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Un Día Para No Olvidar

El pasado día 30 de agosto, se conmemoró el Día Internacional de las Víctimas de


Desaparición Forzada. Desde el año 2011, la Asamblea General de las Naciones Unidas
aprobó una resolución en la que manifestó su preocupación por el aumento de las
desapariciones forzadas o involuntarias en diversas regiones del mundo declarando el 30
de agosto como el Día Internacional de la Víctimas de Desaparición Forzada.
¿Qué sentido tiene un Día Internacional de Víctimas de Desaparición Forzada?
Como suele hacerse también ante otras violaciones graves de derechos humanos, la
determinación de un día específico para posicionar públicamente un grave problema social
busca generar conciencia del deber de exigir a las autoridades el cumplimiento de sus
obligaciones en la materia, de hacer un reconocimiento de las víctimas, sus familias, las y
los testigos y de personas defensoras de derechos humanos. De manera relevante, en el
caso de la desaparición forzada, cuya práctica generalizada o sistemática, constituye un
crimen de lesa humanidad y en la práctica es un crimen de impunidad y olvido, la
conmemoración busca generar conciencia dentro de la sociedad, sobre la gravedad y
complejidad de este delito, así como la generación de una conciencia colectiva que evite su
“normalización” e impunidad.
Según datos de la Comisión Nacional de Búsqueda, del 1° de enero de 1962 al 2 de agosto
del 2023, en México se han reportado 290,824 casos de los que 110,042 personas siguen
desaparecidas.
Conforme señala el Comité contra la Desaparición Forzada
Según la información proporcionada por el Estado parte, al 26 de noviembre de
2021, solo un mínimo porcentaje de los casos de desaparición de personas, entre el
2 % y el 6 %, habían sido judicializados, y solo se habían emitido 36 sentencias en
casos de desaparición de personas a nivel nacional . A ello se suma la actitud,
pasiva muchas veces, de las instituciones judiciales frente a un fenómeno tan grave
como la desaparición de personas, cuya atención es responsabilidad de todos los
ámbitos del poder público. Lo anterior contribuye a la notable falta de confianza de
las víctimas en las instituciones, que a su vez resulta en un alto número de casos no
reportados o denunciados. La impunidad en México es un rasgo estructural que
favorece la reproducción y el encubrimiento de las desapariciones forzadas y pone
en peligro y causa zozobra a las víctimas, a quienes defienden y promueven sus
derechos, a los servidores públicos que buscan a las personas desaparecidas e
investigan sus casos y a la sociedad en su conjunto. La impunidad, además, opera
como factor de revictimización y socava el impacto de cualquier iniciativa para
erradicar y prevenir las desapariciones forzadas. Como una víctima expresó
durante la visita: “de fe y esperanza vive el ser humano, pero habiendo injusticia su
alma nunca descansa”. La lucha contra la impunidad de las desapariciones en
México es, por tanto, impostergable.
El Comité contra las Desapariciones Forzadas (CED) órgano de la ONU, solicito desde el
año 2013 llevar a cabo una visita a México, misma que fue posible hasta el 2021, con una
visita del 15 al 17 de noviembre. En dicha visita asistieron cuatro de sus miembros
reuniéndose con familiares de las personas desaparecidas, colectivos, personas defensoras
de derechos humanos, organizaciones, autoridades.1
La crisis mexicana de desapariciones forzadas, su aumento e impunidad, tiene un carácter
dúctil en función del cual, la gravedad del problema no solo se ha incrementado, sino que
se ha agravado. De conformidad con el Informe del Comité contra la Desaparición
Forzada sobre si visita a México al amparo del artículo 33 de la Convención determina que:
Las desapariciones siguen afectando mayoritariamente a hombres de entre 15 y 40
años. No obstante, las cifras oficiales muestran un incremento notable de
desapariciones de niños y niñas a partir de los 12 años, así como de adolescentes y
mujeres , tendencia que se agudizó en el contexto de la pandemia de enfermedad
por coronavirus (COVID-19). Dichos casos corresponderían a desapariciones
vinculadas con la sustracción de niños y niñas (dentro o fuera del ámbito familiar),
a desapariciones como medio para ocultar la violencia sexual y feminicidio, al
reclutamiento y a las represalias. Las víctimas y las autoridades también reportaron
desapariciones que tenían por objetivo la trata y explotación sexual. El Comité
considera de particular preocupación la victimización específica de las mujeres
que, en la mayoría de los casos, quedan a cargo de su familia y afrontan con sus
propios medios la búsqueda de sus seres queridos, al tiempo que sufren los graves
1
Ver informe en: https://hchr.org.mx/wp/wp-content/uploads/2022/04/Informe-de-visita-a-MX-del-Comite-
contra-la-Desaparicion-Forzada-abril-2022.pdf
efectos sociales y económicos de las desapariciones y, además, en muchos casos
son víctimas de violencia, persecución, estigmatización, extorsión y represalias.
Esta información nos muestra cómo se ha modificado el perfil de las víctimas de este delito
que ahora también incluye a: mujeres, niñas y niños, adolescentes, personas migrantes.
Las prioridades que deben de ser atendidas en nuestro país de conformidad con el Informe
del Comité contra la Desaparición Forzada son: fortalecer las instituciones y los procesos
de búsqueda e investigación, garantizar la coordinación sistemática y efectiva de las
instituciones, remover los obstáculos que impiden la judicialización de los casos de
desaparición forzada, atender debidamente las desapariciones ocurridas en el contexto
migratorio, facilitar los procesos de búsqueda, investigación, reparación y memoria
relacionados con los casos de larga data, atender la crisis forense, facilitar el acceso a la
búsqueda, verdad, justicia y reparación con enfoque diferencial, reconocer el papel de las
víctimas y atender debidamente sus necesidades de atención y protección, proteger a las y
los servidores públicos involucrados en las búsquedas e investigaciones, atender las
deficiencias de los registros como estrategia de prevención y erradicación de las
desapariciones.
En nuestra condición de ciudadanas y ciudadanos, ¿qué podemos hacer? No es fácil la
respuesta pero sugiero algunas.
No acostumbrarnos a las cifras de personas desaparecidas como un dato más de los muchos
que recibimos cada día. Estamos en una grave crisis que nos cuestiona como humanidad,
que nos exige una actuación desde la democracia participativa y no únicamente
representativa.
Conocer qué contextos favorecen la desaparición forzada de personas, identificar quienes
son las personas responsables, que derechos se están violando y frente a ello, utilizar
mecanismos ciudadanos de denuncia social. En este último tema, existe una relevante
oportunidad de conocimiento y denuncia de la violación a los derechos humanos a través
de las redes sociales con todas sus modalidades.

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