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DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO.

TEMA 7: El estatuto personal.

1. El concepto y la justificación del estatuto personal.


Se entiende por estatuto personal el conjunto de instituciones jurídicas referidas al individuo que se
regulan por un mismo ordenamiento estatal, que será la ley personal.

En el origen del estatuto personal se distinguía entre el concepto subjetivo de status y el concepto
objetivo de statutum. Más tarde, ambos conceptos se fusionan para formar una institución nueva,
que será el estatuto personal, coexistiendo los elementos subjetivos y objetivos a modo de dos
caras de la misma moneda. La justificación de la existencia y de su reglamentación se asienta en una
serie de consideraciones tanto teóricas como prácticas:
1. Aporta homogeneidad y coherencia a la regulación de materias vinculadas entre sí en
torno al concepto de la persona, siendo más relevante cuanto mayor sea el ámbito de
materias que conforman el estatuto personal.
2. Ofrece estabilidad a la situación de la persona, que permite someter al mismo
ordenamiento estatal las cuestiones que regulan con independencia del país en que el
individuo se halle.
3. El estatuto personal brinda seguridad jurídica al posibilitar conocer con antelación el
ordenamiento aplicable a instituciones que tienen una íntima relación con el individuo.
4. Promueve la protección del individuo al someterlo a un ordenamiento estatal que resulta
cercano, conocido o familiar.

2. La configuración del estatuto personal en Derecho Internacional Privado.


En la regulación del estatuto personal, son dos las cuestiones que se analizan: la delimitación de un
supuesto de hecho y la concreción de la Ley personal.

a. El supuesto de hecho del estatuto personal.


La identificación de las materias incluidas en su supuesto de hecho ofrece diversas variantes:
1. La más restrictiva: abarca sólo el estado y la capacidad de las personas, donde vemos
que el estatuto personal giraría en torno al individuo considerado como eje de las relaciones
jurídicas.
2. La intermedia: Se añade a lo anterior las relaciones de familia, considerándose a la
persona como miembro del grupo familiar.
3. La amplia: Se incluye el estado y la capacidad de la persona, las relaciones de familia y
la sucesión por causa de muerte, entendiendo al individuo como miembro de una
sociedad en sus relaciones tanto inter vivos como mortis causa.

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b. Los criterios de conexión para determinar la ley personal.
Se han venido utilizado diferentes criterios de conexión para la determinación de la ley personal que
serán la nacionalidad, el domicilio y la residencia habitual. Veremos dichos criterios desde las
perspectivas histórica y funcional.
1. Perspectiva histórica:
a. Primera etapa: Abarca el período estatutario donde se utilizó el criterio del
domicilio, puesto que los conflictos de leyes se daban entre estatutos y no entre
ordenamientos estatales.
b. Segunda etapa: Triunfo del criterio de la nacionalidad sobre el del domicilio. Se
aprecia tanto en plano doctrinal (obra del alemán L.Von Bar y del italiano
P.E.Mancini, que influye en autores y legisladores de la época) como en el
normativo (codificación supraestatal del Derecho internacional privado y codificación
estatal de la materia).
c. Tercera etapa: Inicio del siglo XX. vuelve el criterio del domicilio por ser el
generalmente utilizado en los países de América, sistemas anglosajones y en
algunos Estados de Europa antaño partidarios de la nacionalidad.
d. Cuarta etapa: Se da un nuevo criterio, el de la residencia habitual, que se va
imponiendo en diversas legislaciones estatales.

2. Perspectiva funcional:
a. Nacionalidad: criterio que personifica el vínculo jurídico-político entre un individuo y
un Estado.
i. Punto de vista político: la nacionalidad posee una faceta patriótica que
trasluce el ánimo de un Estado, en controlar a sus súbditos dondequiera que
se hallen. Los países europeos continentales que codificaron sus leyes
civiles y que sufrían una elevada emigración de sus ciudadanos a América
utilizaron la conexión de la nacionalidad, pudiendo aplicar el ordenamiento
de la patria a los actos del estatuto personal de los emigrados.
ii. Punto de vista jurídico: La nacionalidad posee un carácter estable,
previsible y fácilmente determinable.

b. Domicilio: Identifica formalmente a la persona con un territorio, hallándose un


elemento volitivo o intencional, el animus manendi.
i. Perspectiva política: Manifiesta un trato en pie de igualdad entre quienes
viven en un Estado con independencia de su nacionalidad y el interés en
controlar a todos los que habitan en su territorio.
ii. Perspectiva jurídica:: Presenta ventajas de su mayor realismo respecto de
la nacionalidad y de poder ser utilizado en materia de estatuto personal tanto
para los conflictos de leyes como para los de ámbito jurisdiccional.

c. Residencia habitual: Criterio que representa el país en que se halla el centro de


gravedad real de la vida de un sujeto.La valoración final (mediante datos para
determinación: duración, regularidad, etc.) debe revelar un vínculo estrecho y
estable de la persona con el Estado, cabiendo tener sólo una residencia habitual
aunque se comparta vida entre dos países.
i. Perspectiva política: representa el ánimo de integración de los extranjeros
en el país en que verdaderamente habitan y la no discriminación respecto de
los nacionales.
ii. Perspectiva jurídica: ofrece un puente entre países partidarios de la
nacionalidad y del domicilio, ofrece un carácter flexible y efectivo al referirse
al país en que una persona verdaderamente desarrolla su vida, y permite
solucionar los conflictos de nacionalidad positivos o negativos.

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3. La regulación del estatuto personal en el sistema español de Derecho Internacional
Privado.
La regulación del estatuto personal bebe de una doble fuente, la supraestatal y la estatal.
1. Fuente supraestatal: Prima sobre nuestro derecho interno conforme a los principios de
jerarquía y de especialidad, además de producir eficacia erga omnes, sustituyendo así en
los respectivos ámbitos de aplicación material a las normas de conflicto del sistema de fuente
interna.
2. Fuente estatal: Se aplica en defecto de norma supraestatal, caracterizándose por dos
rasgos: la amplitud del contenido de la institución y la utilización de la conexión de la
nacionalidad del individuo para concretar la ley personal.

a) Del supuesto de hecho de la norma de conflicto hay que indicar que la solución de
nuestro legislador patrio se alinea con la de los países que acogen la concepción
más amplia del estatuto personal. Está formado por la capacidad, el estado civil,
los derechos y deberes de la familia y la sucesión por causa de muerte.

Estado civil: nacimiento y extinción de la personalidad, nombre y apellidos, sexo y mayoría o


minoría de edad de un individuo.

b) Del criterio de conexión, destacamos el artículo 9.1 del CC que establece “La ley
personal correspondiente a las personas físicas es la determinada por su
nacionalidad”. Para evitar el conflicto móvil la norma dispone que el cambio de ley
personal no afectará a la mayoría de edad adquirida de conformidad con la ley
personal anterior, persiguiendo seguridad jurídica y estabilidad.

Quien carezca de nacionalidad o la tuvieren indeterminada, su Ley personal se


determinará por su residencia habitual, operando como conexión general subsidiaria
de la nacionalidad en este campo.

La utilización de la conexión nacionalidad se halla en retroceso por dos razones:


utilizar la conexión de la residencia habitual en los instrumentos supraestatales y la
eficacia erga omnes que suelen producir, están desplazando progresivamente la
nacionalidad; además, las reformas introdujeron bajo distintas fórmulas y por
motivos diversos, la conexión de la residencia habitual en diferentes sectores
del estatuto personal.

La utilización del criterio de la nacionalidad suscita una doble dificultad:

Desde una óptica técnica, la nacionalidad puede dar origen a problemas de concreción en las
personas físicas en los casos de conflicto positivo y negativo.
- Conflicto positivo: En las situaciones de plurinacionalidad (previstas o no en el art. 11
CE), se suscita cuál de las nacionalidades coexistentes en un mismo sujeto será utilizada por
la autoridad española para determinar su Ley personal.
- 1.° de los convenios sobre doble nacionalidad (Lección I);
- 2.° de las reglas técnicas contenidas en el artículo 9.9 CC (en defecto de los
primeros).

Se distinguen dos situaciones:


a) Una de las nacionalidades es la española: se considerará nacional del Estado de su
última residencia habitual si la otra nacionalidad es una de las previstas en las leyes españolas
(países iberoamericanos, Andorra, Filipinas, Guinea Ecuatorial o Portugal) o nacional español si la
otra nacionalidad es de un tercer Estado.

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b) Ninguna de las nacionalidades es la española: se tomará en consideración la
nacionalidad del Estado de su última residencia habitual y, en su defecto, la última adquirida.

- Conflicto negativo: Se trata de la apatridia. Nuestro sistema dispone del Convenio de


Nueva York de 29 de septiembre de 1954 sobre el estatuto de los apátridas que concreta la
Ley personal del apátrida en la del Estado de su domicilio y en su defecto, de su
residencia, aunque la autoridad española que conozca, considerará el domicilio y la
residencia habitual de una persona como equivalentes (artículo 40 CC).

Desde un ángulo funcional la nacionalidad fue consagrada como criterio de conexión para
determinar la Ley personal en un momento histórico, social, económico y político muy diferente al
presente (tendrá poca o nula vinculación de la persona con la realidad en que vive, no favorece la
integración de los inmigrantes aplicando un Derecho diferente para los indígenas) lo que hace forzar
al recurso frecuente a la excepción de orden público cuando el ordenamiento nacional de un
individuo es el de un país que no respeta nuestros valores fundamentales, provocando la utilización
de la técnica del reenvío (sobre todo en materia sucesoria).

Los intentos de sustituir la nacionalidad por la residencia habitual como criterio para determinar la lex
personae en nuestro sistema de fuente interna no han fructificado de momento, puesto que la
nacionalidad sigue ofreciendo sus ventajas (como favorecer la multiculturalidad en la aplicación del
Derecho). En efecto, el legislador prima la aplicación de la Ley personal de su país de origen
cuando se implique un extranjero.

Nuestro sistema de Derecho internacional privado otorga la siguiente solución: En ausencia de


instrumento supraestatal, el artículo 9.11 CC, identifica como contenido del estatuto personal de la
persona moral su capacidad, constitución, representación, funcionamiento, transformación,
disolución y extinción; sometiéndose a la Ley personal de dicho tipo de ente, determinada por su
nacionalidad. Para averiguar la nacionalidad, nuestro Derecho ofrece una pluralidad de normas al
efecto (art. 28 CC, art. 15 CCom, así como arts. 8 y 9 ISC) resultando una solución polémica; pero,
de una interpretación lógica y sistemática de los preceptos deducimos que el criterio escogido por
nuestro legislador es el criterio del Estado de su constitución.

4. El nacimiento y la extinción de la personalidad.


a. El nacimiento de la personalidad.
Toda persona, por el simple hecho de serlo, posee capacidad jurídica, pero las dudas se plantean a
la hora de concretar el dies a quo o momento en que nace o se inicia la personalidad, es decir, desde
el que un ser humano se considera persona.

Pocos son los sistemas que consagran una solución ad hoc a ella y que utilizan criterios de conexión
dispares. La doctrina mayoritaria considera aplicable el ordenamiento de la nacionalidad del
individuo en cuestión ex artículo 9.1 CC, tomándose en consideración la nacionalidad putativa o
hipotética, es decir, la que presumiblemente tendría la persona de ser considerada tal. En defecto de
nacionalidad, estará la residencia habitual.

Si fuese el Derecho español el aplicable al fondo del asunto, habría que recurrir a los dispuesto
en el artículo 30 CC para saber cuándo nace jurídicamente la personalidad, estableciendo que ésta
se adquiere en el momento del nacimiento con vida, producido el entero desprendimiento del seno
materno.

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Si se señala aplicable un ordenamiento extranjero para determinar la personalidad, sería
rechazado por ser contrario a nuestro orden público internacional, si impusiese condiciones
adicionales a la propia existencia del individuo para adquirir la personalidad.

En defecto de solución expresa, debería aplicarse la lex causae, es decir, el ordenamiento aplicable
al fondo del asunto en que se dirimiera dicha cuestión, siendo tal asunto normalmente el sucesorio.

b. La extinción de la personalidad.
La personalidad se goza hasta el momento de su extinción, siendo la duda, la concreción del dies ad
quem o momento en que dicho final se produce.

Raros son los sistemas que contienen una solución ad hoc sobre este particular, en el caso del
español, la autoridad patria que conozca del asunto aplicará el ordenamiento de la nacionalidad
del individuo ex artículo 9.1 CC (en su defecto, la de su residencia habitual). Además, si fuere
aplicable el derecho español, serían dos las causas de extinción:
- Muerte: en el caso que se de en el mismo momento de dos o más personas involucradas en
la misma situación jurídica, se aplica la presunción iuris tantum (artículo 32 del Reglamento
650/2012 en materia de sucesión mortis causa).
- Declaración de fallecimiento: se tiene que dar un período de ausencia legal, destacando
la importancia procesal que posee la lex fori (ordenamiento de la autoridad que conozca de la
citada declaración).

En el supuesto en el que el difunto o declarado fallecido estuviera casado se disolvería su


matrimonio y su sociedad conyugal, seguidamente, se produciría el efecto de la apertura de la
sucesión de la persona de que se tratase, siendo preciso determinar qué bienes le pertenecían a
título privativo una vez liquidada su sociedad conyugal, de tal modo que a tales bienes se aplicarían
las reglas de la sucesión mortis causa.

Si resulta aplicable un ordenamiento extranjero, la autoridad española rechazaría la toma en


consideración de cualquier otra causa de extinción de la personalidad que no fuera una de las dos
expuestas por resultar contraria a nuestro orden público internacional.

5. Los derechos de la personalidad: el nombre y los apellidos.


El derecho al nombre y al apellido o apellidos es inherente a todo ser humano y en su
reglamentación, vemos que coexisten dos concepciones: una publicista donde el Estado interviene
en pro de la salvaguarda tanto del orden público como de la seguridad jurídica, y otra privatista,
hallando un derecho subjetivo del individuo.

Además, también existen intereses, el del Estado en la identificación y control de los ciudadanos,
el de la familia en la transmisión de su identidad grupal y el de la persona concreta en ser
identificada de forma estable de una manera concreta.

En el sistema español, destacamos tres convenios elaborados en el seno de la CIEC:


- Convenio de Estambul de 4 de septiembre de 1958 relativo a los cambios de nombre y
apellidos.
- Convenio de la Haya de 8 de septiembre de 1982, relativo a la expedición de un certificado
de diversidad de apellidos.
- Convenio de Múnich de 5 de septiembre de 1980 sobre la ley aplicable a los nombres y
apellidos. (Eficacia erga omnes, sus soluciones desplazan a la establecida en nuestro
sistema en defecto de instrumento supraestatal).

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El criterio de conexión principal utilizado es el de la nacionalidad, con carácter subsidiario se
aplicará la lex fori, es decir, el ordenamiento del Estado de la autoridad que estuviera conociendo
del asunto, por lo que si fuera competente in casu una autoridad patria se aplicaría el Derecho
español. El ordenamiento aplicable será el que establezca qué tipo de nombre propio se puede
poner a una persona, qué apellido o apellidos le corresponden, si cabe cambiar de nombre y
apellidos, etc.

- Nombre propio: Si el Derecho declarado como aplicable por la norma de conflicto española
fuese extranjero, vemos que se admite cualquier nombre propio foráneo, incluso aunque
tenga traducción al español. Como única limitación, se impediría admitir un nombre
extranjero contrario a la dignidad de la persona o que generase confusión sobre su
identificación (artículo 51 LRC).
- Apellido: En el caso de que el derecho designado por la norma española fuese foráneo,
tendremos diversas peculiaridades:
- El apellido extranjero accedería tal cual al Registro Civil, aunque se admite que se
solicite (por el interesado) al encargado del mismo la regularización ortográfica de
su apellido a una lengua oficial española o la adecuación gráfica al español.

- En la mayoría de ordenamientos extranjeros, se atribuye un único apellido que,


en unos casos es forzosamente el del padre y en otras ocasiones se tendrá la opción
de imponer el del padre o el de la madre.

- En numerosos ordenamientos extranjeros, la mujer que se casa suele perder su


apellido y adquirir el de su esposo. Únicamente la teoría de los llamados efectos
atenuados del orden público internacional y la necesidad de procurar estabilidad y
continuidad transfronteriza a la identidad personal de la mujer, podría justificar, en
nuestro Registro, la inscripción como apellido el de su esposo en lugar del suyo
originario, en este caso, tendrá que constar el apellido nuevo de la mujer extranjera
casada y hacer referencia al apellido de soltera o nacimiento.

- Extranjeros que se nacionalicen españoles: derecho a la conservación de su


apellido o apellidos originales que ostenten en forma distinta de la legal. Debe
mediar una declaración expresa del interesado en el acto de adquisición de la
nacionalidad española o dentro de los dos meses siguientes a la adquisición o a la
mayoría de edad y ello siempre que no se dé una contradicción esencial con el orden
público internacional español.

Si fuese aplicable el derecho español, la transmisión a los hijos con filiación


determinada por ambas líneas del respectivo primer apellido de cada uno de sus
progenitores en el orden que éstos decidan.

El TJUE se ha pronunciado en diversas ocasiones para que las normativas nacionales en materia de
apellidos no supongan un obstáculo a un ciudadano de la Unión para el libre ejercicio de su
derecho a establecerse, a trabajar o a circular libremente por el territorio del espacio europeo.

La doctrina establece un derecho del ciudadano en cuestión a decidir qué ordenamiento estatal
se aplicaría in casu en función del principio de no discriminación y del derecho a la libre
circulación, todo ello sobre la base del respeto del nombre y apellidos válidamente atribuidos en
un Estado de la UE conforme al principio de reconocimiento mutuo.

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6. La dimensión registral del estatuto personal.
Deben acceder al Registro Civil español los hechos y actos a los que se refiere el artículo 4 LRC
en las siguientes circunstancias:
- Las que afecten a un nacional español, con independencia del lugar en que se produzcan.
- Las que afecten a un extranjero siempre que se produzcan en territorio español o ante
autoridad español.
- Hechos y actos que afecten a los extranjeros que posteriormente adquieran la
nacionalidad española, aunque tengan lugar antes de su naturalización como españoles,
siempre que estén vigentes en este último momento.

En el seno de la CIEC a la que pertenece nuestro Reino, se han elaborado diferentes tipos de
instrumentos:

7. La capacidad de las personas.


a. La determinación del ordenamiento aplicable.
i. La regla general.
La capacidad es uno de los elementos integrantes del estatuto personal en cualquiera de las
concepciones. Cuando no resulte de aplicación de un instrumento supraestatal, la determinación
del ordenamiento aplicable, se articulará en torno a las siguientes consideraciones:
1. En primer lugar, la ley personal será la que regirá tanto la capacidad jurídica como la
capacidad de obrar.
2. En segundo lugar, el concepto del ordenamiento estatal regirá para cualquier tipo de acto
de que se trate, salvo que se indique otra cosa en alguna norma de conflicto específica.
3. Por último, que el criterio de conexión utilizado en dicha norma de conflicto sea el de la
nacionalidad de la persona unida al elevado número de inmigrantes residentes en nuestro
Reino provoca que con frecuencia surjan diferentes problemas de aplicación de la norma
de conflicto cuando las autoridades españolas deban determinar la capacidad de un
extranjero.

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Hablamos del reenvío, la prueba del Derecho extranjero y la excepción de orden público
respecto de nacionales de países.

ii. La excepción a la regla general: la teoría del interés nacional.


En ocasiones se excepciona la regla general para celebrar un acto, aplicándose el ordenamiento del
lugar de otorgamiento de dicho acto. Esta excepción se llama teoría del interés nacional, que
consideraría válido un acto jurídico realizado por una persona discapacitada de acuerdo a su Ley
personal pero capaz conforme al ordenamiento del lugar de su actuación.

En el ámbito doctrinal, hallamos algunos autores que defendieron como técnica correctora del
principio de aplicación de la Ley personal el recurso a la lex loci celebrationis. Por otro lado, en el
ámbito normativo, encontramos en el plano supraestatal los dos Convenios de Ginebra de 1930 y
1931 sobre conflictos de leyes en materia de Derecho cambiario y en el plano estatal, la Ley federal
suiza de Derecho internacional privado de 1891 y la Ley introductoria al CC alemán de 1899.

En el sistema español, la teoría del interés nacional es objeto de disciplina en dos textos:
- Plano supraestatal: Reglamento de la UE 593/2008, de 17 de junio, sobre la ley aplicable a
las obligaciones contractuales (Roma I), aplicable desde el 17 de diciembre de 2009. Las
condiciones de aplicación serán las siguientes:
- Territorial: se exige que el contrato esté celebrado entre partes presentes en el
mismo país.
- Personal: se aplica a personas físicas discapacitadas conforme a su Ley personal
pero capaces conforme a la lex loci celebrationis.
- Cognoscitiva: la teoría del interés nacional no puede ser tenida en consideración si
quien contrata con el discapacitado conoce la causa de esta o la desconoce por
negligencia.
- Temporal: el momento que se ha de tomar en consideración para valorar la
concurrencia de las restantes condiciones es el de celebración del contrato.

- La eficacia erga omnes del Reglamento no permite la aplicación a la norma de origen estatal
en la materia. Sin embargo, en los ámbitos sustantivos no cubiertos por éste, nuestro
sistema dispone de una norma ad hoc (artículo 10.8 CC), donde existe una regulación de la
teoría del interés nacional prácticamente idéntica a la expuesta. El artículo 168 del
Reglamento establece las pautas de actuación de los fedatarios a la hora de otorgar un
documento cuando se enfrenten a esta figura.

b. El ejercicio de la capacidad por las personas físicas.


Siendo la capacidad de obrar la idoneidad para realizar válida y eficazmente actos jurídicos, es
principio asentado que aquella se adquiere automáticamente con la mayoría de edad. Pero la
cuestión es, ¿cuándo se adquiere dicha mayoría?:
- En el ámbito supraestatal, se establecen normas directas de una edad específica para que el
sujeto sea considerado mayor de edad a los efectos de la aplicación de los respectivos
textos: se concreta dicha edad a los 18 en el artículo 1 de la Convención sobre los derechos
del niño de 1989 y en el artículo 3 del Convenio de la Haya de 29 de mayo de 1993 relativo a
la protección del niño y a la cooperación en materia de adopción internacional.

- En nuestro sistema, la mayoría de edad se determina por la Ley personal que se determina
por la nacionalidad del individuo o por su residencia habitual.
- De ser el ordenamiento español la Ley personal, la mayoría de edad se adquiere a
los 18 años, donde se pueden realizar todos los actos de la vida civil, salvo las
excepciones establecidas en casos especiales por el CC.

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- Si es aplicable un ordenamiento extranjero, no resultaría contrario al orden público
internacional español si estableciera una edad de adquisición de la capacidad de
obrar mayor o menor a los dieciocho años. Previsto en el artículo 1 de la LO 1/1996,
de 15 de enero, sobre protección jurídica del menor: “a los menores de 18 años que
se encuentren en territorio español, salvo que en virtud de la Ley que les sea
aplicable, hayan alcanzado anteriormente la mayoría de edad”. Si se dispone una
edad diferente para el hombre y la mujer sería una contrariedad con nuestro orden
público.

La fijación de la mayoría de edad podría suscitar un posible conflicto móvil cuando se modificase la
Ley personal por la alteración de la concreción de su criterio de conexión, existiendo una
solución ex professo (artículo 9.1 CC), al establecer que el cambio de la Ley personal no afectará a
la mayoría de edad adquirida de conformidad con la Ley personal anterior.

El ordenamiento estatal que resulte aplicable a la capacidad de un individuo regirá, inter alia, los
modos de adquisición de la misma, los modos de su ejercicio en caso de discapacidad o los
efectos de la discapacidad.

EMANCIPACIÓN: Situación intermedia entre la minoría y la mayoría de edad admitida en algunos


países que, con limitaciones, habilita al menor para regir su persona y bienes como si fuera mayor.

En defecto de instrumento supraestatal, consiste en aplicar la Ley del Estado de la residencia


habitual del menor para concretar los beneficiarios, las causas, los efectos y la extinción de esta
institución, aplicándose en Derecho español los artículos 239 y siguientes del CC.

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