Está en la página 1de 10

Universidad Nacional de Mar del Plata

Asignatura: Seminario de Filosofía Latinoamericana

Alumno: Roldán Abeijón, Santiago Álvaro

Carrera: Profesorado de Filosofía

Matricula: 17552
Introducción

Esta monografía tiene la intención de presentar el pensamiento de Rodolfo Kusch, con


respecto a su concepción del estar del indígena, en contraposición al ser occidental

Con esta intención, se tomará en cuenta principalmente su análisis sobre el estar aquí
del indígena, comparándolo al ser alguien occidental y, se describirá al ser americano
contemporáneo en cuanto a su misión de retornar al mero estar.

De esta manera, se observarán las diferencias principales entre el estar indígena y el


ser occidental, tendiendo en cuenta su esencia y, en consecuencia, la forma en que solucionan
los problemas o desequilibrios del mundo.

Para eso, se utilizará principalmente la obra “América Profunda” de Rodolfo Kusch 1 y,


además, la compilación de textos de Eduardo A. Azcuy “Kusch y el pensar desde América” 2.

1
Kusch, Rodolfo. América Profunda, Paidos, Buenos Aires, 1999.
2
Eduardo A. Azcuy. Kusch y el pensar desde América. Fernando García Cambeiro.
La ciudad amurallada y Ser alguien

El idioma español usa dos palabras: ser y estar, pero en la mayoría de los lenguajes
europeos estos dos conceptos se confunden en una sola palabra. A partir de esto, Kusch
describe la diferencia esencial entre el ser indígena y el europeo. Sostiene que la característica
esencial del ser occidental es el afán de ser alguien, que se diferencia de la característica
esencial del indígena del mero estar aquí.

Para ilustrar esta diferencia, Kusch nos describe dos conjuntos de seres humanos: unos
desarrollando su vida dentro de un recinto amurallado, en el mundo de los objetos o la ciudad
y, otro lo haciéndolo fuera de las murallas, en la anticiudad. Las personas que viven dentro de
la muralla han escapado de lo que Kusch denomina “la ira divina”, representada por el rayo, el
trueno y el relámpago, es decir, viven amparados de los miedos originales. Por otro lado,
afuera de las murallas, se da la vida sumergida al azar, donde puede darse la muerte
inoportuna e imprevista, expuesta al capricho de la ira. Sin embargo, en la ciudad, se gana la
seguridad de que eso no va a ocurrir. 3

Para Kusch, la ira de dios es lo mismo que una vida montada en el mero estar aquí. Y, si
se escamotea la ira de dios, como en la ciudad amurallada, se desarrolla una vida montada en
el ser alguien. En este sentido, el filósofo sostiene que, a diferencia del estar del indígena, el
ser occidental, cuya cultura se base sobre el afán de ser alguien, observa al mundo y a la
naturaleza como un depósito de materia prima, es decir, como un objeto a su disposición para
satisfacer su afán.

Al describir la vida en la ciudad, Kusch escribe sobre la moralidad. Expresa que allí se
da la vida sometida a límites por la moral, ya que, toda moral reprime, por que separa la vida
buena de la mala4. A su vez, establece una relación entre moral y máquina, afirmando que
aquélla mueve a los hombres en el estrecho espacio de las calles y ésta mueve el acero y los
maderos en el pequeño antro de la fábrica. En este sentido, el autor sostiene que en la ciudad,
todo lo que no era hombre y que era temido como inmoralidad ahora es llenado por la
máquina, por que existe una relación entre el vacío engendrado por la moralidad y la creación
de objetos. Es decir, que los objetos, constituyen un mundo que a su vez es sucedáneo del mal.

3
Kusch, Rodolfo. América Profunda. p. 104
4
Ibid. p. 110
Estos surgen por sublimación de un impulso hacia el mal, pero que fue frustrado y que por lo
tanto se convierte en objeto.5

“…Con todo esto, el hombre pierde su prolongación natural con la piedra y el árbol, por
que ha creado algo que suple al árbol, pero que no es árbol…” 6

El filósofo observa al ser occidental como un simple sujeto lógico que examina objetos
y los crea por que quiere ser hombre puro, pero no es más que medio hombre, por que ha
perdido su raíz vital, entonces, suple la ira de dios por su propia ira. Por esta razón, el ser
humano dentro de las murallas, no ha hecho otra cosa que utilizar utensilios para agredir al
mundo con el propio miedo. A su vez, con los objetos ha creado un mundo paralelo al mundo
real, es decir, con los objetos creados remplaza a la naturaleza. 7

Esta acción de remplazar a la naturaleza, se relaciona directamente con la forma en


que el ser occidental intenta solucionar los problemas que se le presentan. El conocimiento de
los males que afectan a la vida del hombre lo llevan a irrumpir en la realidad, a modificarla y, a
crear los utensilios y los objetos para dominarla. De esta manera, el sujeto afecta al mundo y lo
modifica. O sea que es una solución hacia afuera, como pura exterioridad, como invasión del
mundo o como agresión del mismo y, ante todo, como creación de un nuevo mundo . Por
ejemplo, ante una sequía, el ser occidental crea una prensa hidráulica para abastecerse de
agua. De este modo, crea un objeto que “soluciona” el problema de la falta de agua producida
por la sequía, aunque no soluciona la sequía en sí misma.8

Otra descripción de la ciudad que menciona Kusch es acerca de la libertad que allí se
vive. La caracteriza como una libertad que simplemente se da como un derecho de votar o de
comerciar, pero nunca como salvación interior. Afirma que todo hombre tiene vocación por lo
absoluto, sin embargo, el ser occidental, impulsado meramente por el afán de ser alguien
utiliza sucedáneos para la cultura, para la religión y para la vida. El sucedáneo es la manera de
llenar el vacío que queda al otro margen de ciudadano, el de la inconducta. En este sentido, se
totaliza relativamente, por que lo que hace es crear un olvido de la verdadera finalidad de ser
hombre. Por eso, la historia de Occidente es la historia de la sustitución de las cosas de la vida,
por la de los objetos.9 Kusch afirma que “todo esto es un juego de niños, por que se trata de la
disputa por los objetos”.

5
Ibid. p. 111
6
Ibid. p. 114
7
Ibid. p. 114 y 116
8
Eduardo A. Azcuy. Kusch y el pensar desde América. Abraham Haber, p. 46.
9
Kusch, Rodolfo. América Profunda. p . 132
La esencia del Indígena: Estar aquí
Kusch describe el estar del indígena, de una manera totalmente opuesta al ser
occidental ubicado en el plano del ser alguien. Sostiene que mientras en occidente se da una
experiencia basada en la agresión, cuyas raíces se remontan a la polis griega, el indígena
americano se caracteriza por la pasividad de una cultura, enraizada en el paisaje y en el viejo
sustrato de la especie.10Es decir, el indígena se desarrolla en el plano biológico de la especie, ya
que en su visión, no tienen individuos sino comunidades. En este plano existe una simple y
profunda vivencia humana, que comprende ser hombre como especie biológica, encontrando
su significado diario en la simple sobrevivencia, en el plano elemental del estar aquí. 11

A diferencia del ser occidental, el indígena mantiene su integridad vital sin sucedáneos.
Su cultura constituye una entelequia perfectamente estructurada ya que su solidez, su
cohesión y persistencia, estriba en lo que Kusch llama el estar, que carece de referencia
trascendente a un mundo de esencias y se da en ese plano del mero darse en el terreno de la
especie, comprometido con su “aquí y ahora” 12, constituido de vitalidad espiritual frente a la
ira divina.13

Al contrario, el ser occidental se caracteriza por la búsqueda de la inmutabilidad, es


decir, obtener objetos para ganarse la eternidad. Esto es para Kusch la paradoja del ser, por
que se imita al ser pero no se llega a él. 14Sin embargo, mientras que el ser occidental busca la
inmutabilidad, el estar del indígena piensa que el término eternidad no tiene un sentido de
eternidad uniforme, sino que es una eternidad como simple crecimiento. El indígena no refiere
o no trasciende sus cosas a un mundo de esencias inmutables sino que impregnan con un
hondo sentido vital.

En oposición al ser occidental que escapa de la ira divina, desarrollando una moralidad
que elimina la inconducta y lo negativo, el estar del indígena busca esbozar un orden que se
equilibre con el caos, en donde los opuestos sobrevivan en medio de una relativa armonía. En
el plano del estar, la ira divina dicta la ley, es decir, el orden a fin de preservar la vida humana
frente al caos, pero sin eliminarlo. Una ley moral es sólo una conjuración del caos, pero no la
destrucción de éste. Por eso mismo es una solución subjetiva, a diferencia de la ciudad donde
se da una solución objetiva o exterior. Por eso, la actitud cultural del indígena en ningún
momento apunta a un orden total. Restablece y mejora su condición pero sin adulterarla. Vivir,
consiste entonces en mantener el equilibrio entre orden y caos, que son las causas de la
10
Ibid. p. 140
11
Ibid. p. 119
12
Ibid. p. 142
13
Ibid. p. 124
14
Ibid. p. 144
transitoriedad de todas las cosas. Ese equilibrio está dado por una débil pantalla mágica que se
materializa en una simple y resignada sabiduría, o en esquemas de tipo mágico.
Contrariamente, la cultura occidental suprime, de todos los opuestos, el lado malo, casi como
si pretendiera que todo fuera orden. 15

Por estos motivos, el estilo de vida del indígena lo lleva a no participar de la irrupción
en la realidad. El universo del indígena es concebido como una totalidad orgánica, donde
cualquier ajuste o desajuste incumbe en el equilibrio interno de esa totalidad. El indígena está
incluido en esa totalidad y cualquier desajuste del cosmos lo incluye, pero a su vez el equilibrio
interno del cosmos también depende del indígena.

“…los ritos mágicos del yin y del yang chinos, que equivalen al cari y warami incaicos...”16

Kusch sostiene que existe similitud entre la cultura indígena y la cultura oriental, ya
que determinadas soluciones de ambos son desde adentro. Por este motivo, el indígena no
pretende modificar la naturaleza o imponerse a ella, si no que experimentándose uno con ella
apela al rito para mantener “la estabilidad del hábitat”. Por eso, la lucha contra el mundo es la
lucha contra el fondo oscuro de su psique, en donde se encontraba la solución mágica. En la
cultura del estar, si se vencía al inconsciente se vencía al mundo. Por ejemplo, retomando el
problema de la sequía, Kusch narra una historia oriental en donde un hombre visita un pueblo
que está con problemas de sequía, entonces este realiza una meditación en la cuál equilibra su
ser interior con el tao (energía del cosmos) logrando que llueva. En este ejemplo, a diferencia
de la solución de la prensa hidráulica de occidente, no solo se soluciona el problema de la falta
de agua, si no que se soluciona la sequía en sí misma, ya que a través del equilibrio del mundo
interior del ser humano, se logran armonizar los opuestos y, así, el cosmos.17

En este panorama, el problema con occidente es que su historia ha enfrentado en


tensiones extremas lo consciente y lo inconsciente y, mientras mayor es la distancia y la
tensión, mayor es la oposición entre ambos y su corolario de enfermedad y desequilibrio. Por
eso, mientras mas soluciones realice hacia afuera, y deje de lado el mundo interior, mayor será
el desequilibrio entre ese afuera y adentro del ser occidental. 18

15
Ibid. p. 148
16
Ibid. p. 104
17
Eduardo A. Azcuy. Kusch y el pensar desde América. Abraham Haber, p. 47
18
Ibid. p 18
La Misión de América

“…América supone una pesada tarea de ser humano y haber hecho un limite con el
caos y con otras cosas, para buscar un camino interior que nos conduzca a la verdad primera
de la vieja sangre…”19

19
Kusch, Rodolfo. América Profunda. p. 181
Kusch sostiene que la ira ya es una experiencia típicamente americana, por que se da
un residuo humano que ya está en el plano del mero estar frente a la ira y cuya misión será,
quizá, la desinflación de ese ser alguien que heredamos de Europa. Refiriéndose a Sudamérica
dice que “somos pura ira, por eso somos puro gesto y es puro el vacío en que nos hallamos”.
Entonces, teniendo en cuenta las consecuencias de enfermedad y desequilibrio que se
producen en el ser occidental, Kusch considera que se ha perdido el patrón para medir con
exactitud el simple hecho de vivir, es decir, se ha perdido el sentido de una vida simple y la
conciencia del mero estar. Por eso, nos habla de un retorno a la vida20 y, afirma que quizá
habría que volver a sustituir el camino exterior de la ciudad por otro que sea interior y así
ganar una forma más sabia de vida. Es decir, nos habla de un retorno a la interioridad, a la
vocación por lo absoluto y, al recuerdo de la verdadera finalidad de ser hombre. 21

Por eso, en la actualidad, América solo puede suponer una evolución desde el ángulo
del mero estar, de lo indígena, por que aquí el mero estar tiene una mayor consistencia vital
que el ser alguien. Es decir, Kusch planeta una absorción del ser por el mero estar, ya que la
verdad es que el mero estar enseña que el ser es una simple transición pero no un estado
durable. Porque, para el filósofo, indudablemente, la adquisición de objetos seguirá hasta el
infinito, pero es evidente que nunca podría convertirse en el móvil central de la vida. 22
Entonces, vivir es estar firmemente aquí y eso se da al margen del objeto. El mero
estar, puede redimirnos y, conducirnos a retomar plenamente la vida. Esto consistiría en
conciliar opuestos, equilibrando fuerzas opuestas, a partir de un camino interior para
encontrar una solución. 23

Conclusión

El filósofo Rodolfo Kusch analiza al ser occidental, lo contrapone constantemente al


estar del indígena y, desde esa dicotomía, expresa lo que para él es la misión de América.

20
Ibid. p. 150
21
Ibid. p. 132 y 133
22
Ibid. p. 154
23
Ibid. p. 155
A partir de este análisis descubre que el ser occidental se caracteriza esencialmente
por el afán de ser alguien. Por esta razón se olvida de sí mismo y de su interioridad, teniendo
en cuenta solo el afuera, la exterioridad. En este sentido, los problemas que se le presentan los
enfrenta a partir de soluciones externas, mediante la creación de objetos, que agreden al
mundo. Estos objetos surgen como sucedáneos del mal debido a la moralidad de la ciudad.

A diferencia del ser occidental, el estar del indígena, se caracteriza esencialmente por
el mero estar aquí. Por esa razón, desarrolla su vida a partir de sí mismo, es decir, consciente
de su interioridad. Así, cuando se le presentan problemas, busca equilibrar su mundo interior y
así armonizar el cosmos, ajustando la exterioridad a partir de sí mismo, sin agredir ni modificar
al mundo. De este modo, el ser del indígena vive sin sucedáneos ya que no busca eliminar el
mal, sino, mantener un equilibrio con la realidad.

En la contemporaneidad, Sudamérica se encuentra avasalladla por la influencia del ser


alguien de occidente. En consecuencia, vive en un constante desequilibrio y enfermedad,
agrediendo al mundo, sin tener en cuenta su interioridad espiritual. Por esta razón, Kusch
plantea que la misión de Sudamérica es retornar a la sabiduría indígena del mero estar, a partir
de un camino interior, para solucionar los problemas de la vida y, volver a ser aquí hombres sin
sucedáneos, por que ese es el destino América: la comunidad y la reintegración de la especie. 24

En mi opinión, las características y diferencias que plantea Kusch del estar americano y
del ser occidental, son acertadas y están presentadas de manera muy clara. Sin embargo,
pienso que sería oportuno que Kusch en su filosofía explicite su conciencia sobre el relativismo
cultural, del cuál se deduce que toda cultura tiene sus cualidades positivas y negativas.
Menciono esto por que me parece que, de algún modo, Kusch presenta la cultura del estar de
una manera un tanto utópica. Pero, más allá de eso, el filósofo, con su descripción y su método
de análisis a partir de estos conceptos nos invita con fuerza a la reflexión y, a repensar la
sociedad civil contemporánea en la que estamos insertos.

24
Ibid. p. 182

También podría gustarte