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Ahora bien, las características de los movimientos dependen del tipo de construcción. Una casa
manifiesta una vibración, mientras que una edificación vertical, oscila. En ese sentido, Luis
Soler, ingeniero estructural y calculista explica que “es normal que un edificio se mueva, tiene
que hacerlo. A mayor altura, mayor oscilación. Hay un desplazamiento del edificio en su base”.
Hay que entender que un edificio actúa como apéndice del suelo, es decir, es una prolongación
de él. Debido a eso, la energía de un sismo se escabulle por la estructura de forma que las
ondas suben y bajan a través de la construcción.
Por lo menos hay tres movimientos identificables, de acuerdo con Juan Carlos de Llera: “si se
ve desde arriba, los edificios se trasladan y rotan. En altura la vibración es similar a lo que
experimenta una cuerda de guitarra al tocarla, se mueve al centro de una manera pendular.
Después, la parte de arriba se mueve en una dirección y la de abajo en la contraria. Ahí la
mitad del edificio no se agita, pero la porción de arriba y la de abajo sí, y en tercera instancia se
siente una vibración generalizada”, explica.
Lo anterior aclara por qué el daño en algunas construcciones se localiza en el centro del edificio
o en los primeros pisos, mientras que, en pisos superiores, debido a una oscilación mayor, es el
contenido interior el que sufre más.