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Universidad Católica Andrés Bello

Especialización en Derecho Mercantil


Cátedra: Derecho Bancario
Profesor: Jorge Luciani G.

Criptomonedas en Bancos Centrales. Análisis.

Alumno: José Luis da Silva


En contraposición a la idea que tradicionalmente se tiene del dinero, como aquél que se utiliza
para los efectos de fijar precios y denominar los pasivos en dinero (dinero de cuenta)1, o como todo
aquello que una sociedad ha convenido usar para pagar cualquier obligación que se pueda cuantificar
en unidades del mismo2, nace una nueva forma de concebirlo a la luz del surgimiento de las
denominadas “monedas digitales” o “criptomonedas”.

El Bitcoin, criptomoneda de mayor difusión entre el conocimiento del público pero que no es la única
operante, ha demostrado que puede desplazar a las monedas de curso legal como forma de
intercambio con otras monedas, tomando en cuenta el valor diferencial de las misas, y hasta tener
poder liberador de obligaciones si ambas partes han acordado el uso de las misma.

Es así, como los bancos centrales de los países desarrollados quieren emprender la creación de su
propia moneda digital, cuyas funciones no distan mucho de la moneda de curso legal que rige en la
actualidad. Por ello, el verdadero reto de estos bancos es ofrecer al público una moneda digital que
cuente con caracteristicas más sofisticadas que las monedas tradicionales, ya que ante una ausencia
de incentivos, gran parte del público preferirá el uso de estas criptomonedas.

En apretada síntesis, si hacemos una comparación entre la moneda tradicional y las criptomonedas,
vemos que las diferencias más sustanciales recaen en tres aspectos: el intercambio entre pares (peer
to peer), la desmonopolización en la emisión de la moneda y el anonimato de las partes que efectuan
la operación (sin embargo, cuando una operación es efectuada en dinero en efectivo, el anonimato se
hace latente).

Ahora bien, ¿es posible que los bancos centrales puedan adoptar estos nuevos caracteres? De ser
posible, ¿qué consecuencias puede traer la adopción de esas formas?

Antes de responder a dichas interrogantes, es necesario tomar en consideración que estar monedas
digitales emitidas por los bancos centrales pueden ir referidas a operaciones mayoristas o minoristas.

En el caso de las operaciones minoristas, no existe obstáculo para que estas monedas digitales puedan
ser utilizadas para realizar intercambio entre pares, donde no exista una intermediación financiera y

1John Maynard Keynes, Treatie on Money: The pure theory of money, página 3.
2El Dinero: Obligaciones de dinero y de valor. La inflación y la deuda en moneda extranjera, James-Otis
Rodner, página 68.
mucho menos un ontrol centralizado respecto a ellas, y para ello es necesario que se desarrollen
mecanismos de transferencia descentralizadas como en el caso de las criptomonedas, donde hay
plataformas o “market places” creadas por empresas privadas donde el público intercambia dichas
monedas y también pueden cumplir con sus obligaciones. Sin embargo, sería materia de política
monetaria que los bancos centrales permitan una traslado de sus monedas digitales a estas plataformas
privadas. A nuestro juicio, no encontramos controversias que el público pueda almacenar sus
depósitos armónicamente en dichas plataformas y también en el banco central.

Respecto a una posible desmonopolización en la emisión de la moneda resulta, no solo


contraproducente con el concepto propio de “dinero digital emitido por el banco central”, sino
también un sinsentido práctico, ya que la escencia de esta nueva moneda es que solamente el banco
central pueda crearla, siendo la oferta de la moneda centralizada y cuya certeza en quien la emite sea
conocida, no solamente por las personas, sino por las entidades financieras y los demás gobiernos.

En relación al anonimato que caracteriza un típica transacción con criptomonedas, cuando es ante
terceros, resulta debatible que las monedas digitales emitidas por los bancos centrales puedan adoptar
esta caracteristica si observamos todas las consecuencias que trajo el uso del dinero en efectivo para
realizar operaciones ilícitas, tales como el blanqueamiento de capitales, financiamiento al terrorismo
y la evasión fiscal. Sin embargo, es posible atenuar estos riesgos si los bancos centrales, previo a la
liquidación de la moneda digital, exigen la comprobación de la identidad real del sujeto y no
solamente una dirección de correo electrónico.

Cuando el anonimato se da entre una operación entre pares pero cuya identidad de las mismas es
conocida por el banco central, se crea una confianza entre público respecto de sus operaciones, ya
que la posibilidad de resolver un conflicto derivada de una transacción resulta más eficiente.
Al final, dicha característica de anonimato ante terderos tendrá que ser producto de un debate entre
las autoridades del sistema financiero de cada país.

Respecto a las criptomonedas mayoristas de bancos centrales, el acceso a las mismas se limita
instituciones financieras, como los bancos. Si bien dicho acceso podría estar limitado a una
autorización, puede existir un problema al intercambiar las reservas, en muchos casos abundantes, de
los bancos a estas monedas digitales, y cómo ellas se introducen a los registros distribuidos.
Las consecuencias que la adopción de esta nueva forma de moneda traen consigo son múltiples. Si
bien sería prematuro pensar que puedan ser negativas, diferentes sectores han debatido los siguientes
escenarios que puedan surgir:

• La utilización del dinero en efectivo puede decaer a niveles abismales, hasta el punto que los
bancos comerciales y también los comercios puedan rechazar su utilización, bien sea para el
depósito del mismo o como medio para extinguir una obligación (caso del comerciante). Este
obliga a desarrollar tecnologías que permitan una total operación en monedas digitales
emitidas por el banco central, así como también resulta riesgoso que, ante una catastrofe que
comprometa el uso de medios tecnológicos, el dinero haya dejado de ser una alternativa para
realizar pagos.
• Ante la adopción total de estos medios novedosos, se puede dejar por fuera a sectores de la
sociedad que por sus caracteristicas intelectuales y por su locación geográfica, puedan verse
perjudicados.
• Los pasivos que se reflejan en los balances del banco central podrían subir agresivamente y
en poco tiempo, ya que los depositos que el público tenía en los bancos comerciales, se
moverían a cuentas en el banco central, por una sustitución en el uso de la moneda tradicional
por esta criptomoneda de bancos centrales. Esto podría afectar la actividad crediticia de los
bancos comerciales.

A pesar de lo anterior, los bancos centrales, haciendo uso de sus facultades como planificadores de la
política monetaria de un país, pueden establecer una coexistencia de monedas, donde el curso legal
de la moneda tradicional sea equiparable a la moneda digital, cuyos valores, tal como pretendía la
Reserva Federal con los Fedcoins, sean equivalentes. Esta idea cobra sentido, ya que la moneda es
emitida por una misma insitutción, y que su valor dependerá de la confianza que el mercado tenga
con ellos. Resulta lógico y por consecuencia de la equivalencia de valores, que las modificaciones de
las tasas de intereses afecten de igual medida a ambas monedas.

A manera de conclusión, la posibilidad de que un banco central ofrezca una alternativa electrónica y
digital al dinero en efectivo resulta más coherente en países desarrollados, ya que el elemento de
disponibilidad universial es determinante para la viabilidad de estos proyectos, y es una circunstancia
que puede ocurrir en economias prósperas.

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