estas enfermedades es la madre. Honrarla y tomarla
equivale a disponer de una fuerza sanadora para sí. En el caso de una
enfermedad que la madre padeció y uno de sus hijos también, este podría decirle
a ella en una Constelación Familiar: “Querida mamá, si esto forma parte de mi
destino, estoy de acuerdo.” La madre finaliza diciendo: “No tienes por qué
recordarme a través de la enfermedad.”
En un caso de artritis, la pacienta mira a su mamá y le dice: “No te tomo
pase lo que pase.” Frecuentemente, en estos casos, las manos se crispan en el
sentido inverso de cómo sería dar un abrazo o una caricia.
El asma aparece a menudo cuando la madre es sobre protectora y el hijo
tiene dificultad para acercarse a su padre por miedo a traicionar a su madre. El
paciente tiene dificultad para exhalar; frecuentemente se trata de un movimiento
interrumpido[*], al no poder entregarse a alguno de sus padres.
El cáncer es igual a rechazar a la madre; es una forma de expiación.
Muchas veces está ligado al resentimiento y al rencor. A menudo viene después
de una situación dolorosa y traumática que no se expresó suficientemente. Se
desencadena por un shock emocional que alguien vive en soledad.
Las enfermedades del sistema neuroendócrino y el Alzheimer a veces se
presentan cuando hay algún secreto en la familia.
Todo lo digestivo, los problemas de páncreas e hígado y la úlcera se ven
como un intento de escapar de la madre.
Las úlceras duodenales y la mala absorción intestinal son equivalentes de
rechazo a la madre y de no tomar la vida.
Las personas que disfrutan hablando de sus enfermedades encuentran en
ello un sustituto de la madre y si en la Constelación toman a la mamá, ya no
necesitan a las enfermedades. Si la mamá está en fase terminal, la hija diría: “Me
quedo contigo mientras nos sea permitido.” El anhelo por la muerte es un anhelo
por la mamá ya fallecida. Entonces, la enfermedad puede ser vivida como un
modo de reencontrarla. En un caso semejante, en el trabajo de la Constelación
Familiar la madre miraría a la cliente y le diría: “Hagas lo que hagas, de mí ya
no vas a recibir más” y muchas veces la enfermedad, por seria que sea, puede
remitir.
Enfermedades que se relacionan con las dificultades con el padre
La artritis reumatoide, el sistema respiratorio y lo motriz. Las
enfermedades del sistema inmunológico y neurológico, así como el mal de
Parkinson. Un hijo enfermo y parentalizado le diría a su padre, también enfermo:
“Mejor que sea yo, y no tú, papá.” En la imagen de solución, la frase final podría
ser: “Querido papá, aunque tú te vayas, yo me quedo.”
La bulimia generalmente implica un conflicto fuerte de exclusión entre
madre y padre. El paciente, por una parte toma (comiendo) y por la otra rechaza
(vomitando). Muchas veces el padre no es respetado por la madre, sino
perseguido con odio, como si la madre dijera: “Lo bueno sólo viene de mí.” El
obstáculo es que la madre no tolera que la hija vea al padre. Todo esto es
inconsciente; la hija sufre mucho.
Recuerdo un caso en el que yo requerí que los padres estuvieran durante la
Constelación de su hija que ya pesaba 38 Kg. y había sido ingresada al hospital
numerosas veces. El papá, antes de entrar al lugar del trabajo y mirando a todos
lo asistentes, dijo en voz muy alta: “Hoy entro a esta habitación porque se trata
de mi querida hija, pero quiero dejar bien claro que desde hace siete años que me
divorcié de su madre, nunca hemos compartido un espacio ella y yo.”
Relaciones entre enfermedades y diversos problemas
El acné enquistado manifiesta la dificultad del adolescente para ser adulto o
el duelo por dejar el cuerpo infantil.
A menudo, el ataque epiléptico o el desmayo se debe a la culpa producida al
sentir un gran enojo o cuando alguien teme convertirse en asesino. El síntoma
puede ser una ayuda, tiene una función y representa la óptima alternativa.
La deshidratación aparece como consecuencia de no tomar la vida y callar
los sentimientos más profundos.
La diabetes se da cuando no se puede recibir lo dulce de la vida. Se tiene
dificultad para las relaciones afectuosas y se es intolerante.
La diarrea se relaciona con la tristeza y el dolor.
El esquizofrénico tiene dos identificaciones: una con el perpetrador de la
falta y otra con la víctima de algún asesinato que haya ocurrido varias
generaciones antes en su familia.
En casos de enfermedades graves y de psicosis, casi siempre encontramos
tres o cuatro generaciones implicadas; de ahí viene la escisión. Un verdadero
enredo sistémico, aparece en la segunda o tercera generación, cuando víctima y
victimario son de la misma familia.
El estreñimiento se refiere a no soltar y no saber lo que se debe dejar.
La gastritis es metafóricamente igual a algo que quema como, por ejemplo,
un secreto o un asunto pendiente no resuelto que coincidan con la época en que
comenzó el malestar.
Cuando hay neurodermatitis regularmente es por mucho enojo y a veces
con relación a parejas anteriores de la madre o del padre. El hijo puede decir
junto a su padre: “Yo pertenezco aquí, no tengo nada que ver con usted”,
mirando al representante de la pareja anterior. Otras veces representa un secreto
familiar.
La gente asustada o triste fácilmente se enferma de los pulmones. Los
tuberculosos están tristes antes de tener la enfermedad.
El ardor y la pesadez tienen que ver con enojo.
La colitis ulcerativa se relaciona con problemas de arraigo con la tierra; tal
vez no se reconoce a los ancestros.
Cuando en una Constelación encuentro que un paciente acaba de conocer un
diagnóstico y vemos su dinámica, muchas veces, si él está en un caos mental que
pudiera durarle varios días, lo invito a buscar un grupo de pares en el que cada
uno hable de lo que le pasa, de cómo se siente, y pueda pensar de manera realista
en la evolución de su enfermedad y llegar a cierta tranquilidad que le haga más
llevadera su nueva situación.
El grupo más antiguo con estas características fue dirigido por el Dr. Pratt,
que reunía a tuberculosos para hablar de su padecimiento y de la vergüenza que
les acompañaba. Seguramente es equiparable a lo que hoy se vive respecto del
SIDA, la esquizofrenia y las adicciones en general.
Definitivamente, las catástrofes vividas en grupo (como los sismos de 1985)
encuentran su mejor solución al ser elaboradas también en colectivo. En el
grupo, después de hacer un resumen de lo irrecuperable, se hace un balance de lo
que aún queda y los unos se apoyan en los otros, se reciprocan.
Recuerdo a un obrero que se accidentó por la mañana y cuando descubrió,
varias horas después, que su brazo estaba vendado pero le faltaba la mano, al
mirarse exclamó: “Todavía estoy vivo. Perdí sólo una mano. Como no me va a
crecer ahora mi trabajo es aprender a vivir sin ella.” La sabiduría de este hombre
fue muy impactante. Pocas veces encontramos que alguien pueda reaccionar tan
rápidamente para reconocer lo que es, pues en pocas horas transitó de la fase de
impacto, a la de tensión y luego a la de resolución.
En 1920 Gustave Le Bon escribió Psicología de las multitudes, y un año
después Freud publicó Psicología de las masas. En ambas obras explican que en
un grupo grande los individuos se comportan más emocionales y menos
intelectuales. Así cada uno puede externar su inconsciente individual y se
desvanecen las represiones, dando lugar a un vínculo amoroso que, para Freud,
es lo que mantiene la cohesión de todo lo existente.
Estas explicaciones aplican también para comprender el nivel emocional y
liberador que se produce cuando un grupo de extraños se reúne para llevar a
cabo, compartir y presenciar una o varias Constelaciones Familiares, aunque el
número de participantes sea solamente ocho.
Hay un espectáculo
mayor que el mar
y es el cielo. Hay un
espectáculo mayor
que el cielo y es el
interior del alma.
― Victor Hugo, Los
Miserables
Consideraciones sobre enfermedades y salud
A veces, en una Constelación Familiar, la persona enferma ve a la muerte y
la enfrenta con alegría. En Constelaciones, la muerte como entidad nunca se
desplaza. La representante de la muerte de una persona en particular puede
hablar y moverse. La cliente puede acercarse y decirle: “Está bien, es mi lugar.”
Ante cierta situación, la muerte concreta de alguien puede decir: “No es tu
tiempo. No vengo por ti hasta que sea tu turno. Soy confiable, no olvido a
nadie.” Soluciones: “Aunque tú te vayas, yo me quedo.”
Si uno enferma y mira al cielo, conviene arraigarse a la tierra para sanar.
Después de ver de frente a alguna enfermedad, el cliente puede decir: “Honro a
la fuerza que me guía por haberme permitido descubrir esta enfermedad a
tiempo, así puedo quedarme en la vida que tomo en mis manos y en mi
corazón.”
La persona que representa a la salud podría decir a quien representa a la
enfermedad: “Tú y yo siempre vamos juntas.” No son excluyentes, forman parte
del mismo proceso de la vida. No existe una sin la otra. La enfermedad y la
muerte, en una Constelación Familiar, producen una sensación de grandeza y
totalidad. A veces, renunciar a la enfermedad se vive también como perder la
pertenencia a un sistema familiar. Y las personas que antes tuvieron la
enfermedad, como la madre, abuela y bisabuela, podrían decir a la representante
de la clienta: “Esto déjalo con nosotras. A partir de tu generación, el destino de
ustedes es distinto.”
Cualquier situación dolorosa ofrece también aspectos positivos que nos
permiten desarrollar nuestro potencial. La enfermedad tal vez sea la causa de
algún efecto que aún desconocemos. Cuando se recupera la salud se puede
disfrutar más el hecho de estar en la vida. Ante una enfermedad, el terapeuta se
encuentra con fuerzas con las que sería arrogante competir. La enfermedad es un
hecho real y hay que asumirlo tal como es. Asumir el dolor reduce el
sufrimiento. Las Constelaciones no curan las enfermedades, pero quitan algunos
obstáculos para llegar a la sanación; de ahí que muchos síntomas desaparezcan
indirectamente. De hecho la imagen final o de solución, tiene un efecto placebo
sobre el consultante. Cualquier representante de un síntoma puede decirle al
cliente: “Un día seré parte de tu pasado.”
10. Adicciones
La adicción tiene una parte negativa y otra positiva que actúa como un ángel
de la guarda. La adicción o el alcoholismo se deben a la carencia o distancia del
padre (tal vez la madre impidió esa relación). Para resolver esa distancia entre
hijo y padre, la madre diría: “Si tú quieres ser como tu padre, estoy de acuerdo.
Todo lo que tienes de él, lo amo en ti.” Para las Constelaciones Familiares, las
adicciones se consideran como un suicidio lento. Algunas personas
alcoholizadas revelan secretos para aliviar su mala conciencia. Cuando una
mujer se empeña en rescatar a un hombre, por ejemplo, del alcoholismo, más
bien lo empuja al abismo; la mejor ayuda es no ayudarle. Los enfermos
alcohólicos deben hacerse cargo de sus responsabilidades.
11. Depresión
En Constelaciones Familiares, la depresión se debe a que no se pudo tomar
a la madre y al padre o por haber tenido un movimiento interrumpido con alguno
de ellos. Todos estamos un poco enamorados de nuestra narrativa del sufrimiento
y, si nadie la oye, nos la contamos repetitivamente. La manera de curar el patrón
de víctima es agradecer, aunque sean cosas que vivimos como negativas.
Cualquier infelicidad se basa en un sistema de creencias equivocadas que
podemos rectificar. El enojo es revitalizante y antidepresivo. La hiperactividad
es para reprimir la depresión. Donde hay coraje, hay tristeza; donde hay tristeza,
hay enojo.
Cuando hay un duelo enquistado[*] es muy fácil que se borren los
recuerdos de las emociones vividas en relación a la pérdida. Por ejemplo, alguien
cuya madre murió cuando él tenía tres años puede no recordar su tristeza pero sí
manifestar el enojo, que utiliza desde entonces para encubrir el dolor. Por lo
tanto, el cliente tiene que expresar, primero corporalmente, los sentimientos
fuertes como coraje, tristeza o vergüenza. Esto se hace llorando, gritando,
pateando o golpeando, entre otras. La soledad, representada por una persona
como un aspecto del solicitante, podría decirle: “No soy una amenaza para ti.
Hace años soy tu acompañante. Cuando nadie se te acercaba, yo estuve contigo.
Si me necesitas, búscame.” Esta nueva forma de ver la soledad alivia al que está
constelando. Lo negativo se vuelve positivo y, al final, caminan juntos tomados
de la mano. Paradójicamente, un niño aprende a estar solo con la presencia de
sus padres en casa; el miedo se quita poco a poco.
12. Suicidio
Siguiendo la filosofía de Constelaciones Familiares de reconocer lo que es,
la solución es aceptar el hecho y que el cliente vea, reconozca, respete y honre,
guardando a esa persona suicida en su corazón, sin juzgarla ni sentir enojo, culpa
o vergüenza, que suelen acompañar estos casos.
Al padre suicida: “He sido tu juez y tu verdugo y por ello vivo atada a ti. Te
agradezco que me hayas dado la vida. Me rindo y deseo que descanses. Mira con
buenos ojos si yo aún permanezco.” O bien: “Te quitaste la vida por tu cuenta.
No te juzgo. Honro tu vida y tu muerte. Viviré lo que me toque. Cuando llegue
mi hora te reencontraré.”
Al suicida se le dice en Constelaciones Familiares: “Respeto tu vida, tu
decisión y tu destino. Me inclino ante tu destino, tal como tú lo llevaste. De ahí
saco la fuerza para hacer algo grande y bueno.”
Recuerdo que en una ciudad de provincia llegaron a constelar 11 personas
de la misma familia, pues querían elaborar el suicidio de dos hermanos que se
habían ahorcado recientemente. Mi sorpresa fue que dos de los asistentes ya
tenían comprada su cuerda y habían escogido la fecha para acompañar a los que
les precedieron. Dos generaciones atrás había ocurrido un suicidio secreto del
que no hablaron sus padres y, para ocultarlo mejor, excluyeron de la memoria
colectiva a la persona que lo había cometido. En el caso de los jóvenes la
situación era un poco compleja, pero la pudimos desanudar. Dos años después
me enteré que se detuvo esa onda familiar de muertes por ahorcamiento.
13. Muertos
Qué culpa, qué problema, quién se murió y quién habla.
En Constelaciones Familiares, para representar a los muertos podemos usar
a alguien acostado, cojines o sillas. Con respecto a los casos que involucran a
muertos, si un representante baja la vista, se le puede poner a alguien acostado
para que lo mire. A menudo, en las familias, el impacto de la muerte hace que no
se hable del muerto, y poco a poco se le excluye. A veces los vivos necesitan que
los muertos los bendigan para poder vivir tranquilamente: esto es el proceso de
sanación.
Todos lo muertos forman parte del sistema familiar. Hay muertes concluidas
que se manifiestan cuando el cliente coloca al representante acostado y éste
enseguida cierra los ojos. Esto quiere decir que no hay pendientes entre este
fallecido y el cliente.
En otros casos, el muerto está con los ojos abiertos y el cliente lo coloca de
pie, porque tiene pendientes que arreglar con ese muerto. Cuando una persona
muerta encargó algo a otra antes de morir, se le puede decir, por ejemplo: “Te
quiero devolver la promesa que te hice. Voy a cuidar a mi mamá a mi manera,
pero no voy a permanecer junto a ella o con mis hermanos.” Después de una
Constelación, a veces es necesario ir a la tumba de un padre muerto con una
carta para enterrarla cerca de él y así regresarle promesas explícitas o implícitas.
El representante del muerto, para consolar al vivo, dirá: “Tuve que irme, era mi
destino, una fuerza superior lo decidió.” Eventualmente podemos pedirle a un
muerto que desde donde se encuentra envíe su fuerza para algún vivo.
El hijo muerto a su madre: “Tu pena me retiene. Puedo estar bien si tú estás
tranquila.” La madre muerta le diría: “Nada que hagas cambiará lo acontecido.
Mi momento había llegado. Cuando sea tu hora nos reencontraremos.” El hijo
contestaría: “Tú estás muerta, yo aún vivo. Después moriré también. En tu honor
haré algo bueno con mi vida y que tu muerte no sea en vano.”
Cuando la madre quiere morir yéndose tras alguien muy importante para
ella, que acaba de fallecer, el hijo puede decirle: “Mamá, me pongo cerca de mi
padre. Mírame con buenos ojos, aquí estoy seguro.”
A veces, en Constelaciones Familiares es preciso ver de frente a la muerte,
recordar cómo se llevó a seres queridos, postrarse ante ella y honrarla
profundamente, diciéndole: “También reconozco tu fortaleza. A ti y a mí nos
guía la misma fuerza.” La muerte contesta: “Aún no es tu tiempo.” El que está
en la vida puede añadir: “Te pido que veas con buenos ojos si yo florezco en la
vida.” Una madre a un hijo joven le diría: “Moriste pronto. Te extraño y siempre
tendrás un lugar en mi corazón.” Teniendo a alguien en el corazón, no se lo ha
perdido. Esto libera a ambos y cada uno puede tomar decisiones
independientemente del otro, inclusive seguir un impulso de muerte.
La muerte de un hijo reconecta fuertemente a los padres aunque estén
divorciados. Dar o quitar la vida son hechos que vinculan profundamente a dos
personas. Si alguien mata accidentalmente, puede decirle al accidentado: “Por
recordarte a ti, haré algo bueno y no necesito la expiación.” Quien dice sí a la
muerte, dice sí a la vida, pues la muerte es guardiana de la vida. Ambas van
juntas.
El enojo contra un muerto ata fácilmente al vivo con el fallecido. Cuando
hay un hijo muerto, es inconveniente darle el mismo nombre a otro hijo vivo. Si
en la Constelación nos enteramos de que lo hicieron, la madre le dice al
fallecido: “Te quería tanto que no te he dejado ir.” El vivo le dice a la madre:
“Tómame como tu hijo en vida.” Si tiene un segundo nombre es mejor que en el
futuro lo tome, en lugar del nombre del hermano muerto. Es importante que el
hermano tocayo honre a su hermano fallecido. Si en una familia mueren ambos
padres, los hijos huérfanos deben darse para crianza preferentemente a la familia
de la madre o del padre. Se busca que los hermanos no se separen.
Si la madre murió en el parto, el hijo tiene una gran culpa emocional y no
puede florecer. En su Constelación Familiar vería a su madre y el hijo le diría:
“Como mi vida te costó un precio tan alto, haré algo muy bueno con la mía para
que tu muerte no sea en vano.”
Los muertos en una Constelación no se excusan; expresan una o varias de
las siguientes frases: “Fue mi destino. Una fuerza superior lo había decidido.
Llegó mi hora. No los necesito donde estoy. Estoy acompañado. Veo con ojos
amorosos a los que se quedaron en la vida.” Un hijo cuyo padre ha muerto puede
decirle: “Papá, en mí sigues vivo. Te llevo en mi corazón, respeto tu vida y tu
muerte. Gracias por todo lo que me diste.” El muerto afirma: “Ese era el tiempo
que me fue permitido estar. Es mi destino, no el tuyo.” El vivo agrega: “Tu estás
muerto, yo vivo. Dame tu bendición para vivir una vida plena.” El padre puede
finalizar: “Respeto tu vida y tu destino. Te dejé en buenas manos.” Si es difícil
consolar a la consultante cuyo padre ha muerto, podemos pedirle al representante
del padre que diga: “El amor del padre a una hija no conoce barreras de tiempo
ni de espacio.”
El muerto al vivo puede decirle: “Estás libre. Aquí entre los muertos no te
queremos.” El vivo dice: “Honro tu vida y tu muerte. Llevo todo el bien que
recibí de ti en mi corazón y haré algo bueno con todo esto. Te he dado un buen
lugar en mi corazón: el que a ti te pertenece. Viviré el tiempo que se me permita
y luego llegaré contigo.” Si alguien no pudo llorar la pérdida de un ser querido
se debe a que se bloqueó y esto lo perjudicará profundamente tarde o temprano.
“Querido abuelo, me inclino ante tu destino difícil.” Él contestaría: “Este es
mi destino. A mí me dignifica cargarlo solo. En mis hijos y nietos sigo
viviendo.” El vivo podría decir: “Mira con buenos ojos nuestra nueva familia.
Acompáñanos con tu fuerza, para que también nosotros podamos vivir bien.” La
viuda que se casó nuevamente se dirige al marido finado: “Todo salió bien.
Encontré a otro hombre que me cuida a mí y a nuestros hijos. También ésta es mi
familia: mi esposo, nuestros hijos y nietos. En ellos sigues viviendo. Respeto tu
vida y tu muerte. Tú estás muerto, yo aún me quedo en la vida. Después también
moriré.” Una persona viva, mirando a la muerte y a los muertos, se inclina y gira
para darles la espalda y sentir el amor de ellos y el propio impulso de ir hacia el
futuro y la vida.
Es importante que cuando alguien tuvo una pérdida fuerte sepa y asuma que
necesita valor y cambios para sobreponerse y permanecer en la vida, puesto que
la vida requiere valentía; la muerte no.
14. Accidentes
En un taller que tuvo lugar en un congreso, se me acercó a constelar un
joven veinteañero. Le pregunté por su tema y me mostró un brazo enyesado y
agregó: “He tenido cuatro accidentes que me pusieron al borde de la muerte.” Le
pregunté si él era el que manejaba en esas ocasiones y asintió. “¿Habías bebido
alcohol?”, lo cuestioné. “No”, me contestó. Le pregunté si hubo eventos trágicos
entre sus ancestros. Al fondo del salón se levantó un hombre como de 50 años y
me dijo: “Yo le explico. Soy su papá.”
Fueron ocho o nueve muertos que representamos acostados: tíos y
abuelos paternos y maternos. Fueron muertes muy trágicas y tempranas.
Acompañé al cliente y a su padre para que vieran y/o tocaran a cada uno de los
ancestros muertos. Después que los miraron cuidadosamente los orienté hacia el
futuro, pero el joven paciente no pudo dar un paso pues se sentía muy atraído por
dos de los muertos. Se recostó entre ellos por varios minutos hasta que los
representantes de esos muertos se incomodaron y le pidieron que se fuera pues
ese no era su lugar. Entonces el paciente se levantó enérgicamente y siguió los
pasos de su padre hacia el espacio que representaba al futuro.
15. Hermanos
El lugar que ocupamos entre los hermanos determina lo que pensamos,
sentimos y la manera como actuamos. Por ejemplo, el primogénito recibe
mucho, casi sin esfuerzo. El hijo único recibe demasiado y a menudo se vuelve
tirano. Los menores reciben menos de los padres pero también tienen mucho
aprendizaje y protección de sus hermanos mayores.
Siempre es importante que los padres cuiden que se respete el orden, de
manera que en una Constelación Familiar puede ser útil, para aclarar este orden,
que un hermano le diga a sus otros hermanos: “Tú eres el grande, yo el segundo
y él es el tercero.” En los casos en que haya una familia paralela es necesario
hablar sobre la existencia de otra serie de hijos e inclusive presentar unos a otros.
16. Gemelos
A propósito de gemelos, en Constelaciones Familiares se toma al nacido en
segundo lugar como el primogénito, pues el primer huevo gestado está al fondo
del útero y sale en segundo lugar.
Quien se casa con un gemelo debe tomar también al otro, el cual en
Constelaciones es colocado como un ángel que acompaña. En la Constelación se
presentan juntos, hablan en coro y en plural, dicen por ejemplo: “Somos uno y
somos dos” cuando repiten alguna frase que el facilitador les sugiere, dando
cuenta así del grado de cercanía excepcional que hay generalmente entre ellos.
La vinculación de los gemelos es la relación más fuerte que existe y casi
nunca se puede ni debe romper. Hay algo que comparten antes del nacimiento,
desde lo fisiológico y genético. Cuando uno de ellos forma una pareja, su
gemelo suele vivirlo casi como una suerte de traición. Un gemelo está bien con
su pareja si se ha casado también con una gemela o cuando su gemelo se casa
con un hermana de su cónyuge, aunque esto es difícil.
Si un hermano gemelo tuvo una vida corta, a menudo el que le sobrevive se
siente culpable por seguir vivo. En Constelaciones Familiares podemos resolver
esta situación cuando ambos se miran, se reconocen y asienten al destino de cada
uno, aunque sea diferente. Cuando muere uno de los gemelos, el gemelo
sobreviviente puede decir al que murió: “Aún vives un poco a través de mí.
Donde voy siento tu mirada porque me sonríes desde donde estás.”
17. Incesto
Algunos hombres se sienten atraídos por su hija o algunas madres por su
hijo. Cuando el padre abusó de una hija, la madre también ha sido
inconscientemente cómplice por algún enredo y generalmente para evitar que el
esposo busque otra pareja fuera de la casa.
Si se condena al violador demasiado tiempo, la víctima queda atada a él. En
Constelaciones Familiares hay que ver al violador para poderlo dejar. El niño
que fue abusado diría: “Tú eras el grande. Asume tu responsabilidad. Mucho me
dañaste. Yo no tengo de qué avergonzarme. Soy inocente. Te dejo con toda la
responsabilidad. Tocaste mi cuerpo pero no mi alma.”
El violador tiene su dignidad que es su fechoría; se trata de un amor
enfermo. Muchas veces el abusador sexual también ha sido abusado de niño. El
que abusó puede decirle a la persona de la cual abusó: “Lo siento. Lo asumo
todo y ahora te dejo que te vayas con amor. He cometido una injusticia contigo,
lo siento. Te respeto y tienes un lugar en mi corazón.”
A menudo vemos en Constelaciones Familiares que los abusados sexuales
lo toleraron por amor, por ejemplo, para mantener a los padres unidos. El
constelador puede decir al que fue abusado sexualmente: “Actuaste por amor.
Hiciste lo mejor que pudiste pero conviene que devuelvas el problema al adulto.
Es su problema; el es capaz de manejarlo.”
A veces, el incesto entre dos hermanos puede ser una expresión de vida
cuando se encuentran rodeados por un sistema especialmente caótico. Es el caso
de una mujer de 40 años, que es la séptima en una familia de 15 hijos, y cuenta
que le es muy difícil dejarse tocar, aun por sus seres más queridos. Narra que
desde los cuatro años fue abusada sexualmente por un hermano 10 años mayor
que ella. Esto no le causó conflicto hasta llegar a la adolescencia, cuando supo
que no ocurría en todas las casas y que se llamaba incesto.
Coloqué a un representante para ella y otro para su hermano. Las frases
sanadoras habituales no tenían efecto para ella, no sentía enojo, y su hermano no
registraba culpa alguna. Comprendí que la alianza que ellos tuvieron por varios
años los había salvado a ambos, pues para cada uno era la oportunidad de ser
visto y tomado en cuenta por alguien, ya que, en una familia tan numerosa, era
difícil sentirse aceptado, querido y tocado por alguno de los padres.
Ella comprendió que el incesto había sido más salvador que condenable;
poco a poco pudo volver a encontrarse con su hermano, y dejarse tocar por el
marido, hasta disfrutar de sus caricias.
18. Consideraciones sobre Constelaciones empresariales
Una vez que el constelante plantea su tema, el terapeuta puede preguntar:
“¿A quiénes te parece que debemos representar?”, por ejemplo, al gobierno, la
tarea, los empleados, el sindicato, el dueño de la empresa, etc.
Si una pareja tiene negocios comunes, fácilmente llevarán sus problemas
personales al negocio. Es mejor que cada uno se establezca en un territorio
diferente y tenga sus funciones separadas de las del otro. Si se acercan, se
empalman. Mientras más territorio se comparta, hay más probabilidades de
conflicto. Si se separan, cada uno puede ser el jefe, igual que en la pareja. Se
necesita aire para que no haya conflicto. Se recomienda hacer un contrato escrito
enlistando las funciones de cada uno y si alguno de ellos está ausente especificar
cuáles funciones son reemplazables.
La relación profesional o empresarial debe excluir la relación amistosa,
personal y familiar. En una Constelación, la falta de éxito y de energía tiene que
ver con algún suceso familiar, por ejemplo, una muerte temprana. En conflictos
laborales, cuando hay varios miembros de la familia en el trabajo, se debe
distinguir cuánta estructura lleva el consultante a la organización, como
perfeccionismo o como rivalidad con alguien de la familia, qué formas de actuar
de la persona se vuelven parte de la organización. De acuerdo con el
funcionamiento de la empresa sabremos el nivel en que vamos a intervenir: a)
cambiando el lugar de los representantes, b) cambiando el proceso de la
relaciones entre los participantes, o c) haciendo que los representantes se
muevan y expresen libremente.
En las empresas también hay lealtad entre los colaboradores y el
empresario, así como conciencia del equilibrio entre dar y recibir. Todas las
injusticias empresariales tienen implicaciones posteriores. Si hay problemas de
comunicación, también hay problemas de relación. En algunas organizaciones
surge el roce en el trabajo entre dos hermanos o entre padre e hijo, pues el rol
ocupado en la familia se superpone al que tienen en la empresa.
El lugar que un miembro tiene en la familia a veces no concuerda con la
competencia que se requiere en un trabajo específico. Por lo tanto, en una
empresa familiar hay que colocar en posiciones de mando al más capaz, aunque
se trate del hijo pequeño. Si se trata de una empresa familiar es importante
considerar y diferenciar el lugar que cada miembro ocupa en la familia (el
primero, el cuarto) y cuál sitio tiene dentro de la empresa. Puede darse el caso de
que el más joven, debido a su preparación, pudiera ser el Director General. Las
relaciones familiares no se pueden cambiar, pero las relaciones en la empresa
tienen que cambiar para que el sistema funcione pues ahí la pertenencia es sólo
temporal. Por ejemplo, un hijo alcohólico no debe ser excluido de la familia,
pero a un empleado que se alcoholiza frecuentemente, se le debe despedir, sin
culpa, si no cumple satisfactoriamente sus funciones dentro de la empresa o si
perjudica a la organización de cualquier forma.
En una organización, el derecho a estar lo da la función que cada uno
desempeña. Un empleado puede ser despedido si roba, cuando su función ya no
es necesaria o en el caso de incumplimiento de sus obligaciones. La jerarquía
responde a que se cumple la función; por ejemplo, el más alto rango corresponde
a quien da más apoyo, seguridad y prosperidad al negocio. Si hay dos personas
con la misma capacidad, se considera el criterio de la antigüedad en la empresa.
Sólo si un joven está más capacitado podrá tener una jerarquía superior a la de
un empleado antiguo o de mayor edad.
En los negociosos familiares vemos que los sucesores expían las fechorías
de los antecesores. Un abuelo que explotó a sus mineros y murieron, puede
llegar a tener un nieto que se ve impedido de florecer y tal vez llegue a la ruina
económica. Otras veces, el desastre económico de una empresa puede tener
como objeto que uno de los dirigentes se mantenga en la vida.
La capacidad para el éxito se encuentra en el interior de la empresa.
Busquemos su fortaleza, no sus debilidades.
En la empresa no cuentan las lealtades familiares; es mejor pensar en los
resultados de la compañía. Puede haber empleados improductivos que están
enojados con la empresa y se comportan como si desearan provocar ser
despedidos.
Es importante saber quién empezó la empresa, quién invirtió el dinero,
quién tuvo la primera idea, y si hubo relaciones personales o amorosas entre los
dirigentes. Los problemas familiares se actúan en la empresa sobre todo cuando
los miembros de una pareja luchan por el poder. Las emociones no ayudan para
resolver lo laboral ni lo legal. Si los sentimientos están demasiado involucrados,
es mejor comunicarse a través de un abogado. Aunque exista mucha amistad
entre dos socios, las bases de su contrato o sociedad deben tener una estructura
legal, clara y equitativa.
En el montaje que se hace de la empresa, la historia familiar tiene
resonancia también en la organización, por ejemplo, cuando hay rivalidad entre
hermanos. Si los representantes miran hacia afuera, quiere decir que la
organización está descuidada y que lo importante es resolver lo emocional antes
que nada.
La antigüedad y las funciones determinan la jerarquía dentro de una
empresa. La jerarquía depende de la función y el orden temporal. ¿Quién llegó
primero? El más alto en jerarquía debe ser respetado. Si el dinero viene de
afuera, los extranjeros deben ser honrados pues dan trabajo a los demás. La
empresa debe agradecer con rituales y premios a los que hayan permanecido
durante varios años de su vida, organizando, por ejemplo, un evento, y develar
una placa metálica para reconocer y honrar a los fundadores.
A menudo el dueño es el gerente, pero designa a otro como su mano
derecha. El gerente de ventas es más importante que el de compras, pues el
primero genera dinero. Cada uno responde en su área de influencia y todos son
responsables del negocio.
El dueño nunca puede ser aislado. El subgerente sólo es leal al dueño y tiene
una posición muy débil, pero cuando el dueño se retire él habrá ganado
autoridad.
La dignidad humana tiene que respetarse siempre. Un trabajador nuevo no
debe desplazar a uno antiguo. A veces la riqueza de una empresa se funda en el
sacrificio de empleados anteriores, que tal vez dieron sus vidas. Cuando el
gerente general toma una decisión debe ser consultada o comunicada a todos los
gerentes para que lo discutan o acepten.
A veces, en una compañía exitosa en la que hay fuerzas conservadoras, los
empleados se ponen a la defensiva respecto de la introducción de novedades. Un
sistema vivo necesita fuerzas revolucionarias de cambio, aunque se perciban
como molestias. Después de la crisis vienen los cambios. Si no hay trabajo para
alguien en la empresa, alguna persona tiene que irse. La empresa tiene una
responsabilidad y conciencia social y no le gusta despedir a nadie. Un buen
director no reacciona con los empleados como si fueran sus hijos. Si un jefe
muere, debe ser remplazado por alguno que está ahí, el más eficaz y antiguo.
Ésta es una manera de honrar a los que iniciaron la empresa.
El éxito es posible en una empresa si cada uno respeta a los demás por sus
competencias y tareas específicas. Hay conflicto cuando un departamento trata
de controlar a otro más allá de lo necesario. Controlar a otro lo debilita; en
cambio, si se reconocen los logros todos querrán cooperar.
19. Constelaciones con muñecos
Cuando una persona requiere una Constelación y no disponemos de un
grupo la podemos hacer utilizando figuras. Este trabajo requiere de más energía
del terapeuta, pues al no estar los representantes él debe reportar por ellos. El
propósito es idéntico al de una Constelación Familiar en grupo.
El consultante y el constelador se ubican frente a frente, y en medio se
coloca una mesa con los muñecos. Después de que se hace el contrato inicial y
que se decide quiénes van a participar, es importante observar si el cliente los
coloca de su lado derecho, que representa luz, sol, día, masculino, caliente, duro,
penetrante, pensamiento, aire, ojo, fuego, productividad, producción, orden y
activo. O si usa el lado izquierdo, que se refiere a oscuridad, luna, noche,
femenino, frío, suave, debilidad, receptivo, emoción, agua, oído, tierra,
fertilidad, intuición, creatividad, nutrición, caos y pasividad.
Si las figuras son colocadas de la mitad hacia sí mismo, nos hablan de
eventos del pasado; si usa la mitad más alejada, hablan del futuro. Es importante
observar qué figura escoge primero, cómo la coloca, a dónde mira y qué
dirección tienen los pies.
Una vez que el cliente posicionó a los muñecos, podemos girar la mesa para
que los observe y nos diga qué le llama la atención. Después, el facilitador los
mira e interpreta lo que percibe, verbaliza desde las figuras que representan a los
distintos familiares y pide al cliente que observe el montaje, diga alguna frase
sanadora a alguien o cierre los ojos y visualice algo preciso, según se presenten
las situaciones.
El cliente puede hablar desde sí mismo y el facilitador moverá las figuras de
los otros representados que estén incluidos en cada montaje. El facilitador
también tiene que darse cuenta de las sensaciones y los sentimientos que
producen en el cliente los movimientos de los diferentes miembros de la familia
representados.
El terapeuta observa al cliente y los cambios que tenga de acuerdo con lo
que sucede con las figuras, y siempre debe dar tiempo para que el cliente procese
las reacciones y efectos que le causan los distintos movimientos o rituales de las
figuras.
Igual que en otras Constelaciones Familiares, el terapeuta se da cuenta
cuando llegan al final y puede inducir en el cliente frases sanadoras que
pronunciará en voz alta, o el solicitante simplemente las escuchará y pensará. Le
pedimos al cliente que entre a la imagen, por ejemplo: “Imagina que le dices a tu
padre... Piensa en él contestando...”
Al no haber personas sino muñecos, es muy importante dejar suficiente
tiempo para que se vaya dando el proceso interno después de cada movimiento.
Testimonios recibidos de personas que han hecho Constelaciones conmigo
Tengo 64 años, y hace 60 perdí a mi padre. Siempre le tuve coraje pues
pensé que no se había cuidado, ni había pensado en nosotros, ya que su muerte
fue por imprudencia.
Él se dedicaba al campo y ese día se hizo de palabras con alguien, que
le disparó en una pierna y mi papá se desangró. En la Constelación pude ver y
sentir su sufrimiento y desesperación mientras perdía la vida, pues no había
médicos en los pueblos vecinos y a partir de mi Constelación me reconcilié con
él. Hoy pienso y siento su dolor y le correspondo con el amor que antes no le
pude dar.
Soy una mujer de 41 años. Tengo una hija de tres años, y después de
varios intentos fallidos para embarazarme por segunda vez me invitaron a las
Constelaciones como una opción. Gracias a las Constelaciones me di cuenta de
que en realidad no deseo tener otro hijo. Me ayudaron a entenderlo y a sentirme
feliz y sin culpa por no darle a mi hija un hermano o una hermana.
Mi objetivo para hacer la Constelación fue que mi ex-esposo dejara de
quejarse cada vez que yo organizaba un viaje con nuestro hijo.
Él argumentaba que ese plan era de él, que él quería llevar a su hijo a
ese lugar, que además yo le había dado otra fecha, que le avisaba con muy poco
tiempo ... Quejas y quejas interminables…
Recientemente salimos de viaje mi actual esposo, mi hijo y yo, y no
hubo queja de mi ex-esposo. Fue una muy agradable sorpresa.
Tengo 25 años de casada. Los primeros 15 fueron una pesadilla. Mi
boda y los primeros seis meses fueron un sueño, pero después él se volvió frío,
distante, malhumorado, le molestaba todo… Creo que yo le caía muy mal.
Yo llenaba mis huecos con trabajo y diplomados. Él bebía cada día
más, y tuve que internarlo dos veces. Por supuesto yo era la víctima, no entendía
qué nos había ocurrido. En mi peregrinar, un día trabajé este tema en
Constelaciones y descubrí cómo las mujeres de mi familia perdían a sus maridos:
mi bisabuela, mi madre y mi tía.
Vi que yo hacía todo lo posible por perder al mío. Me quedé impactada
y pude cambiar mi relación de pareja. Hoy, cinco años después, vivo con el
hombre maravilloso con el que me casé y tenemos una linda relación.
Soy mujer de 53 años, divorciada, con dos hijos, y constelé mis
dificultades con mi hija de 26 años: ni nos hablábamos. Trabajé el tema de
perdonar a mi ex-marido, que me dejó por otra mujer. Alguien lo representó y,
después de expresarle el enojo y agradecerle por los hijos que tuvimos, me sentí
como liberada y al salir me sorprendí al ver a mi hija esperándome para que nos
reconciliáramos.
Soy una chava de 22 años y fui a constelar que mi papá quiere a mis
dos hermanos varones y a mí me usa para que le resuelva cosas. Cuando tuvimos
el descanso, abrí mi teléfono celular y encontré un mensaje hablado de mi papá
que decía: “Hija, te hablo solamente para decirte que te quiero.” Me llené de
felicidad y, llena de orgullo, se lo hice escuchar a las personas que estaban
conmigo.
Tengo 67 años, casado por tercera vez, con un hijo de cinco años.
Trabajé la relación con mi primera mujer. Con ella tuve tres hijos de los que
estaba distanciado y no los había visto en mucho tiempo, pues viven en otro país.
La tercera esposa, a través de una representante, honró a la primera y
yo le di un lugar a cada una de mis mujeres y a todos los hijos. Pocos días
después, un amigo me invitó a desayunar y al llegar me encontré con que
estaban los tres hijos que tuve con mi primera esposa y nos abrazamos.
Hacía muchos años que no sabía nada de mi único hijo que se había
ido de “mojado” a Estados Unidos. Una noche constelé mis culpas por haber
sido una madre golpeadora cuando él era niño.
A las tres de la mañana de esa noche él me habló por teléfono desde
Chicago (creo que un poco tomado) y me contó que ya tiene su permiso de
trabajar, que está contento y tiene dos hijos. También me ofreció pagarme un
boleto de avión en Navidad, para que yo los visite. Me sentí perdonada por los
maltratos.
Hace tiempo constelé pues tenía dificultad para publicar un artículo
sobre números primos, y en ese taller descubrí que otros matemáticos estaban
interesados en mis investigaciones. Me sorprendí y tuve esperanzas. Seguí
trabajando y desde entonces me han invitado, con todos los gastos pagos, a tres
congresos internacionales y, además, ya publiqué en una revista de ingeniería
muy prestigiada. Hoy me queda claro que mis investigaciones son importantes y
varios colegas de otros países me escriben para conocer mis avances.
Ejercicios
Describo diversos ejercicios que podemos desarrollar en talleres con
duración de muchas horas o de varios días. Los podemos usar como
demostrativos o de calentamiento para llegar a un grado de seguridad
psicológica que permita iniciar el taller. Para empezar el trabajo, y sobre todo si
las personas no se conocen, se hace la “sopa de dominó” que consiste en que
todos se desplacen por la habitación, como se revuelven las fichas al inicio de
una partida de dominó, con stops y registrando cada vez cómo está cada uno
respecto a los otros, cómo está el cuerpo, cómo se siente en relación a los
cercanos y a los espacios. Cada uno da dos pasos en la dirección que escoja, muy
lentamente, y se vuelve a preguntar qué sensación tienen en el nuevo espacio. El
facilitador explica que las sensaciones son lo que se reporta durante una
Constelación y lo que ayuda al constelador.
Ejercicios en pareja y en grupo
Cualquiera de estos ejercicios se pueden incluir cuando el constelador
registra necesidades grupales, como romper el hielo, desahogarse, tener una
participación activa y simultánea, entre otras.
Se pide a los participantes que formen parejas y hablen dos minutos cada
uno. Después deben encontrar a otra pareja y cada uno presenta al compañero(a)
a quien ha escuchado. Enseguida se juntan con otro grupo de cuatro personas y
cada quien dice dos o tres palabras que tengan que ver con los cuatro con los que
estuvieron antes. El facilitador pone música y luego este grupo de ocho se reúne
con otro subgrupo y el grupo de 16 personas baila con la música. A
continuación, todos los grupos forman un círculo único y se miran a los ojos
silenciosamente por dos o tres minutos. El grupo está listo para empezar a
trabajar.
Forman parejas y por cinco minutos uno le dice al otro las cosas
importantes que le han ocurrido en los últimos tres meses (en lo profesional y lo
personal) y qué proyectos tiene para los próximos tres meses. Seguidamente
habla el que escuchó por cinco minutos más y se les pregunta después cómo se
sintió cada uno compartiendo esto.
Este ejercicio se llama “mecidos por el viento”. Se elije a una pareja con
la mirada, se colocan frente a frente, cierran los ojos, ponen las manos sobre los
hombros y piensan en dos árboles cuyas ramas se tocan suavemente y se mecen
como si fueran movidos por el viento por varios minutos. Les pedimos que
deslicen las manos por el brazo de su pareja, lentamente, hasta tomarle las
manos. Se vuelven a mirar y notan la diferencia en la mirada. Por parejas,
comparten con los ojos abiertos lo que sintió cada uno.
Elegir silenciosamente a alguien que pueda representar algo positivo.
Acercarse, mirarse y dejarse llevar por el movimiento corporal que surja
espontáneamente, durante cinco minutos. Compartir lo que cada uno sintió y
pensó. Después se cambian los roles. Cada uno honra y agradece la presencia del
otro en este mundo. El facilitador sugiere que contesten a las preguntas: “¿Qué
sienten al ser elegibles, al elegir a una persona o cuando son seleccionados?”
Se organiza el grupo por parejas sentadas. Empiezan tocando las rodillas
del compañero, mirándose a los ojos; este gesto facilita la apertura del corazón.
Cada uno tendrá cinco minutos con una pareja, uno habla y otro escucha, acerca
de las crisis, desacuerdos y viceversa. El facilitador les pregunta: “¿Qué
pensaste, qué sentiste al ser escuchado atentamente, cómo te sentiste al no
interrumpir diciendo lo que piensas sobre lo que escuchas?” “¿Hace cuánto
tiempo que no has sido escuchado?”
Forman parejas y cada miembro dice al otro, con el mínimo de palabras,
a quién representa; por ejemplo, a la hermana mayor, al esposo, a una hija única.
Empiezan un diálogo de 10 minutos sobre cualquier tema y asombrosamente
descubrirán que la persona desconocida, al representar a alguien de la familia de
la otra persona, dice las mismas cosas que el pariente representado diría. Se hace
un segundo diálogo donde se invierten los roles, al final de lo cual comparten
entre sí la experiencia.
En parejas, se ven a los ojos, sin hablar, se les pide que respiren más y
más fuerte para agudizar las diferentes sensaciones. El facilitador dice en voz
alta: “No juzgues, no pienses, sólo observa. Los ojos son como el espejo del
alma. Intenta entrar al alma de la otra persona y pídele que te mire. ¿Hay algo
que quisieras esconder? ¿Imaginas cómo se siente ella? ¿Cómo estás tú en este
momento?”
Este ejercicio es para expresar el enojo. Se escoge a una pareja y se
coloca frente a ella empujándola con las palmas de las manos. El facilitador
sugiere que griten: “Te veo. Soy fuerte. Basta, ya no me dejaré.” Después, cada
pareja se coloca de espaldas. Primero se frotan lo más que pueden y luego se
empujan espalda con espalda. Regresan frente a frente, se estrechan las manos y
se saludan. Posteriormente comparten las experiencias.
Este ejercicio se llama “historia de víctima”. Se pide al grupo que forme
parejas y cada pareja define quién es A o B. A cuenta su guión de víctima
infantil. Después, por cinco minutos escucha la retroalimentación que le da B.
A dice otra vez su guión, ahora desvictimizado, y luego escribe frases cortas
sobre el evento. Le pedimos a A que cierre los ojos y piense: ¿Qué aprendiste de
eso?, ¿para qué te sirvió?, ¿qué te dio la fuerza que hoy tienes? Finalmente, A
hace una declaración pública al respecto con la lectura de sus declaraciones.
En un segundo tiempo, B hace el mismo trabajo que hizo A. El facilitador
podría agregar que vivir atrapados en estado de víctima es igual a una
impotencia aprendida. Cada uno puede cambiar la manera de vivir su
experiencia. A veces el cliente se presenta como víctima y así renuncia a sus
capacidades adultas. Hay que buscar sus recursos. Los que están en el papel de
víctimas provocan ser maltratados. Si se salen de este rol y se colocan en el
centro, quedan expuestos, se arriesgan, todos pueden ver sus errores. Ser líder es
un rol de soledad. El que es víctima y dependiente tiene muchos compañeros.
Tener éxito es igual a estar solo y ser envidiado. Cuando el niño quiere atención
de la madre, por ejemplo, provoca algún incidente, llora lastimado, pero
consigue ser visto, es decir, logra lo que deseaba, y poco a poco se torna en
víctima. Lo que en algún momento fue útil después se vuelve obstáculo.
Visualizaciones
Estas son utilizadas a menudo después de alguna Constelación
especialmente densa y permiten incluir un cambio en el ritmo del trabajo. Sirven
para que el grupo se vuelva a concentrar, para mantener la energía grupal y
ayudar al descanso corporal. Antes de empezar estos ejercicios el facilitador pide
que cada persona esté cómoda, relajada y que se concentre primero en su manera
de inhalar y exhalar.
Se pide a las personas que cierren los ojos y vayan al reino de los
muertos. Si encuentran que los mira alguna de las personas que murieron, eso
quiere decir que esa persona se quedó pegada a los vivos y hay que encontrar la
manera de que lo dejen ir. Si alguien lo necesita, puede compartir su experiencia
con el grupo.
Se solicita a cada participante que imagine ser un niño o una niña y mire
a su mamá y a su papá juntos, que los vea largamente y luego que se acerque
lentamente y abrace a ambos. Se les pide que observen si hay alguna dificultad,
con él o con ella. Se les invita a permanecer hasta que puedan abrazar a los dos y
a sintonizar su respiración con la de ellos.
Se dice a los participantes que miren atrás de sus padres a los padres de
ellos y que vean a sus abuelos dando respaldo a sus padres que ahora son como
niños. Poco a poco se les pide que miren atrás de los cuatro abuelos a los ocho
bisabuelos y después a los dieciséis tatarabuelos y que visualicen un gran
triángulo donde están todos sus ancestros. Paulatinamente, sin juzgar y
considerando el destino que tuvo cada uno, se les pide que abracen a todos y que
miren al fondo la llama de la vida que, con la energía de todos, los recorre y los
posee. Tal vez necesiten emitir algún sonido que acompañe su próxima
exhalación. El sonido puede hacerse más fuerte, más fuerte, con la fuerza de sus
ancestros. Posteriormente deben dar la espalda y avanzar por su propio camino.
Se pide que cada uno cierre los ojos pensando en que su padre está
colocado a la derecha de su espalda y su madre a la izquierda. Se busca que los
sienta y luego coloca también a los cuatro abuelos más atrás, después ocho
bisabuelos y 16 tatarabuelos de ambas líneas. Se dirige la visualización para que
el participante pueda imaginarlos, sentirlos y pensar que todos ellos forman
grandes alas con las que cada uno podrá volar.
El sanador interno
En este ejercicio se guía a los participantes del taller, que tienen los ojos
cerrados, invitándolos a que imaginen que caminan lentamente por un sendero
en un hermoso bosque. Pasan por una cascada con agua tibia y sanadora, y al
fondo perciben una puerta a la que se accede sin temor. En el interior encuentran
a un guía sanador que tiene un consejo para dar a cada uno. Entrando a ese
recinto cada quien se instala cómodamente en un sillón, mirando al sanador
interno —como cada quien lo imagine— y le pregunta algo sobre su salud. Se
les pide que escuchen atentamente la respuesta y que la agradezcan antes de
despedirse. Después, recorren el camino de regreso teniendo todo el tiempo
conciencia de su respiración. Si el grupo es mayor de 60 personas, después de
estos ejercicios se pueden hacer subgrupos para que cada quien exprese y
comparta en un subgrupo lo que experimentó.
Vocalizaciones
Se les pide a los participantes, después de una relajación, acostados, que
primero emitan sonidos libremente con cada una de las vocales. Luego deberán
tratar de armonizar sus sonidos con el vecino próximo. En tercer lugar deberán
experimentar con la lengua tocando el paladar y, en cuarto lugar, tratar de emitir
los sonidos con la boca cerrada.
Mini-Constelación grupal y simultánea
Estos ejemplos tienen un sentido didáctico y también se pueden usar cuando
el grupo es muy grande para que cada participante viva distintas experiencias y
sienta el lugar situacional. Simultáneamente pueden estar trabajando 300 o más
personas. Las explicaciones tienen que ser muy precisas o tal vez hacer una
demostración para que todos la vean antes de hacer su trabajo.
Unos cuantos participantes pasan al centro desde su niño y cada uno
escoge del círculo exterior a una mamá y a un papá. Una vez formadas las
tríadas el facilitador explica que en todos los sistemas familiares hay cosas que
cada uno hace para que el grupo funcione. El niño dice lo que él hace para que
las cosas marchen; luego la mamá y al final el papá. Después rotan los papeles y
nuevamente cada uno dice lo que hace, desde otro representante de persona, para
que las situaciones de la familia funcionen. Se pasa a la tercera posición de
modo que al final cada uno ha sido hijo, madre y padre, y ha dicho
exclusivamente lo positivo que hizo para el sistema.
Si trabajamos en un taller donde hay muchas personas que padecen
síntomas o enfermedades, y no todos tuvieron el tiempo para hacer su
Constelación, podemos hacer cualquiera de las siguientes, simultáneamente en
pequeños grupos.
Pedimos a un participante que elija a tres representantes: el del cliente, el
de la sanación y el del obstáculo para la sanación. Primero, el consultante coloca
a la sanación y al obstáculo y cada representante dice cómo se siente. Segundo,
se mueven libremente. Tercero, el consultante toma su lugar y registra cómo se
siente. Al final, después de varias posiciones, el consultante tiene que inclinarse
frente al obstáculo y regresar a su posición previa para ver otra vez desde ahí. Si
lo necesitan, el obstáculo y la sanación se mueven libremente por última vez.
Cada cliente se configura con los siguientes aspectos: el ejercicio, la
alimentación, el dormir, la respiración y un representante para él mismo. Se trata
de que cada aspecto diga cómo se siente, cómo está, a quién mira y cómo es su
relación con los demás. Inconscientemente, la capacidad de descanso y
alimentación tienen que ver con la madre. La respiración y el ejercicio se
relacionan con el padre.
El constelante se coloca frente a dos personas y decide quién representa a
su enfermedad y a su salud. Los configura como lo desea y luego se coloca él
mismo en relación a ellos. Escucha qué dice la enfermedad y qué dice la salud.
Segunda configuración: una vez que la enfermedad y la salud buscan un mejor
lugar, el cliente vuelve a escuchar primero a la enfermedad y después a la salud.
Se continúa con una tercera colocación, y cada representante habla de cómo se
sintió al final. El constelante honra profundamente primero a la enfermedad y
luego a la salud.
CAPÍTULO VIII
Acuerdos sobre la Colchoneta
Desde 2011 estoy trabajando exitosamente una modalidad que llamo
Acuerdos sobre la Colchoneta y que se aplica a dos personas adultas que están
en una situación de crisis. En una sola sesión dirigida por mí, que dura entre dos
y cuatro horas, llegan a conclusiones definitivas e importantes que pueden llevar
a cabo en la realidad.
He visto a una madre o un padre con una hija o hijo adulto, una pareja
a la mitad de un divorcio, y una pareja divorciada legalmente hace varios años
que está decidiendo si hacen separación cordial o regresan a vivir juntos otra
vez.
Este original trabajo está inspirado en las Constelaciones Familiares, en el
Abrazo de Contención y en mi experiencia clínica de 50 años en los cuales
primero estudié lo psicoanalítico freudiano y posteriormente me dediqué a la
terapia psicocorporal, a la terapia sistémica y a la Biodescodificación.
Ejemplos
Caso 1
El primer caso que manejé con esta modalidad fue el de una señora —
[*]
Carmen —que me pidió un Abrazo de Contención pues quería informar a su
hijo de 21 años quién era su padre. Entrevisté al hijo —Carlos— a solas y me
dijo que él ya suponía quién era su padre pero que nunca tocó el tema con su
mamá. Él estaba más interesado en establecer las reglas de convivencia debido a
que había decidido vivir con su mamá y su nueva pareja: él siempre había vivido
con su abuela materna y con su mamá hasta 3 años antes.
En cuanto se acomodaron en la colchoneta, la mamá le contó a su hijo
que dio a luz un domingo en que le dijo a su madre que estaba embarazada.
Tenía 15 años y su mamá no se había percatado de su abultado vientre por nueve
meses. Por la mañana se presentó con su madre diciéndole que se sentía muy
mal y ésta la llevó con una tía médica, quien enseguida se dio cuenta de que se
trataba de un alumbramiento. Fueron a varios hospitales hasta que dio a luz en
el Instituto de Perinatología. Fue un bebé de 2,600 kg. Se lo mostraron enseguida
pero no pudo darle de mamar porque el pezón no estaba formado. Su tía le
propuso enseguida hacerse cargo del bebé y disponer de él, pero la madre de
Carmen se opuso.
Carmen alimentó a su bebé y poco a poco aceptó su existencia
sabiendo que tenía que interrumpir su propia adolescencia, estudios, amigas,
compromisos, fiestas, etc., para cuidarlo. Poco después empezó la preparatoria y
lo registró como hijo natural. El violador había ingresado a la cárcel por la
denuncia de la madre de Carmen. A continuación se trascribe parte del diálogo
entre la madre y el hijo.
Carmen: —Hoy agradezco el encuentro con el violador pues algo
bueno resultó y es que tú estás en la vida. (Llorando). Hace mucho que ya te
quiero y si alguna vez te lastimé fue por mi ignorancia. Considera que yo solo
tenía 15 años y tú llegaste a cambiar toda mi vida... me sentía avergonzada,
señalada, era sólo una niña.
Carlos, mirando atentamente a su madre: —Me encanta estar vivo y
que me hayas traído al mundo. También agradezco que te hayas quedado a vivir
en la casa de mi abuela pues allí sentí el amor y el cariño de tus dos hermanos y
de la pareja de la abuela. Aunque no conocí a mi padre, me sentía acogido y
querido por todos. Cuando salías con tus amigas, me daba coraje y sentía que me
descuidabas.
Carmen: —Cuando ibas bien en la escuela y competías como atleta
destacado me sentía muy orgullosa viéndote.
Carlos: —Te agradezco el trabajo que me conseguiste en el banco y
que me apoyes en mis nuevos planes para que haga una carrera sin dejar de
trabajar.
Carlos hizo una lista de las cosas que admira en su mamá. Después,
juntos, hicieron una lista de las expectativas que cada uno tiene del otro ahora
que van a convivir en la nueva situación. Él avisa que algunos fines de semana
los quiere pasar en casa de su abuela materna, donde estuvo viviendo tantos
años. Carmen está de acuerdo y ambos enumeran las obligaciones que cada uno
asume para la nueva convivencia.
Al final se acercaron más, se abrazaron, y se rieron, pues ya habían
llorado bastante.
Tiempo transcurrido: 1.45 hrs.
Dos meses después Carmen me dijo que había sido un trabajo
increíble, buenísimo y que su hijo había respondido de maravilla y estaba muy
contenta por todo.
Hablé también con Carlos y me expresó: “Me siento más seguro en
ciertas cosas y ahora me doy cuenta de lo que soy capaz, fue muy positivo.”
Caso 2
Una mujer que llamaremos María me conoció en una conferencia y se
me acercó para decirme que tenía un hijo único —Iván— que padece de
epilepsia desde los tres meses posteriores a la muerte repentina de su esposo.
Iván tenía en ese momento 13 años. Ella lleva cuatro años en terapia y su hijo
tres y sin embargo ambos están muy angustiados y metidos en un círculo vicioso
de reproches, persecuciones y casi espionaje por parte de la madre en la vida de
su hijo que tiene 25 años y es profesor universitario. También está preocupada
porque Iván nunca lloró la muerte de su padre.
Entrevista individual con cada uno:
María me dijo que sus padres habían muerto súbitamente en un
accidente, y que siente que Iván es lo único que le queda y no quiere perderlo.
Por eso lo llama cuatro o cinco veces todos los días para saber cómo está, con
quién anda, qué hace, a qué hora volverá a la casa, cómo se siente, quién va
manejar, etc.
Iván me contó que es epiléptico y está medicado desde hace doce años.
Él no siente miedo (su madre carga el de ambos) pero muchas veces apaga el
celular para que su mamá no lo encuentre pues quiere vivir sin la angustia que
ella le trasmite casi constantemente.
Empezado el trabajo sobre la colchoneta, pasamos directamente al
tema central y María explicó que tiene que asegurarse de que él está vivo y bien
cuando oye su voz... a cada rato.
Iván: —La epilepsia tal vez algún día pueda llevarme a un accidente,
pero mientras tanto, tú me matas con tu búsqueda, con tu asedio, con tu
insistencia. Me asfixias, me inhibes, me atosigas, me acorralas.... No puedo
más... Comprendo que es una especie de amor, pero me mata...
Poco a poco se fue definiendo la angustia de ella como la clásica de una
codependiente, con mentalidad catastrófica y ansiedad desbordante, por lo que le
expliqué a María las tres C que se emplean en las sesiones de ALANON: “Su
epilepsia no la Causaste, no la vas a Controlar y no la puedes Curar.”
Iván remitió a su madre a las creencias religiosas y la invitó a “soltarle las
riendas” a su Dios y aceptar que todos vamos a morir algún día.
Iván: —Quiero vivir la vida sin que tú que me interceptes
constantemente.
Hablaron de cómo era la vida cuando papá vivía, de lo que perdió cada uno, de
lo que significó su ausencia, de lo difícil que fue adaptarse a la nueva situación,
y lloraron juntos por primera vez. Cada uno agradeció al otro, se miraron, se
acercaron y se relajaron.
María, avergonzada: —Yo no sabía a qué grado eran molestas mis
llamadas. Apenas cuelgo el teléfono, me surge una nueva necesidad de
recontactarte. Me comprometo a tratar el asunto y hacerme cargo.
Yo sugerí que iniciara algún trabajo físico diario y alguna actividad
suplementaria que la ocupe más tiempo. Incluso asistir a un grupo de
codependientes.
Tiempo transcurrido: 2.00 hrs.
Los vi un mes después y ella dijo que se sentía mejor.
Iván resumió: —Después de la experiencia surgieron tres cosas:
tranquilidad, tranquilidad y tranquilidad.
Una año mas tarde Ivan estudiaba en Europa y su madre, en lo suyo.
Reflexioné sobre estos dos casos, que no fueron un Abrazo de
Contención clásico, que no necesitaron del grupo como las Constelaciones y en
los que había ocupado parte de las frases sanadoras conocidas. Estaba de
vacaciones platicando con una amiga en un pueblo de 800 habitantes y ella me
dijo que su hijo Rafael, que está separado de su esposa Amelia desde hace tres
años, tienen unos pleitos espantosos donde van y vienen las demandas y
contramandas, y la única hija de ambos, Katia, ya no se ríe y está cada vez más
triste.
Caso 3
En cuanto pude, me presenté en la casa de Amelia, que se soltó
llorando diciéndome que su suegra y su marido ya no la saludan y que la vida se
ha vuelto un caos. Ella vive con su nueva pareja y su hija Katia. Su ex marido
también tiene una pareja y vive con ella, pero la guerra sube de tono día a día.
Le dije que yo estaba trabajando algo nuevo llamado Acuerdos sobre la
Colchoneta y que se podía hacer una sola sesión. Se entusiasmó, pero dijo que
seguramente Rafael no aceptaría pues se hablaban solo a través de los abogados.
En su presencia llamé a Rafael diciéndole lo mismo y, si aceptaba, debía ser esa
noche pues yo estaba de paso. Los vi por separado y me dijeron:
Amelia: —Quiero volver a vivir en paz.
Rafael: —Ya no la quiero odiar.
Como observé que no se saludaron y que el enojo era realmente
grande, los coloqué con los pies encontrados y las cabezas lo más lejanas que
pude, pero indicándoles que debían mirarse a los ojos todo el tiempo. Los invité
a que hablaran de sus enojos abiertamente, por turnos, con frases cortas. Mi
sorpresa fue que él, muy pronto, después de hablar de la tristeza, de lo lastimado
que se sentía, incluyó la frase:
Rafael: —Me arrepiento de haberte acusado de lo que no hiciste.
Amelia: —Yo quisiera dejar de tener sentimientos negativos; la
situación me da tristeza y coraje. Estoy triste y sé que lastimamos a nuestra hija.
Me enoja que me hayas acusado de que te puse el cuerno, cosa que tú y yo
sabemos que no ocurrió. (Esta fue la tesis de la demanda que él presentó contra
ella, aconsejado por sus abogados.) Y también me arrepiento de haberme dejado
encabronar por mi licenciada, que parece que te odia.
Rafael: —Me da tristeza que ocurra todo esto entre nosotros, pues pasé
la tercera parte de mi vida contigo. Me rompe la madre, yo no soy malo. ¿Cómo
llegamos a esto? Fuiste mi esposa y eres la madre de mi hija…
Amelia: —Crecimos juntos. Yo te ayudé a (enumera varias cosas)....
Tú me ayudaste a (enumera varias situaciones).... Los 2,000 pesos que me das al
mes no me alcanzan... Me dijiste que me pagarías el préstamo de 100,000 pesos
que te hice si te firmaba el divorcio. Yo no acepté.
Rafael: —A mí me dio coraje que dentro de mis propiedades tú hayas
incluido una casa que sabes muy bien que es de mi madre y que la puso a mi
nombre a manera de herencia para cuando ella muera.
Amelia: —Reconozco que mi abogada me aconsejó mal y yo creí que
podría atacarte como forma de defensa... No fue mi idea. Estuvo muy mal.
Rafael: —Yo sé que esa no es tu esencia. No podía creer que tú
quisieras fregarme a mí y hasta a mi madre... Cuando supiste que ya tenía pareja,
te encabronaste más. Veo que estamos beneficiando a nuestros abogados... Ellos
sí que la pasan bien con este desmadre. ¡Los mismos 100,000 pesos que no te he
querido pagar a ti son los que me cobran a mí en el bufete por ocho meses de
pleito! ¡Cómo pude ser tan pendejo!!! Lo que no te devolví a ti —que me
prestaste esa lana— ya se los pagué a esos perros mastines que me azuzan contra
ti.
Les pedí que hicieran silencio y que cada uno se contactase con su
cuerpo, su respiración, su manera de estar en el presente, y los animé a verse en
la mitad del divorcio de sus padres... ¿Cómo fue para cada uno? ¿Cómo se
sintieron? ¿Cómo fue manejado? ¿Qué hubieran preferido? ¿Con quién hablaban
de ello?, etc.
Observé las lágrimas de Rafael. Me parecía muy bueno que hubiera
podido hacer memoria de todo lo que había vivido, y él verbalizó:
Rafael: —Mi papá me tenía casi prohibido mencionar a mi mamá. La
denigraba cada vez que podía y mi mamá lloraba constantemente. Casi no me
decía nada... Yo no sabía ni para dónde voltear. Me afectó en la escuela. No sabía
con quién juntarme ni qué explicar... Me quería morir. Yo tenía la misma edad
que tiene Katia hoy....
Amelia: —Cuando mis padres se divorciaron, aunque ya era adulta, me
llené de vergüenza y hasta te lo oculté a ti por casi un año... Creí que tenía que
tomar partido y excluí varios años a mi papá. Sólo quería hablar con mi mamá...
Me tardé tiempo en entender que de todas formas mi papá no se divorciaba de
mí y que yo lo podía seguir queriendo. Fue muy duro...
Los llevé a los acuerdos.
Rafael: —Mañana mismo voy a cortar el contrato con el bufete de
abogados.
Amelia: —Voy a liquidar a mi licenciada pues tú y yo podemos
finiquitar las cosas tranquilamente.
Acerca de la pensión alimenticia trabajamos por más de una hora,
primero haciendo la lista de todos los gastos que ocasiona una niña de 11 años en
escuela privada, con clases suplementarias, paseos, etc. Él regateaba, pero no
muy acaloradamente. Después hicimos una lista con dos tipos de gastos: los
estables y los que pudieran cambiar muy seguido, como la colegiatura y el
seguro médico que él pagaría siempre personalmente. En total él pagaría el 75%
y ella el 25%. Ellos y yo estuvimos de acuerdo en que si bien él pagará la mayor
parte, es ella quien pasa más tiempo ocupándose de la hija.
Rafael: —Reconozco que eres una buena madre y yo confío en tus
cuidados. Eso me da la tranquilidad que necesito para trabajar por la tarde.
Les recordé que hasta que no muera uno de los tres siempre van a estar
relacionados y que les convenía “llevar la fiesta en paz.” Estuvieron de acuerdo
en que la hija es una buena niña que no merece ser maltratada y angustiada por
sus propios padres.
El aceptó pagarle a ella los 100,000 pesos que le había prestado de
buena fe, sin firmar ningún documento y también los intereses del tiempo que ha
transcurrido, aunque pagará a plazos.
Les aconsejé no hablar con sus nuevas parejas de todo lo que están
viviendo pues siempre es difícil construir una nueva relación sobre las cenizas de
la anterior.
En la sesión hubo de todo: gritos, amenazas, gruñidos, llantos,
recuerdos, miedos y, al final, ambos se despidieron agradeciéndose mutuamente
por haber venido, por la paciencia de haber convivido y por haber tenido la hija.
Cada uno asumió la mitad de la responsabilidad por lo que no funcionó.
Firmaron los acuerdos que yo había escrito en papel y prometieron ser más
concientes de las necesidades de su hija. Se despidieron de beso en la mejilla
diciéndose: “Cuentas conmigo.”
A la mañana siguiente, cada uno me llamó para compartir lo bien que
había dormido y lo increíble que fue la sesión.
Tiempo transcurrido: 3.15 hrs.
Cinco semanas después Amelia me dijo: “Me sentí muy bien, de igual
a igual, en contacto con la persona, y eso me ayudó mucho más a abrir mis
emociones y a decir lo que sentía. Tuvimos muy buenos resultados.”
Rafael me dijo: “Doctora, le estoy muy agradecido. Todo cambió. Fue
una experiencia de verdad positiva.”
Caso 4
Alberto y Marina estuvieron separados dos años y hace cinco semanas
que, por petición de ella, él regresó al hogar. Por separado ella me dijo: “Sé que,
aunque tenemos la misma profesión, yo gano mucho más que él y eso no me
importa. Lo único que quiero es que él participe más en la educación de los tres
chavos que tenemos.” Me dijo que fue la tercera en una familia de cuatro y todos
sus hermanos son hombres.
Cuando entrevisté a Alberto, me dijo: “Desde que regresé la paso muy
mal. Siento que ya no tengo un lugar, ni autoridad, ni nada. Me siento como un
perro que les estorbo a todos.” El es el tercero en una familia de once. Quedaron
huérfanos de ambos padres y él se ocupó de varios hermanos menores.
Ya sobre la colchoneta, bien relajados:
Marina: —Me duele que no puedas poner 100 pesos para comprar algo
y que cenen los hijos. Luego veo que cruzas la calle para entrar a cenar al
restaurante de enfrente.
Alberto: —No sé dónde sentarme. La silla que usaba antes de irme
ahora la ocupa el hijo mayor. Nadie me ofrece nada, me quedo de pie y por eso
prefiero salirme. Yo te tengo que adivinar el pensamiento. No ves lo que hago
por nuestra relación.
Marina: —Me choca que no tengas vela en el entierro y me dejes toda
la responsabilidad. Eres pasivo y reaccionas muy lentamente. Te haces la
víctima, sometido y sobajado.
Alberto: —Pero cuando respondo te sientes agredida porque te crees la
superdotada e independiente.
Marina: —Me esperé 20 años para que tú crecieras y te apoyé. Yo te
quiero, pero tú me llevas al límite para que yo estalle.
Alberto: —Me dio tristeza que creas que no enfrenté la vida junto a ti.
Me ves menos, el desvalido que no puede… me esforcé más de 20 años. Sí
valoro lo que enfrentamos juntos. Pero no soy tu hijo a quien tú quieres
organizar. Eso no lo soporto.
Marina: —Me da tristeza que saques ventaja. Sé que tienes diabetes y
no te cuidas. No decides ante los problemas, los límites y las tareas de los hijos.
Solo haces algo cuando me ves enojada.
Alberto: —No es verdad. Trato de ser útil: recojo la mesa y lavo los
trastes. Con los hijos hago las cosas a mi manera, no a la tuya. No me dejas darte
explicaciones.
Marina: —Me desespera tu discurso. Cuando llegas antes que yo a la
casa, por lo menos revisa las tareas de tus hijos. Yo llego exhausta.
Alberto: —Tú no admites fallas. Me gustaba mucho cuando
compartíamos enojos, discos, diversiones. Éramos felices. No había reclamos de
dinero y trabajábamos juntos hasta que llegaron los gemelos.
Marina: —Cuando nacieron los gemelos sí perdí la cordura y todo se
vino abajo con los gastos, con las desveladas, con lo difícil que se volvió todo...
Desde ahí nos llevó la chingada.
Enseguida de mencionar el parto gemelar y lo que significó para cada
uno, ella tuvo un calambre en un pie y se retorcía del dolor. Él se acercó
cautelosamente (como si temiera ser rechazado) para darle un masaje y
reanimarla, pues los dolores eran muy fuertes.
Les recordé las características de su familia de origen, por lo que ella
parecía tan fuerte y casi acorazada ante la vida y él, después de hacer de madre y
padre de sus propios hermanos, aparecía cansado y desubicado ante sus propios
hijos.
Les dije que se había presentado una buena oportunidad para que
dejaran sus estereotipos: ella muy fuerte y él débil e impotente.
Entramos en los detalles. Él no se ha instalado bien en la casa porque
no había traído su ropa. Ella dijo que había intentado hacerle espacio en los
closets pero él no lo registró como una invitación a traer sus cosas. Creyó que
ella le pedía que ayudara a acomodar la ropa y se había negado. Nuevamente
vimos que la comunicación entre ellos no solo es poco clara sino que a veces
cada uno entiende lo contrario de lo que el emisor quiere transmitir.
Al llegar a los acuerdos dijeron que tomarán tiempo semanalmente
para salir y platicar sobre cómo se sienten o qué necesitan en la convivencia del
día a día. Él va a recuperar su lugar en la mesa, su espacio en el closet, y ella lo
apoyará frente a los tres hijos.
Después hablamos de varios enredos muy serios que tienen con los
padres de ella y entre sí, respecto a algunas propiedades. Habría trabajo para más
intervenciones.
Hice varios señalamientos precisos que más tarde preguntaría si los
pudieron realizar.
Tiempo transcurrido: 2.20 hrs.
Hablé con ella un mes después y me dijo que estaba desesperada pues a él
lo vive como un bulto inútil y estorboso y ya se le acabó la paciencia. Está harta
de mantener la casa. Le dije que tal vez pronto se dará cuenta de que la
convivencia no es posible.
Le pregunté a él cómo estaban las cosas y dijo: “Más o menos... tal vez un
poquito mejor.”
Algunas veces cuando una pareja, después de una intervención psicológica, llega
al divorcio suelo pensar que también se puede ver como un éxito terapéutico que
lleva tranquilidad a los hijos.
Caso 5
Felicia me llamó para decirme que había leído mis apuntes Acuerdos
sobre la Colchoneta y, como me había conocido en un taller de Constelaciones,
me tenía confianza y quería resolver problemas graves que tenía con su hija
mayor (de 34 años) desde hacía varios meses. En la entrevista individual, la hija,
Merche, me dijo que su padre había sido secuestrado en Ciudad Juárez hacía
varios años y que ella se había encargado de las negociaciones con los
secuestradores. Aunque pagaron el rescate, no tuvieron la prueba de vida y al
final se perdió la comunicación, y hasta ahora no han encontrado a su papá,
quien muy probablemente esté muerto.
Siente que su madre la recrimina y que ella hizo lo mejor que pudo,
aconsejada por expertos. Reclama que su mamá se ha hecho una con la hermana
menor y que, para estar más tranquila, hace semanas que ella trabaja desde su
casa para no ver a su hermana ni a su madre en la oficina.
Dirigen desde el D.F. los negocios del padre que están en Cd. Juárez, pues
los expertos les aconsejaron cambiar de ciudad. Todos habían llegado al D.F.
hacía 18 meses. Los maridos de ambas hijas también trabajan en el negocio
familiar.
Felicia me dijo que ha sentido que su hija la quiere hacer a un lado en
la toma de muchas decisiones y que es muy arrogante, la juzga constantemente,
y por eso se ha producido una grandísima distancia. Tal vez influye que Merche
hizo la carrera de Administración de Empresas y la madre solo tiene experiencia
práctica.
Ya en la colchoneta:
Felicia: —Lo que me angustia es no poder ser espontánea contigo. Me
dan miedo tus reacciones. Añoro una buena relación.
Merche: —Lo que me molesta es que no quieres ver lo que es evidente.
Me siento en el limbo. Ya no hay confianza. Se perdió la comunicación. Me
siento fuera de la familia y reacciono a la defensiva; todos me juzgan y nadie me
valora.
Felicia: —Yo creo que no me ves como madre. Quiero que aceptes que
yo no quiero a tus hermanos (nueve, hijos del padre y previos al matrimonio con
Felicia).Te unes a ellos para rechazarme a mí y a tu hermana.
Merche: —Tú te confundes. Solo me llevo con J., la menor, y no estoy
integrada a todos ellos. Sé que realmente no es mi familia. Me molesta tu
incongruencia. Prefiero estar sola con mi esposo y mis dos hijos. Como haya
sido, no se puede cambiar, esos nueve son también hijos de mi papá.
Aclararon que lo que Merche llamaba incongruencia se debía a que la
madre omitió por muchos años la existencia de los nueve hijos de su esposo y
explicó que, cuando ella se casó, solo sabía de la existencia de dos de ellos.
Adolfo, el padre, fue incluyendo poco a poco la verdad sobre sus otros siete
hijos, pues temía ser reprobado por la madre de Felicia que era muy moralista.
Felicia me explicó que cuando se casó con Adolfo no se logró su primer
embarazo y Merche fue la décima hija de él y la primera de Felicia, por lo tanto
la recibió con mucho miedo e inseguridad.
Con ese relato, Merche empezó a emocionarse y a sonreír abiertamente
por primera vez. Les pregunté si se querían sentar en postura de madre
nutricia[*]. Aceptaron gustosas y les di un rebozo para envolverse. Se acercaron,
se miraron y se emocionaron... La mamá le refirió cosas importantes de los
primeros cuatro años de su vida (antes de que naciera la segunda hija) y de
cuánto trabajó al lado del padre y dejó los cuidados maternos a su propia madre
porque pensó que lo haría mejor que ella misma.
Los primeros 22 años vivieron con la madre de Felicia, que era viuda y
fue quien realmente se hizo cargo de sus dos hijas. Las castigaba como creía
conveniente; por ejemplo, a veces las hincaba con los brazos extendidos
sosteniendo una piedra en cada mano. Felicia y Adolfo veían esto y lo
aceptaban. También aceptaban que la abuela materna se refiriera a estas dos
niñas como sus hijas.
Vimos claramente que Felicia por muchos años fue mucho más la hija
de su madre que la madre de sus hijas. Sin embargo, recordó que cuando Merche
tenía 11 años y quiso ir al cine con algunas niñas de su clase y la abuela
pretendía impedirlo porque no era decente, por primera vez Felicia se opuso y
dijo que los tiempos habían cambiando y que su hija sí podía ir al cine sin sus
padres.
Hija: —Extraño mucho a papá y ayer lloré porque me siento sola. No
tengo ninguna familia, pues la familia política está muy lejos, y con ustedes no
puedo estar. No soy tan fuerte como aparento. Añoro tener una mamá y
acurrucarme como ahorita.
Madre: —Yo tampoco soy tan fuerte como quiero verme... También
pienso mucho en Adolfo, que se enamoró de mí y dejó todo para casarse y
quedarse para siempre con nosotras tres... Me duele no haberlo podido enterrar.
Insistí mucho en que Felicia tomara ya su papel de madre y también
batallé para que Merche se sintiera solamente la hija (y no la heredera absoluta
del negocio de papá). Cada una tenía que respetar a la otra en su rol
correspondiente.
Cuando llegamos a las propuestas:
Hija: —Deseo que tengamos tiempo para platicar solas las dos, siendo
honestas y respetándonos, disfrutándonos.
Madre: —Me emociona que pidas eso.
Hija: —¿Qué te parece que los martes, por ejemplo, desayunemos
solas fuera de casa?
Madre: —Iré encantada y te pido que no te alteres para que no me
espante de lo que dices. No me juzgues. Eso ya lo viví con tu abuela por más de
50 años. Ya tengo derecho a ser como soy.
Hija: —Te pido que primero nos enfoquemos en nosotras, sin incluir a
nadie más. Quiero tener y disfrutar a mi mamá. En cuanto a los demás, Dios
dirá...
Madre: —Te admiro porque fuiste excelente alumna e hija. Te das a las
gentes que quieres y necesitan, sacas adelante lo que te propones.
Hija: —Yo admiro tu fortaleza, tu personalidad, tu capacidad, tu fe, tus
deseos de aprender y tus esfuerzos por superarte. Admiro que siempre te arregles
y estés elegante, aunque estés enferma... Quiero que nos reencontremos mientras
estás en la vida...
Tiempo transcurrido: 3.30 hrs.
Tres semanas después la madre me dijo: “A partir del trabajo he tenido varios
días de paz y confío en que sigamos así. Algunas frases las recuerdo y me son
útiles.”
Conceptualización y elementos teóricos
Con esta técnica es importante trabajar directamente con las dos
personas involucradas en el conflicto actual. Yo trato de ser imparcial
poniéndome en los zapatos del que habla en cada momento.
El hecho de trabajar en el piso sobre una colchoneta es muy cómodo
para ellos, y pueden resistir varias horas. A mí me permite observar
constantemente todos los movimientos corporales, incluyendo los pies, así como
la manera de respirar, suspirar o contraer los músculos. Desde el comienzo
observo la postura que cada uno elige, el lugar que toma en el espacio y el
momento en que gestualmente acepta o rechaza a la otra persona.
Trabajo más con la interrelación que con cada uno, aunque también
puedo considerar aspectos de la historia que me hayan confiado en la entrevista
individual previa a la sesión. De tanto en tanto, procuro que se enfoquen en lo
que hubo de positivo y rescatable de su vínculo, así como en las posibilidades
reales de hacer los cambios que dicen desear, y en los recursos presentes y
factibles para el futuro próximo.
A veces dejo que surjan espontáneamente las emociones y los
discursos, poniendo atención a frases o verbos que alguno de ellos incluye y que
permiten modificar la situación que los tiene atrapados. Por ejemplo: “Yo me
arrepiento de…”, “Yo te admiro por…”, “Reconozco que…” Observo las
situaciones que surgen del inconsciente, como algún acto fallido o alguna
manifestación física, como el sueño, el dolor o las posturas.
En algunos momentos soy definitivamente directiva y hasta doy
consejos o les hago probar qué se siente enunciar algo nuevo o una frase corta.
Trato de evitar los discursos largos y la inclusión de otras personas en su relato.
Impido el uso de las palabras “nunca” o “siempre”, que suelen ser acusatorias,
falsas, y llevan a un impasse.
Siguiendo la teoría de P.E.T. (Padres eficaz y técnicamente preparados)
desarrollada por el Dr. Thomas Gordon, insisto en que sus frases empiecen con
“Yo”, “Mi”, “Me”, “A mí…” y los aliento a que poco a poco distingan las
emociones diferentes que se van presentando como, por ejemplo, el enojo, que a
menudo se manifiesta para evitar sentir la tristeza.
La técnica de los Acuerdos sobre la Colchoneta es útil como un nuevo
modelo de comunicación, que a veces permite a dos personas llorar juntas por
primera vez respecto a una pérdida significativa para ambas.
En esta técnica combino factores inconscientes, la terapia sistémica,
los aportes de Bert Hellinger, la lectura psicocorporal, así como mi experiencia
clínica general y en Abrazos de Contención.
Desde luego, es una terapia breve, que he aplicado durante un viaje,
con desconocidos o con algún ex paciente, y estoy en la fase de exploración.
Cuando tenga más casos, podré hacer una conceptualización más amplia.
Con este libro que tanto esfuerzo me costó escribir, y ahora ve la luz,
hice realidad mi sueño de aquella madrugada.
GLOSARIO
No he visto ningún glosario de Constelaciones Familiares y, de hecho, he
notado muchos cambios en pocos años en esta técnica, aunque los aspectos
teóricos no han evolucionado tanto, sí se han ampliado. Algunos términos han
sido traducidos al español de modo diferente según el entender de los distintos
traductores. Propongo a continuación la siguiente lista de términos que será útil
para comprender los distintos textos y videos que hay sobre Constelaciones
Familiares.
Alma. Fuerza que reúne varios elementos para guiarlos. El alma actúa más
allá del cuerpo. Hay un alma individual, otra del sistema familiar y una mayor,
de la que participamos todos y es la Gran Alma, en la que no hay sentimientos
negativos, sólo amorosos. Es un campo de fuerzas que además de brindarnos
información nos mantiene unidos.
Amor ciego. Es un amor que sienten los niños inocentes deseando proteger
de algo a su mamá o a su papá. Se colocan tratando de asumir responsabilidades
de los mayores, que no les corresponden, van contra el orden que supone que los
hijos, en la infancia, son cuidados por los padres y no lo contrario. Estos niños
actúan siguiendo el espíritu de sacrificarse por sus padres, enfermándose o
incluso llegando a la muerte.
Amor maduro. Este tipo de amor reconoce y asume lo que es, sea lo que
fuere. Respeta el destino de los demás y el propio, tal y como es.
Carga. Este término se refiere a uno o varios sentimientos, emociones o
responsabilidades ajenos (de algún pariente anterior), que generalmente estorba
en la vida del que la asume, pues ésta corresponde al destino de otra persona. En
una Constelación Familiar, simbólicamente se regresa la carga (que se tomó
inconscientemente) a quien le corresponda, para que quien devolvió esa carga
tenga las manos libres para realizar sus propios proyectos. La persona que
recibió la carga que le pertenecía inicialmente también se beneficia en cierto
modo, pues con este movimiento recupera su dignidad.
Centro vacío. Es un comportamiento del constelador que le sirve para poder
conectarse con el alma del constelante con indiferencia creativa. Esto es,
evitando tener prejuicios, siendo capaz de ver el detalle y lo amplio. Estar
abierto a cualquier cosa.
Conciencia. Es un órgano de equilibrio que soporta la existencia de los
grupos y de los individuos dentro del grupo. Hay conciencia a nivel personal y
otra a nivel del clan, las reconocemos por sus efectos. La conciencia personal es
como una voz interna que nos guía para no perder la pertenencia, aunque alguien
esté físicamente lejos de su familia. La conciencia del grupo es algo que todos
los miembros de una familia comparten aunque no haya sido explicitado.
Congruencia. Asumir plenamente un compromiso. Existencia de una
relación de concordancia entre distintas partes o acciones.
Contrato o solicitud. Se refiere a la entrevista que tiene el paciente con el
terapeuta o constelador, antes de iniciar la Constelación. Generalmente se hace
frente a un grupo que se ubica en forma circular, en media luna o en formación
de auditorio. Dura menos de cinco minutos. Su objetivo es determinar la
problemática que se abordará en la Constelación Familiar.
Creencia. Proceso inconsciente de pensamientos organizados. La creencia
es un marco de referencia que tiene que ver con la identidad. Podemos
descubrirla a través de las expectativas del paciente.
Constelación encubierta. Algo que se resuelve durante una Constelación
Familiar pero que no estaba en la intención original del cliente, ni en la mira del
facilitador. La Constelación encubierta resulta de la información que surge del
inconsciente del sistema familiar.
Destino. Hay un margen reducido de posibilidades entre lo que nos toca
vivir y lo que podemos hacer para cambiarlo. Tenemos libertad para vivir lo que
nos corresponde de diferentes maneras. Nuestro destino está entretejido con el de
otras personas, a veces para lo mejor y otras para lo peor. No se debería tratar de
ir en contra de lo que es; lo saludable es aceptarlo tal cual. El constelador ayuda
a asumirlo. Podemos enfrentar los eventos difíciles asintiendo y consintiendo.
Diciéndose a sí mismo: maduré con lo que me sucedió.
Duelo enquistado. Se refiere a la situación de una persona que ha sufrido
una pérdida significativa y que, después de más de un año, no ha podido
adaptarse a su nueva situación de vida, sin el ser fallecido.
Emoción prestada o adoptada. En Constelaciones Familiares se detecta
porque parece sobreactuada y los presentes en un taller de Constelaciones
Familiares no se sienten empáticos con esta emoción. Viene de otra persona, a
veces de generaciones previas.
Emoción primaria. Son sentimientos reales, instantáneos y pasajeros, como
amor, odio, rabia, tristeza o dolor. Cuando se presentan, aparecen, se
incrementan, decrecen y concluyen, la emoción tiene dirección hacia algo, se
acompaña de acción y de vitalidad. Energiza a la persona y pone intención en la
voz. Los ojos de quien la manifiesta están abiertos. El grupo empatiza con estas
emociones que permiten mirar hacia adelante.
Emoción secundaria. Es una emoción que permite, a quien la experimenta,
evadir la realidad. La persona que la vive suele estar viendo hacia alguna imagen
interior. No focaliza, congela, aparece voz infantil y chillona, siempre cierra los
ojos. Puede actuar de un modo que parece ridículo y desbordante. Por ejemplo,
son resentimientos que se originaron por algo sentido en la infancia. Estas
emociones se repiten crónicamente, no concluyen y pueden reaparecer por años.
Enamoramiento. Es un conjunto de emociones que tiene que ver con una
ilusión, una proyección de algo deseado. Si entre dos personas que sienten el
enamoramiento hay, además, respeto, admiración recíproca, atracción sexual y
algún proyecto compartido, la pareja puede permanecer.
Enredo sistémico. Es una situación no resuelta de manera adecuada o
excluida del sistema familiar que inexplicablemente afecta la vida de una o
varias personas de otra generación del mismo sistema familiar. Es una
identificación o compromiso con la suerte o sentimientos de otro miembro de la
red familiar que a veces ha sufrido un daño o injusticia. Las Constelaciones
Familiares permiten traer a la luz esos eventos y desactivar sus efectos,
especialmente cuando son negativos. También se llama lealtad invisible,
embrollo o implicación, según las traducciones que se consulten.
Expresión de amor. Confirma a otro su derecho a pertenecer al mismo
sistema familiar.
Felicidad. Es el estado natural del hombre, aunque sus juicios y
comparaciones lo llevan fácilmente a la infelicidad. La mente, no la realidad, es
la fuente de la felicidad. La felicidad es tomar con alegría todo lo que se nos da y
soltarlo alegremente cuando lo perdemos, sea lo que fuere.
Florecer. Sensación subjetiva de bienestar con los afectos y en el trabajo.
Sería dar a nuestros padres el diploma de calidad, cuando podemos ser
autosuficientes y separarnos de ellos.
Hacer tierra. Tocar fuertemente el piso, aterrizando, asumiendo o asintiendo
frente a lo que sea.
Humildad. Es el comportamiento de conformidad para asumir el destino,
aunque éste sea confuso o doloroso. La humildad nos permite tomar la vida y la
felicidad tal como vienen dadas y mientras duren. Esta aceptación es fuente de
fuerza.
Imagen de solución. Es la última configuración que hay en una
Constelación Familiar y viene de lo más profundo del sistema, de su
inconsciente. Es lo que más interesa que se lleve el paciente para llegar a los
movimientos del alma que son lo sanador de una Constelación pues llevan a una
transformación fundamental de nuestra manera de estar frente a la vida.
Lealtad invisible. Es una identificación con un destino ajeno, generalmente
en relación con alguien de generaciones anteriores que fue marginado por
vergüenza o por algo que hizo y que hoy la persona que vive esta lealtad lo trae
nuevamente al sistema.
Lugar situacional. Es el lugar que determina lo que sentimos, aun lo que
sentiría otra persona que estuviera allí, lo que nos permite conocer y sentir las
emociones de alguien aunque no lo conozcamos. Contribuye a determinar la
experiencia que tienen los representantes en una Constelación Familiar.
Montaje. Es la manera como el consultante coloca a los representantes al
iniciar una Constelación. Existen distintos tipos.
Movimiento interrumpido. Se da cuando en edad temprana alguien pierde el
vínculo con alguno de sus padres por un período largo o definitivamente. Se
manifiesta después por dificultades para mantener la salud o para estar bien en la
vida en general.
Orden en el amor. En una pareja ambos actúan entrelazados. El primero es
el jarro que contiene y abarca al amor, el cual fluye colmándolo. Cuando existe
el orden en el amor la persona está en sintonía con su destino y asiente a quién es
y de dónde viene.
Orden en la familia. Es un principio según el cual cada miembro de un
sistema familiar ocupa un lugar preciso de acuerdo al orden cronológico del
nacimiento, en el caso de los hermanos se refiere a lo generacional y al rol que
cada uno desempeña con relación a los demás. Según este orden, lo saludable es
que los padres den y los hijos tomen. El orden es lo que une y permite el
desarrollo de cada miembro, y cuando se respeta es sanador y liberador. El
desorden en un sistema puede generarse por falta de amor, o por lealtades
invisibles, y se puede recuperar con una Constelación Familiar.
Parentalizado. Se trata de un hijo o hija que da cuidados a alguno de sus
padres como si fuera mayor que ellos. También puede ser que asuma
responsabilidades excesivas con respecto a sus hermanos.
Postura de madre nutricia. Se utiliza en la Técnica de Abrazos para
restaurar el vínculo entre madre e hijo, cuando hubo movimiento interrumpido.
Simula la postura de lactar a un bebe.
Prestar el peso. Cuando un paciente necesita hacer un Abrazo de
Contención con alguna persona que no puede asistir a la terapia, se le pide que
invite a una persona de mucha confianza, que presta su cuerpo apoyándose en el
85% de su extensión sobre el paciente.
Regresar o devolver. Es la acción que realiza un paciente en una
Constelación Familiar para devolver a algún antepasado suyo algún sentimiento
prestado, enfermedad, responsabilidad o rasgo de personalidad que, por ser
ajenos, le estorban en la vida y que tienen que ver con el destino del ancestro y
no con la historia personal.
Regresar la carga ajena. A veces colocamos algo muy pesado en las manos
del cliente para que se lo dé a quien le corresponda y él se libere.
Representante. Es cualquier participante que en un taller coopera con el
cliente y pasa al lugar de la Constelación Familiar ocupando un lugar situacional
que le permite sentir como la persona o aspecto (salud, trabajo, miedo) a la que
está representando.
Representante de referencia o anónimo. Es alguien que el constelador
incluye durante una Constelación sin decir a quién representa y según su manera
de estar, ofrece datos al facilitador y al cliente.
Resonancia mórfica. Es el conjunto de cambios o ajustes que tienen todos
los miembros de un mismo sistema familiar cuando uno solo de ellos hace una
modificación. No se ve pero se siente. En cuanto a lo físico, son las ondas
concéntricas que se forman cuando se lanza una piedra al agua. En lo
psicológico, se refiere a algo que ocurrió hace varias generaciones pero que
impacta aún varias generaciones después en algún nieto, por ejemplo. También
se refiere a cambios posteriores a una Constelación Familiar que influyen en
todos los familiares que fueron representados aunque no hayan estado presentes.
Sanación. Recobrar el equilibrio a través de seguir el orden del amor. En
Constelaciones Familiares se considera la enfermedad a nivel físico y a nivel del
alma, lo cual marca diferentes caminos para encontrar los obstáculos que
impiden la sanación. La sanación consiste en reconocer lo que es y aceptarlo en
lugar de resistirse. Es asumir la tierra como tal, olvidar el cielo, arraigarse a la
vida y vivir lo que corresponde.
Tomar. Recibir todo lo positivo que se pueda; generalmente se refiere a los
padres. Si alguno de ellos fue violento o estuvo ausente, de todas formas hay que
asumirlo tal como es o haya sido, agradecer y honrar a los padres por la vida que
se recibió de ellos. El papá y la mamá que uno tiene siempre son los mejores
para cada quien.
Tomar su lugar. Es seguir las leyes de la vida, tomando el lugar que le
corresponde a cada uno de acuerdo a la cronología del nacimiento y a la relación
que se guarda con los demás miembros de la familia.
Para cualquier
comunicación con Rosa
Döring,
puede llamarla al teléfono
celular:
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o escribirle al correo
electrónico
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Constelaciones, Abrazos y Acuerdos... Familiares
se terminó de imprimir
el mes de Julio de 2013
en los talleres de
Impretei S.A. de C.V.
Almería No. 17
Col. Postal, México, D.F.
impreteisa@prodigy.net.mx
[*]
Véase el Glosario.
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Véase el Glosario.
[*]
[*]
Véase el Glosario.
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Véase el Glosario.
[*]
Véase el Glosario.
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Véase el Glosario.
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Véase el Glosario.
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[*]
Lo sombreado fue publicado anteriormente.
[1]
Texto publicado en el libro Psicología para casos de desastre, editado por Editorial Pax, México, Distrito Federal, 1987.
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Véase el Glosario.
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Véase el Glosario.
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Véase el Glosario.
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Véase el Glosario.
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Véase el Glosario.
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Véase el Glosario.
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Véase el Glosario.
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Véase el Glosario.
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Véase el Glosario
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Véase el Glosario.
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Véase el Glosario
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Véase el Glosario.
[*]
Los nombres de las personas fueron cambiados para preservar el anonimato.
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Véase el Glosario.