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Leonardo da Vinci

Considerado el paradigma del homo


universalis, del sabio renacentista versado en
todos los ámbitos del conocimiento humano,
Leonardo da Vinci (1452-1519) incursionó
en campos tan variados como la
aerodinámica, la hidráulica, la anatomía, la
botánica, la pintura, la escultura y la
arquitectura, entre otros. Sus investigaciones
científicas fueron, en gran medida, olvidadas
y minusvaloradas por sus contemporáneos;
su producción pictórica, en cambio, fue de
inmediato reconocida como la de un maestro capaz de materializar
el ideal de belleza en obras de turbadora sugestión y delicada poesía.
Juventud y descubrimientos técnicos
Leonardo nació en 1452 en la villa toscana de Vinci, hijo natural de
una campesina, Caterina (que se casó poco después con un artesano
de la región), y de Ser Piero, un rico notario florentino. Italia era
entonces un mosaico de ciudades-estado como Florencia, pequeñas
repúblicas como Venecia y feudos bajo el poder de los príncipes o el
papa. El Imperio romano de Oriente cayó en 1453 ante los turcos y
apenas sobrevivía aún, muy reducido, el Sacro Imperio Romano
Germánico; era una época violenta en la que, sin embargo, el
esplendor de las cortes no tenía límites.

A pesar de que su padre se casaría cuatro veces, sólo tuvo hijos


(once en total, con los que Leonardo entablaría pleitos por la
herencia paterna) en sus dos últimos matrimonios, por lo que el
pequeño Leonardo se crió como hijo único. Su enorme curiosidad se
manifestó tempranamente: ya en la infancia dibujaba animales
mitológicos de su propia invención, inspirados en una profunda
observación del entorno natural en el que creció. Giorgio Vasari, su
primer biógrafo, relata cómo el genio de Leonardo, siendo aún un
niño, creó un escudo de Medusa con dragones que aterrorizó a su
padre cuando se topó con él por sorpresa.

Consciente del talento de su hijo, su padre le permitió ingresar como


aprendiz en el taller de Andrea del Verrocchio. A lo largo de los seis
años que el gremio de pintores prescribía como instrucción antes de
ser reconocido como artista libre, Leonardo aprendió pintura,
escultura y técnicas y mecánicas de la creación
artística. El primer trabajo suyo del que se tiene
certera noticia fue la construcción de la esfera
de cobre proyectada por Brunelleschi para
coronar la iglesia de Santa Maria dei Fiori.
Junto al taller de Verrocchio, además, se
encontraba el de Antonio Pollaiuolo, en donde Leonardo hizo sus
primeros estudios de anatomía y, quizá, se inició también en el
conocimiento del latín y el griego.

Joven agraciado y vigoroso, Leonardo había heredado la fuerza


física de la estirpe de su padre; es muy probable que fuera el modelo
para la cabeza de San Miguel en el cuadro de Verrocchio Tobías y el
ángel, de finos y bellos rasgos. Por lo demás, su gran imaginación
creativa y la temprana pericia de su pincel no tardaron en superar a
las de su maestro. En el Bautismo de Cristo, por ejemplo, los
inspirados ángeles pintados por Leonardo contrastan con la
brusquedad del Bautista hecho por Verrocchio.
Vincent van Gogh
(Groot-Zundert, Países Bajos, 1853 - Auvers-sur-Oise, Francia,
1890) Pintor holandés. En las décadas finales del siglo XIX, el
impresionismo marcó el inicio de una
profunda renovación de las artes plásticas
que tendría continuidad en la sucesión de
ismos o corrientes del arte contemporáneo.
Algunos de los mejores maestros de este
periodo, sin embargo, no pueden encasillarse
en ninguna escuela, y abrieron por sí solos
nuevos caminos; entre ellos, el holandés Vincent van Gogh ocupa
una posición señera.
Encarnación del artista torturado e incomprendido, Van Gogh no
llegó a vender más que uno de aquellos centenares de cuadros suyos
que actualmente alcanzan desorbitadas cotizaciones en las subastas.
El reconocimiento de su obra no empezó
hasta un año después de su muerte, a raíz de
una exposición retrospectiva organizada por
el Salón de los Independientes; en nuestros
días, Van Gogh es considerado
unánimemente uno de los grandes genios de
la pintura moderna. Su producción ejerció una influencia decisiva en
todo el arte del siglo XX, especialmente en el fauvismo y el
expresionismo; y tras más de un siglo de experimentos artísticos, la
pincelada tosca y atormentada del artista holandés, alimentada por el
vigor de su pasión interior, conserva toda su fascinante fuerza
expresiva.

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