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• En la historia de la humanidad ha sido un deseo continuo la eterna

juventud y vivir indefinidamente, tal y como introduce en El cielo


puede esperar, la esperanza de vida de los mayores de los países más
desarrollados, ha aumentado considerablemente. Hasta el punto de
poder considerar que hay ya otra etapa más: la de la cuarta edad.
¿De qué manera podemos contribuir para que esa longevidad lleve
unida una calidad de vida en nuestros mayores? La posibilidad de
incluir una cuarta edad en la etapa evolutiva es que el deceso se
halla por encima de las edades que socialmente se entendían como
vejez. En la sociedad, principalmente el sistema de pensiones y el
sistema de salud, están programados para una edad de deceso, que
en la actualidad se ha ampliado notablemente. Estamos en las
puertas del colapso, puesto que si los gobiernos esperaban sostener
una jubilación hasta los 70 años, hoy son al menos diez años más, lo
mismo para los servicios médico privados. Pero además lo que se
llamaba 3º edad como sinónimo de vejez ya ha dejado de serlo: hoy
una persona de 60 años se encuentra muy alejada de los parámetros
de vejez tanto biológica como psicológica. En pos de contribuir a
mejorar la calidad de vida de los mayores creo que lo más
importante es –simple pero muy complejo- cambiar la concepción y
consecuente atribución acerca de la vejez. Si entendemos que el
anciano no es una resaca sino un ser humano al que le debemos
respeto y admiración, nuestra actitud va a cambiar y vamos a
generar una vejez rodeada de amor, integrada a la familia, valorizada
y con futuro. Si logramos cambiar nuestra posición hoy, nos hallará
en el mañana nuestra propia vejez disfrutando de ese período.
• También se refiere cómo las características de las nuevas familias
del siglo XXI afectan a las relaciones con los mayores. Por ejemplo
que los miembros cada vez están más dispersos y no tan unidos.
Esto hace que en ocasiones se planteen que cuando las necesidades
de la persona mayor aumentan haya que enviarles a una residencia o
geriátrico. ¿Qué le parecen este tipo de medidas?, ¿qué repercusión
tienen sobre la persona mayor? En una investigación de hace más de
diez años, establecí un cuadro de doble entrada acerca de viejas y
nuevas estructuras familiares. En este demarqué treinta y pocas de
diferencias entre una y otras familias. Pero la inclusión en
residencias geriátricas va más allá de la disgregación familiar o falta
de tradiciones o respeto a los mayores, tiene que ver con la
atribución negativa de la vejez. Hacia los mayores, la sociedad tiene
una actitud desvalorizante, con lo cual tiende a marginar al anciano.
Su palabra no vale y hasta en muchos casos resulta un estorbo.
Entonces la variable del geriátrico es un acto segregacionista, un
“sacarse al viejo de encima”. Muy diferente es la posición donde las
necesidades de cuidado se extremizan y es necesaria la internación
como forma de cuidar su vida y optimizar los cuidados,
principalmente cuando la familia no puede sostener una internación
domiciliaria de mayor complejidad. La actitud hacia el mayor en
este caso es muy diferente: es amorosa y valorizante y el anciano se
siente reconocido y valorado en esa decisión.

• El epílogo se titula “Peticiones de un padre anciano a su hijo”


¿cuáles cree que son las principales peticiones de los mayores hacia
sus familiares? Absolutamente todas, pero que se sintetizan en tres
posiciones: 1. La valorización y reconocimiento de la persona mayor
2. El amor y la posibilidad de que sea expresado
3. La comunicación: escuchar a la persona mayor, hacerlo participar,
pedirle consejo. Por supuesto que estas tres se entrelazan: uno ama a
quien valora, valora a quien ama y comunica con amor y
valorización. • ¿Cuál es el papel de los profesionales que trabajan
con personas mayores para mejorar su calidad de vida? Por una
parte, trabajar con su contexto: enseñar a la familia que el anciano
tiene mucho para decirles, que deben valorarlo e incluirlo. Y por
otra parte: cambiar en el anciano su forma de percibir su propia
vejez, motivarlo en proyectos, estimularlo a romper con el
sedentarismo, crearle actividades que sean de su placer y llevarlo a
que pueda disfrutar de este período y no lo sufra pensando que está
en los prolegómenos de la muerte. Por supuesto siempre dentro de
sus posibilidades y no negando su estatus como si fuese a vivir in
eternum. • Todos envejeceremos antes o después, además estamos
rodeados de personas mayores que irán poco a poco entrando en la
cuarta edad, eso me haría decir que este libro es de “lectura
obligada”. Sobre todo si se tiene intención de envejecer…Aún así ¿a
quién le recomendaría usted este libro? Aparentemente es una
pregunta simple, pero no lo es. Este libro lo “deben leer” los
familiares de personas que se hallan en la cuarta edad, para que
logren entender claramente todo el universo de la vejez y “que hay
otra vejez”, cambiando la atribución que tienen sobre la misma.
También lo deberían leer los mismos ancianos para que puedan
comprenderse y percibir el vaso medio lleno y no medio vacío
acerca de este ciclo evolutivo. Revisar todas sus áreas y todas sus
posibilidades para desarrollar proyectos de vida y lograr
posicionarse de una manera diferente en su entorno y frente a sí
mismos. Por último, es un libro recomendable para todos los
profesionales que trabajan con adultos mayores y los que no pero
que quieren y deben saber sobre el tema. Hay poca literatura sobre la
vejez y esto es coherente con todo lo que venimos desarrollando en
la entrevista: es una especialidad poco elegida y por lo tanto poco
investigada. También te puede interesar esta entrevista al autor
donde habla de la formación del terapeuta.

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