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• GIUSSANI, L. El sentido religioso, Ed. Encuentro: «capítulo V: el nivel de ciertas preguntas», pg.
61 a 76.
El presente estudio tiene como objeto generar un espacio de reflexión a través del cual
abordemos nuestra realidad y el medio en el cual se desarrolla nuestra existencia. Esto significa
plantear y buscar las respuestas a preguntas eternamente vigentes y que hunden sus raíces en
el origen mismo de la humanidad.
¿Quién soy? ¿Qué soy? ¿De dónde vengo? ¿Existe un más allá? ¿Qué es el mundo? ¿Cuál es su
origen? Dios… ¿existe? ¿Por qué existe el mal? y muchísimos interrogantes más recorren la
historia del pensamiento de la humanidad buscando respuestas.
Por ello es que las denominamos «eternamente vigentes» pretendiendo señalar que son
cuestiones que el hombre siempre las tuvo presentes y a las cuales buscó sus respuestas de
distinta manera. Si consultáramos la amplísima elaboración que las civilizaciones antiguas
realizaron en torno a estas cuestiones veremos que a través de distintas maneras buscaron dar
respuestas a estos interrogantes. Desde las formas de respuestas en las cuales la racionalidad
no había ganado terreno hasta las que hoy podemos encontrar provenientes desde la ciencia, la
religión, las múltiples formas de expresión y, por supuesto, la misma filosofía vemos el intento
humano por hallar solución a estos múltiples interrogantes.
15 Cfr. Frankl Víctor, el hombre en búsqueda del sentido último, edit. Paidós.
En este sentido se puede apreciar que este esfuerzo por saber lo que las cosas son recorre la
historia del pensamiento, por ello es que se trata de un patrimonio común a la humanidad, se
trata, entonces de una característica estrictamente humana el interrogarse por las cosas.
«Todos los hombres por naturaleza desean saber…».
nos señala Aristóteles lo cual marca esta apetencia por saber más, por conocer las cosas . De la
misma manera que busca saber los orígenes asimismo se plantea por la finalidad misma de las
cosas, tanto como fin o sentido que cada ser posee como así también del fin como destino.
«¿Hacia dónde vamos?», «¿existe un más allá?» revela la mirada que el hombre posee: no le
satisface con saber lo que son las cosas sino que mira más allá, existe en el hombre una mirada
que escapa al orden natural buscando otros fundamentos, se trata del sentido trascendente.
Asimismo se sabe poseedor de un sentido y un destino trascendente.
Todas las civilizaciones muestran el intento variado que realizaron por buscar, comprender y dar
respuesta a lo que está más allá de lo meramente físico o natural.
Con respuestas en las cuales se combinaron fuerzas mágicas, misteriosas, míticas y religiosas
hay un intento humano por comprender esta realidad. Se trató de un esfuerzo válido por
responder estos interrogantes y que con el correr del tiempo se fueron distinguiendo estos
diversos ámbitos17. Por ello es que afirmamos que pertenece a la esencia del hombre un
sentido trascendente lo cual le permite efectuar una mirada distinta a la del resto de los seres.
El hombre busca su realización no sólo en esta naturaleza sino también posee deseos del más
allá, esta dimensión trascendente tiene como basamento su dimensión espiritual.
En este esfuerzo por comprender las cosas aflora otra manera de buscar respuesta: se trata de
ver de manera racional las cosas dejando de lado las fuerzas mágicas, míticos, incluso religiosas.
Esta nueva forma de dar respuestas con el tiempo se convirtió en un saber sistemático,
metódico y que permitió que el hombre poseyera una nueva forma de ver y organizar las cosas.
Surge el saber filosófico en la antigua Grecia y que a partir de ese momento distintos
pensadores y sistemas filosóficos buscaron explicar la realidad. En sus orígenes este nuevo
saber contiene en sí a la denominada «ciencia», la cual se independizará con el advenimiento de
la revolución científica. Por ello es que la concepción proveniente de la antigüedad que sostuvo
que «la filosofía es la madre de todas las ciencias» se ve modificada en la modernidad y a partir
de allí se constituyen en saberes independientes pero que pueden ser complementarios y que
ambos abordan la realidad pero desde posiciones distintas.
Mirar de manera racional las cosas es hacer filosofía. Buscar comprender racionalmente el orden
de las cosas en el universo es hacer filosofía. Sin embargo este planteo no debe caer en la
postura extrema de racionalizar en exceso generando un olvido de aspectos de la realidad como
así también caer en reduccionismos o visiones unilaterales que cercenan la misma. En lo tocante
al hombre la excesiva racionalidad puede caer en el equívoco de afirmar que el mismo es sólo y
pura razón dejando de lado otros aspectos como lo son la espiritualidad.
16 Aristóteles. Metafísica. 980 a 20. Biblioteca Básica Gredos. España. 2000. 17 Esta distinción
de ámbitos nos aleja del planteo de Augusto Comte quien sostiene que la religión es una suerte
de mito. Cfr. en este sentido su «Discurso del espíritu positivo». 18 La tradición filosófica
atribuye a Pitágoras ser el primero que usó esta denominación.
Se debe buscar objetividad en la misma que contemple la realidad y al hombre mismo de
manera total, sin caer en los reduccionismos citados ut supra . De la misma manera el reclamo
de la objetividad debe hacerse en el planteo científico, por eso se debe asumir frente a esto una
visión humanista de la ciencia y de la filosofía. Es decir, ambas deben estar al servicio del
hombre y no el hombre ser instrumento de ellas.
Este es el cometido de una filosofía realista: comprender de manera racional y objetiva todo el
universo y en él, al hombre mismo. Dar el lugar correspondiente a cada cosa y valorar las
mismas por lo que son .
El interrogarse y la búsqueda de respuestas para lograr una comprensión racional de manera
objetiva de todas las cosas es lo que guía a este saber que denominamos «saber filosófico».
II.
DESARROLLO DEL SABER HUMANO a.
DE LA REALIDAD: NACIMIENTO Y
ARBITRARIEDAD de los dioses, y, por lo tanto, que en la actitud mítica el mundo se presenta
como siendo un CAOS más que un Cosmos. Los dioses son arbitrarios en su conducta, aunque no
tanto como para que no se puedan controlar mediante ritos y plegarias .
el gran acontecimiento espiritual que inician los griegos en el siglo VI a.C. consiste precisamente
en intentar superar esta forma de estar ante el mundo con otra forma revolucionaria que
apuesta por la razón como el instrumento de conocimiento y de dominio de la realidad. Sin
embargo, no hay que creer que la actitud mítica desaparece completamente a partir de esta
fecha, más bien ocurre que son unas pocas personas las que viven en el nuevo y revolucionario
modo de pensar, y que éste poco a poco se va haciendo más universal. Pero la actitud mítica
todavía no ha desaparecido: en nuestra época muchos siguen confiando en explicaciones de
este tipo, y personas que parecían haber conquistado definitivamente este nuevo estado, caen
en la actitud mítica cuando su vida se torna difícil o en ella hay imprevistos no solucionables con
el ejercicio de la razón.
V.
FILOSÓFICAMENTE?22 a.
• qué es el hombre, • cuál es su origen, • cuál la razón de su existencia como género y como
individuo.
Si tiene un alma y en tal caso en qué consiste y cuáles son sus relaciones con su cuerpo; si es
simple o compuesta, si es material o inmaterial, si se extingue con la vida del cuerpo o es
inmortal o por lo menos permanece luego de la muerte corporal, cuáles son sus propiedades23.
• cuál es su origen, por qué existe, en qué consiste, es eterno o tuvo un principio y puede tener
un final, es todo él viviente o no, • en qué consisten la materia y la vida, qué razón justifica lo
que se presenta al hombre como la existencia de leyes naturales y armónicas que parecen
regirlo.
23 Ver película »21 gramos«» con Benicio del Toro, Sean Pen.
• obedece a algún plan general, es obra de alguna inteligencia tan superior y poderosa como
para haber sido capaz de establecer ese orden; si esa inteligencia tiene una esencia divina o es
parte de la naturaleza misma.
c.
• Lógica: analiza y estudia tanto la estructura como el contenido del pensamiento. La finalidad
es proporcionar las herramientas necesarias para que la persona efectúe un correcto
razonamiento desde esos dos aspectos, teniendo en cuenta que desde la lógica formal se
analiza la estructura del razonamiento y desde la lógica material se estudia el contenido del
mismo.
• Teoría del conocimiento: analiza el origen, condiciones y posibilidad del conocimiento.
• Epistemología: estudia el origen y estructura del conocimiento científico.
BIBLIOGRAFÍA
DE REFLEXIÓN FILOSÓFICA
26 «El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto son y de las que no son
en cuanto no son» Platón, Protágoras, 1.
cadena del alma. El alma debe liberarse de los lazos y trabas que la ligan al mundo material
para retornar así a su existencia específica que es la puramente espiritual.
La perfección del hombre consiste por lo tanto, en la mayor desmaterialización y
espiritualización posible de la vida. El espíritu es razón de tal forma que aquí el espiritualismo va
ligado al intelectualismo de la imagen del hombre.
También para Aristóteles el hombre está por encima de todas las demás cosas por su razón. El
pensador, intenta superar el dualismo platónico entre cuerpo y alma así como entender la
unidad esencial del hombre. De acuerdo con su doctrina de materia y forma como principios
internos y esenciales de las cosas, Aristóteles entiende el alma como forma del cuerpo; es decir,
como el principio esencial y constitutivo que configura internamente a la materia convirtiéndola
en un cuerpo humano vivo. Pero la materia es el medio potencial que, de una parte, recibe la
determinación por la forma esencial, mientras que de otra parte, le confiere la individuación
para constituir un ser individual y único, determinado en el espacio y en el tiempo.
Con ello establece ya Aristóteles la doctrina básica del hombre que, en las afirmaciones clásicas
acerca del «anima forma corporis» y de la «unio substantialis» entre alma y cuerpo, influirá
profundamente en el pensamiento cristiano, sobre todo a través de la escolástica aristotélica de
la Edad Media.
Sin embargo tampoco Aristóteles ha superado por completo la visión platónica del hombre.
También en él -como en todo el pensamiento griego- el ser espiritual del hombre se define
principalmente por el elemento cognoscitivo.
El espíritu es razón, la facultad del conocimiento intelectual. Queda en segundo plano la facultad
de la libertad, de la decisión y responsabilidad, del amor y comunión personales. El espíritu está
ordenado a lo general y necesario, a la idea eterna de Platón, cuya esencia se mantiene también
en la doctrina aristotélica de la forma, aunque ésta ya no es una idea trascendente sino un
principio esencial inmanente.
De ahí que la dimensión de lo histórico no haya alcanzado aún su valoración plena en su
significado para el hombre. Esto sólo se logrará en el marco del cristianismo en el que al hombre
se le capta en su historia, aunque entendida ésta como una historia de salvación, como el lugar
del diálogo histórico entre Dios y el hombre, como el marco de la acción salvífica divina sobre la
humanidad. Es así como la historia alcanza, por vez primera, un significado de salvación eterna.
Aparece, pues, aquí una oposición entre el pensamiento griego y el pensamiento cristiano.
Para el pensamiento griego, en contraste con el pensamiento cristiano, es mucho más decisiva
la rígida creencia en el destino según la cual todo está regido por la necesidad del destino
predeterminante. En este sentido los acontecimientos intramundanos e históricos carecen de
verdadera importancia, al venir todo predeterminado de un modo necesario.
Dios vivo y personal que, según el cristianismo, se revela en la historia como Dios del amor y de
la salvación. Aquí es donde radica la oposición más profunda entre las concepciones griega y
cristiana relativas al hombre.
La filosofía judía como la explicación de las creencias y las prácticas hebreas se encuentra
enmarcada dentro de conceptos y normas filosóficos universales.
Edad Media así como las diversas filosofías seculares formuladas por pensadores judíos en siglos
posteriores.
A pesar de que las tradiciones rabínicas y bíblicas son básicamente producto de las propias
comunidades judías, la filosofía que de ellas emana surge y florece conforme los judíos
incorporan los diversos cuestionamientos de las culturas circundantes. A lo largo de su historia
esta filosofía se constituye esencialmente en un sistema de pensamiento religioso cuya
preocupación fundamental se centra en tratar de lograr la armonía con la teología.
Los filósofos judíos sostienen no sólo concepciones distintas sobre religión sino también sobre
orientación filosófica. A través de los siglos estos pensadores judíos estuvieron convencidos de
que el judaísmo era un sistema capaz de ofrecer interpretaciones filosóficas y que por ende
debía jugar un rol importante en la vida de una persona ilustrada. Estudiaron cómo las opiniones
de los filósofos podían relacionarse con su propia tradición. Este interés los llevó a resolver una
doble tarea: interpretar y formalizar las enseñanzas del judaísmo a través de conceptos y
argumentaciones filosóficas y refutar enseñanzas tanto filosóficas como religiosas cuando éstas
entraban en conflicto con las creencias y las prácticas judías.
Se usa la expresión «filosofía islámica» en función de que la primera tiene un sentido más
amplio que la segunda.
• Filosofía árabe = la definición de que es una filosofía redactada en lengua árabe es inadecuada
pues se corre el riesgo de excluir a pensadores iranios, quienes escribieron en lengua persa.
• Filosofía islámica a aquella cuyo desarrollo y modalidades estén vinculadas esencialmente al
hecho religioso y espiritual denominado Islam, y que atestigua que el Islam no encuentra su
expresión ni más adecuada ni decisiva en el solo derecho canónico.
La relación / distinción entre filosofía y teología, propia del medioevo occidental no se da en el
Islam, por la razón de la no existencia de la iglesia.
La filosofía ha conocido en el Islam, en muchas ocasiones, momentos difíciles. Pero estas
dificultades no eran las mismas que en el mundo cristiano. Allí donde la investigación filosófica
se encuentre a gusto en el seno del Islam, se reflexione sobre el hecho fundamental de la
profecía y la Revelación profética, con los problemas y las situaciones hermenéuticas que esto
implica. La filosofía adoptó entonces la forma de «filosofía profética» .
Edad Moderna
David Hume y como filosofía que intentará superar estas dos a través de una síntesis será la
filosofía crítica o criticismo kantiano con Immanuel Kant.
La filosofía crítica kantiana tendrá su continuidad en pensadores como Johann Fichte , Friedrich
Schelling y Georg
Objeto proviene del latín «ob-iectum» que significa «lo que está frente de». Esta es su
significación etimológica; es decir, lo que significa la palabra.
En el caso del objeto de la antropología filosófica, se refiere a lo que tiene por delante como
objeto de estudio, lo que analiza. Sabemos que la antropología estudia al hombre ; pero al
tratarse de antropología filosófica, ya estamos delimitando su objeto: se trata de ver al hombre,
pero desde una perspectiva filosófica, lo que significa abordar este objeto desde una perspectiva
estrictamente universal, abstracta. Se trata de analizar al hombre esencialmente. Por lo tanto, el
objeto de estudio de la Antropología Filosófica es la esencia del hombre.
Esto significa captar o enfocar la totalidad del ser del hombre, buscar las dimensiones que lo
caracterizan. Por ello es que no basta el conocimiento que, en forma aislada, puedan efectuar
las distintas ciencias humanas, sino que para comprender en forma íntegra lo que es el hombre
se debe adoptar una visión universal.
Por otro lado, el concepto de «método» proviene del latín que significa «camino».
Aplicado a nuestro estudio se trata de ver cuál será el camino, el modo a recorrer para llegar al
objeto.
• método del análisis: irá «descomponiendo», analizando el todo en sus distintas partes, para
luego, integrarlos descubriendo la unidad que es el hombre.
Las funciones intelectuales son las funciones específicas del ser humano, las que lo distingue del
resto de los animales. Sobre estas funciones se tratará más adelante.
e.
A lo largo de la historia del hombre, los filósofos han sostenido distintos puntos de vista respecto
de su constitución esencial.
29 Gevaert J., el problema del hombre, sígueme, cap. III espiritual sobre lo material. Tanto en un
caso como en otro, parcializaron la visión del hombre acentuando solamente uno de sus
constitutivos.
La interpretación hilemórfica del hombre , desarrollada por Aristóteles , continuada y
profundizada por Sto.
Tomás de Aquino sostiene que el hombre es un ser compuesto de dos principios, igualmente
necesarios, que son el cuerpo y el alma. En realidad, todos los organismos vivos pueden
explicarse filosóficamente mediante la teoría general del hilemorfismo.
Todo ser material está compuesto de materia y de forma. La materia no existe nunca sin una
forma determinada; la forma no existe más que como forma de un determinado ser material. En
esta interpretación de las cosas el problema de las relaciones entre cuerpo y alma queda
totalmente eliminado, ya que la materia y el alma no existen nunca como seres independientes.
No son cosas ni »seres«, sino aspectos de un mismo compuesto viviente.
Santo Tomás de Aquino recogiendo la visión aristotélica, insiste en el hecho de que hay en el
hombre una doble unidad de cuerpo y de alma: unidad de naturaleza y unidad de ser. Unidad de
naturaleza en el sentido de que el hombre actúa como una sola y única »cosa«»; unidad de ser
en cuanto que cada hombre es solamente un ser singular. Por tanto, el cuerpo y el alma
espiritual no existen como dos seres, ni el hombre puede concebirse como la unión de dos seres
que existen en un primer instante por cuenta propia.
La corporalidad
El hombre expresa muchos significados a través del cuerpo y le atribuye diversos valores. La
antropología se preocupa de descubrir y de leer en medio de esta gran diversidad y multiplicidad
de significados los que son fundamentales y los que permiten ordenar e iluminar a los demás.
El significado humano del cuerpo no puede leerse directa e inmediatamente en las estructuras
biológicas y fisiológicas del cuerpo, es decir, en lo estrictamente material. Esto no significa que
el cuerpo sea neutro respecto al significado humano; es decir el significado humano no está
inscrito meramente en las dimensiones biológicas y fisiológicas como una etiqueta, sino que
procede del hecho de que es el cuerpo de una persona humana y está asumido y unido a la
persona. Por ello es necesario tener en cuenta a la totalidad de la persona para poder
comprender y valorar el significado humano del cuerpo y de las acciones corporales.
Desde un punto de vista de la utilidad, »aparentarían« poseer las mismas funciones y podría
decirse que sirven para el mismo fin, ser prensa de las cosas, alcanzar o llevar objetos hacia la
boca, entre otras cosas. Pero esta sería una visión reducida de esta realidad. Es cierto lo
afirmado recientemente, pero la distinción fundamental es que la mano del hombre cumple las
tareas descriptas guiadas por la inteligencia humana y puede cumplir otras finalidades distintas:
por ejemplo, pintar un cuadro, escribir una carta, saludar a un amigo, acariciar a la persona
amada, etc.; todas estas implican que la mano es »guiada« por la inteligencia, cumple una
función superior.
Esto significa que las estructuras fisiológicas y biológicas del cuerpo entran en el significado
humano, pero no pueden por sí solas expresar el verdadero significado humano del cuerpo».
VI.
Concepto
Se trata de estudiar cuál es la relación entre lo psíquico y lo físico; entre el cuerpo y el alma.
Aplicado este concepto al hombre el planteo correspondiente es acerca de su composición.
De acuerdo a la respuesta surgirá una diferente manera de entender la realidad humana.
30 Módulo Gestión de Bancos, Prof. Jorge López.
Materialismo
En torno a ello se puede considerar la visión materialista que reduce todo lo que es la persona a
pura materia. Hay distintas formas de fundamentar esto. Pero veamos brevemente esta línea de
pensamiento.
Podemos afirmar que por ser cuerpo, está sujeto a las condiciones materiales del universo en el
cual vive, estamos sujetos a condiciones materiales de vida.
Necesitamos alimentarnos y esto es algo material; vestirnos y esto, también es algo material, y
así toda la realidad en la cual estamos es una realidad material. En este sentido no es el
materialismo del cual queremos hacer mención.
Más bien interesa hablar del materialismo como postura filosófica e ideológica que sostiene que
la realidad última de todo ser vivo, y por ende, del hombre, es ser materia.
Abdera , quienes fundaron la escuela presocrática atomista, hasta las modernas visiones
materialistas podemos encontrar una amplia exposición de visiones que comparten el hecho de
encontrar como elemento fundante de toda la realidad a la misma materia. Y ello le cabe al
hombre en el sentido de que si el hombre está inserto en la realidad, por lo tanto es materia
igual que toda la realidad.
Esto plantea inconvenientes en el sentido de que habría distinción de grados entre todos los
seres vivientes pero no una distinción esencial. Es decir, habría una semejanza, un parentesco
común en todos los seres. Lo que no se explicaría desde esta visión materialista es cómo se
realizan ciertas actividades que no se pueden efectuar desde una óptica puramente material.
Por ejemplo, el desarrollo del lenguaje, de la multiplicidad de lenguas que poseemos los seres
humanos, el desarrollo de la ciencia, de la poesía, los principios morales, la religiosidad, etc. Es
decir, encontramos acciones que no son fácilmente explicables desde el materialismo.
Esta visión materialista ha sido ampliamente tratada desde diferentes perspectivas, es decir,
sustentándose en el aspecto filosófico, emergen de ella las visiones materialistas en otros
ámbitos. Desde allí surgirá una visión materialista en lo político, en lo educativo, etc.
Sin embargo, desde lo antropológico no es factible sostener este tipo de visión dado que
significa sostener una visión reduccionista, o sea reducir al hombre a una única dimensión, que
es la material.
ser animal... …Sin esta visión la antropología se pierde en un espiritualismo descarnado,
dualista, o se hunde en el materialismo biologista.»31
Entonces, la concepción materialista tiene un planteo básico consistente en sostener que toda la
realidad existente es pura y exclusivamente materia.
Dijimos que el origen de este planteo puede hallarse en la escuela de los pensadores
denominados presocráticos, concretamente en la «escuela atomista» fundada por los
pensadores Leucipo y Demócrito . El punto de partida consistió en sostener que toda la realidad
existente se compone de «pequeñas partículas indivisibles» a las que les dieron el nombre de
«atomoi» y esta era una sustancia material. Dado que el hombre integra la realidad existente
por lo tanto se compone de estas sustancias, que son los átomos y, en consecuencia, es
materia.
En este planteo no se tiene en cuenta la realidad espiritual, sino que se afirma que lo único
existente es la materia.
Un segundo planteo de esta visión materialista podemos hallarla en los pensadores del siglo XIX
Karl Marx y Friedrich Engels quienes sostienen que lo que prima es la materia por sobre todas
las cosas. La dimensión espiritual es un postulado que no resulta comprobable empíricamente
por ello no puede postularse ni sostenerse su existencia, por lo tanto toda la realidad existencial
es pura y exclusivamente material y dado que el hombre forma parte de ella, resulta entonces
que es de las mismas características: un ser material. Al sostener la primacía de lo material
como único existente, en consecuencia se niega lo espiritual en forma absoluta, de allí entonces
que todo el ámbito de lo espiritual sea inexistente.
Las concepciones sobre el hombre pueden variar en función de las distintas corrientes filosóficas
que sirven de punto de partida y comprensión del hombre.
Hablar de una interpretación materialista significa decir que el hombre es «pura materia». Es
decir, el hombre es considerado solamente desde una única visión que es la material. En este
sentido se dice que hay un reduccionismo antropológico, una reducción en la consideración del
hombre: éste es visto sólo desde la perspectiva de la materialidad negando la instancia
espiritual.
Esta visión plantea ciertas cuestiones que quedan insolubles. Si el hombre es pura materia, no
hay una instancia espiritual. Por lo tanto, ¿cómo se explica el desarrollo de la ciencia, de los
afectos, de los sentimientos, del amor, de la poesía si negamos la instancia espiritual?
Por eso sostenemos la insuficiencia de esta interpretación por ser incompleta. Al ser incompleta
queremos significar una visión unilateral, una perspectiva que no considera toda la realidad
humana. Con esto no se niega que bajo otro punto de vista, el hombre necesita de lo material
para poder vivir, por ejemplo: casa, comida, ropa y cuantas realidades materiales que le son
totalmente necesarias para poder realizar su vida.
Ésta no es la que debe considerar como insuficiente. La que se debe caracterizar como
insuficiente hunde sus raíces en lo filosófico. Ya en el siglo V a.C. la corriente de los
presocráticos denominada de los «atomistas»
31 Abelardo Pithod. El alma y su cuerpo. Grupo Editor Latinoamericano. 1994.
pusieron en vigencia esta interpretación ellos sostenían que todas las cosas en general y el
hombre en particular está compuesto por pequeñas partículas indivisibles llamadas «átomos», lo
cual ya proporcionaba en esa época una visión materialista. Es decir, esta corriente de
pensamiento no es nueva, sino más bien, como todas, hay que rastrear sus orígenes ya en la
Antigüedad clásica con el inicio del filosofar.
Por cierto que el surgimiento de la corriente de los atomistas respondió a un momento histórico
determinado . El momento particular que estaban viviendo estos pensadores tiene que ver con
el inicio del pensar filosófico y la búsqueda de respuestas en torno a qué y cómo está constituido
el universo, tal como se planteó en la unidad anterior.
En conclusión, es necesario tener una imagen del hombre pues ella es la que define y
fundamenta las actitudes en el plano de las distintas ciencias, en lo educativo, en lo político, en
lo ideológico, en lo ético, etc. Si éste fundamento es deficitario, es reducido, por cierto que su
consecuencia será correspondiente con el punto de partida. Si esta visión es materialista, lo que
surja en consecuencia será idéntico. Si se tiene una visión de hombre que considere todos sus
ámbitos, por lo tanto, todo lo que se origine a partir de ahí será coherente con esto.
Dualismo
Fue elaborada por Aristóteles y sostiene que todos los seres vivos se componen de dos
elementos
• morphé: forma. En este punto no se trata de una forma física sino de una forma metafísica .
En conclusión, todo ser vivo no solamente el hombre se compone de materia y forma o en otros
términos, de cuerpo y alma.
En el tema que nos interesa, el hombre es un ser compuesto de cuerpo y de alma.
Santo Tomás continuará con la visión hilemorfista pero modificando ciertos elementos.
En este caso será su concepción sobre el alma, la cual es una forma sustancial. Otra diferencia
respecto del pensamiento aristotélico consiste en el origen del alma: mientras que para el
estagirita es un principio biológico, para Santo Tomás proviene de Dios. Este origen es lo que le
dará al hombre una entidad distinta a la concebida por el pensamiento griego.
La persona – concepto
Para referirnos a este tema, comenzaremos por aclarar el término «persona» a fin de delimitar
conceptualmente su significación y de esta manera evitar equívocos posibles.
El término «persona» proviene etimológicamente de raíz latina: «personare». Este término se
puede enriquecer con otras interpretaciones, su significado ha sido fruto de una antigua y larga
especulación filosófica. En este sentido, también se la relaciona con la Teología al querer
establecer una clara diferencia entre los términos «naturaleza» y «persona» en Dios y en Cristo.
Es decir, el significado del término comprende no sólo a la persona humana, sino también a la
Persona Divina. Esto es así, porque Dios también es Persona, pero en un sentido divino y por
tanto diferente, en lo esencial, al que tiene en el hombre, que lo es en un sentido humano. Por
tanto, no es caer en una redundancia cuando decimos «persona humana». En nuestro caso,
analizaremos lo vinculado a la persona humana por ser el sujeto y objeto de nuestro estudio,
mientras que el tema de la Persona Divina es objeto de estudio de la Teología.
Surgido de la raíz latina «personare» se usó para significar la máscara que se usaba en el teatro
al representar una obra; y también significó el autor que la llevaba: de ahí el nombre de
«personaje». También se refirió a la condición que un hombre representa en la vida pública. Con
un sentido jurídico se refirió al sujeto de deberes y derechos, o sea a la «persona jurídica».
También se usó para distinguir al hombre del resto de los seres vivientes, como ser humano.
Surgido del griego tuvo una significación muy parecida. Se refirió al rostro mismo y al sujeto
humano. De la raíz griega surge el uso como «hipóstasis». Esto luego pasó a la civilización latina
y en Teología se usó para hablar de la «unión hipostática» de las tres Personas de la Santísima
Trinidad.
En síntesis, se puede definir la «persona humana» como el hombre, individuo humano,
destacando su sentido privilegiado entre los seres vivos del mundo físico.
Por otro lado, últimamente, se ha constituido en el centro de la actividad educativa.
Hoy se usan frases o expresiones como «la dignidad de la persona», «los derechos de la
persona», «que el orden social debe servir a la persona humana», etc. Todo lo social debe
subordinarse al fin de la persona humana, al orden personal y a la inversa. Aunque podamos
apreciar que n
ESENCIA DE LA PERSONA
Con este texto queremos señalar que el concepto de persona no es privativo del hombre, sino
que es una participación de Dios, quien es persona. Es decir, es predicable de los seres
espirituales como también del hombre, entre todos los seres que habitan el universo físico.
CARACTERÍSTICAS DE LA PERSONA
Como la persona es una realidad compleja, un ser corpóreo espiritual, tendremos que estudiar
estos dos aspectos. Es decir, estamos frente a una realidad psicofísica en la cual no se entiende
si no se consideran ambos aspectos . El hombre, la persona no es solo alma ni solo cuerpo.
El hombre es alma y es cuerpo. Con esta consideración analicemos estas dos dimensiones que
conforman al hombre: i.- La dimensión corpórea
Implica la posesión de un cuerpo. Éste es la condición necesaria para estar en este mundo
material.
Pero es necesario precisar los términos. El tener puede pensarse como algo transitorio: tengo
una lapicera en mis manos y luego la dejo. Por lo tanto ahora ya no la tengo. Es decir, la acción
del tener puede apreciarse desde una perspectiva temporal: ahora lo tengo, luego ya no. Y no es
esta la realidad humana, dado que
35 J. Martínez Porcell «Metafísica de la Persona». PPU S.A. Barcelona. 1992. En esta obra, el
autor cita el De Potencia de Tomás de Aquino.
en este mundo, mientras somos seres vivientes no dejamos de tener el cuerpo voluntariamente.
Más bien nos pertenece. Por eso decimos que somos cuerpo.36
Nuestra constitución esencial es que somos cuerpo. Pero no sólo cuerpo, sino que somos
cuerpos animados. Este cuerpo que somos está animado mediante un alma que es espiritual.37
Mediante el cuerpo estamos insertos en este mundo material y sujetos a las condiciones físico-
químico-biológicas propias de este mundo. Esto es irrenunciable.
Sin embargo, no somos solo una materia que está sujeta a las condiciones del universo que nos
rodea como lo puede ser cualquier materia que vemos. El cuerpo es elevado por la dimensión
espiritual humana, rasgo que nos identifica y nos diferencia del resto de los vivientes.
Retomando la realidad corpórea, ésta es la condición necesaria para poder estar, para poder
vivir en el mundo. Sin el cuerpo no podríamos estar presentes. Por eso el cuerpo exterioriza lo
que somos interiormente. De allí la íntima unión entre ambos: se trata de una unidad corpóreo-
espiritual.
Mediante el cuerpo somos en el mundo. Pero, el cuerpo, como todo ser físico, experimenta las
condiciones de toda materia: está sujeto a las condiciones del espacio y del tiempo. Por eso al
cuerpo «le pasa» el tiempo y con el cuerpo ocupamos un lugar en el espacio .
El estar sujeto a las condiciones temporales es una constante en todos los seres materiales:
todos experimentan el pasaje del tiempo. Por eso hablamos, en el caso de los seres materiales
inertes de su período de vida útil. Por eso podemos ver en el resto de los seres vivientes su ciclo
vital. Y en el caso del hombre hablamos de la edad, la historia personal de cada uno. Podemos
pensar en la biografía de cada uno, dado que ello implica el paso del tiempo en cada uno.
Y sumado a la edad o a la biografía de cada uno, vemos que todos efectivamente estamos en un
lugar determinado. Todos ocupamos un lugar en el espacio. Esto no sucede con los seres
espirituales .
Mediante el cuerpo nos relacionamos con los demás seres y cosas que pueblan el universo físico.
Decíamos líneas arriba que el cuerpo exterioriza lo que somos interiormente.38 El cuerpo es el
medio por el cual nos vinculamos a los demás.
En esta vinculación podemos pensar en dos acciones vitales: el conocer y el apetecer. Estas
acciones no son exclusivas del hombre, sino que la poseen también los animales irracionales.
Pero dado el objeto de estudio nuestro sólo nos limitaremos al hombre.
36 La concepción platónica sostenía un desprecio por el cuerpo, por ello afirmaban que el
hombre es sólo alma, negando el poseer un cuerpo. 37 La tradición occidental heredó del mundo
latino el término «anima» que significa «alma». Por ello al decir un cuerpo animado se está
diciendo un cuerpo con alma. 38 En los tiempos actuales se afirma la somatización o las
enfermedades psico-somáticas. Se trata de cómo el cuerpo asume y refleja hacia el exterior
aspectos interiores . Es decir, la psique o psiquis se manifiesta mediante el cuerpo o soma .
ii.
La persona humana participa no sólo de la realidad material sino también de la realidad o
dimensión espiritual. Esto es en virtud de la esencia humana. El hombre no es sólo un cuerpo
sino también un alma, pero no solo un alma en el sentido aristotélico, sino un alma espiritual.
Aristóteles define al alma como el «acto primero de un cuerpo que tiene vida en potencia».
39 Esto significa que el alma es la primera realidad, lo primero que es y a partir de lo cual lo
demás comienza a existir, por lo tanto, hay una prioridad del alma. Ella genera vida, por eso, sin
alma no hay vida. 40 Esta definición presenta una raíz estrictamente biológica pues sólo se tiene
en cuenta el aspecto vital: para vivir se debe poseer alma. Este autor precisa aún más el
concepto de alma al sostener que «el alma es aquello por lo cual nos existimos, nos movemos,
sentimos y entendemos». Con esta definición se ahonda más pues toca aspectos vitales:
• el movimiento: que en la mentalidad aristotélica significa el pasaje de la potencia al acto. Es
decir, se trata de un movimiento en sentido metafísico, de algo que somos ahora a algo que se
puede llegar a ser. Por ejemplo: el bebé al nacer es bebé en estado de acto, pero en potencia de
ser niño.
Cuando pasan los años, dejó de ser bebé y es niño en acto, pero en potencia de ser joven y así
sucesivamente en este ejemplo de las edades de la vida. Este binomio de «potencia - acto» se
aplica a todas las realidades de la vida. Cuando se es estudiante, se lo es en acto pero en
potencia de ser profesional. Este pasaje revela entonces la presencia de la vida, solo los seres
vivos puede efectuar esto.
• «sentimos»: se trata de las tendencias.
• «entendemos»: se trata del conocimiento intelectual .
En definitiva, este concepto de alma revela que mediante la presencia de acciones existe un ser
vivo. Por eso es que el alma genera vida.
Y la vida la descubrimos mediante esta serie de acciones.
Sin embargo, Aristóteles no ahonda más allá del nivel o estrato puramente biológico. Será la
tradición judeo-cristiana la que aportará una dimensión distinta y se trata de la dimensión
espiritual.
El aporte de la tradición judeo-cristiana permitirá a la civilización tener conciencia de esta
realidad en la cual participa el hombre. A partir de ahora no solo se lo concebirá en una
dimensión material, sino que paulatina y gradualmente se tomará y se incorporará esta
dimensión espiritual, por eso es que decimos que el hombre posee «alma espiritual», concepto
que va más allá de lo pensado por Aristóteles. Se posee alma, porque es un ser vivo, pero
además de ser un viviente se participa de lo espiritual .
Del concepto de hombre proveniente desde la antigüedad como un ser vivo compuesto de
materia y forma se afirma ahora que el hombre pose cuerpo y alma espiritual.
39 Cfr. Aristóteles. De anima. 412 a 20. Biblioteca Clásica Gredos. España. 1994. 40 Por eso la
distinción que desde la biología se realiza en seres «animados» o «con alma» y seres
«inanimados» o seres «sin alma».
La posesión de esta alma espiritual es la que le permite al hombre participar de esta dimensión
y es así que se entiende ahora que no sólo es un ser pensante sino que tiene sentido de
trascendencia. Esto ampliará los horizontes gnoseológicos, morales, religiosos, etc.
Apoyados en esta concepción es que se entenderá que lo divino no puede quedar limitado por el
orden material del universo sino que lo divino está más allá del mismo universo.
La dimensión espiritual
Esta realidad, que decimos es exclusivamente humana, la poseemos por poseer un alma de este
tipo.
La inteligencia
La inteligencia tiene como objeto el conocer. Este conocimiento supone que previo a él se
desarrolló el conocimiento proveniente de los sentidos. Si éste no se realiza no puede realizarse
el conocimiento de la inteligencia. «No hay nada en la inteligencia que antes no haya pasado por
los sentidos» afirmaba
Aristóteles , remarcando no sólo la necesidad del conocimiento sensible sino también su
precedencia cronológica, lógica y gnoseológica.
Por lo tanto, el conocer por la inteligencia se realiza a partir de los datos que aportan los
sentidos . Con ellos la inteligencia conoce «algo más» de lo que los sentidos aportan. Éstos, los
sentidos conocen cualidades sensibles, o sea aquello a lo que los sentidos están preparados .
Cada sentido conoce aquello a lo cual está dirigido y previamente determinado. Pero todo lo
conocido no supera el orden de lo material: un color, un sabor, una forma física, etc.
La inteligencia capta algo más que esto. Abstrayendo lo que captó cada sentido y que le
pertenece de modo propio a cada objeto, la inteligencia puede descubrir algo que se puede
aplicar o predicar de todas las cosas. Descubre la esencia de cada cosa, esta esencia es de
características universales, vale para todo objeto.
Por eso, por los sentidos se podrá conocer al hombre que se llama Juan y tiene tantos años, es
de tal altura, sus rasgos físicos son tales: estos datos los conocemos mediante los sentidos. Pero
trascendiendo a los mismos; la inteligencia descubre algo que escapa a los sentidos y vale para
todo hombre: no es la altura ni las dimensiones físicas, sino aquello por lo cual es hombre,
descubre lo universal en él, descubre la esencia. Y ésta es tan universal que es aplicable a todos
los seres de la misma especie. De la misma manera procede la inteligencia con todas las cosas
que va conociendo.
Por eso el objeto de la inteligencia será el conocer lo que va más allá de lo material.
De allí que su objeto es algo espiritual porque ella misma es espiritual. Es decir hay una
adecuación entre el objeto conocido y el medio por el cual se conoce.
La voluntad
Las notas descriptas precedentemente muestran a la persona como lo que es: una realidad en
cierto modo absoluta, no condicionada por ninguna realidad inferior o del mismo rango.
El hecho de señalar que es absoluta significa reconocer que la persona es un fin en sí misma y,
que por ello debe ser respetada. El no estar condicionada por alguna cosa inferior o por un igual
es el fundamento de su grandeza como persona. De igual manera, respetarla es la actitud más
digna del hombre, porque al hacerlo se respeta a sí mismo .
Este es también el fundamento para negar todo intento de comparación entre los animales
irracionales y la persona. Se trata de dos entidades esencialmente distintas en la cual no caben
las comparaciones . No es posible atribuir características humanas a los animales o viceversa.
Cada ser debe ser considerado en su propio ámbito, de lo contrario se está desnaturalizando la
esencia de cada uno de ellos.
Por todo ello, «el hombre existe como un fin en sí mismo y no simplemente como un medio para
ser usado por esta o aquella voluntad» . De ello se puede concluir que usar a las personas es
instrumentalizarlas al: tratarlas como seres no libres, mediante el empleo de la fuerza o de la
violencia, que no son legítimas en cuanto las rebajan a la calidad de esclavas.
servirse de ellas para conseguir los propios fines. Esto es manipulación, y consiste en dirigir a las
personas como si fueran autómatas o instrumentos.
La actitud de respecto a las personas es el reconocimiento de su dignidad. Este reconocimiento
se basa en el hecho de que todas las personas son igualmente dignas y merecen ser tratadas
como tales.
LA NATURALEZA HUMANA
El preguntarse por qué es el hombre implica buscar aquello que todos los hombres poseen en
común, lo cual es denominado esencia o naturaleza.
Una de las características de los seres vivos es la tendencia a crecer y desarrollarse hasta
alcanzar su telos, que significa al mismo tiempo fin y perfección. Por lo tanto, todo ser posee un
telos, es decir una finalidad a alcanzar, a cumplir y, en la medida en que es lograda se está
alcanzando la propia perfección. Al lograr este fin que conlleva el alcanzar la perfección, significa
que este fin es un bien.
De allí que la naturaleza del hombre es precisamente el despliegue de su ser hasta alcanzar ese
bien final que constituye su perfección. Todos los seres alcanzan su verdadero ser cuando
culminan el proceso de su desarrollo, pero esto se da especialmente en el hombre. Por eso se
afirma que la naturaleza de todos los seres, y especialmente del hombre, tiene carácter final o
teleológico.
Por lo tanto, la teleología es el despliegue, el desarrollo de las propias tendencias hasta
perfeccionarlas.
La teleología parte del hecho de que existe un orden en el universo. Ese orden no está dado
todavía en las condiciones iniciales, sino que es aquello hacia lo cual tienden los seres. Es un
orden dinámico, y lleva consigo despliegue y plenitud o perfección. Es decir, es algo q
Se debe partir de la afirmación que lo natural es lo propio del ser humano. Si lo natural es lo
propio, lo propio del ser humano es ejercer sus facultades o capacidades. Ese desarrollo se dirige
a un fin: conseguir lo que es objeto de sus facultades. De allí que lo natural y propio del hombre
es alcanzar su fin.
En el caso de la inteligencia, su fin es alcanzar la verdad. La verdad es el bien conveniente a la
inteligencia, dado que por naturaleza la inteligencia busca el conocimiento de la realidad, y la
realidad es lo que las cosas son. Es decir, ellas mismas son verdaderas y el hombre al conocerlas
está conociendo la verdad de las cosas.
En el caso de la voluntad, su fin es la realización del bien. Cuando se descubre la verdad de las
cosas y que éstas son en sí mismas buenas, el hombre debe aceptarlas tal cual son, reconocer la
bondad en ellas y, en la medida en que hace eso está ejerciendo el bien.
Por tanto, la naturaleza en el hombre es alcanzar la verdad y el bien. Al decir alcanzar, se está
indicando un camino, un proceso que implica tiempo. De allí la afirmación de Aristóteles que «lo
natural en el hombre no se alcanza al principio, sino al final».
Lo natural en el hombre, como en todos los demás seres tiene carácter de fin, es algo hacia lo
cual todos se dirigen. Si lo natural es algo que es conseguido al final, entonces, al principio es
sólo una aspiración, una tendencia, un deseo o una inclinación. Por esto, preguntarse por qué es
el hombre, implica preguntarse por qué es capaz de llegar a ser, o qué puede y qué debe hacer.
Esto sugiere la idea de que la naturaleza humana es autotrascendencia, que es otro modo de
decir apertura, actividad y posesión de aquellos fines que le son propios. «El hombre es el ser
que sólo es él mismo cuando se trasciende a sí mismo», es decir cuando a más allá de lo que es,
hacia lo que todavía no es. Esto es libertad.
Lo que el hombre es hay que verlo a la luz de lo que puede llegar a ser.
Asimismo, podemos establecer una íntima vinculación entre la naturaleza humana y lo ético.
Esto porque el hombre es el único ser moral entre todos los vivientes de este universo. No hay
un planteo ético sobre el proceder en los animales y, obviamente, mucho menos, entre los
vegetales.
El planteo ético hunde sus raíces en la racionalidad humana. Porque somos seres provistos de la
facultad de la inteligencia y de una voluntad libre y con trascendencia, la moralidad forma parte
de la esencia del hombre. Esto es irrenunciable. El hombre es así. Lo moral es una condición
natural.
La consciencia moral va ganando terreno desde que se va definiendo la estructura psíquica de la
persona. El niño intuye que algo hizo mal, quizás no sepa definirlo, pero hay una cierta
percepción de que algo está mal; como así también busca ser recompensado cuando intuye que
hizo bien algo. Eso se ve acompañado por el medio , pues los padres o los amigos acompañamos
con felicitaciones o reproches lo bueno y lo malo.
Por eso decimos que lo moral y su conciencia están presentes en el hombre, formando parte de
su esencia.