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La Cultura de la Deliberación en las Cortes Constitucionales


Gertrude Lübbe Wolff

Profesora Catedrática en Derecho Público, University of Bielefeld

Doctora en Derecho Público, University of Freiburg

LL.M. (Master of Laws), Harvard Law School

Investigadora Senior, Instituto Wissenschaftskolleg, Berlin and University of Bielefeld.

Magistrada del Tribunal Constitucional Federal Alemán (2002-2014)

Introducción
Naturalmente, en los tribunales colegiados que cuentan con varios magistrados, los jueces
deliberan entre sí antes de tomar una decisión, antes de dictar una sentencia. ¿Cómo deliberan
los tribunales constitucionales o cortes supremas con facultades de control de
constitucionalidad? Y en qué medida y forma, las características de esas deliberaciones, afectan
las decisiones ?

Hay diversos modos de deliberación que, a su vez, tienen efectos diferentes en las decisiones
que toman los tribunales constitucionales.

En un primer paso, describiré dos ejemplos que ilustran los tipos diferentes de comunicación
entre los jueces en el proceso de toma de decisiones (I). Esto será seguido de una explicación
acerca de cómo se han desarrollado históricamente estas diferencias, y cómo se mantienen
hasta la actualidad. Se pondrá énfasis en los marcos institucionales que conducen las
deliberaciones e interacciones judiciales (II). Concluiré con breves comentarios sobre las
ventajas más salientes de un tipo deliberativo más colectivo en el proceso de toma de
decisiones (III).
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I.- Tipos de deliberación-dos ejemplos

1.- Corte Suprema de Estados Unidos

En la Corte Suprema de Estados Unidos los casos que son resueltos previamente pasan por un
procedimiento de discusion en una audiencia pública que transcurre, aproximadamente,
durante más de una hora.

Las partes, recurrentes y demandos, cuentan con treinta minutos cada uno para presentar su
caso. Durante esa presentación son, con frecuencia, interrumpidos por las preguntas de los
magistrados. En una muestra de 75 casos, elegidos aleatoriamente durante audiencias
celebradas entre los años 1972 a 1986, los jueces hicieron, en promedio, 88 preguntas por caso,
ello significa que, durante un típico alegato oral de una hora, hacen alrededor de 1,5 preguntas
por minuto. Además los jueces también se interrumpen entre sí frecuentemente durante las
audiencias. Luego de la audiencia pública, los magistrados discutirán el caso en privado para
resolverlo.

Antes que William H. Rehnquist se conviertiera en el Presidente del Tribunal en 1986, las
conferencias consistían, usualmente, en dos etapas: en la primera, cada juez explicaba su
opinión y en una segunda cada juez emitá su voto. Rehnquist vio ese proceso como una pérdida
de tiempo y combinó los dos rounds en uno. En otras palabras: a través de ese cambio de
procedimiento Rehnquist hizo que los jueces votaran luego de explicar su posición y antes de
que ellos escucharando lo que todos o al menos algunos de sus colegas tenían para decir. Este
proceso de ninguna manera puede ser llamado “deliberación“.

La ausencia de la idea de que la deliberación entre los jueces es y debería ser un elemento
decisivo en la toma de decisiones se evidencia por el hecho que a los jueces se les permite votar
en un caso aunque no hayan tomado parte ni en las argumentaciones orales, ni en las
deliberaciones entre los jueces que se generan luego. Cuando Rehnquist se enfermó y debió
permanecer en reposo en su casa; él escuchaba las grabaciones de los argumentos orales y
votaba por memo sin haber tomado parte en la deliberación.
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De acuerdo a un Juez de la Suprema Corte de los Estados Unidos, a quien consulté hace algunos años

atrás acerca de los hábitos de deliberación, las discusiones toman usualmente media hora por caso (por

lo que en promedio cada juez tendrá, aproximadamente, 3 minutos y 30 segundos de intervención y,

generalmente, no hay consensos como resultado de la discusión. Este esquema, tal vez, haya tenido

“suaves“ cambios recientemente, a partir de que el Chief Justice Roberts parece estar intentando

obtener más consenso a través de las deliberaciones. Sin embargo, no parece haber habido cambios

relevantes en la conducta de la “deliberación“, si observamos que la tasa de decisiones no unánimes

permanece alta (en 2013: 38%; en 2.014: 60%), comparada con la performance de la mayoría de las

otras cortes de apelación. Alta también en decisiones en extremo divididas, en 2013: el 14% de las

decisiones divididas fue por votación 5:4. Según explican autores como Liptak y Sunstein.

Dependiendo del resultado de la discusión entre los magistrados reunidos, el Chief Justice, si está dentro

de la mayoría, asignará la tarea de escribir la decisión. La posterior comunicación circula como un

anteproyecto de sentencia en donde se insertan las opiniones esbozadas por los magistrados. Esto no

sedebate entre todos los jueces, y su utilidad es la de mostrar las distintas posiciones y los cambios que

serían necesarios hacer para que un juez esté dispuesto a unirse a la opinión de otro juez.

En conjunto, la toma de decisiones en la Corte Suprema de Estados Unidos, aparece como muy poco
deliberativa, y por ello la comunicación entre los magistrados afectada.

2.- Tribunal Constitucional Federal de Alemania

Lo opuesto ocurre, por ejemplo, en el Tribunal Constitucional Federal de Alemania (GFCC). Las
decisiones de los dos Senados del GFCC están basadas en extensos debates y discusiones
orientadas al logro del consenso.

En la primera reunión deliberativa entre los magistrados, que sirve para ir acercándose a
determinar un resultado y a las las razones y motivaciones que le darán sustento, el caso es
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discutido sobre las bases de un reporte extenso, preparado por el Juez ponente. El ponente
expone los hechos, antecedentes históricos del caso y sistemáticamente explica cada cuestión
de hecho y de derecho que puedan ser relevantes para el caso, analiza todos los precedentes,
casos relevantes de cortes transnacionales y en ocasiones también de cortes nacionales
extranjeras y doctrina legal, desarrolla y argumenta posiciones sobre cada una de las preguntas
relevantes, y termina con una propuesta para la parte operativa de la decisión (por ejemplo: El
reclamo constitucional es rechazado, o el Art. X del estatuto Y es inconstitucional, etc.)

Los proyectos que presentan los jueces ponentes tienen, usualmente, al menos entre 150-300
páginas. El de mayor extensión, por lejos, parece haber sido el voto en el caso, aún pendiente,
concerniente a la salida de la producción de energía nuclear. De acuerdo a rumores, esa
ponencia tenía nada menos que 1.000 páginas.

La primera reuníon será subdividida en una fase de pre-audiencia preparatoria y una fase post-
audiencia si una audiencia pública es celebrada. Las audiencias públicas, si hubieran,
usualmente toman medio día o un día, en raros casos más tiempo. Deliberaciones internas en la
primera etapa usualmente toman al menos una mañana o una tarde de la sesión de audiencia
(tres horas cada una), frecuentemente el día completo y en casos difíciles varios días.

Las deliberaciones internas siempre comienzan con una corta presentación por parte del Juez
ponente. Luego habrá un Seriatim round con todos los demás jueces hablando en el orden
inverso de jerarquía por antiguedad (el Presidente contabilizado como el de mayor jerarquía),
exponiendo su visión preliminar, seguido por un espacio para que el juez ponente haga una
exposición sobre los comentarios y una extensa discusión libre sobre los puntos que se han
tornado controversiales. En el segundo Senado del GFCC, del cual yo he sido magistrada, era
usual hacer contribuciones en libre discusión (no-seriatim), a menudo subdividida en bloques
temáticos, usualmente seguida por una lista de oradores, con intervenciones espontáneas
generalmente permitidas o al menos toleradas.

Podría ocurrir que ciertos temas requerirían más atención e investigación del que fue invertido
por el reporte. La audiencia será entonces aplazada hasta que alguien, - o el Juez ponente o
quien haya propuesto el tema- provea un texto suplementario. Los suplementos al reporte del
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ponnete, los que adicionan una pieza al rompecabezas, o persigan una solución alternativa,
pueden ser informados por cualquier Juez en el período que media entre la distribución y
discusión del reporte principal, siendo luego tratados conjuntamente. De cualquier manera, y más
allá de las disidencias que pudieran existir, se realizan esfuerzos importantes para encontrar puntos de
vista en común y llegar a una decisión sin disidencias ni votos divididos y normalmente se arriba a un
grado considerable de consensos.

La primera etapa de deliberación termina cuando se obtiene la unanimidad en la decisión


propuesta y sobre la esencia de sus razones, o cuando las mayorías son claras o el potencial de
las discusiones para obtener un mayor acuerdo parece estar exhausto. El Juez ponente tendrá
entonces que dar forma a una decisión sobre las bases de los resultados de la primera etapa de
deliberación.

La segunda etapa del proceso deliberativo comienza cuando el proyecto de la decisión se pone
en circulación. Cada miembro del Senado entonces, leerá el proyecto y enviará sus sugerencias
para algún cambio, si lo hubiera, al Juez ponente. Como regla, ellos usarán la función correctora
de su programa “word processing“ en sus computadoras, para ese propósito.

Sobre las bases de estas sugerencias, el Juez ponente entonces producirá el así llamado
proyecto “consolidado“, donde todas las sugerencias que ha encontrado aceptables son
insertadas dentro del texto principal como correcciones visibles. Respecto de las sugerencias
que el Juez ponente no adopta, la tradición, en el Segundo Senado, es que las mismas deben
ser colocadas como notas al pie. En el siguiente paso, la así llamada “deliberación leída“, el
proyecto consolidado será discutido entonces página por página y nota al pie por nota al pie.

Las sugerencias pueden estar en el rango de pequeñas correcciones ortográficas hasta cambios
mayores modificando sustancialmente la idea central del texto, como eliminación o inserciones
de largos párrafos y/o arreglos en el orden de los argumentos.

Como consecuencia de este proceso, la “deliberación leída“ de un proyecto de decisión toma


por lo menos la mitad de un día de reuniones en la mayoría de los casos, a menudo el día
completo, y algunas veces aún más que eso. Y cada uno y todos los miembros del Tribunal,
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incluyendo los presidentes de los Senados, deben aprender a soportar interferencias masivas
en sus proyectos. Esto se logra con más facilidad, por el sentimiento generaizado entre los
magistrados de que, a pesar del descontento que uno puede algunas veces tener como Juez
ponente con los cambios implementados por los colegas, en general, la manera cooperativa de
producir las decisiones hace mucho para mejorar la calidad de las mismas.

Para resumir: La toma de decisiones, incluyendo la producción de las razones que las sustentan,
es una empresa muy colaborativa en el GFCC, y todas las decisiones relevantes son tomadas por
los jueces en reuniones comparttidas como un verdadero tribunal colegiado.

II.- Subrayando diferencias Institucionales y Culturales

¿Cómo suceden esas enormes diferencias en las culturas de la deliberación?

1.- Dos modelos históricos

Dos modelos históricos diferentes en el proceso de toma de decisiones en Tribunales


colegiados (multi-miembros), pueden ser distinguidos y dan forma a las prácticas judiciales
hasta estos días.

El primero, históricamente el más antiguo, es el modelo seriatim. En la versión pura y original


de este modelo, todos y cada uno de los jueces producen su propia opinión. Uno podría decir
que no hay juzgamiento “del Tribunal“ como tal. Sólo hay juzgamientos individuales de cada
uno de los miembros del tribunal.

Este es considerado el tipo tradicional de toma de decisiones en los tribunales del common
law, según ellos han evolucionado en Inglaterra. El procedimiento original del Tribunal del Rey,
por ejemplo, es conocido por haber sido el que cerró la argumentación oral sin ninguna
interrupción por deliberación interna. Cada juez del tribunal era llamado para dar su
juzgamiento oralmente. El modelo seriatim en esta versión pura es absolutamente no
deliberativo, en lo que respecta a los argumentos vertidos por los jueces en cada caso.
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Este modelo no es una invención del common law. Este fue un modelo típico de tribunales
colegiados en sociedades incipientes, donde la ley no era compleja y era pensada para ser
expresada más que desarrollada en decisiones, donde los jueces eran, usualmente, iletrados, y
donde la oralidad, por lo tanto, no tenía otra alternativa.

El segundo modelo es el modelo per curiam. Aquí, el tribunal, decide de modo colegiado. En la
versión original, pura, de este modelo, los jueces individuales no aparecen identificados con sus
votos u opiniones, tampoco serán comunicados los resultados de la votación al público. La
decisión per curiam, por lo tanto, necesita ser preparada in camera. Ejemplos históricos de
tribunales funcionando de esta manera, los cuales han sido dominantes en Europa desde el
medioevo tardío en adelante, son las cortes del Sacro Imperio Romano, la Corte de la Cámara
Imperial (fundada en 1495), y la Corte del Consejo del Imperio o Consejo Aúlico (fundada en
1497/98).

La toma de decisiones per curiam no debe ser asociada, automáticamente, con la deliberación
interna. En tanto los juzgamientos per curiam son dados sin razones, no hay necesidad de
deliberar en audiencia. Las cortes del Sacro Imperio Romano, por ejemplo, jamás dieron
razones para sus juzgamientos hasta el final del Imperio en 1806. Y su procedimiento interno (in
camera) se parecía bastante más- aunque no totalmente- a la toma de decisiones del modelo
seriatim en una corte del common law, siendo la única diferencia importante que, la votación
interna seriatim, sería precedida por un reporte, o un reporte y co-reporte, diseñado en escrito
y leído en audiencia por un juez ponente y, en algunos casos, un juez ponente asociado. Sólo
con la emergencia de la obligación de dar razones creció la necesidad de la deliberación interna.

2. - Aproximación mutua entre los procedimientos Seriatim y Per Curiam.

Mientras tanto, en cierto modo, los dos modelos se han aproximado. En la Suprema Corte de
Estados Unidos,el Chief Justice Marshall (1801/35) abandonó la tradición de juzgamientos bajo
el modelo seriatim. Estableció reglas para producir “opinión de la corte“ . Fue también quien,
bastante satisfactoriamente, logró decisiones consensuadas. Las tasas de disenso fueron bajas
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durante su presidencia, y permanecieron relativamente bajas hasta Harlan Fiske Stone, que no
era un adherente al método de consenso, y que se transformó en Chief Justice en 1941. Desde
entonces, la tasa de decisiones unánimes estuvo debajo del 40% en la mayoría de los períodos
anuales. Los esfuerzos del Chief Justice Roberts para alcanzar más consenso, no fueron exitosos
desde el comienzo, pero recientemente, según lo ya mencionado, las tasas de unanimidad han
crecido.

En el país de origen del common law la tradición seriatim, ya no se vive en su forma pura y,
original. A mediados del siglo 19, Lord Mansfield Chief Justice del Tribunal del Rey, introdujo el
método de reuniones asamblearias (caucus) de producción. Luego de la deliberación in camera,
se logra así una decisión de la corte en vez de una serie de opiniones judiciales individuales.
Esta salida de la tradición seriatim permaneció por un breve interludio. Después que Lord
Mansfield se hubiera retirado, la corte retornó a la tradición seriatim. Incluso en UK, esa
tradición no ha sobrevivido en su versión original.

El Comité de Apelación de la House of Lords UK, la más alta corte de esa tierra hasta 2009, por
supuesto, ya no funcionaba de la manera en que lo hacía la Corte del Rey. Los lords deliberaban
en cámara, y producían decisiones escritas. Pero ellos aún las producían en la manera
individualista de la tradición seriatim: como opiniones de jueces individuales, a las cuales se
podían unir uno o más colegas. A lo largo de la transformación del Comité de Apelación de la
House of Lords en una Corte Suprema (en 2009), las discusiones dentro de la Corte, acerca de
trabajar para lograr más consensos, se intensificaron y de hecho se transformaron en práctica.
Esto se refleja en un porcentaje de sentencias single que se ha incrementado gradualmente
(Comité de Apelación de la House of Lords: 20%, Suprema Corte: 55% en 2013). Las sentencias
single son, en la tradición anglosajona, aquellas escritas por un solo juez a la que adhieren otros
y sin opiniones separadas.

Las sentencias single, aunque escritas por autores individuales, pueden incluso contarse como
un “decisión propia de la Corte“. El número de las sentencias single se ha incrementado
considerablemente.
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Esto nos indica que, en los tribunales del common law, ha habido una tendencia hacia elementos de la
tradición per curiam, tanto en los Estados Unidos como también en UK.

Una tendencia opuesta puede ser observada en la tradición del derecho civil. La gran mayoría
de los Países Europeos, en décadas recientes, se han apartado de la estricta tradición per
curiam, permitiendo (al menos) a sus cortes supremas publicar opiniones separadas. Dentro de
la Unión Europea, las únicas excepciones son Austria, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo,
Malta y los Países Bajos.

En resumen: los dos modelos históricos se han sometido a procesos de mutua aproximación.
Eso no quiere decir, sin embargo, que las diferencias institucionales entre las dos tradiciones
hayan desaparecido. Las Cortes, en las dos tradiciones, aún difieren típicamente en la manera
en que responden a la siguiente pregunta: ¿Cuál es el objeto, o el objeto primordial de la
votación judicial? O, para ser más preciso: ¿Para qué necesitan ustedes una mayoría?

3.- Objeto de la votación y de los requerimientos de mayoría.

En la tradición del Common Law los jueces votan sobre el resultado de los casos, y solamente
en ese ítem – no con respecto a las razones- es requisito una absoluta mayoría. Esto se
manifiesta en la existencia del así llamado plurality judgments, donde los jueces por la mayoría,
respecto al resultado, pueden estar divididos respecto de rationes decidendi.

Por contraste, las cortes en la tradición per curiam, tienden a estar más involucrados o al
menos igualmente involucrados acerca de las razones. Dejando de lado algunas excepciones,
parece característico que ellos necesitan una absoluta mayoría también para las razones de sus
decisiones. Una mayoría relativa simple para las razones de una decisión – como explícitamente
declara suficiente, por ejemplo, el reglamento de la Corte Constitucional de Colombia en su
artículo 34, 6a – no lo será para otras en las que la pluralidad de decisiones no es admidsible.

En esos casos hay una interesante cuestión para debatir: ¿Es necesaria la mayoría por las
razones solamente, o por ambos: razones y resultados? Esa pregunta es interesante porque la
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votación sobre las razones y la votación sobre los resultados no necesariamente arrojan
idénticos resultados.

Veamos como ejemplo la siguiente hipótesis: Imaginen un caso, en honor a la simplicidad,


donde jueces A, B y C examinan una ley federal. El Juez A piensa que la ley es perfecta/sin
defecto, el Juez B piensa que es inconstitucional (sólo) porque no había competencia federal, y
el Juez C piensa que es inconstitucional (sólo) porque su desproporcionalidad interfiere con un
derecho constitucional garantizado. En los sistemas en que los jueces tienen que encontrar una
mayoría sobre el resultado solamente, se decidirá que la ley es inconstitucional porque una
mayoría absoluta de jueces (2 de 3) así lo decidieron. En los sistemas en que los jueces tienen
que encontrar una mayoría basada en las razones solamente, el problema es que no hay
mayoría para ninguna de las potenciales razones para la declaración de inconstitucionalidad.
Esos casos pueden ser resuelto por el llamado “issue voting“, por ejemplo, votando (sólo) en
cada una de las razones separadamente. En nuestro ejemplo, el resultará será la declaración de
que la ley es constitucional, precisamente porque no hay mayoría para cualquiera de las
razones en contrario, desde que ambas motivaciones para la incosntitucionalidad, la cuestión
de competencia federal y la interferencia desproporcional con un derecho fundamental, han
sido respectivamente asertadas por sólo uno de los tres jueces.

Siendo estas alternativas problemáticas, tanto la exigencia de una mayoría solo respecto del
resultado o una mayoría solo respecto de las razones, se pueden evitar por el requerimiento de
una mayoría para ambos tópicos: resultado y razones.

Cuál es la solución correcta, es notoriamente poco clara en muchas jurisdicciones de Europa


Continental. Reglas relativamente claras en favor de la votación y, consecuentemente, en favor
de un requerimiento de mayoría con respecto a ambos: razones y resultados son encontradas
en las Reglas orgánicas de la Corte Constitucional Federal de Alemania y de la Corte
Constitucional de Austria.

Para muchas otras Cortes Supremas Europeas, las reglas claras acerca de este tema parecen
estar ausentes. Está claro, sin embargo, que las prácticas de muchas de estas cortes están
manejadas por una necesidad asumida de encontrar una mayoría para ambas: la parte
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dispositiva y las razones de cada decisión. Una práctica frecuente, de alguna manera diferente
de aquella del FCC Alemán, pero igualmente dirigida a una mayoría para ambos: resultados y
razones, es poner los anteproyectos para votar como un conjunto, solicitando un voto
afirmativo que cubra ambas cosas: resultados y razones y, si el requisito de mayoría ha fallado,
tratar otra vez con un diseño de anteproyecto modificado para evitar las objeciones que han
frustrado el requisito de la mayoría. Esto puede ser repetido varias veces hasta que una
mayoría finalmente esté de acuerdo con la versión sostenida.

Cualquiera sea la solución adoptada, el objetivo de un protocolo de votación que demanda una
mayoría sustentada también en las razones es clara: será necesaria más discusión que si una
mayoría es necesaria sólo por el resultado. Y donde una mayoría es requerida por ambas ítems:
resultados y razones, la necesidad de discutir será aún más intensa por presiones
institucionalizadas para llegar a consensos.

Las diferencias que persisten entre tribunales con una tradición de procedimiento Seriatim y
tribunales con tradición Per Curiam en lo que concierne a su protocolo de votación (o con más
precisión, en lo que concierne a qué debe ser decidido por una mayoría absoluta) son un factor
importante que ayuda a explicar a su vez las características diferentes en las deliberaciones y la
búsqueda del consenso.

Obviamente, una variedad de otros marcos institucionales que generan distintas condiciones
tienen impacto sobre la propensión de un tribunal para comprometerse en deliberaciones
serias: seguridades para la independencia e integridad judicial; los métodos y reglas de
reclutamiento y nombramientode los jueces; números de casos y mecanismos de filtro y
admisibilidad; cuestiones de transparencia y confidencialidad; reglas que estructuran el curso
de las discusiones y para tratar cuestiones suficientemente relevantes. Aspectos incluso
espaciales como el orden de las ubicaciones de los jueces, la disponibilidad de espacio
suplementario para reuniones entre ellos, o un restaurante propio del tribunal pueden jugar
también una parte.
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Los efectos de todas estas condiciones estructurales relevantes en una cultura de deliberación,
y la ética pertinente, desde luego, no ocurren mecánicamente, pero es en el proceso complejo
en el cual, generalmente, las condiciones estructurales y la autonomía humana se combinan,
cuando se producen e internalizan las culturas de comportamiento.

III.- Pro y contra del proceso deliberativo de toma de decisiones


¿Deben las legislaturas y los tribunales en la medida en que ellos son los maestros de sus
propios procedimientos, procurar establecer los marcos institucionales y legales que
promuevan la toma de decisiones colegiada y deliberativa? Solamente unos pocos comentarios
que concluyen en lo que considero son dos ventajas importantes del proceso de toma de
decisiones colegiada y deliberativa en altos tribunales, y sobre todo en los tribunales
constitucionales que tienen que resolver cuestiones de constitucionalidad.

Thomas Jefferson, que tuvo aversión a la desviación de la pura tradición Seriatim introducida
por el Presidente del tribunal Marshall, una vez calificó la práctica seriatim como "la práctica
sana del Tribunal primitivo". Hay alguna verdad en aquella calificación. La práctica seriatim era
la forma de toma de decisiones más adecuada para aquellas tempranas etapas de organización
estatal. Con el foco solo sobre los resultados, se satisfizo la primera necesidad de aquellas
sociedades: la necesidad de resolver conflictos próximos entre partes individuales, en casos
específicos e impedir que tales conflictos devenguen en contiendas devastadoras.

En sociedades menos primitivas, sin embargo - las sociedades con un sistema normativo más
complejo y, sofisticado que debe ser entendido, clarificado y desarrollado-, las razones se
tornan importantes y el proceso de toma de decisiones mediante el seriatim, con el foco solo
puesto sobre el sentido de las decisiones se vuelve menos funcional.

Esto especialmente en lo que concierne a tribunales de apelación. Su principal función es


proveer un sistema legal como guía para la palicación de la ley. La falta de claridad en cuanto a
esto es un defecto central de toma de decisiones seriatim, un defecto que se muestra más
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evidente, pero no exclusivamente, en las sentencias que se construyen pluralmente, más que
en las que construye un solo juez.

En consecuencia son frecuentes los esfuerzos para mejorar los resultados de una dirección
clara, y con efectos notables, los tribunales del common law han trabajado y, en parte aún
trabajan, por un proceso de toma de decisiones más colegiado. Las decisiones de los tribunales
constitucionales que deliberan y requieren mayorías colegiadas sobre las razones de sus
senteencias, p. ej. sobre la ley que sustenta la sentencia, satisfacen mejor a las necesidades
complejas de dirección y consenso legal que son características de nuestras sociedades
modernas.

Considerando la conexión entre las prácticas de votación y deliberación ya explicadas, resulta


análogo decir que la necesidad creciente de un proceso de toma de decisiones deliberativo es
un fenómeno concomitante al avance del sistema legal.

Esta es una cuestión de máxima relevancia, raramente discutida: la calidad de la toma de


decisiones judicial: su calidad integrativa, su potencial pacificador de una sociedad
sobregargada de cuestiones políticamente polémicas, para neutralizar la polarización que
genera la pólítica. En cuanto a esto, los tribunales con una práctica deliberativa y colegiada de
toma de decisiones serán mejores que las cortes que no hacen esfuerzos colectivos para
encontrar puntos en común.

Ante la desigualdad creciente y las actuales tendencias hacia la polariazción política, no sólo de
las instituciones políticas, los tribunales constitucionales también tendrán que mejorar su
potencial integrativo. La toma de decisiones deliberativa, y, como un requisito previo, reglas y
prácticas diseñadas para promover una cultura de deliberación, es la llave para progresar en
esa dirección.

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