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El cine genera y representa una de las imágenes sociales más populares acerca de la política. Esto
es especialmente importante acerca de lo que no se puede “ver” directamente del funcionamiento
de gobiernos, del pensamiento de líderes y de decisiones oscuras. Siguiendo a Anthony Giddens, el
cine cumpliría una función de “doble hermenéutica”: los especialistas investigan y los directores
traducen al gran público los hallazgos y descubrimientos de mecanismos y decisiones. En definitiva,
el cine –mucho más que la literatura y la televisión— expone en el escenario público los mecanismos
privados del poder político.
Palabras claves: sociología de la comunicación, efectos de los medios de comunicación, esfera pública
Introducción
Hace muchos años, alguien dijo de Rudolf Arheim que era un “espectador perito”. Este sería un
halago si alguien me lo dijera, porque no sólo estaría utilizando un adjetivo calificativo sino que
además estaría usando un sustantivo que describe la realidad: soy un espectador, un aficionado al
cine, aunque, al considerarlo un “arte” he tratado de madurar psicológica y filosóficamente con sus
obras. Junto con la música y la pintura son las artes que me más impactan y me conmocionan.
Pero además de esta perspectiva de “espectador”, trataré la relación entre el cine y la política como
la relación entre la evolución de la “técnica de reproducción técnica”. Mi punto de partida del análisis
es la concepción técnico-antropológica del sistema de expresión, de excitación y percepción usado
por los seres humanos.
Walter Benjamin en su famoso trabajo sobre la “reproductividad técnica del arte” pudo tomar este
aspecto del cine naciente. El cine modificó no sólo la pintura, la fotografía sino también el teatro. Ha
dejado atrás a todas estas artes.
Hay toda una concepción que considera el mundo humano desde una perspectiva técnica. Esta con-
cepción considera que el mundo humano se forma también de acuerdo con sus sistemas estéticos,
sus medios de expresión, de reproducción, de distribución, de percepción, de formación del tiempo,
del espacio, de importante, de lo periférico, de lo que no existe, de lo existente.
La teoría social ha sido abandonada por algunos en función del uso dado a la teoría de los medios.
Scott Lash considera que los medios deberían ser el modo de observar el mundo de la cultura. Antes
de él, Marshall Mcluhan, Walter Ong, Harold Innis, y ahora Peter Sloterdijk y Boris Groys.
El cine es un medio que ha dejado de ser percibido conscientemente como tal por los espectadores,
sean éstos, expertos o poco hábiles a la hora de exigir su mirada. Esto significa, entre otras opciones,
que el cine se ha transformado en un “ambiente”, es decir, en una estructura de producción y re-
cepción se estímulos sensitivos que funcionan de modo sistémico, e inconscientemente para los su-
jetos contemporáneos.
El cine ha desarrollado una relación doble con la política que puede ser fácilmente observable, por
un lado, pero también un vínculo un poco más híbrido y sutil.
Por un lado, fue la política la que rápidamente comprendió las ventajas y competencias que el cine
como medio de comunicación, de orientación y de expresión de símbolos podía traerle en la propia
gestión de los asuntos públicos. El cine como propaganda en las sociedades de masas permitió la
construcción de una nueva política. Las masas, como sujeto político, debían ser seducidas, activadas,
irritadas, atemorizadas, aquietadas o sancionadas. Pocos comprendían de qué manera era factible y
posible conducir a estos enormes grupos de personas, muchas veces desconectadas entre sí y sin
lazos morales ni intereses comunes. Tanto Harold Lasswell en Estados Unidos (aunque también
Bernays) como Joseph Goebbels en Alemania concedieron importancia central al cine para movilizar
las poblaciones a la guerra o a los sacrificios económicos que debían realizar por sus países. En un
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momento en el que el cine era un medio innovador, completamente intenso desde el punto de vista
emocional para las masas, la política utilizó su capacidad estética y de comunicación para llegar a
las poblaciones, a los ciudadanos, a los mercados.
En resumen, la representación de la política comienza por el “afuera” y sigue por el “interior” de los
espacios, de las personas y de las relaciones entre las personas.
Pero existe un tipo de relación menos definida que las dos anteriores. En esta posición híbrida, el
cine se mueve entre el intento por representar una política que debe ser denunciada para ser anu-
lada, y una construcción de una nueva forma de política. La representación de la política tiene como
función construir una nueva política. Dentro de la gran variedad de directores y de sociedades en las
que se ejerce este tipo de cine político, hay uno que me resulta especialmente interesante, sofisticado
y bello. El cine de Andrei Tarkosky, un cine tan metafórico, tan simbólico, pero al mismo tiempo, un
cine que trabaja con temas tan clásicos y permanentes, muestra justamente gracias a ese lenguaje
indirecto, la realidad de la URSS en el momento en que no se podía. Andrei Tarskoski no sólo no
muestra esa exterioridad propia del medio cinematográfico, sino que además habla de manera tan
simbólica que es difícil saber qué es lo que nos quiere decir. Según los expertos, Tarskoski habla del
“sí mimo”, de la interioridad del ser humano. En una entrevista en El Mercurio de Chile (2001) Marina
Tarkovsky utiliza, para definir el cine de su hermano, las palabras del “director de cine polaco K.
Zanussi: "Andrei hizo en el cine algo que parece imposible, a saber, supo dar forma material a lo
invisible, a algo que no está al alcance de nuestros sentidos: llegó a reflejar la imagen del Espíritu
en la mecánica fotografía cinematográfica".
Problemas
Sin embargo, en relación directa con la política actual, el cine se ha dedicado a mostrar lo que
parecería ser las lagunas, las deformaciones, las imperfecciones de la política moderna, tanto dentro
de un sistema democrático como las patologías casi puras de las dictaduras, la personalidad y rela-
ciones de los dictadores. Algo que el cine ha realizado como nadie –aunque apoyándose, tal vez, en
la literatura— es la representación de las relaciones “menos políticas de la política”. En realidad, el
intento por mostrar la cara menos pública de la política, de los gobiernos, de los Estados y de la
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democracia. El intento por hacer una descripción realista de la política, por denunciar o por mostrar
el modo en que los políticos proceden, es en realidad una de los aportes más importantes al
imaginario cultural de la sociedad moderna realizada por los directores de cine.
Pero, aunque podamos partir de este supuesto subyacente de que el cine ha desarrollado o afectado
a la cultura política en las diferentes sociedades modernas, cómo lo ha hecho, de qué modo y qué
orientación ha tenido esta influencia. Específicamente:
o ¿Cuál es la imagen que ha desarrollado y desarrolla el cine sobre la política? ¿Cómo puede,
el espectador medio, no especialista, comprender qué ha sido, qué es y qué podría ser la
política?
o ¿Qué muestra el cine sobre la política, los políticos y sus formas de gestionar los asuntos
públicos?
o ¿Pero es esta imagen una deformación de la política o es el único modo en el que se hace la
política? ¿Hay otro modo de hacer política, una política más ética, más humana, menos cruel
y terrible, o sólo hay una manera de hacer política?
o ¿Qué aspecto de la política no llega a percibir directamente la gente desde el lugar que ocupa
en la sociedad de masas?
o ¿Es coherente la imagen que el cine proyecta sobre la política en relación con la imagen que
la política da de ella misma o que la prensa da de la política?
o ¿Es normal esperar que la política sea normal? ¿Puede ser la política real similar a la política
presentada en las filosofías políticas, en los sistemas judiciales y en las concepciones éticas
de estas filosofías?
En definitiva, qué imagen ha desarrollado el cine de la política de aquello que el ciudadano medio no
puede observar directamente del interior de la política. La pregunta más específica de mi problema
es: ¿ha logrado la política, según la imagen desarrollada por el cine, hacer que las relaciones de
“privanza” se transformen en relaciones “tecnocráticas” y, además, que estas relaciones tecnocrá-
ticas sean más morales que en el pasado? ¿Qué es lo más común dentro del entramado de texto y
de relaciones inter-textuales que genera el cine? ¿Es realista la representación que el cine hace de
la política o tira demasiado de la cuerda? ¿Exige algo que la política nunca dará o su exigencia moral
es antropológicamente necesaria y conducente?
Hipótesis
Mi hipótesis es que el cine moderno se mueve y actúa como un “moderno y técnico Maquiavelo”. Los
directores, productoras y actores muestran, reconstruyen y representan aspectos de la vida privada
del poder político porque los consideran elementos anormales e indeseables de la política. Casi no
hay textos audiovisuales de ficción que muestren procesos democráticos o formas normales de po-
lítica. El cine es un heredero de Maquiavelo: él no era “maquiavélico” en tanto transparenta las reglas
reales que determinan el juego del poder político. El cine muestra las reglas internas de realidades
a las que no llega el público general. En este sentido, comprender la política como Maquiavelo, pero
aporta a la solución de un problema clásico de la política: cómo integrar a la multitud a la comunidad,
de qué manera es posible comunicar la “verdad”.
El cine proyecta una imagen de realismo político que por momentos puede ser hasta exagerado,
aunque nunca termina por superar a la realidad misma. El cine se obsesiona con aquellas grietas del
poder visible, sobre las decisiones en bambalinas, sobre las imágenes distorsionadas y pretende
develar la verdad y la realidad. Lamentablemente, el público no siempre alcanza a percibir el realismo
del cine (como no alcanza a percibir el realismo de la literatura que sustenta al cine). Por otro lado,
en ocasiones, es evidente que el cine –el director o el texto producido— es poco consciente de la
“metafísica política” que presenta en cada una de sus representaciones; no llega a la estructura
profunda de la metáfora básica que sigue la política.
Esta falta de metafísica hace que la representación cinematográfica de la vida privada de la política
termine en una explicación psicológica –en el mejor de los casos—y psicologista en sus versiones
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menos exigentes. Con la mirada modernista y postmodernista sólo termina mostrando los intereses
personales, individuales, subjetivos y hasta histéricos de los protagonistas.
El cine entra en la representación de la vida privada de la política de modo muchas veces descon-
textualizado. Es razonable porque no es el cine quien debería contextualizar o actualizar este punto
de vista. Por un lado, la incisión del cine en la vida privada de la política es una crítica o una mirada
sobre la diferencia entre la teología política y el naturalismo político. Esto, tema central de la filosofía
política durante los anteriores mil quinientos años, no está aclarado ni manifestado hacia los
espectadores, legos en la lectura de la ciencia política.
Por otro lado, el cine –los textos, las relaciones intertextuales, directores, guionistas, actores y ac-
trices— cierra posiciones sobre las relaciones normales o patológicas de los políticos, ya sea de las
relaciones entre los políticos o de las relaciones entre los políticos y los ciudadanos.
Aunque se puedan separar, ambos problemas se interconectan. Las relaciones de los políticos entre
sí y de los políticos con los ciudadanos, se considerarán normales (queridas o deseadas por los
críticos) o patológicas en tanto cumplan o no con los requisitos del naturalismo político o de la teo-
logía política. Que un presidente en la actualidad, se comporte como un monarca divinizado, está
generalmente considerado como una imagen inadecuada de la política.
Uno de los problemas más importantes que trata el cine sobre la política pero como un hecho con-
sumado o perdiendo la estructura del problema mismo para concentrarse en cierto personaje o si-
tuación de la vida del personaje, es la diferencia que surgió en el pasaje del mundo pre-moderno al
mundo moderno entre un marco de referencia metafísico denominado “teología política” a otro marco
de referencia que puede ser denominado “naturalismo político”.
La teología política es la concepción filosófica de la política que legitima, supone y defiende una
concepción del gobernante y de los gobernados en forma de relaciones sobrenaturales. Las relaciones
políticas se equiparan y homologan a las relaciones entre Dios y los mortales. Esta concepción “teo-
lógica” fue explícita durante casi toda la historia de la política. La política se ha organizado, bási-
camente, sobre dos metafísicas. Por un lado, durante la mayor parte de la vida humana organizada,
la política ha tenido un fundamento religioso. La política ha organizado en la “Tierra” lo que los
humanos pensaban que era la forma de organización divina, es decir, la política como estructura
terrenal del “más allá”. El soberano representaba a Dios (o era hijo directo de algún dios) y el pueblo
debían respetar sus decisiones como si fueran las de un ser divino. Los atributos del soberano eran
los mismos que aquellos atributos que tenían sus dioses en las teologías correspondientes.
El segundo problema filosófico político que trata el cine sin expresarlo es el de la esencia de la misma
política. En palabras de Arendt: “La política se basa en el hecho de la pluralidad de los hombres. Dios
ha creado al hombre (Mensch), los hombres son un producto humano, terrenal, el producto de la
naturaleza humana.” (Arendt, p. 45). Así comienza Hannah Arendt su ensayo sobre ¿Qué es la
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política? (2005). Según la autora, la política trata de estar juntos; de estar juntos unos con otros, y
también de los “diversos”.
La unión atemporal entre Arendt y Sloterdijk creo que pasa por su neo-heideggerianismo en común.
En El hombre operable (pág. 9) el autor dice:
“Si 'hay' hombre es porque una tecnología lo ha hecho evolucionar a partir de lo pre-
humano. Ella es la verdadera productora de seres humanos, o el plano sobre el cual
puede haberlos. De modo que los seres humanos no se encuentran con nada nuevo
cuando se exponen a sí mismos a la subsiguiente creación y manipulación, y no hacen
nada perverso si se cambian a sí mismos autotecnológicamente, siempre y cuando tales
intervenciones y asistencia ocurran en un nivel lo suficientemente alto de conocimiento
de la naturaleza biológica y social del hombre, y se hagan efectivos como coproducciones
auténticas, inteligentes y nuevas en trabajo con el potencial evolutivo.”
El ser humano necesita de la política porque debe vivir con otros. Para esto debe saber cómo hacer
para no exterminarse a sí mismo como especie, o que otros no exterminen a su grupo o fracción. La
política es un problema de relaciones humanas.
En realidad, el ser humano ha experimentado que vivir en un mundo con otros no es una circuns-
tancia sencilla. Aparece una de las contradicciones antropológicas más básicas de la especie: ser
individuo, ser particular, conservar mis rasgos únicos, pero siempre dentro de una comunidad que
necesito para hacerlo. Esta tensión entre lo individual y lo colectivo, entre lo particular y lo común,
genera una de las más importantes cuestiones de la ciencia social y de la teoría política.
A raíz de esta convicción acerca del problema y de su gravedad, las formas de organización de la
política fueron, poco a poco, aunque no sin retrocesos relativos, civilizándose, desarrollando procesos
cada vez más racionales, distanciados, controlados, sin anular por completo, los mecanismos
emocionales que originan los comportamientos.
Por lo tanto, las relaciones “entre-los-seres-humanos” terminan siendo centrales para resolver el
problema de la “buena o mala política”.
(1) (2)
Relaciones Problemas familiares, Relaciones con el gabinete,
personales enfermedades, con
(compromiso amantes, obsesiones, ministros, con otros
emocional) peligros. mandatarios, con
poderosos en general.
(3) (4)
Relaciones Negocios, intereses Cuestiones de Estado,
impersonales privados intereses de un país.
(distanciamiento)
En el cuadrante 1, aparecen los problemas más domésticos de los poderosos; las obsesiones con
personas, el apegamiento a objetos, cosas y cargos. En el cuadrante 2, se consideran los aspectos
relativos a las decisiones políticas, pero tratadas o gestionadas de una manera poco racional,
previsible, metodológicamente deficiente.
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Por otro lado, en el cuadrante 3 se ubican los actos y las acciones relacionadas con las decisiones
que podrían denominarse “corrupción”. Y en el cuadrante 4, finalmente, aparecen los asuntos
públicos propiamente dichos e idealmente definidos por la actual metafísica política, el sistema
judicial y social de la modernidad.
El cuadro pretende mostrar que las “líneas” aunque no lo parezca son menos definidas y precisas de
lo que parecen. Los problemas de ética y de corrupción aparecen en los límites de cada uno de los
cuadrantes.
En tercer lugar, además de las relaciones que originan la política, se encuentras las relaciones socia-
les en las que debe actuar y decidir la política.
En primer término, la política ha tomado ciertas escalas de valores para organizarse y organizar sus
proyectos. Desde el punto de vista del Estado hay dos tipos de criterios que funcionan en dos tipos
de contextos muy determinados: la diferencia entre la “justicia” y la “supervivencia” como problemas
a resolver en el caso de que la situación no colabore con las aclaraciones.
Desde el punto de vista del sistema social, el Estado puede tener que decidir y actuar en un “contexto
de normalidad” y/o en un “contexto de emergencia o excepción”. La política es una actividad que
está dirigida por un grupo o un equipo, y éste se guía por dos tipos de contextos y por dos tipos de
sistemas de valores básicos:
Problemas de Problemas
justicia supervivencia
Oculto Expuesto
Particular
Lo privado aceptable, aquella Esto privado tiene una zona
franja de vida que la filosofía normal y una anormal para la
política de la justicia considera política moderna. La normal es
razonable que cualquier fun- la que se considera
cionario puede cuidar como “banalidad” y “superficialidad”,
propio. usada para las campañas de
identificación con el público. El
aspecto anormal es lo que
Común
Esto es anormal cuando esta- Lo normal sería exponer todo
mos ante una situación normal lo que es común a la sociedad
y normal cuando es un política.
acontecimiento considerado
“estado de excepción”.
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El mundo interno de la política. Situaciones comunes y puntos dialécticos de la vida privada de la
política moderna y pre-moderna
Dos son los marcos de interpretación que se utilizarán para el análisis de las películas selecciona-das
y de las escenas elegidas. Por un lado, se considerarán ciertos textos que tienen una función realista
o directamente relacionada con el referente tangible, en este caso, visualmente. Por otro, se
considerarán textos que organizan sus mensajes de manera simbólica, es decir, textos que, si bien
muestran referentes visualmente y auditivamente tangibles, su orientación principal es llegar a un
segundo orden o nivel semántico.
El cine ha mostrado y popularizado tipos ideales de gobiernos. La diferencia teórica entre la “corte
principesca” y el “gabinete de un presidente o primer ministro” debería ser evidente. Sin embargo
no siempre es posible encontrar diferencias tan marcadas en la vida privada de las relaciones de
poder.
El problema de las relaciones no racionales entre los miembros que toman decisiones; qué sucede
con las personas y sus relaciones dentro de bambalinas. Las relaciones impersonales no son las
únicas que funcionan dentro de las decisiones de los asuntos públicos.
La teoría política y la filosofía política moderna en su intento por transformar los aspectos pre-
modernos de la política han confundido intenciones ideales con realidad.
Sin embargo, tanto la corte como el gabinete pueden ser explicados por este principio general del
Testamento político de Richelieu: “No puede el Primer Ministro hacer nada si la confianza de su
Soberano le falta” (Testamento Político, Cardenal Richelieu). Dice el Cardenal Richelieu que para
llegar a conseguir los fines que se pretendía, era necesario, al contrario del modo en que siempre se
había hecho, no separa al Rey de su Madre, sino hacer que estuvieran juntos.
o Vatel es un mayordomo de un príncipe que será seducido por Luis XIV para que sea su
general en una guerra contra Holanda. Las relaciones personales y profesionales, de clase e
intelectuales de la Corte del rey Sol y del príncipe, son canalizadas por el mayordomo: un
hombre diligente, práctico, sensible, estratega.
o Josefina (Coppola) muestra una política deformada, ya que el heredero del rey Sol no está a
la altura de sus problemas.
o Amadeus lo coloca a Mozart como un empleado del príncipe sin mayor importancia.
o Trece días representa la visión que Robert Kennedy expuso de la crisis de los misiles. Lo que
es necesario rescatar para comparar con el resto de los films es la idea de secreto, de
personas de confianza, de relaciones emocionales.
o Nixon muestra la manera brutal del funcionamiento del grupo chico del presidente.
El problema que se establece al diferenciar una “corte” de un “gabinete” en, desde el punto de vista
teórico, que el segundo debería ser profesional, técnico y de funcionamiento especialmente racional.
El primero, la “corte” y sus relaciones de “privanza”, era una forma de aseguramiento y de selección
de personas vinculadas con la confianza personal y de agrado del príncipe. Sin embargo, esto nunca
estaba tan alejado de las capacidades profesionales de los colaboradores.
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En resumen, el funcionamiento de ambos equipos ha cambiado, pero no dejan de ser formas impuras
de algo que, para muchos debería ser mucho mejor definido.
El secreto ha cumplido y cumple, y seguirá cumpliendo un lugar central en la política. En cada una
de las películas que tratan sobre gobiernos, decisiones y políticas existen secretos y descubrimiento
o filtraciones de secretos.
Los secretos son el resultado de uno de los cambios más fuertes de la política.
Sin embargo, la política moderna del Estado de Derecho debería haber modificado la manera de
generar y controlar informaciones centrales. La política moderna se basa en la “publicidad” de todos
sus actos, sobre todo, de aquellos relacionados con los acontecimientos públicos racionales y emo-
cionales.
La reina Margot comienza con una escena tremendamente fuerte desde el punto de vista visual:
Margarita de Valois, princesa de Francia, está por contraer matrimonio con Fernando de Navarra.
Como se niega para hacerlo, uno de su hermanos, le toma la cabeza y hace que diga que “si”.
JFK se muestra el cuidado, no sólo de un gobierno, sino de varios gobiernos acerca de la información
sobre el asesinato de John Fitzgerald Kennedy.
Creo que el “secretismo” es uno de los grandes temas del cine político. La visión moderna del
secretismo y del cuidado de los secretos es parte de la teoría o de la filosofía de la sospecha iniciada
por Nietzche y Marx pero divulgada y utilizada por todos los que piensa modernamente.
El manejo del secreto, del secretismo y de la publicidad como medio de control de los secretos que
cubren los intereses privados de los gobernantes, es un tema central del cine. Pero también en esto
el cine es realista en su representación aunque los productos o textos terminan siendo más contun-
dentes que los propios directores, que dejan ver el problema como una patología. En realidad, tal
vez el problema del secreto dejará de ser una cuestión política grave. En este sentido, sólo es posible
considerar los aspectos
Los gobiernos democráticos no han mejorado necesariamente la arbitrariedad del manejo del poder.
Están más controlados por escándalos, pero no son éticamente mejores.
La arbitrariedad del poder es un tema del Estado de Derecho y de la concepción justa de la política.
Los controles de la división de poderes y de la prensa sobre los tres poderes del Estado han sido muy
importantes para que esta arbitrariedad del poder no aumente y sea controlada por sus
protagonistas.
El caso de la arbitrariedad del poder se muestra en los monarcas –en el caso de Enrique VIII en Las
Bolenas— es evidente e históricamente muy definido el nivel de arbitrariedad desplegado no sólo por
el monarca sino por sus colaboradores. Sin embargo, existen muestras de escenas de arbitrariedad
de poder como el ministro de Defensa de USA que representa Gene Hackman en Sin salida.
La arbitrariedad del poder de un mandatario, funcionario o político, se debía cortar con el Estado de
Derecho y la filosofía de la justicia en lugar de la filosofía del poder. Sin embargo, este es otro de los
grandes temas del cine moderno: aquellos que deciden por sobre los límites de sus habilitaciones.
(4) Liderazgo
(Ricardo III) (Jorge III) (Napoleón) (Nixon) (Trece días) (Truman)
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Los líderes tienen características independientemente de los contextos. El liderazgo en política está
más relacionado con aspectos psicológicos que con sistemas de reglas sociales como el sistema
democrático o la división de poderes. Hay un acoplamiento entre las características psicológicas de
los líderes y los sistemas políticos.
La manera en que se presenta a los líderes en el cine es otro tema central de la imagen de la política
y de los políticos. Los líderes tienen metas o misiones que cumplir, auto-impuestas o impuestas
desde fuera, pero que deben alcanzarse, necesariamente, por medio de:
Ricardo III de Shakeaspeare muestra una personalidad enfermiza, que no puede auto-controlarse
para tomar decisiones mesuradas y prudentes.
La imagen de Hitler en Moloks es un intento de mostrar otra naturaleza diferente del liderazgo polí-
tico. El líder es mostrado como indefenso, como incoherente y enfermo. La imagen de un Hitler
completamente diferente es central.
Truman es un film para televisión. De todos modos es central ya que muestra la vida y el momento
de decisión de uno de los presidentes de los USA que tendrá un triste pero seguro lugar en la historia
de la humanidad por haber decidido lanzar las dos primeras bombas atómicas. La necesidad política
aunque presentada como una necesidad pública, es también muestra del realismo político que los
líderes deben tener para ganar.
Hay una serie de filmes que muestran el cuadrante relativo a las relaciones privadas (intereses pri-
vados) pero de tipo impersonal o profesional, es decir, con negocios o con actividades laborales, no
con la vida sentimental o amorosa. La política democrática delimita estas relaciones sociales como
relaciones patológicas dentro del sistema democrático y republicano. Pero tanto la política como los
negocios siempre están pasando la frontera de lo que deben.
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El cine se ha especializado en una actividad del Estado o de las burocracias del Estado que son
realmente ilegales durante tiempos de paz. Las operaciones clandestinas son acciones tapadas, ac-
ciones no reconocidas que realizan los países democráticos o las monarquías parlamentarias.
Las acciones clandestinas son acciones ilegales en gran medida. Los Estados también realizan accio-
nes ilegales y las hacen cuando necesitan alcanzar objetivos políticos de gran importancia pública o
de mucho interés privado para los gobernantes.
Por otro lado, los trabajos de inteligencia son legales cuando están dentro de la búsqueda, análisis y
divulgación de la información acerca de temas de seguridad nacional o de situaciones de amenazas
colectivas.
El cine político ha encontrado un tema de muchísima factura y de atracción para el gran público con
las operaciones clandestinas. En realidad es parte de lo que se denomina: secreto patológico. Las
diferencias entre lo aceptable y lo inaceptable comienzan a difuminarse. Es difícil que el cine justifique
este tipo de comportamiento. Está considerado de una doble manera: se colocan personajes muy
atractivos, de mucha identificación de parte del público, pero haciendo aquello que no corresponde.
Las relaciones entre Estados se han observado desde el punto de vista de sistemas políticos demo-
cráticos y no democráticos, o entre Estados criminales y estados liberales. Pero también se han
observado entre Estados con sistemas democráticos y lo que se tiene en cuenta es la racionalidad
de la relación.
Las relaciones entre los Estados han sido relaciones políticas muy duras en la mayoría de los casos.
Casi no existen relaciones desinteresadas entre los Estados.
El problema con esta representación es que se juega con la idea de que el terrorista siempre tiene
un motivo psicológico válido para matar o generar terror.
La respuesta al terrorismo es uno de los problemas más ambiguos del cine. Su forma de mostrar la
implicación de sus personajes se encuentra en el mismo problema que tienen muchos filósofos
políticos para decidirse sobre los estados de excepción. Si estamos en un estado de excepción
entonces podemos utilizar los mismos procedimientos de los terroristas. Esto es bastante fuerte
desde el punto de vista de la política moderna.
Las democracias sólo deberían tratar a los ciudadanos dentro de los límites y marcos impuestos por
el derecho. Sin embargo, esto puede ser de otro modo.
Enemigo público (Will Smith) muestra una serie de técnicas de vigilancia y de control realizadas por
el Estado norteamericano sobre ciudadanos comunes. El control de los ciudadanos ni siquiera fue
activado por una situación de emergencia o por un “estado de excepción”. En realidad, está dentro
de un programa normal de control de ciudadanos para tranquilidad de los objetivos del Estado.
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Conspiración también es una muestra del control interno o del control de los enemigos internos de
los Estados democráticos.
Aunque hay diferencias, la situación puede asemejarse a la que se presenta en La vida de los otros.
El problema del control ciudadano se decide bajo circunstancias excepcionales pero terminan
obteniendo el dominio sobre la vida privada de personas privadas.
La corrupción suele ser lo que cruza a las cuestiones relacionadas con la especialización o la exposi-
ción abierta y popular de un tema complejo.
La posibilidad de explicar todo lo que compete al Estado es una falacia. El problema de la política ha
sido desde Sócrates, Platón, Aristóteles, el problema de cómo hacer que los legos se enteren de lo
que sucede y lo comprendan. Algunas de las principales películas sobre corrupción política tratan de
las diferencias entre el conocimiento especializado y el conocimiento de legos.
¿De qué manera define el cine la relación entre los enemigos? ¿Qué es ser un enemigo? ¿Cómo trata
el cine las relaciones de enemistad entre los jugadores políticos?
La política según Carl Schmitt se define de modo concreto cuando es posible diferenciar entre “amigo”
y “enemigo”. Sin embargo, la identificación de los enemigos ha sido siempre una tarea de la política.
Otra clase de enemigos internos, distintos que los ciudadanos que se controlan, son los grupos,
partidos u organizaciones que conspiran realmente en contra de un mandatario o en contra de un
Estado democrático.
Harrinson Ford protagoniza un analista de la CIA que queda atrapado en una operación de terrorismo,
de narcotráfico y de corrupción. Los países “amigos” y los países enemigos, pero también son
claramente identificados internamente igualmente que los países enemigos.
La reina y la familia real tienen una función central en la política inglesa. El primer ministro está
condicionado por la relación popular que tiene la casa real con el pueblo.
The Queen muestra la forma subordinada en la que el poder político civil en el UK debe gobernar. La
casa real se mantiene como un reaseguro del poder político, que en general tiene menos indepen-
dencia pero también cuenta con menos momentos de incertidumbre para la toma de decisiones.
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(Francia en Argelia, con Anthony Quinn, Alain Delon) se puede ver la manera en que el poder del
primer ministro de una república parlamentaria puede ser tan importante como el del presidente.
The American President (Michael Douglas) muestra las complicadas relaciones públicas y privadas
que debe llevar adelante un presidente. La representante de una organización dedicada a hacer
lobbying conoce al presidente y entablan una relación personal emocional.
Según John Rawls, existen regímenes políticos que puede ser clasificados de “criminales”. Éstos no
respetan las libertades básicas de sus ciudadanos y no aplican criterios de justicia.
Los regímenes que no consideran la participación de los ciudadanos o que las personas no pueden
influir sobre las decisiones de sus gobernantes si no es por la fuerza, estarían dentro de estos
sistemas criminales.
La política ha tenido siempre una relación directa con la mentira y por ende con la verdad. Sobre
todo, con el modo de controlar la verdad. La filosofía política ha tratado este problema de manera
constante. Y el Estado de Derecho, la democracia constitucional es el resultado de controlar la
mentira.
Mentiras que matan (Wag the dog) es sobre la manera moderna de mentir. La mentira es
fundamental para controlar. En la película no sólo existen servicios secretos sino también un grupo
de personas directamente relacionadas con el proyecto del presidente (que en este contexto actúa
como un príncipe) que harán cualquier cosa para que éste salga triunfante.
En Los hombres del presidente en cambio se busca la manera de que la verdad salga a la luz, al
“claro del bosque”.
El cine tiene capacidad para juzgar moralmente a la política. Lo hace colocándoles valores o
desvalores, o vaciándolos de ellos, a los protagonistas.
En Salvador (Oliver Stone) presenta una trama en el contexto de la guerra entre URSS y USA dentro
de un conflicto caliente en el Salvador. Lo que me conmovió de esta película es su capacidad para
mostrar la “amoralidad” de los jugadores políticos, o dicho de otro modo, la moralidad subjetiva en
estado puro, o de la inmoralidad en la búsqueda del poder.
El problema de la moralidad y de la inmoralidad en política ha sido muchas veces justificada y muchas
otras criticada. El problema que plantea el cine en este tema es el de la concepción deshumanizante
de la política; sin embargo, no aparecen situaciones realistas de cómo manejarse en un equilibrio
entre la eficacia y la ética.
Existen representaciones de personaje políticos que son amorales. Esta amoralidad representa una
situación negativa para el cine.
Conclusión
En términos de conclusión, podríamos considerar que los aspectos que no aparecen en las películas
más representativas del género político.
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(1) Psicología del líder. Lo que primeramente se coloca en el análisis del medio cinematográ-
fico es la psicología del líder. Lo que interesa de Nixon o de Idi Amin, de Mandela, o de
Clinton, son sus rasgos psicológicos patológicos o anormalmente buenos.
(3) Dinámica del equipo, relaciones de dependencia emocional. La dinámica del equipo
de funcionamiento, las relaciones perversas o bondadosas, las relaciones emocionales o le-
janas, sádicas o dominantes con sus equipos y entre sus miembros, se consideran centrales.
(6) Intereses egoístas e intereses comunes. Los intereses de los líderes, de sus equipos,
de los promotores son diferenciados en el cine.
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Matriz
(1) Corte
(2) Secreto
(4) Liderazgo
(5) Corrupción
(11) Enemigos
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