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CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD

REPÚBLICA DE GUATEMALA, C.A.


Expediente 4477-2021
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EXPEDIENTE 4477-2021

CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD, EN CALIDAD DE TRIBUNAL

EXTRAORDINARIO DE AMPARO: Guatemala, veintisiete de septiembre de dos

mil veintidós.

Se tiene a la vista para dictar sentencia, la acción constitucional de amparo

en única instancia promovida por Marlon Donely Morales Samayoa, contra la Corte

Suprema de Justicia, Cámara Penal. El postulante actuó con el patrocinio del

abogado defensor público Jorge Leonel Juárez Palacios. Es ponente en el presente

caso el Magistrado Vocal II, Nester Mauricio Vásquez Pimentel, quien expresa el

parecer del Tribunal.

ANTECEDENTES

I. EL AMPARO

A) Solicitud y autoridad: presentado el diecisiete de agosto de dos mil veintiuno,

en esta Corte. B) Acto reclamado: sentencia de diecisiete de mayo de dos mil

veintiuno, dictada por la Corte Suprema de Justicia, Cámara Penal, que declaró

improcedente el recurso de casación, por motivo de fondo, interpuesto por el

procesado Marlon Donely Morales Samayoa –ahora accionante–, y procedente el

promovido, por motivo de fondo, por el ente investigador. En consecuencia, casó la

sentencia impugnada y declaró al procesado autor responsable del delito de

Femicidio en grado de tentativa, en lugar de Violencia contra la mujer, en su

manifestación física, por el que fue condenado. C) Violaciones que denuncia: a

los derechos de defensa, fundamentación y tutela judicial efectiva, así como a los

principios jurídicos de debido proceso y correlación entre acusación y sentencia. D)

Hechos que motivan el amparo: de lo expuesto por el postulante y del estudio del

antecedente, se resume: D.1) Producción del acto reclamado: a) el Tribunal de


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Sentencia Penal de Delitos de Femicidio y Otras Formas de Violencia contra la

Mujer y Violencia Sexual del departamento de San Marcos, declaró a Marlon Donely

Morales Samayoa autor responsable del delito de Violencia contra la mujer, en su

manifestación física; b) contra ese fallo, tanto el imputado –ahora amparista– como

el Ministerio Público, interpusieron recurso de apelación especial, por motivo de

fondo, los que no se acogieron por la Sala Mixta de la Corte de Apelaciones del

departamento de San Marcos; y c) contra dicha decisión, ambos interpusieron

recurso de casación, por motivo de fondo, con fundamento en el numeral 5) del

artículo 441 del Código Procesal Penal. El procesado planteó como único

submotivo la indebida aplicación del artículo 65 relacionado con los artículos 27

numeral 15) del Código Penal, 3 literal l) y 7 literal b) de la Ley Contra el Femicidio

y Otras Formas de Violencia Contra la Mujer; el Ministerio Público invocó la falta de

aplicación de los artículos 14 del Código Penal y 6 literales b) y h) de la Ley Contra

el Femicidio y Otras Formas de Violencia Contra la Mujer. En sentencia de

diecisiete de mayo de dos mil veintiuno ‒acto reclamado‒ la Corte Suprema de

Justicia, Cámara Penal, declaró improcedente el recurso de casación, por motivo

de fondo, interpuesto por el procesado Marlon Donely Morales Samayoa –

accionante– y procedente el promovido, por motivo de fondo, por el ente

investigador. En consecuencia, casó la sentencia impugnada y declaró a Marlon

Donely Morales Samayoa autor responsable del delito de Femicidio en grado de

tentativa, en lugar del delito de Violencia contra la mujer, en su manifestación física,

por el que se le había condenado. D.2) Agravios que reprocha al acto

reclamado: estima que la autoridad cuestionada, al emitir el acto reclamado violó

sus derechos y principios enunciados, porque: a) de conformidad con la ley y la

doctrina la acusación debe ser clara, precisa y circunstanciada a fin de que el


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imputado tenga conocimiento qué acciones desplegó, qué delitos se le imputan y

sus respectivas consecuencias, tal y como lo señaló la Corte Interamericana de

Derechos Humanos en el caso Fermín Ramírez Vs. Guatemala. En ese sentido, en

el caso de marras no quedó acreditado que el procesado tuviera la intención de dar

muerte a la víctima. Y si bien es cierto el dolo es un elemento subjetivo, deben

existir concatenados a él elementos objetivos materiales y/o probatorios que deben

estar incluidos en la plataforma fáctica, lo que no ocurrió en el presente caso. Sin

embargo, la autoridad señalada tuvo por acreditado que la vida de la agraviada

estuvo en peligro de muerte, lo que nunca fue acusado. Efectivamente, de la lectura

del hecho acusado y del acreditado por el Tribunal de Sentencia, no se pueden

extraer los elementos y verbos rectores propios del delito de Femicidio, en grado

de tentativa. Además, la vida de la agraviada nunca estuvo en peligro; b) en sus

considerandos establece que el procesado no dio muerte a la víctima por causas

independientes a la voluntad de él, sin detallarlas y explicarlas, a pesar de que los

hechos son intangibles e invariables. Citó las sentencias emitidas por esta Corte en

los expedientes 4592-2013 y 1800-2013 en las cuales, afirma, se ha indicado que

el Tribunal de Casación debe partir de la plataforma fáctica acreditada; y c) la

autoridad señalada tuvo por acreditada la agravante de nocturnidad, sin indicar en

qué fundamentos de hecho y de Derecho se basa para ello. Asimismo, en el

expediente de casación 01004-2017-02150, indicó que, para apreciar la agravante

de nocturnidad es preciso que la oscuridad realmente haya favorecido la comisión

del delito o dificultado la identidad o detención del delincuente, resolviendo de

manera distinta en este caso, vulnerando su derecho a una tutela judicial efectiva,

ya que en su calidad de acusado merece que se respete la igualdad procesal y su

derecho a una debida fundamentación. Ello porque en su caso no se analizó la


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nocturnidad de conformidad con lo establecido en el artículo 27 numeral 15) del

Código Penal. Para el efecto, citó las sentencias emitidas por la Corte

Interamericana de Derechos Humanos en los casos Chaparro Álvarez y Lapo

Íñiguez Vs. Ecuador -que indica, se refiere a la debida fundamentación-; Mohamed

Vs. Argentina, en el que, afirma, se indicó que la actividad jurisdiccional existe

interdependencia entre las determinaciones fácticas y la aplicación del Derecho;

Herrera Ulloa Vs. Costa Rica, que indica se refiere a la sencillez de los recursos; y

Vélez Loor Vs. Panamá, referente, señala, al derecho de defensa. D.3) Pretensión:

solicitó se otorgue la protección constitucional requerida y como consecuencia se

deje en suspenso definitivo el acto reclamado; se ordene a la autoridad reprochada

que emita nueva sentencia, en la que se respeten sus derechos; y se le conmine al

cumplimiento efectivo del fallo, bajo los apercibimientos de ley. Asimismo, añadió

que, si se resuelve contrario a sus intereses, no se haga condena en costas ni se

imponga multa al abogado patrocinante. E) Uso de recursos: ninguno. F) Casos

de procedencia: citó los contenidos en las literales a), b), d) y h) del artículo 10 de

la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad. G) Disposiciones

constitucionales y legales que estima violadas: citó los artículos 4º y 12 de la

Constitución Política de la República de Guatemala; 8 numeral 2) literales b) y c)

de la Convención Americana Sobre Derechos Humanos; 27 numeral 15) del Código

Penal y 5,11 Bis, 388 y 440 del Código Procesal Penal.

II. TRÁMITE DEL AMPARO

A) Amparo provisional: no se otorgó. B) Terceros interesados: a) Jorge Leonel

Juárez Palacios ‒abogado‒; b) Helga Leticia Castillo Mérida; y c) Ministerio

Público. C) Remisión de antecedente: expedientes de casación conexados

01004-2019-01818 y 01004-2019-01819 de la Corte Suprema de Justicia, Cámara


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Penal. D) Medios de comprobación: en resolución de tres de febrero de dos mil

veintidós, esta Corte prescindió del período probatorio e incorporó como medios de

comprobación: a) reproducción digital de los expedientes de casación conexados

01004-2019-01818 y 01004-2019-01819, de la Corte Suprema de Justicia, Cámara

Penal; b) copia certificada de la sentencia de veintitrés de mayo de dos mil

diecinueve, dictada por la Sala Mixta de la Corte de Apelaciones del departamento

de San Marcos, en el expediente 09051-2016-00309; y c) copia certificada de la

sentencia de trece de agosto de dos mil dieciocho, emitida por el Tribunal de

Sentencia Penal de Delitos de Femicidio y Otras Formas de Violencia contra la

Mujer y Violencia Sexual, del departamento de San Marcos, en el expediente

09051-2016-00309.

III. ALEGACIONES DE LAS PARTES

A) Marlon Donely Morales Samayoa –amparista– y el abogado Jorge Leonel

Juárez Palacios –tercero interesado–, ratificaron los argumentos expuestos en el

escrito inicial y solicitaron se abra a prueba el amparo por el término de ley. B) El

Ministerio Público a través de la Unidad de Impugnaciones, manifestó que los

argumentos expuestos por el amparista son erróneos y falsos, ya que la autoridad

señalada partió de los hechos acreditados para emitir su resolución, la cual se

encuentra debidamente fundamentada y ajustada a Derecho, de lo que se concluye

que en el caso bajo análisis no existe agravio qué reparar por esta vía. Solicitó se

deniegue la protección requerida, se condene en costas al amparista y se imponga

la multa de rigor al abogado patrocinante.

CONSIDERANDO

-I-

El amparo protege a las personas contra las amenazas de violaciones a sus


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derechos o restaura su imperio cuando la violación hubiere ocurrido. Procede

siempre que las leyes, disposiciones, resoluciones o actos de autoridad lleven

implícito, amenaza, restricción o violación a los derechos que la Constitución

Política de la República de Guatemala, los tratados internacionales y las leyes

garantizan. Produce violación a derecho constitucional la autoridad cuestionada

que incurre en serias deficiencias de fundamentación en el acto reclamado.

-II-

Para una mejor intelección del asunto sometido al estamento constitucional

y determinar si existen las violaciones a los derechos y principios jurídicos

enunciados, se estima pertinente realizar una breve descripción de lo acaecido en

el proceso penal subyacente, como sigue:

A) De la acusación: El juez contralor del Juzgado de Primera Instancia

Penal de Delitos de Femicidio y Otras Formas de Violencia contra la Mujer y

Violencia Sexual del departamento de Quetzaltenango, dictó auto de apertura a

juicio contra Marlon Donely Morales Samayoa. El hecho objeto de acusación fue el

siguiente: “… El veinte de junio del año dos mil dieciséis (20/06/2016) siendo las

veintitrés horas con veinticinco minutos (23:25 horas) aproximadamente, usted

Marlon Donely Morales Samayoa se encontraba parado en la garita de control del

gimnasio denominado SPORTOWN, el cual se ubica en (…) del municipio y

departamento de Quetzaltenango momento en el cual llegó su conviviente Helga

Leticia Castillo Mérida, usted al verla le levantó su celular, ella le dijo ‘usted qué

honda (sic)’, usted le respondió: ‘estoy recabando pruebas para convencer a sus

papás del tipo de (…) de hija que tenían’, su conviviente caminó al interior del

parqueo del referido gimnasio, dirigiéndose a donde se encontraba estacionada la

camioneta de su propiedad, marca Toyota, color blanco, con placas de circulación


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(…), y ella le dijo: ‘ya va usted, él es un amigo y fui a hacer un mandado’, usted le

respondió ‘el mandado es de (…)’, ella le dijo: ‘nada qué ver’, y llegaron a la puerta

del piloto de su camioneta, ella le dijo: ‘pensé que estaba en la casa de Zulmita’,

usted le dijo: ‘no mira que con esa (…) me paran a cada rato y usted (…), deme la

llave de esa (…)’ ella le dio la llave de su camioneta y le pidió que le diera la llave

del carro de ella, usted se la tiró y se subió a su camioneta, cerró la puerta y

retrocedió, ella estaba a un lado, se hizo hacia atrás, y le pidió las llaves de su casa,

usted le respondió ‘Ah’ y subió la ventanilla, retrocedió y luego aceleró su

camioneta, hacia el lugar donde se encontraba parada su conviviente,

atropellándola e impactándola contra la pared perimetral del parqueo del referido

gimnasio, prensándole la pierna derecha contra la mencionada pared, del impacto

ella con el cuerpo quebró tres blocks de cemento de la pared, luego usted retrocedió

y aceleró más su vehículo, impactando nuevamente a su conviviente contra la

pared, posteriormente volvió a retroceder y ella fue auxiliada por los señores (…) y

(…), quienes empezaron a gritar, ‘déjela, déjela, no la mate’ y usted les dijo ‘esa

mujer es una (…)’ y luego se fue del lugar conduciendo su camioneta. Acciones

que causaron lesiones en las extremidades inferiores, en el abdomen y en la mano

derecha de su conviviente Helga Leticia Castillo Mérida. Hecho calificado

provisionalmente como delito de Femicidio en grado de tentativa, regulado en el

artículo 6 literal b) de la Ley Contra el Femicidio y otras formas de Violencia contra

la mujer y artículo 14 del Código Penal…”. [La anterior transcripción fue extraída de

las páginas dos y tres de la sentencia emitida por el Tribunal de Sentencia Penal

de Delitos de Femicidio y Otras Formas de Violencia contra la Mujer y Violencia

Sexual, del departamento de San Marcos (expediente electrónico)]

B) Fallo del Tribunal de Sentencia: El Tribunal de Sentencia Penal de


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Delitos de Femicidio y Otras Formas de Violencia contra la Mujer y Violencia Sexual

del departamento de San Marcos, declaró a Marlon Donely Morales Samayoa

responsable del delito de Violencia contra la mujer, en su manifestación física, tras

tener por acreditados los siguientes hechos: “… Los Juzgadores al contrastar el

hecho antijurídico atribuido al acusado por el Ministerio Público al formular su tesis

acusatoria, con la prueba producida en el foro del debate y la antítesis asumida por

la defensa, atendiendo al principio de identidad y correspondencia procesal, de

conformidad con el artículo 388 del Código Procesal Penal y el Principio de

Congruencia, en cuanto a que la sentencia no podrá dar por acreditados otros

hechos u otras circunstancias que no sean los descritos en la acusación y en el

auto de apertura a juicio, salvo cuando favorezca al acusado y con base al análisis

de cada uno de los medios de prueba aportados cuya valoración se efectuó en el

apartado respectivo y haciendo uso del principio de razón suficiente, propio del

razonamiento lógico, al confrontar la tesis acusatoria con la antítesis sostenida por

la defensa técnica en el foro del debate, se tiene por acreditado el siguiente hecho:

A.1) DÍA, HORA Y LUGAR DEL HECHO. El hecho antijurídico sucedió el día veinte

de junio de dos mil dieciséis, siendo las veintitrés horas con veinticinco minutos

aproximadamente, en el parqueo del lugar denominado GIMNASIO SPORTOWN,

el cual se encuentra ubicado en (…), así lo manifiesta la tesis acusatoria y

evidenciado con los medios de prueba valorados positivamente ut-supra. A.2) LA

AGRESIÓN. El señor Marlon Donely Morales Samayoa, el día veinte de junio de

dos mil dieciséis, siendo las veintitrés horas con veinticinco minutos

aproximadamente, entonces usted en el parqueo del lugar denominado GIMNASIO

SPORTOWN, el que se encuentra ubicado en (…); momento en el cual llegó su

conviviente Helga Leticia Castillo Mérida, usted al verla le levantó su celular, ella
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le dijo ‘Usted qué honda (sic)’, usted le respondió: ‘estoy recabando pruebas para

convencer a sus papás del tipo de (…) de hija que tenían’, su conviviente caminó

al interior del parqueo del referido gimnasio, dirigiéndose a donde se encontraba

estacionada la camioneta de su propiedad, marca Toyota, (…), con placas de

circulación (…) y ella le dijo: ‘ya va usted, él es un amigo y fui a hacer un mandado’,

usted le respondió ‘el mandado es de (…)’, ella le dijo: ‘nada qué ver’ y llegaron a

la puerta del piloto de su camioneta, ella le dijo: ‘pensé que estaba en casa de

Zulmita’, usted le dijo: ‘no mira que con esa (…) me paran a cada rato y usted (…),

deme la llave de esa (…)’ luego la agraviada le dio la llave de su camioneta y le

pidió que le diera la llave del carro de ella, usted se la tiró y se subió a su camioneta,

cerró la puerta y retrocedió y luego aceleró su camioneta, hacia el lugar donde se

encontraba parada su conviviente, atropellándola e impactándola contra la pared

perimetral del parqueo del referido gimnasio, prensándole la pierna derecha contra

la mencionada pared, del impacto ella con el cuerpo quebró blocks de pared, luego

se fue del lugar conduciendo su camioneta. Acciones que causaron lesiones en las

extremidades inferiores, en el abdomen y en la mano derecha de su conviviente,

Helga Leticia Castillo Mérida…”. [La anterior transcripción fue extraída de las

páginas cincuenta y cuatro a cincuenta y seis de la sentencia emitida por el Tribunal

de Sentencia aquí referido (expediente electrónico)]

C) Planteamiento de apelación especial y sentencia emitida: Marlon

Donely Morales Samayoa –amparista– y el Ministerio Público interpusieron recurso

de apelación especial, ambos por motivo de fondo, del cual conoció la Sala Mixta

de la Corte de Apelaciones del departamento de San Marcos. Para el efecto, el

procesado invocó la inobservancia del artículo 65 del Código Penal, relacionado

con el artículo 66 del mismo cuerpo legal; y el ente investigador, inobservancia de


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los artículos 6 incisos b) y h) de la Ley Contra el Femicidio y Otras Formas de

Violencia Contra la Mujer, relacionado con el artículo 14 del Código Penal, que no

fueron acogidos por la Sala de la Corte de Apelaciones antes descrita, bajo la

siguiente consideración: “… Recurso de apelación especial interpuesto por el

procesado por Motivo de Fondo (…) determinamos que el apelante argumenta en

resumen que el Tribunal de Sentencia apreció la circunstancia agravante de

nocturnidad, cuando la misma no fue buscada de propósito por el acusado, por lo

que pretende se le condene a la pena mínima de cinco años de prisión, conmutable,

a razón de cinco quetzales diarios. Al realizar el análisis correspondiente, se

establece que, a página setenta de la sentencia impugnada el Tribunal de grado

fundamentó lo siguiente: ‘… en este caso habiéndose cometido el hecho avanzadas

las veintitrés horas, se considera que concurre la agravante de nocturnidad…’. Del

hecho que se tiene por probado, se verifica que el hecho fue cometido a las

veintitrés horas con veinticinco minutos aproximadamente del día veinte de junio de

dos mil dieciséis, por lo que se establece que el hecho fue cometido de noche, y

aun cuando no quedó probado que el procesado haya buscado de propósito la

nocturnidad para ejecutar el hecho delictivo, consideramos que esa circunstancia

sí fue aprovechada por el procesado para causarle daño a la agraviada, siendo que

el hecho acaeció en el parqueo de un gimnasio que según la declaración de la

agraviada cierra a las veintitrés horas, en el momento del hecho ya pasaba esa

hora, por lo que se infiere que había poca visibilidad de lo que el procesado habría

de ejecutar así como las pocas personas que podrían quedar en un gimnasio a esa

hora que como se dijo, ya había cerrado sus actividades, razón por la cual el

Tribunal de grado apreció correctamente esta circunstancia agravante, de

conformidad con la naturaleza y accidentes descritos del hecho, por lo que no se


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advierte el vicio señalado, y corresponde no acoger el recurso interpuesto,

debiendo confirmar la sentencia venida en grado y así debe resolverse. Por otra

parte, el Ministerio Público interpone recurso de apelación especial por motivo de

fondo (…), argumentando en resumen que al inobservar preceptos legales de

nuestro ordenamiento penal sustantivo, tiene como consecuencia una condena por

un delito distinto y con una sanción menor a la que le corresponde por los hechos

cometidos, probados y acreditados. Al realizar el análisis correspondiente, se

establece que el Tribunal A quo a página cincuenta y siete en delante de la

sentencia impugnada, en lo conducente fundamenta lo siguiente: (…) este Tribunal

de Alzada no puede en ningún caso hacer mérito de la prueba o de los hechos que

se declaren probados conforme a las reglas de la sana crítica razonada, y

únicamente puede referirse a ellos para la aplicación de la ley sustantiva de

conformidad con el artículo 430 del Código Procesal Penal, el cual establece (…).

En ese orden de ideas, podemos corroborar que las conclusiones a las que arriba

el Tribunal de grado, tiene asidero en la plataforma probatoria, especialmente la

pericial relacionada en la que se concluye que las lesiones que sufrió la víctima no

estuvo (sic) comprometido ningún órgano vital, y en la evidencia material

consistente en un video en donde los juzgadores pudieron apreciar que el

procesado frenó su vehículo y no obstante le causó lesiones a la víctima no le

provocó la muerte. El recurrente afirma que las acciones ejecutadas por el

procesado iban dirigidas a quitarle la vida a la agraviada, ya que si bien el A quo no

lo acreditó en el apartado respectivo, se puede extraer de la declaración de la

agraviada a la cual se le otorgó valor probatorio, cuando declaró: ‘… me volvió a

tirar el carro encima’ pero por la oportuna intervención del guardia del parqueo no

le quitó la vida, ya que la agraviada también relacionó ‘… oí un silbido, era el


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guardián, empezó a silbar. Le empezaban a gritar, déjela no la mate…’, sin

embargo, la sola declaración de la agraviada no es suficiente para probar que el

procesado tenía ánimo de causarle la muerte, y asimismo que el guardián del lugar

en donde se encontraba el procesado y la víctima haya sonado su silbato, en nada

revela su intención para evitar que le diera muerte a la víctima, pues de haber tenido

esa intención lo habría logrado ante la desventaja que supone el peso y la fuerza

de un vehículo en contra de la humanidad de la víctima…”. [La anterior transcripción

fue extraída de las páginas siete a la once de la sentencia de la Sala de la Corte de

Apelaciones de mérito (expediente electrónico)]

D) Recursos extraordinarios y sentencia de casación: Tanto el

procesado, ahora amparista, como el ente investigador, interpusieron recurso de

casación por motivo de fondo, con fundamento en el numeral 5) del artículo 441 del

Código Procesal Penal. El procesado planteó como único submotivo de fondo la

indebida aplicación del artículo 65 relacionado con los artículos 27 numeral 15) del

Código Penal, 3 literal l) y 7 literal b) de la Ley Contra el Femicidio y Otras Formas

de Violencia Contra la Mujer. Al efecto, argumentó que la Sala de la Corte de

Apelaciones no efectuó el análisis respecto de la agravante de nocturnidad, ya que

no quedó probado el aprovechamiento de esa circunstancia, concluyendo que sus

argumentos fueron suposiciones. El Ministerio Público invocó como único

submotivo de fondo la falta de aplicación de los artículos 14 del Código Penal y 6

literales b) y h) de la Ley Contra el Femicidio y Otras Formas de Violencia Contra

la Mujer, argumentando que de los hechos acreditados se establece que las

acciones del incoado encuadran en el delito de Femicidio, en grado de tentativa.

Ello porque, el procesado concurrió en dolo directo ya que su intención no fue

únicamente causar lesiones a la víctima, por el medio que utilizó para provocar el
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daño. Indicó que la circunstancia de alevosía quedó establecida por la utilización

de medios o formas para asegurar la comisión del delito; la de premeditación, por

cuanto la idea de la comisión del delito surgió en la mente del procesado con

anterioridad suficiente a su ejecución, ya que lo organizó y planificó al llegar al

parqueo donde se encontraba la agraviada y que el ensañamiento se configuró

porque luego de causarle lesiones a la agraviada la atropelló nuevamente.

En sentencia de diecisiete de mayo de dos mil veintiuno, ‒acto

reclamado‒ la Corte Suprema de Justicia, Cámara Penal, declaró improcedente

el recurso de casación, por motivo de fondo, interpuesto por el procesado Marlon

Donely Morales Samayoa –accionante– y procedente el planteado, por motivo de

fondo, por el ente investigador. En consecuencia, casó la sentencia impugnada y

declaró a Marlon Donely Morales Samayoa autor responsable del delito de

Femicidio en grado de tentativa, en lugar de Violencia contra la mujer en su

manifestación física por el que se le había condenado, al considerar: “… En el

presente caso se procede a resolver lo referente al reclamo del procesado. En ese

sentido se cita el derecho en que el caso de mérito se encuentra en conflicto:

‘Artículo 65. Fijación de la pena (…)’ Y ‘Artículo 27. Circunstancias agravantes

(…)’. De la lectura de dichas normas, es necesario establecer si el sustento jurídico

que esgrimió el ad quem para confirmar la aplicación de la agravante contenida en

el artículo 27 numeral 15 del Código Penal fue compatible o no con los parámetros

establecidos en el considerando anterior. Para ello, se desciende a la sentencia de

primera instancia en donde a partir de los medios de prueba aportados al juicio,

quedó acreditado: ‘DÍA, HORA Y LUGAR DEL HECHO. El hecho antijurídico

sucedió el día veinte de junio de dos mil dieciséis, siendo las veintitrés horas con

veinticinco minutos, aproximadamente, en el parqueo del lugar denominado


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GIMNASIO SPORTOWN, el cual se encuentra ubicado en (…), así lo manifiesta la

tesis acusatoria y evidenciado con los medios de prueba valorados positivamente

ut-supra’ SIC (…) a su vez, en dicho documento sentencial, quedó probado en

cuanto a la pena a imponer que: ‘Se considera necesario imponerle una pena de

siete años de prisión inconmutables por las razones vertidas en esta sentencia,

tomando en cuenta los presupuestos contenidos en el artículo 65 del Código Penal

y el artículo 10 de la Ley Contra el Femicidio y Otras Formas de Violencia Contra la

Mujer, de la siguiente manera: e.1) En cuanto a la mayor o menor peligrosidad del

culpable, no se toman en cuenta por ser elementos de derecho penal de autor y no

de acto (…) e.5) En cuanto al móvil del delito, falta de confianza, inseguridad,

sometimiento de la voluntad de la agraviada, sujeción, discriminación, celos,

demostrando su voluntad e intención de agredirla físicamente con el vehículo de su

propiedad, violentando la norma penal. e.6) La extensión e intensidad del daño

físico causado (…) e.7) Debe observarse el parámetro que exige la ley para la

imposición de la pena, tomando en cuenta la mínima y la máxima, y las

circunstancias para la misma, en este caso habiéndose cometido el hecho

avanzadas las veintitrés horas, se considera que concurre la agravante de la

nocturnidad así como el pronunciamiento del Ministerio Público, de la defensa

técnica y auxiliante de la querellante y para concretarse en una tutela judicial

efectiva, debe imponérsele la pena de prisión de siete años inconmutables, esto

con fundamento en el artículo 388 segundo párrafo del Código Procesal Penal,

observando así mismo el artículo 59 del Código Penal’ SIC (…). Con base en lo

antes transcrito, Cámara Penal arriba a la conclusión que no le asiste la razón al

casacionista pues del relato histórico que se tuvo por probado en la sentencia de

primera instancia, demuestra que el procesado aprovechó el horario comprendido


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entre las veintitrés horas con veinticinco minutos aproximadamente, para cometer

el hecho delictivo. El juez sentenciante lo tuvo por acreditado de esa manera y por

ello decidió aplicar la misma, por lo que fundamentado en dicho extremo no se

advierte el error legal deducido en cuanto a la aplicación de dicha circunstancia

graduadora de la pena de prisión. Es entendido que el agravante en cuestión busca

facilitar la comisión del delito o la impunidad del delincuente, resultados que pueden

obtenerse, ya sea porque se busque de propósito cualquiera de tales

circunstancias, o porque se aprovechen sin previa determinación, extremos que

quedaron fijados en el caso objeto de estudio por parte de la autoridad competente,

de ahí que lo resuelto por la sala no es violatorio a derechos garantizados al

procesado pues, su decisión de no acoger el recurso tuvo fundamento en los

hechos acreditados, determinando en base a ellos la existencia de la circunstancia

agravante en el delito imputado. Así las cosas y por lo anterior el recurso resulta

improcedente y así deberá declararse en la parte resolutiva del presente fallo. (…).

En el presente caso para decidir, también es necesario referir el concepto de dolo,

pues el fundamento fáctico mediante el cual la entidad recurrente planteó su

discusión, por lo que en ese sentido importa para establecer si los hechos

configuran el intento de Femicidio o violencia contra la mujer en su manifestación

física. De esa cuenta se refiere que el dolo está representado en el deseo de

delinquir, el cual es un elemento rigurosamente subjetivo, que se produce en el

pensar y el sentir del sujeto activo para la comisión del ilícito. Se extrae del actuar

del procesado en la comisión del hecho. Por su misma naturaleza, que es

íntimamente sensitivo del agente, para establecer su existencia ante la negativa de

confesión expresa de quien delinque, es necesario apreciar determinados

elementos objetivos a efecto de establecer si el delito se realizó o no con el deseo


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de causar un resultado típico. En ese orden de ideas se desciende al fallo de primer

grado por ser un reclamo in iudicando al tribunal de casación le está permitido

realizar y de esa manera advierte que fue hecho acreditado, que el procesado

Marlon Donely Morales Samayoa eligió y utilizó su camioneta, para ejecutar el acto

contra la agraviada. Según los hechos del juicio, se subió al vehículo, retrocedió y

luego aceleró para impactarle a la agraviada, su conviviente por lo que la atropelló

impactándola contra una pared, que incluso del golpe con su cuerpo quebró varios

‘blocks’, esos hechos de manera clara demuestran que tenía la intención de matar,

independientemente del estado en que lo hiciera. Incluso, aún haciendo la

concesión de que tal intención no existió tuvo que habérselo representado como

posible, por el medio utilizado y el tipo de lesiones causadas, ya que incluso

producto del atropellamiento la agraviada impacta en la pared del lugar lo que

queda incluido en el dolo de muerte como dolo eventual de conformidad con el

artículo 11 del Código Penal. Al referir en cuanto a lo que se estima como dolo

eventual este, parte de que el sujeto se le representa el resultado (efecto

concomitante) como probable producción y aunque no quiere producirlo, sigue

actuando admitiendo su eventual producción. Existe confusión cuando el resultado

de una agresión tal no lleva a la muerte de la víctima, confundiendo el peligro que

las heridas efectivas causadas supusieron para la vida, con el peligro para la vida

que de por sí entraña una agresión con dicho medio empleado es pues que para

producir el resultado utilizó el vehículo tipo camioneta en el que se transportaba

impactándola con el mismo. Por considerar que las heridas en ningún momento

podrían haber ocasionado la muerte y que por consiguiente no estuvo en peligro la

vida de la víctima, el sentenciante decidió calificar dicho hecho en el delito de

Violencia contra la mujer en su manifestación física, cuando con sustento en la ley


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y las actuaciones pudo fundamentar el delito de Femicidio en grado de tentativa,

pues la intención de matar se evidenció al hacer uso el procesado de un vehículo y

atropellar a la víctima. En este caso, el hecho que la agraviada no haya fallecido a

pesar de las lesiones causadas, no desvirtúa el dolo de muerte, pero sí modifica la

calificación del tipo de femicidio regulado en el artículo 6 de la Ley Contra el

Femicidio, porque los hechos resultan ser subsumibles en el tipo de Femicidio en

grado de tentativa y no en el tipo de Violencia contra la mujer, como fue considerado

en primer grado. Ello porque, conforme lo establece el artículo 14 del Código Penal,

el sujeto activo ejecutó actos exteriores, idóneos para dar muerte a la agraviada,

pero no logró obtener su propósito criminal por causas independientes a la voluntad

de él. En consecuencia, el recurso fundado en dicho reclamo es procedente y así

deberá declararse en la parte resolutiva del presente fallo, haciendo las demás

declaraciones que en derecho corresponde. Es de advertir que en el presente caso

también fue hecho acreditado la agravante de nocturnidad, por lo que en

observancia del artículo 65 del Código Penal, debe considerarse su configuración

para la gradación de la pena de prisión…”. [La anterior transcripción fue extraída

de las páginas diez a quince de la sentencia de la Corte Suprema de Justicia,

Cámara Penal (expediente electrónico)]

-III-

La naturaleza de la garantía constitucional del amparo responde a la tutela

de los derechos y libertades fundamentales, procediendo en cualquier ámbito –

como preceptúa el artículo 265 constitucional– en el que estos pueden verse

amenazados o lesionados por actos de autoridad. La viabilidad del amparo frente

a decisiones judiciales, según lo ha reiterado la jurisprudencia constitucional, no

tiene como fin la revisión del criterio de fondo asumido por los órganos de la justicia
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ordinaria al resolver los conflictos sometidos a su conocimiento, en tanto solo a

estos corresponde la potestad de juzgar y promover la ejecución de lo juzgado

(artículo 203 constitucional). Por el contrario, el objeto de la garantía constitucional

se circunscribe a controlar que se hayan respetado y observado los derechos que

la Constitución Política de la República de Guatemala y el resto del ordenamiento

jurídico reconocen.

Ahora bien, en no pocas ocasiones podría resultar incierta la delimitación

entre aquello que es objeto de control en amparo y lo que forma parte del criterio

de fondo y que constituye ámbito exclusivo de competencia de los jueces

ordinarios, citando como ejemplo, que la propia decisión para resolver la

controversia puede centrarse, precisamente, en la discusión sobre el contenido y

alcances de los derechos fundamentales. De igual forma, la actuación misma de

los órganos jurisdiccionales (tanto durante el trámite del proceso, como en la

resolución que pone fin al conflicto) responde a la garantía de un específico derecho

fundamental: el derecho a la tutela judicial efectiva, lo que hace que la delimitación

de aquellas cuestiones se perfile aún más imprecisa y exige, con el mayor ahínco,

mesura y autolimitación en el quehacer del Tribunal de Amparo, para no afectar

aquello que no es materia de la justicia constitucional. En suma, cuando se trata de

actuaciones judiciales, el amparo se circunscribe a intervenir ante la amenaza o

lesión a los derechos que la Constitución Política de la República de Guatemala, el

bloque de constitucionalidad o el resto del orden jurídico reconocen y garantizan.

En lo que atañe a la tutela judicial efectiva, es menester señalar que

configura en sí misma un derecho fundamental, y es a la vez una garantía para el

resto de derechos, que con eficaz intervención de los jueces (cualquiera que sea

su competencia o jerarquía) se afianza su protección; así, el control en amparo ha


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de verificar que la intervención de los tribunales de justicia, incluida la resolución

que dirima la controversia entre partes, provea tutela en los términos

constitucionalmente exigidos. Por supuesto que la función del Tribunal de Amparo

no lo autoriza a cuestionar o refutar el criterio de fondo contenido en la decisión

material que el juez, en ejercicio de la función constitucionalmente conferida, emita

para decidir el asunto litigioso; en cambio, la garantía del derecho a la tutela judicial

efectiva exige corroborar que los distintos elementos en éste contenidos, no se

vean afectados arbitrariamente. De esa cuenta, el derecho a la tutela judicial

efectiva demanda garantizar el acceso a los tribunales de justicia para instar las

acciones respectivas, la observancia del debido proceso en el trámite

correspondiente y la solución de la controversia mediante la emisión de una

resolución fundada en Derecho, lo que incluye la exigencia de motivación; de igual

forma, tal derecho asegura la posibilidad de recurrir las decisiones judiciales por las

vías y en las condiciones que el sistema jurídico prevé, así como la efectividad del

fallo que en definitiva dirima la controversia.

En cuanto a la exigencia de fundamentación, sin autorizar la ulterior

discusión del conflicto material, la tutela en amparo demanda corroborar que el juez

ordinario sujete su resolución al sistema de fuentes formales que la Constitución

define, lo que incluye observar la supremacía constitucional, el contenido y

alcances del bloque de constitucionalidad, el control de convencionalidad, la

jurisprudencia existente y, de ser el caso, la jerarquía normativa. Ese derecho a una

resolución fundada en Derecho, también exige que el juez auto restrinja su

intervención en orden a las limitaciones que su función le impone (legitimidad); de

igual manera, la resolución que en definitiva solucione el conflicto debe responder

a las específicas pretensiones formuladas por las partes, en congruencia con el


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objeto del proceso y lo actuado en este, todo lo cual reclama una motivación clara,

completa y razonable que ponga de manifiesto una decisión jurídica exenta de

arbitrariedad. Cabe acotar que un fallo judicial que se apoya en criterios

manifiestamente irrazonables o que es fruto de un error patente en la función de

interpretar, aplicar e integrar el ordenamiento jurídico, denota un acto arbitrario que

indudablemente no provee tutela judicial, y no configura una resolución fundada en

Derecho; en cualquier caso, el yerro ha de ser evidente, incidiendo en la decisión

de fondo y, por ende, afectando los derechos de las partes, ámbito en el que

necesariamente debe intervenir el Tribunal de Amparo, no para disentir del criterio

jurídico sostenido e imponer el propio, sino para el único efecto de requerir ulterior

pronunciamiento que dé respuesta fundada y razonable al asunto en discusión.

-IV-

Situados los elementos fácticos en que se desarrolló el caso concreto, a

continuación, se analizarán los agravios descritos por el amparista, en su escrito

respectivo, como sigue:

A) En virtud de tener íntima relación entre sí, se analizarán los primeros dos

agravios en forma conjunta, como sigue:

Primer agravio: de conformidad con la ley y la doctrina la acusación debe ser clara,

precisa y circunstanciada a fin de que el imputado tenga conocimiento qué acciones

desplegó, qué delitos se le imputan y sus respectivas consecuencias, tal y como lo

señaló la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Fermín Ramírez

Vs. Guatemala. En ese sentido, señaló que en el caso de marras no quedó

acreditado que tuviera la intención de dar muerte a la víctima. Y si bien es cierto el

dolo es un elemento subjetivo, deben existir concatenados a él elementos objetivos

materiales y/o probatorios que deben estar incluidos en la plataforma fáctica, lo que
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no ocurrió en el presente caso. Sin embargo, la autoridad señalada tuvo por

acreditado que la vida de la agraviada estuvo en peligro de muerte, lo que nunca

fue acusado. Efectivamente, de la lectura del hecho acusado y del acreditado por

el Tribunal de Sentencia, no se pueden extraer los elementos y verbos rectores

propios del delito de Femicidio, en grado de tentativa. Además, resultó acreditado

que la vida de la agraviada nunca estuvo en peligro. Segundo agravio: el acto

reclamado, en sus considerandos, establece que el procesado no dio muerte a la

víctima por causas independientes a la voluntad de él, sin detallarlas y explicarlas,

a pesar de que los hechos son intangibles e invariables. Citó las sentencias

emitidas por esta Corte en los expedientes 4592-2013 y 1800-2013 en las cuales,

afirma, se ha indicado que el Tribunal de Casación debe partir de la plataforma

fáctica acreditada.

Para resolver estos agravios y evidenciar si existe falta de fundamentación

en el acto reclamado, se estima pertinente delimitar aquel campo dogmático al que

debe asistir la autoridad reclamada, para determinar si las reclamaciones hechas

en casación, por el ente fiscal, tienen asidero jurídico; para ello, se debe hacer

referencia a dos figuras provenientes de la doctrina y que se le presentan como

necesarias al Tribunal de Casación al analizar el presente caso; el dolo de muerte

y el dolo de lesión, estos son elementos esenciales para desplegar un análisis

congruente con lo solicitado y que satisfaga la tutela judicial efectiva de las partes;

el dolo sea directo/eventual o indirecto, es la motivación criminal que permite

desplegar las acciones necesarias para la comisión delictiva, y en los delitos contra

la vida, se le conoce como animus necandi, que puede definirse como el –deseo

de matar– lo que implica dos escenarios: de conocimiento y voluntad; estos se ven

comprendidos, respectivamente, en la intención directa y/o eventual, y en la


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indirecta. En el primero, la acción viene guiada por la intención de causar la muerte,

tanto si pudo ser prevista o si se vio como posible y se aseguró, mientras que en el

segundo caso, tal intención no puede ser afirmada, pues, si bien el autor conoce

los elementos del tipo objetivo, de manera que sabe el peligro concreto que crea

su conducta para el bien jurídico protegido (la vida) continúa su ejecución, bien

porque acepta el resultado probable, o bien, porque su producción le resulta

indiferente; en cualquiera de los casos, el conocimiento de ese riesgo no le impide

actuar y, por tanto, existe la intención y el deseo de matar. Por otra parte, se

encuentra el animus laedendi, que implica determinar únicamente el deseo de

lesionar, pues, de los elementos objetivos inmersos en los hechos, únicamente se

puede reconstruir que el ánimo del agente era lesionar o mermar la integridad física

del sujeto pasivo y no matarle.

En ambos casos la tarea de determinación del animus consiste en un análisis

intensamente subjetivo desde varios puntos de vista, y objetivo en cuanto a algunos

elementos que pueden desprenderse de las propias acciones que han resultado

acreditadas; respecto de ello, se desprende la necesidad de que, en atención al

derecho penal moderno y de garantías, la determinación y posterior subsunción de

hechos en tipos delictivos, cuente con el despliegue argumentativo necesario y

suficiente que, anclado en elementos objetivos, razonables y perfectamente

medibles, garanticen la tutela judicial efectiva a las partes procesales. Lo anterior

ha sido refrendado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en diversa

jurisprudencia, pero con más profundidad, en la sentencia emitida dentro del caso

Fermín Ramírez versus Guatemala, que sentó un precedente importante en el

sistema penal de la nación, específicamente, recalcando la necesidad de alejar

criterios subjetivos de las decisiones que emitan los tribunales penales, pues los
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mismos conforman un retroceso hacia el sistema inquisitivo, en donde

características difícilmente medibles y poco razonables, son utilizadas para

condenar o imponer penas.

En este sentido, una decisión que conforme la declaración de

responsabilidad penal, o la imposición de una pena o sanción de carácter penal,

debe ser emitida, en concordancia con el control de convencionalidad al que están

obligados los tribunales de orden común, de forma objetiva y razonable, pues,

únicamente al conocer las razones, su estructura –coherencia interna y externa– y

conclusión, las partes procesales pueden ver garantizado su derecho a la tutela

judicial efectiva por parte del Estado; por ende, dichas razones, para ser objetivas,

no pueden pasar por un plano imaginario –subjetivo–, sino deben estar contenidas

en la resolución y construidas de forma estructurada y coherente, lo que significa

que el razonamiento que las expone sea capaz de explicar el paso de las premisas

–objetivas– hacia la conclusión –razonable–, pues, de basarse la conclusión en

premisas subjetivas o que provienen y/o permanecen únicamente el pensamiento

del juzgador, el proceso penal se vería decidido por el conocimiento privado de

aquel y no por los hechos que han resultado efectivamente acreditados por el

caudal probatorio.

En el caso concreto, la tarea de determinar una cuestión propia de la mente

del autor que ha desplegado la acción delictiva –ánimo de matar o ánimo de

lesionar–, debe dirigirse a un análisis estructurado de circunstancias que permitan

reconstruir jurídicamente la intención del actuar delictivo, estudio que requiere, para

garantizar el derecho fundamental de tutela judicial efectiva de las partes, un techo

mínimo de argumentos que reflejen la construcción aludida.

De esa cuenta, la dogmática penal ha planteado la necesidad de analizar


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varias circunstancias, entre ellas: a) la dirección, el número y la violencia de los

golpes; b) las condiciones de espacio y tiempo; c) las circunstancias conexas con

la acción; d) las manifestaciones del propio procesado, palabras precedentes y

acompañantes a la agresión, y actividad anterior y posterior al delito; e) las

relaciones entre el autor y la víctima; y f) la misma causa del delito, entre otras.

Así, atender a estas circunstancias se hace imperativo, siempre y cuando

concurran dentro de la acción delictiva y estén en la plataforma fáctica acreditada

y probada en primera instancia, esto para permanecer en un punto neutral que no

afecte el principio de inmediación y de legalidad con el que se acreditaron las

acciones delictivas.

De las citadas circunstancias, a su vez, provienen criterios o condiciones que

se consideran objetivamente viables para determinar la concurrencia de uno u otro

animus, siendo las siguientes: a) manifestaciones del agresor: este elemento

indiciario tiene relación con el último de los expuestos en el apartado anterior ya

que es la continuación del análisis de las manifestaciones, evidentemente en su

gran mayoría verbales, formuladas por el autor durante la realización del hecho

delictivo; b) condiciones de espacio, tiempo y lugar del hecho: la realidad física

del lugar donde se cometió el suceso a examinar y el período del día en que se

produjo, junto a la ubicación de los protagonistas durante la comisión del ilícito, que

pueden ser tenidos en cuenta por los tribunales como indicios de cómo tuvo lugar

la mencionada acción delictiva y para deducir la intención que presidía el quehacer

del autor; c) instrumento empleado y su idoneidad para lesionar o matar: el

instrumento empleado en la comisión del ilícito criminal es uno de los factores

objetivos calificados como determinantes, siendo objeto de examen necesario,

como consecuencia de su importancia para determinar si el ataque era o no idóneo


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para acabar con la vida de la víctima o, en cambio, perseguía simplemente mermar

su integridad física; d) zonas del cuerpo afectadas: el lugar o zona del cuerpo a

la que se dirige la acción ofensiva del agente así como la apreciación de su

vulnerabilidad y de su carácter más o menos vital, es otro importante criterio que

debe aparecer indefectiblemente en la apreciación objetiva para determinar qué

ánimo (matar o lesionar) influye en el actuar del agresor; se consideran zonas

vitales: la cabeza o el cráneo, el cuello, el corazón y el abdomen; y e)

características de los actos agresivos: el actuar del sujeto activo constituye uno

de los datos fácticos que, posiblemente de forma más clara, permite evaluar una

voluntad homicida/femicida o únicamente una intención de mermar la integridad

física de una persona. Por lo que resulta vital examinar si ha quedado acreditada

la insistencia o perseverancia en el actuar agresivo como elemento clave en la

búsqueda del ánimo o sentimiento de su autor; y por último, se encuentran las

circunstancias posteriores, que son manifestaciones y conductas del autor, que

son las expresiones efectuadas tras la culminación del acto y que pueden deducir

animus necandi: 1) en el nuevo ataque a la víctima; 2) una vez consumado el hecho,

desatendiendo el agresor a la víctima, abandonándola a su suerte; 3) si el agresor,

tras la agresión, huye; 4) vuelve a amenazar a su víctima; 5) si amenaza a los

testigos directos del hecho; 6) confiesa el hecho a familiares o autoridades; 7) se

deduce una intención de lesionar en los siguientes casos; 8) si el acusado

permanece pasivo y expectante tras la agresión; 9) si no prosigue la agresión

iniciada; y 10) si abandona rápidamente sus intenciones, dándose a la fuga,

perseguido por la propia víctima.

Del análisis estructurado y limitado a los hechos acreditados, sobre los

elementos anteriores y sus variantes fácticas, puede obtenerse un resultado


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jurídico que determine de forma fundada y motivada, en el caso concreto, la

concurrencia del delito de Violencia contra la mujer, en su manifestación física, que

encierra el elemento subjetivo del animus laedendi, que es el deseo interno de

únicamente herir a la víctima, o del delito de Femicidio, que encierra el elemento

subjetivo del animus necandi, es decir, el deseo de matar.

Así las cosas, luego del agravio señalado por el postulante, esta Corte, al

efectuar el análisis de rigor, ha podido establecer que la autoridad increpada no

realizó la construcción del dolo de muerte o animus necandi, de forma correcta ni

suficiente, toda vez que no tomó en cuenta los factores que quedaron reseñados

en párrafos anteriores. Efectivamente, la referida autoridad no atendió a criterios

objetivos contenidos en la plataforma fáctica acreditada y probada en primera

instancia, toda vez que únicamente determinó que el procesado tenía la intención

de matar a la víctima porque “… la atropelló impactándola contra una pared, que

incluso del golpe con su cuerpo quebró varios ‘blocks’, esos hechos de manera

clara demuestran que tenía la intención de matar, independientemente del

estado en que lo hiciera…”, inferencia que resulta inválida y no razonable, desde la

perspectiva argumentativa, pues si bien la conclusión se conecta con una razón

objetiva, no toma en cuenta otros factores que permitan soportar de forma

suficiente, la intención de matar; de lo anterior, resulta claro que la autoridad

objetada no tomó en cuenta todas las otras condiciones existentes y objetivas que

pudieron existir, para determinar de forma razonable la concurrencia de uno u otro

animus, ya que no analizó las manifestaciones previas y posteriores del agresor,

tampoco la insistencia para culminar con su cometido, o bien, si la cantidad de

lesiones desplegadas y el instrumento utilizado, era necesario y suficiente para

lograr su objetivo, a fin de establecer si, de lo probado en el juicio, era posible


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afirmar objetivamente que el procesado exteriorizó su deseo de matar a la víctima;

tampoco la Cámara Penal determinó el lugar donde se cometió el ilícito, para

deducir la intención que presidía el quehacer del autor, el instrumento empleado y

su idoneidad para lesionar o matar, toda vez que no es dable afirmar que el hecho

de utilizar un vehículo permita inferir el ánimo de muerte en el imputado, ya que de

ser así, debiera constar la velocidad, peso y condiciones en las que se utilizó dicho

medio para lograr tal inferencia; asimismo, no se estableció, por parte del Tribunal

de Casación, si la zona del cuerpo afectada por las lesiones causadas, conllevaba

riesgo de muerte; y, por último, tampoco se analizó el número y la violencia de los

golpes causados por el victimario. De lo que puede concluirse que, al no tomar en

cuenta esos hechos, la autoridad cuestionada no analizó correcta ni

suficientemente si el ánimo del procesado estaba en lesionar o mermar la integridad

física de la víctima o, efectivamente, en matarle.

Así las cosas, el caso bajo análisis no refleja que el Tribunal de Casación

haya realizado un cotejo minucioso de la integralidad de la sentencia que tuvo

acreditados los hechos, por cuanto decidió la procedencia del reclamo del ente

fiscal, asumiendo conclusiones íntimas e inatendibles como reflejo de tutela judicial

efectiva, como la siguiente: “… la intención de matar se evidenció al hacer uso el

procesado de un vehículo y atropellar a la víctima…”, inferencia que, como se

mencionó, no puede considerarse válida, al no constar el procedimiento lógico que

llevó a su conclusión, es decir, no constar cómo y bajo qué criterio objetivo se

determinó lo afirmado, conllevando dicha falencia en la falta de razonabilidad de la

decisión, por cuanto, las razones que sustentan el paso a la conclusión,

permanecieron en el conocimiento privado de la Cámara aludida, evitando e

impidiendo, que las partes procesales cuenten con una decisión debidamente
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fundamentada; por último, no escapa del análisis faltante, lo relativo a la tentativa

como figura contenida en la ley penal, que requiere, también, el despliegue de

razones que acuerpen la decisión de construir el dolo de muerte, esto pues, para

decidir de forma válida que la intención mortal no se culminó por circunstancias

ajenas a la voluntad del agente, la Cámara objetada debió establecer, de forma

razonada, cuáles fueron dichas causas, y cómo influyeron en la frustración del

ataque mortal comenzado a ejecutar. Dicho análisis, necesario para la subsunción

de los hechos en el delito por el que se le condenó al procesado en el acto

reclamado, no contiene elementos válidos que denoten un proceso constructivo y

objetivo, pues el Tribunal de casación se limita a indicar que fue la presencia de

otras personas las que impidieron la resolución criminal mortal, aspectos que, como

ha quedado reseñado en el apartado superior, no se analizaron, sino se infirieron

de forma escueta y no soportada en premisas objetivas, constituyendo así, una

conclusión inválida.

En ese sentido, al emitir una resolución carente de una debida

fundamentación, la autoridad increpada vulneró el principio de correlación y

congruencia de forma material y, por ende, el derecho de defensa del accionante,

toda vez que le vedó la oportunidad de defenderse sobre el ánimo de muerte o

animus necandi que le imputa.

B) En cuanto al tercer agravio, relativo a que, la autoridad señalada tuvo por

acreditada la agravante de nocturnidad, sin indicar en qué fundamentos de hecho

y de Derecho se basa para ello. Y que, asimismo, en el expediente de casación

01004-2017-02150, indicó que para apreciar la agraviante de nocturnidad es

preciso que la oscuridad realmente haya favorecido la comisión del delito o

dificultado la identidad o detención del delincuente, resolviendo de manera distinta


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en este caso, vulnerando su derecho a una tutela judicial efectiva (en su calidad de

acusado merece que se respete la igualdad procesal y su derecho a una debida

fundamentación), pues en este caso no se analizó la nocturnidad de conformidad

con lo establecido en el artículo 27 numeral 15) del Código Penal.

Al respecto, del análisis de las constancias procesales se determina que la

autoridad señalada, al analizar el recurso de casación sometido a su conocimiento

por parte del ahora amparista, en cuanto a la agravante de nocturnidad, descendió

en su estudio y determinó que el Tribunal de Sentencia tuvo por acreditado que el

hecho antijurídico sucedió a las veintitrés horas con veinticinco minutos,

aproximadamente, en el parqueo de un gimnasio y lo que la Sala de la Corte de

Apelaciones en relación a este tema, estableció, en el sentido de que “… el hecho

fue cometido de noche (…) esa circunstancia sí fue aprovechada por el procesado

para causarle daño a la agraviada, siendo que el hecho acaeció en el parqueo de

un gimnasio que según la declaración de la agraviada cierra a las veintitrés horas,

en el momento del hecho ya pasaba esa hora, por lo que se infiere que había poca

visibilidad de lo que el procesado habría de ejecutar así como las pocas personas

que podrían quedar en un gimnasio a esa hora que como se dijo, ya había cerrado

sus actividades, razón por la cual el Tribunal de grado apreció correctamente esta

circunstancia agravante…”. Como puede apreciarse, en cuanto a este agravio,

puede considerarse que la autoridad señalada, si bien fue escueta, expuso de

forma clara por qué razón el agravio denunciado por el casacionista en su recurso

extraordinario en torno al agravante de nocturnidad, no era atendible, esto pues

expresó el argumento sobre el cual versa la citada circunstancia agravante, que

refiere al aprovechamiento de las condiciones de realización del delito, en este

caso, el horario singular en que fue llevado a cabo, por ende, en su actuar no puede
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evidenciarse violación a las normas que el amparista señala como violadas, ni que

la referida autoridad haya resuelto los asuntos sometidos a su conocimiento en

forma antojadiza, en violación a su derecho de igualdad procesal, pues el análisis

dogmático correspondiente, exige el pronunciamiento de los hechos acreditados,

que determine el aprovechamiento de la nocturnidad en la ejecución del delito o en

momentos previos o posteriores, lo que quedó reseñado por el Tribunal de casación

y se considera suficiente.

Por las razones indicadas, este Tribunal considera que, debe otorgarse la

protección solicitada, únicamente en cuanto a los agravios reseñados en el

apartado A) de este considerando, al establecer que la decisión emitida por la

autoridad impugnada, en cuanto a la determinación del dolo de muerte, carece de

fundamentación lógica y jurídica, lo cual conduce a concluir que es procedente

otorgar parcialmente la protección constitucional solicitada y, por tal motivo, dejar

en suspenso el acto reclamado a efecto de que se emita nueva resolución en

sustitución de la suspendida, en la que se resuelva el recurso de casación

interpuesto por el ente fiscal, conforme lo establecido en el presente fallo.

-V-

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 45 de la Ley de Amparo,

Exhibición Personal y de Constitucionalidad, la condena en costas será obligatoria

cuando se declare procedente el amparo; sin embargo, podrá exonerarse al

responsable, cuando su promoción se base en la jurisprudencia previamente

sentada, cuando el derecho aplicable sea de dudosa interpretación y en los casos

en que, a juicio del Tribunal, se haya actuado con evidente buena fe. En el presente

caso, la actuación de la autoridad impugnada encaja en el último de los supuestos

relacionados, razón por la cual es procedente exonerarla de la condena en costas.


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LEYES APLICABLES

Artículos citados y, 265, 268 y 272 literal b), de la Constitución Política de la

República de Guatemala; 8º, 10, 42, 44, 45, 46, 47, 57, 149, 163 literal b), 179 y

185 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad; 7 Bis del

Acuerdo 3-89; 29, 35 y 73 del Acuerdo 1-2013, ambos de la Corte de

Constitucionalidad.

POR TANTO

La Corte de Constitucionalidad, con base en lo considerado y leyes citadas,

resuelve: I) Por ausencia temporal de los Magistrados Roberto Molina Barreto, Dina

Josefina Ochoa Escribá y Leyla Susana Lemus Arriaga, se integra esta Corte con

los Magistrados Walter Paulino Jiménez Texaj, Luis Alfonso Rosales Marroquín y

Juan José Samayoa Villatoro. Asimismo, de conformidad con lo regulado en el

artículo 1 del Acuerdo 3-89 de esta Corte, asume la Presidencia el Magistrado Héctor

Hugo Pérez Aguilera. II) Otorga parcialmente el amparo solicitado por Marlon

Donely Morales Samayoa, contra la Corte Suprema de Justicia, Cámara Penal y,

como consecuencia: a) deja en suspenso definitivo sentencia de diecisiete de mayo

de dos mil veintiuno, dictada por la Corte Suprema de Justicia, Cámara Penal; y b)

para los efectos positivos de este fallo, la referida autoridad deberá dictar nuevo

pronunciamiento, congruente con lo aquí considerado, dentro del plazo de quince

días contados a partir de la fecha en que reciba la ejecutoria respectiva, bajo

apercibimiento de que en caso de incumplimiento se les impondrá una multa de dos

mil quetzales (Q 2,000.00) a cada uno de sus integrantes, sin perjuicio de las demás

responsabilidades en que pudieran incurrir. III) No condena en costas. IV)

Notifíquese y, oportunamente, remítase la ejecutoria respectiva.


CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD
REPÚBLICA DE GUATEMALA, C.A.
Expediente 4477-2021
Página 32 de 32
Firmado digitalmente
por HECTOR HUGO
PEREZ AGUILERA
Fecha: 27/09/2022
10:54:27 a. m. Razón:
Aprobado Ubicación:
Corte de
Constitucionalidad
Firmado digitalmente
por NESTER
MAURICIO VASQUEZ
PIMENTEL Fecha:
27/09/2022 10:55:11 a.
m. Razón: Aprobado
Ubicación: Corte de
Constitucionalidad

Firmado digitalmente
por LUIS ALFONSO
ROSALES
MARROQUIN Fecha:
27/09/2022 10:55:53 a.
m. Razón: Aprobado
Ubicación: Corte de
Constitucionalidad

Firmado digitalmente
por JUAN JOSE
SAMAYOA
VILLATORO Fecha:
27/09/2022 11:00:08 a.
m. Razón: Aprobado
Ubicación: Corte de
Constitucionalidad

Firmado digitalmente
por WALTER PAULINO
JIMENEZ TEXAJ
Fecha: 27/09/2022
11:00:59 a. m. Razón:
Aprobado Ubicación:
Corte de
Constitucionalidad
Firmado digitalmente
por ANA GERALDINE
CARINES GONZALEZ
Fecha: 27/09/2022
11:01:30 a. m. Razón:
Aprobado Ubicación:
Corte de
Constitucionalidad

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