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Las terapias

cognitivo-conductuales:
Una revisión
F. Bas Ramallo
Centro de Terapia y Modificación de Conducta

I. HAZAÑAS DE UN TERAPEUTA otros, tomando como fundamento la auto-


PREHISTORICO observación ha sido tratada en varias oca-
siones (Ben, 1967; Dulany, 1968; Wil-
Desde Epicteto de Hierópolis (s. mi) kins, 1971; Bandura, 1977 b), y nos
hasta los recientes trabajos de Meichen- permite sugerir que tales procesos tienen
baum y Cameron (1980), es posible en- que haber sido «vividos» por el hombre
contrar huellas de lo que en este siglo desde épocas remotas.
ha venido a llamarse terapia cognitiva. Si nuestro improvisado e intuitivo te-
La idea de que el pensamiento juega un rapeuta prehistórico se hubiese mante-
poderoso papel tanto en la creación y nido en una estrategia de cambio pura-
mantenimiento de ciertos estados emo- mente verbal, tratando los aspectos esen-
cionales como en la dirección de la pro- cialmente conscientes de la experiencia
pia conducta, puede constituir una vieja negativa de su compañero, buscando las
creencia a fuer de constituir igualmente «ideas y creencias irracionales», las «con-
una vieja experiencia. Nos podemos ima- tradicciones», las «generalizaciones inco-
ginar a un joven e inexperto cazador pre- rrectas», las «dicotomías», etc., en defi-
histórico compungido y melancólico por nitiva intentando alterar el conjunto de
haber perdido una pieza que le parecía creencias del sujeto acerca de su propia
fácil, siendo consolado por un compañero incapacidad, diríamos en términos actua-
más experto y optimista que le sugiriese les que estaba aplicando una terapia cog-
en su jerga: ¡Olvídate hombre, ya llega- nitiva pura o terapia semántico-cognitiva.
rán tiempos mejores! Tal individuo po- Su objetivo habría consistido en cambiar
dría estar pretendiendo «cambiar» los los pensamientos de su compañero, con
negros pensamientos de su compañero la esperanza de que, una vez modificados
guiado quizás por su propia experiencia éstos, se alterarían positivamente sus
subjetiva. La posibilidad de aprender y emociones y la forma de conducirse.
modificar nuestras actitudes en base a la Pero supongamos que tal sujeto no
propia experiencia, sin el concurso de sólo conocía el poder de la persuasión
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verbal, sino que gracias a unas extraor- días siguientes de manera que con un
dinarias dotes de observación había lle- esfuerzo progresivo y graduado pudiese
gado a la conclusión de que los humanos obtener éxitos repetidos. Su convincente
también solemos conducirnos en función dialéctica, en fuego cruzado con el poder
de los resultados obtenidos a través de reforzante de los hechos repetidos, que
nuestras propias acciones, y que nuestras entraban en contradicción con los su-
actitudes cambian igualmente como con- puestos del amigo, permitieron al sagaz
secuencia de tales resultados. Se le ofre- terapeuta prehistórico animar considera-
cía, de este modo, una segunda «herra- blemente a su atribulado compañero.
mienta» que podía ser usada a fin de Este segundo diseño, que somete las pro-
cambiar la postura indiferente de su com- pias expectativas negativas del sujeto a
pañero de caza. Ante la cerrazón de éste, prueba empírica de un modo combinado
le propuso llevar a cabo una prueba al con la persuasión verbal, es el meollo de
objeto de intentar «convencerle» de que algunas formas específicas de modifica-
estaba en un error y la caza aún era posi- ción cognitivo-conductual.
ble para él. Una vez hubo aceptado que Pero su arsenal de habilidades no ter-
manteniéndose sentado nunca llegaría a minaba aquí. Durante sus cacerías en
alcanzar ninguna presa, nuestro afligido grupo, había podido comprobar que los
personaje se prestó a llevar a cabo el jóvenes aprendían mejor y más rápida-
experimento. El astuto terapeuta, a sa- mente las artes cinegéticas si durante un
biendas de que su joven compañero era tiempo se dedicaban a observar detenida-
un buen arquero, lo apostó en un lugar mente a los arqueros más diestros, y esto
estratégico desde donde existía un má- era mejor que cuando simplemente se
ximo de probabilidades de alcanzar la les explicaba o aleccionaba verbalmente
pieza. Una vez obtenida ésta, la situación en ello. Una vez más se le ofrecía la opor-
para el arquero resultó embarazosa. Si tunidad de mejorar, con esta tercera he-
persistía en su incredulidad acerca de rramienta las habilidades y el estado de
sus habilidades para la caza entraba en ánimo de su compañero. Dispuso sus
flagrante contradicción con los hechos, intervenciones en la búsqueda de las pre-
pero si reconocía tales habilidades no
sas de tal modo que el otro siempre lo
podía justificar sus pensamientos negati-
pudiese observar fácilmente, avanzando
vos. Es así como nuestro eminente tera- progresivamente desde los gestos y los
peuta había inducido una disonancia cog-
nitiva en las expectativas del sujeto. intentos más sencillos a los más comple-
jos y animándole de continuo a que lo
Pero, ¿por cuál de las dos alternativas
imitase. Le informó igualmente de que
se decidiría finalmente? El momento era
crítico y algo había que hacer. Para el lo que se dijese a sí mismo y las imáge-
joven, las cosas seguían estando poco cla- nes que mantuviese en el transcurso de
ras, a veces daba la impresión de que no la ejecución tenían mucho que ver con el
interpretaba sus propios resultados de éxito en la caza. De manera que lo mejor
manera objetiva y positiva. Algo seguía que podía hacer era no sólo intentar imi-
funcionando mal «dentro de su cabeza». tar lo que él mismo llevaría a cabo de un
La vieja experiencia del maestro le había modo atento y relajado, sino también
llevado a la idea de que cuantas más ve- imitar lo que él dijese en voz alta, o que
ces se repitiese una consecuencia en de- buscase las exclamaciones o frases que
terminadas circunstancias, más firmemen- más le convinieran. Tras un período de
te podría creerse en ella y que si tal con- entrenamiento, el joven no sólo logró ad-
secuencia era agradable y útil en lo suce- quirir ciertas habilidades muy útiles para
sivo se llegaba a ejecutar con más fre- enfrentarse con las dificultades de la
cuencia. Con este supuesto, preparó las caza, sino que llegó a sentirse mucho
cosas de tal manera que a su compañero más seguro de su capacidad para afron-
le fuera fácil obtener más piezas en los tarlas.
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Algunas de estas estrategias de cambio prácticas terapéuticas cognitivo-semánti-
terapéutico y de conducta, y otras que cas con las terapias de conducta, los pre-
comentaremos más adelante son usuales cursores de esta modalidad surgen de am-
en lo que ha venido en llamarse modifi- bas corrientes Raimy (1978) ha trazado
cación conductual-cognitiva o cognitiva- recientemente la evolución de las terapias
conductual (CBM) (sobre el debate ter- cognitivo-semánticas. Entre los precurso-
minológico puede verse por ejemplo Wil- res podemos encontrar autores tan dis-
son, 1978). tintos como Kant, Adler (1927), Sulli-
van (1947), Janet (1907), Dubois (1909),
Cone (1922), Korzybsky (1933), John-
II. PRECURSORES Y AUTORES son (1946), Shaffer (1947), Snygg y
MAS- -REPRESENTATIVOS Combs (1949) y Low (1950) antes de
DE LA CBM iniciarse la década de los sesenta, y a
Pastore (1952), Rotter (1954), Kelly
Si nuestro hipotético terapeuta prehis- (1955), Allport (1955) y Phillips (1957)
tórico quizá ya «sabía hacer» estas cosas, durante esta década. De 1960 a 1969 los
de lo que se trata ahora es de buscar la trabajos que han incidido sobre la CBM
estructura formal de estos procedimien- se multiplican considerablemente, pu-
tos, una teoría con sólida base empírica diendo ser citados entre otros Frank
y determinar las variables específicas que (1961), Vygotsky (1962), Luna (1961,
caracterizan el cambio. La Cl3M trata de 1969), Ellis (1962), Lazarus (1966), Vel-
aunar los resultados e' xperiméntales, ob- ten (1968), Liebert y Morris (1967),
servacionales y clínicos - obtenidos por la Beck (1967), Marlett y Watson (1968) y
psicología científica en las últimas déca- Bandura (1961, 1969). Los autores de
das, bajo el viejo supuesto de que, los esta última década, desde campos epis-
procesos cognitivos juegan un importante temológicos, experimentales o clínicos
papel y merecen una investigación pre- distintos, utilizando procedimientos te-
lisa tanto por sí mismos (Neisser, 1967) rapéuticos esencialmente cognitivos (co-
como por su poder causal en el cambio mo pueda ser en el :caso de Frank) o
de conducta (Bandura, 1969, 1974, combinados (como puede apreciarse en
1977a, 1977b, 1978, 1980). Las bases Lazarus, Beck o Bandura), prestaron vías
lejanas y próximas de esta corriente po- de interpretación e intervención alterna-
demos encontrarlas citadas, entre otros, tivas, establecieron críticas o sirvieron de
en Ellis (1961, 1962), Ellis Griéger base a otros trabajos que intentaron me-
(1977), Malioney (1974), Meichenbatnn diatizar con éxito variable los' procedi-
(1977), Foreyt y Rathjen (1978), Ken- mientos terapéuticos derivados de las
dall y Hollon (1979), Beck, Rush, Shaw teorías del condicionamiento clásico y
Emery (1980), Turk, Meichenbaum y operante aplicados a humanos.
Genest (1980), y Meichenbaum y Carne- Las referencias a trabajos sobre CBM
ron (1980). Algunos editores, como efectuados en la década de los setenta
Franks y Wilson, insertan todos los arios llenaría muchas páginas. La ley del cre-
los trabajos más significativos llevados a cimiento exponencial de Price (1963)
cabo en el campo y una nueva revista constituye una barrera que de algún
editada por Mahoney desde la universi- modo debemos obviar. Mahoney y Ark-
dad de Pensylvania (Cognitive Therapy noff (1978) efectuaron una revisión de
and Research) foménta esta corriente con las terapías cognitivas y de autocontrol
un carácter interdisciplinario. En 1976 que posteriormente ha sido muy comen-
se celebró en Nueva York la primera con- tada (Wilson, 1978; Meichenbaum y
vención sobre Modificación cognitiva- Cameron, 1980). De esta época podemos
conductual. citar de manera especial a Cautela (1971),
Teniendo presente que las aproxima- Goldfried (1971), Suin y Richardson
ciones clínicas a la CBM combinan las (1971), D'Zurilla y Goldfried (1971),
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Kazdin (1973), Spivack y Shure (1974), generalización del arousal asociado al es-
Mahoney (1974, 1977, 1979), Meichen- tímulo condicionado se da también de
baum (1974, 1976, 1977, 1979), Spi- acuerdo a un gradiente semántico más
vack, Platt y Shure (1976), Turk (1975) que fonético (Paulov, 1955; Platonov,
y Beck (1976). Si bien estas referencias 1959; Razran, 1939, 1961, 1965); si el
no pueden entenderse como exhaustivas, ser humano puede verse como una cria-
los autores citados constituyen algo así tura autoestimulatoria (Mahoney, 1974)
como la crema de la nueva corriente. y los trabajos sobre autoestimulación
simbólica cubren un campo tan vasto que
difícilmente podríamos resumir aquí (la
III. PROBLEMAS QUE HAN mejor documentación al respecto puede
FACILITADO EL DESARROLLO verse en Bandura, 1969 y Mahoney,
DE LA CBAII 1974); si el conocimiento de las contin-
gencias de refuerzo influyen significati-
• En líneas generales podemos estimar vamente sobre la ejecución (Spielberger
que el desarrollo de la CBM sigue lineas y De Nike, 1966), y los mismos resulta-
evolutivas paralelas a las de la polémica dos se obtienen barajando un paradigma
suscitada en los últimos tiempos acerca de condicionamiento clásico (Notterman,
de la ,validez del enfoque conductista es- Schonenfeld y Bersch, 1952); si en el
pecialmente en el ámbito terapéutico. Sin proceso de aprendizaje vicario (Bandura,
embargo, la CBM lejos de presentarse 1969, 1971, 1977) y especialmente en
como el desarrollo de un polo opuesto, el proceso de adquisición de la respues-
en donde la línea cognitiyista pudiera ta, se dan una serie de subprocesos cog-
prevalecer, se presenta más bien como nitivos que son considerados muy conve-
un intento de síntesis (Meichenbaum, nientes para una ejecución adecuada; si
1977; Meichenbaum y Cameron, 1980; el modelo de condicionatniento inmediato
Kendall y Hollon, 1979). queda, seriamente cuestionado en base a
Al margen de la insatisfacción perso- trabajos de sólida base empírica (Bandu-
nal por los resultados de la práctica te- ra, 1969), siendo confirmados repetida-
rapéutica conductista, los precursores de mente (Bandura, 1974; Brewer, 1974;
esta nueva orientación, que de hecho pro- Mahoney, 1974; Meichenbaum, 1977).
cedían de diversas escuelas y encaraban Si en el campo de la investigación bá-
el quehacer terapéutico con metodologías sica y de la estructura teórica de los mo-
diversas, podían basar su descontento en delos del condicionamiento clásico y ope-
la acumulación de datos ya existentes rante surgían estas lagunas, ¿nos pode-
sobre la inadecuación del modelo no me- mos extrañar de que se buscasen fórmu
diacional. las alternativas más acordes con los datos
Si el organismo no responde a estímu- experimentales?
los físicos externos puros, sino al estímu- Otro campo desde el que confluían las
lo como «percibido» (Miller, 1935; Du- dudas acerca de la adecuación de esto
lany, 1968), llegándose más tarde al lí- modelos para explicar la conducta huma-
mite de considerar el propio condiciona- na fue el psicolingüístico. La polémica
miento palpebral en humanos como me- se inició con fuerza a finales de la década
diado por el significado descubierto en el de los 50, cuando Chomsky (1959) esta-
Estímulo Condicionado (Horton y Tur- bleció una crítica erosiva al trabajo sobre
nage, 1976; Maltzman, 1977; Genings, conducta verbal realizado - por Skinner
Crosland, Loveless, Murray y George, (1957), y cuya difusión en el mundo aca-
1978); si en el condicionarniento semán- démico occidental fue muy notable en
tico la generalización de la respuesta con- comparación con la ofrecida al trabajo
dicionada se da más en función del signi- de Skinner (Bayes, 1977). Cuando mu-
ficado de otras palabras que por su simi- cho más tarde. Mac Corquodale (1970) y
laridad fonética (Maltzman, 1968); si la Richelle (1972) replicaron a los argumen-
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tos chomskianos era demasiado tarde. La medio. Este concepto, por cierto de larga
psicolingüística ya había desarrollado tradición, podía ofrecer una alternativa
otros derroteros muy alejados de la orien- para explicar mejor los fenómenos de la
tación skinneriana, y la CBM no sólo ha generalización, a la vez que presentaba
hecho por ahora poco uso de esa corrien- una mayor utilidad en la formulación
te, sino que uno de sus más destacados teórica de la neurosis, viendo ésta como
representantes (Meichenbaum, 1977) se un proceso en el que lo que se aprende
ha adscrito a los modelos rusos de Luna es un conjunto de estrategias centrales
(1961, 1969) y Vygotsky (1962) para (o un programa) que guía la adaptación
desarrollar técnicas de autoinstrucción de un individuo a su medio. Del mismo
inicialmente orientadas al cambio de la modo que en el aprendizaje del lenguaje
conducta infantil *. no se aprenden sólo conjuntos de res-
En el área terapéutica encontramos puestas (palabras y oraciones), sino, ade-
otra fuente de problemas. La crítica lle- más, algún tipo de estrategias o de pla-
vada a cabo por Breger y McGaugh nes internos (gramática), en la neurosis
(1965) tuvo en su tiempo mucha reso- no se aprenderían un conjunto de sínto-
nancia. Según estos autores, las teorías mas o hábitos de conducta, sino estrate-
del aprendizaje no podían servir de base gias centrales que conducirían tanto a
para explicar los procedimientos tera- fenómenos manifiestos (actos compulsi-
péuticos conductuales, así como para fun- vos, tics, etc.), como a otros menos ob-
damentar una teoría de la neurosis. La servables (miedos, ansiedad, etc.). Este
asociación entre la teoría conductista y concepto de «estrategias» ha sido reto-
la práctica terapéutica se había basado mado por Meichenbaum (1977) y Mei-
más bien en el uso de las mismas pala- chenbaum y Cameron (1980), bajo el
bras que en el empleo de los mismos mé- rótulo de fenómenos metacognitivos.
todos. Es decir, términos como «estímu- Las argumentaciones de Breger y Mc
lo», «respuesta» y «condicionamiento», Gaugh (1965) fueron contestadas por
cuya definición operativa ocupa un espa- Wiest (1967) y Rachman y Eysenck
cio en la psicología experimental, que- (1966). La réplica de Wiest se centró
dando de este modo asociados con un especialmente en la crítica efectuada por
método científico de trabajo, eran enga- aquellos autores a la teoría del aprendi-
ñosa e inadecuadamente trasladados al zaje, los modelos del condicionamiento
campo de la psicoterapia y de la psico- simple, la teoría del refuerzo, etc. Dejan-
patología humanas. De forma paralela a do a un lado las críticas de Koch (1964)
la crítica de Chomsky (1959) ya citada, a la filosofía de la ciencia positivista ló-
los autores reformularon los procesos de gica (los aspectos filosóficos del debate
aprendizaje estableciendo un modelo me- pueden verse ilustrados por ejemplo en
diador central tal como el del «almacena- Allport, 1955; Mahoney, 1974; Wolpe,
miento y recuperación de la informa- 1976, 1978; Beck y Mahoney, 1979;
ción», emparentado con el aprendizaje Mahoney y Kazdin, 1979), Wiest: a) echa
cognoscitivo de Miller, Galanter y Pri- de menos un mejor conocimiento por
bram (1960) o Tolman (1932). El con- parte de esos autores del desarrollo teó-
cepto esgrimido se basa en la necesidad rico y experimental de los problemas del
de una «estrategia» para que el indivi- área llevado a cabo en la década anterior;
duo pueda obtener ciertos logros en su b) critica la falta de una clara distinción

* Constituye, a nuestro entender, un paso positivo para la integración no sólo el acerca-


miento interparadigmático entre cognitivistas y conductistas, sino el aprovechamiento de los avan-
ces conseguidos en la misma disciplina dentro de otras áreas culturales. El chauvinismo en el
desarrollo cultural es por desgracia demasiado frecuente y cualquier paso bien fundamentado para
superarlo debe ser alentado. Por otro lado, quizás constituya un requisito de toda empresa para-
digmática (Kum, 1962).
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entre observación e interpretación (y por los conceptos E-R de estímulo y genera-
tanto el fracaso al no distinguir entre lización de la respuesta» (p. 356). Pero
observación e inferencia o constructo); para Wiest, este enfoque no ayuda a
c) critica el establecer de partida una de- explicar los fenómenos de equipotencia-
finición errónea del concepto de apren- lidad de la respuesta y de la adaptabili-
dizaje (y por tanto la deducción de con- dad del organismo a situaciones nuevas.
secuencias irrelevantes para la posición Sólo disuelve el problema mediante una
conductista); d) la confusión del estímu- definición. La generación es supuesta
lo con la respuesta al categorizar los en lugar de intentar explicarla enuncian-
fenómenos cognitivos mediadores (ya do las condiciones en que ocurre. Lo que
Skinner en 1963 había hecho notar que se hace es rotular un fenómeno, dejando
la imaginación es una forma de conducta, de lado el problema empírico y convir-
no un estímulo); e) refuta la interpreta- tiendo su solución en una pseudoexpli-
ción del síntoma fóbico como una sim- cación.
ple operante singular; 1) hace hincapié Los tópicos señalados han sido algunos
en que los datos de la observación pue- de los que han caracterizado la polémica
den conceptualizarse de distintos modos acerca de la teoría y la adecuación a hu-
y que si bien un modelo mediacional uti- manos del modelo conductista en la dé-
lizando variables intervinientes y cons- cada de los 60. Era necesario este breve
tructos (o «estrategias») puede establecer periplo para darse una idea de la com-
su propia teoría, también resulta legítimo pleja situación de la que se partía.
un sistema conceptual que permanezca
más estrechamente ligado al lenguaje de
la observación, y por tanto al de los IV. CORRIENTES DE INFLUENCIA
hechos públicamente observables (con- MAS IMPORTANTES
ducta y medio en el caso de la psicolo-
gía). En relación a la crítica de Chomsky Si bien este tipo de problemas de ca-
(1959) a Skinner (1957), Wiest ve como rácter general rodeaban (y en alguna me-
una inferencia, no requerida por la regu- dida continúan rodeando) el ambiente de
laridad de la conducta verbal, la creación trabajo de los terapeutas con orientación
de constructos gramaticales (estructuras conductual de aquella época, cuatro focos
o estrategias internalizadas para el habla) de influencia han incidido de un modo
necesarios para justificar la producción y más específico sobre los diseños de la
comprensión del habla. Dice así el autor: CBM (Kendall y Hollon, 1979), a saber:
«Mostrar que el niño habla como lo po- 1) El primero reside en el punto de
dría predecir una teoría de la adquisición vista que establece que las cogniciones
de la gramática no es lo mismo que pre- (por ejemplo los pensamientos) están su-
tender que el niño ha internalizado las jetos a las mismas leyes que la conducta
reglas gramaticales. Lo último implica manifiesta (Cautela, 1967; Homme,
una inferencia teórica que podría conce- 1965; Hullman, 1970). Esta idea no es
birse como útil pero que como todas las nueva, ya Skinner la había formulado
inferencias no es lógicamente exigida» aunque sin suficiente apoyo empírico mu-
(Wiest, 1967, p. 219). cho antes (Skinner, 1953).
Por último vamos a comentar el pro- 2) La segunda influencia procede de
blema de la generalización, verdadero la corriente semántica-cognitiva, que es-
caballo de batalla en la práctica de las tablece que las creencias, las expectati-
terapias conductuales. Breger y Mc vas, las atribuciones y otras actividades
Gaugh (1965) establecían que una autén- cognitivas son centrales para producir,
tica ventaja al fijar una «estrategia» cen- predecir y comprender la conducta psico-
tral consistía en enclavar la generaliza- patológica y los efectos de la interven-
ción en su núcleo, «en vez de ser impor- ción terapéutica. Los procedimientos de
tada secundariamente, como ocurre en intervención de Ellis (1962) y Beck
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(1963, 1976) se han visto muy influidos ámbito de las terapias cognitivas (ver
por esta orientación. por ejemplo Hollon y Beck, 1979).
3) Recientes trabajos teóricos dentro Antes de abordar el estudio de la CBM
de una reformulación de las teorías del vamos a realizar una breve síntesis de las
aprendizaje, tales como la noción de auto- tres tendencias que están presentes junto
regulación de Kanfer (1970), y el con- a ella, a fin de adquirir una perspectiva
cepto de autoeficacia de Bandura (1977) que nos permita enjuiciar los contrastes
han ofrecido la posibilidad de presentar y similitudes existentes:
los procesos cognitivos dentro de formu- a) El «análisis conductual aplicado»,
laciones verificables que pueden integrar- de orientación skinneriana, está basado
se fácilmente en los paradigmas conduc- en los principios y procedimientos del
tuales. Por ejemplo, Behn (1977) ha condicionamiento operante. Su publica-
ofrecido un modelo de la depresión ba- ción más importante es la revista Journal
sado en déficits de autocontrol apoyado of Applied Behavior Analysis (JABA).
en las ideas de Kanfer (1970). Algunas de las características más impor-
4) La última influencia procede del tantes de este enfoque son:
propio deseo de integrar estrategias de
tratamiento cognitivas con el manejo de 1. El uso explícito de variables ob-
contingencias conduc-tuales en orden a jetivas y conductuales y de modo espe-
superar ciertos problemas y obtener re- cial la tasa de respuesta como variable
sultados significativos. Casi todos los dependiente.
procedimientos de la CBM conllevan esta 2. Al margen de las influencias ge-
combinación, aunque en algunos casos se néticas, el control de la conducta humana
presenten de un modo explícito y en se establece a través de las influencias
otros no. Más adelante haremos hincapié del entorno.
sobre ello. 3. Su insistencia en el estudio de la
conducta del organismo individual.
4. La confianza en los principios del
V. LA CBM Y SU CONEXION CON refuerzo y el castigo para explicar el
OTROS SISTEMAS DE TERAPIA mantenimiento y cambio de la conducta.
5. Su campo de aplicación se inició
Si bien en la década de los 50 y 60, con el estudio del retraso y el deterioro
las corrientes terapéuticas derivadas de de las capacidades cognitivas individuales
la teoría del aprendizaje podían centrarse (niños y adultos retardados e institucio-
en las alternativas de Dollard y Miller nes para pacientes psicóticos), y que con
(1950), Wolpe (1958) y Eysenck (1960) posterioridad se han ampliado a otros
y la puramente skinneriana, en los años campos.
setenta es preciso añadir los procedimien-
tos derivados de la teoría del aprendi- b) Otra corriente es la conocida como
zaje social de Bandura (1969) y los de modelo neoconductista mediacional ER.
la CBM. Debido a que Dollard y Miller Se ha desarrollado en especial a través
trabajaron realmente con el modelo psi- de Wolpe (1958), Eysenck (1960, 1964)
coanalítico (aunque si bien utilizando la y Rachman (1963). Se basa esencialmen-
terminología derivada de la teoría del te en la aplicación del condicionamiento
aprendizaje de Hull), no vamos a incluir- y contracondidonamiento clásicos al tra-
lo en esta exposición. Por una razón si- tamiento de la conducta anormal, en es-
milar tampoco incluimos el intento de pecial al campo de la neurosis. Su apoyo
Peterfreund y Schwartz (1971) de reem- histórico se centra en Pavlov, Guthrie,
plazar el lenguaje psicoanalítico por otro Hull, Mowrer, Miller y Dollard.
derivado del procesamiento de la infor- Esta corriente siempre se basó en un
mación, aun cuando estos procesos ten- esquema E-R extendido al medio cogni-
gan cada vez un interés mayor dentro del tivo. Su desarrollo permite apreciar dos
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orientaciones según el tipo de variables como una fuente de información y de in-
usadas con más frecuencia: centivo que regula la conducta.
— Entre la conducta y su entorno
1. La tendencia original, en especial existe una interacción recíproca. Al tó-
de Wolpe, donde privan las variables fi- pico conductista ortodoxo «Cambie sus
siológicas, conductuales y las imágenes, y contingencias y usted cambiará su con-
2. otra corriente más cognitiva y ducta», Bandura añade «Cambie la con-
dentro de la cual podemos citar a Hom- ducta y usted cambiará las contingencias»
me (1965), Cautela (1961) y Staats (Bandura, 1977 a, p. 203).
(1968, 1970, 1975), este último creador — Las influencias causales que tienen
de la teoría trifuncional del aprendizaje los pensamientos sobre la conducta, per-
del conductismo social. miten al hombre autodirigir la adquisi-
ción, el mantenimiento y la activación de
El rasgo que caracteriza a todos estos sus propias conductas.
procedimientos y autores, es el de que — La clave para llevar a cabo el cam-
las mismas leyes que gobiernan la con- bio de conducta reside en el concepto
ducta manifiesta presiden los procesos cognitivo de autoeficacia. Las expectati-
encubiertos a través del esquema E-R. vas de autoeficacia son determinantes
c) En la teoría del aprendizaje social para que el sujeto persevere y se someta
la figura más destacada es sin duda, Ban- a situaciones que evocan ansiedad y uti-
dura (1969, 1974, 1977 a, 1977b, 1978, lice estrategias de enfrentamiento (co-
1980). Tanto la conducta desviada como ping). El feedback producido en la pro-
la social es desarrollada y mantenida en pia ejecución (por ejemplo en el mode-
base a tres sistemas de regulación: lado participante), en la información vi-
1. Un primer sistema formado por caria (por ejemplo en el modelado sim-
el conjunto de pautas de respuesta que bólico), en los cambios fisiológicos (por
están bajo el control de estímulos exter- ejemplo durante la desensibilización sis-
nos. El condicionamiento clásico de cuen- temática) y en la persuasión verbal (por
ta de ellas. ejemplo en la psicoterapia tradicional),
2. Un segundo conjunto de respues- son procedimientos normales para modi-
tas está bajo el control del refuerzo ex- ficar las expectativas de autoeficacia.
terno. El condicionamiento operante las En razón al carácter dialéctico de la
explica. teoría del aprendizaje social, el cambio
3. El tercer sistema regulador, y el directo de la conducta es el medio más
más importante se da a través de los pro- poderoso para alterar los mecanismos
cesos mediacionales cognitivos. cognitivos de autoeficacia (Bandura,
1977 b). En este sentido, por tanto, el
Podemos resumir las características cambio puede sobrevenir o bien directa-
más sobresalientes de esta corriente en mente a través de los mecanismos ope-
los siguientes puntos: rantes o clásicos del condicionamiento,
— Presentación del «modelado» como o bien cambiando las expectativas de
una forma de aprendizaje sin refuerzo autoeficacia que debería concluir en un
manifiesto. cambio de conducta.
— Se presenta el condidonamiento Tratemos ahora de entrar en el terreno
clásico no como un proceso de aprendiza- de la CBM y su problemática.
je automático, sino que las respuestas
condicionadas son vistas como autoactiva- VI. TEItAi'IAS CONDUCTUALES.
das sobre la base de las expectativas pre- COGNITIVAS
viamente aprendidas. De forma similar, el
refuerzo no actúa de modo automático «La CBM es una rúbrica que se apli-
sobre la conducta, sino que se interpreta ca a una variedad de técnicas terapéuti-
Estudias de Psicología re.* 7 - 1981
100 Estudios
cas que se basan en varios modelos con- miento cognitivo de la información,
ceptuales diferentes» (Meichenbaum y aprendizaje social, etc.).
Cameron, 1980, p. 4). Los modelos teó- 2. Pueden ser considerados aspectos
ricos, los procedimientos y los objetivos diferentes de la experiencia cognitiva
son variados y no reflejan ningún arma- ( creencias, atribuciones, expectativas,
zón teórico único. No obstante, Mahoney automanifestadones de coping e imáge-
y Arknoff (1978) han indicado tres carac- nes, solución de problemas, etc.).
terísticas comunes a estos modelos: 3. Considerable variabilidad respecto
1. Tanto las conductas adaptativas o al mejor punto de intervención en el com-
inadaptativas como las pautas afectivas plejo cognición - afecto - conducta - conse-
van acompañadas de procesos cognitivos cuencias.
(atención selectiva, códigos simbólicos, 4. Diferentes estrategias para la in-
etcétera). tervención (ataque frontal a las creencias
irracionales, contraste empírico de las
2. Estos procesos cognitivos son ac- creencias, etc.).
tivados funcionalmente mediante proce- 5. Diferencias respecto al estilo de
dimientos generalmente isomorfos con la intervención (desde la directiva a la
aquellos otros obtenidos del aprendizaje colaboradora).
humano en el laboratorio.
6. En relación al énfasis dado al uso
3. La tarea del terapeuta es la de un explícito de los procedimientos de la te-
educador-diagnosticador que evalúa los rapia de conducta, pueden encontrarse
procesos cognitivos inadecuados y consi- diferencias muy notables, etc.
guientemente estructura las experiencias
de aprendizaje idóneas para alterar estos De manera que del mismo modo que
pensamientos y de paso, las pautas afee- la terapia de conducta nunca fue un con-
tivo-conductuales con las cuales correla- junto monolítico (Wilson, 1978), la CBM
cionan (Mahoney y Arknoff, 1978, pá- tampoco lo es.
gina 692). Siguiendo la línea expositiva, vamos a
distinguir lo que son los procedimientos
A los factores comunes indicados ha- terapéuticos del estudio de los procesos
bría que añadir un cierto compromiso en y las teorías del cambio que han tratado
el uso de los procedimientos de la terapia de integrar los modelos mediacionales en
de conducta para la provocación del cam- el cambio de conducta.
bio. Si bien desde la terapia cognitiva y
de autocontrol (revisada por MahoneY Y
Arknoff), el objetivo puede consistir en VI.!. Procedimientos terapéuticos
modificar las cogniciones a través de los en la CBM
procedimientos conductuales, ciertamen-
te que los objetivos pueden ser tanto cog- Con el esquema ofrecido por Mahoney
nitivos como conductuales o ambos con- y Arknoff (1978) pueden distinguirse
juntamente (ver Tabla I de Kendall y tres grandes grupos de terapia conduc-
Hollon, 1979, p. 4). tual-cognitiva (o cognitivo-conductual,
Pero en tanto que hay factores comu- según se prefiera):
nes, como ya hemos apuntado, también
están presentes diferencias importantes. a) Psicoterapias racionales.
Veamos algunas de las que han sido se- b) Terapias de habilidades de enfren-
ñaladas por Meichenbaum y Cameron tamiento (coping).
(1980). c) Terapias de solución de proble-
mas.
1. La base teórica de los procedi-
mientos puede ser muy variada (condi- Intentemos brevemente dar una visión
cionamiento clásico u operante, procesa- de cada una de ellas.
Estudios de Psicología n.• 7 - 1981
Estudios 101
a) Psicoterapias racionales nes emocionales. Debemos cambiar, por
tanto, el sistema de creencias básico del
Dentro de este grupo vamos a señalar sujeto si queremos que en un futuro no
las características esenciales de la terapia vuelvan a surgir sus problemas. No basta
racional-emotiva (RET) de Ellis (1962), con un cambio localizado en las áreas cog-
el entrenamiento en autoinstrucción de nitivas de conflicto que de modo espe-
Meichenbaum (1973) y la terapia cogni- cífico pueda presentar el sujeto. Es pre-
tiva de Beck (1976). Albert Ellis se pre- cisa una remodelación total del set de
senta como telón de fondo en los traba- creencias a fin de ofrecerle una base
jos de Meichenbaum y Beck. A su vez amplia de postulados racionales que le
Ellis parece haber estado bajo la influen- permita en un futuro poder abordar cual-
cia directa de Adler, precursor de tera- quier problema de su mundo emocional.
peutas cognitivos tales como Rotter, Si no se hiciese así los conflictos volve-
Kelly y Eric Beme (Raimy, 1975; Mu- rían a surgir en otras áreas.
rray y Jacobson, 1978). En este sentido, también la RET pue-
Antes de abordar los criterios de la de verse como una estrategia de coping
RET de Ellis hemos de indicar que ya especialmente orientada al campo de la
en 1959 señalaba: «El doble enfoque de remodelación cognitiva y, en efecto, así
la terapia, que va implícito en el término es como lo ha desarrollado Goldfried en
psicoterapia racional-emotiva, indica tam- 1974 con la denominación de «Reestruc-
bién que es algo más que un método di- turación racional sistemática» (Gold-
dáctico o pasivo ya que, además de la fried, 1971; Goldfried, Decenteceo y
importancia de la discusión verbal, insis- Weinberg, 1974). Entre las creencias
te en el trabajo, la acción, el esfuerzo y irracionales más frecuentes del hombre
la práctica. Eso es exactamente lo que que vive inmerso en el mundo occidental
hace la RET: utiliza el análisis lógico y Ellis destaca doce que analiza detallada-
la persuasión racional para inducir al pa- mente, presentando su inadecuación ló-
ciente para actuar y trabajar frente a sus gica y práctica para cada una de ellas y
actitudes neuróticas y hábitos» (Ellis, ofreciendo a continuación las alternati-
1962, p. 122), y en su libro «Psicotera- vas que a su juicio son las adecuadas.
pia racional emotiva» hacía la siguiente Las pautas concretas de la aplicación
observación a sus pacientes: «... no es de la RET incluyen al menos las siguien-
lo que les dice el terapeuta lo que en de- tes fases:
finitiva va a ayudarles a vencer sus per-
turbaciones emocionales, sino lo que el 1. Presentación y persuasión al clien-
paciente haga con lo que el terapeuta les te de la filosofía contenida en la RET.
diga» (Ellis y Harper, 1961, p. 7). Este 2. Identificación de los pensamien-
apremio para la acción es pues un ingre- tos irracionales a través de las manifes-
diente en la terapia racional-emotiva, de taciones del cliente y del feedback del
ahí las dificultades que siempre existen terapeuta.
en estos procedimientos al intentar eva- 3. Cambio de las ideas irracionales y
luar el peso terapéutico relativo al enfo- reinterpretadón racional y objetiva de
que verbal frente al conductual en la ex- los hechos que las han producido.
plicación del cambio de conducta. 4. Repetición del ensayo cognitivo a
De cualquier modo, no sin razón, ha fin de obtener del sujeto las automanifes-
sido calificada como terapia racional en taciones racionales a partir de los hechos
virtud de su hincapié en modificar la originales.
forma en que la gente con problemas 5. Una serie de tareas conductuales
emocionales construye su mundo y las (que Fllis llamaba «ejercicios para per-
creencias irracionales que sustentan. Para der la vergüenza»), orientadas a generar
Ellis existe una clara correlación entre reacciones racionales donde antes eran
pensamientos irracionales y perturbacio- irracionales y a favorecer la pérdida de
Estudios de Psicología n. 7 - 1981
102 Estudios
la ansiedad asociada a la situación inter- De nuevo nos encontramos con el mo-
personal, es decir, una forma de entre- mento de establecer la efectividad del
namiento en competencia social. procedimiento enfrentándonos con el mis-
Dentro de este grupo de psicoterapias mo problema que ya apuntábamos en el
racionales veamos ahora el modo de rea- caso de la RET. El propio Meichenbaum
lizar el entrenamiento en autoinstrucción (1977) toma de Kames ( 1970) la siguien-
de Meichenbaum (1973, 1977). te cita: «... la característica distintiva de
Dos fuentes de información son consi- los programas de autoinstrucción es la
deradas aquí: unión de las verbalizaciones con las ejecu-
1. La RET de Ellis (1962) ya co- ciones sensorio-motoras» (p. 40). La pre-
sencia del modelado, el refuerzo verbal y
mentada. motor externos, el feedback verbal del te-
2. El criterio de Luna (1961) acerca rapeuta y el autorrefuerzo, son como he-
de la forma en que los niños desarrollan mos visto, ingredientes normales del en-
el habla interna y el control verbal-sim- trenamiento en autoinstrucción. De mane-
bólico sobre sus propias conductas. En un ra que también aquí nos vemos obligados
principio, la conducta de los niños está a preguntarnos: ¿Qué factores son los de-
regulada por las instrucciones de perso- cisivos en este esquema? ¿Los puramente
nas adultas, posteriormente son ellos mis- racionales, que parecen ser necesarios
mos los que las regulan a través del uso para justificar la denominación del mé-
de autoinstrucciones verbales manifiestas, todo como psicoterapia racional, o la
internalizándose éstas finalmente como clase de contingencias de reforzamiento y
autoinstrucciones encubiertas. modelado presentes en el programa? De
Podemos distinguir tres fases en el manera que si bien el objeto de la terapia
desarrollo del procedimiento: consiste en cambiar unos hábitos de pen-
samiento por otros, los medios de que se
Í. Entrenamiento del paciente a fin vale no son puramente verbales y en este
de que aprenda a identificar y «darse sentido su denominación como terapia
cuenta» de sus pensamientos inadecua- racional debe colocarse entre comillas.
dos. De todos modos, según el autor, su in-
2. El terapeuta modela la conducta corporación al tratamiento de los proble-
adecuada a la vez que verbaliza las estra- mas de sujetos con ansiedad al habla, en
tegias de acción eficaces para la tarea. niños impulsivos y en esquizofrénicos
Estas verbalizaciones incluyen: institucionalizados produce cambios sig-
— El sistema de tareas requerido. nificativos.
— Autoinstruccjones que orientan la Y lo mismo ocurre con la tercera va-
ejecución de modo graduado. riante, la terapia cognitiva de Beck de
— Automanifestaciones tendentes a 1976 También aquí el objetivo consiste
contrarrestar la preocupación por los en obtener pautas de pensamiento racio-
errores. nales y adaptativas. La diferencia entre
— Autorrefuerzo encubierto por las Ellis y Beck consiste en que mientras el
ejecuciones llevadas a cabo con éxito. primero trata de remodelar todo el sis-
tema de creencias irracionales del sujeto,
3. En esta fase el cliente ejecuta la Beck se ciñe a lo que él llama «las cuali-
tarea conductual a la vez que verbaliza dades estilísticas de las cogniciones del
en voz alta las instrucciones apropiadas cliente», centrando su estudio de forma
ofrecidas por el terapeuta, y a continua- especial en la conducta depresiva. Otra
ción repite el ensayo dándose las auto- diferencia que podría señalarse es un ma-
instrucciones de manera encubierta. El yor énfasis en la persuasión verbal y el
feedback del terapeuta durante esta fase método deductivo en Ellis frente al di-
ayuda a estructurar los pensamientos seño de procedimientos empíricos a fin
adecuados y pertinentes a la tarea. de contrastar las «hipótesis» negativas
Estudios de Psicología n.° 7 - 1981
Estudios 103
de los sujetos en Beck (Beck et al. 1980). tima década podrían ser rubricadas bajo
Nos encontramos por tanto, con procedi- la denominación amplia de «terapias de
mientos inductivos para provocar el cam- habilidades de enfrentamiento'». Su in-
bio. En el año 1967 definió cinco distor- tención consiste en entrenar al sujeto en
siones cognitivas que caracterizan el ciertas habilidades a fin de que las utilice
procesamiento de la información del de- en futuras situaciones evocadoras de an-
presivo (Beck, 1967, pp. 234-235). Estas siedad aun cuando éstas pudieran ser
distorsiones provocan la atención selec- muy variadas. En este sentido el coping
tiva del sujeto y una anticipación inexac- contrasta con la desensibilización siste-
ta de las consecuencias, manteniendo una mática de Wolpe, ya que ésta tiende a
elevada creencia negativa respecto a sí centrar el tratamiento sobre jerarquías
mismo, respecto a su mundo y a su fu- específicas en el ámbito estricto de los
turo. problemas que presenta el diente.
Las etapas del entrenamiento en la Podríamos citar el modelado encubier-
terapia cognitiva de Beck podrían ser to de Kazdin (1974), la desensibilización
formuladas de un modo esquemático del modificada de Goldfried (1971), el entre-
siguiente modo: namiento en el manejo de la ansiedad de
Suin y Richardson (1971) y la inocula-
1. Ilustrar al cliente en la teoría cog- ción de stress de Meichenbaum y Came-
nitiva de la depresión.
ron (1973).
2. Ayudar al sujeto a «reconocer»
También aquí, junto a una serie de
sus pensamientos inadecuados, gran par- factores propiamente cognitivos, vemos
te de los cuales son denominados «pensa-
aparecer otros más característicos de la te-
mientos automáticos». rapia de conducta, como el entrenamien-
3. Intento de validación empírica de to en autorrelajación, el adiestramiento
sus pensamientos y la correlación de en coping imaginario, los ensayos de
éstos con sentimientos indeseables. conducta y la asignación de tareas refor-
4. Sustitución por otros más adapta- zantes «in vivo», de forma que una vez
tivos y de base más objetiva. más los programas de reestructuración
5. Uso del feedback y del refuerzo cognitiva y los conductuales se hallan
del terapeuta. entrelazados. Veamos brevemente las
6. Utilización de una lista de activi- etapas del entrenamiento en «inoculación
dades precisas, tareas graduadas en el de stress» de Meichenbaum y Cameron
ámbito individual y social a fin de obte- (1973).
ner éxitos sucesivos.
1. Una primera fase educacional, en
Vemos, por tanto, la presencia de una donde se le ofrece al cliente una estruc-
combinación explícita de procedimientos tura conceptual para que comprenda la
cognitivos y otros conductuales. Como naturaleza de sus reacciones, es decir,
ya hemos señalado, en los tres procedi- para que pueda «explicárselas». Esta es-
mientos de intervención mencionados la tructura varía con el tipo de problema.
denominación común de «terapias racio- 2. La segunda fase es de ensayo y
nales» debe ser considerada en función aprendizaje, enseñándole al sujeto las
de los objetivos perseguidos prioritaria- habilidades precisas para manejar una se-
mente (el cambio en las cogniciones), rie de mediadores encubiertos (autorela-
más que por los medios empleados. jación activa, imaginación y autoinstruc-
dón), necesarios para enfrentarse con
b) Terapias de habilidades de situaciones fóbicas o ansiógenas, las cua-
enfrentamiento (coping) les a su vez se subdividen en una serie
de etapas intermedias de acercamiento.
Otro grupo general de estrategias te- 3. Esta última fase es de aplicación,
rapéuticas que han surgido durante la úl- procediendo mediante modelado y re-
Estudios de Psicología n.. 7 - 1981
104 Estudios
plicación a enfrentar al sujeto a una serie chenbaum y Cameron, 1980; Meichen-
de estresores en el laboratorio. En esta baum y Butler, 1980; Meichenbaum,
fase se usan las técnicas de autoinstruc- 1977), y aún más estrechamente con la
ción descritas anteriormente. CBM en general. En este autor encontra-
Veamos ahora sucintamente las tera- mos una teoría que intenta especificar
pias de solución de problemas. las condiciones necesarias y suficientes
para provocar el cambio. Meichenbaum
(1977) sugiere que una terapia efectiva
c) Terapias de solución de problemas provoca en el cliente cambios en tres do-
(Problem-Solving) minios:
Si bien la investigación sobre las de- 1. En las conductas del cliente, que
ficiencias en la resolución de problemas son alteradas (y por consiguiente en las
parece estar relacionada con disfunciones relaciones con su entorno).
mediadonales, y se encuentran con fre- 2. El cliente modifica las imágenes
cuencia en los déficits de ejecución, sus y su habla interna, es decir, aprende a
aplicaciones clínicas y su base experi- interpretar su mundo, a sí mismo y a sus
mental es escasa. Se trata de nuevo de conductas de una manera que resulta de
esquemas combinados cognitivo-conduc- más valor heurístico que la forma en que
tuales. El trabajo de Spivac y Shure lo hacía antes; de igual modo aprende a
(1974) puso de manifiesto que existía usar su habla interna y sus imágenes vara
una diferencia consistente entre pobla- regular una eficaz conducta de enfren-
ciones de sujetos «normales» y «desvia- tamiento.
dos» en su habilidad para usar medios y 3. Son cambiadas las estructuras cog-
anticipar consecuencias de varias opcio- nitivas del cliente, los supuestos básicos
nes de respuesta. Algunos campos en los implícitos y su habitual estilo de pensar.
que se ha trabajado dignos de mención
podrían ser el de los niños inadaptados, Para ello, la terapia puede verse como
la conducta suicida, los trastornos geriá- progresando a través de tres fases que
tricos y la prevención de desajustes, Al- en la práctica pueden solaparse o no:
gunas revisiones de este campo, de inte- 1. Fase de autoobservación, en la que
rés relevante para la clínica, pueden verse el cliente se convierte en un observador
en D'Zurilla y Goldfried (1971), Maho- de sus propias conductas. De esta manera
ney (1974), Spivac y Shure (1974), Spi- llega a ser consciente de una serie de
vac, Platt y Shure (1976), Shure y Spivac datos relevantes que antes le habían pa-
(1978) y Heppner (1978). sado desapercibidos (por ejemplo, rela-
ción entre pensamientos o imágenes y es-
VI2. Teorías del cambio en la CBM tados emocionales indeseables, o entre
situaciones del entorno y respuestas emo-
Las teorías más importantes para dar cionales, etc.). También se produce un
cuenta del cambio de conducta, sus re- efecto que él llama de traslación que con-
quisitos y sus procedimientos proceden, siste en un trasvase del léxico del tera-
desde un punto de vista cognitivo y con- peuta (constructos teoréticos, estilos de
ductual, de Bandura (1977 b) y Meichen- atribución, etc.), al modo de interpretar
baum (1976, 1977). La teoría de la alte- su mundo y su experiencia por el propio
ración del nivel de autoeficacia de Ban- cliente. Esto a su vez trae de la mano
dura, ya fue presentada de manera resu- dos consecuencias terapéuticamente im-
mida al tratar la teoría del aprendizaje portantes: ofrece al cliente una interpre-
social. Meichenbaum reconoce de manera tación de sus problemas probablemente
explícita la influencia y el paralelismo de más benigna que la dada inicialmente por
su teoría del cambio en relación a los tra- el sujeto, y en segundo lugar, permite
bajos de Bandura (ver por ejemplo Mei- darle una forma al problema que se pres-
Estudios de Psicología n.o 7 - 1981
Estudios 105
ta a una solución. Esto último abre ex- tizado y devengan en sobreaprendidas.
pectativas positivas para el cliente, lo Meichenbaum intenta presentar aquí la
cual constituye un ingrediente de capital otra cara de la moneda, el que un cambio
importancia para todo proceso terapéuti- cognitivo puede dar lugar también a cam-
co (Frank, 1974; Seligman, 1975). bios conductuales.
2. En esta segunda fase, se trata de 3. En esta tercera fase, se trata de
desarrollar pensamientos y conductas in- consolidar los cambios, de promover la
compatibles con las manifestaciones del generalización y de crear una base para
problema. Debido a que el cambio no mantenerlos.
suele producirse de un modo súbito, sino
que se da a través de un proceso en el Se parte del supuesto de que la forma
que se ven entremezclados pensamientos en que un cliente interpreta el cambio
y conductas adaptativas con otras de que se da en él, influirá en el grado de
signo contrario, es preciso continuar con su generalización y de su mantenimiento.
la reconceptualización de los problemas Para ello es necesario que el cliente reco-
del cliente, asegurándose de que posee nozca que una transformación importan-
los requisitos co nductu ales necesarios te se ha llevado a efecto, y que ha sido
para enfrentarse con sus problemas, que debida a un cambio en él mismo más
aprende a controlar sus pensamientos y que a circunstancias externas. El cambio
sus conductas durante sus actividades debe darse no sólo en su relación con el
diarias y que gradualmente aumenta la terapeuta, sino más esencialmente en su
consistencia de estas nuevas habilidades. vida diaria. Para favorecer la conciencia
Debido a que el cambio cognitivo y el del cambio es necesario mantener un re-
conductual se muestra interactivo, deben gistro objetivo de las conductas. Para
utilizarse estrategias combinadas para aumentar la atribución del cambio a sí
acelerar el cambio. Si la modificación de mismo es importante conceptualizar des-
la conducta es la forma más eficaz para de un principio la terapia como un pro-
cambiar las cogniciones (Mahoney, 1979; ceso educacional, de entrenamiento en
Bandura, 1977 b), y de otro lado Bandu- habilidades. Por otro lado, si el sujeto
ra (1977 b) ha sugerido que el sentido es capaz de alcanzar una comprensión
de la autoeficacia requiere no sólo la con- clara a la hora de explicar cómo ha con-
fianza en que uno pueda producir la con- seguido un cambio positivo, tenderá en
ducta requerida, sino también una creen-
un futuro a generalizar la estrategia uti-
cia en que se conseguirán los resultados
lizada y a mantenerla. También es pre-
deseados, el diseño del terapeuta debería
ciso enfatizar que la reaparición de los
incluir el que las nuevas conductas se
realizaran: a) «in vivo»; b) donde exista problemas es posible y debe verse como
una elevada probabilidad de que la con- normal. Que si surgen recaídas el cliente
ducta evoque la respuesta deseada; c) en debe interpretarlas como una señal para
condiciones que lleven al cliente a atri- enfrentarse, y no como un fallo. Puede
buir su éxito a su propia capacidad, más ayudarnos hacer que los clientes antici-
que a las circunstancias externas (Ban- pen las recaídas y la forma con la que se
dura, 1977 b). enfrentarán a las conductas problema
Pero para que el sujeto ponga en mar- (ver Marlatt y Gordon, en prensa).
cha sus habilidades de enfrentamiento En definitiva, se trata de una teoría
debe aprender de manera consciente a «evidencial» del cambio, en la que el
reconocer las señales que evocan respues- terapeuta ayuda al cliente a generar, re-
tas desadaptativas, iniciando su entrena- coger y reconstruir los datos. Sus ingre-
miento con las de baja intensidad, a fin dientes básicos pueden encontrarse en las
de poner en marcha sus mecanismos de teorías del autocontrol, en los procedi-
autocontrol, hasta que este tipo de res- mientos de las terapias cognitivas y en
puestas incompatibles se hayan autonaa- la tecnología conductual.
Estudios de Psicología n.. 7 - 1981
106 Estudios
V13. Procedimientos y epistemología ciso un cambio en el conjunto de creen-
cias irracionales del sujeto; en Bandura
Vamos a referirnos ahora a la cuestión es preciso modificar los niveles de auto-
capital de distinguir entre procedimien- eficacia; en Beck se requiere un cambio
tos para provocar el cambio y las distin- en el estilo de pensamiento del indivi-
tas razones que se alegan para explicarlo. duo; y en Meichenbaum parece apuntar-
Atendiendo a las variables preferidas por se la necesidad de una remodelación de
los distintos procedimientos de interven- la estructura cognitíva y las metacogni-
ción, y salvando las limitaciones propias ciones. Y éstos son los objetivos que pa-
de todo intento de clasificarlas, estas recen señalarse en el proceso terapéutico,
orientaciones podrían agruparse en cua- si bien para ello podemos valemos de
tro tipos: procedimientos cognitivos —la «nueva
1. La de aquellos que dan prioridad terapia verbal», como ha indicado Led-.
al manejo de las variables contextuales, widge (1978, 1979)—, y/o conductua-
suponiendo que sin alterar el programa les, en proporciones variables según el
de contingencias no existe cambio, y con- problema y los autores. La distinción es-
siderando que emociones y cogniciones tablecida por Bandura (1977 b) entre
serán modificadas del mismo modo. Skin- procedimientos y procesos de cambio pa-
ner sería un representante típico. rece estar en la base de estos objetivos y
2. Aquellos otros que inciden prefe- sirve de justificación (ver Meichenbaum
rentemente sobre las emociones y secun- y Cameron, 1980).
dariamente sobre conductas motores y Para Skinner, el problema epistemoló-
cogniciones. Estaría representado por gico está claro, el medio controla la con-
Wolpe, Eysenck y otros miembros de ducta, aun cuando podríamos señalar que
la corriente neoconductista mediadonal la interacción de los tres sistemas de va-
E-R. riables podría ser aceptado por este autor,
3. Un tercer grupo que acentúa más al menos en el sentido de que son formas
directamente sus intervenciones sobre las de conducta y están sometidas a las mis-
cogniciones como foco principal para mas leyes (Skinner, 1953). De todos mo-
promover el cambio. «Las emociones, en dos, las fuentes del cambio son manifies-
su mayor parte, son una forma de pensa- tas en Skinner, y recientemente se ha
miento ilógico...», decía Ellis (E,llis, reafirmado en ellas (Skinner, 1977). Las
1961, p. 29). razones que limitan la metodología de
4. Por último, quedarían aquellos investigación skinneriana y su propia fi-
que podríamos denominar «interaccionis- losofía de la conducta le hacen dar un
tas» y que de modo explícito utilizan en peso especial a las variables del entorno,
'
sus diseños más de un sistema de varia- de manera que las variables mentales ca-
bles de la triada clásica (Lang, 1968). recen de fuerza para explicar el cambio
Bandura, Beck y Meichenbaum podrían de conducta. Esto, a su vez, no equivale
ser algunos de sus representantes. a negar el papel que puede y debe jugar
una psicología centrada en el estudio de
Si esto puede establecerse desde el los procesos mentales, la cual puede con-
punto de vista de los procedimientos de seguir un status por derecho propio aun-
intervención, el núcleo de los procesos que circunscrita, a juicio de Skinner, a
de cambio se sitúa de un modo muy dis- un recinto epifenoménico.
tinto según los autores. En la epistemo- Wolpe, por otro lado, asegura que la
logía del cambio, debemos agrupar a El- terapia de conducta siempre fue cogni-
lis, Bandura, Beck y Meichenbaum por tiva, que las tres modalidades conduc-
considerar que no hay cambio sin que tuales —cognitiva, motora y autonómi-
se dé cierta reordenación cognitiva, al ca— se dan en la mayoría de las conduc-
menos para generar un cambio duradero tas humanas, que lo que hay que enten-
y generalizado. En Ellis se supone pre- der es que los tres tipos de fenómenos
Estudios de Psicología a.* 7 - 1981
Estudios 107
son simplemente funciones del sistema tros presupuestos epistemológicos, no es
nervioso, y que a la vez son formas de posible hablar de procedimientos de in-
conducta sometidas a las mismas leyes tervención sin referencia a una epistemo-
(Wolpe, 1978). Wolpe representa la pos- logía del cambio. Podremos darle más o
tura «fisiologizada» del conductismo menos relevancia a este aspecto de la
skinneriano y de las teorías del condicio- cuestión, pero en todo caso habremos de
namiento aplicadas a humanos. Su epis- apechugar con las consecuencias, de todo
temología del cambio se podría centrar orden, que de esta postura fundamental
fundamentalmente en una interacción en- se deriven. En este sentido, estamos cerca
tre variables fisiológicas y medio. de Skirmer al considerar el pensamiento
De todo esto podríamos concluir que como una forma de conducta pero quizás
han sido los procedimientos de interven- las características específicas de este cam-
ción, que en cada orientación se consi- po requieran una reelaboración que aún
deraban más fiables para promover el no se ha acometido adecuadamente. Una
cambio, los que en ocasiones han hecho concepción operante mediacional es el
creer que se hablaba de epistemología. objetivo de nuestras reflexiones actuales,
En realidad la interacción es la postura y aun a costa de incurrir inicialmente en
epistemológica más extendida, si bien la verbalizadones vacías de contenido ope-
disposición de «herramientas» terapéuti- racional, creemos que el proyecto merece
cas eficaces ha orientado la intervención la pena.
en una u otra dirección según su «fabri-
cante».
A nuestro juicio, la CBM se mueve VI.4. Discusión y resultados en la CBM
en un campo esencialmente empírico y
pragmático, los problemas epistemológi- En 1977 Bandura indicó que los méto-
cos son hasta cierto punto secundarios y dos de tratamiento basados conductual-
«serán las técnicas establecidas empírica- mente eran significativamente más efec-
mente y fundadas teóricamente las que tivos en producir cambios sobre medidas
serán aceptadas por el campo. [...] la objetivas y subjetivas múltiples de las
pureza de su herencia filosófica podrá funciones psicológicas que aquellos otros
ser interesante pero no de importancia métodos que descansan sobre procedi-
esencial» (Mahoney y Kazdin, 1979, pá- mientos verbales, imaginarios o vicarios
gina 1046). La necesidad o no de la mo- (Bandura, 1977 b). Es decir, que de ma-
dificación de conducta cognitiva es el nera general, los tratamientos basados
tema de un debate epistemológico re- en la ejecución eran superiores a técnicas
ciente en el que no podemos entrar más imaginarias tales como la desensibiliza-
por falta de espacio (ver Wolpe, 1976, dón sistemática, el flooding simbólico y
1978; Dedwidge, 1978, 1979; Maho- el modelado encubierto. ¿Qué pasa al
ney, 1979; Eysenck, 1979; Greenspoon comparar las técnicas verbales con las
y Lamal, 1978; Locke, 1979; Mahoney que usan de modo especial las imágenes?
y Kazdin, 1979; Meichenbaum, 1979; Di Loreto, en 1971, en un trabajo bien
Observer, 1978; Wilson, 1978; Skin- diseñado, encontró que la desensibiliza-
ner, 1977; Meichenbaum y Cameron, ción sistemática era más efectiva que la
1980). RET para clientes con ansiedad interper-
Nosotros sometemos la interpretación sonal. En cambio la RET aumentó la
de este problema a las propias leyes de autoestima personal en las interacciones.
interacción que conocemos. Es decir, la El coping parece ser un factor crítico en
epistemología del cambio y los instru- la eficacia de las terapias. Pero de nuevo
mentos utilizados para favorecerlo van in- el coping participante, como es el caso
disolublemente unidos. Si la selección e del modelado de ejecución, es superior
interpretación de los datos de la expe- al coping imaginario, como pueda ser el
rienda están íntimamente ligadas a nues- modelado encubierto. Así lo han demos-
Estudios de Psicología n.° 7 - 1981
108 Estudios
trado Thase y Moss en 1976 en conducta de asertividad, Goldfried (1977, 1979),
fóbica. En un trabajo reciente de Em- Heppner (1978) y Lange y Jakubowski
melkamp (Emmelkamp et al., 1980), so- (1976) en la ansiedad, Kendall y Finch
bre el tratamiento de la conducta obse- (1979) en impulsividad y Rook y Ham-
sivo-compulsiva, el entrenamiento en men (1977) en disfunciones sexuales.
autoinstrucción no mejoró en nada la La revisión general de Hollon y Kendall
eficacia del método de exposición. En (1979) hace un pormenorizado examen
otro trabajo del mismo autor de 1978, de estos extremos.
la exposición prolongada «in vivo» fue Volviendo al campo de la depresión,
muy superior a la técnica de reestructu- los resultados más espectaculares se die-
ración cognitiva directa en un grupo de ron al comprobar la superioridad de la
agorafóbicos, produciendo a su vez una aproximación CBM sobre la farmacote-
reestructuración más rápida y eficaz (ver rapia en poblaciones con depresión grave
también Ellis, 1979). Parece, por tanto, (Rush, Beck, Kovacs y Hollon, 1977).
que en el tratamiento de las conductas En este caso, la diferencia más notable se
con base en la ansiedad interpersonal, de estableció en el porcentaje de recaídas,
las fóbicas y de las obsesivo-compulsivas, ya que los procedimientos de Beck «in-
la exposición es un ingrediente aconseja- cluyen experiencias de aprendizaje alta-
ble. Pero, ¿qué pasa en una conducta mente específicas, que proveen al pacien-
como la depresiva en donde las distorsio- te de estrategias para combatir los fac-
nes cognitivas parecen ser más claras y tores psicológicos que le predisponen a
extensas? la depresión» (Rush, Beck, Kovacs y
Taylor y Marshall (1977) encontraron Hollon, 1977, p. 35).
que la CBM (basada en Beck, 1967, En resumen, los procedimientos de in-
1976, 1979) era superior a procedimien- tervención de la CBM parecen ofrecer
tos exclusivamente conductuales (basa- un campo prometedor. Nuestra experien-
dos en Lewinsohn, 1979), y a otros es- cia personal en el uso de estos procedi-
trictamente cognitivos, en sujetos depre- mientos también se inclina a su favor.
sivos voluntarios. Sus resultados coinci- Pero quedan muchas cuestiones prácticas
den con los encontrados por Shaw y teóricas por resolver. ¿Cuáles son los
(1977). Fuchs y Rehm (1977) encontra- factores determinantes de la generaliza-
ron igualmente que la combinación de ción y el mantenimiento del cambio?
técnicas conductuales y cognitivas (basa- ¿Qué factores inciden, y cómo podemos
das en el modelo de autocontrol de alterarlos, en el procesamiento inadecua-
Relun, 1977), daban mejores resultados do de la información?, ¿cómo deben se-
que otras técnicas de control no específi- cuenciarse las distintas técnicas de inter-
cas y que los sujetos de la lista de espera. vención en cada caso?, ¿son factores
Rehm, Fuchs, Roth, Kornblith y Roman aislados, o una combinación de ellos los
(1975) comprobaron que el mismo mé- que determinan el cambio?, ¿es siempre
todo era superior al ofrecido a un grupo preciso un cambio de conducta manifies-
con entrenamiento en habilidades socia- ta para conseguir un cambio terapéuti-
les. En definitiva, hay evidencia de la co?, ¿qué papel juega la intervención
eficacia de los procedimientos de la CBM verbal, fuera de promover a la acción o
en pacientes depresivos externos no bipo- a la exposición, en el cambio terapéuti-
lares (Hollon y Beck, 1979). co?, ¿cómo se pasa del aprendizaje vo-
Pero la eficacia de los procedimientos luntario al sobreaprendizaje o conducta
cognitivo-conductuales también se va ex- inconsciente?, si la intervención directa
tendiendo a las poblaciones clínicas. Mar- sobre la conducta manifiesta es el mejor
latt y Gordon (en prensa) lo han presen- modo de producir cambios cognitivos,
tado en bebedores, Turk, Meichenbaum ¿en qué casos, cuándo, cómo y por qué
y Genest (1980) en el dolor transitorio hemos de intervenir con técnicas cogni-
o crónico, Linehan (1979) en problemas tivas?, etc., etc.
Estudios de Psicología a.* 7 - 1981
Estudios 109
A pesar de los muchos problemas aún perimental. Si bien estas investigaciones
pendientes, la CBM ha logrado en la úl- se han centrado especialmente en las con-
tima década una notable aproximación diciones del cambio, el trabajo clínico y
integradora al llegar a establecer proce- experimental futuro apunta hacia un aná-
dimientos de intervención eficaces en va- lisis más extenso y profundo acerca del
rias áreas de aplicación. También han sur- mantenimiento del cambio y su genera-
gido teorías de requerimiento (Bandura, lización, así como a la construcción y
1977b; Meichenbaum, 1977), con lo valoración experimental de instrumentos
que se ha enriquecido considerablemente de evaluación conductual-cognitivos.
una síntesis teorética con sólida base ex-

Resumen
En esta revisión, que alcanza hasta finales del 80, se efectúa un repaso
de la literatura más relevante en el campo de la CBM. Tras un análisis de los
problemas generales de la corriente c-onductista que han facilitado su apari-
ción así como de otras influencias específicas y de su conexión con diversos
sistemas de terapia, se pasa a una breve exposición de los principales proce-
dimientos de intervención terapéutica. Las teorías de «requerimiento» del
cambio y el estudio de su epistemología apuntan a un núcleo «interaccionista»
en la mayoría de los procedimientos. La necesidad de una concepción operante
mediacional en humanos y la discusión de los resultados en los procedimien-
tos de la CBM cierran el estudio.

Summary
In this review which reaches the end of 1980 a surny of the most
relevant published works on the field of the CMB has been made. Af ter an
analysis of the general problems of the behaviorist corrent which have favo-
rised the apparition of the CM:B, besides other more specific influences and
of its relationships with several systems of therapy is made a brief explana-
tion of the most important procedures of therapeutic intervention. The
theories of «requirement» of change sud the study of its epysthemology are
pointing towards an «interactionist» nucleus in the main part of the proce-
dures. The need of an operative mediational conception on human beings
and the discussion of the resulta on the GMB procedures close ibis study.

Resumé
Dans cet etude que arrive jusqu'an la fin du 1980, on réalise une revisión
a la literature plus relevé du clamp de la CBM. Aprés une analyse des
problemes generaux du mouvément behaviorisme qui ont falicité l'aparition
de la CBM, ainsi que des autres infiuences plus specifiques et de sa liaison
avec divers systemes de therapie, on pase a une bref description des prin-
cipales procédés de intervention therapeutique. Les teories de «requisition»
du changement et l'etude de se epistemologie signalent sur une noyeau
«interaccioniste» dans la plus part des procédés. Avec le besoin d'une con-
ception operante mediationel dans les humanies et la discussion des resultats
des procedas de la Cl3M on finalise l'etude.
Estudias de Psicología n.." 7 - 1981

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