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3. La Tetrarquía y su transformación
La primera Tetrarquía comprende:
Occidente Oriente
Augustos Maximiano Diocleciano (emperador)
Césares Constancio Cloro Galerio
Distintos conflictos que fueron evolucionando en varias etapas, que pueden
esquematizarse de la siguiente manera:
- años 306–311: Galerio reconoce a Constantino como César y pone a Severo
como su segundo, pero Majencio (uno del grupo del anterior Augusto
Maximiano) se alza con el apoyo de los pretorianos de Roma y es reconocido en
la península itálica, el norte de África y, en un primer momento, también
España. Severo marcha contra él y sucumbe; Majencio, entonces, se proclama
Augusto y, Maximiano, por su parte, abandona su retiro y pretende reivindicar
su poder. En el año 307, Licino ocupa el lugar vacante tras la muerte de Severo;
en el 310 muere Maximiano y en el 311 Galerio; de este modo el panorama en
ese momento es el de cuatro figuras enfrentadas:
Maximino Daia, que domina en Asia Menor, Siria y Egipto;
Licino, que hace lo propio en Iliria y los Balcanes;
Constantino, que paulatinamente se fue haciendo del control de las Galias,
España y Bretaña;
Majencio, que cuenta con el apoyo de Italia y África.
Pero, no obstante el número, ya no es esta la Tetrarquía de Diocleciano y,
además, Constantino rompe con la ideología legitimadora del patrocinio de
Júpiter y Hércules, y asume la mística solar de tendencia monoteísta y, por
tanto, tendiente a legitimar un gobierno unipersonal.
- Años 312–313: movido por sus proyectos personales y considerando
consolidada su posición por su matrimonio con Fausta (307), hija del antiguo
emperador Maximiano, y su alianza con Licino (en base a la promesa como
Historia de la Iglesia Antigua 08 3
[Texto 7]
Así murió la madre del emperador, una mujer merecedora de imborrable recuerdo ya por la piedad de sus
obras como por el hijo que engendró, egregio y fuera de lo común, al cual es justo proclamar bienaventurado,
entre todos los motivos, por su pleitesía hacia quien le dio el ser: con su influencia hizo, a quien antes no lo
era, una creyente en Dios tan fiel, que parecía haber sido desde el principio directamente instruida por nuestro
3
común Salvador,… (EUSEBIO, V.C. 3,47,2).
[Texto 8]
1
Cf. infra ¡Error!Marcador no definido..
2
Cf. SODEN H. V., Urkunde zur Entstehungsgeschichte des Donatismus (KlT 122), Bonn 1913, 23 (n° 18).
3
Cf. GURRUCHAGA M., Eusebio de Cesarea, Vida de Constantino (Biblioteca Clásica Gredos 190),
Madrid 1994, 303.
Historia de la Iglesia Antigua 08 4
12
… el emperador Constancio, que toda su vida había tratado a sus súbditos con la mayor suavidad y
benevolencia y a la doctrina divina con la mejor amistar… 13 Él fue también el único de nuestro
contemporáneos que en todo el tiempo de su mandato se portó de una manera digna del Imperio. En lo demás,
para todos se mostró el más favorable y el más bienhechor, y no participó lo más mínimo en la guerra contra
nosotros, antes bien, incluso preservo libres de daño y de vejación a los fieles que eran súbditos suyos.
Tampoco derribó los edificios de las iglesias ni admitió novedad alguna contra nosotros,… (EUSEBIO, HE
4
VIII 13,12–13).
[Texto 9]
… sólo mi padre practicó uniformemente obras de mansedumbre, invocando en todas sus acciones, con
5
unción admirable, a Dios como salvador (EUSEBIO, V.C. 2,40,1)
4
Cf. VELASCO DELGADO A., Historia Eclesiástica 538–539.
5
Cf. GURRUCHAGA M., Vida de Constantino 241.
6
Cf. TEJA R., Sobre la muerte de los perseguidores 189–191.
7
Cf. VELASCO DELGADO A., Historia Eclesiástica 575.
8
Cf. GURRUCHAGA M., Vida de Constantino 169–170.
Historia de la Iglesia Antigua 08 5
que [29] fue espectador del portento. Y decía que para sus adentros se preguntaba desconcertado qué podría
ser la aparición (to; favsma). En esas cavilaciones estaba, embargado por la reflexión, cuando le sorprende la
llegada de la noche. En sueños (uJpnou'nti) vio a Cristo, hijo de Dios (to;n Cristo;n tou' qeou'), con el signo
que apareció en el cielo (tw'/ fanevnti kat∆ oujrano;n shmeivw/) y le ordenó que, una vez se fabricada una
imitación del signo observado en el cielo, [30] se sirviera de él como de un bastión en las batallas contra los
enemigos. Levantándose nada más despuntar el alma, comunica a sus amigos el arcano (to; ajpovrrhton). A
continuación, tras haber convocado a artesanos en el oro y las piedras preciosas, se sienta en medio de ellos y
les hace comprender la figura del signo que ordena reproducir en otro y piedras preciosas (E USEBIO , V.C.
1,28,1–30).9
[Texto 15]
Él [Constantino], por su parte, se instruía con aquellas exposiciones, haciendo presa de él el estupor por la
teofanía (qeofavneia) que se le ofrecía ante sus ojos, y cuando comparaba la visión celeste (th;n oujravnion
o[yin) con la interpretación que de la doctrina le explicaban, se reafirmaba en su propósito, convencido de que
el conocimiento de aquellos asuntos había ocurrido mediante el directo magisterio de Dios (qeodivdakton —
10
EUSEBIO, V.C. 1,32,3).
Constantino tomó una serie de medidas favorables a la Iglesia cristiana, de las que cabe
destacar al menos dos:
- el acuerdo de Milán, con Licino;
- la carta al procónsul de África del Norte.
[Texto 16]
2
Habiéndonos reunido felizmente en Milán tanto yo, Constantino Augusto, como yo, Licino Augusto, y
habiendo tratado sobre todo lo relativo al bienestar y a la seguridad públicas, juzgamos oportuno regular, en
primer lugar, entre los demás asuntos que, según nosotros, beneficiarán a la mayoría, lo relativo a la
reverencia debida a la divinidad (divinitatis reverentia); a saber, conceder a los cristianos y a todos los demás
la facultad de practicar libremente la religión que cada uno desease (liberam potestatem sequendi religionem
quam quisque voluisset), con la finalidad de que todo lo que hay de divino en la sede celestial se mostrase
favorable y propicio tanto a nosotros como a todos los que están bajo nuestra autoridad. 3 Así, pues, con
criterio sano y recto, hemos creído oportuno tomar la decisión de no rehusar a nadie en absoluto este derecho
(facultas), bien haya orientado su espíritu a la religión de los cristianos (christianorum… religioni) bien
cualquier otra religión que cada uno crea la más apropiada para sí, con el fin de que la suprema divinidad
(summa divinitas), a quien rendimos culto por propia iniciativa, pueda prestarnos en toda circunstancia su
favor y benevolencia acostumbrados. 4 Por lo cual, conviene que tu excelencia sepa que nos ha parecido bien
que sean suprimidas todas las restricciones contenidas en circulares anteriores dirigidas a lo que hace a tus
funciones, referentes al nombre de los cristianos (christianorum nomine) y que obviamente resultaban
desafortunadas y extrañas a nuestra clemencia, y que desde ahora todos los que desean observar la religión de
los cristianos (religionis christianorum) lo puedan hacer libremente y sin obstáculo (libere ac simpliciter), sin
inquietud, ni molestias (citra ullam inquietudinem ac molestiam). 5 Hemos creído oportuno poner en
conocimiento de tu diligencia esta disposición en todos sus extremos, para que sepas que hemos concedido a
los propios cristianos incondicional y absoluta facultad para practicar su religión (nos liberam atque
absolutam colendae religionis suae facultatem isdem christianis dedisse). 6 Al constatar que les hemos
otorgado esto, debe entender tu excelencia que también a los demás se les ha concedido licencia igualmente
manifiesta e incondicional para observar su religión en orden a la conservación de la paz en nuestros días, de
modo que cada cual tenga libre facultad de practicar el culto que desee. Hemos actuado así para no dar la
apariencia de mantener la más mínima restricción con algún culto o alguna religión.
7
Además hemos dictado, en relación con los cristianos, la siguiente disposición: los locales en que
anteriormente acostumbraban a reunirse, respecto a los cuales las cartas enviadas anteriormente a tu oficio
contenían ciertas instrucciones, si alguien los hubiese adquirido con anterioridad, bien comprándoselos al
Fisco, bien a cualquier persona privada, les deben ser restituidos a los cristianos sin reclamar pago o
indemnización alguna (christianis sine pecunia et sine ulla pretii petitione) y dejando de lado cualquier
subterfugio o pretexto. 8 Asimismo, quienes los adquirieron mediante donación, los deben restituir igualmente
9
Cf. GURRUCHAGA M., Vida de Constantino 170–171.
10
Cf. GURRUCHAGA M., Vida de Constantino 173–174.
Historia de la Iglesia Antigua 08 6
a los cristianos a la mayor brevedad posible (christianis quantocius reddant). Además, si aquellos que los
adquirieron mediante compra o donación reclaman alguna indemnización de nuestra benevolencia, deben
dirigirse al Vicario para que, mediante nuestra clemencia, se les atienda. Todos estos locales les deben ser
11
devueltos a la comunidad cristiana (corpori christianorum) por intermedio tuyo sin dilación alguna.
9
Por otra parte, puesto que es sabido que los mismos cristianos poseían no sólo los locales en que solían
reunirse, sino también otras propiedades que pertenecían a su comunidad en cuanto persona jurídica, es decir,
a las iglesias (ad ius corporis eorum id est ecclesiarum), y no a personas físicas, también éstas, sin excepción,
quedan incluidas en la disposición anterior, por lo que ordenarás que, sin pretexto ni reclamación alguna, les
sean devueltas a estos mismos cristianos, es decir, a su comunidad y a sus iglesias (isdem christianis id est
corpori et conventiculis eorum reddi), de acuerdo con las condiciones arriba expuestas, a saber: que quienes
las devuelvan gratuitamente, según hemos dispuesto, pueden esperar una indemnización por parte de nuestra
clemencia. 10 En todo lo referente a la susodicha comunidad cristiana (corpori christianorum), deberás
mostrar tu eficaz mediación para que nuestro decreto se cumpla con la mayor rapidez posible, a fin de que
también en este asunto se muestre la preocupación de nuestra clemencia por la paz pública. 11 Todo esto se
hará para que, según hemos expresado más arriba, el favor divino que nos asiste (divinus iuxta nos favor) y
que en tan graves circunstancias hemos experimentado, actúe siempre de manera próspera en nuestras
empresas con el consiguiente bienestar general. 12 A fin de que puedan llegar a los términos del decreto,
muestra de nuestra benevolencia, a conocimiento de todos, deberás ordenar su promulgación y exponerlo en
público en todas partes para que todos lo conozcan, de modo que nadie pueda ignorar esta manifestación de
nuestra benevolencia (CONSTANTINO–LICINO, Carta al gobernador de Bitinia, en: LACTANCIO, Mors. persec.
12
48,2–12).
[Texto 17]
1
Salud, estimadísimo Anulino. Como quiera que, por una serie de hechos, aparece que la religión (qrh/skeiva)
en que se conserva el supremo respeto al santísimo poder del cielo (th` ~ aJ g iwtav t h~ ej p ouraniv o u
13
<dunavmew~>), cuando ha sido despreciada, ha sido causa de grandes peligros para los asuntos públicos y, en
cambio, cuando se la ha admitido y se la ha preservado legalmente, ha proporcionado al nombre romano
grandísima fortuna y a todos los asuntos de los hombres una prosperidad singular —pues esto es obra de los
beneficios divinos—, he decidido, estimadísimo Anulino, que aquellos varones que con la debida santidad y
con la familiaridad de esta ley están prestando sus servicios personalmente al culto de la divina religión (ta;~
uJphresiva~ ta;~ ejx aujtw`n th`/ th`~ qeiva~ qrh/skeiva~ qerapeiva/) reciban la recompensa de sus propios trabajos.
2
Por esta razón, aquellos que dentro de la provincia a ti encomendada están prestando personalmente sus
servicios (th;n ejx aujtw`n uJphresivan) a esta santa religión (th`/ aJgiva/ tauvth/ qrh/skeiva/) en el Iglesia católica (ejn
14
th`/ kaqolikh`/ ejkklhsiva/), que está presidida por Ceciliano, y a los que acostumbran a llamar clérigos
(klhrikou;~ ejponomavzein eijwvqasin), quiero que, sin más y una vez por todas, queden exentos de toda función
pública civil (tw`n leitourgiw`n bouvlomai ajleitourghvtou~ diafulacqh`nai), no sea que por algún error o por
un extravío sacrílego se vean apartados del culto debido a la divinidad (th`~ qerapeiva~ th`~ th`/ qeiovthti);
antes bien, estén aún más entregados al servicio de su propia ley sin estorbo alguno, ya que, si ellos rinden a
la divinidad la mayor adoración (megivsthn peri; to; qei`on laterivan), parece que acarrearán incontables
beneficios a los asuntos públicos.
Que tengas salud, mi estimadísimo y muy querido Anulino (CONSTANTINO , Carta a Anulino, en:
15
EUSEBIO, HE X 7,1–2).
[Texto 18]
15
Salud, estimadísimo Anulino. Es costumbre de nuestra benevolencia lo siguiente: que nosotros no
solamente queremos que no se cause daño a lo que precisamente pertenece al derecho ajeno, sino que incluso
se restituya, estimadísimo Anulino.
11
Lo que supone un reconocimiento de la propiedad colectiva de las comunidades eclesiales, y no sólo de
los cristianos en cuanto individuos (cf. TEJA R., Sobre la muerte de los perseguidores 205 n. 468).
12
Cf. T EJA R., Sobre la muerte de los perseguidores 203–206; asimismo son importantes para el
establecimiento del texto de la carta, las notas que este presentan tanto este autor (ibidem), como también A.
VELASCO DELGADO (cf. Historia Eclesiástica 625–629).
13
Respecto del texto en este pasaje cf. VELASCO DELGADO A., Historia Eclesiástica 636 n. 176.
14
Excluyendo claramente, así, a los Donatistas.
15
Cf. VELASCO DELGADO A., Historia Eclesiástica 636–637.
Historia de la Iglesia Antigua 08 7
16
De aquí que queramos que, al recibir esta carta, si, en cada ciudad o incluso en otros lugares, algunos
de estos bienes pertenecían a la Iglesia católica de los cristianos (th`/ kaqolikh`/ tw`n cristianw`n) y ahora los
detentan o bien ciudadanos o bien otras gentes, harás que dichos bienes sean restituidos inmediatamente a las
mismas iglesias (tai`~ aujtai`~ ejkklhsivai~), puesto que hemos decidido que precisamente aquello que las
dichas iglesias (aiJ aujtai; ejkklhsivai) poseían antes sea restituido a su derecho.
17
Por consiguiente, ya que tu santidad está comprobando que la orden de este nuestro mandato es
evidentísima (safevstaton), apresúrate a que todo, ya sean huertos, casa o cualquier otra cosa que pertenezca
al derecho de las dichas iglesias (tw`/ dikaivw/ tw`n aujtw`n ejkklhsiw`n), les sea restituido lo más rápido posible
(wJ~ tavcista), de suerte que llegue a noticia nuestra que has aplicado a esta nuestra orden la más escrupulosa
obediencia. Que te vaya bien, estimadísimo y muy querido Anulino (C ONSTANTINO, Carta a Anulino, en:
16
EUSEBIO, HE X 5,15–17).
[Texto 20]
1
Y si así, tan onerosa era la impiedad que oprimía a los humanos, y si la república corría el riesgo de
emponzoñarse hasta el tuétano como por una peste contagiosa, necesitando perentoriamente una gran cura
medicinal, ¿qué remedio, qué solaz de los males ingenió la Divinidad? ([…]). 2 Fue mi servicio el que Él
buscó y juzgó adecuado a su designio (th;n ejmh;n uJphresivan pro;~ th;n eJautou' bouvlhsin ejpithdeivan
22
ejzhvthsevn te kai; e[krinen — CONSTANTINO, Edicto del 324, en: EUSEBIO, V.C. 2,28,1–2).
[Texto 21]
… envió [Constantino] a loas naciones, organizadas en provincias, gobernadores en su mayor parte
santificados por la fe salvadora (th'/ swthrivw/ pivstei kaqwsiwmevnou~ tou;~ pleivou~), y a los que daban
16
Cf. VELASCO DELGADO A., Historia Eclesiástica 630.
17
Cf. CodTheod IV 7,1; CodIust I 13,1.
18
Cf. CodTheod XVI 2,4.
19
Cf. CodTheod II 8,1; CodIust III 12,2.
20
Cf. CodTheod I 27,1.
21
Cf. GURRUCHAGA M., Vida de Constantino 246.
22
Cf. GURRUCHAGA M., Vida de Constantino 228.
Historia de la Iglesia Antigua 08 8
muestra de secundar el paganismo les prohibió sacrificar [a los ídolos] (o{soi d∆ eJllhnivzein ejdovkoun, touvtoi~
quvein ajpeivrhto). La misma ley abarcaba las magistraturas por encima del cargo de gobernados, la más altas y
las que cubren el rango de prefecto, pues a los que eran cristianos les concedía hacer ostentación de tal
nombre (ga;r cristianoi'~ ou\sin ejmprevpein ejdivdou th'/ proshgoriva/), y a los que eran de otra idea les ordenó
23
no adorar a los ídolos (diakeimevnoi~ eJtevrw~ to; mh; eijdwlolatrei'n parhvggellen — EUSEBIO, V.C. 2,44).
[Texto 22]
Los privilegios que son concedidos en atención a la religión, es necesario que aprovechen sólo a los que
observan las leyes católicas (catholicae… legis). Mas los herejes y cismáticos (haereticos… atque
schismaticos), no sólo queremos que sean ajenos a estos privilegios, sino que también [sean] reprimidos y
sometidos (constringi et subici) por diversas obligaciones (CodTheod XVI 5,1).
La legislación imperial se fue separando del formalismo jurídico a favor de un marcado
moralismo y, así se advierte que ideas cristianas influenciaron, p.e., en la legislación
matrimonial; cf.:
- fue prohibido el concubinato para maridos (326);24
- rechazo de las segundas nupcias (ca. 326);25
- se levantó la discriminación de solteros y sin hijos (320);26
- dificultades para las separaciones (331);27
[Texto 23]
El obispo de Constantinopla tiene la primacía de honor, luego del obispo de Roma, porque Constantinopla es
la nueva Roma (to; ei\nai aujth;n nevan ÔRwvmhn — CONCILIO DE CONSTANTINOPLA, can. 3).
23
Cf. GURRUCHAGA M., Vida de Constantino 236–237 y, especialmente, n. 63.
24
Cf. CodTheod IX 7,1; CodIust V 26,1.
25
Cf. CodIust V 37,22,5.
26
Cf. CodTheod VIII 16,1; EUSEBIO, V.C. 4,26,2–4.
27
Cf. CodTheod III 16,1.
Historia de la Iglesia Antigua 08 9
África [la disputa donatista], por culpa de los que osaron escindir (scivsai tetolmhkovta~), con irreflexiva
ligereza, la religiosa fe de los pueblos con herejías diferentes (diafovrou~ aiJrevsei~), yo —queriendo atajar la
enfermedad— no encontré ningún otro recurso adaptado al caso que… […], para ayudar a restablecer la
mutua concordia entre los litigantes (th;n tw'n pro;~ ajllhvlou~ diconoouvntwn oJmovnoian).
[67] […] Consiguientemente, en cuanto obtuve la gran victoria y el indiscutible triunfo contra los
enemigos (th'/ megavlh/ nivkh/ kai; th'/ kata; tw'n ejcqrw'n ajlhqei' qriambeiva/), decidí, lo primero de todo, ir a la
busca de aquellos que consideraba ser para mí lo primordial y lo más importante. [68] 1 Pero —oh excelsísima
y divina Providencia—, qué mortífera herida recibió no sólo mi oído, más aún, mi corazón, al señalarme que
la disensión surgida entre vosotros [Alejandro y Arrio] (th;n ejn uJmi'n gignomevnhn dicostasivan) era mucho
más grave que las que seguían subsistiendo allí [África],… 2 […] Por ello,… invocando a la Providencia
divina como valedora en este trance, me coloco, como era de esperar, en medio de vuestra recíproca disputa,
cual árbitro de paz (mevson th'~ pro;~ ajllhvlou~ uJmw'n ajmfisbhthvsew~ oi|on eijrhvnh~ pruvtanin ejmauto;n
28
eijkovtw~ prosavgw — CONSTANTINO, Carta a Alejandro y a Arrio, en: EUSEBIO, V.C. 2,64–68,2).
[Texto 26]
… [Constantino,] tras haber invitado en cierta ocasión a unos obispos a un banquete, emitió, con buen
acuerdo, la opinión de que él también era obispo (kai; aujto;~ ei[h ejpivskopo~), expresándose casi con estas
palabras ante nuestro propios oídos: “Mientras vosotros sois obispos de lo que está dentro de la Iglesia, yo he
sido constituido por Dios obispo de lo que está fuera” (ajll∆ uJmei'~ me;n tw'n ei[sw th'~ ejkklhsiva~, ejgw; de; tw'n
29
ejkto;~ uJpo; qeou' kaqestamevno~ ejpivskopo~ a]n ei[hn — EUSEBIO, V.C. 4,24).
[Texto 27]
La tarea de Constantino… se refiere al campo estatal-político, dentro del cual, el “obispo” imperial logra
imponer mandatos y concepciones de fe cristiana. […] El Emperador, entonces, es “obispo”, no sólo de
aquellos súbditos del Imperio que están fuera de la Iglesia, sino también de aquellos otros que, como
miembros de la Iglesia, al mismo tiempo son también miembros del Estado Romano y súbditos del
Emperador y, por ello, también como Cristianos, están sometidos a los órdenes y leyes estatales.
[…] Constantino quiere ser “obispo” constituido por Dios, para lo que está fuera de la Iglesia. Pero, no se
entiende la elevada pretensión cristiana del Emperador, si se quiere ver en ella, según la concepción moderna,
una proyección de división de poderes entre Estado e Iglesia, en la que el Estado sería una potestad
ordenadora puramente secular, separa de la Iglesia. Constantino pretende una posición “no profana” de
patrón, fuera de la Iglesia —paralela a aquella de los obispos dentro de la Iglesia—, un “oficio de obispo
cristiano” para el ámbito que está fuera de la Iglesia. Él, entonces, el no bautizado y no ordenado, se siente
llamado por Dios a cubrir en el campo estatal tareas cristiana y tareas episcopales: penetrar el Estado del
espíritu cristiana, dar una mano al Cristianismo en la victoria sobre los cultos paganos y hacer valer los
mandamientos de la fe cristiana sobre todos los súbditos del Imperio (FARINA R., L’Impero 319).
28
Cf. GURRUCHAGA M., Vida de Constantino 251–254, también las notas de esas páginas.
29
Cf. GURRUCHAGA M., Vida de Constantino 348, con la discusión pertinente en n. 29.
Historia de la Iglesia Antigua 08 10
30
Cf. CodTheod XVI 10,2.
31
Cf. CodTheod XVI 10,4.
32
Cf. CodTheod XVI 10,6.
33
Cf. CodTheod IX 16,5–6.
Historia de la Iglesia Antigua 08 11
2. Juliano “Apóstata”
[Texto 30]
Unos aman los caballos, otros los pájaros y otros las fieras; yo, desde niño estoy poseído por un terrible deseo
34
de poseer libros (JULIANO, Ep. 107,377d).
34
Cf. GARCÍA B LANCO J. – JIMÉNEZ G AZAPO P., Juliano, Contra los Galileos · Cartas y fragmentos ·
Testimonios · Leyes (Biblioteca Clásica Gredos 47), Madrid 1982, 167.
35
Cf. GARCÍA BLANCO J., Juliano, Discursos VI–XII (Biblioteca Clásica Gredos 45), Madrid 1982, 238.
36
Cf. GARCÍA BLANCO J., Juliano, Discursos I–V (Biblioteca Clásica Gredos 17), Madrid 1979, 257–258.
37
Cf. GARCÍA BLANCO J. – JIMÉNEZ GAZAPO P., Juliano 195.
Historia de la Iglesia Antigua 08 12
ej t ov l mhsen eij p ei' n ) y, tras hablar un poco de Juan el Bautista, al volver de nuevo a la palabra por él
proclamada dice: “Y la palabra se hizo carne y residió entre nosotros” (cf. Jn 1,14), pero el cómo no lo dice
por vergüenza (JULIANO, Galil. 327AB).38
[Texto 35]
Se dice que aquél [Juliano], tras recibir la herida, enseguida llenó su mano con sangre, la alzó en el aire y dijo:
“¡Has vencido, Galileo!” (nenivkhka~ Galilai'e), y con esto mismo confesó la victoria y tuvo la osadía de
proferir una blasfemia; así de trastornado estaba (TEODORETO, HE 25).
38
Cf. GARCÍA BLANCO J. – JIMÉNEZ GAZAPO P., Juliano 55.
39
Cf. CodTheod XVI 5,5; SÓCRATES, HE 5,2,1.
Historia de la Iglesia Antigua 08 13
40
Cf. ESCRIBANO PAÑO M. V., Ley religiosa y propaganda política bajo Teodosio I; en: MARCO SIMÓN F.
– PINA P OLO F. – R EMESAL R ODRÍGUEZ J. (ed.), Religión y propaganda política en el mundo romano
(Colección Instrumenta 12), Barcelona 2002 154.
41
Cf. ILS 1259.
Historia de la Iglesia Antigua 08 14
pacem rogamus). Es justo que aquello que todos veneran sea considerado uno. Contemplamos los mismos
astros, el cielo es común; el mismo mundo nos envuelve. ¿Qué importancia tiene con qué pensamientos cada
uno busca la verdad? (quid interest, qua quisque prudentia verum requirat?). No es posible llegar a misterio
tan grande por un solo camino (uno itinere non potest perveniri ad tam grande secretum — Símaco, Rel.
3,8.10).42
42
Cf. LAVALLE R., El altar de la diosa Victoria. Los documentos de Símaco y de San Ambrosio, Proyecto
43 (2003)131–132.
43
Cf. ESCRIBANO P AÑO M. V., Graciano, Teodosio y el Ilírico : la constitutio Nullus (locus) haereticis
(C.Th. 16, 5, 6. 381), en: http://www2.ulg.ac.be/vinitor/rida/2004/Escribano2.pdf (consulta 22/04/2010),
22–23 n. 95.
44
Expresión proverbial, frecuente en este autor, y que refleja el desprecio tradicional que los helenos tenía
por los habitantes de Misia (anatolia).
Historia de la Iglesia Antigua 08 15
queda ciega, se marchita y perece (o{tou ga;r a]n iJero;n ejkkovywsin ajgrou', ou|to~ tetuvflw taiv te kai; kei'tai
kai; tevqnhke). Pues los templos —emperador— son el alma de los campos (yuch;… toi'~ ajgroi'~ ta; iJera;), ya
que ellos constituyen el principio de las edificaciones en el campo… […] 54 Si tú, en efecto, no nos persigues
(sou' toivnun oujk ejlauvnonto~ hJma'~),… ¿cómo van a perseguir ésos? ¿En qué principio de justicia se basan
(kata; tiv de; divkaion) para realizar esos ataques? ¿Cómo es posible que, en su vesania (met∆ ojrgh'~), se
adueñen se adueñen de tierra de labor ajenas? ¿Cómo es tolerable que unas cosas las destruyan y otras se las
lleven, tras haberse apoderado de ellas por la fuerza, añadiendo a la desvergüenza de los crímenes cometidos
la de jactarse (u{bri~) por sus hazañas? (LIBANIO, Or. 30,2.8–9.54).45
Crece la intolerancia y claras prohibiciones se suceden rápidamente:
- la de visitar y venerar la imágenes de dioses (391),46
- la de retornar al paganismo (391),47
- y, por último, el 8 de Noviembre del 392, la de toda forma de culto pagano:
[Texto 42]
Pr
Los emperadores Teodosio, Arcadio y Honorio, augustos, al prefecto del pretorio Rufino: ninguno, en
absoluto (nullo omnino), de cualquier condición o grado, que esté investido de un poder u ocupe un cargo, que
posea autoridad por nacimiento o sea de origen humilde; en ningún sitio (in nullo penitus loco), en ninguna
ciudad (in nulla urbe), ofrezca víctimas inocentes a representaciones carentes de sentidos, ni siquiera en
secreto (secretiore), encienda luces, queme incienso, cuelgue coronas, venere a los lares con el fuego, al genio
con el vino, a los penates con perfumes. 1 Si alguien osa inmolar (immolare… audebit) una víctima en
sacrificio y consultar sus vísceras podrá ser denunciado por cualquiera por delito de lesa majestad (a d
exemplum maiestatis reus)… Basta, pues, para constituir, de por sí, un crimen, el querer dejar de lado las
leyes imperiales (CodTheod XVI 10,12,Pr–1).
[Texto 43]
No consta suficientemente que la secta de los judíos (iudaeorum sectam) esté prohibida, de donde nos
conmueve gravemente (graviter commovemur) que, en algunos sitios, hayan sido prohibidas sus reuniones.
Por consiguiente, recibida esta orden, tu sublime grandeza reprimirá, con la severidad adecuada (congrua
severitate cohibebit), el exceso de aquellos que, bajo el nombre de la religión cristiana, se atreven a realizar
actos ilícitos e intentan destruir sinagogas y además expoliarlas (CodTheod XVI 8,9).
[Texto 44]
Quienes están mancillados por el error o delito profano del rito pagano, esto es, son gentiles, no sean
admitidos en el ejército ni sean honrados con un honor de la administración o judicial (CodTheod XVI 10,21).
45
Cf. GONZÁLEZ G ÁLVEZ A., Libanio, Discursos II (Biblioteca Clásica Gredos 292), Madrid 2001,
224.229–230.254.
46
Cf. CodTheod XVI 10,10.
47
Cf. CodTheod XVI 7,4–5.