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LA VOLUNTAD DE DIOS (2)

Continúa hablándonos Chiara: “Con mucha alegría habíamos leído de San


Francisco de Sales que los verdaderos cristianos llevarán un nombre nuevo
esculpido en el corazón”: “Yo soy la voluntad de Dios sobre mí”. Podíamos
distinguir la voluntad de Dios y verla de dos modos, o sea, la Voluntad de Dios
“significada” y la “de beneplácito”.
La significada es aquella en la cual se busca cumplir fielmente las
normas establecidas, los horarios de trabajo, de oración, de descanso, etc... En
ella buscamos cumplir la Palabra de Dios, los Diez Mandamientos, los preceptos
de la Iglesia, los deberes propios del estado de vida...
La de beneplácito se entiende todo lo que puede suceder de
improviso: un cambio repentino de programa, una desgracia, un llamado para
atender a alguien, una enfermedad, la muerte de un ser querido, etc...
Hay personas propensas para vivir más un tipo de voluntad de Dios que
otra. En los dos casos podemos encontrar, en las personas, virtudes y defectos.
Quien está más inclinado a seguir más la voluntad de Dios “significada”
descuidando la “de beneplácito” pierde el contacto con la voz de la consciencia
y puede no ver en las circunstancias del momento presente otra voluntad de
Dios. Es aquel que es apegado a las normas y por esto, puede perder la
intimidad con Dios que vela sobre nuestro corazón.
Quien gusta más de seguir la voluntad de Dios “de beneplácito”, es
inclinado, por la fantasía, a ser un aventurero o romántico. No sigue las normas
establecidas y resta lo que tiene de más hermoso el Evangelio: la normalidad
de una vida sobrenatural, simple, no artificial, ni excesiva, sino pura y
armoniosa como es la naturaleza, como es María.
Por lo tanto, las dos tendencias presentan cualidades y defectos y
nosotros, tenemos que buscar un equilibrio y tener la consciencia recta de estar
haciendo siempre la voluntad de Dios en el momento presente.
Y cuando aparecen varias actividades en el mismo momento ¿cuál debo
elegir? Es siempre aconsejable elegir aquella actividad que más nos cuesta y
con toda seguridad, ahí está la voluntad de Dios para nosotros.
A través de la oración podemos “discernir cuál es la voluntad de Dios”
(Romanos 12,2; Efesios 5,17) y obtener “la constancia para cumplir la voluntad
de Dios” (Hebreos 10,36). “Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero
sí al que lo honra y cumple su voluntad”. (Juan 9,31).
Siempre es aconsejable vivir el momento presente en nuestras vidas,
pues el pasado ya fue, el futuro todavía no existe. Lo que queda en nuestras
manos y lo que depende solamente de nosotros es el momento presente.
Todo lo que Dios quería de nosotras era amor. Era siempre Él quien
venía cada momento en su voluntad; ésta podía mostrarse triste o hermosa,
pero en realidad era El, era su amor.
¿Y lo que El permitía? ¿Nuestras equivocaciones, nuestras debilidades?
Nos ayudó desde los primeros tiempos Santa Catalina de Siena: “Todo lo
que Dios quiere o permite es para nuestra santificación”.
Era, pues, necesario no parar nunca. ¿Te equivocas? ¡No importa! Todo
ello, puesto en la misericordia de Dios, no sólo ya no es inútil y dañino, sino
que puede servir para la humildad, que es la base de la santidad. ¿No está
también escrito que todo coopera al bien para los que aman a Dios? (Romanos
8, 28) Queríamos amar a Dios y se nos aclaró que todo concurre al progreso
personal.
Santa Teresita del Niño Jesús decía al respecto: “Aprovechemos nuestro
único momento de sufrimiento, pensemos sólo en el momento que pasa. Un
instante es un tesoro...” “Mi vida es un relámpago. Una hora que pasa es un
momento que luego huye y se va. ¡Tú sabes, Dios mío, que para amarte sobre
esta tierra, solo tengo el “hoy”! De minuto en minuto podemos soportar
mucho”. “Sólo tengo el sufrimiento de este momento. Si pensamos en el
pasado y en el futuro, perdemos el valor y nos desesperamos.” “No es como las
personas que sufren por el pasado y por el futuro. Yo sufro en el momento
presente, por eso no es un sufrimiento muy pesado”.
En el día a día quien nos revela la voluntad del Padre es el Espíritu Santo
en nosotros. Dios usa también de nuestros superiores, coordinadores, padrinos
para revelarnos su voluntad en el momento presente, en cuanto esta es vista
con Jesús en medio y es expresión del amor recíproco, porque si no se está en
el amor se pierde la autoridad. Quien es fiel a la voluntad de Dios experimenta
abundantes frutos de vida, tales como, la paz, la serenidad, la felicidad, el
progreso espiritual, la fiesta perene y hasta la salud física.

PREGUNTAS PARA COMPARTIR

1. ¿Con cuál voluntad de Dios me siento más identificado, con la


significada o la de beneplácito? ¿Por qué?

2. "Sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el


bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su
designio”. ¿Soy capaz de entender que todo mi pasado fue una
permisión de Dios, para tener un encuentro personal con Él, aquí en la
Fazenda?

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