Tanto el empirismo como el racionalismo, surgieron entre los siglos XVI
y XVII respectivamente. Ambas corrientes de pensamiento tenían una base escéptica y coincidían en que había que encontrar una nueva forma de hacer filosofía y conocimiento en general. Sin embargo, el punto en el que no podían coincidir es en dónde debía colocarse la fuente del conocimiento: la sensibilidad o la razón. Mientras que el empirismo sostiene que todo conocimiento comienza en la experiencia sensible, el racionalismo coloca a la razón como fuente de todo conocimiento. Así, ambas escuelas o corrientes se oponen directamente en la forma en que cada una piensa al origen del conocimiento. Las discrepancias entre racionalismo y empirismo se sostienen hoy en día. Algunos pensadores, sin embargo, intentaron conciliar una postura con la otra. Quien más éxito tuvo en este intento fue Immanuel Kant, que vio una conciliación posible en el proceso en que se daba el conocimiento. Para Kant era cierto que todo conocimiento comienza en la experiencia, pero para él hacía falta el trabajo de la razón para dar orden y unidad a la multiplicidad percibida por medio de los sentidos, de por sí caótica e inentendible