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03-El Arte Como Objeto de Investigación
03-El Arte Como Objeto de Investigación
Conviene a renglón seguido atender a la cuestión del arte como objeto de in-
Morawski señalar que ―La idea del arte atraviesa un período crítico‖.34 A ello se
refiere también Umberto Eco cuando, en La definición del arte. Lo que hoy lla-
mamos arte, ¿ha sido y será siempre arte?, señala algo capital:
esta dirección he sido influido por otro orden de lecturas, que aunque no
tienen demasiado que ver con la crítica yo las considero igualmente co-
tropología cultural, a los análisis «de campo» que pretendían trazar pat-
34
Stefan Morawski: ―¿Qué es una obra de arte?‖, en: José Orlando Suárez Tajonera, comp.: Textos esco-
gidos de Estética. Ed. Pueblo y Educación. La Habana, 1991, t. I, p. 3.
vez más, desde Joyce hasta la música serial, desde la pintura informal a
intervención cada vez más activa, una opción operativa por parte del lec-
La situación así descrita por Eco, exige una percepción histórico-cultural del
creativa del arte, los cuales, desde la época de las vanguardias del siglo XX, se
35
Umberto Eco: La definición del arte. Lo que hoy llamamos arte, ¿ha sido y será sie mpre arte? Ed.
Roca, S.A. Barcelona, 1990, pp. 282-283.
repetición de la diferencia) que el de representación (de lo idéntico, de lo
mismo). El arte es más simulación que imitación, se sitúa más del lado
que opone el modelo a la copia—, que del lado de la imitación de los ob-
jetos originales.36
han sido sometidos a intenso debate desde la época de las primeras vanguar-
dias, hasta el presente, en que pueden advertirse también posiciones muy con-
2004:
miento llamativo entre unas artes que pretenden levantar acta de lo real,
36
Francisco José Martínez: ―Reflexiones de Deleuze sobre la plástica‖, en: José Vidal, ed.: Reflexiones
sobre arte y estética. En torno a Marx, Nietzsche y Freud . Fundación de Investigaciones Marxistas. Ma-
drid, 1998, p. 117.
lacional, y otras que se despliegan en los predios florecientes de la vir-
te, no se resuelve solo desde los criterios que evidencian las prácticas artísti-
cas más recientes. Morawski señala otra cuestión de gran importancia para
[…] todo hecho artístico está marcado por la historia; en cambio, el histo-
riador del arte tiene que tratar, dentro de los límites de las operaciones
res del objeto. La descripción, en cambio, trae consigo, entre otras co-
37
Simón Marchán Fiz, comp.: ―Presentación‖ a: Real/Virtual en la estética y la teoría de las artes. Ed.
Paidós, Barcelona, 2005, pp. 9-10.
38
Stefan Morawski: ―La concepción de la obra de arte antaño y hoy‖, en: Stefan M orawski: De la estética
a la filosofía de la cultura. Selección y traducción del polaco de Desiderio Navarro. Centro Teórico-
cultural Criterios. La Habana, 2006, p. 151.
De su examen, Morawski deriva, de modo implícito, la interrelación inaliena-
ble entre arte y cultura, nexo que se establece a partir de las propias caracterís-
se empleen para concebir y llevar a la práctica la investigación del arte. Por eso
vos en los que el historiador del arte se remite a las mencionadas disci-
por el especialista para realizar su trabajo. La objetividad del arte, como pro-
39
Ibídem, p. 151.
ducto concreto de cierta actividad humana —individual y social—, por sí sola no
vos.40
40
Ibíd., p. 151.
Por otra parte, la problemática se agrava también por otra perspectiva, que
ha venido desarrollándose con mayor fuerza desde la segunda mitad del siglo
miento cultural del arte y de los fenómenos de recepción del arte. En tal senti-
y suficientes para que algo sea una obra de arte, sin importar ni el tiem-
po ni el lugar. No veo cómo uno pueda hacer filosofía del arte —o del pe-
Danto apunta una cuestión que refiere a la crítica de artes plásticas, pero que
41
Arthur C. Danto: Después del fin del arte. El arte contemporáneo y el linde de la historia . Ed. Paidós.
Barcelona, 1999, p. 117.
te es identificar la esencia del arte con un estilo particular —monocromo,
del arte, una vez que nos quitamos los disfraces todo el arte es esen-
Pero esa crítica, como el propio Danto identifica, tiene que enfrentarse, en la
adquirido matices muy especiales en la hora actual. Danto hace notar la nece-
sidad de
sin que nadie fuera muy consciente de que hubiese ocurrido. El Armory
42
Ibíd., p. 51.
pasado, no tiene sentido que el pasado sea algo de lo cual haya que li-
dispone del arte del pasado para el uso que los artistas el quieran dar.
por Max Ernst, pero con una diferencia. Ernst dijo que el collage es «el
Otra dimensión que es necesario tener en cuenta, tiene que ver con la rela-
ción entre el emisor artístico y sus códigos sígnicos (potenciales, abiertos, se-
específico que se adecue a la especificidad del arte, pues, como apunta Jean
Baudrillard,
Los valores / signos están producidos por cierto tipo de trabajo social.
43
Ibíd., pp. 27-28.
funde con la extorsión de la plusvalía económica y no resulta de ella
tampoco. Entre los dos, interviene otro tipo de trabajo, que transforma
bio radicalmente distinto, pero que de cierto modo produce también una
guración del poder por los signos. La dominación se halla, pues, vincula-
económico.44
albores de la década del sesenta del siglo XX, Stefan Morawski trataba de en-
contrar una definición de obra artística que superase las limitaciones de una
concepción demasiado formalizada y estatista del arte (y, con ello, naturalmen-
del arte:
44
Jean Baudrillard: Crítica de la economía política del signo. Siglo XXI Editores, México, 1977, p. 125.
Llamamos obra de arte a un objeto que posee al menos una estructura
Nótese que Morawski comienza por indicar que se trata de una ―estructura
fico —y ello es una prueba de gran calibre acerca de la multiplicidad sígnica del
relaciona con el cine, el teatro, la danza, la pintura. De aquí que Pierre Fran-
castel comente:
45
Stefan Morawsky: ―¿Qué es una obra de arte?‖, en: José Orlando Suárez Tajonera, comp.: Textos esco-
gidos de Estética. Ed. Pueblo y Educación. La Habana, 1991, p. 25.
46
Roman Jakobson subrayó: ―En arte fue el cine el que reveló con mayor claridad y énfasis a innumera-
bles espectadores que el lenguaje es solo uno de los sistemas de signos pos ibles […]‖ [Ápud František W.
Galan: ob. cit., p. 129]. Y Charles Jencks, a su vez, reflexionó sobre los lenguajes de la arquitectura [Cfr.
―El lenguaje de la arquitectura postmoderna‖, en [Gerardo Mosquera, comp.: Del Pop al Post. Ed. Arte y
Literatura. La Habana, 2993, pp. 502-512].
Hace un siglo, la historia del arte consistía ante todo en una descripción,
que, bajo formas diversas, tomó el primer lugar, desde las obras de Emi-
fía, y en esta perspectiva se tomó conciencia de que el arte era una for-
ma de lenguaje. Hoy día, parece que esa actitud, que hace del arte uno
que los historiadores del arte y los estetas hayan llegado a crear, en su
güistas.47
mática) mediante el arte, lo cierto es que la noción del arte como lenguaje, si
47
Pierre Francastel: ―Elementos y estructuras del lenguaje figurativo‖, en: Criterios. Teoría literaria.
Estética. Culturología. La Habana. No. 25-28. Tercera época. Enero de 1989-Diciembre de 1990, p. 105.
do intenso con el problema de la lectura del arte, condición indispensable para
Esta lectura del arte es, ante todo, una operación de tempo pausado, incluso
sible leer, ver una obra de arte figurativa, cualquiera que sea, en un relámpago;
afectan también, desde luego, a la crítica de arte —y, por esa vía, también a la
creación, de modo que se exige del receptor una participación activa en el en-
48
Este problema lleva implícito otro de semejante trascendencia: el problema del lector activo. Paul Ri-
coeur comenta sobre la lectura literaria algo que puede considerarse válido para todo el arte a partir de las
vanguardias del siglo pasado: ―Que la literatura moderna sea peligrosa es incontrovertible. La única res-
puesta digna de la crítica que ella suscita […] es que dicha literatura venenosa requiere de un nuevo tipo:
un lector que responda‖. Y luego agrega: ―La función más corrosiva de la literatura tal vez sea la de co n-
tribuir a hacer surgir un lector de un nuevo género, un lector que también sospecha‖ [Paul Ricoeur:
―Mundo del texto y mundo del lector‖, en: Françoise Pérus, comp.: Historia y literatura. Instituto Mora,
México, 1994, p. 233].
49
Pierre Francastel: ―Elementos y estructuras del lenguaje figurativo‖, ed. cit., p. 106.
50
Ibíd., p. 112.
frentamiento a la obra artística. Si este receptor es un profesional de la crítica e
investigación del arte, ese requerimiento se hace más fuerte. Roland Barthes lo
mente el papel del «intérprete», pues le exige ser de algún modo coautor de
se parece a una partitura de este nuevo género: requiere del lector una parti-
cipación activa. Sin duda se trata de una gran novedad, pues ¿quién ejecuta
produzca el libro=. Hoy en día, solo el crítico ejecuta la obra (admito el juego
de ponerlo en movimiento.51
sobre arte. Maurice Corvez ha desarrollado la idea de que todo cuerpo de sa-
51
Roland Barthes: ―De la obra al texto‖, ed. cit., p. 174.
dada; el pensamiento humano hunde raíces allí y reconoce en dicho espacio de
tiene que ver con la comunicación, la noción realidad social tiene más de un
manera que lo que afecta a una de ellas termina por afectar a la otra. De ahí
bién una mayor posibilidad (si bien todavía insuficiente y mediada por roles de-
que, por otra parte, cada vez más en el mundo contemporáneo, una comunica-
ción social deficiente (para un individuo, para un grupo social, para una comu-
52
Cfr. Maurice Corvez: Los estructuralistas. Amorrortu Editores. Buenos Aires, 1972.
53
Cfr. las ideas expuestas por E. Adamson Hoebel en: Hombre, cultura y sociedad. Fondo de Cultura
Económica. México, 1975.
La comunicación tiene un carácter eminentemente social (pues incluso la que
cia social, pues esa forma interior, mental, tiende a realizarse mediante un
el receptor se encuentran, por así decirlo, en una relación directa, con un sis-
inmediata de los mensajes. El dominio del código común parece constituir una
de las bases principales de la cultura que comparten; sin embargo, esta con-
ción verbal, donde tanto el emisor como el receptor poseen competencias co-
idioma. Ahora bien, aparte de ese código común, existen otros de carácter cul-
Por otra parte, el absolutismo del signo y, por ende, del código ha sido puesto
en duda con fuerza a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. Umberto Eco,
estructural» es otra cosa. No sin razón, los que han deducido estas con-
por lo tanto de todo fenómeno cultural, hay un juego originario, este jue-
sino en construir modelos conceptuales que permitan un análisis del arte. Esta
[…] la obra artística no es una suma de indicios, sino un sistema, una es-
54
Umberto Eco: La estructura ausente. Ed. Lumen. Barcelona, 1999, p. 384.
55
Cfr. Emilio Garroni: Proyecto de Semiótica. Editorial Gustavo Gili, S. A. Barcelona, 1972.
ración rigurosa del análisis sincrónico y el diacrónico (histórico), muy i m-
Más aún, ahora ya resulta claro que cuando estamos ante estructuras
tal.56
los fenómenos sociales, sino a la vez la crítica normativa de estos, desde una
56
Iuri Lotman: ―Los estudios literarios deben ser una ciencia‖, en: Desiderio Navarro, comp., trad. y
prólogo: Textos y contextos I. Ed. Arte y Literatura. La Habana, 1985, pp. 76-77.
perspectiva inmanente a la misma sociedad e historia. Los pensadores de la
vo, tales como los debates científicos, las discusiones éticas, jurídicas, etc.,
que también se hallarían presentes en sus disquisiciones acerca del arte. Ade-
ción y cultura, paralelo al reto que lanza el cabal filósofo que cultiva la
cia humana. Puesto que el mundo está en este momento en una vuelta
del camino, puesto que es muy visible y dolorosa la falta de todo sentido
ción de que el mundo social, construido, fundado y dirigido por una razón cien-
ción social estaría conformada y definida como una cooperación colectiva, me-
diada por el lenguaje y la tradición compartidos. De aquí que esta escuela haya
mente humano ejercen las formas establecidas por la modernidad para la ra-
axiológico estético-moral. El lenguaje, o, por mejor decir, los lenguajes, los di-
57
Stefan Morawski: ―Las variantes interpretativas de la fórmula «el ocaso del arte»‖, en: Criterios. Estu-
dios de teoría literaria, estética y culturología. La Habana. No. 21-24. Tercera época. Enero de 1987 –
Diciembre de 1988, p. 141.
versos modos comunicativos y códigos de que dispone el ser humano, contri-
la comunicación es una condición sine qua non para que la sociedad, los gru-
mente sus problemas más acuciantes. De todo esto se deriva el porqué el pro-
mente, en buena parte de los comienzos del Tercer Milenio. Es en esta esfera
donde el arte aparece como uno de los factores culturales de mayor interés
para el pensamiento de la segunda mitad del siglo XX, y su estudio como pro-
neo no solo a reconsiderar las nociones heredadas acerca del arte —el cual,
intensificada cada vez más por ciertas zonas y matices de internet, cuestiona-
redoblada sobre el arte como lenguaje, llevó, más temprano que tarde, a perci-
bir que los significados que pueden ser construidos —según otras perspectivas,
no cualitativistas, ―recolectados‖, ―percibidos‖, ―identificados‖— a partir de la
un sentido por momentos opuestos a los que presiden la organización del dis-
curso científico —donde se procura a toda costa, aunque no siempre con éxito
te. Este hecho es, para Pierre Francastel, de capital importancia, e induce di-
ria.58
arte dentro del campo de los lenguajes, es una propuesta que, por lo demás,
58
Pierre Francastel: La realidad figurativa. Ed. Paidós Ibérica, S.A. Barcelona, 1988, p. 115.
miótica del arte, cuya existencia misma depende de que ella sea compa-
rativa.59
Una vez más ha ganado intensidad, bajo fórmulas más o menos novedosas y
expresa nada ajeno a él mismo, y aquellos para los cuales el arte tiene la fun-
dos a lo largo de la historia del arte, pueden ser aun teóricos, de manera que la
59
Hubert Damisch: ―Semiótica e iconografía‖, en: Desiderio Navarro, comp. y trad.: Image 1. Teoría
francesa y francófona del lenguaje visual y pictórico Casa de las Américas, UNEAC y Embajada de
Francia en Cuba. La Habana, 2002, p. 71.
artístico como efecto de sentido‖,60 y que asimismo aspira a asomarse al arte
La semiótica de las artes toma impulso en la idea de que una obra tiene
de que tanto la calidad estética como el juicio de valor sobre las obras
solo pueden nacer del objeto material que son las obras mismas. Una
del conocimiento. O también lo contrario: una obra está hecha como está
el lenguaje.61
arte, incluso cuando no lo asuma como aspecto central de una perspectiva de-
60
Omar Calabrese: ob. cit., p. 238.
61
Ibíd., pp. 77-78.