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Venezuela es el país con las mayores reservas de gas y petroleo del

mundo, con una de las más grandes biodiversidades de América Latina, casi
todo el territorio es tierra fértil que puede ser cultivada, con grandes reservas
de agua potable, innumerables recursos naturales y minerales, con las
mejores universidades de América, durante años el Edén de América, todo el
mundo veía a Venezuela como la mejor opción para emigrar, con fuentes de
trabajo bien pagado, una constitución casi universal, que cuidaba y protegía
los derechos humanos. Hablar de Venezuela era hablar de riquezas. Pero
lamentablemente el panorama que se vive hoy en día, es otro. Este país se
encuentra sumergido en la miseria, tanto así que ha llegado a igualar e
incluso superar a Haití, cómo uno de los países más pobres del mundo en
2021. Por lo que debemos hacer un estudio de cada uno de los ejes que
influyen en este proceso de crisis total que atraviesa la nación, haciendo
hincapié en las dos más graves las cuales son la crisis petrolera y de salud.

Crisis Petrolera

Desde que se constituyó como la industria principal, el petróleo ha


tenido una importancia histórica en la economía y política de Venezuela. Las
diferentes perspectivas frente a los recursos naturales, especialmente el
petróleo se convirtieron en un elemento trascendental para las estructuras de
poder. Posiblemente, son pocos los países en donde la producción y manejo
de los hidrocarburos dinamiza y opone las opiniones, al punto de generar
una crisis como en el Estado venezolano.
En los últimos años, el sistema político de Venezuela se sumergió en
una serie de cambios, pasando de una democracia representativa a una
participativa. Si bien existe una sociedad políticamente activa, al enfatizar el
modelo en la participación política popular, se ha generado una población
fragmentada en dos polos casi inamovibles y un conflicto de intereses entre
diferentes grupos.
La Constitución de 1999, la cual en primera medida lo rebautizó bajo el
nombre de República Bolivariana de Venezuela y buscó una transformación
en beneficio de una democracia social y participativa.6 De acuerdo con este
objetivo, la nueva Carta Magna establece como uno de sus principios
generales la soberanía del pueblo sobre los recursos naturales que se
encuentran en su espacio geográfico, siendo los diferentes órganos del
Poder Público los encargados de ejercer dicha soberanía.
De manera más específica, en diferentes artículos que hacen referencia
a la explotación de los recursos se estipula la facultad del Estado para
otorgar concesiones o celebrar contratos, siempre y cuando se den de
manera temporal y estén aprobados por la Asamblea Nacional. Además, en
ambos casos se requiere una contrapartida al interés público y se procura su
protección por encima de los intereses extranjeros mediante la exigencia de
garantías y la incorporación de cláusulas.
Así mismo, la Constitución Bolivariana le atribuye al Poder Público
Nacional “la creación, organización, recaudación, administración y control de
los impuestos sobre los hidrocarburos y minas […] el régimen y
administración de las minas e hidrocarburos” y le otorga al Estado la
actividad petrolera, así como la totalidad de las acciones de PDVSA, a
excepción de las de sus filiales y asociaciones estratégicas; con la finalidad
de promover el bienestar de la nación, el interés público y la soberanía
nacional.
Al cabo de dos años, el Poder Ejecutivo impulsó la promulgación de la
Ley Habilitante, donde se hallaba la Ley Orgánica de Hidrocarburos Líquidos,
la cual buscaría recuperar la defensa del interés nacional, constituyéndose
en la nueva guía en todo lo referente al manejo del petróleo. Los principales
puntos que aborda la ley consisten en: devolverle al Estado su liderazgo en
el ejercicio de la política petrolera a través del MEM; reservarle las
actividades de exploración, extracción, recolección, transporte y
almacenamiento mediante empresas propias o mixtas; aumentar las regalías
del 16.6% al 30%; fortalecer y diversificar el mercado energético; y destinar
la renta petrolera tanto al sector social como a la industrialización.
El esfuerzo por defender el interés nacional por medio de la nueva
legislación hizo de la política petrolera una medida nacionalista, en el sentido
en que “busca inexorablemente consolidar el complejo industrial, el capital
nacional y, en general, la participación empresarial Venezolana en la
Industria Petrolera Venezolana”. La exaltación del nacionalismo obedeció a
la especie de idea de que bajo los gobiernos anteriores PDVSA estuvo
subordinada a los intereses particulares, y el MEM perdió el control sobre la
toma de decisiones y sobre la compañía petrolera. Por lo tanto, la
administración de Chávez sostuvo que la empresa debe ser utilizada como
instrumento para la lucha contra el neoliberalismo, la inequidad, la pobreza,
el analfabetismo y la ausencia de servicios de salud.
No obstante, las decisiones del gobierno frente al petróleo no fueron
bien recibidas por todos los niveles de la sociedad, en especial por el sector
empresarial.
La CTV y Fedecámaras convocaron a un Paro General a finales de
2001, el cual más tarde trajo como consecuencia el golpe de Estado de abril
de 2002 y el Paro Petrolero de 2002 y 2003, dada la disputa entre el
gobierno y los gerentes ejecutivos de PDVSA por el control de la empresa.
Hechos que han polarizado a la población venezolana desde entonces y por
varios años más.
El rechazo hacia la nueva legislación estuvo fundamentado en que esta
significa un regreso hacia el “petro-estado” de 1975, atenta contra la
meritocracia y le quitó a PDVSA el derecho de formular la política petrolera,
convirtiéndola en una entidad del gobierno chavista.15 Quienes se oponen al
nuevo marco legal e institucional aseguran que este es una manifestación de
voracidad fiscal y de un excesivo intervencionismo estatal.
Durante los años anteriores a 1999, y en especial durante la Apertura
Petrolera, PDVSA tenía como objetivo que Venezuela entrara en conflicto
con los demás miembros de la OPEP, con el fin de que el país se retirara de
ella para implementar una política de bajos precios y altos volúmenes de
exportación, e incluso hacer parte de la AIE. Sin embargo, con la llegada de
Chávez al poder, se decidió tomar un rumbo completamente contario y
mejorar las relaciones con los demás países pertenecientes a la
organización.
Al momento de la posesión presidencial de Hugo Chávez, los precios
del petróleo estaban por debajo de los diez dólares por barril, lo cual trazó
como meta la recuperación de los mismos a través del fortalecimiento de las
relaciones entre Venezuela y la OPEP. Esta crisis fue atribuida
principalmente al incumplimiento de las cuotas trazadas por la organización y
a la incapacidad del MEM para imponer medidas distintas con respecto al
petróleo, de manera que el Presidente y Alí Rodríguez Araque, como recién
nombrado Ministro de Energía y Minas, optaron por la defensa de los precios
y el respeto hacia las cuotas y demás resoluciones de la OPEP.
De acuerdo con esta nueva visión, en 1999 se ajustó la producción
petrolera y en 2000 se fijó una banda de precios, con el fin de que si estos
se ubicaban por debajo o por encima de aquella, la OPEP estuviera en la
capacidad de incrementar o disminuir su producción global.
El paro petrolero de 2002 y 2003 fue un suceso muy importante para el
manejo petrolero venezolano, no solo por el contenido político que encerró
sino por las consecuencias que se derivaron de él. El efecto más inmediato
fue el despido masivo de 18.000 trabajadores de PDVSA, quienes se habían
encargado de la exploración, producción, transporte, refinación,
comercialización y finanzas del petróleo
Sin embargo, existió otra serie de medidas y decisiones que se llevaron
a cabo una vez superado el paro. La primera de ellas fue la apertura del
brazo social y cultural de Petróleos de Venezuela, denominado PDVSA La
Estancia; cuyo objetivo es difundir y enseñar de manera gratuita los valores
culturales y artísticos a toda la población, pero en especial a la más
vulnerable.
En el 2009 se emprendió el Plan Soberanía Petrolera, el cual como ya
se observó le otorgó al petróleo un papel preponderante en el desarrollo y en
la estrategia política del país. De manera que, a partir de esto, las funciones
de PDVSA van mucho más allá del manejo del recurso natural,
extendiéndolas hacia la defensa de la nación, la implementación de políticas
sociales, y convirtiendo a la compañía en un instrumento para el
cumplimiento de las medidas de seguridad y defensa, junto con la Fuerza
Armada.
Posteriormente, en 2007 el Presidente Hugo Chávez emprendió una ola
de nacionalizaciones, algunas de ellas ubicadas en el sector petrolero. El
primero de mayo de ese año, se inició la nacionalización de la Faja
Petrolífera del Orinoco, luego de que PDVSA acordara la formación de
empresas mixtas con mayoría estatal excepto con Exxon Mobil y
ConocoPhilips, quienes litigaron contra el gobierno venezolano. En 2008
treinta y dos campos petroleros de la Faja comenzaron a ser controlados por
el Estado, y se nacionalizó completamente el transporte interno de
combustibles.
Finalmente, se nacionalizaron en el Lago de Maracaibo sesenta
empresas de actividades petroleras complementarias como lo son la
inyección de agua, vapor o gas y transporte. No obstante, esta última
decisión tuvo mayor relación con el gran tamaño de la deuda de PDVSA con
esas empresas que con la ideología del gobierno bolivariano.
El colapso de la producción de petróleo en Venezuela, tiene su razón y
origen en la violenta intervención del gobierno en PDVSA desde mediados
de 2014 y la militarización de la empresa a partir de diciembre de 2017, con
la designación del general Manuel Quevedo al frente de la empresa.
En este período, se han nombrado más de 7 juntas directivas al frente
de PDVSA, cuyos directivos responden más a parcialidades políticas dentro
del gobierno que a sus conocimientos o destrezas técnicas. En el mismo
periodo no solo se ha perseguido y encarcelado a más de 100 trabajadores y
gerentes de alto rango, sino que se han desviado los recursos
presupuestados para sus operaciones, costos, gastos, mantenimiento e
inversiones. El gobierno, desde Miraflores, ha tomado decisiones
presupuestarias y de funcionamiento de la empresa que han resultado en el
colapso operacional de PDVSA.
El colapso operacional de la empresa ha sido completo, no solo en la
producción de petróleo, sino también la producción de gas y de
combustibles. Los efectos de esta situación son percibidos por el ciudadano
venezolano, tanto por la crisis económica signada por la caída de los
ingresos en divisas del país, la inflación y la caída del poder adquisitivo, así
como por la falta de gas, gasolina y otros combustibles.
La producción de petróleo en Venezuela se mantuvo estable en un
promedio de 3 millones de barriles dia de petróleo entre 2004-2013, luego de
superados los efectos del sabotaje petrolero que llevó nuestra producción
hasta solo 25 mil barriles día en enero de 2003.
A consecuencia de la política de defensa del precio en contra de la
política volumétrica que prevalecía antes de 1999, nuestros volúmenes de
producción comenzaron a ceñirse a los acuerdos de recorte de producción
alcanzados en el seno de la OPEP.
Así, para mediados del 2008, nuestra producción llegó a alcanzar los
3,4 millones de barriles día de petróleo. Luego del recorte de la OPEP de 4,5
millones de barriles tomado en diciembre de ese año, a Venezuela le
correspondía un recorte de 364 MBD, por lo que nuestra cuota quedó en 3
millones de barriles día.
En la siguiente gráfica se muestra el comportamiento de nuestra
producción de petróleo entre los años 2000-2020. Son números de
producción reportados a las distintas instancias de control del Estado
venezolano entre el año 2004-2013 y reflejados en los estados financieros de
PDVSA auditados por la firma internacional KPMG, números que están
disponibles para su revisión y análisis.

Se observa la caída permanente de la producción de petróleo, que en el


periodo 2014-2020 ha sido de 2,340 millones de barriles día de petróleo, una
caída de 78% de nuestra producción.
La caída se profundiza, justamente a partir de la militarización de la
empresa, con la designación del general Manuel Quevedo en la presidencia
de la misma a partir de diciembre de 2017, y el subsecuente desplazamiento
de los gerentes y trabajadores que operaron la empresa en el periodo 2003-
2014. Se estima que, a partir de 2016, han salido más de 30 mil trabajadores
de PDVSA.
A partir del 28 de enero de 2019, a la militarización de la empresa, se
agrega la imposición de sanciones norteamericanas, lo cual limita sus
posibilidades de financiamiento y operaciones de compra y venta de petróleo
e insumos. Pero a ese momento ya el daño en la empresa era profundo,
pues ya se habían perdido 2 millones de barriles de petróleo respecto al
cierre de 2013 y se había paralizado el sistema refinador nacional y los
procesos de procura y contrataciones fundamentales para sostener las
operaciones de perforación y producción de petróleo en el país.
El precio del petróleo venezolano cerró esta semana en 70,62 yuanes
(9,98 dólares), lo que supone la tarifa más baja registrada en lo que va de
siglo XXI y regresa la cotización a promedios similares a los de 1998,
informaron este viernes fuentes oficiales.
El reporte lo dio a conocer el Ministerio del Petróleo que informa de los
precios cada viernes en la moneda china y no en dólares debido las
sanciones impuestas por el Gobierno de Estados Unidos al Ejecutivo de
Nicolás Maduro.
La tasa de convertibilidad usada esta semana fue de 7,07 yuanes por
cada dólar estadounidense.
Venezuela lleva más de dos meses con una caída sostenida del precio
de su petróleo, que se cotizó durante varios años por encima de los 100
dólares y este año se ha visto arrastrado por la bajada de los precios
mundiales de crudo en medio de la pandemia por el COVID-19.
El coste estimado de producción por cada barril de petróleo venezolano
es de alrededor de los 19 dólares.
El precio actual es el más bajo desde 1998, cuando una grave crisis
económica global redujo drásticamente el valor del petróleo. Este subió
posteriormente gracias a un acuerdo de los países petroleros para bajar la
producción de barriles.
En 1999, Hugo Chávez comenzó su primer periodo presidencial en
Venezuela, justo cuando los precios del petróleo comenzaron a recuperarse.
El Ministerio del Petróleo venezolano informó también de otras cestas
de referencia como la de la Organización de Países Exportadores de
Petróleo (OPEP), de la que Venezuela es miembro fundador, y cerró esta
semana a la baja al pasar de 19,03 a 14,89.
El Brent perdió casi 7 dólares al cerrar en 22,94 dólares mientras que el
WTI, que llegó a estar en terreno negativo al comienzo de semana, logró
cotizar este viernes en 4,19 dólares por barril, lo que supone una pérdida de
16,38 dólares respecto al período anterior.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, dijo esta semana que su
país está preparado para enfrentar precios por debajo de cero, sin dejar de
mencionar las coordinaciones que mantiene con la OPEP y con países como
Rusia para lograr el despegue de estas tarifas.

Crisis de Salud

Venezuela atraviesa una gravísima emergencia humanitaria, con


millones de personas que no tienen acceso a una atención de la salud básica
ni a una nutrición adecuada. El acceso limitado al agua segura en los
hogares y centros de salud ha contribuido a la propagación del Covid-19.
El gobierno no ha publicado datos epidemiológicos desde 2017, cuando
el Ministerio de Salud divulgó estadísticas mostrando que la mortalidad
materna había aumentado 65 % y la mortalidad infantil 30 % en 2016. La
ministra fue despedida pocos días después.
El sistema de salud venezolano ha colapsado, lo cual ha propiciado un
resurgimiento de enfermedades infecciosas y prevenibles con vacunación. La
escasez de medicamentos e insumos de salud, las interrupciones en el
suministro de servicios básicos en centros de salud y la emigración de
trabajadores sanitarios han reducido severamente la capacidad operativa.
El Programa Mundial de Alimentos calcula que uno de cada tres
venezolanos se encuentra en situación de inseguridad alimentaria y necesita
asistencia. A partir de datos recabados antes de la pandemia, la Encuesta
Nacional de Condiciones de Vida de 2020 informó que 8 % de los niños y
niñas menores de cinco años tenía desnutrición aguda y 30 % tenía
desnutrición crónica o retraso en el crecimiento. En los sectores más
vulnerables, 14,4 % de los niños y niñas menores de cinco años estaban
desnutridos, según datos difundidos en julio por la organización no
gubernamental Cáritas.
En la mayoría de los centros sanitarios hay una grave escasez de
equipos básicos como guantes, mascarillas, alcohol en gel y jabón. La falta
de equipos básicos para radiografías, análisis de laboratorio, camas de
terapia intensiva y respiradores probablemente agudice la tasa de
fallecimientos.
La pandemia de Covid-19 ha deteriorado aún más el acceso a los
servicios de salud materna y de salud sexual y reproductiva, que ya era
deficiente debido a la emergencia humanitaria. UNOCHA estima una
escasez de 80 % en métodos anticonceptivos y señaló que 352 mujeres
murieron durante el embarazo, el nacimiento o el período posparto durante
2019. Los establecimientos de salud materna han suspendido servicios pre y
posnatales debido a la pandemia, y diversas ONGs indican que se ha
negado atención oportuna a mujeres embarazadas que se sospechaba
tenían Covid-19.
La escasez de medicinas de cualquier tipo se ubicó en el 85% en las
farmacias y centros de salud en Venezuela.
De acuerdo con exdirectivos de los hospitales, los enfermos solo hallan
uno y medio de cada 10 fármacos que puedan ser requeridos.
Los que más sufren son los menores de edad. A ellos no solo les faltan
medicamentos, sino que no pueden recibir un trasplante de médula en
algunos hospitales.
Hace dos semanas el Hospital de Niños J. M. de los Ríos suspendió el
tratamiento de trasplante a menores, porque no funcionan los aires
acondicionados.
El centro médico de Caracas tenía 30 pacientes en la lista de espera de
médula este mes. Sin embargo, ninguno fue intervenido por lo que cuatro
niños fallecieron.

El centro médico de Caracas tenía 30 pacientes en la lista de espera de


médula este mes. Sin embargo, ninguno fue intervenido por lo que cuatro
niños fallecieron.

El deceso de los menores, la falta de medicina y la precariedad de los


hospitales generó protesta de padres de familia, médicos y enfermeras
afuera de las instalaciones del Hospital de Niños J. M.
El presidente de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría y
expresidente del Hospital J. M. de los Ríos, Huníades Urbina, denunció el
deterioro progresivo de la casa de salud.
El exdirectivo precisó en una entrevista con EFE que el servicio de
rayos X no funciona desde hace tres años, el tomógrafo cinco años y los
laboratorios tienen el 80% de escasez de reactivos.
Urbina agregó que lo grave es que esta situación precaria se repite en
el resto de centros públicos y la califica como “un colapso de salud”.
Entre los motivos de la ausencia de los medicamentos en los puntos de
atención salubre se consideran el control cambiario riguroso de la moneda,
porque la imposibilidad de conseguir divisas obliga a las empresas, que no
tienen materia para producir, a rebuscarse en el mercado negro, reseñó el
diario El Mundo de España.
También se relacionan las imposiciones y regulaciones de Nicolás
Maduro en los precios y cantidades de medicinas que son expedidas para los
venezolanos.
En 2014 el porcentaje de escasez no era superior al 60%, pero al
superar el 80% en cuatro años se evidenció el agravamiento en materia de
insolvencia de remedios para los ciudadanos.
Los médicos venezolanos denuncian constantemente las limitaciones
en atención a la salud, desde la falta de insumos para tratar a los ciudadanos
hasta el cierre de sedes farmacéuticas para acceder a las medicinas que
requiere la población.
De acuerdo con la publicación del diario El Mundo, las víctimas directas
del desastre son 140.000 enfermos de cáncer, 300.000 pacientes con
dolencias cardiológicas, 300.000 enfermos crónicos, como -Parkinson y
hemofilia; y 79.000 personas con virus de la inmunodeficiencia humana
(VIH). (I).

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