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Antes que elaborar una teoría general de la seguridad, resulta necesario pensar en
alguna frase que defina la idea de seguridad. Y esa idea podría, en efecto,
relacionarse con la sensación de tranquilidad, confort, certidumbre, certeza que
experimenta un sujeto cuando se siente libre y a salvo de riesgos y amenazas.
Marcos Cueto explica que hay claros antecedentes de que la salud ha sido un tema
de preocupación internacional, por lo menos desde mediados del siglo XIX,
propiciando la emergencia de redes y actores en una escala global.
Hasta fecha relativamente reciente, la salud era vista entre las democracias liberales
más radicales como una responsabilidad personal, dependiente de buenos hábitos
y de recursos económicos propios disponibles para su atención, más que como una
responsabilidad y deber del Estado.
Por otro lado, entre los gobiernos de izquierda generalmente se asume desde
tiempo atrás que debe existir una mayor responsabilidad del Estado para garantizar
salud pública de mayor alcance entre la población.
No existen hoy en día ni las etnias, ni las lenguas ni las culturas puras, todos los
grupos nacionales actuales son resultado de mezclas y fusiones tanto genéticas
como de ideas, sin embargo, las tendencias tribales persisten.
Salud según la OMS (1986): Un recurso para la vida diaria, no el objetivo de la vida
en sí. Salud es un concepto positivo que pone el énfasis en recursos sociales y
personales, lo mismo que en capacidades físicas.
Entonces, ¿Qué factores inciden para el logro de un buen estado de salud y cómo
se define tal cosa?
Brown dice: ‘Salud global’ en general implica tomar en cuenta las necesidades de
salud de la gente de todo el planeta, más allá de las preocupaciones de las naciones
en lo particular.
Ver a la salud global como una responsabilidad mayor del Estado obliga a las
autoridades nacionales al desarrollo de una visión integral del bienestar colectivo,
en el que todos los factores de la interacción social queden conectados: salud,
educación, empleo, relaciones, etcétera, para garantizar mejores condiciones de
vida.
Es cada vez más claro que la salud es un asunto profundamente influido por una
enorme cantidad de variables que no se pueden ignorar y que éste, a su vez, tiene
una incidencia enorme en las cuestiones de seguridad en todos los planos. El
problema generado por el COVID-19 a nivel mundial también pone claramente de
manifiesto la necesidad de una OMS más fuerte y eficiente, en términos de ser una
institución capaz de coordinar esfuerzos locales avalada por y sustentada en una
sólida cooperación de todos los miembros de la sociedad global.
En el plano nacional, queda en la mesa de discusiones la importantísima cuestión
de la responsabilidad del Estado en materia de atención a la problemática nacional
de la salud. No todos los Estados actuaron o actuarán igual, pero sí todos deben
priorizar la inversión e investigación en salud como tema de seguridad nacional.
El texto nos deja en claro y de una manera amigable y entendible, los retos del
sistema internacional en el mundo post pandemia. El COVID nos vino a dejar en
claro que nuestros sistemas de salud – y nuestra forma de ver a la salud – no son
suficientes ni eficaces para hacer frente a las crisis que en cualquier momento se
puedan volver a presentar.
La globalización tiene sus puntos negativos, como todo, pero el que considero más
notorio es la facilidad con lo que las cosas se esparcen: desde rumores hasta virus
letales. Y entonces, deberíamos ser coherentes con nuestro deseo como sociedad
de globalizar todo, y también globalicemos la salud. Es muy atinado que el autor
destaque la inequidad en estos casos. Países como Nueva Zelanda, Japón, Bélgica,
tienen capacidades tecnológicas y médicas de primera, mientras hay continentes
enteros que viven en el rezago y el subdesarrollo.