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La resistencia La compulsion a repetir es considerada un factor autónomo,

irreductible a una simple dinámica entre principio de placer y


principio de realidad, y es atribuida al carácier conservador de
Durante el proceso psicoanalítico, se da el nombre de “re- las pulsiones.
sistencia” a todo aquello que, en los hechos y en el discurso
La compulsión a repetir se usa, corrientemente, para expli-
del analizado, se opone al acceso al propio inconsciente.
car el fenómeno general de la resistencia al cambio terapéutico.
Jean Laplanche y Jean-Baptiste Pontalis Freud aclaró en 1926 que la compulsión a repetir opera como
una resistencia del inconsciente, que necesita un largo período
de elaboración analítica.
“En el inconsciente psíquico, podemos individualizar el pre-
El concepto de resistencia es un término técnico y se refiere
domino de una compulsión a repetir, que proviene de los movi-
a Ias_ fuerzas y a los elementos que en el paciente se oponen al
mientos pulsionales y depende probablemente de la naturaleza
_ analista y al proceso terapéutico.
más íntima de las pulsiones; es /o suficientemente fuerte como
La resistencia siempre está presente en todo tratamiento, para violar el principio de placer y confiere a algunos aspectos
acompañándolo en todo su transcurso, y no podría ser de otro de la vida psíquica un carácter demoniaco...” (Freud, 1919).
modo, desde el momento en que el núcleo de la resistencia se
apoya sobre todas aquellas defensas más o menos primitivas
que se han puesto en juego, desde la primera infancia, contra la Para mayor claridad, recordamos que hay una compulsión a
angus_tia y el sentido de peligro y de inseguridad. La resistencia repetir del ello que, como dice Freud en “Inhibición, síntoma y
es, principalmente, un intento de evitar el dolor y la angustia; se angustia”, se caracteriza por la atracción “de los prototipos in-
dirige contra el sentimiento de ser pequeño, impotente, depen- conscientes sobre el proceso pulsional reprimido”, y una com-
diente, excluido, destructivo, etc. En una palabra, podemos de- pulsión a repetir del yo que es el mecanismo que encontramos
cir que la resistencia está dirigida contra los afectos, en los sueños repetitivos, consiguientes a situaciones traumáti-
cas. En este caso, la compulsión a repetir se entendería como
En consecuencia, ningún cambio psíquico es posible sin un
intentos hechos por el yo para dominar y después abreaccionar
trabajo con las resistencias.
de modo fraccionado a las tensiones excesivas.
Laplanche y Pontalis afirman que, en el tratamiento, las resis-
Es decir, la compulsión a repetir del ello es una tendencia re-
tencias gradualmente salen a la luz y “se expresan en particular
petitiva que define precisamente el ello, mientras la compulsión
por diversos modos en que el paciente rompe la regla fundamen-
a repetir del yo es una función restitutoria de éste yo que utiliza
tal”. Aquí podemos comprender no sólo la asociación libre, sino
los fenómenos repetitivos en beneficio del yo como el intento de
también todas las formas de acting out y acting in. -
restaurar la situación antecedente del trauma.
Las resistencias se manifiestan a través de las dificultades
En síntesis, al tratar las resistencias no hay que olvidar que
que emergen en la capacidad de sentirse cómodos ante la pre-
la resistencia al cambio psíquico es más fuerte que la actitud de
sencia del otro, de expresarse sin defensas y de hacer asocia-
cooperación consciente y, también, que el sufrimiento indivi-
ciones libres.
dual.
Rycroft define la resistencia como “la oposición que se encuen-
tra, durante el tratamiento psicoanalítico, al proceso de hacer
conscientes los procesos inconscientes. Se dice que los pacientes Ahora bien, sigamos la evolución del concepto de represión
están en un estado de resistencia, si se oponen a las interpretacio- desde el punto de vista histórico.
nes del analista, y que tienen débiles o fuertes resistencias, según Freud era consciente de las resistencias ya en el período en
encuentren fácil o dificil permitir a su analista el comprenderlos. La el cual usaba la técnica hipnótica. En ese período, observaba la
re.?istencia es una manifestación de defensa, con la posible excep- oposición del paciente a los intentos hipnóticos: tanto a las in-
ción de la resistencia del inconsciente’, la compulsión a repetir”. tenciones del médico de hipnotizarlo, como durante el estado

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hipnético. Se puede, por cierto, sostener que Freud ya había sa es atribuida al yo. En este punto, el concepto de la resisten-
- descubierto la transferencia en la época de sus estudios sobre cia permanece fundamentalmente inalterado, sólo que ahora la
la hipnosis. El renunció, efectivamente, a la hipnosis porque la resistencia, como defensa del yo contra la conciencia de los im-
resistencia que ciertos pacientes oponían a ser hipnotizados le pulsos inaceptables, asumirá un rol cada vez más prominente
parecía, por un lado, legítima y, por el otro, imposible de inter- en el tratamiento.
pretar y superar. Así la resistencia se torna uno de los factores fundamentales
Para Freud, las resistencias eran proporcionales a las fuer- en la teoría y en la técnica psicoanalíticas. Freud afirmaba que
zas de la represión. En efecto, en la época de los estudios so- la interpretación de las resistencias y de la transferencia consti-
bre la histeria, Freud afirma que, cuanto más se aproxima al nú- tuía la característica de su técnica.
cleo de la neurosis, mayor es la resistencia, que séra entonces Las ideas imprevistas que de pronto se descartan con toda
regulada por su distancia respecto de lo reprimido. Entre 1892 suerte de pretextos... son vistas por él como derivadas de las
y 1895, sostiene: “Porlo tanto, una fuerza psíquica... había apar- formaciones psiquicas reprimidas (pensamientos e impulsos),
- tado, en origen, la representacion patógena de la asociación y como deformaciones de éstas debidas a la resistencia con res-
Se oponía, ahora, a su retorno en el recuerdo. El ‘no saber’ de pecto a su reproducción. Cuanto más grande es la resistencia,
las histéricas era, así, un ‘no querer saber”, más o menos cons- tanto más ingente es esta deformación (Freud, “El método psi-
ciente, y la tarea del terapeuta consistía en superar.. esta resis- coanalítico freudiano”, 1903).
tencia a la asociación.”

Gradualmente, la resistencia adquiere una dimensión central


El no saber de las histéricas del que habla Freud nos hace en la vida del paciente, incluso fuera del proceso terapéutico, al-
venir a la mente la “inocencia organizada” de la que muchos go similar a la “censura” onírica, y asume así la tarea constante
años más tarde hablará M. Khan, de impedir que los pensamientos, los sentimientos, los afectos
Para Freud, el paciente se defiende de la aparición de ideas y los deseos inaceptables se vuelvan conscientes. En el fondo,
y afectos desagradables y penosos que vuelven a emerger en el como con la censura onirica, las resistencias causan distorsio-
curso del tratamiento. La dificultad en la recuperación mnemó- nes, modificaciones, enmascaramientos, deformaciones y alte-
nica está, según Freud, en el hecho de que éstas ideas son “to- raciones, es decir, aquellas modalidades que a menudo alteran
das de naturaleza penosa, idóneas para provocar los afectos de el contenido afectivo, emotivo e instintivo que intenta emerger
la vergiienza, el reproche, el dolor psíquico, la incapacidad” del paciente.
(1892-1895). Para Freud, en este sentido, las resistencias debían ser con-
En este punto, aprovechamos la ocasión para señalar que, sideradas no sólo importantes, sino también presentes en nues-
para muchos autores, hay una profunda diferencia entre ver- tro encuentro con el paciente: “Nuestro tratamiento se desen-
gúenza y reproche desde un punto de vista estructural; el repro- vuelve entre continuas resistencias” (1909). Más tarde, todavía,
che está ligado al superyó, y la verglienza, al ideal del yo y a la Freud señala que las resistencias están igualmente presentes y
imagen de sí en relación con el otro. continuas en la transferencia (“resistencias de transferencia”) y,
Ahora bien, incluso si en el período de la primera tópica, en este ámbito, se describen como barreras engorrosas, verda-
Freud hace de la resistencia la expresión de la fuerza del yo con- deros obstáculos en el proceso terapéutico. De esta forma, la
tra las representaciones penosas, existía en él la idea de que el presencia del terapeuta podría evocar en el paciente sentimien-
origen último de la resistencia podía rastrearse en una repulsión tos, afectos, vivencias significativas del pasado, repropuestas
de la culpa, en cuanto tal, a volverse consciente. ahora de modo directo hacia la persona del analista. En este
sentido, la resistencia transferencial puede ser vista como la
Con el descubrimiento de la importancia de los impulsos y
de los deseos interiores, como causa principal de los conflictos manifestación interpersonal de las mismas fuerzas que lievan a
y motivo fundamental de las defensas, es decir, con el pasaje a la represión.
la segunda tópica, se enfatiza el aspecto defensivo, y la defen-

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Freud notaba que el paciente, justamente a través de las re- de castigo: a esta última resistencia se atribuye, sobre todo, la
sistencias de transferencia, se tomaba la libertad de omitir la re- reacción terapéutica negativa.
gla psicoanalítica fundamental, es decir, que se debe comunicar A propósito del beneficio secundario, hay que distinguirio
sin crítica alguna todo aquello que viene a la mente, olvidar las del beneficio primario. El beneficio primario es el desempeño de
intenciones con las que se había iniciado el tratamiento y con- la angustia y del conflicto mediante la formación del síntoma,
siderar con indiferencia nexos lógicos y conclusiones que poco mientras el beneficio secundario consiste en las ventajas prác-
tiempo antes le habían hecho la impresión más grande... (1912). ticas que se pueden lograr utilizando el síntoma.

El tratamiento psicoanalítico se organizaba entonces alrede- Con respecto al primer punto, “la represión”, hay que tener
dor de dos fenómenos: la transferencia, esto es, el vínculo emo- presente que para Freud la expresión clinica de las resistencias
tivo entre analista y paciente, y la resistencia, es decir, la lucha estaba profundamente conectada con toda la gama de los me-
del paciente contra la posibilidad de mejoramiento. canismos de defensa del paciente y que él, habitualmente, uti-
En la “Historia del movimiento psicoanalítico” (1914), Freud lizaba el término represión como sinónimo de las defensas en
escribe a propósito de la transferencia y de la resistencia: general.
“Todo tipo de investigación que reconozca estos dos hechos A medida que el concepto de resistencia se comprende ca-
y los tome como punto de partida del trabajo a seguir puede lla- da vez más, se diferencian mejor, también, las defensas. Como
marse psicoanálisis, aunque se llegue a resultados distintos de se ha ya señalado, las defensas se desarrollan y se utilizan pa-
los míos.” ra afrontar situaciones de peligro que surgirian, en la teoría freu-
diana, si los deseos sexuales o agresivos inconscientes pudie-
sen encontrar libre y directa expresión en la conciencia y en el
Todavía en 1914, en el ensayo “Recordar, repetir y reelabo-
rar”, Freud escribe: comportamiento.
En 1920, Freud usa el término defensa para designar, gene-
“Neutralizar las resistencias puede resultar, en la práctica, un
ralmente, todas las técnicas de las cuales el yo hace uso en los
trabajo muy arduo para el sujeto del análisis y poner a dura prue-
conflictos que puedan conducir a la neurosis.
ba la paciencia del analista. No obstante ello, ésa es la parte del
trabajo que produce los cambios más notables en el paciente y Las defensas tienen, por lo tanto, la tarea de defender el yo
que distingue el tratamiento analítico de cualquier otro tipo de y pueden ser movilizadas: a) por la angustia debida a un au-
atención por medio de la sugestión.” mento de la tensión interna; b) por la angustia debida a ame-
En “Inhibición, síntoma y angustia” (1926), Freud distingue nazas del superyó; c) por peligros provenientes del mundo ex-
cinco tipos de resistencias: terno.
Freud escribe en 1937: “Los mecanismos defensivos dirigi-
1) represión;
dos contra un peligro anterior se representan en el tratamiento
2) resistencia transferencial; como resistencia contra la curación, consiguiendo que el yo tra-
3) beneficio secundario; te la curación misma como un nuevo peligro...” Anna Freud, en
4) resistencia del ello; su libro El yo y los mecanismos de defensa (1936), enumera nue-
ve defensas: regresión; represión; formación reactiva; aisla-
5) resistencia del superyó.
miento; proyección; anulación retroactiva, introyección; rebelión
De estas cinco, las primeras tres (represión, resistencia de contra sí mismo; inversión.
transferencia y beneficio secundario) se atribuyen al yo. La re- A éstas agrega también la sublimación. También se conside-
sistencia del ello se debe a la compulsión a repetir y hace nece- ran defensas la intelectualización, la racionalización, la identifi-
sarla la elaboración terapéutica, mientras la resistencia del su- cación con el agresor, la escisión y el rechazo, etc.
peryó se debe al sentido de culpa inconsciente y a la necesidad

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En este punto, el análisis de la resistencia se convierte en el En los últimos cincuenta años, se ha desarrollado un amplio
andlisis de aquellos aspectos de las defensas del paciente que trabajo de investigación sobre las resistencias y las defensas
determinan la salida patológica de sus conflictos, como encon- más arcaicas. En este sentido, la escisión del objeto y del yo, la
tramos en Sandier y otros. de negación, la proyección, la manipulación omnipotente de la
Así, el análisis de las defensas, a través del análisis de las re- realidad y de la relación con los objetos nos ayuda a compren-
sistencias, ha asumido una función cada vez más importante en der las patologías más profundas. M. Klein sugiere que, en fa
la técnica psicoanalitica (Hartmann, 1951; Glover, 1 955; A. primera fase del desarrollo, estos mecanismos de defensa tie-
Freud, 1965). nen un rol similar al de la represión en un estado sucesivo.
En este sentido, la técnica psicoanalitica se vuelve un instru- Un espacio símil requeriría la defensa maníaca, que se dife-
mento esencial y útil también para el mundo no estrictamente rencia de todas las otras en cuanto es una defensa organizada;
psicoanalítico, es decir, para el operador psiquiátrico, el psicó- otra defensa organizada es el falso self. El falso self podría ser
logo, el educador y, sobre todo, para quien está comprometido comprendido como una forma de defensa maníaca.
con el proceso de ocuparse de otro.
En síntesis, se puede decir que el psicoanálisis clásico rela- Por “forma de una resistencia” se entiende el modo en el
ciona históricamente y en conjunto la resistencia con la repre- cual la resistencia se expresa; la fuente indica, en cambio, có- -
sión de la libido. Freud, en efecto, históricamente se interesó mo y por qué se ha formado una resistencia.
por el destino de la represión de la libido; M. Klein, por el desti- Pensamos que la interpretación debe ser formulada toman-
no de la agresividad. do en consideración la vulnerabilidad del paciente en lo que res-
Fenichel (1951) distingue entre formas agudas y formas mo- pecta a sus resistencias, mostrando respeto también hacia la
deradas de resistencia. necesidad del paciente de protegerse y de defenderse. A me-
Sandler subraya la importancia de diferenciar fuentes (resis- nudo, podría ser incluso útil reconocer la dificultad de abrirse, la
tencia de transferencia, resistencia de represion) y formas de la amenaza de dejarse ir; también, a veces, de verbalizar algo, co-
resistencia. Este autor, refiriéndose al trabajo de Glover (1955), mo por ejemplo “tal vez usted se averglience...” o “tal vez usted
las distingue entre resistencias “obvías” o “crasas”, que son ma- se asuste de su rabia... o de sus fantasías sexuales”, etc. Pero
sivas, por un lado, y por el otro, resistencias “no preclusivas”. la interpretación, según creemos, de alguna manera debe hacer
Lalista de las fuentes de las resistencias ha sido ulteriormen- referencia a las resistencias del paciente; posiblemente, tam-
te ampliada por varios aportes teórico-clínicos (Sandlery otros). bién, en el momento justo, indicando el particular impulso o la
fantasía o el afecto del cual el paciente se defiende. La interpre-
Efectivamente, se han agregado:
tación cambia si se tiene en cuenta la forma o la fuente de am-
1) “resistencias de defensa”, determinadas por la dificultad bas cosas, en el hic et nunc y en la transferencia.
de modificar los mecanismos de defensa que han flevado
a una adaptación psíquica, tanto en términos de fo normal
Además, creemos que deben ser consideradas muy signifi-
como en términos patológicos;
cativas las resistencias que surgen como consecuencia de la in-
2) resistencias ligadas con el ansia de perder o separarse del
capacidad del terapeuta de adaptarse al paciente 0 como con-
analista; secuencia de procedimientos técnicos y modalidades técnicas
3) resistencias relacionadas con el sentido de vergiienza o rígidas o inapropiadas.
con el miedo a perder la estima del analista;
En síntesis, mientras con el modelo topográfico el analista
4) resistencias llamadas del efio, es decir, conectadas con el concentraba los propios esfuerzos en hacer consciente lo in-
desamparo o el abandono de soluciones adaptativas ya consciente, con el modelo tripartito de la mente (ello, yo y super-_
consolidadas; y6, 1923), el énfasis se había corrido en relación con el uso tera-
5) resistencias descriptas por W. Reich como corazas caracte- péutico de la resistencia a favor del refuerzo y soporte del yo. .
riales, debidas a la “rigidez” de ciertos rasgos de carácter.

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Con el desarrollo de la teoría de las relaciones objetales, la ta puede ser superada sólo si el paciente consiente que el ana-
represión como mecanismo de defensa se vuelve secundaria y lista lo lleve a regresar a un estado de dependencia oral y a ex-
es sustituida por la escisión. Ahora bien, refiriéndose a áreas perimentar un nuevo inicio. Según la terminología de Kris
preverbales, se vuelven significativos otros mecanismos de de- (1956), se trata de una regresión al servicio del yo. Según Balint,
fensa: escisión, proyección, negación y rechazo. el proceso analítico es “el resultado de los aportes del analista
tanto como de los esfuerzos y de la afectividad del paciente”.
Esto, teóricamente, confiere significado particular al aporte
Winnicott pondrá en evidencia cómo en la base de la psico-
del analista en el tratamiento del paciente y, gradualmente, en la
neurosis y de la psicosis encontramos diversas defensas. La
práctica clínica, ha sido puesto un mayor énfasis sobre la res-
enfermedad psiconeurdtica se caracteriza por las defensas
ponsabilidad relativa común terapéutica.
contra la angustia de castración, la principal de las cuales es la
represión. El término psiconeurosis, en efecto, indica que, una
vez que adquirida la primacía genital y resuelto el complejo edi- Según Winnicott, la resistencia surge de una interpretación da-
pico, se han organizado las defensas contra la angustia de cas- da fuera del área de superposición en la cual paciente y analista
tración, juegan juntos (Winnicott, 1971, p. 59); y para Winnicott ninguna
El término “psicosis”, en cambio, indica que nunca se ha logra- interpretación puede ser justa si el paciente no la reconoce. La re-
do ese grado de salud mental que hace significativo el complejo sistencia del paciente, desde el punto de vista de Winnicott, no
edípico o que la organización de la personalidad era tan débil que, se integra al proceso, aunque lo complete en el espíritu psicoa-
al impacto con la tensión edípica, se evidencia un derrumbe. El nú- nalítico como creía Freud, pero refleja el fracaso del analista en ju-
cleo de la psicosis es /a angustia de aniquilamiento. gar (Phillips, 1988).

Para clínicos como Balint, Winnicott, Khan y Milner, parecería Sin embargo, aun si se considera una linea más convencional,
que la resistencia y la represión hubiesen sido puestas original- el énfasis terapéutico sobre la resistencia podría considerarse
mente como influencias externas: “Eso signífica que no hay re- muy cambiado. Winnicott y Khan han afirmado que el analista
presión sin realidad, sin una relación objetal” (Balint, 1965, p. 185). debería jugar un rol de menos intrusión y menos interpretativo. El
debería estar preparado para dosificar y evaluar el tiempo justo
Para los teóricos de la Escuela Independiente, la enferme-
para las propias interpretaciones, y sostener la compulsión a re-
dad es considerada el resultado de factores ambientales preco-
petir y la resistencia del paciente hasta cuando éste se encuen-
ces en la vida del paciente, con consiguientes sentimientos de
tre preparado y logre alcanzar el insight. Una interpretación fuera
impotencia, pérdida y angustía.
de tiempo es inútil y, a menudo, puede reforzar las defensas. Pa-
A causa del énfasis puesto sobre el fracaso ambiental, Khan ra Winnicott, el paciente no es intrinsecamente inaceptable a sí
cita la afirmación de Freud a propósito del hecho de que un ana- mismo, pero puede llegar a sí mismo sólo con los tiempos pro-
lista “podría no tolerar alguna resistencia en sí mismo” (Freud, pios (Phillips, 1988).
1912, p. 116; Khan, 1974, p. 39). Aquí se está hablando de las
A diferencia de otros teóricos que, por lo general, conside-
resistencias del analista.
ran la resistencia como un impasse, clinicos como Balint, Win-
Parece que Freud mismo consideró las experiencias prever- nicott y Khan, y los analistas de la Escuela Independiente, usan
baies y los traumas específicos sufridos en esta fase precoz del la resistencia de un modo más positivo, a menudo al servicio de
desarrollo como interferencias y resistencias al proceso analíti- una regresión terapéutica.
co, pero no dudó en madificar su respuesta afectiva hacia un
Khan (1974) asevera que a un paciente habría que darle su-
paciente necesitado y regresivo (Lampl-de-Groot, 1976).
ficiente “espacio” en el proceso terapéutico. La resistencia, co-
Balint (1952) infírió lo mismo cuando aludió al papel crucial mo cualquier otra defensa, sería abandonada por el paciente
de la psicopatología precoz y del nivel preedípico con el con- apenas no fuese ya útil: el paciente se dispone, apenas está lis-
cepto de “falta básica”. Haciendo referencia a Balint, dicha fal- to. Por ejemplo, a propósito de la defensa maníaca, cuando un

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paciente entra en contacto con la propia depresión y no tiene El acting out
-- Continuamente necesidad de ir hacia la manía, significa progreso.
Khan sigue todavía a Winnicott cuando afirma que un analis- El concepto de “poner en acto”, que para Freud connota una
ta no debería ponerse a interpretar las resistencias demasiado expresión de resistencia del paciente contra el proceso analítico
rápidamente. Esto, de por sí, podría causar alejamiento y resis- y la alternativa de recordar (1914), ha extendido su ámbito de
tencia. aplicación, significando una muftitud de fenómenos de compor-
tamiento conectados no sólo con la situación clínica analítica,
Lo que podría parecer, desde un punto de vista psicoanalíti- sino también con la estructura de la personalidad como tal.
co más ortodoxo, una resistencia defensiva en el paciente, en
M. Masud R. Khan
análisis podría, en cambio, ser un período de dubitación, un len-
to llegar a realizar aquellas necesidades de “tener el permiso
de”, que le sea concedido tiempo y no sean interpretados co-
A propósito del término acting out (puesta en acto, actuar),
mo evasivos. La resistencia puede refigjar la inoportunidad y,
en el Diccionario crítico de psicoanálisis de Rycroft leemos: “La
por lo tanto, la irrelevancia de la interpretación del analista (Phi-
esencia del concepto es la de sustituir el pensamiento con la
llips, 1988, pp. 74-75).
acción, e implica: a) que el impulso actuado nunca adquirié una
En lo referente al counselling, especialmente con el adoles- representación verbal; o bien b) que el impulso es demasiado
cente, como dice Masud Khan, aquello con lo cual se debe es- intenso para que se pueda descargar en palabras; o bien c) que
tablecer una suerte de alianza es con la “práctica de la autote- al paciente le falta la capacidad de inhibición.”
rapia”, que el paciente ya ha instaurado sólidamente, cuando
Freud usó por primera vez el término puesta en acto (agíe-
viene a nosotros para sanar, Tratar esta práctica de la autotera-
ren) en el ensayo “Recordar, repetir y reelaborar” (1914). En es-
pia como una simple resistencia significa no reconocer su real
te ensayo, la puesta en acto se contrapone a recordar y desig-
valor para la persona del paciente.
na el impulso a revivir, concretamente, en fa situación analítica,
por parte del paciente en posición de resistencia, el pasado re-
primido, más bien que a recordarlo.
Por lo tanto, en una primera formulación, el acting out está
contrapuesto a recordar y ligado a la resistencia. “Cuanto ma-
yor —dice Freud— es la resistencia, tanto mayor es la medida
en la cual el recordar se sustituye por el poner en acto.”
Freud elaboró este concepto en el ámbito de la teoría clási-
ca de la neurosis y de la consiguiente terapia psicoanalítica. De
ello resulta que, en el contexto originario, “la puesta en acto”, en
el caso en que los instrumentos psicoanalíticos de la asociación
libre y de la interpretación de los sueños se usaran correcta-
mente, se reducía al mínimo y se consideraba un obstáculo en
el progreso del tratamiento.
Con el progreso de los descubrimientos psicoanalíticos, el
concepto de “puesta en acto” salió de su contexto originario, y
su significado se extendió a otras situaciones. Eso sucedió,
prim_:ipalm,ente, luego de algunos sucesos: -

1. El trastado del interés psicoanalítico de la fase fálica-


edípica, entonces considerada el origen de la neurosis, a

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