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“Hora Santa”

En el nombre del padre, del hijo y del Espíritu Santo.

Canto de entrada

“La oración es tratar de amor con quien nos ama” (Sta. Teresa), es buscar Aquel que nos
busca. Cuando Jesús le dice a Pedro: “Simón, ¿tú duermes?, ¿no has podido velar conmigo
una hora?” (Mc 14,37), podemos confirmar que Cristo nos busca, toca la puerta de nuestro
corazón y espera que hablemos con Él. Son palabras que son “suaves en su sonido, pero
penetran como el pinchazo de un aguijón” (Sto. Tomás Moro). ¿Cómo es posible que
Pedro, su apóstol, su gran amigo, el primer Papa se haya dormido ante el dolor y
sufrimiento de Cristo horas antes de la Pasión? Jesús no busca nada para Él, sólo piensa en
el bien de Pedro y le aconseja: “vigilad y orad para que no caigáis en la tentación”.

Cada uno de nosotros nos podemos identificar con Pedro. ¿Quién de nosotros no ha
ofendido a Cristo? Escuchemos a Jesús diciéndonos esas mismas palabras: vigilad y orad.
Nos dice que recemos constantemente. No sólo presenta la oración como utilidad, sino
como algo necesario para nuestra vida. Y cabe preguntarnos: ¿cómo es nuestra oración?, ¿la
tengo realmente como algo necesario, como prioridad en mi día a día?

Los beneficios de la oración son muchos. Nos une más a Dios, nos ayuda a conocerlo y por
lo tanto, a amarle más. Nos ayuda a escucharle y ver cuál es la voluntad de Él para
nosotros. Cuando hablo de voluntad de Dios no sólo me refiero a lo que Él quiere que
seamos, sino lo que Dios quiere que hagamos en cada momento. La oración es tomar
decisiones con Dios. Es como cuando nos acercamos a un amigo para pedirle consejos al no
saber cómo reaccionar o qué decidir frente a un problema o acontecimiento. ¿Qué quiere
Dios de mí?, ¿qué quiere de esto?, ¿cómo quiere que reaccione?, ¿qué quiere que haga? La
oración nos ayuda también a desapegarnos de las cosas materiales y enfocar nuestra mirada
en lo sobrenatural (lo único necesario para la felicidad). Nos ayuda también a pensar, actuar
y amar más a como Dios piensa, actúa y ama. Todo esto lo vemos reflejado en María,
nuestra madre. Ella acepta ser madre de Dios en oración y es capaz de ponerse en sus
manos: “hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1). Cuando dice esto no tiene un futuro claro,
no sabe qué va a pasar, ni cómo acontecerá todo lo que el ángel le ha anunciado, pero ella,
mujer de oración, confía en Dios y se lanza con gran confianza a un sí de amor y dispuesta
a cumplir lo que Dios le pide.

Las cinco formas principales de oración son la bendición, la adoración, la oración de


petición y de intercesión, la oración de acción de gracias y la oración de alabanza. Con
cualquiera de ellas elevamos nuestro espíritu a Dios según nuestras necesidades.
Canto de alabanza

1. La Alabanza.

La alabanza solo se hace a Dios. La alabanza es una oración que reconoce la grandeza de
Dios en sí misma y la ensalza. Es una oración que tiene como centro a Dios, que es digno
de todo honor y toda alabanza (cf. Sal 48, 2). Es reconocer humildemente al Todopoderoso.
Cuando adoramos a Dios nos damos cuenta de su poder, grandeza y santidad. En este modo
de orar, los cantos ayudan a que toda nuestra persona exulte y se dirija a Dios con una
hermosa bendición y alabanza.

Canto Vengo a adorarte

2. La Adoración

Es reconocer humildemente al Todopoderoso. Cuando adoramos a Dios nos damos cuenta


de su poder, grandeza y santidad. Toda persona que comprende que es criatura de Dios
reconocerá humildemente al Todopoderoso y lo adorará. La adoración cristiana no ve
únicamente la grandeza, el poder y la Santidad de
Dios. También se arrodilla ante el amor divino que se ha hecho hombre en
Jesucristo.
Quien adora verdaderamente a Dios se pone de rodillas ante Él o se postra en el suelo. En
esto se muestra a verdad de la relación entre Dios y el hombre: él es grande y nosotros
somos pequeños. Al mismo tiempo el hombre nunca es mayor que cuando se arrodilla ante
Dios en una entrega libre. El no creyente que busca a Dios y comienza a orar puede de este
modo encontrar a Dios.

Canto de petición

3. La petición

Dios, que nos conoce completamente, sabe lo que necesitamos. Sin embargo, quiere que
“pidamos”: que en las necesidades de nuestra vida nos dirijamos a Él, le gritemos, le
supliquemos, nos quejemos, le llamemos, que incluso “luchemos en la oración” con él.
Ciertamente Dios no necesita nuestras peticiones para ayudarnos. La razón por la que
debemos pedir es por nuestro interés. Quien no pide y no quiere pedir, se encierra en sí
mismo. Sólo el hombre que pide, se abre y se dirige al origen de todo bien. Quien pide
retorna a la casa de Dios. De este modo la oración de petición coloca al hombre en la
relación correcta con Dios, que respeta nuestra libertad.

Canto de bendición

4. La bendición
Una bendición es una oración que pide la bendición de Dios sobre nosotros. Toda bendición
procede únicamente de Dios. Su bondad, su cercanía, su misericordia son bendición. La
fórmula más breve de la bendición es “El Señor te bendiga”. Todo cristiano debe pedir la
bendición de Dios para sí mismo y para otras personas. Los padres pueden trazar sobre la
frente de sus hijos la señal de la cruz. Las personas que se aman pueden bendecirse.
Además el presbítero, en virtud de su ministerio, bendice expresamente en el nombre de
Jesús y por encargo de la Iglesia. Su oración de bendición es especialmente eficaz por
medio del sacramento del Orden y por la fuerza de la oración de toda la Iglesia.

Canto Rezo por ti

5. La intercesión petición por los demás

Del mismo modo que Abraham intercedió a favor de los habitantes de Sodoma, así como
Jesús oró por sus discípulos, y como las primeras comunidades no sólo buscaban su interés
“sino todos el interés de los demás” (Flp 2, 4), igualmente los cristianos piden siempre por
todos; por las personas que sin importantes para ellos, por las personas que no conocen e
incluso por sus enemigos.
Cuanto más aprende un hombre a rezar, tanto más profundamente experimenta que
pertenece a una familia espiritual, por medio de la cual la fuerza de la oración se hace
eficaz. Con toda mi preocupación por las personas a las que amo, estoy en el centro de la
familia humana, puedo recibir la fuerza de la oración de otros y puedo suplicar para otros la
ayuda divina.

Canto te doy gracias Jesús

6. La acción de gracias

Todo lo que somos y tenemos viene de Dios. San Pablo dice “¿Tienes algo que no hayas
recibido?” (1 Cor 4,7). Dar gracias a Dios, el dador de todo bien, nos hace felices.
La mayor oración de acción de gracias es la “Eucaristía” (en griego “acción de gracias”) de
Jesús, en la que toma pan y vino para ofrecer en ellos a Dios toda la Creación transformada.
Toda acción de gracias de los cristianos es unión con la gran oración de acción de gracias
de Jesús. Porque también nosotros somos transformados y redimidos en Jesús; así podemos
estar agradecidos desde lo hondo del corazón y decírselo a Dios en muchas formas.

Canto de salida

En el nombre del padre, del Hijo y del Espíritu Santo

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