Este resumen describe el cuento infantil "Peter Pan" de J.M. Barrie. En el cuento, Peter Pan llega a la casa de los niños Darling mientras sus padres están fuera. Con la ayuda del hada Campanilla, Peter busca su sombra, la cual había perdido. Después de encontrar su sombra en uno de los cajones, Peter se olvida de liberar a Campanilla, quien había quedado atrapada en el mismo cajón.
0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
37 vistas2 páginas
Este resumen describe el cuento infantil "Peter Pan" de J.M. Barrie. En el cuento, Peter Pan llega a la casa de los niños Darling mientras sus padres están fuera. Con la ayuda del hada Campanilla, Peter busca su sombra, la cual había perdido. Después de encontrar su sombra en uno de los cajones, Peter se olvida de liberar a Campanilla, quien había quedado atrapada en el mismo cajón.
Este resumen describe el cuento infantil "Peter Pan" de J.M. Barrie. En el cuento, Peter Pan llega a la casa de los niños Darling mientras sus padres están fuera. Con la ayuda del hada Campanilla, Peter busca su sombra, la cual había perdido. Después de encontrar su sombra en uno de los cajones, Peter se olvida de liberar a Campanilla, quien había quedado atrapada en el mismo cajón.
Este resumen describe el cuento infantil "Peter Pan" de J.M. Barrie. En el cuento, Peter Pan llega a la casa de los niños Darling mientras sus padres están fuera. Con la ayuda del hada Campanilla, Peter busca su sombra, la cual había perdido. Después de encontrar su sombra en uno de los cajones, Peter se olvida de liberar a Campanilla, quien había quedado atrapada en el mismo cajón.
realmente amigas de Peter, el cual tiene la traviesa costumbre de acercarse sigilosamente por detrás y tratar de apagarlas de un soplido, pero como les gusta tanto divertirse, esta noche se pusieron de su parte y estaban deseando que los mayores se quitaran de en medio. De modo que en cuanto la puerta del 27 se cerró tras el señor y la señora Darling hubo una conmoción en el firmamento y la más pequeña de todas las estrellas de la Vía Láctea gritó: —¡Ahora, Peter! 3. ¡Vámonos, Vámonos! Durante un rato después de que el señor y la señora Darling se fueran de la casa, las lamparillas que estaban junto a las camas de los tres niños siguieron ardiendo alegremente. Eran unas lamparillas encantadoras y habría sido de desear que pudieran haberse mantenido despiertas para ver a Peter, pero la lamparilla de Wendy parpadeó y soltó un bostezo tal que las otras dos también bostezaron y antes de cerrar la boca las tres se habían apagado. Ahora había otra luz en la habitación, mil veces más brillante que las lamparillas y en el tiempo que hemos tardado en decirlo, ya ha estado en todos los cajones del cuarto de los niños, buscando la sombra de Peter, ha revuelto el armario y ha sacado todos los bolsillos. En realidad no era una luz: creaba esta luminosidad porque volaba de un lado a otro a gran velocidad, pero cuando se detenía un segundo se veía que era un hada, de apenas un palmo de altura, pero todavía en etapa de crecimiento. Era una muchacha llamada Campanilla, primorosamente vestida con una hoja, de corte bajo y cuadrado, a través de la cual se podía ver muy bien su figura. Tenía una ligera tendencia a engordar. Un momento después de la entrada del hada la ventana se abrió de golpe por el soplido de las estrellitas y Peter se dejó caer dentro. Había llevado a Campanilla parte del camino y todavía tenía la mano manchada de polvillo de hada. —Campanilla —llamó en voz baja, tras asegurarse de que los niños estaban dormidos—. Campanilla, ¿dónde estás? En ese momento estaba en un jarro, disfrutando de lo lindo: no había estado en un jarro en su vida. —Vamos, sal de ese jarro y dime, ¿sabes dónde han puesto mi sombra? Un tintineo maravilloso como de campanas doradas le contestó. Ese es el lenguaje de las hadas. Los niños normales no lo oís nunca, pero si lo pudierais oír os daríais cuenta de que ya lo habíais oído en otra ocasión. Campanilla dijo que la sombra estaba en la caja grande. Quería decir la cómoda y Peter se lanzó sobre los cajones, tirando lo que contenían al suelo con las dos manos, del mismo modo en que los reyes lanzan monedas a la muchedumbre. Al poco ya había recuperado su sombra y con el entusiasmo se olvidó de que había dejado a Campanilla encerrada en el cajón. Lo único que pensaba, aunque no creo que pensara jamás, era que su sombra y él,