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TEMA 9

Prosperidad, crisis y depresi n (1918-1939)


EJERCICIOS de síntesis. Deben ser incluidos en la entrega a través de
AULES. No olvides los ejercios realizados a lo largo de la unidad (color
naranja). Puedes ver alguna de las películas propuestas al nal de la
unidad (recuerda que hay que entregar la reseña de al menos una
película en cada evaluación)
EJERCICIOS TEMA 8

1. Sintetiza:
a) ¿Qué problemas económicos tuvo que afrontar Europa después de la Primera Guerra Mundial?
¿Cuáles se derivaron del Tratado de Versalles?
b) ¿Qué fue la prosperidad americana de la década de 1920? ¿Qué elementos la motivaron? ¿Afectó
por igual a todos los sectores económicos y sociales?
c) ¿Qué causas provocaron el hundimiento de la Bolsa de Nueva York en 1929?¿Cómo se
transformó en una crisis generalizada?
d) ¿Qué países fueron los más afectados por la crisis mundial? ¿Por qué?
e) ¿Qué distintos caminos se propusieron para solucionar la crisis? ¿Cuáles fueron las propuestas
de Keynes? ¿Qué fue el New Deal?
2. Define:
• Reparaciones de guerra
• Bienes de consumo duradero
• Inflación
• Deflación
• Burbuja especulativa
• Sobreproducción
• Crisis de liquidez
• Autarquía económica
• Estado de bienestar
3. A partir de los documentos correspondientes, explica brevemente en qué consistió la crisis del
campesinado en el perido del "dust bowl"

4. Trabaja el libro de texto:


Apartado
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1.- EL LEGADO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
Hacer pagar a Alemania
“Si lo que nos proponemos es que, por lo menos
durante una generaci n Alemania no pueda adquirir
siquiera una mediana prosperidad; si creemos que
todos nuestros recientes aliados son ngeles puros y
todos nuestros recientes enemigos, alemanes,
austriacos, h ngaros y los dem s son hijos de del
demonio; si deseamos que, a o tras a o, Alemania sea
empobrecida y sus hijos se mueran de hambre y
enfermen, y que est rodeada de enemigos, entonces
rechacemos todas las proposiciones generosas, y
particularmente las que puedan ayudar a Alemania a
recuperar una parte de su antigua prosperidad
material. (...).Si tal modo de estimar a las naciones y
las relaciones de unas con otras fuera adoptado por
las democracias de la Europa occidental, entonces,
¡que el Cielo nos salve a todos¡ Si nosotros aspiramos
deliberadamente al empobrecimiento de la Europa
central, la venganza, no dudo en predecirlo, no
tardar .”
J. M. Keynes. Las consecuencias econ micas de la
paz. 1919









Tratado de Versalles.
"Los Estados Unidos de Am rica, imperio brit nico, Francia, Italia, Jap n, potencias designadas
por el presente tratado como las principales potencias aliadas y asociadas, de una parte (...) y
Alemania, por otra, han convenido las siguientes disposiciones (...):
Art. 42. Se proh be a Alemania mantener o construir forti caciones, sea sobre el lado izquierdo
del Rin, sea sobre su lado derecho.
Art. 43. Se proh be igualmente en la zona de nida en el art. 42, el mantenimiento y la
concentraci n de fuerzas armadas (...).
Art. 45. En compensaci n de la destrucci n de las minas de carb n en el norte de Francia (...)
Alemania cede a Francia la propiedad entera y absoluta de las minas de carb n situadas en el
Sarre.
Art. 119. Alemania renuncia, en favor de las principales potencias aliadas y asociadas, a todos
sus derechos y t tulos sobre sus posesiones en ultramar.
Art. 160. El ej rcito alem n ser destinado exclusivamente al mantenimiento del orden sobre el
territorio y a la polic a de fronteras.
Art. 231. Los gobiernos aliados y asociados declaran y Alemania reconoce que Alemania y sus
aliados son responsables, por haberlos causado, de todas las p rdidas y todos los da os
sufridos por los gobiernos aliados y sus naciones como consecuencia de la guerra, que les ha
sido impuesta por la agresi n de Alemania y sus aliados."
Art. 232. Los gobiernos aliados y asociados exigen y Alemania adquiere el compromiso de que
sean reparados todos los da os causados a la poblaci n civil de las potencias aliadas y
asociadas, y a sus bienes.
Art culo 233. La cuant a de estos da os, por cuya reparaci n debe pagar Alemania, ser jada
por una comisi n interaliada, que tomar el t tulo de Comisi n de Reparaciones.”
Tratado de Versalles. 1919




















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Postura de Clemenceau
"Levanto acta de las palabras y de las excelentes
intenciones del Presidente Wilson; pero eliminan el
sentimiento y el recuerdo y es en eso en donde yo
tengo una reserva a hacer en lo que se acaba de
decir. El Presidente de los Estados Unidos
desconoce el fondo de la naturaleza humana. El
hecho de la guerra no puede ser olvidado. Am rica
no ha asistido de cerca a esta guerra-durante los
tres primeros a os; nosotros, en este tiempo,
hemos perdido un mill n y medio de hombres. Ya
no tenemos mano de obra. Nuestros amigos
ingleses, que han perdido menos que nosotros
pero lo su ciente para haber tambi n sufrido
mucho, me comprender n.
Nuestras pruebas han creado en este pa s un
sentimiento profundo de las reparaciones que se
nos deben. Y no se trata s lo de reparaciones que
se nos deben. Y no se trata s lo de reparaciones
materiales, porque la necesidad de reparaciones
morales no es menor. Las doctrinas que acaban de
ser invocadas permitir an, si se interpretasen
rigurosamente, que nos rehusasen tambi n
Alsacia-Lorena. En realidad, el Sarre y Landau
forman parte de Alsacia-Lorena."
Palabras de G. Clemenceau. Sesi n del Consejo de
los Cuatro, 28 de marzo 1919
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Postura de Lloyd George
“El mayor problema que percibo es que
Alemania puede asociar su destino al del
bolchevismo y poner sus recursos, su talento,
su gran poder de organizaci n, a la disposici n
de los revolucionarios fan ticos cuyo sue o es
conquistar el mundo mediante el bolchevismo,
mediante la fuerza de las armas. (...) Si somos
inteligentes, ofreceremos a Alemania una paz
que, al tiempo que sea justa, sea para todo
hombre sensato, preferible a la alternativa del
bolchevismo.”
Lloyd George. 25 de marzo de 1919




OCUPACI N DEL RUHR
“Pueblos obreros de Europa: la ocupaci n del
Ruhr significa una guerra nueva, por m s que
ahora por parte alemana no exista una fuerza
armada capaz de resistencia, este acto de
violencia acentuar los antagonismos entre los
diferentes Estados y exasperar e inflamar las
pasiones nacionalistas. A ambos lados de la
frontera, desencadenar la reacci n m s
extremista y desbrozar el camino a todas las
formas de fascismo. (...) ¡Trabajadores de Francia¡
Levantad todos juntos y con fuerza vuestra voz
contra la ocupaci n del Ruhr, contra la
explotaci n de los obreros franceses y alemanes
reunidos. Oponeos a la marea nacionalista,
luchad por la retirada inmediata de las tropas de
las regiones ocupadas. Luchad para obtener la
m s alta tasaci n de las fortunas capitalistas con
vistas al pago de las deudas de guerra y de la
restauraci n de las regiones devastadas. Decid a
vuestros hermanos y a vuestros hijos que sirven
bajo el uniforme que, combatiendo para reducir a
servidumbre a los obreros alemanes, est n
combatiendo en realidad en favor de su propia
esclavitud.”
Oposici n de sindicatos y partidos de izquierda
Alegoría de la avaricia, Francia ocupa el
europeos contra la ocupaci n franco-belga de la Ruhr
cuenca del Ruhr. P. Llimouzin. Textos y
documentos de historia


















La crisis de postguerra.
La hiperinflación
“En Alemania, en 1923, el valor de la
moneda se redujo a una millon sima parte
respecto a 1913, lo que equivale a decir
que la moneda perdi completamente su
valor. Incluso en casos extremos las
consecuencias fueron realmente
dram ticas. El abuelo del autor, cuya
p liza de seguros venci durante el
per odo de la inflaci n austriaca, contaba
que cobr esa gran suma en moneda
devaluada y que solamente le sirvi para
pagar una bebida en un bar al que acud a
habitualmente.”
E. Hobsbawm. Historia del siglo XX

Niños jugando con montones de


dinero inservible










La crisis de postguerra.
La hiperinflación

"En tiempos de hiperinflaci n, un kilo de papas puede valer m s que


toda la plata de la familia y un pedazo de carne m s que el piano de cola.
Una prostituta en la familia es mejor que un hijo muerto; robar es
preferible a pasar hambre; no pasar fr o es m s importante que
conservar el honor; el vestirse est antes que las convicciones
democr ticas y comer es m s necesario que la libertad"
Adam Fergusson. Cuando muere el dinero








La crisis de postguerra. La
hiperinflación
"Los hombres y las mujeres se apresuraban
a gastar sus sueldos, a ser posible, a los
pocos minutos de cobrarlos. Los billetes
eran llevados a las tiendas en carretilla o en
cochecitos de ni o. (...) Aquel oto o, en
Alemania, se utilizaron virtualmente todas
las prensas capaces de imprimir dinero. En
realidad los billetes manaban a raudales. Y a
veces el comercio se interrump a al
retrasarse las prensas en producir nuevos
billetes de cifras lo bastante altas para que
fuese transportable la cantidad de papel
necesaria para la compra del d a."
J.K. Galbraith, El dinero, 1975




“En aquellos tiempos las complicaciones cotidianas de la vida en a capital eran tales
que se precisaban amplios conocimientos matem ticos para las cuestiones m s
elementales. La prensa de cada ma ana publicaba los precios del d a:
Billete de tranv a....................................50.000 marcos
Coches de caballos.............................300.000 marcos
Ba os p blicos....................................115.000 marcos
Asistencia m dica.................................80.000 marcos."
Adam Fergusson. Cuando muere el dinero








La crisis de postguerra. La hiperinflación
“Ped la cuenta. Cuando la trajeron, estaba cuidadosamente detallada y sumaba 650.000.000
de marcos. Muy serviciales, hab an calculado al cambio especial de 31 d lares con 63.
- ¿Puedo ver esa cuenta? -pregunt Alfred, poni ndose las gafas de leer y, antes de que yo
pudiera evitarlo, la tom . Christoph se puso de pie, mir por encima del hombre de Alfred y
sac la estilogr fica (...) ¡Herr camarero¡ -grit Alfred. (...)
- ¿De d nde ha sacado este tipo de cambio? Usted sabe muy bien que a las doce eran
veintis is mil millones (el d lar).
- ¡Pero ahora son las dos de la madrugada, Herr Baron¡ Tenemos que defendernos...
- ¿E inventa por ello un nuevo cambio? ¿El cambio nocturno del Adlon? El c lculo da menos
de veinticinco mil millones por d lar -anunci Christoph, que hab a estado haciendo cuentas
en el reverso de un men .
- Herr Baron, tenemos que defendernos -dijo el gerente. ¿C mo sabremos cu l ser el cambio
cuando depositemos el dinero ma ana por la ma ana? -pregunt el cajero.
-¡Usted est cobrando en d lares, hombre¡ -dijo Christoph en tono de plaza de armas-,
¡Ma ana por la ma ana valdr n m s¡
Por supuesto, ellos lo sab an perfectamente. Si yo hubiera tratado de pagar la cuenta en
marcos -suponiendo que hubiese podido llevar al comedor m s de setecientos noventa mil
millones de marcos- no los hubieran aceptado. ¿Qu hac a la gente si no ten a d lares, libras,
florines o francos? Algo que seguro no hac an era cenar en el Hotel Adlon.
Cuando terminaron las negociaciones, mi cuenta hab a sido reducida en un d lar y veintitr s
centavos, lo cual dif cilmente val a la peque a escena.”
Arthur R. G. Somssen. Una princesa en Berl n












































El Plan Dawes
ACUERDOS DE LOCARNO
“El acuerdo de Locarno presenta la
novedad de sustituir el esp ritu de
desconfianza por un esp ritu de
solidaridad. Y es por la solidaridad
humana que hay que hacer que la guerra
sea imposible. Ah tengo, delante de mi, a
los delegados de Alemania... y eso no
quiere decir que yo no siga siendo un
buen franc s, como ellos son, a buen
seguro, unos buenos alemanes. Pero es
que aqu todos nosotros no somos m s
que unos buenos europeos. Basta de
guerras, basta de soluciones sangrientas
para nuestras diferencias. Desde luego
que no han desaparecido, pero a partir de
ahora va a ser el juez quien fije el
derecho. Del mismo modo que los
ciudadanos individuales van a solucionar
sus dificultades ante los magistrados,
tambi n nosotros vamos a solucionar las
nuestras por procedimientos pacificos.
¡Atr s los fusiles, las ametralladoras, los
ca ones! ¡Que dejen lugar a la
conciliaci n, al arbitraje, a la paz!”
A. Briand. Declaraciones sobre el Tratado
de Locarno










Conferencia de Locarno, 16-10-1925
2.- LOS “FELICES AÑOS 20” (1923-1929)
La recuperación

"En 1925, de una manera un poco superficial todo se puso de nuevo en orden: la producci n
mundial recuper su nivel de antes de la guerra (...). Nuevas esperanzas y soluciones t cnicas
surgieron. El mundo industrial y financiero se ve entonces animado por una sed de producir y
ganar que fue cortada por la m s grave de las conmociones econ micas de la historia. El
cataclismo comenz en 1929, se agrav en 1931 y sus se ales se hicieron sentir mucho
despu s de 1933.”
Pierre Le n. Historia econ mica y social de mundo. Guerras y crisis (1914-1947).

“Mientras los EE.UU. s lo eran productores de materias primas, el mundo segu a su camino
fij ndose en la moda francesa para los vestidos, las joyas o los perfumes; comerciando seg n
los m todos ingleses; viajando a Alemania para buscar ciencia y m sica. Pero nosotros ahora
hemos cambiado todo eso. El jazz americano est a punto de expulsar a Wagner de Alemania,
la arquitectura americana supera a la de la Grecia cl sica, el cocktail americano ha conquistado
los caf s de Par s y los boxeadores ingleses se naturalizan americanos.”
Recogido por David Solar. Bolet n de la Sociedad Geogr fica de los EE.UU.























“La clase alta, sin embargo, due a del poder y de la riqueza, no se dio cuenta del peligro
que amenazaba el fr gil equilibrio de su posici n. Los ricos se divert an bailando el
charlest n y los nuevos ritmos el jazz, el fox- trot y unas cumbias de negros que eran una
maravillosa indecencia. Se renovaron los viajes en barco a Europa, que se hab an
suspendido durante los cuatro a os de guerra y se pusieron de moda otros a
Nortameam rica. Lleg la novedad del golf, que reun a a la mejor sociedad para golpear
una pelotita con un palo, tal como doscientos a os antes hac an los indios en esos
mismos lugares. Las damas se pon an collares de perlas falsas hasta las rodillas y
sombreros de bacinilla hundidos hasta las cejas, se hab an cortado el pelo como hombres
y se pintaban como meretrices, hab an suprimido el cors y fumaban pierna arriba. Los
caballeros andaban deslumbrados por el invento de los coches norteamericanos, que
llegaban al pa s por la ma ana y se vend an el mismo d a por la tarde, a pesar de que
costaban una peque a fortuna y no eran m s que un estr pito de humo y tuercas sueltas
corriendo a velocidad suicida por unos caminos que fueron hechos para los caballos y
otras bestias naturales, pero en ning n caso para m quinas de fantas a. En las mesas de
juego se jugaban herencias y las riquezas f ciles de la posguerra, destapaban el champ n,
y lleg la novedad de la coca na para los m s refinados y viciosos.”
Isabel Allende. La Casa de los Esp ritus. Ed. Plaza y Jan s. Barcelona, 1992.

































“La causa principal de que el hombre siga siendo pobre es su falta de inteligencia, su falta
de capacidad para trabajar, su inconstancia y su desconocimiento del modo de emplear sus
dones naturales. De entre un centenar o un millar de personas, muy pocas son realmente
laboriosas, inteligentes y afables. Cuando existen estas cualidades, es posible enriquecerse
con rapidez.”
C. Fay. Los negocios en pol tica. 1926.

“El Congreso puede considerar el presente con satisfacci n y encarar el futuro con
optimismo, ya que la fuente principal para esta bendita situaci n sin precedentes reside en el
car cter del pueblo norteamericano.”
Calvin Coolidge. Declaraciones. Diciembre de 1928.




La especulación bursátil. Groucho Marx
“Muy pronto, un negocio mucho m s atractivo que el
teatral atrajo mi atenci n y la de mi pa s. Era un asuntillo
llamado mercado de valores (...). Si uno compraba ochenta
mil d lares de acciones, s lo ten a que pagar en efectivo
veinte mil, el resto se le dejaba a deber al agente (...). El
mercado segu a subiendo y subiendo (...). Lo m s
sorprendente del mercado en 1929 era que nadie vend a
una sola acci n. La gente compraba sin cesar (...). El
fontanero, el carnicero, el hombre del hielo, todos
anhelando hacerse ricos arrojaban sus mezquinos
salarios –y en muchos casos los ahorros de toda la vida–
en Wall Street (...). Un buen d a el mercado empez a
vacilar. Algunos de los clientes m s nerviosos fueron
presa del p nico y empezaron a vender (...); al principio
las ventas se hac an ordenadamente, pero pronto el
p nico ech a un lado el buen juicio y todos empezaron a
lanzar al ruedo sus valores (...) y los agentes empezaron a
vender acciones a cualquier precio (...). Luego, un d a,
Wall Street tir la toalla y se derrumb . Eso de la toalla es
una frase adecuada porque para entonces todo el pa s
estaba llorando.”
Groucho Marx. Memorias





















La especulación bursátil. Harper
“El chofer del rico conduc a con sus o dos puestos en
los asientos de atr s para recoger noticias sobre un
inminente movimiento en Bethlemen Steel; l mismo
pose a cincuenta acciones por las que hab a
depositado una aval que le cubr a una variaci n de diez
enteros. El hombre que limpiaba los cristales de la
ventana en la oficina del agente de cambio y bolsa
hac a una pausa para observar los valores, pues estaba
considerando la oportunidad de convertir sus escasos
ahorros en unas pocas acciones de Simmons. Edwin
Lef vre (informador de la marcha de la bolsa) refiri el
caso del criado de un agente de cambio que gan casi
un cuarto de mill n jugando en el mercado; el de una
veterana enfermera que cosech treinta mil gracias a
las confidencias de agradecidos pacientes; y el de un
pastor de Wyoming que viv a a treinta millas del
ferrocarril m s pr ximo, quien compraba o vend a
miles de acciones en un d a.”
Harper. Only Yesterday. 1931. An Informal History of the
1920's



















La especulación bursátil. Galbraith
“Empero existe m s peligro de exagerar el
inter s popular por el mercado que de
infravalorarlo. El t pico de que en 1929 todo el
mundo “jugaba en la bolsa” no es ni mucho
menos literalmente verdad. Entonces, como
ahora, el mercado de valores era para la gran
mayor a de obreros, agricultores y empleados
- e s d e c i r, l a g r a n m a y o r a d e l o s
norteamericanos-, algo remoto y vagamente
siniestro. Entonces, como ahora, pocos sab an
c mo hab a que arregl rselas para comprar
t tulos; la compra de valores a plazo y con
fianza era en todo caso un hecho tan alejado de
la vida real de la masa de poblaci n como el
Casino de Montecarlo. (...) De modo que s lo un
mill n y medio de personas -de una poblaci n
de unos 120 millones de personas y de 29 a 30
millones de familias- participaron activamente
de alguna manera en el mercado de valores.” 1) ¿Qué significa la expresión
John Kenneth Galbraith. El crack del 29 "happy twenties"? ¿Que tiene
que ver con la expresión
"American way of life"?














3.- ¿CÓMO SE GENERA UNA BURBUJA ESPECULATIVA?
“El martes 29 de octubre fue el d a m s
devastador en la historia de la Bolsa de El "martes negro"
Nueva York y, posiblemente, el m s
devastador en la historia de todos los
mercados. Todo lo peor de todos los
d as anteriores se dio cita en l. El
volumen de contrataci n fue
inmensamente superior al del “Jueves
Negro”; la degradaci n de los precios
alcanz profundidades s lo superadas
el lunes. La incertidumbre y la alarma
fueron tan grandes como en cualquiera
de los d as citados.
Tan pronto como abri el mercado, se
empez a vender con enloquecida
urgencia. Se ofrec an grandes masas de
valores al precio que quisiesen dar; de
haber continuado todo el d a el ritmo de
venta de la primera hora el volumen
total habr a sido de 33 millones de
transferencias.”
Galbraith. El crac del 29

Ejercicios 1 a 3 p. 179. Incluye los documentos de la presentación

















El “crack” de 1929 y su difusión
“Nada hac a presumir en aquella apacible ma ana oto al del jueves 24 de octubre, que
pasar a a la historia como una de las fechas negras del siglo, el jueves negro de Wall Street.
La sesi n burs til se inici de forma sostenida, pero en seguida afluyeron grandes
cantidades de papel y se hundieron los precios. Los angustiados especuladores arrojaron
sus t tulos sobre las mesas de contrataci n. El ticker (teletipo) se retras . Los agentes de
bolsa exigieron garant as para los t tulos a cr dito y ante la imposibilidad de obtenerlos,
volcaron nuevas remesas de papel sobre la bolsa, ocasionando nuevas bajadas. Y as ola
tras ola, levantando una tempestad m s fuerte e incontrolable.
En la calle se originaron tumultos entre especuladores y curiosos que se arremolinaban en
Wall Street. La polic a tom medidas. Entre los corrillos circul el rumor de que once
especuladores arruinados se hab an suicidado.
Churchill se admira del “orden y la calma sorprendentes” que, dada la grav sima situaci n,
manten an los especuladores que estaban all (...) ofreci ndose unos a otros paquetes
enormes de acciones a un tercio de sus antiguos precios y a la mitad e su valor actual y sin
encontrar durante muchos minutos a nadie lo bastante fuerte como para recoger las fortunas
que se ve an obligados a ofrecer.”
David Solar. El crack. Historia Universal del siglo XX. Historia 16

























La desesperación ante el crack
“Edward Stone, importante especulador burs til, lleg a casa a las seis de la tarde del Jueves
Negro. Con los ojos enloquecidos grit a su hija Edith:
- No podemos conservar nada. No tengo ni un centavo. La Bolsa se ha hundido. Nos hemos
quedado sin nada. ¡Nada¡ ¡Voy a matarme¡ Es la nica soluci n. Tendr is el seguro... Y ech a
correr en direcci n a la terraza (...). Un paso le separaba de la barandilla cuando Edith logr
agarrarle un pie y retorc rselo hasta derribarlo (...). Entonces intervino la esposa, que le
abofete repetidas veces y, al fin, Edward Stone empez a reaccionar (...). Todo hab a pasado
en menos de cinco minutos. Comenzaron a llegar los criados, a quienes hubo que decir que
se hab a ca do.
Al final, ya m s calmado y en su habitaci n junto a su mujer e hija, logr contar lo ocurrido.
Estaban en la m s completa miseria. Ese d a hab a perdido m s de cinco millones de d lares.
Gordon Thomas. El d a en que se hundi la Bolsa. 1984

























La opinión de Hoover
“El presidente Hoover no sab a hacer otra cosa que repetir: “la crisis habr pasado antes
de 60 d as; aprovechad el momento para comprar”. Pero en 1930 y en 1931 mientras que
Hoover, rom ntico incorregible , proclamaba: “la prosperidad nos espera a la vuelta de la
esquina”, Steel ca a a 100, a 50 y a 30. En 1932, pude o r a una norteamericana que legaba
a Par s que musitaba con tono l gubre: “Steel est a 22...esto es el fin del mundo”
A. Maurois. Chantiers am ricains. 1933
La opinión de Galbraith
“En definitiva, una cosa est clara sobre esta dram tica experiencia. Hasta bien entrado el
oto o de 1929 la recesi n fue limitada: modesta en la actividad econ mica en general y
ligeramente apreciada en el ndice de desempleo. Hasta noviembre se pudo arg ir que no
hab a ocurrido nada del otro mundo. La econom a, como dijimos, ha sufrido similares
recesiones. Pero, a diferencia de esas otras ocasiones, en 1929 la recesi n se prolong
insospechadamente y siempre empeorando. Este es el rasgo fundamental espec fico de la
experiencia de 1929.”
J. K. Galbraith. El crack del 29






















4.- LA GRAN DEPRESIÓN

Manifestaciones de la crisis: la depresión


“El verano de 1932 fue probablemente el punto m s bajo de la depresi n. Todo era muy
sencillo: nadie ten a dinero. El que ser a el ltimo gobierno republicano en el curso de
dos d cadas estaba a punto de recibir el finiquito, sin ideas, y para nosotros como si
dij ramos en el cubo de la basura, falto incluso de la ret rica de la esperanza. Los
recuerdos que tengo de aquel a o (...) Me configuraban una ciudad fantasma que poco a
poco se iba cubriendo de polvo, manzana tras manzana, cada vez con m s r tulos de SE
TRASPASA en sucios escaparates de tiendas y talleres abiertos muchos a os antes y en
la actualidad cerrados. Fue tambi n el a o de las colas en las panader as, de hombres
sanos y robustos que formaban en batallones de seis y ocho en fondo a lo largo del
muro de alg n almac n, en espera de que este o aquel organismo municipal
improvisado, o el Ej rcito de Salvaci n o cualquier iglesia, les diese un taz n de caldo o
un panecillo.”
A. Miller. Vueltas al tiempo




















Nº DE PARADOS (EN MILES)
1929 1930 1931 1932 1933
USA 2964 6403 10477 13359
G. B 1204 1694 2666 2660 2821
Alem. 2484 3041 4744 6034 5599
Franc 9 14 72 347 356

El desempleo y las Hoovervilles


“Por lo tanto, la naci n entr vacilante al segundo invierno de la depresi n y el desempleo
comenz a volverse una forma de vida (...) Pero el fr o era terrible en las viviendas sin
calefacci n, en las posadas que ol an a sudor y desinfectantes, en los parques, en los
furgones vac os y a lo largo de los muelles. Sin dinero para el alquiler, los hombres sin
trabajo y todas sus familias comenzaron a levantar barracas donde encontraban tierra
desocupada. A lo largo de los terraplenes de los ferrocarriles, al lado de los incineradores
de desperdicios, en los basureros de las ciudades, aparecieron poblados de cart n
embreado y hojalata, cajas viejas de empaque y carrocer as de autom vil inservibles.
Algunas barracas eran ordenadas y limpias: por lo menos la limpieza era gratuita; pero
otras eran de una sordidez que desafiaba toda descripci n, con los olores de la pobreza y
de la rendici n. S mbolos de la Nueva Era, esas comunidades recibieron muy pronto un
nombre sard nico: se las llam Villas Hoover, y de hecho en muchos casos solo los
afortunados pod an encontrar refugio en ellas. Los infortunados pasaban las noches
amontonados ante las puertas, en cajas de empaque vac as o en furgones. En las filas de
pan y en las cocinas populares, muchas horas de espera tra an una escudilla de papilla a
menudo sin leche o sin az car y una taza de hojalata con caf . (...) Ese segundo invierno
vio a los habitantes de Chicago que escarbaban con palos y con las manos los montones
de basura cuando se alejaban los camiones del servicio de limpieza.“
Arthur M. Schlesinger, Jr. La crisis del orden antiguo 1919-1933





















“ Me decían que estaba construyendo un sueño, de modo que seguí a la multitud.
Cuando había que la labrar la tierra o llevar el fusil yo siempre estaba allí, era el
primero en arrimar el hombro. Me decían que estaba construyendo un sueño, que
la paz y la gloria ya llegaban.
¿ por qué tengo que hacer cola para conseguir pan?
(...). Hermano no tendrán diez centavos ?”

Estrofa de la canción “ Brother, can you spare a dime?”


( Hermano ¿no tendrás diez centavos?) , de la comedia musical Americana,
interpretada por R. Weber y convertida en canción de la crisis.

5.- ¿CÓMO SE EXPANDIÓ LA CRISIS AL RESTO DEL


MUNDO?
Ejercicios 1 a 4 p. 183. Incluye los documentos de la presentación
Valor de las
exportaciones
6.- LAS PROPUESTAS DE RECUPERACIÓN DE LA CRISIS
El New Deal. Discurso de F.D. Roosevelt
“Nuestra m s ardua tarea, la primera, es hacer que el
pueblo vuelva al trabajo. No es un problema insoluble si
nos enfrentamos a l con prudencia y valent a. Puede
realizarse, en parte, mediante la contrataci n directa por
parte del gobierno, actuando como en un caso de guerra
pero, al mismo tiempo llevando a cabo los trabajos m s
necesarios, a partir de estas personas contratadas, para
estimular y reorganizar la utilizaci n de nuestros
recursos naturales.(...)
Este es inexorablemente el momento de decir la
verdad, toda la verdad, con franqueza y atrevimiento.
Debemos actuar r pidamente; utilizar el Congreso
como el ltimo recurso para combatir la crisis, con un
poder ejecutivo amplio para librar una batalla contra el
estado de emergencia, con un poder tan grande como el
que me ser a conferido si de hecho fu semos invadidos
por un pa s extranjero.”
F. D. Roosevelt. Discurso de toma de posesi n de la
presidencia. 1933













El New Deal
“Se habla mucho de lo que este Renacimiento aporta al asalariado, de c mo su capacidad
adquisitiva mejora. Pero el Ministerio de Trabajo, ha trabajado siempre con hombres de
carne y hueso. El Ministerio de Trabajo es el gran Departamento del Gobierno en el que
todas las actividades concurren al bienestar humano. Bajo la presi n de la opini n y de los
sentimientos del pueblo americano, hemos llegado a un punto de vista tal, que nos induce a
exigir que la vida industrial tenga en cuenta tanto las relaciones humanas como el hecho de
las f rmulas econ micas complicadas.
El carb n para el invierno, la fontaner a, el inter s sobre las hipotecas, la leche del beb , el
matrimonio, las aspiraciones culturales, incluso la soda y los paseos sobre el pony en el
parque, deben ir por delante de las teor as abstractas generales.
Estamos particularmente preocupados por las condiciones de vida de los hombres y de las
mujeres. En hacer de los miembros una parte completa del mundo civilizado, humanizar las
leyes que les conciernen, ste el objetivo esencial que debe perseguir el Ministerio de
Trabajo.
El Ministerio de Trabajo, que esta naci n ha establecido para promover el bienestar
humano, tiene la misi n consciente y deliberada de consagrarse a las necesidades
humanas, de comprender si puede escuchar con el o do atento lo que el pueblo necesita y lo
que espera. El trabajo del ser humano no es un art culo de consumo, ni un art culo de
comercio, y el mundo no es solamente capacidad adquisitiva, eficacia e investigaci n (...).”
Frances Perkins. People at work. 1934.. Secretaria de Trabajo del presidente F.D. Roosevelt

















La intervención del estado. Keynes
“El ensanchamiento de las funciones del
Estado, necesario para la adaptaci n rec proca
de la propensi n a consumir y de la incitaci n a
invertir, parecer a (a algunos) una horrible
infracci n de los principios individualistas.
Este ensanchamiento nos parece lo contrario y
el nico medio para evitar la destrucci n
completa de las instituciones econ micas
actuales, y la condici n para un feliz ejercicio
de la iniciativa individual.”
J. M. Keynes. Teor a general sobre el empleo, el
inter s y la moneda. 1936












La recuperación en los países nórdicos
“En los pa ses n rdicos apenas se dio sufragismo debido a la mentalidad progresista
imperante y al peso social de la mujer, que facilitaron la equiparaci n jur dica (...). Una
evoluci n diferente present el mosaico de pa ses del este procedentes de los imperios
centrales: austro-h ngaro y alem n, turco y ruso. El desmoronamiento de los dos
primeros tras la Primera Guerra Mundial (Alemania, Austria, Checoslovaquia, Polonia)
trajo reformas muy progresistas, el voto femenino entre ellas, sin existencia previa del
sufragismo (...) En Rusia fue posible despu s de una aut ntica revoluci n, la bolchevique,
que trastoc los fundamentos del orden tradicional. En el caso de los Estados surgidos el
Imperio turco, Yugoslavia, Grecia y Bulgaria, (...) No hubo sufragismo ni reformas tocantes
a la situaci n femenina.
Por ltimo, en los pa ses occidentales cabr a diferenciar entre los protestantes
(Inglaterra, Holanda...); m s modernos y evolucionados, y m s pr speros
econ micamente, y los cat licos (Italia, Espa a, Portugal...); atrasados, tradicionales y
conservadores. (...) En los pa ses protestantes hubo un movimiento sufragista fuerte, y
s lo gracias a su lucha se consiguieron las reformas y el voto. En los cat licos apenas se
dio el movimiento sufragista y s lo tras mucha batalla femenina y muy tarde, caso de
Italia, o por el reformismo de sus gobernantes, caso de Espa a, se obtuvieron estas
conquistas.”
Gloria ngeles Franco Rubio. Historia universal. Siglo XX





























La crisis en Alemania

“Se dice a menudo que los j venes sufren menos que las personas mayores esta
situaci n de desempleo. Nuestra experiencia nos demuestra lo contrario. Nuestra
desorganizada econom a ya no es capaz, hoy en d a, de preparar de manera ordenada a la
nueva generaci n para el trabajo. Cientos de miles de j venes quedan si trabajo as que
terminan su aprendizaje; permanecen en esta situaci n largos per odos de tiempo, y
pierden as la pericia que adquirieron en su preparaci n y que nunca llevaron a la
pr ctica. ¿En qu se convertir la econom a alemana, pregunto yo, si no hay una nueva
generaci n que conserve las mundialmente famosas cualidades del pueblo alem n?”
W. Eggert, sindicalista alem n en un discurso. Abril de 1932


















La crisis en Alemania. El partido nazi
“¿T crees que el hambre es necesaria? ¿Quiz la has conocido ya? Veinte millones de
alemanes tienen hambre como t (...) Ma ana, volver s a la oficina de colocaci n y te
apuntar s. Aparte de esto, no tendr s nada m s que hacer ma ana (...) El n mero de parados
ha aumentado en cuatro millones. ¿Crees t que este n mero bajar si no cambian los
m todos? (...). Tenemos todo lo necesario: la tierra que produce el pan, las manos que
trabajan, las m quinas que podr an fabricar en abundancia todo lo que nos hace falta. ¿Por
qu , entonces, estar hambrientos? (...) ¿Te parece todo esto normal? Entonces ve y vota por
quienes han hecho una pol tica que no ha cambiado en nada nuestra miseria, sino que por el
contrario, la aumenta cada a o. Pero si te queda tan s lo un rayo de esperanza, ¡entonces
vota a los nacionalsocialistas¡ que piensan que todo esto se puede cambiar. ¿Qu dice Hitler
de esta situaci n? ¡No dice nada¡ ¡Adolf Hitler har a algo¡ ¡No se quedar a quieto esperando
que extranjero tenga ganas de chuparnos todav a m s dinero¡ Lo que har a Adolf Hitler est
todo preparado y a punto. Hitler solo espera el d a en que t decidas por l, para poder
ayudarte.”
Propaganda nazi en las elecciones
































La opinión del historiador

"Para aquellos de nosotros que vivimos los a os de la Gran Depresi n, todav a resulta
incomprensible que la ortodoxia del mercado libre, tan patentemente desacreditada
entonces, haya podido presidir nuevamente un per odo general de depresi n a finales de
los ochenta y principios de los noventa, en el que se ha demostrado igualmente incapaz
de aportar soluciones. Este extra o fen meno debe servir para recordarnos un gran
hecho hist rico que ilustra: la incre ble falta de memoria de los te ricos y pr cticos de la
econom a. Es tambi n una clara ilustraci n de la necesidad que la sociedad tiene de los
historiadores, que son los “recordadores” profesionales de lo que sus ciudadanos
desean olvidar.”
E. Hobsbawm. Historia del siglo XX














7.- LA VIDA COTIDIANA DURANTE LA GRAN DEPRESIÓN

Ejercicios 1 a 3 p. 187. Incluye los documentos de la presentación


The Dust Bowl
1) A partir de los documentos siguientes, explica brevemente en qué consistió la crisis
del campesinado en el perido del "dust bowl"
“Hasta durante los a os de la prosperidad la
situaci n de los campesinos se hab a
convertido en cr tica; en el per odo 1927-1928,
por ejemplo, un 45% de las transferencias de la
propiedad inmobiliaria fueron debidas a las
quiebras, las ejecuciones fiscales u otras
causas del mismo tipo (...) Las fuertes bajas de
los precios agr colas no representaron un
aumento correspondiente de la demanda, y
tampoco tuvieron como consecuencia una
disminuci n de la producci n como ocurr a en
la industria, sino que provocaron un incremento
del cultivo, esperando compensar la p rdida
sobre el precio unitario, al aumentar la cantidad
de unidades producidas”.
H. Gideouse. Revista econ mica internacional.
1934











“Y entonces los despose dos fueron empujados
hacia el oeste (...). Carretadas, caravanas, sin
hogar y hambrientos, veinte mil, cincuenta mil y
doscientos mil (...). Corriendo a encontrar alg n
trabajo para hacer –levantar, empujar, tirar,
recoger, cortar– cualquier cosa, cualquier carga
con tal de comer. Los cr os tienen hambre. No
tenemos d nde vivir. Como hormigas corriendo
en busca de trabajo y, sobre todo, de tierra (...).
Los hombres, que han creado nuevas frutas en
el mundo, son incapaces de crear un sistema
gracias al cual se pueda comer. Y este fracaso
cae sobre el Estado como una gran cat strofe
(...). Y en los ojos de la gente hay una expresi n
de fracaso, y en los ojos de los hambrientos hay
una ira que va creciendo. En sus almas las uvas
de la ira van desarroll ndose y creciendo y
alg n d a llegar la vendimia.”
John Steinbeck, Las uvas de la ira, 1939










“El trabajo del hombre y de la naturaleza,
el producto de las cepas y de los
rboles, debe ser destruido para que se
mantenga el curso de los precios, lo que
significa una abominaci n que
sobrepasa cualquier otra. Hay
cargamentos de naranjas arrojadas por
todas partes, la gente viene desde lejos
para cogerlos, pero no lo consiguen (...),
porque se env a a hombres encargados
de rociar con petr leo los montones de
naranjas (...). Y los ni os atacados por la
pelagra mueren porque cada naranja
debe rendir un beneficio. Y como causa
del fallecimiento se describe en el
registro: muerte por subnutrici n. Y todo
esto porque los alimentos se pudren,
porque se les fuerza a que se pudran. En
el alma de la gente engordan y maduran
las uvas de la ira anunciando pr ximas
vendimias”.
John Steinbeck. Las uvas de la ira, 1939







El gran Gatsby (The great Gatsby). Australia. 2013.
Dir: Baz Luhrmann

Las uvas de la ira (The Grapes of Wrath). USA. 1940.


Dir: John Ford

Oh brother. USA. 200. Dir: Joel Coen

Los intocables de Eliott


Ness (The untouchables).
USA. 1987. Dir: Brian de
Palma

The artist. Francia. 2011. Dir: Michel


Azanavicious
El golpe (The still). USA. 1973. Dir: George Roy Hill

Matar a un ruiseñor (To Kill a Mockingbird). USA.


1961. Dir: Robert Mulligan

Que bello es vivir (It’s a wonderful


life). USA. 1946. Dir: Frank Capra

Medianoche en Paris
(Midnight in Paris). USA.
2011. Dir: Woody Allen

Los violentos años veinte (The roaring


twenties). GB. 1939. Dir: Raoul Walsh

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