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MINISTERIO DE INTERSECCION

Resumen libro “El Ministerio de La Oración Intercesora”

Por: Andrew Murray

INTERCESOR: DIAC. OSCAR HERNANDEZ

LIDER: DIAC. FERNANDO FERRERAS

28-06-2019
El ministerio de la oración intercesora:
Durante la Lectura de este Libro he podido asimilar que realmente tengo falta de
una vida de oracion.
Este libro no se enfoca en la oración en general, se enfoca específicamente sobre la
oración intercesora. Es demasiado fácil dedicar tiempos de oracion en peticiones para
nosotros mismos, pero el punto principal es enfocarse mas en pedir a Dios por otros,
que es la oracion intercesora. Pero este es un ministerio para personas dedicadas a
tiempo completo a la obra del Señor. El trabajar aun en la obra del Señor sin orar, es
totalmente inútil porque están dependiendo totalmente de su carne. Es más, lo mejor que
puede hacer el que quiere ayudar a otros es pedirle todo a Dios: su fuerza, su , su gracia
compasión, su doctrina, etc. “la parte más grande y más bendecida de este ministerio, es
pedir y recibir del Padre lo que puedo llevar a otros.” Para que una vida de oración
realmente sea eficaz necesita ir respaldada por una vida en santidad. De hecho, lo
primero que hay que hacer es confesar nuestros pecados, antes de interceder por otros.
Y si no sabemos qué confesar, podemos confesar aunque sea nuestra falta de oración y
cuando no oramos como nos enseñan Cristo y la Escritura. La necesidad de oración
puede abrumarnos porque la necesidad de todos los que nos rodean siempre será mucho
más grande que nuestra capacidad de orar. Por lo que debemos orar con fe. Mientras
midamos nuestro poder de orar de manera incorrecta y por lo que sentimos o creemos
que podemos hacer, sentiremos desánimo al orar. Pero si confiamos que, en medio de
toda la debilidad de la que estamos conscientes, el Espíritu Santo, como Espíritu de
súplica habita en nosotros, precisamente con el propósito de capacitarnos para orar de la
manera y a la medida que Dios quiere que oremos, entonces nuestros corazones se
llenarán de esperanza. Mi única fuerza en la intercesión, es obtener el poder De Dios
sobre las almas que se me han confiado por que la obra depende de Dios.
El ministerio de la oración intercesora me mostró lo poco que oro por otros, me hizo
confesar esa falta de oración, me motivó a orar antes que servir. "Lo que es imposible
para los hombres, es posible para Dios". "Y poderoso es Dios para hacer que abunde en
vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente,
abundéis para toda buena obra". El llamado de Dios a orar mucho no debería ser una
carga, ni una causa de continua auto condenación. El quiere que sea un gozo, El puede
hacer que sea una inspiración en nuestras vidas. La dádiva de Dios está
inseparablemente unida a nuestra petición. El aplica este principio especialmente al
Espíritu Santo. Como un padre terrenal da pan a su hijo, así Dios da el Espíritu Santo a
los que se lo pidan. El ministerio total del Espíritu Santo está regido por una gran ley:
Dios tiene que dar, nosotros tenemos que pedir. La medida de la continua oración de fe
será la medida de la obra del Espíritu Santo en la iglesia. Lo que necesitamos es oración
directa, definida, determinada. La Oración Es el único poder sobre la tierra que da
órdenes al poder del cielo. Sólo la oración puede bajar los tesoros y los poderes del cielo
a la vida de la tierra. Hay poder y bendición desconocidos e indecibles atesorados para
nosotros en el cielo; ese poder nos convertirá en una bendición para los hombres, y nos
hará aptos para cualquier obra o para enfrentarnos a cualquier peligro. El poder de la
vida celestial, el poder del propio Espíritu de Dios, el poder de la Omnipotencia, están
esperando que la oración lo haga descender. Como intercesor, Moisés usó la
importunidad ante Dios, y prevaleció. El demuestra que el hombre que verdaderamente
vive cerca de Dios, y con quien Dios habla cara a cara, participa del mismo poder de
intercesión que hay en Jesús, quien está a la diestra de Dios. Cuando nuestra vida está
bien con Dios, sabremos cómo orar de tal modo que agrademos a Dios, y la oración
logrará la respuesta. Cualquier despertamiento profundo de la vida espiritual de la
Iglesia estará siempre acompañado por una convicción más profunda de pecado. El
reconocer que nuestros pecados de oración son en realidad pecados es el primer paso
para ser libertados de ellos de manera verdadera y divina. La presencia del pecado hace
imposible la presencia de Dios. La derrota y el fracaso se deben siempre a la pérdida de
la presencia de Dios. Cuando se echa fuera el pecado, la presencia de Dios se restaura.
La misma luz que pone de manifiesto el pecado iluminara el camino para salir de él. El
mismo poder que quebranta y condena, si nos entregamos a él y esperamos en él con
confesión y fe, nos dará la fuerza para levantarnos y vencer.

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