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posesión: ingreso, alojamiento y control del cuerpo y la mente del sujeto por parte
de un demonio o un espíritu. Si bien la idea es tan universal como antigua, existen
muchos tipos diferentes de posesión; algunos, ni siquiera malignos.
Desde siempre —y aún hoy— se creyó que los dioses pueden interferir en la vida
de los hombres. El rezo es una manifestación de esa filosofía.
La opinión más generalizada al respecto es que los demonios presionan sobre las
debilidades de la personalidad que poseen. Son incapaces de instalar sus propios
deseos, si estos son contrarios a los del anfitrión. En todo caso, aprovechan los
impulsos que ya existen en él, siquiera de forma latente, y poco a poco los
conducen a la superficie de la conciencia.
La lujuria, la avaricia, la ira, y el resto de los pecados capitales son algo así como
la puerta de entrada para la posesión demoníaca. Es decir, al cultivar esos hábitos
el sujeto realiza una especie de eucaristía con el mal, permitiéndole el ingreso a su
cuerpo.
Incluso algunas comidas pueden ser el primer paso para la posesión demoníaca.
En este contexto, las manzanas son las que mayores propabilidades tienen de ser
poseídas por espíritus impuros; quizás como recordatorio de la historia de Adán,
Eva y una manzana que no fue tal en realidad.
Si antes los pecados capitales eran una especie de llamada o de invitación a las
potencias infernales, hoy en día se considera que el mismo resultado indeseable
puede obtenerse a través de la práctica de la magia negra, o bien manipulando
fuerzas que no deben ser perturbadas, por ejemplo, a través del Tablero Ouija, las
Mesas Parlantes o el Juego de la Copa.
La persona poseída no considera que está hablando en una lengua extraña, por
ejemplo, o que es capaz de entender idiomas que nunca estudió. Es frecuente que
la persona poseída muestre una viva repulsión por ciertas comidas, y sobre todo
por objetos sagrados como cruces y medallas de santos.
Es importante aclarar que la persona poseída ignora por completo lo que le ocurre,
y no es consciente de la totalidad de sus actos.