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Historia de la Iglesia Antigua 08 1

E L C RISTIANISMO DEVIENE RELIGIÓN IMPERIAL : D E


CONSTANTINO A TEODOSIO

I. ACERCA DE LA CRISIS DEL IMPERIO A FINES DEL S. III Y LAS POLÍTICAS AL


RESPECTO............................................................................................................................................................... 1
1. PANORAMA GENERAL ........................................................................................................................................ 1
2. DIOCLECIANO Y SUS POLÍTICA DE REFORMA .................................................................................................... 2
2.1. Introducción .............................................................................................................................................. 2
2.2. Medidas en el campo religioso................................................................................................................. 2
3. LA TETRARQUÍA Y SU TRANSFORMACIÓN......................................................................................................... 2
II. CONSTANTINO Y LA RELEVANCIA RELIGIOSA DE SU GOBIERNO............................................. 3
1. INTRODUCCIÓN .................................................................................................................................................. 3
2. LA DECISIÓN POR EL DEUS-CHRISTUS .............................................................................................................. 3
2.1. Antecedentes familiares ............................................................................................................................ 3
2.2. Antecedentes personales ........................................................................................................................... 4
2.3. Testimonios del “giro” ............................................................................................................................. 4
3. ELEMENTOS DE SU POLÍTICA A FAVOR DEL CRISTIANISMO .............................................................................. 7
4. PONDERACIÓN DE SU FIGURA Y ROL PARA EL CRISTIANISMO .......................................................................... 8
III. HITOS DE LA POLÍTICA RELIGIOSA POSTERIOR........................................................................... 10
1. BAJO LOS HIJOS DE CONSTANTINO .................................................................................................................. 10
2. JULIANO “APÓSTATA” ..................................................................................................................................... 11
3. SITUACIÓN RELIGIOSA BAJO LA DINASTÍA VALENTINIANA............................................................................. 12
4. HACIA EL OCASO PAULATINO DEL PAGANISMO .............................................................................................. 14
IV. BREVE MIRADA DE CONJUNTO............................................................................................................. 15

I. Acerca de la crisis del Imperio a fines del s. III y las políticas al


respecto
1. Panorama general
[Texto 1]
En el transcurso de la larga historia del régimen imperial romano, que duró cinco siglos (sin contar su
prolongación en Bizancio), el siglo III señala una etapa decisiva, una separación —por decirlo así— de dos
épocas tan distintas como fueron, en primer lugar, los dos siglos y medio de la “paz romana” y, pro
contrapartida, los dos siglos de la “Antigüedad tardía” (CHASTAGNOL A., Prefacio al libro: CHRISTOL M.,
Essai sur l’évolution des carrières sénatoriales dans le duexième moitié du IIIe s. ap. J.C., París 1986, 7).
[Texto 2]
De las montañas excavadas y explotadas, se extraen menos losas de mármol, menos oro y plata ofrecen las
minas ya agotadas y sus vetas empobrecidas van desapareciendo día a día. Faltan en los campos los
agricultores, en el mar los marinos, los soldados en los campamentos, la probidad en el foro, la justicia en los
juzgados, en la amistad la concordia, en las profesiones la habilidad, en las costumbres la disciplina. ¿Piensas
que todavía, por mucho tiempo, pueden existir tantas realidades caducas o que pueden retornar a su primitivo
vigor juvenil? Todo, necesariamente, decae cuando, próximo a su fin, degenera o fenece (CIPRIANO , Ad
Demetr. 1,3).
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2. Diocleciano y sus política de reforma


2.1. Introducción

2.2. Medidas en el campo religioso


Tres líneas claras:
- revitalización de la religión romana tradicional,
- medidas contra los maniqueos,
- persecución de los cristianos.
[Texto 3]
[A Diocleciano y Maximiano, Augustos] engendrados por los dioses y [a su vez] creadores de dioses (ILS
629).

3. La Tetrarquía y su transformación
La primera Tetrarquía comprende:
Occidente Oriente
Augustos Maximiano Diocleciano (emperador)
Césares Constancio Cloro Galerio
Distintos conflictos que fueron evolucionando en varias etapas, que pueden
esquematizarse de la siguiente manera:
- años 306–311: Galerio reconoce a Constantino como César y pone a Severo
como su segundo, pero Majencio (uno del grupo del anterior Augusto
Maximiano) se alza con el apoyo de los pretorianos de Roma y es reconocido en
la península itálica, el norte de África y, en un primer momento, también
España. Severo marcha contra él y sucumbe; Majencio, entonces, se proclama
Augusto y, Maximiano, por su parte, abandona su retiro y pretende reivindicar
su poder. En el año 307, Licino ocupa el lugar vacante tras la muerte de Severo;
en el 310 muere Maximiano y en el 311 Galerio; de este modo el panorama en
ese momento es el de cuatro figuras enfrentadas:
Maximino Daia, que domina en Asia Menor, Siria y Egipto;
Licino, que hace lo propio en Iliria y los Balcanes;
Constantino, que paulatinamente se fue haciendo del control de las Galias,
España y Bretaña;
Majencio, que cuenta con el apoyo de Italia y África.
Pero, no obstante el número, ya no es esta la Tetrarquía de Diocleciano y,
además, Constantino rompe con la ideología legitimadora del patrocinio de
Júpiter y Hércules, y asume la mística solar de tendencia monoteísta y, por
tanto, tendiente a legitimar un gobierno unipersonal.
- Años 312–313: movido por sus proyectos personales y considerando
consolidada su posición por su matrimonio con Fausta (307), hija del antiguo
emperador Maximiano, y su alianza con Licino (en base a la promesa como
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esposa de su media hermana Constancia), Constantino avanza contra Majencio,


en Italia, y lo vence en la famosa batalla del puente Milvio (28/10/312).
- Años 313–324: Constantino reconstruye la unidad del Imperio; largo período de
11 años, que abarca:
desde los encuentros pacíficos con Licino, primero en Milán (313), para
celebrar las prometidas bodas con Constancia,1 y luego en Sirmio (317), donde
incluso acuerdan asociar como Césares a sus tres hijos: Crispo (primogénito de
Constantino), Constantino hijo y Licino hijo,
hasta el año 324, en que estalla la guerra entre Constantino y Licino, en la que,
en Septiembre del mismo año, en la batalla de Crisópolis, vence el primero,
haciéndose con el poder total del Imperio reunificado, como emperador único.

II. Constantino y la relevancia religiosa de su gobierno


1. Introducción
[Texto 4]
… el camino del emperador Constantino desde el paganismo al Cristianismo, en la forma de un paulatino
alejamiento del politeísmo pagano y del henoteísmo pagano-solar y de una orientación hacia el monoteísmo
cristiano. Este giro personal tuvo como consecuencia un giro en la política religiosa, cuyos efectos son
perceptibles hasta el día de hoy (GIRARDET K. M., Die konstantinscihe Wende. Voraussetzungen und geistige
Grundlagen der Religionspolitik Konstantins des Großen, Darmstadt 22007, 11).

2. La decisión por el Deus-Christus


2.1. Antecedentes familiares
[Texto 5]
… la madre del mismo emperador, aquella de hermosos hijos y celebrada por todos, la que dio a luz a esta
luminaria para el mundo y le aportó, desde la infancia, el alimento de la piedad (no menos, pues ella, que el
padre del niño, el esposo de ésta misma, Constancio, lo crió en las divinas leyes de la piedad hacia Cristo —
GELASIO DE CÍZICO, HE 3,6,1).
[Texto 6]
Que la eterna y religiosa piedad incomprensible de nuestro Dios, de ningún modo permite que la condición
humana yerre por mucho tiempo en las tinieblas, ni soporta que prevalezcan tanto las voluntades odiosas de
algunos que, abriendo de nuevo un camino de salvación por sus luces brillantísimas, no les dé convertirse a la
regla de justicia, lo conozco ciertamente por muchos ejemplos, y esto, a su vez, juzgo de mí mismo
2
(CONSTANTINO, Ep. al Sínodo de Arlés).

[Texto 7]
Así murió la madre del emperador, una mujer merecedora de imborrable recuerdo ya por la piedad de sus
obras como por el hijo que engendró, egregio y fuera de lo común, al cual es justo proclamar bienaventurado,
entre todos los motivos, por su pleitesía hacia quien le dio el ser: con su influencia hizo, a quien antes no lo
era, una creyente en Dios tan fiel, que parecía haber sido desde el principio directamente instruida por nuestro
3
común Salvador,… (EUSEBIO, V.C. 3,47,2).

[Texto 8]

1
Cf. infra ¡Error!Marcador no definido..
2
Cf. SODEN H. V., Urkunde zur Entstehungsgeschichte des Donatismus (KlT 122), Bonn 1913, 23 (n° 18).
3
Cf. GURRUCHAGA M., Eusebio de Cesarea, Vida de Constantino (Biblioteca Clásica Gredos 190),
Madrid 1994, 303.
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12
… el emperador Constancio, que toda su vida había tratado a sus súbditos con la mayor suavidad y
benevolencia y a la doctrina divina con la mejor amistar… 13 Él fue también el único de nuestro
contemporáneos que en todo el tiempo de su mandato se portó de una manera digna del Imperio. En lo demás,
para todos se mostró el más favorable y el más bienhechor, y no participó lo más mínimo en la guerra contra
nosotros, antes bien, incluso preservo libres de daño y de vejación a los fieles que eran súbditos suyos.
Tampoco derribó los edificios de las iglesias ni admitió novedad alguna contra nosotros,… (EUSEBIO, HE
4
VIII 13,12–13).

[Texto 9]
… sólo mi padre practicó uniformemente obras de mansedumbre, invocando en todas sus acciones, con
5
unción admirable, a Dios como salvador (EUSEBIO, V.C. 2,40,1)

2.2. Antecedentes personales


[Texto 10]
Viste, pues —creo—, oh Constantino, a tu Apolo, acompañado de la Victoria, ofreciéndote coronas de
laureles, cada una de las cuales portaba un augurio de 30 años (Panegyrici Latini VII 21,9–12).

2.3. Testimonios del “giro”


[Texto 11]
Constantino fue advertido en sueños (commonitus… in quiete) para que grabase en los escudos el signo
celeste de Dios (coeleste signum Dei) y entablase de este modo la batalla. Pone en práctica lo que se le había
ordenado y, haciendo girar la letra X con su extremidad superior curvada en círculo, graba el nombre de
Cristo en los escudos. El ejército, protegido con este emblema, toma las armas (LACTANCIO, Mors. persec.
6
44,5–6).

El “signo celeste de Dios” sería el clásico monograma (o bien ), en base a las


primeras letras griegas del nombre “Cristo” (c y r).
[Texto 12]
Después de invocar [Constantino] como aliado en sus oraciones al Dios del cielo y a su Verbo (Qeo;n to;n
oujravnion to;n te touvtou Lovgon… di∆ eujcw`n ejpikalesavmeno~), y aún al mismo Salvador de todos, Jesucristo
7
(aujto;n dh; to;n pavntwn Swth`ra ∆Ihsou`n Cristovn), avanzó con todo su ejército,… (EUSEBIO, HE IX 9,2).
[Texto 13]
Estas cavilaciones tenía para sí, sopesando acertadamente el hecho de que los unos, confiados en la cantidad
de dioses, habían caído igualmente en numerosas desventuras…, el dios paterno, en cambio, había dado a su
padre ostensibles y múltiples pruebas de su poder. […] Por tanto admitió, que solamente había que honrar al
8
dios de su padre (EUSEBIO, V.C. 1,27,3).
[Texto 14]
[28] 1 Entonces empezó a invocarlo [al dios de su padre], suplicando e impetrando que se le manifestara quién
era Él, y que le extendiera su diestra en las circunstancias presentes. Mientras esto imploraba e instaba
perseverante en sus ruegos, se le aparece un signo divino del todo maravilloso (qeoshmeiva ti~ ejpifaivnetai
paradoxotav t h), al que no sería fácil dar crédito, si fuera quizá otro el que lo contara,… 2 En las horas
meridianas del sol, cuando ya el día comienza a declinar, dijo que vio con sus propios ojos (auj t oi' ~
ojfqalmoi'~ ijdei'n), en pleno cielo, superpuesto al sol, un trofeo en forma de cruz (staurou' trovpaion),
construido a base de luz y al que estaba unido una inscripción que rezaba: “Con éste vence” (touvtw/ nivka). El
pasmo por la visión lo sobrecogió a él y a todo el ejército, que lo acompañaba en el curso de una marcha y

4
Cf. VELASCO DELGADO A., Historia Eclesiástica 538–539.
5
Cf. GURRUCHAGA M., Vida de Constantino 241.
6
Cf. TEJA R., Sobre la muerte de los perseguidores 189–191.
7
Cf. VELASCO DELGADO A., Historia Eclesiástica 575.
8
Cf. GURRUCHAGA M., Vida de Constantino 169–170.
Historia de la Iglesia Antigua 08 5

que [29] fue espectador del portento. Y decía que para sus adentros se preguntaba desconcertado qué podría
ser la aparición (to; favsma). En esas cavilaciones estaba, embargado por la reflexión, cuando le sorprende la
llegada de la noche. En sueños (uJpnou'nti) vio a Cristo, hijo de Dios (to;n Cristo;n tou' qeou'), con el signo
que apareció en el cielo (tw'/ fanevnti kat∆ oujrano;n shmeivw/) y le ordenó que, una vez se fabricada una
imitación del signo observado en el cielo, [30] se sirviera de él como de un bastión en las batallas contra los
enemigos. Levantándose nada más despuntar el alma, comunica a sus amigos el arcano (to; ajpovrrhton). A
continuación, tras haber convocado a artesanos en el oro y las piedras preciosas, se sienta en medio de ellos y
les hace comprender la figura del signo que ordena reproducir en otro y piedras preciosas (E USEBIO , V.C.
1,28,1–30).9
[Texto 15]
Él [Constantino], por su parte, se instruía con aquellas exposiciones, haciendo presa de él el estupor por la
teofanía (qeofavneia) que se le ofrecía ante sus ojos, y cuando comparaba la visión celeste (th;n oujravnion
o[yin) con la interpretación que de la doctrina le explicaban, se reafirmaba en su propósito, convencido de que
el conocimiento de aquellos asuntos había ocurrido mediante el directo magisterio de Dios (qeodivdakton —
10
EUSEBIO, V.C. 1,32,3).

Constantino tomó una serie de medidas favorables a la Iglesia cristiana, de las que cabe
destacar al menos dos:
- el acuerdo de Milán, con Licino;
- la carta al procónsul de África del Norte.
[Texto 16]
2
Habiéndonos reunido felizmente en Milán tanto yo, Constantino Augusto, como yo, Licino Augusto, y
habiendo tratado sobre todo lo relativo al bienestar y a la seguridad públicas, juzgamos oportuno regular, en
primer lugar, entre los demás asuntos que, según nosotros, beneficiarán a la mayoría, lo relativo a la
reverencia debida a la divinidad (divinitatis reverentia); a saber, conceder a los cristianos y a todos los demás
la facultad de practicar libremente la religión que cada uno desease (liberam potestatem sequendi religionem
quam quisque voluisset), con la finalidad de que todo lo que hay de divino en la sede celestial se mostrase
favorable y propicio tanto a nosotros como a todos los que están bajo nuestra autoridad. 3 Así, pues, con
criterio sano y recto, hemos creído oportuno tomar la decisión de no rehusar a nadie en absoluto este derecho
(facultas), bien haya orientado su espíritu a la religión de los cristianos (christianorum… religioni) bien
cualquier otra religión que cada uno crea la más apropiada para sí, con el fin de que la suprema divinidad
(summa divinitas), a quien rendimos culto por propia iniciativa, pueda prestarnos en toda circunstancia su
favor y benevolencia acostumbrados. 4 Por lo cual, conviene que tu excelencia sepa que nos ha parecido bien
que sean suprimidas todas las restricciones contenidas en circulares anteriores dirigidas a lo que hace a tus
funciones, referentes al nombre de los cristianos (christianorum nomine) y que obviamente resultaban
desafortunadas y extrañas a nuestra clemencia, y que desde ahora todos los que desean observar la religión de
los cristianos (religionis christianorum) lo puedan hacer libremente y sin obstáculo (libere ac simpliciter), sin
inquietud, ni molestias (citra ullam inquietudinem ac molestiam). 5 Hemos creído oportuno poner en
conocimiento de tu diligencia esta disposición en todos sus extremos, para que sepas que hemos concedido a
los propios cristianos incondicional y absoluta facultad para practicar su religión (nos liberam atque
absolutam colendae religionis suae facultatem isdem christianis dedisse). 6 Al constatar que les hemos
otorgado esto, debe entender tu excelencia que también a los demás se les ha concedido licencia igualmente
manifiesta e incondicional para observar su religión en orden a la conservación de la paz en nuestros días, de
modo que cada cual tenga libre facultad de practicar el culto que desee. Hemos actuado así para no dar la
apariencia de mantener la más mínima restricción con algún culto o alguna religión.
7
Además hemos dictado, en relación con los cristianos, la siguiente disposición: los locales en que
anteriormente acostumbraban a reunirse, respecto a los cuales las cartas enviadas anteriormente a tu oficio
contenían ciertas instrucciones, si alguien los hubiese adquirido con anterioridad, bien comprándoselos al
Fisco, bien a cualquier persona privada, les deben ser restituidos a los cristianos sin reclamar pago o
indemnización alguna (christianis sine pecunia et sine ulla pretii petitione) y dejando de lado cualquier
subterfugio o pretexto. 8 Asimismo, quienes los adquirieron mediante donación, los deben restituir igualmente

9
Cf. GURRUCHAGA M., Vida de Constantino 170–171.
10
Cf. GURRUCHAGA M., Vida de Constantino 173–174.
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a los cristianos a la mayor brevedad posible (christianis quantocius reddant). Además, si aquellos que los
adquirieron mediante compra o donación reclaman alguna indemnización de nuestra benevolencia, deben
dirigirse al Vicario para que, mediante nuestra clemencia, se les atienda. Todos estos locales les deben ser
11
devueltos a la comunidad cristiana (corpori christianorum) por intermedio tuyo sin dilación alguna.
9
Por otra parte, puesto que es sabido que los mismos cristianos poseían no sólo los locales en que solían
reunirse, sino también otras propiedades que pertenecían a su comunidad en cuanto persona jurídica, es decir,
a las iglesias (ad ius corporis eorum id est ecclesiarum), y no a personas físicas, también éstas, sin excepción,
quedan incluidas en la disposición anterior, por lo que ordenarás que, sin pretexto ni reclamación alguna, les
sean devueltas a estos mismos cristianos, es decir, a su comunidad y a sus iglesias (isdem christianis id est
corpori et conventiculis eorum reddi), de acuerdo con las condiciones arriba expuestas, a saber: que quienes
las devuelvan gratuitamente, según hemos dispuesto, pueden esperar una indemnización por parte de nuestra
clemencia. 10 En todo lo referente a la susodicha comunidad cristiana (corpori christianorum), deberás
mostrar tu eficaz mediación para que nuestro decreto se cumpla con la mayor rapidez posible, a fin de que
también en este asunto se muestre la preocupación de nuestra clemencia por la paz pública. 11 Todo esto se
hará para que, según hemos expresado más arriba, el favor divino que nos asiste (divinus iuxta nos favor) y
que en tan graves circunstancias hemos experimentado, actúe siempre de manera próspera en nuestras
empresas con el consiguiente bienestar general. 12 A fin de que puedan llegar a los términos del decreto,
muestra de nuestra benevolencia, a conocimiento de todos, deberás ordenar su promulgación y exponerlo en
público en todas partes para que todos lo conozcan, de modo que nadie pueda ignorar esta manifestación de
nuestra benevolencia (CONSTANTINO–LICINO, Carta al gobernador de Bitinia, en: LACTANCIO, Mors. persec.
12
48,2–12).

[Texto 17]
1
Salud, estimadísimo Anulino. Como quiera que, por una serie de hechos, aparece que la religión (qrh/skeiva)
en que se conserva el supremo respeto al santísimo poder del cielo (th` ~ aJ g iwtav t h~ ej p ouraniv o u
13
<dunavmew~>), cuando ha sido despreciada, ha sido causa de grandes peligros para los asuntos públicos y, en
cambio, cuando se la ha admitido y se la ha preservado legalmente, ha proporcionado al nombre romano
grandísima fortuna y a todos los asuntos de los hombres una prosperidad singular —pues esto es obra de los
beneficios divinos—, he decidido, estimadísimo Anulino, que aquellos varones que con la debida santidad y
con la familiaridad de esta ley están prestando sus servicios personalmente al culto de la divina religión (ta;~
uJphresiva~ ta;~ ejx aujtw`n th`/ th`~ qeiva~ qrh/skeiva~ qerapeiva/) reciban la recompensa de sus propios trabajos.
2
Por esta razón, aquellos que dentro de la provincia a ti encomendada están prestando personalmente sus
servicios (th;n ejx aujtw`n uJphresivan) a esta santa religión (th`/ aJgiva/ tauvth/ qrh/skeiva/) en el Iglesia católica (ejn
14
th`/ kaqolikh`/ ejkklhsiva/), que está presidida por Ceciliano, y a los que acostumbran a llamar clérigos
(klhrikou;~ ejponomavzein eijwvqasin), quiero que, sin más y una vez por todas, queden exentos de toda función
pública civil (tw`n leitourgiw`n bouvlomai ajleitourghvtou~ diafulacqh`nai), no sea que por algún error o por
un extravío sacrílego se vean apartados del culto debido a la divinidad (th`~ qerapeiva~ th`~ th`/ qeiovthti);
antes bien, estén aún más entregados al servicio de su propia ley sin estorbo alguno, ya que, si ellos rinden a
la divinidad la mayor adoración (megivsthn peri; to; qei`on laterivan), parece que acarrearán incontables
beneficios a los asuntos públicos.
Que tengas salud, mi estimadísimo y muy querido Anulino (CONSTANTINO , Carta a Anulino, en:
15
EUSEBIO, HE X 7,1–2).

[Texto 18]
15
Salud, estimadísimo Anulino. Es costumbre de nuestra benevolencia lo siguiente: que nosotros no
solamente queremos que no se cause daño a lo que precisamente pertenece al derecho ajeno, sino que incluso
se restituya, estimadísimo Anulino.

11
Lo que supone un reconocimiento de la propiedad colectiva de las comunidades eclesiales, y no sólo de
los cristianos en cuanto individuos (cf. TEJA R., Sobre la muerte de los perseguidores 205 n. 468).
12
Cf. T EJA R., Sobre la muerte de los perseguidores 203–206; asimismo son importantes para el
establecimiento del texto de la carta, las notas que este presentan tanto este autor (ibidem), como también A.
VELASCO DELGADO (cf. Historia Eclesiástica 625–629).
13
Respecto del texto en este pasaje cf. VELASCO DELGADO A., Historia Eclesiástica 636 n. 176.
14
Excluyendo claramente, así, a los Donatistas.
15
Cf. VELASCO DELGADO A., Historia Eclesiástica 636–637.
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16
De aquí que queramos que, al recibir esta carta, si, en cada ciudad o incluso en otros lugares, algunos
de estos bienes pertenecían a la Iglesia católica de los cristianos (th`/ kaqolikh`/ tw`n cristianw`n) y ahora los
detentan o bien ciudadanos o bien otras gentes, harás que dichos bienes sean restituidos inmediatamente a las
mismas iglesias (tai`~ aujtai`~ ejkklhsivai~), puesto que hemos decidido que precisamente aquello que las
dichas iglesias (aiJ aujtai; ejkklhsivai) poseían antes sea restituido a su derecho.
17
Por consiguiente, ya que tu santidad está comprobando que la orden de este nuestro mandato es
evidentísima (safevstaton), apresúrate a que todo, ya sean huertos, casa o cualquier otra cosa que pertenezca
al derecho de las dichas iglesias (tw`/ dikaivw/ tw`n aujtw`n ejkklhsiw`n), les sea restituido lo más rápido posible
(wJ~ tavcista), de suerte que llegue a noticia nuestra que has aplicado a esta nuestra orden la más escrupulosa
obediencia. Que te vaya bien, estimadísimo y muy querido Anulino (C ONSTANTINO, Carta a Anulino, en:
16
EUSEBIO, HE X 5,15–17).

3. Elementos de su política a favor del Cristianismo


Además de los privilegios mencionados en la carta al gobernador de Bitinia y a
Anulino, se pueden mencionar, p.e., los siguientes:
- el reconocimiento legal de la manumisión de esclavos por parte de los obispos
(manumissio in ecclesia — 316);17
- la capacidad de recibir herencias (en el año 321);18
- el Domingo como día libre de trabajo (321);19
- la potestad judicial en lo civil públicamente reconocida para los obispos (ca.
324).20
[Texto 19]
1
[Dirigiéndose a Dios:] Yo deseo que tu pueblo viva en paz y perviva en concordia para común beneficio de
todos los hombres de la población. Los enredador en el error (oiJ planwvmenoi [= los paganos]) gocen alegres,
al igual que los que creen, de la paz y de la quietud. Pues esa dulzura que dimana de la comunión social
valdrá para corregir a aquéllos y conducirlos por el recto camino. […] 2 Es preciso que los que albergan
buenas intenciones lleguen al convencimiento de que solamente vivirán en santidad y pureza (aJgivw~ kai;
kaqarw'~) aquellos a los que tu mismo llamas a reposar sobre tus santas leyes (toi'~ soi'~ aJgivoi~ novmoi~). Los
que se retraen, tengan, si lo quieren, los templos de la mentira (ta; th'~ yeudologiva~ temevnh). Nosotros
poseemos la esplendidísima mansión de tu verdad (to;n faidrovtaton th'~ sh'~ ajlhqeiva~ oi\kon), que has dado
conforme a la naturaleza. También rogamos por aquellos para que también ellos se ganen la más íntima
alegría en virtud de la concordia que patentemente reina (CONSTANTINO, Escrito didascálico, en: EUSEBIO,
21
V.C. 2,56,1–2).

[Texto 20]
1
Y si así, tan onerosa era la impiedad que oprimía a los humanos, y si la república corría el riesgo de
emponzoñarse hasta el tuétano como por una peste contagiosa, necesitando perentoriamente una gran cura
medicinal, ¿qué remedio, qué solaz de los males ingenió la Divinidad? ([…]). 2 Fue mi servicio el que Él
buscó y juzgó adecuado a su designio (th;n ejmh;n uJphresivan pro;~ th;n eJautou' bouvlhsin ejpithdeivan
22
ejzhvthsevn te kai; e[krinen — CONSTANTINO, Edicto del 324, en: EUSEBIO, V.C. 2,28,1–2).

[Texto 21]
… envió [Constantino] a loas naciones, organizadas en provincias, gobernadores en su mayor parte
santificados por la fe salvadora (th'/ swthrivw/ pivstei kaqwsiwmevnou~ tou;~ pleivou~), y a los que daban

16
Cf. VELASCO DELGADO A., Historia Eclesiástica 630.
17
Cf. CodTheod IV 7,1; CodIust I 13,1.
18
Cf. CodTheod XVI 2,4.
19
Cf. CodTheod II 8,1; CodIust III 12,2.
20
Cf. CodTheod I 27,1.
21
Cf. GURRUCHAGA M., Vida de Constantino 246.
22
Cf. GURRUCHAGA M., Vida de Constantino 228.
Historia de la Iglesia Antigua 08 8

muestra de secundar el paganismo les prohibió sacrificar [a los ídolos] (o{soi d∆ eJllhnivzein ejdovkoun, touvtoi~
quvein ajpeivrhto). La misma ley abarcaba las magistraturas por encima del cargo de gobernados, la más altas y
las que cubren el rango de prefecto, pues a los que eran cristianos les concedía hacer ostentación de tal
nombre (ga;r cristianoi'~ ou\sin ejmprevpein ejdivdou th'/ proshgoriva/), y a los que eran de otra idea les ordenó
23
no adorar a los ídolos (diakeimevnoi~ eJtevrw~ to; mh; eijdwlolatrei'n parhvggellen — EUSEBIO, V.C. 2,44).

[Texto 22]
Los privilegios que son concedidos en atención a la religión, es necesario que aprovechen sólo a los que
observan las leyes católicas (catholicae… legis). Mas los herejes y cismáticos (haereticos… atque
schismaticos), no sólo queremos que sean ajenos a estos privilegios, sino que también [sean] reprimidos y
sometidos (constringi et subici) por diversas obligaciones (CodTheod XVI 5,1).
La legislación imperial se fue separando del formalismo jurídico a favor de un marcado
moralismo y, así se advierte que ideas cristianas influenciaron, p.e., en la legislación
matrimonial; cf.:
- fue prohibido el concubinato para maridos (326);24
- rechazo de las segundas nupcias (ca. 326);25
- se levantó la discriminación de solteros y sin hijos (320);26
- dificultades para las separaciones (331);27
[Texto 23]
El obispo de Constantinopla tiene la primacía de honor, luego del obispo de Roma, porque Constantinopla es
la nueva Roma (to; ei\nai aujth;n nevan ÔRwvmhn — CONCILIO DE CONSTANTINOPLA, can. 3).

4. Ponderación de su figura y rol para el Cristianismo


[Texto 24]
Constantino llevó a cabo el cambio del culto pagano a la religión cristiana como un homo religiosus de la
Antigüedad, que había experimentado personalmente el favor del Dios cristiano y que, entonces, debía darle
lo que le debía, con toda la plenitud de su poder imperial. Porque los intereses de la Iglesia concernían
también al estado romano, porque las discordias y divisiones en la Iglesia amenazaban desde dentro el estado
y podían desestabilizarlo, Constantino y sus sucesores intervinieron de forma masiva en los asuntos eclesiales
(FRANK K. S., Lehrbuch 209).
[Texto 25]
[64] El Vencedor Constantino, Máximo, Augusto a Alejandro y Arrio:
Pongo por testigo, como es de razón, al mismo Dios, protector de mis empresas y salvador universal (to;n
tw'n ejmw'n ejgceirhmavtwn bohqo;n kai; swth'ra tw'n o{lwn qeovn), de que doble ha sido el motivo de aquello
cuyo empeño he asumido con hechos.
[65] 1 Me propuse, en primer lugar, hacer converger <en> una sola pauta de comportamiento (<eij~>
mivan e{xew~) las opiniones que todos los pueblos sustentan sobre la divinidad (to; qei'on); en segundo lugar,
restaurar y componer (ajnakthvsasqai kai; sunarmovsai) el cuerpo común de la población (to; th'~ koinh'~
oijkoumevnh~ sw'ma), que se hallaba como aquejado de una grave herida. […] 2 … intenté enderezar lo segundo
con la fuerza del poder militar (th'/ th'~ stratiwtikh'~ ceiro;~ ejxousiva/), consciente de que si yo lograba
establecer, según mis ruegos, una común armonía de sentimientos (koinh;n… oJ m ov n oian) entre todos los
servidores de Dios (a{pasi toi'~ tou' qeou' qeravpousin), la administración general de los asuntos (hJ tw'n
dhmosivwn pragmavtwn creiva) se beneficiaría de un cambio que correría parejo con los píos pareceres de
todos. [66] Precisamente por ello, cuando una intolerable locura (maniva~… oujk ajnekth'~) se apoderó de toda

23
Cf. GURRUCHAGA M., Vida de Constantino 236–237 y, especialmente, n. 63.
24
Cf. CodTheod IX 7,1; CodIust V 26,1.
25
Cf. CodIust V 37,22,5.
26
Cf. CodTheod VIII 16,1; EUSEBIO, V.C. 4,26,2–4.
27
Cf. CodTheod III 16,1.
Historia de la Iglesia Antigua 08 9

África [la disputa donatista], por culpa de los que osaron escindir (scivsai tetolmhkovta~), con irreflexiva
ligereza, la religiosa fe de los pueblos con herejías diferentes (diafovrou~ aiJrevsei~), yo —queriendo atajar la
enfermedad— no encontré ningún otro recurso adaptado al caso que… […], para ayudar a restablecer la
mutua concordia entre los litigantes (th;n tw'n pro;~ ajllhvlou~ diconoouvntwn oJmovnoian).
[67] […] Consiguientemente, en cuanto obtuve la gran victoria y el indiscutible triunfo contra los
enemigos (th'/ megavlh/ nivkh/ kai; th'/ kata; tw'n ejcqrw'n ajlhqei' qriambeiva/), decidí, lo primero de todo, ir a la
busca de aquellos que consideraba ser para mí lo primordial y lo más importante. [68] 1 Pero —oh excelsísima
y divina Providencia—, qué mortífera herida recibió no sólo mi oído, más aún, mi corazón, al señalarme que
la disensión surgida entre vosotros [Alejandro y Arrio] (th;n ejn uJmi'n gignomevnhn dicostasivan) era mucho
más grave que las que seguían subsistiendo allí [África],… 2 […] Por ello,… invocando a la Providencia
divina como valedora en este trance, me coloco, como era de esperar, en medio de vuestra recíproca disputa,
cual árbitro de paz (mevson th'~ pro;~ ajllhvlou~ uJmw'n ajmfisbhthvsew~ oi|on eijrhvnh~ pruvtanin ejmauto;n
28
eijkovtw~ prosavgw — CONSTANTINO, Carta a Alejandro y a Arrio, en: EUSEBIO, V.C. 2,64–68,2).

[Texto 26]
… [Constantino,] tras haber invitado en cierta ocasión a unos obispos a un banquete, emitió, con buen
acuerdo, la opinión de que él también era obispo (kai; aujto;~ ei[h ejpivskopo~), expresándose casi con estas
palabras ante nuestro propios oídos: “Mientras vosotros sois obispos de lo que está dentro de la Iglesia, yo he
sido constituido por Dios obispo de lo que está fuera” (ajll∆ uJmei'~ me;n tw'n ei[sw th'~ ejkklhsiva~, ejgw; de; tw'n
29
ejkto;~ uJpo; qeou' kaqestamevno~ ejpivskopo~ a]n ei[hn — EUSEBIO, V.C. 4,24).

[Texto 27]
La tarea de Constantino… se refiere al campo estatal-político, dentro del cual, el “obispo” imperial logra
imponer mandatos y concepciones de fe cristiana. […] El Emperador, entonces, es “obispo”, no sólo de
aquellos súbditos del Imperio que están fuera de la Iglesia, sino también de aquellos otros que, como
miembros de la Iglesia, al mismo tiempo son también miembros del Estado Romano y súbditos del
Emperador y, por ello, también como Cristianos, están sometidos a los órdenes y leyes estatales.
[…] Constantino quiere ser “obispo” constituido por Dios, para lo que está fuera de la Iglesia. Pero, no se
entiende la elevada pretensión cristiana del Emperador, si se quiere ver en ella, según la concepción moderna,
una proyección de división de poderes entre Estado e Iglesia, en la que el Estado sería una potestad
ordenadora puramente secular, separa de la Iglesia. Constantino pretende una posición “no profana” de
patrón, fuera de la Iglesia —paralela a aquella de los obispos dentro de la Iglesia—, un “oficio de obispo
cristiano” para el ámbito que está fuera de la Iglesia. Él, entonces, el no bautizado y no ordenado, se siente
llamado por Dios a cubrir en el campo estatal tareas cristiana y tareas episcopales: penetrar el Estado del
espíritu cristiana, dar una mano al Cristianismo en la victoria sobre los cultos paganos y hacer valer los
mandamientos de la fe cristiana sobre todos los súbditos del Imperio (FARINA R., L’Impero 319).

28
Cf. GURRUCHAGA M., Vida de Constantino 251–254, también las notas de esas páginas.
29
Cf. GURRUCHAGA M., Vida de Constantino 348, con la discusión pertinente en n. 29.
Historia de la Iglesia Antigua 08 10

III. Hitos de la política religiosa posterior


1. Bajo los hijos de Constantino

El 9 de Septiembre pueden asumir como Augustos los tres hijos de Constantino:


- Constantino II (337–340): en las Galias;
- Constante (337–350): en Italia, África y Panonia;
- Constancio II (337–361): en Oriente.
[Texto 28]
Que cese la superstición (supertitio), que sea abolida la locura (insania) de los sacrificios (CodTheod XVI
10,2).
Escalada de medidas antipaganas:
- prohibición de sacrificios (341);30
- promoción del cierre de templos (346/354);31
- prohibición de sacrificios y veneración de imágenes (356);32
- prohibición de toda forma de magia a adivinación (357–358).33
[Texto 29]
Constancio, de augusta memoria, cuando todavía no estaba iniciado en los sagrados misterios, consideró que
se iba a contaminar si veía aquél altar. Mandó quitarlo, no mandó restablecerlo (AMBROSIO, Ep. 18,32).

30
Cf. CodTheod XVI 10,2.
31
Cf. CodTheod XVI 10,4.
32
Cf. CodTheod XVI 10,6.
33
Cf. CodTheod IX 16,5–6.
Historia de la Iglesia Antigua 08 11

2. Juliano “Apóstata”
[Texto 30]
Unos aman los caballos, otros los pájaros y otros las fieras; yo, desde niño estoy poseído por un terrible deseo
34
de poseer libros (JULIANO, Ep. 107,377d).

Hacia el año 351, obtuvo de Constancio la autorización para viajar, aprovechando la


oportunidad para profundizar su formación:
- en Pérgamo frecuentó a diversos maestros seguidores de Jámblico,
- en Éfeso estrechó vínculos con el neoplatónico y teúrgo Máximo, que lo
introdujo en las prácticas místicas, fundamentales en el paganismo de las elites
cultas (en este contexto se suele ubicar su abjuración del Cristianismo),
- ya en el 354, salvado por la intervención de la emperatriz Eusebia de una
acusación que le habría constado la vida, parte para estudiar en Atenas, donde
fue condiscípulo de Basilio de Cesarea y Gregorio Nacianceno, y se inició en
los misterios de Eleusis.
[Texto 31]
2
[…] Alabarme a mí mismo, sin embargo, aunque lo deseo vivamente, no puedo; por el contrario, puedo
censurarme en mil cosas, empezando en primer lugar por mi cara. 3 Pues a ella, que por naturaleza no es ni
demasiado hermosa ni de rasgos distinguidos ni juvenil, por mi mal carácter y mal humor, yo mismo le he
añadido esta espesa barba para castigarla, al parecer no por otro motivo que por no ser bella por naturaleza
(JULIANO, Mis. 2–3).35
[Texto 32]
En primer lugar ha de ser un hombre piadoso y no despreocupado del culto a los dioses (eujsebh;~ kai; oujk
ojlivgwro~ qerapeiva~ qew'n), justo y solícito (o{sio~ kai; ejpimelhv~) con sus padres, ya estén vivos o hayan
muerto, benevolente (eu[nou~) con sus hermanos, que venere a los dioses de la familia, manso y dulce (pra'/o~
kai; meivlico~) para los suplicantes y los extranjeros, que desee agradar a los mejores ciudadanos, pero que se
ocupe con justicia del provecho de la mayoría. Ama la riqueza, pero no la que está cargada de oro y plata,
sino la que está llena de la auténtica benevolencia y del servicio sin adulación de los amigos (fivlwn de;
ajlhqou'~ eujnoiva~ kai; ajkolakeuvtou qerapeiva~ mestovn). […] Trabajador por naturaleza y magnánimo
(filovpono~ de; w]n fuvsei kai; megalovyuco~), participa con todos en los trabajos y quiere tener en ellos la
mayor parte, mientras distribuye por igual las recompensas de los peligros, contento y satisfecho, no por tener
más oro y plata que los demás y palacios construidos con lujosas ornamentación, sino por poder hacer el bien
a la mayoría (tw`/ pollou;~ eu\ poiei'n duvnasqai) y poder regalar a todos aquello de que estén precisamente
necesitados (carivzesqai de; a{pasin o{tou a]n tuvcwsin ejndeei'~ o[nte~ — JULIANO, Or. 3,28).36
[Texto 33]
Es propio de vosotros aguantar cuando os hacen un mal, pues ése es el precepto de vuestro dios (SÓCRATES,
HE 3,14,7).37
[Texto 34]
A
Sois tan desventurados que ni siquiera guardáis las enseñanzas que os han transmitido los apóstoles y han
sido forzadas, empeorándolas y haciéndolas más impías por sus sucesores. Porque ni Pablo se atrevió a decir
que Jesús era dios (ou[te Pau'lo~ ejtovlmhsen eijpei'n qeo;n), ni tampoco Mateo, ni Lucas, ni Marcos. B Pero el
buen Juan, al darse cuenta de que mucha gente, en muchas ciudades de griegos e itálicos, había sido ya presa
de esa enfermedad, y al escuchar —según creo— que las tumbas de Pedro y de Pablo eran objeto de culto
—en secreto, desde luego, pero él, sin embargo, lo escuchó— fue el primero que se atrevió a decirlo (prw'to~

34
Cf. GARCÍA B LANCO J. – JIMÉNEZ G AZAPO P., Juliano, Contra los Galileos · Cartas y fragmentos ·
Testimonios · Leyes (Biblioteca Clásica Gredos 47), Madrid 1982, 167.
35
Cf. GARCÍA BLANCO J., Juliano, Discursos VI–XII (Biblioteca Clásica Gredos 45), Madrid 1982, 238.
36
Cf. GARCÍA BLANCO J., Juliano, Discursos I–V (Biblioteca Clásica Gredos 17), Madrid 1979, 257–258.
37
Cf. GARCÍA BLANCO J. – JIMÉNEZ GAZAPO P., Juliano 195.
Historia de la Iglesia Antigua 08 12

ej t ov l mhsen eij p ei' n ) y, tras hablar un poco de Juan el Bautista, al volver de nuevo a la palabra por él
proclamada dice: “Y la palabra se hizo carne y residió entre nosotros” (cf. Jn 1,14), pero el cómo no lo dice
por vergüenza (JULIANO, Galil. 327AB).38
[Texto 35]
Se dice que aquél [Juliano], tras recibir la herida, enseguida llenó su mano con sangre, la alzó en el aire y dijo:
“¡Has vencido, Galileo!” (nenivkhka~ Galilai'e), y con esto mismo confesó la victoria y tuvo la osadía de
proferir una blasfemia; así de trastornado estaba (TEODORETO, HE 25).

3. Situación religiosa bajo la dinastía valentiniana


[Texto 36]
[Atanasio] Al ver a la multitud de los cristianos en torno suyo, bañada de lágrimas, dijo: “¡Tened confianza!,
pues es una nubecilla (nefuvdrion) y muy rápidamente pasará” (Sozómeno, HE 5,15).
Joviano (363–364):
- proclamó la tolerancia general para cristianos perseguidos y paganos,
- restituyó a los cristianos gran parte de sus privilegios (devolución de bienes,
libertad de enseñanza, subvenciones a los clérigos, protección de monjes, etc.),
- legisló contra la magia y los sacrificios paganos cruentos,
- volvió a ubicar funcionarios cristianos de Constancio II en puestos claves;
Valentiniano:
- era cristiano niceno, sinceramente convencido, de modo que no tuvo graves
dificultades el respecto en el Occidente ortodoxo; con todo, fue más liberal e
imparcial que Joviano, procurando mantenerse al margen de los asuntos
eclesiales;
- por razones de política exterior, persiguió a los Maniqueos;
- apoyó el culto pagano, pero suprimió los sacrificios privados pro temor a
complots políticos;
Valente:
- bautizado homeo y más intransigente que su hermano favoreció el fanatismo
anti-niceno, desterrando figuras ortodoxas;
- en Alejandría y Antioquía hubo fuertes disturbios contra su política religiosa;
- sólo por la creciente presión goda cesará en su persecución religiosa.
Graciano:
- aunque Graciano ensayó, primeramente, una política de tolerancia ante paganos
y no-nicenos, terminó prohibiéndoles enseñar y reunirse;
- creció fuertemente la intervención coercitiva del estado en asuntos religiosos.39
Teodosio:
- Valentiniano II (383–392): quiso apoyarse en la aristocracia romana (pagana) y,
por ello, se dieron distintos choques, particularmente entre su madre, la
emperatriz Justina —ferviente arriana— y Ambrosio de Milán;

38
Cf. GARCÍA BLANCO J. – JIMÉNEZ GAZAPO P., Juliano 55.
39
Cf. CodTheod XVI 5,5; SÓCRATES, HE 5,2,1.
Historia de la Iglesia Antigua 08 13

- Magno Máximo (383–388): ferviente niceno, promovió una política de apoyo a


la ortodoxia en su zona de gobierno (Galias, Hispania, Britania) y persiguió a
maniqueos y priscilianistas;
- Teodosio (383–388): niceno radical, prohibió la herejía (379) y el 28 de Febrero
del 380 publicó el edicto “Cunctos populos”, por el cual la fe nicena se
convertía en ley del Imperio; convoca el Concilio de Constantinopla (381);
confiscó iglesias a los herejes para entregarlas a los nicenos; impulsó la
organización eclesiástica calcada sobre la civil.
[Texto 37]
Emperadores Graciano, Valentiniano y Teodosio, Augustos, edicto al pueblo de la ciudad de Constantinopla.
Queremos que todos los pueblos (cunctos populos) que gobierna la mesura de nuestra clemencia vivan en la
religión que el divino apóstol Pedro transmitió a los romanos (religione versari, quam divinum petrum
apostolum tradidisse Romanis), religión que se muestra hasta el día de hoy tal y como fue introducida por él
mismo y que es manifiesto que siguen el pontífice Dámaso y el obispo Pedro de Alejandría, hombre de
santidad apostólica (apostolicae sanctitatis), es decir, que creamos, según la enseñanza apostólica y la
doctrina evangélica (apostolicam disciplinam evangelicamque doctrinam), en una divinidad única (unam
deitatem) del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, en una igual majestad y piadosa Trinidad (sub parili
maiestate et sub pia trinitate credamus). A aquellos que siguen esta ley les ordenamos tomar el nombre de
cristianos católicos (christianorum catholicorum nomen iubemus amplecti). En cuanto a los demás, que
juzgamos dementes e insensatos (dementes vesanosque), que carguen con la infamia del dogma herético
(haeretici dogmatis infamiam sustinere), que sus conciliábulos (conciliabula) no reciban el nombre de iglesias
(ecclesiarum nomen); han de ser castigados, primero, por la venganza divina (divina primum vindicta),
después por la nuestra, que asumiremos de acuerdo con la inspiración celeste (ex caelesti arbitrio
sumpserimus — CodTheod XVI 1,2).40

Exaltada veneración por la antigüedad romana, tal como se aprecia, p.e.:


- la obra de Macrobio (s. V) “Saturnalia”;
- lo escritos del senador romano Símaco;
- las monedas recordatorias con imágenes paganas, como medio de propaganda,
conocidas como “contorniate” (356);
- en los epitafios del prefecto Pretextato († 384).41
[Texto 38]
¿Qué hay, pues, más honroso que se diga que el emperador es hijo de la Iglesia (imperator Ecclesiae
filius)?… Pues el emperador está dentro de la Iglesia, no sobre la Iglesia (imperator enim intra Ecclesiam,
non supra Ecclesiam est); es bueno, pues, que el emperador busque el auxilio de la Iglesia, no lo rechace
(AMBROSIO, Ad Aux. 36).
[Texto 39]
8
… cada uno tiene sus costumbres, cada uno tiene sus ritos. La mente divina (mens divina) distribuyó varios
custodios y cultos a las ciudades,… Súmese a esto al utilidad, que es lo que más acerca los dioses al hombre.
Pues, como toda razón permanece en el misterio, ¿de dónde vendrá un conocimiento más certero de los dioses
(rectius… cognitio… numinum) sino de la memoria y de los ejemplos de las cosas propicias? Si la longitud
del tiempo es lo que da autoridad a las religiones, debe ser conservada una fe de tantos siglos (tot saeculis
fides); debemos seguir el ejemplo de nuestros padres, que con toda felicidad siguieron a los suyos. […] 10 Por
tanto, os pedimos paz para los dioses patrios, paz para los dioses nacionales (ergo diis patriis, diis indigetibus

40
Cf. ESCRIBANO PAÑO M. V., Ley religiosa y propaganda política bajo Teodosio I; en: MARCO SIMÓN F.
– PINA P OLO F. – R EMESAL R ODRÍGUEZ J. (ed.), Religión y propaganda política en el mundo romano
(Colección Instrumenta 12), Barcelona 2002 154.
41
Cf. ILS 1259.
Historia de la Iglesia Antigua 08 14

pacem rogamus). Es justo que aquello que todos veneran sea considerado uno. Contemplamos los mismos
astros, el cielo es común; el mismo mundo nos envuelve. ¿Qué importancia tiene con qué pensamientos cada
uno busca la verdad? (quid interest, qua quisque prudentia verum requirat?). No es posible llegar a misterio
tan grande por un solo camino (uno itinere non potest perveniri ad tam grande secretum — Símaco, Rel.
3,8.10).42

4. Hacia el ocaso paulatino del paganismo


[Texto 40]
Pr
Que no se abra a los heréticos (haereticis) lugar alguno para celebrar sus misterios, que no tengan ocasión
para ejercer la locura de su espíritu (animi… dementiam) lleno de obstinación. Que todos sepan que si este
género de hombres hubiese obtenido algún favor gracias a un rescripto particular arrancado mediante fraude
(per fraudem), no tiene valor. 1 Que se impida a la turba de todos los heréticos tener sus asambleas ilícitas
(illicitis congregationibus). Que el nombre de Dios, uno y sumo sea celebrado en todas partes; que la fe de
Nicea (nicaenae fidei) transmitida desde hace tiempo por nuestros antepasados y conformada por el
testimonio y la afirmación de la religión divina sea siempre tenida en una perpetua observancia. Que la
contaminación (contaminatio) de la mancha de los fotinianos, el veneno del sacrilegio (sacrilegii venenum)
arriano, el crimen de la perfidia (perfidiae crimen) eunomiana y los prodigios impíos (nefanda… profigia) de
las sectas, con los monstruosos nombres (monstruosis nominibus) de sus autores, desaparezcan y que no se
oiga hablar más de ellos (ab ipso etiam aboleantur auditu). 2 Se debe recibir como defensor de la fe de Nicea
y verdadero cultivador de la religión católica al que confiese por su nombre al Dios todopoderoso, y a Cristo
Hijo único de Dios, Dios nacido de Dios, luz de luz; a aquél que no rebaje con negaciones al Espíritu Santo
que esperamos y recibimos del Creador supremo; a aquél que honra con una fe sin tacha la sustancia indivisa
de la incorruptible Trinidad, la que los creyentes llaman correctamente, sirviéndose de la palabra griega ousia.
Estas creencias son para nosotros las más fundadas; deben ser veneradas. 3 Por el contrario, aquéllos que no
las reconozcan, que dejen de usurpar el nombre —ajeno a sus engaños manifiestos (adfectatis dolis)— de la
verdadera religión, que sean señalados con la infamia, una vez descubiertos sus crímenes (suis apertis
criminibus denotentur). Que sean alejados y absolutamente mantenidos fuera del umbral de todas las iglesias
(ecclesiarum limine penitus arceantur), puesto que prohibimos al conjunto de los heréticos reunir sus ilícitas
asambleas en las ciudades (omnes haereticos illicitas agere intra oppida congregationes vetemus).
Ordenamos que si intentan reunirse por una agitación facciosa (eruptio factiosa), que sean expulsados fuera
incluso de los muros de la ciudad para poner fin a su locura (exterminato furore); que en todo el orbe las
iglesias católicas sean devueltas a los obispos ortodoxos que observan la fe nicena (CodTheod XVI 5,6).43
[Texto 41]
2
A no poca gente le daré la impresión de afrontar un enorme peligro (kivndunon poluvn) cuando me dispongo a
hablarte en defensa de los templos (uJpe;r iJerw'n) y de cómo éstos no deberían sufrir el daño que padecen en
estos tiempos. […] 8 Efectivamente, tú no has ordenado que los templos sean clausurados (ou[q∆ iJera;
keklei'çqai ãejkevleusa~Ã) ni que persona alguna los pueda visitar (ou[te mhdevna prosievnai), y no has exigido
que salga, ni de los templos ni de los altares, el fuego sagrado, tampoco el incienso ni ninguna de las otras
ofrendas de perfumes. Sin embargo, ésos [los monjes] que visten de negro, que son más glotones que los
elefantes y tanto trabajo dan a los que acompañan su bebida con sus cantos, por la gran cantidad de copas que
tienen que llevar, ésos que pretenden ocultar estos excesos con una palidez que se han procurado de modo
artificial, esa chusma (to; plh`qo~) —majestad—, a pesar que tu ley sigue vigente y les obliga a su
cumplimiento (mevnonto~… kai; kratou'nto~ tou' novmou), se dirigen corriendo a los santuarios con palos,
piedras y hierro. Otros incluso, por carecer de estas armas, se valen de sus manos y sus pies. Acto seguido, los
santuarios se convierten en presa de los misios44 y los techos son abatidos, destruidos los muros, las estatuas
son tiradas por el suelo, arrancados de su base los altares, mientras que a los sacerdotes sólo les queda callar o
perecer. Una vez que el primero ha quedado en ruinas, se produce una estampida en busca de un segundo y un
tercero, de forma que empalman trofeos con trofeos contra la ley. […] 9 … la heredad, cuyo templo arruinan,

42
Cf. LAVALLE R., El altar de la diosa Victoria. Los documentos de Símaco y de San Ambrosio, Proyecto
43 (2003)131–132.
43
Cf. ESCRIBANO P AÑO M. V., Graciano, Teodosio y el Ilírico : la constitutio Nullus (locus) haereticis
(C.Th. 16, 5, 6. 381), en: http://www2.ulg.ac.be/vinitor/rida/2004/Escribano2.pdf (consulta 22/04/2010),
22–23 n. 95.
44
Expresión proverbial, frecuente en este autor, y que refleja el desprecio tradicional que los helenos tenía
por los habitantes de Misia (anatolia).
Historia de la Iglesia Antigua 08 15

queda ciega, se marchita y perece (o{tou ga;r a]n iJero;n ejkkovywsin ajgrou', ou|to~ tetuvflw taiv te kai; kei'tai
kai; tevqnhke). Pues los templos —emperador— son el alma de los campos (yuch;… toi'~ ajgroi'~ ta; iJera;), ya
que ellos constituyen el principio de las edificaciones en el campo… […] 54 Si tú, en efecto, no nos persigues
(sou' toivnun oujk ejlauvnonto~ hJma'~),… ¿cómo van a perseguir ésos? ¿En qué principio de justicia se basan
(kata; tiv de; divkaion) para realizar esos ataques? ¿Cómo es posible que, en su vesania (met∆ ojrgh'~), se
adueñen se adueñen de tierra de labor ajenas? ¿Cómo es tolerable que unas cosas las destruyan y otras se las
lleven, tras haberse apoderado de ellas por la fuerza, añadiendo a la desvergüenza de los crímenes cometidos
la de jactarse (u{bri~) por sus hazañas? (LIBANIO, Or. 30,2.8–9.54).45
Crece la intolerancia y claras prohibiciones se suceden rápidamente:
- la de visitar y venerar la imágenes de dioses (391),46
- la de retornar al paganismo (391),47
- y, por último, el 8 de Noviembre del 392, la de toda forma de culto pagano:
[Texto 42]
Pr
Los emperadores Teodosio, Arcadio y Honorio, augustos, al prefecto del pretorio Rufino: ninguno, en
absoluto (nullo omnino), de cualquier condición o grado, que esté investido de un poder u ocupe un cargo, que
posea autoridad por nacimiento o sea de origen humilde; en ningún sitio (in nullo penitus loco), en ninguna
ciudad (in nulla urbe), ofrezca víctimas inocentes a representaciones carentes de sentidos, ni siquiera en
secreto (secretiore), encienda luces, queme incienso, cuelgue coronas, venere a los lares con el fuego, al genio
con el vino, a los penates con perfumes. 1 Si alguien osa inmolar (immolare… audebit) una víctima en
sacrificio y consultar sus vísceras podrá ser denunciado por cualquiera por delito de lesa majestad (a d
exemplum maiestatis reus)… Basta, pues, para constituir, de por sí, un crimen, el querer dejar de lado las
leyes imperiales (CodTheod XVI 10,12,Pr–1).
[Texto 43]
No consta suficientemente que la secta de los judíos (iudaeorum sectam) esté prohibida, de donde nos
conmueve gravemente (graviter commovemur) que, en algunos sitios, hayan sido prohibidas sus reuniones.
Por consiguiente, recibida esta orden, tu sublime grandeza reprimirá, con la severidad adecuada (congrua
severitate cohibebit), el exceso de aquellos que, bajo el nombre de la religión cristiana, se atreven a realizar
actos ilícitos e intentan destruir sinagogas y además expoliarlas (CodTheod XVI 8,9).
[Texto 44]
Quienes están mancillados por el error o delito profano del rito pagano, esto es, son gentiles, no sean
admitidos en el ejército ni sean honrados con un honor de la administración o judicial (CodTheod XVI 10,21).

IV. Breve mirada de conjunto


[Texto 45]
Llamó, pues, el emperador [Constantino] a estos [obispos] y les mandó, por una parte, firmar en contra de
Atanasio, mas por otra, tener comunión con los herejes. Y después, como ellos estaban admirados por esta
nueva usanza y decían que eso no era una regla eclesiástica, enseguida dijo aquél: “Pero lo que yo quiero es
regla” (ATANASIO, Hist. Ar. 33,7).

45
Cf. GONZÁLEZ G ÁLVEZ A., Libanio, Discursos II (Biblioteca Clásica Gredos 292), Madrid 2001,
224.229–230.254.
46
Cf. CodTheod XVI 10,10.
47
Cf. CodTheod XVI 7,4–5.

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