Está en la página 1de 4

3.1.

NUEVAS TENDENCIAS EPISTEMOLÓGICAS

3.1.1 LA FILOSOFÍA DEL CONOCIMIENTO Y LAS NUEVAS TENDENCIAS EPISTEMOLÓGICAS

Autora: Carmen Duarte de García

INTRODUCCIÓN
El estudio y análisis del conocimiento, particularmente en lo que respecta a su origen, ha sido motivo, durante siglos y hasta
nuestros días de notables controversias entre los epistemólogos de las diferentes épocas, quienes con sus respectivos puntos de
vista, han generado lo que suele llamarse “corrientes epistemológicas” específicas; a veces con posiciones extremas y
diametralmente opuestas unas a otras y a veces con tendencias conciliatorias donde se fusionan complementariamente los
criterios de teorías contrarias.

Ese intento de analizar aspectos relacionados con el conocimiento y las reflexiones sobre la manera de obtener un conocimiento
seguro y defendible ante una comunidad científica, equivale a hacer filosofía de la ciencia es decir, a enfrentarse a los problemas
epistemológicos del conocimiento.

En tal razón, este artículo tiene como objetivo realizar un breve recorrido por la historia del pensamiento filosófico y la
evolución epistemológica del conocimiento hasta tocar asintóticamente las tendencias epistemológicas emergentes, por cuanto
resulta imposible comprender las tendencias del siglo XXI sin considerar sus antecedentes en el tiempo, es por ello que este
documento se inicia con un breve acercamiento a la filosofía del conocimiento desde las tres vertientes teóricas desde donde la
muestra Hessen, J (s/f), después se reseña la evolución histórica epistemológica del conocimiento desde el “empirismo clásico”,
es decir, aquel pensamiento que de manera no organizada y asistemática, se sugiere en la Grecia del siglo V a. de J.C. con los
llamados maestros del saber o sofistas y después en la cultura greco romana de los siglos IV y III a. de J.C. con los estoicos y
epicúreos, hasta llegar a las teorías emergentes epistemológicas de la actualidad.

EL RECORRIDO HISTÓRICO EPISTEMOLÓGICO


Los sofistas, estoicos y epicúreos de los primeros siglos a de J.C., generalizaron la idea de Ciencia, a la que le llamaban
“Episteme”, que se contraponía a la opinión “Doxa” u opinión popular. La filosofía se consideraba como la síntesis y el
ordenamiento de toda la episteme. Esta idea permaneció en hegemonía hasta la edad media cuando surge la Teología como reina
de las ciencias. Más tarde durante los siglos XV, XVI y XVII, se produce la “Revolución Científica” con el sistema Copernicano
de astronomía representada por la introducción al heliocentrismo, dejando atrás al geocentrismo ptolemáico, lo cual constituyó
un cambio epistemológico y paradigmático de incalculables consecuencias. La teoría copernicana, pone de manifiesto, que si
bien los sentidos observan determinados fenómenos, es la razón la que aporta la explicación única al fenómeno en cuestión
(teoría racionalista), esta episteme duró hasta la presentación de los trabajos de Newton. En opinión de Sandín, Ma. (2003),
“Este es un período de numerosos descubrimientos que reorientaron el pensamiento y configuraron en gran medida la visión del
mundo que se posee en la actualidad” (p.3).
Así mismo, Hessen, J. (op. cit) indica que el desarrollo sistemático del empirismo es obra de la edad moderna, y en especial de la
filosofía inglesa de los siglos XVII y XVIII. Su verdadero fundador es John Locke (1632-1704), quien opinaba que el alma es un
papel blanco, que la experiencia cubre poco a poco con los trazos de su escritura. Hay una experiencia externa (sensación) y una
experiencia interna (reflexión). Los contenidos de la experiencia son ideas simples o complejas, no obstante, Locke señalaba que
existen verdades que son completamente independientes de la experiencia, (como ocurre con las verdades de la matemática) y,
por tanto universalmente válidas. De tal manera que este filósofo escapa al principio empirista, admitiendo verdades a priori.

Más adelante, David Hume (1711- 1776), continúa los pasos de Locke y divide las ideas (perceptions) en impresiones e ideas,
así estos dos filósofos coinciden en sus apreciaciones sobre el origen del conocimiento relativas a que las ideas proceden de las
percepciones y que la conciencia cognoscente saca sus contenidos de la experiencia, igual que Locke, Hume acepta verdades a
priori. Posteriormente, en el siglo XVII, la experiencia como fuente de conocimiento, adquirió gran énfasis, con Francis Bacon y
Galileo Galilei, como generadores del nuevo método distinto del filosófico, que unía el experimento empírico al cálculo
matemático, es el método inductivo de descubrimiento de la verdad, basado en la observación empírica, el análisis de los datos
observados, en la inferencia para llegar a la hipótesis y en la comprobación de las mismas a través del experimento. Este período
fue rico en debates sobre el método científico y el conocimiento científico es fiable porque es conocimiento objetivamente
probado.

Según Sandín Ma. (2003), René Descartes (1596-1650), es uno de los fundadores de la epistemología moderna que sostiene que
“La razón lo explica todo”. Posteriormente con Immanuel Kant, finaliza el realismo ingenuo que supone que las cosas son como
se suponen. Con Kant, surge el criticismo. Esa etapa crítica de Kant y Descartes, deja después paso a la filosofía idealista
romántica, de autores alemanes como: Fichte, Schelling y Hegel. A partir de éste último la filosofía se dispersa en gran
diversidad de corrientes y escuelas entre ellas: el existencialismo y la fenomenología.

Posteriormente, en el siglo XVIII, con el establecimiento de las academias, las sociedades comenzaron a desempeñar un papel
determinante en la popularización de la ciencia dentro de grupos poblacionales más amplios, con el ingreso que se dio a finales
del siglo XVII en las aulas universitarias. Se organizan conferencias científicas, donde se combinaban tanto la comprobación de
las teorías como su utilidad en la vida práctica.

En el siglo XIX surge la figura de Auguste Comte (1798-1857), quien introduce el enfoque positivista de la ciencia, cuyos
supuestos recogidos por el denominado círculo de Viena, para el cual la verificabilidad, pasa a ser el criterio para distinguir las
ciencias empíricas de otros tipos de saber. Esta concepción tuvo gran influencia en casi todo el siglo XX. En esta época uno de
los filósofos más destacados es Karl R. Popper con sus tesis sobre el realismo crítico, que dan origen al falsacionismo, el cual
admite que la observación está guiada por la teoría, y señala que las teorías verdaderas sólo se alcanzan cuando se han superado
intentos de falsación.

Posterior a Popper, aparece Thomas Kuhn, y con él la polémica discusión sobre “Paradigmas”. Es en esta época en la que
surgieron una gran variedad de discursos científicos, sustentados en una pluralidad de posiciones epistemológicas y nuevas
perspectivas de investigación que se engloban bajo el término “Paradigma”, el cual es concebido por Kuhn (citado por Sandín,
Ma. 2003) como el conjunto de “realizaciones científicas universalmente reconocidas, que durante cierto tiempo proporcionan
modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica”. Más recientemente, Moreno (citado por Hurtado y Toro 1998),
definen el término paradigma como “Las distintas formas en que se despliega la episteme”, y los mismos Hurtado y Toro
precitados, afirman que los paradigmas nos muestran la diversidad de las formas de conocer de una época y cada uno de ellos
constituye un modo común fuera del cual no es posible conocer.

Sin embargo, la concepción Kuhnniana tiene relevancia, por cuanto postulaba que las nociones positivistas de conocimiento,
objetividad y verdad presentan un modelo de investigación que no se ajusta a la realidad histórica de la ciencia, y por ello son
irrelevantes y faltas de realismo. Con Kuhn se sustituyen los modelos de explicación lógicos por los socio-históricos, se supera
la visión lineal y acumulativa del progreso del conocimiento científico. El saber científico ya no es trascendental, es decir,
ahistórico, abstracto y absoluto, sino más bien histórico, relativo y dependiente del contexto.

Imre Lakatos y Larry Laudan continúan las ideas de Kuhn que a la vez es seguido por Feyerabend. Lakatos introduce la
concepción de que la demarcación entre ciencia y no ciencia, está en el progreso teórico y empírico que la ciencia genera, ante lo
cual Echeverría (citado por Sandín, Ma. 2003), expone:
Las unidades básicas para el análisis epistemológico ya no son las teorías, ni mucho menos su
confrontación con la experiencia, sino las sucesiones de teorías, es decir, los programas de investigación
científica (…) hay que estudiar la ciencia en función de estos nuevos criterios, localizando en cada
momento los programas de investigación progresivos que engendran nuevos conocimientos y
distinguiéndolos de los regresivos (p. 9).
Por su parte, Larry Laudan seguidor de Kuhn, se centra en los análisis epistemológicos y metodológicos en el progreso y no en la
razón. Después Wittgenstein asigna una visión pragmática del lenguaje en los enunciados científicos y más adelante,
Reichenbach, miembro del Círculo de Viena, defendió el abordaje de la ciencia desde la perspectiva del contexto de justificación
y descubrimiento (lo esencial son los resultados finales de la investigación científica), el contexto de descubrimiento no es para
él objeto de reflexión epistemológica.

LAS NUEVAS TENDENCIAS EPISTEMOLÓGICAS


Tomando en cuenta lo expuesto anteriormente, en este breve recorrido por la filosofía y la historia epistemológica, en el que los
cambios estructurales, en cada época, han ocasionado la aparición de una nueva episteme para completar los cuatro paradigmas
epistemológicos sobre el origen del pensamiento, esa nueva episteme, continuando con la ideas de Kuhn, se refiere a la manera
de concebir la ciencia y el conocimiento científico, los cuales lógicamente evolucionan con los paradigmas. De allí, que las
primeras concepciones sobre el origen del conocimiento, la ciencia y el método científico centradas en lo objetivo, lo
cuantitativo y lo absoluto, estaban caracterizadas por lo que expone Martínez, A. (1999): racionalidad formal, cuantificación,
objetividad, sistematicidad, generalidad, falibilidad y verificabilidad. En esas primeras fases de los cambios en las concepciones
epistemológicas, no se distinguió claramente entre el conocimiento científico del no científico, ante lo cual Gibbsons y otros
(citados por Sandín, Ma. 2003), apuntan:
En las culturas occidentales, participar en la producción no científica del conocimiento equivale a
excluirse a sí mismo de lo aceptable, de modo que existe actualmente un sentido característico de
aislamiento social asociado con la participación en una actividad no científica (p. 19).
Estos autores llaman a esta primera etapa en la producción de conocimientos inspirada en la física empírica y en la matemática
Newtoniana: la cual se orientó hacia un paradigma de investigación cuantitativo “Modo 1” (perspectiva objetivista), en contraste
con el “Modo 2” (perspectiva subjetivista), que surge en la actualidad y que consiste en un conjunto de prácticas cognitivas y
sociales en las ciencias naturales, sociales, humanidades.

Al respecto, Echeverría (citado por Sandín, Ma. 2003), expresa: que la evolución de la filosofía del conocimiento en el siglo XX
ha traído consigo la crisis de las tesis de la concepción heredada de la ciencia (Carnap, Reichenbach, Popper, Nagel, Hempel
entre otros). Por otra parte, la historiografía de la ciencia (a partir de Kuhn) y la nueva sociología de la ciencia, ha puesto una
serie de puntos críticos en los estudios actuales entre ellos: El cambio principal afecta al propio concepto de teoría científica e
incluso de conocimiento científico. “La ciencia es algo más que un pensamiento e ideas; en esencia, es una actividad o acción
modificadora o transformadora de la realidad o del mundo”; La reflexión y los estudios sobre la ciencia deben ir más allá de una
filosofía del conocimiento científico, para pasar a ser una filosofía práctica que estudia a la ciencia en su contexto social; Han
entrado en crisis dos de los grandes postulados de la epistemología de la ciencia: La búsqueda de demarcación entre ciencia y no
ciencia, y la distinción que introdujo Reichenbach entre contexto de descubrimiento y de justificación; Se desintegra la
dicotomía entre teoría y observación. Las observaciones son construcciones humanas; La escuela constructivista de los años
ochenta, considera que el conocimiento científico es fabricado o construido, no descubierto, En consideración a estos punto
críticos, surge la revolución tecno científica de la segunda mitad del siglo XX, la cual ha generado disciplinas, tendencias e ideas
que se agrupan en lo que se ha llamado estudios sobre ciencia y tecnología, más recientemente orientadas hacia los estudios
sobre: Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS).

Dentro de esta misma idea, Padrón, J. (2007), indica:


“El externalismo o la influencia de factores socio-contextuales en los procesos científicos, la necesidad de
inclusión del sujeto y de los actores en los procesos de búsqueda y la interacción sujeto-objeto, es lo que
dio origen a las nuevas epistemologías del conocimiento”.

Tomando como referencia este periodo de transición en la evolución epistemológica del pensamiento científico, es importante
acotar que la transformación paradigmática en todos los ámbitos y específicamente en el que concierne al educativo,
investigativo, tecnológico también ha contribuido al resurgimiento de nuevas tendencias epistemológicas basadas en la
racionalidad dialógica que traen consigo métodos de investigación los cuales por sus características se han constituido en la
llamada modalidad cualitativa de investigación, de la cual Padrón, J. (Ob.cit), indica que:
La “investigación cualitativa” en general y, en particular, numerosas corrientes menores, que van desde la
“investigación-acción” y la “observación participante”, pasando por la “etnometodología” y la
“etnografía”, hasta la “investigación militante” y la “investigación comprometida”, etc. En todo caso, con
este cuarto paradigma se visualiza el enfoque empirista-idealista, el de la ‘ciencia de los objetos vivibles’,
‘sentibles’ o ‘experienciables’.

A este tipo novedoso de epistemología la llama el autor precitado, epistemología contextualista o contextualizada, debido a que
los procesos científicos son fuertemente dependiente del contexto y se esfuerza en explicar la ciencia, la tecnología y la
investigación en dependencia de factores contextuales tales como las intenciones y presuposiciones del grupo académico dentro
del que ellas tienen lugar, los estándares socioculturales locales, las creencias y relaciones interpersonales.

Esta corriente epistemológica acepta una verdad externa construida por actores sociales, pero a la vez admite que esa verdad es
pura ilusión porque el conocimiento obtenido es defectuoso, ¿ante lo cual propone?. A esta tendencia se suman otras citadas por
Padrón, J. (2007) que se ubican en el marco neopositivista del Circulo de Viena como: La epistemología de la percepción
relacionada con el enfoque empirista-realista, epistemología probabilística o Bayesiana proveniente del siglo XVIII de Thomás
Bayes, el cual justifica la inducción; la epistemología testimonial, la cual declara que el testimonio es una fuente de información
tan fundamental como lo es la percepción individual, la memoria individual y la inferencia individual.

La epistemología evolucionista y naturalista cuya tesis en un principio fue la de adaptación y últimamente dedicada al estudio de
la evolución del pensamiento desde el punto de vista ontogenético/ filogenético del ser. También está la epistemología cognitiva
que tiene estrecha relación con la evolucionista y naturalista. Las corrientes epistemológicas mencionadas anteriormente se
refieren al estudio del pensamiento científico específicamente, sin embargo, existen otras que se orientan hacia el estudio del
conocimiento humano globalmente entendido, de las cuales se pueden mencionar: la epistemología de la virtud, de la moral, de
la religión, la epistemología reformada entre otras.

Estas nuevas modalidades o neotendencias epistemológicas surgieron del cruce de las principales corrientes mencionadas a lo
largo de este escrito, generándose así , al sistematizar esos enfoques epistemológicos, dos variables: una de tipo gnoseológico,
referido a las convicciones acerca de la fuente del conocimiento, simplificada en dos valores: empirismo / racionalismo. La otra
es de tipo ontológico, referida a las convicciones acerca de las relaciones del sujeto con la realidad, simplificada también en dos
valores: idealismo / realismo. El cruce de esas variables como lo apunta Padrón, J. (2007), nos lleva tentativamente a cuatro
Enfoques Epistemológicos: el enfoque empirista-realista (mediciones, experimentaciones, inducción controlada…), el enfoque
empirista-idealista (etnografía, diseños de convivencia, inducción reflexiva…), el enfoque racionalista-realista (abstracciones,
sistemas lógico-matemáticos, deducción controlada…) y el enfoque racionalista-idealista (interpretaciones libres, lenguajes
amplios, argumentación reflexiva…)

Cabe resaltar que, como consecuencia, dentro del racionalismo-realista surge la introducción del elemento socio-histórico en el
análisis de la ciencia. Lo que Reichembach, en los años del empirismo lógico, había planteado como la diferencia entre
“contexto de descubrimiento” y “contexto de justificación”, más la imposibilidad de que la epistemología considerara el primero
de esos contextos, se revierte ahora, recibiendo importancia los aspectos culturales e históricos.

En esta línea de ideas, Sonntang y otros (citados por Hurtado y Toro 1998), exponen: “En América Latina, es inaplazable una
apertura a la creatividad y al compromiso histórico de la ciencia y del investigador, ya que nuestra realidad, nuestros problemas,
no sólo exigen ser estudiados, sino resueltos” (P. 22). Lo que significa que esas nuevas tendencias epistemológicas no sólo
requieren ser integradas y sistematizadas al proceso de construcción de conocimientos, parte clave de la investigación, sino que
son absolutamente necesarias para que aplicadas a la investigación social proporcionen las respuestas adecuadas a la
problemática del contexto social, lo cual no fue posible con los paradigmas del modo 1, enunciados por Gibbsons y otros
(citados por Sandín, Ma. 2003).
En este orden, Schrôdinger (citado por Martínez, M. 2000), acota al respecto: que la ciencia actual nos ha conducido por un
callejón sin salida y que “la actitud científica ha de ser reconstruida, que la ciencia ha de rehacerse de nuevo”, y esto es así
porque mientras más de prisa avance el conocimiento y con él (porque marchan a la par), la ciencia, más de prisa alcanzará sus
límites definitivos e inevitables, como lo interroga Martínez, M. (2000), ¿stamos ante el fin de la ciencia? entendida en su
sentido clásico.

LIMITACIONES PARA LA APLICACIÓN DEL NUEVO PARADIGMA CUALITATIVO


Ante la versión anterior, y pese a la necesidad sentida de la implementación urgente de las nuevas tendencias epistemológicas
antes reseñadas, es pertinente indicar que en la fase de implementación del paradigma cualitativo de investigación como motor
de las nuevas tendencias epistemológicas, se han presentado limitaciones que han impedido que éste se consolide
definitivamente. Con relación a esos límites o piedras de tranca, está el expuesto por Martínez (1996): quien señala al obstáculo
epistemológico consistente en que el investigador se resista a aceptar la subjetividad como centro de este tipo de investigación
social por estar anclado en el paradigma de la objetividad, cuando pretenda interpretar y dar explicación de la realidad que lo
circunda y de los fenómenos que percibe como coinvestigador.

CONCLUSIONES

Una vez revisada y analizada la historia del pensamiento filosófico y la evolución paradigmática epistemológica epocal, se han
podido conocer las causas del surgimiento de las nuevas formas de pensamiento y una nueva episteme en las concepciones del
origen del conocimiento. Asimismo, esta revisión ha servido para identificar las nuevas tendencias o perspectivas
epistemológicas que pretenden implantarse en el mundo del conocimiento, las cuales como se ha visto a lo largo de la historia,
constituye nuestro legado filosófico que se remonta a la antigua Grecia y representan una serie de retos y desafíos que le
permitirán a los epistemólogos, investigadores, educadores entre otros interesados en el tema, transformar el paradigma
imperante, ampliar sus horizontes y perspectivas hacia la interpretación de la acción humana para adentrarse en el estudio del
campo socioeducativo e implementar definitivamente el nuevo paradigma emergente en investigación social.

Por otra parte y a manera de recomendación, se sugiere que los estudiantes de postgrados, diplomados, investigadores y
epistemólogos del conocimiento, internalicen de una vez por todas lo que indica Padrón, J. (2007) y que se considera
completamente de acuerdo con nuevas tendencias epistemológicas postmodernas como es que “Las discusiones y decisiones en
materia de ciencia se resuelven sólo en la epistemología teóricamente entendida, asociada a la historia de las investigaciones
empíricas, y no en los seminarios, manuales y textos de metodología de la investigación”.

Esto significa que en estudios superiores debe considerarse el fundamento epistemológico como eje primordial en el plano
investigativo, por cuanto la investigación es considerada un recurso esencial para la producción de conocimientos, lo cual es
clave fundamental para el crecimiento y desarrollo de los países, así como para la emancipación de los colectivos sociales, y esto
sólo se puede lograr si se analizan los nexos entre los contenidos epistemológicos, la investigación universitaria y la
problemática social.

BIBLIOGRAFÍA

Hessen, J. (s/f). Teoría del conocimiento. Traducción de José Gaos. Instituto Latinoamericano de Ciencia y Artes (ILCA).
(Material en línea recomendado para el diplomado en investigación de la UPEL San Cristóbal por el Dr. Víctor Díaz Quero).
Hurtado y Toro (1998). Paradigmas y métodos de investigación en tiempos de cambio. 2da edición. Episteme Consultores
Asociados C.A. Venezuela.
Martínez, M. (1996). Comportamiento Humano: Nuevos métodos de investigación. 2da Edición. México: Trillas
____________ (2000). El Futuro de la Ciencia. Ensayo en (Educación y Ciencias humanas), Revista de la UNESR. Decanato de
postgrado. Año VIII. No. 14.
Padrón, J. (2007). Tendencias epistemológicas de la investigación científica en el siglo XXI. Universisdad de Chile. Universidad
Nacional Experimental Simón Rodríguez. Caracas. En Paddron.entretemas.com/Tendencias/TendenciasRecientes
Epistemologia_ Padron.pdf – (Paddron.entretemas.com/Tendencias/TendenciasRecientes Epistemologia_ Padron.pdf –)
Sandín, Ma. (2003). Investigación cualitativa en educación: Fundamentos y tradiciones. S.A.U. Madrid: McGraw Hill
Interamericana de España S.A.U.

También podría gustarte