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Departamento de Ciencias Históricas

Facultad de Filosofía y Humanidades


Universidad de Chile

Aproximación al problema aymará en la industria del salitre:


ecología humana, resistencia cultural y violencia étnica 1880-1920

Alfredo Gómez Alcorta

Santiago – Chile
1998

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“ Ellos también, creados en el fondo del oasis, ajenos al movimiento del mundo,
sentíanse peruanos de corazón y abrigaban esa secreta aversión a todo lo
chileno, que no siempre logran disimular los nietos de Manco Capac.

Pedro emigró pronto, a ejemplo de todos sus compañeros del oasis en que la
juventud masculina no tiene actividades en que ejercitarse. Emigró para
incorporarse al personal de una oficina administrada por un lejano pariente de
su madre, tarapaqueño como él y de la cepa del norte. Un galope de cuatro
horas le dejó en la estación del ferrocarril, muy de mañana todavía (había salido
de madrigada acompañado de un propio) y a la tarde llegaba al
establecimiento, donde debía empezar, desde el día siguiente, a desempeñar
las importantes funciones de pasatiempo. Trabajo no poco le costó
acostumbrarse a su nuevo género de vida. En el oasis se hablaba de la Pampa
como de cosa conocida y familiar, pero jamás se le ocurrió a él que se tratase
de algo tan triste y horrible”.

Extraído de la novela La Pampa Trágica de Víctor Domingo Silva.

“Ha llegado el Capellán a la mísera aldea de Guallatire, al pie mismo del Volcán
donde viven los indios del norte. Constituyen la aldea, hasta cincuenta casonas
de adobe que se arrebuja bajo la torre parroquial. Un arroyuelo, con
pretensiones de río, pasa por un costado y, después de cruzar bofedales y
llanos, va a desembocar en el Lauca. El Gobierno de Chile tiene bajo su
bandera a esos pueblos seminómadas, de rudimentaria civilización, lo ha
colocado bajo sus leyes soberanas, les ha enviado sus magistrados, maestros y
capellanos que les visten, en la palabra, les ha inyectado un soplo de vida.
Hace como de jefe, Cayetano Colque, que es de pura ascendencia aymará:
cobrizo, de pómulos fuertes, negrísimo cabellos y ojos un tanto oblicuos.
Colque ha ido a la cabeza de los suyos, a recibir al que viene enviado por el
Obispo Castrense. [...] Colque cuenta su historia: era un indiecito semisalvaje
que vivía entre los bofedales en una vida de bestia; el Gobierno lo tomo bajo su
protección. El Subdelegado Streter Vicuña, antiguo oficial del Ministerio, con
una paciencia admirable, le enseñó los rudimentos de la lectura, algo de
geografía y, junto con un grupo de serranos, lo educó para la vida, abriéndole
las puertas de la civilización. Colque ha quedado, por eso mismo, nombrado
jefe; sabe leer correctamente, conoce las leyes de la patria y hasta recibe los
diarios de Arica, que aunque fiambres y con meses de atraso, constituyen el
único contacto que tienen con la civilización. Ha implantado en su gente hábitos
rudimentarios de higiene y de limpieza y ahuyentó para siempre a los antiguos
“meicos”, especie de brujos, hirvientes de superticiones, que medraban con la
ignorancia de la pobre gente. Cuando se haga el recuento de los operarios
chilenos que trabajaron en dignificar y levantar al indígena de la sierra, figurará
el nombre de Streeter como uno de los hombres abnegados y silenciosos que
la Patria destacó, junto con los capellanos y aquellos magistrados heroicos que
han sembrado el bien y la verdad sin esperar recompensa”.

Extraído de la obra Por la Pampa Adusta, relatos del Capellán de División Julio T.
Ramírez, editado en Santiago por la Imprenta San José, en 1927

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Aproximación al problema aymará en la industria del salitre: ecología
humana, resistencia cultural y violencia étnica 1880-19201

Alfredo Gómez Alcorta2

Presentación

Este estudio es una aproximación hacia la problemática de las comunidades


andinas, fundamentalmente la aymará, situadas en las regiones de Tarapacá y
Atacama, en el periodo de 1880 a 1920; coyuntura del desarrollo de la economía
industrial en torno al salitre, oportunidad en que irrumpió el capitalismo industrial
europeo en la región, concretamente después de la guerra 1879, rompiendo los
viejos lazos mercantilistas del viejo orden de impronta colonial.

Este panorama de transformaciones lleva a ajustes de las comunidades andinas


de sus estructuras y relaciones económico-productivas establecidas durante el
contexto colonial precedente; en un proceso de adecuación al panorama
multicultural y económico-administrativo poderosamente normado, antes, por el
Estado colonial, y más tarde, por la emergencia de los Estados republicanos. De la
llegada de nuevas prácticas económicas y nuevas relaciones políticas surgen en
el transcurso del siglo XIX nuevas formas de relaciones con el medio geográfico y
otras modalidades de asentamiento industrial que se desarrollan a la par con
extensas redes de intercambio cuyo fundamento lo encontramos en la economía
tradicional andina como en el surgimiento de importaciones para el mercado de
consumo interno de la industria salitrera.

Nuestra premisa es que el mundo andino constituye un ambiente cultural en el que


se circunscribe las etnias aymará como atacameña; es un espacio cultural-
ecogeográfico, valga la redundancia donde se recrea un escenario de procesos de
larga duración, tal como lo propuesto por John Murra3, en una presunta
“andinidad“. Aquí nace nuestra propuesta de que, por una parte, son
fundamentales las relaciones de las comunidades andinas con su espacio
geográfico, tanto porque a él se fundan múltiples adaptaciones económicas en la
que se basan las sociedades agrícolas andinas, tanto porque son esas
expresiones de ecología humana las que pugnan por su permanencia en el
tiempo, “andinidad”, terminando por infiltrar las adaptaciones de la economía
industrial de impronta liberal, sus relaciones productivas, sus códigos culturales y
sus vínculos sociales, posibilitando una resistencia efectiva y su permanencia en

1 Trabajo realizado en el Seminario “Historia de Chile Siglos XIX y XX”, dictado por el profesor
Gabriel Salazar. Departamento de Ciencias Históricas, Facultad de Filosofía y Humanidades, 1998.
2 Licenciado en Historia. Departamento de Ciencias Históricas de la Facultad de Filosofía y
Humanidades de la Universidad de Chile. Editor del Departamento de Investigaciones Pedagógicas
de la Editorial Santillana del Pacífico S.A.
3 John Murra Formaciones Económicas y Políticas del Mundo Andino. Instituto de Estudios
Peruanos, 1975. Lima, Perú.

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el tiempo. Este problema encierra la sutil cuestión del conflicto étnico-cultural, que,
fundamentalmente, se expresa en una resistencia permanente y efectiva, sino una
recreación y fortalecimiento de la identidad étnica andina.

I. COMUNIDADES ANDINAS, ESCENARIO BIOGEOGRÁFICO E IDENTIDAD


ÉTNICA

La “andinidad” aymará y atacameña subsiste en el marco de 400 años de


administración y control social colonial, además de imposiciones tributarias y
reubicaciones (esquema urbano toledano) que trastocaron los vínculos
económico-sociales de finalidad productiva. Así todo, las comunidades andinas
reformularon sus estructuras productivas y sus relaciones económicas bajo las
nuevas condiciones determinadas por la presencia del estado colonial y su carga
impositiva que a la postre significaba tanto la adquisición de productos agrícolas y
fuerza de trabajo que el contexto colonial no podía proveerse, así como
transformar al indigenado en un mercado de consumo, con lo que les
transformaba en eje del mercado colonial y pieza clave para la economía
mercantilista. Pese a todo, la aparente continuidad con sus esquemas culturales
tiene relación con la mantención de sus actividades tradicionales de subsistencia,
así como de las relaciones étnico-productiva de larga data basadas en su
movilidad y complementaridad. Es que la “andinidad” de atacameños y aymará,
tiene que ver con un marco general y cosmovisual fundado en el escenario andino;
con los es quemas de reproducción social de sus cánones culturales, ya sea en
movimientos de resignificación o revitalización cultural, sino en procesos de
etnogénesis que se vienen sucediendo desde los siglos coloniales, determinados
por las vicisitudes que fue imponiendo la administración colonial a las
comunidades andinas.

Aquello que denominamos “resistencia cultural” sobrepasa el mero activismo por


imposiciones fiscales o por la hegemonía cultural de lo emergentes Estados-
Nación en el siglo XIX; es la continuidad de parámetros culturales que revisten a
las culturas andinas del éxito de adaptación cultural logrado por miles de años de
experiencia y sustentabilidad económica en un escenario geográfico muchas
veces violento y estéril para visitantes occidentales. Del mismo modo, “resistencia
cultural” es el éxito de la reproducción social del acervo atacameño y aymará, que
aún subsiste a pesar de 500 años de intento de aculturación sistemática y
asimilación cultural programada por los Estados modernos.

La llamada “violencia étnica” constituye para nosotros una práctica sistemática de


coerción social y cultural sobre las comunidades indígenas. Su práctica no solo se
limita al contexto colonial, bajo una sociedad jerarquizada y fuertemente
estamentalizada, también se muestra en el surgimiento de los estados-nación en
América. Así, para los nuevos estados criollos, siempre fue un objetivo, no muy
disimulado, la apropiación de los espacios productivos hasta entonces de
propiedad étnica. En un lento proceso de irrupción en el territorio de los Estado-
Nación, el que aprovecha la circunstancias de vulnerabilidad de las comunidades

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indígenas, esencialmente en el campo de las relaciones interétnicas, las que se
replantearán y serán condicionadas por el surgimiento y consolidación de los
nuevos estados-nación, dentro de los procesos de construcción del siglo XIX
(Bechis, 1992:85)4.

Así observamos que los aymarás solo reciben nuevos depredadores ante el
Estado-Nación peruano y boliviano. Ellos representan un nuevo esquema de
relaciones entre el estado criollo y los indígenas. Por una parte se reconstituye
una cultura hegemónica desde el estado criollo, el que, a la vez, ampara la
competencia económica y por espacios productivos y la violencia étnica5.

Las áreas de Tarapacá y Atacama consideradas en este trabajo (área andina submeridional).

Estas nuevas relaciones con la cultura occidental significan el reforzamiento de la


identidad Aymará ante nuevas categorías sociales de autoreferencia para hacia
comunidades indígenas, esencialmente inclusión/exclusión6. Eso representa un
panorama de identidades que va constituyendo categorías de etnicidad-oposición
y diferenciación de grupos con características culturales diferentes7. Este es el

4 “Instrumentos para el Estudio de las Relaciones Interétnicas en el Periodo Formativo y de


Consolidación de los Estados Nacionales”. en Etnicidad e Identidad. Hidalgo, C. y Tamargo. 1992
pág. 82-108. Centro Editor de América latina. Buenos Aires, Argentina.
5Ibid. (Bequis, 1992)
6 Tamargo, Liliana “La Construcción Social de la identidad Étnica”. Cuadernos de Antropología.
U.N.L.EUDEBA. 1987. Pág. 58. Buenos Aires, Argentina.
7 Bechis, Martha Interethnic Relations During the Period of Nation-State Formation in Chile and
Argentina: From Sovereing to Ethnic. New School Research Graduate Faculty. New York. U.N.I.
Publication N° 8409728. 1984. U.S.A.

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principio permanente de “alteridad” cultural y étnica que ejercitan los estado
nacionales en contra las comunidades indígenas.

La modernidad que va a extenderse desde la pampa salitrera hacia el mundo


altoandino lleva consigo la irrupción de la hegemonía social de los estados
nacionales del XIX; una identidad cultural ficticia que nace de la construcción de
un colectivo nacional, un “nosotros”, al que las relaciones sociales étnicas le son
funcionales en cuanto a la generación de centros productivos agrícolas, dejando
un espacio para su producción social. Se deconstruye el sentido de multietnicidad
estamental de la sociedad colonial por el de la competencia violenta y el racismo
del XIX, el que se ejercita mediante el colonialismo.

El proceso hegemónico se precipita sobre el altiplano y toma ribetes de lucha


cultural dentro del estado nación, en que su organización social de bases más
comunitarias e igualitarias se transgrede por la percepción de una sociedad
estructurada por clases sociales y prejuicios culturales occidentales. Así la
etnicidad será un principio de discriminación desde el sector culturalmente
hegemónico dentro de la sociedad nacional, predominando en la mentalidad la
“alteridad” de base cultural y étnica como percepción social. Así, el proceso de
expansión del estado-nación es la promoción de la identidad nacional, junto con
sus relaciones sociales jerarquizadas, ante los nuevos actores políticos
vinculados al estado y a la administración de la violencia proveniente desde sus
ejércitos.

Las comunidades indígenas también se adscriben a la “frontera bárbara”, no solo


dibujada para el mundo mapuche8; también se muestra en la expansión del
Estado-Nación peruano, y luego del chileno en el territorio, ambos que poseen
como denominadores comunes el proceso de alterización (espacios sociales) y el
forjamiento de vida de frontera con exclusión mutua, como también de
coexistencia y dependencia económica. Este panorama de exclusiones es real y
constituye el yunque de la construcción de grupos ante el ejercicio sistemático de
la hegemonía cultural (cultural e ideológica) junto a prácticas de dominación
mediante la persuasión de la adopción de la nueva nación y su inclusión, todo
mediante la propuesta de privilegios Cacicales a los dirigentes étnicos. De aquí
que la supuesta “elección” por comunidades de nacionalidades, sea algo bastante
ficticio9.

El mundo aymará en relación con la industria del salitre es solo un capítulo donde
se muestran los procesos aludidos. En el espacio cronológico de nuestra
búsqueda se vislumbran procesos de relevancia 1) el desarrollo de la industria del
salitre en la extensión de la depresión intermedia, unto con el desarrollo de un

8 Bengoa, José Historia del Pueblo Mapuche Siglo XIX y XX. Ediciones Sur. 1987. Colección de
Estudios Históricos. Santiago, Chile.
9 Martínez, José Luís “Relaciones y Negociaciones entre las Sociedades Indígenas de la Región
Atacameña y el Estado y la Sociedad Chilenos”. Proposiciones N° 24. 1994 pp. 201-207.

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complejo urbano industrial que permitirá el asentamiento permanente de
comunidades trabajadoras que serán sumergidas en un proceso de proletarización
industrial, desconocido hasta entonces en Chile a esa escala; 2) La ampliación de
relaciones económica de producción e intercambio comercial. Las comunidades
aymarás participarán de esta situación mediante su constitución como centros
productivos agrícolas , que hacia 1855 se especializaba en la alfalfa, principal
recursos para los mulares que constituía el medio de transporte para las miles de
carretas de caliche; 3) El desarrollo sucesivo de espectros culturales sobre las
comunidades andinas, a saber, la influencia de las estructuras sociales imperante
por el capitalismo industrial, y posteriormente, la imposición férrea del estado-
nación chileno. Ambos tienen como denominadores comunes la pugna por los
espacios productivos y recursos de posesión étnica, para luego terminar por la
imposición cultural. El cambio es que ante el panorama de las relaciones industria
salitrera-comunidades indígenas, estos últimos representaban recursos y mano
obra, en tanto la relación estado nación chileno-comunidades indígenas, encierra
un conflicto de imposición cultural y adopción de nacionalidades, más bien
expresado en sentido individual (el ciudadano, el elemento traidor, etc.).

Nuestra búsqueda se realizará en tres niveles: a) el sentido de adaptación cultural


y ecología humana en el mundo andino, b) el reconocimiento de la resistencia
cultural, modos de participación del Aymará en el mundo del salitre y
consecuencias económicas del mismo en las comunidades, c) violencia étnica,
expresado en el cambio de nacionalidades y exigencia culturales impuestas a las
comunidades por el Estado-Nación chileno.

II. EL ESCENARIO: DESDE LOS ANDES A LA PAMPA

Características bioclimáticas y regiones ecológicas: su significación en la


economía andina

Estudios como los desarrollados por Francesco di Castri (Di Castri; 1982) han
arrojado el reconocimiento de seis zonas bioclimáticas y quince regiones
ecológicas, donde son consideradas las condiciones climáticas junto al sustrato
geológico, además de observar el desarrollo de diferentes comunidades vivas (
animales y vegetales ), además del reconocimiento de diversos factores
antrópicos que inciden en ellas. Se reconoce primeramente la denominación de
"zona de tendencia desértica”, dado a la escasa incidencia de las influencias
oceánicas por las fuertes influencias continentales, además de presentar
tendencias tropicales y mediterráneas de poca fuerza expresadas en lluvias
estivales para la primera y de lluvias invernales con diferencias térmicas notorias
por estaciones. Nos referimos a una zona desértica con una ausencia de lluvias a
lo largo del ciclo anual.

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Región desértica interior

Esta región se extiende tramontando el farellón costero hasta los contrafuertes


andinos (2.500 -3.000 mt. s.n.m.). Lluvias estacionales posibilitan el desarrollo de
comunidades vegetacionales higrófilas en el interior de las quebradas de la
región. El clima tiene la constante del ciclo cálido que alcanza los 12 meses, no
obstante existe un periodo de 2 a 3 meses de expresión templada-fría (invierno).
Destaca de esta porción los amplios depósitos salinos y las extensas formaciones
vegetacionales de la pampa del Tamarugal (Prosopis tamarugo) producto de la
presencia de napas freáticas.

La existencia de estas comunidades es producto de un exitoso proceso de


adaptación biológica a suelos con abundante material detrítico considerados como
suelos esqueléticos que sufren las inclemencias de una constante acción erosiva
eólica y por las fluctuaciones térmicas. Estas comunidades vegetacionales fueron
vulneradas hasta el borde de su destrucción por la sobre explotación efectuada a
razón del asentamiento humano cada vez más amplio desde el siglo XVIII,
además de las necesidades de combustibles para el proceso productivo de la
industria del salitre. Del mismo modo las napas freáticas tuvieron un carácter
deficitario con la sobreexplotación de este recurso y por la reorientación de los
cursos hídricos altoandinos con fines industriales.

La vida animal y vegetal se reduce en este territorio a los espacios con


condiciones microclimáticas más apropiadas para su desarrollo, espacios como
oasis y fondos de quebradas son los lugares donde encontramos vegetación
termófila, formaciones arbustivas y vegetación rala. La adaptación cultural humana
en este territorio la observamos en la constante experimentación agrícola en oasis
y quebradas desde épocas pretéritas. Las antiguas formaciones silvestres son
remplazadas paulatinamente por zonas de cultivos, además de que son ampliadas
las zonas aptas para la explotación agrícola (adecuación de planos o agricultura
en sistema de andenería).

Zonas de tendencia tropical. Se pueden distinguir áreas de influencia tropical en


torno a la alta puna y a una banda preandina colindante a los desiertos interiores.
En este territorio podemos observar el desarrollo de precipitaciones estivales de
carácter regular, posibilitando la adaptación de camélido a las alturas con el
desarrollo de vegetación rala (pastos) además de bofedales. Estos espacios de
adaptación humana y desarrollo de actividades culturales son logrados con cierta
intencionalidad al lograr la excesiva humedad de terrenos llanos producto del
desvío de cursos menores de agua.

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Ejemplar de tamarugo (Prosopis tamarugo) y las formaciones
vegetacionales características de la pampa del Tamarugal.

Región tropical de carácter marginal

Esta región se extiende desde el desierto interior al límite de la región tropical de


altura. Las lluvias de verano son intensivas durante los meses de Enero. Los
meses áridos se reducen a 9 u 11. Contrastan 2 o 3 meses fríos de invierno. Las
formaciones vegetacionales dan a la región un carácter de estepa con
incrementos estacionales, generándose un tapis herbáceo. La habitación humana
se da en este territorio desde tiempos preincaicos, particularmente mediante el
desarrollo de una ganadería intensiva. Es en esta región donde se concentra la
actividad económica del cultivo de la alfalfa, cultivo estratégico en el
mantenimiento de los mulares de la industria salitreras.

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Región tropical andina

Esta meseta sobrepasa en ocasiones los 4.000 mt. s.n.m., extendiéndose en


forma positiva en su cota de altura hacia la puna Boliviana. Las influencias
tropicales y continentales exponen a esta región a un régimen pluviométrico de
carácter estival, junto a periodos prolongados de aridez, heladas nocturnas y
fluctuaciones térmicas de importantes magnitudes en el día. El periodo de aridez
se extiende entre 7 a 10 meses, en tanto entre 9 y 10 meses se cuenta con una
temperatura media inferior a los 10° C. La media de las máximas es de 11.5° C y
la pluviosidad asciende a 100-200 mm. La actividad volcánica precedente es
notable, y sus altas cumbres se presentan en el rango de los 6.000 m.s.n.m. El
suelo también se presenta con características esqueléticas con abundante
material detrítico, no obstante las extensas formaciones de Pajonales y Llaretales,
junto a los Tolares, que posibilitan la habitación de comunidades camélidas
domesticadas (llama y alpacas con intervención humana) y silvestres (guanaco y
vicuña).

Pastores de Atacama. Mantienen un conjunto de prácticas tradicionales


vinculadas espacios altoandinos para la mantención de su ganado.

Es esta porción territorial donde las comunidades humanas desarrollaron


actividades de cazadores recolectores hasta el asentamiento -en etapas tardías -
de colonias de reinos aymarás con el objeto de mantener la actividad ganadera,
ámbito económico trascendental para la adaptación humana a la altura, esto es, a
utilización del charqui (carne conservada) para el consumo, desarrollo de la
textilería en lana para sobreponerse a las difíciles condiciones térmicas de la
región.

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Esta zona es escenario además de uno de los avances más importantes de la
etnociencia que es la experimentación y domesticación de una gran variedad de
tubérculos, adaptados a diversos espacios microclimáticos o a diferentes cotas de
altura, accediendo inclusive a los 6.000 m.s.n.m. Esta es la expresión del éxito de
la adaptación humana a este territorio, cuyas prácticas económicas subsisten
hasta el ciclo salitrero y juegan un papel fundamental en el abastecimiento de
alimentos vegetales y carne para las comunidades de la pampa.

El nacimiento de los recursos hídricos en este territorio fue determinante en la


orientación del interés de los inversionistas extranjeros y en el fomento de la
imposición de la administración fiscal, muchas veces en desmedro de los
habitantes ancestrales de estos espacios. El ayllu aymará sobrevive hasta hoy en
día bajo la misma estructura económica advertida por Murra, pero se inserta
eficientemente en los mercados que se han abierto con la diversidad de producto
que hoy se obtienen de estos territorios.

Morfología del Norte Grande

La Pampa Central que podemos identificar como una unidad de orientación


norte-sur limitadas por las cotas de altura 600 mt. oeste, 1.500 mt. este. Esta
unidad presenta rasgos cambiantes en su desarrollo (características tectónicas),
dividiéndose en porciones reconocidas como Pampillas, Pampa del Tamarugal,
Desierto de Atacama, pampa Ondulada o Austral y pampa Transicional. La unidad
de pampillas es área interrumpidas por pequeás quebradas que constituyen el
drenaje local de cada zona, que en un conjunto representa extensiones
territoriales con frecuentes interrupciones (Pampas como Colorada, Chuño,
Higuera, Chaca, Apaza, Camarones, Chizá, Tana, etc.).

Destaca del mismo modo la Pampa del Tamarugal, con una superficie estimada
en 17.253 km. cuadrados, con características de una amplia meseta
ininterrumpida. Las quebradas de orientación este-oeste que descienden de las
altitudes andinas no interrumpen la pampa, sino que desaparecen en el desarrollo
de su plano (Quebradas de Soga, Aroma, Tarapacá, Coscaya, Choja, Parca, Juan
de Morales, sagasca, Tambillos Seca, Quisma, Chacarilla, del Salado, Los
Tambos, La Ramada, Cahuisa, Chipana, Guatacondo, Mani, Piscala, Sipuca,
Tambillos, Barrera y Chugchug). Los salares son expresiones que alcanzan una
superficie total de 3.750 km. cuadrados (Salares Grande, llamara, Pintados,
Bellavista, Sur Viejo, Socoral). La pampa tiene su origen en rellenos sucesivos de
carácter aluvial con evidencia de gran actividad volcánica.

Otra subunidad es el Desierto de Atacama, comprendido entre el rió Loa y las


sierras Remiendos, V. Mackenna, del Muerto y Peñafiel. Su extensión es de 300
km. de largo por 60 de ancho, existiendo interferencias de la cordillera de
Domeyko. La pampa puede ser comprendida por una serie de depresiones
acotadas por la cordillera de la costa y el desarrollo de salares de gran extensión.
En ella la corriente de Humboldt genera fenómenos de inversión térmica que
contribuye a su hiperaridéz.

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La pampa Ondulada corresponde a la depresión intermedia que podemos ubicar
desde sierras Vicuña Mackenna, del Muerto y Peñafiel hasta el río Copiapó. Tiene
fuerte incidencia la cordillera de Domeyko, alcanzando 250 Km. de extensión entre
las planicies litorales y los planos inclinados. Destacan en la interrupción este
desarrollo las sierras Septiembre, la Quebrada de Taltal, Sierra Aspera y Gloria.

La pampa transicional se desarrolla desde el río Copiapó hasta el rió Elqui. Para
os efectos de este trabajo no es necesario efectuar la descripción, no obstante es
interesante destacar el carácter de transición de este sección territorial entre
climas diferentes, con importante influencia de agentes erosivos.

Los pediplanos y sistemas de pediments se desplazan en sentido norte-sur por


aproximadamente 990 km. Los planos inclinados se han inscrito entre los 1.500 y
3.000 m.s.n.m., empezando su desarrollo por sobre la pampa Central, a 350 mt. Y
se ubica entre la sierra Guailillas por el norte y la sierra Humitos por el sur. En este
contexto se desarrollan unidades orográficas representadas en cerros aislados y
unidades menores de sierras.

La precordillera andina se extiende desde el volcán Tacora hasta la quebrada de


Paipote por el sur. La precordillera cuenta con diversos sectores diferenciados: El
sector entre el volcán Tacora y Los Altos de Pica (320 Km.), Sector aledaño al rió
Loa entre los cerros Puntamalla y Paqui y Carasilla (190 Km.), y un tercer sector
que se extiende e desde el cerro Limón Verde hasta la quebrada de Paipote.
Estos sectores son respectivamente la Precordillera del Rió Lauca (4.000-5.000
m.s.n.m.), Precordillera del río Loa Superior (4.400- 4.500 m.s.n.m.), Precordillera
de Domeyko (3.000-3.995 m.s.n.m.).

Fosa de salares prealtiplánicos consiste en el desarrollo de fosas extendidas de


norte a sur en una extensión de 900 km. y que se divide en tres importantes
secciones denominadas Depresión Longitudinal Prealtiplánica en la que
encontramos el curso del rió Lauca en el norte y el rió Loa en el sur, Fosa de los
Salares Prealtiplánicos donde encontramos el salar de Atacama por el norte y el
salar de Maricunga por la región sur , más otra subunidad conocida como la
depresión de los salares Cautivos, consistente en la fosa de la Puna de Atacama.

Cordones prealtiplánicos septentrionales se extienden desde Charaña-Visviri


hasta el volcán Licancabur, naciendo cordones con importantes expresiones
altitudinales que sobrepasan los 3.000 mts. Los cordones septentrionales se
desplazan a partir de los cerros Quilhuiri y Sillillica, llegando hasta el cerro Salitral,
con que los cordones se orientan a la vertiente boliviana, ganando altitud por
sobre los 5.100 mts.

Cordones prealtiplánicos meridionales se extienden desde el volcán Licancabur


hasta los nevados Ojos del Salado. En el interior de estos cordones se desarrollan
gran cantidad de cuencas salinas de drenaje endorreico de carácter local. Estos

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cordones meridionales se extienden por 500 km. alcanzando alturas superiores a
los 5.100 (Volcán Lascar).

La altiplanicie es un amplio llano en alturas elevadas compartidas por las naciones


de Bolivia y Argentina. Su altura oscila entre los 4.000 y 4.300 m.s.n.m. La sección
chilena de este territorio tiene 75 km. de ancho (E-O) y 150 km. de largo (N-S),
con alrededor de 11.250 Km. cuadrados. La puna es rica en formaciones
vegetacionales como el "Tolar", la paja brava y cactáceas.

Geomorfología del Norte Grande (Tarapacá y Atacama).

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Asentamiento andino e incorporación a la economía del salitre

Los elementos antes expuestos se vinculan a la idea de “andinidad” en cuanto al


extrecho vínculo hombre-espacio ecogeográfico. Las comunidades aymarás son el
ejemplo de una adaptación cultural exitosa que tiene como base miles de años de
experimentación. No obstante, esta adaptación no es homogénea, sino más bien
diferencial respecto al espacio geográfico-climático en el que habita cada
comunidad. Las diferencias altitudinales determinan las posibilidades productivas
de cada comunidad, así como el intercambio de productos entre los diversos pisos
ecológicos andinos constituyen una economía de alta complementaridad. La
especificidad de las posibilidades del espacio ha determinado que la adaptación
altoandina se oriente a la producción de ganado y sus subproductos específicos,
en tanto, las comunidades preandinas, asentadas en las cabeceras de quebradas
o a lo largo de los oasis son de orientación agrícola. Ellas mismas presentaron
diferencias en cuanto a la producción de cultivos tradicionales y los destinados al
mercado de las salitreras y que no constituían productos de valor étnico-cultural.

Las poblaciones a aymarás de diferenciaran en cuanto producción-estratos de


altura. Estudios como los de Alden Gaete10 ha establecido la diferenciación
altitudinal para discriminar factores como tipo de economía y nivel de aculturación.
Para el caso de las quebradas de Aroma y Tarapacá se determinó un persistente
descenso poblacional arrojado del análisis estadístico de los censos de los años
1862, 1876 y 1895. Desde 1895 se incrementa el descenso de modo brusco hasta
1930. No obstante las comunidades situadas entre los 3.500 y 4.500 m.s.n.m. se
muestran menos afectadas por este proceso. El aislamiento geográfico más que
por una estrategias del grupo por mantenerse refractarias a las influencias
externas. La más fuerte variación se registro en las poblaciones situadas entre los
1.000 y 1.500; 2.500-3.000, y 3.000-3.500. Se explicó este fenómeno por la
atracción de los centros urbanos pampinos. Para Horacio Larraín11, las causas
del descenso poblacional andino tiene que ver con un efecto de larga duración
producido por diversos factores, a saber, el sistema de trabajo de la mita en
tiempos coloniales, las políticas de reducción de indígenas en poblados según el
esquema urbano impuesto por la administración toledana, situación que dio un
fuerte golpe a la economía andina de raíz prehispana; la difusión de epidemias
que diezmaron la población indígena; el desarrollo de la economía minera con
Huantajaya y Santa Rosa, a la que se suma el guano; conflictos por derechos de
yerbatajes y aguas, los que significan un impacto a la economía ganadera
altoandina, así como para las poblaciones agrícolas de oasis.

10 Gaete, Alden “Análisis Estadístico del Despoblamiento Verificado entre los años 1862-1970,
según Diversos Estratos de Altura, en las Hoyas Hidrográficas de las Quebradas de Aroma y
Tarapacá”. Norte Grande. Vol. I. N° 3 -4. Mayo-Diciembre. 1975. Pág. 447-455. Instituto de
Geografía, Universidad Católica de Chile. Santiago, Chile.
11 Larraín, Horacio “Análisis de las Causas de Despoblamiento entre las Comunidades Indígenas
del Norte de Chile, con Espacial Referencia a las Hoyas Hidrográficas de las Quebradas de Aroma
y Tarapacá”. Norte Grande Vol. I. N° 2 , Diciembre, 1974. Pág. 125-154. Instituto de Geografía,
Universidad Católica de Chile, Santiago, Chile.

_____________________________________________________________________ 13
Respecto de los conflictos por los derechos de herbaje se instituían entre
comunidades aymaraés (algunas de poblaciones de Carangas), siendo foco
permanente conflictividad inte-étnica que iba en desmedro de la economía
ganadera. A estos e suma la destrucción de mojones y otros hitos geográficos que
ayudaban a las comunidades a delimitar sus posesiones ancestrales. A este
problema se sumaba el proceso de desecamiento en el cual se sumía el Norte
Grande. Efectivamente, esta situación no solo afectaba al ámbito altoandino, sino
también a las comunidades con énfasis en la recolección en espacios como la
pampa del Tamarugal.

Estructura política-administrativa del Norte Grande de Chile.

Aunque la tesis de Larraín apunta a que las últimas décadas de siglo XIX y las
primeras décadas de siglo XX, no solo no despoblaron estas áreas sino que
inyectaron vida a la región, sostenemos que aún persiste una incidencia negativa
de los factores descritos en la población, y aún cuando se registre un acceso de
las comunidades andinas al mercado nacional, el análisis de Larraín no pondera
los efectos de transculturación y aculturación en las poblaciones andinas.

Efectivamente, aunque se registre un permanente descenso demográfico las


comunidades andinas se transforman en centros de producción agrícola,
especialmente de alfalfa y frutas. La presencia étnica en las oficinas salitreras se
hace sensible, tanto como mano de obra, y de esto da cuenta la literatura de la
época12, como generadora de productos que se comercializaron en las oficinas

12 Un ejemplo es la novela “La Pampa Trágica” de Víctor Domingo Silva, publicada en 1921 por
Empresa Editorial Selecta.

_____________________________________________________________________ 14
(textiles, cerámicas, etc.). En este sentido las poblaciones que habitan entre los
3.800 y 4.500 m.s.n.m. son las más estables, desarrollando una economía pastoril
que se vincula permanentemente con las comunidades de quebradas a través del
tráfico y el intercambio. El testimonio de Julio Perea Inojosa es muy valioso en
este sentido. Don Julio, nacido en Codpa en 1908, observó como sus padres
comerciaban los productos agrícolas en las oficinas salitreras, y así también vio a
los antiguos “pasantes” comerciando productos altoandinos, y administrando la
producción de camélidos (llamas, alpacas, guanacos) sobre los cuales guardaban
un aparente monopolio productivo (ver anexo N°1 de Testimonio Oral).

Por otra parte, los estudios de Gaete y Larraín no atienden la la situación de


mantenimiento de vínculos étnicos entre las comunidades de origen y los grupos
arraigados temporalmente en la pampa salitrera. Ellos estructuran verdaderos
grupos con asistencia a parientes que viajan hacia la salitrera, tanto
proporcionándoles alojamiento como obteniendo trabajo para ellos. Este
panorama de asistencia familiar y personal lo describe Julio Perea Inojosa,
vivenciándolo él mismo en su viaje hacia las oficinas salitreras en busca de
trabajo.

En alguna medida, las personas andinas que bajaban a trabajar en el salitre no


perdían los derechos hereditarios, aún cuando tuvieran que entrar en pugnas
judiciales con ocupantes de sus terrenos procedentes del área altiplánica oriental,
descritos por ellos mismos como Bolivianos, y que aún se hacen presentes,
adecuando terreno y habitando espacios territoriales actualmente chilenos y de
propiedad aymará, hacia 1974 13.

III. RESISTENCIA CULTURAL

Inserción en la economía del salitre

El desarrollo de la industria salitrera precipitó la construcción de múltiples


asentamientos humanos (oficinas salitreras, poblados, haciendas, etc.), espacios
que requerían de los recursos naturales y el potencial de mano de obra de las
comunidades andinas. La economía salitrera utilizó para sus fines a la economía
autóctona, además de involucrar a la población andina en el proceso de
proletarización en que se encaminaba la población convocada desde el norte
semiárido y chile central, entre otros. Aquí se escenifica el flujo y reflujo
poblacional hacia y desde el espacio andino, motivado tanto por el comercio como
por la movilidad de la mano de obra. La oficina salitrera será el espacio de
“incorporación” del Aymará; de su aparente civilización, desde la perspectiva
socializada del colonialismo imperialista y la teoría del evolucionismo cultural
morganiano. El aymará se constituirá en sujeto de educación y su incorporación se

13 Tristan Platt “Experiencia y experimentación: Los Asentamientos Andinos en las Cabeceras del
Valle de Azapa”. Chungará N° 5. 1975. Universidad de Tarapacá. Págs.33-60.

_____________________________________________________________________ 15
hará efectiva mediante su participación en el espacio pampeano, aún cuando
tiendan a constituir grupos con identidad propia y referentes comunes.

Aquí mencionamos el ejemplo de grupos de habla quechua procedentes de


Cochabamba, dentro del espacio cronológico en revisión 14. Su acervo cultural
difiere del resto de la población (con manifestaciones de diversas nacionalidades y
etnias, de suyo), tanto en la dieta que dentro de la rigidez de la pulpería optan por
productos vegetales conocidos 15, como por el desarrollo de sus festividades de
origen comunal y étnico.

Para González, los aportes de las comunidades indígenas de territorio Boliviano


trascienden de la mano de obra, en cuanto el propio estado Boliviano recibía
subsidio por el movimiento de la población. Por otra parte, los recursos que
provenían del altiplano Boliviano también cubrían los requerimientos del mercado
que ofrecía el salitre, especialmente de productos agropecuarios. Según el
testimonio de Julio Perea Inojosa (Ver anexo N°1 Testimonio Oral), era
tremendamente importante el tráfico y el comercio altiplánico para las propias
comunidades aymarás. El panorama se amplía ante la cuestión de mantenimiento
y reforzamiento en el mundo andino de redes sociales y económicas sostenidas
entre puntos geográficamente diversos y distantes. Efectivamente, las
comunidades andinas de los oasis tienen a ser agroganaderas, pese a las
diferencias ecológicas de las áreas altitudinales. Es este escenario en que se
mantienen vínculos de verticalidad, tal como los describe don Julio Perea en su
relato, tanto como se ha vislumbrado en investigaciones precedentes (Platt, 1975;
Van kessel, 1991).

Por otra parte, diversos grupos andinos circunlacustres (área lago Titicaca) como
sur-altoandinos, también se vinculan al ciclo salitrero. Por un lado como
productores de forraje para burros como por la producción y tráfico por rutas
transcordilleranas 16, desarrolladas desde tiempos prehispánicos y aún
practicadas en la década de 1850. De aquí también la práctica de tráfico de
llameros, o arrieros (mulares) desde el área altiplánica hacia la pampa salitrera.
Los estudios de Tristán Platt muestran vínculos estacionales entre los viajeros del
desierto y los ciclos productivos en la agricultura norlipeña, particularmente con la
provincia de Chayanta17. Los circuitos de alta movilidad entre poblados andinos,
realización de ferias y el intercambio con la pampa era cubierto por caravaneros
especializados en este tipo de economía. ellos constituirán la base del comercio

14 Sergio González “Cochabambinos de Habla Quechua en las salitreras de Tarapacá (1880-


1930)” en Chungará. Vol. 27. 1995. Pág. 1 35-151. Universidad de Tarapacá.
15 Ibíd. pág. 136.
16 Platt, Tristan “Calendarios Tributarios e Intervención Mercantil. Racionalidades Estacionales en
Los Indios de Lípez (Bolivia) en el Siglo XIX”. Chungará N° 19 Diciembre. 1987. p. 215 - 241.
Universidad de Tarapacá, Arica
17 Recordemos la Rebelión de Chayanta (Potosí) en el XIX, en 1919 y su consecuencia fue el
cambio de sede de gobierno de Sucre a La Paz, resultado de un levantamiento popular manipulado
por el partido liberal y que no materializó ninguna de las reivindicaciones étnicas, principalmente en
el plano de la propiedad de la tierra.

_____________________________________________________________________ 16
de la sal y la arriería fletera, ya utilizada por el gobierno Boliviano en el tráfico
hacia Cobija. La movilidad y tráfico andino se vió mesclada con relaciones
monetarias de tipo mercantil que fueron opacadas en el transcurso del siglo XIX
con la construcción de caminos y de ferrocarriles. El comercio, y el surgimiento de
agricultores étnicos ricos en la vertiente oriental altoandina muestran la
importancia de este tipo de economía para el mundo Aymará. las comunidades
ubicadas en la porción Chilena se mantuvieron más bien al margen de la vorágine
mercantilista, constituyendo solo una pequeña parte de este comercio.

Cabe aquí el cuestionamiento de González, en cuanto a que el investigador


pregunta porqué las comunidades indígenas aymarás no enfrentaron el reto
productivo que les impuso la economía salitrera18. Más bien aparece que , ante el
nuevo escenario de relaciones extendidas a nivel extraregional, y en el que
diversos grupos étnicos tenían intereses económicos, los grupos andinos
occidentales y de quebradas actuaron de modo más bien poco protagónica,
aunque omnipresente. El ayllu andino de territorio (siglo XX) chileno tiende a
comercializar productos en pulperías de oficinas salitreras al menudeo. Del mismo
modo, responde a este esquema la comercialización de productos agropecuarios
de familias aymarás, como en el caso de las familias de Codpa, que actuaban más
de modo individual que como Ayllu (Ver Testimonio de Julio Perea, Anexo N° 1).

La presencia indígena es muy diversa en la pampa del salitre, constituyendo las


categorías étnicas de mestizos e indígenas. Ellas conforman una presencia
permanente y un segmento de mano de obra no menos importante,
fundamentados por verdaderos flujos migratorios desde el área altoandina. Estas
mismas comunidades constituían estaciones de amplios circuitos de tráfico de
mercancías, productos ganaderos y agropecuarios. El aporte específico de cada
comunidad andina a estas redes es temática de estudios regionales que se
realizan es este periodo (Álvaro Romero com. pers.). Con la ocupación del litoral
se precipitó el miedo de los trabajadores bolivianos y peruanos, siendo su
contraparte el desenfrenado racismo y prejuicio étnico del ejército chileno. Esta
situación llevó al movimiento de la población a buscar refugio en las comunidades
agrícolas del interior19. En este sentido, la población con algún referente andino
no fue menor en el siglo XIX. El Censo de 1878 de Antofagasta (circunscripciones
de Antofagasta, Salar del Carmen, Mantos Blancos, Carmen Alto y Salinas) arroja
como resultado que, en un complejo panorama de etnicidades para el censor, 1.
447 personas, que eventualmente poseían algún vínculo andino confundido con
nacionalidad (peruano o boliviano). Aún más, hacia 1876 este mismo segmento o
categorías indígenas y mestizos constituyen el grupo mayoritario en la población
salitrera según el censo peruano de Tarapacá de 1876.

18 “Los Aymarás de Tarapacá en el Ciclo del Salitre”. Tarapacá: Una Aventura en el Tiempo.
Selecciones de la Revista Camanchaca N° 1 N° 12 -13 1990. 1994: 25 - 29.
19 Oscar Bermúdez El Oasis de Pica y sus Nexos Regionales. Universidad de Tarapacá. 1986.
Arica.

_____________________________________________________________________ 17
Censo de 1878 de Antofagasta
Chilenos 6. 554
Bolivianos 1. 226
Argentinos 226
Peruanos 121
Ingleses 104
Otras nacionalidades 276

Censo Peruano de Tarapacá de 1876 (20)


Hombres mujeres total
Blancos 8.614 4.804 13.418
Indios 9.945 6.741 16.686
Negros 360 204 564
Mestizos 4.546 2.220 6.766
Asiáticos 771 20 791
Total 24.236 13.980 38.225

Como lo hemos observado, lo que comprendemos como “resistencia cultural” lo


constituye la persistencia de los elementos andinos tradicionales, fundamentales
en la reproducción social de la comunidad andina, aún cuando su relaciones
económicas fueran permeadas tempranamente por la economía hispano-colonial,
hasta terminar desarrollando relaciones mercantilistas en un esquema de
economía monetaria. Por una parte la conversión de la agricultura tradicional fue
hacia la producción de forraje, principalmente en el espacio de los valles aymarás
(González, 1994), complementados por ganaderos altoandinos orientales y
occidentales que dinamizan el intercambio y continúan la movilidad vertical de
modo funcional a, los requerimientos de la economía andina desde la perspectiva
murriana. Los testimonio orales utilizados por González, como el que exponemos
en este trabajo, apuntan hacia la incorporación del Aymará como mano de obra,
aunque parte de la comunidad no pierde su categoría de productores
agropecuarios, además que tampoco se desvinculan de las redes de intercambio
propiamente andinas, aunque estas redes se extiendan hacia el espacio pampino.

La crisis del salitre precipita el regreso de algunos grupos que mantienen sus
vínculos étnicos al ámbito de las quebradas. Las nuevas exigencias de espacios
productivos llevan a la subdivisión de la hacienda en chacras de posesión étnica,
pertenecientes con anterioridad a la industria del salitre. En este escenario la
producción especializada de vinos y frutas, como el caso de oasis de Pica,
constituye un ejemplo de sustitución económica.

20 Publicado por González, Chungará Vol. 27. N° 2. 1995. Universidad de Tarapacá. Arica, Chile,
Publicado por Mariano Paz Soldán [1877].1977 Diccionario Geográfico estadístico del Perú. Lima.

_____________________________________________________________________ 18
IV. VIOLENCIA ETNICA, IDENTIDAD ÉTNICA VESUS NACIONALIDAD

La violencia étnica se aplica de diferentes modos, desde la asimilación y


aculturación o producto de la convivencia, o la compulsión o su desarrollo
programático desde el estado-nación chileno.

Desde las últimas décadas del XIX e inicio del siglo XX, el racismo fue más bien
una expresión de una normativa de la sociedad fuertemente estamentalizada, tal
como fue promovida por las sociedades aristócratas en América desde sus
parlamentos. Efectivamente, como lo adelantamos, los estado criollos competían
por los recursos y espacios productivos de las comunidades indígenas,
sustentadas por derechos ancestrales y coloniales de posesión. Nada es esta
situación tuvo importancia una vez que el estado-nación consolida su presencia
en las nuevas posesiones del norte, y determina sus prioridades. Así, el conflicto
esencial que enfrentan las comunidades andinas es por la defensa del recurso
agua, pilar fundamental para su sobre vivencia como de la permanencia de sus
actividades económicas fundamentales. Un ejemplo de esto es Pica, que hacia
1904 pierde más de un cuarto de sus aguas para la agricultura; o las aguas de la
Quebrada de Quisma, que en 1911-1912, por Ley se declararon de utilidad
pública, siendo expropiadas para abastecer de agua a Iquique. Este panorama,
suficientemente desarrollado por Juan Van Kessel21, se desarrolla conjuntamente
con la economía minera y los requerimiento de agua tanto para las poblaciones
asentadas en la depresión intermedia como en el litoral, tanto como para el
proceso productivo. La agricultura andina vivió momentos de agonía frente a los
interese de la industria salitrera (Blakemore, 1974). El estado-nación chileno no
se comprometió en la defensa de los derechos de los agricultores aymarás, ni
reconoció derechos particulares y comunales sobre los recursos naturales. Las
expropiaciones en favor de la industria del salitre fueron promovidas por el propio
parlamento como parte del interés nacional.

A este panorama de apropiación de espacios económicos de importancia para la


industria del salitre se suma la incorporación y asimilación de pueblos completos,
como las poblaciones Chango del litoral, de las cuales no se conocen
comunidades subsistenciales o rasgos lingüísticos que hallan perdurado.

La chilenización: desperuanización como destrucción de la identidad étnica


andina

La chilenización de los territorios bolivianos y peruanos fue una tarea desarrollada


de modo programado, principalmente dirigida por colegios fiscales, organizaciones
sociales, laborales, presencia policial (carabineros) y el ejército. La cuestión
esencial es que en este afán se confundió los problemas de los referentes
nacionales con la problemáticas de las étnicidades presentes en la región.

21 Vam Kessel, Juan “La Lucha por el Agua de Tarapacá; Una Visión Andina”. Revista Chungará
N° 14 Septiembre, 1985. p. 141 - 155, Universidad de Tarapacá, Arica - Chile.

_____________________________________________________________________ 19
Chilenización fue, entonces, sinónimo de incorporación, “civilización”, educación y
moral. La administración chilena impone una serie de funcionarios públicos, que
ayudados por el aparato policial, efectuarán una sistemática represión sobre las
comunidades andinas. Peruano era sinónimo de indio, desconociendo el sentido
cultural de la “andinidad”, desprovista muchas veces de identificación nacional.

En la introducción de la publicación del diario del capellán Julio Retamal, se


muestra el voluntarismo de los agentes de la chilenización cuando expresa

“las ceremonias indígenas citadas y los hábitos religiosos y


sociales, que se narran en estas breves páginas, han sido
observados de visu por el capellán cronista, que no tiene otra
pretensión que dar a conocer un nuevo aspecto de la obra
realizada por el Gobierno de Chile en estas regiones lejanas y
desconocidas, y la labor silenciosa y oscura de los capellanes
castrenses enviados a laborar por Dios y por la Patria en esa tierra
estéril” (Ramírez, 1927; 5).

La chilenización contaba con la civilización del indio considerado bárbaro y víctima


de la opresión peruana, endémicamente pobres y tristemente primitivos. A
propósito de la fiesta patronal del pueblo de Belén este autor comenta:

“Hay un sermón patriótico religioso, el Apóstol de las


Españas, el patrono principal de la nación, que ha dado el nombre
a la capital, debe ser honrado en aquel último rincón de Chile como
la misma fe, con el mismo entusiasmo que en toda la República. En
su gran mayoría aquella gente se siente orgullosa de la patria, y del
pabellón que los cobija y, aún cuando se adivinan excepciones,
éstas son muy escasas y tales, que no vale la pena tomarlas en
cuenta: por eso las palabras del oficiante son bien recibidas y
cuando la ceremonia termina, son favorablemente comentadas”.
(Ramírez, 1927; 25).

Los intentos de descredito al gobierno peruano en medio del conjunto de la


propaganda también se advierte en el cometido del capellán castrense:

“En plena plaza se ha erigido el altar que va a conmemorar


la independencia peruana y la acción chilena. Asiste todo el pueblo
encabezado por el insignificante grupo de los que aún pretenden el
dictatorial gobierno del Rimac; los más preclaros vecinos,
comenzando por el incomparable Álvarez Alanota, los hermanos
Pérez, los Segaras, todos manifiestan a grito herido y con una
sinceridad a toda prueba, su simpatía por Chile, a quien deben el
grado de prosperidad en que se hallan” (Ramírez, 1927:35).

“...los belenitas (se refiere a la comunidad de Belén) se


sienten se sienten gratos hacia su patria adoptiva, que consideran

_____________________________________________________________________ 20
hoy como la suya propia y cuando se presenta la ocasión y
también cuando no se presenta, hablan con satisfacción y hasta
con orgullo de la bandera chilena y de sus glorias. Cuanto a los
demás, a los labradores, a los indígenas, para ellos el sentimiento
de la patria es indefinido, sólo tienen cariño al pedazo de suelo
donde han nacido, a la pampa estéril que conocen palmo a palmo,
a su choza de barro donde han hallado albergue para los rigores
del invierno” (Ramírez, 1927;39)

“Sin ánimo de censurar un hecho, por otra parte muy


americano, el gobierno del Rimac jamás tomó en cuenta, por
supuesto antes de la guerra, esta región estéril donde la vida es
difícil y la población está diseminada en larga extensión casi
imposible de recorrer; vivían en abandono lastimoso, sin escuelas,
ni médicos; apenas con auxilio religioso que dejaba muchísimo que
desear. Los más ancianos, los que han vivido apegados al terruño,
con fuertes raíces, en sus ratos de expansión tienen amargas
quejas contra una patria ficticia...” (Ramírez, 1927; 39)

Por otra parte, la coerción policial fue brutal, aún recordada por los habitantes de
las poblaciones campesinas sur peruanas como las de Tarata, en que los hombres
eran llevados a los trabajos de urbanización, construyendo a pala y chuzo el
camino Tacna-Tarata (Hidalgo, et, al. estudio sobre Tarata, en Prensa). La
presencia militar fue también un elemento de persuasión para la adopción de la
nacionalidad. Así se deja constancia de la función de la policía desde la
perspectiva del capellán castrense:

“Las funciones de la policía rural las ejercen los carabineros


en toda la sierra. Belén ha sido favorecido por una suerte
envidiable con lo mejor. Son graves y severos en sus siempre
flamante sus uniformes grises, polainas amarillas chispeado y el
“chafle” y la inseparable carabina,... [...]... cooperadores en la obra
civilizadora de los capellanes, se mantienen en su puesto,
saliéndose en contados casos de su papel de guardadores del
orden...” (Ramírez, 1927, 73-74)

Los funcionarios públicos, efectivamente, desarrollaban un control


despótico sobre las poblaciones andinas indefensas. Para el caso de
Belén, se describe:

“En este villorrio de la montaña (Belén) he podido


comprender mejor la importancia capital que tiene para la sociedad
la instrucción del pueblo y la infinita diferencia que hay entre
instrucción y educación. La escuela es aquí pequeñita, está en una
coquetona casucha bajo la sombra de la montaña de la “Cruz del
Milagro” al lado del Oficial Civil, frente al cementerio y a la iglesia.

_____________________________________________________________________ 21
Con estos datos, nadie se pierde. Además es edificio de dos pisos,
tal vez el mejor, o al menos el de más ínfulas, perteneció al señor
García, el imponderable Subdelegado que ejercía el mando hace
diez años con un cetro patriarcal” (Ramírez, 1927; 88)

Por otra parte, uno de los vehículos más eficientes de aculturación (entendemos
“civilización” para los agentes del estado chileno) era el servicio militar,
comentando nuestro autor:

“El Servicio Militar Obligatorio es una escuela cívica y de


civilización integral; junto con la instrucción que la Escuela
proporciona gratuitamente en todos los poblachos y caseríos,
contribuye eficazmente a formar hombres útiles para la sociedad,
que de otra manera habrían vegetado, como parásitos, adheridos a
la gleba, como aquellos tristes campesinos semisalvajes que vio
el filósofo francés. Un día vi en el pueblo de Tignamar la
transformación social de un ser, por ese filtro mágico de la
instrucción civil y militar de los cuarteles. Cito el nombre para
testificar y comprobar la verdad del hecho: Recaredo Andía era un
indiecillo hirsuto que medraba apenas sustento cultivando una
parcela miserable de sus mayores. Tenía un aspecto sumiso y
encogido de los aymaráes: envuelto en su poncho gris y con las
greñas hasta los ojos, causaba penosa impresión. Fué el cuartel
del O´Higgins, cuando la hora llegó, y al año la transformación
estaba hecha. El ejercito devolvía a la sociedad otro hombre en
lugar del guiñapo humano que había recibido...[...]...contemplaron
asombrados la obra educadora del servicio militar chileno”.
(Ramírez, 1927; 98, 99)

Todo esto, en un escenario de pugna por defensa de la identidad cultural. En un


momento tan tardío aún hay evidencia de comunidades con un alto grado de
preservación de su lengua ancestral:

“En total en toda la región del Departamento incluido la


Puna, es decir los pueblos de Choquelimpie, Huauyatire,
Parinacota, Cauquena, Timanchaca se contarán unos ochocientos
o más hombres que hablan solamente Aymará”. (Ramírez, 1927;
109)

La praxis del gobierno chileno fue la homogeinización cultural, más que una
desperuanización de la que no encontraron mucha resistencia, a excepción de
Arica, donde el terrorismo de estado fue explícito, además del desarrollo de una
permanente coerción sobre la población civil mediante la administración y el
control fiscal, el cumplimiento de normas de aseo y vigilancia comunal, y
actividades cívicas impuestas. En este ejercicio no solo el nacionalismo chileno el
que promovía la violencia hacia la población civil, sino también un racismo
extremo, el que muchas veces justifico las violaciones como herramienta del

_____________________________________________________________________ 22
“blanqueamiento de la población”. Desde la perspectiva de nuestro escritor, estas
prácticas guardan una gesta heroica:

“Primero, vinieron los heraldos, los capellanes militares a


quienes el Pontífice y el Gobierno confirieron la misión de
evangelizar estas abandonadas regiones y civilizarlas y que han
trabajado sin descanso, con una abnegación y un ardor y un
patriotismo, que ojala conozca la patria algún día” (Ramírez, 1927;
190)

“Las fuerzas armadas de Chile, los Carabineros, custodiaban


los caminos y los limpian de contrabandistas y malhechores, para
que los habitantes pudieran recorrerlos tranquilamente y entregarse
así a las faenas de la paz. En algunos poblachos escondidos
donde los seres humanos apenas podían subsistir, los carabineros
compartían su pan con el serrano, viviendo con ellos en plena
armonía. Por eso hoy día, las poblaciones de Belén, Putre,
Socoroma, Tignamar, Timachaca, Pachama, Guallatire, Codpa han
reconocido la obra eficiente y duradera del Gobierno Central, se
sienten fuertemente resguardados en sus intereses y levantan en
sus casas modestas el pabellón de Chile que los cobija y los
proteje y es para ellos el símbolo tangible y poderoso de una
Patria que jamás los ha abandonado”. (Ramírez, 1927;193)

Tal como lo hemos observado, según este relato, además del testimonio de Julio
Perea (Ver Anexo N° 1), el ejercito fue una de las principales herramientas de
homogeinización cultural. El servicio militar obligatorio convocó desde 1901 a
población indígena altoandina, imponiéndole un proceso “concientizador de la
nacionalidad”22. En adelante, las comunidades indígenas lejos de disfrutar una
independencia del estado chileno, fueron sumidas bajo una burocracia inoperante,
racista y discriminadora, que no fomentaba la inversión en las área de habitación
de las comunidades andinas, manteniendo su situación de precariedad ante el
contexto de crecimiento de la desocupación del trabajador industrial, y de
desmedro del agricultor andino que no vio recuperados sus derechos individuales
y comunitarios sobre la propiedad de la tierra y el agua. La desperuanización
significó para las poblaciones andinas la pérdida de la precaria red de asistencia
del estado. La expulsión de los maestros, cierre de iglesias y extrañamientos de
sacerdotes fue la pauta de este periodo. Las comunidades andinas no estuvieron
ajenas a la acción de grupos terroristas como “Los Mazorqueros”, o la “Liga
Patriótica” dirigidos por burócratas chilenos.

22 Juan van Kessel Holocausto al Progreso. Los Aymarás de Tarapacá. Ediciones Hisbol 1991. La
Paz – Bolivia.

_____________________________________________________________________ 23
Tanto, los grupos peruanos, como las comunidades andinas bajo administración
peruana, sufrieron de sistemáticas prohibiciones como el derecho a reunión, el
cambio de las autoridades étnicas tradicionales, prohibición de fiestas públicas
vinculadas de alguna manera a las fechas patrióticas peruanas, prohibición de
emblemas nacionales y “étnicos”. Todo esto bajo permanente vigilancia y
persecución, muchas veces también con ejercicio del espionaje y la venganza
política.

La población civil e indígena vivió en constante represión por más de tres décadas
hasta su momento más delicado que fue el contexto plebiscitario de 1929. En este
esquema de relaciones, no aparece posible lo planteado por Martínez, respecto a
una supuesta capacidad de adecuación de las comunidades andinas a modo de
“negociaciones” tendientes a “desde la óptica indígena, [...] optimizar su posición
con respecto al estado o la sociedad dominantes” (Martínez, 1994:201), y “más
aún, hasta ese momento el control político y administrativo chileno se ejerce
básicamente en las tierras bajas y costa, lo que implica que, además de la
ausencia de una carga fiscal directa y de presiones constantes, la chilenización
aparecería ante los ojos indígenas en ese momento como una posibilidad de
optimizar su posición” (Martínez, 1994:204).

A nuestro juicio, tanto la presencia como las omisiones del estado chileno han
constituido momentos de opresión cultural, política y/o económica. Consideramos
que, difícilmente las comunidades andinas tuvieron una actitud tan corporativa y
autoreferente como para evaluar estratégicamente su situación ante los estados
modernos. Principalmente porque, el control de la comercialización de sus
productos, la limitación de sus recursos productivos, la limitación de los circuitos
tradicionales de movilidad y asentamiento llevaba a la asfixia cultural de tales
comunidades, muchas de las cuales no trascendieron la primera década del siglo
XX. La capacidad de negación de las comunidades era más bien limitada.

V. CONCLUSIONES

Sobre los elementos generales aquí expuestos, y los desarrollados en el trabajo


precedente, llegamos a la conclusión que las comunidades ganaderas
altoandinas, y agrícolas de oasis de adscripción étnica Aymará logran una
subsistencia cultural bajo la creación permanente de estrategias de adaptación
ante los cuadros socioeconómicos que se suceden a lo largo de los siglo XIX y
XX. Esta capacidad de adaptación y estoicismo lleva un éxito permanente en su
reproducción hacia hasta las primeras décadas de este siglo. Esta situación
creemos que bosqueja un panorama de resistencia cultural, no militante, sino
socialmente activo y permanente que logra que la comunidad no pierda su ser
social, aunque su situación general sea de amago cultural ante la expansión de la
economía capitalista industrial y el advenimiento del estado chileno junto con
diversos mecanismos de opresión social que marcaron fuertemente el carácter del
hombre andino de hoy día.

_____________________________________________________________________ 24
Consideramos que esta situación tiene que ser considerada bajo la perspectiva de
la historia cultural de las comunidades andinas, y con permanente referencia a los
principios del mundo andino, que pautan y determinan los pulsos de la economía
local o también los elementos económicos incorporados.

La oficina salitrera constituye un escenario en que el hombre andino hace


presencia y forja relaciones vinculantes a su mundo cultural. No constituye un
elemento social desligado o erradicado, sino un segmento apartado
momentáneamente de su comunidad. Los atacameños y aymarás en el mundo del
salitre merecen más atención a la luz de los proceso de cambio social en la oficina
salitrera y cambio cultural (aculturación, sincretismo, etnogénesis) en sus
comunidades de origen.

VI. BIBLIOGRAFÍA

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_____________________________________________________________________ 28
ANEXO N° 1
TESTIMONIO ORAL

Entrevista a don Julio Perea Inojosa

Lugar: Plaza Arauco, Arica


Fecha:7 de Febrero de 1994
Hora: 15:50
Nombre del entrevistado: Julio Perea Inojosa
Entrevistador: Álvaro Romero (arqueólogo de la Universidad de Chile)

¿Cómo se llama Ud.?


- Yo me llamo Julio Perea Inojosa Zavala

¿Qué se acuerda de sus padres?


- Yo me acuerdo de mi papá,...Bueno le cuento todo no más.

¿Cuando nació?
- Yo nací en 1908, soy netamente de Codpa, ahí me crié hasta la edad de 10
años. Mi papá murió en 1919, quedó viuda mi mamá, entonces después llegó
padrastro, y yo me fui a las pampas. En ese tiempo toda mi familia de Codpa
estaba en las pampas.

¿Con quién se fue Ud.?


- Yo me fui solo

¿Quién lo esperaba en las pampas?


- Como conocía de chico, cuando viajaba con los papas, la mamá... los papá
mapiga, a la pampa a vender la fruta, entonces yo conocía, de chiquito me
llevaban. Lo mismo que pa´cá venimos chicos. Nos traían así en burro, macho
montaban, porque en ese tiempo no habían profesores como pa´ mandarlo a la
escuela, entonces, como le digo, en ese tiempo estaban todos trabajando de
Codpa se fue mucha gente, muchas familias.

¿Y Usted cómo se fue a la pampa?


¿En burro?
- En burro, en un caballo. Me saqué un caballo del corral, como había dejado mi
papá todos los animales, mulas, machos, caballos y todos, entonces yo le robé un
caballo a mi mamá y me fui, como yo conocía.

¿Y le avisó a su mamá?
- Nada, escondí, yo tengo dos hermanos, uno está en la Argentina, la que me
sigue de mí, y el otro que está en Codpa. Así que yo no le avisé nadie, se
acostaron, como mi mamá tenía marido, así que yo me pesqué un caballo como a
las diez de la noche, y salí...

_____________________________________________________________________ 29
¿Y no se perdió?
- No, yo conocía pa´ Camarones. De Codpa a Camarones hay como diez horas.
Entonces yo me fui en la noche y amanecí en Camarones, y ahí me encontré con
un caballero, yo conocía Camarones casi antiguamente toda la gente también se
iban a trabajar el valle de Camarones, de Cuya que se llaman. Así que ahí
empecé a trabajar, y cuando llegue en la mañana, me dice un caballero que
regaba ahí “pa´ onde vai Julio”, y yo le dijo “vengo pa´cá a trabajar al valle de
Camarones”, “ya poh”, me dijo, “bájate, toma desayuno, y anda y echa el caballo
al potrero”, así que yo le dije “bueno, don Fernando”, Fernando Mann se llamaba,
“así que yo voy a ir a regar y después venis a almorzas”, “ya”, le dije “présteme
una ollita para ir al río a sacar un poco de Camarones”, porque en ese tiempo en
el valle putas que había camarones pa´l mundo, con los pies cazabamos
camarones.

¿A patadas?
- Claro, entonces yo sabía que hacer y fui pa´allá, y me puse a cazar a Camarones
en una bolsita saque y los puse a coser en una ollita, como tenía tantitos, mientras
el caballo comía y todo, y después salí en la tarde, como a esta hora, a la pampa
para Tana.

¿Tampoco de quedó en Camarones?


- No me quedé, yo iba con la intención de irme a la pampa, ahí estaban mis tías,
casi la mayor parte de la gente de Codpa, había mucha familia.

¿Cuantos hermanos son ustedes?


- Somos tres, dos hombres y una mujer.

¿Cuando usted se fue, cuantos había en la casa?


- Los tres puh, estaban chiquitos ellos, yo los deje durmiendo y partí a la pampa,
llegue a Tana, deje el caballo, de ahí pesqué la madrugada, como a las seis de la
mañana, llegué a Zapiga. Y de ahí llegué al Tambo, yo conocía el Tambo ya, de
don Lucas Escobedo, y ahí me encontré con uno que era de Codpa, Miguel
Llantén, y me dice ”pa onde vai Julio”, nos tratábamos de primos, “vengo a
trabajar”, “y tan muchachito, ya”, me dijo, “vámonos a la Oficina San Antonio, de
Zapiga como media hora”, así que ya puh, ahí vendí el caballo, 150 pesos, el
mismo caballero Lucas, ese del Tambo, parece que me compró el caballo [...]. Así
que después que lo vendí, fuimos a almorzar, me compré un par de zapatos, un
pantaloncito y me enganché, y el resto de la plata se gastó [...] , claro que en ese
tiempo la plata era plata, porque valía Y después en la tarde nos fuimos pa´San
Antonio a trabajar, él trabajaba allá. Yo llegué donde unas señoras también
Codpeñas, se llamaban doña Liberata y doña Sofía, “Hola”, me dijo, “pa´onde vai
hijo”, “a trabajar”, le dije yo, “¿ tu de quién soy?”, “yo soy hijo de Nicolás Perea,
“¡Ah!, mi compadre murió no hace mucho tiempo, ¡ya hijo!”, me dijo “acá te voy a
conseguir trabajo”, daba pensión ahí, tenía unas hijas así que me dijo “ayuda a
lavar la loza, mientras yo te consigo trabajo”. Me puse a lavar y estuve cuatro o
cinco días lavando, después ya me consiguió trabajo, entré a trabajar ahí ganando

_____________________________________________________________________ 30
siete pesos de canalero. Y mientras tanto mi familia allá arriba supieron que
estaba trabajando allá, así que me fueron a buscar y yo me escondí.

¿Fue su mamá?
- Mi tía, mi cuñada, varias primas tenía.

¿AH! los que trabajaban en la pampa?


- Claro. Allí también trabajaba Julián y Francisco Acevedo, después de ahí fueron
a hacer el servicio militar a Iquique. Y había mucha gente codpeña, sobre todo
mujeres, hombres daban pensión...
¿Venían de otros pueblos?
- Traían enganches del sur, de Bolivia, del Perú y de la Argentina, traían en ese
tiempo por tierra, no habían camiones, y venían por barco. Venían de Iquique los
del sur, y de Iquique los traían en tren. Y por Antofagasta venían los de Bolivia.

¿Cuanto duraba la gente ahí?


- Bueno, la gente duraba cinco años, seis, hasta que se viniera otro y se
acostumbrara ahí.

¿Por qué se iban?


- Se cambiaban de oficina, porque habían muchas oficinas que estaban
trabajando, cada oficina tenía su ficha, así que a usted le parecía mal una oficina,
pescaba sus cosas y se iba a otra oficina cerca de ahí no más, las oficinas de aquí
del norte, de Iquique pa´cá pa´llá no conozco yo.

¿Por cuantas oficinas pasó?


- Yo pasé como en cinco oficinas: Oficina San Antonio, la Ángela, LA Patria,
Aburto, y Catalina. De ahí ya me pillaron pal servicio militar, crecí, crecí, ya en esa
época mi mamá también falleció, el año 25, pal plebiscito, como yo no tenía carné,
así que no podíamos venirnos, si no teníamos pasaporte, permiso o carné. Habían
carabineros por todas partes, así que de ahí se venían unos caballeros que iban
pal norte, entonces me dijeron que nos fuéramos a pié, “ya poh”, me vine a pié por
la orilla de la playa, total que llegué a Codpa estaban las fuerzas del plebiscito,
putas que tomaba la gente, y mi mamá ya había fallecido, así que cuando yo
llegué en la noche, llegué escondido...ya cuando supieron que estaba en Codpa
me metieron al plebiscito a tomar vino, después ya crecí y se vinieron... ya la
gente cuando comenzaron a hacer el servicio militar, el 27 , el 28, yo tenía 16
años, no podía inscribirme por no tener la edad así que de ahí me vine pa´cá, y
de acá me dijeron “vamos a hacer el servicio militar”. Primera vez que iban a hacer
el servicio militar, en Tacna y Arica, era de Chile ya, así que nos presentamos
muchos voluntarios, “mire”, dijo el comandante, “si ustedes quieren hacer
voluntario el servicio militar tienen que mandar a hacer una solicitud y después
presentarla, de ahí solo nosotros los podemos recibir porque no están inscritos”,
ya puh, entonces hicimos las solicitudes...

¿Por qué hacer el servicio militar?


- Porque la mayoría de casi todos los pueblos del interior eran conocidos.

_____________________________________________________________________ 31
¿Pero porqué? ¿Le pagaban?
- No, no. Porque eran conocidos paisanos , de Codpa, Belén, Tignamar, todos
esos.

¿Y no tenía nada que hacer en Codpa?


- No poh, no quería quedarme. Bueno, como éramos conocidos me dijeron que
fuera a hacer el servicio militar. Ya cuando entramos al servicio no podíamos
cargar sin cañería (?), no podíamos alzar los (...) los sacos de arena, nos pegaban
cachuchazos, patadas.

¿Fue dos años?


- El 27 y 28, en la entrega de Tacna, cuando estuvimos en Tacna entregó Ibañez
el 29, así que de allí tuvimos que cargar todo el armamento en lomo de macho,
caballo, entonces no habían camiones, no habían autos ni una huevá, puro
animales no más. Por ser voluntario estuve casi tres años, porque todos los que
son del norte, de acá de Tacna y Arica, porque como hizo entrega teníamos que
despachar. Bueno, pero el último año casi no trabajábamos, pero los primeros
años si que nos quedamos (...) muchos. Y así pasó el tiempo...

¿Y se acuerda de antes de irse a las salitreras?, ¿En qué sector vivía en


Codpa?
- En Guañacagua, porque en todo el valle es Codpa, en Gauñacagua, arriba en
Chitita, y Cerro Blanco también.

¿Las tierras de quién eran?


- Bueno eran de mi papá, de mis abuelos, yo cuando llegué a las pampas me
quedé en Arica, ya empecé a trabajar en Camarones, después de ahí cortaron los
árboles, la mosca azul, contaron que había mosca , así que de ahí salí.

¿Que árboles cortaron?


- Cortaron los duraznos, las peras, los membrillos, dijeron que iba a hacer una
poda, no fue poda, fue corta, al tronco las higueras, árboles que se cortaban y
volvían, higuera, membrillo, peras brotaban, pero el durazno blanco que era muy
rico, no volvió más, así que de ahí me salí, y entré al ferrocarril.

¿Que año?
- El 31. Estuve como un año trabajando, luego me botó la economía. Nos pararon
los del ferrocarril, y salió en el diario que se recibía a contrata en el regimiento
Rancagua, así que fui a presentarme, y me contraté, estuve tres años y siete
meses, me quedé acá en el Rancagua. Pero, que es lo que pasaba, que en esos
años se ganaba poco, entonces me retiré, y volví a entrar al ferrocarril porque me
llamaron.

¿En el ferrocarril que hacía?


- Yo era ayudante de conductor, y salía en los trenes de pasajeros para Bolivia,
dos veces por semana, dos bajadas y dos subidas.

_____________________________________________________________________ 32
¿Conoció bien la Paz?
- No, llegábamos hasta Charaña no más, después una vez pasé hasta la Paz, ahí
cumplí los 33 años, yo trabajé 33, y el 71 me retiré, me jubilé. Después dos años
fue el golpe militar. Yo ahora cumplo 22 años de jubilado, de ahí me fui a Codpa el
73 y me puse a criar animales, chanchos, corderos, patos, como tenía chacrita.
Las demás chacras de las habían agarrado los que antiguamente eran arrenderos,
gente boliviana que llegaron de Bolivia, empezaron a trabajar después así no más,
como estaban botadas, y el que estaba en posesión, dejó el presidente Pinochet,
esos son dueños, así que me costó recuperar unos pedacitos, como son chicos no
más, siempre se agarraron con dos, tres pedazos, los demás los recogí yo tengo
título...

¿Cuando hicieron eso, la repartición de tierras, había mucha gente


boliviana?

- Claro, porque ahí yo cuando llegué el 73, me nombraron como presidente de la


Junta de Vecinos, por primera vez estaban nombrando los presidentes de la junta,
yo no quise aceptar, yo les dije que no quería, me obligaron la Junta Militar, como
ellos estaban gobernando, así que el gobernador me dijo “usted don Julio es
netamente Codpeño, y tiene personalidad y puede ser presidente de la Junta de
Vecinos, así que la mayoría de la gente dijo que estaba de acuerdo, y estuve de
presidente como 10 años, adelantamos el vallecito de Codpa, y como la Junta de
Adelanto estaba funcionando, y el gobernador me tomó también de buena, el
Intendente, y don Víctor Contador era Gobernador, estuvo como diez años. Por
primera vez en Codpa se vio que había tantas autoridades juntas, una vez tuvimos
60 invitados, 60 autoridades de todos los departamentos fiscales, en Guañacagua,
putas que bailaban, tomando vino, hasta un helicóptero aterrizó en la plaza de
Guañacagua, que en el pueblo... bueno también había, pero no había mucha
gente como la que estaba, así que por ahí en la sede social teníamos la fiesta
para recibir a las autoridades. Yo, como presidente, tuve que hacer unos arcos, y
hubo gente que me cooperaba en todo el valle, ... y teníamos mucho cordero,
gallinas, patos, carne y comer, había asado, noventa litros de ese vino bueno,
bueno así si que había gente, ahora no, casi yo no más estoy quedando, yo y un
tal Segundo García, y en el pueblo ¿quién queda?, nadie poh, queda bueno,
Gaspar Valdés no es muy viejo, doña Irene, que también es joven, no hay poh, la
Margarita... ¿estará viva todavía?, la Teresa Jiménez, doña Margarita Valdés, es
una pariente mía que está en Guañacagua, doña Beatriz Sama, don Luciano
Sama, don Cristián Mollo, esos están en Guañacagua... doña Amalia Llantén ... mi
hermano también queda, Rodolfo Perea, después... el valle de Codpa está
quedando todo abandonado, mucha gente de Bolivia ha venido, se ha
nacionalizado esos no quieren cooperar con el valle, ya cuando se formó la Junta
Vecinal, se formó también la Municipalidad de Camarones, ahí estuve yo como
presidente de la junta de vecinos, como se formó la comuna de Camarones fuimos
invitados todos en vehículo pa´ Cuya. Estuvo muy bonita la entrega, estuvo el
Intendente, el Gobernador, y así había mucha gente, no ve que pasan por ahí los

_____________________________________________________________________ 33
vehículos. Yo estuve diez años, después yo quise presentar la renuncia, me
dijeron que no me la aceptaban, el gobernador me dijo “a usted no le aceptamos la
renuncia don Julio, porque usted es muy servicial aquí en el valle de Codpa”,
entonces me dijeron, “traiga más bien su libreta, su carné para renovárselo, así
que no insista en presentar la renuncia”, así que no insistí y ¿qué hago?, también
me enfermé, desde entonces estoy acá, me quedé no más. Ahora no hay gente en
Codpa. La familia Acevedo murieron de 110 años, de 100, de 90 han muerto... en
Cachicachi se llama, o Calachoque.

¿Que se acuerda de antes, cuando Ud. tenía diez años?, ¿Qué fiestas
habían?

-San Martín, es el patrón del valle, después el otro es San Pedro, de


Guañacagua, en Chitita se llama San Pedro, y la Virgen del Carmen, festejaban,
ahora no. En Cerro Blanco celebraban Espíritu Santo, son gente que van de acá,
son hijos netamente de codpeños.

¿Y antes usted iba, cuando era chico lo llevaban?

-No, en ese tiempo a san Martín no más, a Codpa bajábamos todos y nos
quedamos en la noche, ¡ah! y pa´ Espíritu Santo, pa´la Semana Santa. Carnavalón
también, putas que bailábamos Carnavalón, en ese tiempo había buenos
cantores, cantaban muy bonito los carnavales los viejos antiguos, tocaban
charangos, guitarras, hacían bailar hasta los pájaros.

¿Que se acuerda de los marchantes?

-En ese tiempo también llegaban los marchantes, llegaban desde Bolivia, putas
había de todo, traían azúcar, harina, charqui, queso, carne...

¿Y animales...?

-Animales pa´carnear, alpacos, llamas...

¿Y para criarlos en el valle?

-Compraban llamos en ese tiempo, costaban 15 pesos un alpaco o llamo, o diez


pesos.

¿En 1908 ...?

-Claro, y traían y compraban dos o tres llamos, y ahí los criaban en Codpa con los
pastos, y les daban de comer, los engordaban y se lo comían. pa´ las fiestas los
viejos se preparaban en esos tiempos.

_____________________________________________________________________ 34
¿ Pero nadie criaba por montones?

- No. Los bolivianos no más traían así. tenían más crianza de mulas, caballos pa´
sacar
la fruta, así que los llamos venían y repartían la carne. Todos tenían lasa cosas:
chuño, la papa, el charqui, por cantidad.

¿Y como se hacia el intercambio? ¿Había una persona que mandaba?

-No, ellos mismos cambiaban, los mismos dueños, los mismos llameros que
venían con las llamas, ellos cambiaban con cosas secas: higos, huesillos secos,
orejones, y hasta pasas secas...

¿Pero se juntaban en el pueblo o iban casa por casa?

-No, se juntaba en todo el valle, alojaban en un pueblito, ahí íbamos a cambiar,


después alojaban en otro pueblito, allá iba toda la gente, había un caballero que
repartía toda la carne, inspector se llamaba, ese repartía toda las cosas que traían
de Bolivia.

¿Esa persona de donde era?

- De ahí mismo de Codpa. Antes que se llamara Junta Vecinal, se llamaba


inspector, después ya por ahora se llama presidente de la Junta de Vecinos, el
inspector lo nombraba el subdelegado de ahí de Codpa.

¿Pero como lo hacia el inspector?

-Ese era como un Gobernador, un inspector que veía a los que traían cuestiones
de Bolivia, y las repartía.

¿Fijaba precio?

-Claro, se ponían de acuerdo entre todos, comerciantes y el inspector se ponían


de acuerdo entre todos. Cambalache no más se llama: higos con huesillo, o
huesillo con chuño, o papas con charqui. El kilo de charqui cuesta tanto, ya el kilo
de charqui, y un kilo de uva, cambio.

¿Y no había personas que quisieran comprar más? ¿O había una cuota por
familia?

-No le querían vender más porque no había en abundancia, cuando ya eran


abundantes cambiaban por sacos, pero mientras tanto no cambiaban. Después ya
cambiaban por sacos, la gente tenía cuatro, cinco sacos, ¿Tu conocer el Charqui?

- Sí

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-Si muy rico, y lo hacen de la mejor para que se hace acá en el interior Y chuño, la
papa, el queso, el charqui, putas el charqui gordo bueno, venía hasta con azúcar,
si de Bolivia traían muchas cosas.

¿Y mantas...?

-también...frazadas...

¿Cordeles?

-No, acá comprábamos. Ropa también traían de Bolivia, pero en esos años casi
no se usaban de allá de Bolivia, ya más de las pampas, y había lana, putas pal
mundo, tejían las viejas allá también, tejían telar, de genero de hacían

¿Que se hablaba, español o aymará?

-Ahí yo no sé, yo me acuerdo cuando ya Codpa era peruano, pero después en


1918, 17, bueno yo nací en Julio de 1908, cuando ya tenía diez años todavía yo
alcance a escuchar como cantaban la canción nacional peruana en todos los
pueblos del interior, Putre, Belén, Tignamar, acá en Azapa festejaban más el 28
de Julio, así que en Codpa también festejaban, después llegaron chilenos, y
bolivianos, y ahí festejaban en todo el valle de Codpa, Chitita, ..., hasta en Chaco
había cruces de Guañacagua un poquito pa´arriba.

_____________________________________________________________________ 36

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