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ENTREVISTA Samanta Schweblin
ENTREVISTA Samanta Schweblin
https://elpais.com/cultura/2018/10/24/actualidad/1540396940_059247.html
Cultura
JORGE MORLA
Madrid - 25 OCT 2018 - 23:27 CEST
A Samanta Schweblin (Buenos Aires, 1978) se le da bien poner precio a las cosas. Por
ejemplo, para los talleres de literatura que imparte en Berlín —ciudad en la que vive
desde 2012—, lo tiene claro: “El precio medio entre ir al gimnasio e ir al psicoanalista”. A
su última criatura, los kentukis protagonistas de su novela homónima —la primera desde
su hit de 2015 Distancia de rescate, nominada al premio Man Booker—, los tasa en 279
dólares.
Y bien, ¿qué son los kentukis, esas criaturas artificiales que permean todos los rincones
de su segunda novela? “Algo a medio camino entre un teléfono y un peluche”, describe la
autora. Como si fuera la evolución de un furby, lo que distingue al kentuki de otros
EL PAÍS
peluches, y lo que le da a Schweblin la herramienta perfecta para señalar muchos de los
males (y bienes) de la sociedad hipertecnologizada en la que de repente estamos
inmersos, es que además del “amo” del muñeco aquí interviene el muñeco mismo: alguien
anónimo maneja el juguete a distanciadesde una tableta que puede estar al otro lado del
mundo. Un futuro distópico sugerente pero a la vez pasmosamente posible, como un
episodio (de los buenos) de Black Mirror convertido en literatura.
“Me fascina cómo la gente se toma la novela como algo de ciencia ficción, cuando todo lo
que sale puede ser real, la tecnología ya existe”, confiesa. “El ejercicio de Kentukis en
todas sus historias es disparar los interrogantes que tienen que ver con los límites de esas
tecnologías. ¿Hasta qué punto es o no legal, moral, correcto?” Preguntas que son zonas
móviles en las distintas sociedades del mundo, zonas de conflicto. “Terrenos inhóspitos.”
“Las tecnologías han cambiado ya todas las artes. Música, cine, teatro… ¡y lo ha hecho para
bien! Ha hecho una herramienta más preciosa, exquisita y sensitiva”, exclama Schweblin
sobre la irrupción de la tecnología en la cultura. Aunque se pone a sí misma un pero: “En
el único lugar que no pudo meterse es en la literatura. Creo que como sociedad es de vital
importancia tener un espacio donde funcione la ficción. Me parece algo curativo,
ordenador, el espacio en que nos pensamos, nos probamos como individuos y volvemos
a nuestra vida ilesos y con una información vital”. Eso son los kentukis, y eso es su novela.
La misma experiencia, afortunadamente, por bastante menos de 279 dólares.