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George Sand Amante de Chopin
George Sand Amante de Chopin
Se casó a los dieciocho años con el barón de Dudevant, pero al cabo de ocho años se
separó y se mudó a París, donde se instaló con su hijo en una modesta chambre de bonne
(habitación abuhardillada destinada al personal de servicio de las familias burguesas). Fue
allí donde, gracias a su talento, su constancia y sus contactos, consiguió labrarse un
nombre en las letras francesas que ha perdurado hasta hoy.
En vida, Sand se convirtió en un personaje público, vilipendiado por muchos sectores, pero
con una gran masa de lectores y admiradores. Nos legó más de setenta novelas, obras de
teatro, cuentos y artículos de revista. También se han conservado más de veinticinco mil
cartas de su puño y letra, que presentan un interesante retrato de su época.
En aquel momento, todo texto que quisiera publicarse debía ser presentado y revisado sin
excepción por “lectores” franquistas. Ellos decidían si autorizaban la publicación del libro
tal como estaba, si debían llevarse a cabo tachaduras y modificaciones, o si se denegaba y
se prohibía la publicación.
Los censores desestimaron automáticamente muchas de las obras de Sand porque se habían
incluido en el Índice en el siglo XIX, lo que indicaba que los criterios morales no habían
evolucionado en cien años. Así, se denegaron las solicitudes de Indiana y Ella y él y,
probablemente anticipando la negativa, ni siquiera se pidió autorización para traducir los
textos más anticlericales o con tintes socialistas.
La autora destaca la belleza del paraje, pero muestra su insatisfacción por la falta de
higiene, el pésimo estado de las carreteras y el trato poco hospitalario que recibe de los
lugareños.
Si bien el hecho de presentar una visión poco favorecedora de España le valió algún revés
con la censura, logró publicarse diez veces en época franquista. Uno de los expedientes que
autorizó la publicación en 1958 afirmaba lo siguiente: “Todo es sucio, pobre, triste,
deprimente (…). No es un libro precisamente para el turismo”. Paradójicamente, sin
embargo, la estancia de George Sand en la Cartuja de Valldemosa es hoy un reclamo
turístico y los libros de Sand se venden en tiendas de souvenirs.
Retrato de Sand, una mujer que vivió adelantada a su época. (Foto: Art Images via Getty
Images)
Evolución de la censura
Cabe decir que, en el caso de esta escritora, se percibe una flexibilización de la censura a lo
largo del periodo franquista. Los últimos informes que denegaron la publicación o la
importación de obras de Sand datan de 1952. A partir de 1959, se resolvieron todos
favorablemente.
George Sand había sido castigada a causa de su vida poco ejemplar (más que por
transgresiones literarias), pero, en el nuevo contexto, las presiones para moldear un
patrón único de mujer a través de la censura literaria habían dejado de surtir efecto.
♦ Escribió con nombre de varón para superar un primer gran obstáculo: publicar era
infinitamente más difícil para las mujeres del siglo XIX.