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REPÚBLICABOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD ARTURO MICHELENA


FACULTAD DE CIENCIAS POLITICAS Y
JURIDICAS
CÁTEDRA: DERECHO MERCANTIL II

LA EJECUCIÓN FORZOSA DEL LAUDO ARBITRAL COMERCIAL

Integrantes:
Carrillo Leonella
Crespo Fiorella
Cruces Gabriela
Martinez Leonardo
Tiapa Andrea
Uzcategui Brigitte
San Diego, junio 2019
ARBITRAJE FORZOSO. SU CONCEPCIÓN JURÍDICA.

El arbitraje forzoso es aquel donde la ley expresamente reserva la solución de


ciertos conflictos a un árbitro cuyo nombramiento está determinado por la ley
aplicable que es un tercero discernido que no representa a las partes y es
imparcial respecto del objeto debatido, de lo que se sigue que en esta modalidad
el Estado tiene interés en auspiciar su labor de gestión y procura la pacificación;
por ello, al emitirse el laudo en esta variante del arbitraje, el árbitro no representa
voluntad alguna de las partes más que la propia, de manera que su decisión está
revestida de un sentido de justicia suficiente como para darle una razón
jurisdiccional y, por ende, puede sostenerse que en esta modalidad los árbitros
gozan de jurisdicción derivada del Estado, mas no de las partes, por lo que se
trata de jurisdicciones complementarias (como en los procedimientos seguidos
ante las Juntas de Conciliación y Arbitraje). 

En el arbitraje forzoso el árbitro que solucionará los conflictos lo determina la ley y


no las partes voluntariamente

Ejecución del laudo

En el artículo 48 de la Ley de Arbitraje Comercial señala que el laudo arbitral,


cualquiera que sea el país en el que haya sido dictado, será reconocido por los
tribunales ordinarios como vinculante e inapelable, y tras la presentación de una
petición por escrito al Tribunal de Primera Instancia competente será ejecutado
forzosamente por éste sin requerir exequátur, según las normas que establece el
Código de Procedimiento Civil para la ejecución forzosa de las sentencias.
La norma parece ser suficientemente explícita sobre la posibilidad de ejecución de
un Laudo, bien haya nacido éste de conformidad con el derecho nacional o según
el ordenamiento de otro país.

Ahora bien, a lo largo de este estudio se ha perseguido develar una incógnita


fundamental, que es la siguiente: ¿Es posible ejecutar un laudo arbitral, bien sea
este dictado por las leyes de nuestro país o de uno extranjero? Al recordar el
primer caso elevado a conocimiento de árbitros encontramos al Sr. Antonio
Fabiani, quien no pudo ejecutar su decisión arbitral por renuencia de los tribunales
nacionales de ejecutar el mismo, tal vez por ignorancia, pero, la duda en torno a la
ejecutoriedad aún persiste, aquí trataremos de dilucidarla, no sin antes recordar el
hecho de que por mucho que se haya escrito sobre el tema el mismo no se puede
considerar agotado.

Ejecución del laudo arbitral nacional

En el encabezado de este título se transcribió el artículo 48 de la Ley de Arbitraje


Comercial, el cual no tiene similar en el Código de Procedimiento Civil, sin
embargo, éste tiene una norma supletoria que se encuentra en el artículo 523,
correspondiente a la Ejecución de la Sentencia, el cual señala que La ejecución de
la sentencia o de cualquier otro acto que tenga fuerza de tal, corresponderá al
Tribunal que haya conocido de la causa en primera instancia. Si fuere un Tribunal
de arbitramento el que haya conocido en primera instancia, la ejecución
corresponderá al Tribunal natural que hubiere conocido del asunto de no haberse
efectuado el arbitramento.

De aquí podemos concluir, con José Chillón y José Merchán, que la posibilidad de
ejecutar el Laudo Arbitral es, precisamente, lo que da sentido a buscar la solución
de las controversias ante esta jurisdicción privada que es el arbitraje. De no existir
la posibilidad de ejecución, el Laudo sería un simple contrato o un mero trámite
conciliatorio, tal como señala Ricardo Henríquez, en su obra El Arbitraje Comercial
en Venezuela.
Todo lo anterior lleva a concluir que la posibilidad de ejecutar un Laudo Arbitral,
nacido de nuestro propio ordenamiento jurídico, sigue, simplemente, la misma
suerte que una sentencia emanada de los órganos jurisdiccionales competentes.
Es decir, en primer lugar, la solicitud de cumplimiento voluntario (artículo
524 CPC) y luego, la ejecución forzosa (artículo 526 CPC).

Ejecución del laudo arbitral extranjero

Antes de entrar a analizar el punto concreto es importante recordar que, en agosto


de 1998, se publicó la Ley de Derecho Internacional Privado, la cual en su artículo
primero señaló que Los supuestos de hecho relacionados con los ordenamientos
jurídicos extranjeros se regularán, por las normas de Derecho Internacional
Público sobre la materia, en particular, las establecidas en los tratados
internacionales vigentes en Venezuela; en su defecto, se aplicarán las normas de
Derecho Internacional Privado venezolano; a falta de ellas, se utilizará la analogía
y, finalmente, se regirán por los principios de Derecho Internacional Privado
generalmente aceptados.

Este artículo, que señala la prelación de las fuentes en materia de Derecho


Internacional Privado, nos remite al análisis que se señala infra.

Para comenzar, se debe señalar que un Laudo Arbitral se considera extranjero


cuando el ordenamiento jurídico aplicable al mismo ha sido el de otro país, de tal
forma que, un Laudo emitido por un Tribunal Arbitral venezolano, puede
considerarse extranjero cuando el derecho aplicable no fue el nacional.

Partiendo de lo dispuesto en el artículo 62 de la Ley de Derecho Internacional


Privado, el cual señala que todo lo concerniente al arbitraje comercial internacional
se regirá por las normas especiales que regulan la materia, se debe recordar lo
previsto en el artículo 48 de la Ley de Arbitraje Comercial, es decir, que cualquier
Laudo, sin importar el país de origen, se debe ejecutar forzosamente sin requerir
exequátur, asimilándolo a una sentencia emanada de un tribunal competente.
La norma referida tiene su origen en un Tratado Internacional suscrito por
Venezuela, como lo es la Extranjeras de 1958, que es ley de nuestro país desde el
29 de diciembre de 1994, cuyo artículo III señala que Cada uno de los Estados
Contratantes reconocerá la autoridad de la sentencia arbitral y concederá su
ejecución de conformidad con las normas de procedimiento vigentes en el territorio
donde la sentencia sea invocada….

Ahora bien, de acuerdo con lo previsto en la Ley de Arbitraje Comercial


adminiculado con la citada convención, se daría libertad ilimitada a la ejecución de
los Laudos, que se consideren extranjeros, sin embargo, la referida convención
otorga a los países signatarios, la posibilidad de establecer la extensión de la
misma, es decir a que estados se aplicará. En nuestro caso se utilizó el criterio de
la reciprocidad, es decir, se aplicaría la Convención a Laudos Arbitrales
provenientes de países firmantes del mismo, de forma que los Laudos emitidos
por Tribunales Arbitrales venezolanos se puedan ejecutar en aquellos países.

Además de la Convención de las Naciones Unidas sobre Reconocimiento y


Ejecución de las Sentencias Arbitrales Extranjeras de 1958, que como se señaló
forma parte de nuestro cuerpo legal desde 1994, existen otros tratados suscritos
por Venezuela en el mismo sentido, estos son:

El Acuerdo sobre Ejecución de Actos Extranjeros, suscrito entre los países


bolivarianos en Caracas en 1911, que fue ratificado por el Ejecutivo en 1914, en
cuyo artículo 3 se hace referencia a la legalización de las sentencias y laudos
arbitrales emitidos por algún Estado signatario.

La Convención Interamericana sobre Eficacia Extraterritorial de las Sentencias y


Laudos Arbitrales Extranjeros, suscrita en Montevideo en 1975, para los miembros
de la OEA, publicada en la Gaceta Oficial el 15 de enero de 1985, busca, entre
sus consideraciones iniciales, la eficacia extraterritorial de sentencias y laudos,
pero no es tan definitiva como la Convención de la ONU, debido a que no otorga a
estos instrumentos carácter ejecutivo, sino que los somete al examen de los
órganos de cada signatario.

La Convención Interamericana sobre Arbitraje Comercial Internacional, suscrita en


Panamá en 1975 y publicada en la Gaceta Oficial el 21 de febrero de 1985,
establece en su articulado que …los laudos arbitrales no impugnables… según las
reglas procesales aplicables, tendrán fuerza de sentencia judicial ejecutoriada, por
lo tanto, su ejecución podrá exigirse en la misma forma que las sentencias
judiciales emanadas de los tribunales competentes.

En todo caso, estas Convenciones tienen el mismo rango legal, de modo que la
Sala Político Administrativa de la Corte Suprema de Justicia, en sentencia del 09-
10-1997, declaró que se aplica la disposición más favorable para lograr los
objetivos comunes de tales Convenciones, es decir, que los Laudos Arbitrales
sean exigibles en sus propios términos, ejecutables en países distintos a la sede
arbitral, sin una previa revisión de fondo, y, por último, que se facilite el recurso al
arbitraje en el comercio internacional.

De igual forma se hace mención a la ejecución de laudos arbitrales en la sentencia


del 27 de octubre del 2011, expediente No. 11-1336, Magistrado ponente Arcadio
Delgado Rosales, donde expresa:

“La Ley de Arbitraje Comercial regula el reconocimiento y ejecución de laudos en


sus artículos 48 y 49. Con respecto a ello, solicitamos de la Sala Constitucional
que interprete de manera vinculante el artículo 258 de la Constitución para dejar
claro que cuando los tribunales judiciales reciban para su reconocimiento y
ejecución laudos arbitrales deben ser ampliamente diferentes con los mismos.
Deben proceder como si el laudo estuviese revestido de una presunción de validez
y eficacia, sin imponer trabas ni preconcepciones o estándares propios de
procedimientos judiciales. De nada sirve reconocer constitucionalmente la facultad
de las partes de sustraerse de la jurisdicción judicial, si posteriormente para la
ejecución del laudo deben empezar a lidiar con formalismos característicos de
procedimientos judiciales. No postulamos que los tribunales judiciales actúen
exactamente como tribunales arbitrales a la hora de ejecutar laudos, sino que
deben conducirse de manera racional asumiendo, entre otras cosas, que el laudo
es ejecutivo y que en el procedimiento arbitral se respetó el derecho a la defensa
de la parte perdidosa.

En arbitraje se presenta la particularidad de que el tribunal arbitral no tiene –hasta


donde se le reconoce en la actualidad y por ahora- facultades para hacer uso de la
fuerza pública en la ejecución forzosa de los laudos arbitrales. En este respecto,
dispone el artículo 48 de la Ley de Arbitraje Comercial que el laudo debe ser
ejecutado por ante un Tribunal de Primera Instancia, permitiendo y mandando el
auxilio del Poder Judicial por la carencia de coercibilidad cuando la ejecución
forzosa se trata. Abogamos por que (sic) la Sala Constitucional dé plena vigencia
práctica y claro contenido sustancial a ese mandamiento”

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