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VISIÓN GENERAL
La cabeza es la parte superior del cuerpo, unida al tronco por el cuello. Es el centro
de control y comunicación y el «área de carga y descarga» del organismo. Alberga el
cerebro y, por lo tanto, es el lugar de la ideación consciente, la creatividad, la
imaginación, las respuestas, la toma de decisiones y la memoria. Contiene receptores
sensoriales especiales (ojos, oídos, boca y nariz) e instrumentos para la emisión de la
voz y para la expresión; es la puerta de entrada para el combustible (alimentos), el
agua y el oxígeno, y la puerta de salida para el dióxido de carbono.
La cabeza contiene el encéfalo y sus cubiertas protectoras (cavidad craneal y
meninges), los oídos y la cara. La cara posee aberturas y vías de paso, con glándulas
lubrificantes y válvulas (sellos) para cerrar algunas de dichas aberturas; posee además
los elementos de la masticación y las órbitas, que albergan el aparato visual. La cara
nos aporta también la identidad individual. Las enfermedades, las malformaciones y
los traumatismos de las estructuras de la cabeza constituyen la base de muchas
especialidades, como odontología, cirugía maxilofacial, neurología, neurorradiología,
neurocirugía, oftalmología, cirugía oral, otología, rinología y psiquiatría.
CRÁNEO
El cráneo1 es el esqueleto de la cabeza (fig. 8-1 A). Está formado por 22 huesos
separados. Diversos huesos constituyen sus dos partes, el neurocráneo y el
viscerocráneo (fig. 8-1 B). El neurocráneo es la caja ósea del encéfalo y sus
cubiertas membranosas, las meninges craneales. Contiene también las porciones
proximales de los nervios craneales y los vasos encefálicos. El neurocráneo del adulto
está formado por una serie de ocho huesos: cuatro impares centrados en la línea
media (frontal, etmoides, esfenoides y occipital) y dos series de pares bilaterales
(temporal y parietal) (figs. 8-1 A, 8-2 A y 8-3).
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FIGURA 8-1. Cráneo del adulto I. A) En la posición anatómica, el borde inferior de la órbita y el borde
superior del meato acústico externo se encuentran en el mismo plano horizontal orbitomeatal (horizontal de
Frankfort). B) El neurocráneo y el viscerocráneo son las dos partes funcionales primarias del cráneo. En la
vista lateral se observa que el volumen del neurocráneo, que aloja el encéfalo, duplica aproximadamente el
volumen del viscerocráneo. C) Los huesos impares esfenoides y occipital contribuyen de forma importante a
la base del cráneo. La médula espinal se continúa con el encéfalo a través del foramen magno, la gran abertura
en la parte basal del hueso occipital.
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FIGURA 8-2. Cráneo del adulto II. A) El viscerocráneo, que alberga el aparato óptico, la cavidad nasal, los
senos paranasales y la cavidad bucal, domina la vista frontal (facial) del cráneo. B y C) La mandíbula es un
componente importante del viscerocráneo, y se articula con el resto del cráneo mediante la articulación
temporomandibular. En la ancha rama y el proceso coronoides de la mandíbula se insertan músculos potentes,
capaces de generar una gran fuerza relacionada con la mordida y la masticación.
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FIGURA 8-3. Cráneo del adulto III. Cada uno de los huesos del cráneo se identifica por un color. La
incisura supraorbitaria, el foramen infraorbitario y el foramen mentoniano, por los que pasan los principales
nervios sensitivos de la cara, se encuentran, aproximadamente, en una línea vertical.
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desarrollan principalmente en el mesénquima de los arcos faríngeos embrionarios
(Moore et al., 2016). El viscerocráneo constituye la parte anterior del cráneo y se
compone de los huesos que rodean la boca (maxilares y mandíbula), la nariz/cavidad
nasal y la mayor parte de las órbitas (cuencas o cavidades orbitarias) (figs. 8-2 y 8-3).
El viscerocráneo consta de 15 huesos irregulares: tres huesos impares centrados o
situados en la línea media (mandíbula, etmoides y vómer) y seis huesos pares
bilaterales (maxilar, cornete [concha] nasal inferior, cigomático, palatino, nasal y
lagrimal) (figs. 8-1 A y 8-4 A). Los maxilares y la mandíbula albergan los dientes; es
decir, proporcionan las cavidades y el hueso de sostén para los dientes maxilares y
mandibulares. Los maxilares forman la mayor parte del esqueleto facial superior,
fijado a la base del cráneo. La mandíbula forma el esqueleto facial inferior, móvil al
articularse con la base del cráneo en las articulaciones temporomandibulares (figs. 8-
1 A y 8-2).
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FIGURA 8-4. Cráneo del adulto IV. A) Cada uno de los huesos del cráneo se identifica por un color. Dentro
de la fosa temporal, el pterión es un punto craneométrico localizado en la unión del ala mayor del esfenoides,
la porción escamosa del temporal, el frontal y el hueso parietal. B y C) Huesos suturales que aparecen a lo
largo de las suturas temporoparietal (B) y lambdoidea (C).
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FIGURA 8-5. Radiografía de cráneo. Los huesos neumatizados (llenos de aire) contienen senos o celdillas
que aparecen radiotransparentes (áreas oscuras) y que reciben el nombre del hueso ocupado por ellos. Las
porciones orbitarias derecha e izquierda del hueso frontal no se superponen; así, la fosa craneal anterior
aparece como dos líneas (P). (Cortesía del Dr. E. Becker, Associate Professor of Medical Imaging, University
of Toronto, Toronto, Ontario, Canada.)
Varios huesos del cráneo (frontal, temporal, esfenoides y etmoides) son huesos
neumatizados, que contienen espacios aéreos (celdillas aéreas o grandes senos),
presumiblemente para reducir su peso (fig. 8-5). El volumen total de los espacios
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aéreos comprendidos en estos huesos aumenta con la edad.
En la posición anatómica, el cráneo está orientado de tal modo que el borde
inferior de la órbita y el borde superior del poro del meato acústico externo de ambos
lados se hallan en el mismo plano horizontal (fig. 8-1 A). Esta referencia
craneométrica externa es el plano orbitomeatal (plano horizontal de Frankfort).
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La intersección de los huesos frontal y nasales es el nasión, que en la mayoría de
las personas se pone de manifiesto por un área netamente deprimida (puente nasal)
(figs. 8-1 A y 8-2 A). El nasión es uno de los múltiples puntos craneométricos que se
utilizan radiográficamente en medicina (o en el cráneo en seco en antropología física)
para efectuar mediciones craneales, comparar y describir la topografía del cráneo, y
documentar las variaciones anormales (fig. 8-6; tabla 8-1). El hueso frontal también
se articula con los huesos lagrimales, etmoides y esfenoides; una parte horizontal del
frontal (porción orbitaria) forma a la vez la pared superior de la órbita y una parte de
la fosa craneal anterior (fig. 8-3).
El borde supraorbitario del hueso frontal, el límite angular entre sus porciones
escamosa y orbitaria, posee en algunos cráneos un foramen supraorbitario
(incisura) para el paso del nervio y los vasos supraorbitarios. Inmediatamente
superior al borde supraorbitario hay una cresta, el arco superciliar, que se extiende
lateralmente a cada lado desde la glabela. La prominencia de esta cresta, situada en
profundidad a las cejas, es generalmente mayor en el hombre (figs. 8-2 A y 8-3).
Los huesos cigomáticos (huesos de la mejilla, huesos malares) forman la
prominencia de las mejillas, están situados en los lados inferolaterales de las órbitas y
descansan sobre los maxilares. Los bordes anterolaterales, paredes y gran parte de los
bordes infraorbitarios de las órbitas están formados por estos huesos cuadriláteros. Un
pequeño foramen cigomaticofacial atraviesa la cara lateral de cada hueso (figs. 8-3 y
8-4 A). Los huesos cigomáticos se articulan con los huesos frontal, esfenoides,
temporales y maxilares.
Inferiormente a los huesos nasales se halla la abertura piriforme (en forma de
pera) o abertura nasal anterior en el cráneo (figs. 8-1 A y 8-2 A). El septo nasal óseo,
que puede observarse a través de esta abertura, divide la cavidad nasal en las partes
derecha e izquierda. En la pared lateral de cada cavidad nasal hay unas láminas óseas
curvadas, las conchas o cornetes nasales (figs. 8-2 A y 8-3).
Los maxilares forman la mandíbula superior; sus procesos alveolares incluyen
las cavidades dentarias (alvéolos) y constituyen el hueso de soporte para los dientes
maxilares. Los dos maxilares están unidos por la sutura intermaxilar en el plano
medio (fig. 8-2 A). Los maxilares rodean la mayor parte de la abertura piriforme y
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forman los bordes infraorbitarios medialmente. Poseen una amplia conexión con los
huesos cigomáticos lateralmente, y un foramen infraorbitario inferior a cada órbita
para el paso del nervio y los vasos infraorbitarios (fig. 8-3).
La mandíbula es un hueso en forma de U con un proceso (apófisis) alveolar que
soporta los dientes mandibulares. Consta de una parte horizontal, el cuerpo, y una
vertical, las ramas (v. fig. 8-2 B y C). Inferiormente a los segundos dientes
premolares se encuentran los forámenes mentonianos para los nervios y vasos
mentonianos (v. figs. 8-1 A, 8-2 B y 8-3). La protuberancia mentoniana, que forma
la prominencia del mentón, es una elevación ósea triangular inferior a la sínfisis
mandibular, unión ósea donde se fusionan las mitades de la mandíbula en el niño (v.
fig. 8-2 A y B).
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FIGURA 8-7. Cráneo del adulto V: vista occipital. A) La cara posterior del neurocráneo, u occipucio, está
formada por partes de los huesos parietales, el hueso occipital y las porciones mastoideas de los huesos
temporales. Las suturas sagital y lambdoidea coinciden en el punto lambda, que suele poder apreciarse como
una depresión en las personas vivas. B) Se ha retirado la porción escamosa del hueso occipital para exponer la
parte anterior de la fosa craneal anterior.
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los huesos parietales, y la sutura lambdoidea separa los huesos parietal y temporal
del hueso occipital (fig. 8-8 A a C). El bregma es el punto craneométrico formado
por la intersección de las suturas sagital y coronal (figs. 8-6 y 8-8 A; tabla 8-1). El
vértice (vértex), o punto más superior de la calvaria, está próximo al punto medio de
la sutura sagital (figs. 8-6 y 8-7 A).
El foramen parietal es un orificio pequeño e inconstante que está situado
posteriormente en el hueso parietal, cerca de la sutura sagital (fig. 8-8 A y C). A
menudo puede haber forámenes parietales pares. Los forámenes muy irregulares y
variables situados en el neurocráneo son los forámenes emisarios, atravesados por las
venas emisarias que conectan las venas de la piel cabelluda (o cuero cabelludo) con
los senos venosos de la duramadre (v. «Piel cabelluda»).
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FIGURA 8-8. Cráneo del adulto VI: calvaria. A) Las porciones escamosas de los huesos frontal y occipital,
y ambos huesos parietales, contribuyen a formar la calvaria. B) En la cara externa de la parte anterior de la
calvaria se encuentra el bregma, donde coinciden las suturas coronal y sagital, y el vértice o punto superior del
cráneo. C) Esta vista externa muestra un prominente foramen parietal unilateral. Aunque los forámenes de las
venas emisarias suelen observarse en esta localización general, puede haber una gran variación.
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FIGURA 8-9. Cráneo del adulto VI: cara externa de la base del cráneo. A) Cada uno de los huesos
integrantes se identifica por un color. B) El foramen magno se localiza a medio camino entre los procesos
mastoides y a su mismo nivel. El paladar duro constituye tanto una parte de la pared superior de la boca como
la pared inferior de la cavidad nasal. Las grandes coanas, a cada lado del vómer, constituyen la entrada
posterior a las cavidades nasales.
El paladar duro (paladar óseo) está formado por los procesos palatinos de los
maxilares anteriormente y las láminas horizontales de los huesos palatinos
posteriormente. El borde posterior libre del paladar duro se proyecta posteriormente
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en el plano medio como espina nasal posterior. Posteriormente a los dientes
incisivos centrales se halla el foramen incisivo, una depresión en la línea media del
paladar óseo en la cual se abren los conductos incisivos.
Los nervios nasopalatinos derecho e izquierdo pasan desde la nariz a través de un
número variable de conductos y forámenes incisivos (pueden ser bilaterales o unirse
en una sola formación).
Posterolateralmente se hallan los forámenes palatinos mayor y menores.
Superiormente al borde posterior del paladar se hallan dos grandes aberturas, las
coanas (aberturas nasales posteriores), separadas entre sí por el vómer (del latín, reja
del arado), un hueso plano impar de forma trapezoidal que constituye una parte
importante del septo nasal óseo (fig. 8-9 B).
FIGURA 8-10. Hueso esfenoides. El esfenoides es un hueso impar e irregular, lleno de aire (neumático). A)
Se han retirado partes de la delgada pared anterior del cuerpo del hueso para mostrar el interior del seno
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esfenoidal, que está típicamente dividido, de forma irregular, en cavidades derecha e izquierda. B) La fisura
orbitaria superior es un espacio entre las alas mayor y menor del esfenoides. Las láminas medial y lateral son
componentes de los procesos pterigoides. C) Detalles de la silla turca, formación de la línea media que rodea
la fosa hipofisaria.
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FOSA CRANEAL ANTE RIOR
Las porciones inferior y anterior de los lóbulos frontales del cerebro ocupan la fosa
craneal anterior, la más alta de las tres (fig. 8-12 B). Está formada por el hueso
frontal anteriormente, el etmoides en la parte media, y el cuerpo y las alas menores
del esfenoides posteriormente. La mayor parte de la fosa está constituida por las
porciones orbitarias del hueso frontal, que sostienen los lóbulos frontales del
cerebro y forman la pared superior de las órbitas. La superficie presenta unas
impresiones sinuosas (impresiones cerebrales) que alojan los giros
(circunvoluciones) orbitarios de los lóbulos frontales (fig. 8-11).
La cresta frontal es una extensión ósea media del hueso frontal (fig. 8-12 A). En
su base se halla el foramen ciego del hueso frontal, atravesado por vasos durante el
desarrollo fetal, pero que carece de significado más tarde. La crista galli es una
gruesa cresta ósea media posterior al foramen ciego, que se proyecta superiormente
desde el etmoides. A cada lado de esta cresta se encuentra la lámina cribosa del
etmoides, con aspecto parecido a un colador. Sus numerosos y diminutos forámenes
dan paso a los nervios olfatorios (NC I) desde las áreas olfatorias de las cavidades
nasales hasta los bulbos olfatorios del cerebro, situados sobre esta lámina (fig. 8-12
A; tabla 8-2).
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FIGURA 8-11. Cráneo adulto VIII: forámenes craneales.
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FIGURA 8-12. Cráneo del adulto IX: cara interna de la base del cráneo. A) Cara interna que muestra los
huesos que la componen y sus características. B) El piso de la cavidad craneal puede dividirse en tres niveles:
fosas craneales anterior, media y posterior.
A cada lado del cuerpo del esfenoides, una semiluna de cuatro forámenes perfora
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las raíces de las caras cerebrales de las alas mayores del esfenoides (figs. 8-10 C, 8-11
y 8-12 A); las estructuras que atraviesan estos forámenes se detallan en la tabla 18-2:
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nervios facial (NC VII) y vestibulococlear (NC VIII) y la arteria laberíntica. El
conducto del nervio hipogloso para ese nervio (NC XII) es superior al borde
anterolateral del foramen magno.
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FIGURA 8-13. Contrafuertes del cráneo. Son partes gruesas de hueso craneal que transmiten fuerzas
alrededor de regiones más débiles del cráneo.
Regiones de la cabeza
Para que exista una clara comunicación sobre la localización de las estructuras,
lesiones o patología, la cabeza se divide en regiones (fig. 8-14). El gran número de
regiones (ocho) en que se divide el área relativamente pequeña de la cara es reflejo de
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su complejidad funcional e importancia personal, como indican los gastos anuales en
cirugía estética electiva. Con la excepción de la región auricular, que incluye también
la oreja, los nombres de las regiones de la porción neurocraneal de la cabeza
corresponden a los huesos o detalles óseos sub yacentes: regiones frontal, parietal,
occipital, temporal y mastoidea.
La porción viscerocraneal de la cabeza incluye la región facial, que se divide en
cinco regiones bilaterales y tres regiones medias en relación con estructuras
superficiales (regiones labial y de la mejilla), con formaciones de tejidos blandos más
profundas (región parotídea) y con estructuras esqueléticas (regiones orbitaria,
infraorbitaria, nasal, cigomática y mentoniana). En el resto del capítulo se exponen
detalladamente varias de estas regiones, así como algunas regiones profundas no
representadas en la superficie (p. ej., la región infratemporal y la fosa
pterigopalatina). La anatomía de superficie de estas regiones se comentará al describir
cada región.
CUADRO CLÍNICO
CRÁNEO
Traumatismos craneales
Los traumatismos craneales son una causa importante de muerte y
discapacidad. Las complicaciones de los traumatismos craneales consisten
en hemorragia, infección y lesiones del encéfalo (p. ej., conmoción) y los nervios
craneales. El trastorno del nivel de consciencia es el síntoma más común de los
traumatismos craneales. En Estados Unidos, casi el 10% de todas las muertes se
producen por traumatismos craneales, y aproximadamente en la mitad de las
muertes de causa traumática está implicado el encéfalo (Louis et al., 2016). Los
traumatismos craneales ocurren sobre todo en individuos jóvenes, entre 15 y 24
años. La causa principal de las lesiones cerebrales es variable, pero destacan los
accidentes de automóvil y motocicleta.
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