Está en la página 1de 13

BUSQUEDA DE

INFORMACION
Evidencia 5

UNIVERSIDAD AUTONOMA DE NUEVO LEON

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN

BRAYAN ALEXIS MONTAÑEZ RAMIREZ

GRUPO: L77

MATRICULA: 1828976

MAESTRO: MC LUIS ALVARADO

FECHA: 2022/MAY/04
La desaparición de personas, incluida la desaparición forzada, constituye una violación
pluriofensiva de derechos humanos, toda vez que además de causar daños
irreparables a las víctimas, provoca sufrimiento en sus familiares al ignorar el destino
final que aquéllas correrán, generándoles por tiempo indefinido el temor y la
incertidumbre de conocer el paradero de su ser querido, además de un deterioro
económico y de salud física y mental. Su práctica implica la privación de la libertad y en
muchas ocasiones de la vida.
A pesar del marco jurídico internacional y de resoluciones internacionales vinculantes
dirigidas al Estado mexicano que evidenciaban el panorama de las desapariciones en
su territorio, así como de esfuerzos internos como el del 10 de julio de 2015, fecha en
la que se publicó en el Diario Oficial de la Federación, el Decreto por el que se reformó
el artículo 73, fracción XXI, inciso a), de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, a través del cual se dotó de facultades al Congreso de la Unión para
expedir leyes generales que establecieran los tipos penales y sus sanciones en materia
de desaparición forzada de personas, fue hasta noviembre de este año que se logró la
expedición de la Ley General en materia de Desaparición Forzada de Personas,
Desaparición cometida por Particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda de
Personas, en la que, entre otros aspectos, se establecen los tipos penales de
desaparición forzada de personas y desaparición cometida por particulares y se crea el
Sistema Nacional de Búsqueda de Personas, de cuya implementación, que requerirá
esfuerzos decididos y coordinados entre autoridades federales, estatales y municipales,
dependerá la existencia de investigaciones prontas y efectivas que lleven a la
identificación, captura, procesamiento y sanción de manera adecuada de todas las
personas responsables del daño, el esclarecimiento de los hechos y la reparación
integral del daño.
Nuestro país enfrenta un problema estructural, en cuanto a desaparición de personas
se refiere, derivado de la conjunción de corrupción, impunidad, violencia, inseguridad y
colusión de diversas personas servidoras públicas con la delincuencia organizada, que
se agudiza con las condiciones de desigualdad y pobreza extrema que impiden un
desarrollo social en el país. Aunado a lo anterior, los escasos resultados obtenidos por
las instituciones de procuración de justicia, tanto en la búsqueda y localización de las
víctimas directas como en el conocimiento de la verdad de los hechos que originaron la
desaparición y en la identificación de quienes estuvieron involucrados en la misma para
sujetarlos a la acción de la justicia, ocasionan, entre otras cosas, la proliferación de
esta conducta. La situación se agrava por el hecho de que no existen cifras oficiales
precisas y confiables de personas desaparecidas, ni tampoco una base de datos sólida
en funcionamiento en la que se concentre el registro de todas las personas que se
encuentran en esta situación en México.
Ante tal contexto, en el marco del artículo 24 de la Convención Internacional para la
Protección de Todas las Personas Contra las Desapariciones Forzadas, que reconoce
el derecho de las víctimas a conocer la verdad sobre “las circunstancias de la
desaparición forzada, la evolución y resultados de la investigación y la suerte de la
persona desaparecida”, así como del pronunciamiento de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos relativo al caso Radilla Pacheco, dirigido al Estado mexicano sobre
el derecho de familiares de las víctimas de desaparición a “participar plenamente en las
investigaciones” y persistir en éstas “hasta que se encuentre a la persona privada de
libertad o aparezcan sus restos”, familiares de personas desaparecidas y colectivos
(para quienes “la privación continua de la verdad acerca del destino de un
desaparecido constituye una forma de trato cruel e inhumano”) que se han venido
conformando a lo largo de los años, como consecuencia de las deficiencias apuntadas
en el párrafo anterior, se han visto en la necesidad de realizar acciones propias de las
instituciones públicas, a buscar acompañamiento en organizaciones no
gubernamentales nacionales e internacionales y a manifestar sus inconformidades ante
organismos públicos protectores de derechos humanos.
Otros retos que requieren especial atención, son la adecuada implementación de la Ley
General en materia de Desaparición Forzada de Personas, Desaparición cometida por
Particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas, recientemente
publicada; la operatividad de las estructuras que crea; la expedición, en los plazos
previstos, de las disposiciones reglamentarias señaladas en el texto de dicha ley,
prioritariamente, del Protocolo Homologado de Búsqueda y del Protocolo Homologado
de Investigación; la certificación de las y los servidores públicos que integran las
Fiscalías Especializadas, así como las previsiones y adecuaciones presupuestales
necesarias para dar cumplimiento a las obligaciones establecidas en el ordenamiento
jurídico en cita, por mencionar algunos.
En consecuencia, la sola expedición de dicha ley no resuelve el problema de la
desaparición de personas, es una herramienta más para combatir este flagelo y, por
tanto, el reto será materializar su contenido. Para ello, adicionalmente se requiere,
entre otras condiciones, la voluntad política de las instancias de gobierno,
particularmente de las entidades federativas; la profesionalización de todos los actores
encargados de su aplicación; la existencia de recursos suficientes para instrumentar su
contenido; la realización de investigaciones efectivas que eviten la impunidad y que las
autoridades locales realicen un análisis de contexto o situacional de los aspectos
relevantes que permitan identificar, relacionar y sistematizar los obstáculos
estructurales que generan condiciones para la comisión de delitos, entre ellos la
desaparición de personas en el país.
El 19 de septiembre de 1990, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos creó el
Programa de Presuntos Desaparecidos (PREDES). En la actualidad, el Programa tiene
como objeto conocer e investigar quejas relativas a personas de las que se desconoce
su paradero, cuya desaparición involucra presuntamente la participación de alguna
autoridad o persona servidora pública federal, a fin de lograr ubicarlas y determinar la
existencia o no de violaciones a derechos humanos.
De igual forma, el Programa lleva a cabo acciones tendentes a coadyuvar con los
órganos de procuración de justicia en la búsqueda y localización de las personas
desaparecidas. Además, tiene como finalidad incidir en la legislación y en el
fortalecimiento de políticas públicas en la materia.

En ese sentido, una vez que se tiene conocimiento de un caso de desaparición,


cualesquiera que sean los antecedentes que la generaron, este Organismo Nacional, a
través del Sistema de Información Nacional de Personas Extraviadas y Fallecidas No
Identificadas (SINPEF), procede a realizar diversas gestiones encaminadas a
coadyuvar en la ubicación de la persona de que se trate, en el entendido que las
acciones de búsqueda y localización de la víctima corresponden a los órganos de
procuración de justicia.
Dentro de las actividades realizadas para coadyuvar con los órganos de procuración de
justicia en la búsqueda y localización de personas, así como para dar seguimiento a los
expedientes de queja iniciados en esta Comisión Nacional, a través del Programa de
Presuntos Desaparecidos, se llevaron a cabo 691 diligencias en diferentes entidades
federativas, entre las que se encuentran 58 asesorías jurídicas, cuatro canalizaciones
para atención psicológica, 79 consultas de investigaciones ministeriales, dos consultas
de expedientes clínicos en hospital, una obtención de copias certificadas y seis de
copias simples de investigaciones ministeriales, así como una obtención fotográfica de
averiguación previa.
Asimismo, se han llevado a cabo diversas entrevistas y/o reuniones de trabajo de las
cuales 105 son con autoridades federales y 58 con estatales y/o municipales,
cuatro con Comisiones Estatales de Derechos Humanos y 100 con familiares, personas
quejosas, testigos y/o conocidas y conocidos de personas desaparecidas.
Se efectuaron 40 acompañamientos ante diversas autoridades federales y 34 ante
estatales y/o municipales, así como 24 acompañamientos a personas quejosas y/o
familiares de personas desaparecidas a diversas reuniones de trabajo y eventos, como
el realizado con los colectivos “Red de Desaparecidos en Tamaulipas, A.C.”, “Jiménez”,
“10 de marzo”, “Familiares y Amigos de Desaparecidos en Tamaulipas”, “Justicia
Tamaulipas, A.C.”, “Milynali Red CFC, A.C.” y “Voz y Dignidad por Nuestros
Desaparecidos San Luis Potosí, A.C.”, que implicó acompañamiento al foro
denominado Derechos de los Desaparecidos en Tamaulipas, llevado a cabo el 30 de
agosto, en Ciudad Victoria, Tamaulipas, en el marco del día Internacional de las
Víctimas de las Desapariciones Forzadas.
Personal de la CNDH acompañó a diversos centros de readaptación social en
búsqueda de personas desaparecidas a los siguientes colectivos: al “Solecito de
Veracruz”, cinco veces a Chihuahua, siete a Coahuila, tres a Nuevo León, cuatro a
Oaxaca y uno a Puebla; a “Buscando a Nuestros Desaparecidos y Desaparecidas en
Veracruz”, seis veces a Coahuila; a “Red de Madres”, nueve veces a Oaxaca y a “Por
Amor a Ellxs”, cinco veces a Jalisco.
En cuanto a búsqueda de personas desaparecidas en fosas clandestinas, se realizaron
83 acompañamientos a personas quejosas y familiares de diversos colectivos. Con el
“Solecito de Veracruz”, 73 veces a Veracruz y con la Asociación “Unidos por los
Desaparecidos de Baja California”, diez veces a Baja California. Igualmente, en
acompañamiento del colectivo “Buscando a Nuestros Desaparecidos y Desaparecidas
en Veracruz”, se llevaron a cabo tres búsquedas de personas desaparecidas en
bosques y parajes del estado de Veracruz.
Adicionalmente, en acompañamiento al colectivo “Buscando a Nuestros Desaparecidos
y Desaparecidas en Veracruz” y con la intención de localizar a personas
desaparecidas, en dos ocasiones se realizaron labores de búsqueda en Centros de
Salud Mental y en dos más, en Servicios Médicos Forenses de diversas entidades
federativas.
llevaron a cabo 44 reuniones de trabajo: ocho con el colectivo “Solecito de Veracruz”,
siete con “Buscando a Nuestros Desaparecidos y Desaparecidas en Veracruz”, nueve
con “Red de Madres” de Veracruz, Ciudad de México y Estado de México, una con
“Asociación Ciudadana Contra la Impunidad”, una con “Madres en Búsqueda
Coatzacoalcos”, una con “Madres en Búsqueda Belén González” junto con “Búsqueda
Colectiva Coatzacoalcos”, una con Colectivo de Familias Unidas por los Desaparecidos
en el Estado de Tamaulipas (COFAUDET) y 16 con “Fuerzas Unidas por Nuestros
Desaparecidos en Coahuila y en México” (FUUNDEC-M), con el objeto de conocer sus
casos y las problemáticas que enfrentan respecto a las acciones u omisiones en la
investigación de los mismos por parte de las autoridades, a efecto de brindarles
asesoría y acompañamiento ante las instancias de procuración de justicia, así como de
coadyuvar en la búsqueda y localización de sus familiares desaparecidos.
Cabe señalar que en el mes de abril, personal de este Organismo Nacional acudió a
reuniones de trabajo en el Senado de la República en las que se discutieron diversos
aspectos sobre el proyecto de la Ley General en materia de Desaparición Forzada de
Personas, Desaparición cometida por Particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda
de Personas, reconociendo la participación y aportaciones de la sociedad civil en su
elaboración. Al respecto, este Organismo Nacional se congratula por la publicación en
el pasado mes de noviembre de dicha ley, la cual, sin duda representa un avance en la
atención de la desaparición forzada de personas y la cometida por particulares, en
virtud de que las tipifica como delitos y establece criterios homologados para su
investigación, sanción y reparación del daño a las víctimas.
Por otra parte, esta Comisión Nacional, a través del Programa de Atención a Víctimas
del Delito (PROVÍCTIMA), con el objeto de ampliar los vínculos de colaboración con
colectivos de víctimas integrados por familiares de personas desaparecidas, también
llevó a cabo los siguientes acompañamientos y reuniones de trabajo encaminados a la
búsqueda y localización de personas:
Se realizaron 164 acompañamientos a familiares de personas desaparecidas: ocho
para la notificación de resultados de pruebas forenses, cuatro a brigadas nacionales de
búsqueda, 21 a centros penitenciarios, servicios médicos forenses y centros de salud,
47 ante diversos órganos de procuración de justicia para la revisión de expedientes de
investigación ministerial de casos de personas desaparecidas, 14 a diversas campañas
de toma de muestras genéticas, para la confronta con restos de víctimas localizadas,
10 a diligencias ministeriales de exhumación de cuerpos, cuyo objeto es lograr la
localización e identificación de personas, cuatro ante instituciones públicas y
comisiones de víctimas para que se les proporcione asistencia y apoyo, ocho a
manifestaciones públicas, por razones de resguardo de la integridad personal de los
asistentes, uno a la Misión Civil de Observación en el estado de Guerrero, que
entrevistó a familiares de personas desaparecidas y visitó lugares donde se ha
presentado el fenómeno de desplazamiento forzado, 45 a reuniones de trabajo con
instituciones públicas del ámbito federal y local, a fin de concertar acciones de
búsqueda, revisión de expedientes, seguimiento y evaluación de acuerdos relativos al
tema de desaparición de personas; uno a reunión de trabajo en el Senado de la
República, en la que participaron representantes de la Oficina del Alto Comisionado de
Naciones Unidas para los Derechos Humanos y del Comité Internacional de la Cruz
Roja, para emitir opinión sobre el proyecto de dictamen de la Ley General de
Desaparición Forzada de Personas, Desaparición Cometida por Particulares y del
Sistema Nacional de Búsqueda de Personas y uno a labores de búsqueda de fosas
clandestinas.
En el periodo aludido se registraron 281 expedientes, de los cuales 27 son de queja,
203 de orientación directa y 51 de remisión, mismos que se relacionan con 403
personas agraviadas. Cabe señalar que cinco de las personas registradas, (tres
mujeres, un niño y un hombre), no se encuentran desaparecidas, en virtud de que la
primera de ellas fue encontrada sin vida, sin embargo, sus familiares solicitaron apoyo
para la investigación de posibles violaciones a derechos humanos. La segunda se
encuentra en un albergue gubernamental y las autoridades del mismo solicitaron la
colaboración de este Organismo Nacional para la localización de sus familiares. La
tercera fue víctima de agresión, pero no se encuentra desaparecida, aunque sus
familiares si guardan tal condición. En cuanto al menor de edad, su familiar solicitó
apoyo para recibir asesoría jurídica. Respecto al varón, se precisa que, si bien en un
principio fue reportado como desaparecido, posteriormente se informó de su
localización con vida, solicitando el agraviado apoyo para la investigación de posibles
violaciones a sus derechos humanos.
El Sistema de Información Nacional de Personas Extraviadas y Fallecidas no
Identificadas (SINPEF) actualmente está conformado por tres bases de datos: SINPEF
Integración; Personas Extraviadas, Desaparecidas o Ausentes (SINDE) y Personas
Fallecidas no Identificadas (SINFANI).
 
Base de datos de expedientes SINPEF Integración: En esta base de datos se registran
todos aquellos casos que originalmente se recibieron en el área de Quejas de la
CNDH, los asuntos que transmite el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas
o Involuntarias de la Organización de las Naciones Unidas al Estado mexicano,
además de las distintas solicitudes de colaboración que formulan a este Organismo
Nacional las Comisiones Estatales de Derechos Humanos de nuestro país, los
organismos no gubernamentales, los órganos de procuración de justicia de las distintas
entidades federativas de la República Mexicana, e incluso las personas que de manera
individual acuden a esta Institución con el mismo propósito. Dichos casos se
encuentran registrados para coadyuvar en su búsqueda y localización.

En este año, se radicaron en el SINPEF Integración 417 expedientes relacionados con


igual número de personas agraviadas. Además, se concluyeron 46 expedientes
relacionados con 50 personas agraviadas, de las cuales 21 fueron localizadas con vida,
24 sin vida y 5 se acumularon por tratarse de las mismas personas agraviadas y los
mismos hechos. Asimismo, a la fecha se encuentran en trámite 4,356 expedientes
relacionados con 5,307 personas agraviadas.
LEY GENERAL PARA PREVENIR Y SANCIONAR LOS DELITOS EN MATERIA DE
SECUESTRO, REGLAMENTARIA DE LA FRACCIÓN XXI DEL ARTÍCULO 73 DE LA
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS.
Artículo 1. La presente Ley es reglamentaria del párrafo primero de la fracción XXI del
artículo 73 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en materia de
secuestro. Es de orden público y de observancia general en toda la República y tiene
por objeto establecer los tipos penales, sus sanciones, las medidas de protección,
atención y asistencia a ofendidos y víctimas, la distribución de competencias y formas
de coordinación entre los órdenes de gobierno. Para ello la Federación y las Entidades
Federativas, en el ámbito de sus competencias, estarán obligadas a coordinarse en el
cumplimiento del objeto de esta Ley.
Artículo 2. Esta Ley establece los tipos penales y punibilidades en materia de
secuestro. Para la investigación, persecución y sanción de los delitos previstos en la
presente ley se aplicará en lo conducente el Código Penal Federal, el Código Nacional
de Procedimientos Penales, la Ley Federal Contra la Delincuencia Organizada y la Ley
General de Víctimas.
Artículo 3. El Ministerio Público, en todos los casos, en esta materia procederá de
oficio.
Artículo 4. Para los efectos de esta Ley se entenderá por:
I. Consejo Nacional: Consejo Nacional de Seguridad Pública.
II. Instituciones de Seguridad Pública: A las instituciones policiales, de procuración de
justicia, del
sistema penitenciario y dependencias encargadas de la seguridad pública a nivel
federal, local y
municipios.
III. Ley: Ley General para Prevenir y Sancionar los Delitos en Materia de Secuestro,
Reglamentaria
de la fracción XXI, del artículo 73 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos.
IV. Secretario Ejecutivo: El Titular del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de
Seguridad
Pública.
V. Sistema: Sistema Nacional de Seguridad Pública.
VI. Fondo: Fondo de Apoyo para las Víctimas y Ofendidos;
VII. Programa Nacional: Programa Nacional para la prevención, persecución y sanción
del delito de secuestro.
VIII. Víctima u ofendido: para los efectos de esta ley se atenderá a lo previsto en el
Código Nacional de Procedimientos Penales.
Artículo 11. Si la víctima de los delitos previstos en la presente Ley es privada de la
vida por los autores o partícipes de los mismos, se impondrá a estos una pena de
ochenta a ciento cuarenta años de prisión y de doce mil a veinticuatro mil días multa.
Artículo 12.- Si espontáneamente se libera a la víctima del secuestro dentro de los tres
días siguientes al de la privación de la libertad, sin lograr alguno de los propósitos a
que se refiere el artículo 9 de esta Ley y sin que se haya presentado alguna de las
circunstancias agravantes del delito, la pena será de cuatro a doce años de prisión y de
cien a trescientos días multa.
La misma pena se aplicará a aquél que habiendo participado en la planeación de
alguna de las conductas a que hace referencia el presente Capítulo, dé noticia de ese
hecho a la autoridad y la víctima sea rescatada con vida. La pena señalada en el
párrafo primero de este artículo se aplicará a aquél que habiendo participado en la
comisión de alguna de las conductas a que hace referencia el presente Capítulo, dé
noticia de ese hecho a la autoridad para evitar que se cometa el delito y proporcione
datos fehacientes o suficientes elementos de convicción contra los demás participantes
del hecho o, ya cometido, antes de que se libere a la víctima, proporcione, los datos o
elementos referidos, además dé información eficaz para liberar o localizar a la víctima.
No obstante lo anterior, si a la víctima se le hubiere causado alguna lesión de las
previstas en los artículos 291 a 293 del Código Penal Federal, la pena será de
dieciocho a treinta y dos años de prisión y de seiscientos a mil días multa, así como la
colocación de los dispositivos de localización y vigilancia por la autoridad policial hasta
por los cinco años posteriores a su liberación.
Artículo 17. Se aplicará pena de nueve años a veintiséis años de prisión y de
cuatrocientos a dos mil días de multa al servidor público que, teniendo atribuciones en
materia de prevención, investigación, procuración o impartición de justicia o de
vigilancia y custodia en los centros de privación de la libertad o penitenciaria, se
abstenga de denunciar ante el Ministerio Público o, en caso de urgencia, ante la policía,
la comisión de cualquiera de los delitos previstos en esta Ley, o de hacer saber de
inmediato al Ministerio Público información, evidencias o cualquier otro dato
relacionado, directa o indirectamente, con la preparación o comisión de las conductas
previstas en esta Ley.
Artículo 18. A todo sentenciado por cualquiera de los delitos previstos en esta Ley que
sea o hubiere sido servidor público de cualquiera de las instituciones policiales, de
procuración de justicia, del sistema penitenciario y dependencias encargadas de la
seguridad pública, se le aplicará como parte de la pena la inhabilitación para ocupar un
empleo, cargo o comisión en el servicio público federal, local o municipal, desde un
plazo igual al de la pena de prisión que se le imponga por el delito en que incurrió hasta
la inhabilitación definitiva.
el secuestro desde una visión multidisciplinaria y con objetivos enfocados a
diagnosticar cuáles son las rutas y trazos característicos de este delito en Nuevo León
es el propósito fundamental del presente estudio. Para tal efecto, se estudiarán cómo
es el perfil prevaleciente de víctimas y victimarios en este delito; se detectarán las
zonas, colonias y municipios donde el secuestro estuvo presente durante el año 2012;
se identificarán los trastornos de estrés postraumáticos en personas que han sido
secuestradas en Nuevo León durante el citado año y, se examinan esquemas de
prevención desde el Estado, la sociedad y los medios de comunicación.
Entre los factores incluyentes en esta violencia por agendas económicas, en las cuales
el secuestro como actividad está incluido, citan la gran disponibilidad de armas; la
existencia de zonas de difícil acceso y escasos servicios; una economía legal incapaz
de competir con la economía criminal; corrupción como anti-valor generalizado;
instituciones de seguridad ineficientes o corruptas; territorios con valor estratégico para
el comercio ilegal; ausencia severa de una cultura de la legalidad; disponibilidad
cultural para la violencia y pretensiones de los grupos de la criminalidad para cooptar la
fuerza de Derecho del Estado legítimamente constituido.
Anotan que uno de los cambios más importantes en ese delito es que el secuestro hoy
se da en ciudadanos nuevoleoneses no tan adinerados, tales como empresarios o
industriales de la pequeña industria, profesionistas, comerciantes y empleados, quienes
tienen acceso a dinero en efectivo y, potencialmente son más fáciles de secuestrar
porque no tienen guarda espaldas. Sin descartar que las mafias internacionales
participen en la agudización del secuestro y que los niveles de pobreza, desempleo,
falta de educación y oportunidades puedan incidir como causales intervinientes,
también lo es, indican, que en este complejo proceso impactan la falta de denuncia; la
escasa información y cifras sobre este fenómeno, así como la impunidad y la
corrupción para la aplicación de sanciones a quienes los cometen.
Entre las recomendaciones dentro de este ámbito destacan que ante el incremento de
delitos vinculados a la privación de la libertad en sus diversos apartados observado en
el estado de Nuevo León, los cuales se vinculan con la existencia mayoritariamente de
bandas locales, así como foráneas que han hecho de este crimen un modo de vida, no
debe descartarse que la realización de otros delitos como tráfico de armas, drogas,
lavado de dinero o trata de personas, intervenga en esta realidad, tal como se verifica
no sólo a nivel nacional, sino hasta internacional.
Por ello, la coordinación en información y operativos de las distintas instancias de las
fuerzas del orden, en sus ámbitos federal, estatal y municipal resulta prioritaria si se
desea reducir las acciones de la criminalidad organizada o común.
En base a las zonas y colonias referenciadas durante la realización de este estudio
exploratorio resulta pertinente, dicen los autores, la coordinación de las diversas
corporaciones policiacas en el ámbito municipal, estatal y federal para extender estos
patrullajes también hacia áreas no integradas a la AMM donde también se han
suscitados secuestros y plagios: Allende, Montemorelos y aquellas vinculadas a la
carretera nacional.
El éxito en el combate al delito del secuestro, puntualizan lleva como primer orden el
rescate de la víctima y, como un punto de trascendencia la captura y seguimiento
judicial a los secuestradores, así como el apoyo estatal y comunitario a las familias de
los secuestrados. Dada la complejidad de este delito, el Estado ha de trabajar en
diversos frentes para su freno y prevención. Por lo que respecta a la realidad de Nuevo
León, es urgente y prioritario crear un centro de ayuda especializado en víctimas del
secuestro, tanto para los secuestrados (as), como para su familia, para lo cual deberá
contarse con los presupuestos económicos y profesionales del ramo pertinente.
Resulta importante, concluyen, que cuando se planeen programas de rehabilitación
para quienes cometen el delito del secuestro estos consideren aspectos inherentes al
perfil de los secuestrados; programas dónde se enseñen oficios y facilidades para
concluir con sus estudios formales son necesarios si se quiere reinsertar a estas
personas a la sociedad; así mismo, es necesario un programa de terapias donde se
pueda detectar si el delincuente tiene un perfil socio patico o psicopático.
distingue, los procesos de seguimiento en las denuncias provocan una
retraumatización en las victimas, al enfrentarlos con la experiencia traumática.
Distingue que, durante un secuestro, la principal sensación de amenaza durante el
cautiverio en las mujeres, se dirige al riesgo de un ataque sexual, mientras que en los
hombres es al temor a la muerte. Sus hallazgos lo llevan a concluir que el tipo de
reacciones emocionales pueden variar entre las víctimas, aunque como un síntoma
recurrente se presenta el intentar negar y olvidar la situación.
Es por eso, argumenta, que la propuesta del Centro de Integración Ciudadana como
asociación civil, cuyos objetivos son establecer una red cien por ciento ciudadana,
habilitando espacios de confianza y la Unidad de Servicios Psicológicos de la Facultad
de Psicología de la Universidad Autónoma de Nuevo León, representan alternativas
confiables y seguras que dan libertad para que aquellos que sufren por el daño del
secuestro se acerquen buscando y encontrando un alivio para su dolor.
Considera aconsejable que la Unidad de Anti-Secuestros de la Procuraduría General
de Justicia del Gobierno del Estado de Nuevo León, trabaje con una unidad específica
para atender exclusivamente el tratamiento y seguimiento de las víctimas del secuestro
y de sus familias, apoyados en profesionales del ramo como puede ser la UANL y el
CIC.
Es prioritario, resume, el cuidado emocional de los afectados, por lo cual se debe llevar
un proceso adecuado que les proteja de la revictimización, la cual se establece por
excesivos lineamientos burocráticos; por ser ignoradas como víctimas y desconfiar de
su testimonio o incluso tratadas como culpables de la situación. Entiende como
revictimización al hecho de situarlos emocionalmente en una segunda experiencia
víctima que puede ser aún más dolorosa, ya que reafirma la situación de víctima y da la
sensación de una vivir una situación interminable.
Otra nueva característica entre los grupos de secuestradores es que no siempre es el
dinero la única motivación para delinquir. De de acuerdo con los expertos, la
personalidad sicopática del delincuente los lleva, no sólo a no sentir culpa por lo que
hacen, sino también a disfrutar del sufrimiento ajeno, llegando a acciones
indescriptibles de tortura hacia las víctimas. Esta personalidad violenta y cruel que se
da cada vez más en los secuestros podría explicar de alguna manera, el por qué se
han incrementado los secuestros donde se puede recuperar poco dinero por el rescate,
siendo que la ganancia económica no es lo único que motiva el secuestro.
Desde su óptica, los factores de riesgo que potencializan el número de secuestros, en
México, en general y en Nuevo León, en particular, están los emanados de aspectos
socioculturales donde se tiene una comunidad vanagloriada de sí misma por los bienes
materiales; los institucionales, donde la procuración de justicia y la seguridad se han
corrompido y prevalece la impunidad; el choque frontal de las autoridades con las
bandas delictivas ; la falta de estrategias para la prevención-contención de este delito;
la ausencia de coordinación de las policías municipales; la desconfianza en las
autoridades; el hecho de que las bandas de narcotraficantes han extendido sus actos
delictivos hacia el secuestro como fin para aumentar sus ingresos; la no denuncia del
secuestro y los escasos estudios sobre las cifras negras.
Paralelamente, recomiendan, los medios deben replantearse hasta dónde, cómo y
cuándo pueden hacer uso de sus informaciones bajo el esquema de “trascendidos”.
Esta es una forma profesional para defender el anonimato de sus fuentes. Sin
embargo, el exceso indiscriminado o irresponsable de los mismos podría
potencialmente crear esquemas de impacto negativos en la conciencia colectiva, más
allá de los parámetros legales que pudieran afectarse. La información extra-oficial no
está exenta de esquemas donde se busque a través de ella, la infiltración, defensa,
solapamiento o impulso de intereses particulares de dudosa legitimidad política a o
económica, contrarios incluso a los del bien común.
Conclusión.
El secuestro en Nuevo León, que se ha registrado en sus tres tipos ya señalados
anteriormente: secuestro puro, extorsivo relacionado con la delincuencia organizada y
secuestro Express, ha podido ser estudiado a profundidad mediante e análisis objetivo
de cada una las características y situaciones que presenta. Lo que permite elaborar
una eficiente diagnóstico y una eficaz manera de atenderlo de manera sustantiva y a
manera de prevención de conductas de riesgo. Sin embargo, es importante señalar que
un factor preponderante en este trayecto, y los que hay por recorrer, es el incremento
de la participación ciudadana, la que puede detonar avances significativos no sólo en la
disminución de este flagelo, sino en su eventual y progresiva erradicación.

Referencias
Benoit, Jean-Pierre, y Juan Dubra, 2004, “Why do good cops defend bad cops?”,
International Economic Review, vol. 45, núm. 3, pp. 787-809.
Bourdieu, Pierre, 2002, Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción, Barcelona,
Anagrama.
Brown, Ben, Wm Reed Benedict y William V. Wilkinson, 2006, “Public Perceptions
of the Police in Mexico: a Case Study”, Policing: An International Journal of Police
Strategies & Management, vol. 29, núm. 1, pp. 158-175.
Consulta Mikofsky 2004-2010, Confianza en las instituciones, en: www.consulta.com.
mx
Crawford, Charles y Ronald Burns, 2008, “Police use of force: assessing the impact
of time and space”, Policing & Society, vol. 18, núm. 3, pp. 322-335.
Davis, Diane E., 2006, “Undermining the Rule of Law: Democratization and the
Dark Side of Police Reform in Mexico”, Latin American Politics and Society, vol.
48, núm. 1, pp. 56-86.
Douglas, Mary, 1996, Cómo piensan las instituciones, Madrid, Alianza.
Ford, Robert E., 2003, “Saying One Thing, Meaning Another: The Role of Parables in
Police Training”, Police Quarterly, vol. 6, núm. 1, pp. 84-110.
Garland, David, 2005, La cultura del control. Crimen y orden social en la sociedad
contemporánea, Barcelona, Gedisa.
Goldschmidt, Jona y Anonymous, 2008, “The necessity of dishonesty: police deviance,
‘making the case’, and the public good”, Policing & Society, vol. 18, núm. 2,
pp. 113-135.
Secuestro, Prevención de Delito y Sistemas Penitenciarios: Resumen y traducción
libre de la entrevista con el Doctor Nils Christie, profesor de criminología en la
Universidad de Oslo Patricia Liliana Cerda Pérez; María Emma Ochoa Cerda 371
Las Transformaciones en el Perfil del Secuestrador y de Secuestrados en Nuevo León
Patricia Liliana Cerda Pérez 383
Las Vías para Evitar el Secuestro: Educación, Valores y Trabajo Patricia Liliana Cerda
Pérez 393
El Secuestro: Un Delito Trasnacional Sin Protección a Víctimas Patricia Liliana Cerda
Pérez 407
Las ONG’s y el Secuestro en Nuevo LeónIrma Cerda Pérez; José Gregorio Jr. Alvarado
Pérez 417
El Secuestro: Delito que Violenta a la Sociedad Civil y a la Prensa Agustín Serna
Zamarrón

También podría gustarte