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0-407-021
Caso preparado por los Profesores Guido Stein y José R. Pin Arboledas, como base de discusión en
clase y no como ilustración de la gestión, adecuada o inadecuada, de una situación determinada.
Septiembre de 2007.
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Scandinavica es líder mundial del mercado del equilibrado manual para sistemas de
calefacción y refrigeración. Actualmente cuenta con más de 500 empleados. Es una
empresa subsidiaria de Wendes Indoor Climate AB, integrada a su vez en el grupo
multinacional Wendes PL, que cuenta con 18.000 empleados, un volumen de negocio
de 2.600 millones de euros y está inscrita en la London Stock Exchange.
Además de cumplir con las políticas corporativas, cuando Sybila empezó a trabajar en
Madrid se propuso como objetivo: disponer en los seis primeros meses de
procedimientos de control interno para todas las áreas funcionales de la empresa,
empezando por la organización y descripción de funciones, diseño y puesta en marcha
de comités, gestión de compras (tramos de responsabilidad, homologación de
proveedores, necesidades y solicitudes de compra, realización y recepción de pedidos) y
gestión de ventas. Su prioridad adicional era optimizar la gestión de stocks.
Ya en la primera reunión, Sybila, además de comentarle cómo veía los datos financieros,
le explicó a su juicio dónde se habían contraído importantes riesgos con clientes. Al
final, sacó a colación el compromiso tácito que tenía pactado con Pontus desde el
nacimiento de su primera hija: la empresa le permitía una amplia flexibilidad en
el horario, disposición de algunos días libres para asuntos personales y elección de fechas
de vacaciones, que ella recompensaba con una completa disposición siempre que fuera
preciso. Y así quería que continuase después del nacimiento de su segundo hijo, pues
acababa de enterarse de que estaba embarazada. Sybila argumentó que había cumplido
su parte a plena satisfacción de la compañía. Luis, sin embargo, comentó: «¿no te parece
que eso es tomarte la justicia por tu mano?», lo que no le sentó nada bien.
El primer día que Luis apareció por la oficina, ya bien entrada la mañana, fue a ver a
Sybila, que ante la pregunta de qué tal estaba, se encaró con él: «En una empresa, el
director general no viene sólo a firmar, sino a mancharse también las manos». La
reacción de Luis fue un portazo estruendoso y amenazas disciplinarias. A la mañana
siguiente, reconociendo Sybila que no era capaz de callarse ni debajo del agua, pidió
disculpas, y Luis hizo lo propio. Éste le reconoció que estaba muy descontento con
Thierry Vernier, su jefe directo en Benelux, debido al tema de su «bonus».
Otras situaciones conflictivas de Luis con algún miembro más del comité de dirección
llevaron a la matriz a investigar la situación en España. En octubre de 2004, Luis
Ortega decidió abandonar la compañía por motivos personales. Desde Estocolmo se
inició una búsqueda para encontrar alguien de dentro y promocionarlo. Tras cinco
meses, se decidió que el director técnico, Francisco Ramos, ingeniero de 48 años y doce
en Scandinavica, fuera nombrado para el puesto de director general. En el período
entre el despido y la nueva incorporación, Thierry Vernier ejerció también las
funciones de director de la unidad de negocio de España y las filiales americanas.
inesperada para Sybila, ya que le espetó diciendo que si no le gustaba que cogiera la
mercancía y se la llevara a otro operador. Sybila contestó que no debían discutir esto
por teléfono y quedaron al día siguiente para desayunar y aclarar las diferencias.
A partir de entonces, Sybila, molesta por lo que creía que había sido un juego desleal,
para evitar nuevas sorpresas decidió visitar una vez por semana los almacenes de
Catek; no obstante, la relación comercial con Lastra y su equipo directivo fue ganando
en confianza. En el fondo, reconocía la perspicacia para los negocios de Pedro.
De vez en cuando comían juntos y ella aprovechaba para comentarle algunos extremos
de su propio trabajo. En una de esas ocasiones, Pedro le dijo que llevaba tiempo
dándole vueltas a la conveniencia de contratar un director general para Catek, porque
deseaba dejar de estar tan absorbido por el día a día del negocio para poder dedicar
más tiempo a hacerlo crecer.
La oferta de Catek
Sybila hizo un viaje de trabajo a Brasil semanas más tarde. De camino al aeropuerto de
São Paulo recibió una llamada de Pedro, en la que le preguntó si estaba sola, ya que
necesitaba decirle algo muy importante: se trataba de ofrecerle el puesto de directora
general de Catek. Quedaron para el día siguiente en Madrid. Se pasó todo el vuelo
reflexionando sobre la decisión a tomar, pues no conocía el negocio logístico lo
suficiente como para entrar con el nivel de confianza profesional que deseaba, ni
tampoco estaba con mentalidad de salida de su actual empresa.
La oferta económica era mejor de lo que recibía de la empresa sueca: un 25% más de
salario bruto, un «bonus» anual del 30% (en Scandinavica recibía el 11%), una
participación del 1% del capital de Catek por cada año trabajado hasta el quinto año, y
los mismos beneficios sociales: coche, seguro médico y plan de pensiones. Sybila pidió
que, si llegaba a decidirse, la incorporación tuviese lugar en febrero de 2006 para dar
tiempo a ser sustituida y dejar el cierre del año 2005 reportado y la auditoría terminada.
Lastra le explicó que el plan era hacer crecer la empresa lo máximo posible en los
próximos cinco años para después venderla. El primer año, como suponía que habría
cambios, no pondría tanto empeño en aumentar el volumen de negocio como en
reorganizarlo y crear una estructura sólida. Una empresa líder de capital riesgo, que
estaba tomando fuertes posiciones en el mercado español, ya había hecho una oferta de
compra a Catek; sin embargo, Lastra pensaba que su compañía podría llegar a valer
mucho más en el futuro.
A la semana, Sybila recibió la propuesta por escrito con un «bonus» del 25% en vez del
30%, pero prefirió no decir nada. Cuando antes de las Navidades comunicó en
Scandinavica su decisión de irse en febrero, Ramos le preguntó cuánto dinero quería
para quedarse. Al rato, le llamó Vernier para interesarse por cuáles eran las razones de
su salida y si podía hacer algo para que cambiara de opinión. La decisión estaba
tomada. Vernier sabía, porque ya se había hablado en alguna ocasión, que Sybila había
tocado techo en España, y que a no ser que se volviera a Suecia o fuera a Inglaterra,
no sería fácil de promocionar en Madrid. A pesar de la opinión de Ramos, Vernier
decidió que Sybila recibiese al irse el «bonus» completo. También le regalaron entonces
el coche de empresa. Ella les ofreció colaborar hasta dejar las cuentas auditadas, a la
vez que aterrizaba en Catek.
En enero, Lastra mostró a Sybila el presupuesto económico para los años 2006-2010
(véase Anexo 1), también le comentó la posibilidad de ampliar la capacidad actual (que
estaba al 70%), pues se había presentando una oportunidad de invertir en solares
adyacentes.
En esas fechas Lastra decidió renovar parte de la dirección y puso en marcha cuatro
procesos de selección (directores de recursos humanos, operaciones, central de llamadas y
responsable administrativo de seguimiento de envíos). Sybila analizó y entrevistó a los
candidatos para recursos humanos y operaciones. Seleccionó a uno para recursos humanos
y descartó al de operaciones, pues aunque personalmente no tenía nada que objetar,
pensaba que no tenía suficiente experiencia profesional. Cuando se lo comunicó a Lastra,
éste le repuso que tenía la suficiente y que se le formaría en el puesto. Lastra, por su lado,
contrató directamente a los dos directivos restantes y todos se incorporaron una semana
antes que Sybila.
El día a día
Para conocer mejor el negocio, Lastra propuso tener reuniones cada dos semanas en las
que le explicaría «todo» lo que necesitaba saber sobre el negocio de logística y central
de llamadas. Sus palabras fueron: «Te voy a hacer la mejor profesional del sector».
Pusieron fecha y hora a todas las reuniones; sin embargo, solamente se reunieron la
primera vez para ese propósito, pues luego él nunca encontró tiempo, ya que se
encontraba casi siempre visitando clientes y cerrando acuerdos comerciales.
Una vez nombrada formalmente, Sybila se entrevistó con todos los directivos (véase
Anexo 2) y confirmó lo que Lastra le había comentado meses antes: en general, no
tenían el nivel profesional que requería el crecimiento de la compañía. Por un lado, se
sentían satisfechos con su rango, pero por otro lado notaban la presión desde arriba, a la
que se habían acostumbrado. No obstante, carecían de directrices operativas para su
desarrollo.
Tanto los antiguos como los recién incorporados comentaron que Lastra nunca les había
especificado formalmente las condiciones de su sueldo variable. Cuando llegaba final de
año Lastra tenía una reunión con cada uno de ellos y les comunicaba el importe que iban a
recibir y qué era lo que él consideraba que habían hecho bien y mal. Recientemente se
había producido un enfrentamiento entre Lastra y el responsable de IT, Fernando Alonso,
porque debido a un error en una oferta por correo de Ikea, Lastra le hacía responsable de
una pérdida de 4.000 euros para la compañía. El resultado fue que Alonso se quedaría sin
«bonus». Sybila no entendió esa reacción, pero tampoco dijo nada.
Tras conocer además de las quejas cuáles eran las funciones y prioridades de los
directivos, identificó las suyas propias para los próximos seis meses: empaparse del
negocio, potenciar el departamento comercial, implantar un nuevo programa
informático de almacén y gestión logística, definir los salarios variables de los
responsables de departamento y revisar la política salarial general. Estas prioridades
La inversión para las nuevas instalaciones acabó firmándose en marzo, que, unida a la
incorporación no presupuestada de más personal, supuso un aumento importante de
los costes fijos (en torno al 43%), lo que muy probablemente haría disminuir el
beneficio proyectado para el año 2006. Lastra confiaba en crecer un 30% en los
ingresos y recuperar la velocidad de crucero prevista a finales de 2007.
Los meses siguientes fueron muy intensos, no exentos de roces ásperos con Lastra. Sybila
emprendió sus primeras vacaciones estivales como directora general. Al quinto día, le
llamó Lastra para decirle que el jefe de entradas y el controlador de stock se iban a una
empresa de la competencia. El hecho de que se marcharan no fue una gran sorpresa, pero
sí que lo hicieran a la competencia. Dos días después volvió a recibir otra llamada
para comunicarle que el jefe de manipulaciones y salidas, en quien Sybila había pensado
para encargarle de la gestión del almacén, abandonaba Catek porque su antigua empresa
(una de las grandes del sector de automoción) le había hecho una oferta mejor. Sybila era
partidaria de hacer lo posible por retenerle y convenció a Lastra para hacerle una
contraoferta. Ese mismo día, el directivo en cuestión llamó a Sybila para comunicarle
personalmente su decisión y le comentó que justamente hacía dos días que Lastra había
reunido a todos los responsables de aprovisionamiento, almacén y logística de envíos, y
muy nervioso, les había amonestado por un problema con los stocks, llegando a usar
palabras insultantes para algunos de ellos. Sybila le pidió que reconsiderara su decisión, a
la vez que le aseguraba una mejora sustancial de su retribución. La respuesta fue taxativa:
«Trabajo muy bien contigo, pero hay cosas que dejé de aguantar hace muchos años». A
esta salida siguió la de otros dos directivos intermedios.
Los acontecimientos llevaron a Sybila a pensar, durante los días de vacaciones que le
quedaban, en la idea de un cambio de la estructura funcional actual de los
responsables de la gestión logística a otra matricial, especializando equipos de trabajo
por grupos de clientes.
Sybila recordaba ahora que su marido y ella discutieron mucho en esas fechas, pues le
echaba en cara que ni en vacaciones dispusiese de tiempo libre para sus hijas.
Lastra, sin embargo, le pidió a Sybila ver el asunto sólo con ella, y lo primero que le dijo
fue que él también había estado pensando mucho durante sus vacaciones: «Todo se basa
en conseguir un buen equipo, ya que la estructura está bien diseñada». Sybila le expuso
los cambios que veía necesarios realizar. Lastra planteó alguna pregunta que Sybila le
contestó sin problemas, pero notando que no le convencía y que él continuaba
empeñado en seguir con la misma estructura y, por tanto, con las mismas políticas. La
reunión acabó como empezó, citándose para la semana siguiente (véase Apéndice).
Anexo 1
Previsiones de Catek (miles de euros)
Anexo 2
Organigrama de Catek
Presidente
Directora general
Director de Director de la
Director financiero Director de operaciones Director de IT Director comercial Director de transporte
recursos humanos central de llamadas
Jefe de entradas
Jefe de manipulación
y salidas
Mozos y carretillas
Apéndice
El punto de vista de Francisco
«En un principio, abrigué cierta desconfianza hacia su nuevo jefe –comentó Francisco,
el marido de Sybila, refiriéndose a Pedro Lastra– porque vi a Sybila muy identificada
con el proyecto, y también con él, y me extrañó que Lastra nunca hiciera ningún tipo
de acercamiento para conocernos, tal y como había sucedido con Pontus Holmberg, el
anterior jefe de Sybila.
»Mi postura, sin embargo, fue de total apoyo, incluso sabiendo de antemano lo que eso
iba a implicar de mucho menos tiempo para la familia y más carga de trabajo. El primer
mes la encontré muy ilusionada: venía a casa muy contenta, estaba aprendiendo mucho,
conociendo a gente muy interesante, pero poco a poco esa actitud fue cambiando y se
transformó en más implicación física y emocional. Llegaba a casa, la mayoría de los días,
tardísimo, disimulando su nerviosismo que afloraba ante el menor motivo. Pensaba más
en lo que tenía que hacer al día siguiente que en lo que tenía en casa. A las niñas apenas
las veía, y lo único que quería era cenar y meterse en la cama. Veía cómo su estado
físico se deterioraba: estaba cada día más delgada, se levantaba a las cinco de la mañana,
y por las noches, cuando se acostaba, no podía dormir.
»Las niñas demandaban su presencia y mi respuesta siempre era la misma: Mamá esta
trabajando y no sé si llegará antes de que os acostéis.
»La peor sensación era que nunca se podía contar con ella. Siempre había una reunión
que se alargaba o un problema inesperado que hacía imposible que asistiera a las
reuniones en el colegio, a las citas con los amigos o fuera al parque con sus hijas.
»Ahora tiene que reunirse con Lastra, me ha pedido que le diga francamente lo que
deseo. Pero yo sé que ella, en el fondo, desea ser directora general, y siendo sueca, en
España tiene pocas posibilidades de serlo en una multinacional sin pasarse unos años
fuera del país, cosa complicada por la familia. No sé qué aconsejarla. Ella siempre ha
querido aceptar retos; sin embargo: ¿merece la pena?»