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Para hablar del uso práctico y la validez de este neoinstitucionalismo, es necesario irse a las

cuestiones epistemológicas de esta disciplina, pues tal análisis permite el reconocimiento y revisión
de las fundaciones que construyen todo conocimiento. Este enfoque del neoinstitucionalismo
difícilmente puede tener valor científico en el sentido estricto, ya que al ser parte de las ciencias
sociales se rige bajo un método si bien similar, esencialmente distinto sobre lo que es posible
considerar válido o no como conocimiento. Las ciencias naturales están basadas en estudios de
fenómenos que pueden ocurrir en ciertas configuraciones espacio-temporales y necesitan de un
carácter empírico para ser verificado o falseado, es decir, la experimentación y repetibilidad en el
método científico (Popper, 2014). Sin embargo, la teoría de elección racional no puede ser
completamente verificada empíricamente, ya que la subjetividad y aquello que mueve o estructura
lo social, en este caso la permanente presencia de la razón en el actuar, es inaccesible a los sentidos
o la razón. No se niega que sí puede haber verificación empírica de lo que plantea la teoría de
elección racional, sin embargo, sería a un nivel meramente conductual (observable) y no aseguraría
la universalidad que plantea respecto a la asunción de que todo individuo actúa racionalmente. Por
lo tanto, se concluye que la teoría de elección racional construye un conocimiento en base a su
propia interpretación de lo social, dando a entender que no necesita una validación científica estricta
a pesar de la existencia de ciertos elementos epistemológicos en común, como el acercamiento
sujeto-objeto. Así se construyen muchos de los modelos teóricos en humanidades, como por
ejemplo el psicoanálisis, que no se le considera una ciencia, pero que aun así tiene su propia forma
de entender el conocimiento, basado en asunciones no completamente empíricas ni falsables, las
cuales son características necesarias para calificar conocimiento como científico. Tener en cuenta
esto no quiere decir que sea un acercamiento inútil ni que las ciencias sociales no tengan nada que
ofrecer, más bien lo que se busca aclarar es que hay claras limitaciones en ciertas formas de
acercamiento al fenómeno social, como puede ser el caso de la teoría de elección racional.

Cabe recalcar que sí es posible la experimentación o creación de hipótesis con el punto de vista que
este neoinstitucionalismo ofrece, pues, sí se puede verificar empíricamente si se consiguen
resultados esperados de una interacción social bajo un marco institucional. Al señalar que es
limitado se hace referencia al hecho de que no es totalmente preciso y por características
epistemológicas no puede asegurar precisión, pues, como se dijo ya, la ciencia sólo puede ser
contrastada en base a la experimentación y eso en las ciencias sociales no suele conseguirse con
demasiada exactitud por la propia naturaleza de lo que busca estudiar. Si bien es posible una validez
científica, ciertamente su valor como buen conocimiento estará limitado por ciertas formas de
entendimiento no empírico del acontecimiento social, en este caso la racionalidad, lo cual no
permite la objetividad de la que las ciencias naturales gozan.

Una refutación constructiva a este modelo ya no sería a un nivel de validez científica. Es un


conocimiento construido a partir de una epistemología propia que se valida a sí misma y que no
necesariamente debe contar con elementos científicos, a pesar de que en este caso si lo hace. Hay
que recordar que las ciencias también tienen una epistemología propia que funciona en base a esta
dinámica: asumen la relación sujeto-objeto, asumen la existencia de una realidad externa a nosotros,
se asume la experiencia empírica como constituyente del conocimiento, etc (Kant, 1977). Como
toda forma de construir conocimiento, el neoinstitucionalismo de elección racional funciona en base
a supuestos. La refutación o crítica a este enfoque de la teoría, y prácticamente toda otra teoría
general social, sería a partir de si se está cumpliendo lo que propone, es decir, que es posible
analizar el acontecimiento social en base a las instituciones y sus características individuales, en
específico los individuos y la racionalidad instrumental que estos usan. Sin embargo, y en base a
todo lo expuesto en este ensayo hasta ahora, hay problemas teóricos referentes a la inaccesibilidad
de la subjetividad con este acercamiento neoinstitucional que darían lugar a problemas prácticos en
materia predictiva, pues el asumir cosas de las que no se puede estar seguro arriesga un punto de
vista que puede ser impreciso.
El reduccionismo en el neoinstitucionalismo no funciona muy bien para un análisis sociológico,
debido a que ignora muchas de las cosas que se valoran en tal disciplina, como la subjetividad y los
rituales, que serían evidencia de que el acontecimiento social no es siempre tan funcional e
instrumental. Lo social tiene implicancias en lo político y cultural, por lo que suponer que tales
fenómenos se llevan a cabo puramente bajo elecciones racionales es caer en problemas ya
abordados por análisis postestructuralistas de lo social, como puede ser la subjetivación de Foucault
(1988) por ejemplo, que propone entre otras cosas una disolución de concepciones inherentes
atribuidas a los sujetos, e indirectamente y junto a sus otros trabajos, que lo racional u otros
elementos pueden ser entendidos de distintas formas en distintas épocas. Lo que se quiere decir, en
este sentido, es que afirmar que lo social funciona en base a la razón y que siempre moldea todo
aspecto social es cuestionable, pues ya se han propuesto enfoques de que lo social existe como un
efecto de relaciones complejas y fortuitas dejando atrás ese punto de vista instrumental, poco
explicativo y limitado, ofreciendo explicaciones más flexibles que analizan la complejidad de lo
social asumiendo una imposibilidad de concebir lo absoluto y verdadero a nivel metafísico, lo cual
permite no regirse por características epistemológicas propias de la ciencia que obstaculizan ciertas
disciplinas sociales y posibilita acercarse por vías distintas. Esto último no es una forma de decir
que los análisis postestructuralistas sean indudablemente los ideales para un análisis sociológico ni
algo que sean incuestionables, más bien, al mencionarlo, se quiere ampliar el horizonte
identificando el porqué ciertas asunciones como la presencia absoluta de la razón en todo ser
humano es un problema teórico que puede influir en la práctica, siendo que hay otros enfoques que
pueden otorgar un punto de vista no tan restrictivo sobre el entendimiento de lo social al desligarse
de las ciencias y sus limitaciones, comprendiendo obviamente que tales miradas también son
merecedoras de una actitud crítica y que deben ser vistas desde un prisma no-científico. 

En definitiva, a nivel teórico, el neoinstitucionalismo de elección racional puede acarrear problemas


prácticos no respondidos por Van Hees al reducir el funcionamiento de las instituciones a
elecciones racionales, ya que si se ve desde el punto de vista científico, se ven implicados
problemas epistemológicos a nivel general por su incapacidad de dar respaldo empírico a lo que
asume, a diferencia de las ciencias naturales.

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