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En este artículo quiero tratar una sola cuestión: “¿La fe teologal es ne-
cesaria para la exégesis del sentido literal de la Escritura?”. Antes de entrar
en ella conviene mostrar el sentido y la actualidad del tema. Para hacerlo
tomamos como referencia la posición hermenéutica de Raymond Edward
Brown (1928-1998), que ha sido un prestigioso exégeta contemporáneo,
exponente importante de la exégesis crítica en la Iglesia católica.
En su hermenéutica bíblica, R. Brown parte de la distinción entre lo
que la Biblia significó según la intención de sus autores (meant) y lo que
la Biblia significa hoy para la Iglesia (means). Lo que la Biblia significó
es aquello que pretendieron decir sus autores humanos, los cuales tenían
un conocimiento limitado de la revelación según el contexto de su tiem-
po. Lo que la Biblia significa hoy es aquello que la Iglesia, ilustrada por
el Espíritu Santo, ha ido interpretando y desarrollando a partir de lo que
la Escritura significó. Lo que la Biblia significó según sus autores huma-
nos debe ser investigado con el método histórico-crítico, pues tal cono-
cimiento no viene de la revelación. Lo que la Biblia significa hoy en la
Iglesia requiere además para su interpretación de la tradición y de la en-
señanza de la Iglesia2.
1
La mayor parte de lo expuesto en este artículo está tomado de mi tesis doctoral,
donde se desarrolla más ampliamente el tema: I. M. Manresa, La exégesis en el Espíri-
tu según santo Tomás de Aquino (Toledo 2018).
2
R. E. Brown, The Critical Meaning of the Bible, (NewYork 1981) X: «Briefly, the
book begins whith an affirmation that, while the biblical “word of God” is inspired (and
thus of God and not merely about Him), every word of it comes from human beings and
is conditioned by their limitations. Because of the human element, on needs scientific,
68 Ignacio M. Manresa Lamarca
literary, and historical methods to determine what the ancient authors meant when they
wrote – that knowledge does not come from revelation. But the meaning of the Bible
as the Church’s collection of sacred and normative books goes beyond what the authors
meant in a particular book. Not only scholarship but also church tradition and teaching
enters into the complex issue of what the Bible means to Christians».
3
Brown, The critical meaning of the Bible, 35-36: «... in the mind of the autor of
Hebrews whose words about uniqueness of Christ’s priesthood and the once-forall cha-
racter of his sacrifice would be very hard to understand if he thought there were Chsris-
tian cultic priests and the eucharist was a sacrifice. In associating the Christian form of
the Levitical priesthood according to the order of Melchizedek, the church has clearly
gone beyond the NT and, indeed, in a direction that might have some of its authors un-
happy. Knowing clearly the first-century situation need not lead one to deny the validity
of subsequent development; but it makes intelligible why other Christians reject the no-
tion of a Christian cultic priesthood, and it warns against allowing the cultic priesthood
an exclusive domination in Roman Catohlic thought about priesthood». Ampliamente
desarrollado en: Brown, The critical meaning of the Bible, 96-106.
¿La fe teologal es necesaria para la exégesis del sentido literal de la Escritura? 69
«Uno no necesita pensar que, cuando Jesús se reclinó en aquella cena, te-
nia claramente concebidas las eucaristías de la Iglesia que iban a seguir y a
aquellos que las presidirían. A mi juicio, tal visión no debilita la validez del
dogma de Trento (DH 1752) según el cual “Cristo” estableció a los Após-
toles como sacerdotes con las palabras “Haced esto en memoria mía”. Sólo
pide un matiz: a saber, esta institución por Cristo implica mirar a lo que Cris-
to hizo históricamente en la noche antes de su muerte a la luz de la Cristolo-
gía, liturgia y de la eclesiología de los siguientes 100 años que interpretaron
la acción original y las palabras»4.
En este mismo sentido, Brown afirma también que Jesús tuvo un co-
nocimiento de la escatología limitado por su condición humana y su con-
texto histórico:
«No hay nada que indique que Jesús hiciera descripciones detalladas de
la vida futura. ¿Se debe a que no era su misión revelar tales cosas o a que
no conocía detalles de la vida futura? Con las pruebas bíblicas que tenemos
no podemos contestar a esta pregunta, pero sí podemos señalar las imágenes
materiales que Jesús usa en los pocos casos en los que habla de este tema
[...] Cuando Jesús habla del cielo por encima de las nubes (Mc 13,26; 14,62),
¿qué seguridad podemos tener de que él sabía que no estaba por encima de
las nubes?».
Y concluye diciendo:
«[...], parece que Jesús utiliza las ideas religiosas de su tiempo sin que
haya indicios de que tuviese un conocimiento superior y sin corregirlas
sustancialmente»5.
4
R. E. Brown, Historical critical Exegesis and Church doctrine (Eugene Or 1985)
48: «One would not need to think that, as Jesus reclined at that meal, he had clearly
thought out the continuing eucharistis of the church and those who would preside at
them. In my judgment, such a view in no way weakens the validity of the dogma of
Trent (DH 1752) that “Christ” established the apostles as priests whith the words “Do
this in commemoration of me”. It simply demands nuance: naely, that establishment by
Christ involves looking at what Jesus did historically on the night before he died in the
light of Christology, liturgy, and ecclesiology of the next 100 years which interpreted
the original action and words».
5
R. E. Brown, Introducción a la cristología del Nuevo Testamento (Salamanca
2001), 53-54.
70 Ignacio M. Manresa Lamarca
«A este propósito hay que señalar el grave riesgo de dualismo que hoy se
produce al abordar las Sagradas Escrituras. En efecto, al distinguir los dos ni-
veles mencionados del estudio de la Biblia, en modo alguno se pretende se-
pararlos, ni contraponerlos, ni simplemente yuxtaponerlos. Estos se dan sólo
en reciprocidad. Lamentablemente, sucede más de una vez que una estéril se-
paración entre ellos genera una separación entre exégesis y teología, que “se
produce incluso en los niveles académicos más elevados”» (Propositio 27)7.
6
Brown, The Critical Meaning of the Bible, 17: «Nothing in these remarks suggests
a theory of “two sources of revelation”: the basic witness to the Christian revelation is
the tradition of the Church, but NT Scripture represents only the first-century phase of
that tradition».
7
Benedicto XVI, Verbum Domini (VD), 34.
¿La fe teologal es necesaria para la exégesis del sentido literal de la Escritura? 71
8
La exhortación Verbum Domini, hablando de la tarea de encontrar la armonía entre
la fe y la razón, dice que «una aportación significativa para la recuperación de una ade-
cuada hermenéutica de la Escritura proviene también de la escucha renovada de los Pa-
dres de la Iglesia y de su enfoque exegético» (VD 37), y seguidamente en este mismo
contexto cita a santo Tomás como Maestro. Esta recomendación de santo Tomás como
maestro que puede ayudar a la superación de la crisis de la hermenétucia contemporá-
nea ya la había hecho siendo cardenal en la famosa conferencia de Nueva York del año
1988: cf. J. Ratzinger, «La interpretación bíblica en conflicto» en L. Sánchez Nava-
rro – C. Granados (eds.) Escritura e Interpretación. Fundamentos de la interpreta-
ción bíblica (Madrid 2003) 42-54.
72 Ignacio M. Manresa Lamarca
Esta descripción depende de la concepción que santo Tomás tiene acerca del cono-
9
cimiento y del lenguaje humano. Santo Tomás la expone sobre todo en cuanto al cono-
cimiento: Summa Theologiae I q. 79-88 y De Veritate q. 10; en cuanto al lenguaje, cf.
Expositio Peryermeneias.
Para una exposión más detallada y justificada del pensamiento de santo Tomás
10
los prelados y de aquellos que están dotados de autoridad para enseñar en la Iglesia, es-
pecialmente del Papa y de los Concilios Ecuménicos. Estos gozan, según las debidas
condiciones, de la asistencia divina para interpretar la Escritura infaliblemente.
¿La fe teologal es necesaria para la exégesis del sentido literal de la Escritura? 73
12
Cf. Summa Theologiae II. II q. 173 a. 4.
13
Summa Theologiae I q. 1 a. 10. También cf. Quodlibet VII q. 6 a. 1; In Gal cap. 4
lec. 7 (254).
14
He desarrollado en otro artículo las consecuencias de las diversas concepciones
del sentido literal para la exégesis: cf. I. M. Manresa, «The literal sense and the spiri-
74 Ignacio M. Manresa Lamarca
2. La interpretación de la Escritura
El intérprete se encuentra ante la letra de la Escritura y desea alcanzar
la Palabra de Dios que ella le transmite. ¿Qué actos debe realizar para pa-
sar de la letra a su sentido?
16
Citamos estas convicciones sin extendernos ni justificarlas en aras de la brevedad
e inteligibilidad del artículo. Lo hemos hecho en otro lugar: cf. Manresa, La exégesis
en el Espíritu según santo Tomás de Aquino, 306-307.
76 Ignacio M. Manresa Lamarca
2.2. La búsqueda del sentido literal que abre los sentidos espiritua-
les y del sentido literal del NT
Desde estas tres convicciones, el intérprete inicia su búsqueda del sen-
tido de la Escritura. Primero del sentido literal de la Escritura, porque es
éste el que le abre los sentidos espirituales. Y, sobre todo, del sentido lite-
ral del Nuevo Testamento porque este sentido es el que permite desvelar
el verdadero sentido de toda la Escritura, pues en él se encuentra la ple-
nitud de aquel mensaje que Dios desea comunicar a los hombres para su
salvación. A partir de este sentido literal del Nuevo Testamento, el intér-
prete podrá comprender el verdadero sentido de toda la Escritura.
«Ad primum ergo dicendum quod veritas fidei in sacra Scriptura diffuse
continetur et variis modis, et in quibusdam obscure; ...»18
18
Summa Theologiae II. II q. 1 a. 9. ad 1.
19
Summa Theologiae II. II q. 176 a. 2 ad 4. Lo mismo dice, aplicándolo al libro de
las Lamentaciones de Jeremías: cf. In Threnos Ieremiam, pr.
78 Ignacio M. Manresa Lamarca
por el autor) con su inteligencia literal o espiritual (que pertenece al lector), a la cual a
veces también se llama sentido literal o espiritual. Se comprende bien la distinción al
considerar que hay una inteligencia literal y una inteligencia espiritual del sentido lite-
ral de al Escritura. El no distinguirlo lleva a equívocos que pueden afectar a la interpre-
tación. Cf. Manresa, «The literal sense and the spiritual undestanding of Scripture ac-
cording to St. Thomas Aquinas».
Super II Cor cap. 3 lec. 2 (108): «Consequenter cum dicit sed usque in hodiernum
21
diem, etc., ostendit quomodo adhuc apud Iudaeos est velamen quantum ad infideles, li-
cet remotum sit per Christum. Circa quod sciendum est, quod velamen dicitur apponi
alicui dupliciter: aut quia apponitur rei visae ne possit videri, aut quia apponitur viden-
ti ne videat. Sed Iudaeis in veteri lege utroque modo appositum erat velamen. Nam et
¿La fe teologal es necesaria para la exégesis del sentido literal de la Escritura? 79
corda eorum excaecata erant, ne cognoscerent veritatem propter eorum duritiem, et ve-
tus testamentum nondum completum erat, quia nondum veritas venerat. Unde in sig-
num huius velamen erat in facie Moysi et non in faciebus eorum, sed, veniente Chris-
to, velamen remotum est a facie Moysi, id est a veteri testamento, quia iam impletum
est, sed tamen non est remotum a cordibus eorum. Et hoc est quod dicit sed usque in ho-
diernum diem, quasi dicat: amotum est a fidelibus veteris testamenti velamen, sed ad-
huc cum legitur Moyses, id est, cum exponitur eis vetus testamentum, act. cap. XV, 21:
Moyses a temporibus antiquis habet in singulis civitatibus, qui eum praedicent in syna-
gogis, etc., velamen, id est caecitas, est positum super cor eorum. Rom. XI, 25: caeci-
tas ex parte contigit, etc.».
22
Estas relaciones son presentadas por el Aquinate sistemáticamente en sus trata-
dos de la Summa Theologiae acerca de la Ley Antigua (I. II q. 98 – 105) y la Ley Nue-
va (106 – 108).
23
Super II Cor cap. 3 lec. 2 (107).
80 Ignacio M. Manresa Lamarca
24
Cf. In I Co cap. 3 lec. 1 (130).
Así, Santo Tomás entiende que la inteligencia literal de la Escritura propia del ju-
25
«Differentia enim haec est inter spiritualem et animalem virum: quia ani-
malis homo verba spiritualia accipit ut proverbia26, non quod proverbialiter
sint dicta, sed quia mens eius supra corporalia elevari non valens, sunt ei obs-
cura; I Cor. II, 14: animalis homo non percipit ea quae sunt Spiritus Dei. Spi-
ritualis autem homo accipit spiritualia ut spiritualia. Discipuli autem a prin-
cipio quasi animales erant, et quae dicebantur eis, obscura erant et sicut pro-
verbia; sed postmodum a Christo spirituales effecti et per Spiritum Sanctum
edocti, spiritualia aperte capiebant»27.
2.5. Conclusión
En este apartado hemos visto cuáles son los actos necesarios para que
el intérprete alcance el sentido de la Escritura. Él debe partir de tres con-
vicciones que le situen correctamente ante la realidad de la Escritura:
como revelación en palabra humana, como Palabra de Dios transmitida
en la unidad de los libros de la Escritura, y como Palabra de Dios que se
transmite e interpreta en la Iglesia, esposa del Espíritu Santo. Desde estas
convicciones, el intérprete debe alcanzar el sentido literal de la Escritura
que le abra los sentidos espirituales, y más concretamente el sentido lite-
ral del Nuevo Testamento para que a partir de él pueda acceder al sentido
pleno de toda la Escritura. Para alcanzar este sentido literal de la Escri-
tura, el intérprete debe superar principalmente cuatro dificultades: la dis-
persión del contenido de la revelación, sus diversos modos de expresión,
26
Precisando el sentido de proverbia santo Tomás dice anteriormente: «Proverbium
proprie dicitur quod communiter est in ore omnium, sicut illud Prov. cap. XXII, 6: ado-
lescens iuxta viam suam, etiam cum senuerit non recedet ab ea. Sed quia haec quando-
que obscura sunt et metaphorica, inde est quod proverbium quandoque sumitur pro pa-
rabola, in qua aliud dicitur, aliud signatur. Et hoc modo accipitur hic proverbium pro
parabola, idest pro parabolica locutione» (In Io cap. 16 lec. 7 [2148]).
27
In Io cap. 16 lec. 7 (2152).
82 Ignacio M. Manresa Lamarca
Lo hemos hecho en otro lugar: cf. Manresa, La exégesis en el Espíritu según san-
28
de ser inspirados cada uno de sus libros, ni de formar una unidad en razón
de su autor y de un mismo designio salvífico. Se trata de unas cualidades
sobrenaturales del texto que sólo pueden ser reconocidas con certeza por
un conocimiento sobrenatural. Los indicios del mismo texto (la verdad y
santidad de su enseñanza, lo que el texto dice de sí mismo, etc) no bas-
tan para un reconocimiento de toda la Escritura como Palabra de Dios, y
desde ello de las otras cualidades. Además, un conocimiento meramente
hipotético de tales cualidades («si consideramos la Escritura Palabra de
Dios... «), a parte de ser muy improbable, daría como fruto una interpreta-
ción que no sería capaz de mantenerse en esta perspectiva porque no ten-
dría en el intérprete el fundamento sólido de una verdad.
29
Cf. Summa Theologiae II. II q. 8 a. 2.
30
Cf. Summa Theologiae II. II q. 1 a. 9 ad 1.
31
Cf. In Io cap. 16 lec. 7.
32
Cf. CG IV, 1; In Io cap. 1, lec. 5 (141).
33
Cf. Summa Theologiae I q. 84 a. 7; q. 85 a. 1.
34
Cf. Summa Theolgiae I. II q. 85 a. 3; q. 86 a. 1.
¿La fe teologal es necesaria para la exégesis del sentido literal de la Escritura? 85
to, sin embargo, para evitar errores y alcanzar son certeza y facilidad tales
verdades espirituales, se requiere una luz sobrenatural35.
Respecto a la inteligencia de las realidades sobrenaturales que la Es-
critura nos enseña, santo Tomás afirma que la razón humana es capaz per
se, por más que moralmente le sea muy difícil. Recordemos que esta-
mos ante el punto decisivo de la intepretación de la Escritura. Como he-
mos visto, la inteligencia de la Escritura depende de un modo decisivo de
si el intérprete alcanza a concebir las realidades sobrenaturales del Nue-
vo Testamento expresadas en el sentido literal, y muy concretamente el
misterio de Cristo. Es lo que hemos llamado el salto hermenéutico. Des-
de aquí será posible la inteligencia del sentido literal de toda la Escritura
y la apertura a los sentidos espirituales de la misma.
Para santo Tomás la razón natural puede alcanzar por sí misma la inte-
ligencia de las verdades de la revelación que se transmiten en la Escritu-
ra. Santo Tomás al tratar sobre la fe de los demonios y sobre la fe de los
herejes afirma que ellos pueden alcanzar con la luz de su entendimiento
el conocimiento de las verdades que enseña la Iglesia36. Incluso podrían
conocer más enunciados de la revelación que el mismo fiel. Esta fe no es
una fe sobrenatural, sino una fe que se sostiene en la luz natural de su en-
tendimiento. Sin embargo, precisamente porque es una fe natural, no es
aquella fe por la que el hombre posee una “inchoatio vitae aeternae” 37.
De ahí se derivan unas consecuencias para la inteligencia más segura y
profunda de las verdades que la Escritura nos transmite, para la cuales la
razón natural se encuentra limitada. Por ello podemos decir que la razón
natural es capaz per se de acceder a las verdades sobrenaturales, pero has-
ta cierto punto. Esta última afirmación la desarrollaremos en el apartado
siguiente al tratar sobre la necesidad de la fe.
Por otra parte, la razón natural, aunque tiene la capacidad por sí mis-
ma de acceder a los misterios sobrenaturales de la Escritura, experimenta
una gran dificultad para realizarlo debido a que tiene su horizonte propor-
35
Así lo hemos mostrado al hablar de la inteligencia carnal. También cf. Summa
Theologaie I. II q. 109 a. 1.
36
Cf. Summa Theologiae II. II q. 5 a. 2 y 3.
37
De Ver q. 14 a. 2: «Et sic fides, in quantum est in nobis inchoatio quaedam vitae
aeternae, quam ex divina repromissione speramus, dicitur substantia rerum sperandarum:
et sic in hoc tangitur comparatio fidei ad bonum quod movet voluntatem determinantem
intellectum». También cf. Summa Theologiae II. II q. 4 a. 2.
86 Ignacio M. Manresa Lamarca
cionado en las esencias de las cosas materiales y a que está herida como
consecuencia del pecado, tanto en su entendimiento como en su afecto.
Por ello, el hombre carnal experimenta una gran dificultad para acceder a
los misterios sobrenaturales, tal como hemos señalado anteriormente. Su
tendencia será reducir las verdades a la medida de su entendimiento hu-
mano, ignorándolas o deformándolas38.
3.3. Conclusión
Por tanto, en primer lugar, para santo Tomás la razón natural no es ca-
paz por sí misma de alcanzar el hecho, la naturaleza y la unidad de la Escri-
tura, con sus consecuencias, y por tanto de situarse correctamente ante ella.
Por otra parte, la razón natural, supuestas las convicciones anteriores,
podría alcanzar por sí misma la recta interpretación de la Escritura. Po-
dría en cuanto que es capaz de superar la ignorancia de la lengua, la dis-
persión, la variedad de modos de expresión, e incluso la altura de los mis-
terios sobrenaturales. Sin embargo, la razón natural es capaz hasta cierto
punto de captar por sí misma los misterios sobrenaturales, según explica-
remos en el apartado siguiente. Además, la razón natural muy difícilmen-
te llegará a alcanzar una recta inteligencia de la Escritura dejada a sus so-
las fuerzas naturales, pues la razón y el afecto humano debilitados por las
consecuencias del pecado difícilmente podrán superar todas y cada una
de las dificultades señaladas, particularmente, la altura de los misterios.
En este caso el horizonte proporcionado del conocimiento humano y las
heridas del pecado harán que el intérprete tienda con su sola razón a re-
ducir las verdades sobrenaturales a su medida humana.
Comentando 1 Cor 1,22, santo Tomás dice: «Per Graecos autem omnes gentiles
38
39
Cf. Summa Theologiae II. II q. 1 a. 9 ad 1. Una referencia útil para el pensamien-
to de santo Tomás sobre el lugar de la Iglesia en la transmisión de la revelación: E. Mé-
nard, La Tradition. Révélation-Écriture-Église selon Saint Thomas d’Aquin (Bruges -
Paris 1964).
88 Ignacio M. Manresa Lamarca
Super III Sent dist. 23 q. 3 a. 3; Super III Sent dist. 25 q. 2 a. 1 sol. 4 ad 3; De Ver
40
q. 14 a. 10 ad11.
Summa Theologiae II. II q. 5 a. 3; Summa Theologiae II. II q. 2 a. 6 ad 3. Santo To-
41
facit videre ea quae creduntur. Sicut enim per alios habitus virtutum homo videt illud
quod est sibi conveniens secundum habitum illum, ita etiam per habitum fidei inclinatur
mens hominis ad assentiendum his quae conveniunt rectae fidei et non aliis”; Summa
Theologiae II. II q. 2 a. 3 ad 2: “Ad secundum dicendum quod, sicut homo per naturale
lumen intellectus assentit principiis, ita homo virtuosus per habitum virtutis habet rectum
iudicium de his quae conveniunt virtuti illi. Et hoc modo etiam per lumen fidei divinitus
infusum homini homo assentit his quae sunt fidei, non autem contrariis. Et ideo nihil
periculi vel damnationis inest his qui sunt in Christo Iesu, ab ipso illuminati per fidem».
¿La fe teologal es necesaria para la exégesis del sentido literal de la Escritura? 89
y por tanto accesible por sí en cuanto a su sentido a una razón natural, tal
como hemos explicado. Sin embargo, el Aquinate afirma que, aunque se
trate de una identidad material sustantiva entre el conocimiento que po-
dría alcanzar la razón natural y el que alcanza la razón iluminada por la
luz de la fe, sin embargo, hay diferencia entre estos dos conocimientos.
La razón iluminada por la fe es capaz de alcanzar un conocimiento más
profundo y unitario del misterio de Dios y de los misterios sobrenatura-
les, y de guardarse mejor de reducirlos a una medida humana.
Para comprender el sentido de esta afirmación, debemos considerar la
naturaleza sobrenatural del conocimiento de fe teologal. Así podremos
comprender el carácter tendencial de las fórmulas de la fe hacia la reve-
lación de la Verdad Primera43.
El Aquinate afirma que la fe teologal es “inchoatio vitae aeternae”.
En este sentido el hombre por la fe teologal participa del propio conoci-
miento divino en cuanto a su contenido y en cuanto a su modo. El cono-
cimiento de la fe se distingue del conocimiento metafísico de Dios por-
que este segundo conoce a Dios bajo la razón analógica de ente y en vir-
tud de esta comunidad en el ser, mientras que el conocimiento de la re-
velación alcanza a Dios en sí mismo por Dios mismo. Ciertamente Él se
manifiesta en analogías tomadas de nuestro mundo natural, pero promo-
vidas por el testimonio divino a expresar para nosotros de un modo im-
perfecto el misterio de Dios en sí mismo44. Con esta revelación, el hom-
bre inicia en la tierra el conocimiento que se consumará en el cielo a tra-
vés de la visión: conocer a Dios por Dios mismo. Un texto del Aquinate
ilustrará estas afirmaciones:
43
Para esta parte seguimos especialmente a B. Duroux, La psycologie de la foi chez
Saint Thomas d’Aquin (Tournai 1963), 178-187.
44
CG IV, 1: «Est igitur triplex cognitio hominis de divinis. Quarum prima est se-
cundum quod homo naturali lumine rationis, per creaturas in Dei cognitionem
ascendit. Secunda est prout divina veritas, intellectum humanum excedens, per modum
revelationis in nos descendit, non tamen quasi demonstrata ad videndum, sed quasi
sermone prolata ad credendum. Tertia est secundum quod mens humana elevabitur ad
ea quae sunt revelata perfecte intuenda».
90 Ignacio M. Manresa Lamarca
45
Super De Trinitate pars 1. q. 2 a. 2.
46
Summa Theologiae II. II q. 1 a. 2 ad 3: «Ad tertium dicendum quod visio patriae
erit veritatis primae secundum quod in se est, secundum illud I Ioan. III, cum apparuerit,
similes ei erimus et videbimus eum sicuti est. Et ideo visio illa erit non per modum
enuntiabilis, sed per modum simplicis intelligentiae. Sed per fidem non apprehendimus
veritatem primam sicut in se est. Unde non est similis ratio».
Cf. Summa Theologiae II. II q. 2 a. 8 ad3. El Aquinate usa a menudo la expresión
47
48
De Ver q. 14 a. 8 ad 11: «Ad undecimum dicendum, quod imagines per quas fides
aliquid intuetur, non sunt fidei obiectum, sed id per quod fides in suum obiectum tendit».
También: cf. Summa Theologiae II. II q. 1 a. 2; De Ver q. 14 a. 8 ad5. Cf. B. Duroux, La
psycologie de la foi chez Saint Thomas d’Aquin¸ (Tournai 1963) 39-44,185-198.
49
CG I, 5: «Tunc enim solum Deum vere cognoscimus quando ipsum esse credimus
supra omne id quod de Deo cogitari ab homine possibile est: eo quod naturalem hominis
cognitionem divina substantia excedit, ut supra ostensum est. Per hoc ergo quod homini
de Deo aliqua proponuntur quae rationem excedunt, firmatur in homine opinio quod
Deus sit aliquid supra id quod cogitare potest»; Super De Trinitate pars 1. q. 2 ad. 1:
«Ad primum ergo dicendum quod secundum hoc dicimur in fine nostrae cognitionis
Deum tamquam ignotum cognoscere, quia tunc maxime mens in cognitione profecisse
invenitur, quando cognoscit eius essentiam esse supra omne quod apprehendere potest
in statu viae, et sic quamvis maneat ignotum quid est, scitur tamen quia est».
50
De div Nom cap. 1 lec. 2: «Primo, quod nunc, idest in praesenti vita, sicut supra
expositum est, utimur, sicut nobis est possibile, propriis signis ad divina cognoscenda;
quae quidem signa sunt tam perfectiones quae procedunt a Deo in creaturas, quam et
metaphorae quae a creaturis per similitudinem transferuntur in Deum. Et huiusmodi
quidem signa dicuntur propria cognitioni rerum divinarum ex parte nostra, quia non
est possibile nobis aliter innotescere res divinas nisi hoc modo. Non tamen sic utimur
huiusmodi signis in cognitione divinorum, quod in eis mens nostra remaneat, nihil ultra
huiusmodi Deum existimans, sed ex istis signis, rursus extendimur, secundum nostram
proportionem ad simplicem et unitam veritatem intelligibilium miraculorum, idest
admirabilium contemplationum, quas de rebus divinis per huiusmodi signa accipimus».
También cf. De Ver q. 14 a. 8 ad 11. Cf. Duroux, La psycologie de la foi chez Saint
Thomas d’Aquin¸ 39-44,185-198.
51
Para un desarrollo más amplio del papel de la caridad y del don de inteligencia en
la interpretación bíblica: cf. Manresa, La exégesis en el Espíritu según santo Tomás de
Aquino, 410-432.
92 Ignacio M. Manresa Lamarca
5. Conclusión
Hasta aquí hemos considerado con santo Tomás hasta qué punto es ca-
paz la razón natural de alcanzar el sentido literal de la Escritura y en qué
medida requiere de la fe. Con el Aquinate podemos decir que la razón no
es capaz per se de conocer el hecho, la naturaleza y la unidad de la Escri-
tura y su transmisión e interpretación en la Iglesia. Sin embargo, esta ra-
zón es capaz per se (hasta un cierto límite) de alcanzar su sentido, pues la
Escritura se nos ha transmitido en lenguaje humano. Evidentemente ha-
blamos de una razón abierta a lo sobrenatural, y no cerrada a toda posibi-
lidad de ello. Pero la posibilidad moral de realizarlo es muy pequeña, es-
pecialmente para alcanzar los misterios sobrenaturales, que son llave fun-
damental para la comprensión de la Escritura, por la tendencia de la ra-
zón a reducir las realidades a su horizonte proporcionado en las esencias
de las cosas materiales y por la herida del pecado original.
Por otra parte, santo Tomás enseña que la fe teologal capacita al in-
térprete para que conozca con certeza el hecho, la naturaleza y la unidad
de la Escritura y su transmisión en la Iglesia. De ahí se sigue que él pue-
da participar de la inteligencia que la Iglesia tiene, y así superar mejor la
dificultad de alcanzar su verdadero sentido. También la fe teologal se re-
quiere moralmente para alcanzar el sentido de la Escritura en la medida
en que esta fe guía al intérprete para que reconozca si tal interpretación
pertenece a la revelación o no, y en la medida en que esta fe le hace cap-
tar la tendencia de las fórmulas de la Escritura a revelar la Verdad Primera
en su profundidad, unidad y simplicidad, así evitar reducir los misterios
sobrenaturales a la medida de una mera razón humana. Para percibir este
plus de hondura de contenido y de unidad simple de los misterios, el in-
térprete requiere per se la fe teologal, que para su más perfecta inteligen-
cia va acompañada de la caridad y del don de inteligencia. En este senti-
¿La fe teologal es necesaria para la exégesis del sentido literal de la Escritura? 93
52
Brown, The Critical Meaning of the Bible, 3: «First, I fully accept the Roman
Catholic doctrine of the Bible as the word of God, and the whole discussion assumes
the fact. This may disappoint those who think proof is needed that the Bible is the word
of God – no such proof is possible beyond biblical sef-claim and Church doctrine; it is
a mater of faith».
53
Brown, The Critical Meaning of the Bible, 3: «The real struggle, which is bet-
ween the Catholic center and the Catholic far-right, does not imperil the Catholic doctri-
ne of the Bible as the word of God which both accept. In this in-stance, as in most others,
the struggle concerns the meaning of the doctrine».
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Brown, The Critical Meaning of the Bible, 5: «If this chapter presses for theolo-
gical frankness and clarity that will drive home inescapably the necessary point in the
debate between the Catholic center and right, my contribution will be entirely from the
vantage point of biblical criticism. [...] Confining myself to an oulook gained from bi-
blical criticism...»
55
G. Scholem, On the Kabbala and Its Symbolism (London 1965) 29-31. Citado en
Brown, The Critical Meaning of the Bible, 11-12. Comenta Brown: «I could phrase no
better the issue I am raising of wheter even in the most sacred moments of revelation
God communicates in words».
94 Ignacio M. Manresa Lamarca
Brown, Biblical exegesis and Chuch doctrine, 15: «That the biblical books were
56
en algunas de sus obras: Especialmente en: R. E. Brown, Jesús, Dios y hombre (San-
tander 1973). Un libro donde lo trata sintéticamente, pero de un modo popular es en
Brown, Responses to 101 Questions on the Bible, 97 – 105. Pero sobre todo en: R.
E. Brown, An Introduccion to New Testament Christology (New Yorl-Mahwah 1994).
Traducción española: R. E. Brown, Introducción a la cristología del Nuevo Testamen-
to (Salamanca 2001). Para una visión de los estadios de la revelación del Nuevo Testa-
mento con el alcance progresivo creciente del conocimiento de los mediadores de la re-
velación: Cf. Brown, Historical critical Exegesis and Church doctrine, 12-13; R. E.
Brown, Introducción a la cristología del Nuevo Testamento (Salamanca 2001) 22; R. E.
Brown, 101 preguntas y respuestas sobre la Biblia, (Salamanca 1997) 62-67.
R. Brown, The critical meaning of the Bible, 22: «If I may turn to the christological
58
comparison whith I began, Jesus as “fully divine and fully human” has been rejected
not only counciously by nonbelievers but also unconsciously by believers. The
nonbeliever regards the fully divine as incompatible whith the human, the believer often
regards the fully human as incompatible whith the divine. To the biblical exception
to the full humanity of Jesus (“whithout sinning” in Heb 4,15) are sometimes added
“whitout ignorance”, “whithout temptation,” and “whithout limitation of world view,”
Consequently, if another Christian, who believes in the divinity of Jesus, insists that
¿La fe teologal es necesaria para la exégesis del sentido literal de la Escritura? 95
Jesus did not know all things, did not foresee the distant future, and was tempted, having
to learn obedience, Christological fundamentalists will accuse that person of dinying
that Jesus is Son of God. Small wonder that if a believer in revelation and inspiration
insists that the biblical word is human, time-conditioned, and subject to limitation and
error, biblical fundamentalists will accuse that person of denying that the Bible is the
word of God. This chapter has been dedicated to the thesis that only a believer who
insists on such limitations holds that the Bible is the word of God».
96 Ignacio M. Manresa Lamarca
«Ubi primo considerandum est quis homo dicatur animalis. [...] Uno
modo quantum ad vim apprehensivam, et hic dicitur animalis sensu, qui,
sicut dicitur in Glossa, de Deo iuxta corporum phantasiam vel legis litteram,
vel rationem philosophicam iudicat, quae secundum vires sensitivas
accipiuntur»59.
59
In I Cor 2, lec. 3 (112).
60
In I Cor cap. 2 lec. 3 (118).
¿La fe teologal es necesaria para la exégesis del sentido literal de la Escritura? 97
El primer punto de partida que podría servir para iluminar el modo del
conocimiento de los Apóstoles es concebir la perfección del conocimien-
to en la línea de un conocimiento más profundo y universal y no de ma-
yores determinaciones. Así, santo Tomás considera que el conocimien-
to de los Apóstoles es la mayor inteligencia de la revelación no porque
contenga todas las determinaciones de la misma, sino porque ellos po-
seen un concepto más profundo y universal de los misterios de la salva-
ción, es decir, más desde sus principios. Una recta reflexión sobre el co-
nocimiento le habría permitido a Brown analogar para concebir el cono-
cimiento apostólico, con su plenitud y elevación, al mismo tiempo que
sus modos singulares y las limitaciones en su formulación. Y así poder
descubrir en la Escritura los rasgos de esta sabiduría sobrenatural y pro-
funda expresada en las diversas circunstancias, modos singulares y pers-
pectivas concretas.
El segundo punto de partida que podría servir para iluminar el cono-
cimiento de Jesucristo es el conocimiento que tuvieron los santos. La ex-
periencia del conocimiento de los santos, que, sin dejar de ser profunda-
mente humanos, experimentan la elevación que produce la gracia en su
conocimiento, sería un punto de partida muy válido para concebir el co-
nocimiento que tuvo el Señor. Análogamente es lo que hace el Papa Juan
Pablo II en Tertio Millenio, para explicar la confluencia del sufrimiento y
la alegría en el alma del Señor cuando dice:
61
N. 78.
Santa Teresa del Niño Jesús, «Últimos coloquios. Cuaderno amarillo: 6 de ju-
62
an affirmation that, while the biblical “word of God” is inspired (and thus of God and
not merely about Him), every word of it comes from human beings and is conditio-
ned by their limitations. Because of the human element, on needs scientific, literary,
and historical methods to determine what the ancient authors meant when they wrote –
that knowledge does not come from revelation. But the meaning of the Bible as the
Church’s collection of sacred and normative books goes beyond what the authors meant
¿La fe teologal es necesaria para la exégesis del sentido literal de la Escritura? 99
in a particular book. Not only scholarship but also church tradition and teaching enters
into the complex issue of what the Bible means to Christians». (El subrayado es nuestro).
65
Para un desarrollo más amplio de este tema cf. Manresa, La exégesis en el Espíri-
tu según santo Tomás de Aquino, 512-514.
100 Ignacio M. Manresa Lamarca
nificó en sus autores humanos, esto es, en su sentido literal, sino en lo que
significa hoy en la Iglesia.
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