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LA PSICOPATOLOGÍA

La psicopatología es una ciencia básica cuyo objeto de estudio es la etiología (causas) de la


conducta anormal o desviada de un individuo o grupo social; su intervención y prevención. Su
finalidad es establecer las leyes generales sobre las causas de los trastornos mentales a través
del método científico cuyos aportes incrementan los conocimientos básicos sobre el
comportamiento humano y guían la práctica clínica de la Psicología y la Psiquiatría.

La etiología responde a sus causas (orgánicas o funcionales) y la epidemiología da cuenta de


los factores de riesgo con base a contextos socio-culturales. Las diferentes manifestaciones de
la conducta anormal o desviada están expuestas en la descripción y clasificación de los
trastornos mentales (DSM y CIE), identificadas a partir de síntomas, curso, pronóstico y
diagnóstico diferencial.

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA PSICOPATOLOGÍA

• La explicación a los trastornos psicopatológicos ha oscilado a lo largo de la historia


entre una explicación mágica, organicista o psicogénica.

• Culturas primitivas y preclásicas: predominio de la concepción mágica (demonología y


chamanismo).

• Antigüedad grecorromana: expansión de la teoría de los humores.

• Edad Media: vuelta a la concepción demonológica.

• Siglo XIV: Terapéutica especialmente cruel para el enfermo.

• Renacimiento e Ilustración: duras críticas a la demonología y vuelta a la teoría de los


humores. Aparición de los primeros manicomios.

• Finales del siglo XVIII - primera mitad del siglo XIX: primera reforma asistencial
(tratamiento moral) y adopción del método clínico descriptivo.

• Finales del siglo XIX - principios del siglo XX: Elaboración de teorías biologistas o
psicologistas.

• Época actual: multiplicación de modelos y escuelas, adopción de sistemas diagnósticos,


segunda revolución terapéutica, aportaciones de las neurociencias.

Si atendemos a las dimensiones del hombre: biológica, física, psicológica, social, cultural e
histórica; podemos observar que la explicación del trastorno mental está cultural e
históricamente determinado. La historia divide las épocas de nuestra civilización y la cultura
actúa como un marco en el cual emergen y se consolidan religiones, usos y costumbres
igualmente imbricadas en una época que proporcionan una mirada, una visión del mundo, de
la vida, de la existencia, del ser. Las épocas y las culturas nos dan cuentan de su imaginario.

Con relación a la naturaleza (origen) de la conducta anormal o el trastorno mental (TM) se


observan tres concepciones:

• Mágica -> TM es un fenómeno sobrenatural/mágico

• Organicista> TM es un fenómeno físico


• Psicogénica -> TM es fenómeno psicológico o psicosocial

Cada una de estas concepciones se caracteriza por su emergencia en alguna etapa histórica,
determinando su preponderancia sobre las demás y proporcionando explicaciones del TM, su
etiología, intervención y tratamiento. No obstante, pueden convivir las tres (3) y muestras de
ello se observan en pleno S. XXI cuando se tienen noticias del tratamiento o abordaje del TM a
través de la magia o cuando sólo es considerado de manera organicista, al margen de su
entidad psicológica y del contexto social y político.

CULTURA PRIMITIVA

Los hallazgos arqueológicos (cráneos trepanados) y estudios etnográficos de pueblos actuales


cuya cultura revela niveles de escaso desarrollo análogos al paleolítico/neolítico, tienden a
asociar estas evidencias con soluciones aplicadas al fenómeno del TM atribuido a la posesión
demoníaca, maleficio o rapto del alma, en el cual un ser o entidad maléfica con motivo de
alguna transgresión (a un tabú, secreto mito) controlaba y poseía a la víctima de manera
dañina y perjudicial, lo que se denomina demonología o concepción demonológica de la
etiología del TM, constituyéndose como una de las opiniones respecto a los cráneos
trepanados hallados en Perú propios de la Edad de Piedra. Otras opiniones respecto a dichos
cráneos asumen la liberación intracraneal o heridas de armas de guerra como causa de la
trepanación.

La concepción mágico-religiosa no siempre se relaciona con lo demoníaco, también aparece en


los llamados "desórdenes sagrados", (que viene a ser en nuestro lenguaje como especie de
"trastorno de personalidad esquizotípico") que le ocurre a la persona destinada a ser un
chamán (proceso de iniciación) para poder practicar el chamanismo. El desorden sagrado es
necesario para que el chamán pueda establecer contacto con seres sobrenaturales y los
miembros de su comunidad en su función de "curar".

SOCIEDADES PRE-CLÁSICAS

Los legados escritos acreditan la tesis que las sociedades anteriores a la griega, tal como la
mesopotámica, la hindú, la china y la hebrea, estimaron la concepción demonológica y de
acuerdo a la cultura atribuyeron la causa del TM al castigo divino o a la acción proveniente de
algún demonio.

ANTIGÜEDAD GRECORROMANA

Para la época grecorromana (siglo VIII a. C. al siglo V d. C.) pervivirá la concepción mágica al
tiempo que surge la teoría de los humores de Hipócrates cuya explicación era que la
enfermedad tenía un origen natural causada por factores internos o externos, principalmente
la alimentación y se expresaba en un desequilibrio de los humores corporales: sangre
(corazón), flema (cerebro), bilis amarilla (hígado) y bilis negra (bazo). El caso del TM se
explicaba por la acción del desequilibrio de los humores sobre el cerebro.

EDAD MEDIA
En la Edad Media revivirá la concepción mágica envuelta en la ideología religiosa; la conducta
desviada de la víctima se consideró el resultado de la brujería o la posesión del demonio; el
exorcismo, las oraciones, el agua bendita y las peregrinaciones era el tratamiento dado al
"loco" quien era visto como una víctima inocente.

Para 1478 con la publicación del libro Malleus maleficarum ('El martillo de las brujas') por dos
monjes dominicos [Kramer y Sprenger), la situación anterior cambia. El poseído/a es tratado
con extrema crueldad bien sea porque es considerado parte activa en su locura (practicante de
brujería) o relacionado con algún brujo/a; es culpable y castigado para reestablecer el pacto
alterado con Dios. Sin importar el trato inhumano infligido a la persona, se creía castigar al
demonio que habitaba al interior del sujeto. La concepción hipocrática pervivió
soterradamente bajo la egida de una minoría ilustrada y la creencia en posesiones del
demonio y la cacería de brujas se mantuvo durante siglos (las prácticas de cacería de brujas
por la Santa Inquisición, abarcó aprox. desde el año 1.200 hasta 1611, a pesar de que la Edad
Media aprox. concluye en el año 1453 para dar paso al período renacentista) impidiendo la
producción intelectual.

RENACIMIENTO E ILUSTRACIÓN

Se cuestiona y se condena la visión demonológica y se asume la causa natural en la explicación


del origen del TM. En el S. XV aparecen los primeros manicomios y hospitales psiquiátricos.
Juan Luis Vives (1497-1588) plantea el encierro de los locos con finalidades terapéuticas.
Johann Weyer (1516-1588) padre de la Psicopatologia moderna, médico y primer psiquiatra, se
especializó en las enfermedades mentales y realizó detalladas descripciones clínicas. En el siglo
XVIII surge el auge de la observación y descripción clínica de los diferentes trastornos y la
tendencia creciente a recluir a estos enfermos en centros e instituciones. Se dará reclusión
institucional a los enfermos mentales, huérfanos, mendigos y marginados en general, primero
en hospitales, después en instituciones de asilo, en prisiones y de nuevo en asilos, a veces en
condiciones indignas y crueles.

FINALES DEL SIGLO XVIII Y PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX

El contexto socio político de la Ilustración le da fuerza a la ideología de los derechos del


hombre y el ciudadano (Revolución Francesa, 1789). Dos hechos importantes marcan la época:

1) La primera reforma asistencial y el abandono del modelo hipocrático:

El hospital mental (manicomio) será una institución cerrada de naturaleza terapéutica y no


sólo represiva o de control social-el enfermo recibe un nuevo trato y actitud denominada
tratamiento moral, que consistía en hablarle con amabilidad, compadecerse de él y darle
esperanzas. Sin embargo, este tipo de práctica no tuvo buen resultado, ya que Pinel, su
creador, empeñado en "normalizar la conducta del enfermo", al no conseguir curación a través
del razonamiento y la acción educativa llegó al extremo de ofrecer solución al enfermo
simulando o dramatizando su conflicto, p.e. un paciente con temores y fuertes presunciones
de ser inculpado por una falta imaginaria era absuelto de sus culpas en un tribunal ficticio, lo
que terminó en un fracaso. El paciente advirtió la pantomima de simulación y se profundizaron
sus síntomas y Pinel fue criticado por tratar la conducta anormal sin entenderla. No obstante,
el tratamiento moral mejoró las condiciones de los recluidos en los manicomios.
2) Una nueva clínica:

Se inicia la aplicación del método clínico descriptivo, muy parecido al actual. Se enfatiza la
importancia de la descripción clínica con la recopilación de casos y de la observación detallada
del comportamiento y sintomatología del enfermo, con objeto de conseguir la descripción y
clasificación de los trastornos mentales dejando a un lado la teoría de los humores.

FINALES DEL SIGLO XIX Y PRINCIPIOS DEL SIGLO XX

Las aportaciones del período anterior fueron realizadas por franceses, en este siguiente
período los aportes provendrán de la cultura germánica. Las teorías acerca del origen o
naturaleza del TM serán explicativas y de acuerdo a 2 tendencias:

a) Hipótesis biologistas (nacidas en un contexto médico - hipocráticas)

b) Hipótesis psicologistas, (en ruptura con la corriente biologísta).

LOS MANUALES DSM-5 Y CIE-10

Cuando hablamos de DSM-5 estamos hablando de la quinta edición del “Manual Diagnóstico y
Estadístico de los Trastornos Mentales”, uno de los manuales y sistemas clasificatorios de los
trastornos y alteraciones psíquicas más conocidos y relevantes. Esta edición fue publicada en
2013 por la American Psychiatric Association (en adelante APA) mediante el consenso de
expertos y la realización de múltiples investigaciones.

Este sistema clasificatorio, a pesar de que resulta cada vez más controvertido debido a la
patologización de cada vez más comportamientos y modos de funcionamiento y por las
acusaciones de la existencia de intereses comerciales detrás de la formulación y
sobrediagnosticación de algunos de dichos trastornos, es uno de los más relevantes ya que
ofrece un marco desde el que poder determinar si los pacientes manifiestan síntomas y
criterios propios de un trastorno concreto, de tal manera que se facilita diagnóstico y
tratamiento tanto para el profesional que lo atiende como para futuras interpretaciones por
parte de otros profesionales.

En cuanto a la CIE-10, en este caso las siglas hacen referencia a la décima edición de la
“Clasificación Internacional de las Enfermedades”. Se trata de otro de los grandes manuales y
sistemas clasificatorios que existen, si bien esta vez no analiza únicamente los trastornos
mentales sino el conjunto de todas las enfermedades, trastornos y alteraciones que existen. En
ella los trastornos mentales únicamente ocupan un capítulo, el quinto (o F).

Fue publicada en 1992 por la Organización Mundial de la Salud. Aunque en 2018 se publicó la
siguiente edición, la CIE-11, lo cierto es que aún a día de hoy sigue siendo más utilizada y se
encuentra más extendida la versión CIE-10 e, incluso, la anterior a esta (CIE-9).
Son muchas las alteraciones y problemáticas psíquicas que existen en el mundo y que precisan
de tratamiento. Depresión y ansiedad son algunas de ellas, pero también podemos encontrar
otras como la esquizofrenia, el trastorno bipolar. Si conocemos estos trastornos es porque
tienen un nombre, una etiqueta diagnóstica que nos permite denominar la presentación
conjunta de una serie de síntomas vinculados entre sí. Y a veces determinar qué problema
tiene la persona en cuestión puede ser complicado de valorar, dado que distintos
profesionales pueden valorar diferentes aspectos e ignorar otros.

PRINCIPALES SEMEJANZAS ENTRE DSM-5 Y CIE-10

Debido a la mayoría de diferencias y sus usos en conjunto por estas mismas, es difícil
mencionar alguna similitud entre estos dos manuales, pero no imposible. Dentro de la
investigación realizada, podemos determinar cómo semejanza que ambos manuales sirven
como una guía y punto de referencia en conjunto de diagnósticos clínicos mentales y no
mentales.

PRINCIPALES DIFERENCIAS ENTRE DSM-5 Y CIE-10

Si bien DSM-5 y CIE-10 tienen múltiples semejanzas e incluyen en su interior problemáticas


psíquicas/psiquiátricas muy parecidas entre sí, lo cierto es que se trata de dos manuales de
referencia distintos y con varias diferencias a tener en cuenta. A continuación veremos algunas
de las diferencias más claras entre ambos.

Nivel de especificidad: trastorno mental o clasificación general de las enfermedades

Uno de los principales aspectos en los que podemos encontrar elementos diferenciales entre
DSM-5 y CIE-10 se encuentra en el hecho de que mientras el DSM es un manual de referencia
centrado en los trastornos mentales, la CIE es la Clasificación Internacional de Enfermedades,
incluyendo no sólo las alteraciones de la psique sino el conjunto de trastornos y enfermedades
médicas que pueden aparecer en el ser humano.

Así, mientras que en el DSM-5 solo vamos a encontrar problemáticas y trastornos mentales,
estos son solo uno de los capítulos o apartados de la CIE-10, la cual a pesar de que incluye en
el capítulo V (o F) a los trastornos mentales también recoge cualquier enfermedad o
problemática médica.

Diferentes objetivos

A pesar de que ambos son sistemas clasificatorios de gran utilidad en el ámbito sanitario y sus
contenidos son altamente parecidos entre sí, se puede encontrar una diferencia en el objetivo
concreto que tiene cada uno de ellos.

Aunque ambos se orientan al diagnóstico, mientras que el DSM tiene como objetivo una
descripción sistemática y precisa de los criterios diagnósticos y características propias de un
trastorno, la CIE se orienta más a realizar un registro y análisis de las características presentes
del trastorno. En este sentido, el primero resulta también ligeramente más preciso en su
descripción de los síntomas.

Organización que las genera


Una diferencia también bastante relevante entre ambos sistemas se encuentra en la
organización que las ha generado, así como el reconocimiento que poseen.

El DSM-5 ha sido elaborado por la American Psychiatric Association, una de las organizaciones
americanas más relevantes del mundo en lo que respecta al estudio de los problemas de salud
mental. Por otro lado la CIE-10 ha sido elaborada por la Organización Mundial de la Salud, la
cual repercusión de nivel mundial.

Nivel de reconocimiento

Aunque probablemente el DSM-5 sea el sistema clasificatorio más conocido y es sin duda el
más utilizado en América, una gran mayoría de los psiquiatras del mundo y especialmente de
Europa emplean la CIE-10.

Número de grandes categorías

Ya dentro de lo que sería propiamente el contenido o la clasificación realizada entre los


diferentes trastornos mentales, una de las diferencias que podemos encontrar es el número de
grandes secciones o categorías.

Mientras que la CIE-10 incorpora un total de 10 secciones diferenciadas en el capítulo


dedicado a los trastornos psíquicos, de las cuales tres se dedican a trastornos infantiles, en el
DSM podemos encontrar un total de 21 grandes categorías diagnósticas. Hay que tener en
cuenta que hablamos de grandes grupos de trastornos, existiendo diversos trastornos en la
mayoría de cada uno de los grupos.

Diferentes trastornos o presencia de un mismo trastorno con diferentes denominaciones

Tal vez la diferencia que resulta más notoria se encuentra en el hecho de que tanto DSM-5
como CIE-10 clasifican los trastornos psiquiátricos con diferentes nombres, incluyen criterios
que pueden ser divergentes entre sí (por ejemplo pueden tener en cuenta períodos
temporales en los que se debe presentar el síntoma distintos entre sí).

Incluso existen algunos que directamente no existen o no son considerados como entidades
diagnósticas en uno de los sistemas clasificatorios, como ocurre con el trastorno mixto
ansioso-depresivo. La mayoría de estas diferencias son poco relevantes y hacen referencia a
las mismas realidades, siendo altamente arbitrarias.

Transculturalidad

Otro elemento diferencial entre ambas clasificaciones, y esto es algo que resulta aún más
evidente entre el DSM-5 y la reciente CIE-11 es que a pesar de que ambos sistemas
clasificatorios tienen pese a las críticas que suscitan gran utilidad, el DSM-5 está basada en una
perspectiva y un entendimiento de la psique basado en la mentalidad y cultura occidental,
mientras que en el caso del CIE-10 se tienen más en cuenta la existencia de diferentes
problemáticas más propias de otras culturas.

Así, mientras que en el DSM es posible que algunas problemáticas no se acaben de ajustar a
los criterios diagnósticos debido a elementos culturales divergentes con respecto a los
occidentales la CIE resulta más transcultural y permite mayor aplicabilidad en otras regiones
del mundo con diferentes circunstancias y maneras de entender la realidad.
NORMALIDAD Y ANORMALIDAD DE LA CONDUCTAD

Conducta normal: es la que cumple con las adecuadas normas de convivencia, la que no
agrede en forma alguna a la colectividad y la integridad individual, esta se encarga de cumplir,
participar, construir y alcanzar, tanto individual como colectivamente el bien común.

• Sentido propio de la identidad y la cohesión interna, que va unido aun conocimiento


de uno mismo, de las propias motivaciones, deseos y emociones.

• Sentido de la autoestima, ajustado a la realidad. Significa sentirse satisfecho y en paz


con uno mismo, con el desarrollo de su “Yo ideal” que sirve de referencia para la evolución en
continuo perfeccionamiento personal.

• Sentimiento de seguridad, de ser aceptado en el mundo social.

• Capacidad para aceptar y dar afecto.

• Responsabilidad hacia el grupo social y familiar en el que el sujeto se desenvuelve.

• Capacidad-no problematizada- de lograr una satisfacción de las necesidades biológicas:


hambre, sexualidad, sueño y descanso, etc.

• Capacidad para ser productivo y sentirse creativo y feliz en lo cotidiano.

• Desarrollo de un sistema axiológico, coherente y aceptado con responsabilidad.

• Ausencia de tensión y de hipersensibilidad.

• Presencia de un firme anclaje en la realidad, sin percepciones distorsionadas, de la


misma ni expectativas no adecuadas a ella.

• Resistencia al estrés y a la frustración. En función de la existencia de mecanismos de


defensa del Yo y su capacidad de enfrentarse eficazmente con los conflictos.

La conducta anormal es aquella que viola las normas sociales y constituye una amenaza o
produce ansiedad en quienes la observan. Se considera que algo es anormal porque sucede de
manera poco frecuente, la conducta de una persona es anormal si viola normas sociales.

• Malestar o deterioro. Un individuo experimenta malestar personal o deterioro en su


funcionamiento, lo que produce un riesgo de menoscabo físico o psicológico, o pérdida de la
libertad para actuar.

• Desadaptación. Un individuo actúa de tal forma que entorpece sus metas, no


contribuye a su bienestar personal o interfiere mucho con las metas de otros y las necesidades
de la sociedad. Una persona que bebe tanto que no puede mantener un empleo o que pone en
peligro de la vida de otros debido a su intoxicación, manifiesta una conducta desadaptada.
• Irracionalidad. Un individuo actúa o habla de manera irracional o incomprensible para
otros. Un hombre que responde a voces que no existen en la realidad objetiva, se comporta de
manera irracional.

• Conducta impredecible. Un individuo que actúa de forma impredecible o errática de


una situación a otra, como si experimentara una pérdida del control. Un niño que golpea su
puño contra una ventana sin ninguna razón aparente, manifiesta una conducta impredecible.

• Poca convencionalidad y rareza desde el punto de vista estadístico. Un individuo se


comporta en formas estadísticamente raras y que violan las normas sociales o lo que es
aceptable o deseable. Sin embargo, el simple hecho de ser poco común desde el punto de vista
estadístico, no produce juicio psicológico de anormalidad. Por ejemplo, un nivel muy alto de
inteligencia es sumamente raro, pero se considera indeseable, por lo que con frecuencia se
califica como anormal.

• Incomodidad del observador. Un individuo provoca incomodidad en los demás al


hacerlos sentir amenazados o molestos de alguna forma. Una mujer que camina a la mitad de
la calle, hablando en voz alta consigo misma, crea incomodidad en otros peatones que tratan
de evitarla.

• Violación de normas morales e ideales. Un individuo viola las expectativas de la forma


en que nos debemos comportar, en relación con las normas sociales. Con este criterio, un
individuo podría ser considerado anormal si no desea trabajar o no cree en dios. Este criterio
de la anormalidad también es importante en situaciones legales.

Para poder etiquetar una conducta como “anormal”, más de un indicador debe estar presente
y ser válido. Cuanto más extremos y preponderantes sean los indicadores, habrá mayor
confianza en el señalamiento de una condición como anormal. Ninguno de estos criterios es
condición necesaria, compartida por todos los casos de anormalidad. También es verdad que
ningún criterio por sí solo es condición suficiente para distinguir todos los casos de conducta
anormal de aquellas variantes normales del comportamiento.

EL TRASTORNO MENTAL SEGÚN MODELOS

Para que haya una correcta evaluación, diagnóstico y un tratamiento adecuado de las
diferentes psicopatologías, existen diversos modelos de psicopatología con ese cometido. Los
diferentes modelos de psicopatología, aunque tienen diferentes perspectivas a nivel teórico
sobre lo que es una conducta anormal, siguen unos mismos criterios para detectar posibles
psicopatologías, aunque los diferentes criterios tienen diferentes grados de relevancia en cada
uno de los modelos que hay.

Los principales criterios empleados en los diferentes modelos de psicopatología poseen mayor
o menor relevancia según la concepción que tengan cada uno de lo que es una psicopatología.
Los siguientes criterios sirven para delimitar la psicopatología de la normalidad y a la vez para
comprenderlas. Para cualquiera de los modelos de psicopatología es importante tener en
cuenta todos estos criterios para poder explicar cuándo una persona padece cualquier tipo de
patología a nivel psicológico.

El Criterio Estadístico
Este criterio de los modelos de psicopatología se basa en cuantificar los hechos a nivel
psicológico mediante el uso de técnicas estadísticas y su normal distribución en la población,
como es la de la campana de Gauss. Este criterio tiene en cuenta que una psicopatología sería
aquello que se desvíe de la normalidad; en otras palabras, lo que sea poco frecuente dentro de
la población, por lo que se vean pocos casos similares.

Al mismo tiempo considera que una alteración a nivel psicológico es producida por defecto o
por exceso de alguna característica normal, de manera que las diferencias entre la
psicopatología y la normalidad son cuantitativas y, por ende, lo psicopatológico es aquello que
resulta poco infrecuente pero que tiene los mismos elementos que lo que se considera que se
encuentra dentro de la normalidad.

El Criterio Interpersonal O Social

Siguiendo de este criterio de los modelos de psicopatología las conductas normales y


saludables serían aquellas que posibilitan a una persona adaptarse al entorno siguiendo los
modelos habituales y esperables dentro de su sociedad y su cultura sobre el comportamiento
correcto que deben llevar los diferentes miembros pertenecientes a las mismas, lo que podría
considerarse como una normalidad adaptativa.

Por tanto, se consideraría una conducta como anormal cuando no se ajusta a los modelos de
comportamiento socioculturales, lo que dificulta la integración del individuo dentro de la
sociedad.

Sin embargo, este criterio no está exento de limitaciones, puesto que la sociedad cambia
constantemente y las normas podrían cambiar al mismo tiempo, siendo evidente que hay
algunas conductas que hace 50 años eran consideradas como algo normal y ahora no y
viceversa. También cabe destacar que este no es un criterio único, sino que se suele tener en
cuenta en conjunto con los demás, por lo que una conducta que no se ajuste a las normas
sociales por sí sola no es suficiente para diagnosticar una psicopatología.

Siguiendo este modelo, el psiquiatra estadounidense Harry Sullivan propuso un criterio


consensual en el que la psicopatología dependía de las normas de la sociedad, es decir, del
consenso que hubiera dentro de una sociedad determinada en un momento concreto.

El Criterio Subjetivo

Desde este criterio de los modelos de psicopatología sería la propia persona quien se encarga
de hacer la valoración con respecto a su propio estado de salud como normal o si detecta
algún problema, en cuyo caso debería expresarlo de forma conductual y verbal al profesional
de la salud mental que se encargue de su atención y tratamiento.

En caso de que la persona padezca algún tipo de demencia o algún trastorno del espectro de la
esquizofrenia es común que tenga una nula o escasa conciencia de padecerlo, por lo que será
bastante complicado que pueda expresarlo. Dentro de este criterio, es interesante destacar un
criterio que sirve como variante a este y que fue propuesto por Kurt Schneider, según el cual la
psicopatología sería detectada por medio del sufrimiento personal del paciente.

El Criterio Biológico
Por último, de acuerdo con este criterio de los modelos de psicopatología se concibe la
psicopatología según haya o no alguna disfunción o alteraciones en el correcto funcionamiento
del organismo, teniendo en cuenta a su vez factores hereditarios, bioquímicos, inmunitarios,
etc.

En este caso la nomenclatura de las distintas psicopatologías empiezan por los siguientes
prefijos en función de las causas:

• Con el prefijo “a”, son aquellas psicopatologías en las que hay alguna carencia.

• Con el prefijo “dis”, están las psicopatologías en las que hay agentes patógenos
externos.

• Con el prefijo “hiper” o “hipo”, cuando se rompe el equilibrio de los procesos o


estructuras relacionados.

PRINCIPALES MODELOS DE PSICOPATOLOGÍA

MODELO BIOLÓGICO

Desde este modelo, el trastorno psicológico se define como una enfermedad mental, ya que se
considera que tiene su origen en un daño biológico subyacente y su tratamiento se enfoca en
reestructurar estos daños con tratamientos como la farmacología. Hay que distinguir entre
trastornos orgánicos, con origen claramente localizado, y trastornos funcionales, donde no se
conoce el origen exacto de la enfermedad, como ocurre con trastornos como la depresión.

El primero de los principales modelos de psicopatología es empleado desde los tiempos de


Hipócrates, siendo quien los desarrolló en relación a su concepto de “patología de los
humores” y fue no fue hasta el siglo XIX cuando consiguió asentarse dentro de la comunidad
científica, gracias al desarrollo de Kraepelin sobre la clasificación de las enfermedades
mentales, en la que relacionaba las enfermedades mentales con problemas orgánicos.

Según el modelo biomédico, una psicopatología o un trastorno mental son exactamente


iguales que cualquier otra enfermedad física, por lo que considera que los trastornos mentales
poseen una etiología orgánica, ya sea a nivel cerebral, endocrino, funcional, etc. El modelo
biomédico a su vez desarrolló los siguientes conceptos con led in de agrupar los trastornos
psicológicos dentro de categorías diagnósticas:

• Signo: es el indicador objetivo que permite detectar un proceso anómalo a nivel


orgánico.

• Síntoma: es el indicador subjetivo de una sensación anómala a nivel funcional,


orgánico o ambos.

• Síndrome: es el conjunto de síntomas y signos que permite establecer un cuadro


clínico para el diagnóstico.

Desde el modelo biomédico, al considerar las psicopatologías o los trastornos mentales como
una enfermedad, los criterios son categoriales (hay o no hay enfermedad), por lo no existe un
continuo entre normalidad y psicopatología.
MODELO CONDUCTUAL

Este modelo considera que el trastorno mental no tiene origen en los cambios fisiológicos y,
por lo tanto, es un problema de conducta; donde se incluyen los pensamientos, sentimientos,
sensaciones y emociones, que influyen en el estado de las personas. Su tratamiento se centra
en adquirir nuevos procesos de aprendizaje.

Otro de los modelos de psicopatología es el modelo conductual comenzó a desarrollarse por


Wilhelm Wundt y William James a comienzos del siglo XX, con sus investigaciones sobre la
conciencia y la actividad mental, y logró aumentar de popularidad en los años 50.

El modelo cognitivo es un modelo de psicopatología en el que cobran suma importancia los


fenómenos cognitivos o mentales por encima de la conducta anormal a la hora de establecer el
diagnóstico de un trastorno mental, y es por ello que los fenómenos subjetivos son muy
relevantes, de manera que el psicólogo se fija tanto en el contenido como el la forma de la
información que da el paciente en consulta.

Este modelo se centra en estudiar el funcionamiento de aquellos procesos de conocimiento


que resultan anómalos. Asimismo, considera al paciente como una persona activa, responsable
y autoconsciente, por lo que no está a expensas de lo que ocurra en el ambiente, sino que
tiene voluntad propia para actuar por sí mismo.

De acuerdo con el modelo cognitivo, para que una persona goce de una buena salud mental,
debe cumplir los siguientes criterios: capacidad de adaptarse a las demandas que se
presenten, tener autodeterminación y autonomía, al mismo tiempo que debe tener la
capacidad de renovarse en función de los cambios.

MODELO COGNITIVO Y MULTIDISCIPLINAR

El modelo cognitivo se centra en analizar la actividad mental y los procesos que la sustentan,
es decir, en el estudio de las estructuras internas que vamos adquiriendo a través de la
experiencia y que determinan nuestros comportamientos. Aunque también tiene en cuenta
factores psicosociales.

El tercero de los modelos de psicopatología es el modelo conductual, surgido en los años 60,
siendo un novedoso paradigma dentro de la psicología gracias al éxito que tenía por aquel
entonces la psicología del aprendizaje, al mismo tiempo que emergieron los detractores del
modelo biológico utilizado para diagnosticar trastornos psicológicos.

Entre las características del modelo conductual cabe destacar su objetividad, debido a que es
un modelo que pone énfasis en fenómenos cuantificables y objetivos, al mismo tiempo que en
las relaciones habidas entre la conducta y el ambiente.

Por otro lado, este modelo rechaza el concepto de enfermedad y utiliza los principios de
aprendizaje para desarrollar su base teórica, de manera que para este modelo un problema
mental es aquel que se puede observar mediante conductas desadaptativas que han sido
aprendidas a través de los hábitos desarrollados a lo largo de los años.

Para este modelo la conducta anormal se diferencia de la normalidad de forma cuantitativa,


por lo que se mueven a través de un continuo, por lo que no se tiene esa concepción
cualitativa de las psicopatologías, en las que se concebía solamente que una psicopatología se
podía tener o no.

Frente al diagnóstico médico tradicional, desde el modelo de la conducta se propuso el análisis


funcional, que comenzó a utilizarse para realizar un análisis del comportamiento de los
pacientes teniendo en cuenta los antecedentes y el contexto, siendo una herramienta muy
utilizada en la actualidad, sobre todo dentro de la terapia cognitivo conductual, la que
probablemente sea la terapia psicológica más utilizada por los profesionales de las salud
mental debido a su éxito terapéutico y a su eficacia para el tratamientos de diversos trastornos
mentales.

El modelo conductual además ha puesto empeño en la experimentación, por lo que dentro de


este modelo se han realizado numeroso trabajos y teorías científicas que permitan explicar las
causas y, en consecuencia, el tratamiento de las conductas que no se ajusten a la normalidad,
a través del análisis de diferentes variables, desarrollo de hipótesis y el contraste empírico.

PSICOPATOLOGÍA DE LA ATENCIÓN

El concepto de atención es la capacidad de percibir determinados estímulos. También se utiliza


para definir el mecanismo que controla y regula los procesos cognitivos. El concepto de
atención ha tenido una historia bastante accidentada desde su surgimiento en los albores del
nacimiento mismo de la psicología experimental.

Y es que, como señala Kinchla , el término atención se ha utilizado como si su significado fuera
evidente por sí mismo, lo que ha originado que se volviera un concepto muy escurridizo. Sea
como fuere, lo cierto es que el de atención no es, en absoluto, un concepto unitario, sino que
puede aludir a distintas características y/o propiedades, y en este sentido es definible tanto
por sus modalidades como por los efectos que produce en el procesamiento de la información.

Modelos De Atención

Modelo de filtro: Elije una fracción relevante del input concurrente y lo procesa activamente.
Modelo de mecanismo: De alerta no puede realizar dos tareas complejas al mismo tiempo.
Mecanismo de alerta: Es una disposición general del organismo para procesar información, un
individuo es capaz de responder y ejecutar múltiples tareas. No es extraño que existan
diferentes teorías o modelos que intenten explicar qué es la atención. En este sentido, las
teorías y modelos van surgiendo para, en modificar y remediar los fallos de postulados
anteriores.

De todos modos, la aparición de un modelo no siempre ha significado la sustitución de éste a


uno anterior, sino que durante años han coexistido varios de ellos, especialmente en lo que se
refiere a su aplicación en el ámbito de la psicopatología. Los primeros enfatizan sobre todo la
característica de selección que se atribuye a la atención, característica que es, además, la más
utilizada históricamente y a la que William James hacía referencia en su definición de atención.
Clasificación De Los Trastornos Atencionales:

• Falta de atención y trastorno de la concentración: Se define como incapacidad o


capacidad disminuida para enfocar, concentrarse y orientarse hacia un objeto. Se trata de un
trastorno de la capacidad de prestar atención persistentemente a una determinada actividad,
objeto o vivencia. Lleva consigo una intensa distraibilidad y falta de concentración. El grado
más intenso de distraibilidad y la ausencia completa de atención se denomina aprosexia.

• Estrechamiento de la atención: Definida como concentración sobre unas pocas cosas.


Por ejemplo, en la fijación sobre alucinaciones, en el vivenciar delirante intenso, etc.

• Oscilaciones de la atención y de la concentración: Se refiere a alteraciones en cuanto a


la duración de la atención. Esta oscila con arreglo al interés, a la participación personal de un
sujeto en un objeto, etc. Por ejemplo, un maníaco lleno de ocurrencias, ideas e impulsos tiene
dificultad para fijar y mantener su atención sobre algo determinado (atención fluctuante,
distraibilidad, debilidad de concentración).

En su clasificación de las psicopatologías atencionales distinguen entre anormalidades


cuantitativas y anormalidades cualitativas.

ATENCIÓN COMO CONCENTRACIÓN

Aquí se incluyen todas las alteraciones que están de algún modo relacionadas con la fijación de
la atención sobre estímulos objetos o situaciones. La ausencia mental alude a un tipo de
experiencia que, por lo general, se considera como anómalo, extravagante e inusual, pero no
como patológico.

Además de no darse por enterado, es capaz de pasearse por toda la facultad sin ni siquiera
darse cuenta de los murmullos y miradas que genera, saliendo de su “ausencia mental”
cuando al salir del edificio un coche está a punto de atropellarle por saltarse el semáforo en
rojo. Pues bien, a nuestro pobre profesor lo que le ocurre es que presenta una gran
concentración sobre alguna cuestión concreta, lo que a su vez le lleva a “desatender” al resto
de los estímulos, excepto aquellos muy mecánicos o habituales.

De este modo, nuestro profesor no responde al cambio ambiental de la papelera, pero sí


podría darse cuenta de algún otro estímulo que tenga conexión con el problema en el que está
pensando. Sin embargo, se supone que ante un incremento súbito de los estímulos se elimina
la ausencia. Así, nuestro sufrido profesor es capaz en el último momento de saltar a la acera
ante el claxon del enfurecido conductor.

Este tipo de experiencia suele ser descrita por quien la padece como un “espacio en blanco” en
la consciencia temporal. Sin embargo, aunque el sujeto nos diga que “no recuerda”, no es un
problema de amnesia, estrictamente hablando. A diferencia de la amnesia, aquí no se presenta
desorientación persistente espaciotemporal, ni tampoco se presentan otras características
típicas de la amnesia. En este sentido, aunque la experiencia se describe en términos de
tiempo sería mejor considerarla en términos de ausencia de acontecimientos.

Además, y como se sabe, nuestra experiencia del paso del tiempo está determinada por
acontecimientos que funcionan como marcadores de tiempo. Por tanto, en la laguna temporal
el individuo no registra sucesos que podían haber funcionado como tales marcadores. Esta
cuestión nos lleva directamente al problema del procesamiento automático versus el
procesamiento controlado. Los procesos automáticos, a diferencia de los controlados, son
procesos relativamente libres de demandas atencionales que se realizan sin consciencia por
parte del sujeto.

Normalmente son el resultado de un aprendizaje y se adquieren como consecuencia de la


repetición frecuente de una tarea o proceso que inicialmente requería atención controlada.
Este tipo de procesos implican una considerable economía para el individuo, sobre todo en
tareas rutinarias, y además producen relativamente poca interferencia en situaciones de doble
tarea. Por su parte, los procesos controlados tendrían las características opuestas. Consumen
atención, por tanto, son sensibles a las limitaciones de los recursos disponibles, y producen
gran interferencia en situaciones de doble tarea.

ATENCIÓN COMO SELECCIÓN

Por atención selectiva se entiende la habilidad o capacidad para separar los estímulos
relevantes de los irrelevantes. Se trataría de la capacidad para seguir una fuente de
información cuando hay otras muchas que compiten por atraer la atención. Por tanto, se trata
de un fenómeno total y directamente relacionado con la atención selectiva.

Es decir, la atención es una espada de dos filos. Por un lado, nos proporciona una característica
deseable al permitirnos seguir un conjunto de acontecimientos que son de interés entre
muchos otros que ocurren simultáneamente, aun cuando se mezclan todos entre sí. Sin esta
capacidad selectiva la vida sería caótica. Pero, por otro lado, la atención limita nuestra
capacidad para seguir a todos los acontecimientos que ocurren.

Aun cuando sólo tenga interés un conjunto de acontecimientos, no es deseable seguirlos con
tal concentración que no nos demos cuenta de que ocurren otros acontecimientos, ya que
pueden ser más importantes que los que nos ocupan en esos momentos. Para que esto ocurra
se necesita alguna forma de percibir aun aquellos acontecimientos que no estamos
atendiendo, separando los aspectos irrelevantes o interrumpiendo nuestra concentración en
los aspectos pertinentes. En psicopatología, el problema de la atención selectiva se puede
encontrar presente en muchos y diversos trastornos. Este déficit tiene distintos efectos en
función de la naturaleza y demandas de la tarea.

ATENCIÓN COMO ACTIVACIÓN

La activación está relacionada con la focalización de la atención y con el grado o intensidad de


esta. En las situaciones estresantes, las señales peligrosas y licitan tanto cambios corporales
como cambios en nuestros procesos cognitivos. También consideramos como estresantes
otras situaciones sociales que pueden amenazar a nuestra autoestima, o que implican ciertas
demandas sociales, etc.

Por un lado, la activación varía de unos individuos a otros e incluso varía en un mismo
individuo según la etapa de su vida y las situaciones. Sin embargo, llegado a un cierto punto, la
relación se invierte, ya que si se sigue incrementando la activación se produce una disminución
de los recursos atencionales disponibles. Así, en situaciones de gran estrés, que implican
peligro o emergencia grave, la capacidad atencional se reduce drásticamente con el
correspondiente deterioro de la conducta, que se vuelve poco adaptativa. Normalmente, la
activación produce un estrechamiento del foco atencional, estrechamiento que a su vez es
selectivo, ya que se tiende a abandonar los índices de información periférica en favor de la
información central, originándose lo que tantas veces se ha denominado “visión en túnel”.

ATENCIÓN COMO VIGILANCIA

El término vigilancia se utilizaba para designar un estado de alta receptividad o


hipersensibilidad hacia el medio o hacia porciones del medio. Actualmente, el término también
se utiliza para indicar un tipo de dedicación atencional definido por la propia tarea, sin
prejuzgar la actitud o estado del sujeto, denominándose tareas de vigilancia a aquellas de larga
duración en las que el sujeto debe detectar y/o identificar un estímulo de aparición
infrecuente. Así, el individuo a veces da la respuesta, aunque el estímulo no se presente, y
otras veces no da la respuesta pedida cuando aparece el estímulo. Sin embargo, aunque es
obvio que tales pacientes realizan mal las tareas de vigilancia, en absoluto se puede concluir
que es un déficit específico de la esquizofrenia.

Por otro lado, la vigilancia excesiva o hipervigilancia también se ha estudiado en pacientes con
trastornos de ansiedad generalizada y en sujetos normales con puntuaciones altas en
ansiedad-rasgo. Así, Eysenck propone una teoría cognitiva sobre la vulnerabilidad al trastorno
de ansiedad generalizada, que tiene como constructo básico la hipervigilancia. Este autor
mantiene que el funcionamiento atencional hipervigilancia general, que se demuestra por una
tendencia a atender a cualquier estímulo irrelevante para la tarea que se presenta un
ensanchamiento de la atención antes de la detección de un estímulo sobresaliente un
estrechamiento de la atención cuando se procesa el estímulo sobresaliente. Estos
componentes de hipervigilancia estarían latentes en los individuos con puntuaciones altas en
ansiedad, y se harían manifiestos especialmente en condiciones de estrés y/o ansiedad-estado
elevada.

ATENCIÓN COMO EXPECTATIVAS ANTICIPACIÓN

Esta teoría, denominada “disposición fragmentada para la respuesta”, intenta dar cuenta de
los problemas cognitivos que padecen los sujetos esquizofrénicos. Este autor parte de los
datos obtenidos con experimentos de tiempo de reacción, en los cuales se observa
sistemáticamente que los esquizofrénicos son más lentos y, especialmente, que no se
benefician de los intervalos preparatorios en este tipo de tareas. diseñaron series de tareas de
TR en las que siempre se introducían IP de la misma duración frente a otras series en las que
los IP tenían una duración aleatoriamente distinta.

Sin embargo, los esquizofrénicos no se aprovechaban de esta ventaja y por tanto no


mejoraban su ejecución, a menos que el IP fuera muy breve. Porque pueden anticipar y
preparar la respuesta, es decir, cuentan con un set general que dispone al sujeto para percibir
la situación y responder excluyendo los aspectos irrelevantes.

Por tanto, el individuo puede dar una respuesta específica, apropiada y adaptativa. “Es como si
en el proceso de escudriñamiento que se da antes de responder al estímulo, el esquizofrénico
fuera incapaz de seleccionar el material relevante para la respuesta óptima. En otras palabras,
la función de protección contra la respuesta a los estímulos, que es tan importante como
responder a los estímulos, está deteriorada”
DISTORSIONES PERCEPTIVAS O SENSORIALES

Las distorsiones perceptivas también denominadas distorsiones sensoriales, son fenómenos


que alteran nuestra capacidad para percibir el entorno de forma realista. Se trata de anomalías
perceptivas en las que un estímulo real del exterior es percibido de forma distinta a lo
esperable dadas las características formales del mismo. Existen diferentes tipos de distorsiones
perceptivas que se pueden clasificar según una serie de parámetros, tales como: la intensidad,
la cualidad, el tamaño, la forma, etc.

No debemos confundir las distorsiones perceptivas con las alucinaciones. En las alucinaciones
(engaños perceptivos), la experiencia perceptiva no se fundamenta en estímulos realmente
existentes, a diferencia de las distorsiones perceptivas, donde sí existe un estímulo real. Estos
dos fenómenos configuran la llamada psicopatología de la percepción, un ámbito de la
psicopatología que siempre ha despertado gran interés entre los investigadores.

SEGÚN SU INTENSIDAD

Son aquellos fenómenos perceptivos que implican una anomalía en la intensidad con la que
solemos percibir el entorno (por ejemplo, los sonidos). En este caso, la cualidad del estímulo se
mantiene, pero en un grado distinto. En este grupo encontramos tres tipos de distorsiones
perceptivas:

Hiperestesias

Las hiperestesias se pueden definir como una condición perceptiva que implica un aumento de
la sensibilidad a los estímulos. Es decir, se produce un exceso de sensibilidad. Generalmente
las hiperestesias afectan al sentido del tacto, aunque también los otros sentidos como el oído.
Por otro lado, la hiperestesia también puede conllevar un aumento de la percepción del dolor.
Ejemplos de hiperestesias serían: percibir el tic-tac del reloj muy alto o notar el sabor del
azúcar como excesivamente dulce.

Esta alteración de la percepción suele presentarse en personas que padecen trastornos de


ansiedad, algunas esquizofrenias, migrañas, o que se encuentran bajo estados tóxicos (ingesta
aguda de alcohol o drogas).

Hipoestesias

Por el contrario, las hipoestesias son distorsiones perceptivas en las que se da una disminución
de la sensibilidad hacia los estímulos. Estas suelen ser comunes en trastornos mentales
complejos como, donde se manifiesta una incapacidad para sentir o notar los sabores, olores,
sonidos.

Anestesias
En el caso de las anestesias, se produce una ausencia de la percepción del entorno; es decir, se
trata de la ausencia absoluta de percepción de la intensidad de los estímulos. En el caso
concreto de la ausencia de la percepción del dolor, hablamos de una variante: la analgesia.

SEGÚN SU CUALIDAD

Según la cualidad de las distorsiones perceptivas encontramos aquellas que afectan, como su
propio nombre indica, a la cualidad de los estímulos. Es decir, implican un cambio a otra
cualidad; por ejemplo, percibir el azúcar como salado, verlo todo negro o que las flores nos
huelan a excrementos.

Suelen ir asociadas a las distorsiones en la intensidad y tienden a manifestarse en trastornos


mentales como la esquizofrenia y la depresión. Por otro lado, no debemos confundir este tipo
de distorsiones con las alucinaciones gustativas u olfativas. Recordemos que en estas últimas
no está presente el estímulo que provoca la sensación, mientras que en las distorsiones sí.

SEGÚN SU TAMAÑO Y FORMA

Son las llamadas metamorfopsias y refieren a las distorsiones en la percepción visual del
tamaño (dismegalopsias) y/o forma (dismorfopsias). Por lo general, se presentan en una
amplia gama de situaciones: desde trastornos neurológicos hasta como consecuencias de los
efectos de determinadas drogas. Sin embargo, son muy poco frecuentes en los episodios
agudos de esquizofrenia y en los trastornos neuróticos.

Dismegalopsias (tamaño)

Si percibimos un objeto como más grande de lo que es realmente, entonces padecemos una
macropsia o megalopsia. Dichos fenómenos también se dan cuando percibimos un objeto o
estímulo más cercano a nosotros de lo que es realmente. Un ejemplo del mismo sería “ver una
hormiga del tamaño de un perro”.

En cambio, si percibimos el objeto más pequeño o más lejos de la realidad, hablamos de


micropsias. Finalmente, las autometamorfopsias son las distorsiones referidas al propio
cuerpo, en forma y tamaño (por ejemplo percibirnos más altos y alargados).

Dismorfopsias (forma)

Las dismorfopsias tienen que ver con la forma; se clasifican en:

• Plagiopsia: implica ver objetos alargados y oblicuos, además de más grandes de lo que
realmente son.

• Displatiopsia: consiste en ver los objetos con mayor anchura.

• Kinetopsia: se trata de ver con objetos más grandes y en movimiento (cuando en


realidad no se mueven).

SEGÚN LA INTEGRACIÓN PERCEPTIVA


Esta cualidad hace referencia a la unión o separación del estímulo. Así, cuando el estímulo se
percibe fragmentado o separado, hablamos de una escisión perceptiva. En cambio, cuando lo
percibimos fusionado a otro, hablamos de una aglutinación. Son anomalías poco frecuentes
que a veces aparecen en los estados orgánicos y en la esquizofrenia.

Escisión Perceptiva

En las escisiones perceptivos percibimos que los objetos están separados entre ellos, cuando
en realidad permanecen unidos. Si la separación se produce en la forma del objeto, entonces
hablamos de morfolisis; en cambio, si se produce entre un color y una forma (percibir que el
color se separa del objeto, por ejemplo), hablamos de metacromía.

Un ejemplo de escisión perceptiva sería ver las manecillas del reloj separadas de los números.

Aglutinación

Las distorsiones perceptivas que implican una aglutinación reciben el nombre de sinestesias.
Alguien con sinestesia experimenta, de forma involuntaria, la activación de una vía sensorial o
cognitiva adicional en respuesta a estímulos concretos. Un ejemplo sería percibir colores
cuando se escucha música.

ALUCINACIONES

Es una percepción que no ha sido provocada por un elemento real y que es atribuida al medio
externo a uno mismo. Por ejemplo, alguien que escucha voces alucinadas es incapaz de
distinguir entre estas y el resto de ruidos que vienen del entorno, simplemente es incapaz de
localizar a quien las emite. A la vez, las alucinaciones se caracterizan también por la
anosognosia, el hecho de ignorar que lo que se experimenta es un síntoma de trastorno
mental o enfermedad.

El concepto de alucinación tiene su origen en el término latino allucinatio. Se trata de la acción


de quedar alucinado o llegar a alucinarse, es decir, a quedar confundido o desvariar. Este
verbo también puede hacer referencia a sorprender, asombrar o deslumbrar.

Es decir que una alucinación consiste en una sensación de carácter subjetivo que no está
anticipada por una impresión que influya sobre los sentidos. En otras palabras, se trata de una
percepción falsa porque no hace referencia a ningún estímulo físico exterior concreto pero
que, sin embargo, la persona asegura sentir. Podríamos considerar la alucinación como una
pseudo-percepción: no es lo mismo que una ilusión, ya que la ilusión consiste en percibir
estímulos de manera distorsionada. Las alucinaciones se presentan en enfermedades mentales
como la esquizofrenia, en la enfermedad de Parkinson o la Epilepsia, en el Trastorno.

Alucinaciones Bipolar (maníaco-depresivo), pero también pueden aparecer ocasionalmente en


situaciones de aislamiento prolongado o después de varios días sin dormir, durante las crisis
graves, por exceso de estimulación, y por alto consumo de alcohol o drogas. También pueden
darse en estados hipnóticos, en la meditación profunda, en estados de trance y en el éxtasis
místico. Del cinco al quince por ciento de la población normal podría tener alucinaciones
espontáneas en alguna oportunidad y una de cada tres personas podría tener alucinaciones
antes de quedarse dormida o al despertarse.
TIPOS DE ALUCINACIONES SEGÚN MODALIDAD SENSORIAL

Si clasificamos la experiencia alucinatoria según la modalidad sensorial en la que aparecen,


podemos encontrarnos con varias categorías.

Alucinaciones visuales

En este caso el sujeto ve algo que no existe en la realidad. Estos estímulos pueden ser muy
simples, como por ejemplo destellos o luces. Sin embargo, pueden verse elementos más
complejos, como personajes, seres animados o escenas vívidas. Es posible que se visualicen
estos elementos con medidas diferentes a las que serían percibidas de ser estos estímulos
reales, denominándose alucinaciones liliputienses en el caso de percepciones de menor
tamaño y gulliverianas en el caso de verlas agrandadas.

Dentro de las alucinaciones visuales también se encuentra la autoscopia, en la que un sujeto se


ve a sí mismo desde el exterior de su cuerpo, de una forma semejante a la relatada por
pacientes con experiencias cercanas a la muerte. Las alucinaciones visuales son especialmente
frecuentes en cuadros orgánicos, traumatismos y consumo de sustancias, si bien también
aparecen en ciertos trastornos mentales.

Alucinaciones auditivas

Pueden ser simples ruidos o bien elementos con significado completo como el habla humana.
Los ejemplos más claros son las alucinaciones en segunda persona, en la que como en el
ejemplo antes relatado una voz habla al sujeto, las alucinaciones en tercera persona en que se
oyen voces que hablan del propio individuo entre ellas o las alucinaciones imperativas, en las
que el individuo oye voces que le ordenan hacer o dejar de hacer algo. Las alucinaciones de
esta modalidad sensorial son las más frecuentes en trastornos mentales, especialmente en la
esquizofrenia paranoide.

Alucinaciones del gusto y el olfato

Las alucinaciones en éstos sentidos son poco frecuentes y suelen relacionarse con el consumo
de drogas u otras sustancias, además de algunos trastornos neurológicos como la epilepsia de
lóbulo temporal, o incluso en tumores. También aparecen en esquizofrenia, normalmente
relacionadas con delirios de envenenamiento o persecución.

Alucinaciones hápticas

Son aquellas que hacen referencia al sentido del tacto. Esta tipología incluye gran cantidad de
sensaciones, tales como las de temperatura, dolor u hormigueo (siendo éstas últimas
denominadas parestesias, y destacando entre ellas un subtipo denominado delirio
dermatozoico en el cual se tiene la sensación de tener pequeños animales en el cuerpo, siendo
típico de consumo de sustancias como la cocaína).

Al margen de éstas, relacionadas con los sentidos, se pueden identificar dos subtipos más:

• En primer lugar las alucinaciones cenestésicas o somáticas, que provocan sensaciones


percibidas respecto a los propios órganos, normalmente vinculados con procesos delirantes
extraños.
• En segundo y último lugar las alucinaciones cinestésicas o kinésicas se refieren a
sensaciones de movimiento del propio cuerpo que no son producidos en la realidad, siendo
típico de los pacientes de Parkinson y del consumo de sustancias.

Como ya se ha comentado, al margen de por donde son percibidas también resulta útil
conocer cómo son percibidas. En este sentido nos encontramos con diferentes opciones.

PSEUDOPERCEPCIÓN O IMÁGENES ANÓMALAS

Las pseudopercepciones son anomalías mentales en forma de imágenes que o se producen en


ausencia de estímulos concretos que las eliciten (imágenes alucinoides , imágenes
hipnagógicas )se mantienen a pesar de que el estímulo que las provocó ya no está presente
(imágenes parásitas, consecutivas o mnémicas).

Imágenes consecutivas

Uno de los ejemplos de las pseudopercepciones son las imágenes consecutivas. Se producen
como consecuencia de un estímulo sensorial inmediatamente anterior, por lo que se han
llamado también posimágenes. Se diferencian, así, de las imágenes eidéticas que perduran
solamente unos segundos tras la estimulación y es por tanto difícil evocarlas voluntariamente
al cabo del tiempo.

Además, tienen las características opuestas a las de la estimulación recibida anteriormente,


por lo que han recibido el nombre de imágenes negativas. No indican la presencia de signos
patológicos.

Imágenes Hipnagógicas

Estas imágenes se dan en estados de semiinconsciencia, entre la vigilia y el sueño. Las


imágenes hipnagógicas son las que aparecen en el paso del sueño a la vigilia, suelen ser vívidas
y realistas, aunque su contenido carezca de significado para el sujeto.

Suelen aparecer en la modalidad auditiva y visual, aparecen tanto en población normal como
clínica y se diferencian de las alucinaciones por el escaso valor de realidad que el sujeto les
atribuye y por la fluctuación de conciencia que presentan.

Imágenes Parásitas

Se producen como consecuencia de una estimulación ya inexistente, por lo que son


autónomas y con carácter subjetivo. Cuando el sujeto no fija su atención en ellas aparecen y
desaparecen cuando se concentra en la experiencia. Una excepción son las imágenes obsesivas
que a diferencia de las descritas persisten aunque el sujeto focalice su atención sobre ellas.
Suelen aparecer en estados de cansancio o fatiga extremos.

Imágenes Alucinoides
Se producen en ausencia de estimulo que las desencadene, y el sujeto no les otorga valor de
realidad. Pueden producirse por intoxicación por drogas o en el espacio negro de los ojos
cerrados.

Imágenes Mnémicas

Son imágenes que aparecen con escasa viveza, y un tipo de estas son las imágenes eidéticas,
representaciones exactas de impresiones sensoriales, desde las modalidades visual o auditiva,
que quedan “fijadas” en la mente del sujeto. Pueden aparecer de forma voluntaria o
involuntaria.

AMNESIA

La amnesia es un trastorno que afecta al funcionamiento normal de la memoria y que hace


que quien la sufre sea incapaz de almacenar información o recuperarla de manera correcta. Sin
embargo, más allá de esta definición somera existen muchos matices que hacen que tengamos
que hablar, más de la amnesia como un concepto global, de tipos de amnesia.

La amnesia puede presentarse en tantas formas que los estudios de ciertas lesiones y
disfunciones en distintas partes del encéfalo ha hecho que se hayan ido descubriendo los
mecanismos que operan detrás del uso de la memoria a partir de los diferentes tipos de
amnesia que se presentan.

Además, este fenómeno puede estar originado por lesiones o por la “huella emocional” que
han dejado en el cerebro ciertas experiencias, haciendo que algunos recuerdos queden
bloqueados. Esto hace que los tipos de amnesia también puedan establecerse atendiendo a las
diferentes causas que los producen. De este modo se ha visto que, lo que parece ser una
función cognitiva simple basada sencillamente en el almacenamiento de la información es, en
realidad, el resultado de varios procesos que trabajan a la vez.

Tipos de amnesia según su cronología

AMNESIA RETRÓGRADA

En la amnesia retrógrada las experiencias que no se recuerdan sucedieron antes de empezar a


desarrollar este trastorno. Es el tipo de amnesia más conocido y plasmado en series, películas y
otras obras de ficción en las que un personaje no recuerda una parte de su pasado.

AMNESIA ANTERÓGRADA

En este tipo de amnesia existe una incapacidad total o parcial a la hora de hacer que las
experiencias que se van viviendo queden fijadas en la memoria. Es decir, que la amnesia
anterógrada, al afectar a lo que va sucediendo desde que se desarrolló por primera vez el
trastorno, hace que lo que se va viviendo no pase a formar parte a la memoria a largo plazo y
se olvide después de unos pocos minutos o segundos.

Tipos de amnesia según sus causas

AMNESIA GLOBAL
Este tipo de amnesia consiste en la pérdida total de la memoria, si bien normalmente se
conservarán los recuerdos más importantes relacionados con la propia identidad. Entre sus
causas más probables se encuentra la posibilidad de que un hecho traumático haya alterado el
funcionamiento normal del cerebro.

AMNESIA DE LA NIÑEZ

Consiste en la incapacidad de recordar eventos vividos en la niñez. A pesar de su nombre, este


tipo de amnesia no se considera un trastorno, ya que es común y forma parte del desarrollo
normal del sistema nervioso a medida que se crece.

AMNESIA INDUCIDA POR DROGAS

Tipo de amnesia producido por la administración de sustancias que afectan al funcionamiento


del cerebro haciendo que no se recuerden los hechos que suceden en ese momento. Puede
ser un efecto secundario de una droga o puede ser la finalidad con la que se ha suministrado
una sustancia con finalidades terapéuticas durante, por ejemplo, una cirugía.

AMNESIA GLOBAL TRANSITORIA

No se sabe qué es lo que produce este tipo de amnesia, sólo sus síntomas. La persona que
experimente amnesia global transitoria recordará los aspectos esenciales acerca de su
identidad y también podrá recordar cosas acerca del pasado inmediato, pero tendrá
dificultades para acceder a recuerdos acerca de lo que ha sucedido hace tan solo unos minutos
(amnesia anterógrada) y posiblemente también a la hora de recordar algunas cosas
pertenecientes a la memoria a largo plazo. Esto le ocurrirá durante 24 horas o menos.

AMNESIA DISOCIATIVA

En la amnesia disociativa se es incapaz de evocar recuerdos relacionados con experiencias


altamente estresantes o traumáticas. Uno de los tipos de amnesia que generan más interés.

AMNESIA DE FUENTE

En este tipo de amnesia hay ciertos datos o piezas de información que se recuerdan más o
menos bien, aunque no se es capaz de saber cuál es su fuente, cómo se ha llegado a saber
acerca de ellas.

AMNESIA LACUNAR

La incapacidad para recordar lo que ocurrió durante un periodo determinado en el que no


hubo un pico de estrés significativo. Se llama de esta manera porque deja una “laguna” en
blanco en la memoria.

AMNESIA POSTRAUMÁTICA

La amnesia postraumática o traumática es un tipo de amnesia producido por un golpe en la


cabeza o un traumatismo craneoencefálico en general. Acostumbra a ser transitoria y a afectar
a los recuerdos sobre el pasado inmediato. No hay que confundir la amnesia postraumática
con las formas de amnesia que aparecen a raíz de experiencias traumáticas.

FUGA DISOCIATIVA

Este tipo de amnesia, muy común en los casos de demencia, la persona se puede dar cuenta
de que está en un lugar sin recordar cómo ha llegado ahí. En la fuga disociativa, además, es
muy común que no se recuerden aspectos de la propia identidad, haciendo que la persona
emprenda un viaje más o menos largo para recordar quién es.

SÍNDROME DE WERNICKE-KORSAKOFF

Aunque no es un tipo de amnesia en sí, el síndrome de Wernicke-Korsakoff es un conjunto de


síntomas en el que las alteraciones de la memoria tienen un papel muy importante. Entre sus
síntomas más comunes se encuentra una combinación de amnesia retrógrada y anterógrada y
la confabulación, es decir, la invención involuntaria de historias que sirven para “rellenar” los
vacíos de memoria. Suele estar causado por el alcoholismo.

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