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TECNOLOGÍA EDUCATIVA
Luces y sombras de la sociedad de la información
08 DE JUNIO DE 2019
Resumen
En la actualidad el uso de las Tics son una herramienta necesaria y básica para toda la humanidad
en general. Siendo un fenómeno en la vida de las personas cambiándola ya sea para bien o para
mal, debido a que ya no se concibe la vida sin las tecnologías de información y de
comunicación, cambiando así el modo de relacionarnos unos con otros, resolver cosas de la
cotidianeidad de pensar y a su vez de vivir. Hoy día, con alrededor de 15 millones de habitantes, hay
en el país más de 20 millones de teléfonos legales, es decir, más de un aparato por persona en
promedio, 1.2 para ser precisos, pero la nación está lejos de entrar en la senda del desarrollo. En
estos momentos –esto con fuerza creciente– nadie puede escapar de la marea de las TICs que
pareciera cubrirlo todo.
El sujeto humano se constituye en lo que es sólo a partir de la interacción con otros. Pero sin dudas
es un hecho destacable que, con los fenómenos ocurridos en la modernidad, con el surgimiento de
la producción industrial destinada a grandes mercados y con la acelerada urbanización de estos
últimos dos siglos que se va dando en toda la faz del planeta, sucedieron cambios particulares en la
forma de comunicarnos. El siglo XX ha estado marcado básicamente por ese hecho, novedoso en la
historia, y con características propias que van definiendo en términos de civilización las modalidades
de la modernidad. Lo masivo entra triunfalmente en escena para ya no retirarse más.
En las últimas décadas del siglo XX, ya en plena explosión científico-técnica con una industria que
definitivamente ha cambiado el mundo extendiéndose por prácticamente todos los rincones del
planeta, las tecnologías comunicacionales van marcando el ritmo de la sociedad global. Es a partir
de ese momento que efectivamente se puede hablar, retomando la idea de Marshall McLuhan, de
una verdadera «aldea global», un mundo absolutamente interconectado, intercomunicado, un
mundo donde las distancias físicas ya no constituyen un obstáculo para la aproximación de todos
con todos. Es decir, procesos técnicos en que un «sistema de transmisión o procesamiento de
información la información se encuentra representada por medio de cantidades físicas que se hayan
tan restringidas que sólo pueden asumir valores discretos. En contraposición a los sistemas digitales
están los sistemas analógicos en los cuales las señales tanto de entrada como de salida no poseen
ningún tipo de restricción y pueden asumir todo un continuo de valores.
Todo ese proceso de ampliación de las fronteras comunicacionales y del conocimiento técnico en el
que asientan es lo que ha llevado a pensar en una sociedad «de la información y del
conocimiento». » «Desde el auge de la computación, el concepto de información ha pasado a tener
un protagonismo sobredimensionado en la economía, la educación, la política, en la sociedad en su
conjunto. » Las tecnologías, como siempre ha sido a través de la historia, no dejan de tener un valor
puramente instrumental. Con lo cual la apertura infinita que supone el mero acceso formal a la red
no necesariamente alcanza para hablar de una democratización de la sociedad o incluso del acceso
a la información.
Por supuesto que el acceso a tecnologías que permiten el manejo de información de un modo como
nunca antes en la historia se había dado brinda la posibilidad de un salto cualitativo para el
desarrollo. Sucede, sin embargo, que esas tecnologías, más allá de una cierta ilusión de absoluta
democratización, no producen por sí mismos los cambios necesarios para terminar con los
problemas crónicos de asimetrías que pueblan el mundo. Las tecnologías, si bien pueden mejorar
las condiciones de vida haciéndolas más cómodas y confortables, no modifican las relaciones
político-sociales a partir de las que se decide su uso. Como un dato muy instructivo en ese sentido
puede mencionarse que hoy día las TICs ya constituyen un medio de prueba en los procesos
judiciales. Las tecnologías de la información y la comunicación no son ninguna panacea ni fórmula
mágica, pero pueden mejorar la vida de todos los habitantes del planeta.
No está demostrado que por el hecho de utilizar alguna de las TICs se elimine automáticamente la
exclusión social o se termine con la pobreza crónica. De todos modos, el desarrollo propiamente
dicho, el aprovechamiento efectivo de las potencialidades que abren las TICs, no se da por el sólo
hecho de disponer de una computadora, de hacer uso de las redes sociales o de un teléfono celular
inteligente de última generación. Lo que hace la diferencia es la capacidad que una población pueda
tener para aprovechar creativamente estas nuevas formas culturales. Si el internet «ha
transformado la vida», como tan insistentemente dice cierto pensamiento dominante, ello lleva a
pensar el porqué de esa tenaz repetición.
De hecho, estas reflexiones llegan a tu persona por medio de este tipo de medios, y esperamos
fervientemente con esto no contribuir al mantenimiento acrítico de un sistema injusto sino, todo lo
contrario, a cuestionarlo llamando a su transformación. · Estas nuevas tecnologías permiten a los
usuarios una serie de procedimientos que cambian de un modo especialmente profundo su modo
de vida, teniendo así un valor especial, pues permiten hablar sin duda de un antes y un después de
su aparición en la historia. El mundo que se está edificando a partir de su implementación implica
un cambio trascendente, del que ya se ven las consecuencias, las cuales se acrecentarán en forma
exponencial en un futuro del que no se pueden precisar lapsos cronológicos, pero que seguramente
será muy pronto, dada la velocidad vertiginosa con que todo ello se está produciendo. · El desarrollo
portentoso de estas tecnologías, de momento al menos, no ha servido para aminorar –mucho
menos borrar– asimetrías en orden a la equidad entre los países más y menos desarrollados en el
concierto internacional, así como entre los grupos socialmente privilegiados y las capas más
postergadas a lo interno de las distintas naciones.
Por el contrario, ha estado al servicio de proyectos políticos que remarcaron las históricas
exclusiones socioeconómicas en que se fundamentan las sociedades, ayudando a concentrar más la
riqueza y el poder. · Al mismo tiempo, no contribuyeron hasta ahora a terminar con problemas
históricos de la humanidad en orden a las inequidades de base, abren una serie de posibilidades
nuevas desconocidas hasta hace muy poco tiempo, poniendo al servicio de toda la población
herramientas novedosas que, directa o indirectamente, pueden servir para democratizar los
saberes, y consecuentemente, a la participación ciudadana y al acceso a la toma de decisiones. · El
hecho de contar con herramientas que sirven para ampliar el campo de la comunicación interactiva
y el acceso a información útil y valiosa constituye, en sí mismo, una buena noticia para las grandes
mayorías. De todos modos, por sí mismo la aparición de nuevas tecnologías no cambian las
relaciones estructurales, pero sí pueden ayudar a nuevos niveles de participación y de acceso a
bienes culturales. Si bien hoy día estas tecnologías están incorporadas en numerosos procesos que
tienen que ver con el mundo de la producción, la administración pública y el comercio en términos
generales, en su aplicación masiva en toda la sociedad son los grupos jóvenes quienes más
rápidamente y mejor se han adaptado a ellas, haciéndose sus principales usuarios. La brecha
urbano-rural sigue crudamente presente, y los sectores históricamente postergados no han
cambiado en lo sustancial con el advenimiento de estas nuevas tecnologías. · Aunque las TICs no
constituyen por sí mismas una panacea universal, ni una herramienta milagrosa para el progreso
humano, en un mundo globalizado cada vez más regido por las pautas de la información y la
comunicación, pueden ser importantes instrumentos que contribuyan al mismo. De ahí que,
considerando que son herramientas, pueden servir –y mucho– a un proyecto transformador.