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Sistema Monetario
Internacional
• La ilusión de una mayor autonomía: los críticos sostenían que, con la flotación de los
tipos de cambio, en la mayoría de las veces, los bancos centrales deberían intervenir
en los mercados de divisas, aunque no tuvieran una obligación formal, todo esto
debido a los importantes efectos macroeconómicos.
Después de diez años de convivencia con tipos de cambio flotantes, la experiencia parece
mostrarnos que los argumentos a favor de los mismos superan los argumentos en contra, esto
siempre y cuando se apliquen correctas políticas económicas nacionales
Los países en desarrollo, en los años cincuenta y sesenta relacionaban sus monedas a las
de los principales países industrializados. A comienzos de los años setenta, estos países
industrializados adoptaron tipos de cambio flexibles. A medida que estos países desarrollados
fueron haciéndose partidarios de los tipos de cambio flotante, el problema mayor se les
presentó a los países en desarrollo, que seguían de cerca a los primeros. Esto tuvo un primer
colapso en los precios del petróleo en 1973, y otra vez en 1982, cuando tuvo su inicio la crisis
de la deuda.
Hay cada vez más pruebas de que los países en desarrollo, aún con estructuras
económicamente muy diversas, pueden desarrollar y sostener sistemas de tipo de cambio
flotante, encontrándose la clave de estos resultados en contar con el sostén de políticas
monetarias y fiscales moderadas para garantizar la estabilidad macroeconómica. Por lo tanto,
la creciente preocupación por las subas y bajas de las divisas, pueden tener su origen en la
confusión acerca de lo que debe ser el sistema monetario internacional.
Esta preocupación, por las bajas y subas tan abruptas y a direccionadas de los tipos de
cambio, llevaron a que algunos países volvieran a los tipos de cambio fijo, como en cierta
medida lo hizo el Sistema Monetario Europeo (SME), pero después de esto, algunos países
como Inglaterra e Italia tuvieron que irse del sistema, mientras otros, como fue el caso de
España y Portugal, tuvieron que devaluar su moneda. La experiencia nos muestra que tratar
de mantener un tipo de cambio antieconómico, puede hacer que uno de los países involucrado
pierda las riendas de su política económica, siendo éste el caso de Francia, que estaba atado
al marco alemán y a las tasas de interés alemanas.
Como lo muestran todos estos años de flotación de tipos de cambio, determinados los
mismos a través del mercado, sus movimientos hacia arriba y hacia abajo, aparentemente no
conducirían a una situación problemática, tal como una caída precipitada de la moneda,
mayor inflación y reducción de la producción, teniendo en cuenta la determinante condición
que destacan los adeptos a la flotación, que es el apoyo de prudentes políticas fiscales y
monetarias internas.
Efectos
El sistema monetario actual es muy diferente al de Bretton Woods. Se han eliminado muchos
controles de capitales. Muchos países han optado por tipos de cambio flexibles. Los países
emergentes, en especial China, suponen una parte cada vez mayor de la economía mundial.
Han aparecido criptomonedas, como Bitcoin. A su vez, los bancos centrales están
desarrollando sus propias monedas digitales.
Cuando colapsó Bretton Woods, no descendió la demanda de divisas, como se esperaba. Por
el contrario, los gobiernos y los bancos centrales incrementaron la demanda de divisas de
reserva, en especial de dólares. Los países necesitan ahora contar con más reservas para
neutralizar los efectos no deseados del aumento de los flujos de capitales. Por tanto, han ido
acumulando reservas para evitar que sus monedas se aprecien y se deteriore la competitividad
de sus exportaciones.
En el siglo XXI, este dilema parte de que el PIB del resto del mundo ha crecido más que el
de EEUU. Por ello, los gobiernos y los bancos centrales del resto del mundo tienen cada vez
más bonos estadounidenses como reserva de divisas. En consecuencia, el gobierno
estadounidense tiene que conseguir más ingresos para saldar esos bonos cuando se le
requieran. Esto implica que será necesario que surjan, o que ganen peso, otros activos de
reserva.
Conclusión
Desde Bretton Woods El Sistema Monetario Internacional establece las normas que
regulan los flujos monetarios transfronterizos cuyo objetivo es garantizar la libertad de
intercambio internacional y prevenir desequilibrios monetarios que podrían afectar la
credibilidad del sistema. El sistema actual consiste en la determinación del valor de los tipos
de cambio por la fluctuación en el mercado de divisas (en la mayoría de los países de Europa
y América). El dinero no cuenta con un respaldo en metales, activos u otro bien convertible.
Este sistema funciona principalmente bajo la característica de flotación generalizada
con algunas excepciones, a mayoría de los países avanzados y en desarrollo cuentan con tipos
de cambios flexibles, esto significa que el mercado ajusta continuamente el valor de las
divisas sin que exista una tasa de cambio fija. No obstante, China y algunos países de Medio
Oriente fijan sus monedas al dólar. Cabe mencionar también que algunos países (incluyendo
países emergentes de Asia, Japón y Suiza, entre otros) han intervenido en el valor de sus
monedas directa o indirectamente en épocas de crisis o en períodos en los que existe una
fuerte variación. Las divisas no cuentan con un respaldo en metales, activos u otras monedas.
Su valor se determina por la confianza que tienen las personas en el Banco Central emisor
(lo que a su vez está determinado por el entorno político-económico). De todos modos, el
dólar y el euro (como segunda moneda) se utilizan como reservas y determinan en gran parte
la liquidez del sistema. Las organizaciones que conforman el SMI negocian y llegan a
acuerdos con respecto a la normativa internacional y toman decisiones con respecto al nivel
de reservas internacional, acceso a créditos, creación de una moneda no nacional de reserva
(como el DEG) y otros aspectos que influyen en las relaciones de intercambio internacional
En definitiva, actualmente no existe un acuerdo generalizado en cuanto a cómo debe
definirse el valor relativo de las monedas de distintos países.
Referencias