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FIDEICOMISO
Un fideicomiso o fidecomiso1 (del latín fideicommissum, a su vez de fides, "fe",
y commissus, "comisión") es un contrato en virtud del cual una o más personas
(fideicomitente/s o fiduciante/s) transmiten bienes, cantidades de dinero o derechos,
presentes o futuros, de su propiedad a otra persona (fiduciaria, que puede ser una persona
física o jurídica) para que esta administre o invierta los bienes en beneficio propio o en
beneficio de un tercero, llamado beneficiario, y se transmita su propiedad, al cumplimiento
de un plazo o condición, al fideicomisario, que puede ser el fiduciante, el fiduciario, el
beneficiario u otra persona.
Al momento de la creación del fideicomiso, ninguna de las partes es propietaria del bien
objeto del fideicomiso. El fideicomiso es, por tanto, un contrato por el cual una persona
destina ciertos bienes a un fin lícito determinado, encomendando la realización de ese fin a
una institución fiduciaria en todas las empresas.
Los bienes afectados al fideicomiso no corren el riesgo comercial del fiduciante (el que
transmite la propiedad de los bienes) ni del fiduciario (el propietario de los bienes
fideicomisitos luego del vencimiento del plazo del contrato), puesto que el patrimonio que
es objeto del fideicomiso no puede ser perseguido por los acreedores de ninguno de ellos,
ni afectado por la quiebra de ambos o de alguno de ellos.
HISTORIA DEL FIDEICOMISO
El origen del fideicomiso moderno se encuentra en la fiducia
o fideicommissum del Derecho romano, una institución creada en el marco del derecho
sucesorio y al amparo de una pieza clave del modelo, la relación de confianza. Así, el
fideicomitente encargaba al fiduciario la entrega de un patrimonio hereditario concreto a
una persona, esto es, al fideicomisario. Para constituir un fideicomiso no existió, en
principio, requisito alguno de forma: bastaba la voluntad del fideicomitente y la aceptación
del fiduciario. Si la relación de confianza se quebraba, el fideicomitente podía revocar el
fideicomiso en cualquier momento. Como inconveniente, si el fiduciario hacía mal uso
sobre el patrimonio, resultaba muy difícil a las partes reclamar. Con la llegada del Imperio,
se trató de solventar este último problema creando una jurisdicción especial de pretores
fideicomisarios encargados de velar por el cumplimiento preciso de la voluntad de los
fideicomitentes. Con el tiempo, la figura del fideicomiso decayó y prácticamente se asimiló
a los legados, aunque los fideicomisos siguieron ajenos al testamento, mientras que el
legado debía constar en él.
¿ CÓMO Y PARA QUÉ SIRVE EL FIDEICOMISO?
El fideicomiso sirve de marco y sustento jurídico para la asignación de beneficios
económicos derivados de la propiedad de ciertos bienes, conforme a la voluntad de su
dueño y con efectos hacia el futuro. Es un modo de disposición de la propiedad que "ata"
los bienes a un destino determinado, en interés de personas distintas de aquella que
recibe la propiedad. Su interés práctico deriva precisamente de tres atributos: Los bienes
en cuestión son enajenados por su dueño, quien los transfiere "a título fiduciario". No es lo
mismo que la transmisión de la propiedad a título oneroso o gratuito, pero se trata de un
acto de disposición del titular. La transferencia "a título fiduciario" rodea a los bienes de
inmunidad respecto de los acreedores de quien los recibe, así como de los acreedores del
dueño original y de los destinatarios finales de los bienes. Los bienes quedan amparados
por un régimen de administración conforme a su naturaleza y al destino previsto. El
fideicomiso sirve para instrumentar donaciones en vida del instituyente y también para
establecer disposiciones de última voluntad o a instituciones de beneficencia y entidades
de bien público que aprovechan el beneficio para su objeto específico. El fideicomiso sirve
para articular las relaciones de índole comercial que deseen crear entre sí, el dueño
original de los bienes y sus contrapartes en un negocio, el fideicomiso cobija con igual
facilidad tanto operaciones individuales promovidas por empresas constructoras de
edificios y viviendas, como grandes fondos de inversión con multitud de participantes. El
contrato de fideicomiso puede ser esquematizado como un triángulo equilátero donde la
base es la relación entre el dueño de los bienes (fiduciante) y las personas a las cuales ha
elegido como destinatarias de los mismos (beneficiarios).
PARTES DEL FIDEICOMISO
Técnicamente, el contrato de fideicomiso se da entre dos partes (llamadas partes stricto
sensu): 'fideicomitente/fiduciante' - 'fideicomitido/fiduciario'; aunque la relación fiduciaria se
da entre cuatro sujetos: los antes mencionados más el beneficiario (que puede o no existir)
y el fideicomisario. El fiduciante decide disponer de ellos a favor de un fiduciario, para
cumplir un fin determinado, el primer paso generalmente es dado por el fiduciante, quien
busca o elige un fiduciario en vista a pactar con él las condiciones de un acuerdo que
puede tener extensas proyecciones en el tiempo. El rol del fiduciante, como impulsor de
los actos que han de llevar a la constitución del fideicomiso, consiste en:
Liquidación del fideicomiso: consistirá en realizar aquellos bienes que cubran los
desembolsos previstos del modo más ventajoso posible.
Entrega de los Bienes: conforme al contrato de fideicomiso, después de transcurrido
cierto tiempo o cumplida una condición, el titular del dominio fiduciario ha de "entregar
la cosa a quien corresponda".