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Facultad de Educación
Escuela de Historia y Geografía
Profesor: Alfredo Germán Gómez Alcorta
Marzo 2020
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APUNTE
Formación ciudadana Vol. IX.
Facultad de Educación
Escuela de Historia y Geografía
CÁTEDRA: Ciudadanía
AÑO: 2020
Profesor: Alfredo Germán Gómez Alcorta.
Formación ciudadana
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Formación ciudadana
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INDICE.
PRESENTACIÓN................................................................................................................................6
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Formación ciudadana
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PRESENTACION
El 31 de julio del 2015 el Rector de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi junto a la Ministra de
Educación, Adriana Delpiano, consignaron el convenio para lanzar el Plan de Formación
Ciudadana y Derechos Humanos para los diversos niveles educativos del país. Ya desde el año
2005 el Marco para la Buena Enseñanza establecía definiciones metodológicas que aproximaban
al profesorado la cultura democrática contemporánea. Desde estos lineamientos viene
trabajando la UBO. Las nuevas concepciones de ciudadanía democrática y la amplificación
permanente de los Derechos Humanos hacen que las repercusiones de las necesidades
educativas en estas materias comprometan a los sistemas educativos nacionales, tal como
desde décadas lo viene adelantando el Comisión Europea en materia de reforma de sistemas
educacionales en todo el continente. En el debate desarrollado sobre el proceso de
convergencia europeo, y de modo particular, sobre el aprendizaje por competencias para la
vida, las definiciones políticas generadas por la Unión Europea, la OCDE, y proyectos
internacionales como DeSeCo (Definition and Selection of Competencias: Theoretical and
Conceptual Foundations, proyecto OCDE) propiciaron una la reflexión a nivel mundial tendiente
a orientar la formación de hombres y mujeres hacia la integración a la sociedad y el desarrollo
exitoso de una ciudadanía activa para alcanzar una vida feliz. Las definiciones operativas de
aprendizaje han favorecido un carácter del mismo más flexible, propiciando competencias
genéricas que sirven a lo largo de la vida de las personas y abriendo el debate hacia las
competencias transversales y/o blandas, más relacionadas a la vida social. Los aportes
generados en las últimas décadas gracias al análisis del a aplicación de pruebas estandarizadas
(OCDE, 2015), han arrojado la formulación de competencias genéricas más relevantes por su
valor simbólico para la sociedad como la comunicación, la resolución de problemas, el
razonamiento, el liderazgo, la creatividad, la motivación, el trabajo en equipo, la capacidad de
aprender a lo largo de la vida, las oportunidades de desarrollar una vida ciudadana íntegra en
los múltiples ámbitos y dimensiones de la ciudadanía contemporánea. Por ello, la formación
ciudadana no solo se define como instrucción cívica o formación política, sino una efectiva
alfabetización histórica a fin de que el estudiante comprenda la integralidad del pensar
históricamente la sociedad, la cultura, la política y la complejidad etno-cultural de la realidad
contemporánea. Igualmente, la formación ciudadana es una puerta de acceso a la
multiculturalidad y a la interculturalidad; ya que es una herramienta que posibilita el diálogo, la
convergencia y la aceptación dentro de una sociedad democrática. En suma, los valores y
principios del Modelo de Formación de toda institución de educación nacional debe converger
en torno a los elementos constituyentes de la cultura democrática contemporánea, y conformar
un acervo solvente para la efectiva socialización del estudiante en la vida social y cultural de su
país, valorizando aquellos elementos que llevan a desarrollar una vida en el marco de la
equidad, la justicia y el respeto al Estado de Derecho y la Dignidad Humana. El aprendizaje ético
y la enseñanza de la ciudadanía democrática se han transformado en prioridades formativas por
diversas razones, entre ellas, por el escaso sentido ciudadano y la baja empatía por el destino
común que une a una nación. Pero también: “La ciudadanía se ha convertido a lo largo de los
años en un constructo histórico que ha sido objeto de infinidad de matizaciones. Desde las
aproximaciones que Aristóteles ofreciera en su reconocida obra La Política, al considerar la polis
(lo público) como el ámbito propio de la ciudadanía frente al oikos (lo privado) este concepto ha
inspirado a grandes pensadores, filósofos, políticos, sociólogos y pedagogos sobre la
complejidad y trascendencia no sólo de su contenido, sino también de sus implicaciones en los
diferentes ámbitos de la vida socio-económica y cultural de los estados- nación” (Zeledón Ruiz,
2005: 4). Desde la implementación de la Reforma Educacional Chilena se han seguido las
orientaciones de la UNESCO en materia de formación de valores, adoptando también posturas
de gran legitimación en la década de los noventa como el obtenido por el Informe Delors que
planteaba: “La educación debe estructurarse en torno a cuatro aprendizajes fundamentales,
que en el transcurso de la vida serán para cada persona, en cierto sentido, los pi¬lares del
conocimiento: aprender a conocer, es decir, adquirir los instrumentos de la comprensión;
aprender a hacer, para poder influir en el propio entorno; aprender a vivir juntos, para
participar y cooperar con los demás en todas las actividades humanas; y, por último, aprender a
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ser, un proceso fundamental que recoge elementos de las tres en una sola”. (Delors, 1996: 100).
En estos planteamientos no solo hay un bosquejo valórico, sino que se encuentran las
definiciones fundamentales que la Educación Formal debía transmitir de la cultura democrática
y la llamada Educación para la Ciudadanía.
ANTECEDENTES GENERALES PARA LA FORMACIÓN CIUDADANA:
GENERO Y DIVERSIDAD
DOCUMENTOS DE TRABAJO
Referencia: Trejo Sirvent, María Luisa; Llaven Coutiño, Gabriel; Pérez y Pérez, Hugo César EL
ENFOQUE DE GÉNERO EN LA EDUCACIÓN Atenas, vol. 4, núm. 32, octubre-diciembre, 2015, pp.
49-61 Universidad de Matanzas Camilo Cienfuegos Matanzas, Cuba
EQUIDAD E IGUALDAD DE GÉNERO EN EDUCACIÓN
La educación es uno de los instrumentos más importantes para lograr la equidad e igualdad de
género. Sin embargo, la plena equidad e igualdad entre mujeres y hombres no se logrará hasta
que los sistemas educativos democráticos garanticen el acceso a la educación en condiciones
de equidad e igualdad para mujeres y hombres y eliminen todos los estereotipos que
discriminan y fomentan la desigualdad entre géneros, educando así a los niños y niñas para la
igualdad y el respeto entre hombres y mujeres. Esta es la educación que necesitamos para
conseguir que la igualdad entre géneros sea una realidad y no sólo una aspiración de la
sociedad del siglo XXI. Coeducación no es lo mismo que escuela mixta. La implantación de la
escuela mixta “ha supuesto la incorporación de las alumnas al modelo educativo masculino,
considerando como universal lo que constituye una discriminación, cuando no una negación del
modelo femenino” (Aisenstein y Scharagrodsky, 2006, pp. 298-299). La coeducación es un
proceso educativo basado en la igualdad y la no discriminación por razones de género que trata
de potenciar el desarrollo integral de las alumnas y alumnos partiendo de la realidad de dos
géneros diferentes, y orientada hacia un desarrollo personal y una construcción social comunes
y no enfrentados. Hacer coeducación implica (Cerviño y Hernández, 2009, p. 27): - Dar valor y
reconocimiento a las necesidades, deseos y aportaciones de las mujeres. - Dar las mismas
oportunidades, derechos y obligaciones a ambos géneros. - Partir de la libertad que hay y que
siempre ha habido para seguir dibujando su estela. - Ayudar a las alumnas y alumnos a que
saquen a la luz su propia singularidad. - Facilitar que las alumnas y alumnos den un sentido libre
y no estereotipado al sexo que tienen. - Prestar atención a la complejidad de una realidad en
continuo cambio. - Promover relaciones basadas en el intercambio y el reconocimiento mutuo
entre alumnas, entre alumnos y entre alumnas y alumnos. - Prestar atención a la propia
realidad, como mujer o como hombre, que también está en continuo cambio. La coeducación
es un enfoque educativo cuya finalidad principal es la educación en igualdad y para la igualdad
entre géneros. Esta forma de concebir la educación pasa por detectar y corregir las
desigualdades entre alumnas y alumnos proponiendo pautas educativas igualitarias. Una
contribución especialmente relevante para superar las situaciones de discriminación de género
que imperan en la sociedad puede provenir del sistema educativo. Los centros educativos, en
tanto que formadores de actitudes de alumnas y alumnos, ofrecen una plataforma excelente
para la superación de los estereotipos y prejuicios sexistas y de las prácticas sociales
discriminatorias y para la construcción de una sociedad más justa e igualitaria. Los docentes
debemos formar a nuestras alumnas y alumnos para que en un futuro sean personas que
dispongan de un sistema de valores que defienda la igualdad entre mujeres y hombres. Para
ello, es fundamental e imprescindible la colaboración familiar, ya que es en el ámbito familiar
donde las alumnas y alumnos disponen de grandes oportunidades de obtener experiencias que
fomenten la igualdad entre géneros. Además, es necesario concienciar a la familia de la
importancia que tiene la educación en valores para fomentar la igualdad entre los géneros y la
relevancia que tienen las madres y padres como verdaderos modelos educativos. La escuela
coeducativa es un instrumento fundamental para afianzar las prácticas democráticas de
nuestras sociedades, así como consolidar el discurso de la no violencia, la no discriminación y la
igualdad de género. La escuela coeducativa no solo centra sus objetivos en la igualdad de
género, sino también en la igualdad de las diferencias, promoviendo el respeto y la convivencia.
Es una escuela que promueve la diversidad y la justicia desde el respeto a las diferencias. En
una escuela coeducativa, la diversidad, la igualdad, el respeto, la inclusión, la convivencia, no
son departamentos estancos que podamos impartir en materias puntuales. La coeducación no
tiene que ver solo con contenidos curriculares, sino que es una actitud para educar y educarse.
No se trata de formar personas perfectas, se trata de educar personas felices. Hablar de
coeducación implica hablar de la superación del fracaso escolar, de la educación ética y
convivencial, de la educación de los géneros, de los sentimientos y afectos, de la educación
intercultural, de la educación del ocio y el tiempo libre, etc. (Iturbe, 2015, p. 36).
¿Qué es coeducación?
La coeducación es un término que hace referencia a la educación conjunta de alumnos y
alumnas, la cual supone y exige la igualdad de oportunidades entre géneros. El concepto de
coeducación es de mayor amplitud y riqueza que el de enseñanza mixta, ya que este último se
refiere a la práctica consistente en que los alumnos y alumnas compartan un mismo espacio y
reciban los mismos conocimientos. Coeducar es educar a niños y niñas de la misma manera, y
no hacerlo de modo diferentes según su género; es superar el androcentrismo que pone al
hombre en el centro del conocimiento y de la historia invisibilizando el rol de la mujer. El
androcentrismo imperante es la principal barrera para la evolución de los roles de género, las
discriminaciones sexistas, la eliminación de la división sexual del trabajo, la misoginia
generalizada y la violencia patriarcal contra las mujeres (Simón, 2006, p. 158). La coeducación
se define como una “propuesta pedagógica actual para dar respuesta a la reivindicación de la
igualdad realizada por la teoría feminista, que propone una reformulación del modelo de
transmisión del conocimiento y de las ideas desde una perspectiva de género en los espacios de
socialización destinados a la formación y el aprendizaje” (Instituto de la Mujer, 2008, p. 5). Es
necesario incorporar y visibilizar a las mujeres en las diferentes áreas de conocimiento, utilizar
un lenguaje incluyente y no sexista, eliminar imágenes sexistas que van contra los valores de la
igualdad de género y fomentar valores transversales como la igualdad de género, la solidaridad,
el respeto a la diversidad y promover el respeto y apoyo entre generaciones.
El principio de igualdad constituye uno de los derechos fundamentales reconocidos en todos los
instrumentos normativos internacionales; la Constitución Española, en su artículo 14, reconoce
el derecho fundamental a la igualdad ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación
alguna, entre otras causas, por razón de sexo. La igualdad entre hombres y mujeres se presenta
como un principio básico y un derecho fundamental dentro del marco legal de las Naciones
Unidas, la Unión Europea, la Constitución y las Comunidades Autónomas. Son muchos los
logros que se han conseguido en las últimas décadas en la consecución de la igualdad entre
mujeres y hombres, pero a pesar de estos avances, aún se siguen evidenciando en la realidad
social y cultural, hechos y situaciones que denotan cómo todavía no se ha alcanzado la igualdad
real y efectiva entre ambos sexos. Desafortunadamente, en la sociedad actual perviven aún
modelos de conducta y de relaciones entre mujeres y hombres que ponen de manifiesto los
desequilibrios todavía existentes entre ambos y la necesidad de continuar avanzando para que
se produzcan transformaciones estructurales y cambios realmente significativos en todos los
ámbitos. La desigualdad está presente en las sociedades de las distintas partes del mundo. Sirva
como ejemplo el hecho de que en América Latina y el Caribe hay 5,8 millones de niñas y niños
que están fuera de la escuela primaria y secundaria y que países de bajos ingresos (Afganistán,
Burkina Faso, Etiopía, Malí, Mozambique, Níger y la República Unida de Tanzania) tienen un
porcentaje “desproporcionadamente grande” de niñas y niños, adolescentes y jóvenes no
escolarizados del mundo (Periódico La Jornada, 2017); o que, en España, el 70% de las personas
que no saben leer ni escribir son mujeres (571.600) frente al 30% hombres (271.300) (Keller, 25
de diciembre de 2017). La educación constituye, sin duda, un espacio privilegiado para
construir una “ciudadanía basada en la igualdad, en el proyecto de bienestar propio de nuestras
sociedades democráticas, y en su dimensión comunitaria” (López, 2007:261-262). Actualmente,
una de las cuestiones fundamentales que centran el debate sobre la discriminación de las
mujeres es la insuficiencia de la denominada escuela mixta. La escolarización conjunta de
alumnas y alumnos, que en un principio se presentaba como garante de la igualdad, se ha
mostrado insuficiente para eliminar los prejuicios, estereotipos y desigualdades existentes en
nuestra sociedad. Una larga tradición patriarcal pervive a través del sexismo del lenguaje, el
androcentrismo científico, la discriminación en el trato hacia unos y otras y en la propia
organización escolar. Es necesario, pues, seguir avanzando hacia una verdadera escuela
coeducativa, un modelo de escuela que respete y valore igualmente las aportaciones y
experiencias de ambos géneros e intervenga activamente para eliminar los obstáculos y
barreras que impiden la igualdad de oportunidades mujeres y hombres. A continuación,
citamos la normativa principal vigente en materia coeducativa y de igualdad de oportunidades
en el ámbito estatal.
La escuela coeducativa
Anexo 1
El Contrato Social
Rousseau creía que el individuo debía en última instancia asumir su puesto en la sociedad, fruto
de esta inquietud es la publicación en 1762 de una exposición sistemática de sus ideas políticas:
Du Contrato Social, que era simplemente parte de una obra proyectada, pero no concluida,
sobre las instituciones políticas. El Contrato Social es un tratado sobre los derechos políticos, y
no un debate sobre los gobiernos existentes, y pretende enfrentarse con el difícil problema de
mantener la libertad en una sociedad que sea a la vez justa y humana: “El hombre nació libre y,
sin embargo, vive en todas partes encadenado”.
Según Rousseau, el principio que garantice esta transformación social está constituido por la
voluntad general, ya que sólo es ésta la que puede dirigir las fuerzas del Estado hacia el bien
común. Establece así la voluntad general “como verdadero motor del cuerpo social”, en
detrimento de la voluntad particular. La voluntad general se configura mediante un pacto libre
entre iguales. No se admite la sumisión a terceras personas. Este pacto entre iguales supone la
renuncia de cada uno a sus propios intereses a favor de la colectividad, es decir, los hombres
voluntariamente renuncian a un estado de natural inocencia para someterse a las reglas de la
sociedad, a cambio de beneficios mayores inherentes al intercambio social. Este
consentimiento voluntario se materializa a través de un contrato, “el contrato social” en este
caso.
La reestructuración social que propone Rousseau debe tener como efecto la total socialización
del hombre, con objeto de impedir que surjan y se consoliden intereses privados. El hombre
sólo debe pensar en sí mismo cuando piense en los demás. Nadie debe obedecer a otro, sino
todos a las leyes que emanan del Estado, las cuales son expresión de la voluntad general. Esta
voluntad general debe estar dirigida por una especie de filósofo-rey, el cual debe solicitar y
facilitar los esfuerzos de todos, para que todos quieran el bien común y eviten el mal, que se
identifica con los intereses particulares. Por lo tanto, el hombre, según Rousseau, sólo debe
obedecer a aquella conciencia pública representada por el Estado. La voluntad general,
encarnada por el Estado y en el Estado, lo es todo. En definitiva, la defensa del bien común
conduce a un vaciamiento del individuo, el cual se ve absorbido por el cuerpo social.
Resumen de la obra por libros*:
La obra tiene cuatro libros pero en realidad es un proyecto inacabado. El autor hace saber al
lector la causa que le llevó a no poder completar dicha empresa: “Este pequeño tratado se ha
extraído de una obra más extensa, iniciada sin haber consultado mis fuerzas y abandonada
después de un tiempo. De los diversos fragmentos que podían extraerse de ella, este es el más
considerable y el que me ha parecido menos indigno de ser ofrecido al público. El resto ha
desaparecido.”
Libro I
Rousseau parte de la tesis que supone que todos los hombres nacen libres e iguales por
naturaleza. Nos habla del estado originario del hombre (que había desarrollado con amplitud
en el Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres), afirma
que la familia “es el primer modelo de sociedad política”. Rousseau argumenta contra el
derecho del más fuerte: “Convengamos, pues, en que la fuerza no constituye derecho, y que
únicamente se está obligado a obedecer a los poderes legítimos”. El fundamento único de toda
autoridad legítima serán las convenciones. Tras una breve referencia a la guerra y la esclavitud,
el ginebrino presentará su idea acerca del pacto social, que formula en los siguientes términos:
“Cada uno de nosotros pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección
de la voluntad general, recibiendo a cada miembro como parte indivisible del todo”. Rousseau
distingue tres tipos de libertades: la libertad natural, que es la que se pierde tras el contrato, la
libertad civil que está limitada por la voluntad general y la libertad moral, “que es la única que
convierte al hombre en amo de sí mismo”. El pacto social convierte en iguales a los hombres
por convención y derecho.
Libro II
Esta parte de la obra se ocupa sobre todo del concepto de “voluntad general” (volonté
générale). Al ejercicio de esta voluntad lo llama Rousseau “soberanía”, destacando su
inalienabilidad e indivisibilidad. También analiza las nociones de “ley”, que no sería otra cosa
que un acto de la voluntad general, es decir, donde el “pueblo” sería el “legislador”. Rousseau
hace que sea imprescindible la figura del legislador representante, que es “un hombre
extraordinario” en el Estado.
Libro III
Este libro es el más extenso, y se ocupa fundamentalmente del gobierno y de sus formas. El
gobierno es “un cuerpo intermedio establecido entre los súbditos y el soberano para su mutua
correspondencia, encargado de la ejecución de las leyes y del mantenimiento de la libertad,
tanto civil como política” (pág 56). El gobierno no es otra cosa que el ejercicio legítimo del
poder ejecutivo. El poder legislativo, por su parte, siempre pertenece al pueblo y sólo puede
pertenecer a él. Rousseau sigue desarrollando su particular aritmética política:
“el gobierno, para ser bueno, debe ser relativamente más fuerte a medida que el pueblo es más
numeroso”.
“la resolución de los asuntos se vuelve más lenta a medida que se encarga de ellos mayor
número de personas”.
“la relación de los magistrados con el gobierno debe ser inversa a la relación de los súbditos con
el soberano”.
Este afán calculador lo lleva hasta tales extremos que afirma unas páginas después que “un
español viviría ocho días con la comida de un alemán”. Rousseau considera que la forma de
gobierno más adecuada a un país depende del número de habitantes y de su extensión. De este
modo, “el gobierno democrático conviene a los pequeños Estados, el aristocrático a los
medianos y la monarquía a los grandes”. Rousseau opina que la democracia es una forma tan
perfecta de gobierno que no se da nunca en su forma pura; los dioses se gobiernan
democráticamente, “pero un gobierno tan perfecto no es propio de hombres”.
Rousseau ataca al lujo como obstáculo para la construcción de esa república democrática ideal,
que además requiere ser una Ciudad-Estado de ciudadanos virtuosos. Todo este libro está
atravesado por la misma estructura de la Política aristotélica (aunque los análisis del ginebrino
son más áridos y menos fundamentados históricamente que los del Estagirita). También tiene
como fuente a Montesquieu al dar importancia al clima en el carácter (Herder) de los pueblos:
“el despotismo conviene a los países cálidos, la barbarie a los fríos y la civilización a las regiones
intermedias”. Otra relación establecida por Rousseau le lleva a afirmar que la opulencia
corresponde a las monarquías, la riqueza y extensión medias a las aristocracias, y la pobreza y
pequeñez de territorio a las democracias.
Tras dar las características de un buen gobierno (cuyo mejor criterio es la multiplicación de sus
miembros) y arremeter contra las letras y las artes que traen la decadencia a los pueblos, el
ginebrino plantea su propia teoría de las revoluciones, también más imperfecta y menos
acabada que la de Aristóteles. Rousseau afirma tajantemente: “si queremos una institución
duradera, no pensemos en hacerla eterna”. También es tajante al afirmar el carácter de
fenómeno exclusivamente cultural de la política: la constitución del Estado es obra del arte.
Al final nos habla de la corrupción que supone para el Estado la aparición de representantes, y
nos da algunas indicaciones sobre su concepto de “asamblea”.
Libro IV
Este último libro comienza hablando de la bondad y rectitud de los hombres sencillos. Éstos
necesitan pocas leyes; Rousseau se siente emocionado “cuando se ve en la nación más feliz del
mundo a grupos de campesinos resolver los asuntos del Estado bajo una encina y conducirse
siempre con acierto”. Vuelve a insistir en la noción de voluntad general, “la voluntad constante
de todos los miembros del Estado”.
Tras hablar de las elecciones, hace un largo capítulo sobre la historia de Roma y, a continuación,
defiende la necesidad de la dictadura como elemento para prevenir y solucionar los momentos
de crisis en las repúblicas. También entiende que es necesaria la censura, que es la
manifestación de la opinión pública. Al final de este capítulo ataca a la religión cristiana, pues es
incompatible con la libertad; lo cristiano es opuesto a la república. Rousseau aboga por una
profesión de fe completamente civil y propone frente a los dogmas de religión las normas de
sociabilidad.
CONCLUSIÓN.
La Universidad Bernardo O´Higgins ha incorporado en su formación básica el enfoque de
Diversidad, Inclusión y Políticas, desde el segundo semestre correspondiente al ciclo inicial. La
asignatura desarrollada en todos los estudiantes apuntó al desarrollo de conocimiento y
habilidades para reconocer que la diversidad (social, cultural, sexual, de género, etc.); como
dimensiones inherente a la condición humana que se manifiesta en nuestra sociedad y tiene
una expresión concreta en la escuela, reconociendo que la diversidad es un valor que
determina la necesidad -inspirado en la perspectiva de los DDHH- de analizar y modificar las
prácticas, las culturas y las políticas para eliminar las barreras y asegurar el acceso y
participación de todos y todas en los procesos educativos. En relación con las políticas, se
analizó el marco normativo y político nacional que ordena nuestro sistema educacional,
reconociendo las bases conceptuales y filosóficas que lo sustentan y su coherencia con las
demandas de sociedades multiculturales como la nuestra, poniendo especial énfasis en
aquellos instrumentos que promueven la inclusión educativa desde un enfoque de derechos
humanos.
Se espera que con estas herramientas los estudiantes puedan identificar situaciones propias de
la diversidad en el aula y de la forma en que a través de las normativas vigentes es posible
abordarla, contribuyendo como agentes activos al desarrollo de la cultura democrática desde el
colegio y en el seno mismo de la sociedad.
Anexo N° 2
ACTIVIDAD
Instrucciones: En los recuadros de debajo del encabezado, describa los rasgos o características del ejercicio de su propia
ciudadanía en los ámbitos descritos anteriormente.
Ciudadanía
social
Ciudadanía
política
Ciudadanía
cultural
Ciudadanía
económica
Ciudadanía
étnica
BIBLIOGRAFÍA.
Correa. Sofía; RUZ-TAGLE, Pablo (2010). Ciudadanos en Democracia: Fundamentos del sistema
político chileno. Debate: Santiago.
Universidad de Chile (2011) Genero y Formación Inicial. Actas del 1 Congreso Nacional de
Ciencias Sociales y Educación.
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