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Así entonces, tomando como base nuestras respuestas en el ejercicio de lectura de los fragmentos y lo
que luego leímos con nuestra tutora, así como los intereses de nuestros niños y niñas, decidimos orientar
nuestra práctica en reconocimiento del desarrollo, los aprendizajes o procesos, en tanto que los niños y
las niñas:
● Producen sus propios escritos y los crean a partir de intencionalidades comunicativas: cartas,
listas de mercado, etc.
● expresan sus ideas, intereses y emociones
● Hacen un uso social de la escritura para compartir sus pensamientos, sentimientos o ideas.
● En un primer momento se valen del número para enumerar los objetos de una colección, usando
la secuencia verbal. Luego se van interesando por saber cuántos objetos hay y verifican las
cantidades, las comparan o las completan.
● Identifican, usan e interpretan diferentes representaciones: concretas, gráficas, verbales y
simbólicas del número.
● Utilizan el principio de agrupación, a partir de situaciones de conteo, para construir el sistema de
numeración decimal.
● Reconocen el valor posicional en el sistema de numeración decimal.
Dialoguemos
Al evocar las indagaciones que realizamos para proyectar las experiencias, recordamos lo que desde la
semana pasada ha estado pasando en la sede. En nuestra escuela tenemos la fortuna de tener muchos
árboles que nos dan frutas: guayabas, mangos, mandarinas, naranjas y guanábanas. Es usual que, en los
descansos, niños y niñas disfruten comiéndolas, según las temporadas de cosecha de cada una. La
semana anterior, como generalmente sucede en abril cuando empieza la cosecha del mango,
encontramos el suelo del patio lleno de esta fruta que perfumaba los rincones de nuestra sede con una
fragancia dulce y deliciosa.
Al entrar a los salones, los niños y las niñas no cesaban de conversar sobre “los manguitos”, como les
llaman. Grisel decía que en su casa había varios árboles de distintos tipos de mango (Palos de mango, en
realidad decía). Samuel contaba que su mamá hacía mermelada de mango que a él le encantaba. Julieta
aportó que ella prefería el jugo; pero Salomé dijo que a ella el jugo de mango no le gustaba, que a ella le
encantaba comer el mango entero, con cáscara y todo.
Decidimos entonces proyectar una experiencia alrededor de las frutas. Para empezar, revisamos
diferentes estrategias pedagógicas. El “proyecto de aula o de investigación” nos pareció que podría
ayudarnos no solo a promover el desarrollo y los aprendizajes identificados, sino también al propósito de
trabajar articuladas y de forma integral los procesos tanto en transición, como en primero. Dentro del
proyecto, nos pareció oportuno incluir un taller de experimentos para que “los niños y las niñas puedan
construir conjeturas, probar sus hipótesis, medir, repartir e inventarse sus propios procedimientos y reglas
para crear y descubrir. Los talleres se desarrollarán a partir de las preguntas que las niñas y los niños
tengan sobre los fenómenos físicos o naturales que observan a diario.” ( Bases p. 127).
Para empezar el proyecto, convenimos sacar provecho del ambiente impreso que ya teníamos en marcha.
Esto nos serviría, de algún modo, para explorar otras preguntas que podríamos tener con respecto a las
frutas, la alimentación, las cosechas, entre otras. Así fue como revisamos en nuestro rincón de lectura y
encontramos el cuento La sorpresa de Nandi de Eileen Browne. Viviana, Andrea y yo nos encontramos
nuevamente para releer juntas el cuento, conocer más sobre la autora y proponer algunas actividades o
acciones. La planeación en conjunto nos estaba resultando toda una experiencia y por eso decidimos
escribir un diario que llamaríamos El diario de las maestras. En él quisimos empezar a documentar este
proceso para compartirlo con colegas y otras personas de la comunidad educativa.
En cuanto a las actividades para la lectura de La sorpresa de Nandi, Andrea nos sugirió pensar en
estrategias para cada momento de la lectura: antes, durante y después.
Dialoguemos