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Agustina Ferro

Agustina Macaluso
Emanuela Martin
Fernando Paván
Guillermo Ghirelli
JulianaTesta
María Fernanda de Dávila
Romina Fernandez
Susana Villalobos
Yanina Roslan Angeloni

Ficha del texto: Subjetivación discontinua y psicoanálisis- Incertidumbres y certezas.


Prefacio y Cap.1.
Autora: Janine Puget

Ideas principales
El objetivo de la autora es poder brindar algunas herramientas que nos permitan
potenciar los espacios relacionales en los que vivimos y ahondar en lo “aletargado” y
lo no conocido que cada uno de nosotros pueda tener.
Plantea que las certezas debieran ser efímeras, ya que si esto no sucede se
convierten en barreras para el conocimiento del y los otros. Sólo por medio del
cuestionamiento podremos enriquecer nuestras prácticas cotidianas.
La autora reflexiona sobre un cambio respecto de la conceptualización psicoanalítica
del vínculo. Propone pensar en el camino hacia un psicoanálisis vincular. Realiza un
recorrido que explica su nueva forma de conceptualizar lo vincular y cómo debieron
pensarse nuevos conceptos que den cuenta de la especificidad de este campo.
El pasado no puede pensarse en el ayer, piensa desde la discontinuidad entre pasado
y presente. Crean junto a Berenstein un nuevo modelo dándole al concepto del
vínculo y a la constitución subjetiva en el devenir un significado propio. Para ello se
pensaron innovaciones técnicas, incorporando la noción de dispositivo en la clínica,
que fue reemplazando la noción de encuadre.

Desarrollo
En primer lugar, rompe con la idea de lo que es el vínculo pensándolo en la relación
de un yo con otro yo, remarcando la importancia del ENTRE. Para pensar lo que
sucede entre dos o más sujetos, había que ir más allá de la concepción freudiana, ya
que en esta teoría no parecía haber lugar para un otro alter sujeto del vínculo que
pudiera convivir con ese otro objeto. Se confundía representación y presentación, es
decir, lo que implica hablar de un representante del ausente y lo que implica hablar
entre dos o más presentes.
Inicialmente toman conceptos de otros autores como Pichon Rivière, Bleger y Amati.
La diferencia en la teoría del vínculo de Puget y Berenstein es que cuestionan la
noción de representación para hablar de los “efectos del presente”. Estos efectos
dependen del hoy, de la situación que se va creando.

Las diferencias requieren nuevas formulaciones. Hablaron de un objeto único,


empezaron a considerar lo vincular como un despliegue más complejo que la
concepción de aparato psíquico singular, explicando y dándole mayor complejidad,
llegando a la comprensión de que eran entidades que tenían su propia especificidad.
Una lógica tiene que ver con lo singular y otra con lo que hace a las relaciones entre
dos o más.
Plantean que la subjetividad acontece en distintos espacios, cada uno de ellos tiene
sus propios mecanismos y su propia lógica. Ya resultaba corto pensar desde una
concepción evolucionista, se trataba de pensar que cada uno se concibe a su manera
y lo que es más, conviven en un mismo espacio y lugar. De ahí nació la idea de que
lógicas y espacios superpuestos están conectados por discontinuidades que
imposibilitan articulaciones armoniosas. Se constituye un nuevo vocabulario vincular.
Se necesitaba para esto diferenciar la lógica psíquica singular, la del Uno de lo que
se produce a partir de un entre dos ineludible, la lógica del Dos. De ahí surge en su
forma actual el concepto de vínculo, inaugurando el marco teórico de la vincularidad.
Al irse confirmando la particularidad de lo vincular fue posible vislumbrar la
complejidad de las zonas de intercambio. El psicoanálisis vincular escucha cuando la
potencialidad del entre produce una experiencia, la de ir siendo entre otros, ir
haciendo entre dos o más otros, e ir habitando diversos espacios.
El desconcierto, la sorpresa y la curiosidad hacen al trabajo vincular. Las experiencias
no se repiten, por ende, las ya conocidas no contribuyen con ese hacer diario que
cuestiona lo conocido. Impone valores, formas de pensar, lenguajes, suscita conflictos
propios de esta relación y no de otra.
El descubrimiento de los signos propios de la vincularidad produjo consecuencias en
la forma de intervenir. El saber escuchar introdujo una nueva puntuación en los
relatos. En la lógica del Uno quedaba por fuera de la comprensión analítica lo que
concierne al tema de la subjetividad social, por ejemplo. La clínica vincular no se
ajusta a los patrones instituidos. Cada dispositivo tiene una mecánica propia.
Aparece también la dimensión institucional, como la posibilidad de pertenecer y
habitar conjuntos, con la ilusión de durabilidad, de que su pertenencia les asegurará
un lugar en cuanto seres sociales. La ilusión de los contratos pensados como
inamovibles y armoniosos, sin poder pensar que las diferencias y las lógicas del
intercambio pueden pensarse positivamente.
Se da lugar a la noción de responsabilidad en la situación analítica. Analista y
analizados son responsables de lo que van haciendo juntos, y el analista en particular
de los aspectos del acontecer de la sesión que elige para decidir cuándo y cómo
intervenir.
Finalmente da lugar a pensar las relaciones entre diversas disciplinas. La relación
entre territorios de sentido diferentes se estanca, perdiendo y dificultando todo
intercambio, o la discontinuidad enriquecedora. Se producen deslizamientos de
sentido al trasladar conceptos de un campo científico a otro, lo cual puede acarrear
su vaciamiento.
Pensares del grupo
Reflexionamos respecto a la incorporación del concepto de dispositivo de Foucault,
destacando la diferencia con el encuadre, para priorizar así la idea y la posibilidad de
dar lugar al encuentro con lo nuevo.
De allí la importancia de la dimensión ética de la responsabilidad. Nos importa lo que
le pasa al otro, la posibilidad de estar ahí con el otro de manera responsable, no de
forma obligada y conformista, uno puede dejarse afectar por el otro.
Una compañera trae a colación el texto de Enrique Dussel y recuerda el ejemplo de
cómo uno en el afán de relacionarse con el otro, puede también anularlo, sin
reconocer su alteridad.
Tratamos la idea planteada por la autora sobre potenciar los espacios relacionales en
los que vivimos y pensamos en ejemplos prácticos de nuestra intervención
profesional.
Por ejemplo, ¿Podemos hablar de re vincular? ¿Cómo nombrar ese vínculo que se
instituye en los Juzgados? Pensamos en la obligación y en el impacto de hacer que
un vínculo funcione como parte del derecho de comunicar. Pensar la forma en que
conceptualizamos: ¿qué es re vincular? ¿Qué es la comunicación? ¿A quién se re
vincula? ¿el derecho de quién? La re vinculación no existe, lo que ya pasó no se
puede re editar. ¿Podemos pensar en algún término alternativo? ¿Cuál?
Tener en cuenta las características y particularidades específicas de cada encuentro,
¿qué hace al encuentro? ¿qué condiciones hacen posible o no el encuentro? ¿Qué
vínculo hace una familia? Hay un afán institucional por reunificar. La búsqueda de la
armonía como ficción. Para que “se unan”, en realidad debería pensarse en un vínculo
posible. Y allí emerge nuevamente su dimensión ética: Construir vínculos con la
presencia del otro. Una compañera señala los múltiples temas relacionados con la
ética de los vínculos como son: los sentimientos de culpa, cómo nos involucramos o
nos implicamos en los vínculos, cómo sentimos responsabilidad de la presencia de
los otros.
Finalmente, se habla sobre el surgimiento de nuevas subjetividades, por ejemplo, en
el trabajo con los padres de hijos trans. La importancia de separarse de los propios
prejuicios, cuestionar nuestros conceptos y formas de pensar. Dejarnos atravesar y
conmover por lo novedoso. Incorporar los gerundios: “vamos siendo”, en ese devenir
con y entre otros.

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