Está en la página 1de 10

Historia

de la
Filosofía
9. Kant

IES Séneca
Departamento de Filosofía
Historia de la Filosofía
Índice de contenidos

1. Vida de Immanuel Kant

2. Kant frente al Racionalismo y al Empirismo

3. El problema de la Metafísica como ciencia

4. El proceso de conocimiento

5. ¿Es posible un conocimiento riguroso de las realidades metafísicas?

6. La crítica de la razón práctica: la ética formal kantiana.

2|Página
1. Semblanza de Immanuel Kant

Kant nace en 1724 en Königsberg, ciudad de Prusia oriental, en el


seno de una familia modesta. A los trece años, perdió a su madre; y a
los veinticinco, a su padre. El ambiente familiar en que crece es
extremadamente religioso; sus padres son adeptos al pietismo, una
rama del luteranismo, particularmente estricta, que predicaba la
regeneración interior a través de la meditación personal de las
Escrituras. A los dieciséis años, ingresa en la Universidad, donde
imparte clase el pietista Martin Knutzen, discípulo de Wolff, quien
inculca a Kant el interés por la ciencia.
Su vida era tan ordenada y rutinaria que se dice que sus
conciudadanos ponían el reloj en hora cuando lo veían pasar. Todo a
su alrededor estaba sometido a rituales que cumplía meticulosamente. No hubo en su vida ningún
acontecimiento llamativo y permaneció siempre soltero. Es también expresiva de su carácter su
negativa a abandonar su ciudad natal, lo que le supuso rechazar interesantes ofertas de universidades
alemanas, durante los años en que permaneció como docente en la mediocre Universidad de
Königsberg.
La primera parte de la obra teórica de Kant está marcada por el Racionalismo de Leibniz y de Wolff.
Pero, alrededor de 1770, cae en sus manos una obra de David Hume, que le causó una profunda
impresión y que le hizo dar un giro importante a su pensamiento. También en 1770, con cuarenta y
seis años, Kant consigue la cátedra de Lógica y Metafísica, lo que abre un período de once años sin
publicar nada, en el que se dedica exclusivamente a meditar a fondo su sistema filosófico. El resultado
es la Crítica de la razón pura (1781), una de las obras más importantes de la historia de la filosofía.
Desde entonces, y hasta casi el final de sus días, no deja de publicar libros innovadores y profundos.
Fallece en 1804.
A pesar de su existencia provinciana, estuvo al día de todos los acontecimientos políticos y culturales
relevantes del mundo. Y fueron muchos los personajes destacados que se acercaron hasta su ciudad
para conocerlo en persona.

2. Kant frente al Racionalismo y al Empirismo


Con su filosofía, Kant se propone sintetizar y, al mismo tiempo, superar las dos grandes corrientes de
pensamiento de la filosofía moderna: el Racionalismo y el Empirismo.
Con el racionalismo coincide en afirmar (1) que el entendimiento es activo y puede producir
espontáneamente conceptos que no proceden de la experiencia sensible, y (2) que es posible, para el
ser humano, obtener un conocimiento universal y necesario acerca de la realidad, esto es, científico.
Kant no comparte, por tanto, la idea empirista según la cual nada hay en el entendimiento que no
haya pasado antes por los sentidos. Según él, no todos los elementos que intervienen en el
conocimiento humano tienen su origen en la experiencia. A tales elementos los denomina elementos a
priori y son puestos por el propio sujeto de conocimiento.
Por otra parte, con el empirismo coincide en afirmar (1) que la experiencia sensible es el límite del
conocimiento humano, por lo que éste no puede conocer nada que supuestamente esté más allá de
esa experiencia, y (2) que de la experiencia sólo pueden obtenerse conocimientos particulares y
contingentes, pero no universales y necesarios.
Esta síntesis de Racionalismo y Empirismo que intenta llevar a cabo Kant se suele denominar
Idealismo trascendental y consiste en decir que, a la hora de explicar el fenómeno del conocimiento,
es necesario tener en cuenta dos factores: la experiencia y los elementos a priori, que proceden del
propio sujeto de conocimiento.
3|Página
Aunque todo conocimiento empieza con la experiencia, no todo en el conocimiento procede de la
experiencia; de lo contrario, no obtendríamos nunca conocimientos seguros y universales, debido a
que la experiencia solo proporciona conocimientos particulares y contingentes. Es necesaria la
presencia de los elementos a priori de la razón, para garantizar un conocimiento necesario y firme.

3. El problema de la Metafísica como ciencia


La obra en la que Kant aborda el problema del conocimiento teórico de la realidady donde expone su
Idealismo trascendental es la Crítica de la razón pura. En ella, Kant se propone averiguar si es posible
la Metafísica como ciencia; es decir, si podemos obtener un conocimiento riguroso sobre realidades
tales como Dios, la inmortalidad del alma o la libertad del ser humano.
A Kant le llama la atención que la ciencia progresa, mientras que en el terreno de la Metafísica se
siguen debatiendo las mismas cuestiones desde el inicio de la filosofía, sin que haya ni unanimidad
entre los filósofos ni un avance claro fuera de toda duda. Parece que la disputa gobierna siempre
entre los filósofos.
Antes de abordar la cuestión de si es posible la Metafísica como ciencia, Kant se propone determinar
las condiciones que hacen posible la ciencia, para, después, valorar si pueden o no darse esas
condiciones también en el campo de la Metafísica. Y centra su atención en el tipo de juicios o
proposiciones que formula la ciencia, al tratar de explicar la realidad.
En general, afirma Kant, existen tres tipos de juicio:

A. JUICIOS ANALÍTICOS A PRIORI: en ellos, el predicado está


incluido en el sujeto; por tanto, basta analizar el sujeto para
comprender que el predicado le conviene necesariamente.
Por ejemplo, en el enunciado: "Todos los triángulos tienen
tres ángulos", basta con comprender el concepto mismo de
triángulo, para saber que el predicado le corresponde
necesariamente.
Estos juicios son a priori, en el sentido de que no es
necesario recurrir a la experiencia para saber si son
verdaderos.
La dificultad con estos juicios analíticos a priori consiste en
que, aunque son universales y necesarios, y, por tanto, no
admiten excepción, no amplían propiamente nuestro conocimiento, porque el predicado no
añade nada nuevo al sujeto.

B. JUICIOS SINTÉTICOS A POSTERIORI: en ellos, el predicado no está incluido en el sujeto, por lo


que sí amplían nuestro conocimiento, aportando información nueva. Por ejemplo: "
Grazalema es el pueblo de España donde más llueve", o "Los japoneses tienen una dieta
basada fundamentalmente en el consumo de pescado".
Estos juicios son a posteriori, en el sentido de que su verdad es conocida a partir de la
experiencia. Se basan en la experiencia y, por tanto, tenemos que recurrir a ésta para
comprobar su verdad.
La dificultad que presentan estos juicios sintéticos a posteriori consiste en que,
aunque sí amplían nuestro conocimiento, no son universales ni necesarios, porque la
experiencia solo nos asegura su verdad en el presente o en el pasado, pero no que
sigan siendo verdaderos en el futuro.

C. JUICIOS SINTÉTICOS A PRIORI: estos, al mismo tiempo que se basan en la experiencia y que
amplían nuestro conocimiento del mundo, son universalmente válidos y no admiten
4|Página
excepción alguna. Por ejemplo, la afirmación: "La recta es la distancia más corta entre dos
puntos", no es un juicio analítico, pues el predicado ("la distancia más corta entre dos
puntos") no está incluido en el sujeto (“La recta"), sino un juicio sintético, que amplía nuestro
conocimiento. Pero, además, su verdad no depende de la experiencia, pues no necesitamos ir
midiendo distancias entre dos puntos cualesquiera para saber que es verdadero. Por tanto, es
un juicio universal y necesario, que afirma una verdad necesariamente verdadera y que no
admite excepciones.

Pues bien, según Kant, los juicios sintéticos a priori son los juicios propios de la ciencia. Todas las
disciplinas científicas se han constituido como tales precisamente porque disponen de este tipo de
juicios, porque hacen afirmaciones sobre la realidad que son juicios sintéticos a priori.
A partir de ahí, la pregunta sería:¿es igualmente posible formular juicios sintéticos a priori, cuando
abordamos las cuestiones típicas de la Metafísica?

4. El proceso de conocimiento
Para responder a esta pregunta, Kant lleva a cabo antes un análisis de la
manera en que tiene lugar el proceso de conocimiento en el ser humano,
esto es, del modo en que el ser humano construye su conocimiento del
mundo. Una vez haya realizado este análisis, podrá responder a la pregunta
de si puede la Metafísica llegar a ser una ciencia.
Kant mantiene que nuestro conocimiento del mundo es el resultado de un
proceso en el que intervienen sucesivamente tres facultades: la
sensibilidad, el entendimiento y la razón. Para que cada una de esas tres
facultades realice su función en el proceso de conocimiento, se necesita
algo sobre lo que operar, y ese algo es la información que nos suministran
nuestros sentidos.
Según esto, hay dos componentes en nuestro conocimiento:

a) La información procedente del exterior, que nos llega a través de los sentidos
b) Unas estructuras lógicas, que posee previamente nuestra mente

Para que haya propiamente conocimiento, han de darse necesariamente esos dos ingredientes.
La información que nos suministran los sentidos sería algo así como la materia prima del
conocimiento. Esa materia prima llega a nosotros fragmentada, desorganizada. A partir de ahí,
nuestra mente, utilizando para ello unas estructuras lógicas que encuentra en sí misma, organiza toda
esa información sensorial, haciéndola inteligible y produciendo de esa manera conocimiento. Esas
estructuras lógicas son a priori, es decir, las posee la mente por sí misma y no las ha obtenido a
partir de la experiencia sensible, por lo que son anteriores a esta.

Kant divide su Crítica de la razón pura en tres partes:

A. Estética trascendental
B. Analítica trascendental
C. Dialéctica trascendental.

En cada parte, estudia una de las tres facultades de conocimiento que posee el ser humano, tratando
de identificar cuál es su función y cuáles son las estructuras a priori que dicha facultad aporta en el
proceso de conocimiento.

5|Página
A. ESTÉTICA TRASCENDENTAL

En esta parte de la Crítica, Kant identifica las


estructuras a priori de la sensibilidad, que es la
facultad que nos permite tener percepciones
sensibles. Esas estructuras a priori son el espacio y el
tiempo. Todas nuestras percepciones tienen lugar
siempre y necesariamente en el espacio y en el
tiempo. Es imposible percibir algo al margen del
espacio y del tiempo. Según esto, el espacio y el
tiempo no son impresiones sensibles o sensaciones,
sino el modo como percibimos todas las sensaciones.
Espacio y tiempo no provienen de la experiencia, no
son nociones que nosotros poseamos como consecuencia de haber percibido la realidad espacio o la
realidad tiempo, sino que son estructuras que están ya en el sujeto humano antes incluso de que éste
tenga una experiencia sensible cualquiera. No son, por tanto, realidades objetivas e independientes
del sujeto, sino la manera en que éste tiene experiencia de las cosas.

B. ANALÍTICA TRASCENDENTAL

En esta parte de la Crítica, Kant identifica las estructuras a priori del entendimiento, que es la
facultad que nos permite pensar, no simplemente tener sensaciones de las cosas.
El entendimiento unifica y ordena el caos de impresiones sensibles que constantemente estamos
recibiendo del medio que nos rodea, aplicando conceptos a esas impresiones sensibles. A su vez,
relaciona unos conceptos con otros para formular juicios, mediante los cuales nosotros pensamos.
Si no tuviésemos es capacidad, es decir, si estuviésemos ante cualquier realidad, por ejemplo, una
manzana, y no unificáramos todas las impresiones sensibles procedentes de esa realidad bajo un
mismo concepto -el concepto de manzana-, esa realidad sería algo incomprensible para nosotros.
Sería algo así como si percibiésemos el color, olor, textura, sabor y forma de la manzana, pero como
sensaciones independientes entre sí, inconexas, y no formando parte de una misma cosa: la manzana.
Pero, de hecho, nosotros percibimos la manzana, no como un simple agregado de sensaciones
inconexas entre sí, sino que percibimos éstas como formando parte de una misma cosa; percibimos la
manzana como un todo. Pues bien, esto es resultado de la labor del entendimiento.
El entendimiento realiza su labor de comprensión, refiriendo los fenómenos a conceptos, siempre a
través de juicios. Por tanto, es la facultad que nos permite hacer afirmaciones acerca de la realidad,
y, al hacerlo, nos permite pensar.Es importante tener en cuenta que, cuando Kant habla aquí de
conceptos, se refiere, no a conceptos empíricos, sino a conceptos puros. Los primeros son aquellos
conceptos que hemos elaborado a partir de la experiencia, por lo que son a posteriori (por ejemplo, los
conceptos de árbol y de casa); los segundos son aquellos otros conceptos que la mente posee en sí
misma, que no ha obtenido a partir de la experiencia, por lo que son a priori. A estos segundos, Kant
los llama categorías.
Esas categorías son las estructuras a priori del entendimiento, sin las cuales nada puede ser
entendido o pensado por nosotros. Sin la aplicación de esas categorías, sólo tendríamos un conjunto
de impresiones sensibles inconexas entre sí. En este sentido, si la mente fuera, como decían los
empiristas, una página en blanco, sería imposible conocer nada.
Así, por ejemplo, si tras realizar un largo paseo por las calles de Pozoblanco, afirmásemos que “todas
las casas de Pozoblanco son blancas", estaríamos formulando un juicio. Y, para elaborar este juicio,
nuestro entendimiento habría tenido que unificar las diversas impresiones sensibles que hemos ido
recibiendo a lo largo de nuestro paseo. ¿Cómo? Refiriendo esas impresiones a una serie de categorías,
esto es, ordenando todo ese caos de impresiones sensibles en base a unas categorías; en este caso, las
categorías de totalidad (=afecta a todas las casas), realidad (=les pertenece una determinada
6|Página
cualidad), sustancia (=cada casa es considerada como una sustancia), accidente (=el color blanco de las
fachadas de las casas) y existencia (=las casas están en la existencia).
Las categorías no poseen contenido por sí mismas. Son como moldes vacíos de contenido y han de
llenarse con los datos que suministran los sentidos. Pretender aplicar esas categorías más allá de la
experiencia, esto es, pretender pensar sobre una supuesta realidad de la que previamente no
hayamos tenido ninguna impresión sensible, es hacer un uso incorrecto de las mismas. Las categorías
únicamente tienen sentido cuando se aplican a los datos que aportan los sentidos.
Por tanto, el límite del conocimiento humano se encuentra en el fenómeno, pues sólo tenemos
conocimiento de aquellos objetos que han sido ordenados por medio de las categorías, y las
categorías sólo pueden aplicarse a lo que se percibe en el espacio y el tiempo. El límite del
conocimiento se encuentra, pues, en la experiencia.
Ahora bien, eso no significa que la realidad de las cosas que nos rodean se reduzca a lo que nosotros
podemos percibir de ellas. Hay una zona de la realidad que está más allá de lo fenoménico y que
resulta, por tanto, incognoscible para el ser humano, por estar más allá de lo que éste puede tener
experiencia. Kant llama noúmeno a esa realidad que escapa al conocimiento humano y que jamás
podrá ser conocida. En este punto, Kant se opone a la pretensión del Racionalismo de conocer la
realidad entera a través de la razón humana.

C. DIALÉCTICA TRASCENDENTAL

En esta parte de la Crítica, Kant estudia la razón, que es la


facultad de conocimiento que nos permite hacer
deducciones -extrayendo conclusiones a partir de premisas-,
elaborar juicios cada vez más generales, leyes y teorías cada
vez más generales, que abarquen y expliquen un mayor
número de fenómenos.
Y esto lo hace mediante las ideas de Dios, Mundo y alma, que
son los tres elementos a priori que aporta la razón al proceso
de conocimiento. Estas tres ideas no tienen una referencia
objetiva, pero sí poseen un uso regulativo, ya que dirigen el
uso de la razón hacia la aspiración de explicar de manera
cada vez más profunda la realidad. Así, se intenta explicar y
unificar (1) todos los fenómenos físicos por referencia a
la idea de Mundo; (2) todos los fenómenos psíquicos por
referencia a la idea de alma o Yo; y (3) tanto los
fenómenos físicos como los fenómenos psíquicos por
medio de una causa suprema, que sería Dios.
Mientras esta búsqueda de una explicación cada vez más general y más profunda de la realidad se
mantenga dentro de los límites de la experiencia, esta tendencia es eficaz y sirve para ampliar
nuestro conocimiento. El problema, advierte Kant, surge cuando esta tendencia hacia lo
incondicionado nos lleva inevitablemente a traspasar las barreras de la experiencia sensible.
Entonces la razón lleva a cabo argumentos -sobre el Mundo, el alma o Dios- que, aunque
aparentemente pueden parecer correctos, son, en realidad, ilegítimos.

5. ¿Es posible un conocimiento rigurosode las


realidades metafísicas?
Decíamos antes que Kant se propuso, con su Crítica de la razón pura, determinar si era posible la
metafísica como ciencia. Pues bien, una vez analizado el proceso de conocimiento tal y como
7|Página
acabamos de ver, Kant concluye que la Metafísica no puede aspirar a convertirse en una ciencia,
puesto que, en su intento de conocer supuestas realidades que estarían más allá de la experiencia
sensible -realidades como el alma humana, el Mundo como una totalidad o Dios-, estaría utilizando
estructuras a priori, pero sin ninguna base empírica a la que aplicar dichas estructuras, y, por tanto,
no estaría aportando verdadero conocimiento.
Nuestro conocimiento no puede ir más allá de la experiencia. Cuando la razón intenta avanzar más
allá, cae en el error. Por tanto, la Metafísica jamás podrá convertirse en ciencia, pues pretende algo
imposible para el ser humano: conocer determinadas realidades a través de puros conceptos, sin
recurrir a la experiencia.

6. La crítica a la razón práctica: la ética formal


kantiana.
INTRODUCCIÓN.

La actividad racional no se limita al conocimiento de objetos, también necesita conocer cómo se ha


de obrar: cómo ha de ser su conducta. Así pues, la Razón tiene dos vertientes o funciones:

- La Razón teórica: centrada en el conocimiento de hechos (cómo son las cosas, el conocimiento de la
Naturaleza).

- La Razón práctica: centrada en el conocimiento moral (cómo debe ser la conducta humana). No cómo es
de hecho, no los motivos que impulsan a obrar a los seres humanos (esto lo estudiarían las ciencias), sino
los principios que deben regir la acción moral.

En la Crítica a la Razón Práctica, Kant pretende dar respuesta a la segunda gran pregunta que preocupa
al hombre: ¿Qué debo hacer? Así, el objetivo fundamental de la obra será fundamentar la moral, es
decir, establecer las condiciones de posibilidad de la moral (esto de hablar siempre de condiciones de
posibilidad es el rasgo característico de la forma de pensar de Kant): ¿Qué condiciones debe tener un
principio o ley moral para ser considerado válido o legítimo? ¿Qué nos obliga a acatar tales principios o
normas? Al igual que a nivel de conocimiento, Kant considera que para que un principio moral sea
legítimo, válido, debe ser universal y necesario, es decir, que todo el mundo lo acepte y se sienta
vinculado a respetarlo.

ÉTICAS MATERIALES Y FORMALES.

Kant dedica su obra “Crítica de la razón práctica” a desarrollar una reflexión crítica sobre las teorías
morales precedentes, y a elaborar una teoría moral absolutamente distinta: formal o sin contenido.
Todas las teorías filosóficas anteriores han propuesto Éticas Materiales, es decir, una teoría ética en la
que se propone un fin último para la acción humana, y una serie de mandamientos o imperativos que
nos aleccionan acerca de lo que debemos hacer para alcanzar este fin o bien último.

(Algunos ejemplos: Aristóteles declara que el máximo bien para el ser humano es el desarrollo de la
racionalidad, su cualidad esencial, que la virtud máxima es el “mesostés” o moderación, definida como
“hábito de elegir el término medio”. En su “Ética a Nicómaco”, nos ofrece toda una amplia gama de
consejos para que sepamos distinguir la actitud más moderada y actuar en consecuencia. Epicuro, por
su parte, nos dice que el máximo bien es el placer y que, para obtenerlo, debemos realizar unas
actividades concretas como cultivar la amistad y evitar otras como meterse en política…).

Para Kant, son dos propuestas morales totalmente distintas, basadas en dos experiencias vitales
absolutamente dispares, y ése es precisamente su inconveniente, que fundamentan sus mandamientos
en la experiencia (son a posteriori), y, claro, las experiencias vitales pueden ser muy diferentes.

8|Página
Kant se propone, en la “Crítica de la razón práctica” elaborar una ética formal, es decir, una ética
que nos diga, no lo que debemos hacer, sino qué forma o características ha de tener nuestra actuación,
para poder ser considerada, verdaderamente, una acción moral. Esta ética, que es completamente
distinta a todas las anteriores:

 no nos dice qué es lo bueno, no propone ningún fin último.


 no propone, por lo tanto, mandamientos o imperativos para conseguir un fin que no existe, La
ética Kantiana tiene mandamientos, pero lo único que nos dicen es la forma que ha de tener
nuestra actuación para ser verdaderamente moral, por eso se trata de una ética formal.
 estos mandamientos se denominan imperativos categóricos, veamos algunos ejemplos:
“Obra según una máxima que puedas querer que, al mismo tiempo, se convierta en una ley
universal”.
“Obra siempre de tal manera que uses a la humanidad, tanto en tu persona, como en la de
cualquier otro, siempre como un fin, y nunca como un medio”.

ANÁLISIS DE LA ACCIÓN MORAL.

La moral kantiana se concreta a través de las siguientes preguntas:

¿Cómo debemos actuar? : debemos obrar de buena voluntad.


La bondad de una acción no hay que buscarla en ella misma (en su contenido) sino en la voluntad con
que se ha hecho (forma). Según Kant, no es tan importante lo que se hace como la voluntad (intención)
con la que eso se hace. Por ejemplo, entregar un regalo como contenido puede parecer una buena
acción pero se puede hacer desde las peores intenciones.

¿Cuándo nuestra voluntad es buena?


La buena voluntad es aquella que actúa por respeto al deber (incondicional) sin razones diferentes del
cumplimiento del deber o la sujeción a la ley moral. Esta ley moral es universal y no tiene contenido
concreto: es el imperativo categórico.

¿Qué significa actuar por deber?


Significa el sometimiento a la ley, no por la utilidad o la satisfacción que su cumplimiento pueda
proporcionarnos, sino por respeto a la misma. Para ilustrarlo, Kant pone el siguiente ejemplo de
imperativo moral: "No se debe cobrar precios abusivos". Al fijar el precio de sus productos, un
comerciante lo puede hacer de diferentes formas:

 Conforme al deber. Lo hace pero de cara a la consecución de un fin: asegurarse la clientela.

 Por deber. Considera que ese es su deber: su acción no es un medio para conseguir un fin, sino
que es un fin en sí misma, algo que debe hacerse por sí. Esto es obrar de buena voluntad: creer
y aceptar la ley sin otro interés que su cumplimiento.

 Contrario al deber. Es cuando cobra precios abusivos.


Valor moral de una acción: para que una acción tenga valor no basta con actuar conforme al deber sino
que hay que actuar por deber. El móvil es lo que importa: que sea por deber, meramente por el principio
del querer.

¿Cuándo actuamos por deber? ¿Cuál es la forma que debe determinar toda ley moral o imperativo?
Cuando actuamos como seres racionales. La buena voluntad actúa por deber cuando actúa de un modo
universal, o sea, de acuerdo con una máxima universalizable (válida no sólo para mí, sino también para
los demás). La buena voluntad de actuar por deber adopta la FORMA de mandato o de un imperativo
cuya fórmula suprema es aquella que expresa la universalidad más absoluta: el imperativo
categórico.
9|Página
Autonomía moral: si el que obra por puro respeto al deber y no obedece a otra ley que la que le dicta
su conciencia moral, él es -como ser racional puro o persona moral- su propio legislador (si no, sería
esclavo del fin que persigue). Se determina a sí mismo sin ningún principio o fin externo.

EL DEBER Y LOS POSTULADOS DE LA RAZÓN PRÁCTICA.

Para Kant el respeto al deber, a las normas o leyes que mi propia razón me impone, es la base de la vida
moral: hacer lo que se debe, y no lo que se desea o quiere (voluntad). Es más, el “ideal” de la vida moral
o “santidad”, la máxima virtud, para Kant, es el “ajuste perfecto entre voluntad y razón”.

Pero este ideal de virtud es muy difícil de conseguir, por no decir imposible, por lo menos en nuestra
vida mortal, pero ¿y si partiésemos de la base de que la vida es ilimitada?, ¿y si presuponemos que hay
otra vida infinita en la que realizar este ideal? Aceptar la inmortalidad del alma es imprescindible para
que la ética tenga sentido. Piensa Kant que hay más ideas que aceptar para encontrar un
fundamento a la moral.

También debemos creer que la voluntad es libre, ya que si no lo fuese, no podríamos desear libremente
ajustar nuestra acción a nuestras propias leyes, ni determinar qué leyes van a ser nuestras leyes. Por
tanto, si admitimos que la acción humana se ajusta a una ética debemos admitir que es posible la
libertad en el mundo, la de nuestra voluntad que desea y la de nuestra razón que propone.

Por último, si queremos que nuestra vida moral tenga sentido, hemos de estar seguros de que el ideal
de unión entre voluntad y razón se puede alcanzar, que no es una mera ilusión, así que debemos
aceptar la existencia de Dios, ya que Dios, para Kant, es la expresión de la “santidad” que
perseguimos, en él se da el ajuste perfecto entre voluntad y razón, y la fe en Dios, así concebido, es la
que debe guiar nuestra vida y nuestra conducta.

Vemos cómo finalmente las ideas de la razón pura se han convertido en “ideales” o
“postulados de la razón práctica”, es decir en fundamentos de la vida moral, sin los cuales ésta última,
sería imposible. Por lo tanto, Kant ha encontrado una misión para la metafísica, aunque las reflexiones
de los filósofos se centran en cuestiones sobre las que es imposible el conocimiento, estas cuestiones
son vitales en el sentido de que es el pensar sobre ellas lo que orienta, dirige y da sentido a la vida
humana.

10 | P á g i n a

También podría gustarte