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I.

• GIUSSANI, L. El sentido religioso, Ed. Encuentro: «capítulo V: el nivel de ciertas preguntas», pg.
61 a 76.
El presente estudio tiene como objeto generar un espacio de reflexión a través del cual
abordemos nuestra realidad y el medio en el cual se desarrolla nuestra existencia. Esto significa
plantear y buscar las respuestas a preguntas eternamente vigentes y que hunden sus raíces en
el origen mismo de la humanidad.
¿Quién soy? ¿Qué soy? ¿De dónde vengo? ¿Existe un más allá? ¿Qué es el mundo? ¿Cuál es su
origen? Dios… ¿existe? ¿Por qué existe el mal? y muchísimos interrogantes más recorren la
historia del pensamiento de la humanidad buscando respuestas.
Por ello es que las denominamos «eternamente vigentes» pretendiendo señalar que son
cuestiones que el hombre siempre las tuvo presentes y a las cuales buscó sus respuestas de
distinta manera. Si consultáramos la amplísima elaboración que las civilizaciones antiguas
realizaron en torno a estas cuestiones veremos que a través de distintas maneras buscaron dar
respuestas a estos interrogantes. Desde las formas de respuestas en las cuales la racionalidad
no había ganado terreno hasta las que hoy podemos encontrar provenientes desde la ciencia, la
religión, las múltiples formas de expresión y, por supuesto, la misma filosofía vemos el intento
humano por hallar solución a estos múltiples interrogantes.
15 Cfr. Frankl Víctor, el hombre en búsqueda del sentido último, edit. Paidós.
En este sentido se puede apreciar que este esfuerzo por saber lo que las cosas son recorre la
historia del pensamiento, por ello es que se trata de un patrimonio común a la humanidad, se
trata, entonces de una característica estrictamente humana el interrogarse por las cosas.
«Todos los hombres por naturaleza desean saber…».
nos señala Aristóteles lo cual marca esta apetencia por saber más, por conocer las cosas . De la
misma manera que busca saber los orígenes asimismo se plantea por la finalidad misma de las
cosas, tanto como fin o sentido que cada ser posee como así también del fin como destino.
«¿Hacia dónde vamos?», «¿existe un más allá?» revela la mirada que el hombre posee: no le
satisface con saber lo que son las cosas sino que mira más allá, existe en el hombre una mirada
que escapa al orden natural buscando otros fundamentos, se trata del sentido trascendente.
Asimismo se sabe poseedor de un sentido y un destino trascendente.
Todas las civilizaciones muestran el intento variado que realizaron por buscar, comprender y dar
respuesta a lo que está más allá de lo meramente físico o natural.
Con respuestas en las cuales se combinaron fuerzas mágicas, misteriosas, míticas y religiosas
hay un intento humano por comprender esta realidad. Se trató de un esfuerzo válido por
responder estos interrogantes y que con el correr del tiempo se fueron distinguiendo estos
diversos ámbitos17. Por ello es que afirmamos que pertenece a la esencia del hombre un
sentido trascendente lo cual le permite efectuar una mirada distinta a la del resto de los seres.
El hombre busca su realización no sólo en esta naturaleza sino también posee deseos del más
allá, esta dimensión trascendente tiene como basamento su dimensión espiritual.
En este esfuerzo por comprender las cosas aflora otra manera de buscar respuesta: se trata de
ver de manera racional las cosas dejando de lado las fuerzas mágicas, míticos, incluso religiosas.
Esta nueva forma de dar respuestas con el tiempo se convirtió en un saber sistemático,
metódico y que permitió que el hombre poseyera una nueva forma de ver y organizar las cosas.
Surge el saber filosófico en la antigua Grecia y que a partir de ese momento distintos
pensadores y sistemas filosóficos buscaron explicar la realidad. En sus orígenes este nuevo
saber contiene en sí a la denominada «ciencia», la cual se independizará con el advenimiento de
la revolución científica. Por ello es que la concepción proveniente de la antigüedad que sostuvo
que «la filosofía es la madre de todas las ciencias» se ve modificada en la modernidad y a partir
de allí se constituyen en saberes independientes pero que pueden ser complementarios y que
ambos abordan la realidad pero desde posiciones distintas.
Mirar de manera racional las cosas es hacer filosofía. Buscar comprender racionalmente el orden
de las cosas en el universo es hacer filosofía. Sin embargo este planteo no debe caer en la
postura extrema de racionalizar en exceso generando un olvido de aspectos de la realidad como
así también caer en reduccionismos o visiones unilaterales que cercenan la misma. En lo tocante
al hombre la excesiva racionalidad puede caer en el equívoco de afirmar que el mismo es sólo y
pura razón dejando de lado otros aspectos como lo son la espiritualidad.
16 Aristóteles. Metafísica. 980 a 20. Biblioteca Básica Gredos. España. 2000. 17 Esta distinción
de ámbitos nos aleja del planteo de Augusto Comte quien sostiene que la religión es una suerte
de mito. Cfr. en este sentido su «Discurso del espíritu positivo». 18 La tradición filosófica
atribuye a Pitágoras ser el primero que usó esta denominación.
Se debe buscar objetividad en la misma que contemple la realidad y al hombre mismo de
manera total, sin caer en los reduccionismos citados ut supra . De la misma manera el reclamo
de la objetividad debe hacerse en el planteo científico, por eso se debe asumir frente a esto una
visión humanista de la ciencia y de la filosofía. Es decir, ambas deben estar al servicio del
hombre y no el hombre ser instrumento de ellas.
Este es el cometido de una filosofía realista: comprender de manera racional y objetiva todo el
universo y en él, al hombre mismo. Dar el lugar correspondiente a cada cosa y valorar las
mismas por lo que son .
El interrogarse y la búsqueda de respuestas para lograr una comprensión racional de manera
objetiva de todas las cosas es lo que guía a este saber que denominamos «saber filosófico».
II.
DESARROLLO DEL SABER HUMANO a.

DE LA REALIDAD: NACIMIENTO Y

Modo de saber precientífico. Elemental y básico. Usa lenguaje corriente~cotidiano


- aplicación del sentido común b.

Mito: es un relato fabuloso, explicación de un acontecimiento histórico muy remoto o de un


fenómeno de la naturaleza, que se presenta como poco accesible a la razón humana.
Es una creación del hombre.

Se presentó en las culturas antiguas: egipcia / fenicia /persa / china / india

19 Módulo Seminario de Filosofía, Prof. González.


c.
Qué son y por qué son las cosas, pero desde el punto de vista de la razón, sin superarla.
III.

• Sofía: es un saber demostrativo pero sin superar el nivel de la razón.


• Penetrar la realidad misma, en base al conocimiento de las causas-efectos y de los principios
de su naturaleza.
• Sistemático.
• Universal.
• Busca la certeza.
• carácter cierto.
IV.

INTERVENCIÓN DE FUERZAS MÁGICAS O SOBRENATURALES.

• problemas relativos a su vida práctica, tales como la obtención de alimentos, la victoria en la


guerra, la cura de las enfermedades, la procreación...
• problemas teóricos en la comprensión del mundo: es común a todos los seres humanos la
necesidad de comprender cómo es el mundo, de qué entidades está poblado, de dónde viene el
grupo al que uno pertenece y en último término la especie humana misma, qué se sigue tras la
enfermedad y la muerte...; todas las culturas han intentado dar soluciones teóricas a estas
grandes cuestiones, y, hasta la aparición de la filosofía y la ciencia, las soluciones han tenido la
forma de mitos o leyendas y de descripciones religiosas.
La cuestión fundamental en la que se resumen los dos géneros de problemas anteriores y en la
que hay que situar una de las claves para la comprensión de la actitud mítica es la angustia ante
el futuro y ante la ignorancia del entorno.
La actitud mítica genera mitos, ritos y fetiches como instrumentos fundamentales para la
resolución de aquellos problemas básicos. La facultad que más interviene en la creación de
mitos, ritos y fetiches es la imaginación. Cabe destacar tres rasgos en la «lógica» de la actitud
mítica:
Personifica y diviniza las fuerzas naturales: la muerte, la vida, el amor, el trueno, la guerra, la
fertilidad, la lluvia... son dioses a los que se les puede pedir una intervención beneficiosa para el
individuo y el grupo mediante oraciones y plegarias.
Los sucesos del mundo se hacen depender de la voluntad de un dios: si no llueve ―o si llueve en
exceso― es porque no se ha rendido culto adecuadamente al dios de la lluvia; si una
enfermedad diezma nuestro poblado es porque un dios está irritado con nosotros; si perdemos la
guerra es porque el enemigo tenía dioses más poderosos que los nuestros...
Los objetos tienen propiedades distintas a las naturales: una piedra ―tras el ritual
correspondiente por el que se convierte en talismán―, es mágica, no posee sólo las propiedades
naturales , además con ella curamos enfermedades, convocamos a los dioses o a los espíritus...
Mediante los mitos el hombre conseguía dar una explicación a los distintos acontecimientos de
su vida, tanto los relativos a cuestiones concretas pero fundamentales de su existencia , como a
los grandes problemas de la vida , y mediante los ritos y los fetiches creía poder dominar las
fuerzas de la naturaleza y de la vida social de acuerdo con sus propios intereses.

Estos tres elementos llevan a considerar que en el mundo reina el capricho, la

ARBITRARIEDAD de los dioses, y, por lo tanto, que en la actitud mítica el mundo se presenta
como siendo un CAOS más que un Cosmos. Los dioses son arbitrarios en su conducta, aunque no
tanto como para que no se puedan controlar mediante ritos y plegarias .

el gran acontecimiento espiritual que inician los griegos en el siglo VI a.C. consiste precisamente
en intentar superar esta forma de estar ante el mundo con otra forma revolucionaria que
apuesta por la razón como el instrumento de conocimiento y de dominio de la realidad. Sin
embargo, no hay que creer que la actitud mítica desaparece completamente a partir de esta
fecha, más bien ocurre que son unas pocas personas las que viven en el nuevo y revolucionario
modo de pensar, y que éste poco a poco se va haciendo más universal. Pero la actitud mítica
todavía no ha desaparecido: en nuestra época muchos siguen confiando en explicaciones de
este tipo, y personas que parecían haber conquistado definitivamente este nuevo estado, caen
en la actitud mítica cuando su vida se torna difícil o en ella hay imprevistos no solucionables con
el ejercicio de la razón.
V.

ACTITUD CONSISTENTE EN UTILIZAR LA RAZÓN PARA LA COMPRENSIÓN Y DOMINIO DEL

MUNDO NATURAL Y HUMANO.


Frente a la explicación mítica del mundo aparece en Grecia en el siglo VI a. C. la actitud racional,
actitud en la que se debe englobar no sólo la filosofía sino también la ciencia pues en este
momento no hay fronteras definidas entre ambas. La categoría más importante de este nuevo
estado mental es la de necesidad: las cosas suceden cuando, donde y como deben suceder. El
griego descubre que las cosas del mundo están ordenadas siguiendo leyes, descubren que el
mundo es un
COSMOS, no un Caos.
Además, los griegos desarrollaron otro concepto vinculado profundamente con el anterior: el
concepto de permanencia o esencia. El que las cosas se comporten siguiendo leyes quiere decir
que un cuerpo no se manifiesta primero de una manera y luego de otra completamente distinta,
sino que en su manifestación hay cierto orden, hay sólo un ámbito de posibilidades para la
expresión de cada objeto, y eso es así en virtud de lo que los griegos denominaron Esencia o
Naturaleza de los objetos.

FILOSÓFICAMENTE?22 a.

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En un sentido general, puede decirse que la filosofía es una forma del conocimiento humano,
que se caracteriza por estar integrada por un conjunto de ideas y concepciones que versan
sobre cuestiones directamente referidas al hombre como ser, como sujeto inteligente, como
especie esencialmente social.
La filosofía analiza el lugar que el hombre ocupa en el universo y la naturaleza, los instrumentos,
procesos y objetos de su pensamiento, los valores a que debe atenerse en su relación con otros
hombres y con la sociedad humana.
La palabra filosofía está compuesta de las raíces originarias del griego antiguo phylos y sophia.
La definición del concepto de filosofía como »amor por la sabiduría«» se trata de un aprecio de
profundo sentido intelectual, originado en la conciencia de que el contenido del conocimiento
que se procura alcanzar es altamente valioso. No se trata de una sabiduría caracterizada por la
vastedad cuantitativa que abarque, ni destacada por un sentido enciclopédico; sino por su rasgo
cualitativo de referirse a aquellos asuntos más trascendentes e importantes de la vida humana.
22 Apuntes Modulo Secretariado Prof. Jorge López.
b.
Puede decirse que filosofar implica cuestionar muchos conceptos que se dan por sabidos, por
supuestos y por verdaderos en una actitud que busca esclarecer si verdaderamente son como se
presentan, y cuál es el sentido de su propia existencia, en un intento de alcanzar a comprender
intelectualmente el significado más profundo de todas las cosas, su aspecto esencial.
Cabe preguntarse por los motivos que impulsan al hombre a interrogarse acerca de la razón y el
fundamento primero y esencial del mundo en que vive, y de sí mismo.

que le suscitan un insaciable deseo de saber más.

• la muerte, el sufrimiento, el sentimiento de culpa, la incomunicación, la soledad, la duda, el


amor, el sentido de la vida, la trascendencia, etc.

La primera cuestión que se suscita en el pensamiento filosófico es la del hombre mismo y su


realidad

• qué es el hombre, • cuál es su origen, • cuál la razón de su existencia como género y como
individuo.
Si tiene un alma y en tal caso en qué consiste y cuáles son sus relaciones con su cuerpo; si es
simple o compuesta, si es material o inmaterial, si se extingue con la vida del cuerpo o es
inmortal o por lo menos permanece luego de la muerte corporal, cuáles son sus propiedades23.

Otros interrogantes surgen en relación al mundo en que el hombre habita

• cuál es su origen, por qué existe, en qué consiste, es eterno o tuvo un principio y puede tener
un final, es todo él viviente o no, • en qué consisten la materia y la vida, qué razón justifica lo
que se presenta al hombre como la existencia de leyes naturales y armónicas que parecen
regirlo.

23 Ver película »21 gramos«» con Benicio del Toro, Sean Pen.
• obedece a algún plan general, es obra de alguna inteligencia tan superior y poderosa como
para haber sido capaz de establecer ese orden; si esa inteligencia tiene una esencia divina o es
parte de la naturaleza misma.
c.

ÁREAS O ÁMBITOS DE ESTUDIO DE LA FILOSOFÍA

• Lógica: analiza y estudia tanto la estructura como el contenido del pensamiento. La finalidad
es proporcionar las herramientas necesarias para que la persona efectúe un correcto
razonamiento desde esos dos aspectos, teniendo en cuenta que desde la lógica formal se
analiza la estructura del razonamiento y desde la lógica material se estudia el contenido del
mismo.
• Teoría del conocimiento: analiza el origen, condiciones y posibilidad del conocimiento.
• Epistemología: estudia el origen y estructura del conocimiento científico.

• Filosofía de la naturaleza o cosmología: su objeto de estudio es toda la realidad natural. Dado


el crecimiento de la misma, con el curso del tiempo surgieron diversas especialidades o
especificaciones de la misma; por ejemplo; Filosofía de la física, Filosofía de la biología, etc.
• Filosofía de las ciencias: ésta constituye una especificación de la filosofía de la naturaleza,
teniendo como objeto de estudio no la naturaleza misma sino la ciencia en general.

• Ética o moral: estudia el comportamiento humano desde la perspectiva de la bondad o maldad


de los actos humanos.
• Otras ramas de la filosofía: Filosofía de la historia, Filosofía del arte, Filosofía del lenguaje,
Teodicea, Filosofía de la Religión, Fenomenología de la Religión, Hemenéutica, Ontología, etc.

BIBLIOGRAFÍA

• Comte-Sponville, André. »La Filosofía. Qué es y cómo se practica«. Edit.


Paidós. 2012.
24 Cfr. Conte-sponville André, Qué es la Filosofía.
d.
Pareciera que el concepto de la filosofía, el contenido y el objeto de su estudio, de su descripción
como una materia dirigida a hacer una especie de ejercicios de aplicación del intelecto y del
raciocinio en torno a algunas cuestiones que parecen tan abstractas; puede inducir a considerar
que se trata de un conjunto de desarrollos totalmente especulativos, absolutamente ajenos a lo
que pueda ser el requerimiento o tener incidencia en la vida cotidiana, en las ocupaciones y
preocupaciones diarias en la vida familiar, en las relaciones con las demás personas y respecto
de las cuestiones comunes de la vida.
El estudio de la filosofía invita a adoptar una actitud intelectualmente inquieta y reflexiva ante la
cantidad de cuestiones y circunstancias que dicha vida cotidiana plantea; y en valerse del
conocimiento filosófico adquirido en ese proceso educacional lo ubica en mejores condiciones
para afrontar los problemas de la vida cotidiana.
El estudio sistemático del pensamiento filosófico permite adquirir el instrumento para asumir
una actitud filosófica; que en alguna medida moldea la propia personalidad y permite que, al
abordar las argumentaciones que se formulan respecto de esas cuestiones, cada uno se incline a
compartir algún determinado sistema filosófico, o a componer un propio sistema personal, con
una combinación de lo que se ha estudiado con algunos conceptos personales.
Por ejemplo es necesario conformar una propia cultura filosófica en cuanto a la vida cotidiana de
cada persona, -sobre todo joven-. Surge la cuestión de formularse un propio plan de vida; así
como precisar el sistema de valores y de objetivos que cada uno se propone cultivar y perseguir
a lo largo de su vida personal. Elegir y decidir que quiero de mi vida, mis expectativas, mis
anhelos, mis metas y mis objetivos.
Dependiendo de los acontecimientos que sobrevienen a cada persona en su vida familiar, social,
cultural y profesional, económica y de relación, habrán de suscitarse diversas situaciones
cotidianas con variable grado de intensidad, que serán propicias a la aplicación de una actitud
filosófica; es decir, de un análisis objetivo, sereno, racional, que busque un equilibrio de
argumentos lógicos y que permita determinar una forma de pensar y de actuar.
En la vida cotidiana, seguramente ocurrirán muchas situaciones en que »filosofar«constituirá
una actitud apreciable; especialmente aquellas situaciones límites en el plano personal. Como
por ejemplo, se puede mencionar situaciones referidas a crisis en la vida familiar ; o aquellos
momentos en los que tomar decisiones precisas significa definir un rumbo, para toda la vida:
como elegir una profesión, constituir una familia, aceptar un empleo a largo plazo en el exterior,
etc.
La actitud filosófica es un instrumento esencial en la vida cotidiana para desenvolverse en ella
de la mejor manera, es decir, acostumbrarse a reflexionar detenidamente y a no obrar en forma
precipitada antes de adoptar decisiones importantes en la vida o de adoptar actitudes,
consumar hechos o asumir conductas cuyas consecuencias deben medirse, meditarse y
ponderarse cuidadosamente.
Y también para proveerse de la fuerza espiritual necesaria para sobrellevar las circunstancias
negativas o dolorosas que necesariamente se deberá enfrentar alguna vez.
En la vida social, en cuanto participante de las actividades propias del ciudadano como agente
político en la democracia, es muy grande la importancia de disponer de un cierto nivel de
conocimiento filosófico; sobre todo, en cuanto ello conduce a tener una actitud atenta, analítica
y reflexiva, especialmente dirigida a advertir que los temas importantes siempre son complejos
y que no pueden simplificarse ocultando o ignorando parte de sus componentes, ni examinarse
exclusivamente desde un enfoque personalmente interesado, que es lo característico de la
demagogia».

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I.

DE REFLEXIÓN FILOSÓFICA

A través de un recorrido histórico breve y sencillo podemos conocer definiciones básicas y


clásicas. También algunas modernas y contemporáneas.
a.
El pensamiento filosófico responde -en general y desde los tiempos más antiguos- a una
aspiración fundamental del hombre, que no está rígidamente atado al acontecer natural, sino
que debe enfrentarse con la realidad para configurar en ella su vida, de un modo autónomo y
responsable. De ahí que se pregunte por el fundamento y sentido del mundo en que vive, dando
origen a la problemática filosófica de los primeros pensadores griegos acerca del principio de
todas las cosas. Esa pregunta señala la tarea que incumbe al pensamiento filosófico de todos los
tiempos: interrogar a todas las cosas por su principio, llegar al fundamento de todo.
Pero esa pregunta se plantea desde el hombre y en razón del hombre: se pretende analizar la
realidad toda en la que el hombre se experimenta a sí mismo y conocer después, su propio lugar
y misión, acerca del propio hombre y del modo como se entiende a sí mismo en su mundo, en la
historia y en el conjunto de la realidad. El pensamiento filosófico, tanto por su origen como por
su finalidad, está siempre determinado antropológicamente.
Sin embargo, en la historia del pensamiento el tema antropológico no siempre se expresa de la
misma forma. De aquello que aparece como totalmente evidente apenas si se habla, sólo se
empieza a tratarlo cuando resulta problemático. Es así que el hombre, por lo general, no se
convierte en tema explícito de la filosofía, al menos no en su tema central.
Es verdad que la especulación filosófica reflexiona desde antiguo sobre el pensamiento humano
y sobre la actuación moral del hombre , así como sobre su posición en la naturaleza y en la
totalidad del ser. Surgen así de continuo planteamientos y puntos de vista auténticamente
antropológicos que, aunque apenas alcanzaron su pleno desarrollo metodológico y temático,
revelan ya una interpretación y valoración de la existencia humana. Pero, hasta la edad
contemporánea no se desarrolló una antropología filosófica tal como se cultiva en el presente.

La concepción en la filosofía griega

Aunque el pensamiento griego construido sobre un fondo mítico religioso de connotaciones


antropológicas innegables, se centra en el estudio de la naturaleza como un todo, no tarda sin
embargo, en decantarse por la investigación del hombre, al que considera punto axial del
universo. Su distinción y superioridad estriban en el alma racional diferente del resto de los
seres.
La capacidad para captar el sentido de las cosas, según Heráclito y el poder de penetrar las
apariencias hasta llegar al meollo, como enseña Parménides, se convierte por obra de los
sofistas en facultad crítica y elemento central del ser humano.
Protágoras de Abdera, claro exponente de la escuela sofista, advierte en esta función el poder
por el que el hombre se constituye en paradigma de todas las cosas, de las que son y de las que
no son26. Pero no porque descubra la esencia de las cosas, sino porque sólo en referencia a él,
aquellas cobran sentido.
Por ello, si bien se considera al hombre parte integrante de la naturaleza, se reconoce su
singularidad por estar dotado de capacidades peculiares como la intuición, que le permite
inventar las artes para sobrevivir y del sentido de la justicia, que lo capacita para formar
comunidad con sus semejantes y vencer la opresión.
Se llega así a una reflexión directa sobre el hombre que Sócrates hace suya, aunque al mismo
tiempo se supera su rasgo escéptico - relativista, de cara sobre todo a los valores y normas
morales.
Es Sócrates el primero en descubrir la voz divina de la conciencia. El hombre, entendido como
ser racional -aunque aquí con un neto predominio del aspecto práctico y ético-, está ligado a la
verdad eterna e inmutable y siempre vinculante, por encima de todos los cambios del mundo
sensible.
Estas ideas hallan un ulterior desarrollo en la metafísica clásica. Según Platón, el hombre está
ordenado por su espíritu al mundo inteligible. Ese mundo es la verdadera realidad frente al
mundo aparente y mudable de las cosas que se perciben por los sentidos.
Por ello, el alma del hombre es esencialmente inmortal, pertenece al mundo inmutable de las
ideas y está fundamentalmente por encima del mundo cambiante. Platón es el primero que
intenta demostrar filosóficamente la inmortalidad del alma.
El descubrimiento del espíritu, de una realidad espiritual accesible sólo al espíritu del hombre, es
sin duda alguna el gran logro de importancia duradera que ha conseguido el pensamiento
griego.
Pero a la luz de esta consideración, lo espiritual aparece como el único verdadero ser. La esencia
y dignidad del hombre se sitúan únicamente en lo espiritual; por el contrario, lo material y
corpóreo no pueden entenderse de un modo positivo.

26 «El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto son y de las que no son
en cuanto no son» Platón, Protágoras, 1.
cadena del alma. El alma debe liberarse de los lazos y trabas que la ligan al mundo material
para retornar así a su existencia específica que es la puramente espiritual.
La perfección del hombre consiste por lo tanto, en la mayor desmaterialización y
espiritualización posible de la vida. El espíritu es razón de tal forma que aquí el espiritualismo va
ligado al intelectualismo de la imagen del hombre.
También para Aristóteles el hombre está por encima de todas las demás cosas por su razón. El
pensador, intenta superar el dualismo platónico entre cuerpo y alma así como entender la
unidad esencial del hombre. De acuerdo con su doctrina de materia y forma como principios
internos y esenciales de las cosas, Aristóteles entiende el alma como forma del cuerpo; es decir,
como el principio esencial y constitutivo que configura internamente a la materia convirtiéndola
en un cuerpo humano vivo. Pero la materia es el medio potencial que, de una parte, recibe la
determinación por la forma esencial, mientras que de otra parte, le confiere la individuación
para constituir un ser individual y único, determinado en el espacio y en el tiempo.
Con ello establece ya Aristóteles la doctrina básica del hombre que, en las afirmaciones clásicas
acerca del «anima forma corporis» y de la «unio substantialis» entre alma y cuerpo, influirá
profundamente en el pensamiento cristiano, sobre todo a través de la escolástica aristotélica de
la Edad Media.
Sin embargo tampoco Aristóteles ha superado por completo la visión platónica del hombre.
También en él -como en todo el pensamiento griego- el ser espiritual del hombre se define
principalmente por el elemento cognoscitivo.
El espíritu es razón, la facultad del conocimiento intelectual. Queda en segundo plano la facultad
de la libertad, de la decisión y responsabilidad, del amor y comunión personales. El espíritu está
ordenado a lo general y necesario, a la idea eterna de Platón, cuya esencia se mantiene también
en la doctrina aristotélica de la forma, aunque ésta ya no es una idea trascendente sino un
principio esencial inmanente.
De ahí que la dimensión de lo histórico no haya alcanzado aún su valoración plena en su
significado para el hombre. Esto sólo se logrará en el marco del cristianismo en el que al hombre
se le capta en su historia, aunque entendida ésta como una historia de salvación, como el lugar
del diálogo histórico entre Dios y el hombre, como el marco de la acción salvífica divina sobre la
humanidad. Es así como la historia alcanza, por vez primera, un significado de salvación eterna.
Aparece, pues, aquí una oposición entre el pensamiento griego y el pensamiento cristiano.
Para el pensamiento griego, en contraste con el pensamiento cristiano, es mucho más decisiva
la rígida creencia en el destino según la cual todo está regido por la necesidad del destino
predeterminante. En este sentido los acontecimientos intramundanos e históricos carecen de
verdadera importancia, al venir todo predeterminado de un modo necesario.

Dios vivo y personal que, según el cristianismo, se revela en la historia como Dios del amor y de
la salvación. Aquí es donde radica la oposición más profunda entre las concepciones griega y
cristiana relativas al hombre.
La filosofía judía como la explicación de las creencias y las prácticas hebreas se encuentra
enmarcada dentro de conceptos y normas filosóficos universales.

La concepción en el pensamiento judío27

Edad Media así como las diversas filosofías seculares formuladas por pensadores judíos en siglos
posteriores.
A pesar de que las tradiciones rabínicas y bíblicas son básicamente producto de las propias
comunidades judías, la filosofía que de ellas emana surge y florece conforme los judíos
incorporan los diversos cuestionamientos de las culturas circundantes. A lo largo de su historia
esta filosofía se constituye esencialmente en un sistema de pensamiento religioso cuya
preocupación fundamental se centra en tratar de lograr la armonía con la teología.
Los filósofos judíos sostienen no sólo concepciones distintas sobre religión sino también sobre
orientación filosófica. A través de los siglos estos pensadores judíos estuvieron convencidos de
que el judaísmo era un sistema capaz de ofrecer interpretaciones filosóficas y que por ende
debía jugar un rol importante en la vida de una persona ilustrada. Estudiaron cómo las opiniones
de los filósofos podían relacionarse con su propia tradición. Este interés los llevó a resolver una
doble tarea: interpretar y formalizar las enseñanzas del judaísmo a través de conceptos y
argumentaciones filosóficas y refutar enseñanzas tanto filosóficas como religiosas cuando éstas
entraban en conflicto con las creencias y las prácticas judías.

La filosofía se compone de tres apartados

Interpretación de aspectos exclusivos a la tradición judía como la concepción mesiánica y el más


allá, la revelación, el contenido y la eternidad de la Torá o Pentateuco o el carácter especial de
la profecía de Moisés.
Como filosofía religiosa atiende cuestiones comunes a otros sistemas como lo son la existencia
divina y sus atributos, la creación del mundo, el fenómeno de la profecía, el alma humana así
como los principios generales de la conducta humana.
Como sistema filosófico estudia temas de interés general, como lo son la dimensión del ser, la
estructura y la naturaleza del universo y los argumentos y las categorías de la lógica.

Destacamos algunos pensadores judíos

PhiloJudaeus de Alejandría . Su pensamiento se basa en la afirmación de que la Biblia, como


palabra divina, contiene un significado aparente dirigido a las masas y uno oculto que los
filósofos podían descubrir utilizando métodos de interpretación alegóricos.
27 Vázquez Borau José Luis, las religiones del libro, san pablo.
Vázquez Borau José Luis, las religiones tradicionales, san pablo.
Vázquez Borau José Luis, las Iglesias cristianas, san pablo.
Álvarez Maestro Jesús, las religiones del mundo, bonum.
Rossano Pietro, Los interrogantes del hombre y las respuestas de las grandes religiones,
paulinas.
Gallo Marco, El Espíritu de Asís, 1986-2007, aporte de las religiones al diálogo y la paz del
mundo, Guadalupe.

España del siglo XIII, Edit. El Ateneo.


La filosofía judía medieval comenzó en el siglo X como parte de un renacimiento cultural
generalizado que llegó a las tierras islámicas. Entre los principales exponentes de la época
tenemos a: a. Saadia Gaón b. Salomón ibnGabirol, poeta y filósofo español autor de «La Fuente
de la Vida», es el principal exponente del neoplatonismo en el judaísmo, importante movimiento
filosófico. Como parte central de su pensamiento aparece la doctrina de la emanación según la
cual se compara la creación del mundo a la emisión de los rayos solares.
c. El máximo exponente de la filosofía judía medieval fue Moisés Maimónides conocido como el
Rambam. En su obra «La Guía de los Perplejos»
Maimónides discute la existencia y la unidad de Dios y su creación. Sus propias pruebas de la
existencia divina están basadas en principios físicos y metafísicos aristotélicos. Su interpretación
racional del judaísmo y la formulación de sus «13 Principios de Fe» provocó grandes
controversias entre sus seguidores y oponentes.

Gershom, Isaac y YehudaAbrabanel y la familia ShemTov enriquecieron el pensamiento judío


medieval.
Los filósofos judíos modernos compartieron con sus antecesores la preocupación por relacionar
el pensamiento general con el judaísmo, pero diferían en su concepción de la tradición judía y de
la ciencia así como en las soluciones que proponían. El desarrollo de la ciencia moderna
desafiaba la concepción tradicionalista de la religión. La filosofía judía de esta época está
representada por los esfuerzos de pensadores individuales entre los que podemos destacar: a.
Moisés Mendelssohn traductor de la Biblia al alemán, es considerado el primer filósofo de la
época.
b. NachmannKrochmal presentó una filosofía de la religión y la historia en su «Guía Para los
Perplejos del Tiempo».
c. Franz Rosenzweig, exponente de la corriente existencialista en la primera mitad del siglo XX,
presentó en su «Estrella de la Redención» un «nuevo pensamiento» en el cual el hombre como
individuo con sus sufrimientos y ansiedades ya no es una idea abstracta. Afirma que el judaísmo
es la religión de la ley y gobierna la relación de los judíos con Dios.
d. Martin Buber es mejor conocido por su filosofía del diálogo que representa una forma de
existencialismo. Para él podemos encontrar a Dios no en los sucesos sobrenaturales sino en los
eventos cotidianos.

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El diálogo entre

Dios y el hombre se logra al vivir en comunidad, esto es, en el judaísmo.


Hoy en día la filosofía judía se sitúa en el campo del existencialismo. La tradición filosófica judía
continúa con figuras como el rabino A. I. Kook , Mordejai
Kaplan, Ajad Haam, Abraham J. Heschel y J. B. Soleveichik entre otros.

La concepción en el pensamiento islámico

Se usa la expresión «filosofía islámica» en función de que la primera tiene un sentido más
amplio que la segunda.
• Filosofía árabe = la definición de que es una filosofía redactada en lengua árabe es inadecuada
pues se corre el riesgo de excluir a pensadores iranios, quienes escribieron en lengua persa.
• Filosofía islámica a aquella cuyo desarrollo y modalidades estén vinculadas esencialmente al
hecho religioso y espiritual denominado Islam, y que atestigua que el Islam no encuentra su
expresión ni más adecuada ni decisiva en el solo derecho canónico.
La relación / distinción entre filosofía y teología, propia del medioevo occidental no se da en el
Islam, por la razón de la no existencia de la iglesia.
La filosofía ha conocido en el Islam, en muchas ocasiones, momentos difíciles. Pero estas
dificultades no eran las mismas que en el mundo cristiano. Allí donde la investigación filosófica
se encuentre a gusto en el seno del Islam, se reflexione sobre el hecho fundamental de la
profecía y la Revelación profética, con los problemas y las situaciones hermenéuticas que esto
implica. La filosofía adoptó entonces la forma de «filosofía profética» .

La concepción sobre el ser humano en el pensamiento cristiano

En una forma totalmente extraña al pensamiento griego, se acentúan el valor y dignidad de lo


particular, su singularidad individual, su vocación divina y su libre decisión frente al destino
eterno. Por primera vez se acuña en el ámbito cristiano el concepto de persona, que tiene un
origen puramente teológico. En esta panorámica cristiana los contenidos de la filosofía griega
adquieren nuevo valor. El hombre se encuentra en el centro, entre el mundo material y sensible
del cuerpo y el mundo espiritual y suprasensible. Constituye el escalón más alto del mundo
corpóreo, comparte las leyes de la materia y las fuerzas vitales de la planta y del animal. Pero
simultáneamente pertenece ya al orden de lo espiritual a través de su espíritu que, en cuanto
alma, es el principio vital del cuerpo.
El alma no se concibe como preexistente al modo de la concepción platónica, sino que ha sido
creada libre por Dios. Es imagen y semejanza de Dios, el lugar de la trascendencia hacia Dios y
está llamada la vida inmortal. Tampoco se la entiende ya como pura razón, sino que al mismo
tiempo es voluntad y facultad de libertad y de amor. Veamos dos posturas:
San Agustín, cuyo pensamiento filosófico está hondamente influido por Platón y el
neoplatonismo. Ve en el alma y en el cuerpo dos realidades o sustancias separadas que no
constituyen una unidad sustancial, sino que simplemente están unidas por la acción recíproca.
El esquema de la reflexión agustiniana se articula en los puntos siguientes: subjetividad, unidad
de alma y cuerpo, imagen de Dios.
Subjetividad. Partiendo de su propia experiencia, San Agustín descubre la subjetividad humana
entendida como autopresencia y autoconocimiento, suficientes para establecer una diferencia
neta con los demás seres y una semejanza con Dios.
Semejante capacidad e interiorización hace hombre al hombre y lo convierte en objeto y campo
de su propio conocimiento. Lo constituye en espíritu, es decir, en sujeto que se pone a sí mismo
como objeto.
Unidad de alma y cuerpo. El hombre no es solamente espíritu, es también cuerpo que al unirse
al espíritu, forma una sola realidad.

finalmente el cuerpo mismo, por ser visible, es lo último de nosotros».


Es patente el esfuerzo del santo por expresar su concepción unitaria de la persona humana, no
sólo por lo que se refiere a sus elementos constitutivos esenciales , sino también en la
integración de las tres potencias de la misma en una sola persona. Agustín hace del alma
racional el elemento esencial por el que el hombre es imagen de Dios.
Imagen de Dios. No se trata de un nuevo constitutivo del ser humano, sino del resultado de los
anteriores. La entidad así configurada es la que aparece como imagen de Dios.
Al hombre lo estudia en primera persona como ser que se conoce a sí mismo y responde de sus
actos. No obstante esta doctrina, impregnada de platonismo, no ve clara todavía la unión
sustancial de alma y cuerpo. Admite más bien, una vinculación funcional y operativa,
establecida sobre una acción recíproca.
Santo Tomás de Aquino, por el contrario, adopta la doctrina aristotélica, según la cual el alma
espiritual es al propio tiempo, el principio interno que conforma al cuerpo; alma y cuerpo no son
por lo mismo dos substancias separadas, sino dos principios internos constitutivos que, unidos
sustancialmente, dan como resultado la substancia total del único y mismo hombre completo.
Con ello se supera el dualismo por cuanto la dualidad de elementos se funde en la unidad
esencial del hombre.
Por encima de estas diferencias, en el marco general del pensamiento medieval cristiano se
mantiene la posición particularísima del hombre como el centro en el que se reúnen todos los
grados del ser. Santo Tomás aborda dos cuestiones fundamentales que vertebran su
antropología: la unidad sustancial del hombre y su dimensión personal.
El hombre, unidad sustancial de alma y cuerpo: Santo Tomás opta por la concepción unitaria del
ser humano asumiendo las tesis aristotélicas pero dándole un enfoque nuevo. Así, entiende al
hombre en su entronque con Dios. En ésta nunca aparece formulada la dicotomía de alma y
cuerpo como espíritu y materia contrapuestos. Las escrituras hablan siempre del hombre entero
como imagen de
Dios, a quien se le promete la resurrección en su ser integral y no en una de sus partes.
En la doctrina que presentamos, el hombre no queda reducido a ninguno de sus elementos
constitutivos, sino que es resultado de la unión de ambos, pero siendo el alma naturalmente
forma del cuerpo. Y aunque reconoce al mismo tiempo la inmaterialidad y subsistencia del alma,
no por ello deja de considerar al hombre entero totalmente anímico y totalmente corpóreo, esto
es, una entidad sustancial corpóreo espiritual única.
El hombre es persona: en un paso ulterior de su discurso, Santo Tomás descubre en la
inteligencia el constitutivo esencial específico del ser humano y la clave de su parecido con Dios.
En efecto, la persona, que es el grado supremo en el orden de la sustancia, no es un algo
indeterminado, sino un alguien autónomo e independiente.
Dios; dicha aptitud consiste en la misma naturaleza de la mente, que es común a todos los
hombres».

Conocimiento intelectivo, base de la trascendencia humana. Por el conocimiento el hombre se


sobrepuja a sí mismo y se instala en el área de la realidad como tal.
El conocimiento, fuente de la libertad. En la medida en que el hombre se conoce a sí mismo y a
las cosas, se adueña de su propio ser y se libera de las cosas. De esta manera puede disponer
de sí y de sus actos. Esta apertura ilimitada le permite retornar sobre sí mismo y alcanzar su
plena subjetividad , llegando de esta manera a Dios.
De esta concepción del hombre se deduce una consecuencia importante: el ser humano no es
una cosa entre las cosas, un microcosmos, como pensaron los griegos, sino la cima de la
creación entera. Representa la síntesis más perfecta del devenir cósmico. Se encuentra en
relación con Dios y de este modo la cuestión antropológica se trasciende en una cuestión
teológica.

Edad Moderna

La visión teocéntrica predominante en la época medieval lograda por la influencia de la


Revelación cristiana, es desplazada pasando gradualmente a una visión antropocéntrica. La
filosofía experimenta, entonces, una orientación hacia el sujeto.
Se impone una mentalidad de tipo subjetiva que pretende lograr y establecer un conocimiento
seguro, partiendo únicamente de la inmanencia de la subjetividad.
Esto implica, obviamente, un cambio radical en la imagen del hombre.
Se tienen que tener en cuenta en esta época movimientos tales como el nominalismo que
influye profundamente en los últimos tiempos medievales, con lo cual entra en crisis el
pensamiento metafísico de la escolástica.
Además, se debe considerar al humanismo que se vuelve hacia el hombre situado en este
mundo, cobrando vigencia lo desarrollado en la antigüedad clásica. Este movimiento de estima
hacia la cultura de la antigüedad comienza con Petrarca en la corte pontificia de Aviñón y se
desarrolla brillantemente en la Italia del siglo XV y se extiende rápidamente por Francia,
Alemania, Inglaterra, los Países Bajos y España en el siglo XVI. De allí se extraen elementos que
permiten el «pasaje» de lo sobrenatural del medioevo a lo natural de este tiempo .
Con la Reforma Protestante se rompe la unidad de la fe, unidad lograda por la Iglesia Católica,
en la cual el hombre se había sentido seguro. Se une a esto el decaimiento de la imagen física
del mundo ante la «revolución copernicana» que afecta al hombre directamente y a su posición
en el universo. Hasta ahora el hombre se había sentido y sabido en el centro de un mundo
perfectamente ordenado y claro; ahora, la tierra deja de ser el epicentro y es uno más de los
planetas que giran alrededor del sol, por lo cual el hombre se siente como arrojado a un universo
sin fronteras que no logra entender y en el que ha perdido toda seguridad y orientación. Eso
hace que se retraiga sobre sí mismo como sobre el único punto seguro, lo cual le obliga a
reflexionar sobre sí mismo.

David Hume y como filosofía que intentará superar estas dos a través de una síntesis será la
filosofía crítica o criticismo kantiano con Immanuel Kant.

La filosofía crítica kantiana tendrá su continuidad en pensadores como Johann Fichte , Friedrich
Schelling y Georg

Hegel , alcanzando la antropología con éste último su plenitud .

• por otro lado, la existencia personal, el absurdo, la sinrazón .


Entre una y otra corriente se sitúan diversas formas del pensamiento actual . Como ejes
referenciales de la antropología contemporánea debemos situar a las nuevas ciencias biológicas,
sociales y psicológicas; el pensamiento judeo-cristiano, católico y protestante; y el sentimiento
trágico o irracional de la existencia: todas ellas proclaman un retorno a la realidad concreta del
hombre, en su ser natural, espiritual o histórico.
I.
La Antropología Filosófica consiste en el estudio del hombre, pero abordado desde el punto de
vista estrictamente filosófico. Es decir, no le interesa el desarrollo cultural, histórico, etc., sino le
interesa conocer la esencia del hombre. De allí la diferencia entre las distintas antropologías:
• la antropología cultural, • la antropología religiosa, • psicológica, • entre otras.
Esta, al ser, estrictamente filosófica, trasciende el ámbito de lo concreto para llegar al nivel de lo
abstracto, tratando de encontrar la esencia mencionada.
Psicología, la Antropología Cultural, la Historia, etc. hayan logrado. Es decir, que sin perder de
vista su objetivo principal integrará lo necesario de las otras ciencias.
Por ser una disciplina filosófica, ciertamente toma los principios desarrollados por las otras
ramas de la Filosofía. Por ejemplo, considera los primeros principios elaborados por la Metafísica,
o los principios desarrollados por la Cosmología, etc.
Pero también , toma sus avances de otras Ciencias.
Es decir, se interrelaciona con Ciencias no filosóficas. De la Psicología, la Biología, la Neurología,
la Historia, etc. tomará aquellos elementos útiles para el desarrollo de un contenido
antropológico estrictamente filosófico.
LA ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA

Objeto proviene del latín «ob-iectum» que significa «lo que está frente de». Esta es su
significación etimológica; es decir, lo que significa la palabra.
En el caso del objeto de la antropología filosófica, se refiere a lo que tiene por delante como
objeto de estudio, lo que analiza. Sabemos que la antropología estudia al hombre ; pero al
tratarse de antropología filosófica, ya estamos delimitando su objeto: se trata de ver al hombre,
pero desde una perspectiva filosófica, lo que significa abordar este objeto desde una perspectiva
estrictamente universal, abstracta. Se trata de analizar al hombre esencialmente. Por lo tanto, el
objeto de estudio de la Antropología Filosófica es la esencia del hombre.
Esto significa captar o enfocar la totalidad del ser del hombre, buscar las dimensiones que lo
caracterizan. Por ello es que no basta el conocimiento que, en forma aislada, puedan efectuar
las distintas ciencias humanas, sino que para comprender en forma íntegra lo que es el hombre
se debe adoptar una visión universal.
Por otro lado, el concepto de «método» proviene del latín que significa «camino».
Aplicado a nuestro estudio se trata de ver cuál será el camino, el modo a recorrer para llegar al
objeto.
• método del análisis: irá «descomponiendo», analizando el todo en sus distintas partes, para
luego, integrarlos descubriendo la unidad que es el hombre.

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• método de la reflexión: reflexionar significa «volver sobre sí mismo» ; es decir, el hombre tiene
la capacidad de poder volver sobre sí mismo, sobre sus actos para poderlos contemplar
nuevamente y emitir un juicio valorativo y más aún, sobre sí mismo y conocerse con mayor
profundidad lo que él es. Es lo que algunos autores llaman «introspección» o «método
introspectivo».
• método fenomenológico: éste significa la descripción de la esencia de lo que aparece en el
hombre: sus actos y sus propiedades.
V.
LA NOCIÓN DE VIDA d.
De la observación de la realidad se puede apreciar la multiplicidad de seres que pueblan la
naturaleza. De esta misma observación se destaca, que lo que hay de común en ellos es que
todos son, es decir, todos poseen el ser. . Desde este punto de vista, todos son iguales dado que
todos poseen el ser.
Sin embargo, penetrando más agudamente en la observación, se distinguirá que no todos los
seres son iguales. El estado de un animal irracional no es idéntico al del hombre, ni mucho
menos al de un vegetal, y ciertamente, muchísimo menos al de un mineral o al de una cosa
fabricada. Hay algo que los diferencia.
Entonces, lo primero que se distingue es, en base a la observación, la presencia de seres que
son vivos y otros que no lo son. En otras palabras, de seres vivientes o animados y de seres no
vivientes o inanimados. ¿Qué es aquello que los diferencia? Es la presencia o la carencia del
elemento vital, del principio generador de la vida. Del alma . Hay dos elementos, entonces, que
habría que definir. El concepto de «vida» y el de «alma».
a. de la observación somera del animal, se puede apreciar una noción empírica de la vida: lo
viviente se caracteriza por un movimiento espontáneo.
b. desde el punto de vista científico para definir la vida habría que definir sus operaciones
características, mostrando que estas operaciones son propias del ser vivo: la organización, la
nutrición, la reproducción, la conservación y el desarrollo o evolución. La primera es sin duda la
fundamental que consiste en la diferenciación de las partes y la coordinación de las funciones:
un cuerpo vivo está constituido por órganos diferentes que concurren al bien del conjunto.
La nutrición o asimilación es la transformación de una substancia inerte en la substancia misma
del ser vivo. La reproducción es una división de células que culmina en un nuevo organismo
semejante al primero. Los dos últimos caracteres van juntos: no se trata de la evolución de las
especies, sino de la evolución o desarrollo del ser vivo mismo entre su nacimiento y su muerte
conservando el mismo tipo.
c. desde el punto de vista metafísico, se parte de la experiencia común tomada como un hecho
filosófico. El movimiento del cual se habló ahora lo consideramos en sentido metafísico. No es un
cambio cualquiera, sino el paso de la potencia al acto . Además, ese movimiento tiene como
término la inmanencia de sus actos: es decir, que actúa sobre sí mismo
El alma: Aristóteles la definía como: «acto primero de un cuerpo que tiene vida en potencia» y
«forma del cuerpo organizado» . La primera define el alma como caso particular de la doctrina
de la potencia y del acto. En todo ser creado hay que distinguir dos principios constitutivos. El
acto es la perfección de un ser; la potencia, la capacidad de adquirir esta perfección. El acto
primero se define por oposición al acto segundo: es la perfección que constituye al ser, mientras
que el acto segundo es el que sigue al ser, que supone al ser ya constituido. Así el alma es el
principio que confiere su perfección de vivo, su ser-vivo. El alma es el acto primero, ya que ella
es la que hace que un cuerpo viva; de ahí derivan sus propiedades y sus operaciones.
Respecto de la segunda definición, se debe considerar la teoría aristotélica del hilemorfismo .
• La materia, que corresponde a la potencia: es el conjunto de elementos de los que está
constituido el cuerpo, por ejemplo, las substancias químicas que entran en la composición del
cuerpo humano.
• La forma corresponde al acto: ella especifica la materia, es decir, hace que el cuerpo sea tal
cuerpo, que exista con tal naturaleza.

EL ALMA Y LAS FACULTADES


El alma está siempre informando al cuerpo. Sin embargo, esta alma se diversifica en una
pluralidad de capacidades, funciones u operaciones. A estas capacidades podemos llamarlas
facultades o capacidades operativas. Se pueden clasificar de la siguiente manera:
Funciones orgánicas o corporales: a.- funciones vegetativas b.- funciones sensitivas c.- funciones
apetitivas d.- funciones motoras

Funciones no orgánicas o intelectuales

Las funciones intelectuales son las funciones específicas del ser humano, las que lo distingue del
resto de los animales. Sobre estas funciones se tratará más adelante.
e.
A lo largo de la historia del hombre, los filósofos han sostenido distintos puntos de vista respecto
de su constitución esencial.

El hecho de la existencia corpórea

29 Gevaert J., el problema del hombre, sígueme, cap. III espiritual sobre lo material. Tanto en un
caso como en otro, parcializaron la visión del hombre acentuando solamente uno de sus
constitutivos.
La interpretación hilemórfica del hombre , desarrollada por Aristóteles , continuada y
profundizada por Sto.
Tomás de Aquino sostiene que el hombre es un ser compuesto de dos principios, igualmente
necesarios, que son el cuerpo y el alma. En realidad, todos los organismos vivos pueden
explicarse filosóficamente mediante la teoría general del hilemorfismo.
Todo ser material está compuesto de materia y de forma. La materia no existe nunca sin una
forma determinada; la forma no existe más que como forma de un determinado ser material. En
esta interpretación de las cosas el problema de las relaciones entre cuerpo y alma queda
totalmente eliminado, ya que la materia y el alma no existen nunca como seres independientes.
No son cosas ni »seres«, sino aspectos de un mismo compuesto viviente.
Santo Tomás de Aquino recogiendo la visión aristotélica, insiste en el hecho de que hay en el
hombre una doble unidad de cuerpo y de alma: unidad de naturaleza y unidad de ser. Unidad de
naturaleza en el sentido de que el hombre actúa como una sola y única »cosa«»; unidad de ser
en cuanto que cada hombre es solamente un ser singular. Por tanto, el cuerpo y el alma
espiritual no existen como dos seres, ni el hombre puede concebirse como la unión de dos seres
que existen en un primer instante por cuenta propia.

La corporalidad

Un cuerpo vivo es un cuerpo vivo, y no un mero agregado de órganos, precisamente en cuanto


vivo. Lo que constituye a un conjunto heterogéneo de órganos en una unidad es su estar vivo.
Desde este punto de vista cabe afirmar que lo psíquico, o la vida, es la unidad de lo físico. Esta
unidad aparece ya en los vegetales, pero es más fácilmente destacable en los seres dotados de
sensibilidad.
Un cuerpo es una realidad que cumple determinadas propiedades geométricas y físicas . Es una
realidad material. Algunos de esos cuerpos cumplen también una serie de propiedades
biológicas, y se dice de ellos que son realidades vivas.
Por otra parte, un cuerpo vivo, en cuanto que es orgánico, consta de partes heterogéneas y cada
una de ellas cumple una función distinta de las restantes.
Desde el punto de vista de las características físicas irreductibles entre sí, puede verse la
organicidad del cuerpo vivo como una especialización de las partes en función de esa pluralidad
de características. Así, la función o actividad mediante la que un cuerpo vivo capta su propio
peso, o el de otro cuerpo no es la misma mediante la cual capta su propia temperatura y la del
medio.
A su vez, si las funciones psíquicas de captación de la gravedad y la temperatura son
heterogéneas, el que un cuerpo vivo capte el peso y la temperatura como cualidades propias,
implica una función psíquica que pueda captar a la vez ambas propiedades. Esto significa que la
pluralidad de funciones psíquicas se integra unas en otras de forma que en el »vértice«» de esa
pirámide de funciones se daría la unidad del organismo, y, con la unidad de éste, la unidad viva
o vivida de la pluralidad de cualidades físicas irreductibles entre sí.
Principios.
Cuerpo vivo, orgánico.
Pues bien, si los cuerpos vivos son cuerpos físicos y vida significa reflexión, se puede decir que
para un cuerpo físico, estar vivo significa sentir sus propiedades físicas empezando por las más
elementales . La psique, en tanto que principio vital activo es reflexiva, pero no es la reflexión de
ella sobre sí misma, sino la reflexión del cuerpo físico.
El propio cuerpo es objeto a la vez tanto de la experiencia externa como de la experiencia
interna. El cuerpo media así entre la autoconciencia y el mundo. Desde este punto de vista, cabe
afirmar que el cuerpo se encuentra en la frontera entre lo externo y lo interno, y que el cuerpo
constituye a la vez la intimación de la exterioridad y la exteriorización de la intimidad, pues el
cuerpo, que nos permite sentir el mundo asumiéndolo en la conciencia, es también la expresión
de esa intimidad. Por ello, el cuerpo no es un objeto físico o una cosa, sino la mediación
psicofísica o psicomundana. Es la superficie de contacto de la subjetividad con el cosmos. Es
obvio que el mundo tal como se nos aparece depende de la mediación del cuerpo.
El cuerpo es aquello por lo cual se da la inserción del hombre en el cosmos y en virtud de lo cual
se produce la interacción hombre-cosmos, la acción física humana sobre la realidad material. Sin
el cuerpo el hombre quizá podría vivir intelectivamente el universo, pero no lo sentiría. Y lo
siente precisamente mediante las funciones cognoscitivas capaces de captar los diversos
aspectos de la realidad física. Esas funciones cognoscitivas son, por supuesto, funciones del
organismo, órganos, que pueden ser impresionados o estimulados por la realidad física dentro
de unos umbrales o límites.
Pero, dada la condición humana, la conciencia no puede nunca operar y expresarse de un modo
totalmente ininterrumpido en lo corporal. Hay una resistencia del cuerpo respecto de sus
funciones. El control que la autoconciencia tiene del cuerpo no es absoluto. Por ello, el cuerpo
que yo soy, no deja de ser en cierto sentido ajeno a mi autoconciencia. Del mismo modo, el
cuerpo, que en principio es expresión de la autoconciencia, no deja de ser a veces su
ocultamiento. La autoconciencia no siempre se expresa adecuadamente de modo absoluto en la
corporalidad.

La Intencionalidad del Cuerpo

El término »intención« se usa en el lenguaje ordinario aplicado al ámbito de las acciones


humanas estrechamente relacionado con los de »objetivo« o »propósito«.»Intencionalidad«» es
el sustantivo abstracto que suele utilizarse para designar en general la característica de dirigirse
a un objetivo.
Pero, también puede utilizarse para designar en general la característica de tender hacia, salir
de sí, o de referirse a lo otro que tiene muchas cosas reales, o, en general, diversos entes.
a.- La Intencionalidad del cuerpo en el plano no cognoscitivo: la constitución del propio cuerpo es
un proceso que cada ser vivo realiza orientado a un fin, que es precisamente el cuerpo orgánico
completo. El ser vivo construye su propia corporalidad según una formalidad intrínseca
contenida en el material genético inicial. La construcción del organismo se logra formalizando
elementos materiales del exterior desde la propia interioridad constituyendo progresivamente
los diversos órganos. Desde este punto de vista, cabe decir que en su proceso de
autoconstitución, el cuerpo ha de salir de sí para constituirse a través de la formalización de
elementos materiales externos.
Una vez completado el organismo y constituido los diversos órganos, la intencionalidad del
cuerpo se pone de manifiesto en la pura configuración anatómica de éstos: los órganos que
integran el sistema nutritivo están referidos a los alimentos, los que componen el sistema motor
a un medio físico, etc.
b.
sensación, 2.-la percepción, 3.-los deseos-tendencias, 4.-el movimiento y la acción.
la sensación, considerada como reflexión de lo físico sobre sí mismo, el cuerpo sale de sí en
cuanto que realidad física, de ser en sí cuerpo vivo y pasa a ser para sí en el plano cognoscitivo.
la intencionalidad cognoscitiva del viviente orgánico funda su intencionalidad apetitiva y su
intencionalidad motora o efectora en cuanto que lo que el vivo apetece y lo que hace versa
sobre lo percibido. Y como lo que el viviente apetece y hace, lo apetece y hace en función de su
propia realización y despliegue como vivo, los entes físicos quedan referidos a una unidad
distinta de la que tenían en el plano físico, a una unidad nueva y más alta, que es precisamente
el mundo vital del viviente o de los vivientes en cuestión.
los deseos-tendencias, lo real físico percibido y el cuerpo propio en tanto que también es
percibido, son vividos como una unidad nueva, como una pluralidad de síntesis realizables y
articulables unitariamente, en cuanto que tales síntesis aparecen primero como no realizadas
pero sí posibles en el plano intencional.
el movimiento y la acción en el espacio físico, las unidades o síntesis vividas anteriormente
como realizables, prefiguradas por la kinefantasía y la estetofantasía, se realizan efectivamente.
.
c.- El propio cuerpo como fundamento del mundo vital, el arte y la cultura: en cuanto que se va
adquiriendo un dominio técnico del propio cuerpo, se va configurando y ordenando
intencionalmente el mundo interior de los deseos, tendencias y acciones posibles, y se va
configurando y ordenando también intencionalmente el mundo exterior, pues el mundo interior y
el exterior adquieren cada uno su sentido en función del otro constituyendo un solo mundo vital.
Así, disponer del mundo es disponer del cuerpo y viceversa. .
De esta manera, el cuerpo aparece como fundamento de la intencionalidad cognoscitiva y por
tanto como fundamento de la objetividad, de la configuración de los entes físicos en tanto que
objetos. El cuerpo aparece así como fundamento de todo el mundo cultural. Pero, por otro lado,
la conciencia no puede objetivar completamente el propio cuerpo precisamente porque está
encarnada.

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Sin el cuerpo, el conocimiento intelectual no se referiría en modo alguno a lo factible, es decir,
no apuntaría a nuevas síntesis posibles entre sujeto y mundo, pues tales síntesis son imposibles
para una subjetividad carente de cuerpo.. De allí la necesidad del cuerpo en tanto éste permite
la vinculación hombre-mundo y la consiguiente realización de sus obras.

El significado humano del cuerpo

El hombre expresa muchos significados a través del cuerpo y le atribuye diversos valores. La
antropología se preocupa de descubrir y de leer en medio de esta gran diversidad y multiplicidad
de significados los que son fundamentales y los que permiten ordenar e iluminar a los demás.

Los significados fundamentales del cuerpo humano

El significado humano del cuerpo no puede leerse directa e inmediatamente en las estructuras
biológicas y fisiológicas del cuerpo, es decir, en lo estrictamente material. Esto no significa que
el cuerpo sea neutro respecto al significado humano; es decir el significado humano no está
inscrito meramente en las dimensiones biológicas y fisiológicas como una etiqueta, sino que
procede del hecho de que es el cuerpo de una persona humana y está asumido y unido a la
persona. Por ello es necesario tener en cuenta a la totalidad de la persona para poder
comprender y valorar el significado humano del cuerpo y de las acciones corporales.

Desde un punto de vista de la utilidad, »aparentarían« poseer las mismas funciones y podría
decirse que sirven para el mismo fin, ser prensa de las cosas, alcanzar o llevar objetos hacia la
boca, entre otras cosas. Pero esta sería una visión reducida de esta realidad. Es cierto lo
afirmado recientemente, pero la distinción fundamental es que la mano del hombre cumple las
tareas descriptas guiadas por la inteligencia humana y puede cumplir otras finalidades distintas:
por ejemplo, pintar un cuadro, escribir una carta, saludar a un amigo, acariciar a la persona
amada, etc.; todas estas implican que la mano es »guiada« por la inteligencia, cumple una
función superior.
Esto significa que las estructuras fisiológicas y biológicas del cuerpo entran en el significado
humano, pero no pueden por sí solas expresar el verdadero significado humano del cuerpo».
VI.

Concepto

Se trata de estudiar cuál es la relación entre lo psíquico y lo físico; entre el cuerpo y el alma.
Aplicado este concepto al hombre el planteo correspondiente es acerca de su composición.
De acuerdo a la respuesta surgirá una diferente manera de entender la realidad humana.
30 Módulo Gestión de Bancos, Prof. Jorge López.

Materialismo

En torno a ello se puede considerar la visión materialista que reduce todo lo que es la persona a
pura materia. Hay distintas formas de fundamentar esto. Pero veamos brevemente esta línea de
pensamiento.
Podemos afirmar que por ser cuerpo, está sujeto a las condiciones materiales del universo en el
cual vive, estamos sujetos a condiciones materiales de vida.
Necesitamos alimentarnos y esto es algo material; vestirnos y esto, también es algo material, y
así toda la realidad en la cual estamos es una realidad material. En este sentido no es el
materialismo del cual queremos hacer mención.
Más bien interesa hablar del materialismo como postura filosófica e ideológica que sostiene que
la realidad última de todo ser vivo, y por ende, del hombre, es ser materia.
Abdera , quienes fundaron la escuela presocrática atomista, hasta las modernas visiones
materialistas podemos encontrar una amplia exposición de visiones que comparten el hecho de
encontrar como elemento fundante de toda la realidad a la misma materia. Y ello le cabe al
hombre en el sentido de que si el hombre está inserto en la realidad, por lo tanto es materia
igual que toda la realidad.
Esto plantea inconvenientes en el sentido de que habría distinción de grados entre todos los
seres vivientes pero no una distinción esencial. Es decir, habría una semejanza, un parentesco
común en todos los seres. Lo que no se explicaría desde esta visión materialista es cómo se
realizan ciertas actividades que no se pueden efectuar desde una óptica puramente material.
Por ejemplo, el desarrollo del lenguaje, de la multiplicidad de lenguas que poseemos los seres
humanos, el desarrollo de la ciencia, de la poesía, los principios morales, la religiosidad, etc. Es
decir, encontramos acciones que no son fácilmente explicables desde el materialismo.
Esta visión materialista ha sido ampliamente tratada desde diferentes perspectivas, es decir,
sustentándose en el aspecto filosófico, emergen de ella las visiones materialistas en otros
ámbitos. Desde allí surgirá una visión materialista en lo político, en lo educativo, etc.
Sin embargo, desde lo antropológico no es factible sostener este tipo de visión dado que
significa sostener una visión reduccionista, o sea reducir al hombre a una única dimensión, que
es la material.
ser animal... …Sin esta visión la antropología se pierde en un espiritualismo descarnado,
dualista, o se hunde en el materialismo biologista.»31
Entonces, la concepción materialista tiene un planteo básico consistente en sostener que toda la
realidad existente es pura y exclusivamente materia.
Dijimos que el origen de este planteo puede hallarse en la escuela de los pensadores
denominados presocráticos, concretamente en la «escuela atomista» fundada por los
pensadores Leucipo y Demócrito . El punto de partida consistió en sostener que toda la realidad
existente se compone de «pequeñas partículas indivisibles» a las que les dieron el nombre de
«atomoi» y esta era una sustancia material. Dado que el hombre integra la realidad existente
por lo tanto se compone de estas sustancias, que son los átomos y, en consecuencia, es
materia.
En este planteo no se tiene en cuenta la realidad espiritual, sino que se afirma que lo único
existente es la materia.
Un segundo planteo de esta visión materialista podemos hallarla en los pensadores del siglo XIX
Karl Marx y Friedrich Engels quienes sostienen que lo que prima es la materia por sobre todas
las cosas. La dimensión espiritual es un postulado que no resulta comprobable empíricamente
por ello no puede postularse ni sostenerse su existencia, por lo tanto toda la realidad existencial
es pura y exclusivamente material y dado que el hombre forma parte de ella, resulta entonces
que es de las mismas características: un ser material. Al sostener la primacía de lo material
como único existente, en consecuencia se niega lo espiritual en forma absoluta, de allí entonces
que todo el ámbito de lo espiritual sea inexistente.

«La insuficiencia de la interpretación materialista del hombre»

Las concepciones sobre el hombre pueden variar en función de las distintas corrientes filosóficas
que sirven de punto de partida y comprensión del hombre.
Hablar de una interpretación materialista significa decir que el hombre es «pura materia». Es
decir, el hombre es considerado solamente desde una única visión que es la material. En este
sentido se dice que hay un reduccionismo antropológico, una reducción en la consideración del
hombre: éste es visto sólo desde la perspectiva de la materialidad negando la instancia
espiritual.
Esta visión plantea ciertas cuestiones que quedan insolubles. Si el hombre es pura materia, no
hay una instancia espiritual. Por lo tanto, ¿cómo se explica el desarrollo de la ciencia, de los
afectos, de los sentimientos, del amor, de la poesía si negamos la instancia espiritual?
Por eso sostenemos la insuficiencia de esta interpretación por ser incompleta. Al ser incompleta
queremos significar una visión unilateral, una perspectiva que no considera toda la realidad
humana. Con esto no se niega que bajo otro punto de vista, el hombre necesita de lo material
para poder vivir, por ejemplo: casa, comida, ropa y cuantas realidades materiales que le son
totalmente necesarias para poder realizar su vida.
Ésta no es la que debe considerar como insuficiente. La que se debe caracterizar como
insuficiente hunde sus raíces en lo filosófico. Ya en el siglo V a.C. la corriente de los
presocráticos denominada de los «atomistas»
31 Abelardo Pithod. El alma y su cuerpo. Grupo Editor Latinoamericano. 1994.
pusieron en vigencia esta interpretación ellos sostenían que todas las cosas en general y el
hombre en particular está compuesto por pequeñas partículas indivisibles llamadas «átomos», lo
cual ya proporcionaba en esa época una visión materialista. Es decir, esta corriente de
pensamiento no es nueva, sino más bien, como todas, hay que rastrear sus orígenes ya en la
Antigüedad clásica con el inicio del filosofar.
Por cierto que el surgimiento de la corriente de los atomistas respondió a un momento histórico
determinado . El momento particular que estaban viviendo estos pensadores tiene que ver con
el inicio del pensar filosófico y la búsqueda de respuestas en torno a qué y cómo está constituido
el universo, tal como se planteó en la unidad anterior.
En conclusión, es necesario tener una imagen del hombre pues ella es la que define y
fundamenta las actitudes en el plano de las distintas ciencias, en lo educativo, en lo político, en
lo ideológico, en lo ético, etc. Si éste fundamento es deficitario, es reducido, por cierto que su
consecuencia será correspondiente con el punto de partida. Si esta visión es materialista, lo que
surja en consecuencia será idéntico. Si se tiene una visión de hombre que considere todos sus
ámbitos, por lo tanto, todo lo que se origine a partir de ahí será coherente con esto.

Dualismo

Quienes sostienen la postura dualista reconocen la existencia de dos elementos constituyentes


del hombre, pero enfatizando la primacía de uno de ellos: en este caso del alma como elemento
principal y secundariamente el cuerpo.
Entre los antecedentes a citar se encuentra el filósofo griego Platón quien, en virtud de su teoría
de los dos mundos mediante la cual explica toda la realidad, sostiene que el verdadero mundo
es el de las Ideas y que la existencia humana comenzó en ese lugar y por lo tanto, la condición
existencial es ser semejantes a estas Ideas, lo cual significa decir, que el hombre es
sustancialmente alma. Esta teoría de los dos mundos sostiene que el hombre ingresa a otra
realidad, la realidad material o mundo material y allí queda atrapado en un cuerpo, pero éste no
le pertenece, no forma parte de él. Por ello es que este pensador sostiene que la esencia del
hombre es ser alma debiendo liberarse del cuerpo en el que está encerrado .
Entonces se afirma de este pensador que es dualista porque sostiene que existen dos
elementos, aunque prioriza sólo uno: el alma.
En el siglo XVI, el filósofo francés Renato Descartes postula que existen 3 sustancias a partir de
las cuales se origina la realidad, la sustancia o res extensa, la sustancia o res pensante y la
sustancia o res infinita . Al sostener la primacía de la sustancia se aleja de lo material o corpóreo
. Este postulado no niega la existencia de lo corporal, pero sin embargo no tiene la misma
entidad que lo racional. Por ello es que este pensador es dualista: no niega la existencia de lo
material, pero el hombre es sustancialmente una «res cogitans», una «cosa que piensa».

Fue elaborada por Aristóteles y sostiene que todos los seres vivos se componen de dos
elementos

• morphé: forma. En este punto no se trata de una forma física sino de una forma metafísica .
En conclusión, todo ser vivo no solamente el hombre se compone de materia y forma o en otros
términos, de cuerpo y alma.
En el tema que nos interesa, el hombre es un ser compuesto de cuerpo y de alma.
Santo Tomás continuará con la visión hilemorfista pero modificando ciertos elementos.
En este caso será su concepción sobre el alma, la cual es una forma sustancial. Otra diferencia
respecto del pensamiento aristotélico consiste en el origen del alma: mientras que para el
estagirita es un principio biológico, para Santo Tomás proviene de Dios. Este origen es lo que le
dará al hombre una entidad distinta a la concebida por el pensamiento griego.

La persona – concepto

Para referirnos a este tema, comenzaremos por aclarar el término «persona» a fin de delimitar
conceptualmente su significación y de esta manera evitar equívocos posibles.
El término «persona» proviene etimológicamente de raíz latina: «personare». Este término se
puede enriquecer con otras interpretaciones, su significado ha sido fruto de una antigua y larga
especulación filosófica. En este sentido, también se la relaciona con la Teología al querer
establecer una clara diferencia entre los términos «naturaleza» y «persona» en Dios y en Cristo.
Es decir, el significado del término comprende no sólo a la persona humana, sino también a la
Persona Divina. Esto es así, porque Dios también es Persona, pero en un sentido divino y por
tanto diferente, en lo esencial, al que tiene en el hombre, que lo es en un sentido humano. Por
tanto, no es caer en una redundancia cuando decimos «persona humana». En nuestro caso,
analizaremos lo vinculado a la persona humana por ser el sujeto y objeto de nuestro estudio,
mientras que el tema de la Persona Divina es objeto de estudio de la Teología.
Surgido de la raíz latina «personare» se usó para significar la máscara que se usaba en el teatro
al representar una obra; y también significó el autor que la llevaba: de ahí el nombre de
«personaje». También se refirió a la condición que un hombre representa en la vida pública. Con
un sentido jurídico se refirió al sujeto de deberes y derechos, o sea a la «persona jurídica».
También se usó para distinguir al hombre del resto de los seres vivientes, como ser humano.
Surgido del griego tuvo una significación muy parecida. Se refirió al rostro mismo y al sujeto
humano. De la raíz griega surge el uso como «hipóstasis». Esto luego pasó a la civilización latina
y en Teología se usó para hablar de la «unión hipostática» de las tres Personas de la Santísima
Trinidad.
En síntesis, se puede definir la «persona humana» como el hombre, individuo humano,
destacando su sentido privilegiado entre los seres vivos del mundo físico.
Por otro lado, últimamente, se ha constituido en el centro de la actividad educativa.
Hoy se usan frases o expresiones como «la dignidad de la persona», «los derechos de la
persona», «que el orden social debe servir a la persona humana», etc. Todo lo social debe
subordinarse al fin de la persona humana, al orden personal y a la inversa. Aunque podamos
apreciar que n

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Aunque podamos apreciar que no en todos los ámbitos sucede esto.

ESENCIA DE LA PERSONA

Analizado el aspecto etimológico vemos seguidamente su esencia. Es decir, lo propio de la


persona, lo que la define esencialmente. Hubo muchas definiciones de la persona humana a lo
largo de la historia. En nuestro caso tendremos en cuenta la expresada por el filósofo romano
Boecio . Es él quien nos legó la siguiente: «la persona Humana es una sustancia individual de
naturaleza racional.»32 Esta definición expresa lo esencial del concepto. Para una mejor
comprensión de esta definición sometamos a análisis cada uno de los conceptos integrantes:
sustancia: la palabra «substancia» está compuesta de los siguientes términos: sub = prefijo de
lugar. Significa «por debajo de».
stare = permanecer, quedar, estar.
Por lo tanto, si efectuamos una traducción literal basada en el aspecto etimológico, la palabra
«substancia» significaría «lo que está o lo que permanece por debajo de algo». En si misma
quedaría incompleta esta definición, pero si ampliamos el contexto, la palabra substancia debe
ser entendida junto al concepto de «accidente».
Ambos son términos que el filósofo Aristóteles puso en vigencia en el pensamiento filosófico.
Platón. 33 De esta forma Aristóteles sostuvo que todos los seres tienen algo que es permanente
y algo que no lo es: lo permanente es la sustancia, mientras que lo impermanente, lo que
cambian son los accidentes, 34 por lo tanto todo ser tiene esa composición ontológica. En
conclusión, al afirmar Boecio que la persona es una sustancia está sosteniendo la posesión de
algo permanente: la sustancia y los accidentes, que son modificables .
- individual: se trata de una realidad única.
32 Cfr. De persona et duabus naturis. 33 Frente a este problema, el filósofo Platón propuso como
alternativa de solución dos mundos: uno en el cual las cosas son permanentes, no se cambian ,
es una realidad indivisa, con sentido de totalidad y unidad. No comparte su realidad con otro.
Esto no sucede con otros seres que al dividirse puede generar otros seres . En el caso de la
persona si se dividiera no se obtienen dos seres, sino que –todo lo contrario- deja de existir la
misma.
- de naturaleza racional: se refiere a un ser cuya naturaleza está constituida por un elemento
propio que es la razón. Esto lo distingue de los animales que son irracionales, y por otro, nos
está señalando la existencia de una dimensión espiritual, que es propia de la persona humana.
Por poseer una naturaleza racional, el hombre posee la capacidad de la autoconciencia, de la
experiencia del yo, de la capacidad intelectual en su conocimiento del ser y de su capacidad de
querer dado por la voluntad, en su búsqueda del bien.
Esta característica –la racionalidad- es lo que lo determina de manera específica y lo diferencia
del resto de los seres. Esta característica de la racionalidad es exclusivamente humana.
Esta definición pone el acento en el sentido unitario de la persona como estructura ontológica.
: el niño, joven o adulto es una unidad dotada de una cohesión y firmeza dada por el sentido
sustancial de su realidad. Esto implica la no división, por un lado, y la conciencia de su propia
unidad, por el otro. Se trata de una sustancia tan perfecta que le permite la denominación de
sujeto y de yo consciente de sí. La persona es el único ser que es consciente de lo que es, «nos
damos cuenta de lo que somos».
Así surge, que denominamos al hombre como una unidad ontológica perfecta.
El hombre es una persona con un alto grado de unidad y un alto grado de complejidad.
Dios que trasciende a los seres contingentes.
Afirma Santo Tomás de Aquino, que la persona humana es «aquello que es perfectísimo en toda
la naturaleza». Asimismo es «una unidad sustancial de cuerpo y alma». La analizaremos en sus
partes: unidad sustancial: se le aplica a ello todo lo dicho antes sobre el concepto de unidad y se
le agrega el carácter de sustancial. Esto significa que no es una unidad cualquiera, es una
unidad tan especial que es sustancial, profunda e imposible de separar. Constituye una
sustancia, es decir aquello que sostiene los accidentes y que existe por sí y en sí. No necesita de
otro para existir.
de cuerpo y alma: se refiere a la existencia de estas dos dimensiones que hacen a la naturaleza
humana. El hombre no es solo cuerpo ni es solo alma. Es un «espíritu encarnado» o se puede
decir también un «cuerpo espiritualizado». Es la unión sustancial de ambos elementos. El
hombre es cuerpo y es alma .
Lo que todos tenemos en común es la naturaleza o esencia. Es lo que nos hace ser hombres y
nos diferencia de los otros seres de la naturaleza. La naturaleza es la condición de posibilidad
del desarrollo del hombre en miras a su fin último que constituye su perfección.
Esta naturaleza o esencia es la causa del dinamismo que caracteriza al hombre en la búsqueda
de su perfección. Existe en él un anhelo de ser más y el fundamento de ello está en que por
naturaleza está hecho para el crecimiento. Podemos decir, entonces, que la naturaleza en el
hombre tiene carácter teleológico .
En todos los seres hay una teleología que los lleva al despliegue de las propias tendencias en
busca de la perfección.
Es decir, hay un sentido de finalidad inserto en cada ser, hay un para qué y al apreciar esa
múltiple realidad es que se puede apreciar que en todas las cosas surge un sentido de
ordenamiento que permite apreciar la perfección de todas ellas.
Ese sentido de finalidad, ese fin de cada ser es lo que permite afirmar la existencia de un para
qué de todas las cosas y ver el ordenamiento de todas las cosas entendiendo por esto lo que es
el orden de la naturaleza u orden natural.
Por ello se puede afirmar que lo más importante en el hombre son los fines hacia dónde se
encamina y cómo el hombre por naturaleza ha sido creado para la excelencia, el dar cuenta de
esto es responsabilidad de cada uno.
Definida de esta manera la persona, surgen una serie de notas que la caracterizan; es decir, le
dan su identidad diferenciándola de los otros vivientes. Se trata de aspectos inherentes a su ser
que, en su integración explican acabadamente a ella.

Continuando con esta línea de pensamiento

Con este texto queremos señalar que el concepto de persona no es privativo del hombre, sino
que es una participación de Dios, quien es persona. Es decir, es predicable de los seres
espirituales como también del hombre, entre todos los seres que habitan el universo físico.

CARACTERÍSTICAS DE LA PERSONA

Como la persona es una realidad compleja, un ser corpóreo espiritual, tendremos que estudiar
estos dos aspectos. Es decir, estamos frente a una realidad psicofísica en la cual no se entiende
si no se consideran ambos aspectos . El hombre, la persona no es solo alma ni solo cuerpo.
El hombre es alma y es cuerpo. Con esta consideración analicemos estas dos dimensiones que
conforman al hombre: i.- La dimensión corpórea
Implica la posesión de un cuerpo. Éste es la condición necesaria para estar en este mundo
material.
Pero es necesario precisar los términos. El tener puede pensarse como algo transitorio: tengo
una lapicera en mis manos y luego la dejo. Por lo tanto ahora ya no la tengo. Es decir, la acción
del tener puede apreciarse desde una perspectiva temporal: ahora lo tengo, luego ya no. Y no es
esta la realidad humana, dado que
35 J. Martínez Porcell «Metafísica de la Persona». PPU S.A. Barcelona. 1992. En esta obra, el
autor cita el De Potencia de Tomás de Aquino.
en este mundo, mientras somos seres vivientes no dejamos de tener el cuerpo voluntariamente.
Más bien nos pertenece. Por eso decimos que somos cuerpo.36
Nuestra constitución esencial es que somos cuerpo. Pero no sólo cuerpo, sino que somos
cuerpos animados. Este cuerpo que somos está animado mediante un alma que es espiritual.37
Mediante el cuerpo estamos insertos en este mundo material y sujetos a las condiciones físico-
químico-biológicas propias de este mundo. Esto es irrenunciable.
Sin embargo, no somos solo una materia que está sujeta a las condiciones del universo que nos
rodea como lo puede ser cualquier materia que vemos. El cuerpo es elevado por la dimensión
espiritual humana, rasgo que nos identifica y nos diferencia del resto de los vivientes.
Retomando la realidad corpórea, ésta es la condición necesaria para poder estar, para poder
vivir en el mundo. Sin el cuerpo no podríamos estar presentes. Por eso el cuerpo exterioriza lo
que somos interiormente. De allí la íntima unión entre ambos: se trata de una unidad corpóreo-
espiritual.
Mediante el cuerpo somos en el mundo. Pero, el cuerpo, como todo ser físico, experimenta las
condiciones de toda materia: está sujeto a las condiciones del espacio y del tiempo. Por eso al
cuerpo «le pasa» el tiempo y con el cuerpo ocupamos un lugar en el espacio .
El estar sujeto a las condiciones temporales es una constante en todos los seres materiales:
todos experimentan el pasaje del tiempo. Por eso hablamos, en el caso de los seres materiales
inertes de su período de vida útil. Por eso podemos ver en el resto de los seres vivientes su ciclo
vital. Y en el caso del hombre hablamos de la edad, la historia personal de cada uno. Podemos
pensar en la biografía de cada uno, dado que ello implica el paso del tiempo en cada uno.
Y sumado a la edad o a la biografía de cada uno, vemos que todos efectivamente estamos en un
lugar determinado. Todos ocupamos un lugar en el espacio. Esto no sucede con los seres
espirituales .
Mediante el cuerpo nos relacionamos con los demás seres y cosas que pueblan el universo físico.
Decíamos líneas arriba que el cuerpo exterioriza lo que somos interiormente.38 El cuerpo es el
medio por el cual nos vinculamos a los demás.
En esta vinculación podemos pensar en dos acciones vitales: el conocer y el apetecer. Estas
acciones no son exclusivas del hombre, sino que la poseen también los animales irracionales.
Pero dado el objeto de estudio nuestro sólo nos limitaremos al hombre.
36 La concepción platónica sostenía un desprecio por el cuerpo, por ello afirmaban que el
hombre es sólo alma, negando el poseer un cuerpo. 37 La tradición occidental heredó del mundo
latino el término «anima» que significa «alma». Por ello al decir un cuerpo animado se está
diciendo un cuerpo con alma. 38 En los tiempos actuales se afirma la somatización o las
enfermedades psico-somáticas. Se trata de cómo el cuerpo asume y refleja hacia el exterior
aspectos interiores . Es decir, la psique o psiquis se manifiesta mediante el cuerpo o soma .
ii.
La persona humana participa no sólo de la realidad material sino también de la realidad o
dimensión espiritual. Esto es en virtud de la esencia humana. El hombre no es sólo un cuerpo
sino también un alma, pero no solo un alma en el sentido aristotélico, sino un alma espiritual.
Aristóteles define al alma como el «acto primero de un cuerpo que tiene vida en potencia».
39 Esto significa que el alma es la primera realidad, lo primero que es y a partir de lo cual lo
demás comienza a existir, por lo tanto, hay una prioridad del alma. Ella genera vida, por eso, sin
alma no hay vida. 40 Esta definición presenta una raíz estrictamente biológica pues sólo se tiene
en cuenta el aspecto vital: para vivir se debe poseer alma. Este autor precisa aún más el
concepto de alma al sostener que «el alma es aquello por lo cual nos existimos, nos movemos,
sentimos y entendemos». Con esta definición se ahonda más pues toca aspectos vitales:
• el movimiento: que en la mentalidad aristotélica significa el pasaje de la potencia al acto. Es
decir, se trata de un movimiento en sentido metafísico, de algo que somos ahora a algo que se
puede llegar a ser. Por ejemplo: el bebé al nacer es bebé en estado de acto, pero en potencia de
ser niño.
Cuando pasan los años, dejó de ser bebé y es niño en acto, pero en potencia de ser joven y así
sucesivamente en este ejemplo de las edades de la vida. Este binomio de «potencia - acto» se
aplica a todas las realidades de la vida. Cuando se es estudiante, se lo es en acto pero en
potencia de ser profesional. Este pasaje revela entonces la presencia de la vida, solo los seres
vivos puede efectuar esto.
• «sentimos»: se trata de las tendencias.
• «entendemos»: se trata del conocimiento intelectual .
En definitiva, este concepto de alma revela que mediante la presencia de acciones existe un ser
vivo. Por eso es que el alma genera vida.
Y la vida la descubrimos mediante esta serie de acciones.
Sin embargo, Aristóteles no ahonda más allá del nivel o estrato puramente biológico. Será la
tradición judeo-cristiana la que aportará una dimensión distinta y se trata de la dimensión
espiritual.
El aporte de la tradición judeo-cristiana permitirá a la civilización tener conciencia de esta
realidad en la cual participa el hombre. A partir de ahora no solo se lo concebirá en una
dimensión material, sino que paulatina y gradualmente se tomará y se incorporará esta
dimensión espiritual, por eso es que decimos que el hombre posee «alma espiritual», concepto
que va más allá de lo pensado por Aristóteles. Se posee alma, porque es un ser vivo, pero
además de ser un viviente se participa de lo espiritual .
Del concepto de hombre proveniente desde la antigüedad como un ser vivo compuesto de
materia y forma se afirma ahora que el hombre pose cuerpo y alma espiritual.
39 Cfr. Aristóteles. De anima. 412 a 20. Biblioteca Clásica Gredos. España. 1994. 40 Por eso la
distinción que desde la biología se realiza en seres «animados» o «con alma» y seres
«inanimados» o seres «sin alma».
La posesión de esta alma espiritual es la que le permite al hombre participar de esta dimensión
y es así que se entiende ahora que no sólo es un ser pensante sino que tiene sentido de
trascendencia. Esto ampliará los horizontes gnoseológicos, morales, religiosos, etc.
Apoyados en esta concepción es que se entenderá que lo divino no puede quedar limitado por el
orden material del universo sino que lo divino está más allá del mismo universo.

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En este sentido y al concebirse al hombre como creatura de Dios, es que se entiende que el
hombre puede llegar a Él al término de su vida terrena y esto significa el abordaje de otra
realidad, la espiritual.
La conciencia en torno a las dos dimensiones que se adquirirá implicará un cambio radical en la
afirmación acerca de aquella pregunta «¿qué es el hombre?».
En conclusión: se sostiene entonces que el alma no es sólo un principio biológico sino y por
sobre todo, se trata de un alma espiritual con la cual el hombre adquiere conciencia de sí como
un ser sustancialmente diferente al resto de los seres, poseedor de un sentido trascendente y
con posibilidad de conocer el orden de lo inmaterial . El hombre es espíritu, pero en un cuerpo.
Por eso se afirmó que el hombre es un espíritu encarnado. No es sólo espíritu ni tampoco sólo
materia. El hombre es espíritu-materia. Es un ser corpóreo-espiritual.

La dimensión espiritual

Esta realidad, que decimos es exclusivamente humana, la poseemos por poseer un alma de este
tipo.

Desde la perspectiva teológica Desde la perspectiva filosófica-científica

Es lo que nos hace semejantes a Dios.


Es lo que nos convierte en superiores respecto de los restantes seres de la naturaleza.
El fundamento es la posesión de un alma espiritual que nos otorga la vida espiritual. Con ello nos
asemejamos a los seres espirituales, sin ser como ellos, dado que nosotros somos espíritus pero
en un cuerpo. Somos espíritus encarnados.
De la realidad espiritual surgen dos potencias que son exclusivas del hombre y que nos
diferencian de los otros seres del universo físico.
Dios .
Estas dos potencias fundamentales son la Inteligencia y la Voluntad. Tanto una como otra tienen
su raíz, decíamos, en la espiritualidad del hombre. Los animales, aún los superiores, no poseen
estas dos facultades.
De la voluntad surge la libertad. Por eso afirmamos que el hombre es un ser libre.
Sólo él posee la capacidad de elegir, no así el resto de los seres .
La posesión de estas facultades es lo que le permite al hombre actuar de modo racional. Así
como decimos que el animal actúa instintivamente, el modo propio de obrar humano es racional.
La pregunta es acerca de qué es la inteligencia y la voluntad. Cómo actúan. Cuáles son sus
objetos.
Afirmamos que la inteligencia y la voluntad son dos facultades. Éstas son exclusivas del hombre
mediante las cuales el hombre conoce y actúa de modo humano. Es decir, al alma no sólo hay
que entenderla como aquello por lo cual somos seres vivientes, sino que esta alma es espiritual
y ello nos hace partícipes de la dimensión espiritual;
por eso podemos sostener un sentido trascendente de la persona.
Esto significa que el alma no es sólo lo que nos da vida, sino que nos da vida de un modo
especial. Mediante esta alma participamos de una realidad que trasciende lo material o corpóreo
que es donde estamos inserto: el medio natural.
Las cosas que están presentes en la naturaleza, están por poseer características materiales: o
sea participan de la realidad material del universo, es su condición necesaria.
Sin embargo hay otra realidad, otra dimensión que es la dimensión espiritual. Y para participar
de ella es totalmente necesario poseer esta característica: el ser espirituales. El hombre la posee
pero encarnada. Es decir, el hombre es espíritu, pero en un cuerpo. Por eso se afirmó que el
hombre es un espíritu encarnado. No es sólo espíritu ni tampoco sólo materia. El hombre es
espíritu-materia. Es un ser corpóreo-espiritual.

La inteligencia
La inteligencia tiene como objeto el conocer. Este conocimiento supone que previo a él se
desarrolló el conocimiento proveniente de los sentidos. Si éste no se realiza no puede realizarse
el conocimiento de la inteligencia. «No hay nada en la inteligencia que antes no haya pasado por
los sentidos» afirmaba
Aristóteles , remarcando no sólo la necesidad del conocimiento sensible sino también su
precedencia cronológica, lógica y gnoseológica.
Por lo tanto, el conocer por la inteligencia se realiza a partir de los datos que aportan los
sentidos . Con ellos la inteligencia conoce «algo más» de lo que los sentidos aportan. Éstos, los
sentidos conocen cualidades sensibles, o sea aquello a lo que los sentidos están preparados .
Cada sentido conoce aquello a lo cual está dirigido y previamente determinado. Pero todo lo
conocido no supera el orden de lo material: un color, un sabor, una forma física, etc.
La inteligencia capta algo más que esto. Abstrayendo lo que captó cada sentido y que le
pertenece de modo propio a cada objeto, la inteligencia puede descubrir algo que se puede
aplicar o predicar de todas las cosas. Descubre la esencia de cada cosa, esta esencia es de
características universales, vale para todo objeto.
Por eso, por los sentidos se podrá conocer al hombre que se llama Juan y tiene tantos años, es
de tal altura, sus rasgos físicos son tales: estos datos los conocemos mediante los sentidos. Pero
trascendiendo a los mismos; la inteligencia descubre algo que escapa a los sentidos y vale para
todo hombre: no es la altura ni las dimensiones físicas, sino aquello por lo cual es hombre,
descubre lo universal en él, descubre la esencia. Y ésta es tan universal que es aplicable a todos
los seres de la misma especie. De la misma manera procede la inteligencia con todas las cosas
que va conociendo.
Por eso el objeto de la inteligencia será el conocer lo que va más allá de lo material.
De allí que su objeto es algo espiritual porque ella misma es espiritual. Es decir hay una
adecuación entre el objeto conocido y el medio por el cual se conoce.

La voluntad

La voluntad es una tendencia hacia objetos de características netamente espirituales. La


presencia de tendencias en los seres es una característica que les pertenece. Las tendencias
espirituales o intelectuales son exclusivamente humanas. Éstas surgen a raíz de un
conocimiento previo. Primero es el movimiento intelectual que permite que conozcamos las
cosas. Decíamos que sobre la base de este conocimiento surgirá un agrado o desagrado, un
gusto o disgusto por lo conocido . Por eso la tendencia es hacia algo conocido, no se puede
tender o en definitiva, no se puede desear alcanzar algo si no se conoce lo que es. En el plano
espiritual esta tendencia intelectual genera el amor, por ello no se puede amar lo que no se
conoce.
Con esto se remarca la íntima unión de lo sensible con lo intelectual, de lo material o corpóreo
con lo espiritual. Son dos realidades que están presentes en la persona. O sea, la voluntad sigue
los mandatos de la inteligencia.
Pero, en la acción de la voluntad emerge la libertad. Es decir, la voluntad realiza en libertad
todos estos actos. De allí que sólo decimos que en el hombre se dan los actos libres, no así en el
resto de los seres de la naturaleza. El ser libres implica la posibilidad de actuar sin
condicionamientos exteriores, sin ningún tipo de coacción externa. Y la libertad es la posibilidad
de elección de aquellos medios o fines que le convengan a sí. O sea: fruto de su racionalidad el
hombre elige libremente aquello que le es conveniente a su ser hombre. Por eso es una
contradicción elegir aquello que atenta contra sí. Es un contrasentido elegir para sí lo que sea
dañoso o atente contra el mismo. Algunos autores definen a la libertad no como la elección
entre el bien y el mal , sino la elección efectuada entre todos los bienes y de ellos el mejor.
La pregunta que surge es si el mal es opción. En la práctica cotidiana vemos que sí.
Se opta libremente y se actúa en consecuencia a esta opción: se elige aquello que resulta
dañoso al hombre, tanto en el plano físico como en el plano de lo intelectual o espiritual,
generando una autodestrucción. Esto se lo puede apreciar porque hay toda una modificación de
lo que es bueno y útil para el hombre; como así también un equívoco concepto de la libertad. Se
confunde libertad con libertinaje. La libertad es entendida como el actuar sin límites, incluso si
ello puede ocasionar algún perjuicio contra la persona. Se es libre para hacer cualquier cosa,
independientemente del orden que la naturaleza impuso.
Ciertamente que todo lo anteriormente expuesto es sólo un desarrollo sumario de lo que es el
hombre. Estas palabras no pueden agotar la riqueza ontológica que es el hombre; pero sirven
para presentarla.
ser animal.. ..Sin esta visión la antropología se pierde en un espiritualismo descarnado, dualista,
o se hunde en el materialismo biologista.»«»1.- NOTAS QUE DEFINEN A LA PERSONA
Describir las notas de la persona no significa que están separadas, dado que todas ellas
pertenecen simultáneamente a la realidad que es el hombre.
Hablar de las notas de la persona supone reconocer todo lo afirmado para los seres vivos. La
primera característica de los seres vivos es la inmanencia que significa «permanecer dentro»,
pues inmanente es lo que se guarda y queda en el interior del ser; por ejemplo, comer, dormir,
leer, etc. También, se debe reconocer los diversos grados de vida y que en ellos su jerarquía
viene establecida por el distinto grado de inmanencia de las operaciones que realizan cada uno
de ellos. Así, los animales realizan operaciones más inmanentes que las plantas, y el hombre
realiza operaciones más inmanentes que estos dos.
La primera nota es la intimidad, que indica algo que sólo conoce uno mismo. Los propios
pensamientos no los conoce nadie, hasta que son dichos. Tener interioridad, tener un mundo
interior abierto para uno mismo y oculto para los demás es intimidad: es una apertura hacia
dentro.
La intimidad es el máximo grado de inmanencia, porque no es sólo un lugar donde las cosas
quedan guardadas para uno mismo sin que nadie las vea, sino que además es, por así decir, un
«dentro que crece» del cual brotan realidades inéditas, que no estaban antes: son las cosas que
a uno se les ocurre, planes que se ponen en práctica, etc. La intimidad tiene capacidad creativa;
por eso la persona es una intimidad de la que brotan novedades, una intimidad creativa, capaz
de crecer.
Estas novedades surgidas desde dentro de cada persona, fruto de la intimidad pueden ser
manifestadas. Esta segunda capacidad consistente en sacar lo que hay en su intimidad es la
manifestación de la intimidad. La persona es un ser que se manifiesta, puede mostrarse a sí
misma y mostrar las novedades que tiene.
La intimidad y su manifestación indican que el hombre es dueño de ambas, y al serlo, es dueño
de sí mismo y de sus actos, y por tanto es el principio de éstos.
Esto lleva a la tercera característica que es la libertad. La persona es libre, vive y ser realiza
libremente, poseyéndose a sí misma, siendo dueña de sus actos.
41 López comercialización.
El hecho de mostrarse a uno mismo y lo que a uno le ocurre es, de alguna manera, darlo; lo cual
implica el surgimiento de una cuarta característica. La capacidad de dar o efusividad es que la
persona es capaz de sacar de sí lo que tiene, para dar o regalar. Sólo las personas son capaces
de dar.
Pero, para que haya posibilidad de dar o de regalar, es necesario que alguien acepte, que
alguien se quede con lo que se da. A la capacidad de dar de la persona le corresponde la
capacidad de aceptar, y aceptar es acoger en la propia intimidad lo que es ofrecido a uno
mismo. Si no hay otro que recoja eso que se da, quedaría entonces abandonado lo dado y la
persona quedarían frustrados, porque no se podría dar nada a nadie. Se da algo a alguien. Por lo
tanto, esta es otra nota característica: el diálogo con otra intimidad. Una persona sola no puede
manifestarse, ni dar, ni dialogar. El hombre no puede pasarse sin manifestar su intimidad,
dando, dialogando y recibiendo.

LA PERSONA COMO FIN EN SÍ MISMA

Las notas descriptas precedentemente muestran a la persona como lo que es: una realidad en
cierto modo absoluta, no condicionada por ninguna realidad inferior o del mismo rango.
El hecho de señalar que es absoluta significa reconocer que la persona es un fin en sí misma y,
que por ello debe ser respetada. El no estar condicionada por alguna cosa inferior o por un igual
es el fundamento de su grandeza como persona. De igual manera, respetarla es la actitud más
digna del hombre, porque al hacerlo se respeta a sí mismo .
Este es también el fundamento para negar todo intento de comparación entre los animales
irracionales y la persona. Se trata de dos entidades esencialmente distintas en la cual no caben
las comparaciones . No es posible atribuir características humanas a los animales o viceversa.
Cada ser debe ser considerado en su propio ámbito, de lo contrario se está desnaturalizando la
esencia de cada uno de ellos.
Por todo ello, «el hombre existe como un fin en sí mismo y no simplemente como un medio para
ser usado por esta o aquella voluntad» . De ello se puede concluir que usar a las personas es
instrumentalizarlas al: tratarlas como seres no libres, mediante el empleo de la fuerza o de la
violencia, que no son legítimas en cuanto las rebajan a la calidad de esclavas.
servirse de ellas para conseguir los propios fines. Esto es manipulación, y consiste en dirigir a las
personas como si fueran autómatas o instrumentos.
La actitud de respecto a las personas es el reconocimiento de su dignidad. Este reconocimiento
se basa en el hecho de que todas las personas son igualmente dignas y merecen ser tratadas
como tales.

LA NATURALEZA HUMANA

El preguntarse por qué es el hombre implica buscar aquello que todos los hombres poseen en
común, lo cual es denominado esencia o naturaleza.
Una de las características de los seres vivos es la tendencia a crecer y desarrollarse hasta
alcanzar su telos, que significa al mismo tiempo fin y perfección. Por lo tanto, todo ser posee un
telos, es decir una finalidad a alcanzar, a cumplir y, en la medida en que es lograda se está
alcanzando la propia perfección. Al lograr este fin que conlleva el alcanzar la perfección, significa
que este fin es un bien.
De allí que la naturaleza del hombre es precisamente el despliegue de su ser hasta alcanzar ese
bien final que constituye su perfección. Todos los seres alcanzan su verdadero ser cuando
culminan el proceso de su desarrollo, pero esto se da especialmente en el hombre. Por eso se
afirma que la naturaleza de todos los seres, y especialmente del hombre, tiene carácter final o
teleológico.
Por lo tanto, la teleología es el despliegue, el desarrollo de las propias tendencias hasta
perfeccionarlas.
La teleología parte del hecho de que existe un orden en el universo. Ese orden no está dado
todavía en las condiciones iniciales, sino que es aquello hacia lo cual tienden los seres. Es un
orden dinámico, y lleva consigo despliegue y plenitud o perfección. Es decir, es algo q

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Es decir, es algo que se va logrando en la medida en que todos los seres van alcanzando su
perfección. Ciertamente que el ir logrando esta perfección no es de la misma manera en todos
los seres. Sólo el hombre es consciente de ello y por ser consciente puede ejercer la libertad.

LOS FINES DE LA NATURALEZA HUMANA

Se debe partir de la afirmación que lo natural es lo propio del ser humano. Si lo natural es lo
propio, lo propio del ser humano es ejercer sus facultades o capacidades. Ese desarrollo se dirige
a un fin: conseguir lo que es objeto de sus facultades. De allí que lo natural y propio del hombre
es alcanzar su fin.
En el caso de la inteligencia, su fin es alcanzar la verdad. La verdad es el bien conveniente a la
inteligencia, dado que por naturaleza la inteligencia busca el conocimiento de la realidad, y la
realidad es lo que las cosas son. Es decir, ellas mismas son verdaderas y el hombre al conocerlas
está conociendo la verdad de las cosas.
En el caso de la voluntad, su fin es la realización del bien. Cuando se descubre la verdad de las
cosas y que éstas son en sí mismas buenas, el hombre debe aceptarlas tal cual son, reconocer la
bondad en ellas y, en la medida en que hace eso está ejerciendo el bien.
Por tanto, la naturaleza en el hombre es alcanzar la verdad y el bien. Al decir alcanzar, se está
indicando un camino, un proceso que implica tiempo. De allí la afirmación de Aristóteles que «lo
natural en el hombre no se alcanza al principio, sino al final».
Lo natural en el hombre, como en todos los demás seres tiene carácter de fin, es algo hacia lo
cual todos se dirigen. Si lo natural es algo que es conseguido al final, entonces, al principio es
sólo una aspiración, una tendencia, un deseo o una inclinación. Por esto, preguntarse por qué es
el hombre, implica preguntarse por qué es capaz de llegar a ser, o qué puede y qué debe hacer.
Esto sugiere la idea de que la naturaleza humana es autotrascendencia, que es otro modo de
decir apertura, actividad y posesión de aquellos fines que le son propios. «El hombre es el ser
que sólo es él mismo cuando se trasciende a sí mismo», es decir cuando a más allá de lo que es,
hacia lo que todavía no es. Esto es libertad.
Lo que el hombre es hay que verlo a la luz de lo que puede llegar a ser.
Asimismo, podemos establecer una íntima vinculación entre la naturaleza humana y lo ético.
Esto porque el hombre es el único ser moral entre todos los vivientes de este universo. No hay
un planteo ético sobre el proceder en los animales y, obviamente, mucho menos, entre los
vegetales.
El planteo ético hunde sus raíces en la racionalidad humana. Porque somos seres provistos de la
facultad de la inteligencia y de una voluntad libre y con trascendencia, la moralidad forma parte
de la esencia del hombre. Esto es irrenunciable. El hombre es así. Lo moral es una condición
natural.
La consciencia moral va ganando terreno desde que se va definiendo la estructura psíquica de la
persona. El niño intuye que algo hizo mal, quizás no sepa definirlo, pero hay una cierta
percepción de que algo está mal; como así también busca ser recompensado cuando intuye que
hizo bien algo. Eso se ve acompañado por el medio , pues los padres o los amigos acompañamos
con felicitaciones o reproches lo bueno y lo malo.
Por eso decimos que lo moral y su conciencia están presentes en el hombre, formando parte de
su esencia.

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