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Hace mucho tiempo que las tecnologías entraron de lleno en la vida de las personas para
mejorar el bienestar social en su conjunto, desde luego esto ha sido así desde el mismo
momento en que el hombre fabricó y usó sus primeras herramientas primitivas.
La tecnología siempre la hemos asociado al progreso humano, y si algo nos diferencia del
resto, aparte del pensamiento, es que somos también seres que fabrican e inventan. Esta
evolución tecnológica humana iniciada en el Neolítico dio su mayor salto con La
Revolución Industrial inglesa de finales del XIX iniciando la edad contemporánea de la
modernidad.
En todo este periodo moderno la civilización ha asistido a un crecimiento exponencial de
la tecnología disponible en todos los órdenes que rigen a las comunidades, desde la propia
economía hasta la forma de relacionarnos los unos con los otros.
Tanto ha sido así, que pocos a lo largo de la historia se han atrevido a criticar o dudar de
los beneficios reales que la tecnología ha logrado en todos los campos en ayuda de las
deficiencias humanas y la comodidad doméstica. Sin embargo, últimamente surgen voces
desde muchos lados del planeta que cuestionan abiertamente la carrera cibernética que
se ha iniciado desde los polos tecnológicos del mundo.
DESARROLLO
Con Internet y sus hermanas las redes sociales el enfoque tecnológico se ha centrado en
las propias personas, con lo que las aplicaciones cibernéticas han sido concentradas en los
dispositivos móviles inteligentes que todos hoy llevamos encima, y con los cuales
interaccionamos más que con nuestros semejantes. Por tanto, esta evolución digital en
marcha es la protagonista de otro gran salto de los humanos hacia lo incógnito que no ha
hecho más que comenzar, y del que no sabemos cuándo terminará ni en qué condiciones
nos dejará como individuos y como sociedad.
La tecnología en general, y especialmente las denominadas nuevas tecnologías afectan no
sólo a la modificación y transformación de las tareas que realizamos con ellas, sino que
también tienen consecuencias sobre nuestra forma de percibir el mundo, sobre nuestras
creencias y sobre las maneras de relacionarse e intervenir en él, transformando
sustantivamente nuestra vida social y cotidiana.
El control digital, el big data, la corrupción y las estafas digitales, la guerra cibernética
entre Estados y empresas multinacionales, el desempleo masivo que genera la tecnología
y un montón de más zonas oscuras del universo tecnológico, abundan por una sociedad
alegremente tecnófila que delega todos los asuntos a la tecnología sin reparar en las
consecuencias a largo plazo o los daños colaterales más inmediatos.
Pero hay muchas personas en el mundo que están siendo conscientes de todo esto, y ya
están trabajando para romper esa tendencia materialista, suicida y destructiva. Es
importante conectar con la esencia de nosotros mismos y buscar cómo hacer que la
humanidad avance hacia estilos de vida que están en armonía con la propia naturaleza.
CONCLUSION