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29,2 mm

Agüera • Martín • Sánchez


Psiquiatría
geriátrica
3. a Luis Fernando Agüera Ortiz
Manuel Martín Carrasco

Psiquiatría geriátrica
edición Manel Sánchez Pérez

El éxito de las ediciones previas de Psiquiatría geriátrica ha permitido conti-


nuar apostando por un texto que sustenta una asistencia psicogeriátrica de
calidad, ofreciendo respuestas a los retos diagnósticos, terapéuticos y asis-
tenciales que la creciente población mayor plantea a los profesionales de la
salud implicados en su cuidado. Un equipo multidisciplinar de expertos psi-
quiatras, geriatras, neurólogos, farmacólogos y psicólogos ha actualizado la
obra para recoger las novedades acontecidas en este ámbito desde su conoci-
miento científico y su experiencia, buscando siempre que el contenido tenga
un apoyo firme en la realidad clínica.

Características principales

Psiquiatría
• Abordaje de los diversos trastornos mentales, como los neurocognitivos,
psicóticos, afectivos, por ansiedad, del sueño, adaptativos y por duelo, y del
arsenal terapéutico más actual, tanto farmacológico como no farmacoló-
gico y psicoterapéutico.
• Inclusión de los avances más recientes en las ciencias básicas que dan apoyo

geriátrica
a la psicogeriatría, así como en las técnicas de examen y exploración que
ofrecen la neuropsicología y la neuroimagen.
• Nuevo capítulo sobre asistencia psicogeriátrica al final de la vida.
• Renovada nómina de colaboradores, con la incorporación de autores lati-
noamericanos, para sumar nuevas experiencias científicas, clínicas y acadé-
micas, que hace de esta obra la principal referencia en español de la materia.

3. a 3. a Luis Fernando Agüera Ortiz


Manuel Martín Carrasco
edición
edición Manel Sánchez Pérez
ISBN 978-84-9113-148-9

9 788491 131489

Agüera 9788491131489.indd 1 18/1/21 9:41


Psiquiatría geriátrica
3.ª edición

nta
ve
y
Luis Fernando Agüera Ortiz ón
od ier

Jefe de sección, Servicio de Psiquiatría, Hospital


ci
Universitario 12 de Octubre, Madrid. Profesor
pr v
uc

asociado de Psiquiatría, Facultad de Medicina,


re lse

Universidad Complutense de Madrid. Expresidente


su E

de la Sociedad Española de Psicogeriatría


a de

Manuel Martín Carrasco


ib ad
oh ied

Director médico, Clínica Psiquiátrica Padre Menni,


Pamplona. Expresidente de la Sociedad Española
id
Pr op

de Psicogeriatría
Pr

Manel Sánchez Pérez


Subdirector médico, Hospital Sagrat Cor, Martorell,
Barcelona. Profesor asociado, Departamento
de Psiquiatría y Medicina Legal, Facultad de Medicina,
Universidad Autónoma de Barcelona. Vicepresidente
de la Sociedad Española de Psicogeriatría

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Avda. Josep Tarradellas, 20-30, 1.°, 08029, Barcelona, España

Psiquiatría geriátrica, 3.ª ed., de Luis Fernando Agüera Ortiz, Manuel Martín Carrasco y Manel Sánchez Pérez
© 2021 Elsevier España, S.L.U., 2006, 2001
ISBN: 978-84-9113-148-9
eISBN: 978-84-9113-329-2

Todos los derechos reservados.

a
Reserva de derechos de libros

nt
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra

ve
solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a
CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento

y
de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70/93 272 04 45).
ón
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ci
Advertencia
pr v
uc
re lse

La medicina es un área en constante evolución. Aunque deben seguirse unas precauciones de seguridad
estándar, a medida que aumenten nuestros conocimientos gracias a la investigación básica y clínica habrá
su E

que introducir cambios en los tratamientos y en los fármacos. En consecuencia, se recomienda a los
a de

lectores que analicen los últimos datos aportados por los fabricantes sobre cada fármaco para comprobar
la dosis recomendada, la vía y la duración de la administración, y las contraindicaciones. Es responsabilidad
ib ad

ineludible del médico determinar la dosis y el tratamiento más indicados para cada paciente en función
oh ied

de su experiencia y del conocimiento de cada caso concreto. Ni los editores ni los directores asumen
responsabilidad alguna por los daños que pudieran generarse a personas o propiedades como consecuencia
id
Pr op

del contenido de esta obra.


Pr

Servicios editoriales: Gea Consultoría Editorial, S.L.


Depósito legal: B. 2.057-2021
Impreso en Polonia

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Índice de capítulos

Prólogo
Prefacio
VI
VII
II
Colaboradores IX Evaluación en psiquiatría
geriátrica
Capítulo 6

a
I

nt
Entrevista clínica y exploración
psicopatológica 69

ve
Ciencias básicas Luis Fernando Agüera Ortiz

y
y psicogeriatría ón Capítulo 7
od ier

Instrumentos de evaluación 100


Capítulo 1
ci
Manuel Ángel Franco Martín, Juan Luis Muñoz Sánchez,
pr v
uc

Envejecimiento y neurociencias 2
re lse

Esther Parra Vidales, Henriette G. van der Roest


Dámaso Crespo Santiago, Carlos Fernández Viadero
su E

Capítulo 8
Capítulo 2
a de

Evaluación somática 127


Aspectos psicológicos
Pedro Gil Gregorio
del envejecimiento normal 17
ib ad

Francesca Amores Guevara


Capítulo 9
oh ied

Neuroimagen, neurofisiología
Capítulo 3
id
Pr op

y pruebas de laboratorio 141


Sociología del envejecimiento poblacional
Víctor Pereira Sánchez, Felipe Ortuño Sánchez-Pedreño
y la demencia 30
Pr

Beatriz León Salas

Capítulo 4
Neuropsicología y psicogeriatría 44
III
Ana Isabel Domínguez Panchón, Nora Ibarra Gandiaga Trastornos neurocognitivos
Capítulo 5 Capítulo 10
Nosología y sistemas de diagnóstico 60 Trastornos cognitivos menores 158
Rafael Patrocinio Alarcón Velandia Carmelo Pelegrín Valero

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IV Índice de capítulos

Capítulo 11 Capítulo 19
Trastorno neurocognitivo mayor: Trastorno bipolar 339
enfermedad de Alzheimer 185 Manel Sánchez Pérez, Manuel Martín Carrasco
Manuel Martín Carrasco
Capítulo 20
Suicidio 350
Capítulo 12
Otros trastornos neurocognitivos Luis Fernando Agüera Ortiz, Mercedes Navío Acosta
mayores 206
Manuel Martín Carrasco
VI
Capítulo 13 Otros trastornos psiquiátricos
Síntomas psicológicos y conductuales
de las demencias 223 Capítulo 21
Jorge López Álvarez, Luis Fernando Agüera Ortiz Trastornos de ansiedad 369
Pilar de Azpiazu Artigas, Joaquín Pujol Domènech
Capítulo 14

a
Capítulo 22

nt
Delirium 236
Trastornos adaptativos y duelo 388

ve
Luisa Fernanda Goez Sudupe, Luis Fernando Agüera Ortiz
M.ª Dolores Franco Fernández, Rosario Antequera Jurado

y
Capítulo 23
IV ón
od ier

Trastornos somatomorfos
ci
y otras manifestaciones somáticas
Trastornos psicóticos
pr v
uc

de trastornos psiquiátricos 408


re lse

Celso Iglesias García


Capítulo 15
su E

Esquizofrenia de inicio juvenil en la edad


Capítulo 24
a de

avanzada 254
Trastornos del sueño 418
Luis Fernando Agüera Ortiz
ib ad

Bernardo Ng, Nancy Colimon

Capítulo 16
oh ied

Capítulo 25
Esquizofrenia de inicio tardío
id

Sexualidad geriátrica:
Pr op

y muy tardío 273 desde la normalidad a la disfunción 439


Luis Fernando Agüera Ortiz
Pr

Ángel Moríñigo Domínguez

Capítulo 17 Capítulo 26
Otros trastornos psicóticos 298 Trastornos de personalidad 447
Enrique de Portugal Fernández del Rivero, Manuel Martín Carrasco
Jorge Cervilla Ballesteros
Capítulo 27
Trastornos por uso de alcohol
V y otras sustancias
Luis San Molina, Belén Arranz Martí, José M.ª Otín Grasa
460

Trastornos afectivos
Capítulo 28
Capítulo 18 Complicaciones psiquiátricas en el curso
Depresión 322 de enfermedades médicas 485
Jorge Pla Vidal Javier Olivera Pueyo, Carmelo Pelegrín Valero

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Índice de capítulos V

VII Capítulo 37
Psicoterapia psicodinámica
Terapias biológicas y terapia interpersonal 623
Blanca Reneses Prieto
Capítulo 29
Principios de psicofarmacología Capítulo 38
geriátrica 497 Terapia cognitivo-conductual 636
M.ª de los Remedios Moreno Brea, Juan Antonio Micó Segura Lola Riesco Miranda, Jorge A. Cervilla Ballesteros

Capítulo 30 Capítulo 39
Antipsicóticos 514 Terapias no farmacológicas
Luis Fernando Agüera Ortiz, Jorge López Álvarez, en la demencia 644
Laura Patricia del Nido Varo Javier Olazarán Rodríguez, Ruben Muñiz Schwochert

Capítulo 31
Antidepresivos 535 IX

a
Jorge Pla Vidal
Aspectos asistenciales

nt
ve
Capítulo 32
Ansiolíticos e hipnóticos 553 Capítulo 40

y
Pilar de Azpiazu Artigas Asistencia psicogeriátrica en contextos
ón no psiquiátricos: hospital general,
od ier

Capítulo 33 atención primaria y residencias 661


ci
Eutimizantes 568 Javier Olivera Pueyo
pr v
uc
re lse

Marta Marín Mayor, Jorge López Álvarez, Manel Sánchez Pérez


Capítulo 41
su E

Capítulo 34 La sobrecarga del cuidador 680


a de

Antidemenciales 583 Eduardo González Fraile


Jorge Téllez Vargas, Carlos E. Rodríguez Angarita
ib ad

Capítulo 42
Capítulo 35 Asistencia psicogeriátrica al final
oh ied

Terapias biológicas no farmacológicas 600 de la vida 691


id
Pr op

Isabel Ramos García Santiago Bernades Teixidó


Pr

Capítulo 43
VIII Aspectos legales y éticos
Carmen Sánchez Castellano, María Castellano Arroyo
707

Psicoterapias
Índice alfabético 719
Capítulo 36
Principios de psicoterapia geriátrica 612
Blanca Reneses Prieto, Luis Fernando Agüera Ortiz

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Prólogo

Me siento honrado por la invitación a escribir un Está claro que estos son los primeros síntomas
prólogo para este magnífico texto, cuya publicación de un malestar social que todavía no es declarado
confirma fehacientemente, si prueba alguna más se por lo que realmente es. Felizmente, los rechazos
necesitaba, que la psicogeriatría ha alcanzado plena iniciales están siendo amortiguados o postergados
madurez en España. Aquellos que pertenecemos al por la utilidad que los abuelos parecen tener en
grupo de las personas mayores debemos agradecer tiempos de crisis social y económica. En tiempos

a
a los coordinadores y los autores de este libro por el de desempleo, los mayores están siendo de esencial

nt
esfuerzo que han invertido en el desarrollo de la ayuda tanto en áreas prácticas (cuidado de los nie-

ve
tercera edición de esta obra. tos) como en la oferta de alojamiento a miembros
La tercera edad ha devenido una fuerza social y de la familia que pueden carecer de él.

y
política importante en el presente destino de las
ón En general, pareciera ser que, por lo menos en
naciones. El rápido crecimiento de esta población, el primer mundo, la constante crisis económica,
od ier
ci
sin embargo, parece ser que comienza a suscitar política y moral que afecta a la sociedad contem-
pr v
uc

ambivalencias sociales interesantes. El respeto mile- poránea no ha permitido que se reflexione lo


re lse

nario por el anciano, característico de la cultura suficiente acerca de la función que se espera del
su E

occidental y cristiana, dependió tanto de la imagen anciano en el mundo del futuro. Las opciones
a de

bíblica del viejo (como alguien sabio y prudente) van desde su rechazo total a su incorporación
como del hecho de que en cada momento histórico plena en el tejido social. En algunos países las
ib ad

el número de ancianos nunca ha sido alto. clases políticas comienzan a darse cuenta del
Este marcado incremento poblacional podría poder electoral que una tercera edad organizada
oh ied

explicar, por lo menos parcialmente, la aparición de puede suponer. Entre tanto, los mayores esperan
id
Pr op

actitudes negativas en la atareada y ansiosa sociedad pacientemente a que la sociedad tome las corres-
contemporánea. Por ejemplo, se sugiere que los pondientes decisiones.
Pr

ancianos consumen ya más de la parte justa de En este paisaje social incierto, el papel de la
los siempre limitados servicios de salud y sociales geriatría y la psicogeriatría está claro. Nuestra
disponibles. Esta desazón se manifiesta por ahora en función es la de cuidar de la salud física y mental de
dudas acerca de hasta qué punto se debe continuar las personas mayores y prepararlas para el futuro,
con los beneficios conferidos a la edad geriátri- es decir, luchar para que la enfermedad no menos-
ca (como pensiones o ayudas sociales de diversa cabe aún más este gran capital humano. Tal tarea
índole), en planes más bien teóricos para cambiar requiere el desarrollo de una medicina distinta y
la edad de jubilación y en la definición misma de compleja. Textos como este nos preparan para tal
ancianidad (haciendo que comience a los 70 o empeño.
75 años). Asimismo, las huchas de pensiones, que
hasta hace algunos años eran consideradas como Profesor G. E. Berrios
sagradas, comienzan a ser amenazadas por Gobier- University of Cambridge
nos necesitados de fondos rápidos. Reino Unido

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Prefacio

Decíamos ayer —y de esto han pasado veinte En primer lugar, los diferentes capítulos han sido
años—, al hilo de la presentación de la primera edi- también redactados por personas que aúnan la
ción de este libro, que los avances experimentados excelencia científica y académica con una amplia
en la atención a los problemas mentales de las per- experiencia asistencial en la atención a las personas
sonas mayores requerían de un texto de referencia mayores. Queremos que lo que se afirma en el libro
en español que supliera la ausencia de uno hasta esté refrendado por la realidad clínica y no se aleje

a
ese momento. La buena acogida de esa primera nunca de ella, recogiendo en el texto tanto ciencia

nt
edición facilitó la aparición de una segunda, que como experiencia. El libro continúa llamándose

ve
gozó de un similar éxito, lo que nos ha animado a Psiquiatría geriátrica, porque es precisamente eso:
llevar a cabo esta tercera, superando las múltiples un texto médico dedicado a esa especialidad. Pero

y
dificultades que una tarea como la presente con-
ón podría llamarse igualmente Psicogeriatría o Salud
lleva. La longevidad de esta obra llena de satis- mental de las personas mayores, porque la vocación
od ier
ci
facción a sus autores y también de agradecimiento sigue siendo claramente multidisciplinar, y ese es
pr v
uc

hacia las personas que la han encontrado útil para otro de los pilares alrededor de los cuales hemos
re lse

su práctica asistencial. construido el edificio. Ello se refleja en el listado de


su E

Necesidades editoriales han requerido algunas sus autores, donde encontrarán médicos psiquia-
a de

modificaciones respecto a ediciones anteriores. tras, geriatras, neurólogos, farmacólogos y de otras


Así, el número total de páginas se ha visto algo especialidades. También encontrarán psicólogos,
ib ad

reducido, se han eliminado algunos capítulos y neuropsicólogos y otros profesionales del campo
concentrado otros, y se han añadido capítulos de la salud mental. Así, el libro no solo está des-
oh ied

nuevos, como el referido a la asistencia psicogeriá- tinado a los psiquiatras, sino que esperamos que
id
Pr op

trica al final de la vida. La reducción del número pueda ser de gran utilidad para profesionales de
total de páginas se ha hecho a expensas de las cues- otras disciplinas tanto médicas como no médicas.
Pr

tiones más generales, muchas de las cuales siguen La pregunta de cuáles son los aspectos que han
vigentes como aparecían en la edición anterior, cambiado más sustancialmente en el campo de los
de la que les aconsejamos no se desprendan. La trastornos mentales de los ancianos respecto a la
obra, más que revisada, ha sido prácticamente rees- edición anterior del libro es difícil de contestar. Se
crita para reflejar los cambios acontecidos desde la han dado, sin duda, algunos avances en las cien-
segunda edición. Asimismo, uno de los directores cias básicas de apoyo a la psicogeriatría que vienen
ha cambiado, y se ha renovado en parte la nómina reflejadas en el texto, así como en las técnicas de
de autores. En este sentido, hemos querido incor- examen y exploración, donde los avances funda-
porar por primera vez a autores de América Latina, mentales han venido de la mano de la neuroimagen.
donde la psiquiatría geriátrica comienza a estar en El conocimiento respecto a las demencias, ahora
expansión; además, el uso del idioma castellano denominadas trastornos neurocognitivos, ha sido
como lengua común supone un estímulo más que jus- muy notable, aunque desafortunadamente no se
tificado. Pero la filosofía de este nuevo libro que ha visto secundado con novedades terapéuticas,
ahora ponemos en sus manos no ha cambiado en que apenas han cambiado desde la edición anterior.
absoluto respecto a los planteamientos iniciales. La atención procurada a los síntomas psicológicos

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VIII Prefacio

y conductuales de las demencias por parte de los plemente en torno a profesionales especialmente
diferentes profesionales involucrados se ha incre- formados y motivados, cuyo número aún debe
mentado notablemente, lo cual es motivo de satis- crecer, pero sin el apoyo de una estructura asis-
facción desde la óptica de la psiquiatría geriátrica, tencial adecuada. Aunque los programas MIR de
pese a que el área de los tratamientos tampoco haya Psiquiatría contemplan una formación en psicoge-
evolucionado como hubiera sido deseable. Todas riatría como parte del currículum, la posibilidad de
las novedades en las clásicas enfermedades afectivas, una subespecialización independiente reconocida
psicóticas, por ansiedad y de adaptación son recogi- no aparece en el horizonte cercano.
das en el texto. Aunque cumple decir que el campo Terminamos este prefacio con dos reflexiones.
avanza lentamente, no puede afirmarse lo mis- Las actitudes de rechazo hacia las personas mayo-
mo de la sensibilización de todos los profesionales res, prevalentes tanto en la sociedad en general
—psiquiatras o no— hacia estos trastornos y de su como en los propios entornos sanitarios, persisten.
interés por su detección y abordaje terapéutico. En En el ámbito que nos ocupa, estas conductas se
todos estos años, nuevos agentes farmacológicos y expresan a través de la frecuente atribución al pro-
no farmacológicos con aplicación en la patología pio proceso de envejecimiento de la causa de las
mental de las personas mayores se han introducido enfermedades mentales de las personas mayores,

a
nt
en el arsenal terapéutico, y de todos ellos se hace una considerándolas como una consecuencia inevitable
revisión crítica en el texto. Cabe destacar la publi- de la edad y, por tanto, de mal pronóstico e irre-

ve
cación de los importantes documentos de consenso versibles. El resultado de ello es la aparición de

y
sobre antipsicóticos y sobre depresión geriátrica aus- actitudes nihilistas, tanto en el diagnóstico como
ón
piciados por la Sociedad Española de Psicogeriatría, en la terapéutica, que se han de combatir. Si a ello
od ier

de los que se hace eco nuestro libro incorporando sumamos que la población anciana se caracteriza
ci
pr v

sus conclusiones y recomendaciones más relevantes. por una baja utilización de los servicios médicos
uc
re lse

La psicogeriatría avanza a nivel nacional e inter- especializados, en general, y de los psiquiátricos,


nacional. Las sociedades de psicogeriatría, como en particular, es fácil entender que la atención a los
su E

la internacional, la estadounidense y la europea, problemas psicogeriátricos está lejos de ser óptima.


a de

se han consolidado y ejercen su liderazgo en sus Nuestra segunda reflexión, complementaria de la


respectivos ámbitos geográficos de actuación. Así anterior, viene de la mano de la realidad epide-
ib ad

ha ocurrido también con la Sociedad Española de miológica del incremento de la longevidad y, por
oh ied

Psicogeriatría, que ha experimentado una profun- tanto, del número de personas de edad avanzada
id

da renovación de su funcionamiento y una mayor en nuestra sociedad. Estas personas se hacen espe-
Pr op

ambición en su alcance, logrando un sustancial cialmente presentes en el ámbito médico, incluido


Pr

incremento en el número de sus socios y en el el psiquiátrico. Es decir, que el número de mayores


de sus actividades, como refleja su página web que consultan al psiquiatra es cada vez más eleva-
(www.sepg.es). Las revistas internacionales de con- do, por lo que todos los psiquiatras —también los
tenido exclusivamente psicogeriátrico incrementan psicólogos, sin duda— de adultos han de ser, en
su presencia y nivel de impacto dentro del complejo mayor o menor medida, psicogeriatras.
mundo editorial científico, y cabe también reseñar Este texto es la contribución de todos sus autores
que la revista española Psicogeriatría, creada con a procurar una asistencia psicogeriátrica de cali-
posterioridad a la segunda edición de este libro, ha dad, dando respuesta a todos los retos diagnós-
resultado el medio de expresión de estas inquietu- ticos, terapéuticos y asistenciales que las personas
des en nuestro entorno y es el repositorio de intere- mayores plantean, con el denominador común de
santes artículos y documentos en lengua castellana. hacerlo devolviéndoles la dignidad que merecen.
Sin embargo, la asistencia psicogeriátrica especia- Para ello, entregamos a los lectores toda la ciencia
lizada ha experimentado pocos avances en España y la experiencia que hemos podido reunir con el fin
en los últimos años. El número de unidades especí- de ayudar a hacerlo posible entre todos.
ficas es aún testimonial en la mayoría de los casos.
La atención psicogeriátrica diferencial se realiza sim- Los Directores

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Colaboradores

Luis Fernando Agüera Ortiz Pilar de Azpiazu Artigas


Psiquiatra, Jefe de sección, Servicio de Psiquiatría, Hospital Psiquiatra, Coordinadora de Servicios Comunitarios, Área
Universitario 12 de Octubre, Madrid de Psicogeriatría, Hospital Benito Menni-CASM, Sant Boi
Profesor asociado de Psiquiatría, Facultad de Medicina, de Llobregat, Barcelona
Universidad Complutense de Madrid
Expresidente de la Sociedad Española de Psicogeriatría Enrique de Portugal Fernández del Rivero
Psiquiatra, Servicio de Psiquiatría, Hospital General Universitario
Rafael Patrocinio Alarcón Velandia Gregorio Marañón, Madrid

a
Psiquiatra, Profesor titular, Facultad de Ciencias de la Salud, Profesor asociado de Psiquiatría, Facultad de Medicina,

nt
Universidad Tecnológica de Pereira, Pereira, Colombia Universidad Complutense de Madrid

ve
Francesca Amores Guevara Laura Patricia del Nido Varo
Neuropsicóloga, Área Sociosanitaria de la Unidad Diagnóstica Psiquiatra, Servicio de Psiquiatría, Hospital Universitario

y
de Demencias, Hospital Sagrat Cor, Martorell, Barcelona 12 de Octubre, Madrid
ón
od ier

Rosario Antequera Jurado Ana Isabel Domínguez Panchón


ci
Profesora titular, Departamento de Personalidad, Evaluación Psicóloga clínica, Hospital Aita Menni, Arrasate-Mondragón,
pr v
uc

y Tratamiento Psicológicos, Facultad de Psicología, Universidad Gipuzkoa


re lse

de Sevilla
Carlos Fernández Viadero
su E

Belén Arranz Martí Geriatra, Servicio de Geriatría, Hospital Universitario Marqués


a de

Psiquiatra, Servicio de Psiquiatría, Parc Sanitari Sant Joan de Valdecilla, Santander


de Déu-CIBERSAM, Barcelona
M.ª Dolores Franco Fernández
ib ad

Santiago Bernades Teixidó Profesora titular, Departamento de Psiquiatría, Facultad


Geriatra, Coordinador de área, Área Sociosanitaria, Hospital Sagrat de Medicina, Universidad de Sevilla, Sevilla
oh ied

Cor, Martorell, Barcelona


Manuel Ángel Franco Martín
id
Pr op

María Castellano Arroyo Psiquiatra, Jefe de servicio, Servicio de Psiquiatría y Salud Mental,
Catedrática extraordinaria de Medicina Legal y Forense, Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid y del Servicio
Pr

Departamento de Medicina Legal, Universidad de Alcalá de Psiquiatría y Salud Mental, Complejo Asistencial de Zamora
de Henares, Madrid Profesor asociado doctor, Departamento de Psiquiatría, Facultad
Académica de número, Real Academia Nacional de Medicina de Medicina, Universidad de Salamanca
de España Presidente de la Sociedad Española de Psicogeriatría

Jorge A. Cervilla Ballesteros Pedro Gil Gregorio


Psiquiatra, Director, Servicio de Psiquiatría, Unidad de Salud Mental Geriatra, Jefe de servicio, Servicio de Geriatría, Hospital Clínico
de los Hospitales Universitarios de Granada San Carlos, Madrid
Catedrático, Departamento de Psiquiatría, Facultad de Medicina, Profesor titular, Facultad de Medicina, Universidad Complutense
Universidad de Granada de Madrid, Madrid

Nancy Colimon Luisa Fernanda Goez Sudupe


Psiquiatra, Directora científica, Renovarse-Centro para la Atención Psiquiatra, Servicio de Psiquiatría, Hospital General Mateu Orfila,
de Adultos Mayores con Demencia o Trastorno Mental, Bogotá, Mahón, Islas Baleares
Colombia
Expresidenta, Asociación Colombiana de Psiquiatría Biológica Eduardo González Fraile
Profesor, Departamento de Psicología, Universidad Internacional
Dámaso Crespo Santiago de la Rioja, Logroño
Catedrático, Departamento de Anatomía y Biología Celular, Instituto de Investigaciones Psiquiátricas-Fundación M.ª Josefa
Facultad de Medicina, Universidad de Cantabria, Santander Recio, Bilbao

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X Colaboradores

Nora Ibarra Gandiaga Javier Olivera Pueyo


Psicóloga clínica, Coordinadora de la Residencia y Centro de Día Psiquiatra, Programa de Psicogeriatría, Hospital San Jorge, Huesca
Joxe Miel Barandiaran, Servicios Sociales Aita Menni, Durango, Profesor asociado, Departamento de Psiquiatría, Universidad
Bizkaia de Zaragoza

Celso Iglesias García Felipe Ortuño Sánchez-Pedreño


Psiquiatra, Director, AGC Salud Mental, Hospital Valle del Nalón, Psiquiatra, consultor clínico, codirector, Servicio de Psiquiatría
Langreo, Asturias y Psicología Médica, Clínica Universidad de Navarra, Pamplona
Profesor asociado, Departamento de Psiquiatría, Universidad Profesor titular, Departamento de Psiquiatría y Psicología Médica,
de Oviedo Facultad de Medicina, Universidad de Navarra, Pamplona
Beatriz León Salas José M.ª Otín Grasa
Socióloga, Investigadora, Gabinete Técnico, Gerencia de Atención Psiquiatra, Servicio de Psiquiatría, Parc Sanitari Sant Joan de Déu,
Primaria, Palma de Mallorca Barcelona
Jorge López Álvarez Esther Parra Vidales
Psiquiatra, Servicio de Psiquiatría, Hospital Universitario Neuropsicóloga, Unidad de Psicogerontología y Psicogeriatría,
12 de Octubre, Madrid Instituto Ibérico de Psicociencias, Fundación Intras, Zamora
Marta Marín Mayor Carmelo Pelegrín Valero
Psiquiatra, Servicio de Psiquiatría, Hospital Universitario

a
Psiquiatra, Jefe de servicio, Servicio de Psiquiatría, Hospital

nt
12 de Octubre, Madrid San Jorge, Huesca

ve
Manuel Martín Carrasco Profesor asociado, Facultad de Ciencias de la Salud y del Deporte
Director médico, Clínica Psiquiátrica Padre Menni, Pamplona de Huesca, Universidad de Zaragoza, Zaragoza

y
Expresidente de la Sociedad Española de Psicogeriatría
Víctor Pereira Sánchez
Juan Antonio Micó Segura
ón Médico interno residente, Servicio de Psiquiatría y Psicología
od ier

Médica, Clínica Universidad de Navarra, Pamplona


ci
Catedrático, Departamento de Farmacología, Facultad de Medicina,
pr v

Universidad de Cádiz
uc

Jorge Pla Vidal


re lse

M.ª de los Remedios Moreno Brea Psiquiatra, Servicio de Psiquiatría, Clínica Universidad de Navarra,
Pamplona
su E

Catedrática, Escuela Universitaria de Farmacología, Facultad


de Medicina, Universidad de Cádiz Profesor asociado, Departamento de Psiquiatría, Facultad
a de

de Medicina, Universidad de Navarra, Pamplona


Ángel Moríñigo Domínguez
Joaquín Pujol Domènech
ib ad

Psiquiatra, Director médico, Estudio de Psiquiatría, Sevilla


Psiquiatra, Exjefe de servicio, Servicio de Psiquiatría, Hospital
Ruben Muñiz Schwochert
oh ied

Clínic, Barcelona
Director, Fundación Maria Wolff, Madrid
id

Isabel Ramos García


Pr op

Juan Luis Muñoz Sánchez Psiquiatra, Servicio de Psiquiatría, Hospital Clínico San Carlos,
Psiquiatra, Coordinador, Unidad Funcional de Psicogeriatría, Madrid
Pr

Servicio de Psiquiatría, Hospital Universitario Río Hortega,


Valladolid Blanca Reneses Prieto
Psiquiatra, Jefa de servicio, Servicio de Psiquiatría, Hospital Clínico
Mercedes Navío Acosta San Carlos, Madrid
Psiquiatra, Directora, Oficina Regional de Coordinación de Salud Profesora asociada de Psiquiatría, Facultad de Medicina,
Mental, Consejería de Sanidad, Madrid Universidad Complutense de Madrid
Profesora asociada de Psiquiatría, Facultad de Medicina,
Universidad Complutense de Madrid Lola Riesco Miranda
Psicóloga clínica, Osona Salut Mental, Consorci Hospitalari de Vic,
Bernardo Ng Vic, Barcelona
Director médico, Servicio de Psiquiatría, Sun Valley Medical Center Profesora asociada, Departamento de Psicología, Facultad
Imperial, California, EE. UU. de Educación, Traducción y Ciencias Humanas, Universidad
Presidente, American Society of Hispanic Psychiatry de Vic-Universidad Central de Cataluña, Vic, Barcelona

Javier Olazarán Rodríguez Carlos E. Rodríguez Angarita


Neurólogo, Servicio de Neurología, Hospital Universitario Gregorio Profesor titular, Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud,
Marañón, Madrid Facultad de Medicina, Universidad de Bogotá, Bogotá, Colombia

C0245.indd X 02/02/21 1:32 PM


Colaboradores XI

Henriette G. van der Roest Manel Sánchez Pérez


Psicóloga social, VU Medisch Centrum, EMGO+ Instituut, Afdeling Psiquiatra, Subdirector médico, Hospital Sagrat Cor, Martorell,
Huisartsgeneeskunde & Ouderengeneeskunde, Ámsterdam, Barcelona
Países Bajos Profesor asociado, Departamento de Psiquiatría y Medicina Legal,
Facultad de Medicina, Universidad Autónoma de Barcelona
Luis San Molina Vicepresidente, Sociedad Española de Psicogeriatría
Psiquiatra, Servicio de Psiquiatría, Parc Sanitari Sant Joan de Déu,
Barcelona Jorge Téllez Vargas
Profesor titular, Departamento de Psiquiatría y Psicología, Facultad
Carmen Sánchez Castellano de Medicina, Universidad El Bosque, Bogotá, Colombia
Geriatra, Servicio de Geriatría, Hospital Universitario Ramón y Cajal,
Madrid

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Trastornos afectivos
V

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Capítulo 18
Depresión
Jorge Pla Vidal

Ideas clave los mismos esté más presente en este momento


■ La enfermedad depresiva en personas de edad de la vida.
avanzada afecta al 10-15% de este grupo de edad. No solo la enfermedad depresiva sino también
■ Los mecanismos fisiopatológicos en la depresión los síntomas depresivos, que no llegan a conformar
a esta edad dan especial importancia a factores

a
esta entidad clínica, son muy prevalentes y tienen
vasculares, la edad de inicio y la neurodegeneración.

nt
■ La clínica es similar a la de otras edades, con menor
gran relevancia a nivel clínico y en la calidad de vida

ve
intensidad y más síntomas somáticos, pero puede de estas personas. Su importancia, además de la fre-
implicar síntomas de especial importancia como cuencia y el sufrimiento que genera en los pacientes

y
los cognitivos, la ansiedad y el insomnio.
ón y sus allegados, tiene que ver con ser la primera
En el tratamiento de la depresión a esta edad la remisión causa de suicidio a esta edad, la comorbilidad con
od ier


ci
es el objetivo. Deben valorarse la polifarmacia otras enfermedades, el mayor riesgo para desa-
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y sus interacciones antes de elegir el fármaco que debe rrollar trastornos cognitivos y, en general, el alto
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utilizarse. coste económico y de sobrecarga que supone esta


■ Las tasas de suicidio en este grupo poblacional
su E

enfermedad para el paciente, su familia y el sistema


son las más elevadas, y en la mayoría de los
sanitario (Miller et al., 2013; Valiengo et al., 2016).
a de

casos está motivado por enfermedad depresiva.


En este capítulo se van a exponer los aspectos
ib ad

relacionados con la depresión en personas de edad


avanzada (DEPEA) atendiendo a los datos más rele-
oh ied

Introducción vantes y actuales que hay disponibles. Habitualmente


id
Pr op

se hablará de depresión unipolar, puesto que hay otro


Vivimos en un mundo en el que el porcentaje de capítulo dedicado al trastorno bipolar (v. capítulo 19).
Pr

las personas de la tercera edad, los mayores de 65


años, está en aumento. Se espera que este grupo
sea un tercio de toda la población para 2050, con Concepto y clasificación
una parte creciente, los mayores de 80 años, que
supondrán el 10% del total (OMS, 2015; Pla-Vidal El bagaje conceptual de la depresión pasa necesa-
y Pla-Ruiz, 2012). La depresión constituye una de riamente por el histórico acrónimo de melancolía.
las enfermedades psiquiátricas más frecuentes en Hacia 1820, una serie de cambios conceptuales
este momento de la vida (Sánchez-Pérez, 2014), depuraron el hasta entonces heterogéneo concepto
pero no forma parte del proceso normal de enve- de melancolía, que desde esta fecha deja de usarse
jecimiento, como a veces puede creerse, lo que por los autores psiquiátricos para referirse a un sub-
constituiría un «edaísmo» (ageism). Tampoco la tipo de manía, un trastorno intelectual primario o
presencia de síntomas depresivos es normal en el un trastorno irreversible (Berrios, 1996). Así pues,
proceso de envejecimiento, aunque la gran canti- la melancolía pasó a considerarse desde entonces
dad de acontecimientos vitales de pérdida puede un trastorno primario de las emociones relacionado
suponer un factor para que la tristeza reactiva a con aspectos como pérdida, inhibición, reducción

© 2021. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos

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18. Depresión 323

o declive (Berrios, 1996). El término depresión era mantiene como categoría diagnóstica principal
exclusivamente usado por la medicina cardiovascular el trastorno depresivo mayor, episodio único o
hasta que, a mediados del siglo XIX, se introdujo el recurrente, en el que se hace especial hincapié en
entonces novedoso acuño de depresión mental para la gravedad de la enfermedad depresiva (medida
denominar a los citados estados melancólicos. Ya a por la presencia de síntomas y su repercusión en la
finales del siglo XIX, estos pasarían a llamarse depre- vida diaria del paciente), la presencia de caracterís-
sión, término que ha subsistido hasta nuestros días. ticas psicóticas y el estado de remisión. También
La depresión, vista desde un punto de vista clínico, se incluye en este capítulo el trastorno depresivo
hace referencia a un estado que esencialmente se persistente (distimia). El capítulo se completa con
identifica con la tristeza, la falta de capacidad para el trastorno de desregulación disruptiva del estado
disfrutar, el estado de ánimo bajo y la falta de ener- de ánimo, más propio de la población infanto-
gía, que padece una persona en un momento de su juvenil; el trastorno disfórico premenstrual, que
vida y que se prolonga en el tiempo hasta interferir afecta a mujeres en edad fértil con menstruación;
en su vida ordinaria. En la edad avanzada, muy fre- otro trastorno depresivo especificado (en el que se
cuentemente se asocia un deterioro cognitivo que señalan la depresión breve recurrente, el episodio
tiene que ver con la reducción del horizonte vital. depresivo de corta duración y el episodio depre-

a
nt
En las principales clasificaciones diagnósticas sivo con síntomas insuficientes), y otro trastorno
vigentes al redactar este capítulo —es decir, la 10.ª edi- depresivo no especificado. Por último, se incluyen

ve
ción de la Clasificación Internacional de Enferme- también el trastorno depresivo inducido por una

y
dades (CIE-10) y el 5.ª edición del Manual diagnós- sustancia/medicamento y el trastorno depresivo
ón
tico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5)—, debido a otra afección médica (tabla 18-1), que
od ier

no existe un apartado específico para la depresión


ci
pr v

geriátrica. El informe del consenso sobre depre-


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re lse

sión en el anciano de la Sociedad Española de Psico- Tabla 18-1. Sustancias, medicamentos y enfermedades
que pueden cursar con depresión
geriatría (SEPG), en su 2.ª edición, actualmente en
su E

prensa, refleja el acuerdo absoluto de los expertos Sustancias/medicamentos Enfermedad(es)


a de

consultados sobre la necesidad de que existan crite- Estimulantes Infarto cerebral, demencia
rios para este grupo de edad, puesto que las clasifi- vascular
ib ad

caciones en uso no son suficientes (SEPG, 2018). La Esteroides, tamoxifeno, Enfermedad de Huntington,


oh ied

anticonceptivos orales, agonistas enfermedad de Parkinson,


CIE, auspiciada por la Organización Mundial de la
de la hormona liberadora de enfermedad de Alzheimer,
id

Salud (OMS) y cuya décima revisión se ha publicado


Pr op

gonadotropinas esclerosis múltiple, lupus


en 1992, trata de las enfermedades mentales en el eritematoso sistémico
Pr

capítulo V, «Trastornos mentales y del comporta- L-dopa, amantadina Fractura de cadera


miento», y la depresión se incluye en el apartado de Antibióticos y antivirales Traumatismo
© Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito.

los trastornos afectivos, que corresponden al código (efavirenz) craneoencefálico


alfanumérico F3 (WHO, 1992). Clasifica los dis- Antipsicóticos, anticonvulsivos, Enfermedad de Cushing,
tintos tipos de depresión: los episodios bipolares, antimigrañosos hipotiroidismo, hipercalcemia,
anemia perniciosa
los episodios únicos, las formas recurrentes y los sín-
Derivados del ácido retinoico Enfermedad cardiovascular
dromes cronificados (ciclotimia y distimia). También
isquémica
puede diagnosticarse a un paciente de edad avanzada
Fármacos quimioterápicos Enfermedad pulmonar
con depresión, siguiendo la CIE-10, de trastorno obstructiva crónica
mixto ansioso-depresivo o de trastorno adaptativo. Interferón Degeneración macular
Actualmente, se está trabajando en la elaboración de
Clonidina, metildopa, guanetidina, Enfermedad oncológica:
la revisión número 11. reserpina, digoxina, β-bloqueantes páncreas, pulmón, cerebral
La clasificación más reciente, la DSM-5, publi- Vareniclina Neurosífilis, brucelosis,
cada en inglés en 2013 y en español en 2014 neurocisticercosis, sida,
(APA, 2014), habla de esta enfermedad en el capí- encefalomielitis
tulo denominado «Trastornos depresivos», que APA, 2014; Baldwin, 2014.

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324 V. Trastornos afectivos

pueden tener una consideración especial a esta edad están en el medio hospitalario (10%) o residencial
ante la polifarmacia y la comorbilidad que tantas (12-15%), y se llega a cifras por encima del 30%
veces acompañan a los pacientes de edad avanzada. en el caso de presentación de síntomas depresivos
(Ames et al., 2010; Lavretsky et al., 2013; Tsang
et al., 2017). En un estudio publicado por Chou et al.
Epidemiología (2011) sobre una muestra de 8.012 mayores
de 60 años residentes en la comunidad, se describe
La enfermedad depresiva es, probablemente, la que la aparición de nuevos casos de enfermedad
enfermedad psiquiátrica más prevalente entre psiquiátrica en la ancianidad no es tan infrecuente.
las personas mayores de 65 años ( Sánchez- En este estudio, la incidencia de depresión mayor
Pérez, 2014; Burroughs et al., 2006). Sin embargo, referida a los 3 años del estudio fue del 3,28%
las cifras varían en los distintos estudios, porque (2,35% entre los hombres y 4,04% entre las muje-
los criterios de evaluación son distintos, según se res) (Chou et al., 2011).
incluyan todos los síndromes depresivos o alguno A esta edad, es más frecuente la presencia de
de ellos, y porque las escalas o entrevistas de des- formas subsindrómicas, que también se conocen
pistaje son diferentes. como depresión menor (Baldwin, 2014; Espinoza

a
nt
La DEPEA afecta al 10-15% de la población. En y Kaufman, 2014), y que se estima que tienen una
prevalencia media del 9,8% (Lavretsky et al., 2013).

ve
Europa, la prevalencia media es del 12,3% (14,1%
entre las mujeres y 8,6% entre los hombres) (Coppe- También estas formas subsindrómicas tienen distin-

y
land et al., 1999). En todo el mundo, la prevalencia ta prevalencia según el medio en el que se evalúen.
ón
media es del 13,5% (Baldwin et al., 2002), y del En un trabajo de Meeks et al., se dan datos de esta
od ier

10-15% para las personas de edad avanzada que viven prevalencia según afecte a personas que residen en la
ci
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comunidad (10%), que acuden a atención primaria


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en la comunidad y que padecen alguna forma de


re lse

sintomatología depresiva (Ames et al., 2010). Estas (25%), hospitalizados (30%) e institucionalizados


cifras aumentan en el caso de personas en el ámbito (45-50%), siendo entre dos y tres veces más preva-
su E

médico, hospitalario o que están institucionalizadas. lente que la depresión mayor en cualquier medio
a de

También presentan mayor frecuencia las personas (Meeks et al., 2011). La distimia se ha incluido en
de edad avanzada que padecen alguna enfermedad algunos estudios en las formas subsindrómicas, pero
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médica. La recurrencia en estos pacientes es fre- los distintos trabajos no coinciden en las tasas de
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cuente (50-90% en 3 años) (Miller et al., 2013). prevalencia, y se establece un rango de entre el 0,7
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Las formas de mayor intensidad de los síntomas y el 8,1% (Lavretsky et al., 2013).
Pr op

afectan al 12,7%, las moderadas, al 51,9%, y las leves, Las formas resistentes no han sido bien estudia-
Pr

al 35,3% (Valiengo et al., 2016). En otro orden de das a esta edad, pero parece que podrían afectar
cosas, a esta edad puede verse cualquier forma de al 30-40% de los pacientes si no se consigue un
enfermedad depresiva, tanto unipolar como bipolar. tratamiento eficaz (Cooper et al., 2011; Espinoza y
La DEPEA afecta al 3-4,5% de los mayores de Kaufman, 2014; Valiengo et al., 2016). Los pacien-
65 años en Estados Unidos (Wang y Blazer, 2015), tes de inicio tardío y aquellos más frágiles por su
o a 1 de cada 10 personas mayores de 65 años condición médica, con mayor comorbilidad médica
(Burroughs et al., 2006). En el caso de la depre- o psiquiátrica, y que no consiguen una remisión
sión mayor, las cifras de prevalencia en pacientes de completa de los síntomas parecen tener mayor ries-
edad avanzada sanos son menores que en edades go de padecer estas formas resistentes (Espinoza y
más jóvenes, situándose en torno al 1-4% entre las Kaufman, 2014).
personas que residen en la comunidad (Coppeland
et al., 1999; Ames et al., 2010; Espinoza y Kauf-
man, 2014). Pero las tasas de depresión mayor se Fisiopatología
hacen más altas en pacientes con patología médica
comórbida que acuden a atención primaria (6-9%), La utilización de distintas técnicas y su interpre-
aquellos con algún tipo de discapacidad o los que tación en la investigación, la incorporación a la

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18. Depresión 325

clínica de alguna de las pruebas de neuroimagen, Cuadro 18-1


el mejor conocimiento de los datos de laboratorio
Factores de riesgo de depresión
y el estudio de distintos paradigmas permiten en
en personas de edad avanzada
nuestros días establecer hipótesis fisiopatológicas
(DEPEA)
para las distintas enfermedades psiquiátricas. Este es
el caso de la enfermedad depresiva en el paciente de Factores biológicos
edad avanzada. Conocer mejor la etiología de esta Vascular cerebral
enfermedad y su fisiopatología debería permitirnos Sexo femenino
conseguir mejores tratamientos y estrategias de Hipoacusia, reducción de la agudeza visual
prevención. Dolor
Por otra parte, como sucede en otros momen- Enfermedad médica crónica, estados de fra-
tos de la vida, la enfermedad depresiva en la edad gilidad
avanzada no tiene una causa única, sino que suelen Mala salud
superponerse distintas etiologías. El predominio de Discapacidad
una u otra y el mecanismo fisiopatológico principal Factores psicológicos
nos permiten establecer una comprensión más con-

a
Neuroticismo

nt
creta de la enfermedad que padezca el paciente, y Alteración cognitiva
deberían ayudarnos a conseguir tratamientos cada

ve
Personalidad evitativa y dependiente
vez más eficaces. Inseguridad

y
También el manejo de grandes poblaciones y
ón Antecedentes de enfermedad psiquiátrica,
de técnicas estadísticas, y de la epidemiología y sobre todo depresión
od ier

la salud pública permiten reconocer factores de


ci
Trastornos del sueño
pr v

riesgo (cuadro 18-1) o protectores (cuadro 18-2)


uc

Revelación del diagnóstico de demencia


re lse

relacionados con la enfermedad depresiva, que nos


permiten establecer planes de prevención. Factores sociales
su E

Las investigaciones en la fisiopatología de la Soledad


a de

enfermedad depresiva del anciano se han orienta- Falta de apoyo


do desde distintos paradigmas que han permitido Acontecimientos vitales: pérdidas, criminalidad
ib ad

avanzar en su conocimiento: Bajo nivel educativo


oh ied

• La edad de inicio del primer episodio depresivo. Viudedad, divorcio, soltería


id

• La llamada depresión vascular. Pobreza


Pr op

• La disfunción ejecutiva presente en los pacientes Pla-Vidal y Pla-Ruiz, 2012; Espinoza y Kaufman, 2014;


Pr

Baldwin, 2014; Meeks et al., 2011; SEPG, 2018.


mayores con depresión.
• Los factores inflamatorios.
© Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Además de todo esto, el estudio de la demencia el caso de lesiones corticales, suele estar afectada
y la relación con la enfermedad depresiva de la una sola vía, en tanto que las lesiones subcorticales
edad avanzada, los niveles de neurotransmisores, pueden afectar a distintas vías, aunque solo sea por-
la neuroendocrinología y el conocimiento de la que a este nivel están estrechamente relacionadas
convivencia con otras enfermedades han sido tam- en menor espacio.
bién medios de progreso. Los circuitos en los que están implicados la cor-
teza orbitofrontal, la prefrontal dorsolateral o el
Neuroanatomía cingulado anterior son las que más probablemente
den lugar a sintomatología depresiva (Naismith
La disfunción, de causa estructural o funcional, et al., 2012). Cada una de estas áreas tiene una
de uno o varios circuitos cerebrales se relaciona función concreta (tabla 18-2), aunque las conexio-
con las distintas formas de DEPEA. La alteración nes que establecen con otras áreas cerebrales y el
puede situarse a distintos niveles de la vía implicada: tipo de alteraciones que puedan establecerse con-
cortical, sustancia blanca o núcleos de la base. En tribuyen también a la plasticidad de los síntomas.

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326 V. Trastornos afectivos

Cuadro 18-2 como la acetilcolina, el ácido gamma-aminobutírico


(GABA) y el glutamato. Estos dos últimos se com-
Factores protectores
portan como mediadores de la respuesta al estrés a
en la depresión en personas
nivel cerebral (Frisardi et al., 2011).
de edad avanzada (DEPEA)
En los pacientes de edad avanzada, fruto del
Factores biológicos envejecimiento, se observan cambios en la neuro-
Dieta mediterránea transmisión, tanto por el proceso atrófico gene-
Ejercicio físico regular ralizado que produce reducción de la cantidad
Factores psicológicos de neurotransmisores disponibles como por los
Proactividad y estilos positivos de afronta- cambios en la expresión de receptores. También
miento con el envejecimiento se produce un cambio en la
Resiliencia actividad enzimática implicada en la metabolización
Aumento del bienestar subjetivo de estas sustancias (Ayuso-Gutiérrez, 2012).
Reducción de afectos negativos
Factores sociales Factores genéticos

a
Pertenencia a un grupo

nt
Alto nivel de apoyo percibido La genética y los aspectos familiares parecen tener

ve
Acontecimientos vitales positivos una menor carga etiológica en la depresión de la
persona mayor respecto a edades anteriores, sobre

y
Religiosidad
ón
Baldwin, 2014; Sánchez-Villegas et al., 2015; Snowden todo en aquellas formas de inicio tardío. Los prin-
cipales hallazgos a este nivel se refieren a los poli-
od ier

et al., 2015; Haigh et al., 2018.


ci
morfismos en el gen de la proteína transportadora
pr v
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de serotonina o la asociación con el alelo met del


re lse

Neurotransmisión factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF)


su E

(Tsang et al., 2017). En cuanto a los genes rela-


a de

Cuando nos referimos a las hipótesis aminérgicas de cionados con factores de riesgo cerebrovascular,
la enfermedad depresiva, incluimos habitualmente los resultados son variables, con autores que no
ib ad

las alteraciones en la vía serotoninérgica, noradre- han encontrado asociación en sus trabajos (Cervilla
nérgica o dopaminérgica. Hoy en día, el enfoque se et al., 2004) y otros que la han descrito (Valien-
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dirige a la alteración de distintos neurotransmiso- go et al., 2016).


id
Pr op

res, que incluyen estas aminas biógenas, pero que En un reciente estudio de metaanálisis (Tsang
tienen también en cuenta otros neurotransmisores, et al., 2017) se informa de una asociación positiva
Pr

Tabla 18-2. Estructuras cerebrales: función y síntomas relacionados


Estructura cerebral Circuito principal Función Disfunción
Corteza orbitofrontal Paralímbico cortical Integración de las emociones, conducta Disfunción ejecutiva, desinhibición
y algún proceso sensorial y discapacidad funcional
Corteza prefrontal Conexión con el cingulado Control y regulación de la función cognitiva, Disfunción ejecutiva, aprendizaje
dorsolateral anterior, la amígdala y el áreas de abstracción, organización implícito y discapacidad funcional
núcleo caudado dorsolateral y representación de imágenes
Cingulado anterior Red dorsal Dorsal: funciones ejecutivas y regulación Disfunción ejecutiva y apatía
(cognitivo-ejecutiva) y ventral cognitiva de la respuesta emocional
(afectiva/emocional) Ventral: evalúa los estímulos afectivos,
y regula y elabora la respuesta emocional
Ganglios de la base: Circuitos límbico y paralímbico Integración de la conducta emocional, Reducción de la velocidad
caudado y putamen cognitiva y motora de procesamiento, anhedonia,
ventrales cambios psicomotores
Basada en Naismith et al., 2012.

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18. Depresión 327

para la vulnerabilidad de padecer la enfermedad relaciona más con patología vascular, neurodegene-
en la edad avanzada y algunos alelos: en concreto, rativa o inflamatoria. Hay más hiperintensidades en
con los portadores del alelo APOE-ε-4, y los ya la sustancia blanca cerebral, con una mayor rapidez
referidos del BDNF y del alelo S de la proteína del daño hipocámpico y alteraciones a nivel fron-
transportadora de serotonina. Se da la circuns- tosubcortical (Naismith et al., 2012; Espinoza y
tancia, como reflejan estos investigadores en su Kaufman, 2014).
trabajo de metaanálisis, de que los tres genes tienen
un papel importante en la regulación de la plas-
ticidad sináptica del hipocampo, en tanto que los Depresión vascular
dos últimos tienen también parte en la regulación
La implicación de los factores cerebrovasculares
del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA).
en algunas manifestaciones depresivas es conocida
Por último, alguno de los genes relacionados con
desde hace tiempo. Pero en 1997, el concepto de
el metabolismo de la homocisteína, en concreto
depresión vascular fue propuesto como elemen-
algún polimorfismo del gen MTHFR, codifica una
to de investigación y nueva consideración en las
enzima de este proceso que utiliza la vitamina B12
publicaciones de distintos grupos de investigado-
y el ácido fólico como cofactores, y que influye en

a
res: Alexopoulos et al. (1997) y Krishnan et al.

nt
el riesgo cerebrovascular (Naismith et al., 2012).
(1997). Esta denominación ha tenido importantes

ve
implicaciones en el conocimiento de la fisiopato-
Edad de inicio logía de la enfermedad depresiva en las personas

y
ón mayores, aunque también ha generado interesantes
Uno de los paradigmas estudiados más profunda- controversias. Alexopoulos basa más su definición
od ier
ci
mente es el de la edad de inicio, que establece que en los aspectos clínicos de tipo cognitivo, el enlen-
pr v
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los mecanismos fisiopatológicos de la enfermedad tecimiento psicomotor y la discapacidad despropor-


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depresiva que se inicia en edades tempranas de la cionada que genera, en tanto que Krishnan basa su
su E

vida y la que lo hace por primera vez después de descripción en las alteraciones radiológicas, sobre
a de

los 50-60 años son diferentes. Cuando se establece todo la presencia de hiperintensidades (Taylor
el diagnóstico de depresión en la edad avanzada, et al., 2013).
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se aprecia que puede tratarse de una enfermedad En términos generales, esta hipótesis establece
que se padece desde edades tempranas, lo que se que los factores cerebrovasculares tienen un impor-
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llamaría de inicio temprano (early-onset), o una tante papel en el síndrome depresivo en las personas
id
Pr op

enfermedad que se manifiesta por primera vez en de edad avanzada, sea como predisponentes, desen-
esta etapa de la vida, conocida como de inicio tar- cadenantes o perpetuantes de esta enfermedad
Pr

dío (late-onset). Generalmente, el punto de corte (Alexopoulos et al., 1997). De la misma manera,


del primer episodio para considerar una u otra se las alteraciones vasculares cerebrales, bien porque
© Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito.

sitúa en torno a los 50-60 años, sin que exista un afectan a localizaciones o circuitos implicados en las
criterio uniforme (Naismith et al., 2012; Ismail vías afectivas, o bien porque generan alteraciones
et al., 2013; Miller et al., 2013). estructurales cerebrales, se han relacionado con
En las formas de inicio temprano, los factores algunas formas de la depresión en esta edad (Haigh
de tipo genético y familiar están más presentes, et al., 2018). La manifestación más característica
y los efectos que los distintos episodios pudieran de esta forma de enfermedad serían las hiperinten-
ocasionar a través de la cascada corticoidea y su sidades (fig. 18-1) de la sustancia blanca (white
acción sobre determinadas áreas cerebrales (p. ej., matter hyperintensities), que deben su nombre a
hipocampo) se consideran uno de los mecanismos que, en determinadas proyecciones (T2 y FLAIR)
subyacentes para el deterioro cognitivo; igualmen- de la resonancia magnética (RM) cerebral, aparecen
te, el bajo nivel crónico de BDNF contribuye a como zonas destacadas en blanco sobre el fondo.
disminuir la neurogénesis. En la llamada depresión Pueden afectar a la sustancia blanca profunda o
de inicio tardío, una de las características en cuanto situarse a nivel periventricular, y no son específi-
a la fisiopatología es que hay más comorbilidad y se cas de la enfermedad depresiva. Ni siquiera son

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328 V. Trastornos afectivos

T2 FLAIR

a
nt
Figura 18-1. Hiperintensidades en una RM cerebral: sustancia blanca profunda en T2 y periventriculares en FLAIR.

ve
y
equivalentes a padecer una u otra enfermedad, a las vías frontoestriatales y frontolímbicas (fas-
ón
porque son frecuentes en personas mayores que cículo uncinado, fascículo longitudinal superior y
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no padecen ninguna alteración. Se han asociado cíngulo), que conectan lo afectivo y lo cognitivo
ci
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con empobrecimiento en la función ejecutiva, la (Taylor et al., 2013; Valiengo et al., 2016).


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atención y la velocidad motora; con la resistencia


al tratamiento; con mayor riesgo de recaída; con
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factores de riesgo cerebrovascular y con síntomas Disfunción ejecutiva


a de

como la apatía, el enlentecimiento psicomotor y


la anhedonia (Pla-Vidal y Pla-Ruiz, 2012). Tam- Otra de las vías de estudio elegidas ha sido la dis-
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bién son más frecuentes y graves en pacientes con función ejecutiva. Esta es la alteración cognitiva
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depresión de inicio tardío. Sin embargo, otros más característica de la enfermedad depresiva en
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estudios publican que las hiperintensidades no se el paciente mayor, y ha sido considerada como
Pr op

correlacionan con el mayor riesgo de desarrollo de central en algunas de las formas depresivas a esta
Pr

enfermedad depresiva en el paciente mayor (Verluis edad por autores como Alexopoulos (fig. 18-2), al
et al., 2006). hablar de depresión disejecutiva. Este autor indica
Aunque la etiología de estas lesiones es des- que esta depresión está producida por cambios
conocida, su fisiopatología parece tener un impor- en la transmisión frontoestriatal y que da lugar a
tante componente vascular de origen isquémico enlentecimiento psicomotor, apatía, discapacidad
que produce alteraciones en la mielina (Thomas desproporcionada, síntomas vegetativos menos
et al., 2003). La mayor cantidad de hiperintensi- pronunciados, escasos sentimientos de culpa y
dades supone un mayor riesgo para la integridad pobre capacidad de introspección. La respuesta
de los circuitos implicados en las vías afectivas y, a los antidepresivos es peor y más lenta, y la dis-
lo que parece más importante aún, es la manifes- función cognitiva se convierte habitualmente en un
tación de procesos vasculares subyacentes que síntoma residual (Alexopoulos, 2002; Alexopoulos
afectan a las citadas vías cerebrales y suponen una et al., 2002).
mayor vulnerabilidad para desarrollar la enferme- Las funciones ejecutivas son mecanismos cere-
dad depresiva (Taylor et al., 2013; van Agtmaal brales de control para planificar y modular aspectos
et al., 2017). Según las hipótesis que se manejan, emocionales y cognitivos. Su alteración en el pacien-
la depresión aparecería por estos daños vasculares te depresivo se asocia a una evolución peor en estos

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18. Depresión 329

Síntomas residuales:
cognitivos

Hipometabolismo
cingulado anterior Recaída temprana
Recurrencia

Respuesta al tratamiento:
• Peor Función ejecutiva: alteración frontoestriatal
• Más lenta

HSB
Retraso psicomotor La alteración frontoestriatal
Aumento de latencia P300 forma parte de los mecanismos
implicados en la perpetuación
Cronicidad de la DEPEA

a
Figura. 18-2. Disfunción ejecutiva y depresión en personas de edad avanzada (DEPEA).

nt
HSB: hiperintensidades en la sustancia blanca.

ve
Alexopoulos, 2002.

y
ón
pacientes (Morimoto et al., 2015). Estas alteracio- El resultado de este estado proinflamatorio es que
od ier

nes tienen relación con la disfunción de las cone- se reducen las sustancias neurotróficas, y se produce
ci
pr v

xiones frontolímbicas y frontoestriatales (Morimoto alteración a nivel de los neurotransmisores cerebrales


uc
re lse

et al., 2015). Hasta el 40% de los pacientes ancianos y daño celular. También se observa alteración del sis-
no demenciados con depresión mayor presentan tema inmune, con aumento de la actividad periférica
su E

disfunción ejecutiva, lo que supone una realización del mismo, que contribuye al estado proinflamato-
a de

defectuosa de las pruebas psicodiagnósticas (fluencia rio y que, a nivel cerebral, produce una reacción
verbal, test de Wisconsin, test de la Torre de Lon- aumentada y discordante (Taylor et al., 2013; Mar-
ib ad

dres o Stroop) (Morimoto et al., 2015). tínez-Cengotitabengoa et al., 2016). La alteración


oh ied

de la neurotransmisión afecta de manera especial a


id

estructuras límbicas como la amígdala, el hipocampo


Pr op

Factores inflamatorios y el núcleo accumbens, lo que produce alteración en


Pr

y neuroendocrinos la regulación emocional.


El BDNF es otra de las sustancias cerebrales más
© Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito.

La edad contribuye a cambios en los niveles circu- estudiadas y parece tener una gran importancia
lantes de cortisol, los cuales aumentan al aumentar para el normal funcionamiento cerebral: influye
aquella. La alteración de la regulación del eje HHA en el trofismo y la proliferación neuronal, en la
asociada a la edad se ha propuesto como predictor plasticidad y la reorganización sináptica, y ejerce
de un mayor riesgo de suicidio en los pacientes con influencia protectora ante situaciones de isquemia
DEPEA (Valiengo et al., 2016). cerebral (Taylor et al., 2007). En la enfermedad
En la DEPEA, al igual que en otras épocas de la depresiva, este factor está reducido, y se ve también
vida, la enfermedad se asocia con una regulación al una disminución de la neurogénesis. El descenso de
alza de las citoquinas inflamatorias (IL-6, IL-1-β, BDNF se ha puesto en relación con la disfunción
IL-8 y factor de necrosis tumoral α) durante el hipocámpica asociada a la edad, las alteraciones de
episodio, que suelen normalizarse al desaparecer el la memoria y el riesgo de padecer depresión, en
síndrome clínico, y con reducción de otras aminas tanto que el aumento del BDNF que se consigue
antiinflamatorias (Taylor et al., 2013; Valiengo con el ejercicio físico regular mejora estos aspectos
et al., 2016). (Erickson et al., 2012).

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330 V. Trastornos afectivos

También se han puesto en relación con el riesgo emisión de positrones (PET) con ligandos (Nais-
para desarrollar DEPEA y sus mecanismos fisio- mith et al., 2012), y alteraciones por el recluta-
patológicos otras sustancias y factores de trofismo miento de circuitos frontales adicionales al realizar
cerebral, relacionados con las células de la glía o tareas cognitivas de memoria o función ejecutiva,
con el crecimiento vascular (Valiengo et al., 2016). en pacientes mayores al compararlos con pacientes
más jóvenes (Smith et al., 2007).

Estudios de neuroimagen
Neurodegeneración:
Tanto los estudios de tipo estructural como los de la depresión a la demencia
funcionales han supuesto un claro avance en el
conocimiento de la depresión. También en la edad Este epígrafe daría para escribir un capítulo com-
avanzada los resultados publicados han sido nume- pleto, pero es necesario hacer aquí referencia a los
rosos. En el primero de los casos, lo que suelen des- mecanismos que parecen compartir depresión y
cribir los distintos estudios es asimetría y reducción demencia en la edad avanzada. Así, parece que
del volumen de sustancia gris a nivel de la corteza hay un grupo de pacientes en los que la depresión

a
prefrontal ventromedial, dorsolateral y orbital. Se podría ser un síntoma precoz, un factor de ries-

nt
destacan también las hiperintensidades en la sus- go o un pródromo de la enfermedad demencial

ve
tancia blanca profunda, y alteraciones a nivel de la (Kumar et al., 2008; Steffens et al., 2017; Haigh
rodilla y el esplenio del cuerpo calloso, el núcleo et al., 2018).

y
caudado derecho y el putamen, y a nivel hipocám-
ón De los pacientes con DEPEA, casi el 50% presen-
pico, de la amígdala y de otras estructuras límbicas tan alteración cognitiva (Bhalla et al., 2009). Tener
od ier
ci
(Naismith et al., 2012; Espinoza y Kaufman, 2014; depresión dobla el riesgo de padecer demencia del
pr v
uc

Valiengo et al., 2016). tipo enfermedad de Alzheimer (EA); en aquellos


re lse

En los pacientes con enfermedad de inicio tem- pacientes ancianos con depresión y alteración cog-
su E

prano, se observa asociación entre la alteración nitiva reversible, el riesgo de evolucionar a demen-
a de

de la memoria episódica y la pérdida de volumen cia es casi cinco veces mayor que en aquellos sin
hipocámpica (Delaloye et al., 2010). Los pacientes deterioro cognitivo, y los pacientes con EA tienen
ib ad

con enfermedad de inicio tardío muestran peor alta prevalencia de depresión (10-50%) (Butters
conectividad en estudios de RM ( Blumberger et al., 2008b). Se ha publicado también que, entre
oh ied

et al., 2008). los pacientes con deterioro cognitivo leve (DCL),


id
Pr op

En los estudios estructurales, es importante la tener depresión aumenta la tasa de progresión a


presencia de las hiperintensidades que, como ya demencia. Estos pacientes tienen también peor
Pr

se ha indicado anteriormente en este capítulo, se funcionalidad y calidad de vida, y la prevalencia


relacionan con el concepto de depresión vascular. de depresión en los pacientes con DCL es del 32%
Algunas técnicas, como la DTI (diffusion tension (Ismail et al., 2017).
imaging), permiten detectar daño en la sustancia Aunque hay diferentes posibilidades etiopatogé-
blanca cerebral antes de que se detecten las hiperin- nicas, parece que al menos un grupo de pacientes
tensidades o los propios síntomas de la enfermedad con DEPEA tiene un mecanismo fisiopatológico
(Lamar et al., 2010; Naismith et al., 2012). común con la demencia de tipo Alzheimer, y la
A nivel funcional, lo que se observa es hipo- depresión sería un pródromo de esta enfermedad
metabolismo en las áreas neocorticales dorsales demencial, lo que en algunas publicaciones se
y el cingulado anterior, junto a hipermetabolis- ha llamado depresión amiloide (Sun et al., 2008;
mo a nivel de las áreas límbicas ventrales y fallo Butters et al., 2008b). Los pacientes que tienen
en la desactivación de las redes neuronales por DEPEA, como ya se ha dicho anteriormente, tie-
defecto ante actividades de tipo afectivo o cogni- nen con frecuencia síntomas cognitivos y presentan un
tivo (Espinoza y Kaufman, 2014). También se ha riesgo elevado del desarrollo no solo de EA, sino de
detectado alteración en la función serotoninérgica cualquier tipo de demencia. En este caso, aunque
en diferentes áreas en estudios de tomografía por quizás exista un mecanismo fisiopatológico común,

C0090.indd 330 01/02/21 7:26 PM


18. Depresión 331

la DEPEA no sería una forma prodrómica de la intensos, pero tienen un riesgo más alto de recaer
enfermedad demencial, sino un factor de riesgo, y y de tener más síntomas residuales, con peor recu-
el estado depresivo, con sus propios mecanismos peración funcional (Espinoza y Kaufman, 2014;
fisiopatológicos de neuroinflamación o de tipo vas- Valiengo et al., 2016). Tienen menos anteceden-
cular y las alteraciones en los factores neurotróficos, tes familiares de enfermedad depresiva y mayor
actuaría como elemento de neurotoxicidad (Butters número de hiperintensidades en las secuencias
et al., 2008b; Irie et al., 2008; Bogner et al., 2009; pertinentes de la RM cerebral (Miller et al., 2013).
Sheline, 2011). La alteración cognitiva en los pacientes mayores
que padecen depresión está presente en el 50%
de los casos (Bhalla et al., 2009). Además, este
Clínica síntoma puede perdurar después de mejorar el cua-
dro depresivo, y se considera entonces un síntoma
La enfermedad depresiva se presenta con similar residual. La presencia y persistencia del deterioro
sintomatología a lo largo de todo el ciclo vital, cognitivo asociado a la depresión en esta edad aña-
aunque cada edad tiene alguna característica propia. de un importante valor pronóstico. En las formas
Es lo que sucede en el caso de la DEPEA (Kok de inicio tardío, se ve el deterioro cognitivo con

a
nt
y Reynolds, 2017). Como en otras épocas de la más frecuencia, y genera mayor alteración que en
vida, la enfermedad depresiva puede ser unipolar las de inicio temprano (APA, 2014; Espinoza y

ve
o bipolar. En las personas mayores puede haber Kaufman, 2014). La alteración cognitiva afecta a

y
menor expresión de tristeza, menores intensidad la función ejecutiva, la velocidad de procesamiento
ón
de los síntomas y variación circadiana, y más quejas de los datos, la memoria y la capacidad visuoes-
od ier

de tipo somático y síntomas cognitivos (Espinoza y pacial (fig. 18-3) (Butters et al., 2004; Morimoto
ci
pr v

Kaufman, 2014; Baldwin, 2014; Haigh et al., 2018; et al., 2015).


uc
re lse

SEPG, 2018). Los síntomas suelen ser fluctuantes, La disfunción ejecutiva se traduce clínicamente
y tiene especial interés para el clínico la presencia en una tendencia a atender a información irrelevan-
su E

de apatía, las alteraciones cognitivas, los síntomas te, alteración en la concentración, desorganización,
a de

motores, la ansiedad, los trastornos del sueño y las dificultad para cambios en la atención, persevera-
quejas somáticas (Hegeman et al., 2012). ción e incapacidad para desentenderse de conductas
ib ad

Acudiendo al paradigma ya referido del inicio anteriores (Morimoto et al., 2015).


oh ied

temprano o tardío de la enfermedad, se ve que, La conocida como depresión vascular se ve más


id

en las formas de inicio tardío, los pacientes tienen en aquellos pacientes con factores de riesgo para
Pr op

menos ideación y conducta suicida, conservan esta patología cerebral. Se caracteriza por mayor
Pr

un mejor apoyo social y los síntomas son menos probabilidad de presentar enlentecimiento motor,
© Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Velocidad
de procesamiento Disfunción
Edad
de la información ejecutiva

Memoria
HDRS
Capacidad
Atrofia cerebral visuoespacial

Educación

Lenguaje
Figura 18-3. Perfil de alteración cognitiva en el paciente con depresión en personas de edad avanzada (DEPEA).
HDRS: Hamilton Depression Rating Scale.
Butters et al., 2004.

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332 V. Trastornos afectivos

apatía, mayor discapacidad, síndrome disejecutivo bién debe prestarse especial atención a los síntomas
y aumento del riesgo de evolución a demencia (vas- relacionados con las ideas autolíticas, y hacer una
cular o de tipo Alzheimer) (Miller et al., 2013). exploración completa que vaya desde las ganas
Estos pacientes responden más lentamente al de vivir del paciente y los pensamientos sobre la
tratamiento habitual, y pueden hacerlo mejor a muerte hasta las ideas propiamente suicidas, con
los fármacos con acción dopaminérgica, como el los planes concretos, si los hubiera. En la historia
bupropión. clínica deben recogerse con especial cuidado los
Las formas de depresión con síntomas psicóticos antecedentes médicos y psiquiátricos del paciente,
a esta edad confieren un mayor riesgo de suicidio y las enfermedades que padece y los tratamientos
de evolución a demencia (SEPG, 2018). que pueda estar recibiendo. Es necesario también
Las formas incompletas de enfermedad (depre- recoger la información sobre la repercusión que
sión menor o subumbral) constituyen un elemen- la enfermedad está produciendo en el paciente y
to importante en cuanto a la atención requerida, su entorno y el grado de discapacidad que pueda
porque pueden asociarse a mayor discapacidad, suponer.
mayor consumo de psicofármacos, peor percepción En una primera consulta, se deberían tomar las
de la propia salud y mayor riesgo de conversión a constantes vitales del paciente (presión arterial,

a
nt
depresión mayor y de suicidio (Espinoza y Kauf- peso, frecuencia cardíaca y temperatura) y realizar
man, 2014). una exploración física general que incluya los prin-

ve
cipales datos de la exploración neurológica (pares

y
craneales, fuerza, coordinación motora, estática
Diagnóstico ón y marcha) y pruebas de laboratorio (hemograma
od ier

completo, perfil tiroideo, glucemia, función renal,


ci
pr v

La enfermedad depresiva en estos pacientes puede vitamina B12 y ácido fólico). Si se dispone de ella
uc
re lse

quedar sin diagnosticar hasta en el 50% de los casos y se ve oportuno, puede resultar de interés una
(Valiengo et al., 2016; Lavretsky et al., 2013). El prueba de neuroimagen cerebral estructural (tomo-
su E

estigma que la enfermedad mental supone a esta grafía computarizada [TC] o RM) (SEPG, 2018).
a de

edad y la alta comorbilidad pueden hacer que sea Resulta de especial importancia la detección
difícil detectarla (Miller et al., 2013). Los expertos en atención primaria, a la que el paciente puede
ib ad

consideran que, en el momento actual, la detección acudir con quejas entre las que no figura la tris-
oh ied

de la enfermedad está por debajo de los niveles teza y que consisten más bien en fatiga, pérdida
id

óptimos que serían deseables (SEPG, 2018). de peso, dolor y múltiples síntomas somáticos
Pr op

Como en cualquier otra edad y especialidad de difícil filiación; quejas de alteración cognitiva;
Pr

médica, la base para establecer el diagnóstico es la referencias al aislamiento social; rechazo a comer,
historia clínica. Siempre que el estado del pacien- a beber o al uso de medicación; deterioro del auto-
te lo permita, la historia debe hacerse al propio cuidado; y abuso de ansiolíticos o inicio en el uso
paciente, favoreciendo que haya algún momento de alcohol. En pacientes de especial complejidad
en el que se le pueda entrevistar a solas, y contando (fragilidad, comorbilidad, polimedicación), debería
con un informador que conozca al paciente y su realizarse una valoración geriátrica integral (Kok y
entorno y nos pueda dar una visión externa de los Reynolds, 2017).
síntomas que padece el enfermo, sobre todo si se Para la detección del enfermo depresivo de
detecta alteración cognitiva. edad avanzada se han validado algunas escalas.
En la historia clínica debe hacerse especial hinca- Las más usadas son la Geriatric Depression Scale
pié en los síntomas centrales que refiera el paciente, (GDS) de Yesavage en sus distintas versiones de
pero buscando también aquellos que puedan estar 30 o 15 ítems, la Patient Health Questionnarie-9
«enmascarados» o los que aportan un especial (PHQ-9), la escala de Cornell para la depresión en
valor pronóstico, como los síntomas cognitivos, la pacientes con demencia y la escala Center for Epi-
ansiedad y los trastornos del sueño, o los síntomas demiological Studies-Depression (CES-D) (Espinoza
psicóticos (culpa, ruina e hipocondríacos). Tam- y Kaufman, 2014; Kok y Reynolds, 2017). El uso

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18. Depresión 333

de estas u otras escalas que miden la intensidad sucede en otras edades, se basa en los antidepresi-
de la enfermedad depresiva puede ser útil en el vos, a los que se hará referencia en el capítulo 31.
seguimiento del paciente y la valoración de la res- También otros fármacos pueden utilizarse como
puesta al tratamiento. En este sentido, la escala potenciadores de la acción antidepresiva y se verán
de Montgomery-Asberg o la escala de Hamilton en el citado capítulo. Aquí vamos a establecer algu-
para la depresión son las más utilizadas. Para la nas estrategias generales atendiendo al grupo de
valoración cognitiva, la escala más ampliamente pacientes mayores.
utilizada es el Mini-Mental State Examination en En el tratamiento de los pacientes de edad avan-
su versión de 30 o 35 ítems. En atención primaria, zada con depresión, el objetivo debe ser que los
servicios de teleasistencia y medios residenciales, pacientes alcancen la remisión y, solo si no fuera
debería establecerse algún sistema de despistaje posible conseguirla, deberíamos conformarnos
de esta enfermedad para todos los pacientes de con la mejoría. Los tratamientos disponibles son
edad avanzada, según la opinión de los expertos fármacos, psicoterapia o tratamientos de otro tipo
(SEPG, 2018). como la terapia electroconvulsiva (TEC). En gene-
El diagnóstico diferencial debe establecerse con ral, los consensos de expertos para el tratamiento
distintas enfermedades de origen somático para las de esta enfermedad dan como mejor estrategia la

a
nt
que se realizarán las pruebas analíticas y de neuroi- combinación de fármaco y psicoterapia (Morimo-
magen pertinentes. Respecto a otras enfermedades to et al., 2015). En cualquier caso, es necesario

ve
psiquiátricas, debe valorarse, en primer lugar, la considerar las interacciones y los efectos secun-

y
existencia de episodios maníacos previos y de aque- darios que los nuevos tratamientos antidepresivos
ón
llas en las que se da una alta comorbilidad (tras- pueden suponer para un paciente muchas veces
od ier

tornos por ansiedad, distintas formas de demencia, polimedicado.


ci
pr v

acontecimientos de pérdida sin enfermedad en los En todos los casos, sobre todo en los pacientes
uc
re lse

que aparece la reacción de duelo, y el abuso de con deterioro cognitivo, es de gran importancia
alcohol u otras drogas). Y debe considerarse tam- contar con el cuidador principal para el aspecto del
su E

bién la posibilidad de que la depresión tenga su tratamiento, sea este farmacológico, psicoterapéu-
a de

origen en un efecto secundario de algún fármaco tico o de otro tipo.


que el paciente haya tomado. La intensidad de los síntomas y del propio cuadro
ib ad

En el caso de los pacientes con depresión y con depresivo influyen en la elección del tratamiento.
oh ied

importante alteración cognitiva, la diferencia Así, en los casos más leves, establecer un plan de
id

con la demencia se muestra en la tabla 18-3. seguimiento y la psicoterapia sería el tratamiento


Pr op

más adecuado (Espinoza y Kaufman, 2014), en


Pr

tanto que, para los casos más graves, la elección de


Tratamiento un antidepresivo o la TEC son la norma. En los
© Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito.

casos de depresión con síntomas psicóticos, a los tra-


El tratamiento farmacológico de la enfermedad tamientos anteriores puede añadirse un antipsi-
depresiva en el paciente de edad avanzada, tal como cótico hasta que este grupo de síntomas remita,

Tabla 18-3. Diferencias entre depresión y demencia


Depresión Demencia
Alteración cognitiva Parcial, aguda, quejas frecuentes Global, gradual, confabulación
Síntomas afectivos Tristeza, culpa, anhedonia Apatía, aplanamiento afectivo
Variación circadiana Mejor al anochecer Peor al anochecer
Sueño Despertar precoz, insomnio o hipersomnia Normal o alteraciones del ritmo
Respuesta a antidepresivos Mejora No hay respuesta o empeora
Dominio cognitivo Disfunción ejecutiva Memoria

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334 V. Trastornos afectivos

o indicar la TEC, sobre todo en aquellos casos en Tanto los antidepresivos como la psicoterapia
los que haya riesgo para la vida del paciente (Kok han demostrado eficacia en el tratamiento de man-
y Reynolds, 2017; SEPG, 2018). tenimiento para la prevención de las recurrencias
Todos los fármacos parecen tener una eficacia (Miller et al., 2013).
similar en los estudios. Es, por lo tanto, el perfil Los síntomas residuales, sobre todo los de tipo
de efectos secundarios, y la seguridad y la tolera- cognitivo, merecen una atención especial en el
bilidad del fármaco lo que debe guiar la elección paciente con DEPEA, porque pueden marcar su
de uno u otro. Una vez decidido el fármaco, el evolución a demencia (Naismith et al., 2012). En
acuerdo general es que el tratamiento antidepre- estos pacientes, al igual que en los pacientes con
sivo debe mantenerse un mínimo de entre 6-9 ansiedad de inicio o los que tienen trastornos del
meses y 1 año tras la remisión, en el paciente de sueño, el tratamiento debe ser especialmente cui-
edad avanzada con un episodio agudo de depre- dadoso y enérgico para conseguir la remisión o, al
sión mayor. Si el paciente presenta un segundo menos, una respuesta suficiente, puesto que son los
episodio, se recomienda mantener el tratamiento pacientes con una peor respuesta al tratamiento y
2 años. Si se trata de un paciente complejo, el un componente pronóstico más sombrío.
tratamiento debe prolongarse en el tiempo, y si ha El ejercicio físico no parece tener un efecto

a
nt
habido varias recurrencias (sobre todo si han sido terapéutico directo, aunque sí mejora el estado
tres o más episodios), debe mantenerse indefinida- somático y cognitivo (Erickson et al., 2013; Kok

ve
mente (Miller et al., 2013; Kok y Reynolds, 2017; y Reynolds, 2017). En el reciente consenso sobre

y
SEPG, 2018). la depresión en el anciano, los expertos han consi-
ón
Es conocido que al instaurar un tratamiento derado el ejercicio físico como un factor protector
od ier

antidepresivo se produce un tiempo de latencia de significativo (SEPG, 2018). El uso de ácidos grasos


ci
ω-3 o dietas ricas en estas sustancias, como la dieta
pr v

unas 2 semanas desde que se toma la primera dosis


uc
re lse

hasta que aparecen los efectos antidepresivos. En el mediterránea, aunque necesita de más evidencias,
caso del paciente mayor, este tiempo puede estar parece que aporta beneficio en el tratamiento de
su E

aumentado y se recomienda esperar 4-6 semanas estos pacientes, tanto para la parte depresiva como
a de

antes de decidir que el fármaco está siendo ineficaz. para la cognitiva de la enfermedad (Sánchez-Ville-
En el caso de pacientes que consiguen una res- gas et al., 2015).
ib ad

puesta parcial a las 6 semanas, el mero hecho de En el caso de la enfermedad depresiva resis-
oh ied

esperar hasta las 12 semanas puede hacer que se tente al tratamiento, que puede suponer hasta un
id

alcance la remisión. En cualquier caso, en estos tercio de los pacientes (Miller et al., 2013), el uso
Pr op

pacientes debe intentarse, como primera estrate- conjunto de la farmacoterapia y la psicoterapia


Pr

gia de optimización del tratamiento, la subida de consigue mejores resultados. También la TEC y
dosis o el cambio a un antidepresivo del mismo u otras terapias de las llamadas neuromoduladoras
otro grupo. No se recomienda de entrada asociar (estimulación cerebral profunda, estimulación mag-
un segundo antidepresivo, porque no se mejora nética transcraneal de repetición, estimulación del
mucho la eficacia y, sin embargo, se empeora el nervio vago) pueden tener su aplicación a esta edad
perfil de efectos secundarios. (Miller et al., 2013; Espinoza y Kaufman, 2014;
La psicoterapia tiene su indicación para el trata- Kok y Reynolds, 2017). En estos pacientes, deben
miento de estos pacientes, tanto individual como considerarse también las estrategias de potenciación
en grupo (Espinoza y Kaufman, 2014). Las formas de la acción antidepresiva: litio, hormona tiroidea,
de psicoterapia que han demostrado eficacia en el estimulantes, antipsicóticos atípicos, bloqueantes
tratamiento de los pacientes de edad avanzada con de los canales del calcio, ácidos grasos ω-3, anti-
depresión son la cognitivo-conductual, la inter- convulsivantes o β-bloqueantes.
personal y la de solución de problemas, algunas En todos los pacientes, pero de manera especial
de las cuales tienen adaptada la técnica para aque- en aquellos en los que no se obtenga la respuesta
llos pacientes con deterioro cognitivo (Morimoto adecuada, debe valorarse una pobre adherencia al
et al., 2015; Kok y Reynolds, 2017). tratamiento pautado. Contar, como ya se ha dicho,

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18. Depresión 335

con la ayuda de un cuidador puede mejorar el cum- visión optimista y satisfactoria de la vida vivida. Se
plimiento (Kok y Reynolds, 2017). estima que, si se consiguiera eliminar la depresión
de la población anciana, se reduciría una media de
un 10,3% el número de casos nuevos de demencia
Pronóstico en los siguientes 7 años (Ritchie et al., 2010).
Otra comorbilidad importante es la que sucede
La tasa de respuesta al tratamiento utilizado en esta con la enfermedad cardiovascular. Los factores
franja de edad es similar a la que se ve en pacientes de riesgo cardiovasculares pueden dar lugar a la
más jóvenes y puede situarse en torno al 80%, pero aparición de algunos síntomas depresivos, pero la
en los pacientes mayores hay una mayor tendencia relación es bidireccional, y también la depresión se
a la recurrencia (Miller et al., 2013). Los pacientes ha establecido como un factor de riesgo para esta
con DEPEA a menudo no reciben tratamiento, enfermedad, sobre todo para la enfermedad coro-
o reciben dosis por debajo de las que necesitan o naria y el infarto de miocardio, y más frecuente-
por un tiempo más corto del recomendable (Kok mente en el caso de los varones. Parece que en esta
y Reynolds, 2017). asociación pudiera haber algún mecanismo común,
Los pacientes con una enfermedad depresiva más y se postulan el metabolismo de la homocisteína,

a
nt
intensa y que sufren un primer episodio depresivo disfunciones endoteliales y el estado proinflamato-
tienen mejores tasas de respuesta al tratamiento que rio (Naismith et al., 2012). La propia enfermedad

ve
aquellos con una evolución más larga de la enferme- depresiva empeora el curso de la hipertensión

y
dad y de mayor edad (Espinoza y Kaufman, 2014). arterial y de la diabetes (Kok y Reynolds, 2017).
ón
Habitualmente, los pacientes con depresión en la
od ier

edad avanzada, cuando esta es de inicio tardío, res-


ci
Prevención
pr v

ponden peor a los tratamientos y tienen más riesgo


uc
re lse

de presentar formas crónicas o resistentes (Espi-


noza y Kaufman, 2014; Valiengo et al., 2016). La La depresión constituye un importante factor de
su E

presencia en estos pacientes de hiperintensidades riesgo para la calidad de vida y la menor funcionali-
a de

abundantes se asocia con mayor riesgo de evolución dad en los ancianos, y se ha detectado hasta cuatro
a formas de deterioro cognitivo de tipo demencia veces más probabilidad de desarrollar discapacidad
ib ad

(Blumberger et al., 2008; Naismith et al., 2012). para las actividades de la vida diaria en los que tienen
oh ied

La pérdida de apoyo social; la presencia de síntomas depresión mayor en el estudio ECA. La discapacidad
id

de ansiedad, insomnio, cognitivos, apatía y deses- se refiere sobre todo a los problemas para llevar a
Pr op

peranza; y la concomitancia con una enfermedad cabo las actividades básicas de la vida diaria, las ins-
Pr

médica empeoran la respuesta al tratamiento anti- trumentales o la movilidad y refleja la dificultad para
depresivo. mantener la independencia. Además, la discapacidad,
© Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito.

Una de las formas más importantes y graves de por sí misma, constituye un factor de riesgo para la
comorbilidad de la DEPEA es la que sucede con la depresión en este grupo de edad (Bruce, 2001). La
demencia. Ya se ha hecho referencia anteriormente OMS pronostica que esta enfermedad, que ahora
a los mecanismos fisiopatológicos compartidos por ya constituye la cuarta causa de sobrecarga por la
estas dos enfermedades. Además del tratamiento discapacidad (disability-adjusted life years [DALY],
antidepresivo adecuado, las estrategias de estimu- años de vida ajustados a discapacidad), a nivel mun-
lación a todos los niveles que permiten al paciente dial será la segunda causa en 2020.
recuperar la funcionalidad y atender a sus activida- El riesgo de suicidio constituye otro motivo
des básicas e instrumentales serían las indicadas para principal para la prevención de la DEPEA. Las
hacer una buena prevención: la estimulación cogni- tasas de suicidio en este grupo poblacional son las
tiva basada en ejercicios o en técnicas concretas de más elevadas, y en más de tres cuartas partes de los
psicoterapia, el ejercicio físico regular y el control casos existe sintomatología depresiva claramente
de los factores de riesgo cerebrovascular, mantener establecida como principal factor de riesgo para la
y fomentar las relaciones sociales y favorecer una conducta suicida. También son importantes fac-

C0090.indd 335 01/02/21 7:26 PM


336 V. Trastornos afectivos

tores de riesgo padecer una enfermedad crónica o Alexopoulos, G. S., Meyers, B., Young, R., Campbell, S.,
dolorosa, o bien la exclusión social y el aislamiento. Silbersweig, D., y Charlson, M. (1997): “‘Vascular
Depression’ Hypothesis”, Arch Gen Psychiatry, 54,
La prevención, tal como la entendemos hoy en
pp. 915-922.
día, debe establecerse tanto a nivel primario —lo APA (American Psychiatric Association) (2014): DSM-5.
que incluiría tanto la promoción de la salud como Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos men-
la prevención de la enfermedad depresiva (global, tales, Madrid, Editorial Médica Panamericana.
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